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Corazón Helado por AdRi_HC

Madrid, lunes por la mañana, hacía dos semanas que habían comenzado un curso revolucionario en
España, los estudiantes de MIR tenían la oportunidad de avanzar un curso más siempre y
cuando una prueba anterior les diera plaza en él.

Un auditorio y centro de asambleas daba cobijo a aquel último año de estudios en los que habían
conseguido entrar. Un grupo de cien jóvenes traspasaba las puertas para dar su primera clase y
tres chicas en concreto cruzaban el pasillo entre risas y empujones recordando la salida de dos
días atrás.

Aun con el ruido de bastantes voces en aquel lugar, tomaban asiento en la parte alta de las gradas,
pequeños grupos de gente aun estaban desperdigados cuando el profesor, varios metros más
abajo, daba su entrada dejando el maletín sobre su mesa.

Poco a poco cada alumno iba hacia su asiento terminando de cuchichear en su conversación, haciendo
que aquel ruido molesto hiciera que los ojos del profesor se clavaran al final.

Profesor: Buenos días, veo que han renovado energías... así que comencemos...

Hizo una señal con su mano y alguien del edificio apagó las luces dando paso a un proyector de imagen
que dejaba reflejadas algunas fotografías que este iba explicando sobre la lona.

L: Esther... -susurraba junto a ella.

E: ¿Qué?...

L: Espera

Decidió que mejor sería hablarlo por escrito, así que arrancó un pequeño trozo de papel de su libreta y
se dispuso a escribir.

“¿El sábado al final te liaste con Raúl?”... “¿Por qué...? ¿Te interesa?”... “no pero pensé que... después de
lo de... supongo que era curiosidad”... “pues no... no me lié con Raúl... aunque él no cesa en el
empeño eh”... “está loquito por ti”... “pues que lo encierren... no es culpa mía”

L: Jajaja -Laura se reía en voz alta sin poderlo evitar.

Profesor: ¿Algo que quiera compartir con nosotras señorita Llanos?

L: Lo siento

Profesor: Prosigamos... -justo cuando comenzó a hablar la gran puerta se abría- siéntese por favor... la
clase hace quince minutos que empezó...

Voz: Lo siento

Esther mordisqueaba la capucha de su boli mientras observaba a aquella chica sacar sus cosas, no la
había visto nunca y el curso hacía casi dos semanas que había empezado, sin duda se trataría de
alguien con poder de manejar hilos.

L: Oye Esther... -Laura se acercaba a ella para no alzar la voz.

E: ¿Qué Laura, qué?

L: Estúpida... -recriminaba antes de hablar- ¿sabes quién es?

E: ¿Quien?

L: La amante del rey

E: ¿Eh? –contestó perdida.


Corazón Helado por AdRi_HC

L: Joder... la nueva Esther...

E: Ni idea... no, no lo sé

Laura se giraba de nuevo para comenzar a escuchar algo de la clase, pero en vano, pues comenzó con
Eva una conversación vía papelito doblado, la cual parecía ser interesante, Esther negó con la
cabeza mientras sonreía y volvió su vista hacia la chica, cuál fue su sorpresa cuando observó
que esta había dirigido su mirada hacia el escote de su camisa no abotonada del todo, llevó sus
ojos hacia aquel mismo sitio cerciorándose, y cuando volvieron a ella esta sonrió antes de girar
su atención hasta el profesor.

Se quedó observándola más fijamente que antes, realmente parecía alguien de dinero, iba mejor vestida
que la mayoría en aquel lugar, repasó su anatomía aunque su postura no le dejaba adivinar
mucho.

El profesor daba la clase por finalizada tras decir “pueden marcharse”, cada uno recogía sus cosas
mientras la calma y el silencio abandonaban la estancia. Las tres chicas recorrían el pasillo
riendo por el tropiezo que había sufrido el profesor, ya que durante el transcurso tuvieron que
contenerse.

Eva: Pues yo tenía una buena frase en mente

E: Sí... seguro que una que hubiera hecho que acabases el curso hoy

Eva: Pues sí... porque era la leche jajaja

E: Chicas yo me voy al comedor... así término de pasar los apuntes

Eva: Por dios Esther... -se paraba en seco.

E: ¿Qué?

Eva: Que eres la hija que mi madre querría tener

E: Anda, anda y anda... iros las dos que sois una mala influencia

L: ¿Te vemos esta tarde?

E: Luego os llamo

Entraba hacia la cafetería mientras comenzaba a abrir su carpeta, dejó sus cosas en una mesa del rincón
y se dirigió hacia la barra. Bandeja en mano decidía en que se iba a basar su comida aquel día.
Volvía mientras cogía alguna patata de su boll y se sentaba de nuevo ojeando por encima sus
folios.

Habían pasado un par de horas y sintió como alguien se paraba frente a ella, alzó la vista y la vio, aquella
chica permanecía con la bandeja en sus manos mirándola, miró hacia su alrededor y comprobó
que el comedor se había llenado sin que ella se diese cuenta y supuso el por qué de aquello.

E: Hola

Voz: Hola ¿puedo sentarme? está todo ocupado

E: Claro... -recogió algunas cosas que podían estorbar invitándola.

Voz: Gracias... -dejaba su bolso y acomodaba la bandeja- Maca... -extendía su mano.

E: Esther

M: Pues... gracias de nuevo Esther...


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E: Tranquila...

Bajó su vista de nuevo hacia sus apuntes, desde su posición podía ver de refilón los movimientos de
“Maca”, en unos segundos consiguió evadirse de cualquier ruido y concentrarse por completo
en su tarea, algunos envidiaban aquella capacidad de aislamiento, pero lo que no sabían era
que, le había costado años a base de vivir en una casa con cuatro hermanos. Absorta en sus
apuntes, sintió los ojos de su compañera clavarse en ella, llevó su vista tan solo un segundo y
comprobó que así era.

E: Vas a hacer que piense que lo que dicen es cierto

M: Ah... ¿pero es que ya dicen?

E: Cuando es cotilleo se dan mucha prisa... -volvió a bajar la vista.

M: ¿Y qué dicen? -se apoyó en la mesa mirándola.

E: Muchas cosas... –seguía sin mirarla.

M: Dime alguna

E: -se acomodó como ella para comenzar a hablar- Que eres una pija

M: Bueno... lo justo

E: Una enchufada

M: Mi padre –asentía- ¿nada más?

E: Alguna que otra cosa...

M: ¿Y no me lo vas a decir?

Comenzó a recoger sus cosas con una leve sonrisa mientras la mirada de Maca se posaba insistente en
ella, no era algo que la incomodase, pero tenía algo en sus ojos que la sobrepasaba. Se echó la
mochila al hombro y se detuvo a su lado antes de seguir caminando.

E: Creo que lo último que me dijeron es cierto... -miró su propio escote antes de marchase.

Maca se giró en su asiento mientras se mordía el labio sonriente por aquella última frase, se frotó la
barbilla con la mano en la que permanecía apoyada y se giró sin dejar de sonreír mientras
recogía sus cosas.

Habían pasado un par de días y no había vuelto a cruzar palabra con ella, la seguía observando, y en más
de una ocasión se cruzaba con sus ojos haciéndola sabedora de que ella hacía igual. El jueves de
esa semana algunos alumnos iban a asistir a unas charlas que no eran para nada importantes,
pero sí que les hacía poder salir antes, cosa que Laura y Eva vieron como aliciente importante.
Esther entraba y se colocaba en el asiento de siempre justo cuando levantó la vista y vio a Maca
sola dos filas más adelante, dudó unos segundos y cogió sus cosas para ir hasta ella.

E: Hola

M: Buenos días

E: ¿No te importa que me siente verdad?... es que atrás me siento sola

M: En absoluto

E: Gracias
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El profesor hacía su entrada y de nuevo pedía a un alumno que apagase las luces, Esther encogía sus
brazos apoyando su cuerpo sobre la madera, escuchando atenta a las explicaciones, mientras
Maca no perdía detalle de los gestos de su rostro. La oscuridad hacía que la poca luz de aquel
proyector dibujara sombras sobre su piel.

Sintió como su mano intentaba llamar su atención, miró hacia ella y sonrió al ver que le pasaba un papel,
lo desplegó con cuidado y comenzó a leer.

“Esta tarde podrías enseñarme Madrid...”

“¿No lo conoces?”

“Tengo una amiga aquí... pero siempre está ocupada”

“¿Y qué quieres que te enseñe?”

“Podría contestar algo... me lo has puesto muy fácil... pero seré buena y te diré, que me apetece dar una
vuelta contigo”

Sonrió mientras leía y releía aquella frase, ladeó su rostro sin levantar la cabeza y vio los ojos de Maca,
estos de un marrón intenso la hacían revolverse por dentro, se perdía en ellos, volvió a sonreír
antes de contestar.

“No me conoces mucho para fiarte así de mí”

“¿Eres peligrosa?”

“Hombre... todavía no me como a nadie”

“Pues que pena... lo siento, ahora no podía evitarlo”

“Que pena” ¿Podía estar más claro? Releyó aquella respuesta un par de veces, mientras se sentía
observada, levantó la vista comprobando que el mundo seguía su curso, que el profesor
continuaba con su explicación, y volvió la vista al papel.

“Está bien... pero tú invitas al cine”

“Vale... pero si tú me invitas a cenar”

“¿En tu casa o en la mía?... la cena digo”

Una especie de gemido interior salió del cuerpo de Maca que se giró entrecerrando sus ojos a una Esther
que se tapaba la boca intentando no reír, le recriminó con la cabeza y se dispuso a contestar.

“Eres muy juguetona tú ¿no?... a las 6 en la puerta”

Leyó su respuesta dando por entendido que aquella conversación se había acabado, hizo una bola con el
papel y se la metió al bolsillo.

Esther entraba en su piso deseando comer, tenía un hambre atroz y desde que entró en la portería los
diversos olores de las comidas de sus respectivas vecinas la martirizaban por dentro. Abrió la
puerta y escuchó la conversación de sus compañeras.

Eva: ¡Que te digo yo que no!

L: Que sí Eva...

E: Hola... ¿Qué os pasa?


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Eva: Esta... a ver tú qué piensas, Rober me dijo ayer que tenía algo importante que hacer... que no podía
quedar conmigo esta noche... aquí Laura dice que tiene novia

L: Es que la tiene

Eva: ¿Se lo has preguntado?

E: Haya paz... -se sentó entre sus amigas- Eva... Rober tiene novia y Laura... -se giró a su amiga- si le
dijeras por que le dices las cosas acabaríais antes

Se levantó dejando a sus amigas en otra disputa. En la cocina se servía su plato con la comida que estas
habían preparado. Se sentó en la mesa junto a la ventana y pensó en Maca, no habían cruzado
una palabra después, pero estaba intrigada en saber cómo transcurriría la tarde.

Ya en su habitación dejaba la toalla a un lado mientras cogía la ropa para vestirse, canturreaba una
canción mientras iba de un lado a otro colocándose la ropa interior. Laura que pasaba por la
puerta entró sin ningún tipo de reparo y se quedó observándola.

L: ¿Y tú a dónde vas?

E: Al cine

L: Anda... ¿y con quién? –la miró sorprendida.

E: Con Maca

L: ¿Maca?

E: Sí... la nueva

L: Ah... es verdad... me dijeron su nombre el otro día

E: Pues eso

L: ¿Te gusta?

E: ¿Eso es importante?

L: Mujer... si te gusta me tomaré esto como una cita y cuando vuelvas quiero resumen... si no, pues no
me molestaré en preguntar

E: Negar, no voy a negar que está tremenda... porque lo está

L: Jajaja no si ya decía yo

E: Pero no sé... tiene un rollo raro...

L: Bueno pues cuando vengas ya sabes lo que toca

E: Jajaja cotilla

Esther sabía que llegaba tarde, pero caminaba sin prisa, con sus manos en los bolsillos de sus vaqueros
miraba a través de sus gafas de sol mientras observaba a Maca en la distancia recorrer la
entrada de izquierda a derecha sin parar.

E: ¿Ejercicio?

M: Si llego a saber que eres tan impuntual quedo antes para que llegues bien

E: Es uno de mis muchos encantos

M: Ya... ¿Cómo has venido?


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E: Con mis preciosos pies

M: Pues yo en mi preciosa moto... así que toma... -le tendió el casco.

El pequeño trayecto de allí hasta el centro fue apenas en cinco minutos gracias a que sorteaban el tráfico
con facilidad. Llegaron hasta el centro comercial y Maca esperaba a que Esther bajase para
aparcar mejor la moto. Minutos después cruzaban la puerta.

E: Pues me gusta más mi coche

M: ¿Y eso?

E: Cosas mías...

M: Venga, dímelo

E: Digamos que... tiene más espacio... -sonrió un segundo y caminó hacia las taquillas dejando Maca
sopesando aquella respuesta.

La película había comenzado y las dos prestaban la mayor atención posible, la casualidad había querido
que las dos quisieran ver esa y por qué no, en verdad querían verla. Una vez acabó, comentaban
su visión de la trama llegando a unas conclusiones que las hacían no querer parar de hablar.

M: Bueno... y ahora mi cena

E: ¿Tu cena?

M: Claro... ahora te toca invitarme

E: ¿Dónde vives?

M: ¿Y eso? -se cruzaba de brazos sonriendo.

E: Pues ya que tengo que sufrirte un rato más... cocinaré

M: ¿Cocinas?

E: Sí... además muy bien

M: Que completita ¿no? –sonrió mirándola con descaro.

E: No sabes tú cuanto

Comenzó a caminar metiendo las manos en su chaqueta, dejando a Maca de nuevo plantada en el lugar.
Apretó la mandíbula mientras suspiraba dejando que su cuerpo se destensase y caminó tras ella
permitiéndose el lujo de observar más de una parte de su cuerpo.

E: Corroboro lo de pija... -entraban en la casa de Maca y Esther se quedaba mirando cada detalle.

M: ¿Te gusta?

E: Sí... es preciosa

M: Pues ya tengo dos en el mismo sitio

E: ¿Dos qué?

M: Dos preciosidades... -se quitó la chaqueta y caminó con ella hasta su dormitorio.
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Después de decirle donde estaba cada cosa, Esther se dedicaba a cocinar mientras Maca preparaba la
mesa para ambas. No podía dejar de sonreír, le gustaba aquel pique que tenían las dos, uno
donde intentaban desbancar a la otra el mayor número de veces posible.

E: No se te nota el acento

M: Cuando te has pasado toda tu vida viajando es lo que tiene

E: ¿A qué se dedica tu familia?

M: Son bodegueros

E: ¿A sí?

M: Lo mismo Wilson te suena

E: ¿No jodas?

M: Sí

E: Vaya... no he pillado yo melopeas con tu vino

M: Jajaja yo también...

Tras acabar de cenar se sentaron en el sofá a disfrutar del helado que Maca tenía en casa, miraban la
televisión mientras se concentraban en contestar aquellas preguntas que el presentador
exponía a los concursantes, parándose a reír en más de una ocasión por las respuestas.

E: Mmm... me he quedado llena

M: Pues yo no

E: No tienes fondo Maca... yo estoy que reviento

M: Pues yo quiero mi postre... -su rostro se torno serio.

E: Te lo acabas de tomar

M: Ese no era

E: ¿Entonces? -vio como se acercaba lentamente a ella dirigiéndose a su oído.

M: Tú... eres mi postre

Aquel susurro le hizo cerrar los ojos, Maca sonrió triunfante y se humedeció los labios mientras se iba
acercando a su cuello.

Comenzó repartiendo besos verticalmente sobre su piel, Esther se mordía el labio inferior mientras
movía la cabeza hacia un lado dando paso a sus labios. Sin dejar de besarlos, Maca se iba
moviendo para colocarse sentada sobre ella. Lo que empezó siendo una caricia se estaba
convirtiendo en posesión, la lengua de Maca quería tomar partid, y justo cuando llevaba sus
labios a cualquier punto, esta salía impaciente queriendo probar su piel.

E: Mi madre diría que eres una vividora...

M: ¿Y eso por qué?

E: Porque te estás aprovechando de la inocente de su hija... -su voz trasmitía excitación e hizo sentir a
Maca querer más.
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M: Aun no me he aprovechado de ti

Dio un suave mordisco en su barbilla y cogiendo las manos de Esther, las colocó sobre sus nalgas, quiso
torturarla antes y comenzó a mover sus caderas sobre ella, haciendo que Esther cerrase los
ojos. Cesó en su movimiento y se apresuró en quitar aquella camisa que cubría su torso. Esther
se dejaba hacer completamente, sin moverse mientras disfrutaba de verla en aquella actitud.

Habiéndola despojado también del sujetador acariciaba uno de sus pechos mientras con su boca invadía
el otro, escuchaba su nombre en la frustración de Esther pidiendo más, sonreía contra su piel
sabiéndose ganadora de toda aquella pasión, y queriendo profundizar más se levantó
obligándola a hacer lo mismo mientras no dejaba de besarla.

Antes de comenzar a andar, la cogió en brazos haciendo que esta enredara sus piernas en su cintura.
Suspiró al notar los pechos de Esther pegarse desnudos a su cuerpo y suspiró aun más cuando
esta se lanzó a su cuello sin pudor. Apretaba sus manos sobre el trasero de Esther mientras
caminaba veloz hacia su dormitorio. Nada más llegar se aproximó hasta su cama haciendo que
las dos quedaran recostadas.

Bajó de nuevo por su torso, echando de menos aquella dura sensación entre sus labios. Jugaba con su
lengua sobre uno de los pezones de Esther, mientras esta encorvaba su cuerpo pidiendo más.

Maca terminaba de quitarse la ropa mientras una Esther ya desnuda y más que excitada la esperaba
ansiosa sobre las sabanas. Sin querer perder más tiempo, llegaba de nuevo a su cuerpo. La
obligó a abrir las piernas, escuchando aquel primer gemido y aun sin haberla tocado.

Sonrió mientras se mordía el labio, observando como el sexo de Esther se contraía inquieto esperándola,
se acomodó entre sus piernas, sopló mínimamente sobre él notando como las caderas de
Esther sufrían y relamiéndose antes, la miró por última vez.

Yacían dormidas sin llegar a tocarse, pero de frente, Esther abrió los ojos y vio que ya era de día, observó
la hora en su reloj antes de dar un salto de la cama despertando a Maca.

M: ¿Dónde vas? –preguntó extrañada.

E: Llego tarde... había quedado con las chicas para hacer camping este fin de semana... me van a matar...
-se vestía siendo vigilada por Maca que no se había movido de la cama.

M: ¿Y no puedes cambiarlo?

E: Que va... me matan vamos ¿y mi sujetador? –miraba perdida por el dormitorio.

M: No lo sé

E: Puf... mira da igual... -salió corriendo por la puerta y volvió al segundo asomando medio cuerpo- te
veo el lunes en clase

M: Claro... -contestó de mala gana.

Algo enfadada recogía la cena de la noche anterior, aun habiéndose duchado aquel mal humor que quiso
dejar fluir con el agua seguía con ella. En la cocina terminaba de fregar los cacharros cuando el
timbre de la puerta sonaba haciéndola parar.

M: Hola

Ana: ¿Así es como se da la bienvenida Srta. Macarena?

M: Pasa anda... no estoy para bromas... -le dejó en la puerta y volvió a la cocina.
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Ana: Si lo llego a saber no vengo...

M: No entres si no quieres

Ana: Maca... vale ya ¿no? yo no tengo la culpa de lo que sea que te pase

M: Perdona

Ana: Es que eres de un borde cuando quieres guapa

M: Lo siento joder... -dejó el trapo enfadada y salió de allí.

Había ido a parar al sofá, miraba la televisión cuando Ana entraba con ella, la vio con sus rodillas
flexionadas abrazándose a ellas. Se sentó a su lado y se quedo mirándola.

Ana: ¿Qué te pasa?

M: Nada

Ana: Venga Maca... que nos conocemos... -sintió algo clavarse en su muslo y se movió para cogerlo-
vaya... ¿es que no tienes cesto o qué?

M: Es de Esther...

Ana: ¿Esther?

M: Una tía con la que me acosté ayer

Ana: Ya veo... haciendo amistades...

M: Es del curso

Ana: Ya... ¿Es por ella que estás así?

M: ¿Por ella por qué? fue un polvo nada más... esta mañana se despertó y se fue...

Ana: ¿Y?

M: Nada...

Ana: Eso es lo que tú sueles hacer, así que no sé de qué te sorprendes

M: Le dije que se quedara Ana y me dijo que no... Pues que le den, a ver si se piensa que no hay más tías
en el mundo ¡ja! ¡a mí! esa no sabe con quién ha dado...

Ana: Maca ya... ¿te estás oyendo?

M: Déjame Ana

Ana: Te gusta

M: No digas gilipolleces ¡eh!... a mí no me gusta nadie

Ana: Vale, vale...

El lunes por la mañana Esther hacía su aparición junto con Laura y Eva, miró por encima de la gente y al
ver a Maca les hizo una seña a sus amigas para explicarles que se sentaría junto a ella. Llegó y se
sentó directamente mientras esta giraba su rostro para mirarla.

E: Hola

M: Hola
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E: ¿Qué tal el fin de semana?

M: Bien... el sábado salí con una amiga

E: ¿Una amiga?

M: Sí

E: ¿Os lo pasasteis bien?

M: Cuando nos recogimos sí... -hablaba sin mirarla mientras hacia un garabato sobre el papel.

E: ¿Te acostaste con ella?

M: Que nos hayamos acostado una noche no te da derecho a preguntarme nada

E: ¿Lo hiciste o no? –se inclinó buscando si mirada.

M: Pues mira sí...

Esther se giró mirando al frente, no se levantaba por no hacer más el ridículo, pero realmente estaba
celosa, y le daba rabia. Sabía que Maca la miraba, pero le daba igual, daba pequeños golpes con
su bolígrafo sobre la madera conteniéndose en marcharse de allí.

Pasado un rato vio a Maca levantarse y dirigirse hacia el profesor, este la mirada un segundo y se giraba
para hablar con Esther.

Profesor: García, acompáñela a la enfermería

Esther se levantó con prisa, la cara de Maca distinguía claramente que se encontraba mal, la cogió del
brazo y salieron de la clase.

E: ¿Qué te pasa Maca?

M: Estoy mareada... -había echado su brazo izquierdo por el cuerpo de Esther.

E: ¿Has desayunado algo?

M: Sí... pero no mucho

Mientras caminaban Esther no dejaba de mirarla, cruzaron el pasillo y faltaban apenas veinte metros
para la enfermería. Maca miró a su derecha y vio los aseos, justo cuando pasaban por la puerta
tiró del brazo de Esther introduciéndola dentro para hacerlo ella después, la acorraló contra la
pared, posando ambos brazos en la pared, una mano a cada lado.

Se miraban, Maca mandaba su vista hacia sus ojos y luego a sus labios, el pecho de Esther comenzaba a
inquietarse y se lanzó.

Sus bocas se abrían desesperadas y las manos de Maca ya comenzaban a ser dominantes. Sintió la fuerza
del cuerpo de Esther empujarla hasta uno de los servicios. Nada más entrar la sentó a la fuerza
y cerró la puerta, se sentó sobre ella uniendo sus labios de nuevo.

Las manos de Esther, nerviosas se introducían bajo su jersey, acariciando, marcando con sus uñas y ella
cada vez necesitaba más, pero entonces sintió como una de aquellas manos desabrochaba su
pantalón, un suspiro por pensar que vendría después se coló entre los labios de Esther
haciéndola sonreír.

E: ¿Disfrutaste más con ella?

Maca no podía ni articular palabra, sentía sus labios por su pecho, sus dedos jugando en su sexo y no
podía pensar, necesitaba sentir.
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E: Dime... ¿disfrutaste más con ella?

M: Esther...

Introdujo los dedos sintiendo como las caderas de Maca se movían al mismo compás, se quedó
mirándola, realmente estaba disfrutando, se mordía el labio intentando no gritar y estaba a
punto llegar al orgasmo. Detuvo su mano en un segundo, Maca tardó en reaccionar pero abrió
los ojos molesta, se quedó mirándola hasta que comenzó hablar.

E: Dímelo Maca

M: Sí

Una palabra y sintió como aquellos ojos ya no eran los mismos, la miraba con enfado y un amago de
aquella mano por salir se lo dejó claro, posando la suya encima impidió que lo hiciera.

M: No se te ocurra dejarme así Esther

No dijo nada, volvió a introducir sus dedos haciendo que Maca retirase su mano al placer, siguió un par
de segundos más y sacó la mano por completo, Maca la miraba con furia mientras esta salía del
servicio y cogiendo un poco de papel se secaba las manos tras lavárselas.

A la salida Esther permanecía con Laura, Eva y algunos amigos, entre ellos Raúl, que no se separaba de
ella mientras con sus manos en la cintura intentaba que esta cediera a salir a cenar con él, a
Esther realmente no le molestaba, en el fondo le hacía gracia.

Raúl: ¿Entonces qué me dices?

E: Raúl de verdad... ¿con un no, no te basta?

Raúl: No

Eva: Jajaja nada hija, no tienes nada que hacer... sal con él y luego le das puerta

Raúl: Vaya... gracias Eva

E: Es que eres un pesao macho

Raúl: ¿Qué me dices? -con aquella mano la apretó contra él mientras sonreía.

Justo en aquel momento Maca salía por la puerta y vio la escena, no supo cuando, pero le molestó, miró
aquella mano y le dieron ganas de ir a morderla para apartarla de allí. Unos pitidos la sacaron
de su ensimismamiento y se giró a mirar, aquél coche descapotable la esperaba, caminó siendo
observada por ellos que habían mirado a la vez que Maca, y la vieron subir.

M: No te quites Ana

Esta abrió los ojos sorprendida sin entender, pero cuando la vio aproximarse demasiado supuso el por
qué. Maca le dio un beso en los labios, despacio pero sin apenas hacer presión, se volvió a
quitar y Ana se quedó mirándola.

Ana: ¿Está mirando? ¿Es eso?

M: Sí... arranca y vámonos

Ana: De verdad que no te entiendo... -metió la marcha para salir de allí.

