La guerra de 1898 con los Estados Unidos era una cuestión que venía
debatiéndose durante décadas antes. En ese sentido, la importancia de la prensa usense
fue decisiva a la hora de preparar la invasión de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Pero, ¿qué hacía la prensa española al respecto?
La saña con que tratan hoy al general Weyler los periódicos que aquí se titulan
liberales, no puede tener más fundamento que el de haber sido un entendido
jefe, que á todo trance quería desbaratar á los enemigos de España, habiéndolo
conseguido muchas veces.
Y á pesar de las mil y tantas iniquidades que esos enemigos cometían con
nuestros soldados que se extraviaban por los intrincados montes de manigua; á
pesar de la carnicería que solían hacer con los infelices soldados que eran
sorprendidos en algún pequeño destacamento, por numerosas fuerzas
enemigas, nuestro antiguo jefe no descendía á maltratar á los prisioneros ni
presentados, los cuales, después de cubrir sus desnudas carnes con nuestra
ropa y mermar nuestras escasas raciones, pagaban con la ingratitud más negra,
huyendo nuevamente al campo enemigo. Algunos de éstos han vuelto á caer
por segunda vez en poder de nuestras fuerzas, y nuestro jefe, en vez de
aplicarles el castigo que era de rigor, les volvía á indultar, mitigándoles el
hambre. (Weyler 1910: 110)
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inocentes deben la vida á los jefes, oficiales y soldados del ejército español.
(Weyler 1910: 110-111)
Cuba no pertenecerá a España más que durante el tiempo que España tenga
fuerza para sujetarla. Y cuando un padre y un hijo viven de esta suerte, ¿vale
la pena de obligarles a que sigan juntos? (Soldevilla 1896: 69)
El 7 de enero de 1896
El Imparcial publicó un extenso telegrama dando cuenta de la importante
reunión de los tres partidos españoles en Cuba, verificada en el Casino
Español de La Habana. Los Sres. Guzmán, Montero y Martínez hablaron en
nombre de los respectivos partidos (constitucional, autonomista y reformista),
y manifestaron que ante todo eran españoles incondicionales y darían á
España cuanto necesitara para la defensa de la integridad del territorio.
Se acordó procurar que se nutrieran bien los batallones de voluntarios, pero no
hicieron donativo alguno. (Soldevilla 1897:15)
En Cuba hay á estas horas un verdadero caos militar. Casi se puede decir que
no tenemos allí más que Infantería, y esa con tres armamentos de tres distintos
calibres: Remington (calibre 11), Maüser argentino (calibre 7,65) y Maüser
español (calibre 7)…/… El general Valmaseda persiguió tan ejecutivamente al
enemigo, que pacificó las Villas y casi todo el Camagüey, dejando la rebelión
reducida á las montañas orientales. Pero fué sustituido el año 72 por el general
Cevallos, quien se propuso regularizar la campaña, para lo cual concentró las
tropas, empezó la construcción de la Trocha dsl Bagá y tomó otras medidas
que permitieron al enemigo descansar y rehacerse. La moribunda insurrección
resucitó con mayores bríos. (Weyler 1910: 73-74)
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En 1896
Por su parte, la prensa, decidido elemento usense en la usurpación de Cuba,
decía:
El día uno de marzo se celebraron manifestaciones en toda España contra los EE.UU.
En la de Barcelona se produjeron altercados y en Valencia llegó a declararse estado de
sitio. Los EE.UU. pidieron explicaciones. España no hizo lo propio con las
manifestaciones antiespañolas que se desarrollaron en los EE.UU.
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La prensa usense había empezado una nueva carrera para conseguir grandes
tiradas. Los protagonistas de la contienda eran el Journal de Hearst y el World de
Pulitzer con el apoyo del Sun, editado por el amigo de Martí, Dana.
No era sólo Hearst quien ahora pregonaba la guerra, sino también Pulitzer.
