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Voces: DERECHO A LA INTIMIDAD ~ LIBERTAD DE PRENSA

Título: Libertad de prensa y derecho a la intimidad. Un conflicto permanente


Autor: Rivera, Julio César
Publicado en: LA LEY1985-B, 114 - Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales VI, 01/01/2007, 485 - Derecho
Constitucional - Doctrinas Esenciales Tomo III, 01/01/2008, 261
Fallo comentado: - Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) ~ 1984/12/11 ~ Ponzetti de Balbín, Indalia c.
Editorial Atlántida, S. A.
I. Introducción
1. El reconocimiento legislativo del derecho a la intimidad
En un trabajo anterior hemos aludido a las múltiples razones que han impuesto el reconocimiento legislativo y
jurisprudencial del derecho a la intimidad; entre ellas destacamos ahora el avance de la tecnología, que coloca a
todos los ciudadanos ante la inminencia de la agresión a los más sagrados e íntimos recovecos de su vida privada,
pues ella facilita la captación a la imagen y de la voz, con sistemas cada vez más sofisticados, y por ende más
fáciles de instalar, manipular y controlar, aún a notable distancia; de la informática; y por supuesto; el abuso del
derecho a la información y la libertad de prensa, que ya fuera puesto de relieve por Brandeis y Warren en un
trabajo publicado en 1980 (1).
Por ello se puede destacar hoy un movimiento legislativo uniforme hacia la consagración legislativa de este
derecho, que integra la categoría de los llamados derechos de la personalidad (2).
Pero es tal la importancia que se adigna a estos derechos, y en particular al de la intimidad o vida privada, que
ese movimiento se comienza a notar en el plano de los textos constitucionales. Así, se encuentra consagrado en la
Constitución de Perú de 1980 (art. 2º, incs. 1º, 5º y 8º); y la Constitución española de 1978 (art. 18-1), reconoce el
derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen (3).
Entre los últimos textos legales aparecen la ley española del 5/5/82 y el Código Civil del Perú de 1984; la
primera como regulación integral de los derechos de la personalidad espiritual; el segundo, con un criterio más
propio de un Código Civil, es decir, con una regulación más sugestiva de grandes líneas y que servirá seguramente
como lúcido instrumento para los jueces de aquel hermano país para concretar una protección fluida y amplia de
estos derechos (4).
Aparece también en numerosos documentos internacionales (5); uno de ellos queremos destacarlo pues ahora
integra nuestro derecho interno; nos referimos a la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San
José de Costa Rica), ratificada por nuestro país por ley 23.054 (ADLA, XLIV-B, 1250), que establece en su art.
11, inc. 2: "Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada en la de su familia, en su
domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación"; inc. 3: "Toda persona tiene
derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques".
II. El caso
2. Descripción de los hechos.
En su edición del 10/9/81 la Revista "Gente y la actualidad" publicó en su portada una fotografía del dirigente
político Ricardo Balbín quien agonizaba en una sala de cuidados intensivos de una clínica en donde era atendido
de la dolencia que finalmente le llevaría a la muerte. Su viuda y su hijo iniciaron demanda contra Editorial
Atlántida, editora de la revista, por reparación de los daños y perjuicios nacidos de la vulneración de su derecho a
la intimidad. La demanda fue acogida en las dos instancias ordinarias -pronunciamiento el último emanado de la
sala F de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil- interponiendo recurso extraordinario la demandada
vencida, el que fue resuelto por la Corte en la sentencia que anotamos.
3. La cuestión federal.
La sentencia presenta tres votos, bien que coincidentes en cuanto a la solución de fondo que es confirmatoria
de las instancias ordinarias: uno de ellos está suscripto por dos doctores Carrió y Fayt; el segundo por los doctores
Caballero y Belluscio y el tercero pertenece al doctor Petracchi.
Los tres votos derivan por el mismo camino: si bien la sentencia de la instancia ordinaria se ha fundado en un
dispositivo de derecho común, para proceder a su aplicación el tribunal de grado efectuó una interpretación de la
garantía constitucional de la libertad de prensa contraria a los derechos que en ella funda la demandada que resulta
vencida.
Debe apuntarse que el meritorio dictamen del Procurador General de la Nación doctor Gauna se inclinaba por
declarar mal concedido el recurso, con fundamento en que el vínculo existente entre las normas fundamentales
invocadas por la demandada, y los fundamentos del fallo en recurso no es estrecho ni inmediato, como es
menester para que se configure la cuestión federal en los términos del art. 14 de la ley 48 (ADLA, 1852-1880,
364) sino indirecto al interponerse la presencia de una norma de derecho común acerca de cuya inteligencia no le
corresponde inmiscuirse a la Corte Suprema.
En estrictez parece que la opinión del Procurador General es la más ajustada a la técnica el recurso
extraordinario; pero de todos modos en alguna medida cabe reconocer que la Corte ha advertido que el caso era