Esther que había visto la escena no podía apartar la vista de aquel, ahora aparcamiento vacío. De nuevo
aquellos celos se apoderaban de ella, apretó la mandíbula sin escuchar como sus compañeros
llamaban su atención.
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L: Esther

E: ¿Eh? -se giraba despistada- dime

L: Que qué pija la novia eh

E: No es su novia

L: ¿Y tú como lo sabes?

E: Porque lo sé... ¡oye Raúl! que sí

Raúl: ¿Qué sí que?

E: Que sí... que ceno contigo

En el coche, Ana no quería pronunciarse aun, pero no iba a permitir pasar aquello por alto, conocía a
Maca, su ofuscación cuando algo que quería y de una manera no lo conseguía. La miraba de
reojo y comprobaba la tensión que reflejaba su rostro, giró en una dirección que no era la casa
de su amiga y esta mirándola no preguntó hacia donde se dirigían. Minutos más tarde llegaban
a una cafetería y tras aparcar, ocupaban una de las mesas del exterior. El camarero tomó nota
de sus peticiones y abandonó el lugar dándole la oportunidad a Ana de comenzar su letargo.

Ana: Explícame a que ha venido eso

M: A nada

Ana: Maca... eres una persona adulta y creo que ella también ¿Crees que es normal lo que has hecho?

M: Ella estaba magreándose con él... -su amiga cerró los ojos calmándose- tienes razón...

Ana: Vamos a ver... -el camarero llegaba y guardaba silencio antes de seguir hablando- tú... no estás con
ella... es más, sigues con la tontería esa... y no tenéis por qué daros explicaciones...

M: Ni las pretendo

Ana: ¿Entonces?

M: No lo sé... es algo extraño

Ana: Yo te diré lo que te pasa y déjame terminar, esa chica te gusta... -Maca iba a hablar pero no la dejó-
que no significa que sientas algo... sentir y gustar son dos cosas muy distintas Maca... y esa
chica te gusta... y te niegas a tenerla más allá de lo físico... claro está, siempre y cuando tú
quieras

M: Me estás dejando como alguien...

Ana: Eres posesiva Maca... -la corto antes- y caprichosa... tú no puedes pedir algo que no ofreces, eso
tenlo claro

Después de dejarla en su casa, Ana sabía que tenía que hablar de lo ocurrido con alguien, pues si luego
venían tiempo peores, y sabía que así sería, necesitaría de su ayuda para recomponer de nuevo
a su amiga. Nada más ver que esta desaparecía por el portal, sacó su móvil y marcó su número.

Ana: Hola Candela...

Candela: ¡Ey! Cuanto tiempo Anita

Ana: Sí lo siento... te llamo por algo importante

Candela: ¿Ha pasado algo?


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Ana: Aun no

Candela: ¿Es Maca?

Ana: Sí... se ha encaprichado

Candela: Joder... ¿de quién?

Ana: Una compañera del curso ese donde va

Candela: Pues yo no puedo ir ahora mismo Ana... mi padre está que trina con la nueva producción y si lo
dejo tirado...

Ana: Ya... no te iba a pedir eso, quería ponerte sobre aviso por si...

Candela: Ya, ya

Ana: Tienes una hermana que tenía que haber llevado un libro de instrucciones bajo el brazo

Candela: Yo la conozco desde que nació y aun no lo he conseguido Ana

Ana: Bueno... te dejo, te llamaré si ocurre algo

Candela: Está bien... cuando tenga tiempo le haré una llamada para ver si suelta prenda

Ana: Gracias Cande

Candela: A ti guapa

Habían pasado unos días y seguían de aquella misma manera, pero con la diferencia de que Maca
comenzaba a conocer gente, cosa que a Esther no le hacía gracia, la veía reír junto a un grupo
en la puerta, parecía que le daba igual todo y ella quería hablar con ella, hablar de algo que no
sabía que era, pero que no la dejaba dormir desde entonces.

Aquel día tenían que pasarlo por completo allí, era la hora de comer y la cafetería estaba llena, Raúl, Eva,
Laura y Esther ocupaban una de las mesas y Maca entraba por la puerta buscando un lugar para
sentarse.

Eva: Mira... ahí está Maca...

E: Muy bien –hablaba con indiferencia.

Eva: Dile que venga

E: Díselo tú

Eva: Está bien... -Eva se levantaba alzando el brazo- ¡Maca! ¡Maca aquí! -Maca se giró y al verla comenzó
a caminar hacia ellos.

M: Hola chicos

L: Hola

Eva: Siéntate aquí... no hay sitios ya

M: No quiero molestar

Raúl: Tú no molestas mujer... mira, siéntate aquí y yo me pongo con Esther... -Raúl se levantaba y se
colocaba pegado a ella- además así la tengo cerca

E: Raúl cállate... -no había levantado tan siquiera la vista pero la voz de Esther dejó claro la poca gracia
de aquella broma.
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Maca no había podido evitar sonreír ante aquel comentario, se sentó con ellos para ver hasta dónde
podía beneficiarla. Hablaba bastante animada mientras Esther se mantenía en un segundo
plano, limitándose a observar y a asentir cuando le preguntaban algo.

En un momento en el que no pudo más se levantó con su bandeja para ir a dejarla en su sitio, Maca se
despidió con prisa y la siguió colocándose tras ella.

M: Has estado muy callada

E: No me interesaba mucho la conversación

M: Vaya...

E: Me voy... tengo que hacer unas cosas... -Maca posó su mano sobre la cintura de Esther deteniéndola
para hablarle al oído.

M: Te espero esta noche en mi casa

Esther continuó su camino mientras aquella frase retumbaba en su mente.

En su casa caminaba de un lado a otro, eran ya las tres de la mañana y hacía horas que había decidió no
ir. Pero ahora se arrepentía, deseaba tenerla y por orgullo se había negado, miró por milésima
vez el reloj del video y cogió las llaves de su coche no sopesando lo que ocurriría esa vez.

Aparcó el coche y se quedó frente al portal colocando su dedo sobre el timbre, dudó unos segundos y lo
presionó varias veces, al cabo de unos segundos la voz adormilada de Maca preguntaba
aparentemente sorprendida, “soy Esther”, aunque tardó en abrir, la puerta decía por su fuerza y
subía los escalones deprisa no queriendo dudar más en su acción.

Cuando llegó la puerta permanecía abierta con una Maca en camisón.

M: ¿Se puede saber de qué vas?... son las cuatro de la mañana Esther

Esta no podía decir nada, aquella visión la estaba torturando. Maca llevaba un camisón de raso, este
acababa en su muslo dejando libre de visión aquellas piernas. Esta al ver que no recibía
respuesta se encaminó de nuevo hacia la habitación dejándola sola.

Al cabo de unos segundos siguió aquel camino observando desde la puerta que Maca permanecía de
medio lado dándole la espalda, se desvistió y se colocó en su espalda rodeando su cintura con
su brazo,

M: Es tarde Esther... y tengo sueño

No contestó, pero llevó su mano hacia su pecho, Maca no decía nada, así que no encontrando una
negación bajó el escote encontrándose directamente con su piel, lo masajeaba despacio,
dejando aquel pezón que se endurecía por segundos, entre sus dedos, haciendo algo de presión
al pasar por él.

Decidió ir más allá y lentamente llevaba su mano por aquel costado hasta llegar al bajo del camisón, el
cual fue subiendo mientras acariciaba la piel descubierta a su paso, sonrió al comprobar que no
llevaba ropa interior. Una vez este no estorbaba, aquella mano se adentró entre sus piernas,
observando cómo Maca las separaba levemente dejándola entrar. Respiró encajando el rostro
en su cuello, sintiendo como se erizaba en el contacto.

Maca llevó su mano junto a la de Esther, apretando más contra ella, queriendo sentir más intensamente
cada movimiento. Uno de sus dedos jugaba en su punto más sensible, arrancado gemidos cada
vez que lo estimulaba, el cuerpo de Maca fue girando hasta quedar bocarriba.

M: Bésame...
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La miraba desde su posición, jadeante, excitada, casi sudorosa y no dudó un solo instante, inclinándose
atrapó sus labios a la vez que no cesaba el movimiento de su mano.

Sus lenguas se retorcían, giraban, se encogían dando paso a la intrusa, pero no dejaban de moverse, de
pelear, de buscar entre aquellos labios que se hinchaban cogiendo un color rojizo por toda
aquella pasión.

Maca se incorporaba queriendo cambiar aquella postura, se sentó sobre Esther tras quitarse aquel
camisón, y cogiendo de nuevo su mano la volvía a llevar a su sexo.

M: Entra Esther...

Se miraron con seriedad, esperando aquel segundo en el que Esther hacía lo que le había pedido, Maca
colocó ambas manos sobre el colchón ansiosa, manteniendo su cuerpo y justo cuando sintió su
cuerpo invadido cerró los ojos, dejando su voz vagar libremente, moviendo sus caderas,
haciendo que aquella extensión de Esther llegara hasta lo más profundo de su cuerpo.

M: Mmm... sigue... -reclinaba su cabeza jadeando.

Esther creía estar en el cielo, miraba aquel cuerpo sobre ella, rogándole más placer, pidiéndole el
universo y notando la humedad y el calor en su mano, la presión de aquel cuerpo que pedía aun
más.

Se lanzó a su pecho hambrienta, terminando de conseguir que aquella poca cordura en Maca se
disipase, esta cogía aquella cabeza en su pecho no queriendo que se moviera de allí, sintiendo
como una sensación de calambre recorría su columna haciendo saber que quedaba poco.

M: No te muevas...

Sin sacar su mano de allí, Esther cesaba su movimiento y Maca comenzaba a bajar y subir sus cuerpo
sobre ella, recreándose lentamente, moviendo su cadera en círculos y abrazándose a Esther en
un orgasmo que había tensado su cuerpo hasta tal punto, que clavó sus dedos evitando que su
cuerpo se desmontase por completo.

Aun con el temblor en su cuerpo se separaba de Esther unos centímetros, mirándola a los ojos, algo
había cambiado, la miraba y no veía aquellos mismos ojos que la miraban provocando, no era
esa misma mirada con lasciva que conoció, era sincera y sintió miedo, por primera vez sintió
miedo. Se separó de ella acostándose a su lado.

E: Maca...

M: ¿Sí?

E: Pue... ¿puedo abrazarte?

No contestó, con su brazo la pegó a ella, dejando que se pegara completamente a ella, estaban de frente
y Esther colocaba el rostro en su pecho, no sabía que había pasado, pero un remordimiento
comenzó a inundarla, uno que creyó no volver a sentir.

Acariciaba su espalda mientras pensaba, sabía que Esther dormía desde hacía rato, la escuchaba respirar
tranquila, aun seguía aferrada a su cuerpo y parecía no querer moverse de allí. Pensó en cuando
la conoció, como empezaron aquel juego que ahora se le estaba yendo de las manos y que
sabía, haría sufrir a aquella chica que dormía en sus brazos, aquella que ya no era la misma que
conoció.
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Se despertó excitada, la mano de Esther descansaba cerca de su sexo pero no quería despertarla, intentó
cerrar los ojos y volverse a dormir, pero no podía, notaba su cuerpo arder al ser rozado por
aquella respiración sobre su pecho. Se giró lentamente haciendo que Esther quedara boca
arriba después de haberse quejado mínimamente por la intromisión a su sueño, sonrió
tímidamente mientras la miraba en silencio, recorría su cuerpo con la mirada, deteniéndose en
sexo, unas ganas inmensas de apoderarse de él la invadieron, con su mano comenzó a acariciar
su abdomen queriendo despertarla antes para no asustarla.

M: Esther...

E: Mmm

M: Esther... te necesito...

E: Maca... -su voz había salido pero visiblemente cansada.

M: Por favor... -comenzó a besar su pecho- yo lo haré todo... tú solo disfruta

Se colocó sobre ella, besando su pecho con necesidad, sentía a Esther aun relajada aunque esta ya había
posado sus manos sobre su cadera, acariciándola levemente.

Bajó por su estómago, inundando con su calor cada centímetro de ella, dejando que sus manos se
recrearan en el lenguaje corporal con sus caricias. En verdad se sentía aturdida, no sabía por
qué la necesitaba tanto, pero era algo que no podía controlar, quería volverla loca, loca de
placer, hacerla suplicar clemencia.

Llevó su mano hasta su sexo, comprobó que este no llegaba a Esther como ella quería y con su dedo
corazón comenzó a masajearlo por completo, buscando entre sus pliegues, esparciendo aquella
humedad que ya iba creciendo en ella.

E: Maca...

M: Sí

Comenzó a besar su ingle, el interior de sus muslos, pasaba su lengua queriendo despertar todos sus
sentidos, pero no podía aguantar más y separando aun más sus piernas miró aquel lugar
sabiendo que era suyo, que Esther se entregaba completamente a ella.

Succionó aquella piel sintiendo el cuerpo de Esther reaccionar, notando sus manos sobre su pelo,
recorría cada rincón borrando cualquier resto de las personas que hubieran pasado por allí,
quería borrar todo lo que no fuese ella, y hacer que Esther gritara como ella quería.

Invadió aquel cuerpo con sus dedos sin dejar de explorar con sus labios, teniendo que controlar el
movimiento de Esther con el brazo que le quedaba libre.

E: Maca... por favor...

Levantó un segundo la vista y vio Esther agarrada a las sabanas, la estaba haciendo sufrir, tanto o más
como pretendió en un momento. Reptó por su cuerpo sintiendo que ella también necesitaba
aquel orgasmo, se colocó sobre ella y sin esperar un segundo, comenzó a moverse, frotando sus
centros, al principio lentamente, apretando en el momento justo. Poco a poco aquel
movimiento se hacía más rápido, colocó las piernas de Esther rodeándola y quiso hacerla llegar
al más brutal de los momentos.

E: Maca...

M: Sí... mmm... dímelo vamos... dímelo


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E: Dios... -arqueaba su cuerpo incontrolado... aaahhh... mmm... más Maca

Atacaba su cuello mientras apretaba sus caderas en cada movimiento, sentía que ya comenzaba a fallarle
las fuerzas, en un último movimiento se pegó tanto a ella que sentía perfectamente ambas
palpitaciones, Esther dejaba su cuerpo mostrar un suspiro contundente al notar su espalda
tensarse y el cuerpo de Maca caer sobre ella sudando.

Aquel despertar lo sintió distinto, la tenía abrazada, respirando prácticamente de ella y le resultaba
gratificante tenerla así, con calma, sin prisas, sin pasión, simplemente acariciándola,
escuchándola y por qué no, sintiéndola.

Hacía un rato que Esther se había movido y podía observarla con facilidad, tenía el rostro
completamente relajado, los labios casi imperceptiblemente abiertos y sus dos brazos
flexionados descansaban bajo su cuerpo, le pareció tierna aquella postura y no evitó sonreír,
pero justo en ese momento su rostro cambio, su cuerpo sintió aquel escalofrió recordando un
sentimiento anterior, uno que desterró para siempre bajo la frialdad de sus actos.

Se destapó no queriendo permanecer más tiempo en aquella cama y colocándose de nuevo el camisón y
encima su bata salió de allí borrando cada pensamiento que pudiera haberse cruzado por su
mente.

Sentada con una taza de café en las manos miraba su cuerpo desde la puerta, y sabía que tenía que
tener tacto esta vez, no podía ser como siempre, por mucho que pudiera parecerle a algunas
personas ella no se consideraba mala persona y no quería hacer daño a Esther.

Se vistió en silencio, preparó su mochila y dejó una nota sobre la mesilla esperando que al volver ya no
estuviera allí.

Esther llegaba a su casa visiblemente extraña, dejó la chaqueta en la percha nada más entrar y sin tan
siquiera saludar a sus amigas, siguió rumbo a su habitación cerrando la puerta tras de sí.
Llevaba aquella nota echa una bola aun en su mano. La había leído ya más de veinte veces y no
sabía por qué, por qué se había marchado de esa manera, por qué la trataba así. Escuchó la
puerta abrirse y unos pasos acercarse a ella.

L: Esther... -se sentaba a su lado acariciándole la espalda- ¿Estás bien?

E: Necesito estar sola

L: Ey... venga... -Esther comenzó a llorar hundiendo el rostro sobre la almohada preocupándola más-
Esther...

Esta le entregaba aquella nota y Laura la abría con dificultad no queriendo romperla, diferencio la letra
de alguien y comenzó a leer:

“Me he ido temprano, no me importa que sigas durmiendo pero cuando te despiertes no te quedes
¿Vale? tardaré en llegar, tampoco sería divertido para ti. Nos vemos en clase”

Realmente aquella nota no decía mucho, pero transmitía una frialdad que hacía comprender el estado
de Esther, aun no habían hablado de aquella chica pero suponía que si estaba así era porque
algo traspasaba lo literalmente físico.

L: ¿Me lo quieres contar?

E: Es que... -se sentaba despacio aun llorando- no lo sé ni yo misma Laura...

L: Te estás acostando con ella... eso lo deduzco

E: Sí... em... empezó siendo un pique Laura, un juego, el día que fuimos al cine... bueno, no hablamos, yo
tenía que ir con vosotras al...
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L: Al camping

E: Sí... y cuando nos volvimos a ver en clase, ella... ella me dijo que había estado con una amiga, me
cegaron los celos Laura... yo no lo comprendía... pero no lo pude evitar, nos liamos en el
lavabo... la dejé a medio y estuvimos unos días sin hablarnos, ayer... me dijo que fuera a su casa
y me fui de madrugada... fue... fue distinto Laura... lo sentí distinto... la necesitaba...

L: ¿La qui...?

E: No lo sé... no lo sé Laura... -flexionó sus rodillas ocultando su rostro comenzando a llorar de nuevo- y
luego la mierda de nota esa, joder Laura... le falta echarme

L: La verdad es que... muy sutil no ha sido... -la miraba de nuevo.

E: ¿Qué hago?

L: Puf... yo no la conozco como para aconsejarte Esther, pero... por lo que me cuentas...

E: Voy a pasar de ella... -su rostro se torno serio mientras intentaba grabar esas palabras en su mente- la
ignoraré...

L: Me parece bien, pero hazlo Esther... si aun puedes ponerle solución, deberías tomártelo en serio...

Ana llevaba llamándola desde hacía horas al móvil, pero no le apetecía hablar con nadie, algo que le
extrañó aun más fue unas llamadas de su hermana, hacía días que no hablaba con ella y ahora
se había puesto de acuerdo con su amiga para insistir aquella mañana.

Sentada en la escalera de aquella casa en la sierra miraba a su alrededor, se abrazaba a ella misma y
recordaba, recordaba el dolor, la distancia, las noches en vela, el por qué de todo lo que cubría
su vida en aquel mismo instante y sabía que era su única salida, no podía pretender nada más,
no quería nada más.

Cuando regresaba a su casa lo hacía con el miedo de que Esther no hubiera seguido sus indicaciones y
tuviera que enfrentarse a ella, sí, se podía llamar cobardía, podían llamarla cobarde, pero no lo
hacía únicamente por ella, sabía que con sus palabras podía dañarla más de lo que
mínimamente había hecho aquella nota. Paró la moto frente al portal y cuando pensaba abrir la
puerta del garaje se quedó parada al ver quien permanecía en la puerta.

M: ¿Qué haces aquí?

Candela: Yo también te quiero... -Maca se bajaba de la moto para ir hasta ella.

M: Perdona, pero me ha sorprendido verte... -se acercó para abrazarla- ¿Cómo estás?

Candela: La pregunta es cómo estás tú

M: Veo que has hablado con Ana... -se separó enojada.

Candela: Cariño... ¿Qué ocurre?

Sin decir nada se encaminó hasta el portal tras dejar la moto bien aparcada, Candela la seguía en silencio
dándole el tiempo necesario para que pensara que le iba a decir, siempre había actuado igual,
siempre tomándose su silencio como algo obligatorio, quizás recreando la posible conversación
en su mente, queriendo encontrar las palabras exactas con las que escudarse.
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Sentada en el sofá esperaba a que su hermana pequeña hiciera su aparición tras desparecer nada más
entrar, miraba aquel salón, algunas fotos adornaban los estantes, donde podía diferenciar con
facilidad algunas en las que ella misma salía. Miraba una en concreto, fue el verano en el que
Maca cambió, aquel en que pensó que su hermana no podría superar aquello que ahora
recordaba con miedo, las dos cogidas de la cintura sonreían con una copa del último vino de su
padre, sintiendo como las lágrimas de aquellas risas caían por sus mejillas, siendo las personas
más felices de la tierra.

M: En lo único bueno que tuvo ese año... -se había colocado tras ella.

Candela: Siempre me ha gustado esta foto...

M: Y a mí

Maca se encaminó hasta el sofá, cruzando sus piernas y brazos en una situación claramente a la
defensiva, miraba a Candela que seguía con los ojos en aquella imagen.

Candela: Cada día me arrepiento de no haberte podido ayudar...

Maca sintió aquella frase con dolor, cerró los ojos no queriendo entrar en aquel tema, sabiendo que
aunque era sincera, estaba removiendo un dolor innecesario en su vida.

M: ¿A qué has venido?

Candela: Para ayudarte... -se giró para mirarla- no voy a permitir que te sigas destrozando la vida Maca...
no puedes pedirme que mire hacia otro lado

M: Nunca te he pedido nada... y mucho menos que me ayudes, porque no necesito que lo hagas...

Se acercó a ella en unos cortos pasos, colocándose de rodillas frente a ella, apoyando sus manos,
suplicándole con su mirada que cogiera su mano, que volviese a ser esa Maca, aquella niña que
había pasado su infancia agarrada a ella, queriendo seguir sus pasos como persona.

Candela: Maca... olvídala...

Aquella noche mientras repasaba las palabras de su hermana sabía que no podría dormir, tenía
demasiadas contradicciones en su mente. Recordaba la noche con Esther, los ojos con los que la
miraba, y sintió enfado con ella misma por la nota. Se giró quedando en el otro lado de la cama,
pasando lentamente la mano por aquella sabana, intentando encontrar una calma en su
interior.

Al día siguiente había tenido una clase opcional, a la que Esther decidió ir para no tener que cruzarse con
Maca, había pasado toda la mañana pensando en ella, sintiendo su corazón agitarse al cruzar el
pasillo, temiendo por verla en su camino. Cuando tenía que salir lo hacía a toda prisa, dejando
una posibilidad a un menor.

Ya en la calle respiraba aliviada, se detuvo ante las escaleras y con más calma bajaba los peldaños
tranquilizándose. Decidió sentarse en uno de los bancos a esperar a sus compañeras.

Voz: Perdona

E: ¿Sí? -una chica se paraba a su lado.

Voz: ¿Conoces a Maca?

E: A... ¿a Maca?

Voz: Sí

E: Eh... no, bueno sí... -rectificó sin darse cuenta.


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Voz: ¿Eso es que sí o...?

E: Sí, sí

Voz: ¿Sabes si su clase ha terminado ya?

E: No, aun no...

Voz: Gracias

Aquella mujer se sentaba junto a ella, cruzándose de piernas si apartar su mirada de la puerta, como si
mirándola aun más fuesen a salir antes. Desde su asiento podía mirarla disimuladamente sin ser
descubierta y se permitió el lujo de hacerle una radiografía en toda regla. Ataviada con traje de
chaqueta oscuro y unos zapatos de tacón dejaba claro que no era ninguna estudiante, se veía
una mujer con bastante vida a la espalda y eso le extrañó aun más.

Candela: Soy Candela... -le ofrecía su mano haciéndola reaccionar.

E: Esther... -apretaba su mano débilmente observando como la chica se había quedado parada- ¿te
ocurre algo?

Candela: ¿Te puedo preguntar algo sin intención de ofenderte? -Esther frunció el ceño y asintió sin saber
muy bien que pretendía aquella mujer- verás... primero, soy la hermana de Maca

E: ¿Hermana?

Candela: Sí y... bueno, pensarás que soy una indiscreta ¿tú eres la Esther qué...? ¿Eres algo más que una
amiga para mi hermana?

De nuevo los nervios la traicionaba, su espalda se tensó y acomodándose erguida quitó la mirada de sus
ojos para llevarla al frente, haciendo que miles de posibles respuestas pasaran por su mente, la
mujer al verla se colocaba de medio lado esperando su contestación, pero con aquella reacción
sabía que había dado con ella.

E: Tu hermana es la persona más fría con la que me he cruzado...

Era lo que su corazón sentía, lo que había querido expresar desde que leyó aquella nota, pues desde ese
momento había repasado cada momento junto a ella y se sorprendía al no poder encontrar ni
un solo segundo de ternura o cariño desde que la conoció.

Candela: Lo sé

Y si pensaba decir algo con lo que ofender se equivocaba, aquella mujer la imitaba sentándose de igual
manera. Esther se giró observando las facciones de aquella mujer, sin duda tenían un parecido y
encontraba claros rasgos en su expresión.

Candela: Antes no era así... era una persona dulce y muy cariñosa

E: Pues ha cambiado radicalmente

Candela: Pero no fue culpa suya... -las puertas del auditorio se abrían dando paso a sus compañeros,
Candela paró sus palabras y se giró rápida hasta ella- me gustaría hablar contigo... toma mi
tarjeta, estaré aquí unos días, llámame por favor...

Tras cogerla, la vio levantarse y esperar al final de la escalera, bajó su vista hacia el cartón “Candela
Wilson Fernández Directora de Calidad”, al buscarla de nuevo la vio hablando con Maca,
permanecían las dos paradas junto a la escalera.

Candela: Te invito a comer...


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M: Vale... -había llevado sus ojos hasta Esther que ya se encontraba hablando con Laura y Eva.

Candela: Es simpática

M: ¿Quién?

Candela: Esther... -su hermana se giró sorprendida- he hablado con ella... estaba sentada en el banco

M: ¿No le habrás dicho nada, Candela?

Candela: No...

M: Pues ni se te ocurra

A metros de ella, Esther de igual manera intentaba mantener una conversación, pero no queriendo
quitar sus ojos de las hermanas, haciendo que ambas se giraran a ver qué era lo que la tenía tan
embelesada.

L: Joder con la tía... se las buscas mayores oye

E: Es su hermana

L: ¿Y tú como lo sabes?

