Trabajadores no
Art. 1, párr. 3
registrados
Por vía de acción Art. 1, párr. 2
Agotamiento instancia /
Art. 3, párr. 3
vencimiento del plazo
Art. 3, párr. 5
Actuación judicial
Resolución de la comisión
Arts. 2, párr. 2, y 4
médica jurisdiccional
Por vía de recurso
Resolución de la Comisión
Art. 2, párr. 3, 4 y 5
Médica Central
Art. 10
Definición de incapacidad laboral temporaria
(reforma 7, LRT)
Vigencia Art. 20
Gastos vinculados a
Art. 2, párr. 12
contratos extinguidos
Prohibición de pacto de
cuota litis en instancia Art. 1, párr. 2
Honorarios Abogados judicial
profesionales
Instancia administrativa Art. 1, párr. 4
Autoseguro Arts. 5, 6, 7, 8 y 9
IV - COMPETENCIA TERRITORIAL
4.1. La cuestión antes de la sanción de la ley 27348
El artículo 24 de la ley 18345 dice expresamente: “En las causas entre trabajadores y empleadores
será competente, a elección del demandante, el juez del lugar de trabajo, el del lugar de celebración del
contrato o el del domicilio del demandado. El que no tuviere domicilio fijo podrá ser demandado en el lugar en
que se encuentre o en el de su última residencia...”. Alguna línea de interpretación reconocía que la norma
procesal aludía a las causas entre trabajadores y empleadores, pero entendía razonable extender
analógicamente su aplicación a las demandas entabladas por el trabajador contra la aseguradora de riesgos del
trabajo del empleador.(35)
Por su parte, el artículo 118, segundo párrafo, de la ley de seguros dispone: “El damnificado puede citar
en garantía al asegurador hasta que reciba la causa a prueba. En tal caso debe interponer la demanda ante el
juez del lugar del hecho o del domicilio del asegurador”. A su vez, del artículo 5 del CPCC resulta que “la
competencia se determinará por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado. Con excepción de los casos de prórroga expresa o tácita, cuando
procediere, y sin perjuicio de las reglas especiales contenidas en este Código y en otras leyes será juez
competente ... en las acciones personales derivadas de delitos o cuasidelitos, el lugar del hecho o el domicilio
del demandado, a elección del actor”.
Para el momento en el que estas normas podían considerarse aplicables, la competencia estaba de hecho
definida conjuntamente por todas ellas, de modo acumulativo, por lo que la competencia de la justicia nacional
incluía el lugar de trabajo, el de celebración del contrato, el domicilio de la aseguradora y el lugar del hecho (es
decir, el accidente). A todas esas opciones se sumaban casos más allá de la frontera, aceptados por la
jurisprudencia, como el lugar de una sucursal o, incluso, el domicilio del productor de seguros en los casos en
los que todos los demás supuestos conducían a la incompetencia de la justicia nacional.
4.2. La cuestión después de la ley 27348
El segundo párrafo del artículo 1 de la ley 27348 regula de modo expreso la cuestión de la competencia:
“será competente la comisión médica jurisdiccional correspondiente al domicilio del trabajador, al lugar de
efectiva prestación de servicios por el trabajador o, en su defecto, al domicilio donde habitualmente aquél se
reporta, a opción del trabajador, y su resolución agotará la instancia administrativa”.
El planteo judicial se dirime “ante la justicia ordinaria del fuero laboral de la jurisdicción provincial o de la
CABA, según corresponda al domicilio de la comisión médica que intervino” (art. 2, párr. 2, L. 27348).
Si la competencia de una comisión médica cualquiera depende de estas tres condiciones y la competencia
judicial depende de las Comisiones Médicas existentes en su jurisdicción, un razonamiento deductivo elemental
permite concluir que la competencia judicial territorial está definida ahora por cualquiera de estos tres hechos:
a) el domicilio del trabajador; b) el lugar de la efectiva prestación de servicios; y c) el lugar donde
habitualmente el trabajador se reporta.
La norma actual, especial pero sobre todo posterior a las normas reseñadas en primer término, recurre a
un reenvío en la definición de la competencia. En el caso de la justicia nacional del trabajo, alcanza todas
aquellas causas en las que resulten competentes, a su vez, las Comisiones Médicas de la jurisdicción. Sería
deseable, por razones de mejor orden de los tribunales y de economía procesal, que estas cuestiones no
tuvieran que sujetarse a prueba, porque de allí resultaría un pequeño proceso destinado a dilucidarlas.
La resolución 298/2017 de la SRT dispone que el domicilio del trabajador, o sus derechohabientes, se
acredita con la respectiva constancia del documento nacional de identidad. Esta reglamentación es razonable,
dado que la cuestión del domicilio del trabajador no puede someterse a prueba sin colocar a los tribunales en
una maraña de trámites que no conducirían más que a la dilación del objeto central de una acción de estas
características, la reparación de las consecuencias de un accidente de trabajo.(36)
En términos generales, si el accidente ocurrió en la CABA durante la prestación de servicios (no en el
trayecto), la cuestión queda dentro del concepto de efectiva prestación, incluso cuando fuera esporádica; si el
accidente ocurrió en el trayecto y tal trayecto incluye algún punto en la CABA, puede presumirse que en esta
jurisdicción el trabajador presta servicios o se reporta; si las características generales de la actividad de que se
trate incluyen alguna suerte de reporte (limpieza, vigilancia), tal reporte puede presumirse habitualmente
cumplido en el domicilio de la empleadora, si su domicilio está en la Ciudad.
Fuera de tales casos y en ausencia de otros elementos, podría requerirse con una intimación previa la
“copia simple del documento nacional de identidad” (u obtenerse tal información de oficio, en la página del
ReNaPer) o “la constancia expedida por el empleador” del lugar de efectiva prestación de servicios o del
domicilio donde habitualmente se reporta (art. 5, R. 298/2017), tal como lo establece la reglamentación.
La ley 27348 no ha necesitado, así, derogar ninguna norma previa porque ninguna norma explícita existía
para regular la competencia, que se encontraba definida, desde hacía casi veinte años, por un magma que era
el resultado de las normas originarias de la ley 24557, de las sucesivas declaraciones de inconstitucionalidad,
del recurso a otras normas del sistema jurídico y de una difusa pero sostenida tendencia en la jurisprudencia
favorable a la aceptación de la competencia de la justicia nacional del trabajo.
Otra decisión conduciría a consecuencias absurdas en normas tendientes a regular la distribución de
pleitos. Si todos aquellos supuestos de competencia resultaran finalmente acumulativos, el esquema resultante
permitiría a quien inicia una acción elegir entre: a) su propio domicilio (art. 1, L. 27348); b) el domicilio de
celebración del contrato(37) (art. 24, LO); c) el domicilio de su empleador (art. 24, LO); d) el domicilio legal de
la aseguradora (extendiendo el concepto de “empleador” previsto originalmente para el empleador por el art.
24, LO al más genérico de “demandado”); e) el domicilio de las sucursales de la aseguradora (por extensión
jurisprudencial); f) el domicilio de efectiva prestación de servicios (art. 1, L. 27348) o del lugar de trabajo (art.
24, LO); g) el lugar donde habitualmente se reporta (art. 1, L. 27348); h) el lugar del accidente (art. 118, ley
de seguros); i) el domicilio del productor de seguros que gestionó el contrato.