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propicio para pronunciarse sobre cuestiones de notable trascendencia; de allí que las definiciones que da la Corte
respecto del derecho a la libertad de expresión y el derecho a la vida privada exceden de lo particular de la litis
para proyectarse hacia el futuro como un verdadero hontanar de doctrina (6).
4. El fundamento constitucional del derecho a la vida privada
El voto que suscriben los doctores Carrió y Fayt, señala con toda precisión que el fundamento constitucional
del derecho a la vida privada se encuentra en el art. 19; en el mismo sentido se manifiesta el voto de los jueces
Belluscio y Caballero.
Según nuestro punto de vista no cabe duda alguna de que la Constitución tutela el derecho a la vida privada
(7), no sólo en el art. 19, sino también en el art. 18 cuando alude el derecho a la privacidad de los papeles y la
correspondencia y la inviolabilidad del domicilio; sin embargo es muy importante detenerse en las precisiones que
hace al respecto el voto del Juez Petracchi.
Por empezar el doctor Petracchi parece entender que la primera parte del art. 19 no proporciona un
fundamento directo y exhaustivo al derecho a la privacidad, sino que ese art. 19 si bien brinda una base, no ahorra
el esfuerzo de realizar un proceso de inferencias encontrando en la enunciación de garantías específicas
emanaciones de ese derecho o garantía; así, en nuestra Constitución aparecen: a) la libertad de conciencia; b) la
libertad de expresión; c) de la inviolabilidad del domicilio y de los papeles privados; d) la garantía de no ser
obligado a declarar contra sí mismo; e) de la inmunidad contra el alojamiento forzado de tropas (art. 17, in fine).
Pero, señala el voto a que aludimos, esa enunciación es insuficiente para garantizar la intimidad; dentro del
esquema de libertad ordenada que da forma a la estructura interna de la Constitución, se halla el aseguramiento de
un derecho genérico de un área de exclusión sólo reservada a la persona y sólo penetrable por su libre voluntad.
Y esa área de privacidad no se da sólo en el ámbito de lo puramente interno, sino también en la proyección
exterior por lo que requiere un ámbito de protección material.
Las consideraciones del juez Petracchi abundan en ideas sumamente valiosas de las que seguramente la
doctrina y la jurisprudencia posteriores sacarán valiosas conclusiones.
De ellas queremos destacar los siguientes elementos:
a) Vinculación del derecho a la intimidad con la noción de libertad. La estrecha relación entre los derechos de
la personalidad y la libertad fue puesta de relieve en las conclusiones de las IIªs Jornadas Provinciales de Derecho
Civil que nosotros comentáramos en esta misma Revista (8). Pero queremos agregar ahora que la más autorizada
doctrina ha profundizado en esta idea; así el profesor de Valencia Jaime Vidal Martínez al estudiar cual es el bien
jurídico protegido por el derecho a la privacidad afirma que él es una libertad, cabría decir soberana, a que el
hombre es acreedor en el ámbito de lo íntimo, de modo tal que suprimida la susodicha libertad, la persona -sujeto
de derecho- quedaría reducido al nivel de cosa, simple objeto; el ámbito en el cual se goza de esa libertad es la
zona nuclear de la personalidad (9), y sobre su delimitación remitimos a lo que decimos infra, núm. 6.
b) Reconocimiento de que el derecho a la intimidad genera una facultad de exclusión. El mismo Vidal
Martínez señala que la facultad de exclusión es la más característica de todas las que son propias a derecho a la
intimidad, desde aquella famosa definición, recordada por el juez Petracchi The right to be let alone, cuyo escaso
tecnicismo es patente malgrado su popularidad (10).
De todos modos es necesario señalar que el derecho a la vida privada no se agota en la facultad de exclusión,
pues existen: 1) la facultad de realizar directa o inmediatamente el interés del titular, pues satisface esa libertad
potenciada a que aludimos; 2) la facultad de autoconfigurar el ámbito de protección (v. infra, núm. 7); 3) ha de ser
reconocida una cierta prioridad frente a otras libertades o derechos inclusive la libertad de prensa (v. infra, núm.
10) (11).
c) Tutela de la proyección exterior de los actos privados. Bien señala el juez Petracchi que la protección no se
limita al ámbito de lo íntimo en cuanto íntimo, sino que para que esa tutela sea eficaz es preciso que la misma se
extienda a la manifiestación exterior de lo contenido en la zona nuclear de la personalidad.
De allí esa afirmación tan valiosa de la sentencia en tanto considera que la protección debe incluso extenderse
a lo material.
5. La libertad de prensa en la Constitución Nacional.
Aunque nuestro objetivo al encarar este comentario ha sido el de destacar las definiciones dadas por la Corte
en materia de intimidad, no puede pasarse por alto que ella ha puesto de relieve temas muy interesantes vinculados
a la libertad de prensa.
Así en el voto de los jueces Carrió y Fayt se señala en punto a la libertad de expresión una triple distinción: 1)
como ejercicio del derecho de industria o comercio, por parte de la prensa, el cine, la radio y la televisión; 2) como
derecho individual de emisión y expresión del pensamiento a través de esos medios; 3) como derecho social a la
información.
Y en el voto del doctor Petracchi, se señala que el derecho a la libertad de prensa no es absoluto, como por
regla general no lo es ningún derecho; salvo en un aspecto, en el que sí existe una garantía absoluta: la de no