E: He hablado con ella hace un momento

Una vez en su casa, Esther había ido directa al sofá echando las piernas sobre la mesa, mirando una y
otra vez aquella tarjeta, buscando una respuesta todas esas preguntas que se iban formando en
su cabeza una tras otra. Eva había decidió dar una vuelta y Laura una vez se hubo cambiado la
observaba desde el marco de la puerta, comprobando el estado de su amiga.

L: ¿En qué piensas?

E: Su hermana me dijo algo que... me ha hecho pensar

L: ¿El qué? –se sentaba junto a ella.

E: Que antes no era así, que no era así de fría... pero que ella no tenía la culpa de haber cambiado

L: ¿Crees que le pudo pasar algo?

E: No lo sé... no la conozco en absoluto

L: Esther... aunque sea un poco la conocerás

E: No Laura... me he dado cuenta de que Maca es una persona demasiado complicada

L: ¿Ella te dio esa tarjeta?

E: Sí... me dijo que la llamase, que quería hablar conmigo

L: ¿Lo vas a hacer?

Mientras tanto, en un restaurante Candela había preferido eludir el tema de Esther, aunque quisiera
ayudarla también necesitaba de un momento como aquel junto a su hermana, esa que ahora se
reía mientras le contaba el último berrinche de su padre.

M: ¿De verdad hizo eso?

Candela: Imagínate... una caja entera... pobre Miguel jajaja

M: Dios... lo que me hubiera gustado estar allí


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Candela: En esas ocasiones te echo muchísimo de menos Maca... -apoyaba su mejilla en el dorso de la
mano mirando su plato- ojalá todo fuera como antes

M: Ya... lo siento

Candela: Tú no tienes la culpa... -acarició su mano- bueno... cuéntame tú algo... -en ese mismo momento
sonaba su móvil- ais... espera... ¿sí?

E: ¿Candela?

Candela: Si... soy yo

E: Hola, soy... soy Esther

Candela : Est... estrella... -miró a su hermana frunciendo el ceño.

E: Estás con Maca

Candela: ¡Sí! estoy comiendo

E: Si te pillo en mal momento...

Candela: No, no... -se apresuraba en contestar- espera un segundo, oye Maca... -tapa el aparato- un
segundo

M: Vale

Mirando a su hermana de vez en cuando atravesaba el salón hacia la puerta, no esperaba que Esther la
llamase tan pronto, pero se alegraba, necesitaba ayudar a su hermana y cuanto antes mejor.

Candela: Ya estoy contigo

E: Vale... pues tú dirás

Candela: A ver... necesito hablar contigo...

E: ¿Por qué?

Candela: Quiero ayudar a mi hermana

E: ¿Y eso que tiene que ver conmigo?

Candela: No sé qué ha pasado entre vosotras... pero hacía tiempo que no veía a mi hermana de esta
manera, y sé que tú tienes que ver en eso

E: Pues no sé cómo te puedo ayudar

Candela: Bueno... ¿puedes quedar esta noche?

E: Mmm... sí, en principio sí

Candela: ¿Nos vemos en la puerta del auditorio?

E: Está bien

Candela: A las nueve... te invito a cenar y así hablamos tranquilamente esto


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Algo impaciente esperaba la llegada de aquella mujer, las palabras que le había brindado por teléfono,
no hacía más que hacerla dudar más si cabía. Caminaba de un lado a otro con sus brazos
cruzados, pensando en lo que no podía quitarse de la cabeza en varios días ya, Maca. No sabía
cuando, pero sabía que algo había cambiado, ahora no la podía mirar con solo el deseo de
tenerla, necesitaba más, necesitaba las pequeñas cosas que no tenía en su vida,
conversaciones, situaciones que nada tenía que ver con las que ahora encontraba en ella y eso
era algo que sabía que no conseguiría fácilmente.

Candela: Hola... -una voz a su espalda la hizo detenerse a la vez que se giraba- perdona por hacerte
esperar

E: Tranquila

Candela: ¿Vamos?... tengo el coche allí mismo

De camino al restaurante Candela no decía una palabra, por lo que ella tampoco se decidió a entablar
conversación, mientras perdía la mirada en aquel coche pudo ver como una pequeña figura
adornaba el salpicadero, una pequeña fotografía en su interior, sus ojos se clavaron en uno de
los dos rostros que marcaba el papel, una Maca sonriente, una que aun no conocía, pegaba su
frente a la de su hermana y sonrió sin poderlo evitar, aun con la tristeza de no llegar a conocer a
aquella persona como ella quisiera.

Mientras el metre las acompañaba hacia su mesa intentaba tranquilizar aquellos nervios que lejos de
disiparse, crecían más a cada minuto que se acercaba aquella conversación, que por una parte,
veía como una intromisión a la intimidad de Maca. Tomando asiento respiró dejando un suspiro
que no pasó desapercibido para Candela.

Candela: Tranquila...

E: Lo siento, pero no puedo... me parece mal hacer esto a sus espaldas

Candela: Cuando hayamos hablado no lo verás así... créeme

Frente a frente, esperando una frase, una palabra, algo que la llevase hasta una persona distinta, una
que no era aquella con la que había tenido horas de pasión, pasión fría y sin sentimientos, pero
solo hasta aquella última vez, esa en la que su corazón gritó necesidad de lentitud, necesidad de
sentimientos y no tanta pasión desbordada.

Candela: ¿Cómo os conocisteis? bueno... eso lo sé... pero como...

E: ¿Cómo llegué a tener algo con ella?

Candela: Sí

E: No sé... todo empezó como algo sin importancia, era un tira y afloja para ver quien aguantaba más las
insinuaciones de la otra, yo... yo no soy así, pero no podía parar, ella me buscaba y yo sabía lo
que pretendía

Candela: Comprendo...

E: Ahora me doy cuenta de que... aunque me duela decirlo, parece que siempre me encuentra cada vez
que quiere, y yo... ahora me duele que lo haga

Candela: ¿Te has enamorado de ella? perdona que sea tan directa

E: Tranquila... -esbozó una pequeña sonrisa- es algo de familia por lo que veo

Candela: Sí... -sonrió mirándola.


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E: ¿La verdad? no lo sé... creo que sí, pero si pienso en... si pienso en lo fría que es, en lo poco que
intenta comprender lo que produce con sus actos, me da rabia... la chillaría... la...

Candela: Sé lo que intentas decir, y incluso yo... a veces lo haría

E: No sé cómo alguien puede ser así, cuando quiere algo... cuando intenta conseguir algo, me
deslumbra... me hace no querer pensar en el después... pero ese después existe y me hace
daño

Candela la miraba absorta, comprendía cada palabra de Esther, la había sufrido de diferente manera,
pero conocía esos sentimientos, la parecía admirable la razón con la que llevaba cada palabra a
sus labios, con tanta sinceridad, aun sabiendo que se trataba de su hermana.

Candela: Hace unos años... -tomó aire queriendo relatar aquello que llevaba queriendo ya rato- Maca
siempre fue una niña de lo más extrovertida, incluso más de lo que pueda parecer ahora, hacía
amigos con una facilidad pasmosa, mi padre decía que había sacado todo lo bueno de las dos
familias, que lo malo lo rechazó al nacer... -sonrió mientras jugaba con la esquina de la
servilleta- era un encanto... siempre tenía una palabra alegre o un abrazo...

Parecía que le costase describir a su hermana, como si con cada recuerdo de aquel pasado enterrase
más aquella niña, haciendo que la Maca de ahora tomase más poder en su mente.

Candela: Tenía una amiga desde niña... Alba, eran inseparables... el primer año de universidad las
encontré en los establos besándose... yo me lo esperaba francamente, veía como... como se
trataban y lo vi algo maravilloso, no se podían conocer mejor... Alba era de una familia humilde
y a mi hermana nunca le gustó la grandeza de la posición de una Wilson en Jerez... eran tan
para cual...

E: Si tan bonito era todo...

Candela: Déjame que termine... -la obligó a omitir una posible pregunta- la única pega de esa relación
era que Alba no la exteriorizaba como tal... a los ojos del resto del mundo, excepto a los míos,
ellas solo eran amigas, Maca aguantaba el tipo como podía, siempre caía en las palabras de
Alba y se dejaba... hasta que... -suspiró ante lo que estaba recordando- Maca le pidió
matrimonio... la quería con locura, era devoción lo que tenía y más aun cuando le dijo que sí, si
la hubieras visto... en vez caminar... parecía flotar... no podía dejar de sonreír, incluso se lo contó
a mis padres sin que Alba lo supiera, aunque no fue con fuegos artificiales, la apoyaron, parecía
que todo daba su fruto, todas sus noche en vela, sus miedos... -dio un suspiro el cual fue un
aviso para Esther, sabía que ahora vendría lo que esperaba- todo cambió ese mismo verano...
habían quedado en comer con los padres de ella, Alba le decía que en esa comida dejarían todo
arreglado, que tendría el valor para hablar con sus padres...

Esther veía como en los ojos de aquella mujer algo cambiaba, como si aquel recuerdo la hiciese sentir el
dolor que inundaba a su hermana como si fuera propio. Alargó su brazo posando su mano sobre
la suya, dándole confianza y apoyo, ya que si había querido hablar con ella sería porque en algo
podría ayudar.

Candela: Alguien se adelantó, alguien las oiría hablar en algún lugar... no lo sé, pero los padres de Alba ya
lo sabían cuando llegaron, mi hermana quiso hacerles entender... pero no pudo

E: Se negaron a la boda

Candela: Alba la negó Esther... -levantó su mirada envuelta en lágrimas- la negó... negó cada cosa que
sus padres le decían, negaba ese amor que decía sentir por mi hermana...
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Esther aun seguía con la mano en aquel lugar, su cuerpo se había quedado paralizado, su mente solo
recreaba aquel argumento una y otra vez, intentaba hacerse una mínima idea de lo que eso
podría doler, que la persona la que tú amas te niegue como tal ante los ojos de alguien por
miedo.

Candela: La negó... haciendo que cualquier valor que sintiera mi hermana por hacer que aquella relación
funcionase se esfumara, horas después la encontré sentada bajo la lluvia, no decía ni hacia
nada, tenía los ojos clavados en la nada, como si el mundo en el que se encontraba hubiera
acabado, como si todo le diera igual

E: Debió ser horroroso

Candela: Esther... no pretendo que le tengas lástima, ni... que por pena la trates mejor, quiero que sepas
la razón por la que está ciega... por la que se encierra en sí misma...

E: Y por la que hace daño a las demás...

Candela: Lleva así tres años, al principio ni siquiera hablaba con nosotros, un día se levantó como si nada
hubiera pasado, no quiso hablar de aquello con nadie

E: ¿Y ella no se puso en contacto con Maca tras eso?

Candela: ¿Alba? no lo sé... si la llamó nunca me lo dijo...

E: Aun sigo sin saber que tengo que ver yo en esto

Candela: Esta vez es diferente... lo sé

E: ¿Diferente en qué?

Candela: He visto los ojos de mi hermana y la conozco... siente culpa por cómo te trata, y créeme, ese
sentimiento lo perdió hace años

E: Pues no lo parece

Candela: Tiene miedo... se obliga a no sentir, a no amar Esther...

E: Yo no puedo obligar a nadie a que sienta algo que no quiere

Candela: No te pido que la obligues, solo te pido... que si la quieres, no tires la toalla... conquístala...
hazla ver que no tiene por que volver a sufrir...

En diez minutos tenían que salir para clase, no había dormido en toda la noche, recreaba la conversación
una y otra vez en su interior, buscando así una respuesta que ella misma no sabía darse. Laura
le había querido sonsacar algo, pero sabía que si quería ser sincera con ella misma, tendría que
decidir por sí sola.

Eva y Laura mantenían una conversación que para nada llegaba a sus oídos, sentada en su asiento
miraba hacia la puerta esperando verla aparecer, realmente necesitaba verla, pero los nervios al
recordar la última vez que lo hiciera, le jugaba una mala pasada.

Se giró enfadada recordando como la había tratado y regañándose a sí misma por tan siquiera plantearse
ayudarla, pasaba la punta de su bolígrafo por el papel, casi arañándolo, marcando líneas
incoherentes en él, dejando salir su mal humor. Mientras lo hacía, el codo de Laura fue a parar a
su brazo para indicarle que mirase a su lado, Maca se había sentado una fila más adelante
quedando a un escaso metro de distancia.

Se levantaba aun más enfadada, la clase había terminado y Maca no se había girado una sola vez, no
había tenido ni la tan siquiera intención de cruzar sus miradas. Abrazando sus libros salía a paso
ligero de allí haciendo oídos sordos a sus amigas que intentaban retenerla con ellas.
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Bajaba las escaleras con prisa, queriendo alejarse lo más pronto de allí, huir de aquel dolor que esta le
producía, llegó hasta el final del recinto apoyándose sobre la barandilla, intentando dosificar su
respiración que se había incrementado.

M: ¿Tienes prisa?

Cerró los ojos irritada, aquel tono de voz en ese momento le arañaba el cuerpo, le pisoteaba las pocas
fuerzas que había podido tomar aquella mañana y sin calmar su enfado se giró clavando sus
ojos en ella.

E: ¿Qué quieres?

M: ¿Te apetece pasear?

E: ¿Me mandarás un mensaje para decirme cuando te molesto o me lo dirás a la cara?

M: ¿Me guardarás rencor por eso siempre?

E: No sé a qué te tienen acostumbrada a ti Maca... pero a mí me jode mucho que me traten como tú lo
haces

M: ¿Cómo te trato? -se acercaba a ella despacio.

E: Mal Maca... me tratas...

Veía como esta no cesaba en su acercamiento, colocando ambas manos sobre la misma barandilla donde
ella quedaba apoyada, haciendo que quedara entre sus brazos.

E: Como algo que tiras cuando no te sirve

M: ¿Te sientes así?

E: Sí

M: Lo siento...

Lejos de parecerle una disculpa sincera, viendo su comportamiento, lo vio como otra treta más, quitó
uno de sus brazos de aquel lugar de mala manera, empezando a caminar ofuscada dirección a
su casa. Intentaba que unas lágrimas no cayeran por sus ojos y la rabia conseguía que así fuera,
lo que menos quería era que si por algún casual disfrutaba con todo eso, el verla llorar también
tomara parte.

M: Esther espera... -cogía su brazo despacio.

E: ¡Suéltame Maca!

M: Te he pedido disculpas

E: ¿Crees que me sirve eso? -preguntaba dolida- no puedes pretender que me acueste contigo cada vez
que quieras y luego me trates como a una mierda para decir un lo siento para arreglarlo

M: Tienes razón

E: ¡No me des la razón como a los locos Maca joder! actúa ¿Por qué te comportas así? ¡Dímelo!

M: ¿Cómo me comporto? -tantas recriminaciones comenzaba a enfardarla mientras cruzaba los brazos
bajo su pecho.

E: ¿Sabes qué? haz lo que te dé la gana... yo no pienso decirte que hacer con tu vida
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Se giró de nuevo pero tan solo unos pasos más y sentía su cuerpo girar con brusquedad, los ojos de
Maca se metían en su retina y no pudo hacer nada por impedir aquel acercamiento.

Maca la pegaba contra su pecho haciendo que sus brazos formaran una barrera con la que Esther no
podía e incluso dudaba querer luchar. Giraban sus rostros creando un beso inquieto, furioso, sin
calma, pero ansiado.

Esther se separaba de ella sin dejar de mirarla, Maca la miraba con seriedad, pero no decía nada, se
separó de ella y negando mínimamente con la cabeza se alejaba unos pasos caminando hacia
atrás para darse la vuelta segundos después dejándola allí de pie.

Horas después Esther permanecía sentada en su sofá, mordiendo lo que antes era su dedo y ahora
parecía su salvavidas contra su enfado. Movía el pie nervioso recordando, se pellizcaba el labio
conteniendo un grito que necesitaba y Laura que la llevaba mirando algunos minutos no se
atrevía a pronunciar una palabra.

E: Acabará conmigo...

L: ¿Quién Esther?

E: Maca...

L: ¿Qué ha pasado?

E: Nada... -se levantó nada más sentir el peso de Laura en el sofá pero se detuvo en la puerta al escuchar
su móvil sonar.

L: ¿No lo vas a coger?

E: Sí... -se daba la vuelta viendo un numero en la pantalla- ¿sí?

Candela: ¿Esther?

E: Sí

Candela: Soy Candela

E: Si vas a defender a tu hermana no estoy para escucharlo

Candela: ¿Qué ha pasado?

E: ¿Te ha dicho algo?

Candela: Solo sé que llegó histérica y se encerró en su habitación... creo que la he oído llorar

E: Eso quiere decir que al fin y al cabo también tiene sentimientos... -soltó gran cantidad de reproche.

Candela: Esther...

E: Lo siento... -colocó una de sus manos sobre su rostro- perdona

Candela: ¿Podrías venir a casa?

E: ¿Para qué?

Candela: Ahora es el momento justo para hablar con ella...

E: No sé si...

Candela: Si no quieres no pasa nada...

E: Está bien
Corazón Helado por AdRi_HC

En su coche aun dudaba de si hacía lo correcto, no entendía por qué tenía que ayudar a alguien que no
le importaba tratar a las mujeres como trapos, pues ella se sentía así, uno al que hacer uso
cuando hacía falta, pero que mientras no, estaba en un lugar aparte.

Aparcó el coche frente a la puerta y desde la ventana Candela la veía llegar, apresurándose a abrir sin
que tuviera que llamar y así su hermana no se percatase de nada. Subía las escaleras despacio,
para darse una oportunidad al arrepentimiento pero esta no llegaba, su cuerpo seguía aquel
camino sin poder detenerlo.

Candela: Gracias

E: Aun no sé ni por qué lo hago

Candela: Yo te lo agradezco Esther

E: ¿Dónde está?

Candela: En su dormitorio

Sin decir nada más caminó hasta allí, la puerta permanecía entornada pero sin llegar a dejar ver su
interior, se paró frente a la puerta y suavemente la iba abriendo, haciendo que su vista se
acostumbrara a la oscuridad de aquel lugar.

Gracias al pequeño resquicio de luz podía diferenciar su silueta junto a la ventana, sentada de miedo
lado, con sus piernas flexionadas, mirando al vació.

E: Hola... -Maca giraba su rostro sorprendida por aquella voz- tu hermana me ha dejado entrar

M: ¿Qué quieres?

E: Hablar contigo... -caminó hacia ella sin importarle una posible negativa sentándose a los pies de su
cama- ¿Por qué eres así?

M: ¿Así como?

E: Tan fría... tan... -no encontraba la palabra con cual expresarse al cien por cien- resentida con el mundo

M: No hables de lo que no sabes Esther... no me juzgues

E: No te juzgo a ti... pero puedo permitirme el lujo de juzgar la manera de la que has sido conmigo, no
puedes ser así con la gente Maca... haces daño

Esta llevaba su vista de nuevo lejos de ella, como si estuviera procesando aquello que había recibido con
dolor. Esther no podía dejar de mirar su rostro, estaba aparentemente relajado y podía
diferenciar la tristeza en sus ojos, la manera de la que se comportaba, con seguridad, ahora no
la veía, la observaba a la espera, sin querer hacerla cambiar de opinión.

E: Podrías ser alguien increíble, lo sé... -había comenzado a hablar de nuevo aunque Maca no la mirase-
no sé por que... pero lo sé, alguien que podría hacer lo que quisiera, ser feliz con alguien a su
lado... pero no te dejas... no te permites ser feliz Maca

M: ¿Te puedo pedir un favor? -Esther la miraba dando su afirmación- ¿si te pidiera que me dejaras
abrazarte... podrías olvidarlo después?

Se habían quedado dormidas en un lado de la cama, como si aquel metro cuadrado fuera a ser el único
testigo de lo que allí había pasado, desde que Maca la abrazara no se habían movido, Esther sin
poderlo evitar se aferró a ella de forma desesperada, colocando su rostro entre su cuello y la
almohada, respirando algo que suponía, no podría alcanzar a tener, una tranquilidad que ahora
sentía como lo más preciado del mundo.

E: Te quiero
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Sin tan siquiera pensarlo aquellas palabras salieron de sus labios, quizás deseando que Maca durmiese
para no escucharlas pero sin llegar a comprobarlo, sintió como aquellos brazos la envolvían aun
más, sin escuchar nada similar a lo antes pronunciado, haciendo que el dolor emanase de
nuevo, conociendo el arrepentimiento de algo que entendía como lo más gratificante de la vida,
poder amar a alguien, conocer el sentimiento de apego, necesidad y felicidad.

M: No te puedo ofrecer lo que quieres de mí...

Aunque lo sabía, escucharlo tan claramente le hacía más daño, se abrazó a ella aun más, siendo egoísta,
imaginando que no había escuchado aquello, que aun sabiendo que era algo imposible, Maca la
quería, la refugiaba en sus brazos, y así quiso sentirlo.

Un rato después Esther despertaba pegada a su rostro mientras ella aun dormía tranquila, acarició su
pelo y besando su frente se giraba quedando sentada en el borde del colchón, buscando las
fuerzas para marcharse de allí, sabiendo que era lo mejor para sí misma.

M: No te alejes de mí

Cerró los ojos y sin contestar se levantaba de allí, sintiendo que aunque ahora doliese, después sería aun
peor, hubiera permanecido en aquella cama el resto de su vida sí, abrazada a una ilusión que
creía nunca poder tener. Pasó por la puerta del salón y Candela al escucharla salir se había
quedado en el umbral esperando una reacción a lo sucedido, tan solo aguantó su mirada unos
segundos y arrastrando su corazón al compás de la suela de sus zapatos, bajó la mirada al suelo
saliendo de aquella casa.

Aquella mañana sentía vació, uno que le recordaba con sorna todo el dolor pasado, recordándole que
debía seguir sola, que su corazón ya fue roto una vez y que aun sentía arder las cicatrices del
tiempo. Removía su café mientras sentía la mirada fija de su hermana en ella y esperaba un
posible reproche que no llegaba.

M: ¿No vas a decir nada?

Candela: No sé qué pretendes que diga Maca... lucho por incluso pensar que lo que haces tiene un
motivo

M: No puedo hacer otra cosa... -daba un sorbo a su café con ignorancia a la expresión de su hermana- ya
lo sabes

Candela: En eso estás equivocada ¿sabes lo que vi en los ojos de esa chica ayer? -alzaba el brazo
señalando la puerta- dolor Maca... ¡mucho dolor!

M: ¿Y qué quieres que haga? -lanzaba la taza al fregador con rabia mientras alzaba su voz- ¡¿qué le
prometa algo que no puedo cumplir?! ¡¿que la haga hacerse ilusiones y luego sufra más?!
¡¿Qué le cree falsas esperanzas?!

Candela: Que dejes a un lado el pasado Maca... y te dejes volver a amar...

Se levantó de allí dejando a su hermana pensando en aquella única frase que salió de sus labios, si ella
no decidía dejar el rencor a un lado, estaba claro que nadie podría hacerlo por ella y lo sabía.
Cogió su maleta y fue de nuevo hasta la cocina encontrándola de la misma manera.

Candela: Me vuelvo a casa, no me dejas ayudarte y aquí no consigo nada... si necesitas algo ya sabes
dónde estoy

Se colocó sus gafas de sol para evitar que viera sus lágrimas y cerró la puerta despacio, mientras cerraba
su puño con rabia.

En clase observaba como en aquellos asientos solo se encontraba Laura y Eva, no había rastro de Esther,
y eso la preocupaba, temía preguntar a sus amigas por si reprendían contra ella.
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Durante el descanso un tanto de lo mismo, en la cafetería sus amigas junto a Raúl, pero ni rastro de
Esther, sentada en un rincón comenzaba a ponerse nerviosa sin asimilar la razón de todo
aquello. Los días posteriores ocurría lo mismo, llegaba incluso antes por si la encontraba a la
entrada, pero siempre lo mismo, Esther nunca llegaba y cada día era más angustioso que el
anterior.

El viernes de esa semana llevaba cuatro días sin saber de ella y no aguantaba un segundo más, caminó
con decisión hasta sus compañeras de piso que reían antes de comenzar la clase.

M: Hola... -ambas llevaban su vista hacia ella- ¿le ocurre algo a Esther?

Eva: Está enfermera... -respondía con tono distante.

L: ¿La buscas para algo?

M: Bueno... como... como ha estado toda la semana sin venir... pensé que le había ocurrido algo

L: No, está en casa... guardando reposo

M: Ya... -giró su vista hacia el profesor que entraba mientras se mordía el labio sin tener muy claro que
hacer o decir- darle recuerdos de mi parte

Regresó hasta su asiento respirando nerviosa por aquel rato en el que se había sentido juzgada y
sentenciada, los ojos de Eva hablaban por si solos, pero en cambio en los de Laura vio duda, no
le había hablado de la misma manera y eso la tranquilizaba.

Durante la clase apenas podía prestar atención, toda la que tenía estaba puesta en alguien y comenzaba
a agobiarse a sí misma, se acomodó en su asiento mientras suspiraba dejando salir toda aquella
incomodidad que sentía desde hacía rato y justo en ese momento, sintió como algo caía sobre
su libreta, miró hacia atrás y encontró la mirada de Laura que le indicaba que leyese la nota.

“Mañana es el cumpleaños de Raúl, Esther también vendrá”

Sonrió sin poderlo evitar y llevó su vista de nuevo a su compañera de clase que la miraba no muy
sonriente, pero agradecía el gesto. A la salida buscó a Raúl con nerviosismo y tras hablar con él
fue hasta su casa. Necesitaba hablar con Esther, no sabía tan si quiera de qué, pero le hacía
sentir bien su compañía y si podían llegar a algún acuerdo, haría lo que fuese para conseguirlo.

Conforme Raúl le había indicado, fue hasta un bar que en este caso era de su hermano y que cerraba
para la ocasión dejando todo el lugar para aquella fiesta. Frente a la puerta comenzaba a
ponerse nerviosa, llevaba casi una semana sin verla o saber de ella y solo quería, necesitaba
verla. Cruzó la puerta segura de sí misma, había elegido algo informal, pero que sabía realizaría
su función sin duda, unos vaqueros ajustados y unas botas altas acentuaban sus piernas,
mientras una camisa desabotonada lo suficiente dejaba ver insinuar bastante sin llegar a
enseñar, algo que algunos agradecían mientras pasaba por su lado quitándose la cazadora de
cuero.

