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TÍTULO: LA LEY 27348 Y SU APLICACIÓN EN EL ÁMBITO JUDICIAL

AUTOR/ES: Rodríguez Fernández, Liliana


PUBLICACIÓN: Erreius on line; Temas de Derecho Laboral
TOMO/BOLETÍN: -
PÁGINA: -
MES: Abril; Junio
AÑO: 2017

LILIANA RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ(*)

LA LEY 27348 Y SU APLICACIÓN EN EL ÁMBITO JUDICIAL

(UNA PROPUESTA INTERPRETATIVA)

I - LA DEFICIENCIA TÉCNICA DE LA LEY: UNA COMPLICACIÓN


RECURRENTE
Una y otra vez el sistema de reparación de riesgos es modificado por normas de distinto nivel (leyes,
decretos, resoluciones de la Superintendencia de Riesgos o de la Superintendencia de Seguros), sin pretensión
alguna de coherencia del conjunto y sin sujeción a los fallos judiciales (especialmente los de la CSJN) que han
marcado en distintos momentos límites constitucionales al fárrago normativo vigente. Frente a esta recurrente
mala técnica legislativa, la actitud de los tribunales no ha contribuido a mejorar el conjunto: las decisiones
suelen remitir de modo bastante vago a normas que pertenecen al máximo nivel del sistema, las declaraciones
de inconstitucionalidad encuentran un creciente fundamento en las preferencias valorativas de cada operador,
y los criterios de equidad y justicia suelen invocarse como fundamento último para aplicar o dejar de aplicar el
derecho vigente. Referencias a los sujetos de preferente tutela, al principio de progresividad o a la protección
judicial efectiva sirven de marco general para adoptar prácticamente cualquier decisión, porque es probable
que, para cada intérprete, su propia opinión operativa sobre el modo en que debería funcionar el sistema sirva
mejor a tales propósitos que los mecanismos adoptados por las normas.(1)
En este panorama, es cada vez más difícil la tarea interpretativa de leyes con graves deficiencias técnicas
(desde constitucionales hasta simplemente sintácticas) a las que, a esta altura, litigantes y tribunales acuerdan
en concederle una eficacia tan empobrecida. Sin pretender ocultar la labor interpretativa que existe detrás de
cada decisión judicial, el estado actual de la situación y la sanción de una nueva norma (con dificultades
idénticas a las de las previas) imponen alguna reconstrucción consistente del conjunto vigente, al menos en los
tramos afectados por la nueva ley 27348.
La división de esta ley en títulos y artículos no es conceptual(2). La sucesión de párrafos sin método regula
aspectos absolutamente inconexos entre sí. Hasta se incorporan en la ley dos artículos prácticamente
idénticos: el artículo 14 y los primeros párrafos del artículo 2, con excepción de cuatro o cinco palabras,
reproducen las mismas veinte líneas de modo inexplicable, cuando ambos se aplican al mismo universo de
casos(3). Los temas resueltos por estos pocos artículos y bastantes más normas pueden agruparse como
sigue.(4)

Asunto Norma actual

Competencia Territorial Administrativa y judicial Art. 1, párr. 2

Obligatoria Art. 1, párr. 1

Única Art. 1, párr. 1


Instancia previa
Art. 2, párr. 7 y art. 14
Notificaciones (nueva redacción art. 46, 1,
Trámite administrativo párr. 7, LRT)
Comisiones Médicas
Patrocinio obligatorio Art. 1, párr. 1

Comisión médica Plazo para expedirse Art. 3, párr. 3, 4 y 6


jurisdiccional
Procedimiento Res. SRT; delegación art. 3,
administrativo párr. 2
Art. 3, párr. 1
Facultades homologatorias
Anexo I, L. 27348
Servicio de
homologación Art. 2, párr. 6, art. 14
Cosa juzgada
(nuevo texto art. 46 LRT,
administrativa
párr. 6), Anexo I

Trabajadores no
Art. 1, párr. 3
registrados
Por vía de acción Art. 1, párr. 2
Agotamiento instancia /
Art. 3, párr. 3
vencimiento del plazo
Art. 3, párr. 5
Actuación judicial
Resolución de la comisión
Arts. 2, párr. 2, y 4
médica jurisdiccional
Por vía de recurso
Resolución de la Comisión
Art. 2, párr. 3, 4 y 5
Médica Central

Acción civil Requisito formal Art. 15

Uso de baremos Art. 2, párr. 8


Instancia
administrativa Gratuidad para el
Art. 2, párr. 9
trabajador

Informes médicos Sorteo de peritos Art. 2, párr. 10 y 11

Uso de baremos Art. 2, párr. 8


Instancia judicial
Gratuidad para el
Art. 2, párr. 9
trabajador

Art. 10
Definición de incapacidad laboral temporaria
(reforma 7, LRT)

Art. 11 (reforma art. 12,


Salarios a considerar
LRT, nuevo apartado 1)

Mantenimiento de valor Art. 11 (reforma art. 12,


Ingreso base
constante LRT, nuevo apartado 1)

Reparación(5) Art. 11 (reforma art. 12,


Modo de cálculo del interés
LRT, nuevo apartado 2)

Importes mínimos Ajuste RIPTE Art. 16 y 21

Art. 11 (reforma art. 12,


Indemnización Tasa de interés aplicable
LRT, nuevo apartado 3)

Vigencia Art. 20

Pago Depósito bancario Art. 17

Falta de pago de las primas Art. 12

Gastos asumidos por las


Art. 18
obras sociales
Responsabilidad de la
aseguradora Gastos asumidos por la
Atención médica Art. 18
ART

Gastos vinculados a
Art. 2, párr. 12
contratos extinguidos

Prohibición de pacto de
cuota litis en instancia Art. 1, párr. 2
Honorarios Abogados judicial
profesionales
Instancia administrativa Art. 1, párr. 4

Peritos médicos Pautas regulatorias Art. 2, párr. 10

Autoseguro Arts. 5, 6, 7, 8 y 9

Financiamiento del sistema Art. 13

Prevención de riesgos - Delegación a la SRT Art. 18


II - VIGENCIA DEL SISTEMA INTEGRADO POR LA LEY 27348(6)

2.1. Adhesión de la Ciudad: un trámite hoy irrelevante


El artículo 4 dispone: “Invítase a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir al
presente Título. La adhesión precedentemente referida importará la delegación expresa a la jurisdicción
administrativa nacional de la totalidad de las competencias necesarias para dar cumplimiento a lo
establecido en los artículos 1, 2 y 3 del presente y en el apartado 1 del artículo 46 de la ley 24557 y sus
modificatorias, así como la debida adecuación, por parte de los estados provinciales adherentes, de la
normativa local que resulte necesaria”. Podría discutirse si la aplicación toda del sistema previsto por los tres
primeros artículos de la ley 27348 se encuentra sujeta a tal delegación, pero es indiscutible que existe una
excepción con la Ciudad de Buenos Aires donde, sin entrar en las pasionales discusiones constitucionales que
hoy se multiplican por el traspaso de la justicia nacional al ámbito de la Ciudad, el sistema tal como está
diseñado en su conjunto aparece, al menos en este punto, consistente.(7)
Dado que en la Ciudad de Buenos Aires existen Comisiones Médicas en funcionamiento y una justicia del
trabajo también nacional, no hay entonces condición pendiente de cumplimiento y la ley se encuentra vigente y
es aplicable, como se verá, en todos sus aspectos.
2.2. La aplicación de la ley 27348 en el tiempo
Cada vez de modo más recurrente la cuestión de la vigencia temporal de las normas suscita interminables
debates en la doctrina y en la jurisprudencia. Una primera cuestión que debe despejarse es cierta tendencia a
sujetar la aplicación de una norma sobreviniente al modo en que resulte invocada por las partes. Es bueno
recordar que integra la función judicial la aplicación del derecho en las condiciones de su vigencia (en cada
aspecto de un conflicto), por lo que ella no puede quedar sujeta -como en distintas ocasiones se ha resuelto- a
la previa sustanciación, a la existencia de planteo de las partes o, incluso, a la oportunidad en la que la
cuestión se introduce.(8)
El Código Civil y Comercial dispone que las normas “rigen después del octavo día de su publicación o
desde el día que ellas determinen”, que “a partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes” y que “no tienen efecto retroactivo, sean o
no de orden público, excepto disposición en contrario”. En ausencia de una norma expresa que disponga otra
cosa, de la publicación de la ley en el Boletín Oficial el 24/2/2017 resulta su vigencia desde la hora 0 del
5/3/2017. Definida así la cuestión de la vigencia de la norma, un problema distinto es determinar qué actos o
hechos se encuentran regidos por ella desde ese día.
2.2.1. Cuestiones procesales
Históricamente se ha sostenido en el ámbito judicial que las normas procesales se aplican desde el
momento mismo de la vigencia, porque como están dirigidas a regular la acción y las condiciones de su
ejercicio, y no el fondo del asunto, son indiscutiblemente aplicables a todos los actos vinculados a las acciones
que aún no se han iniciado (en el aspecto procesal, claro, y con independencia de la aplicación de la ley
anterior para la consideración del fondo).(9)
Distintas cuestiones que podrían definirse vagamente como procesales o accesorias son regladas por la ley
27348: a) la instancia previa y excluyente ante las Comisiones Médicas, b) la competencia territorial, c) el
sorteo de peritos, d) la prohibición de celebrar pactos de cuota litis, e) la regulación de los honorarios de los
peritos médicos, f) la fijación de intereses y g) el modo de pago de la sentencia (o acuerdo homologado) firme.
Las circunstancias identificadas como a) y b) se vinculan indiscutiblemente con las condiciones del ejercicio
de la acción, por lo que la aplicabilidad o la inaplicabilidad de la norma se rige por la fecha de la demanda (es
decir, la del cargo puesto ante la Mesa General de Entradas de la Cámara en condiciones reglamentarias, dado
que la incorporación en el sistema Lex100 y el sorteo de juzgado son -en los hechos- posteriores).(10)
Las circunstancias identificadas con c), d), f) y g) están dirigidas a las partes y los auxiliares, pero
centralmente a los jueces: a partir de la vigencia de la norma, los sorteos de peritos deben tomar en cuenta la
norma vigente; las partes no pueden celebrar pactos de cuota pero, si los celebran, no pueden homologarse;
las sentencias deben incluir la tasa legal y las órdenes de pago que se dispongan deben sujetarse a la
modalidad prevista en la norma. Todas estas normas son prescriptivas para los jueces y no meramente
permisivas o facultativas.
La circunstancia e), aunque también es prescriptiva para los jueces y está dirigida al modo en que
corresponde regular la labor profesional de los médicos, rige, como toda norma sobre honorarios (salvo
expresa disposición en contrario, que aquí no existe), según el momento en que fueran realizadas las tareas. Si
las tareas son anteriores, el juez tiene una facultad discrecional que no se encuentra sujeta a esta norma (por
lo que podría continuar regulando por porcentaje, por analogía con la ley de aranceles de abogados, dado que
con anterioridad a la vigencia de la ley 27348 no existía norma arancelaria alguna para peritos médicos); si las
tareas son posteriores (o en la medida que lo sean), el juez tiene un poder discrecional acotado: tiene
prohibido sujetarse a porcentajes y debe regular en función de la calidad y la cantidad de tareas, tal como más
adelante se verá.
2.2.2. Cuestiones de fondo
Respecto de la pretensión de fondo, por expresa disposición del artículo 20, “la modificación prevista al
artículo 12 de la ley 24557 y sus modificatorias, se aplicará a las contingencias cuya primera manifestación
invalidante resulte posterior a la entrada en vigencia de la presente ley”. Esta disposición regula -en lo que es
de especial relevancia para las causas judiciales- la aplicabilidad temporal a) del concepto de incapacidad
laboral temporaria(11) y b) de las pautas con las que ha de determinarse la reparación.
El artículo 20 mantiene así el criterio del artículo 17.5 de la ley 26773, que también establecía como
parámetro para su aplicación la primera manifestación invalidante. Del mismo modo la jurisprudencia plenaria
de la Cámara había sostenido, desde antiguo, que la determinación de la ley aplicable se regía por el momento
del accidente o de la primera manifestación de la enfermedad.(12)
En el caso de un accidente, la primera manifestación invalidante es el accidente mismo, cualquiera sea la
suerte de la salud del trabajador con posterioridad al hecho traumático(13). Por su parte, en el caso de las
enfermedades se puede definir la primera manifestación como el elemento más antiguo que puede rastrearse
en la causa (en general, hay datos que surgen de la prueba médica o de las historias clínicas; si no hay datos,
la denuncia ante la ART, la demanda, el poder o cualquier circunstancia que pueda identificarse como el hecho
o el instrumento más antiguo).
Disiento con alguna línea interpretativa que incluye en el concepto de norma más favorable la posibilidad
de aplicar una norma posterior que no rige el caso de acuerdo a las reglas ya expuestas (14). Tampoco considero
que pueda invocarse tal aplicación bajo el supuesto carácter progresivo del derecho (concepto inasible y sujeto
siempre a la preferencia del observador)(15). Ambas posturas contradicen, además, la regla del artículo 18 de la
Constitución Nacional, al imponer al deudor por vía judicial una obligación inexistente al momento de los
hechos(16). En ausencia de decisión legislativa en sentido contrario, las nuevas fórmulas indemnizatorias o los
nuevos montos fijados por una norma solo deben aplicarse a los accidentes (o primera manifestación de una
enfermedad) posteriores a su vigencia.
La referencia habitual a las consecuencias jurídicas insatisfechas es también una idea errada(17). En este
aspecto, tal como ha sostenido Ricardo A. Guibourg en su voto en el citado plenario “Villamayor”, “el punto
consiste en clarificar qué debe entenderse por retroactividad y qué por aplicación a situaciones preexistentes.
Si esto último pudiera interpretarse como aplicación a cualquier reclamo judicial que no tuviese sentencia
definitiva, muy poco margen quedaría para el concepto de retroactividad. La norma parece obviamente
destinada a regir la aplicación de la ley a contratos de tractos sucesivos o semejantes. Si una ley dispusiera
una rebaja general de los alquileres, su ámbito de aplicación abarcaría los pagos futuros: no se admitiría al
acreedor la defensa fundada en que el contrato fue acordado con anterioridad, pero tampoco se permitiría al
locatario reclamar la devolución de alquileres ya devengados y pagados a menos que la propia ley contuviese
una cláusula de retroactividad. Si una reforma de la ley eliminara por completo el ius variandi, el empleador no
podría seguir ejerciéndolo so pretexto de que el contrato de trabajo fuese anterior, pero tampoco se admitiría
que el trabajador se diera por despedido en virtud de una modificación dispuesta inmediatamente antes de la
reforma dentro de los límites de la ley anterior. Del mismo modo, en el caso de la ley 9688 (y dejando de lado,
naturalmente, las normas puramente procesales), la aplicabilidad de una reforma legal depende de la aparición
del hecho determinante de la obligación: si el hecho es posterior rige la nueva ley (aunque el contrato de
trabajo que es su presupuesto jurídico de base sea anterior); pero si el hecho es anterior debe aplicarse la
norma vigente en aquel momento, aunque la obligación no haya sido aún cancelada: una cosa es el
cumplimiento de la obligación (espontáneo o forzado) y otra, distinta, su origen o el contenido de la obligación
misma”.
En idéntica ocasión, al dictaminar en el mismo plenario, Eduardo Álvarez sostuvo que “razones de lógica
inhiben deducir la aplicación retroactiva de la interpretación de previsiones referidas a la determinación de la
indemnización y del salario que le sirve de base, emergentes de una ley cuya misma vigencia está en tela de
juicio, porque esto significaría, lisa y llanamente, comenzar a aplicarla”.

