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| LA TRAGEDIA DE “ANTIGONA MITOLOGIA. GREDOS, © Seg Rodhiguer po tert de eo (jn Carer Moreno poral ao den perience mit {©2016,RBA Comesdos Edo y Auton SAU (©2016 RUA Caleconste, SA estas ITEC Dito cee neg Mar Dinde terior erciende Tiscover Rin Gra eps achive RBA ‘Aria noi ce: Birtara Mats Beis ‘Aseria atta contac: Macs en Since y Sn Oe ‘Rarostdorot derechos Ning pare de ‘ea pullin pode ser pod aacenda ‘tami pring min pra dl editor, IBN (O.C}:97884475.8612.0 ISBNI7E Sea 7009 eps 8 22562016, Inpro en Rade pesos Ep ined in Spin No pensaba que ts proclamas tuvieran tanto poder ‘como para que un mortal puns transgredi las lees no estas e inguebnantables de los doses. Avricoss, Sovoc.s GBNEALOGIA DE LA FAMILIA REAL DE TEBAS mace anions DRAMATIS PERSONAE Los Labicidas ‘Alcon ~ hija pee de Epo y Yea, pnd, ‘ech y devoted iuebeaate [oro ~ rey do Tbs. quid por pul y por se fila peo eaido on dene, Eraocus~prmogito de Ep, de ambi eed ounces — segundo hijo de Edip,vigoroso y valente. Issn hi majo de ore de Teas ‘Yocssta~ vids de Layo yep de Epo ainda orn eanos porate y boda Los tebanos ‘Camosm hermano de Vocasa, buen conocedor " ome revaba como una carga, sabedor de que su posicin se debia an desgracia caida sobre los Labdécidas—, se derrumb6 3 re tno de los apices que decoraban el suelo de mérmol Buanco yhecho un ovillo dio rienda sel asa angus en forma de Ianto. uridice, que habfa escuchado la siplica de Ismene desde una sala contigua, entré para apaciguar a sv hijo, Con un eco infinito que solo una madre podiaprofesar,sin mediar palabra alguna se recost6 junto a Hemén yl areullé en sos prazos, tratando de calmarl. Pero el desespero del chico era mayisculo. Sabia que nunca podria evar a buen puerto lt ‘empresa que le habia encomendado Ismene.y que el des tno de su promtida estaba en manos de alguien a quien no podria persuadir de sus intenciones, como tampoco logs onvencerlo de que lo dejase participar en la defensa de Tebas: su padre. «Madre, Antigona va a mort jAntgona va 3 mori!» Hund la cara en el regazo de su mack y se ente- 46 al lanto. Euridice, que conocia el caricter insobornable de su sobrina, le acarici6 los cabellos mientras le susurrabs, con poco convencimiento: «No sufas, hij, seguro que lt haris entrar en raz6ne, Pero también ella sabia que la vlun- tad de Antigona era inquebrantable, y que su sentido de a Jstica prevalecia sobre todo y sobre todos. ‘La gran pira funeraria estaba dispuesta frente a la acropolis. En ha cima, luciendo el més resplandeciente de los quito~ et —el mismo que, tejido por las manos habilidoss de ‘Yocasta, en tantas ceremonias habia vestido Edipo—.¢l ca diver de Eteocles reposaba, esperando el momento en que one a rca pu ron fuego lo convertiria en cenitas.A pesar de la virulencia de su muerte y de as heridas espeluznantes que la vestimenta tubria, st rostr denotaba una placidez que su alma minca habia encontrado en vida. En la descarnada lucha final con su hermano, un titénico choque entre dos robustos guerre~ 1s inasequibles al desiliento y conscientes de su infausto destino, so fcciones habian quedado a salvo de los estragos de la reftega y de la daga empuiiada por Polinices, quien Je traspasé el pecho y le abr el vientre, desparramando sus intestinos por el suelo tebano. En el mismo momento en aque siti el metal atravesando sus entraas, Eteocles hun 46 todo el filo de su espada en el torso de Polinices y noré ‘mo la sangre caliente de su hermano se escapaba de su corazén ensirtado y resbalaba por su brazo. Ningiin atsbo de este horror se reficjaba en su semblante, ahora tan sereno. La estructura de troncos de pino, talados en un bosque