Llegó a la barra mientras buscaba con la mirada, pero un sonido, uno que era indudable, la hizo girarse,
Esther y los demás permanecían un rincón sentando en uno de los sillones, iba impresionante y
sentía las mismas ganas de antaño por tenerla, por hacerla gozar, pero sabía que tendría que
allanar el terreno con anterioridad.

La música cambió de repente y los brazos de Raúl tiraban de Esther haciéndola reír aun más, le
encantaba verla así, de una manera tan diferente a aquella última vez. Apoyada en la barra la
observaba mientras era conducida hacia el centro y todos allí comenzaba a recrear un baile
aparentemente estudiado, pero en el que algunos, parecían no poder coger el mismo ritmo.

Raúl: ¡Venga Esther! tú las manos aquí... -colocaba sus manos en su cintura.
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E: ¡Tú lo que quieres es que te sobe!

Raúl: También, también

E: Jajaja anda que...

Levantó su vista sin dejar de reírse, pero se cruzó con algo que no esperaba, Maca la observaba al fondo,
con el gesto serio, pero no incomodo. Su cuerpo se detuvo en un segundo no sabiendo que
hacer, Raúl al ver que se había detenido se giró para mírala preocupado,

Raúl: ¿Qué te pasa?

E: ¿Qué hace aquí? -Raúl siguió su vista descubriendo de quien hablaba.

Raúl: La invite ayer... ¿te molesta?

E: Preferiría que no lo hubieses hecho... -se soltó de su mano y caminó hacia los lavabos.

Sin poder remediarlo tenía que pasar frente a ella de camino al baño, Eva que la había visto se levantó
irritada pero el brazo de Laura la detuvo. Maca se dirigía tras ella, sin prisa, para dejarle su
tiempo. Nada más entrar la veía apoyada en uno de los lavabos como el rostro inclinado, sin
poder ver ni aun por el espejo su expresión.

M: Esther... -esta alzaba la vista mirándola a través del cristal.

Se acercaba lentamente a ella, quedando a su espalda, sin romper aquel cruce de miradas en el espejo,
la rodeó con sus brazos mientras se pegaba a su cuerpo, la observaba cerrar los ojos tras aquel
primer tacto y sin dudarlo hundía el rostro en su cuello mientras la abrazaba completamente,
sintiendo la respiración de Esther en sus manos.

M: Te echo de menos

E: ¿A mí o al polvo que buscas? -habló con dolor.

M: No sé definirte en qué modo, pero te necesito Esther... necesito tenerte cerca

E: Sin ataduras, sin explicaciones, sin nada... tú quieres algo que yo no sé hacer

M: ¿Tan difícil es comprender que necesite de ti?

E: Ese es el problema... -se giró quedando frente a ella- no me necesitas a mí... necesitas de mí

La esquivó y caminó hacia la puerta saliendo de allí, Maca daba un golpe con ambas manos sobre la
piedra del lavabo maldiciéndose por no poder hacer otra cosa que meter la pata. Salió de allí
con rapidez queriendo volver a hablar con ella, pero esta ya no estaba.

Se sentó algo frustrada, había visto como el bolso y su chaqueta aun permanecían en aquel sillón y se
dedicó a esperar su regreso.

Pasado un rato bastante considerable la vio aparecer tras la puerta con Raúl, al que ni siquiera había
echado de menos, su mirada se cerró ante lo que veía, llevada visiblemente unos celos que
intentaba expulsar de su interior.

La observó bailar y dedujo que había estado bebiendo, sus movimientos eran largos y no muy
controlados, haciendo que Raúl la agarrase para retenerla en aquel baile.

Tras un rato en el que se hubiera marchado de allí, pero que en cambio, no lo había hecho, vio como
Raúl se despegaba de ella al fin, pero Esther seguía bailando sola en la pista, sin dudar un
segundo más se levantó para ir hasta ella.
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Se colocó detrás de ella, llevando sus manos hasta su cintura, pegando ambos cuerpos, sintiendo como
el suyo se movía por inercia de aquel otro movimiento. Los brazos de Esther se alzaban
colocándose en su cuello, pegándola más a ella, invitándola a besar su piel, Maca dudaba en
que supiera que era ella, pero no le importó, llevó sus labios hasta donde era reclamados,
marcando un camino de deseo claro.

Con las manos sobre su vientre la apretaba más contra ella, mordiendo fugazmente la piel tensa,
llegando a escuchar algún que otro gemido involuntario de aquel cuerpo.

La giró despacio, cabía la posibilidad de ser rechazada, pero no lo temía, quedando frente a ella acarició
su mejilla despacio, mientras su otra mano permanecía en su cadera, Esther abrió los ojos y vio
de quien se trataba, en aquel momento no podía hacer otra cosa que mirarla, sentir sus caricias
y esperar.

El sol entraba fugaz entre las cortinas, un malestar la envolvía haciéndola pensar únicamente en que
aquel martilleo cesase en su cabeza, se revolvió bajo las sabanas y sintió un peso sobre una
parte de su cuerpo, abriendo los ojos lentamente, acostumbrándose a la incomodidad, divisaba
poco a poco aquel cuerpo, un rostro que le parecía el mayor tesoro qué más podía imaginar
tener.

Se intentó incorporar pero el peso en su cabeza era demasiado grande para tan siquiera intentarlo de
nuevo, se dejó caer al colchón despertando a Maca.

M: Ey... -se frotaba la cara- buenos días

E: Uf... no chilles... -Maca sonreía al escucharla.

M: Buena cogiste ayer

E: ¿Puedes dejar de mover la cama?

M: Podías darte una ducha mientras yo preparo el desayuno y alguna que otra pastilla... ¿quieres?

E: Sí...

M: Venga... pues levántate y te dejo un chándal o algo aquí fuera para cuando termines, te estará un
poco grande, pero es lo que hay... -se levantaba colocándose las zapatillas para salir de allí.

Mientras se quitaba aquel pijama que le venía grande, intentaba recordar cómo llegó hasta allí, que
sucedió entre ellas en el bar y lo más importante, por qué había despertado en su cama. Sentía
el agua como algo maravilloso, comenzaba a despejarse, pero aquel incesante dolor de cabeza
la seguía martirizando.

Envuelta en una toalla salía de nuevo al dormitorio, donde Maca había dispuesto como le había dicho,
ropa cómoda, y también un conjunto interior para ella. Tras vestirse, colocaba las manos en
aquellos bolsillos de la sudadera y caminaba despacio hasta la cocina, donde escuchaba el
ajetreo de Maca.

M: ¿Cómo te encuentras?

E: Hecha un asco... -se dejaba caer en la primera silla- ¿café?

M: Sí espera... -servía una taza la cual humeaba especialmente y se la tendía- tomate esto, se te pasará
en un rato

E: Gracias... -daba un primer sorbo cerrando los ojos- mmm que rico...

M: Aunque supongo que no tendrás hambre... he preparado tostadas, te podías comer una, para que no
te siente mal la pastilla
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Sí...

De repente cayó en la cuenta de aquella forma de ser, la estaba tratando de una manera que nunca
había visto, la veía ya vestida con ropa cómoda al igual que ella, con su pelo recogido en una
coleta, moviéndose de un lado a otro de la cocina, recogiendo aquello que había usado y como
finalmente se sentaba frente a ella con otra taza de café.

E: Nunca te había visto así

M: ¿Así como?

E: De domingo por la mañana... no sé... tranquila

M: Esther... aunque parezca una cabrona soy una persona normal eh

E: Me costaba pensarlo la verdad... -bajó la mirada triste haciendo que Maca sintiese de nuevo la
culpabilidad- anoche... ¿pasó algo?

M: Si te refieres a si aproveché que estabas borracha para acostarme contigo, no, no paso nada... -dejó la
taza en la mesa marchándose de allí.

Esther se maldecía por aquel comentario, pero era algo que nacía por si solo en su interior, estar cerca
de ella era tener que obligarse a tener la guardia alta, era vulnerable y lo sabía, cualquier cosa
que Maca dijese o hiciese repercutía de sobremanera en ella y en todos esos días sin verla
había llegado a la decisión de no dejarse embaucar hasta el punto de volver a perder el norte.

Se levantó con la intención de arreglar la consecuencia de aquel último comentario, caminó hasta el
dormitorio donde Maca permanecía apoyada en el marco de la levantina cruzando sus manos
mientras divisaba el exterior.

E: Lo siento

M: Me lo merezco...

E: No debí pensar que...

Se sentó en la cama sin dejar de mirarla, sabía que algo había cambiado, pero no llegaba a adivinar el
que, la veía distinta, pero con aquella frialdad, aunque ahora no fuese tan desmesurada.
Encogiendo sus piernas las abrazaba queriendo averiguar el por qué de todo aquello.

E: ¿Por qué este cambio?

Maca se giró sin decir una palabra, despacio fue hasta el pequeño sillón que quedaba frente a la cama,
parecía estar preparando un dialogo mientras se frotaba la cara tomándose unos segundos
antes de comenzar a hablar.

M: No sé como explicártelo... pero te necesito Esther

E: ¿Por qué? -Maca suspiraba sabiendo que le costaría más que unas pocas palabras)

M: Llevo unos años manteniendo relaciones con distintas personas... no busco nada, y pretendo que sea
igual desde la otra persona, pero tú... tú no lo has hecho así, cuando me despertaba en una
cama que no era la mía me levantaba sin importarme quien estaba a mi lado, simplemente sexo
y... aunque no te pueda decir que estoy enamorada de ti... ahora siento que despertar a tu lado
me gusta... que me busques sin darte cuenta... echarte de menos... es todo muy raro... -con sus
manos tapó su rostro sin poder seguir hablando.
Corazón Helado por AdRi_HC

Esther la seguía mirando, no era lo que ella quería, pero todo aquello podía llegar a respetarlo,
recordaba las palabras de Candela y aquella pérdida, aquel dolor que debió sentir hizo una gran
mella en ella, y ahora aunque fuese a su manera, estaba cambiando, sin tomar un giro drástico,
pero si factible para ella.

E: ¿Qué me quieres decir con todo esto?

M: Que me dejes estar a tu lado... -descubrió su rostro mirándola-... no te imaginas lo que esto me
cuesta Esther...

E: ¿Quieres una especie de relación sin ataduras y sin reproches?

M: Parece duro decirlo así...

E: Pero es lo que quieres

M: Quiero poder estar contigo sin sentirme en la obligación de engañarte, serte sincera, sin que esperes
más de lo que te puedo dar

E: Pero tenemos un problema Maca... que yo sí que me he enamorado de ti y estar contigo sería lo mejor
que podría pedir... pero tienes una facilidad demasiado grande para destrozarme

Maca la miró con seriedad, aquello le produjo un escalofrió que la hizo sentir repugnante, aun no
queriendo causar tal daño sabía que lo hacía y ahora Esther se lo dejaba claro en un reproche
sin querer mostrarse cruel, simplemente siendo sincera con ella para que supiera sus
intenciones. Se levantó con calma y arrodillándose frente a ella respiró tranquila.

M: Siento mucho lo que pude hacerte en un pasado... pero te aseguro que ahora no pretendo e
intentaré, no hacerte daño

E: Pero no me lo puedes garantizar

M: No... -bajó la mirada triste.

E: Necesito pensar, no... no puedo decirte nada ahora

M: Lo comprendo

E: Debería irme a casa... -se levantó de la cama para dirigirse hasta la puerta.

M: ¿Puedo llevarte?

E: Prefiero que no... así doy un paseo...

M: Como quieras

E: Hasta luego

M: Hasta luego

Tras eso Maca se sentaba abatida, tenía una lucha interior con dos contradicciones de los más fuertes,
algo en ella le gritaba que dejase salir todo lo que podía llegar a sentir por Esther, que ella le
daba todo eso por igual y en ella encontraría la calma, pero otra, aparentemente más poderosa,
tiraba de ella hacia la soledad, donde podía protegerse y resguardarse ante un posible nuevo
desengaño.

Con aquella sudadera cerrada hasta la barbilla, esa que llevaba su olor y la hacía creer que la tenía junto
a ella, caminaba cabizbaja, con las manos en los bolsillos, aminorando tanto el paso que parecía
moverse por el pequeño viento que recorría las calles.
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Valoraba la posibilidad de aceptar aquella proposición, permanecer junto a ella sin tener un mismo
objetivo, y siendo ella la posiblemente más perjudicada, pero la visión de despertar con ella,
pasear con ella, simplemente estar junto a ella, intentar conocer a aquella persona que enterró
en su interior le hacía no poder elegir con facilidad.

Imaginándose todo aquello sintió que quizás podría conseguirlo, con la constancia, haciéndole ver que
no tenía porque temer, que podía confiar en ella, que no la haría sufrir de nuevo, que la
protegería contra todos esos miedos que tenía.

Sintió la lluvia sobre ella, miró al cielo y miles de gotas se precipitaban hacia el suelo cruzándose con ella
y docenas de personas a su alrededor que se resguardaban de ella. Su cuerpo se detuvo
sintiendo aquel frío exterior, cerró los ojos a la imaginación y se veía junto a ella, giró su rostro
mirando hacia el parque a su izquierda, una Maca feliz sonreía tras ella mientras permanecían
sentadas charlando, se reía, disfrutaba, le decía que la amaba.

De nuevo aquel frío se metía en su cuerpo, miró de nuevo la realidad y una inmensa lluvia que le
recordaba la angustia de su interior le hacía gritar, sentir rabia y diciéndose a sí misma que lo
intentaría con todo el interés y esperanza que una persona podía llegar poseer.

Entraba junto a Laura, había amanecido con un propósito, pero que no llevaría a cabo hasta ver aquel
cambio en Maca, del cual solo pudo ver un resquicio. Tomaron sus asientos cuando aún
quedaban unos minutos para comenzar la clase.

L: Pues yo me fui con Carlos... al rato de iros la fiesta se volvió un coñazo

E: Había muchísima gente ¿o me pareció a mí?

L: Estaban los amigos de su hermano también, no veas que atajo de empalagosos

E: Di con alguno al principio... oye ¿y Eva donde se ha quedado?

L: Me ha dicho abajo que no le apetecía entrar, que se iba a la biblioteca

En aquel momento Raúl subía las escaleras desde la parte baja de las gradas y caminaba sonriendo hasta
ellas, Esther negó con la cabeza dándose por vencida con él, se cruzó de brazos y junto a Laura
se quedaron observándolo mientras recorría aquel último tramo.

Raúl: Buenos días preciosidades

L: Ya está el dandi en acción

Raúl: ¿Mala mañana Laurita?

L: Seguro que tú la puedes hacer cambiar ¿a qué sí?

Raúl: No lo sabes tú bien

En aquel momento en el que sus risas aparecían un cuerpo llegaba junto a Esther tomando asiento sin
tan siquiera saludar, giraron sus miradas y una Maca concentrada en sacar los apuntes de su
carpeta tomaba asiento, antes de girarse al sentirse observada.

M: Hola... -decía algo cortada.

Raúl: Nada hija... tú toma asiento... -un Raúl gracioso aquel día sin darse cuenta quitaba la tensión del
momento.

M: ¿Estabas tú?

Raúl: No, pero pensaba sentarme con Esther

M: Pues se siente, llegué antes


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Esther sonreía mirándola y esta elevaba los hombros volviendo después a mirar su carpeta.

Durante la clase Esther permanecía prestando atención en todo momento, se había propuesto que Maca
no impidiese que su vida continuase su rumbo y así lo hacía. En cambio ella no podía evitar
mirarla esperando aquel mismo gesto, pero este no llegaba. Sin poder evitarlo más, escribía
algo en su libreta y arrancándolo con cuidado de no hacer ruido se lo daba disimuladamente.

“¿Alguna razón por la que te hayas puesto tan guapa?

Arqueó una ceja mientras la leía mirándola después, esta permanecía apoyada en la palma de su mano
sin cortarse mientras la miraba haciendo sonreír, bajó su mirada de nuevo al mismo trozo de
papel contestándola.

“Si es así no era mi intención, pero gracias por el cumplido”

“No era un cumplido, era una realidad como la de que necesito besarte”

“La arrogancia creo que va contigo de fábrica”

“Es uno de mis muchos encantos, ¿tú no quieres besarme?”

Cogió aquel pequeño papel y lo hizo una bola para meterlo en su bolsillo. Sabía que no lo hacía con mala
intención, pero aquello comenzaba a ponerla nerviosa. Se estaba conteniendo para permanecer
en su sitio, pero ella se lo impedía como si supiera que le faltaba solo un movimiento por su
parte para que cayese.

“¿Eso es que no?”

“Eso es que te lo tienes que ganar”

“¿Puedo empezar invitándote a comer para que veas que seré una niña buena a partir de hoy?”

“¿Solo a comer?”

“Solo a comer, aunque yo haré lo que tú me pidas”

“Está bien”

Nada más darle aquella última nota se giró para observarla y al ver una sonrisa no pudo evitar sentir algo
que le hacía perder la poca duda respecto a aquello, sabía que sus ilusiones y sueños le jugaban
una mala pasada, que como ella misma le había dicho con una claridad destructora, no la
quería, pero su mente le hacía creer que cada señal como esa, le hacía ver la realidad, una que
solo era evidente en ella.

A la hora de la salida Maca permanecía sentada en la escalera exterior, Esther le había dicho que la
esperara unos minutos mientras comentaba algo con el profesor de última hora. Pensaba en lo
mucho que se había acostumbrado a tenerla cerca, en cómo cada cosa que se le ocurría
siempre era pensando en hacerlas con ella, y aunque siguiese teniendo claro que le había
cogido cariño por cómo se portaba con ella, no dejaba de preguntarse en ocasiones, donde
llevaría todo.

E: Ya... -se colocaba de pie junto a ella.

M: ¿Quieres ir dando un paseo o...?

E: Me da igual

M: Paseemos pues
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Levantándose con gesto alegre se colocaba a su lado para comenzar a caminar hacia fuera. Con las
manos en los bolsillos de su pantalón la miraba de reojo esperando una señal para poder
empezar una conversación, pero Esther se dedicaba a mirar al suelo y al frente sucesivamente.
En uno de los tramos en que la calle se dividía, el cuerpo de Esther cogió el camino equivocado
y Maca sin poder evitarlo la agarró por los hombros moviendo su cuerpo en el sentido que
dirigía al restaurante, haciendo reír a una Esther que parecía estar más a gusto de lo que
esperaba.

M: Que te ibas...

E: Es que no sé dónde me llevas

M: Tienes razón

E: ¿Y?

M: Queda poco, ahora lo verás

Le guiñó un ojo colocándose de nuevo recta y miraba al frente sin decir nada más. Aquello parecía ser un
guión sin ningún tipo de argumento, todo lo que dijesen o hiciesen se debía a ellas mismas,
Esther creía que solo hacía falta una palabra de Maca para que todo aquello que parecía a
simple vista el comienzo de algo especial, se convirtiera en una pesadilla. Maca a su vez creía
estar en una cuerda floja, una cuerda en la que por más que mirase al frente, no sabía donde la
llevaba y que cada vez que metía la pata con Esther, esta se movía demasiado tensa a sus pies.

Empujaba la puerta con su mano haciéndola pasar a ella primero, que con una sonrisa le agradecía el
gesto. Nada más pasar, Esther podía distinguir lo que para nada esperaba, era un bar de lo más
acogedor, donde unas mesas de madera se alineaban junto a la pared mientras aparentemente
un matrimonio servía tras la barra.

M: Es todo casero y dan ganas de chuparse los dedos

E: No te imaginaba en sitios como este

M: ¿No? -llegaba hasta una de las mesas y se sentaba- pues me encantan los sitios así

E: A mí también

No sabían el tiempo que llevaban en aquella mesa, pero parecía como si el mundo a su alrededor se
hubiese parado, como si el destino hubiera sacado de la manga un comodín para ellas, dándole
la oportunidad de detener el tiempo y dedicarse solamente a disfrutar de aquel momento en el
que ambas se habían olvidado de todo y simplemente se regalaban un tiempo en el que creían,
no poder hacer nada mejor.

Esther reía sin parar, estaba viendo a una Maca más que chistosa y alegre y sin darse cuenta en algunas
ocasiones, la situación las llevaba a contar sucesos y anécdotas en sus vidas, y por qué no, las
hacía poder conocerse mejor.

E: Un día me di cuenta de que a mí en realidad no me gustaba aquel chico rubio al que todas mis amigas
miraban

M: ¿Quién te gustaba? -preguntaba curiosa.

E: Una tarde me quedé en la escalera del instituto, observando a la gente pasar y me descubrí embobada
cuando mi profesora de arte bajaba las escaleras

M: ¿Tu profesora? –se sorprendió.


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E: Sí, luego me di cuenta que siempre me quedaba concentrada en mirarla, yo pensaba que simplemente
me gustaban sus clases, pero no, me encantaba ella

M: ¿Tuvisteis algo?

E: Que va... por aquel entonces mi padre estaba enfermo y mi vida era estudiar y ayudar en casa, cuando
murió comencé quien dice a vivir

M: Lo siento

E: Tranquila... luego un verano en el que fuimos de mochileo como digo yo, conocí a alguien, pero solo
fue un rollo de verano, en realidad nunca he tenido una relación seria

La mente de Maca cogía una velocidad mayor a la de su estado de ánimo, que en aquel momento no
podía ser mejor y reaccionando ante el cáliz que estaba cogiendo la conversación, su cuerpo se
tensó de tal manera que incluso Esther percibió aquel cambio de estado.

M: Será mejor que nos marchemos

E: Sí

Tras pagar la cuenta se dirigieron de nuevo hacia la calle, Maca había perdido en aquella conversación lo
que le hacía sentirse tan bien y ahora se debatía con ella misma en recuperarlo. Esther
caminaba en silencio, reprochándose haber llegado a esa conversación.

Cuando vio la zona por la que se movían detuvo su cuerpo y segundos después Maca se giraba
mirándola sin saber.

M: ¿Qué ocurre?

E: Creo que debería irme a casa

M: ¡No! -anduvo dos pasos mientras su mente se precipitaba por si sola a impedir tal cosa- quiero decir
que... -cerraba los ojos nerviosa- ¿Por qué?

E: Maca... hay demasiadas cosas entre nosotras, no podemos estar más de unas horas sin que algo te
haga volver a cerrarte

M: Lo siento

E: Nos vemos mañana en clase

Alzó su vista con aquella frase y comprobaba como efectivamente, Esther se marchaba dejándola allí.
Cuando giró en la segunda calle y sus ojos ya no la encontraban, dejó caer su cuerpo en el
escalón del portal más cercano, odiándose, recriminándose mil y una cosas que la hacían
detestarse a sí misma. Había pasado unas horas increíbles, con tan solo el hecho de estar
hablando con ella.

En el sofá frente a la ventana Esther mirada como fuera una tormenta hacía querer estar lo más
resguardada posible. Envuelta en su manta sentía una vez más como aquella lluvia se mondaba
de ella, como le hacía ver el verdadero estado de su interior, como si gráficamente siempre
ocurriera lo mismo.

E: ¿Vais a salir?

L: Sí, Rober nos ha invitado a una cabaña que alquiló para este fin de semana

E: ¿Con la que está cayendo?

L: Esther... nos vamos en coche y estaremos todo el tiempo en la casa


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E: Llevar cuidado

L: Sí... ¡Eva! –la llamaba desde el salón.

Eva: Voy, voy... -salía con prisa- ya estoy...

E: ¿Qué vais a hacer con las clases?

L: Son dos días... no pasa nada

E: Llamarme cuando lleguéis

L: Si la cobertura lo permite, seguro

Tras darle un beso cada una se arreglaban los abrigos a la vez que colocaban sus mochilas y Eva
colocándose una gorra a lo chula de Madrid, hacía a Esther sonreír antes de perderlas de vista
por el pasillo. Iba a encender la tele cuando la voz de Laura la hacía detenerse.

L: ¡Esther, es Maca! -gritaba algo nerviosa desde la puerta.

Se levantó con rapidez y nada más quedar frente a la puerta veía como Eva y Laura se habían quedado
paralizadas sin poder salir. Maca permanecía en la puerta como si se hubiese dado un baño con
la ropa puesta, con los brazos cruzados bajo su pecho a la vez que temblaba.

E: Maca

Sus amigas se hicieron a un lado y ella atravesaba el umbral para llegar a su lado. Maca levantaba sus
ojos del suelo y aun con todas aquellas gotas resbalando por su rostro pudo ver como estos
permanecían de un rojizo profundo, a la ver que sus párpados permanecían hinchados y si
pensaba que esa imagen podía romperle el alma cuando percibió un hilo de voz diciéndole “lo
siento” no pudo más que cogerla de las manos e introducirla con ella en la casa.

Eva: ¿Quieres que nos quedemos?

E: No... irse, ya me apaño sola

Eva: Esther

E: Eva... iros... –sentenció con una mirada.

En la habitación Esther se apresuraba en quitarle toda aquella ropa que podía literalmente escurrir.
Maca no paraba de temblar mientras decía una y otra vez que sentía frío. Esther volvía con un
albornoz para cubrir su cuerpo. Sin pararse a pensarlo, la sentó en la cama a la vez que la
rodeaba con sus brazos para que entrara en el calor, pero cuando Maca colocaba su rostro
pegado a su cuello se dedicó a abrazarla en silencio.

Minutos más tarde y con un pijama puesto, la metía bajo las mantas de su cama, sabía que sus defensas
caerían completamente y que tendría que cuidar de ella, fue hasta la cocina para preparar leche
caliente y con una taza bien cargada llegaba de nuevo hasta el dormitorio, donde Maca aun sin
fuerzas miraba la puerta esperándola llegar.

E: Tómate esto

Se sentó en un lado de la cama junto a ella, sin darse cuenta cogía una de sus manos mientras con la otra
se llevaba la taza a los labios, verla de aquella manera le hacía olvidar cualquier cosa que no
fuera lo mucho que estaba llegando a enamorarse de ella.

M: ¿Te quedarás conmigo?