III - INSTANCIA ADMINISTRATIVA PREVIA, ÚNICA, OBLIGATORIA Y


CON PATROCINIO
El artículo 1 de la ley 27348 dispone que “la actuación de las Comisiones Médicas jurisdiccionales creadas
por el artículo 51 de la ley 24241 y sus modificatorias, constituirá la instancia administrativa previa, de
carácter obligatorio y excluyente de toda otra intervención”. Del texto de la norma resulta: a) la obligación de
transitar el trámite de las comisiones(18); b) y la exclusión de todo otro trámite administrativo.
3.1. Carácter único: exclusión de todo otro trámite administrativo
Desde hace veinte años, en el ámbito de la justicia nacional el trámite administrativo previo es la instancia
conciliatoria ante el SECLO, por lo que el artículo 7 de la ley 24635 no es aplicable(19) a las causas por accidente
o enfermedad del trabajo fundadas en el sistema de ley de riesgos.(20)
De todos modos, considero que es razonable la eximición de este recaudo en aquellos casos en los que el
trabajador, por razones temporales, hubiera transitado ya el trámite del SECLO o de las Comisiones Médicas,
dado que otra decisión implicaría sumar dos exigencias legales para acceder al ámbito judicial, previstas
originariamente -cada una de ellas- como exclusiva.(21)
3.2. Carácter obligatorio: consistencia con el sistema jurídico en su conjunto
A partir de la vigencia de la ley 27348, cualquier pretensión fundada en la ley 24557 y sus normas
complementarias debe dirigirse, en primer término, a las Comisiones Médicas que resulten territorialmente
competentes según lo normado por la misma ley.(22)
Al menos en el ámbito de la justicia nacional, en el que centro mi análisis, no encuentro objeciones
constitucionales a este requerimiento. En primer lugar, porque no existe norma constitucional alguna que
prohíba los trámites administrativos ni que tienda a organizar un sistema jurídico en el que tales trámites estén
vedados. Por el contrario, al amparo de la misma Constitución la totalidad práctica de los juicios ordinarios se
encuentran sujetos a una instancia previa destinada a la autocomposición de los conflictos (23); por las razones
que sean, parece que el legislador ha entendido preferible la existencia de una instancia previa a la judicial y
ha adoptado decisiones que redundan en un requisito formal, adicional a los que puedan encontrarse en las
normas procesales específicas, para el inicio de prácticamente cualquier demanda en el amplio ámbito no
penal.
Incluso en algunos casos, como el de los trabajadores de casas particulares, existen normas vigentes -
absolutamente eficaces, dado que los interesados y los jueces se sujetan a ellas de modo unánime y sin aducir
cuestiones constitucionales- que no solo atribuyen el conocimiento de una causa a tribunales administrativos
(sin exigencia legal a su integración por abogados, porque la norma hace referencia tan solo al “personal
especializado”), sino que regulan también una suerte de subtrámite administrativo previo, un mero recurso
final ante un tribunal judicial ordinario y la imposibilidad de plantear una acción judicial ordinaria plena.(24)
3.2.1. Facultades de conciliación
Este trámite administrativo previo ante las Comisiones Médicas incluye la posibilidad de conciliación con
asistencia letrada (ante el Servicio de Homologación, regulado por el primer párrafo del art. 3 y Anexo I, L.
27348).
La atribución de facultades homologatorias a organismos administrativos ha sido dispuesta por distintas
normas y en distintos momentos, sin cuestionamientos constitucionales que modificaran el panorama legal (25).
Hay que recordar que antes de la vigencia de la ley 27348 el trámite administrativo ante el SECLO era
cumplido por todos los demandantes, que no encontraban allí objeciones constitucionales (cientos de
expedientes tramitan en cada juzgado cada mes sin planteos de ese tipo). Sin embargo, tal instancia de
conciliación suponía la homologación a ciegas de acuerdos en causas por accidente o enfermedad, en los que la
autoridad respectiva no podía constatar por sus propios medios el estado de salud del trabajador; es decir, el
sistema anterior en su conjunto también preveía la instancia conciliatoria administrativa previa, pero quien
homologaba el acuerdo no contaba siquiera con una placa radiográfica o con las constancias de un análisis de
rutina para su decisión, por lo que se sujetaba de hecho a las meras invocaciones de las partes o al vistazo que
estuviera dispuesto a echar al trabajador para valorar, más o menos, su estado de salud.
3.2.2. Las demás facultades de las Comisiones Médicas
Otras objeciones más profundas al sistema se vinculan, en cambio, con las facultades atribuidas a las
Comisiones Médicas (y a la Comisión Médica Central) más allá de la faz conciliatoria. A diferencia del modo en
que generalmente se han invocado, en los históricos fallos “Castillo, Ángel c/Cerámica Alberdi” (7/9/2004) y
“Venialgo, Inocencia c/Mapfre” (13/3/2007), entre muchos otros, la Corte Suprema decidió que era irrazonable
(y, por lo tanto, inconstitucional) la decisión legislativa que atribuía competencia a la justicia federal para
resolver las cuestiones vinculadas con la aplicación de la ley 24557 y se apoyó en dos consecuencias que
entendió “incompatibles con la Constitución Nacional: impedir que la justicia provincial cumpla la misión que le
es propia y desnaturalizar la del juez federal al convertirlo en magistrado de fuero común”. En otros fallos,
como “Silva” (Fallos: 330:5435), la Corte Suprema entendió también incompatible la ley de riesgos con el
orden constitucional puesto “que no ha negado todo tipo de reparación al trabajador víctima de una
enfermedad que guarda relación de causalidad adecuada con el trabajo”; en “Obregón”, por su parte, se
discutía también un reclamo “por enfermedades incluidas en su artículo 6 que fueron rechazadas en sede
administrativa”, por lo que no aparece del todo claro si la decisión encontró su apoyo en este aspecto de la
cuestión o en el diseño general del sistema.
Más allá de la gran cantidad de decisiones sobre temas conexos al de las Comisiones Médicas, no existe un
pronunciamiento en el que la Corte Suprema se haya expedido, de modo llano y sin lugar a interpretaciones
divergentes, sobre la constitucionalidad o la inconstitucionalidad del conjunto del sistema de Comisiones
Médicas.
Este diseño, entonces, no encuentra en las decisiones del máximo Tribunal un límite infranqueable preciso.
Sobre todo si se tiene en cuenta que a partir de las modificaciones introducidas por la ley 27348 el trámite
administrativo transcurre con asistencia letrada y el trámite judicial no queda ahora limitado al
cuestionamiento del dictamen de la Comisión Médica Central ante la Cámara de Seguridad Social, como ocurría
en el viejo texto original de la ley 24557. El aspecto federal en su momento cuestionado queda subsanado con
la distribución territorial de competencias y el conjunto de Comisiones Médicas existentes en todo el territorio
nacional [R. (SRT) 326/2017], ya que cada juez local resultará competente para entender en los casos que
puedan tramitar ante las Comisiones Médicas de su jurisdicción o que, incluso, no puedan tramitarse por
insuficiencia del diseño administrativo.(26)
Aunque relativos a las facultades regulatorias de los entes vinculados a la energía, en los autos “Ángel
Estrada y Cía. SA c/Secretaría de Energía y Puertos” la Corte Suprema de Justicia de la Nación esbozó algunos
criterios que podrían aquí ser considerados: “El otorgamiento de facultades jurisdiccionales a órganos de la
administración desconoce lo dispuesto en los artículos 18, que garantiza la defensa en juicio de la persona y
sus derechos, y 109 de la Constitución Nacional que, basado en el texto del artículo 108 de la Constitución de
Chile de 1833, prohíbe en todos los casos al Poder Ejecutivo ejercer funciones judiciales. Tales principios
constitucionales quedan a salvo siempre y cuando los organismos de la administración dotados de jurisdicción
para resolver los conflictos entre particulares hayan sido creados por ley, su independencia e imparcialidad
estén aseguradas, el objetivo económico y político tenido en cuenta por el legislador para crearlos (y restringir
así la jurisdicción que la Constitución Nacional atribuye a la justicia ordinaria) haya sido razonable y, además,
sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente. Que conviene recordar que la atribución de
jurisdicción primaria a organismos administrativos (doctrina tomada de EEUU) se justifica cuando la resolución
de la controversia presuponga la familiaridad con hechos cuyo conocimiento haya sido confiado por la ley a
cuerpos expertos, debido a que su dilucidación depende de la experiencia técnica de dichos cuerpos; o bien
porque están en juego los particulares deberes regulatorios encomendados por el Congreso a una agencia de la
administración; o cuando se procure asegurar la uniformidad y consistencia de la interpretación de las
regulaciones políticas diseñadas por la agencia para una industria o mercado particular, en vez de librarla a los
criterios heterogéneos o aún contradictorios que podrían resultar de las decisiones de jueces de primer
instancia (cfr. doctrina de los casos Texas & Pacific Railway)”.
En la misma ocasión, añadió: “Es relevante añadir que no cualquier controversia puede ser válidamente
deferida al conocimiento de órganos administrativos con la mera condición de que sus decisiones queden
sujetas a un ulterior control judicial suficiente. Los motivos tenidos en cuenta por el legislador para sustraer la
materia de que se trate de la jurisdicción de los jueces ordinarios deben estar razonablemente justificados
pues, de lo contrario, la jurisdicción administrativa así creada carecería de sustento constitucional, e importaría
un avance indebido sobre las atribuciones que el artículo 116 de la Constitución Nacional define como propias y
exclusivas del Poder Judicial de la Nación. Admitir que el Congreso pudiera delegar en los órganos de la
administración facultades judiciales sin limitación material de ninguna especie sería tan impensable como
permitir que el legislador delegara la sustancia de sus propias funciones legislativas, lo cual está expresamente
vedado en el artículo 76 de la Constitución Nacional” (Consid. 14).
Entiendo, así, que el límite constitucional establecido por la Corte para la actuación de organismos
administrativos se relaciona con la creación por ley, con su independencia e imparcialidad, con la razonabilidad
del “objetivo económico y político tenido en cuenta por el legislador para crearlos y restringir así la jurisdicción
que la Constitución Nacional atribuye a la justicia ordinaria”(27), y con la posibilidad de que las decisiones estén
sujetas a control judicial amplio y suficiente.
Las Comisiones Médicas, creadas (y mantenidas) por ley, pueden presumirse -en principio- imparciales,
por su propio carácter público y sus propias características funcionales. El objetivo del legislador, aunque no
explícito, podría presuponerse a partir de la propia letra de la ley y del sistema en el que inserta. En un
sentido, no puede desconocerse la relevancia del registro inicial de todos los siniestros ante los organismos
administrativos de control, para el cumplimiento de funciones propias(28). La Superintendencia de Riesgos debe
a poner “a disposición de las aseguradoras de riesgos del trabajo toda la información sobre siniestralidad
registrada en cada uno de los establecimiento de los empleadores” y establecer indicadores “para la fijación del
sistema de alícuotas orientados a reflejar la vinculación entre cuotas y siniestralidad” (arts. 12 y 13,
respectivamente, L. 26773), mientras que -no está demás decirlo- toda la tarea de prevención y de sanción se
apoya necesariamente en información completa y adecuada(29). A propósito, de lo normado por el séptimo
párrafo del artículo 2 de la ley 27348 resulta también que “las resoluciones de la respectiva comisión médica
jurisdiccional y de la Comisión Médica Central deberán ser notificadas a las partes y al empleador”, con la
relevancia que este conocimiento tiene en relación con las medidas de seguridad e higiene.(30)
La justificación de este tipo de sistema podría encontrar apoyo en su función antes médica que jurídica, ya
que la determinación de criterios consistentes, uniformes y generalizados sobre la incapacidad que cabe
asignar a distintas patologías y daños en la salud contribuye, incluso, a que las normas sobre reparación se
apliquen, en la práctica, en condiciones de igualdad (art. 16, CN). Esta expectativa se encuentra
necesariamente frustrada en la dispersión de trámites judiciales donde resulta complejo, incluso, que todos los
dictámenes médicos encuentren un referente común de valoración.(31)
La obligatoriedad de este trámite administrativo no carece de sentido. La práctica de los tribunales
confirma además que mientras algunas demandas no se interponen sino próximas a la prescripción o, al
menos, más allá del momento del alta médica, otra cantidad se inicia de modo muy cercano al accidente, a
veces, pocos días después. Esta cuestión suele conspirar contra el trámite eficiente de la causa, dado que allí
donde los plazos procesales son cumplidos es probable que las citaciones, los estudios complementarios y el
informe médico se produzcan de modo simultáneo al proceso de recuperación vinculado al propio accidente,
situación que complica la determinación de la incapacidad definitiva(32). Dado que la atención médica es
gestionada por el propio sistema, resulta razonable que, en un primer momento, el reclamo del trabajador
transite ese ámbito: desde el momento de un accidente, el trabajador entra en un proceso de atención médica,
de licencia laboral y de atención profesional, vital para su recuperación hacia el futuro. Mientras cada uno de
esos aspectos sea cubiertos adecuadamente (es decir, se brinde atención médica y se paguen salarios), la
causa judicial involucrará un problema posterior, esto es, la subsistencia de una incapacidad permanente luego
de la finalización del proceso de recuperación (y en la medida que ésta sea posible (33)).
La creación por ley, la justificación práctica del sistema y la aceptabilidad valorativa de los objetivos
(reales, declamados o presuntos) no resultan suficientes más que para juzgar razonable la obligatoriedad
inicial del sistema (es decir, su carácter de trámite administrativo previo y obligatorio). Su constitucionalidad
total requiere, además, que las decisiones administrativas estén sujetas a “control judicial amplio y suficiente”.
Sobre este aspecto volveré más adelante.
3.2.3. El argumento de la discriminación
El tercer párrafo del artículo 1 de la ley 27348 dispone: “Los trabajadores vinculados por relaciones
laborales no registradas con empleadores alcanzados por lo estatuido en el apartado primero del artículo 28 de
la ley 24557 no están obligados a cumplir con lo dispuesto en el presente artículo y cuentan con la vía judicial
expedita”.
Alguna línea interpretativa cuestiona con este argumento la constitucionalidad de la ley que, al incluir esta
excepción, carga a algunos trabajadores con un trámite del que a otros libera. El argumento es más que débil:
el trabajador no registrado no cuenta con una aseguradora en la que denunciar su accidente, reclamar
atención médica(34), llevar a una instancia administrativa, demandar en los tribunales e, incluso, encontrar
reparación también en el caso de insolvencia de su empleador y de la aseguradora. Tiene, necesariamente, que
recurrir a la instancia judicial para que se reconozca primero -como suele suceder- la relación laboral no
registrada y, recién allí, se analice la pretensión relativa al accidente. Todo ello porque -no está de más
recordarlo- está en una situación de desprotección terriblemente mayor que la de los trabajadores registrados.
Su reclamo, aunque es un caso previsto por el sistema de la ley de riesgos, se encuentra totalmente regido por
las normas procesales de la ley laboral común, incluso en relación con la competencia, salvo en cuanto a la
existencia del trámite ante el SECLO del que está exento porque, de acuerdo con lo transcripto en el párrafo
anterior, cuenta con la “vía judicial expedita”.