cercano,se elevaba mas de cinco metros.Alrededor de aque Ila magnifica construccién, en un silencio respetuoso, toda ‘Tebas se habia dispuesto para despedir a quien habia sido su soberano mis reciente, aunque su breve zeinado habia despertado ls recelos de la mayorla, nosilgicos de los aos fn que Edipo dirigié las riendas de sus vidas. Presiien- do la ceremonia estaba Creonte, lanqueado por su esposa Eutidice y por su hijo Hemén. Junto a ello se alineaban las dolientes hermanas del monava fllecdo. Ismene sollo- aba con un lanto caudaloso, incesante, Por el contrario, Antigona mostraba tn hieratismo que sorprendia a cuan- {05 se fjaban en ela, Apretaba con fuerza sx mandibula, su ‘cuerpo permanecta tenso, tenia la mirada fja en un punto indeterminado mis allé de los muros de la ciudad. Solo el ms de sus ojos provocado por as lgrimssexanadae dolor. Sin embargo, a pesar de lainexpresividad foradn b ‘menor de las hijas de Edipo y Yocasta estaba destrozada en gr interior. Sentia un profundo desconsuelo ante el ca de Eteocles, al que, aunque culpaba del conto que babi seabado con su vida y con la de su hermano, nunca habia ejado de amar. Sentia una twisters inconmensurble por Polinices, que estaba descomponiéndose bajo el cielo teba- no sin recibir los ritos debidos, Seni rabia hacia Hemin y hacia su hermana, quienes se habian conjurado para tatar de evitar que ella cumpliese con su justo cometido —el didlogo con él fue breve: en cuanto le expuso sus temores por lo que pretendia hacer, ella lo rechaz6 con apereza—. Y sentia, por encima de todo, un odio extemo hacia so Era ese odio lo que la obligaba a mantener su postra rig a, a sostener su gesto inalterable: si se hubiese permiido tun segundo de flaquezs, si hubiese cruzado por fugar intante su mirada con la de Creonte, toda su clea hubiese estado contra el miserable que habia permitido que st padre fuese trataco como un perro y que st hermano se Pudriese bajo el sol. Absorta en los Beare 7m) ee fee ‘mantenerse templada, Antigona solo fue comsciente de que la pira funeraria habia empezado a arder cuando e! aie se impregné del hedor inconfundible de Ix exe quemade Qué bello le parecié a Antigona el roto de Poinices at hetmoso su perl, rexakado por lz Banque 3 Tuna deen fe record al de su afiordo pad Qe sragcrote De heat 9 horribles sus herchs. qué cruel su destino, Hap ea i dc coed por ums pont que conocia dewde pequetia, Habia sido cauta, proteyséndo. Sars oreo ees eS eee edo acercare al cadaver de Polimices. Tuvo que cubrirse la nara, Sa profunda que le produjo la pestilencia que emanaba de s1 cuerpo. Quedd consternada al ver Jos restos de su hermano, ae eae eee a ce ee ene SS ee eae pe aaa eee ama Sonne cucu ae huyeron volando a centenares. Cuando estuvo_ dispuesto, lo ‘cubné con una tela blanca que habia traido desde el palacto, tebana, terra irida, salpicada de sangre y dolor, y la dejd carte Pcs dee sp es cies Dope ‘que su alma pudiese, por fin, cruzar las aguas oscuras del rio ‘Aaveronte ylegar las mansiones llameantes del sefior del Great Ia del sef Greonte mont en cera e en cSlera cuando uno de los soldados que debian protegr el cadiver sngeata lesiirah —y sobre el que recayé lag =F as malas noticias a su soberano— le contd “verpa de Polinices habia sido honrado en contra de om dispwesta en el edicto real. Esoldado tem fh tf I aria dl mona, que Wane a cur cot deo onto co a tom oa oe ‘nientsaslanzaka imprecaciones cong oy Shubiese atevido a desobedcel Solo anon Lae Se, Somguid dominarse.y entonces ordend debra iu obre el cadiver dl taidor. Creonteexaba e que el criminal volver juno a capo, bn ane onvepto debia quedar indemne ul afens, "Antigona Sitio un escaofrio