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Septiembre 2009

Internacional

La Comunidad de Cristo produce la edición del HERALDO para uso en clases, lectura
personal, compartir información, testificar y comunicación. Es manera de proveer
noticias significantes, políticas, declaraciones de fe y creencias, y compartir el evangelio
con miembros y amigos de la iglesia que viven por todo el mundo.

En este Número
• Un Momento de Definición—Steve Veazey
• Lo Que Importa Más—David Schaal
• Dios Está Llamando Un Pueblo Profético—Steve Veazey

Un Momento de Definición
Por Steve Veazey
Una versión condensada de la Ponencia a la Iglesia de Abril, 2009

¡Este es un momento de definición en la vida de la iglesia! Momentos de


definición ocurren en la coyuntura de miedo y esperanza, reto y oportunidad,
vacilación y respuesta fiel. Tales momentos de definición sacaron lo mejor de
nosotros y nos prepararon para la siguiente fase de nuestra jornada con Dios.
¿Cuál es este momento de definición? En general, puede ser formulado
por dos preguntas: ¿Dejaremos que ciertas circunstancias y temas nos desvíen de
nuestra misión? o ¿Clarificaremos nuestras prioridades de misión y nos
enfocaremos en lo que es más importante?
Como otras organizaciones, la iglesia está enfrentando desafíos por sus condiciones
económicas adversas. La viabilidad a largo plazo de la iglesia no está en peligro. La generosidad
de sacrificio de las pasadas generaciones, la previsión de anteriores líderes, y la aplicación
disciplinada de la política financiera en el presente continúa asegurando el futuro de la iglesia. Sin
embargo, la continua recesión ha causado una declinación en ofrendas al presupuesto de Misión
de Ministerios Mundiales y proyectado ingreso de las inversiones de la iglesia.
Uno de los Principios Duraderos es “gracia y generosidad”. Respondemos a la gracia de
Dios, especialmente como es revelada en Jesucristo, por dar generosamente y por gentilmente
recibir la generosidad de otros. Este es un principio profundamente espiritual que sale de la
naturaleza de Dios. Somos llamados, de acuerdo a los propósitos eternos de Dios, para crecer
espiritualmente durante nuestras vidas en gracia y generosidad.
¿Qué es nuestra comprensión de la relación espiritual entre la gracia de Dios, el regalo
del evangelio, discipulado, generosidad, y la misión de la iglesia? ¿Es limitado a lo que
mayormente sirve nuestras necesidades personales o lo que nos gusta más? ¿Es definido por dar
casual o esporádicamente mientras aplicamos nuestros bienes de nuestra vida a otros propósitos?
O ¿comprendemos que el corazón del evangelio revelado en Cristo trata de vivir compasiva y
generosamente reflejando la naturaleza de Dios?
Discipulado incluye responder al regalo de Dios en Cristo por dar consistente y
generosamente, de acuerdo a nuestra plena y—esperamos –capacidad creciente de apoyar
ministerios locales y mundiales. Tal apoyo es una de las más evidente maneras que podemos
expresar nuestro compromiso espiritual a la visión de Cristo. Dar a los Ministerios Locales y del
Mundo son igual de importante para que la iglesia lleve a cabo su misión divinamente mandada.
Quiero ser claro con los líderes de las congregaciones y con el sacerdocio en este asunto.
No podemos esperar creciente respuestas generosas ahora, o en el futuro, al recuperarse la
economía, si no estamos actualmente enseñando los principios de Una Respuesta Generosa del
Discípulo a todas edades. No podemos enseñar con integridad si no estamos encarnando esos
principios dentro de nuestras vidas.
Para convertirnos en la Comunidad de Cristo que Dios nos está llamando ser debemos
dirigirnos a algunos asuntos importantes. El primero tiene que ver cómo nos relacionamos a
nuestra historia.
Nuestra historia temprana como iglesia es una historia de personas fieles e inspiradas
quienes escucharon el llamamiento de abrazar y compartir el evangelio de Cristo más plenamente.
Lo hicieron con gran entusiasmo. Ellos respondieron con inusual compromiso y energía creativa,
dando expresión tangible del evangelio en vida comunitaria.
Pero al pasar las generaciones, hemos ajustado la historia para así poner a la iglesia en la
mejor luz posible. Hemos alzado a líderes tempranos de la iglesia en héroes espirituales de