IV - COMPETENCIA TERRITORIAL
4.1. La cuestión antes de la sanción de la ley 27348
El artículo 24 de la ley 18345 dice expresamente: “En las causas entre trabajadores y empleadores
será competente, a elección del demandante, el juez del lugar de trabajo, el del lugar de celebración del
contrato o el del domicilio del demandado. El que no tuviere domicilio fijo podrá ser demandado en el lugar en
que se encuentre o en el de su última residencia...”. Alguna línea de interpretación reconocía que la norma
procesal aludía a las causas entre trabajadores y empleadores, pero entendía razonable extender
analógicamente su aplicación a las demandas entabladas por el trabajador contra la aseguradora de riesgos del
trabajo del empleador.(35)
Por su parte, el artículo 118, segundo párrafo, de la ley de seguros dispone: “El damnificado puede citar
en garantía al asegurador hasta que reciba la causa a prueba. En tal caso debe interponer la demanda ante el
juez del lugar del hecho o del domicilio del asegurador”. A su vez, del artículo 5 del CPCC resulta que “la
competencia se determinará por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado. Con excepción de los casos de prórroga expresa o tácita, cuando
procediere, y sin perjuicio de las reglas especiales contenidas en este Código y en otras leyes será juez
competente ... en las acciones personales derivadas de delitos o cuasidelitos, el lugar del hecho o el domicilio
del demandado, a elección del actor”.
Para el momento en el que estas normas podían considerarse aplicables, la competencia estaba de hecho
definida conjuntamente por todas ellas, de modo acumulativo, por lo que la competencia de la justicia nacional
incluía el lugar de trabajo, el de celebración del contrato, el domicilio de la aseguradora y el lugar del hecho (es
decir, el accidente). A todas esas opciones se sumaban casos más allá de la frontera, aceptados por la
jurisprudencia, como el lugar de una sucursal o, incluso, el domicilio del productor de seguros en los casos en
los que todos los demás supuestos conducían a la incompetencia de la justicia nacional.
4.2. La cuestión después de la ley 27348
El segundo párrafo del artículo 1 de la ley 27348 regula de modo expreso la cuestión de la competencia:
“será competente la comisión médica jurisdiccional correspondiente al domicilio del trabajador, al lugar de
efectiva prestación de servicios por el trabajador o, en su defecto, al domicilio donde habitualmente aquél se
reporta, a opción del trabajador, y su resolución agotará la instancia administrativa”.
El planteo judicial se dirime “ante la justicia ordinaria del fuero laboral de la jurisdicción provincial o de la
CABA, según corresponda al domicilio de la comisión médica que intervino” (art. 2, párr. 2, L. 27348).
Si la competencia de una comisión médica cualquiera depende de estas tres condiciones y la competencia
judicial depende de las Comisiones Médicas existentes en su jurisdicción, un razonamiento deductivo elemental
permite concluir que la competencia judicial territorial está definida ahora por cualquiera de estos tres hechos:
a) el domicilio del trabajador; b) el lugar de la efectiva prestación de servicios; y c) el lugar donde
habitualmente el trabajador se reporta.
La norma actual, especial pero sobre todo posterior a las normas reseñadas en primer término, recurre a
un reenvío en la definición de la competencia. En el caso de la justicia nacional del trabajo, alcanza todas
aquellas causas en las que resulten competentes, a su vez, las Comisiones Médicas de la jurisdicción. Sería
deseable, por razones de mejor orden de los tribunales y de economía procesal, que estas cuestiones no
tuvieran que sujetarse a prueba, porque de allí resultaría un pequeño proceso destinado a dilucidarlas.
La resolución 298/2017 de la SRT dispone que el domicilio del trabajador, o sus derechohabientes, se
acredita con la respectiva constancia del documento nacional de identidad. Esta reglamentación es razonable,
dado que la cuestión del domicilio del trabajador no puede someterse a prueba sin colocar a los tribunales en
una maraña de trámites que no conducirían más que a la dilación del objeto central de una acción de estas
características, la reparación de las consecuencias de un accidente de trabajo.(36)
En términos generales, si el accidente ocurrió en la CABA durante la prestación de servicios (no en el
trayecto), la cuestión queda dentro del concepto de efectiva prestación, incluso cuando fuera esporádica; si el
accidente ocurrió en el trayecto y tal trayecto incluye algún punto en la CABA, puede presumirse que en esta
jurisdicción el trabajador presta servicios o se reporta; si las características generales de la actividad de que se
trate incluyen alguna suerte de reporte (limpieza, vigilancia), tal reporte puede presumirse habitualmente
cumplido en el domicilio de la empleadora, si su domicilio está en la Ciudad.
Fuera de tales casos y en ausencia de otros elementos, podría requerirse con una intimación previa la
“copia simple del documento nacional de identidad” (u obtenerse tal información de oficio, en la página del
ReNaPer) o “la constancia expedida por el empleador” del lugar de efectiva prestación de servicios o del
domicilio donde habitualmente se reporta (art. 5, R. 298/2017), tal como lo establece la reglamentación.
La ley 27348 no ha necesitado, así, derogar ninguna norma previa porque ninguna norma explícita existía
para regular la competencia, que se encontraba definida, desde hacía casi veinte años, por un magma que era
el resultado de las normas originarias de la ley 24557, de las sucesivas declaraciones de inconstitucionalidad,
del recurso a otras normas del sistema jurídico y de una difusa pero sostenida tendencia en la jurisprudencia
favorable a la aceptación de la competencia de la justicia nacional del trabajo.
Otra decisión conduciría a consecuencias absurdas en normas tendientes a regular la distribución de
pleitos. Si todos aquellos supuestos de competencia resultaran finalmente acumulativos, el esquema resultante
permitiría a quien inicia una acción elegir entre: a) su propio domicilio (art. 1, L. 27348); b) el domicilio de
celebración del contrato(37) (art. 24, LO); c) el domicilio de su empleador (art. 24, LO); d) el domicilio legal de
la aseguradora (extendiendo el concepto de “empleador” previsto originalmente para el empleador por el art.
24, LO al más genérico de “demandado”); e) el domicilio de las sucursales de la aseguradora (por extensión
jurisprudencial); f) el domicilio de efectiva prestación de servicios (art. 1, L. 27348) o del lugar de trabajo (art.
24, LO); g) el lugar donde habitualmente se reporta (art. 1, L. 27348); h) el lugar del accidente (art. 118, ley
de seguros); i) el domicilio del productor de seguros que gestionó el contrato.
No es razonable sostener la subsistencia de los criterios de distribución territorial que resultaban de la
aplicación analógica de la ley 18345 y de la ley de seguros. Si nuestro sistema jurídico careciera también ahora
de normas sobre competencia en los casos de juicios contra las aseguradoras de riesgos del trabajo, es posible
que tal aplicación analógica siguiera resultando razonable. Pero enfrentar tal interpretación analógica a una
norma posterior, especial y expresa en sentido contrario implica el riesgo de subordinar el sistema jurídico a la
preferencia ocasional del intérprete y de admitir, en un solo movimiento, la prórroga de jurisdicción.
Las dificultades que pudieran existir en otras jurisdicciones, vinculadas a la ausencia o a la deficiencia de
las Comisiones Médicas respectivas, nunca podrían operar como obstáculos para la aplicación de la nueva
norma sobre distribución de competencia o como supuestos de prórroga de jurisdicción (38): serán los jueces
locales (y competentes) los que deberán resolver los conflictos que correspondan a su jurisdicción, en los
términos del ya reseñado segundo párrafo del artículo 1 de la ley 27348.
No hay, en principio, razones constitucionales para el cuestionamiento de las normas que atribuyen
competencia por razones territoriales(39), salvo que la decisión legislativa produzca, en los hechos, una
obstrucción al ejercicio del derecho de que se trate, como ocurría en la primera versión de la ley 24557 que
obligaba a cualquier litigante, en el marco del recurso contra la decisión administrativa, a comparecer ante un
único tribunal, federal, con sede en la Ciudad de Buenos Aires. Pero esta situación no se reproduce en la norma
actual donde, además, la opción por el domicilio del trabajador, inexistente en el artículo 24, LO y en la ley de
seguros, cumple la habitual pretensión de que “los tribunales ante los cuales se sustancia el proceso se hallen
situados a razonable proximidad de sus domicilios”.(40)
Existe otra circunstancia a considerar: ha de presumirse que el legislador cuenta con los elementos o la
perspectiva adecuada para considerar, en su conjunto, los efectos de la distribución territorial de los pleitos; la
cantidad de procesos puede estimarse en grandes números por la cantidad de habitantes, mientras el número
y la distribución de los tribunales también son circunstancias que pueden ser medidas. La decisión de
atribución de competencia territorial, es de esperarse, se adopta a partir del modo en que tal distribución se
produzca en condiciones de equilibrio. Esta información y esta posibilidad de sopesar las consecuencias de la
decisión sobre distribución de juicios se presume disponible en el momento de la creación de la ley, mientras
que suele estar fuera del alcance de los elementos a considerar por un juez, vinculados generalmente al caso
particular que tiene a estudio.
Por último, debe descartarse de plano alguna argumentación vinculada a la garantía del juez natural, dado
que en todo momento la competencia se atribuye a jueces laborales y en causas posteriores a la modificación
legal.
Este nuevo esquema de distribución de competencias encuentra dos excepciones, ya insinuadas: el caso
de los trabajadores no registrados (arts. 28, LRT y 1, párr. 3, L. 27348), y el caso de los trabajadores
amparados por hipótesis de autoseguro; en ambos casos, por tratarse de reclamos contra el empleador, en el
ámbito de la Ciudad de Buenos Aires rige el artículo 24, LO.

V - ACTUACIÓN ANTE LA JUSTICIA NACIONAL DEL TRABAJO


5.1. La defensa en juicio de las personas y los derechos
El artículo 18 de la Constitución Nacional dispone: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin
juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de
los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí
mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en
juicio de la persona y de los derechos...”. Este es el marco en el que las normas inferiores deben
interpretarse.
Los artículos 1, 2, 3 y 14 de la ley 27348 introducen un confuso panorama normativo sobre acciones y
recursos. Algunos tramos de los pretendidos procesos son deficientemente regulados mientras otros son
delegados a la reglamentación de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. La delegación, como no podía
ser de otro modo, se vincula expresa y estrictamente con el procedimiento administrativo(41). La
reglamentación destinada a organizar el trámite interno de las Comisiones Médicas y de la Comisión Médica
Central no puede, por razones de jerarquía, incluir decisiones que impliquen la modificación de otras normas
generales, de nivel superior, que regulan el ejercicio de los derechos en el ámbito de los tribunales.
Cualquier decisión administrativa que regule acciones o recursos judiciales (o privilegie unos sobre otros, o
excluya cualquiera de ellos) es inválida por razones jerárquicas. La delegación legal no pudo alcanzar este
contenido (contenido que la resolución, luego, amplió) y este aspecto es suficiente para revisar su
constitucionalidad.
Pero otro aspecto de este problema es también relevante: es la cuestión del tiempo que tiene cualquier
ciudadano para iniciar un reclamo judicial; no me refiero al tiempo de espera para poder iniciarlo (vinculado,
por ejemplo en este caso, al trámite administrativo) sino, justamente, el tiempo con el que cuenta una vez que
está en condiciones de hacerlo. Este aspecto está regulado hoy por todas las normas relativas a la
prescripción(42), sin que ninguna ley, ni siquiera la actual 27348, imponga una limitación distinta en este
sentido. En el marco constitucional más arriba analizado, es inadmisible que la ley otorgue autoridad de cosa
juzgada a “los decisorios que dicten las Comisiones Médicas jurisdiccionales o la Comisión Médica Central que
no fueren motivo de recurso alguno” pero, al mismo tiempo, se abstenga de fijar los plazos en los cuales tales
decisiones homologatorias (sobre la pretensión controvertida de fondo, no sobre la hipótesis de conciliación)
pueden ser cuestionadas. Tales plazos debían ser regulados por la ley e intentar satisfacer, dentro de un marco
ciertamente difuso, aquella exigencia del control judicial amplio y suficiente, fijado como criterio constitucional
por la Corte y antes mencionado. Incluso si los plazos de la reglamentación hubieran sido impuestos por una
ley, no parecen cumplir el requisito de amplitud (concepto que incluye tiempos y contenidos). Pero en este
caso, reitero, ni siquiera fueron impuestos por una ley.
Si la ley 27348 pretendió establecer alguna limitación (caducidades, recursos) en el acceso al trámite
judicial, tal limitación debió siquiera ser expresamente asumida por ella (con la fijación de los plazos
respectivos), sin que sea posible entonces, por razones constitucionales, delegar en la Superintendencia de
Riesgos del Trabajo las condiciones en las que ha de ser ejercida una acción judicial. Insisto: la ley 27348 no
establece ningún plazo para acciones o recursos, por lo que, en el contexto de las normas generales sobre la
materia(43), las de nivel inferior que dispongan caducidades para el ejercicio de los derechos respectivos
resultan inválidas (art. 31, CN).
En todo momento es posible, por estas razones, acceder a la referida acción judicial. Y encuentro para ello
relevante, además, cierta ambigüedad que la ley 27348 exhibe en este punto cuando dispone, en su primer
artículo, que la actuación de las Comisiones Médicas es una (la única) instancia administrativa previa. El uso de
esta expresión sería inadecuado si no hubiera, luego, la posibilidad de iniciar una acción. ¿Instancia previa a
qué? ¿A un recurso? Un recurso es siempre posterior o consecuencia de algún tipo de resolución que lo
precede: frente a la decisión de una autoridad competente, existe la posibilidad de interponer un recurso para
cuestionarla. Pero la ley regula una “instancia administrativa previa” que en el lenguaje de todo el sistema
jurídico refiere a aquella que un ciudadano debe transitar antes de (y como requisito para) interponer luego su
acción ante los tribunales. Esta expresión aporta una pauta para identificar el centro de gravitación del
sistema: si una instancia es exigida como previa, será que el sistema orbita alrededor de la causa judicial.
5.2. El trámite judicial
En el contexto analizado, esta posibilidad de iniciar una acción judicial no se contradice con la
obligatoriedad de un trámite administrativo previo. Por el contrario, entendido de este modo, y limitado a
sesenta días hábiles administrativos, se encuentra dentro de lo razonable, por los motivos ya expuestos y que
podría resumir así: las distintas normas procesales han tendido a generar ámbitos no judiciales previos a la
demanda para dar una ocasión a la resolución del conflicto; el tiempo destinado a ese trámite se encuentra
limitado a una extensión de identidad práctica con el que insumía la gestión previa ante el SECLO, aceptado de
modo generalizado en los tribunales; todas las resoluciones son susceptibles de revisión judicial, por diferentes
vías; el trabajador cuenta con asistencia letrada de su elección; la especialización técnico-médica del sistema
tiende a garantizar la aplicación de criterios homogéneos; y, por la consideración de un elemento que excede
cada causa individual y ya ha sido mencionado, la centralización de la información sobre reclamos individuales
permite elaborar estadísticas más precisas y establecer políticas generales de prevención de riesgos acordes
con los datos relevados.
Salvo los trabajadores no registrados, los demás deben transitar entonces una instancia previa
administrativa y de conciliación. El segundo párrafo del artículo 1 de la ley 27348 dispone que la instancia
administrativa se agotara con la resolución de la comisión médica jurisdiccional. Los párrafos tercero y quinto
del artículo 3 de la ley disponen: “La comisión médica jurisdiccional deberá expedirse dentro de los sesenta
días hábiles administrativos, contados a partir de la primera presentación debidamente cumplimentada y la
reglamentación estableceré los recaudos a dichos efectos ... Todos los plazos resultarán perentorios y su
vencimiento dejará expedita la vía prevista en el artículo 2 de la presente ley”. Los días hábiles administrativos
coinciden de modo práctico, salvo las ferias, con los días hábiles judiciales. De allí resulta que,
aproximadamente, sesenta de tales días equivalen a tres meses, tiempo que parece no causar agravio
constitucional.(44)
Vencido el plazo legal sin resolución, la vía judicial queda habilitada. Si antes o después del vencimiento
del plazo existe resolución(45), también el trabajador o sus derechohabientes pueden cuestionarla (en el ámbito
de la justicia nacional) por una acción ordinaria con el procedimiento de la ley 18345, con las reglas de la
competencia territorial que la nueva norma fija. A tal acción será acumulado el recurso que, eventualmente,
interponga la aseguradora.
Sin perjuicio de ello, es posible acceder a la instancia judicial tanto en ese momento como luego de la
resolución de la Comisión Médica Central, es decir, la continuidad o el abandono de la instancia administrativa
no constituye obstáculo alguno para el reclamo judicial.
Frente a la resolución de la Comisión Médica, el trabajador (o sus derechohabientes) y la aseguradora
pueden también cuestionarla mediante recurso en el propio ámbito administrativo ante la Comisión Médica
Central o ante la justicia ordinaria de primera instancia (art. 2, párr. 1, L. 27348); en el caso que el recurso se
hubiera dirigido a la Comisión Médica Central, su decisión también puede ser recurrida de modo directo ante la
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, aunque en este caso tampoco el plazo es fijado (art. 2, párr. 3, L.
27348, R. 298/2017).
El esquema de acciones posibles podría sintetizarse así.
a) Acción judicial, ante la Justicia Nacional de Primera Instancia.
En este ámbito tramitarán las causas judiciales vinculadas a las Comisiones Médicas de la jurisdicción que
resulten a su vez competentes, salvo los casos relativos a trabajadores no registrados o con empleadoras
autoaseguradas.
a.1) Acción de los trabajadores vinculados por relaciones laborales no registradas. Del artículo 1,
tercer párrafo, de la ley 27348 resulta que en los casos de relaciones no registradas no se requiere
trámite administrativo previo alguno y la acción puede iniciarse ante la Justicia Nacional del Trabajo si
se presentan las hipótesis de competencia del artículo 24 de la LO, ya que no existe aseguradora (por
lo que se descartan las reglas de la L. 27348 e, incluso, las de la ley de seguros) y el juicio no es más
que una causa entre trabajadores y empleadores.(46)
a.2) Acción por agotamiento del plazo. Transcurridos sesenta días desde el inicio del trámite ante las
Comisiones Médicas (con independencia de que se hubiera o no se hubiera agotado la vía
administrativa), el trabajador o sus derechohabientes quedan habilitados para iniciar la acción
judicial(47). La propia norma establece la posibilidad de prorrogar ese plazo “por cuestiones de hecho
relacionadas con la acreditación del accidente de trabajo o de la enfermedad profesional debidamente
fundadas”. Una mejor técnica legislativa habría incluido tal plazo en la propia norma: el plazo, de
treinta días hábiles, fue en cambio incluido en la reglamentación por resolución 298/2017.
El sistema es de todos modos aceptable, si se tiene en cuenta que la posibilidad de una prórroga es
habilitada por la propia ley, que la limita a los casos donde el debate gira sobre la propia existencia
del hecho que pretende identificarse como causa de la incapacidad (situación que involucra más
elementos y pruebas), que la resolución regló de modo expreso tal posibilidad y que el plazo resultó
finalmente limitado a un lapso incluso menor que el original.(48)
Desde la fecha de inicio del trámite ante las Comisiones Médicas por el rechazo de la denuncia, por la
falta de determinación de la incapacidad o por la divergencia en el porcentaje, el trabajador tiene
derecho a alguna decisión o alguna respuesta a su reclamo dentro de los sesenta días hábiles o, a lo
sumo, dentro de los noventa si se discute la acreditación del accidente o la enfermedad y existe una
resolución fundada de prórroga.(49)
Vencido tal plazo, puede iniciar su demanda en los términos del artículo 65 de la LO(50); aunque el
requisito del inciso 7) es inaplicable, debe acompañar ahora la constancia de inicio de este trámite
administrativo(51). Dado que los requisitos de la demanda no se encontrarían completos sin tal
constancia, la eventual intimación previa debe también practicarse bajo apercibimiento de tener por
no presentada la demanda, sin más trámite ni recurso (arts. 65 y 67, LO).(52)
a.3) Acción por agotamiento de la vía por resolución de la comisión médica o de la Comisión Médica
Central(53). La situación, aunque similar a la del caso anterior, podría implicar el acotamiento de los
plazos si antes de los sesenta días hábiles administrativos existe resolución administrativa de
cualquier instancia.
a.4) Acciones posteriores a la homologación del acuerdo entre partes. En el marco del procedimiento
de esta norma y de las previas, el trámite administrativo puede finalizar con el acuerdo conciliatorio
con asistencia letrada y la homologación por la autoridad de aplicación. Con los efectos de la cosa
juzgada, esta decisión solo podría ser cuestionada judicialmente por razones que conduzcan a la
nulidad del acto homologatorio.
b) Recursos ante la Justicia Nacional de Primera Instancia
El cuarto párrafo del artículo 2 dispone: “Los recursos interpuestos procederán en relación y con efecto
suspensivo, a excepción de los siguientes casos, en los que procederán con efecto devolutivo: a) cuando
medie apelación de la aseguradora de riesgos del trabajo ante la Comisión Médica Central en el caso
previsto en el artículo 6, apartado 2, punto c) de la ley 24557, sustituido por el artículo 2 del decreto
1278/2000; cuando medie apelación de la aseguradora de riesgos del trabajo ante la Comisión Médica
Central en caso de reagravamiento del accidente de trabajo o de la enfermedad profesional”.(54)
b.1) Recurso por disconformidad con el porcentaje de incapacidad o el monto indemnizatorio fijado
por la comisión médica. Para el caso que el trabajador se sujete a este procedimiento, el artículo 16
de la resolución (SRT) 298/2017 dispone que “dentro de los quince días de notificado el acto, las
partes podrán interponer dichos recursos ante el Servicio de Homologación ... fundado y (debe)
contener la crítica concreta y razonada de la decisión por la que se agravia. No bastará remitirse a
presentaciones anteriores ni podrá fundar sus pretensiones en hecho no alegados en la instancia
anterior. De la expresión de agravios se correrá traslado a la contraparte por el plazo de cinco días”.
El artículo 18 de la misma resolución, por su parte, establece en los diez días siguientes el expediente
debe elevarse al juzgado competente (es decir, a la Cámara para su sorteo).
Si bien el efecto es suspensivo, el solo recurso del actor permitiría la ejecución parcial de lo que fuera
reconocido en sede administrativa.(55)
b.2) Recurso de la aseguradora. Se acumula al recurso o la acción que el trabajador o sus
derechohabientes pudieran haber iniciado.
c) Recursos ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
Las decisiones de la Comisión Médica Central pueden ser recurridas, en los casos de su competencia
territorial y en la medida de los agravios, ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (art. 2, párr.
3, L. 27348). Sin embargo, la disposición legal no incluye plazos, omisión que reproduce la
reglamentación. Acaso en el marco las facultades conferidas por el artículo 23 de la ley 18345 a la Cámara
pudiera fijarse tal plazo en 15 días, el mismo previsto para recurrir las resoluciones de las Comisiones
Médicas [art. 16, R. (SRT) 298/2017], de modo brindar certeza sobre el modo en que este remedio
procesal puede ser ejercido.