cuando nt qoe ma foe ysibita ventolera se levantaba sobre Tebat Sus pensmien- tos viajton ripidos hasta el cuerpo de su herman al que habia honrado la noche anterior: era impoube quel ter aque habia echado sobre € hubiewe resid lov enbues de Gefiro, el dios dl viento del oe. Solo le quedsb wher asa lado para repetr el ritual. Lo hari ants veces como fuera necesrio. Ta joven llegé de nuevo junto a su hermano ota ver baad por la inclemente luz del ol Tave aempo de epe- tir los rtos, pudo depositar un beso cero sobre ente helada de Polinices, eonsiguié despedne po sends ver de d, pero cuando se disponia a escabuline,2 desizane ser vista hasta la seguridad que le propoconas I om bra de la mural, tomando tos las precacone aunque tubiendo de lo improbable de su empress sales abalanzaron soe il, La habin sso le Pe a5 NOS to actuaron hasta estar completamente srs de 36 les mostraban sus ojos: I culpable del crmen gue 1 aborrecia su rey era la hija pequefia de Boas Piadona y bella Antigona. Ella no ops ome armen oc cn ancs la apresaron. Serena pot saber que si advo ibn opin ea bacer fente a las leyes humanas, ‘La poticia de la detencin de Antigona se propagé como ‘uma centella entre los tebanos, quienes sentian por ella ung (querencia profunda y estaban apesadumbrados por el fu- resto devenir que acarrearian sus actos, comprendidos y ‘compartidos en secreto por la mayoria, En el palacio, la agitacién de los soldados sobresalt6 a Euridice. Cuando le cexplicaron que la prometida de su hijo habia sido condu- ‘ida ante Creont por sr ela quien habia dado sepultura a Palinices,fue a buscar Hemén. Lo encontré en uno de los patios del palacio, recostado contra una colurnnata mayis- txlay con la mirada perdi. —Hijo... —Hemén se dio la vuelta, sobresaltado, Ley’ Js preocupacién en el oso de su madre y la apremié para ue le contara lo que fuera que habia venido a decirle—. ‘Han sorprendido a Antigona echando tierra sobre el cuerpo de su hermano, La han apresado y conducido ante tu padre. Oh, Hemént_ Euridice le ofrecé su abrazo amoroso, su consueloinfini- ‘0,peo én de ni sguiera que lo toca sino que corrié Pec l lin donde a vida de Anigoa estaba a punto de ‘eorenciada. Los soldados que hacian guardia le impidie- ton el pao; adc podia entra, eran érdenes del rey. Estaba Protestando cuando oyé retronar la vor colérica de st. padre ‘# través de las puertas cerradas, waste S sorprendié el orgullo y la insolencia ts caes eee * que la hija de su hermana aceptart lorara por su vida. Deseaba que se arrodi- ome Morne rake 9 as tlase ante él, que presa del llanto Je ypumillara para conseguir unis miga haber sido as, hubiese potido mostarmisecoria ye bria sentenciado a una muerte no ena de bony ty de cuentas, por las vena de la chie y por ls soy corn Ja misma sangre-Y aunque sabia que condesando spice de su propio hogar incurria en una fla ame los diosa ce vyeia en la obligacién de hacerlo 4ly solo €l en el atts de las leyes de Tebas. Era su ciudad y dentro de sus mars incluso los dioses deberfan reconocer su autoridad. Per en lugar de eso, 1a menor de los Labdicidas se jactaba de baber desobedecido su edicto, —zConocias mi decreto? 