proporciones míticas, mientras minimizamos su humanidad y luchas.
También necesitamos profundizar nuestra comprensión de la naturaleza de la escritura.
Para esta parte de nuestra jornada necesitamos una luz y una brújula. Nuestra luz es el testimonio
del Espíritu Santo que ilumina la verdad divina. Nuestra brújula es la “Declaración sobre la
Escritura” de la iglesia que provee dirección confiable.
Básico a la “Declaración sobre la Escritura” es el entendimiento que las escrituras son
una asombrosa colección de escritos inspirados que son indispensables para tener un encuentro
con el Dios Viviente revelado en la Palabra Viva, Jesucristo. La escritura habla en muchas voces
incluyendo testimonios, historias, poesía, metáforas, comentarios y parábolas. Todas estas
maneras de comunicar nos llevan a las verdades divinas más allá de la habilidad de lo que
cualquier lenguaje podría expresar plenamente. La escritura es autoritativa, no porque es perfecta
o inerrante en cada detalle literal, sino porque nos mantiene fidedignos arraigados en la
revelación de Dios.
En los últimos siglos una doctrina de escritura emergió en la cristiandad que insiste que
toda escritura—cada palabra—fue dictada directamente por Dios y es inerrante en cada detalle.
Esta creencia emergió como una respuesta de las autoridades religiosas a la pregunta de algunos
quienes creían que sólo la razón humana era el camino más fidedigno hacia la verdad. Así que,
una doctrina emergió que consagró las palabras literales de la escritura como inerrante y como la
única autoridad en todo asunto.
Esta perspectiva todavía predomina en el cristianismo a nivel global. También tiene
influencia sobre algunos miembros de la Comunidad de Cristo que lo hayan adoptado tomándolo
de la cultura popular.
Sin embargo, esa doctrina no es cómo la escritura se entendió en el cristianismo por
muchos siglos después de su nacimiento. No es como Jesús usó la escritura. También, no es la
manera por la cual la Comunidad de Cristo ve oficialmente la escritura hoy día.
Afirmamos que la escritura es inspirada y esencial para nuestro conocimiento de Dios y
del evangelio. Además, creemos que la escritura se debe interpretar responsablemente a través del
estudio disciplinado, dirigido por el Espíritu que obra dentro de la iglesia. Las Escrituras fueron
formadas por la comunidad para formar a la comunidad. Por lo tanto, el interpretar la escritura es
el trabajo constante de la comunidad. Es decir, el entender y aplicar la escritura no es
simplemente una cuestión de leer un pasaje y de decidir a solas lo que significa.
Comunidad de Cristo también enfatiza que toda escritura se debe interpretar a través del
lente de la revelación más-decisiva de Dios en cuanto a Jesucristo. Si existen porciones de la
escritura que no convienen con nuestra comprensión del significado de la revelación de Dios
revelado en Cristo, según iluminado por el Espíritu Santo y discernido por la comunidad de fe,
las enseñanzas y la visión de Cristo toman la precedencia principal. Este principio se aplica a
todos nuestros libros de Escritura, especialmente cualquier pasaje usado por algunos para asignar
la desaprobación de Dios, características negativas, o roles secundario a otros.
Esta es la razón por la cual nuestra creencia en la “revelación a continuación” es tan
importante. Esta creencia nos mantiene abiertos “con aun más luz y verdad” así que nosotros
podemos crecer en la comprensión de la suprema voluntad de Dios según revelado en Cristo.
Doctrina y Pactos 163:7 d nos indica que la “Escritura, la dirección profética, el conocimiento, y
el discernimiento en la comunidad de fe caminan en común acuerdo para revelar la voluntad
verdadera de Dios. Sigan este camino, que es la senda del Cristo viviente, y ustedes descubrirán
más que suficiente adumbración para el viaje a continuación.”
La Conferencia Mundial del 2007 emitió una resolución pidiendo que la presidencia
prestara ayuda a la Iglesia sobre nuestra práctica de rebautismo como condición de membresía en
la Iglesia. La presidencia está invitando a toda la iglesia a involucrarse con nosotros en oración
para discernimiento sobre este asunto. Creemos que este enfoque está en armonía con Doctrina y
