Intencionalidad pedagógica
“no toda la realidad merece conocerse, no hay que conocer todo, hay que conocer lo
pertinente para poder responder la pregunta para qué quiero conocer. Lo que significa que
la pregunta me está llevando, por lógica interna, a jerarquizar problemas dentro de la
realidad. Hay problemas más relevantes y otros menos relevantes en función no de un
marco teórico, sino de la pregunta que en el fondo y en la forma es valórica.” (Zemelman,
2006, pág. 111). Entonces aquí está la labor del docente dentro de los espacios educativos.
Lograr leer la realidad específica, identificar problemas que puedan ser abordados, diseñar,
trabajar, jerarquizar, elegir, para conseguir darle una salida formativa a esos elementos que
hemos identificado.
“no saber formular problemas, porque todo el tiempo sólo se escuchar teorías que explican
supuestos problemas que no son parte de los sujetos que se están conformando” (Quintar,
2008, p. 24)
“¿Para qué quiero conocer esto? Si quieren analiza el proceso de enseñanza y aprendizaje,
si se quiere estudiar la organización de la escuela, si se quiere estudiar la migración,
movilidad social, el poder, el estado, los partidos políticos, sujetos sociales, sujetos
políticos. Lo que estoy señalando es que en un primer momento la reflexión es <para qué
me planteo el problema> y esa pregunta es de muy difícil respuesta” (Zemelman, 2006,
pág. 107)
Y claro, este para qué es el que da sentido a la pedagogía. Es de aquí, desde estas
reflexiones, de donde nace nuestra intencionalidad; la materialización de nuestra
subjetividad. Y en coherencia con ella es que debemos diseñar.
La pedagogía es y debe asumirse como una práctica social, como una interacción huamana,
como un proceso de formación, por lo cual hay que pensar cómo desde ese contexto
específico podemos potenciar las habilidades, saberes y reflexiones de los que estamos en
ese contexto.
En fin, ahí mis energías, ahí mi objetivo y mi problema didáctico: el quehacer como
docente frente a este grupo de jóvenes que más que mostrar un desinterés por la historia, se
niega como sujeto histórico en tanto no se visualiza como un sujeto capaz de construir
realidad, de transformarla. “Lo que se provoca es que la comunidad los encuentre y los
aprehenda y utilice desde su propia historia. Esto, en el proceso de enseñanza promueve la
construcción de conocimiento desde otro lugar, desde el lugar del sujeto y su subjetividad,
y por ende desde su especificidad histórica, desde su contexto, desde su mundo de vida […]
Es decir, nosotros provocamos vacíos de saber para que ese vacío sentido se convierta en
un dispositivo de construcción y producción de conocimiento, y es con el grupo de
formación que vamos configurando esos instrumentos que hacen que nos reconozcamos”
(Quintar, 2008, pág. 29)