Riquelme
Defensor de la Libertad
Principios Masónicos
Años Difíciles.
Los años que se sucedieron no fueron fáciles. El período que los historiadores
identifican como Patria Vieja estuvo marcado por rebeliones y varias batallas.
Entre ellas el combate de El Roble, cuyo triunfo contrastó fuertemente con el
desastre de Rancagua, que puso fin a este periodo complejo, que profundizó
la enemistad entre O’Higgins y Carrera y retrotrajo las cosas al estado político
en que se encontraban antes de la revolución autonomista de 1810.
Es así como desaparece el imperfecto régimen constitucional instaurado por
los patriotas. Se restaura la Real Audiencia e incluso medidas de carácter
cultural y educacional como la creación del Instituto nacional, quedan sin
efecto.
Este retorno al pasado, anota Jaime Eyzaguirre en su Historia de Chile, “pudo
ocurrir porque una porción apreciable de los chilenos no estaba aún
convencida del ideario patriota o se había desilusionado con los efectos de su
aplicación. Pero, por una paradoja, en este periodo en que pudo afianzarse en
definitiva el antiguo régimen se fue produciendo una reacción cada vez más
contraria al mismo, como consecuencia, en gran parte, de las represalias que
adoptaron los vencedores”.
Es así como mientras Mariano Osorio ejercía el gobierno interino en Chile, los
patriotas con O’Higgins y Carrera en bandos y momentos distintos, emigraban
a Mendoza. San Martin viajó a encontrarlos en Uspallata, donde al poco
tiempo se evidenciaron las fuertes diferencias entre ellos. Una vez que San
Martín neutralizó la actitud belicosa de carrera, y a poco de la muerte de Juan
Mackenna, uno de los más cercanos de O’Higgins, este decidió partir a
Buenos Aires donde se instaló durante un año con su madre y su hermana.
Pronto le siguieron otros refugiados como Camilo Henríquez y Ramón Freire.
Pero el escenario de las confrontaciones entre carreristas y o’higginistas se
trasladó entonces a la capital argentina. Tanto O’Higgins como Carrera tenían
planes distintos para conseguir el apoyo del gobierno argentino en las
acciones destinadas a liberar Chile del dominio español.
Según anota Vicuña Mackenna, el plan de carrera estaba resumido en un
pliego de papel, dejando todo a merced del entusiasmo, la audacia y la
movilidad. Solo pide 500 hombres y mil fusiles para caer sobre Coquimbo y
desde allí lanzarse a la venganza de los chilenos caídos.
O’Higgins, por el contrario, pensaba en “una campaña para atacar, destruir y
exterminar a los tiranos usurpadores de Chile”, con una fuerte base en la
creación de una poderosa fuerza naval. Es así como su plan consideraba la
formación de “una escuadrilla que pasara al mar Pacífico a obrar de acuerdo
con el ejercito”, con el objeto de transportar una división de 800 hombres,
incluso la artillería y 100 dragones soldados, por el cabo de Hornos, para
bloquear los puertos de Talcahuano, Valparaíso y Coquimbo.
Para Vicuña Mackenna el plan de O’Higgins demostraba una total ausencia
de sentido práctico, aunque reconoce que habla muy bien en favor del héroe y
el patriota.
Como sea, San Martín se inclinó por las ideas de O’Higgins y una vez que
carrera marchó a Estados Unidos para buscar allá apoyo para recuperar el
gobierno en Chile, empezaron los preparativos para conformar el Ejército de
los Andes.
Durante su permanencia en Buenos Aires, escribe el historiador Jorge Ibáñez,
O’Higgins es incorporado a la Logia Lautaro de Buenos Aires, que en 1812
habían fundado San Martín y otros personajes a su regreso a Argentina.
La mayor preocupación de San Martín, n ese momento, era mantener el más
riguroso silencio en cuanto al paso que uasrían para ingresar a Chile. Aunque
O’Higgins, nombrado brigadier, aceptó el plan de San Martín, insistió en la
necesidad de contar con una flota marítima para evitar la fuga española. Se
pidieron recursos a Buenos Aires, pero el resultado fue negativo.
Siguiendo la estrategia de san Martín, distintas fuerzas militares avanzarían
hacia Chile para ingresar por distintos puntos y alcanzar su objetivo el 8 de
febrero de 1817. Esto se cumplió exitosamente.
Con dos divisiones, una al mando del Coronel Miguel Estanislao Soler, con
dos mil hombres, destinados a atacar el flanco izquierdo de las fuerzas
enemigas acampadas en Chacabuco, y otra a la cabeza de O’Higgins, con mil
hombres para el ataque frontal, se iniciaron las primeras escaramuzas la
mañana del 12 de febrero.
En su avance, la división de O’Higgins se encontró inesperadamente a pocos
metros de las fuerzas realistas. Se inició la batalla que resultó exitosa.
Chacabuco se había ganado. Al reunirse allí San Martín y O’Higgins se
abrazaron emocionados celebrando la victoria que ponía termino al gobierno
monárquico de España. Dos días después, el ejército libertador fue recibido
con alborozo en Santiago. Se iniciaba el periodo de la Patria Nueva.
Bibliografía
serie Nº 140 Aniversario