Pactos 162:2c que dice: “Como pueblo profético son llamados, bajo los auspicios de las
autoridades y con el consenso común del pueblo, para discernir la voluntad divina para su propia
generación y en los lugares en que sirven.”
¿Podremos poner nuestros asuntos internos de la iglesia en su propia perspectiva para así
poder enfocarnos en nuestra misión de Proclamar a Jesucristo y Promover Comunidades de
Gozo, Esperanza, Amor y Paz? Todo lo demás que puede ser de preocupación es secundario a la
búsqueda de esta misión. Este es el mayor reto que enfrentamos.
La pregunta más importante para una iglesia con una misión no se trata de sobrevivir en
el largo plazo. Se trata de que tan pasionalmente persigamos la misión de Cristo en un mundo que
sufre y que gime por las verdades libertadoras del evangelio. (Doctrina y Pactos 155:7)
¿Nos estamos movilizando para proveer cuidado pastoral y ayuda tangible a individuos y
familias quienes apenas están sobreviviendo por causa de las presiones económicas? ¿Estamos
respondiendo al creciente odio y violencia hacia inmigrantes y minoridades étnicas porque otros
quieren hacerlos culpables de nuestras dificultades comunes? ¿Qué de los niños en su
comunidad? ¿Cómo les va a ellos? ¿Qué quiere decir ser un pueblo profético quienes hablan y
actúan en el nombre de Dios y Cristo en tiempos como estos?
Muchos de nuestros miembros viven en países con sistemas de desarrollo políticos y
económicos no funcionales. Su situación es mucho peor que cualquier cosa que muchos de
nosotros en áreas más afluentes estamos experimentando. Lo que importa más a ellos es cómo
liberarse a ellos mismos y sus vecinos de los efectos devastadores de la pobreza, enfermedades, y
conflictos humanos. La pregunta de misión para la iglesia es, “¿Cómo se convierte la esperanza
del reino apacible de Dios en algo más real en vez de sólo un sueño?” ¿Qué haremos como iglesia
cuya misión está arraigada en restaurar la integridad de las personas en la comunidad?
Estoy consciente de las frustraciones de algunos jóvenes y jóvenes adultos con lo que
parece ser un paso lento en la vida congregacional en respuesta a la misión. También estoy
consciente de su desilusión al no tener las oportunidades de servir y liderar como sienten ese
llamado. En respuesta, déjeme decir que la iglesia necesita las perspicacias y dones de todas las
edades para ser saludable. Las congregaciones que ignoran este principio lo hacen tomando su
propio riesgo.
Después de decir todo esto, ¿qué importa más? Espero que sea claro. ¡La visión y misión
de Jesucristo importa más! Lo que importa más es que nosotros nos convirtamos en quien Dios
nos está llamando a ser para que el ministerio restaurativo de Cristo pueda ser compartido en toda
manera posible en todo lugar posible.
Al preparar este discurso, le pedí a Dios en oración muchas veces, “¿Qué más necesita oír
la Iglesia?” En varias ocasiones, sentí la impresión del Espíritu. En respuesta, quiero dar voz a lo
que sentí por medio de las siguientes palabras a la iglesia:
¡No Teman! No tengan miedo a convertirse en lo que Dios les está llamando ser. Dios, El Eterno, ha
estado con ustedes en el pasado, continúa estando con ustedes en el presente, y ya está esperándolos
pacientemente en el futuro. Por medio de sus vidas la historia sagrada de la Restauración sigue siendo
escrita.
Amada comunidad, Dios los ha escogido para asistir en llevar acabo propósitos divinos si ustedes
deciden vivir sus mejores naturalezas y potencial. Aumenten su fe. Refinen su sensibilidad al guía del
Espíritu para que no sean distraídos por otras influencias. Exploren sus escrituras con apertura y nuevas
perspicacias que vendrán. Aumenten su compasión y generosidad. Fortalezcan sus relaciones para que la
paz de Cristo pueda ser magnificada por medio de ustedes.
Tengan coraje y esperanza. Reúnan los dones de todas edades y culturas para que el ministerio del
cuerpo pueda ser entero y completamente vivo. Otros alrededor del mundo están siendo preparados para
unir sus esfuerzos con los de ustedes, si ustedes se mueven hacia adelante de acuerdo con la dirección
ofrecida a ustedes por el Espíritu. Amén.
Hermanos y hermanas, hay una manera hacia el futuro que mantiene la promesa que nuestros
mejores días están aún por delante de nosotros.