No es razonable sostener la subsistencia de los criterios de distribución territorial que resultaban de la
aplicación analógica de la ley 18345 y de la ley de seguros. Si nuestro sistema jurídico careciera también ahora
de normas sobre competencia en los casos de juicios contra las aseguradoras de riesgos del trabajo, es posible
que tal aplicación analógica siguiera resultando razonable. Pero enfrentar tal interpretación analógica a una
norma posterior, especial y expresa en sentido contrario implica el riesgo de subordinar el sistema jurídico a la
preferencia ocasional del intérprete y de admitir, en un solo movimiento, la prórroga de jurisdicción.
Las dificultades que pudieran existir en otras jurisdicciones, vinculadas a la ausencia o a la deficiencia de
las Comisiones Médicas respectivas, nunca podrían operar como obstáculos para la aplicación de la nueva
norma sobre distribución de competencia o como supuestos de prórroga de jurisdicción (38): serán los jueces
locales (y competentes) los que deberán resolver los conflictos que correspondan a su jurisdicción, en los
términos del ya reseñado segundo párrafo del artículo 1 de la ley 27348.
No hay, en principio, razones constitucionales para el cuestionamiento de las normas que atribuyen
competencia por razones territoriales(39), salvo que la decisión legislativa produzca, en los hechos, una
obstrucción al ejercicio del derecho de que se trate, como ocurría en la primera versión de la ley 24557 que
obligaba a cualquier litigante, en el marco del recurso contra la decisión administrativa, a comparecer ante un
único tribunal, federal, con sede en la Ciudad de Buenos Aires. Pero esta situación no se reproduce en la norma
actual donde, además, la opción por el domicilio del trabajador, inexistente en el artículo 24, LO y en la ley de
seguros, cumple la habitual pretensión de que “los tribunales ante los cuales se sustancia el proceso se hallen
situados a razonable proximidad de sus domicilios”.(40)
Existe otra circunstancia a considerar: ha de presumirse que el legislador cuenta con los elementos o la
perspectiva adecuada para considerar, en su conjunto, los efectos de la distribución territorial de los pleitos; la
cantidad de procesos puede estimarse en grandes números por la cantidad de habitantes, mientras el número
y la distribución de los tribunales también son circunstancias que pueden ser medidas. La decisión de
atribución de competencia territorial, es de esperarse, se adopta a partir del modo en que tal distribución se
produzca en condiciones de equilibrio. Esta información y esta posibilidad de sopesar las consecuencias de la
decisión sobre distribución de juicios se presume disponible en el momento de la creación de la ley, mientras
que suele estar fuera del alcance de los elementos a considerar por un juez, vinculados generalmente al caso
particular que tiene a estudio.
Por último, debe descartarse de plano alguna argumentación vinculada a la garantía del juez natural, dado
que en todo momento la competencia se atribuye a jueces laborales y en causas posteriores a la modificación
legal.
Este nuevo esquema de distribución de competencias encuentra dos excepciones, ya insinuadas: el caso
de los trabajadores no registrados (arts. 28, LRT y 1, párr. 3, L. 27348), y el caso de los trabajadores
amparados por hipótesis de autoseguro; en ambos casos, por tratarse de reclamos contra el empleador, en el
ámbito de la Ciudad de Buenos Aires rige el artículo 24, LO.
Vigencia de la ley Innecesariedad de acuerdo con la Ciudad de Buenos Aires Desde 5/3/2017
Concepto de
Accidentes o primera
incapacidad
(art. 10, L. 27348) manifestación desde
laboral
5/3/2017
temporaria
Promedio mensual de los salarios devengados en el último Accidentes o primera
Determinación del
año o período menor, actualizados por RIPTE cada uno de manifestación desde
ingreso base
ellos hasta el último salario considerado (art. 11, L. 27348) 5/3/2017
La fecha de cada
La regulación de honorarios responderá a la labor realizada, labor define la ley
Honorarios
con independencia del monto del juicio (art. 2, párr. 10, L. aplicable; la L. 27348
peritos médicos
27348) se aplica a las tareas
posteriores.
Pago de
Transferencia a la cuenta sueldo del trabajador Giros desde 5/3/2017
indemnizaciones
A pesar de todo lo dicho, considero que cualquier propuesta de interpretación tiene poco interés si no
contribuye, en alguna medida, a insertarse en un debate más amplio en el que sea posible identificar criterios
generales y buscar algunos consensos que permitan, en última instancia, hacer de las normas instrumentos
más predecibles para la comunidad en su conjunto y, por esa misma claridad, menos propensos a extraviarse
en los laberintos del tiempo procesal. De lo contrario, la diversidad de criterios médicos para establecer
causalidades e incapacidades, de criterios jurídicos para aplicar las normas vigentes (en cuestiones como
competencia, cálculo de indemnizaciones o tasas de interés, entre otras) y de criterios de gestión para hacer
los plazos más racionales convertirá cada litigio en un escenario para que todos los especialistas podamos
ejercer la defensa de nuestras preferencias, de nuestras ideas, de nuestras publicaciones o de nuestras
conferencias, mientras en algún lugar y durante mucho tiempo alguien habrá estado esperando, enfermo,
accidentado o de duelo, el azaroso resultado de su excursión a nuestro Olimpo.
Anexo
La ley 27348 y su aplicación en el ámbito judicial (una propuesta interpretativa)
D. L. 27348
L. 24557 1694/20 L. 26773 Tasa
09 activa
Caso:
Incapacid De De De De De
De De De De De
ad-Norma De 26/10/20 1/9/2013 1/3/2014 De 1/9/2015 De 5/3/2017
6/11/20 1/3/2013 1/3/2015 1/3/2016 1/9/2016
1/2/200 12 a a 1/9/2014 a 1/3/2017 a a
09 a a a a
1a a 31/3/201 31/8/201 a 29/2/201 4/3/2017 31/8/201
a 31/8/2013 31/8/2015 31/8/2016 28/2/2017
5/11/20 28/02/13 4 4 28/2/2015 6 sin 7
25/10/2 R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS)
09 R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS) R. 22/2014 R. (SSS) resolución sin
012 34/2013 6/2015 1/2016 387/2016
34/2013 34/2013 3/2014 28/2015 resolución
Temporar
ia Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208,
AMPO Art. 208, LCT Art. 208, LCT Art. 208, LCT
A 10: LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT
Emp.
Temporar
Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208,
ia AMPO Art. 208, LCT Art. 208, LCT Art. 208, LCT
LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT
Día 11 ART
Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
Permane 180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287
nte total
LRT 15.2 y Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
11.4.b 40.000 100.000 205.350 231.635 264.805 289.935 344.675 396.376 467.698 523.955 606.081 671.827 671.827
≥ 66%
-- -- Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art.
