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Abraham Lincoln

(Hodgenville, Estados Unidos, 1809 - Washington, 1865)


Abogado y político estadounidense que fue el decimosexto
presidente de los Estados Unidos (1861-1865). Siempre
evocado como el presidente que abolió la esclavitud, Abraham
Lincoln es una de las figuras más admiradas de la historia
estadounidense; la honestidad, la fortaleza de espíritu y la
profundidad de su pensamiento y de sus convicciones, patente
en sus escritos y discursos, sobresalen entre las virtudes de un
estadista cuya actuación no estuvo exenta de vacilaciones.

Abraham Lincoln

Desgraciadamente, cuando Lincoln asumió la presidencia estaba


llegando a su culminación una crisis nacional larvada desde
principios de siglo: el enfrentamiento entre las dinámicas y
modernas sociedades industriales de los estados del norte, que
rechazaban la esclavitud, y la aristocracia de los terratenientes
del sur, dueña de inmensas plantaciones que empleaban a
millones de esclavos, y que veían en la supresión de la
esclavitud el fin de su modo de vida.
Pese a que Lincoln figuraba entre los más moderados de los
abolicionistas, su elección desencadenó la separación de los
estados sureños, y ni siquiera su talante conciliador ni el vigor
de su elocuencia pudo evitar la cruenta guerra de Secesión
(1861-1865), que enfrentó a la recién creada Confederación
sudista con la Unión de los estados del norte. Tras dos años
militarmente adversos, Lincoln llevó a la Unión a la victoria;
abolió la esclavitud, restableció la unidad de la nación y orientó
decisivamente el país hacia el capitalismo industrial, sentando
las bases que lo convertirían en una gran potencia política y
económica.
Biografía

Abraham Lincoln nació en el seno de una familia de colonos


cuáqueros. Durante su infancia y su juventud, marcadas por la
pobreza de su familia, recorrió el Missisippi y vivió de cerca las
condiciones infrahumanas que padecían los esclavos negros.
Tenía veintitrés años cuando dejó la granja donde trabajaba
para combatir como soldado raso en la guerra contra los indios.
Mientras tanto, emprendió su formación autodidacta y hacia
1836 logró licenciarse en derecho.
Dos años antes, su actitud contraria a la esclavitud lo había
conducido a intervenir en política, lo que le valió su elección
como diputado de Illinois para el período 1834-1842. Merced a
su defensa de mejores condiciones de vida para los negros y a
sus dotes oratorias, logró una gran popularidad en todo el
estado. En 1846 Lincoln alcanzó la jefatura del Partido Whig, y
como diputado del Congreso federal apoyó a los abolicionistas
de Washington.
Ese mismo año estalló la guerra contra México (1846-1848); la
arrolladora victoria norteamericana supuso la anexión definitiva
de Texas y la incorporación a los Estados Unidos de la Alta
California, Nuevo México, el norte de Sonora, Coahuila y
Tamaulipas, mientras los mexicanos perdían la mitad de su
territorio nacional. Lincoln se había opuesto decididamente a la
guerra desde el principio; el desenlace favorable de la misma le
hizo perder muchos votos, y fracasó en las elecciones
senatoriales de 1849.
Con su hijo Tad