Lo Que Importa Más


Por David D. Schaal

Algunas preguntas simplemente piden información. Algunas


preguntas evocan curiosidad. De vez en cuando, sin embargo, una
pregunta nos mueve tan profundamente que redirige nuestras energías y
reorienta nuestra manera de vivir. Jesús era experto en hacer tales
preguntas. “¿Quién dicen que soy?” le preguntó a sus discípulos (vean
Mateo 16). Sus esfuerzos de vivir una respuesta a esta pregunta por siempre moldearían
sus vidas. Al lado del lago, después que Pedro lo negó tres veces, Jesús le preguntó a
Pedro tres veces, “¿Me amas?” (Vean Juan 21) Era una oportunidad para sanar, renovar,
y recomprometer a la causa del reino de Dios.
Este tipo de pregunta puede ser como una brújula, causando en nosotros reevaluar
la dirección y carácter de nuestras vidas.
Pueblo Profético
Sección 163:11b dice que discernir es el reto más importante ante un pueblo
profético. ¿Qué quiere decir ser profético? Hay muchas maneras de hablar sobre esto,
pero quiero sugerir que ser profético quiere decir ser “como profeta”.
¿Cómo eran los profetas? ¿Qué hacían? El alcance y contenido de la actividad
profética no puede ser descrito adecuadamente por una sola declaración. Sin embargo,
yo creo que puede ser dicho que profetas tenían un pie emergido en una relación
dinámica e íntima con Dios. Tenían el otro pie emergido en asuntos de sus sociedades.
Profetas, creo yo, eran personas que entonces intentaban juntar sus pies, integrando la voz
de Dios entre sus comunidades.
Por ejemplo, consideren el contenido de los libros proféticos de la Biblia. Temas
sin cuenta son tratados. Aún así, las dos preocupaciones parecían ser la fidelidad de
Israel a Dios, y el cuidado para los pobres, los quebrantados y los oprimidos de Israel.
Muchas veces estos asuntos eran uno y el mismo. Estas mismas preocupaciones también
resonaban con voz profética en Doctrina y Pactos.
Así que si somos un pueblo profético, no rechazaremos al mundo en aislación
religioso. Al contrario, nos encontraremos en medio de la vida, involucrándonos en los
asuntos reales de la vida que hombres y mujeres, niñas y niños tratan cada día. Pero
involucrarnos en los asuntos de nuestro tiempo no es suficiente. La iglesia (tú y yo) no
está siendo llamada a algún esfuerzo secular de mejoramiento social. Se nos está
pidiendo compartir en el trabajo del reino de Dios. Consecuentemente, nuestra acción
social debe ser motivada por las prioridades del evangelio y moldeada por la práctica
espiritual. Esto nos lleva a la próxima porción de Sección 163:11b.
Discernimiento
En la Sección 163 se le pide a la iglesia a discernir lo que importa más.
Para congregaciones quienes sienten el llamado de hacer una diferencia en su
mundo, la pregunta siempre es “¿Qué hacemos?” Es tentador buscar programas exitosos
en otras congregaciones que podemos reflejar en nuestras propias congregaciones. Esto,
sin embargo, raras veces trabaja a largo plazo.
También es tentador ”entrar rápidamente” a la misión—poniendo metas y
comenzando programas basados en las necesidades que vemos. Algunas veces esta es la
cosa correcta para hacer. Muchas congregaciones, sin embargo, reportan que tales
acercamientos reúnen entusiasmo por un tiempo pero pronto desvanece y disminuye
energía.
El discernimiento es diferente. Cuando nos involucramos en discernimiento no
nos adelantamos, empujados por nuestras propias ideas y metas. Pasamos tiempo
individual y colectivamente con la escritura. (El énfasis aquí es dejar que las escrituras
nos hablen primero, antes de hablar nuestros pensamientos sobre ellas.) Le damos
atención a nuestros talentos congregacionales y lo que podemos hacer únicamente. Y
nos damos permiso a nosotros mismos para dejar de hacer lo que no estamos bien
equipados para hacer.
En el discernimiento, pasamos tiempo en oración y silencio, como individuos y