VI - CARACTERÍSTICAS DEL TRÁMITE ANTE LA JUSTICIA NACIONAL DEL


TRABAJO
6.1. Gratuidad del trámite
En sintonía con el artículo 20 de la LCT, el párrafo noveno del artículo 2 de la ley 27348 dispone que
“todas las medidas de prueba producidas en cualquier instancia serán gratuitas para el trabajador”(56). Por otra
parte, si por “medidas de prueba” se entiende, también, la propia actividad del perito médico, acaso esta
norma supere el debate de los artículos 40 de la LO y 77 del CPCC relativos a la medida en que deben cargar
tales honorarios la parte no condenada en costas.
6.2. El concepto de incapacidad laboral temporaria
La modificación actual amplía el plazo que debe transcurrir para que se configure el cese de la situación de
incapacidad laboral temporaria, ya que el año actualmente vigente es sustituido por el “transcurso de dos años
desde la primera manifestación invalidante” (art. 10, L. 27348). Esta norma se acopla, en cierto modo, al
tiempo máximo legal que puede mantenerse el contrato, sin prestación efectiva y por cuestiones de salud,
previsto en la ley de contrato de trabajo: hasta un año en los términos del artículo 208 y otro año de reserva
de puesto. Según el grado de incapacidad de que se trate, al finalizar tales plazos podría considerarse definitiva
la incapacidad y, eventualmente, extinguirse el vínculo por alguna de las hipótesis del artículo 212 de la LCT.
De todos modos, en cualquier momento el trabajador podrá reclamar, judicialmente y por razones médicas, la
reparación de la que entiende como su incapacidad laboral permanente.(57)
6.3. Designación de peritos médicos
Los párrafos penúltimo y antepenúltimo del artículo 2 de la ley 27348 disponen: “En todos los casos los
peritos médicos oficiales que intervengan en las controversias judiciales que se susciten en el marco de la ley
24557 y sus modificatorias deberán integrar el cuerpo médico forense de la jurisdicción interviniente o entidad
equivalente que lo reemplace...” y “en caso que no existieren profesionales que integren los cuerpos médicos
forenses en cantidad suficiente para intervenir con la celeridad que el trámite judicial lo requiera como peritos
médicos, los tribunales podrán habilitar mecanismos de inscripción de profesionales médicos que expresamente
acepten los parámetros de regulación de sus honorarios profesionales conforme lo previsto en el párrafo
precedente”.(58)
No es fácticamente posible, en el ámbito de la Justicia Nacional del Trabajo, dar cumplimiento a lo
normado por los del artículo 2 de la ley 27348, ya que no depende del fuero -y menos aún de algún juzgado
aislado- la confección de listas de peritos ni la posibilidad de recurrir ante el Cuerpo Médico Forense para su
control(59). Desde que por decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el sistema JNT fue sustituido
por el sistema Lex100, la única posibilidad de sortear peritos resulta de este sistema, al tiempo que el control
de las inscripciones y de los algoritmos de sorteo no dependen ya del Fuero sino del Sistema Único de
Administración de Peritos y Martilleros de la Justicia Nacional y Federal.(60)
Dado que otra decisión implicaría la paralización de las causas y la violación de la garantía de la defensa
en juicio (art. 18, CN y art. 2, párr. 11, L. 27348), hasta tanto el sistema de la norma no se encuentre
disponible, la designación y el sorteo de peritos en general, y médicos en particular, solo podría practicarse en
el modo actualmente en uso.
6.4. Criterios para la determinación de la incapacidad
El octavo párrafo del artículo 2 de la ley 27348 dispone que “para todos los supuestos resultará de
aplicación lo dispuesto en el artículo 9 de la ley 26773”, mientras que esta norma establece: “Para garantizar el
trato igual a los damnificados cubiertos por el presente régimen, los organismos administrativos y los
tribunales competentes deberán ajustar sus informes, dictámenes y pronunciamientos al Listado de
Enfermedades Profesionales previsto como Anexo I del decreto 658/1996 y a la tabla de evaluación de
incapacidades prevista como Anexo I del decreto 659/1996 y sus modificatorios, o los que los sustituyan en el
futuro”. La norma contribuye a la uniformidad de los criterios médicos generales, que es una forma indirecta de
normalizar la medida de las reparaciones legalmente previstas.
6.5. Trámite de los recursos
En cuanto a los recursos que pueden tramitar ante cualquiera de las instancias, la ley no regula siquiera
los plazos respectivos; por ello, si el trabajador se sujeta a este mecanismo de acceso a la instancia judicial, la
decisión que adopte el juzgado o la sala (según revise la resolución de las Comisiones Médicas o de la Comisión
Médica Central y con la genérica facultad de producir medidas para mejor proveer, art. 80, LO) no es
susceptible, a su vez, de un recurso posterior, por lo que la respectiva decisión pasará en autoridad de cosa
juzgada.

VII - LA REPARACIÓN EN LOS TÉRMINOS DE LA LEY

7.1. Las normas modificadas


La ley 27348 introduce algunas modificaciones en el modo de establecer el ingreso base y en sus ajustes
posteriores, aspecto en el que reproduce la grave deficiencia sintáctica de la ley 26773. Los textos son los que
siguen.
Artículo 11 de la ley 27348: “Sustitúyese el artículo 12 de la ley 24557 por el siguiente texto:
Artículo 12: Ingreso base. Establécese, respecto del cálculo del monto de las indemnizaciones por
incapacidad laboral definitiva o muerte del trabajador, la aplicación del siguiente criterio:
1. A los fines del cálculo del valor del ingreso base se considerará el promedio mensual de todos los
salarios devengados -de conformidad con lo establecido por el art. 1 del convenio 95 de la OIT- por el
trabajador durante el año anterior a la primera manifestación invalidante, o en el tiempo de prestación
de servicio si fuera menor. Los salarios mensuales tomados a fin de establecer el promedio se
actualizarán mes a mes aplicándose la variación del índice RIPTE (Remuneraciones Imponibles
Promedio de los Trabajadores Estables).
2. Desde la fecha de la primera manifestación invalidante y hasta el momento de la liquidación de la
indemnización por determinación de la incapacidad laboral definitiva, deceso del trabajador u
homologación, el monto del ingreso base devengará un interés equivalente al promedio de la tasa
activa cartera general nominal anual vencida a 30 días del Banco de la Nación Argentina.
3. A partir de la mora en el pago de la indemnización será de aplicación lo establecido por el artículo
770 del Código Civil y Comercial acumulándose los intereses al capital, y el producido devengará un
interés equivalente al promedio de la tasa activa cartera general nominal anual vencida a 30 días del
Banco de la Nación Argentina, hasta la efectiva cancelación”.
El artículo 21 derogó el artículo 8 y el apartado 6 del artículo 17 de la ley 26773, y el artículo 16 incorporó
a la ley 26773, como artículo 17 bis, este texto.
“Determínase que solo las compensaciones adicionales de pago único, incorporadas al artículo 11 de la ley
24557 y sus modificatorias, y los importes mínimos establecidos en el decreto 1694/2009, se deberán
incrementar conforme la variación del índice RIPTE (Remuneraciones Imponibles Promedio de los
Trabajadores Estables), desde el 1/1/2010 y hasta la fecha de la primera manifestación invalidante de la
contingencia considerando la última variación semestral del RIPTE de conformidad con la metodología
prevista en la ley 26417”.
Estas modificaciones se aplican a las contingencias “cuya primera manifestación invalidante resulte
posterior a la entrada en vigencia de la presente ley” (art. 20).
7.2. Importes mínimos y adicionales
Si la ley 27348 pretendió conjurar los resultados interpretativos de la ley 26773 (61), lo hizo tarde, porque la
cuestión ya había sido zanjada por la Corte Suprema en su fallo “Espósito”, y mal, porque la redacción elegida
incluye expresiones que reproducen el problema inicial con un agravante, ya que podría invocarse ahora que la
interpretación de esta nueva norma queda fuera del amparo de la doctrina establecida en el mencionado
precedente del máximo Tribunal.
¿Cómo puede explicarse la referencia actual de la norma a “enero de 2010”? El uso de ese punto en el
tiempo, incluido también en la norma que ahora se deroga, fue intrincado pero no carecía de sentido. En la
actual no tiene explicación.(62)
Recordemos: el artículo 17.6 de la ley 26773 ordenaba el ajuste “desde el 1/1/2010” y hasta “la fecha de
entrada en vigencia de la presente ley”(63). De la lectura armónica de esta norma y del artículo 8 (ahora
derogado) podía concluirse con lealtad interpretativa que la actualización por el RIPTE solo correspondía a los
montos previstos en las normas del sistema, que tenían así una nueva expresión para octubre de 2012, fecha
de publicación de la ley. Una breve síntesis de la historia normativa apoya esta idea: a) los montos incluidos en
ley 24557 funcionaron como topes hasta la vigencia del decreto 1694/2009; b) este decreto convirtió en
mínimos aquellos topes desde su vigencia, en noviembre de 2009; c) el tiempo entre la modificación del
decreto 1694/2009 y la nueva ley 26773 justificó la corrección del mínimo, “desde enero de 2010” hasta “la
fecha de entrada en vigencia”, es decir, octubre de 2012(64), con el mismo índice general que se utilizaría en lo
sucesivo; d) la ley 26773 estableció, a partir de ese nuevo punto, un mecanismo de actualización semestral de
mínimos que empezó a regir desde marzo de 2013.
La fijación del punto de arranque en enero de 2010 (cuando los mínimos habían sido fijados, por última
vez, a noviembre de 2009) tenía así un motivo que se agotó en tal corrección. Pero el tramo final del nuevo 17
bis, cuando impone el incremento “conforme la variación del RIPTE desde el 1 de enero de 2010 y hasta la
fecha de la primer manifestación invalidante de la contingencia considerando la última variación semestral del
RIPTE de conformidad con la metodología prevista en la ley 26417”, no encuentra en su mala redacción
siquiera la necesidad de corregir los montos de 2010 ya que, a este momento, aquella cuestión está
absolutamente jurídicamente superada.
¿Cuál es el significado plausible, en el contexto reseñado, de la expresión “desde el 1/1/2010 y hasta la
fecha de la primera manifestación invalidante de la contingencia”?
Por imperio de la ley la indemnización debe calcularse, de acuerdo a la conocida fórmula “salario x 53 x 65
x i(65) / edad / 100”, a la fecha de la primera manifestación invalidante. Una vez calculada (tanto la principal,
como eventualmente la accesoria del art. 3, L. 26773), debe ser comparada con los mínimos vigentes a ese
momento. Esos mínimos, por su parte, no cambian cada mes sino que están sujetos a actualización
semestral(66), de modo que la comparación ha de practicarse dentro de la banda temporal semestral que
corresponda. El carácter semestral, y no mensual, resulta de las normas mencionadas y aparece reforzado con
la referencia final de la norma a la “metodología prevista en la ley 26417”(67). En una línea del tiempo, la
primera de tales actualizaciones se practicó desde enero de 2010 y hasta la fecha de la ley; luego, a partir de
marzo de 2013, todas son semestrales, en marzo y setiembre.(68)
¿Cuáles son los montos que se mantendrán a valores constantes con la metodología del artículo 17 bis,
introducido por la ley 27348? Por empezar, las sumas originalmente fijadas en el artículo 11.4 de la ley 24557
y las establecidas en el decreto 1694/2009, que la ley designa de modo expreso. Pero también,
indudablemente, el monto establecido en el artículo 3 de la ley 26773.
El recargo de esta última norma (20% de las indemnizaciones que correspondan en cada caso) constituye
un incremento de las indemnizaciones de los artículos 14.2, 15.2, 17 y 18.1 de la ley 24557 (con todas sus
modificaciones) que rige de pleno derecho, siempre que el accidente o primera manifestación de la enfermedad
sea posterior a la vigencia de la ley y no se trate de un siniestro ocurrido en el trayecto (69). No es necesaria, en
este sentido, una petición expresa: reclamada la indemnización en una acción judicial corresponde su cálculo
aunque no se reclame, ya que constituye una nueva forma de liquidación de las indemnizaciones. Por ello debe
considerarse comprendida en la expresión “sus modificatorias” que el nuevo artículo 17 bis de la ley 27348
utiliza para definir los montos que deben ser actualizados por RIPTE.
De todo ello resulta que los importes que deben actualizarse semestralmente por el índice RIPTE, ya sea
que la resolución con el cálculo sea publicada o no lo sea, son los que siguen:

Incapacidad permanente parcial  50% 14.2, LRT

Incapacidad permanente parcial 50%  66% 14.2.b y 11.4.a, LRT

Incapacidad permanente total  66% 15.2 y 11.4.b, LRT; 4, D. 1694/2009

17.1 y 11.4.b, LRT; 4, D. 1694/2009


Gran invalidez(70)  66%
17.2, LRT; 4 y 5, D. 1694/2009

Muerte del damnificado 18.1 y 11.4.c, LRT

Cualquier caso anterior, que no fuera in itinere 3, ley 26773

7.3. Ingreso base mensual


La cuestión sobre los rubros que participan en la determinación del ingreso básico mensual (IBM) ha
generado repetidos debates en las causas individuales(71). Acaso la norma actual quiso saldarlos al introducir el
concepto de remuneración devengada de acuerdo a la norma internacional, pero el conjunto de palabras
elegido es inapropiadamente agrupado, ya que el concepto de remuneración devengada tiende a oponerse al
de remuneración percibida, mientras que la referencia al convenio 95 de la OIT tiende a borrar la caprichosa
línea que divide los rubros del salario entre remuneratorios y no remuneratorios.(72)
Considero razonable entender la fórmula legal, a partir de la referencia a la mencionada norma
internacional, como inclusiva de todos los rubros que conforman el salario del trabajador y que suelen
clasificarse como remunerativos o no remunerativos. El promedio se obtiene a partir del conjunto de
remuneraciones percibidas en el año, o en el período, con indiferencia de la variabilidad. Como la pauta no es
ya diaria sino mensual, en caso de períodos menores a un mes, lo percibido debe extrapolarse a valores
mensuales, decisión que explica también la inclusión de la palabra “devengadas”. Más allá de los rubros que
pudieran entenderse devengados y que resulten de la mera aplicación de normas de carácter general (situación
que permitiría a la propia aseguradora conocerla), este concepto no alcanzaría, por ejemplo, a la eventual
deuda salarial.(73)
7.4. Actualización del ingreso base (ap. 1 del nuevo texto del art. 12)
No he de extenderme aquí sobre qué es la inflación y cuáles son las razones que la generan o aceleran.
Porque más allá de sus causas, es indiscutible que la inflación es un dato más o menos permanente de la
economía, por lo que parece razonable alguna consideración en sus efectos sobre las obligaciones derivadas de
un contrato de trabajo. Dos mecanismos suelen utilizarse para paliar los efectos del proceso inflacionario: a) la
repotenciación de las deudas sobre la base de índices que reflejen la pérdida del valor adquisitivo del dinero, y
b) la aplicación de tasas de interés que, al reparar el perjuicio originado por la mora, tomen en cuenta que éste
se configura, entre otros elementos, por la inflación. Desde 1991 este segundo sistema es el que rige en
nuestro sistema jurídico (art. 7, L. 23928 y su modificación en idéntico sentido por el art. 4, L. 25561).
El artículo 11 de la ley 27348 evita que la incidencia de la inflación sobre la evolución de los salarios
resulte en una reducción de la retribución normal de la víctima, impone la obligación de indexar los “salarios
mensuales tomados” y fija el índice que debe utilizarse, sin otra precisión. Entiendo que la interpretación tiene
que enmarcarse, necesariamente, en el sistema jurídico general, donde la indexación está expresamente
prohibida desde hace 25 años por las normas ya referidas.(74)
En la tradición del plenario “Roldán”(75), la norma actual tiende a que el promedio no se vea reducido por la
desvalorización de la moneda en el período. La norma que establece “los salarios mensuales tomados a fin de
establecer el promedio se actualizarán mes a mes aplicándose la variación del índice RIPTE” implica, entonces,
que cada remuneración considerada (las de todo un año, o las del lapso menor) debe ser actualizada a valores
de la última, momento a partir del cual puede presumirse que, con la fijación de intereses, cesa la reducción de
la variable salarial que pudiera atribuirse al mero paso del tiempo.(76)
Para la aplicación del RIPTE corresponde tener en cuenta, en cada momento, el índice del mes anterior al
que se trate, dado que toda repotenciación de un crédito incluye una ficción consistente en suponer que el
incremento no es constante sino desencadenado al fin de cada período.(77)
7.5. Tasa de interés
Aunque no coincido con las tesis que confunden indexación e interés (la primera tiende a mantener el
valor de dinero y es necesaria cuando la inflación es elevada, el segundo es el resultado del precio por el
préstamo del dinero, de la consideración del riesgo ante la falta de pago y de cierta expectativa inflacionaria en
el mercado), es indiscutible que las tasas bancarias toman en cuenta, entre otros factores, la desvalorización
de la moneda.
La fijación de una tasa de interés como la activa, que no queda fijada en el momento de la sentencia y
contempla las variaciones que puedan presentarse con posterioridad y hasta el efectivo pago, incluye así una
eventual corrección de los efectos indeseables de la inflación. Cierto es que alguna línea argumental considera
que un trabajador medio encuentra sumamente difícil acceder a un crédito con la tasa activa del Banco Nación.
Tal consideración sea probablemente cierta. Muchas son las alternativas que se presentan a quien debe
disponer de una suma de dinero que la obligada no paga. Qué resolverá el trabajador no lo sabemos ni resulta
razonable que lo sujetemos a indicios o pruebas, porque está facultado para procurarse, a costas del deudor, lo
que le es debido [art. 730, inc. b), CCyCo.) y porque existe en el mercado un mecanismo que tiende a fijar el
precio del dinero y tal mecanismo, general y en cierta medida previsible, está constituido por el promedio
mensual de la tasa activa que emplea el Banco de la Nación Argentina en las operaciones de descuento de
documentos comerciales.(78)
No existen razones para objetar constitucionalmente esta norma, que sigue al Código Civil y Comercial en
su interés por unificar las tasas en todas las jurisdicciones(79); el modo en que un crédito ha de mantenerse en
el tiempo por la falta oportuna de pago influye -o suele influir- tan fuertemente en la determinación final de la
condena que las diferentes tasas pueden resultar, en la práctica, en reparaciones distintas frente a condiciones
relevantes idénticas para las normas. La unificación de la tasa de interés de uso judicial no es más que una
expresión del propio artículo 16 de la CN.
Además de igualadora, la tasa establecida es absolutamente razonable. Es, conviene recordarlo, la tasa
que tradicionalmente ha utilizado la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y la más apropiada para su
aplicación a créditos judiciales, ya que equivale, por las razones mencionadas y al menos aproximadamente (80),
al costo que el acreedor impago debería afrontar para obtener, en el momento del vencimiento de la
obligación, el monto que el deudor moroso hubiese retenido, a la vez que pone en cabeza del deudor la
responsabilidad por el resarcimiento de aquel costo, sea este real o equivalente en términos de postergación
de consumos o privaciones en que el acreedor hubiese debido incurrir para hacer frente a la falta de pago
oportuno de su crédito.(81)
La norma sobre intereses está dirigida a fijar los accesorios de un capital y, por tal razón, su aplicabilidad
está definida por el momento de la resolución que se pronuncia sobre la obligación principal, es decir, la
sentencia definitiva. Tal es el criterio que tradicionalmente sostuvo la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo, cuando al modificar las tasas disponía su inmediata aplicación en las sentencias, incluso en la alzada si
la modificación se daba entre las sentencias de ambas instancias.(82)
En las sentencias dictadas a partir del 6/3/2017 corresponde, entonces, la aplicación de la referida tasa
activa.
7.6. Inicio del cómputo de los intereses
Los párrafos segundo y tercero del nuevo artículo 12 de la LRT introducen sendas normas sobre intereses
con una redacción más compleja que la obligación creada, obligación que puede reconstruirse como sigue.
Los intereses corren desde el accidente (segundo párr.), tal como lo había establecido, también, la ley
26773: “El derecho a la reparación dineraria se computará, más allá del momento en que se determine su
procedencia y alcance, desde que acaeció el evento dañoso o se determinó la relación causal adecuada de la
enfermedad profesional” (art. 2, tercer párr.)(83). Pero en palabras de la norma es el ingreso base el que
devenga intereses, y no la indemnización. De todos modos, por mera propiedad distributiva, decir que el
ingreso base devenga intereses desde el accidente y hasta la “liquidación de la indemnización” es lo mismo que
decir que la indemnización devenga intereses desde el accidente y hasta la mencionada liquidación.
El apartado 3, por su parte, dispone un nuevo cálculo de intereses, con capitalización de los anteriores,
desde la “mora en el pago”.
La norma recurrió a un método algo intrincado para definir la sencilla operación que realiza, de idéntico
modo, cualquier sentencia judicial: a) considera, a partir de un promedio, el salario al momento del
accidente(84) (ahora como novedad, y como muchos años atrás, con un promedio practicado a valores
constantes con el índice RIPTE); b) ordena el cálculo de los intereses desde el momento del nacimiento de la
obligación; c) liquida el monto de la condena luego de que la sentencia está firme o consentida; d) capitaliza
esos intereses y calcula nuevos hasta el momento del pago, en caso de mora posterior a la intimación
respectiva.

VIII - EJERCICIO DE LA OPCIÓN


El artículo 4 de la ley 26773, con la modificación que introduce ahora el 15 de la ley 27348, dice ahora:
“Los obligados por la ley 24557 y sus modificatorias al pago de la reparación dineraria deberán, dentro de
los quince días de notificados de la muerte del trabajador, o de la homologación o determinación de la
incapacidad laboral de la víctima de un accidente de trabajo o enfermedad profesional, notificar
fehacientemente a los damnificados o a sus derechohabientes los importes que les corresponde percibir
por aplicación de este régimen, precisando cada concepto en forma separada e indicando que se
encuentran a su disposición para el cobro.
Las acciones judiciales con fundamento en otros sistemas de responsabilidad solo podrán iniciarse una vez
recibida la notificación fehaciente prevista en este artículo y agotada la vía administrativa mediante la
resolución de la respectiva comisión médica jurisdiccional o cuando se hubiere vencido el plazo legalmente
establecido para su dictado.(85)
El principio de cobro de sumas de dinero o la iniciación de una acción judicial en uno u otro sistema de
implicará que se ha ejercido la opción con plenos efectos sobre el evento dañoso”.
Con excepción del supuesto del artículo 5 de la ley 26773(86), la percepción de sumas por conceptos
contemplados en el sistema de la ley de riesgos con posterioridad al 5/3/2017 implica, de pleno derecho, el
ejercicio de la opción por una eventual acción judicial con este mismo fundamento. Este acto, por sus
consecuencias, se encuentra ahora amparado en la obligación de la participación de un patrocinio letrado; de la
falta de tal patrocinio resulta su nulidad absoluta. Sin perjuicio de la acción o el recurso que pueda seguirse en
los términos más arriba reseñados en el contexto del régimen legal especial, la referida percepción descarta la
posibilidad de una posterior acción civil.
Las decisiones de distintos tribunales, que condenaban iura novit curia en los términos de la ley de riesgos
cuando procedía el rechazo de la acción iniciada en los términos del derecho común, ya no se sostienen en el
sistema actual: desde la vigencia de la ley 27348, el inicio de una acción civil supone también el ejercicio de
una opción. Es también inconsistente el reclamo por acción civil, con planteo en subsidio de la ley de riesgos.
El inicio de la acción civil ante la justicia respectiva requiere, del conjunto de normas en análisis, una
instancia administrativa previa ante las Comisiones Médicas y el agotamiento de tal vía (por vencimiento del
plazo o por recurso), al tiempo que implica la opción excluyente por el derecho común.

IX - LOS HONORARIOS POR LA LABOR PROFESIONAL

9.1. Honorarios de abogados por actuación administrativa


El último párrafo del artículo 1 de la ley 27348 dispone: “Los honorarios profesionales que correspondan
por patrocinio letrado y demás gastos en que incurra el trabajador a consecuencia de su participación ante las
Comisiones Médicas estarán a cargo de la respectiva aseguradora de riesgos del trabajo”. La ley de aranceles,
con todos sus defectos ya conocidos(87), establece el modo en que debe practicarse tal regulación: “Cuando se
tratare de gestiones administrativas que constaren en actuaciones escritas, los honorarios se fijarán de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 7, primera parte” (art. 59, L. 21839).
Al fijar las pautas generales, dispone que “los honorarios de los abogados, por su actividad durante la
tramitación del asunto o proceso en primera instancia, cuando se tratare de sumas de dinero o bienes
susceptibles de apreciación pecuniaria, serán fijados entre el 11% y el 20% del monto del proceso”.
La banda legal implica un proceso completo, que incluye alegatos y actuación en segunda instancia, por lo
que la labor de la primera podría considerarse arancelada legalmente en 8% a 14% del monto del proceso. Por
su parte, el artículo 39 divide el proceso en dos etapas, una la de la demanda y el ofrecimiento de la prueba, y
la siguiente la de la producción de la prueba hasta la sentencia. En la actuación administrativa puede
considerarse cumplida la totalidad de la primera etapa (atención del cliente, preparación de la documentación,
definición de la pretensión, inicio del trámite) y un medio de la segunda, dado que en el trámite de la prueba la
incidencia de la labor profesional se encuentra disminuida. A partir de considerar el máximo de la escala legal
para estos dos tramos (14%), la indicada disminución en el segundo permitiría estimar el honorario profesional
del abogado por la actuación administrativa (completa, hasta la resolución respectiva) en 10% del monto
liquidado al trabajador.
9.2. Pacto de cuota litis
El último párrafo del artículo 2 de la ley 27348 dispone: “No podrán ser objeto de pacto de cuota litis los
procesos judiciales que se sustancien en el marco del presente título”. La norma no hace más que consagrar de
modo más explícito un criterio extendido en la justicia nacional del trabajo por el juego de otras normas,
relativo a la improcedencia del pacto de cuota litis en los juicios por accidente(88), consolidado luego con la
doctrina plenaria “Vallejo, Carla Natalia Lorena c/La Holando Sudamericana Compañía de Seguros SA
s/accidente ley especial” del 21/6/2016.(89)
9.3. Honorarios de peritos médicos
Al regular la remuneración de los peritos médicos, el último tramo del párrafo décimo del artículo 2
dispone: “sus honorarios no serán variables ni estarán vinculados a la cuantía del respectivo juicio y su
regulación responderá exclusivamente a la labor realizada en el pleito”.
La norma transcripta ni siquiera deroga otra norma arancelaria, porque la regulación de los peritos en
función de un porcentaje del monto de condena o de demanda respondía antes a razones de analogía que a
razones estrictamente legales. Es decir, la norma, de carácter inequívocamente imperativo, introduce ahora
una directiva a los jueces allí donde antes existía discrecionalidad.
Entiendo que esta prescripción tampoco vulnera ninguna igualdad entre profesionales, ya que la labor
profesional de un perito es distinta de la de un abogado, en cuanto aquél es definido por la ley como un
auxiliar del juez (y se supone que sus conclusiones no tienen en mira la eventual base regulatoria), mientras
que éste puede contribuir, con su mayor o menor actividad, al éxito o al fracaso de la parte a la que
represente(90). Podría imaginarse que la decisión legislativa tiende además a evitar toda suspicacia, relativa a la
consideración del impacto futuro en los honorarios al momento de fijar una incapacidad.
En el marco del actual texto legal, es necesario establecer los criterios con los que han de practicarse las
regulaciones referidas. Comparto el voto del doctor Guibourg en un viejo fallo judicial (“Zalazar, Pedro Pascual
c/IPH SA y otro s/accidente acción civil” - CNTrab. - Sala III - 23/3/1992) cuando, al discutirse la
interpretación del artículo 17 de la ley 24028 (análogo al transcripto más arriba), dijo: “Paso aquí al último
punto que deseo clarificar: ¿cómo deben valorarse los trabajos y sobre qué base monetaria ha de practicarse la
evaluación? La primera parte de la pregunta no requiere una respuesta nueva: al regular honorarios dentro de
las escalas porcentuales establecidas por las leyes de arancel, los jueces estamos habituados a distinguir -
discrecionalmente pero no en forma arbitraria- el mayor o menor valor cuantitativo o cualitativo de la tarea
profesional a fin de retribuirla en modo adecuado. La segunda parte, en cambio, requiere imaginar una base
regulatoria desvinculada de las circunstancias de cada proceso ... En cuanto a los peritos, considero que la
tarea profesional está integrada por un núcleo (examen médico) y una periferia (concurrencia al tribunal,
confección de escritos, gestión de exámenes complementarios, etc.). Cada una de estos dos segmentos, en
virtud de la responsabilidad que importan, puede valorarse -con el mismo carácter aproximativo aplicado a la
tarea de los letrados- en dos veces el valor, ampliamente estimado, de una consulta médica con un especialista
privado: unos $ 250. El honorario de un perito por una intervención promedio en un proceso promedio
ascendería de este modo a $ 500, punto de partida de una escala sumamente flexible que, salvo excepciones
prudencialmente apreciadas, no debería bajar de $ 300 ni exceder de $ 1000”.(91)
El párrafo 11 del artículo 2 de la ley 27348 dispone que “los tribunales podrán habilitar mecanismos de
inscripción de profesionales médicos que expresamente acepten los parámetros de regulación de sus
honorarios profesionales conforme lo previsto en el párrafo precedente”. Dado que las normas generales se
presumen conocidas, la aceptación del cargo (e, incluso, la actuación posterior a esta reforma aunque la
aceptación fuera anterior) implica la sujeción a las normas vigentes.

X - PAGO DE LAS INDEMNIZACIONES RECONOCIDAS JUDICIALMENTE


El artículo 17 de la ley 27348 dice: “Dispónese que todas las prestaciones dinerarias e indemnizaciones
que se liquiden administrativa o judicialmente, deberán ser depositadas en la ‘cuenta sueldo’ del respectivo
trabajador, creada en virtud de lo establecido en la ley 26590 y normativa complementaria y siempre que
aquella se encuentre disponible”.
Apéndice involuntario del artículo 277 de la LCT(92), la norma corre algo más el tiempo la protección, de
modo de asegurar también el momento que transcurre desde la orden de pago y hasta el depósito de la
totalidad de la indemnización reconocida en una cuenta de titularidad exclusiva.(93)
Recuerdo aquí lo dicho en ocasiones anteriores, en el sentido que no existe conflicto normativo entre
cualquier obligación de transferir créditos a cuentas del trabajador y la norma del artículo 277 de la LCT
(normas de idéntico nivel, a partir de la sanción de la norma que se comenta), ya que no puede sostenerse que
la orden de pago al titular del crédito suponga, de modo excluyente, la entrega de billetes. Incluso la ley 9667,
con casi cien años de vigencia y dictada cuando nada permitía prever la situación tecnológica actual, estableció
que el giro judicial sería “endosado por la persona interesada” y que “el Banco, a la vista de ese documento,
hará la entrega que corresponda” (art. 3); la “entrega que corresponda” comprende, desde luego, la entrega
de billetes, pero no resulta semánticamente excluyente de transferencias o depósitos bancarios (94).
La propia Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado por la constitucionalidad de este tipo de decisiones
cuando resolvió que la comunicación “A” 5147 del Banco Central “no altera de modo irrazonable el
procedimiento de pago en juicio previsto en el artículo 277 de la LCT, sino que se ajusta a dicho procedimiento
al resguardar la percepción personal del crédito por parte del trabajador quien, como titular de la cuenta
bancaria, se encuentra habilitado no solo a realizar extracciones parciales mediante su tarjeta de débito, sino
también a retirar la total de su crédito en las sucursales del banco, asegurando en forma sustancial la
inmediatez de la transferencia de los fondos”.(95)
En ausencia de cuenta sueldo, en el contexto de los acuerdos celebrados por la Corte Suprema de la
Nación con los bancos oficiales, la transferencia puede realizarse a una cuenta abierta por el trabajador de
modo gratuito con tal finalidad, de modo de simplificar el trámite de cobro y garantizar el destino de los
fondos.(96)
De la norma resulta, entonces, que a partir de su vigencia todos los giros de capital deben realizarse
exclusivamente bajo la modalidad electrónica. A tal fin debe, en su caso, intimarse a la parte actora para
acompañar a la causa las constancias relativas a la titularidad exclusiva de la cuenta; es razonable que, una
vez que las sumas se encuentren depositadas y disponibles para la transferencia, la demora que pueda
producirse por la falta de cumplimiento de los recaudos precedentes implicará el cese del curso de los
intereses.

XI - SÍNTESIS DE LAS NOVEDADES Y DE LA VIGENCIA DEL SISTEMA A


PARTIR DE LA SANCIÓN DE LA LEY 27348
En resumen, la nueva ley rige, desde los momentos en cada caso indicados, los siguientes aspectos.

Vigencia de la ley Innecesariedad de acuerdo con la Ciudad de Buenos Aires Desde 5/3/2017

Patrocinio letrado Desde 5/3/2017

Carácter excluyente Desde 5/3/2017

Cobros por 14.2.a y


Hipótesis de pleno derecho b, 15.2, 17 y 18.1
Opción por acción LRT, desde 5/3/2017
civil
Acción contra la aseguradora, vencidos los 60 días (o
Demandas desde
prorrogado por 30 más con resolución fundada en supuestos
5/3/2017
de negativa del hecho) del art. 3, L. 27348

Competencia acciones civiles: en la CABA, la justicia de


Desde 4/11/2012
primera instancia en lo civil

Casos del art. 28, Competencia: art. 24, LO


Desde 5/03/2017
LRT Ausencia de instancia administrativa

Domicilio de la comisión médica jurisdiccional. Para este


domicilio, a su vez, puede optarse entre:
Competencia 1. Domicilio del trabajador Demandas iniciadas a
territorial 2. Domicilio del lugar de efectiva prestación de servicios partir de 5/3/2017
3. Domicilio en el cual el trabajador se reporta de modo
habitual

Acción contra la aseguradora, vencidos los 60 días (o


prorrogado por 30 más con resolución fundada en supuestos Demandas iniciadas a
de negativa del hecho) del art. 3, L. 27348: en la CABA, la partir de 5/3/2017
justicia de primera instancia del trabajo
Competencia
Recurso contra la decisión de la comisión médica
material Recursos desde
jurisdiccional: en la CABA, la justicia de primera instancia del
5/3/2017
trabajo

Recurso contra la decisión de la Comisión Médica Central: en Recursos desde


la CABA, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo 5/3/2017

Instancia Norma destinada a regular las condiciones de ejercicio de la


administrativa acción; para el inicio de la acción judicial (art. 2, L. 27348)
previa y deben haber transcurrido 60 días hábiles administrativos
Demandas iniciadas a
obligatoria ante desde el inicio (art. 3, párr. 5, L. 27348), salvo prórroga
partir de 5/3/2017
las Comisiones fundada.
Médicas Sustituye SECLO.
jurisdiccionales Excepción: SECLO o comisiones ya cumplidos.