3 3 3 3 3 3 3 178.607 206.602 229.014 3
70.000 78.960 90.267 98.883 117.493 135.117 159.430 229.014
Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287
Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
Gran 40.000 100.000 205.350 231.635 264.805 289.935 344.675 396.376 467.698 523.955 606.081 671.827 671.827
invalidez
LRT 17.1 y Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual
11.4.b 3 AMPOS 2.000 4.362 4.841 5.475 5.998 7.130 8.199 9.674 10.837 11.259 12.480 12.480
Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
Mínimo art. Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- - 3 3 3 3 3 3 3
3 98.883 178.607 206.602 229.014
70.000 78.960 90.267 117.493 135.117 159.430 229.014
Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287
Muerte Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
LRT 18.1 y 50.000 120.000 246.420 277.962 317.766 347.922 413.610 475.651 561.238 628.746 727.297 802.192 802.192
11.4.c
Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- 3 3 3 3 3 3 3 3
178.607 206.602 229.014
70.000 78.960 90.267 98.883 117.493 135.117 159.430 229.014
Notas:
(*) Jueza titular a cargo del Juzgado Nacional de Primera Instancia del Trabajo N° 17. Profesora de grado y posgrado
en la Facultad de Derecho de la UBA en el área de la Teoría General del Derecho
(1) A propósito, y a pesar de que estas circunstancias no sean habitualmente medidas, es indudable que hace mucho
tiempo hemos resignado el control de los tiempos de nuestras propias decisiones profesionales (para iniciar una
demanda, para resolver una apertura a prueba, para impulsar el procedimiento, para evitar trámites que solo
contribuirán a dilaciones absurdas), por lo que tendemos a brindar a los “sujetos de preferente tutela” una respuesta
“judicial efectiva” algo así como una década después del suceso que puso en marcha la máquina
(2) Fuera de los márgenes de la mala técnica legislativa, incluso, se ubicó el D. 54/2017, que claramente no regulaba
materias urgentes y solo contribuyó a enrarecer el sistema jurídico con planteos constitucionales e innecesaria
multiplicación de trámites judiciales. De todos modos, el incumplimiento de la condición del artículo 20, D. 54/2017
resultó en su inaplicabilidad práctica durante el único mes de su pretendida vigencia
(3) Demás está decir que, a pesar de no tratarse aquí de una redundancia aparente sino real, este tipo de normas
introduce dos problemas: descartar que la redundancia no sea solo aparente y esté resolviendo en realidad casos
distintos, y generar el ámbito propicio para una contradicción, si solo una de las normas es, en algún momento,
modificada
(4) La sistematización, como se adelantó en el título, involucra los problemas que son de discusión en el ámbito
judicial
(5) Uso esta expresión como comprensiva de las de indemnización, compensación, prestación, importes, que las
normas utilizan conjunta o alternativamente con poca precisión semántica y, entiendo, nula incidencia práctica
(6) Algunos cuestionamientos a la norma apuntan a su débil legitimidad, vinculada al ajustado número de legisladores
que la votaron. Este argumento no es legal, desconoce el proceso constitucional de formación de las leyes e introduce
circunstancias no atinentes al momento de juzgar la validez de una norma
(7) La Justicia Nacional del Trabajo tiene hoy un doble carácter, nacional y local. El panorama solo se vería modificado
en el caso del traspaso de la justicia nacional, donde la cuestión de la delegación del art. 4 adquiriría, en caso de no
haberse producido, relevancia
(8) Salvedad hecha aquí en relación con la cuestión de la declaración de inconstitucionalidad de oficio, que como
problema excede largamente el propósito de estas líneas
(9) Por esta razón he sostenido, con argumentos adicionales que no resulta necesario traer aquí, que desde el
4/11/2012 las acciones civiles por accidente o enfermedad del trabajo debían tramitar ante la justicia nacional en lo
civil (causas 6525/2013 “Lemos” - 20/3/2013; 59335/2012 “Mariscal” - 13/2/2013; 60822/2012, “Saucedo Sotelo” -
13/2/2013, disponibles en la página web del Poder Judicial de la Nación, en consulta por número de causa)
(10) La decisión de regir la acción por la fecha del accidente es llanamente errada. Tantos y tan sostenidos son los
fallos que han resuelto la aplicación inmediata de las normas procesales que carece de sentido recordarlos (Fallos:
211:589; 220:30; 306:2101; 241:123; 307:1018; 317:499; 323:1285; 324:1411; 326:2095, entre otros). Además,
podría imaginarse, por vía del absurdo, el resultado de aplicar el criterio cuestionado. Si toda la justicia laboral fuera
transferida a la Ciudad y alguien pretendiera iniciar un acción por un accidente anterior a este hecho, ¿no tendría
tribunales ante los que peticionar?, ¿deberían constituirse nuevos juzgados nacionales laborales para garantizar su
derecho a litigar en las condiciones que existían al momento del infortunio?, ¿se vería el interesado obligado a
presentarse y ejercer una acción distinta de aquella a la que tenía derecho?, y ¿qué resultado tendría esa acción?
(11) Aunque no sea dicho de modo expreso sino para el caso b), este aspecto se encuentra alcanzado por las reglas
generales de aplicación temporal a las cuestiones de fondo
(12) Plenario “Prestigiácomo, Luis c/Pinelli SA” - 19/5/1981: “La ley 21034 no es aplicable a los accidentes anteriores
a su vigencia, aun cuando la incapacidad de ellos derivada se haya consolidado con posterioridad”; plenario
“Villamayor, José c/La Franco Argentina SA” - 28/2/1991: “La reforma dispuesta por la ley 23643 al artículo 8 de la ley
9688 no es aplicable a los infortunios laborales ocurridos con anterioridad a la fecha de su vigencia”
(13) Por esta razón (en el entendimiento que todas las futuras consecuencias están ya presentes en ese momento)
siempre he sostenido, además, que el accidente marca la fecha de inicio del cómputo de los intereses, aunque la
posición mayoritaria de la Cámara es diferente. La cuestión ahora está definida en el nuevo texto del art. 12: “Desde
la fecha de la primera manifestación invalidante...”
(14) Si la relevancia del carácter más favorable de una norma para decidir su aplicación retroactiva no está impuesta,
a su vez, por otra norma (como sucede en el derecho penal), esta decisión constituye un grave error técnico, dado
que subvierte el conjunto del derecho positivo en relación con el modo temporal de aplicación del derecho y licúa las
decisiones legislativas sobre la necesidad de cualquier reforma. Además no pueden pasarse por alto, incluso en tal
hipótesis, las dificultades para definir “más favorable” dado que tal concepto (incluso para un mismo intérprete) podría
variar según considere artículos aislados, grupos de normas, una ley completa o el sistema jurídico en su conjunto
(15) El llamado principio de progresividad encuentra los mismos problemas para definir el marco de referencia
mencionada en la nota anterior y remite, indefectiblemente, a las preferencias valorativas del intérprete. Por otra
parte, es curioso que este tipo de argumentación sostenida para una suerte de aplicación retroactiva de algunos
tramos de una norma incluya también consideraciones que tienden a dilatar su aplicación en otros tramos percibidos
por el intérprete como menos beneficioso. Me remito aquí a la interpretación judicial, absolutamente mayoritaria, que
sujetó la modificación de la competencia en los casos civiles por el art. 4, L. 26773 no ya al momento de interposición
de la demanda, sino al del accidente, pero aplicó de un modo muy particular el RIPTE para casos anteriores, incluso en
ejecución en el momento de la sanción de la L. 26773. El derecho, en su faz interpretativa, se termina asemejando así
a un caprichoso juego de la oca, en el que el punto de referencia es siempre móvil, hacia atrás o hacia delante, según
los dados interpretativos que en cada momento son echados
(16) En la causa “Espósito, Dardo Luis c/Provincia ART SA s/accidente” - CSJN - 7/6/2016 se resolvió: “El texto del
art. 17.5, al establecer que ‘las disposiciones atinentes a las prestaciones en dinero’ entrarían en vigencia a partir de
la publicación de la ley en el Boletín Oficial, no dejó margen alguno para otra interpretación. La precisa regla que
emana de este último precepto legal no puede dejarse de lado, como lo hizo el a quo, mediante la dogmática
invocación de supuestas razones de justicia y equidad”
(17) Este razonamiento produce, si es coherente, una espiral al infinito: la sentencia nunca podría dictarse
válidamente o debería siempre ser corregida dado que, pasada en autoridad de cosa juzgada, el pago posterior a la
intimación consecuencia de encontrarse firme resultaría la perfecta constatación de que en un momento posterior a la
propia sentencia existían consecuencias jurídicas no satisfechas del daño (por lo que resultaría aplicable incluso la ley
posterior a tal sentencia)
(18) En un escrito judicial se incluyó este argumento: “La ley trae dos adjetivos que resultan repugnantes al sentir
democrático de una ley hecha por los representantes del Pueblo para el Pueblo trabajador y que son los términos
‘obligatoriedad’ y ‘excluyente’”. Este tipo de alegato parece olvidar que las normas, en general, definen distintas
conductas como obligatorias, prohibidas, facultativas o permitidas, y que no existirían derechos sin correlativas
obligaciones; a menos que, a partir de algún razonamiento cercano a la anarquía, resulte igualmente repugnante la
idea de derecho. En cuanto al término “excluyente”, como más arriba se dijo, solo significa que el nuevo trámite libera
al trabajador de la obligación de concurrir también a la instancia conciliadora del SECLO
(19) Entiendo preferible la referencia a la inaplicabilidad antes que a la derogación tácita: si el sistema de riesgos
fuera en este punto modificado, nuevamente podría exigirse aquella instancia de conciliación previa ante el SECLO
(20) Esta interpretación es consistente con la práctica que se observa en el SECLO, donde no se reciben reclamos por
este objeto desde la vigencia de la ley (para abril se dictó la R. 2017-463-APN-SECMT en el mismo sentido). La
claridad de la norma sobre el carácter “excluyente” del nuevo trámite torna estéril cualquier debate, como el que estos
días intenta darse, relativo a la responsabilidad de los funcionarios del SECLO por no sortear conciliadores para que
éstos habiliten la vía judicial a partir de la expedición del certificado respectivo
(21) Demás está decir que, en el caso de los trabajadores no registrados, ningún trámite previo es exigido
(22) Según lo regulado por el art. 2, R 326/2017, de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, la Comisión Médica
Nº 10, con asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, abarca once comisiones: 10 A, 10 B, 10 C, 10 D, 10 E, 10
F, 10 G, 10 H, 10 I, 10 J y 10 K (con competencia en la misma jurisdicción, a diferencia de la expansiva R.