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cercenamiento de esa libertad a través de la censura previa.
Pero, y en ello coinciden la totalidad de los jueces de nuestro más Alto Tribunal, sin perjuicio de la
responsabilidad que se pueda atribuir como consecuencia del abuso del ejercicio de la libertad de prensa, la que
puede provenir de reglas de carácter penal o civil con tal de que se respeten las jurisdicciones locales según
reserva de los art,. 67, inc. 11 y 100 de la Constitución Nacional.
6. El contenido del derecho a la intimidad.
Uno de los problemas que plantea el derecho a la intimidad es la determinación de cuál es su contenido
concreto, esto es, cuales son los actos, conductas, circunstancias, hechos de la vida privada que merecen al amparo
de la legislación y de los jueces.
El voto de los jueces Carrió y Fayt incursiona muy felizmente en el tema, y así indica que el ámbito de la
autonomía individual tutelado está constituido por los sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones
familiares, la situación económica, las creencias religiosas, la salud mental y física, y en suma, las acciones,
hechos o datos que, teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas por la comunidad están reservadas al propio
individuo cuyo conocimiento y divulgación por los extraños significa un peligro potencial o real para la intimidad.
Para agregar luego el mismo voto que aquél derecho comprende no sólo a la esfera doméstica, sino otros aspectos
de la personalidad espiritual o física de las personas, tales como la integridad corporal o la imagen.
Estos párrafos del voto de los distinguidos magistrados Carrió y Fayt merecen algunas apostillas.
a) Con relación al caso en concreto juzgado aparece importante la definición de que la salud constituye uno de
los contenidos del derecho a la vida privada; es decir, todos tenemos derecho a mantener en reserva nuestra
enfermedad o nuestro estado de salud. Existe en ello una absoluta coincidencia doctrinaria, y ha sido motivo de
algunos importante, e interesantes pronunciamientos de la jurisprudencia francesa, uno de los cuales tiene un
excepcional parecido con el caso resuelto ahora por nuestra Corte (12).
b) La afirmación de que la imagen es contenido del derecho a la vida privada. Este es un tema controvertido en
la doctrina (13), pero la definición de la Corte tiene importancia para poner de relieve que aun cuando puedan ser
determinados desde un punto de vista teórico y aún en la reglamentación legal, se puede aseverar que el derecho a
la imagen goza o participa de la tutela constitucional que se dispensa al derecho a la vida privada (14).
De todos modos la cuestión de si el derecho a la imagen es o no contenido del derecho a la vida privada, o
derecho autónomo, es indiferente para resolver el caso.
En efecto: no estaba en juego aquí el derecho a la imagen del político enfermo, sino el derecho a la intimidad
de su cónyuge y de su hijo que son los actores. Y esto a su vez nos lleva a hacer dos reflexiones: 1) que sin duda el
derecho a la vida privada de un sujeto puede verse perturbado por el ataque que se proyecta sobre el derecho a la
intimidad o a la imagen de una persona de su círculo familiar. De allí que resulte sumamente acertada la
regulación de la ley española que reconoce una intimidad familiar (15). 2) por eso en el caso es indiferente
distinguir entre intimidad e imagen, pues el único derecho que se ha puesto en ejercicio en esta litis es el de la
intimidad de la viuda e hijo del doctor Balbín vulnerado por la utilización indebida de la imagen de éste. Lo cual
además evitó entrar al escabroso terreno de la determinación de si las personas fallecidas tienen o no intimidad
(16); aquí, simplemente, se invocó por los actores la violación de su propio ámbito de intimidad.
7. Titulares del derecho a la intimidad.
Los personajes. Una de las cuestiones debatidas en materia de derecho a la vida privada lo constituye el de los
personajes, término bajo el cual englobamos a las personalidades del mundo de la política, la cultura, el arte, el
deporte, y en general todos aquellos respecto de los cuales suele surgir un interés mayor de la comunidad.
Es preciso reconocer en todos los hombres el derecho a la intimidad, y así lo admitieron la IXas Jornadas
Nacionales de Derecho Civil.
Esto significa que aún los personajes gozan de un cierto ámbito de privacidad; bien que sin duda el umbral de
la protección puede -en ciertos casos- más bajo que cuando se trata de personas comunes.
Por otro lado hay en el derecho de la vida privada, como ya señalamos, una cierta potestad de
autoconfiguración del ámbito tutelado, pues el sujeto -con sus propios actos- mantiene una mayor o menor
reserva, según su particular idiosincracia, necesidades o aspiraciones; lo que exige en la consideración judicial de
estos casos un tratamiento personalizado de cada supuesto.
Todos estos aspectos han sido tratados por los jueces Carrió y Fayt impecablemente a nuestro modo de ver.
Por empezar han advertido que no puede sostenerse que los personajes célebres carezcan de derecho a la vida
privada, o sea de cierto ámbito de lo íntimo excluyente de toda intromisión.
En segundo término pusieron de relieve que puede divulgarse la actividad de los personajes en lo que se
relacione con la actividad que les confiere prestigio o notoriedad y siempre que los justifique el interés general
(17).
Y finalmente dicen los magistrados mencionados: "Máxime cuando con su conducta a lo largo de su vida no
han fomentado las indiscreciones ni por propia acción, autorizado, tácita o expresamente la invasión a su