como congregación. Nos preguntamos: “Para esta congregación, en este tiempo, ¿qué
importa más en el trabajo del reino de Dios?”
La parte difícil sobre el discernimiento es que no es un arreglo rápido. De hecho,
puede tomar un largo tiempo antes de tener un sentido de que Dios nos está alineando en
lo que debemos hacer en nuestras comunidades. Hace unos meses hablé con una pastora
quien está dirigiendo un esfuerzo de discernimiento en su congregación. “Hemos estado
en un proceso de discernimiento por dos años”, dijo ella. “Todavía no sabemos
exactamente cuál va ser nuestra misión, pero el proceso nos está cambiando. No sólo
tenemos más energía y nos sentimos más cerca de Dios, pero nos hemos convertido en
gente que invita y estamos comenzando a hacer nuevos discípulos. Hemos parado de
hacer lo que no estamos dotados a hacer y nos encontramos abriéndonos más a nuestra
comunidad.
Perseguir
Sección 163:11b implica que la comprensión de lo que importa más no es
suficiente. La necesidad es de discernir y perseguir lo que importa más. Es en el
perseguir que venimos a comprender lo que verdaderamente es más importante para
nosotros. Por ejemplo, alguien puede proclamar lo que más le importa al hacer la
voluntad de Dios. ¿Qué si no hacen nada para ayudar al pobre, ensucian el planeta sin
remordimiento, nunca comparten su fe con otros, y raramente ejercitan la generosidad?
Muchos de nosotros aprendimos hace tiempo que lo que importa más a una persona (o
una congregación) raro es conocido por lo que es dicho. En vez de esto, lo que importa
más se pone en evidencia por lo que actualmente hacemos con nuestro tiempo, energía,
talentos y recursos.
¿La misión realmente importa a su congregación? Para saber la respuesta, sólo
vea el comportamiento de la congregación en un mes o dos. ¿Está la mayoría de la
energía invertida en actividades diseñadas y atendidas por miembros de la congregación
primordialmente? O, ¿recursos, tiempo, y esfuerzo están siendo esparcidos en su
comunidad, para hacer nuevos discípulos, y de alguna manera cuidando de aquellos
quienes están quebrantados, pobre, o hambrientos por relaciones de propósito?
Algunos obstáculos están dentro de nuestras propias almas. Sentimientos no
adecuados, temor de empezar nuevas experiencias, y preocupaciones de que tenemos que
dejar atrás algunas cosas comunes. Algunos obstáculos son circunstanciales, tales como
restricciones económicas o tiempo que tenemos que dar a otras preocupaciones. Si
algunas de estas cosas son obstáculos para nosotros, entonces quizá simplemente
debemos empezar donde podamos, aunque esa respuesta sea mínima al principio.
El Reino de Dios
Finalmente, debe ser notado que en la Sección 163, “lo que importa más” no es un
interrogatorio. No es como si lo que importa más “está en el aire” o de alguna manera un
misterio de Dios. Lo que importa más siempre ha sido la búsqueda del reino de Dios.
Sección 163:3b dice: “Sobre todo, luchen en ser fiel a la visión de Cristo del Reino
apacible de Dios en la tierra”.
La pregunta ante nosotros es de discernir lo que importa más “para la jornada
adelante”. Consecuentemente, discernir lo que importa más se relaciona directamente a
nuestro comportamiento. ¿Qué haremos actualmente en nuestras congregaciones para
aliviar la pobreza en nuestro mundo? Seguido afirmamos nuestro deseo por nuevos
discípulos, pero realmente diremos las palabras, “¿Vienes a la iglesia conmigo?”
En su ponencia del 5 de abril, el Presidente Veazey compartió palabras que él
sintió eran en respuesta a la impresión del Espíritu. Incluido ahí estaba esta declaración:
“Dios los ha escogido para llevar a cabo propósitos divinos si ustedes deciden vivir sus
mejores naturalezas y potenciales.”
Si escogemos tal jornada, una excelente brújula está disponible.