3085/2014)
(23) Por citar los ejemplos más conocidos: el trámite del SECLO, de la L. 24635, rige para todas las demás causas
laborales; en la justicia civil es aplicable la ley 26589 que, con las puntuales excepciones del art. 5, establece en el 1
el “carácter obligatorio (de) la mediación previa a todo proceso judicial” y, en el 2, que “al promoverse demanda
judicial deberá acompañarse acta expedida y firmada por el mediador interviniente”; en las relaciones de consumo, la
L. 26993 creó el “Servicio de Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo que funcionará en el ámbito de la
autoridad de aplicación” (art. 1) y estableció el “carácter previo y obligatorio” de esta instancia administrativa “a la
demanda ante la Justicia Nacional en las Relaciones de Consumo”
(24) Un caso paradigmático es así el de la L. 26844 que, más allá de las modificaciones semánticas acorde a las
expectativas de los tiempos (antes “personal de servicio doméstico”, ahora “personal de casas particulares”), incluyó
las normas procesales que siguen. Art. 51 - “Tribunal de Trabajo para el Personal de Casas Particulares. Sustitución.
Sustitúyase en cuanto a sus normas, denominación, competencia y funciones al ‘Consejo de Trabajo Doméstico’
creado por el decreto 7979 de fecha 30/4/1956, por el ‘Tribunal de Trabajo para el Personal de Casas Particulares’,
dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, que será el organismo competente
para entender en los conflictos que se deriven de las relaciones de trabajo regladas por la presente ley que se hayan
desenvuelto en el ámbito de la Capital Federal”. Art. 52 - “Composición. El Tribunal estará a cargo de un Presidente y
personal especializado, cuyo número y funciones será determinado por la autoridad de aplicación de esta ley”. Art. 53
- “Instancia conciliatoria previa. Con carácter obligatorio y previo a la interposición de la demanda, se llevará a cabo
una audiencia ante un conciliador designado para ello, proveniente del servicio que al efecto establecerá la autoridad
de aplicación, quien tendrá un plazo de diez días hábiles, contados desde la celebración de la audiencia, para cumplir
su cometido. Vencido el plazo sin que se hubiera arribado a la solución del conflicto se labrará el acta respectiva,
quedando expedita la vía ante el Tribunal. En caso de arribar las partes a un acuerdo conciliatorio, el mismo se
someterá a homologación del Tribunal, que procederá a otorgarla cuando entienda que el mismo implica una justa
composición del derecho y de los intereses de las partes conforme a lo previsto en el art. 15 del Régimen de Contrato
de Trabajo aprobado por la L. 20744 y sus modificatorias. En caso de incumplimiento del acuerdo conciliatorio
homologado, el juez interviniente en su ejecución, evaluando la conducta del empleador, le impondrá una multa a
favor de la trabajadora/or de hasta el 30% del monto conciliado, más allá de los intereses que pudieran corresponder
por efecto de la mora”. Acaso la eliminación de la discriminación por sexo con la inclusión de expresiones del tipo
“trabajadora/or” sea recibida por la comunidad jurídica como un avance tan relevante en el cumplimiento de normas
constitucionales e internacionales, que pueda postergarse el debate sobre la imposibilidad de estos trabajadores de
demandar en los tribunales ordinarios, situación que en cambio es percibida como intolerable en otros ámbitos, como
los que aquí se analizan.
(25) Los arts. 15 y 257, LCT dan cuenta de tal posibilidad. Por su parte, el art. 7, L. 24635 dispuso: “El reclamante por
sí, o a través de apoderado o representante sindical, formalizará el reclamo ante el Servicio de Conciliación Laboral
Obligatoria, consignando sintéticamente su petición en el formulario que reglamentariamente se apruebe”
(26) Salvedad hecha de la cuestión en la Ciudad de Buenos Aires, mencionada con anterioridad, los jueces locales de
las restantes jurisdicciones pueden intervenir de modo directo (es decir, tramitar las demandas sin otro requisito
previo), incluso en ausencia de la referida delegación, si es de su competencia en los términos del segundo párr., art.