2 inchso a lo has quebran- tado? —Creonte no daba cxéito ala affentadescomuna Lo conocia, si, y lo quebranté —e espe con petu- Jancia a su to, sosteniéndole la mirada. Una y cen veces volveria a hacerlo, ae —iDesgraciadal 3s que ansias No wes que fier 2725 mi brazo, que no puedo desobedecee mi propio eit? —Hiaz lo que creas que debes hacer at como lo he e- cho yo. Si he de morie por haber enttrado a mi hermano, hermosa muerte seri. Mi crimen ha sido ae SS ‘mayor el tiempo que debo agradar2 los de: a de agu—-Crconte no daa eo ogo xn —Sieslo que ces aplomo de su sobrina, a su desfachatez correcto, desdefa los honores als doses, Creome |, —zEstisdispuesta a morie por un eador quem de asolar su propia tera sino que ademée mas aT hermano? Le dis a mimo we ‘muurié defendiendo su ciudad ante la Piles perdn, que se is de su cemencia De ome a rycen ve scone io me mueve el odio, sino el amor. A los dos los ame porigualy big pra os dos quero lo mismo, oasis de Creonte se habian tornado rojas, el sudor tecainschortos por su rostto.Agitaba las manos con tina vi- v sonra extaordinaia,y no dejaba de moverse de un lado a uw dela con grandes pasos mientras trataba de asimilae fon deagrado que deberia infligir una herida mis en ta familia de Edipo, en los descendientes de Layo. Lo que mis Je enfreca era a entereza de su sobrina. Le parecié que poten ima comin jb de altar tendo ela revel lo que guardaba su mirada serena: —Ademds de honrara ls dios y a mi hermano, he com- ‘acido alos tebans. Todos creen, aunque ninguno se areve 4 deci, que tas actos son propios de un tirano y que los ‘teenos se cobrarén tu blasfemia. También tte esperan, mis ‘emprano que tarde, en el Hades. Creonte eesremeci ys sinti6 enojedo al mismo tiempo: All nos veremos, Aunque no te iris sola. ;Guardias! ‘Traed aa prisoner! ‘Una puerta ateral de salén se abri6, Creonte, esta vez s, ‘eyo lear con accin que vio en el eto de An gre Sein cio ua dors snp do soldat moaratnsa Ismene y a conducian frente al soberano. pena eons Aion exlamé: an ne nada que ver con esto, ;¥o soy Ia Primera ver desde que fe semana ede qu a habia wad ane su pre- commas al mic Atropelladamente, se jusficaron ant el monary Je conzaron que habian retrado el pedaco par cuph it Srdenes que habian recibido: Fue el principe quien nos oblig + hace debe sernos ened predad, noble Creomte —amploraon. EL rey todivia no habia podo arcuar pais ras de a fando un grito, proveniente de La enraas de Be atavesé el alma de todos los presentes Un HEH sot usm De con proferido con un dolor insondable, un chillido de lamento puro que se clavé en el corazén de Creonte como un alfe diente al reconocer en él la voz de su hijo. Temeroso, dey, ‘abalgd y penets en a cavidad empuiando sa daga ‘A Creonte le costé acostumbrarse a la penumbra, pero ‘cuando lo consiguié, quedé horrorizado, De una rai col. taba el cadiver desnudo de Antigona. Abrazado a su cuer- po, Hemén loraba con la cabeza hundida entre sus Senos renudos, agtado por los espasmos de un lanto violento, Repetia su nombre con la voz quebrada —Hijo mio —dijo Creonte,alviado al ver que haba Ile ado a tiempo al menos para salvar a su heredero, ‘Desssindose de su amada, Hemén se dio la vuelta. Sus ‘jos escupian fuego, anegados de oxo, de sangre. Una daga centelle en la escasa luz que entraba en la cueva. El hijo se abalanzé sobre el padre. Ceonte apart6 el brazo homicida ‘itando que el metal lo hiriera. Hemén se dio de braces conta et suelo. Humillado, se quedé alli. Al verlo tan ator- ‘mentado, Creonte se arroillé junto a di le tend la mano Su hijo l rechaz6 con un golpe brusco y se puso de pi, Dandiendo todavia el arma, Mitindolo fijamente, epitié quells palabras ominosas: —ajar hasta el Hades a buscarl, Ante el horror de Creonte,con un movimiento decidido hhundi la daga en su propio corazén. Lcabalocrzé a puerta principal dela malay empren Ais el camino hacia el palicio rel, A su paso lo than apartaban y, aunque un denso silencio parecia domino ae —_ j | 1A orcs Be acon ato, Conte s© dio cuenta de queso soy fan y fo miraban con repusin. Ely sends ae, aba mis all de toda comprensién,siguié nica # n ts aa a lomo del equino el eadiver desu hin Delecng Je Hemin sobresali, como un trfeo