Decepcionado, se retiró de la política y durante seis años


trabajó como procurador. Hacia el final de este retiro, Lincoln
seguía siendo un abogado y político provinciano, ciertamente
prestigioso en su estado, pero casi desconocido fuera de Illinois.
Nada hacia presagiar que, otros siete años después, sería
elegido presidente de los Estados Unidos, y mucho menos que
su elección fuera el detonante de la secesión de los estados
esclavistas del sur y del inicio de una guerra fraticida, pues su
ideario abolicionista era realista y moderado. Abraham Lincoln
consideraba la esclavitud como un mal social y estaba
firmemente convencido de que era necesario impedir su difusión
por los estados norteamericanos. Sin embargo, no pretendía
imponer la abolición inmediata a los territorios meridionales; era
partidario de una acción progresiva y pacífica en favor de la
desaparición de la esclavitud.
Las raíces de una guerra
Durante la primera mitad del siglo XIX se habían ido
configurando en los vastos territorios de los Estados Unidos dos
tipos de economías divergentes. La Revolución Industrial había
penetrado ya en los estados del norte, comenzando por las
industrias textiles y manufactureras, que llegaron a alcanzar un
prestigio considerable. Los intereses de los estados del norte
pasaban por el mantenimiento de una política aduanera
proteccionista para defenderse de la industria europea, más
antigua y mejor equipada, que generaba unos productos de
calidad superior.
En los estados sureños gobernaba una clase aristocrática de
terratenientes que utilizaba como mano de obra a los esclavos
negros en sus inmensas plantaciones. Los intereses del sur eran
exactamente los contrarios: defendían el librecambismo. Su
economía se basaba casi exclusivamente en el cultivo y
comercio del algodón, que la esclavitud permitía producir a bajo
coste. Como todo sistema de monocultivo, dependía
estrechamente de las condiciones del mercado; la salida de la
mayor parte de su producción estaba en el exterior,
básicamente en la industria algodonera británica.
Los fundadores de la nueva nación habían confiado en que la
esclavitud, herencia del período colonial, desaparecería con el
paso del tiempo y el progreso de los espíritus. Sin embargo, a
causa del desarrollo de las inmensas plantaciones de algodón y
de la necesidad de mano de obra, siguió creciendo y
extendiéndose. Era además imprescindible para la economía de
la sociedad sureña tradicional y para el estilo de vida de aquel
mundo elegante, culto y refinado, hoy universalmente conocido
por aquel bucólico retrato trazado en los primeros compases de
la película Lo que el viento se llevó (1939).
En 1820, por el compromiso de Misuri, se había dividido el país
(por la línea del paralelo 36) en estados esclavistas y estados
abolicionistas. Pero la adquisición de nuevos territorios, junto a
la huida de esclavos hacia el norte, fue debilitando el equilibrio.
Treinta años después, en 1850, la incorporación de California
como estado no esclavista fue considerada como la anulación
del compromiso de Misuri (por hallarse situada, en gran parte,
al sur del paralelo 36), suponiendo además el fin de la paridad
entre estados esclavistas y abolicionistas en el Senado federal.
El posterior ingreso en la federación de Minnesota y Oregón
empeoró la situación de los sureños.
A mediados de siglo, coincidiendo con el retiro temporal de
Lincoln, la opinión pública de los estados del norte comenzó a
mostrar una creciente inquietud por la pervivencia de una
situación que violaba claramente los principios de la
Constitución. La publicación de La cabaña del tío Tom (1852), la
célebre novela de Harriet Beecher Stowe, elevó el debate a cuestión
nacional. La repugnancia moral que las gentes del norte sentían
por la esclavitud se había extremado, mientras que los sureños
temían que los estados del norte, cada vez más poderosos en
Washington, acabasen imponiendo la abolición. Para los
aristócratas sureños, el fin de la esclavitud significaría el fin de
su monopolio mundial sobre el algodón y de su modo de vida.
Claramente incómodos, los estados del sur meditaban la
conveniencia de separarse de la federación, convencidos de la
posibilidad de subsistir independientemente gracias a sus
prósperas plantaciones.
Hacia la presidencia

Abraham Lincoln regresó a la vida pública en 1854, cuando la


cuestión de la esclavitud pasó de nuevo del plano social al
político a raíz de la aprobación de la Ley Kansas-Nebraska, la
cual permitía implantar la esclavitud en los estados del
noroeste. Como ya se indicado, Lincoln no apoyaba la abolición
de la esclavitud en los estados en los que ya existía, sobre todo
en los del sur; cada territorio debía legislar al respecto conforme
a la conciencia de sus ciudadanos. Sin embargo, se opuso
fervientemente a que se instaurase la esclavitud en aquellos
otros en los que no estaba autorizada. Particularmente célebre
por la vehemencia de su verbo y la solidez de sus
argumentaciones fue el discurso antiesclavista que pronunció en
la ciudad de Peoria (Illinois) en 1854.
En 1856 se constituyó en los estados norteños un nuevo partido
claramente abolicionista, el Partido Republicano, que se
consideraba heredero de la tradición política del
presidente Thomas Jefferson. Comprometido con la causa contra la
esclavitud, Lincoln se afilió al Partido Republicano el mismo año
de su fundación. Derrotado de nuevo en las elecciones al
Senado de 1858, la intensidad de la campaña antiesclavista y
los duelos dialécticos que mantuvo con el candidato demócrata
Stephen A. Douglas, elegido en la ocasión, le devolvieron la
popularidad perdida; los debates revelaron sus extraordinarias
dotes de orador, la profundidad de su pensamiento y de su
preparación, la madurez de su juicio y una gran fe en su misión.
Abraham Lincoln (detalle de un retrato de George Peter Alexander Healy)