1, L. 27348
(27) Para juzgar tal razonabilidad parecen enunciarse tres criterios: la presencia de algún cuerpo especialmente
experto, el deber de regular el funcionamiento de alguna actividad pública, y la ventaja de la uniformidad y la
consistencia en la aplicación de determinadas regulaciones
(28) Por R (MT) 198/2016 se creó el Registro Nacional de Litigiosidad del Sistema de Riesgos del Trabajo, con la
reglamentación adicional de la Disp. 6/2016 de la SRT
(29) No descarto que, por circunstancias por las que no cabe aquí extenderse, alguna línea de interpretación pretenda
sustraer del control administrativo los casos judiciales fundados en el sistema de ley de riesgos. Por cierto, y como un
elemento más para considerar la razonabilidad de la centralización de tal información, la cantidad de juicios in itinere
debería impulsar políticas públicas tendientes a mejorar el estado de las calles y las veredas de la Ciudad y del
Conurbano Bonaerense (del total de 313 sentencias fundadas en la ley de riesgos y dictadas durante el primer
semestre de 2016 en un único juzgado del trabajo, 125, es decir 40%, corresponden a causas por accidentes en el
trayecto)
(30) La influencia de la siniestralidad sobre las primas acaso constituya el sentido de esta norma, que otorga al
empleador la posibilidad, no de participar, pero sí de conocer la existencia del trámite
(31) En relación con esta cuestión, argumentos cotidianos, que los mismos tribunales usan alternativamente,
aparecerían contradictorios si se analizaran de modo conjunto. Por un lado, es común cuestionar organismos como las
Comisiones Médicas con apoyo en la insuficiencia del criterio médico para decidir (o no) una reparación; es decir, se
sostiene sin matices la necesidad de una decisión jurídica antes que médica, ya que aquella sería la única capaz de
determinar la relación entre un suceso (o una cantidad de sucesos, en el caso de una enfermedad) con una
disminución en la capacidad laboral. Pero, al mismo tiempo, es también común que las decisiones judiciales resulten
dogmáticamente revocadas cuando no se sujetan de modo estricto a los informes médicos. Creo que este problema
resulta de la confusión entre dos tipos de procesos intelectuales: el primero, a cargo de un especialista médico, es una
explicación material causal y supone, con criterios científicos, identificar si un hecho puede describirse como causa de
otro posterior (el segundo, además, debe ser mensurado); el otro, a cargo de un especialista en derecho (un juez) es
el resultado de una atribución de consecuencias jurídicas al segundo estado de cosas, por imperio de la ley, si y solo si
aquel vínculo causal fue identificado. Por esta razón, es tan necesario en el ámbito médico como en el jurídico
establecer criterios generales, explícitos y comunicables de ambos procesos de decisión. En el problema del daño
psíquico, permanentemente confundido con el daño moral, esta revisión es especialmente urgente y necesaria, bajo
riesgo de banalizar la especial protección que un proceso por accidente requiere
(32) En un caso reciente, la demanda por un accidente ocurrido el 7 de marzo en horas de la tarde, por una fractura
de muñeca, fue iniciada el día 9 del mismo mes, a primera hora de la mañana; para ese momento, treinta y seis horas
después del accidente, es probable que la trabajadora estuviera recibiendo las primeras curaciones y no hubiera sido
intervenida siquiera quirúrgicamente, si es que tal práctica resultaba necesaria
(33) Un artículo reciente, que circula entre grupos de correo electrónico de especialistas, plantea esta misma cuestión
fáctica, aunque como una dificultad: “Mientras tanto, el expediente no se sustancia sobre el fondo de la cuestión y la
patología que pudiera sufrir el trabajador se va desvaneciendo, en muchos casos”
(34) Con todo lo que ello implica, en calidad de vida pero también en gastos, para un trabajador que por no estar
registrado tampoco ha de contar con obra social
(35) Esto se ha sostenido, claro, con anterioridad a la vigencia de la L. 27348
(36) Es cierto que el art. 73, CCyCo. dispone que “la persona humana tiene domicilio real en el lugar de su residencia
habitual” y el 77, que “el domicilio puede cambiarse de un lugar a otro. Esta facultad no puede ser coartada por
contrato, ni por disposición de última voluntad. El cambio de domicilio se verifica instantáneamente por el hecho de
trasladar la residencia de un lugar a otro con ánimo de permanecer en ella”. Pero estas normas tienden a proteger de
modo más adecuado los derechos: así, por ejemplo, el traslado de una demanda no se considera cumplido por
haberse dirigido al domicilio que consta en el Registro Nacional de las Personas. En este caso, en cambio, la
consideración de uno u otro domicilio no implica más que determinación de la jurisdicción competente para el reclamo,
aspecto que no altera el derecho de fondo y constituye el criterio general para los trámites administrativos
(37) En este punto la jurisprudencia es absolutamente amplia y tiende a no exigir más recaudo que su invocación por
el trabajador
(38) No puede olvidarse aquí el texto del art. 19, LO: “La competencia de la Justicia Nacional del Trabajo, incluso la
territorial, es improrrogable”. Por ello, la incompetencia puede decidirse incluso cuando no se introduzca la excepción
respectiva, si del acto de la contestación de demanda resultan elementos que definen la incompetencia del fuero. El
impulso de oficio que rige en nuestro procedimiento y el referido marco legal justifican, a mi juicio, la eventual
declaración de incompetencia, de modo de evitar la virtual prórroga de jurisdicción que finalmente resulta de la propia
conducta de la demandada, cuando se presenta, contesta y guarda silencio
(39) El art. 152, CCyCo. dispone: “Domicilio y sede social. El domicilio de la persona jurídica es el fijado en sus
estatutos o en la autorización que se le dio para funcionar. La persona jurídica que posee muchos establecimientos o
sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos establecimientos solo para la ejecución de las obligaciones
allí contraídas. El cambio de domicilio requiere modificación del estatuto. El cambio de sede, si no forma parte del
estatuto, puede ser resuelto por el órgano de administración”. El 153, que: “Alcance del domicilio. Notificaciones.
Se tienen por válidas y vinculantes para la persona jurídica todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta”.
Estas normas suelen invocarse en la crítica del tramo de la norma en análisis; pero el modo en que se defina
legalmente el domicilio de una persona no tiene vínculo necesario con la cuestión de la competencia
(40) Este criterio, vinculado con la preferencia por los domicilios de los trabajadores, ha sido defendido por la Corte
Suprema en Fallos: 311:72, 323:718 y 322:1206
(41) Art. 3, párr. 2, L. 27348 - “La Superintendencia de Riesgos del Trabajo dictará las normas del procedimiento de
actuación ante las Comisiones Médicas jurisdiccionales y la Comisión Médica Central”
(42) El CCyCo., la LCT y la ley de riesgos constituyen un sistema, que requiere otro análisis interpretativo pero que de
modo conjunto regulan los plazos para accionar en este tipo de reclamos
(43) Arts. 256, 258 y 259, LCT. Esta última norma dispone: “Caducidad. No hay otros modos de caducidad que los que
resultan de esta ley”
(44) En similares términos se pronunció la jurisprudencia en ocasión de la intimación por la constancia de haber
agotado el trámite ante el SECLO: “No puede entenderse que estas normas que consagran una instancia de
conciliación obligatoria estén reñidas con los principios constitucionales, porque la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha admitido la existencia de instancias administrativas previas al acceso a la jurisdicción, condicionándolas a la
ulterior revisión plena y a que no conlleven una prolongada secuela temporal que en los hechos significara privar de la
posibilidad oportuna de acudir a los estrados judiciales (Fallos: 244:248)”, (“Soverón, Isaac Francisco c/Austral Líneas
Aéreas Cielos del Sur SA s/accidente ley 9688” - CNTrab. - Sala III - 29/12/2000). Otro elemento podría considerarse
y es la necesidad de que exista alguna correspondencia (siquiera alguna) entre la realidad y la descripción que de ella
hacemos. Si nos sujetáramos a los plazos de la L. 18345 (ley excelente, que con su perseguida modificación se
encuentra en riesgo de pagar los costos de nuestra propia estulticia), ¿en cuánto tiempo estaría terminada una causa
de estas características, incluso, con cumplimiento del trámite ante las Comisiones Médicas?, ¿un año? ¿Y cuál es el
tiempo de demora actual?