E: ¿Quieres que me quede?


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M: Por favor

Nada más decir aquello vio como se acostaba de nuevo, pero esa vez, colocando la cabeza sobre sus
piernas a la vez que se abrazaba a ella. Su primer instinto fue besarla, dejando un tímido roce
sobre su pelo, el cual acariciaba luego lentamente, intentando que se relajase para dormir.

La veía aferrada a ella, aunque no con el sentimiento que ella desearía, la veía necesitada, sobre todo de
compresión y paciencia, alguien que la pusiera en su sitio cuando sus aires orgullosos la
poseían, y al contrario, que la protegiese cuando su cuerpo pedía descanso ante todo aquel
rencor con el mundo. Recordó el primer día que la vio, como había conseguido trastornar su
vida con tan solo su presencia, pero sobre todo recordaba aquel mismo día en el que un
resquicio de aquella Maca de la que había oído solo hablar, se mostraba ante ella sin dolor.

Sumando todos aquellos pensamientos llegó a una primera conclusión, la cual, sonaba contundente en
su cabeza.

Había dormido toda la noche y ahora abriendo los ojos recordaba a donde había ido a parar la tarde
anterior bajo la lluvia, como se había acoplado a su cuerpo y se había quedado dormida, pero
echaba de menos aquel calor junto a ella. Incorporándose se descubrió en pijama y sola, paró
sus pensamientos queriendo agudizar su oído, justo cuando escuchaba ruidos de algún lugar de
la casa.

Algo débil se levantó de la cama para comenzar a andar hasta ella, sentía un dolor por todo su cuerpo,
como si cada uno de sus músculos estuviera exageradamente entumecido. Llegó hasta la puerta
de la cocina, donde Esther de espaldas parecía cocinar algo.

M: Hola

Se giró al escucharla y verla parada en aquel lugar la hizo sonreír mostrando su agrado al tenerla allí
junto a ella.

E: ¿Cómo está la enfermita? -se acercó hasta ella colocando la mano sobre su frente.

M: Me duele todo el cuerpo

E: ¿Es un hobby andar por la calle cuando diluvia?

M: No sé que me pasó... -bajó la vista avergonzada.

E: Te estoy haciendo un caldo

M: ¿No vas a ir a clase?

E: ¿Y dejarte sola en tu estado? va a ser que no... -volvía hasta su posición anterior- acuéstate que
enseguida te llevo esto

De camino a la habitación sentía su cuerpo de nuevo temblar, pero no a causa de aquel malestar, sino
por sentir aun la dulzura de aquella mujer con ella. Se sentó en la cama cubriendo su cuerpo,
esperando verla aparecer de nuevo. Sin falta de prestar demasiada atención la escuchaba como
se acercaba canturreando una canción y sin dejar de hacerlo llegaba hasta ella colocando la
bandeja sobre sus piernas.

E: Espera un poco que aun quema

M: Gracias

E: ¿Pongo la televisión o estás bien así?

M: Prefiero que te quedes conmigo

E: No pensaba irme
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Se sentó de nuevo junto a ella, flexionando sus piernas tomando una postura más cómoda. Poco a poco
Maca iba soplando el líquido en su cuchara para tomárselo luego, no recordaba cuando la
habían cuidado de tal manera y aquel simple caldo la estaba haciendo sentir mejor de lo que
nunca creyó.

M: Está bueno

E: Recuerda que sé cocinar

A media tarde las dos permanecían en aquel mismo lugar, la televisión estaba en el lado derecho de la
habitación, por lo tanto tenía que permanecer casi de medio lado para poder verla con claridad.
Con Maca en el borde de la cama, Esther se había colocado a su espalda y sin darse cuenta la
relajación la había hecho dormirse profundamente por la falta de sueño la noche anterior.

En un segundo en que Maca percibía su respiración se giró despacio comprobando que se había
quedado dormida. Apagó el televisor y girándose se quedaba frente a ella, mirándola con cariño
y pensando en que nunca había conocido a alguien como ella, tan adulta y sincera, a la par de
cariñosa e infantil, cogió la colcha que reposaba doblada a los pies de la cama y la estiró
cubriendo su cuerpo, acomodándose contra su pecho.

Las dos dormidas pasaban sin saberlo el mejor momento hasta entonces, Esther sin darse cuenta al
sentir como el cuerpo de Maca se cobijaba en el suyo hizo lo mismo, la rodeó con sus brazos a
la vez que aquel sueño profundo las envolvía por igual.

Siendo inconscientes de la necesidad de aquel momento la una por la otra hacían que sus sentimientos
dejasen a un lado las dudas, miedos y se unieran formando un lazo que aun ellas no llegaban a
sentir libremente.

Habían pasado unos días y sin llegar a decir una palabra al respecto, habían llegado a en cierta parte,
unir sus vidas. A los ojos de cualquier persona que no las conociese, seguramente la primera
idea que tendrían era que eran pareja o las mejores amigas, pero distintamente para cada una,
aquello no era así.

Maca sentía la tranquilidad de Esther, era algo que la estaba haciendo cambiar sin que ella se diese
cuenta, cuando antes siempre su primordial idea era la de una relación fría, ahora buscaba el
calor de su cuerpo, el calor humano, ese que le decía que la quería, pero que ella aun, era
incapaz de corresponder.

Esther preparaba la cena mientras pensaba en todo lo que veía cambiar, pero que en cierto modo, veía
como Maca intentaba disimular.

Probaba la salsa sintiendo la impaciencia por escuchar el timbre diciéndole que ya había llegado.
Colocaba las cosas sobre la mesa cuando lo escuchó y sonriendo fue hasta la puerta tras abrir el
portal, esperándola salir del ascensor.

E: Hola

M: Hola balita... -cogía su barbilla mientras le daba un beso lento mordiendo su labio fugazmente al
separase de ella.

E: ¡No me llames así! -golpeaba su brazo.

M: ¿Por qué? -la rodeaba con sus brazos por detrás mientras juntas caminaban hacia la cocina- eres mi
balita... -mordía su cuello juguetona- pequeñita y rápida

E: Seré pequeñita, pero lo mejor está en la esencia ¡qué lo sepas!


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M: Completamente de acuerdo... -dejaba un último beso y se separaba de ella para servirse una copa de
vino.

E: He preparado solomillo con salsa a la pimienta

M: ¿Tú has visto como me estoy poniendo? -se tocaba la barriga.

E: No seas tonta... -se acercaba hasta el frigorífico quedando a su lado-... si luego lo quemamos

M: Grrr

E: Jajajajjaa

Visiblemente normal, aparentemente perfecto, pero momentos, segundos en los que el corazón
recriminaba su parte, Esther caía en su tristeza, hacía un par de meses que seguían en la misma
situación, Laura comprendía el por qué de su comportamiento y lejos de recriminársela era su
hombro cuando esta sufría un momento de derrumbamiento. En cambio Eva era todo lo
contrario, había tenido más de una disputa con Esther al tener algún que otro roce con Maca
que no evitaba sus contestaciones por muy amiga de Esther que fuese, esta le decía que la
estaba destrozando, que debía vivir mejor su juventud, no a expensas de aquellas migajas de
cariño que Esther recibía esperando un sentimiento como el suyo.

Hacía varias noches que dormían en la casa de Maca, evitando así otra posible discusión con Eva y
aprovechando que hacía buen tiempo, fueron al auto cine en el coche de Esther para pasar un
rato diferente al habitual.

M: ¿Qué vas a hacer cuando acabe el curso?

E: Pues he pedido las prácticas en el Central, tengo que esperar si me las conceden

M: Yo tendré que volver a Jerez a ver a mi familia

E: Deberías sí

M: Luego no sé dónde me darán plaza

Llevaba días pensando en que el curso llegaba a su fin y ahora le era mostrado que seguramente, Maca
se iría sin pensar en nada más que ella. Su gesto cambió y aunque mirara fijamente aquella gran
pantalla su mente estaba lejos de distinguir lo que sus ojos distinguían.

Maca al verla supuso porque estaba así y no queriendo seguir con aquella conversación y evitando que
Esther se pusiera de aquella manera, agarró su mano obligándola a moverse de su asiento
mientras con algo de dificultad se sentaba sobre ella.

E: Maca nos van a ver

M: Solo te estás sentado... que piensen lo que quieran

La abrazó haciendo que aquel cuerpo se recostase sobre ella, acariciaba su espalda pidiendo un perdón
en silencio, sintiéndose culpable una vez más por no poder darle lo que cada día se estaba
ganando con su paciencia, y aunque no se lo mostrase, sabía que también sufrimiento.

M: Este fin de semana podíamos hacer algo diferente

E: ¿Diferente como qué? -se separaba de ella para mirarla.

M: No sé... podíamos ir a la playita... -levantaba sus cejas sonriente- solecito... playita... balita en bikini

E: ¡Maca!
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M: Jajaja me da igual... te pienso decir balita hasta que crezcas un metro y engordes veinte kilos

E: Puf... pues prefiero imaginar que puedas llamármelo siempre

Aquel comentario sin pensar hizo que Esther detuviese su juego y mientras Maca sonreía ella repetía una
y otra vez aquella palabra “siempre”

M: Vámonos a mi casa...

Cuando reacciono sintió los labios de Maca en su cuello y conteniendo unas lágrimas se dejó llevar
imaginando una vez más, que tenía más que su deseo, que poseía su corazón, vendando así de
nuevo sus ojos a la verdad.

Entraban en librando una guerra de besos, un lenguaje que solo un cuerpo podría percibir. Caminando a
tientas por el pasillo llegaban hasta el dormitorio mientras Maca era reacia a abandonar sus
labios. Los succionaba con la misma pasión con la que los envolvía haciendo que el aire incluso
se viera con dificultad para pasar.

Se despojaban de sus ropas ansiosas, impacientes por sentir más allá, notar la calidez y desesperación
por las caricias.

El peso de Maca la obligaba a recostarse mientras sentía aquellas manos vagar por su cuerpo como otras
veces, recorriendo una piel que ya la conocía y de la que aquella mujer, era dueña absoluta en
todos los sentidos posibles.

Y como otras tantas veces descendía por él con sus labios, marcando a fuego una penitencia que Esther
llevaba clavada en el alma, sintiendo que con cada aliento su sueño estaba más lejos de ser una
realidad.

Sus piernas se abrían dejando paso a Maca, que acoplándose entre ellas dejaba clara sus intenciones.

Como si del mismo infierno se tratase, sentía el fuego en su sexo, aquellos labios acompañados por su
lengua la estaban torturando, sentía su calor, su aliento, a la vez que con mucho cuidado, sentía
sus dientes estirar su piel haciéndola creer que se volvería loca.

Su mente estaba confusa, tanto deseo y placer la perturbaban, y cuando se fue a dar cuenta, Maca se
colocaba sobre ella encajando sus sexos, mirándola con detenimiento a la vez que movía sus
caderas en ella.

No dejaban de mirarse, algo extraño se removía en ambas, no sabían identificar el que, pero sus mentes
se alejaban en cada segundo que transcurría. Tras sentir aquel estallido Maca se dejaba caer
sobre ella, para segundos más tarde colocarse a su lado abrazándola.

Esther seguía con un nudo en la garganta y le era casi imposible respirar, sentía los dedos de Maca sobre
su vientre y quería llorar, necesitaba llorar y sin darse cuenta, en lo que casi ni recibía el nombre
de susurro, el aire salió de sus labios formando su voz.

E: Maca

M: Uhm

E: Te quiero

Nada más decir esas dos palabras, su mundo se desmoronaba, intentaba aguantar, controlar el malestar
que llevaba sintiendo desde minutos atrás.

Aquella mano que la acariciaba cesó en su movimiento, dejando que su piel reaccionase a la falta de él.
Sin llegar a esperar eso y quizás, arrepintiéndose nada más haberlo dicho, sentía como Maca se
separaba y se colocaba a unos centímetros de ella.
Corazón Helado por AdRi_HC

Cerró los ojos dejando que aquellas lágrimas que inundaban sus ojos se precipitasen por sus sienes
chocando por último entre aquellas sabanas que eran las únicas sabedoras de aquel dolor. No
podía moverse, sentía como su pecho intentaba explotar, sus lágrimas no dejaban salir el dolor
y sin quererlo, su cuerpo se encogió dándole también la espalda, mirando hacia la ventana,
donde el mundo y su grandeza le demostraban que aquel amor que rogaba no llegaría.

Cuando despertó Maca ya no estaba en aquella cama, y pensó que era lo mejor. Aun tenía la resaca de
aquel llanto que la cansó hasta tal punto que no recordaba haberse dormido.

Aquellos siguientes días de clase era opcional para uso exclusivo de tutoría, ella no debía ir en tal caso y
no sabía cómo y cuándo sería, como la vería de nuevo.

Y conforme ella había pensado, no la vio, ni tan siquiera la había llamado y se resignaba a calmar su
tristeza sin salir de casa. Laura sabía por el dolor que su amiga pasaba e intentaba por todos los
medios hacer que su pensamiento se volcase en otra cosa, con tal de ayudarla a descansar.

El viernes por la tarde permanecían las tres sentadas en el sofá, Laura y Eva habían decidido no salir
aquel día para pasarlo con Esther, hacerla sentir en compañía y que supiera que no estaba sola.
Mientras la película que veían estaba en su mejor parte, el teléfono sonó haciéndolas dar un
brinco.

L: ¡Joder!

E: Jajajaj cógelo anda

L: ¿Sí?... sí un segundo, Esther es para ti

E: ¿Quién es?

L: No lo sé

E: ¿Diga?

Voz: ¿Esther García?

E: Sí dígame

Voz: Le llamo del hospital general de Valladolid

E: ¿Le ha ocurrido algo a mi madre?

Voz: Debería venir lo antes posible

Mientras recorría su habitación cogiendo lo indispensable Laura hacía lo mismo en el suyo para
acompañar a su amiga. Eva decidió que iría antes de que anocheciese y coger las cosas más
calmadamente por si Esther debiera permanecer allí más tiempo.

En el coche de Esther, Laura conducía rumbo hacia el hospital, su amiga no estaba en condiciones de
nada más que no fuera intentar tranquilizarse, la miraba algo asustada, parecía que el mundo se
había puesto en su contra y no hacía más que darle preocupaciones.

Mientras tanto en su casa, Eva metía ropa en un macuto y miraba que la casa estuviera bien cerrada y no
pasase nada mientras ellas estaban fuera, cuando fue con decisión hacia la puerta para abrirla
el timbre sonaba a la misma vez que ella giraba el pomo, encontrándose con Maca al otro lado.

Eva: ¿Qué haces tú aquí?

M: ¿Está Esther? -imitaba su tono de voz.

Eva: ¿Disfrutas verdad? ¿te mola a ti joderle la vida?


Corazón Helado por AdRi_HC

M: Vengo a hablar con ella, y a ti no te tengo por qué dar explicaciones

Eva: Pues mira que bien... -se cruzaba de brazos-... Esther no está y no vendrá en unos días

M: ¿Se ha marchado? -su voz sonó triste.

Eva: Sí se ha marchado, o ¿pensabas que estaría aquí cada vez que tú quisieras volver?... déjala ser feliz
con quien de verdad la hace serlo

Cerró la puerta tras de sí y esquivándola se montaba en aquel ascensor. Aun frente a la puerta apretaba
la mandíbula, “sí se ha marchado, o ¿pensabas que estaría aquí cada vez que tú quisieras
volver?... déjala ser feliz con quien de verdad la hace serlo” “déjala ser feliz con quien de verdad
la hace serlo” “con quien de verdad la hace serlo”

Sentía como unas gotas se precipitaban de sus ojos sin tan siquiera rozar su piel, se restregó los ojos con
enfado haciendo lo posible para borrar aquel resto que hacía que se diese asco a sí misma. En la
calle montaba en su moto arrancándola a toda velocidad haciendo que el ruido de las ruedas
incluso asustasen a los peatones cercanos.

En Valladolid, Esther permanecía al lado de la cama junto a su madre, Laura con el corazón en un puño
estaba al otro lado viendo a su amiga llorar. El médico encargado del caso les había comunicado
que su madre habría sufrido una embolia y que poco se podía hacer por ella, solamente esperar
a que las fuerzas de la mujer se marchasen, asegurándoles que no estaba sufriendo ninguna
clase de dolor.

E: Gracias por haber venido

L: No tienes que dármelas

E: Te parecerá egoísta... pero ni aun teniendo a mi madre así, puedo dejar de pensar en ella...

Se dejó caer en el sillón derrumbada, sufría una pena enorme por su madre y sumada a la que ya tenía
veía como el suelo firme era nada comparado a lo que realmente necesitaba para mantenerse
en pie. Laura se acercó hasta ella para abrazarla consiguiendo que esta ante aquel gesto
rompiera a llorar en el momento justo en el que la puerta se abría.

Ambas miraban hacia la puerta donde una Eva más que sería cruzaba el umbral para llegar hasta ellas.

Eva: ¿Qué dice el médico?

E: Le ha dado una embolia... no saben el tiempo que aguantara

Eva: Joder... -se agachó frente a su amiga- Esther... no estás sola ¿Vale? lo que necesites, lo que sea

E: Gracias Eva

Frente a la ventana de aquella habitación intentaba aclarar su mente. Sentía rabia por pensar en Maca
incluso en aquellas circunstancias y hacía que algo que había escuchado en alguna ocasión se
volviese contra ella en pensamientos pasados.

Es curioso el lazo que se puede forjar entre madre e hija, mientras en otras ocasiones puede ser
perfectamente al contrario. Ella te da la vida, en la mayor parte de las situaciones es ella junto a
tu familia la que te cría, pero siempre se siente esa devoción por la mujer que te trajo al mundo
desde su cuerpo. Siempre se piensa que el amor de una madre es el mayor que se puede tener,
pero ahora su interior la hacía dudar.

Quería a su madre con locura, eso nadie podía discutirlo y sentía morir por el amor de una mujer
distinta, sentía el cielo caer junto a ella y aunque eran dos amores incomparables, se sentía
extraña, estaba alcanzando con su mente la magnitud de aquel sentimiento hacia Maca y le
daba miedo, miedo a no poder seguir adelante.
Corazón Helado por AdRi_HC

En Madrid Raúl andaba como loco intentando localizar a alguna de las chicas, el móvil de Esther decía
que permanecía apagado o fuera de cobertura, y el de Laura nadie lo cogía, intentó buscar el de
Eva, pero este no lo tenía. En su casa casi tiraba el timbre abajo intentando conseguir
contestación pero esta era nula.

En la calle se preguntaba dónde podrían estar, y aunque no sabía muy bien como llegar creía saber
donde vivía Maca. En su coche puso rumbo hacia allí con la esperanza de encontrar allí a Esther.
Tras aparcar llegaba a la portería preguntándose en que piso era, justamente en el momento
que el llegaba una anciana acompañada de un pequeño perro salía dándole oportunidad para
entrar. Frente a los buzones revisaba uno a uno los carteles buscando su nombre. “Macarena
Wilson”

Raúl: ¡Bingo!

Subía los escalones algo más animado esperando encontrarse con alguien aquella tarde en la que el
aburrimiento le había ganado la partida. Frente a la puerta tocaba el timbre dos veces metiendo
sus manos en los bolsillos del pantalón después para esperar a ser recibido, “ya voy” se
escuchaba a través de la madera y se colocaba para dar un primer saludo.

Raúl: Hola Ma... -se quedó parado ante aquella visión.

M: Raúl... ¿qué haces aquí?

Raúl: Eh... esto... -se rascaba la cabeza conteniendo su nerviosismo- venía... ¿Está Esther contigo?

M: ¿Esther? no

No podía evitar mirar aquel cuerpo, Maca había abierto la puerta envuelta en una sabana que cubría
parcialmente su silueta dejando ver hasta sus muslos, esos que se le antojaban perfectos al
pobre Raúl que no sabía dónde meterse.

Mujer: Cariño... -una mujer en semejantes condiciones atravesaba el pasillo llegando hasta ellos- hola

Raúl: Bueno... siento haberte molestado

M: Tranquilo

Bajó corriendo las escaleras pensando en lo que había visto. Su primera reacción fue llamar a Laura,
aunque no por Esther, sabía que mantenía alguna clase de relación con Maca y eso ahora no
sabía si debía contárselo a alguien.

Después repetir la acción más de una vez, lo intentó de nuevo con Esther pero este seguía fuera de
servicio.

Tres días después y habiendo realizado un entierro más que limitado ante los pocos familiares que se
podían congregar, Esther volvía a Madrid destrozada. En la parte del copiloto pegaba su cabeza
al cristal mirando a la nada.

L: Esther vamos

E: Sí

L: Raúl me dijo que vendría esta tarde

E: Vale

Como llevada en volandas era conducida a su habitación para acostarla, estaba prácticamente sin fuerzas
y necesitaba descansar después de todos aquellos días en los que se podía decir, había
permanecido despierta todos ellos.
Corazón Helado por AdRi_HC

Bajo la manta lloraba de nuevo, era lo único que hacía con seguridad, lo único que nunca la abandonaba.
Su madre se había marchado dejándola sola, sola en el peor momento de su vida y se
reprochaba no haber pasado sus últimos momentos de vida con ella. No había podido
despedirse y recordando la última vez que hablaron por teléfono, se castigaba por no haberla
dicho lo mucho que la quería.

El timbre sonó pero no quiso saber ni de quien se trataba. Suponía que sería Raúl y ella necesitaba
dormir, dejar de pensar y no quería ver a nadie.

Pasados unos minutos sentía que la cabeza le iba a estallar y decidió salir a tomarse una pastilla. Con
algo de dificultad atravesaba el pasillo acercándose hasta donde sus amigos se encontraban
charlando. Justo cuando pretendía pasar por la puerta sin llamar ningún tipo de atención,
escuchó el nombre de Maca.

Eva: Hija de puta

Raúl: De verdad que... no sabía que decir, me fui de allí pitando

Eva: Anda que le ha faltado tiempo a la muy...

L: Eva ya vale... -Laura saltó cansada de oír sus recriminaciones- ¿Sabes quién era la chica?

Raúl: No, no la había visto en mi vida... pero estaba más que claro que las interrumpí en pleno momento

La puerta del salón terminaba de abrirse dando paso a Esther, con la cara compungida dejaba claro que
había escuchado aquella conversación. Laura se levantó nada más verla disculpándose por algo
en lo que ella no tenía nada que ver, pero que sentía que su amiga necesitaba.

L: Esther

Habían pasado más de 24h y Esther seguía en la cama, Laura no sabía qué hacer, tenía que mantener sus
fuerzas para poder ayudar a su amiga, a la vez que Eva se pasaba el día maldiciendo a Maca,
como si con cada insulto y reproche la mandara aun más lejos.

Cansada de esperar una posible solución salió de casa con la intención de por lo menos, no quedarse con
la sensación de no haberlo intentado.

Sentada en el capo de un coche frente al portal esperaba de brazos cruzados verla bajar. No se iría de allí
sin decirle cuatro cosas antes de hacerla ver todo el daño que estaba causando con su extrema
arrogancia y egoísmo.

Casi una hora más tarde la veía bajar el pequeño tramo de escaleras a través del cristal, se quedó de pie
metiendo las manos en los bolsillos de su cazadora endureciendo su gesto nada más cruzarse
con su mirada.

M: Laura

L: Quiero hablar contigo

M: Tengo prisa

L: Pues me vas a escuchar

M: ¿Eva te ha contagiado su mala leche?

L: No... si fuera Eva la que estuviera aquí da por hecho que te soltaría un buen guantazo

Parecía que aquella dureza surgía efecto, Maca la imitó guardando sus manos y soltando un suspiro para
aguantar aquella tanda de reproches que sabía se avecinaba de aquella chica.
Corazón Helado por AdRi_HC

L: La madre de Esther ha muerto

M: ¿Qué...?

L: Hace cuatro días la llamaron del Valladolid... murió esa misma noche

M: No... no lo sabía

L: Claro que no lo sabías, desapareciste... sin decir una sola palabra... y la destrozaste

M: Era lo mejor para ella, así podrán hacerla feliz... -llevó su vista lejos de allí mientras escupía aquel
sentimiento de rabia.

L: ¿Podrán? ¿Quién Maca? -buscaba su mirada- lleva más de una puta semana sin dormir, no quiere
comer y para colmo te vas acostando con la primera que pillas

M: Eso a ti no te importa

L: Me importa por el simple hecho de que Esther se ha enterado... y la has... -cerró los ojos con rabia- si
no la quieres... si no quieres saber nada de ella... haz el favor de dejárselo claro, habla con ella,
y aunque yo tenga que arrástrame junto a ella para volverla a levantar lo haré... pero quiero la
convicción de que no volverás a joderle la vida

Sentada en la mesa del balcón se abrazaba a sus piernas mientras con los ojos cerrados percibía la brisa
fría de aquella mañana. Sentía el frío en sus pulmones y aunque siguiera con ese nudo en la
garganta anunciándole que aun quedaba que llorar, no quería hacerlo, no quería.

La puerta de cristal se abría y sin querer mirar de quien se trataba seguía en aquella misma posición
hasta que una voz que la hacía temblar se coló por sus oídos.

M: Laura me ha dejado pasar

Esther giró su rostro hacia el lado contrario de donde provenía aquella voz a la vez que apretaba los ojos,
de nuevo aquellas lágrimas salían, aquella voz hacía que todas sus emociones cobraran
demasiada vida, y para su desgracia el tan solo pensamiento sobre ella daba demasiada fuerza a
su dolor.

E: ¿Tan difícil es olvidar a alguien que no se merece nada de ti?

M: ¿Cómo?

E: Lo sé Maca, lo sé todo y aun así lo intento... lucho contra tu miedo, pero no puedo más

M: Candela

E: Me lo contó... y quise ayudarte a ser feliz Maca, juro que lo intenté... pero a la vez tú me matabas a mí

M: Yo no sirvo para querer a nadie, solo consigo que... -tragó saliva intentado seguir con aquello- solo te
hago daño, tienes que olvidarme Esther... no me perdonaría destrozarte la vida, a ti no...