Dios Está Llamando Por un Pueblo Profético


Por Steve Veazey
Dios está llamando para que emerja una comunidad profética, juntada de las naciones
del mundo, que se caracteriza por una devoción poco común a la compasión y la paz de
Dios revelados en Jesucristo. Por la gracia y la sabiduría divina, esta comunidad de fe
ha recibido dones, recursos, y oportunidades abundantes para equiparla a llegar a ser
tal pueblo. Entre ellos es principal el poder de la comunidad en Cristo expresada
localmente de maneras distintas mientras se mantiene una unidad de visión, creencias
fundamentales, y misión a través de todo el mundo.—Doctrina y Pactos 163:11a
Características de una Comunidad Profética
Párrafo 11a comienza la conclusión de la Sección 163. Lleva al lector a considerar
el primordial llamamiento de la iglesia de ser una “comunidad profética”. ¿Qué quiere
decir este término?
En las mentes de muchos, ser profético se trata de palabras carismáticas o predecir
el futuro, seguido con un sentido de advertencia. Limitar el significado de “profético” a
estas expresiones pasa por alto el más grande propósito que Dios tiene en mente cuando
llama a “que emerja una comunidad profética”.
Ministerio profético, en su sentido verdadero de la escritura, quiere decir hablar y
actuar de acuerdo con la voluntad de Dios para la creación. Involucra el ver más allá de
las actuales realidades y alzar una visión para un futuro alterno en armonía con la
voluntad de Dios. También involucra escoger vivir en el futuro que Dios desea aún con la
resistencia de la cultura popular. Una comunidad profética es una comunidad “contra
cultural” que da testimonio tangible a lo que Dios está haciendo para redimir el mundo.
Formar una comunidad profética es una de las maneras primordiales en la cual
Dios actúa para redimir la creación. En el Antiguo Testamento hay una historia
extraordinaria de cómo Dios moldeó un grupo de nómadas a un pueblo distinto de fe
conocidos por su devoción al único, verdadero y viviente Dios. A lo largo de la historia,
el deseo de Dios de establecer y mantener un convenio de paz con la creación fue
demostrado. Esa comunidad profética también proveyó la herencia rica de fe de la cual
Jesucristo, el Príncipe de Paz, fue nacido y moldeado para su ministerio profético.
¿Cuál es la naturaleza de la comunidad profética que Dios está llamando por
medio de párrafo 11a? Este párrafo lista varias importantes características.
Primero, esta comunidad profética será “extraída de la naciones del mundo.”
Representará el cumplimiento de la gran comisión. (Mateo 28:19-20)
Obviamente, un rol profético de esta comunidad es de demostrar que la unidad y
la paz entre personas de varias culturas y nacionalidades es posible por medio del Espíritu
de Dios y el mensaje de Cristo. Esta comunidad enfatizará que el reino de Dios no es un
dominio exclusivo de una nación. Las ideas, dones, y participación de todas las culturas
son necesarias para que el reino de paz de Dios sea establecido en la tierra.
Otra característica de una comunidad profética es devoción a la compasión y paz
de Dios revelado en Jesucristo. Se vuelve, en esencia, Cristo viviendo como comunidad
en el mundo. Las personas pueden ver mejor quién es Jesucristo porque ellos pueden
experimentar su naturaleza en relaciones, palabras, y ministerio de cuidado en la
comunidad.
Equipados Para ser una Comunidad Profética
Las posibilidades de convertirnos en una comunidad profética puede ser
abrumadora. ¿Cómo responde la iglesia a tal visión en el mundo de hoy?