Más tarde reconoció que había fomentado la guerra por los efectos que
pudiera tener en la circulación de sus periódicos. En 1897, los periódicos de
Pulitzer tenían una tirada de más de 800 000 ejemplares diarios, y los de
Hearst, de 700 000. El Sun, también partidario de la guerra, por lo menos
teóricamente, no tiraba más de 80 000. (Thomas 1971)
los insurrectos y los laborantes de Cayo Hueso y Tampa que se hallaban allí
huyendo de mis bandos, y los mismos americanos que siempre habían
ayudado y protegido la insurrección de la Isla, favoreciendo las expediciones
filibusteras, con pertrechos y toda clase de elementos a los insurrectos, no
podían estar conformes con mis éxitos ni con mis procedimientos de rigor, con
los que veían el fin de la campaña, y apelaban a toda clase de calumnias sobre
la conducta de las tropas y sobre mi persona, viéndome obligado a acudir en
varias ocasiones a nuestro Ministro en Washigton para desmentirlas, sobre
todo cuando relataban fusilamientos y crueldades que allí no se cometían.
Y sin embargo, no consideraban crueldad el cumplimiento de los bandos
insurrectos, por los cuales se fusilaba a los que aprehendían componiendo las
vías férreas, cortando caña para moler en los ingenios, trabajando en éstos,
llevando víveres o efectos a las poblaciones, etcétera. (Weyler 1910: 171)
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La prensa se quejaba del trato dado a los insurrectos… pero nada decía del trato
recibido por los soldados españoles, al tiempo que los Estados Unidos instaban al
gobierno de Madrid para que España se condujese en la guerra con arreglo á los
principios consagrados por las naciones civilizadas.
El 16 de julio de 1896, “el Imparcial” decía:
El dinero dado por la nación para lograr la paz cae en un pozo sin fondo. A
favor del decaimiento público se hace el matute de los más ruinosos negocios.
Se regalan millones á los agentes de un empréstito y á los constructores de los
barcos de guerra. (Soldevilla 1898: 256)
Era una voz honesta que poco podía hacer frente a la campaña de
prensa llevada a cabo por los magnates usenses, que no tardarían en ver
culminados sus objetivos, con la inestimable colaboración de los separatistas,
que nunca dudaron ponerse en manos de aquellos.
Todos los ataques a Weyler se amparaban en la libertad de prensa, pero la
libertad de prensa no era aplicada a todos con el mismo criterio. Así, el presbítero José
Domingo Corbató Chillida, autor del libro “León XIII, los carlistas y la monarquía
liberal”, fue condenado a la pena de once años y cinco meses de prisión.
Y mientras los Estados Unidos no cesaban en sus ataques; mientras la guerra se
iba desarrollando en Cuba, el silencio administrativo era la respuesta con la que se
mantenía “in albis” al pueblo español.
Y mediado el año 1897, parecía que un resquemor hacía despertar las
conciencias. En ese sentido, “El Motín” de 10-7-1897 decía:
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hijos, vivos ó enterrados. Y se ha enterado el pueblo, porque comienza á pagar
los gastos, que han venido sufragándose con lo que existía y con el producto
de los empréstitos.
Hoy ya la situación se ha despejado, y números cantan.
Tenemos un presupuesto de ingresos que no llega a pesetas …….900.000,000
De estos se destinan al pago de los intereses de la Deuda y
amortización ,…………………………………………………….. 537.000,000
El ejército de Cuba nos cuesta al año próximamente ……………..280.000,000
Las clases pasivas (ídem) …………………………………...…….100.000.000
El clero (ídem) ……………………………………………………...42.000,000
De manera que, sin pagar la lista civil, ni el ejército de la Península, ni el de
Filipinas, ni todas las grandes atenciones que pesan sobre el Estado, nos
resulta un déficit de un centenar y pico de millones de pesetas.
Y yo pregunto: ¿Puede la monarquía resolver este problema? No.
Pues so pena de resignarnos á morir por consunción, hay que ver cómo lo
resolvemos.
No se trata ya de forma de gobierno, de patria, de honor, de vida.