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privacidad y la violación al derecho a su vida privada en cualquiera de sus manifestaciones", con lo cual el tribunal
admite que cuando esas indiscreciones hayan sido propiciadas por el mismo que luego viene a quejarse,
necesariamente la protección será más flexible (18).
8. Los límites al derecho a la vida privada.
Es este otro de los temas conflictivos en esta materia; nadie duda de que el derecho a la intimidad tiene ciertos
límites, mas es necesario delinearlos y con cierta precisión. Así se ha dicho que constituyen límite natural al
derecho a la vida privada la seguridad nacional, la seguridad pública y situaciones de emergencia en tiempos de
paz, guerra o catástrofes naturales; el bienestar económico del país; la lucha contra el desorden y el crimen; la
protección de la salud; la administración de la justicia civil, la libertad de expresión, información y deliberación.
Al respecto las IXas Jornadas Nacionales de Derecho Civil declararon que es legítima la intromisión que tenga
por objeto defender o garantizar un interés público prevaleciente, como puede ser la persecución del crimen, la
tutela de la salud o la defensa de las buenas costumbres.
La Corte también avanzó sobre esta cuestión al afirmar que sólo por ley podrá justificarse la intromisión
siempre que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las buenas
costumbres o la persecución del crimen.
Se advierte que la enunciación de hechos o circunstancias limitativos no difiere mayormente de las anteriores;
salvo que aparece en el fallo la afirmación de que sólo por ley podrían ser establecidas esas limitaciones. En
verdad parece que en el derecho común vigente no existen tales disposiciones ilegales salvo: 1) la ley 11.723
ADLA, 1920-1940 431) en punto al derecho a la reproducción de fotografías, en cuanto su art. 31 la autoriza en
ciertos casos específicos; 2) y en el art. 1071 bis del Cód. Civil (ADLA, XXXV-D, 3595) interpretando que al
exigir la ley que la injerencia sea arbitraria, excluye de tal calificación a los entrometimientos que se justifiquen
por aquellas razones expuestas.
9. El abuso del derecho de informar.
La parte demandada en la causa sostuvo que mediaba de su parte derecho de informar, y que no había actuado
arbitrariamente pues mediaba razón para informar.
No es dudosa la solución que cabía dar a esta defensa habida cuenta todo lo expresado con anterioridad. Bien
que no puede ponerse en duda el interés generalizado que existía respecto de la salud del caudillo político, sin
duda también que ese derecho en el caso fue ejercido abusivamente, pues excedió notablemente los límites que
imponen las buenas costumbres (art. 107l, Cód. Civil sobre cuya vinculación con el art. 1071 bis hemos
incursionado en un trabajo precedente (19). Y ese ejercicio abusivo de su derecho a informar configura el
entrometimiento arbitrario a que alude el art. 1071 bis. (20).
10. La precedencia del derecho a la intimidad.
Tanto el derecho a la intimidad Cuanto la libertad de información como derivación o especie de la libertad de
expresión tienen fundamento constitucional.
Pero como ha señalado el profesor Bidart Campos (21), si bien las normas constitucionales tienen todas el
mismo rango, los derechos en sí mismos pueden tener jerarquía diferente.
En este caso, el tribunal ha dado preferencia al derecho a la vida privada. La solución no puede merecer sino
aplauso; y ello por dos razones básicas. Porque los abusos a veces intolerables de ciertas prensa deben tener su
condigna limitación a través del Poder Judicial que constituye la garantía última de los derechos de todos los
hombres que habitan el suelo argentino; como ha dicho un autor refiriéndose a alguna de las medidas preventivas
tutelares del derecho a la vida privada, se evita con ello que la prensa se embriague con el poder casi absoluto que
le ha dado la sociedad moderna (22). Y, finalmente, porque el derecho a la intimidad constituye, como lo ha dicho
Vidal Martínez, el último bastión de la libertad (23).
Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)