Los peritos médicos deben integrar “el cuerpo médico


forense de la jurisdicción” o, en caso de insuficiencia, de Sorteo de peritos a
Prueba médica
mecanismos de inscripción por jurisdicción (art. 2, párr. 11, partir de 5/3/2017
L. 27348)

Concepto de
Accidentes o primera
incapacidad
(art. 10, L. 27348) manifestación desde
laboral
5/3/2017
temporaria
Promedio mensual de los salarios devengados en el último Accidentes o primera
Determinación del
año o período menor, actualizados por RIPTE cada uno de manifestación desde
ingreso base
ellos hasta el último salario considerado (art. 11, L. 27348) 5/3/2017

1.Tasa activa cartera general nominal anual vencida a treinta


días del Banco de la Nación Argentina
2. Desde el evento dañoso hasta la intimación de pago (art. Sentencias desde el
Interés
11, L. 27348) 5/3/2017
3. Capitalización de intereses con la misma tasa, desde la
intimación y hasta el efectivo pago

Ante las Comisiones Médicas: a cargo de la ART (arts. 1, Trabajos posteriores


último párr., L. 27348 y 7 y 39, L. 21869) al 5/3/2017
Honorarios
letrados Homologación
Pacto de cuota litis: prohibido (art. 2, párr. 12, L. 27348) improcedente desde
el 5/3/2017(97)

La fecha de cada
La regulación de honorarios responderá a la labor realizada, labor define la ley
Honorarios
con independencia del monto del juicio (art. 2, párr. 10, L. aplicable; la L. 27348
peritos médicos
27348) se aplica a las tareas
posteriores.

Pago de
Transferencia a la cuenta sueldo del trabajador Giros desde 5/3/2017
indemnizaciones

A pesar de todo lo dicho, considero que cualquier propuesta de interpretación tiene poco interés si no
contribuye, en alguna medida, a insertarse en un debate más amplio en el que sea posible identificar criterios
generales y buscar algunos consensos que permitan, en última instancia, hacer de las normas instrumentos
más predecibles para la comunidad en su conjunto y, por esa misma claridad, menos propensos a extraviarse
en los laberintos del tiempo procesal. De lo contrario, la diversidad de criterios médicos para establecer
causalidades e incapacidades, de criterios jurídicos para aplicar las normas vigentes (en cuestiones como
competencia, cálculo de indemnizaciones o tasas de interés, entre otras) y de criterios de gestión para hacer
los plazos más racionales convertirá cada litigio en un escenario para que todos los especialistas podamos
ejercer la defensa de nuestras preferencias, de nuestras ideas, de nuestras publicaciones o de nuestras
conferencias, mientras en algún lugar y durante mucho tiempo alguien habrá estado esperando, enfermo,
accidentado o de duelo, el azaroso resultado de su excursión a nuestro Olimpo.
Anexo
La ley 27348 y su aplicación en el ámbito judicial (una propuesta interpretativa)

Topes Mínimos y adicionales - El mínimo art. 3 no corresponde en caso de accidente in itinere

D. L. 27348
L. 24557 1694/20 L. 26773 Tasa
09 activa
Caso:
Incapacid De De De De De
De De De De De
ad-Norma De 26/10/20 1/9/2013 1/3/2014 De 1/9/2015 De 5/3/2017
6/11/20 1/3/2013 1/3/2015 1/3/2016 1/9/2016
1/2/200 12 a a 1/9/2014 a 1/3/2017 a a
09 a a a a
1a a 31/3/201 31/8/201 a 29/2/201 4/3/2017 31/8/201
a 31/8/2013 31/8/2015 31/8/2016 28/2/2017
5/11/20 28/02/13 4 4 28/2/2015 6 sin 7
25/10/2 R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS)
09 R. (SSS) R. (SSS) R. (SSS) R. 22/2014 R. (SSS) resolución sin
012 34/2013 6/2015 1/2016 387/2016
34/2013 34/2013 3/2014 28/2015 resolución

Temporar
ia Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208,
AMPO Art. 208, LCT Art. 208, LCT Art. 208, LCT
A 10: LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT
Emp.

Temporar
Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208, Art. 208,
ia AMPO Art. 208, LCT Art. 208, LCT Art. 208, LCT
LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT LCT
Día 11 ART

Permane Tope Mínimo Mínimo


Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
nte 180.000 x 180.000 x 1.209.287 x
369.630 x i 416.943 x i 476.649 x i 521.883 x i 620.414 x i 713.476 x i 841.856 x i 943.119 x i 1.090.945 x i 1.209.287 x i
parcial i i i
LRT Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
14.2.a Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- - 3 3 3 3 3 3 3 3
≤ 50% 178.607 x i 206.602 x i 229.014 x i
70.000 x i 78.960 x i 90.267 x i 98.883 x i 117.493 x i 135.117 x i 159.430 x i 229.014 x i

Tope Mínimo Mínimo


Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
Permane 180.000 x 180.000 x 1.209.287 x
369.630 x i 416.943 x i 476.649 x i 521.883 x i 620.414 x i 713.476 x i 841.856 x i 943.119 x i 1.090.945 x i 1.209.287 x i
nte i i i
parcial
Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
LRT 14.2.b
30.000 80.000 164.280 185.308 211.844 231.948 275.740 317.101 374.158 419.164 484.865 537.040 537.040
y 11.4.a
50% > Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
66% Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- - 3 3 3 3 3 3 3 3
178.607 x i 206.602 x i 229.014 x i
70.000 x i 78.960 x i 90.267 x i 98.883 x i 117.493 x i 135.117 x i 159.430 x i 229.014 x i

Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
Permane 180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287
nte total
LRT 15.2 y Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
11.4.b 40.000 100.000 205.350 231.635 264.805 289.935 344.675 396.376 467.698 523.955 606.081 671.827 671.827
≥ 66%
-- -- Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art.
3 3 3 3 3 3 3 178.607 206.602 229.014 3
70.000 78.960 90.267 98.883 117.493 135.117 159.430 229.014

Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287

Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
Gran 40.000 100.000 205.350 231.635 264.805 289.935 344.675 396.376 467.698 523.955 606.081 671.827 671.827
invalidez
LRT 17.1 y Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual Mensual
11.4.b 3 AMPOS 2.000 4.362 4.841 5.475 5.998 7.130 8.199 9.674 10.837 11.259 12.480 12.480

Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
Mínimo art. Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- - 3 3 3 3 3 3 3
3 98.883 178.607 206.602 229.014
70.000 78.960 90.267 117.493 135.117 159.430 229.014

Tope Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo
180.000 180.000 369.630 416.943 476.649 521.883 620.414 713.476 841.856 943.119 1.090.945 1.209.287 1.209.287