grec enpen, {rade la daga que habia acabado com su vida, Guando lleg6 al palacio, Euriice estaba esperando en lo ako de ls escalinats. Gimoteando a acompataban loners ram séquito de criados. Las malas noticias ya habia Deo 2 os ofdos de la soberana, quien lo ‘nico que asabs em Shrazat el cuerpo desu hijo,meceso po dia vez. Ceonte tm ano el valor de decile nada, no traté de buscar su con. suelo; tan solo descabalgd, subié los esealones con el cuerpo inerte en brazos y lo dej6 con un euidado infin a lo pies de su esposa. Se habia preparado para escuchar arids de dolor, lamentos de congoja, para recibir la aia de Euriice sobre él, pero nada de eso sucedié, La rena no llorabs se arr, acaricié las mejillas todavia cabentes des io y le dio un beso en la frente, largo, ero. Sin emits palabra a- guna, arrancé del coraz6n de Hemén la dagaensingrentad, Jevant la mirada hacia I desu esposo y,con el mismo etl ‘qe habia matado a su hij, Euridice se atraves cl pecho El grito de Creonte recorrié como un tornado bata el ‘ilkimo rincén de Tebas, superd sus altos muros —incapaces 4 contenerio—, se extendié porlos campos cicandante eva tos clos, com él se extremeci6 el univro eter De las siete: an el acceso a a ciudad de ite puerta que permiian el ‘bse contagrada a Elects guebran tae con c= 108+ csaacent i ona jido seco que lanzaron al cerrarse sus dos mayisculs hojs dde maderos de pino. as tropasatenienses, con Tesco al fen te,seaejaban de a ciudad llevindose consigo a su cautivo.al aque bablan venido a apresar para obligarle a permit, como {idol mismo la vida. assuage rican etree ere Me ig eee ae eran Tee fee eaaiea aera ee ee enema ROT ee Re ces caer neds aren eee) Se aoe meme eee eae ita eeaTeaee ea eee ergo STS ais oe ae eed ae peranee erm pines ‘pues, de una lectura cristiana que aboga por la reconciliacién, See a er areaaE unre Niet TSE aE oe iepges ose bre pai eae ee Se ae avant aCe eae Cee Cae Eine aera aeeeriee Fee ER Riaeer eee er ie or ae cae epee arerereyenaery fee ator pris Come eel ade oa Jest aera se ib aa yan TO fo ante gf far euros ar ao? once SnaTaR EER BEEoTaNT Toe) Giuirg dans once sages! Snore dd carn simcioeramery teem saute brine dea gu sca at ‘05a devastadora contienda, el alemén Bertolt Brecht (1898-1956) sie io aa ragedia de Séfocles pare denuncare ssn et ria accion ssa en una Tebas qe evel etn bor vj de 1945 y en la ave Cuelga e adver de Polices vo rere eectado Po bs SS. geo de Angora deere itn enfertase al todo isnt, en afl ve ce sere de foe desmeone, Eta aun dl a safle cs dl 3 Prueba deel es Speer Ts, warlecre de a Antigona soles compuest por el nan ae Seamus Heaney (0.1939) aa sombra de equa conta oe Pemonemerendida en 200 po present exadounien serorge W. Bush. El confito poltico, peo también el air oentmenal gan pes0.n UN Obra que ara prs ans ci formal, sb vigo tio y su calidad exes fuera del eat, resulta ruy interesante el poema dramsticn sinene, en el que e rfego Yarns sos (1909-1990) da vara la emara pequeta de Antigona. El ito es en ests vss un po de partida para hablar de algo universal que tanto pudo fenerlugaren fa Tebas antigua como en adel pace de est- {abet alma humana y sus misteriosy cntraiclnes Ya ance ra. sla en una mansin poblada de vacisyfatasmas,bmene recveda 2 los swyos en especial aes hermana, Angora ue fla ve como una muchacha orgullsa, njsta y extafamente dorrnade pore miedo: «Su tnico pensemiento ela muerte Y mime parece que, como sabia que nohay manera de esapa® ta,en lugar de esperarla pocoa poco, envejecendoinitiments, ‘ts planta cara, incluso provocarlaapelando a ur venta asa y temeraria, convitiendo el miedo de tod su voy 52

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