E: Pero ni tan siquiera lo intentas Maca... te encierras en ti misma sin brindarle una oportunidad a nadie

M: Solo te haría sufrir

E: Es triste que alguien como tú... -guardó silencio unos segundos- se niegue el derecho de vivir... de
sentir...

M: Tuve mi oportunidad
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Se levantó sintiendo un peso enorme en sus pies que casi le impedía salir de aquella casa. De espaldas a
ella podía escuchar perfectamente su llanto, pero no podía girarse, no podía consolarla y se
odiaba por ello.

E: Hasta que no dejes de odiarla por lo que hizo no podrás ser feliz

Cerró los ojos a la vez que daba el paso que la sacaba de allí. Su cuerpo estaba batallando contra sí
mismo, pero era incapaz de hacer nada más que huir.

Cerró los ojos mientras negaba con la cabeza, se negaba a si misma toda aquella realidad que la hacía
morir en vida, sentía que aunque su corazón seguía latiendo, en aquel segundo que la vio
marchar este palpitaba de manera distinta, la hacía vivir de manera distinta. Sentía su pecho
arder, su alma desprenderse de ella y no podía hacer nada, Maca se lo había dejado claro y
tenía que asumir, asumir que la había perdido, que jamás la amaría como ella hacía.

Dejó su cabeza apoyada en la pared mientras lloraba como una niña agitando su cuerpo a la misma vez
que el aire se colaba por sus pulmones. Una angustia atroz se apoderaba de ella, una sensación
de vértigo incontrolable la hacía sentir caer al vacío y no podía hacer nada, nada que no fuese
escuchar aquella puerta que se cerraba, esa que le decía que definidamente se había marchado
y sabiendo que por más que doliese, por más que sufriese, nunca podría olvidarla.

TRES AÑOS MÁS TARDE

Llegaba de nuevo a Madrid con la ilusión de trabajar en aquel hospital donde le habían concedido una
plaza. Tras bajarse del ave arrastraba su maleta por aquella estación, mirando la dirección de
aquel piso que había comprado semanas antes y que por no discutir con sus padres había
aceptado que ellos pagasen.

Montada en el taxi recordaba años atrás aquellos meses en los que había vivido allí e indudablemente,
recordando a Esther.

Deshacía la maleta con calma mientras pensaba en las ganas que tenía de acostarse. Llevaba todo el día
colocando cosas, habiendo dejado para último colocar la ropa.

Mientras intentaba conciliar el sueño pensaba como sería su nueva vida, había querido ese cambio,
afincarse indefinidamente en Madrid le hacía ilusión, y quería demostrar que podía hacer su
trabajo allá donde quisiese ejercerlo.

Nada más despertar dio un brinco de su cama para ir directa a la ducha y poder salir lo antes posible
para llegar con tiempo.

Frente a la puerta del hospital respiraba nerviosa antes de llegar hasta el mostrador, donde una mujer
leía el periódico a la espera de poder atender a alguien.

M: Buenos días

-Buenos días... deme su cartilla

M: No vengo como paciente... soy la nueva pediatra

-¡Anda! me avisaron de que vendrías... -salía tras el mostrador para saludarla- soy Teresa

M: Maca
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T: Bien... pues espera que ahora mismo te busco a alguien

M: Gracias

Tras hablar con el director del hospital la guiaron por urgencias para enseñarle en pleno, como era una
tarde allí. Cruz, como así se llama la guía y jefa de urgencias, intentaba trasmitirle cordialidad y
ella la agradecía enormemente.

C: Pues esto es todo... ya irán presentándote a tus compañeros según pase el tiempo

M: Ya... -respiraba hondo-... pues entonces me incorporo mañana ¿no?

C: Sí, eso me ha dicho Antonio, empezarás el turno coincidiendo conmigo, así que te podré echar una
mano para poder empezar

M: Te lo agradezco

C: Pues hasta mañana entonces

M: Sí, hasta mañana

Sentada en su nuevo sofá sonreía pensando en que todo iba sobre ruedas, la gente con la que pudo
coincidir en aquel primer acercamiento le pareció de lo más agradable y era un punto más para
que todo fuese bien. Sin poderlo evitar cogió su móvil para llamar a la persona que sabía, la
estaría esperando impaciente.

M: Hola guapa

- ¡Ey!, ya pensaba que te habías olvidado de mí

M: Eso nunca ya lo sabes

-¿Cómo ha ido?

M: Fabuloso, la gente parece de lo más simpática, me han estado enseñando un poco como va la cosa,
pero ya me incorporo en serio mañana

- Me alegro por ti cariño

M: Y yo... necesitaba este cambio

- Sí, ¿y tu casita qué?

M: Guay... -miraba el salón mientras contestaba- me gusta, es más grande que en las fotos

- Es que tus papis se portan

M: Pues todavía estoy renegando por dentro

- Ais... bueno, tú ahora no te quejes e intenta que todo vaya bien, no te me descontroles eh

M: De verdad que sí

- Así me gusta... pues nada cielo que te dejó que tu padre me reclama

M: Dales recuerdos de mi parte y diles que estoy bien

Candela: Vale... hasta luego

M: Adiós hermanita
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Nada más colgar dejó caer su cuerpo sin borrar su sonrisa, deseando que pasase el tiempo para poder ir
a trabajar. Levantándose de un salto fue hasta la cocina para prepararse la cena, esa sería una
semana importante, y tendría que acomodar su casa, aunque ahora no le diera demasiada
importancia.

En el balcón sentada en una silla con la bandeja sobre sus rodillas, disfrutaba de aquella comida mientras
escuchaba el bullicio de la calle, la gente paseando, los coches, Madrid, dijo en voz alta.

Pensó en su moto y en que aquel día cuando llegase de trabajar seguramente ya la abrían traído, aun no
la había ni disfrutado pero le encantaba y quería que el asfalto de Madrid sufriera su desgaste
con ella.

Como hiciera el día anterior sacaba la mejor de sus sonrisas a relucir mientras cruzaba la puerta, de
nuevo aquella mujer tras el mostrador, pero en cambio, ahora parecía pelear con algún
compañero que lejos de calmarla, la irritaba más con su labia.

-Venga Teresa... si así estás muy bien

T: ¡Que me dejes!

- Uf... -resoplaba por su cabezonería.

M: Buenos días Teresa... -se apoyaba en el mostrador saludando a la mujer.

T: Hola guapa, primer día... ¿estás nerviosa?

M: Un poquito...

- ¿Maca?..

Aquel muchacho que permanecía a su lado se había quedado inerte al ver de quien se trataba aquella
mujer que se paraba junto a él. Los ojos de Maca llegaban a los suyos para después fruncir el
ceño al saber de quién se trataba. Los dos se miraban recordando la última vez que se vieron, y
mientras tanto, una Teresa que no sabía de qué iba la cosa los miraba a una y a otro como
queriendo adivinar que ocurría.

Raúl: ¿Vas a trabajar aquí? -preguntaba sorprendido.

M: Sí... ¿tú trabajas aquí?

Raúl: Sí... soy el médico del Samur

M: Joder que coincidencia

Raúl: Pues ya te digo... -se aceraba para darle dos besos.

M: ¿Y llevas mucho?

Raúl: Pues prácticamente desde que acabe la carrera... ¿tú que elegiste al final?

M: Pediatría

Raúl: Guau... qué bien tía... -le frotaba el brazo- ya verás cuando se lo diga a...

Voz: ¡Raúl vamos! ¡Tenemos aviso!

Raúl: Bueno Maca... me tengo que ir, ¡ya nos vemos! –corría hacia la puerta.

M: Sí claro
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Mientras lo veía marchar se preguntaba una y otra vez el nombre con el que acabaría su frase, estaba
claro que seguía teniendo contacto con la gente del curso y sin poder evitarlo un hormigueo se
coló en su estómago.

T: ¿Os conocéis?... Maca

M: Eh... dime, dime

T: ¿Conocías a Raúl?

M: ¿Uhm? Sí, sí, hicimos un curso juntos aquí en Madrid

T: Pues mira... ¡un amigo que tienes!

M: Sí... bueno Teresa que... que me voy para dentro a ver como empieza la cosa

T: Sí hija... nos vemos por aquí

Aquel día marchaba sobre ruedas, había tenido varios casos de urgencia y le habían pedido que pasase
un rato por planta para ver a algunos niños que permanecían ingresados. Después de la acción
se dedicó a repasar algunos historiales de los pacientes asignados al anterior pediatra y así,
conseguir descansar un rato. Pasados unos minutos pensó que le vendría bien un café y bajó
hasta la cafetería donde permanecían Cruz y una enfermera.

M: Hola... ¿puedo sentarme?

C: Sí claro, mira te presento... Maca ella es Mónica... ella esa la nueva pediatra

Mónica: Encantada

M: Hola... -la pediatra le daba dos besos para a continuación sentarse.

Mónica: ¿Cómo llevas tu día?

M: Bien... mucha acción

C: Sí, es que estamos en cuadro... hay gente de vacaciones y tocamos a más pacientes, pero ya queda
poquito

Mónica: ¡Y gracias a dios! -la enfermera exclamaba con ahínco.

C: Jajaja

Mónica: No veas las ganas que tengo de que vuelvan...

M: ¿Tenéis mucho lío?

C: No lo dice por eso... es que su niña está de vacaciones y tiene ganas de verla

Mónica: Más que ganas es necesidad... -decía triste.

C: Bueno tú tranquila... cuando vuelva verás como arregláis las cosas

M: Será mejor que me vaya... me he dejado algunas cosas por hacer, me tomaré el café en mi despacho

C: Como quieras

M: Hasta luego
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En su despacho pensaba en algo en lo que poco a poco había ido atando cabos. Removía su café
embelesada en aquel líquido oscuro que creaba un círculo a la vez que daba vueltas por el giró
de su cuchara. Perdía la vista en el fondo de aquel vaso del cual, no podía profundizar más de
unos centímetros y mientras le era imposible arrancar su nombre de la cabeza.

Habían pasado un par de días tras aquel primer encuentro con Raúl y desde entonces había hecho lo
posible e imposible, por no cruzarse con él de nuevo. Le habían surgido demasiadas dudas y
creía que este las resolvería en un segundo, pero quizás aun no estaba preparada.

El Samur traía un niño con un golpe en la cabeza y llegaba inconsciente, junto a la camilla y a la
enfermera, entraban con prisa en el box mientras Raúl sostenía la botella de suero en su mano.

Raúl: Estaba jugando al baloncesto y cayó mal después de haberse colgado del aro, dio directamente con
la cabeza sobre el asfalto.

M: ¿Habéis controlado los reflejos?

Raúl: Sí... aunque débiles, aparecen activos

M: Bien... quiero Tac urgente

Tras auscultar al niño se quitaba los guantes con prisa y salía de allí escuchando su nombre en la voz
alzada del médico del Samur.

Raúl: ¡Maca!

M: Raúl tengo prisa

Raúl: Llevo desde que llegaste queriendo hablar contigo

M: En otro momento

Salió de nuevo como si el diablo la llevase en brazos, solo el hecho de verlo ya le recordaba a ella, pero
sabiendo que este tenía intención de hablar con ella no la dejaba del todo tranquila.

Con el informe en sus manos llegaba hasta la habitación donde se encontraba aquel paciente,
absolutamente concertada cruzaba la puerta encontrándose con los que suponía los padres del
niño.

M: Buenas tardes, ¿son los padres de Álvaro?

Madre: Sí... ¿Cómo se encuentra doctora? -la madre visiblemente nerviosa se acercaba hasta ella.

M: Verá... ha sufrido una caída bastante aparatosa, pero hemos confirmado que no hay ningún tipo de
hemorragia que deba preocuparnos de sobremanera

Madre: ¿Por qué sigue inconsciente?

M: El golpe que se dio digamos que fue de forma precipitada y brusca en el cual su cerebro se bloqueo,
quizás por el miedo, sumado a que del mismo golpe llegó inconsciente

Madre: ¿Pero...?

M: Realmente está bien... tenemos que esperar a que despierte para comprobarlo al cien por cien... -en
aquel momento entraba una enfermera con la medicación para incluirla en la vía del niño- en
un rato me pasaré a verle

A la vez que ella salía la enfermera la imitaba y aunque sin cruzar palabra caminaban al mismo ritmo y
parecía, mismo sentido. Maca pulsó el ascensor comprobando que así era, y para su
nerviosismo propio, se trataba de Mónica.
Corazón Helado por AdRi_HC

Sin mediar palabra salían de nuevo de aquel ascensor donde las miradas de habían perdido en el techo,
y suelo, sucesivamente, cruzaban el pasillo en aquel mismo silencio cuando la voz de Cruz sonó
haciéndolas girar.

C: Mónica... ¿has hablado ya con ella?

Mónica: No... -bajó la mirada- me mandó un mensaje esta mañana, que iría a ver a unas amigas antes de
llegar a Madrid, pero que mañana por la noche ya estaría aquí

C: Pues voy a tener que llamarla

Mónica: ¿Ocurre algo? -las tres caminaban hacia la cafetería como si al encontrarse juntas, hubieran
pensando lo mismo.

C: Que Ruiz me ha pedido esta semana para acompañar a su mujer, se ve que ha perdido algún familiar
en el extranjero

Mónica: Pues llámala tú... porque a mi seguro que no me coge el teléfono

C: Maca... -esta seguía leyendo aquel papel evadiéndose de todo- Maca

M: Eh... dime

C: No que... estás muy callada

M: Leyendo esto... -esbozaba una pequeña sonrisa- y no creo que deba estar en vuestra conversación

Mónica: Tranquila... en unos días será la comidilla del hospital, seguro que me deja... -aquello último fue
un susurro que no paso desapercibido para ninguna.

C: Mónica... no digas eso mujer...

Mónica: ¿Y qué quieres que piense Cruz?... se va sola de vacaciones cuando pude haberlas cambiado...
intento hablar con ella y me ignora... me paso todo el tiempo, cariño ¿Qué te ocurre?, cariño,
¿quieres que nos tomemos unos días?, venga Esther... habla conmigo

En aquel momento su mundo paró, su pulso se creyó estar en una pista de formula 1 y corría incesante
por su cuerpo, aquel nombre, el cual estaba sopesando aquellos días por fin salía, se mostraba
ante ella haciendo que miles de sensaciones la recorrieran como la electricidad por su cuerpo.

De repente un recuerdo que hasta ahora había estado aparentemente olvidado en su interior, la hizo
entender y comprender aquella casualidad.

M: ¿Qué vas a hacer cuando acabe el curso?

E: Pues he pedido las prácticas en el central, tengo que esperar si me las conceden

Su cabeza le daba vueltas, Esther trabajaba allí, Raúl lo sabía y seguramente quería decírselo, trabajarían
juntas, la volvería a ver, Esther, Esther y Mónica, “su niña”, Mónica había nombrado a Esther
como “su niña” y ella solo podía pensar que volvería a verla, su Esther.

M: Mierda -se levantó y se marchó bastante nerviosa de allí.

C: Maca... ¡Maca!... -la llamaba sin entender aquella repentina actuación.

Mónica: ¿Qué le pasa?

C: Ni idea
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En su despacho masajeaba su frente, estaba al borde de un ataque de nervios, el oxígeno que sabía que
se encontraba a su alrededor no conseguía administrarlo en sus pulmones, y una sensación de
claustrofobia la invadió. Se levantó furiosa con ella misma caminando de un lado a otro
intentando calmarse. Cuando parecía que se iba tranquilizando sacó su móvil.

M: Necesito contarte algo... no... tienes que venir... por favor... -se sentó a punto de llorar- te necesito
aquí... gracias... está bien...

Dejando el teléfono sobre la mesa vio como el temblor había invadido sus manos, y apretando los puños
se prometió a si misma controlarlo como otras veces había conseguido.

Con su chaqueta y su bolso en la mano buscaba las llaves de la moto mientras caminaba sin mirar al
frente, cuando pasaba por admisión escuchó la voz de Raúl y como si de su vida dependiese se
dirigió veloz hasta el mostrador para firmar.

M: Hasta luego Teresa... -se giraba de nuevo agradeciendo poder salir cuando la voz de Raúl la llamaba.

Raúl: ¡Maca!... -corría hasta ella-... Maca espera

M: Dime

Raúl: ¿Te puedes tomar un café conmigo?

M: No, lo siento... tengo que ir a casa lo antes posible

Raúl: Solo serán cinco minutos te lo prometo

M: Raúl...

Raúl: Por favor... cinco minutos y te dejó

Sabiendo que si de una vez por todas no accedía a hablar con él no la dejaría bajó la mirada derrotada
caminando hasta la cafetería. Mientras Raúl iba a por dos cafés ella se sentaba en la primera
mesa vacía que había en su camino.

M: Pues tú dirás

Raúl: ¿Por qué me esquivas?

M: No te esquivo... simplemente no tengo tanto tiempo como tú

Raúl: Veo que sigues igual de directa

M: Algunas cosas nunca cambian

Raúl: ¿Qué es de tu vida? te fuiste a Jerez ¿no?

M: Sí... volví para trabajar aquí...

Raúl: Ya... -removía su café intentando sacar fuerzas para sacar el tema- bueno... ¿sabes... sabes que
Esther trabaja aquí?

M: Me enteré esta mañana

Raúl: Laura también... están de vacaciones

M: Ya

Raúl: Y...
Corazón Helado por AdRi_HC

M: Mira Raúl... este tema creo que te ha sobrado sacarlo, en todo caso si tuviera que salir debería ser
ella quien me sentara aquí, que es la única que tendría el derecho de pedirme alguna
explicación... así que si me disculpas, tengo cosas que hacer

Cogió su chaqueta enfadada dejándolo allí sentando con cara de susto. Bebió su café de un trago y se fue
de nuevo al mostrador con Teresa que en ese momento hablaba por teléfono bastante
contenta.

T: Ais sí... -Raúl la miraba extrañado-... es Esther

Raúl: ¿¡Esther!? Trae pa’ ca

T: Pero...

Raúl: ¡Hola cariño!... sí estaba en la cafetería... ¿Cuándo vienes?... pues nos vamos a cenar... de eso
nada... ¿a qué hora llegas?... bien pues te voy a buscar a las nueve... ¿y de Laura sabes algo?...
pues tú y yo solos... además tengo que contarte algo importante... mira que eres tonta... venga
sí... hasta luego cielo... -colgaba dejando a Teresa con cara de pocos amigos-... ¿Qué pasa?

T: Que era yo la que estaba hablando con ella

Raúl: Pero si la vas a ver mañana mujer

T: Oye y... ¿Qué le tienes que contar?

Raúl: Que cotilla eres Teresa... -se marchaba riéndose.

T: Será posible

Sentada en el mismo suelo del recibidor esperaba desesperada el ruido del timbre, hacía horas que
había hablado con ella y suponía que no tardaría en llegar, había conseguido controlar su
cuerpo, pero su mente no dejaba de martirizarla y sus nervios cada vez parecía que cobraban
más vida.

Justo cuando el ruido incesante le anunciaba que ya estaba con ella, se levantó impaciente para abrirle la
puerta y esperar allí mismo, su aparición por aquel ascensor.

Sabía que mil preguntas llegarían a ella, mil dudas por aquel comportamiento, pero estaba dispuesta a
dar cualquier explicación que hiciese falta para poder afrontar de una vez por todas eso que un
día quiso hacer desaparecer de su vida, y sabiendo que solo faltaba un paso más, necesitaba la
fuerza y la confianza para terminar aquel duro trabajo de tres años.

Candela: Maca

Sin decir nada se abalanzaba sobre ella haciéndola soltar su equipaje preocupada, contestó aquel abrazo
sin querer preguntar aun a que se debía, sintiendo que necesitaba de ella y sin decir una sola
palabra esperó hasta que algo más tranquila, se separaba de ella para ayudarla con su maleta.

Sentada frente a su hermana con una taza de café intentaba asimilar todo aquello que quería contarle
desde hacía tiempo, pero entendiendo que ahora era el momento perfecto, sabía que no podía
esperar más y que iba a dejar todos sus miedos al aire para afrontar esa barrera que sentía
ahora más frágil que nunca.

Candela: ¿Qué pasa Maca?

M: Te lo voy a contar

Candela: ¿El qué?

M: Todo
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Candela supo a que se refería, cuando volvió a Jerez parecía una persona distinta, la arrogancia con la
que ella se hacía fuerte parecía haber desaparecido, aquel sentido del humor sarcástico se hizo
invisible, y aunque con un silencio abrumador, vio una Maca diferente y nunca preguntó el por
qué de aquel cambio, nunca más hablaron de Esther, ese nombre no volvió a salir por parte de
ninguna y pensó que mejor sería que fuese ella quien hablase cuando se sintiese con fuerzas.

La vio pasar por épocas duras, unas en las que llegaba a casa y se encerraba en su habitación sin querer
ver a nadie, unas en las que una sonrisa nunca dejaba su rostro, salía con sus amigos y algo que
realmente la dejó sorprendida, nunca la vio con nadie, no vio un atisbo de alguna relación con
ninguna mujer y le sorprendía bastante.

Ahora se enfrentaba quizás, a las respuestas de todas esas preguntas que nunca se atrevió a formular,
esas con las que no quiso remover o traspasar la intimidad de su hermana pequeña, esa que
había visto sufrir en tantas ocasiones y la que se merecía toda la felicidad que pudiera recibir.

M: Cuando regresé a Jerez fui a hablar con Alba... -Candela quiso hablar pero volvió a pronunciarse antes
de darle paso- tuve que haberlo hecho antes... ese fue mi mayor error...

Frente a la puerta de donde sabía era su nueva casa, se debatía con sus fuerzas para tocar aquel timbre,
ese que haría volver a verla, a la persona que creía aun amaba, y que sabía, también odiaba.
Respiró hondo y apretó tan solo un par de segundos cuando escuchó unos pasos dirigirse hacia
la puerta.

M: Hola

- Buenas tardes... -un hombre de traje abría la puerta.

M: ¿Alba está en casa?

- Sí... un segundo... -se giró para ir hacia el pasillo.

Sin querer entrar esperaba a que apareciese ante ella cuando unas palabras de aquel hombre la hacían
reaccionar "cariño hay una mujer en la puerta que pregunta por ti", sonrió mal humorada
mientras negaba con la cabeza y bajaba unos segundos la vista.

Cuando volvió a levantar su rostro la vio frente a ella, visiblemente sorprendida de verla allí, metió las
manos en los bolsillos de su pantalón y encogiendo los hombros mínimamente hizo una mueca
algo triste como saludo.

Alba: Maca

M: Hola...

Sin decir nada más Alba se acercaba hasta ella para abrazarla, Maca era incapaz de contestar aquel
abrazo y cerró los ojos mientras unas tímidas lágrimas se precipitaban sobre su piel y miles de
sensaciones contradictorias se agolpaban en su pecho.

Alba: Pasa... vamos dentro

M: No quisiera molestar

Alba: Tú nunca molestas

La hizo pasar hasta el salón, al verla parecía que nada hubiese cambiado, como si aquel verano nunca
hubiese existido en sus vidas, pero algo diferente se hacía aun más grande que todo eso en su
mente, Esther, Esther sí existía y seguía dentro de ella.

Alba: Espera un segundo


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La vio desaparecer nuevamente y escuchó cómo se despedía de aquel hombre en la puerta, la escuchaba
hablar cariñosamente y recuerdos del pasado volvían hasta ella cuando era quien recibía esas
muestras de cariño.

Alba: ¿Has vuelto para quedarte?

M: Por ahora sí

Alba: Maca yo...

M: Espera... -la cortó sabiendo que la conversación saldría sin más tapujos- he venido porque necesito
saber algo... -Alba la miraba y asintiendo sin decir nada le dio la palabra de nuevo- ¿me quisiste
en algún momento?

Un fuego abrasador salió de sus labios con aquella pregunta, un miedo que la había acompañado desde
hacía años se encontraba en su momento de mayor apogeo esperando una respuesta que haría
que su vida se tornase de diferente forma.

Alba: Te quise mucho Maca... mucho

M: Pero no estabas enamorada de mí

Alba: No... me confundiste hasta un punto sorprendente... -Maca la miró extrañada sin comprender que
quería decir- eres capaz de hacer sentir millones de cosas... la manera en la que me tratabas me
hizo creer que sí... eres una persona increíble Maca...

M: Tanto que fui una estúpida creyendo todas tus mentiras

Alba: No eran mentiras... era lo que yo creía en su momento, pero cuando... cuando parecía que no
podía dar marcha atrás me di cuenta de que no, que no podía tirar mi vida de esa manera ni...
hacer que tú pagaras por mi cobardía Maca

M: Me has hecho pagar de igual forma... -se levantó enfadada quedando frente a la ventana.

Alba: ¿Qué crees que hubiese pasado si sigo con todo eso? ¿Con esa mentira? ¿no te hubieses dado
cuenta o habrías vivido fingiendo toda la vida?

M: Jugaste conmigo

Alba: Fue todo lo contrario, puedes llamarme cobarde, porque lo fui... y no hay un día que no me culpe
del daño que te hice, pero lo que no quería era estar haciéndote vivir una mentira y siento
haberlo hecho de aquella manera... siento mucho el daño que te hice

M: ¿Sabes lo peor? –miraba todo lo lejos que sus ojos permitían atreves de aquel cristal- he destrozado
la vida de alguien que realmente sí me quiere... y todo porque... -tragó no sabiendo muy bien si
decir aquello- porque me destrozaste la vida... -se giró mirándola con frialdad.... cada segundo
maldigo el día que me enamoré de ti

M: Ni siquiera pensaba en las palabras que salían de mi boca

Candela: Pero es normal cariño... -se acercó hasta ella-... estabas mucho tiempo martirizándote

M: Ya... estuve yendo un psicólogo Candela, después de trabajar...

Candela: Aunque no por el motivo... me alegro de que lo hicieses y más si te ayudo

M: Sí... me ayudo a comprender muchas cosas

Con la taza entre sus manos volvía a recordar aquel suceso con Alba, no lo había hecho desde hacía
meses y ahora se sorprendía a si misma al recordarla de manera distinta, aunque tras aquello
hubiesen vuelto a hablar, no la recordaba con la tranquilidad con la que ahora lo hacía.
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En otro punto de Madrid Raúl esperaba ansioso a su amiga, por un lado por todo el tiempo que llevaba
sin verla y otro, por decirle aquello con lo que sabía, podían cambiar muchas cosas. Se apoyó en
la pared de aquella estación de autobuses esperando verla llegar.