Muerte Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional Adicional
LRT 18.1 y 50.000 120.000 246.420 277.962 317.766 347.922 413.610 475.651 561.238 628.746 727.297 802.192 802.192
11.4.c
Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art. Mínimo art.
Mínimo art. 3 Mínimo art. 3 Mínimo art. 3
- 3 3 3 3 3 3 3 3
178.607 206.602 229.014
70.000 78.960 90.267 98.883 117.493 135.117 159.430 229.014
Notas:
(*) Jueza titular a cargo del Juzgado Nacional de Primera Instancia del Trabajo N° 17. Profesora de grado y posgrado
en la Facultad de Derecho de la UBA en el área de la Teoría General del Derecho
(1) A propósito, y a pesar de que estas circunstancias no sean habitualmente medidas, es indudable que hace mucho
tiempo hemos resignado el control de los tiempos de nuestras propias decisiones profesionales (para iniciar una
demanda, para resolver una apertura a prueba, para impulsar el procedimiento, para evitar trámites que solo
contribuirán a dilaciones absurdas), por lo que tendemos a brindar a los “sujetos de preferente tutela” una respuesta
“judicial efectiva” algo así como una década después del suceso que puso en marcha la máquina
(2) Fuera de los márgenes de la mala técnica legislativa, incluso, se ubicó el D. 54/2017, que claramente no regulaba
materias urgentes y solo contribuyó a enrarecer el sistema jurídico con planteos constitucionales e innecesaria
multiplicación de trámites judiciales. De todos modos, el incumplimiento de la condición del artículo 20, D. 54/2017
resultó en su inaplicabilidad práctica durante el único mes de su pretendida vigencia
(3) Demás está decir que, a pesar de no tratarse aquí de una redundancia aparente sino real, este tipo de normas
introduce dos problemas: descartar que la redundancia no sea solo aparente y esté resolviendo en realidad casos
distintos, y generar el ámbito propicio para una contradicción, si solo una de las normas es, en algún momento,
modificada
(4) La sistematización, como se adelantó en el título, involucra los problemas que son de discusión en el ámbito
judicial
(5) Uso esta expresión como comprensiva de las de indemnización, compensación, prestación, importes, que las
normas utilizan conjunta o alternativamente con poca precisión semántica y, entiendo, nula incidencia práctica
(6) Algunos cuestionamientos a la norma apuntan a su débil legitimidad, vinculada al ajustado número de legisladores
que la votaron. Este argumento no es legal, desconoce el proceso constitucional de formación de las leyes e introduce
circunstancias no atinentes al momento de juzgar la validez de una norma
(7) La Justicia Nacional del Trabajo tiene hoy un doble carácter, nacional y local. El panorama solo se vería modificado
en el caso del traspaso de la justicia nacional, donde la cuestión de la delegación del art. 4 adquiriría, en caso de no
haberse producido, relevancia
(8) Salvedad hecha aquí en relación con la cuestión de la declaración de inconstitucionalidad de oficio, que como
problema excede largamente el propósito de estas líneas
(9) Por esta razón he sostenido, con argumentos adicionales que no resulta necesario traer aquí, que desde el
4/11/2012 las acciones civiles por accidente o enfermedad del trabajo debían tramitar ante la justicia nacional en lo
civil (causas 6525/2013 “Lemos” - 20/3/2013; 59335/2012 “Mariscal” - 13/2/2013; 60822/2012, “Saucedo Sotelo” -
13/2/2013, disponibles en la página web del Poder Judicial de la Nación, en consulta por número de causa)
(10) La decisión de regir la acción por la fecha del accidente es llanamente errada. Tantos y tan sostenidos son los
fallos que han resuelto la aplicación inmediata de las normas procesales que carece de sentido recordarlos (Fallos:
211:589; 220:30; 306:2101; 241:123; 307:1018; 317:499; 323:1285; 324:1411; 326:2095, entre otros). Además,
podría imaginarse, por vía del absurdo, el resultado de aplicar el criterio cuestionado. Si toda la justicia laboral fuera
transferida a la Ciudad y alguien pretendiera iniciar un acción por un accidente anterior a este hecho, ¿no tendría
tribunales ante los que peticionar?, ¿deberían constituirse nuevos juzgados nacionales laborales para garantizar su
derecho a litigar en las condiciones que existían al momento del infortunio?, ¿se vería el interesado obligado a
presentarse y ejercer una acción distinta de aquella a la que tenía derecho?, y ¿qué resultado tendría esa acción?
(11) Aunque no sea dicho de modo expreso sino para el caso b), este aspecto se encuentra alcanzado por las reglas
generales de aplicación temporal a las cuestiones de fondo
(12) Plenario “Prestigiácomo, Luis c/Pinelli SA” - 19/5/1981: “La ley 21034 no es aplicable a los accidentes anteriores
a su vigencia, aun cuando la incapacidad de ellos derivada se haya consolidado con posterioridad”; plenario
“Villamayor, José c/La Franco Argentina SA” - 28/2/1991: “La reforma dispuesta por la ley 23643 al artículo 8 de la ley
9688 no es aplicable a los infortunios laborales ocurridos con anterioridad a la fecha de su vigencia”
(13) Por esta razón (en el entendimiento que todas las futuras consecuencias están ya presentes en ese momento)
siempre he sostenido, además, que el accidente marca la fecha de inicio del cómputo de los intereses, aunque la
posición mayoritaria de la Cámara es diferente. La cuestión ahora está definida en el nuevo texto del art. 12: “Desde
la fecha de la primera manifestación invalidante...”
(14) Si la relevancia del carácter más favorable de una norma para decidir su aplicación retroactiva no está impuesta,
a su vez, por otra norma (como sucede en el derecho penal), esta decisión constituye un grave error técnico, dado
que subvierte el conjunto del derecho positivo en relación con el modo temporal de aplicación del derecho y licúa las
decisiones legislativas sobre la necesidad de cualquier reforma. Además no pueden pasarse por alto, incluso en tal
hipótesis, las dificultades para definir “más favorable” dado que tal concepto (incluso para un mismo intérprete) podría
variar según considere artículos aislados, grupos de normas, una ley completa o el sistema jurídico en su conjunto
(15) El llamado principio de progresividad encuentra los mismos problemas para definir el marco de referencia
mencionada en la nota anterior y remite, indefectiblemente, a las preferencias valorativas del intérprete. Por otra
parte, es curioso que este tipo de argumentación sostenida para una suerte de aplicación retroactiva de algunos
tramos de una norma incluya también consideraciones que tienden a dilatar su aplicación en otros tramos percibidos
por el intérprete como menos beneficioso. Me remito aquí a la interpretación judicial, absolutamente mayoritaria, que
sujetó la modificación de la competencia en los casos civiles por el art. 4, L. 26773 no ya al momento de interposición
de la demanda, sino al del accidente, pero aplicó de un modo muy particular el RIPTE para casos anteriores, incluso en
ejecución en el momento de la sanción de la L. 26773. El derecho, en su faz interpretativa, se termina asemejando así
a un caprichoso juego de la oca, en el que el punto de referencia es siempre móvil, hacia atrás o hacia delante, según
los dados interpretativos que en cada momento son echados
(16) En la causa “Espósito, Dardo Luis c/Provincia ART SA s/accidente” - CSJN - 7/6/2016 se resolvió: “El texto del
art. 17.5, al establecer que ‘las disposiciones atinentes a las prestaciones en dinero’ entrarían en vigencia a partir de
la publicación de la ley en el Boletín Oficial, no dejó margen alguno para otra interpretación. La precisa regla que
emana de este último precepto legal no puede dejarse de lado, como lo hizo el a quo, mediante la dogmática
invocación de supuestas razones de justicia y equidad”
(17) Este razonamiento produce, si es coherente, una espiral al infinito: la sentencia nunca podría dictarse
válidamente o debería siempre ser corregida dado que, pasada en autoridad de cosa juzgada, el pago posterior a la
intimación consecuencia de encontrarse firme resultaría la perfecta constatación de que en un momento posterior a la
propia sentencia existían consecuencias jurídicas no satisfechas del daño (por lo que resultaría aplicable incluso la ley
posterior a tal sentencia)
(18) En un escrito judicial se incluyó este argumento: “La ley trae dos adjetivos que resultan repugnantes al sentir
democrático de una ley hecha por los representantes del Pueblo para el Pueblo trabajador y que son los términos
‘obligatoriedad’ y ‘excluyente’”. Este tipo de alegato parece olvidar que las normas, en general, definen distintas
conductas como obligatorias, prohibidas, facultativas o permitidas, y que no existirían derechos sin correlativas
obligaciones; a menos que, a partir de algún razonamiento cercano a la anarquía, resulte igualmente repugnante la
idea de derecho. En cuanto al término “excluyente”, como más arriba se dijo, solo significa que el nuevo trámite libera
al trabajador de la obligación de concurrir también a la instancia conciliadora del SECLO
(19) Entiendo preferible la referencia a la inaplicabilidad antes que a la derogación tácita: si el sistema de riesgos
fuera en este punto modificado, nuevamente podría exigirse aquella instancia de conciliación previa ante el SECLO
(20) Esta interpretación es consistente con la práctica que se observa en el SECLO, donde no se reciben reclamos por
este objeto desde la vigencia de la ley (para abril se dictó la R. 2017-463-APN-SECMT en el mismo sentido). La
claridad de la norma sobre el carácter “excluyente” del nuevo trámite torna estéril cualquier debate, como el que estos
días intenta darse, relativo a la responsabilidad de los funcionarios del SECLO por no sortear conciliadores para que
éstos habiliten la vía judicial a partir de la expedición del certificado respectivo
(21) Demás está decir que, en el caso de los trabajadores no registrados, ningún trámite previo es exigido
(22) Según lo regulado por el art. 2, R 326/2017, de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, la Comisión Médica
Nº 10, con asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, abarca once comisiones: 10 A, 10 B, 10 C, 10 D, 10 E, 10
F, 10 G, 10 H, 10 I, 10 J y 10 K (con competencia en la misma jurisdicción, a diferencia de la expansiva R.
3085/2014)
(23) Por citar los ejemplos más conocidos: el trámite del SECLO, de la L. 24635, rige para todas las demás causas
laborales; en la justicia civil es aplicable la ley 26589 que, con las puntuales excepciones del art. 5, establece en el 1
el “carácter obligatorio (de) la mediación previa a todo proceso judicial” y, en el 2, que “al promoverse demanda
judicial deberá acompañarse acta expedida y firmada por el mediador interviniente”; en las relaciones de consumo, la
L. 26993 creó el “Servicio de Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo que funcionará en el ámbito de la
autoridad de aplicación” (art. 1) y estableció el “carácter previo y obligatorio” de esta instancia administrativa “a la
demanda ante la Justicia Nacional en las Relaciones de Consumo”
(24) Un caso paradigmático es así el de la L. 26844 que, más allá de las modificaciones semánticas acorde a las
expectativas de los tiempos (antes “personal de servicio doméstico”, ahora “personal de casas particulares”), incluyó
las normas procesales que siguen. Art. 51 - “Tribunal de Trabajo para el Personal de Casas Particulares. Sustitución.
Sustitúyase en cuanto a sus normas, denominación, competencia y funciones al ‘Consejo de Trabajo Doméstico’
creado por el decreto 7979 de fecha 30/4/1956, por el ‘Tribunal de Trabajo para el Personal de Casas Particulares’,
dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, que será el organismo competente
para entender en los conflictos que se deriven de las relaciones de trabajo regladas por la presente ley que se hayan
desenvuelto en el ámbito de la Capital Federal”. Art. 52 - “Composición. El Tribunal estará a cargo de un Presidente y
personal especializado, cuyo número y funciones será determinado por la autoridad de aplicación de esta ley”. Art. 53
- “Instancia conciliatoria previa. Con carácter obligatorio y previo a la interposición de la demanda, se llevará a cabo
una audiencia ante un conciliador designado para ello, proveniente del servicio que al efecto establecerá la autoridad
de aplicación, quien tendrá un plazo de diez días hábiles, contados desde la celebración de la audiencia, para cumplir
su cometido. Vencido el plazo sin que se hubiera arribado a la solución del conflicto se labrará el acta respectiva,
quedando expedita la vía ante el Tribunal. En caso de arribar las partes a un acuerdo conciliatorio, el mismo se
someterá a homologación del Tribunal, que procederá a otorgarla cuando entienda que el mismo implica una justa
composición del derecho y de los intereses de las partes conforme a lo previsto en el art. 15 del Régimen de Contrato
de Trabajo aprobado por la L. 20744 y sus modificatorias. En caso de incumplimiento del acuerdo conciliatorio
homologado, el juez interviniente en su ejecución, evaluando la conducta del empleador, le impondrá una multa a
favor de la trabajadora/or de hasta el 30% del monto conciliado, más allá de los intereses que pudieran corresponder
por efecto de la mora”. Acaso la eliminación de la discriminación por sexo con la inclusión de expresiones del tipo
“trabajadora/or” sea recibida por la comunidad jurídica como un avance tan relevante en el cumplimiento de normas
constitucionales e internacionales, que pueda postergarse el debate sobre la imposibilidad de estos trabajadores de
demandar en los tribunales ordinarios, situación que en cambio es percibida como intolerable en otros ámbitos, como
los que aquí se analizan.
(25) Los arts. 15 y 257, LCT dan cuenta de tal posibilidad. Por su parte, el art. 7, L. 24635 dispuso: “El reclamante por
sí, o a través de apoderado o representante sindical, formalizará el reclamo ante el Servicio de Conciliación Laboral
Obligatoria, consignando sintéticamente su petición en el formulario que reglamentariamente se apruebe”
(26) Salvedad hecha de la cuestión en la Ciudad de Buenos Aires, mencionada con anterioridad, los jueces locales de
las restantes jurisdicciones pueden intervenir de modo directo (es decir, tramitar las demandas sin otro requisito
previo), incluso en ausencia de la referida delegación, si es de su competencia en los términos del segundo párr., art.
1, L. 27348
(27) Para juzgar tal razonabilidad parecen enunciarse tres criterios: la presencia de algún cuerpo especialmente
experto, el deber de regular el funcionamiento de alguna actividad pública, y la ventaja de la uniformidad y la
consistencia en la aplicación de determinadas regulaciones
(28) Por R (MT) 198/2016 se creó el Registro Nacional de Litigiosidad del Sistema de Riesgos del Trabajo, con la
reglamentación adicional de la Disp. 6/2016 de la SRT
(29) No descarto que, por circunstancias por las que no cabe aquí extenderse, alguna línea de interpretación pretenda
sustraer del control administrativo los casos judiciales fundados en el sistema de ley de riesgos. Por cierto, y como un
elemento más para considerar la razonabilidad de la centralización de tal información, la cantidad de juicios in itinere
debería impulsar políticas públicas tendientes a mejorar el estado de las calles y las veredas de la Ciudad y del
Conurbano Bonaerense (del total de 313 sentencias fundadas en la ley de riesgos y dictadas durante el primer
semestre de 2016 en un único juzgado del trabajo, 125, es decir 40%, corresponden a causas por accidentes en el
trayecto)
(30) La influencia de la siniestralidad sobre las primas acaso constituya el sentido de esta norma, que otorga al
empleador la posibilidad, no de participar, pero sí de conocer la existencia del trámite
(31) En relación con esta cuestión, argumentos cotidianos, que los mismos tribunales usan alternativamente,
aparecerían contradictorios si se analizaran de modo conjunto. Por un lado, es común cuestionar organismos como las
Comisiones Médicas con apoyo en la insuficiencia del criterio médico para decidir (o no) una reparación; es decir, se
sostiene sin matices la necesidad de una decisión jurídica antes que médica, ya que aquella sería la única capaz de
determinar la relación entre un suceso (o una cantidad de sucesos, en el caso de una enfermedad) con una
disminución en la capacidad laboral. Pero, al mismo tiempo, es también común que las decisiones judiciales resulten
dogmáticamente revocadas cuando no se sujetan de modo estricto a los informes médicos. Creo que este problema
resulta de la confusión entre dos tipos de procesos intelectuales: el primero, a cargo de un especialista médico, es una
explicación material causal y supone, con criterios científicos, identificar si un hecho puede describirse como causa de
otro posterior (el segundo, además, debe ser mensurado); el otro, a cargo de un especialista en derecho (un juez) es
el resultado de una atribución de consecuencias jurídicas al segundo estado de cosas, por imperio de la ley, si y solo si
aquel vínculo causal fue identificado. Por esta razón, es tan necesario en el ámbito médico como en el jurídico
establecer criterios generales, explícitos y comunicables de ambos procesos de decisión. En el problema del daño
psíquico, permanentemente confundido con el daño moral, esta revisión es especialmente urgente y necesaria, bajo
riesgo de banalizar la especial protección que un proceso por accidente requiere
(32) En un caso reciente, la demanda por un accidente ocurrido el 7 de marzo en horas de la tarde, por una fractura
de muñeca, fue iniciada el día 9 del mismo mes, a primera hora de la mañana; para ese momento, treinta y seis horas
después del accidente, es probable que la trabajadora estuviera recibiendo las primeras curaciones y no hubiera sido
intervenida siquiera quirúrgicamente, si es que tal práctica resultaba necesaria
(33) Un artículo reciente, que circula entre grupos de correo electrónico de especialistas, plantea esta misma cuestión
fáctica, aunque como una dificultad: “Mientras tanto, el expediente no se sustancia sobre el fondo de la cuestión y la
patología que pudiera sufrir el trabajador se va desvaneciendo, en muchos casos”
(34) Con todo lo que ello implica, en calidad de vida pero también en gastos, para un trabajador que por no estar
registrado tampoco ha de contar con obra social
(35) Esto se ha sostenido, claro, con anterioridad a la vigencia de la L. 27348
(36) Es cierto que el art. 73, CCyCo. dispone que “la persona humana tiene domicilio real en el lugar de su residencia
habitual” y el 77, que “el domicilio puede cambiarse de un lugar a otro. Esta facultad no puede ser coartada por
contrato, ni por disposición de última voluntad. El cambio de domicilio se verifica instantáneamente por el hecho de
trasladar la residencia de un lugar a otro con ánimo de permanecer en ella”. Pero estas normas tienden a proteger de
modo más adecuado los derechos: así, por ejemplo, el traslado de una demanda no se considera cumplido por
haberse dirigido al domicilio que consta en el Registro Nacional de las Personas. En este caso, en cambio, la
consideración de uno u otro domicilio no implica más que determinación de la jurisdicción competente para el reclamo,
aspecto que no altera el derecho de fondo y constituye el criterio general para los trámites administrativos
(37) En este punto la jurisprudencia es absolutamente amplia y tiende a no exigir más recaudo que su invocación por
el trabajador
(38) No puede olvidarse aquí el texto del art. 19, LO: “La competencia de la Justicia Nacional del Trabajo, incluso la
territorial, es improrrogable”. Por ello, la incompetencia puede decidirse incluso cuando no se introduzca la excepción
respectiva, si del acto de la contestación de demanda resultan elementos que definen la incompetencia del fuero. El
impulso de oficio que rige en nuestro procedimiento y el referido marco legal justifican, a mi juicio, la eventual
declaración de incompetencia, de modo de evitar la virtual prórroga de jurisdicción que finalmente resulta de la propia
conducta de la demandada, cuando se presenta, contesta y guarda silencio
(39) El art. 152, CCyCo. dispone: “Domicilio y sede social. El domicilio de la persona jurídica es el fijado en sus
estatutos o en la autorización que se le dio para funcionar. La persona jurídica que posee muchos establecimientos o
sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos establecimientos solo para la ejecución de las obligaciones
allí contraídas. El cambio de domicilio requiere modificación del estatuto. El cambio de sede, si no forma parte del
estatuto, puede ser resuelto por el órgano de administración”. El 153, que: “Alcance del domicilio. Notificaciones.
Se tienen por válidas y vinculantes para la persona jurídica todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta”.
Estas normas suelen invocarse en la crítica del tramo de la norma en análisis; pero el modo en que se defina
legalmente el domicilio de una persona no tiene vínculo necesario con la cuestión de la competencia
(40) Este criterio, vinculado con la preferencia por los domicilios de los trabajadores, ha sido defendido por la Corte
Suprema en Fallos: 311:72, 323:718 y 322:1206
(41) Art. 3, párr. 2, L. 27348 - “La Superintendencia de Riesgos del Trabajo dictará las normas del procedimiento de
actuación ante las Comisiones Médicas jurisdiccionales y la Comisión Médica Central”
(42) El CCyCo., la LCT y la ley de riesgos constituyen un sistema, que requiere otro análisis interpretativo pero que de
modo conjunto regulan los plazos para accionar en este tipo de reclamos
(43) Arts. 256, 258 y 259, LCT. Esta última norma dispone: “Caducidad. No hay otros modos de caducidad que los que
resultan de esta ley”
(44) En similares términos se pronunció la jurisprudencia en ocasión de la intimación por la constancia de haber
agotado el trámite ante el SECLO: “No puede entenderse que estas normas que consagran una instancia de
conciliación obligatoria estén reñidas con los principios constitucionales, porque la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha admitido la existencia de instancias administrativas previas al acceso a la jurisdicción, condicionándolas a la
ulterior revisión plena y a que no conlleven una prolongada secuela temporal que en los hechos significara privar de la
posibilidad oportuna de acudir a los estrados judiciales (Fallos: 244:248)”, (“Soverón, Isaac Francisco c/Austral Líneas
Aéreas Cielos del Sur SA s/accidente ley 9688” - CNTrab. - Sala III - 29/12/2000). Otro elemento podría considerarse
y es la necesidad de que exista alguna correspondencia (siquiera alguna) entre la realidad y la descripción que de ella
hacemos. Si nos sujetáramos a los plazos de la L. 18345 (ley excelente, que con su perseguida modificación se
encuentra en riesgo de pagar los costos de nuestra propia estulticia), ¿en cuánto tiempo estaría terminada una causa
de estas características, incluso, con cumplimiento del trámite ante las Comisiones Médicas?, ¿un año? ¿Y cuál es el
tiempo de demora actual?
(45) Más adelante se repasará la cuestión de la prórroga
(46) Es decir, a elección del trabajador no registrado, el lugar de trabajo, el de celebración del contrato o el del
domicilio del demandado
(47) Art. 3, L. 27348 - “La comisión médica jurisdiccional deberá expedirse dentro de los sesenta días hábiles
administrativos, contados a partir de la primera presentación debidamente cumplimentada y la reglamentación
