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Máster en Educación Inclusiva

Trastornos de Conducta en la Escuela

Universidad
de León

Actividad 1: Tema 2

Convivencia Escolar
Paulina Arroyo Herrera

Diciembre, 2017
La convivencia escolar y el desarrollo de competencias

Bajo la mirada de los nuevos paradigmas educativos y los cambios que se han
producido en el quehacer educativo la convivencia escolar pasa a tener un rol muy relevante
dentro de la formación integral que se pretende favorecer en las escuelas del siglo XXI. En
este contexto es que la pedagogía tradicional y su mirada basada en la adquisición de
información, queda relegada y obsoleta ante la necesidad del desarrollo de competencias
necesarias para la vida en sus diferentes ámbitos.

La información de la sociedad del conocimiento tiene que convertirse en capacitación


del sujeto para entender el mundo que representa la compleja sociedad, para adquirir la
condición de ser reflexivo e insertado activamente en la misma (Sacristán, 2010). La
posibilidad de tener fácil acceso al conocimiento y el constante cambio y evolución de este,
ha desafiado aún más a cambiar el foco de los procesos educativos. Así un sujeto que ha
adquirido conocimiento ya no es suficiente dentro del desarrollo profesional, sino que es el
desarrollo de competencias lo que permite al sujeto desenvolverse de manera óptima,
enfrentando desafíos, resolviendo problemas y tomando decisiones apropiadas, entre otras
acciones que lo desctacan positivamente.

Las competencias son elementos que posee el individuo y son imprescindibles para
desarrollar con éxito una actividad, relacionadas con su manera de ser, su manera de
pensar y, finalmente, su manera de actuar. Son el conjunto de conocimientos, habilidades,
cualidades, aptitudes que le predispone a realizar un conjunto de actividades con un buen
nivel de desempeño (Jiménez, 2013). Las competencias se manifiestan como tal en
contextos reales, cuando se convive con otros. Así como se observa en el cotidiano de las
escuelas y la red de interrelaciones que se generan dentro de éstas, es que llegarán a ser
efectivas también en el ámbito laboral y profesional.
Al abordar el valor de los estudiantes como seres integrales, que tienen múltiples
ámbitos de desarrollo que se favorecerán de un proceso de enseñanza-aprendizaje que
involucre la transversalidad de la enseñanza y no el simple conocimiento aislado es que el
concepto de convivencia toma protagonismo en el desarrollo de competencias. Convivir, es
vivir con otros. Es a partir del reconocimiento de que todos somos interdependientes unos
de otros para vivir en común, que encontramos la posibilidad tanto de mejorar como de
empeorar el mundo en que vivimos (Arango, 2007). Es justamente en esta convivencia
donde se ve reflejado el impacto de la educación en el desarrollo de competencias, ya que
en conexión con otros es que pueden hacerse efectivas y relevantes muchas de las
competencias más notables para el desempeño profesional.

Para desarrollar ampliamente las competencias de cada estudiante será


imprescindible dar relevancia al autoconocimiento, favoreciendo la cimentación de un
proyecto de vida que lo involucre con el medio que lo rodea, le conduzca hacia la entrega
de aporte a la sociedad y beneficie el desarrollo de competencias particulares.
Principalmente en los adolescentes y jóvenes este punto toma una importante relevancia,
ya que es un punto determinante para lograr una convivencia positiva en esta etapa.

Gran parte de las competencias más significativas a desarrollar para el estudio de la


convivencia escolar están directamente relacionadas con el estar con otros de una manera
efectiva. Tanto aquellas involucradas en el saber ser, saber estar y algunas del saber hacer
son visibles solamente cuando hay interacción entre la pluralidad de estudiantes. Mientras
mayor sea el tiempo que se otorga a los procesos de interacción entre estudiantes y se
alinean los objetivos de aprendizaje con el desarrollo de competencias sociales, se estará
definitivamente cumpliendo con el enfoque integral de la enseñanza.

El fin último de la educación tiene que ser el pleno desarrollo de la personalidad en


todos sus aspectos: cognitivo, afectivo, moral y social. El desarrollo de las competencias
sociales y afectivas sólo se puede hacer efectivo en situaciones de la vida real de los
estudiantes, entrenándolos en competencias conductuales, cognitivas e interpersonales.
Dicho entrenamiento se aplica a través de experiencias significativas de convivencia e
interacción y es en ella que los alumnos pueden desarrollar un alto grado de competencia
social, que mientras mayor sea provocará mejores prácticas, mejor manejo de situaciones
problemáticas y una importante fuente de satisfacción. La experiencia óptima se refiere a
cuando sentimos un profundo sentimiento de alegría que habíamos estado buscando.
Quienes han desarrollado efectivamente sus competencias sociales y afectivas logran esa
sensación debido a que sus relaciones sociales están marcadas por la satisfacción y buen
trato. Ese debiese ser uno de los principales ejes transversales de la educación ya que
conlleva una serie de beneficios que favorecen el aprendizaje significativo y holístico.
Bibliografía

Arango, C. (2007). Psicología comunitaria de la convivencia. Cali: Editorial


Universidad del Valle
Jiménez, A. (2013). Competencias: Creando valor a través de las personas. Madrid:
Ediciones Días de Santo
Sacristán, G. (2010). Saberes e incertidumbres sobre el currículum. Madrid:
Ediciones Morata

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