La segunda parte del párrafo 11a nos recuerda de un principio espiritual que es
evidente a lo largo de las escrituras. Dios no llama a individuos o grupos de personas a
involucrarse en traer a cabo propósitos divinos al menos que Dios ya haya puesto en
lugar en sus vidas la capacidad de responder.
Párrafo 11a no nos deja adivinar cómo Dios ya ha equipado a la iglesia para
responder al llamado de ser una comunidad profética. Desde su principio, un enfoque
primordial de la vida de la iglesia ha sido el llamado de “Guardar mis mandamientos, y
esforzaos de poner en manifiesto y establecer la causa de Sión” (D y P 6:3a).
El regalo principal que Dios le ha dado a la Comunidad de Cristo es el “poder de
comunidad”. Este regalo es visto no sólo como un compañerismo cercano de muchas
congregaciones locales; es experimentada en los lazos fuertes de la espiritualidad que
sentimos con nuestros hermanos y hermanas a lo largo del mundo.
Cuando trabajamos en el documento Nosotros Compartimos: Identidad, Misión,
Mensaje, y Creencias, recién publicado por la iglesia, miembros a lo largo del mundo
enfatizaron “bendiciones de comunidad” como un Principio Duradero o valor básico de la
iglesia. Cuando se les preguntó describir lo que ellos querían decir con “bendiciones de
comunidad”, ellos enfatizaron que verdadera comunidad:
• Es donde personas se vuelven vulnerables a la gracia de Dios y el uno al otro
• Incluye compasión para y solidaridad con el pobre, marginado, y oprimido
• Alza el mundo de personas mientras proveyendo alternativas sanas al
egocentrismo, aislación, y conformidad
• Provee oportunidades de nutrición y crecimiento para toda persona, especialmente
aquellos quienes no pueden cuidarse a ellos mismos y
• Comparte un sentido fuerte de confianza en y perteneciendo a uno al otro—
aunque jamás nos hemos conocido.
Obviamente, no podemos ser una comunidad que demuestra sus rasgos sólo por
nuestras buenas intenciones.
Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Que gobierne
en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y
sean agradecidos.—Colosenses 3:14–15
Imaginación Profética
El ministerio profético de Jesús dio luz a una comunidad alterna que interrumpió el
estatus quo de religión opresiva y forzó dominio por el Imperio Romano. Las primeras
comunidades de Cristo eran señales proféticas de cómo podía ser la vida si personas y
naciones volvieran sus corazones a Dios. Personas fueron atraídas a ellas porque su amor,
compasión y pasividad—expresado en el nombre y espíritu de Cristo—era lo opuesto a lo
que era considerado típico de una sociedad más grande.
Doctrina y Pactos 163:11a busca despertar una visión de lo que puede ser Comunidad
de Cristo si se atreve llevar a cabo su llamamiento de ser una comunidad moderna
profética. El primer paso es dejar aceptando actuales realidades en el mundo—como la
avaricia, conflicto, y pobreza—son inevitables. Al mismo tiempo, guiado por el Espíritu,
debemos visionar alternativas al estatus quo y comenzar a vivir como lo que puede ser ya
es.
Conclusión
Doctrina y Pactos 163:11a nos asegura que Comunidad de Cristo tiene la
capacidad y el potencial de responder. El reto primordial ante nosotros es de liberarnos
del estatus quo y atrevernos a ver nuevas posibilidades.

© 2009 Community of Christ Copyright Corporation


Todos los Derechos Reservados. Ninguna parte de este texto puede reproducirse sin el permiso escrito por
la Comunidad de Cristo. Independence, Missouri, USA

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