(1) Nuestro trabajo "Derecho a la intimidad". en Rev. LA LEY. t. 1980-D, p. 912, núm. 1; allí se encuentra
citado el trabajo de Brandeis y Warren, el que fuera publicado en la Harvard La Review; la nota 5 de nuestro
trabajo.

(2) No voy a entrar ahora en la vieja cuestión de si los derechos de la personalidad o personalísimos son o no
derechos subjetivos; ya me he pronunciado por la afirmativa en el trabajo citado en la nota anterior; por lo que me
limito a acotar que su ubicación en la categoría mencionada fue declarada por la unanimidad de los profesores en
las IXas Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Mar del Plata, 1983).

(3) En doctrina se cuestiona si ése es un único derecho tricéfalo o si pueden distinguirse tres derechos
subjetivos distintos: VIDAL MARTINEZ, Jaime, "El derecho a la intimidad en la ley orgánica del 5/5/82", ps. 35
y sigts., Madrid, 1984.

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(4) El nuevo Código Civil del Perú rige desde el 14 de noviembre de 1984. Nosotros tuvimos ocasión de
disertar en ese mes de 1984 en la Universidad de Lima sobre el tema de la protección de los derechos
personalísimos en el nuevo Código Civil, donde expusimos las razones que nos llevaba a la conclusión expuesta
en el texto, Los antecedentes doctrinarios de la reglamentación pueden rastrearse en FERNANDEZ
SESSAREGO, Carlos, "La persona en la doctrina jurídica contemporánea", a partir de los núms. 1-8, p, 23. Lima.
1984.