El 27 de febrero de 1860 un nutrido auditorio de Nueva York se


rindió ante uno de sus más memorables discursos (reproducido
al día siguiente en todos los periódicos), al que siguieron otros
once no menos aclamados en distintas ciudades. La moderación
de sus posiciones fue decisiva para que el 17 de mayo de 1860
la convención republicana de Chicago lo eligiera candidato a la
presidencia en detrimento de William H. Seward, representante
de los abolicionistas más radicales.
La creación del Partido Republicano sirvió no sólo para causar
alarma e irritación en el sur, sino también para dividir al Partido
Demócrata precisamente sobre la cuestión de la esclavitud. Así,
a las elecciones de 1860 concurrieron cuatro partidos: los dos
demócratas del norte y del sur, el Partido Whig y el Partido
Republicano, cuyo candidato era Abraham Lincoln. El 6 de
noviembre de 1860, favorecido por las divisiones internas de los
demócratas, Lincoln ganó las elecciones a la presidencia. Los
republicanos obtuvieron la victoria en todos los estados del
norte, mientras que los otros tres partidos se repartieron los del
sur.
La guerra de Secesión
El Partido Republicano era inequívocamente abolicionista y
Lincoln, a pesar de su talante moderado, se había manifestado
como uno de los más firmes antiesclavistas; su elección no
podía sino desencadenar la reacción de los estados sureños.
Antes de que Lincoln asumiera oficialmente la presidencia, el
estado de Carolina del Sur tomó la iniciativa de salir de la Unión.
Siguiendo los pasos de Carolina, muy pronto por otros diez
estados se declararon independientes. Consumada sin dificultad
la secesión, los estados escindidos se organizaron en una nueva
unidad política: la Confederación o Estados Confederados de
América, con capital en Richmond (Virginia) y Jefferson Davis como
presidente. Los sudistas esperaban que Washington no
reaccionase, y, además, confiaban en la presunta superioridad
militar de sus elites aristocráticas y caballerescas para disuadir
al gobierno de cualquier plan de agresión.
La secesión no significó la guerra inmediata. Lincoln denegó a
los secesionistas el derecho a abandonar la Unión y se resistió a
reconocer la realidad de la separación, pero se guardó mucho de
hacer uso de la fuerza; intentó evitar un conflicto armado y
restaurar la unidad formando un gobierno de coalición con los
sudistas. Fueron los estados del sur los que iniciaron las
hostilidades al atacar el 12 de abril de 1861 Fort Sumter, un
enclave federal que defendía la entrada del puerto de
Charleston.
La guerra de Secesión duró cuatro años (1861-1865) y en ella
acabaría poniéndose de manifiesto la superioridad de los
veintitrés estados del norte en cuanto a población y recursos
bélicos, aunque los estados del sur organizaron prontamente su
defensa y la riqueza de sus clases dirigentes les permitió
adquirir armamento en Europa. Al comienzo de la guerra, el
ejército sudista compensó la inferioridad de fuerzas con su
capacidad de iniciativa, su habilidad maniobrera y la preparación
de sus soldados. Lincoln promulgó en 1862 la Homestead Act,
para la colonización del Oeste, y propuso una abolición
progresiva de la esclavitud, con el íntimo propósito de promover
un acercamiento a la Confederación sudista que acelerara el fin
de la contienda. Tras comprobar una vez más la intransigencia
del otro bando, el 1 de enero de 1863 decretó la emancipación
de los esclavos en todo el territorio de la Unión.
Lincoln presenta a su gabinete el decreto de abolición de la esclavitud
(óleo de Francis Bicknell Carpenter)

El ejército del norte fue imponiendo progresivamente su


superioridad, y a partir de sus victorias en Vicksburg y
Gettysburg en julio de 1863, el curso de la guerra se inclinó a su
favor. A ello contribuyó también considerablemente la habilidad
táctica de los generales Ulysses S. Grant y William T. Sherman, y los
efectos del bloqueo naval, que causó graves perjuicios
económicos a la Confederación y la privó de suministros de todo
tipo. Con su ejército dividido y debilitado por las deserciones, el
general sudista Robert E. Lee se rindió a Ulysses Grant en
Appomattox, el 9 de abril de 1865.
Considerado el primer gran conflicto bélico moderno,
caracterizado por la extrema crueldad con la población civil, el
uso masivo de medios de combate modernos y la destrucción
sistemática por parte de los yanquis de las plantaciones
sudistas, la guerra de Secesión arrojó un macabro balance de
entre seiscientas mil y un millón de víctimas entre civiles y
militares. La abolición de la esclavitud desfondó la economía
agrícola de los arrasados estados sureños, en los que, a pesar
de que se sancionó legalmente la libertad de los negros y su
derecho de voto, no podría ya borrarse la discriminación y la
segregación racial. Por otra parte, la victoria del norte
industrializado y antiesclavista supuso el triunfo del capitalismo
industrial y el principio de un impresionante despegue
económico: la fisonomía del país se transformó rápidamente,
configurando los Estados Unidos que hoy conocemos.
El magnicidio

Durante la guerra, Abraham Lincoln hubo de improvisarse como


estratega y general en jefe, remediar los desastres militares, las
sediciones y la corrupción interna, y oponer su tranquila
integridad a cualesquier críticas y acusaciones. Actuó con
rapidez y energía contra los insurrectos y las intrusiones
extranjeras, aprobó drásticas leyes marciales y estableció una
rigurosa censura de prensa, de suerte que, a pesar de su
clemencia y de su moderación, fue tachado de dictador por sus
opositores. Desde 1863, la marcha favorable de las operaciones
militares, sus medidas de protección al desarrollo de la industria
y su política conciliadora con respecto a los estados díscolos le
permitieron mantener la confianza de sus conciudadanos.