establecerá los recaudos a dichos efectos” (párr. tercero); “todos los plazos resultarán perentorios y su vencimiento
dejará expedita la vía prevista en el artículo 2 de la presente ley” (párr. quinto)
(48) La última línea del art. 7, R. 298/2017 establece que “En todos los casos la prórroga dispuesta deberá tener un
plazo que no supere los treinta días hábiles y se otorgará por única vez”
(49) La reglamentación dice, para la prórroga, “hábiles”. Contribuiría a la claridad general de este tipo de normas la
ampliación de los plazos para su posterior determinación en días corridos para evitar, por ejemplo, identificar cuál es
la diferencia entre días hábiles y hábiles administrativos. “Sesenta” o “noventa días corridos” son expresiones que
eliminan aquella ambigüedad
(50) Por las razones ya expuestas, aunque el artículo 2 parece referir a recursos, las acciones están también
habilitadas
(51) La constancia es la relativa a la presentación personal “a través de la Mesa de Entradas de la Comisión Médica” o
a la comunicación “a través de correo postal” (art. 1, R. 298/2017)
(52) Puede destacarse aquí que cualquier recurso de queja ante la Cámara redundaría, en el mejor de los casos, un
plazo similar al cumplimiento del recaudo legal
(53) Esta decisión marcaría, en la mejor de las hipótesis para cualquier accionante, un hito ineludible al momento de
analizar el punto de inicio del cómputo de la prescripción
(54) La norma introduce un confuso lenguaje técnico al referirse a las concesiones libre o en relación, ajenas a la
terminología de la L. 18345. Sobre la cuestión, recuerdo que: “Otro criterio distingue los recursos con efectos
suspensivo de los que tienen efecto devolutivo. El efecto suspensivo, clásico del recurso de apelación contra temas de
fondo, impide poner en práctica lo resuelto mientras no sea revisado por la instancia ante la que se recurre; el
devolutivo, típico de las medidas cautelares, reconoce poder vinculante inmediato a la decisión sin perjuicio de que, en
caso de acogerse el recurso, ella pudiera quedar luego privada de efecto jurídico. Una distinción más, a partir de la
necesidad de fundamentos, se simboliza con la tradicional nomenclatura de recursos concedidos libremente o bien en
relación. Aunque tales expresiones, de remota etimología, no arrojan por sí mismas luz alguna acerca de su
significado, un recurso se entiende concedido libremente cuando es preciso fundarlo y, a falta de razones suficientes
(no por su mérito intrínseco, que puede ser desestimado, sino por su calidad formal como crítica razonada de los
argumentos que se controvierten), puede denegarse o, una vez concedido, declararse desierto. La condición ‘libre’ es
la regla general de los recursos; por excepción, algunos se interponen y conceden ‘en relación’, sin más requisito que
indicar la voluntad de recurrir y el sentido en que el recurso de interponer” (Guibourg, Ricardo A.; Rodríguez
Fernández, Liliana; Tosca, Diego M.: “Procedimiento laboral. Ley 18345” - LL - Bs. As. - 2012)
(55) El art. 138, L. 18345 dispone: “Incidente de ejecución parcial. Si el empleador, en cualquier estado del juicio,
reconociera adeudar al trabajador algún crédito líquido y exigible que tuviere por origen la relación laboral, a petición
de parte se formara incidente por separado y en él se tramitará la ejecución de ese crédito por el procedimiento
establecido en los artículos 132 a 136. Del mismo modo se procederá, a petición de parte, cuando hubiere quedado
firme la condena al pago de alguna suma de dinero, aunque se hubiere interpuesto, contra otros rubros de la
sentencia, recurso de apelación, de inaplicabilidad de la ley o extraordinario para ante la corte Suprema de Justicia de
la Nación. En estos casos, la parte interesada deberá pedir para encabezar el incidente de ejecución, testimonio con
certificación de que el rubro que se pretende ejecutar no está comprendido en el recurso interpuesto y de que la
sentencia ha quedado firme respecto de él. Si hubiere alguna duda acerca de estos extremos, el tribunal denegará el
testimonio y la formación del incidente y esta decisión no será susceptible de recurso alguno”; el texto del art. 80 de
la misma ley promueve mayor actividad oficiosa: “Asimismo el juez proveerá la liquidación e intimará el pago de las
sumas y créditos derivados de la relación de trabajo que hayan sido consentidos en forma expresa o tácita por las
partes en cualquier etapa procesal”
(56) La Ac. (CSJN) 40/1997 liberaba al trabajador del costo del informe del Cuerpo Médico Forense, norma que podría
recobrar sentido si fuera habilitada nuevamente tal intervención -en alguna medida- en los juicios laborales
(57) El art. 10, L. 27348 agrega un último párr. al art. 7, L. 24557: “3. Si el trabajador damnificado, dentro del plazo
previsto en el inciso c) del apartado anterior, se hubiera reincorporado al trabajo y volviera a estar de baja por
idéntico accidente o enfermedad profesional, su situación de incapacidad laboral temporaria (ILT) continuará hasta el
alta médica, declaración de incapacidad laboral permanente, en caso de corresponder, su deceso o hasta completar
dos años efectivos de baja, sumándose todos los períodos en los cuales se hubiera visto impedido de trabajar”
(58) Más adelante volveré sobre la cuestión de los honorarios y su marco regulatorio actual
(59) Esta posibilidad está vedada por la Ac. (CS) 47/2009 y posterior comunicación CNAT acta 2548 - 4/3/2010
(60) SUAPM, CSJN Ac. 2/2014, art. 8. Con anterioridad a esta decisión, el registro de peritos estaba centralizado en la
Cámara de Apelaciones del Trabajo, con la reglamentación y el control de la oficina respectiva, y en el marco de lo
expresamente reglado por los arts. 17 y 18, L. 18345. Art. 17 - “La Cámara de Apelaciones llevará un registro de
peritos y establecerá las condiciones y requisitos que deberán reunir para su inscripción, así como las normas para su
designación. Los nombramientos de oficio deberán recaer en los peritos inscriptos, quienes no podrán, sin justa causa,
dejar de aceptar el cargo, bajo sanción de exclusión del registro”; Art. 18 - “Los peritos médicos deberán ser médicos
legistas o especialistas de la medicina relacionada con la cuestión sometida a su dictamen”
(61) La L. 26773 introdujo un criterio excelente e inusual en las leyes de accidentes: un mecanismo sencillo para
mantener el valor de las sumas fijas (mínimos y adicionales) previstas en la ley que, al remitir al índice de aumento de
las remuneraciones de los trabajadores en relación de dependencia, contribuía a la auto aplicación porque aportaba al
sistema claridad, publicidad e imposibilidad de manipulación. Esta norma impedía en todo momento una situación
como la planteada con la vieja ley 9688 y sus modificaciones posteriores, cuando el valor de una vida quedó fijado,
para la década del noventa, en $ 150. La mala sintaxis del art. 17.6 de la ley contribuyó a disparar cantidad de
interpretaciones divergentes y, por consiguiente, a multiplicar exponencialmente las causas judiciales
(62) No tiene explicación racional pero sí efectos predecibles: una nueva intensificación de los procesos judiciales para
dirimir su sentido
(63) Tal nítido segmento temporal carecería de todo sentido si el índice RIPTE hubiera estado destinado a aplicarse a
la manera de los antiguos índices de actualización previstos en el art. 276, LCT, ya que el único modo racional de
actualizar un crédito es partir del momento al que se encuentra originariamente calculado y llegar hasta el momento
del pago. Muchas decisiones judiciales que aplicaron el índice y lo sujetaron a la pauta temporal legal (enero/2010 -
noviembre/2012) exhibieron tal despropósito, porque al considerar -por ej.- tanto accidentes anteriores como
posteriores a enero de 2010 desecharon el criterio central vinculado a la pretendida actualización monetaria
(64) El monto de $ 180.000 se elevó, por este mecanismo, a $ 369.630; ese cálculo, que podía hacerse con las
planillas de RIPTE publicadas, fue finalmente incluido en la R. (SSS) 34/1013. Acaso hubiera sido preferible la fijación
de esos montos en la propia ley, y evitar así las dificultades expuestas para poner esto en palabras claras, que
condujeron a la multiplicación de escritos, reclamos, revisiones e instancias transitadas
(65) Donde “i” es la incapacidad, aunque en todo momento total si supera 66/100 (el art. 4, D. 1694/2009 es el más
explícito en este aspecto)
(66) La actualización semestral de tales mínimos ha sido publicada en cada momento por la Secretaría de Seguridad
Social (Nº 34/13, 3/14, 22/14, 6/15, 28/15, 1/16, 387/16), aunque, como ya se dijo, podría practicarse judicialmente
por aplicación del ya referido índice RIPTE en caso de falta de publicación
(67) Arts. 6 y 15, L. 26417; art. 32, L. 24241 y normas inferiores del sistema
(68) Se agrega, como Anexo, un cuadro de doble entrada con fechas de vigencia para los casos previstos en el
sistema
(69) El art. 3, L. 26773 no respetó los términos técnicos de la ley de riesgos (centralmente los del art. 6) e introdujo,
gratuitamente, un problema interpretativo. El art. 6, L. 24557 define el accidente de trabajo como el acontecimiento
súbito y violento ocurrido “por el hecho o en ocasión del trabajo” o “en el trayecto entre el domicilio del trabajador y el
lugar...”; el art. 3, L. 26773, por su parte, remite al daño producido “en el lugar de trabajo” o el que sufra el
dependiente “mientras se encuentra a disposición del empleador”. No todos los accidentes “por el hecho o en ocasión
del trabajo” ocurren “en el lugar de trabajo”, aunque es probable que de algún modo puedan en todos los casos ser
calificados como ocurridos mientras el trabajador se encontraba -en algún sentido- “a disposición del empleador”.
Claro que, también, podrían pensarse hipótesis en las que el trabajador se encuentra a disposición, sin darse “el
hecho” o “la ocasión del trabajo”. Pero, en lo que aquí es de interés, parece claro que la conjunción de los casos
denotados por los conceptos lugar de trabajo y a disposición del empleador puede considerarse un conjunto idéntico al
de los casos denotados por la expresión por el hecho o en ocasión del trabajo, mientras que el traslado al lugar de
trabajo no aparece incluido en la definición de “estar a disposición del empleador”. Entiendo, por tales razones, que los
accidentes in itinere han sido excluidos del recargo del art. 3, L. 26773, exclusión que no resulta irrazonable como
decisión legislativa, en especial si se tiene en cuenta que la responsabilidad por accidentes en el trayecto es un
supuesto de responsabilidad objetiva en el que ya no es posible identificar alguna intervención del obligado (o de
alguien por quien deba responder) en el entramado causal de modo de evitar, prevenir o disminuir el daño y en el que
no existen otros “daños no reparados por las fórmulas” de los que sea, de modo directo o indirecto, responsable una
aseguradora de riesgos del trabajo. De esta interpretación resulta, además, que no hay casos nuevos creados por la
norma (por ej. los del trabajador “a disposición”) y que, por esa misma razón, la indemnización regulada no es
autónoma, sino un cálculo nuevo (para algunos casos) de la más general prevista por las normas anteriores del
sistema
(70) La prestación de pago mensual del art. 17.2, LRT se estableció originalmente en tres AMPOS; por D. 1694/2009
se fijó la prestación en un monto, $ 2000, y su actualización “en la misma proporción en que los sean las prestaciones
del SIPA (art. 6). Cualquier discusión sobre el modo de mantener esta suma queda ahora superado con el artículo 17
bis según texto de la ley 27348, que establece, justamente, un mecanismo de ajuste de los importes del decreto
1694/2009”
(71) Incluso la UART, en mayo/2015, dirigió a la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo una petición tendiente a
que los juzgados obtuvieran los datos de modo de fijar “la remuneración sujeta a aporte según el SIOCC para poder
calcular el ingreso base mensual”; por acta 815 el Tribunal de Superintendencia hizo saber que “el pedido articulado
alcanza a cuestiones de índole jurisdiccional que deben ser planteadas en cada caso concreto”
(72) El art. 43 de la resolución reglamentaria que dispone: “Valor de ingreso base. No integrarán el cálculo del valor
del ingreso base, conforme lo establecido en el artículo 12 de la ley 24557, sustituido por el artículo 11 de la ley
complementaria de la Ley de Riesgos del Trabajo, aquellas sumas que correspondan a los conceptos establecidos en el
artículo 7 de la ley 24241 y los artículos 103 bis y 106 de la ley 20744, y todo otro concepto que no integre el salario
aun cuando se liquide conjuntamente con él”. El art. 7, L. 24241 establece: “No se consideran remuneración las
asignaciones familiares, las indemnizaciones derivadas de la extinción del contrato de trabajo, por vacaciones no
gozadas y por incapacidad permanente provocada por accidente del trabajo o enfermedad profesional, las prestaciones
económicas por desempleo, ni las asignaciones pagadas en concepto de becas. Tampoco se considera remuneración
las sumas que se abonen en concepto de gratificaciones vinculadas con el cese de la relación laboral en el importe que
exceda del promedio anual de las percibidas anteriormente en forma habitual y regular”. Los arts. 106 y 103 bis, LCT
regulan, respectivamente, los viáticos y los denominados beneficios sociales. Respecto de este último aspecto, el
carácter remuneratorio es en distintos casos debatido y judicialmente admitido. Por ello, y respecto de este punto, la
resolución contradice la norma que reglamenta, lo que solo tenderá a incrementar el número de causas judiciales por
el cumplimiento de la liquidación del IBM de acuerdo al art. 11, L. 27348
(73) Esta interpretación respeta el concepto legal de remuneración, facilita la prueba (en tiempos y en costos, dado
que descarta la necesidad de prueba de libros) y se sujeta al criterio legal explícito de automaticidad, que el art. 1, L.
26773 invoca
(74) Además, no puede pasarse por alto que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha aceptado sistemas de
actualización monetaria en épocas de crisis, “pero carece de todo sustento suponer que tales mecanismos se
encuentran ‘incorporados’ a la Constitución Nacional: la actualización no es sino un remedio, y de ningún modo
‘propiedad’ en el sentido constitucional del término” (Guibourg, Ricardo A.: “Después de ‘Bolaño’” - DT - 1995-B - pág.
1567)
(75) “Roldán, Elio c/Manufactura Algodonera Argentina SA” - CNTrab. en pleno - 9/12/1981: “En el cálculo del salario
diario mencionado en el art. 11 de la L. 9688, corresponde considerar las remuneraciones percibidas a valor monetario
constante”. En aquella oportunidad, el voto conjunto de la mayoría sostuvo: “la doctrina propuesta no busca la
indexación o actualización de una deuda exigible, sino ponderar la base de cálculo de un resarcimiento sobre bases
reales, al ritmo de la depreciación efectiva de la moneda en que se mide el salario nominal”
(76) Una interpretación distinta no solo resultaría alejada del texto de la norma: introduciría también el problema de
compatibilizarla con la vigente prohibición de indexar (para el sistema jurídico en general, pero también para otros
créditos laborales alimentarios, como las indemnizaciones derivadas del despido). Aclaro aquí, sin embargo, que
siempre es posible plantear y resolver la insuficiencia de una indemnización tarifada (por la vía de la declaración de las
inconstitucionalidades que correspondan, como ocurrió en tiempos en los que los topes fueron congelados), pero tal
decisión no puede fundarse a priori en una norma que no resulta aplicable al caso o en la extrapolación de una
decisión legislativa a un ámbito no reglado
(77) Así lo ha resuelto también la CSJN: “La Plata Remolques SA c/Buenos Aires, Provincia” - 4/5/1995. Nótese,
además, que incluso para el caso que los índices fueran publicados inmediatamente al finalizar cada mes, nunca podría
conocerse la variación hasta que ese mes haya transcurrido
(78) Por el contrario, la fijación judicial de una tasa fija como la que resultó de las actas 2600, 2601y 2630 (ahora
36%) puede resultar, en momentos de inflación oscilante como el actual, escasa o elevada pero siempre indiferente a
los cambios que se presenten en la realidad
(79) Alguna doctrina, incluso, ha atribuido a esta circunstancia el aumento de causas laborales en la justicia nacional
en detrimento de las tramitadas en la provincia de Buenos Aires, donde rige una tasa marcadamente inferior. Como se
dijo, el CCyCo. estableció la uniformidad de tasas, aunque la delegó en una publicación del Banco Central, que se
encuentra pendiente
(80) Esta función ha desaparecido por completo en la última resolución de la Cámara que, ante la falta de publicación
por desaparición de la tasa que había fijado por acta 2601, resolvió congelarla en la última publicada, es decir, 36%.
Este modo de establecer una tasa de interés (que en algún momento la Cámara adoptó, en épocas de convertibilidad)
cumple pobremente aquella función, dado que la inmovilidad puede provocar, de acuerdo a las condiciones del
mercado, que la tasa pierda cualquier relación con la realidad, relación que una tasa variable tiende a mantener
(81) Así se resolvió por acta 2357 - 7/5/2002, donde se recordó la R. 6/1991 - 10/4/1991, establecía en su art. 6:
“Sin perjuicio de la tasa aplicable hasta el 31 de marzo de 1991 sobre créditos indexados, a partir del 1 de abril de
1991 se aplicará la tasa de interés que resulte del promedio mensual de la tasa activa aplicada por el Banco de la
Nación Argentina para operaciones corrientes de descuento de documentos comerciales, según el cálculo que será
difundido por la Prosecretaría General de la Cámara. Para las fracciones del período mensual que se halle en curso, se
aplicará el promedio del mes anterior”
(82) De las particulares circunstancias contempladas por acta 2357 - 7/5/2002, resultó además la modificación
parcialmente retroactiva de la tasa al acordarse que “sin perjuicio de la tasa aplicable hasta el 31 de diciembre de
2001, a partir del 1 de enero de 2002 se aplicará la tasa de interés que resulte del promedio mensual de la tasa activa
fijada por el Banco de la Nación Argentina para el otorgamiento de préstamos”
(83) En los casos de accidente, puede juzgarse que el daño aparece consolidado con la muerte o con el propio
accidente, dado que todas las consecuencias irreversibles se encuentran presentes. En el plenario 180 “Arena, Santos
c/Estiport” - CNTrab. - 17/5/1972, se había establecido que “los intereses de la indemnización a la que se refiere el
inciso c) del artículo 8 de la ley 9688 corren desde el momento en que corresponda considerar permanente la
incapacidad”, aunque si este concepto se asimila al alta médica podría desajustarse la fecha considerada para fijar el
salario y la del inicio del cómputo de los intereses, con la consiguiente pérdida del valor de la indemnización
(84) Del accidente, de la primera manifestación invalidante
(85) Texto original del párrafo: Los damnificados podrán optar de modo excluyente entre las indemnizaciones
previstas en este régimen de reparación o las que les pudieran corresponder con fundamento en otros sistemas de
responsabilidad. Los distintos sistemas de responsabilidad no serán acumulables
(86) Art. 5, L. 26773 - “La percepción de las prestaciones en dinero, sea imputable a la sustitución de salarios en
etapa de curación (ILT) o sea complementaria por gran invalidez, así como la recepción de las prestaciones en
especie, no implicarán en ningún caso el ejercicio de la opción excluyente prevista en el artículo precedente”
(87) Me remito aquí a Guibourg, Ricardo A.: “Los honorarios en el proceso laboral” - LL - Bs. As. - DT - 2010 - pág.
759
(88) La lectura conjunta de los arts. 11.1, L. 24557 y el 4, L. 21839 permitía tal interpretación. El primero dispone:
“Régimen legal de las prestaciones dinerarias. 1. Las prestaciones dinerarias de esta ley gozan de las franquicias y
privilegios de los créditos por alimentos. Son, además, irrenunciables y no pueden ser cedidas ni enajenadas”. El art.
4, L. 21839, que “...los asuntos o procesos previsionales, alimentarios y de familia, no podrán ser objeto de pactos”.
La norma actual tiene alguna similitud con el viejo art. 13, L. 24028 establecía: “Será nulo de nulidad absoluta y sin
ningún valor el pacto de cuota litis para todas las acciones derivadas de la presente ley y las que se ejercitaren de
acuerdo con la opción prevista en el art. 16”
(89) Plenario 329 - En las causas en las cuales se reclaman beneficios emergentes de las leyes 24557 y 26773 no es
legalmente admisible el pacto de cuota litis sobre el importe de las prestaciones contempladas en ellas
(90) Puede encontrarse una justificación razonable en la modalidad de regulación en porcentaje a partir de una suerte
de analogía con el trabajo a comisión por parte del abogado, aunque esta analogía difícilmente sería aceptable en el
caso de un perito
(91) Con criterio similar, podría fijarse en $ 5.000 el punto de partida de esa escala, que no debería bajar de $ 3.000
ni exceder de $ 10.000. Considero que este valor, ahora estimado, podría mantenerse de modo semestral, con el
mismo índice RIPTE que se utiliza para los mínimos y adicionales de la ley. Desde el momento de la regulación
correspondería la misma tasa activa hasta el efectivo pago, salvo capitalización posterior en el caso de incumplimiento
frente a la intimación respectiva
(92) Art. 277, LCT - “Pago en juicio. Todo pago que deba realizarse en los juicios laborales se efectivizará mediante
depósito bancario en autos a la orden del Tribunal interviniente y giro judicial personal al titular del crédito o sus
derechohabientes, aún en el supuesto de haber otorgado poder ... Todo pago realizado sin observar lo prescripto ...
serán nulos de pleno derecho”
(93) La comunicación “A” 5147 del Banco Central (BO: 10/1/2011) había establecido que “la acreditación de los
importes correspondientes a las causas judiciales ordenadas por los juzgados intervinientes se realizará mediante
transferencias electrónicas desde cuentas a la vista abiertas en entidades financieras o a través de cualquier otro
medio de pago distinto del efectivo, cuando se trate de importes superiores a $ 30.000 y, preferentemente por esos
medios, cuando se trate de depósitos menores o iguales a dicho importe”. Desde hace tiempo los giros en papel no
son más que una inercia judicial difícil de vencer, ya que esta norma y los aplicativos disponibles tanto en la Banco
Nación como en el Banco Ciudad brindaban todas las herramientas necesarias para sustituirlos por transferencias
electrónicas
(94) Guibourg, Ricardo A.; Rodríguez Fernández, Liliana; Tosca, Diego M.: “Procedimiento Laboral. Ley 18345
comentada y anotada” - LL - Bs. As. - 2012 - pág. 399
(95) “Vietri, Darío c/Grúas San Blas SA y otros” - CSJN - 12/11/2013
(96) La preocupación de las autoridades del Banco Ciudad por maniobras observadas en el momento del cobro de
giros, que también son constatadas día a día en las oficinas judiciales, fue puesta en conocimiento de los juzgados de
primera instancia por Comunicación presidencia Cám. Nac. Trab. - 19/12/2016
(97) Ello sin perjuicio del criterio judicial, ampliamente extendido, que consideraba improcedente el pacto de cuota litis
con anterioridad a la vigencia de esta norma

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