Una multitud atravesaba la puerta principal haciéndolo colocar erguido mientras estiraba el cuello
esperando verla y sin tardar apenas unos segundos, la veía con su mochila cruzar entre la gente
con una sonrisa antes de llegar hasta su lado.

E: Hola

Raúl Hola... -la abrazaba con fuerza mientras la elevaba del suelo-... te he echado de menos

E: Y eso que ha sido un mes jajaja

Raúl: ¿Cómo estás?

E: Uf -se estiraba- descansada... me han venido de lujo

Raúl: Cuanto me alegro... -pasó un brazo por sus hombros mientras se dirigían hasta su coche- ¿Qué te
apetece cenar?

E: ¿La verdad?... prefiero ir a casa y si quieres cocinas tú

Raúl: Vale

Mientras Esther se acomodaba en el sofá, Raúl se dedicaba a preparar la cena para su amiga, sabía que
tenía que hablar con ella antes de que la viese, quería darle la oportunidad de pensar y por qué
no, intentar amoldarse a ese gran cambio que sufriría su vida sin poder evitarlo.

E: Que rico... no sé si te echaba más de menos a ti o a tu comida

Raúl: Ja, ja y ja...

E: Guapo... -se acercó a él y le dio un beso en la mejilla.

Raúl: Oye que... quería comentarte una cosa

E: Uhm... -seguía comiendo de su plato.

Raúl: Tenemos pediatra nueva en el hospital

E: Pues menos mal... porque yo ya estaba un poco harta

Raúl: Sí pero... que... -se frotaba la nuca- verás... la cosa es que...

E: ¡Joder Raúl! ¿Qué?

Raúl: Que la conoces

E: ¿La conozco? ¿A quién conozco?

Raúl: A la pediatra

E: ¿Quién es? -preguntaba curiosa.

Raúl: Si te lo cuento ahora es porque no quiero que sufras ¿Vale?... que puedas asimilarlo antes...

E: Me estás asustando Raúl

Raúl: Esther... -cogía su mano con cariño- es Maca


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Los ojos de Esther comenzaron a temblar, miraba a su amigo y este esperaba su reacción pero no
llegaba, muchos recuerdos llegaban hasta ella y sobre todo aquellos días en los que ella se
marchó y aunque sabiendo que no lo haría, más de una noche la esperaba apoyada en el
balcón, esperaba verla aparecer con su moto y aun alguna que otra noche, soñaba con que
aquel día ella regresó.

E: ¿Maca?

Raúl: Sí...

E: Maca... -se levantó despacio para sentarse en el sofá mientras perdía la mirada en el suelo.

Raúl: Esther escúchame, no tienes por qué pasar por lo mismo ¿me oyes? tienes que pensar en
Mónica... Mónica te quiere... y te espera...

E: Ya Raúl... pero yo no la quiero como debería ser...

Maca seguía contándole a su hermana y mientras de sus labios salía la última vez que vio a Esther, no
pudo evitar llorar, su hermana la miraba con seriedad mientras le relataba la forma de actuar
que tuvo, y aunque no era con frialdad, sí esperaba que se desahogase por completo, pues
aunque hubiese hablado de ello con un psicólogo, realmente lo dejaría fuera hablándolo con
alguien de su entorno.

M: Fui una cabrona Candela

Candela: Por lo menos le fuiste sincera

M: ¿Quieres saber algo gracioso? en mi última sesión con el psicólogo, después... estuve a punto de
venir a Madrid a por ella

Psicólogo: ¿Ahora cuando piensas en ella que sientes?

M: La echo mucho de menos... pero sé que no tengo ningún derecho

Psicólogo: ¿Por qué?

M: Porque le hice mucho daño... la hice sufrir

Psicólogo: ¿Crees que si de verdad te quiere... te perdonaría?

M: -suspiró planteándose una respuesta- Me he dado cuenta de que cada persona somos un mundo y
cada momento que marca nuestra vida... es diferente a cada uno... no sé que hubiera hecho en
su lugar... así que tampoco sé que haría ella

Psicólogo: ¿La quieres?

Salía por la puerta de aquella consulta sintiéndose libre, bien consigo misma, pero con una terrible
sensación de culpa, que sabía, tendría que aprender a vivir con ella.

Montada en su moto decidió ir a la playa, en el silencio de aquel lugar encontraba las respuestas a
muchas de sus preguntas, pero aunque ahora no fuese a eso, necesitaba estar consigo misma y
replantearse su vida, aclarar lo poco que quedaba en aquel corazón al que solo ella llegaba.

Con las piernas flexionadas pensaba en Esther, en todas aquellas veces que la había decepcionado, en
todos esos “te quiero” que nunca contestó, y que ahora, eran las dos palabras que salían de su
mente nada más pensar en ella.
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Recordaba su sonrisa mientras miraba el mar, el atardecer estaba llegando a su fin pero aun se veía con
claridad aquel rojo intenso que se marcaba a lo lejos mientras el cielo se iba oscureciendo en
cientos de tonos distintos.

Psicólogo: ¿La quieres?

M: Más que a nada de este mundo

Fue rotunda y contundente, no dudó un solo segundo y era la primera vez que lo decía o pensaba en voz
alta.

M: No merezco volver a su vida...

Candela: Pero... sí puedes intentar que ella lo quiera Maca...

M: Antes de venir hablé con Alba, le pedí disculpas por cómo le hablé y me dijo que luchara por ella... si
ella era mi felicidad... tenía el derecho de intentarlo

Candela: Y así es

M: Trabaja en mi hospital

Candela: ¿La has vuelto a ver? -preguntó sorprendida.

M: Está de vacaciones... pero mañana se incorpora

Candela: ¿Qué piensas hacer?

M: No lo sé... otro chico de los que también estuvo en ese curso está en la unidad del Samur y supongo
que se lo dirá antes de que yo la vea... tengo miedo a como pueda reaccionar Candela... miedo
a que me mire con ese odio que sé que merezco

En su coche, Esther se dirigía hasta la casa de Mónica, aunque tuviera que verla por el hecho de haber
regresado, por otra parte sabía que tenían que hablar, aquella relación hacía meses que se
estaba estancando y ahora pensándolo fríamente, no sabía ni donde se podían encontrar.

Tocó la puerta aun llevando llaves, cosa que sorprendió a Mónica una vez abrió la puerta y la vio frente a
ella.

Mónica: Cariño

Se acercó hasta ella abrazándola, demostrando lo mucho que la había echado de menos y aunque lo
sintiese distintamente, Esther correspondía aquel abrazo, sintiendo al hacerlo como Mónica
colocaba el rostro en su hombro besándolo.

Mónica: ¿Cuándo has llegado?

E: Hace un rato

La enfermera agarraba el rostro de Esther besándola, había intentado contenerse, pero ella tenía claro
que la quería, que la necesitaba y viendo que Esther no ponía objeción, se dedicó a ello hasta
que separándose lentamente de ella la cogió de la mano para llevarla al salón.

Mónica: ¿Cómo te lo has pasado?

E: Bien, bien... he descansado, que era lo que necesitaba... ¿tú cómo estás?

Mónica: Cansada... -se acercó hasta ella abrazándola, haciendo que las dos quedaran recostadas- pero
ahora bien
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E: ¿Has cenado?

Mónica: Sí... ¿te quedas a dormir?

Tenían que hablar, pero se veía incapaz de hacerlo, la veía de aquella manera con ella y no podía hacerle
ese daño, sabía que cuando hablasen sería irremediable y no veía justo hacerlo en aquel
momento, no se merecía eso después de haber estado un mes sin verla.

E: Sí...

Junto a ella en la cama se dedicaba a hacerse la dormida mientras sentía unas caricias que la hacían
sentirse peor, mientras hacían el amor no pudo evitar pensar en Maca y en que en unas horas la
vería y sentía miedo, miedo a no sabía ciertamente qué, pero quería verla, ver que estaba bien,
verla de nuevo.

Maca no había dormido aquella noche, se había dedicado a estar sentada en el sofá, imaginaba mil
reacciones de Esther, mil reproches, pero lo único que ella podría desear era una sonrisa, esa
que tantas veces había recreado en su mente y sabía que nunca más recibiría.

El sol se colocaba por la ventana del salón y levantándose del que había sido su refugio aquella noche se
iba a la ducha, donde quizás por verse resguardada por el ruido de aquel agua precipitándose,
lloró, lloró en silencio, recordando todos los errores que había cometido en un pasado.

Candela: ¿Te vas?

M: Sí... quiero llegar e ir a mi despacho

Candela: ¿Estás nerviosa?

M: No, nerviosa no... muerta de miedo es como estoy

Candela: Tú tranquila, aunque la conozco poco... sé que no hará nada para dañarte

Aparcó la moto junto a la puerta y disimulando que hablaba por su móvil, firmó dando los buenos días y
se marchó a su despacho. Nada más entrar se apoyó contra la puerta respirando de nuevo,
tenía el corazón a mil por hora y aunque sabía que tendría que salir de un momento a otro,
prefería retrasar todo lo posible.

En el muelle Raúl entraba abrazando a Laura que entraba riendo por aquel gesto y llevada casi en brazos
hasta allí, se plantaba frente a Teresa para saludarla.

L: ¡Hola Teresa!

T: ¡Hola! -abrazaba a la chica con cariño- pero que morenita has venido ¡eh!

Raúl: Eso le decía yo... -se apoyaba en el mostrador.

T: Tú dices muchas cosas y ninguna seria

Raúl: ¡Será posible!

T y L: Jajaja

L: ¿Y Esther ha llegado ya?

Justo en aquel momento Teresa miraba hacia la puerta donde Esther caminaba casi riéndose por no
poder moverse, entraba junto a Mónica que caminaba tras ella abrazándola por completo
mientras la besaba en el cuello.

T: ¡Ahí la tienes!
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L: Vaya, vaya, vaya... ya estamos como las lapas o ¿Qué?

E: Esta... que se ha levantado pegada a mí

L: Después de un mes es normal hija... - se acercaba a ella para abrazarla- ¿me la prestas un segundo?

Mónica: Claro

Las amigas se fundían en un abrazado largo a la vez que Esther le susurraba “tenemos que hablar” al
oído, haciendo que esta frotase su espalda en señal de respuesta.

E: Cariño... ¿me buscas luego para un café?

Mónica: Claro -recibió un beso en los labios y se quedó observando cómo se marchaba.

L: Vamos a cambiarnos anda

E: Sí... Teresa si aparece Vilches dile que vamos directas al gabinete

T: Tranquila

De camino al vestuario Esther pensaba en decirle a Laura que Maca había regresado, que la tenían
trabajando allí y aquel mismo momento detuvo su cuerpo elevando la vista, por unos minutos
no había barajado la posibilidad de que en cualquier momento, podría cruzársela y lo único
seguro, se encontrarían en la reunión de la mañana.

L: Esther ¿Qué ocurre?

E: Ven

Tiró de su mano con decisión mientras recorrían el último tramo de pasillo. Nada más entrar echó el
cerrojo a la puerta y la hizo sentarse en el banco quedando ella a su lado.

E: Ha vuelto

L: ¿Ha vuelto qué?

E: Que, no... quien

L: ¿Quién ha vuelto?

E: Maca

L: ¿Maca?

Justo al pronunciar su nombre su cuerpo reaccionó, se llevó la mano a la boca mientras su cara de
sorpresa iba cambiando por segundos para volver a mirar a su amiga.

L: ¿Cómo lo sabes?

E: Aun no te he dicho lo mejor, trabaja aquí Laura... se incorporó en nuestras vacaciones

L: Estás de coña... -se levantó dejando su espalda apoyada en las taquillas- es una broma

E: Una parte de mí lo quisiera

L: ¡Me cagüen! -desde su posición dio una patada sobre la chapa- ¿La has visto?

E: No... pero creo que las dos tendremos esa suerte en la reunión

L: ¿Qué vas a hacer? -se sentó de nuevo- ¿Mónica sabe qué...?


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E: No, no sabe nada... todo se está complicando... -se frotó la cara dejando las manos en aquel mismo
lugar.

L: Cielo, no va a pasar nada, tú estás bien... estás con Mónica... te quiere...

E: ¡Iba a dejarla Laura!... anoche mismo lo intenté

Se quedaron unos segundos mirándose, buscando un beneplácito que ambas necesitaban para combatir
aquello, pero sabían que sin poder remediarlo esa incorporación repentina tendría
consecuencias.

T: Chicas... Vilches está que trina...

L: Ya vamos...

Las dos frente a la puerta intentaban tranquilizarse, y aun más, una Esther que parecía que se había
dejado todo su autocontrol en el vestuario junto a su ropa. Se colocó el fonendo y siendo Laura
quien abriera la puerta entró con paso decidió hasta su asiento donde Laura colocándose a su
derecha quedaban junto a Vilches

V: ¡Ya está bien no!

E: Perdona... es que nos hemos entretenido

V: ¡Pues os entretenéis después! ¡Que a mí esto me hace la misma jodida gracia que a vosotros! ¡pero
me aguanto!

E: Lo siento

Con la mirada clavada en la mesa se dedicaba a escuchar las primeras reprimendas de Vilches cuando
recibió un golpe de Laura para decirle que mirase, que no estaba allí, elevó los hombros igual de
sorprendida cuando justo sus ojos recorrían la sala para volver hacia Vilches la puerta se abría,
su corazón se paró y como si de un sueño se tratase, Maca atravesaba la puerta con prisa.

M: Lo siento... estaba con un paciente

V: ¡Me vais a pagar un euro por cada lo siento que me digáis!

Se paró, el mundo, su ruido, la vida misma, todo se paró, se sentó todo lo lejos que se podía sentar de
Esther, una Esther que sin darse cuenta y sin controlar nada, se había quedado mirándola sin
poder evitarlo.

En cambio Maca sabía que se encontraba allí, que la tenía cerca y su corazón latía rápido, más que
nunca, pero no podía mirarla, no se atrevía a hacerlo. Pasó las páginas de un pequeño dossier
que habían colocado en su asiento y sintiendo que cualquiera podía ver el temblor de sus
manos, las guardó en su bata.

L: ¿Estás bien?

Parpadeó un instante y sin volver a cerrar los ojos apartó su vista de ella, estaba empezando a
encontrarse mal, sentía demasiadas cosas removiendo su interior. Se levantó como si volara en
el intento y salió de allí en tan solo un segundo.

V: ¿Y a esta qué coño le pasa?

L: Voy a ver
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Encerrada en uno de los baños intentaba controlarse, solo con verla aquella sensación de pesadez, de
tristeza, volvía a salir de ella. Escuchaba como Laura llamaba a la puerta, pero era incapaz de
moverse, estaba bloqueada, no necesitaba llorar, no quería gritarle a nadie, simplemente, verla
de nuevo frente a ella, verla, sintió que no era real, que era un sueño donde le faltaba el aire,
donde le ardían los ojos por verla, tan preciosa como siempre.

L: ¡Esther! ¡abres o...! –salía de repente.

E: Joder Laura... ni vomitar tranquila puede una o ¿Qué?

L: ¿Estás bien?

E: Sí... me habrá sentado mal el desayuno

L: ¿Seguro?

E: Seguro... volvamos antes de que el doctor Vilches termine de afilar su cuchillo

Volvieron hasta la reunión pero Laura vio algo extraño, Esther había salido como si nada hubiese
ocurrido, y entró de la misma forma, incluso arremetiendo de broma, contra Vilches, haciendo
que todos rieran. Miró a Maca en una ocasión sin poder remediarlo y la vio de la misma forma
que cuando entraron, con la mirada clavada en sus papeles.

V: ¡Pues venga! ¡Todos a trabajar! Que sé que os encanta

E: Uuuu yo me levanté deseando hacerlo...

V: Pues ale Esthercita... a currar

E: Que sí, que sí, Laura... ¿te tomas un café conmigo?

L: Sí... sí vamos

Mientras la observaba salir, Maca no podía moverse, había estado en todo momento pendiente de su
voz, escuchándola con atención y un sinfín de escalofríos recorrían su cuerpo, una vez sola y con
paso lento, salió de allí sin saber muy bien que era todo lo que le pasaba por la cabeza, pero
aunque hubiese intentado descubrirlo, la voz del Samur se lo impidió trayendo un tráfico.

Raúl: ¡Niño! ¡Doce años! ¡Iba con su madre en el coche cuando una moto chocó con ellos, viene
inconsciente y rotura de muñeca!

M: Vamos al box

En la cafetería, Laura esperaba sentada a que Esther volviese con los cafés, no iba a esperar para
preguntarle, si esperaba alguna reacción de ella, definitivamente, no era la que había optado.

L: ¿Qué te pasa?

E: ¿Qué me pasa de qué?

L: Esther... a mí no me tomes el pelo, has salido corriendo y luego haces como si nada

E: Ya te he dicho que me encontraba mal

L: No puedes hacer como si nada... eso tenlo claro

E: Mónica viene, cambiemos de tema

Bajando la mirada y concentrándose en su café dio el primer trago antes de elevar la mirada y regalarle
una sonrisa a su chica, que nada más llegar le daba un beso en los labios antes de sentarse
junto a ella.
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Mónica: Vilches te busca... quiere que veas a un niño

E: ¿A un niño? ¿no tenemos pediatra nueva para algo?

Mónica: Sí... pero tiene una rotura de muñeca y quiere que lo mires tú para operar, parece ser que Maca
prefiere no entrar en quirófano

E: ¿Maca prefiere no entrar en quirófano? pues nada... evitaremos que Maca... -puntualizaba el nombre-
entre en quirófano... -se levantó de mal humor dando un golpe con su taza.

L: Esther...

E: Tranquila Laura

Frente al box veía como Maca y Vilches permanecían de espaldas mirando la radiografía de aquel niño,
se dedicó a observarla sin ser vista y respirando profundamente se acercó hasta ellos y se
dirigió para hablar primero con el niño.

E: Hola chavalote

Niño: Hola

E: ¿Qué es lo que te ha pasado? ¿lo recuerdas?

Niño: Iba con mamá en el coche y una moto que iba muy rápido se chocó contra mi puerta y yo tenía la
mano fuera

E: Uf... te ha debido doler

Vilches seguía mirando aquella radiografía pero Maca cuando escuchó aquella voz no hizo otra cosa más
que girarse a mirarla, llevaba la melena recogida en una pequeña coleta y aunque físicamente la
veía igual, le parecía más guapa que nunca.

E: Me la prestas gruñón

V: De que buen humor has venido de las vacaciones ¡eh!

E: Es lo que tiene no hacer nada... -sonrió de forma chula y le arrebató la radiografía- hay
desplazamiento

V: Muy inteligente sí

E: Mucho... -lo miró un segundo y siguió observando.

V: Vas a entrar con Maca a quirófano

M: Vilches...

V: Aunque no quieras operar sabes asistir ¿Verdad?

M: Sí... -dijo no muy convencida.

V: A propósito... ¿os han presentado?

E Ya nos conocemos tranquilo... -sin tan siquiera pensarlo la voz de Esther salió seca contestando de
forma rápida.

V: Pues mejor... en una hora quiero todo listo

E: De acuerdo
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Dejando la radiografía sobre la cama y despidiéndose del chico guiñándole un ojo se marchó de allí
mientras Maca permanecía aun de pie mirándola.

Un rato después Esther entró directa a la zona séptica sabiendo que todo estaba listo, y que
seguramente Maca ya se encontraba dentro esperando. Cuando se hubo lavado la puerta se
abría de nuevo dando paso a Mónica que parecía por su vestimenta, también iba a entrar en
aquella operación.

E: ¿Vas a entrar tú? -preguntó con sorpresa.

Mónica: Sí... Cruz me ha pedido que te ayude

E: Bueno pues... te espero dentro

Mónica: ¿No me das un beso?..

Esther empujaba la puerta con su cuerpo pero antes de abrirla del todo se detuvo para que Mónica se
acercara a besarla, haciendo que con aquel espacio abierto, Maca pudiera ver perfectamente
aquella muestra de cariño.

Esther se colocaba frente a ella del otro lado de la camilla, miró al personal presente y dándole una señal
al anestesista colocaba la mascarilla al niño.

E: -se inclinaba un poco para mirarlo- A ver Jorge... me vas a contar hasta diez ¿Vale?

Jorge: Vale...

E: Empieza

Jorge: Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete...

E: Vale, ya se ha dormido... -Mónica entraba a quirófano- cariño ¿puedes poner la música?

Mónica: Claro

La enfermera se acercaba hasta un pequeño radiocasete que había en una de las estanterías y
presionaba el botón haciendo que una música comenzase a sonar.

E: Anda mira... que canción más oportuna... -miró a Maca un segundo y siguió con la intervención.

Esther comenzaba a abrir despacio mientras tarareaba aquella letra, Maca la miraba por encima de la
mascarilla y un pinchado atravesó su pecho.

E: Maca aspira ahí

M: Sí

Completamente concentrada comenzaba a separar los fragmentos sueltos que se habían desprendido
del hueso e intentaba limpiar la zona lo más posible.

E: ¿Por qué no has querido operar?

La pediatra levantó la vista un segundo al comprobar que se dirigía nuevamente a ella y sus miradas se
cruzaron por primera vez haciendo que las dos, casi en el mismo segundo, la volvieran a bajar
hasta el chico.

M: Es algo que no me gusta hacer, así que mientras pueda evitarlo

E: Pues a mí me gusta, me relaja... Mónica pásame unas pinzas más pequeñas por favor

Mónica: Sí
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Gracias

La música seguía sonando, y Maca hacía algo que no quería, prestar atención a la letra de aquella
canción tan oportuna como esta había dicho. Esther colocaba unos fijadores concentrándose
absolutamente en aquella mano.

Mónica: Oye Esther... -la enfermera sin llegar a tocarla se acercaba a ella cariñosamente.

E: Dime

Mónica: Había pensado que un día de estos podíamos ir a ver lo del mueble de la habitación... que
desde que lo dijimos no hemos ido

E: Vale cariño... luego lo hablamos

Cada frase de aquella canción la estaba torturando poco a poco, levantó la vista y Esther se había
quedado por unos segundos fija en ella, justo cuando había terminado aquella pequeña
conversación con Mónica, y manteniendo también la suya, parecía que ninguna la quisiese
apartar, pero dejando claro que la culpa la corroía más cada minuto Maca la desvió haciendo
reaccionar a Esther que se había perdido en el tiempo y el espacio por un segundo.

E: Pues esto ya está... muy buen trabajo

Se giró para ir a cambiarse y lavarse.

Habiendo tardado lo menos posible se quitaba aquel pijama e iba por el pasillo colocándose sus cosas
cuando Mónica llamaba haciéndola detener sus pasos.

Mónica: ¿Te tomas un café conmigo?

E: Pues... -vio la puerta de quirófano abrirse y desvió su mirada viendo a Maca salir- claro vamos

En aquel pasillo, la mente de Maca sufría una confusión considerable, habían hablado con indiferencia,
brevemente, pero su cuerpo había reaccionado con calma, la veía marcharse junto a aquella
enfermera, y sabía que aquel no sería el momento de hablar, y sabiendo que seguramente
saldría mal parada, era lo que más deseaba.

De camino a la cafetería, Esther parecía ausente, pero hacía lo posible por prestar atención a la
enfermera que iba contándole algo, algo que ella aun no había alcanzado a escuchar. Cuando
pasaban la zona de cortinas otra enfermera llamó a Mónica.

Enfermera: Te necesitamos un momento

Mónica: ¿No hay nadie más? -su compañera negaba con la cabeza- bueno... lo siento cariño

E: No pasa nada... luego te veo

De nuevo hacia la cafetería, pero esta vez sola, caminaba cabizbaja, con las manos en los bolsillos de su
bata mientras que con una de ellas jugaba con una pequeña canica en su bolsillo. Tras servirse
un café se sentó en la mesa más arrinconada de la sala, haciéndola rodar sobre la mesa.

La había tenido frente a ella durante horas, habían cruzado sus miradas varias veces y no sabía cómo
reaccionar, durante todos esos años se había imagina algún que otro encuentro, muchísimas
reacciones, pero nunca pensó en la realidad. Su mente sufría un estado de asimilación, mientras
se repetía una y otra vez que todo aquello era real, que Maca había vuelto, que la vería cada
día.

Aquellos ojos que la miraron en el quirófano habían hecho que todos los recuerdos que había guardado
bajo llave para ella, saliesen de nuevo como una película de su vida, y aunque cerrase los ojos,
los veía marcados frente a ella.
Corazón Helado por AdRi_HC

- ¿Cómo estás?

E: ¿Uhm? -alzaba la mirada encontrándose a Cruz frente a ella- hola

C: Hacía tiempo que no sacabas la bolita

E: Sí... -sonreía al darse cuenta- hoy es un día extraño

C: ¿Ocurre algo? -observaba a Esther hacer una mueca- ¿con Mónica bien?

E: Ni yo misma lo sé... -daba un trago de café y apoyándose en la palma de la mano se quedaba


mirándola- ¿sabes qué? iba a romper con ella... anoche cuando llegué a su casa... pero no pude

C: ¿No pudiste por ti... o por ella?

E: Soy incapaz de decírselo...

C: Pues si no estás enamorada de ella deberías hacer algo... no es justo Esther...

E: Lo sé... pero...

C: ¿Pero?

E: Las circunstancias han cambiado...

C: Pues explícate porque me he perdido...

E: La quiero, la quiero mucho Cruz... pero no la miró con esos mismos ojos con los que la miraba antes,
ahora cuando salgo no estoy deseando llegar a su casa para verla o despertarme a media noche
para llamarla sin motivo alguno, ahora... simplemente dejó que pase el tiempo, que... no sé que
es... -colocaba ambas manos en la cara tomándose unos segundos- y encima…

C: ¿Encima qué?

E: Recuerdas cuando aquella noche estuvimos hablando horas y horas en mi casa

C: Claro

E: Maca

C: ¿Maca qué?