Con el general McClellan (Antietam, Maryland, 1862)

Finalizada la contienda, el problema inmediatamente planteado


fue el de la reconstrucción de la Unión en el terreno político, es
decir, la reincorporación de los estados rebeldes al congreso
federal. Lincoln era partidario del restablecimiento de la
federación en igualdad de derechos para todos los estados, de
inscribir en la Constitución el fin de la esclavitud y de iniciar
inmediatamente la reconstrucción del país; preconizó una
inmediata readmisión de los antiguos confederados, con unas
garantías mínimas y la condición de que aprobasen la
decimotercera enmienda a la Constitución, que suponía la
abolición de la esclavitud. El congreso, sin embargo, quiso
añadir requisitos más duros a esta fórmula.
No menos importante era la reparación material de los estragos
causados por la guerra. En noviembre de 1864, cuando las
fuerzas del norte ya dominaban casi por completo la situación y
el fin del enfrentamiento bélico se veía próximo, Lincoln fue
reelegido para un segundo mandato con un programa de
reconstrucción nacional que, sin embargo, no llegaría a ver
realizado: cinco meses después, mientras asistía a una función
teatral en Washington, Abraham Lincoln fue asesinado por un
actor sudista llamado John Wilkes Booth.
El 14 de abril de 1865, cinco días después de la rendición
sudista, John Wilkes Booth supo que un mensajero de la Casa
Blanca había llegado a la Ford's Opera House, un prestigioso
teatro de Washington, anunciando que a la representación de
aquella noche asistirían el presidente Lincoln y su esposa Mary.
John Booth era un joven actor bastante estimado por el público
que años antes había abrazado la causa sudista. Durante la
guerra no había dejado de interpretar sus papeles favoritos, que
eran los de Romeo y Bruto, este último asesino de Julio César.
Al mismo tiempo, sus simpatías por los confederados se habían
transformado en odio contra Lincoln, en el que veía a un tirano
y al que acusaba de querer convertirse en "rey de Estados
Unidos".
El asesinato de Lincoln

Al enterarse de que su enemigo iría al teatro esa noche, supo


que había llegado su oportunidad. Abraham y Mary Lincoln
ocuparon puntualmente su palco. La obra dio comienzo después
de que los presentes ovacionaran a su presidente y a la primera
dama. En el pasillo, el policía encargado de su protección creyó
que no eran precisas tantas precauciones y salió a tomar una
cerveza en un bar situado junto al teatro. John Booth llegó poco
después, saludó al empleado de la entrada y se dirigió hacia el
palco presidencial sin que nadie le cortase el paso. Iba
elegantemente vestido, era un actor reconocido y conocía
perfectamente los vericuetos de un teatro en el que había
trabajado decenas de veces.
Cuando entró en el palco, el presidente se hallaba inclinado
hacia adelante. Sostenía la mano de su mujer en la suya y
presentaba su perfil izquierdo al ejecutor. Éste se adelantó
sigilosamente empuñando una Derringer, pistola de pequeño
tamaño y de un solo disparo. La acercó a la cabeza de Lincoln y
disparó. Una humareda azul llenó el palco. El presidente apenas
se movió: sólo su cabeza se recostó lentamente contra su
pecho.
Booth blandió un puñal para que nadie le detuviese y exclamó:
"¡Sic semper tyrannis!" (Así llega siempre la muerte a los
tiranos), palabras puestas en boca de Bruto en el momento de
apuñalar a César, que también son la divisa del estado de
Virginia. Luego se precipitó hacia la barandilla, gritó de nuevo:
"¡El Sur ha sido vengado!", y cayó pesadamente en el palco de
butacas, rompiéndose una pierna. Sin embargo, logró
levantarse y huyó cojeando. Mary lanzó un chillido y sobrevino
una extraordinaria agitación. Lincoln murió al día siguiente poco
después de las siete de la mañana, la hora a la que
habitualmente empezaba a trabajar.
Pregunta de Francisca:

Un favor, yo no podre asistir mañana.

Pregúntale a la profesora si la expo de prácticas pre es el martes porque


la profesora dijo de aquí tres semanas ósea que seria el 11, pero
negocios dice q el 4 y también si se presenta monografía ya sea en físico
o digital.

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