(45) Más adelante se repasará la cuestión de la prórroga
(46) Es decir, a elección del trabajador no registrado, el lugar de trabajo, el de celebración del contrato o el del
domicilio del demandado
(47) Art. 3, L. 27348 - “La comisión médica jurisdiccional deberá expedirse dentro de los sesenta días hábiles
administrativos, contados a partir de la primera presentación debidamente cumplimentada y la reglamentación
establecerá los recaudos a dichos efectos” (párr. tercero); “todos los plazos resultarán perentorios y su vencimiento
dejará expedita la vía prevista en el artículo 2 de la presente ley” (párr. quinto)
(48) La última línea del art. 7, R. 298/2017 establece que “En todos los casos la prórroga dispuesta deberá tener un
plazo que no supere los treinta días hábiles y se otorgará por única vez”
(49) La reglamentación dice, para la prórroga, “hábiles”. Contribuiría a la claridad general de este tipo de normas la
ampliación de los plazos para su posterior determinación en días corridos para evitar, por ejemplo, identificar cuál es
la diferencia entre días hábiles y hábiles administrativos. “Sesenta” o “noventa días corridos” son expresiones que
eliminan aquella ambigüedad
(50) Por las razones ya expuestas, aunque el artículo 2 parece referir a recursos, las acciones están también
habilitadas
(51) La constancia es la relativa a la presentación personal “a través de la Mesa de Entradas de la Comisión Médica” o
a la comunicación “a través de correo postal” (art. 1, R. 298/2017)
(52) Puede destacarse aquí que cualquier recurso de queja ante la Cámara redundaría, en el mejor de los casos, un
plazo similar al cumplimiento del recaudo legal
(53) Esta decisión marcaría, en la mejor de las hipótesis para cualquier accionante, un hito ineludible al momento de
analizar el punto de inicio del cómputo de la prescripción
(54) La norma introduce un confuso lenguaje técnico al referirse a las concesiones libre o en relación, ajenas a la
terminología de la L. 18345. Sobre la cuestión, recuerdo que: “Otro criterio distingue los recursos con efectos
suspensivo de los que tienen efecto devolutivo. El efecto suspensivo, clásico del recurso de apelación contra temas de
fondo, impide poner en práctica lo resuelto mientras no sea revisado por la instancia ante la que se recurre; el
devolutivo, típico de las medidas cautelares, reconoce poder vinculante inmediato a la decisión sin perjuicio de que, en
caso de acogerse el recurso, ella pudiera quedar luego privada de efecto jurídico. Una distinción más, a partir de la
necesidad de fundamentos, se simboliza con la tradicional nomenclatura de recursos concedidos libremente o bien en
relación. Aunque tales expresiones, de remota etimología, no arrojan por sí mismas luz alguna acerca de su
significado, un recurso se entiende concedido libremente cuando es preciso fundarlo y, a falta de razones suficientes
(no por su mérito intrínseco, que puede ser desestimado, sino por su calidad formal como crítica razonada de los
argumentos que se controvierten), puede denegarse o, una vez concedido, declararse desierto. La condición ‘libre’ es
la regla general de los recursos; por excepción, algunos se interponen y conceden ‘en relación’, sin más requisito que
indicar la voluntad de recurrir y el sentido en que el recurso de interponer” (Guibourg, Ricardo A.; Rodríguez
Fernández, Liliana; Tosca, Diego M.: “Procedimiento laboral. Ley 18345” - LL - Bs. As. - 2012)
(55) El art. 138, L. 18345 dispone: “Incidente de ejecución parcial. Si el empleador, en cualquier estado del juicio,
reconociera adeudar al trabajador algún crédito líquido y exigible que tuviere por origen la relación laboral, a petición
de parte se formara incidente por separado y en él se tramitará la ejecución de ese crédito por el procedimiento
establecido en los artículos 132 a 136. Del mismo modo se procederá, a petición de parte, cuando hubiere quedado
firme la condena al pago de alguna suma de dinero, aunque se hubiere interpuesto, contra otros rubros de la
sentencia, recurso de apelación, de inaplicabilidad de la ley o extraordinario para ante la corte Suprema de Justicia de
la Nación. En estos casos, la parte interesada deberá pedir para encabezar el incidente de ejecución, testimonio con
certificación de que el rubro que se pretende ejecutar no está comprendido en el recurso interpuesto y de que la
sentencia ha quedado firme respecto de él. Si hubiere alguna duda acerca de estos extremos, el tribunal denegará el
testimonio y la formación del incidente y esta decisión no será susceptible de recurso alguno”; el texto del art. 80 de
la misma ley promueve mayor actividad oficiosa: “Asimismo el juez proveerá la liquidación e intimará el pago de las
sumas y créditos derivados de la relación de trabajo que hayan sido consentidos en forma expresa o tácita por las
partes en cualquier etapa procesal”
(56) La Ac. (CSJN) 40/1997 liberaba al trabajador del costo del informe del Cuerpo Médico Forense, norma que podría
recobrar sentido si fuera habilitada nuevamente tal intervención -en alguna medida- en los juicios laborales
(57) El art. 10, L. 27348 agrega un último párr. al art. 7, L. 24557: “3. Si el trabajador damnificado, dentro del plazo
previsto en el inciso c) del apartado anterior, se hubiera reincorporado al trabajo y volviera a estar de baja por
idéntico accidente o enfermedad profesional, su situación de incapacidad laboral temporaria (ILT) continuará hasta el
alta médica, declaración de incapacidad laboral permanente, en caso de corresponder, su deceso o hasta completar
dos años efectivos de baja, sumándose todos los períodos en los cuales se hubiera visto impedido de trabajar”
(58) Más adelante volveré sobre la cuestión de los honorarios y su marco regulatorio actual
(59) Esta posibilidad está vedada por la Ac. (CS) 47/2009 y posterior comunicación CNAT acta 2548 - 4/3/2010
(60) SUAPM, CSJN Ac. 2/2014, art. 8. Con anterioridad a esta decisión, el registro de peritos estaba centralizado en la
Cámara de Apelaciones del Trabajo, con la reglamentación y el control de la oficina respectiva, y en el marco de lo
expresamente reglado por los arts. 17 y 18, L. 18345. Art. 17 - “La Cámara de Apelaciones llevará un registro de
peritos y establecerá las condiciones y requisitos que deberán reunir para su inscripción, así como las normas para su
designación. Los nombramientos de oficio deberán recaer en los peritos inscriptos, quienes no podrán, sin justa causa,
dejar de aceptar el cargo, bajo sanción de exclusión del registro”; Art. 18 - “Los peritos médicos deberán ser médicos
legistas o especialistas de la medicina relacionada con la cuestión sometida a su dictamen”
(61) La L. 26773 introdujo un criterio excelente e inusual en las leyes de accidentes: un mecanismo sencillo para
mantener el valor de las sumas fijas (mínimos y adicionales) previstas en la ley que, al remitir al índice de aumento de
las remuneraciones de los trabajadores en relación de dependencia, contribuía a la auto aplicación porque aportaba al
sistema claridad, publicidad e imposibilidad de manipulación. Esta norma impedía en todo momento una situación
como la planteada con la vieja ley 9688 y sus modificaciones posteriores, cuando el valor de una vida quedó fijado,
para la década del noventa, en $ 150. La mala sintaxis del art. 17.6 de la ley contribuyó a disparar cantidad de
interpretaciones divergentes y, por consiguiente, a multiplicar exponencialmente las causas judiciales
(62) No tiene explicación racional pero sí efectos predecibles: una nueva intensificación de los procesos judiciales para
dirimir su sentido
(63) Tal nítido segmento temporal carecería de todo sentido si el índice RIPTE hubiera estado destinado a aplicarse a
la manera de los antiguos índices de actualización previstos en el art. 276, LCT, ya que el único modo racional de
actualizar un crédito es partir del momento al que se encuentra originariamente calculado y llegar hasta el momento
del pago. Muchas decisiones judiciales que aplicaron el índice y lo sujetaron a la pauta temporal legal (enero/2010 -
noviembre/2012) exhibieron tal despropósito, porque al considerar -por ej.- tanto accidentes anteriores como
posteriores a enero de 2010 desecharon el criterio central vinculado a la pretendida actualización monetaria
(64) El monto de $ 180.000 se elevó, por este mecanismo, a $ 369.630; ese cálculo, que podía hacerse con las
planillas de RIPTE publicadas, fue finalmente incluido en la R. (SSS) 34/1013. Acaso hubiera sido preferible la fijación
de esos montos en la propia ley, y evitar así las dificultades expuestas para poner esto en palabras claras, que
condujeron a la multiplicación de escritos, reclamos, revisiones e instancias transitadas
(65) Donde “i” es la incapacidad, aunque en todo momento total si supera 66/100 (el art. 4, D. 1694/2009 es el más
explícito en este aspecto)
(66) La actualización semestral de tales mínimos ha sido publicada en cada momento por la Secretaría de Seguridad
Social (Nº 34/13, 3/14, 22/14, 6/15, 28/15, 1/16, 387/16), aunque, como ya se dijo, podría practicarse judicialmente
por aplicación del ya referido índice RIPTE en caso de falta de publicación
(67) Arts. 6 y 15, L. 26417; art. 32, L. 24241 y normas inferiores del sistema
(68) Se agrega, como Anexo, un cuadro de doble entrada con fechas de vigencia para los casos previstos en el
sistema
(69) El art. 3, L. 26773 no respetó los términos técnicos de la ley de riesgos (centralmente los del art. 6) e introdujo,
gratuitamente, un problema interpretativo. El art. 6, L. 24557 define el accidente de trabajo como el acontecimiento
súbito y violento ocurrido “por el hecho o en ocasión del trabajo” o “en el trayecto entre el domicilio del trabajador y el
lugar...”; el art. 3, L. 26773, por su parte, remite al daño producido “en el lugar de trabajo” o el que sufra el
dependiente “mientras se encuentra a disposición del empleador”. No todos los accidentes “por el hecho o en ocasión
del trabajo” ocurren “en el lugar de trabajo”, aunque es probable que de algún modo puedan en todos los casos ser
calificados como ocurridos mientras el trabajador se encontraba -en algún sentido- “a disposición del empleador”.