(5) El punto lo hemos tratado más extensamente en nuestro trabajo "El derecho a la vida privada. Su
regulación y contenido en la legislación y jurisprudencia comparadas" que se publicará este año en la Revista
Judicial de Costa Rica.

(6) Se ha comparado la importancia de esta sentencia con la de los casos Siri y Kot: (Rev. LA LEY, t. 89, p.
531; t. 92. p. 627). MORELLO, Augusto M., "La Corte Suprema y el nuevo derecho de la privacidad", JA, 6/2/85.

(7) En nuestro trabajo cit. en nota 1), núm. 9 en p. 926.

(8) Nuestro trabajo "Hacia un régimen integral y sistemático de los derechos personalísimos", Rev. LA LEY,
t. 1983-D, p. 846.

(9) VIDAL MARTINEZ, ob. cit., p. 23; y especialmente p. 61.

(10) VIDAL MARTINEZ, ob. cit., p. 63.

(11) VIDAL MARTINEZ, ob., cit., ps. 62 a 64.

(12) Los tribunales franceses resolvieron el caso del hijo de Gerard Philippe, el que fuera fotografiado en su
lecho de enfermo en contra de la voluntad de su madre: el pronunciamiento dictado en la instancia precautoria
ordenó el secuestro de la edición: sentencia del 12/7/66, D. 1967-181; sin embargo la decisión judicial no llegó a
cumplirse pues cuando se notificó, el periódico ya se hallaba en los puestos de expendio. Otro caso que presenta
analogía con el presente es el de un famoso cantante francés, Jacques Brel quien por estar gravemente enfermo se
había recluido para evitar la conmiseración pública; él fue fotografiado en la vía pública y en un taxi; pese a que la
defensa sostuvo que el artista era un personaje público el tribunal admitió la demanda: Cour d appel de París,
9/7/80, D-1981-72.

(13) Ver CIFUENTES, Santos, "Los derechos personalísimos", ps. 314 y sigts., Buenos Aires, Córdoba,
1974.

(14) Es que más allá de las disquisiciones que puedan hacerse al respecto, son dos derechos (suponiendo
válida su distinción) que se parecen tanto como dos hermanos gemelos: LINDON, Raymond, "Les droits de la
personalité", núms. 57 y 62. ps. 120 y sigts., París, 1983.

(15) Lo que no significa que la familia se constituya en sujeto del derecho; éste sólo es el hombre, persona
física e individual. Pero el derecho a la intimidad de un sujeto puede verse perturbado por la agresión que se
realice a un familiar. La familia es un ámbito íntimo, y la agresión que a ella o a uno de sus miembros se concrete,
puede afectar el derecho a la vida privada de sus componentes más directos.

(16) Nosotros hemos sostenido que los muertos carecen de intimidad sin perjuicio de que la agresión a su
memoria puede vulnerar al derecho a la vida privada de los familiares: nuestra ponencia a las IXas Jornadas
Nacionales de Derecho Civil, incluida en el libro respectivo.

(17) Vienen a coincidir con lo que señaláramos nosotors en el trabajo citado en nota 1), núm. 5. ps. 919/20;
cant. FERREIRA RUBIO, Delia, "Derecho a la intimidad", p. 157, Buenos Aires, 1982.

(18) La resolución 428 de la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa dice que quedan excluidas de la

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tutela aquellas personas que han fomentado las indiscreciones de las que luego vienen a quejarse; es una
aplicación de la doctrina de los propios actos, a la que hace referencia el pronunciamiento de la Corte Suprema.

(19) Nuestro trabajo citado en nota 1), núm. 15 e), p. 930.

(20) La jurisprudencia francesa ha empleado diversas expresiones para calificar estas conductas de la prensa,
tales como atentado intolerable, o absoluta falta de delicadeza en la exposición de los hechos al público: así en la
causa Matisse, Cour d appel de París, D-1983-248 con nota de LINDON, R., "Dévolution du droit au respect de la
vie privée".

(21) BIDART CAMPOS, Germán J, "El derecho a la intimidad y la libertad de prensa", ED, 11/2/85.

(22) Atribuida a Dabbasch por KAYSER, Pierre, "Les droits de la personnalité. Aspects théoriques et
pratiques" RTDC 1971-472. Núm. 24.

(23) VIDAL MARTINEZ, ob. cit., p. 66.

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