Así, la prensa, y en concreto “El Motín”, servía los mismos intereses que estaban
aniquilando literalmente España desde hacía un siglo. Y a nadie se le ocurría señalar
que, contra lo afirmado, si se trata de forma de gobierno, de patria, de honor, de vida.
La misma publicación, en el mismo número, se hacía mención a la permanente
desamortización lesiva que, desde tiempos de Mendizábal se estaba aplicando a los
bienes nacionales.
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(recordemos que España es colonia británica desde 1808), sino como justificación de la
misma, pues a línea seguida marcaba de dónde debía entenderse que venía esa
descomposición.
En cambio se han levantado á miles los conventos, y nos han invadido toda
especie de frailes y monjas.
Aunque esto es natural. La descomposición engendra gusanos.
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pero eficaz, del carlismo. A estas opiniones nuestras responde nuestra
conducta desde hace mucho tiempo. Pero como lo que ocurre en Valencia, en
Cataluña, en Navarra, en Vizcaya y en otras regiones reviste, a juicio de
personas serias, imparciales y poco alarmistas que lo conocen, extraordinaria
gravedad, creemos muy conveniente cuando no necesario, dar la voz de alerta
para que se formen en un mismo ejército, y vivan prevenidos y vigilantes
cuantos pertenezcan, cualesquiera que sea su partido y su nombre, á la
gloriosa España liberal.
…/…En Navarra, en Valencia, en Andalucía y allí donde subsisten las
raíces del carlismo, se nota agitación y se supone que los secuaces del
Pretendiente hacen preparativos para inaugurar un nuevo ciclo sangriento.
el Journal, bajo el titular «La guerra con España está próxima», contaba un
cuento sobre ciudadanos norteamericanos que se refugiaban en el consulado.
Esto no era cierto. El World proclamaba: «Los alborotos de La Habana
significan la revolución». El Sun informó sobre la continuación de los
alborotos durante cuatro días. Todo esto era totalmente falso. (Thomas 1971)
Luego, con el conflicto de Maine como eje central de las actuaciones, esa misma
prensa escribía cuentos con los que caldear el ambiente contra España.
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Pero la noticia no era sino una gota en el océano de informaciones tendenciosas,
creadas con la intención de llevar a efecto los proyectos de los Estados Unidos.
Todos reconocen que la actual situación de España es la más crítica por que ha
atravesado nuestra patria en la actual generación, y sólo comparable á la que
precedió á la invasión francesa de principios del siglo; todos reconocen que
en el exterior la tempestad nos azota, y en el interior ruge un volcán bajo
nuestros pies; y, sin embargo, á nuestros oídos llegan con más estruendo que
nunca los rumores de públicas diversiones, preparativos ruidosos de festejos,
de batallas de flores, de fiestas taurinas, de expediciones de placer, de bailes
de máscaras.
Y ya en el principio del fin, cuando nada tenía posible reparación, entonces sí, la
prensa, necesitada de lectores, señalaba una evidencia que estaba poniendo España a los
pies de los caballos:
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Y se añadía que un espía norteamericano en Cádiz fue quien, habiendo visto o
que las cajas que se cargaban allí en el Alfonso XII y en el Antonio López
iban rotuladas al capitán general de Puerto Rico, dio aviso de ello, y así
pudieron los barcos norteamericanos prepararse y dar enza á los dos
trasatlánticos, con los resultados que se conocen. (Isern 1899: 451)
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Bibliografía
Daóiz Velarde, Aingeru (2014) El hundimiento del Maine, un caso de bandera falsa. En
internet http://navegandoenelrecuerdo.blogspot.com.es/2014/06/el-hundimiento-del-
maine-un-caso-de.html Visita 3-4-2016
Sánchez Illán, Juan Carlos. El Imparcial ante la guerra de Cuba. ISSN 1137-0734, Nº 3,
1998. En Internet https://dialnet.unirioja.es/buscar/documentos?
querysDismax.DOCUMENTAL_TODO=guerra+de+Cuba Visita 18-9-2016
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Soldevilla, Fernando.(1897) El año político 1896. En Internet
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001804654&search=&lang=en visita 16-
10-2016
Vaquero
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