Claro que, también, podrían pensarse hipótesis en las que el trabajador se encuentra a disposición, sin darse “el
hecho” o “la ocasión del trabajo”. Pero, en lo que aquí es de interés, parece claro que la conjunción de los casos
denotados por los conceptos lugar de trabajo y a disposición del empleador puede considerarse un conjunto idéntico al
de los casos denotados por la expresión por el hecho o en ocasión del trabajo, mientras que el traslado al lugar de
trabajo no aparece incluido en la definición de “estar a disposición del empleador”. Entiendo, por tales razones, que los
accidentes in itinere han sido excluidos del recargo del art. 3, L. 26773, exclusión que no resulta irrazonable como
decisión legislativa, en especial si se tiene en cuenta que la responsabilidad por accidentes en el trayecto es un
supuesto de responsabilidad objetiva en el que ya no es posible identificar alguna intervención del obligado (o de
alguien por quien deba responder) en el entramado causal de modo de evitar, prevenir o disminuir el daño y en el que
no existen otros “daños no reparados por las fórmulas” de los que sea, de modo directo o indirecto, responsable una
aseguradora de riesgos del trabajo. De esta interpretación resulta, además, que no hay casos nuevos creados por la
norma (por ej. los del trabajador “a disposición”) y que, por esa misma razón, la indemnización regulada no es
autónoma, sino un cálculo nuevo (para algunos casos) de la más general prevista por las normas anteriores del
sistema
(70) La prestación de pago mensual del art. 17.2, LRT se estableció originalmente en tres AMPOS; por D. 1694/2009
se fijó la prestación en un monto, $ 2000, y su actualización “en la misma proporción en que los sean las prestaciones
del SIPA (art. 6). Cualquier discusión sobre el modo de mantener esta suma queda ahora superado con el artículo 17
bis según texto de la ley 27348, que establece, justamente, un mecanismo de ajuste de los importes del decreto
1694/2009”
(71) Incluso la UART, en mayo/2015, dirigió a la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo una petición tendiente a
que los juzgados obtuvieran los datos de modo de fijar “la remuneración sujeta a aporte según el SIOCC para poder
calcular el ingreso base mensual”; por acta 815 el Tribunal de Superintendencia hizo saber que “el pedido articulado
alcanza a cuestiones de índole jurisdiccional que deben ser planteadas en cada caso concreto”
(72) El art. 43 de la resolución reglamentaria que dispone: “Valor de ingreso base. No integrarán el cálculo del valor
del ingreso base, conforme lo establecido en el artículo 12 de la ley 24557, sustituido por el artículo 11 de la ley
complementaria de la Ley de Riesgos del Trabajo, aquellas sumas que correspondan a los conceptos establecidos en el
artículo 7 de la ley 24241 y los artículos 103 bis y 106 de la ley 20744, y todo otro concepto que no integre el salario
aun cuando se liquide conjuntamente con él”. El art. 7, L. 24241 establece: “No se consideran remuneración las
asignaciones familiares, las indemnizaciones derivadas de la extinción del contrato de trabajo, por vacaciones no
gozadas y por incapacidad permanente provocada por accidente del trabajo o enfermedad profesional, las prestaciones
económicas por desempleo, ni las asignaciones pagadas en concepto de becas. Tampoco se considera remuneración
las sumas que se abonen en concepto de gratificaciones vinculadas con el cese de la relación laboral en el importe que
exceda del promedio anual de las percibidas anteriormente en forma habitual y regular”. Los arts. 106 y 103 bis, LCT
regulan, respectivamente, los viáticos y los denominados beneficios sociales. Respecto de este último aspecto, el
carácter remuneratorio es en distintos casos debatido y judicialmente admitido. Por ello, y respecto de este punto, la
resolución contradice la norma que reglamenta, lo que solo tenderá a incrementar el número de causas judiciales por
el cumplimiento de la liquidación del IBM de acuerdo al art. 11, L. 27348
(73) Esta interpretación respeta el concepto legal de remuneración, facilita la prueba (en tiempos y en costos, dado
que descarta la necesidad de prueba de libros) y se sujeta al criterio legal explícito de automaticidad, que el art. 1, L.
26773 invoca
(74) Además, no puede pasarse por alto que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha aceptado sistemas de
actualización monetaria en épocas de crisis, “pero carece de todo sustento suponer que tales mecanismos se
encuentran ‘incorporados’ a la Constitución Nacional: la actualización no es sino un remedio, y de ningún modo
‘propiedad’ en el sentido constitucional del término” (Guibourg, Ricardo A.: “Después de ‘Bolaño’” - DT - 1995-B - pág.
1567)
(75) “Roldán, Elio c/Manufactura Algodonera Argentina SA” - CNTrab. en pleno - 9/12/1981: “En el cálculo del salario
diario mencionado en el art. 11 de la L. 9688, corresponde considerar las remuneraciones percibidas a valor monetario
constante”. En aquella oportunidad, el voto conjunto de la mayoría sostuvo: “la doctrina propuesta no busca la
indexación o actualización de una deuda exigible, sino ponderar la base de cálculo de un resarcimiento sobre bases
reales, al ritmo de la depreciación efectiva de la moneda en que se mide el salario nominal”
(76) Una interpretación distinta no solo resultaría alejada del texto de la norma: introduciría también el problema de
compatibilizarla con la vigente prohibición de indexar (para el sistema jurídico en general, pero también para otros
créditos laborales alimentarios, como las indemnizaciones derivadas del despido). Aclaro aquí, sin embargo, que
siempre es posible plantear y resolver la insuficiencia de una indemnización tarifada (por la vía de la declaración de las
inconstitucionalidades que correspondan, como ocurrió en tiempos en los que los topes fueron congelados), pero tal
decisión no puede fundarse a priori en una norma que no resulta aplicable al caso o en la extrapolación de una
decisión legislativa a un ámbito no reglado
(77) Así lo ha resuelto también la CSJN: “La Plata Remolques SA c/Buenos Aires, Provincia” - 4/5/1995. Nótese,
además, que incluso para el caso que los índices fueran publicados inmediatamente al finalizar cada mes, nunca podría
conocerse la variación hasta que ese mes haya transcurrido
(78) Por el contrario, la fijación judicial de una tasa fija como la que resultó de las actas 2600, 2601y 2630 (ahora
36%) puede resultar, en momentos de inflación oscilante como el actual, escasa o elevada pero siempre indiferente a
los cambios que se presenten en la realidad
(79) Alguna doctrina, incluso, ha atribuido a esta circunstancia el aumento de causas laborales en la justicia nacional
en detrimento de las tramitadas en la provincia de Buenos Aires, donde rige una tasa marcadamente inferior. Como se
dijo, el CCyCo. estableció la uniformidad de tasas, aunque la delegó en una publicación del Banco Central, que se
encuentra pendiente
(80) Esta función ha desaparecido por completo en la última resolución de la Cámara que, ante la falta de publicación
por desaparición de la tasa que había fijado por acta 2601, resolvió congelarla en la última publicada, es decir, 36%.
Este modo de establecer una tasa de interés (que en algún momento la Cámara adoptó, en épocas de convertibilidad)
cumple pobremente aquella función, dado que la inmovilidad puede provocar, de acuerdo a las condiciones del
mercado, que la tasa pierda cualquier relación con la realidad, relación que una tasa variable tiende a mantener
(81) Así se resolvió por acta 2357 - 7/5/2002, donde se recordó la R. 6/1991 - 10/4/1991, establecía en su art. 6:
“Sin perjuicio de la tasa aplicable hasta el 31 de marzo de 1991 sobre créditos indexados, a partir del 1 de abril de
1991 se aplicará la tasa de interés que resulte del promedio mensual de la tasa activa aplicada por el Banco de la
Nación Argentina para operaciones corrientes de descuento de documentos comerciales, según el cálculo que será
difundido por la Prosecretaría General de la Cámara. Para las fracciones del período mensual que se halle en curso, se
aplicará el promedio del mes anterior”
(82) De las particulares circunstancias contempladas por acta 2357 - 7/5/2002, resultó además la modificación
parcialmente retroactiva de la tasa al acordarse que “sin perjuicio de la tasa aplicable hasta el 31 de diciembre de
2001, a partir del 1 de enero de 2002 se aplicará la tasa de interés que resulte del promedio mensual de la tasa activa
fijada por el Banco de la Nación Argentina para el otorgamiento de préstamos”
(83) En los casos de accidente, puede juzgarse que el daño aparece consolidado con la muerte o con el propio
accidente, dado que todas las consecuencias irreversibles se encuentran presentes. En el plenario 180 “Arena, Santos
c/Estiport” - CNTrab. - 17/5/1972, se había establecido que “los intereses de la indemnización a la que se refiere el
inciso c) del artículo 8 de la ley 9688 corren desde el momento en que corresponda considerar permanente la
incapacidad”, aunque si este concepto se asimila al alta médica podría desajustarse la fecha considerada para fijar el
salario y la del inicio del cómputo de los intereses, con la consiguiente pérdida del valor de la indemnización
(84) Del accidente, de la primera manifestación invalidante
(85) Texto original del párrafo: Los damnificados podrán optar de modo excluyente entre las indemnizaciones
previstas en este régimen de reparación o las que les pudieran corresponder con fundamento en otros sistemas de
responsabilidad. Los distintos sistemas de responsabilidad no serán acumulables
(86) Art. 5, L. 26773 - “La percepción de las prestaciones en dinero, sea imputable a la sustitución de salarios en
etapa de curación (ILT) o sea complementaria por gran invalidez, así como la recepción de las prestaciones en
especie, no implicarán en ningún caso el ejercicio de la opción excluyente prevista en el artículo precedente”
(87) Me remito aquí a Guibourg, Ricardo A.: “Los honorarios en el proceso laboral” - LL - Bs. As. - DT - 2010 - pág.
759
(88) La lectura conjunta de los arts. 11.1, L. 24557 y el 4, L. 21839 permitía tal interpretación. El primero dispone:
“Régimen legal de las prestaciones dinerarias. 1. Las prestaciones dinerarias de esta ley gozan de las franquicias y
privilegios de los créditos por alimentos. Son, además, irrenunciables y no pueden ser cedidas ni enajenadas”. El art.
4, L. 21839, que “...los asuntos o procesos previsionales, alimentarios y de familia, no podrán ser objeto de pactos”.
La norma actual tiene alguna similitud con el viejo art. 13, L. 24028 establecía: “Será nulo de nulidad absoluta y sin
ningún valor el pacto de cuota litis para todas las acciones derivadas de la presente ley y las que se ejercitaren de
acuerdo con la opción prevista en el art. 16”
(89) Plenario 329 - En las causas en las cuales se reclaman beneficios emergentes de las leyes 24557 y 26773 no es
legalmente admisible el pacto de cuota litis sobre el importe de las prestaciones contempladas en ellas
(90) Puede encontrarse una justificación razonable en la modalidad de regulación en porcentaje a partir de una suerte
de analogía con el trabajo a comisión por parte del abogado, aunque esta analogía difícilmente sería aceptable en el
caso de un perito
(91) Con criterio similar, podría fijarse en $ 5.000 el punto de partida de esa escala, que no debería bajar de $ 3.000
ni exceder de $ 10.000. Considero que este valor, ahora estimado, podría mantenerse de modo semestral, con el
mismo índice RIPTE que se utiliza para los mínimos y adicionales de la ley. Desde el momento de la regulación
correspondería la misma tasa activa hasta el efectivo pago, salvo capitalización posterior en el caso de incumplimiento
frente a la intimación respectiva
(92) Art. 277, LCT - “Pago en juicio. Todo pago que deba realizarse en los juicios laborales se efectivizará mediante
depósito bancario en autos a la orden del Tribunal interviniente y giro judicial personal al titular del crédito o sus
derechohabientes, aún en el supuesto de haber otorgado poder ... Todo pago realizado sin observar lo prescripto ...
serán nulos de pleno derecho”
(93) La comunicación “A” 5147 del Banco Central (BO: 10/1/2011) había establecido que “la acreditación de los
importes correspondientes a las causas judiciales ordenadas por los juzgados intervinientes se realizará mediante
transferencias electrónicas desde cuentas a la vista abiertas en entidades financieras o a través de cualquier otro
medio de pago distinto del efectivo, cuando se trate de importes superiores a $ 30.000 y, preferentemente por esos
medios, cuando se trate de depósitos menores o iguales a dicho importe”. Desde hace tiempo los giros en papel no
son más que una inercia judicial difícil de vencer, ya que esta norma y los aplicativos disponibles tanto en la Banco
Nación como en el Banco Ciudad brindaban todas las herramientas necesarias para sustituirlos por transferencias
electrónicas
(94) Guibourg, Ricardo A.; Rodríguez Fernández, Liliana; Tosca, Diego M.: “Procedimiento Laboral. Ley 18345
comentada y anotada” - LL - Bs. As. - 2012 - pág. 399
(95) “Vietri, Darío c/Grúas San Blas SA y otros” - CSJN - 12/11/2013
(96) La preocupación de las autoridades del Banco Ciudad por maniobras observadas en el momento del cobro de
giros, que también son constatadas día a día en las oficinas judiciales, fue puesta en conocimiento de los juzgados de
primera instancia por Comunicación presidencia Cám. Nac. Trab. - 19/12/2016
(97) Ello sin perjuicio del criterio judicial, ampliamente extendido, que consideraba improcedente el pacto de cuota litis
con anterioridad a la vigencia de esta norma