E: La mujer de la que te hable es Maca

C: ¿Maca? ¿nuestras Maca? -Esther asentía mientras daba su último trago de café- joder

E: Sí, eso mismo digo yo, joder

C: Y Mónica no lo sabe claro

E: Claro

C: Haber si te entiendo Esther... estás segura de romper con Mónica pero ahora que Maca está aquí, ¿has
cambiado de parecer?

E: No, no me mal interpretes... no quiero utilizar a Mónica, en absoluto

C: ¿Entonces?

E: Con ella a mi lado me siento protegida

C: Protegida de Maca
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Diciéndolo tú parezco detestable

C: Puede ser... pero comprendo lo que dices

E: ¿Qué hago Cruz? -esta suspiraba mientras miraba a su amiga.

C: Lo siento, pero... no sé qué decirte ¿tú que sientes Esther?

El turno en el hospital llegaba a su fin, Esther colocaba sus cosas en su taquilla mientras sabía que
Mónica la esperaba fuera con Teresa, la conversación con Cruz había hecho que no hubiera
podido dejar de pensar en todo el día y ahora un terrible dolor de cabeza no la dejaba ni
pestañear con tranquilidad. Cogió su bolso y caminando lentamente llegó hasta ellas.

E: ¿Estás ya?

Mónica: Sí... ¿vamos a mi casa o a la tuya?

E: Como quieras, yo pienso acostarme sea donde sea, me va a estallar la cabeza... -se apoyó en el
mostrador haciendo que Mónica frotara su espalda cariñosamente.

Mónica: ¿Estás mala?

E: Estoy cansada

T: Pues ale, iros a descansar... y tú a dejar que te mimen un poco y se te pasa

E: Si solo se pasara con eso... -se incorporó de nuevo hablando con indiferencia.

T: ¡Maca! -llamaba a la pediatra que parecía marcharse- ¡tienes que firmar!

M: Perdona Teresa... -se giraba sin mirar a la pareja- la falta de costumbre... -firmaba con una pequeña
sonrisa- hasta mañana

T y Mónica: Hasta mañana...

Todas salvo Esther despidieron a aquella mujer que se iba sin mirar a ningún sitio que no fueran las
puntas de sus zapatos. Se subió a su moto queriendo salir lo más rápidamente posible de allí e
incorporándose a la carretera fijaba el rumbo hacia su casa.

T: ¿Es maja verdad? -sin quitar la vista de la puerta Teresa preguntaba aun recordándola.

Mónica: A mí me cae bien... aunque no habla mucho

T: Pues será contigo... conmigo sí habla

Mónica: No será que la que habla eres tú, Teresa jajaja

T: Ais... siempre igual oye ¿y a ti Esther?

E: ¿A mí qué? -preguntaba despistada.

T: ¿Qué si te cae bien?

E: ¿Quién?

T: ¡Maca!

E: Ah... bueno... ¿nos vamos?

Mónica: Sí venga... que te preparo algo y nos acostamos

E: Hasta mañana Teresa


Corazón Helado por AdRi_HC

T: Hasta mañana

De camino en su coche sabía que aquella noche no podría dormir con Mónica, era imposible ni tan
siquiera pensar en hacerlo, estaba realmente desconcertada, agobiada y necesitaba estar sola,
poner sus ideas en orden, sacar una rabia que estaba creciendo en ella todo aquel día y con ella
cerca sería imposible hacerla salir.

E: Será mejor que me vaya a mi casa... -aparcó frente al portal de Mónica.

Mónica: ¿Pero por qué?

E: Estoy cansada y... me apetece estar un poco sola

Mónica: ¿Cuándo vamos a hablar Esther? ¿Cuándo vamos a dejar las cosas claras?

E: No creo que este sea el lugar para esto

Mónica: Para ti nunca hay un lugar, ¿tanto te cuesta decirme que ya no me quieres?

Esther levantó la mirada cruzándose con la suya, se había quedado sin voz, intento abrir los labios para
dejar salir el aire pero ni estos la hacían caso. Mónica la miraba con lágrimas en los ojos,
esperando una respuesta para dejarlas caer, pero esta no llegaba.

Mónica: Dímelo

El aliento quemaba su garganta, necesitaba decirlo, pero sabía que la destrozaría, miró sus manos en el
volante y aun estando agarrada a él notaba el temblor que tenía.

E: Lo siento

Mónica: ¿Lo siento? Esther necesito que me lo digas...

E: Yo...

Mónica: Nunca pensé que fueras tan cobarde

Escuchó la puerta abrirse, la vio salir de aquel coche y se sintió perdida, perdida y lanzada al vacío, un
vacío donde nadie podría protegerla. Salió corriendo del coche y antes de que pudiera atravesar
la puerta la agarró del brazo haciéndola girar.

E: Perdóname...

Se acercó más a ella abrazándola, cobijándose en ese cuerpo que tantas noches lo había hecho sin saber
que era su salvavidas. Pasaron unos segundos hasta que sintió como Mónica la rodeaba con sus
brazos y comenzó a llorar.

E: Déjame intentarlo por favor... déjame intentar volver a ser la de antes

Maca llegaba a su casa decaída, arrastrando unos pies que pesaban como si arrastrase su vida con ellos.
Dejó el bolso caer dándole igual donde lo hacía y encaminándose a su habitación, cayó en la
cama intentado desprenderse de tanto mal estar.

Candela: ¿Cómo estás?

M: ¿Tienes algún veneno rápido? -con su cara hundida en la almohada hablaba decaída.

Candela: ¿Pero qué tonterías estás diciendo? -su hermana se sentaba junto a ella- ¿Qué ha pasado?

M: Me odia... me odia...
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Abrazó a Candela mientras comenzaba a llorar todo lo que se había contendió aquel día. Su hermana le
acariciaba la espalda sabiendo que llegaría así y que aquello costaría algún que otro milagro.

Candela: Maca... sabías que no te iba a recibir con un abrazo ¿Verdad?

M: Sí, pero verla después de tantos años...

Candela: ¿Qué ha pasado a ver?

M: Hemos operado a un niño...

Candela: ¿Las dos?

M: Sí... con su novia delante... es enfermera

Candela: Que momentazo

M: Candela... no tiene ninguna gracia

Candela: Perdona, perdona...

M: Me ha hablado como si tal cosa, pero... las veces que nos hemos mirado era como si... me
reprochaba todo Candela... cada cosa me la reprochaba con esa mirada

Candela: Te tienes que aguantar y agradecer que no te haya dicho nada más con lo que haberte querido
hacer daño

M: Pero lo hará... y lo veo normal

Candela: Pues sí...

M: ¿Qué hago?

Candela: Dejar que pase el tiempo... -acariciaba su pelo intentando trasmitirle ánimos-deja que pase... el
día que habléis pues tendrás que aguantar el chaparrón y si dios lo quiere quizás puedas... no
sé... podáis ser amigas... pero piensa como debe sentirse ella, como se sintió cuando saliste de
su vida, si se enamoró de ti actuando así no me quiero ni imaginar cómo lo debía pasar para
llegar hasta la vida que tiene ahora... lo que más tienes que guardar es paciencia cariño, mucha
paciencia y por qué no... ganártela un poquito, se amable... ayúdala cuando veas que puedes
hacerlo, esas pequeñas cosas que ella sí puede valorar y valorando que tiene pareja... ella no
tiene culpa de nada...

M: Lo sé... y si ¿aun así no consigo nada?

Candela: Aceptarlo, la hundiste Maca y solo podrías aceptar su posición

Cuando notó que Mónica se había quedado dormida se levantó con cuidado de no despertarla y
despacio fue hasta la terraza, se cubrió con la pequeña manta que había cogido del sofá
segundos antes y apoyándose contra la barandilla observaba la calma de la calle.

Miró al cielo unos instantes y sintiendo un inminente llanto cobijó su rostro entre sus brazos, notando la
pequeña convulsión que crecía en su cuerpo segundo a segundo. Apretaba sus puños en la
gruesa tela haciendo lo posible por no hacer ruido.

Recordó la conversación con Cruz en la cafetería sin poderlo evitar, sintiendo que todo su mundo
nuevamente volvía a flaquear.

E: ¿Qué hago Cruz? -esta suspiraba mientras miraba a su amiga.

C: Lo siento, pero... no sé qué decirte ¿tú qué sientes Esther?


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Tapó su rostro entre sus manos no queriendo ni escuchar ella misma aquella contestación que conocía de
sobra. Suspiró profundamente mirando a su compañera.

E: No he dejado nunca de quererla Cruz... nunca

Se sentó arrastrando su espalda por la pequeña pared quedando sentada, abrazándose a ella misma,
llorando sin poder evitar el movimiento de su cuerpo a la vez que repetía aquel nombre en sus
labios.

E: Maca

Aquel día en el hospital estaba resultando ser desastroso, un accidente de la M-30 había provocado
docenas de heridos y la gran mayoría estaban siendo trasladados al Central. Las operaciones no
daban a basto usando los boxes como quirófanos improvisados.

Esther iba de un lado a otro, intercalando operación con operación y tras casi siete horas de aquella
manera decidió que era momento para un descanso, intentó buscar a Mónica pero era
prácticamente imposible dar con ella, así que deseando poder descansar se encaminó hasta el
gabinete encontrándolo vacío y suspirando por ello se dejó caer en el sofá cerrando los ojos
nada más acomodarse.

Sentía como sus músculos poco a poco se iban desentumeciendo, su cuerpo comenzaba a relajarse y un
profundo sueño comenzaba a asomarse, y no queriendo quedarse dormida, se acercó hasta la
cafetera para servirse un café bien cargado.

Tras dar el primer trago sintió como aquel líquido amargo y caliente caía por su garganta haciéndola casi
suspirar de placer. Recostó su cabeza en el sofá y volvió a cerrar los ojos sin soltar aquella taza.
Cuando nuevamente comenzó a relajarse la puerta se abría haciéndola reaccionar e
incorporándose pudo ver como su tranquilidad se esfumaba con tan solo su presencia.

M: Perdona no... no sabía que hubiera alguien

E: Tranquila... -volvía a cerrar los ojos- yo me marcho enseguida

Sin decir nada más la pediatra se dirigía impaciente hasta la cafetera, sirviéndose una taza y sentándose
en la mesa tras ella.

Sin poder ni querer remediar, su vista se posaba en ella, observaba como su cuello se movía por la
respiración y como en alguna ocasión, aquellos labios se abrían para dejar paso al café.

M: ¿Has tenido mucho lío?

E: Sí... solo falta que me hagan operar de camino a cada operación

Ni ella misma se creía que aquel humor hubiera salido en aquel momento, se sentó de nuevo algo
sorprendida y levantándose se acercó hasta el mueble para dejar su taza.

E: Y tú... ¿muchos niños?

M: Uhm... uno ha llegado bastante mal y no hemos podido hacer nada por él

E: Lo siento

M: Gajes del oficio

Una mueca parecía a una sonrisa salió de sus labios mientras la miraba apenas un par de segundos, bajó
su vista hasta el bolígrafo que giraba en sus dedos y tomó aire para volver a hablar.

M: Esther yo... yo no sé qué te parece todo esto... como...

E: Aun estoy sorprendida no te lo voy a negar


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M: Te juro que... no recordaba que me dijiste que ibas a pedir las prácticas aquí

E: Tampoco tenías por qué... -se quedó unos segundos con la taza entre sus manos sin llegar a soltarla-
de saber que estaba aquí ¿hubieras rechazado el puesto?

M: No

E: Pues ya está...

El estar hablando con ella le parecía de lo más ilógico, sentía como si con cada palabra que cruzase con
ella fuera un golpe más hacia aquella herida que dejó completamente abierta hace tres años. Se
giró queriendo escapar de allí pero otra vez la voz de Maca le impedía seguir.

M: Me gustaría que pudiéramos ser amigas

Con el pomo entre sus dedos cerró los ojos cuando lo que de verdad hubiera hecho hubiera sido abrirlos
por completo. La estaba dejando desbancada cada vez que decía algo, para nada pensaba que
la Maca que la dejó hace años en una terraza era la misma que ahora se sentaba en esa mesa.

E: Yo no sé si puedo ser amiga tuya Maca... -abrió esta vez sí con rapidez marchándose de allí.

La pediatra caminaba de un lado al otro del salón mientras le relataba aquel encuentro a su hermana,
estaba realmente nerviosa y Candela casi no comprendía aquello que le decía.

Candela: A ver Maca, cálmate... ¿Qué fue lo que le dijiste?

M: Pues eso que... que quería... no, que me gustaría que fuéramos amigas, porque sí... porque aunque
no sea como quiero pues... necesito tenerla cerca Candela, solo llevo un par de días viéndola y...
¡uf!

Candela: ¿Qué te dijo ella?

M: Que no sabía si... si podría ser mi amiga... -se paró en seco girándose hacia su hermana- ¡¿y cómo me
coño me tomo yo eso a ver?

Candela: Ven

M: Candela de verdad

Candela: ¡Ven joder!

Con la cabeza agachada se sentó junto a su hermana que la recibía con los brazos estirados para
abrazarla. Se dejó caer a un lado mientras era mecida por su cuerpo y cobijada por su hermana.

Candela: No sé cariño... no sé cómo te puedes tomar eso

M: ¿Me odia tanto que no puede o...?

Candela: Quien sabe, lo mismo no puede verte de otra manera ni siquiera como amiga, dale tiempo...
tiempo para que se acostumbre a ti de nuevo y lo vea algo normal, verte cada día... lo mismo
una mañana se levanta y...

M: Y me manda a la mierda... -se levantó enfadada- ¡no me mires así porque es lo más probable!

Candela: Sí... seguramente sí...

M: ¡Se me va a caer el pelo de estos putos nervios ya verás!

Candela: Jajaja

M: ¡Encima te ríes!
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Candela: Es que me encanta verte así Maca

M: Que encanto de hermana tengo

Candela: Compréndeme, estás aquí... muerta de miedo porque Esther no quiera saber nada de ti...
enamorada hasta las trancas de una mujer a la que tuviste en la palma de tu mano y aunque
cueste creerlo... me gusta ver a mi hermana pequeña de nuevo así

M: Ya... -se mordía el dedo nerviosa- y ¿si intento enamorarla otra vez?

Candela: Pues hija... ya puedes sacar la artillería pesada

En casa de Esther la cosa era bastante diferente, el encuentro con Maca la había dejado bastante
descolocada, bastante confusa, pero quería hacer porque las cosas con Mónica fueran mejor,
quería poder ser feliz sin ella y se había propuesto tal cosa, y así, pasando aquella noche junto a
ella, intentaba estar lo más animada posible.

E: ¿Te apetece que veamos un peli?

Mónica: Como quieras

E: A ver... -se levantaba rápidamente del sofá hacia la estantería- ¿de humor mejor?

Mónica: Vale

Mónica permanencia sentada en el sofá, cruzada de brazos, observándola ir y venir mientras colocaba
cosas para comer frente a ellas, patatas, un par de cervezas, frutos secos, un servilletero a
rebosar y dos vasos que guardaban en el congelador para que la cerveza no perdiese su
temperatura tras echarla al vaso.

Mónica: Esther

E: Ya, ya... ahora mismo acabo

Colocó el DVD en el reproductor y encendiendo el equipo de música para poder escucharla bien y
cogiendo el mando se sentaba junto a ella, uniendo sus brazos por la corta distancia.

Mónica: Esther escúchame

E: Cariño... empieza ahora mismo no seas impaciente... -con el mando reproducía aun más rápido los
pocos avances que contenía.

Mónica: Dame el mando

Arrebatándoselo de las manos apagaba el DVD y lo dejaba sobre la mesa no mal humorada, pero sí algo
impaciente, se levantó hasta el mueble, sacó un cigarro y encendiéndoselo se sentaba otra vez ,
pero en esta ocasión algo más alejada y girándose para poder hablar frente a frente.

Mónica: Vamos a hablar

E: ¿Ahora? Pero si...

Mónica: Hablaremos... -Esther bajaba la mirada dándose por vencida y se levantaba imitándola para
coger un cigarro- ¿de veras creías que después de lo de anoche iba a dejar pasar el tiempo
como si nada?

E: Quiero intentarlo

Mónica: Pero eso no quita que debamos hablar

E: ¿De qué quieres hablar?


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Mónica: Esther... yo sé que hace tiempo que entre nosotras algo cambió, tú cambiaste... y yo no puedo
obligarte a quererme, me duele pero...

E: Sí te quiero

Mónica: Pero no me amas... no confundas el cariño con el amor Esther...

E: Pero si lo intento...

Mónica: Eso no se puede forzar... eso tiene que nacer...

E: ¿Entonces?

Mónica: ¿Quieres saber lo que creo? te atas a mí por alguna razón y sé que por lo menos por ahora... no
me dirás cual es y creo que... -miró sus manos unos instantes cogiendo valor para lanzar
aquellas palabras- deberíamos dejarlo antes de que nos hagamos más daño

E: No, no, no... -se giró hacia ella aun más cogiéndole las manos.

Mónica: Esther mírame y dime que lo quieres intentar por ti... sin ninguna razón más a la espalda...
-Esther la miraba en silencio, abrió un par de veces los labios pero era incapaz- no puedes...

E: Lo siento

Mónica: Siempre que me necesites estaré contigo... eso no hace falta que lo dudes, ni que lo temas...
pero no me uses de escudo Esther...

Habían pasado un par de días desde aquella conversación y Esther la echaba de menos, pero sabía que
no era de la forma en la que puedes sentir lejos a alguien a quien amas, la echaba de menos
cuando necesitaba un abrazo, cuando se sentía sola, cuando necesitaba fingir para creérselo
ella misma, pero en el fondo, sabía que era lo mejor.

En el hospital no habían comentado nada más y con Maca, con Maca todo iba muy lento, habían cruzado
apenas diez palabras desde que se vieran en el gabinete, Esther la evitaba y la pediatra lo sabía,
no quería forzar ninguna situación pero todo aquello la estaba empezando a incomodar.

Mónica estaba en farmacia cuando dos enfermeras entraban comentando algo no muy alto, pero lo
suficiente para que no pasase desapercibido para ella.

Enf1: Yo escuché decir a Vilches que ya se conocían

Enf2: Pues disimulan muy bien

Enf1: Yo me creo que esas tuvieron algo

Al escuchar aquella última frase agudizó su oído aun más, aunque no le gustaban los chismorreos que se
traían por el hospital, era inevitable que llamase su atención.

Enf1: A mí me cae bien la muchacha no harían mala pareja

Sin poder seguir con aquella intriga salió de aquel mostrador sorprendiendo a las dos enfermeras que la
miraron un segundo sin saber qué hacer.

Mónica: ¿De quién habláis chicas?

Enf1: Eh... no, de… de nadie

Mónica: Venga ya... decírmelo va

Enf2: Mónica no creo que…


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Mónica: Si no me lo decís vosotras puedo bajar y sacárselo a Teresa, así que vosotras veréis... -se cruzó
de brazos sonriendo por el apuro de sus compañeras.

Enf1: Verás, es de... de... Maca...

Mónica: ¿Maca entiende? -sus amigas la miraron algo preocupadas- guau... ¿y con quien se lió si se
puede saber?

Enf1: Con... -ambas enfermeras se miraban sin atreverse a nombrarla- pues... no nos han dicho nada
¿no? Pero por... por la forma en que se miran pues...

Mónica: Venga soltarlo de una vez que me está dando un ataque

Enf1: Esther...

Mónica: Est... ¿Esther?

Sentadas en la cafetería Esther, Laura, y Cruz tomaban el primer café de la mañana comentando la
pequeña cena que el jefe de cardiología prepara por su jubilación. Laura imitaba el discurso que
este daría y sus compañeras reían sin parar ante la escena.

L: Señoras y señores aquí presentes... saben que yo soy una persona poco establecida a hacer amistades,
ya que únicamente me preocupo de ejercer mi trabajo sin más miramiento... pero les agradezco
la cordialidad con la que me han tratado todos estos años

E: Jajaja Laura para por dios

L: Y si me permiten un último agradecimiento... se lo dedico a todas esas enfermeras que tan buenos
ratos me hicieron pasar en mis horas de sueño

E: Jajaja dios... anda que si te oyera

L: Me mata... me saca el corazón para meterlo en una urna

E: Ais... por dios hacía tiempo que no me reía tanto... -se limpiaba las lágrimas sin dejar de reír.

L: ¿Vendréis para presenciarlo no?

E: Jajaja pues... ais... no sé... ahora después de haber visto esto no quisiera estallar a reír mientras hable

C: No mujer... nos salimos en ese momento y arreglado

Mientras Esther seguía concentrada en que su respiración volviese a su cauce, Maca atravesaba la puerta
buscando parecía, alguien con quien sentarse, ambas se miraron y aunque no era muy
acertado, les sabía mal dejarla a un lado y Cruz estirando el brazo y llamando la atención de
Esther que se giraba para ver a quien llamaba, vieron como esta con la taza de café en sus
manos se dirigía hasta ellas.

M: Hola chicas

C: Hola

M: ¿Os interrumpo?

E: Que va... Laura estaba haciendo una imitación de Muñoz

M: ¿El cardiólogo?

L: Sí... ¿quieres que la haga?

E: ¡No!
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C: ¡No!

Esther y Cruz chillaron al unísono al ver a dicho médico cruzar la puerta con otro de los cirujanos. Todas
miraron hacia la puerta y luego al volver a mirarse estallaron nuevamente a reír haciendo que
todos allí las mirasen.

Maca aunque también riendo, no podía quitar los ojos de aquella mujer, esa que nuevamente veía
sonreír, reír feliz frente a ella, y sintió envidia, envidia por no poder ser el motivo de aquella
sonrisa que se le volvía a clavar en el corazón.

L: Uf... menos mal

E: Jajaja y que lo digas

C: Oye Maca ¿Vendrás a la cena? -sin tan siquiera pensarlo preguntaba a la pediatra sorprendiéndolas a
todas.

M: Eh... ¿Qué cena?

L: La de la jubilación de Míster Marshall jajaja

M: A pues... no sé

L: La cena sí corre por su cuenta, pero luego nos vamos las chicas a dar una vuelta

Laura sin darse cuenta también había entrado en aquella invitación siendo recriminada visualmente por
Esther que no entendía por qué todo el mundo se había puesto en su contra en tan solo diez
minutos.

M: Pinta bien

C: Pues piénsatelo y nos dices... y ahora volvamos un poquito al trabajo que veo que aparece Vilches y
nos canea

Laura había acabado su jornada y en el vestuario se dedicaba a quitarse el pijama y ponerse su ropa de
calle, mientras lo hacía sonreía recordando el interés de uno de los pacientes de aquella tarde,
había estado todo el tiempo intentando convencerla de ir a cenar y le resultó de lo más
gracioso. Mientras se ajustaba el cinturón del pantalón la puerta se abría y girándose comprobó
que la pediatra entraba con ella.

M: Hola

L: Hola

Sin mirarla demasiado tiempo, Laura seguía en su tarea de terminar su turno, abrió la taquilla cogiendo
unas últimas cosas y cerrándola con llave se disponía a marcharse.

M: Laura... ¿tienes un minuto?

L: Pues la verdad es que...

M: Será un momento

L: Está bien

Cerrando su bolso mientras volvía a guardar las llaves del coche iba de nuevo hacia el banco donde
segundos antes la pediatra había hecho lo mismo.

M: No hemos tenido oportunidad de hablar

L: ¿Y de que quieres hablar?


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M: Yo... -bajó la mirada unos segundos antes de comenzar a hablar- comprendo que estéis así conmigo...
que me miréis y veáis a la misma persona que hace años era tan...

L: ¿Egoísta?

M: Egoísta... pero ahora las cosas son diferentes Laura, esa persona cambió y me gustaría... no poder
enmendar mi error porque eso sé que me costará pagarlo mucho tiempo si no toda la vida,
pero querría que supierais que... quiero ser vuestra compañera y sí me dais la oportunidad...
volver a ser amigas

Desde su posición la observaba hablar, podía diferenciar el nerviosismo de sus palabras, pero también
miedo, miedo y rasgos de vergüenza mientras hablaba del pasado, dudó unos instantes en los
que tomó aire para hablar, pero las palabras que iban a salir no eran las que pretendía.

L: Verás... en este caso, es Esther la que es mi amiga y muchos años además y... no soy yo quien debería
hablarte de esto pero, lo pasó muy mal Maca, lloró durante meses y vi su sufrimiento, uno que
se marcó en sus ojos y que aun le cuesta no sacar a relucir en ocasiones... yo no te voy a negar
la palabra, pues como bien dices, ahora somos compañeras, lo único que te puedo decir es que
quizás con el tiempo pues... esto cambie, pero debes comprender que mi punto de vista
siempre estará en lo más favorable para ella

M: Lo respeto y lo comprendo

L: Pues... pues eso que... si necesitas algo pues... que puedes contar conmigo pero...

M: Me lo tengo que ganar

Se levantó con una pequeña sonrisa ante aquel comentario triste de la pediatra y sin decir nada más se
despidió de ella con un gesto antes de marcharse de allí.

L: Esta tarde estuve hablando con ella

E: Y de que si se puede saber

Esther permanecía de espaldas en la cocina mientras Laura sentada en una de las sillas la observaba
preparar la cena mientras le relataba aquel encuentro con la pediatra.

L: Me pillo justo cuando me iba... me dijo que quería... bueno, diciéndome que íbamos a ser compañeras
y que quería que con el tiempo volviéramos a ser amigas...

E: Pues nada... que lo intente a ver

L: Esther

E: Da igual Laura... lo único seguro es que me tengo que acostumbrar a verla cada día

L: ¿Tú has hablado con ella?

E: A mí me dijo algo parecido... quiere que seamos amigas

L: ¿Tú crees que ha cambiado?

E: No lo sé... -se giró de repente apoyándose en la encimera mientras miraba a su amiga- la verdad es
que desde que la vi... no ha hecho nada que me recuerde a como era hace años

L: Vendrá a la cena

E: Ya... -se mordía el labio nerviosa- y me da miedo... una cosa es verla en el hospital, allí puedo
esquivarla pero...

L: ¿Por qué tienes que esquivarla?


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Hacía tiempo que no tenían una conversación sobre ella, sobre aquellos sentimientos que inundaban a
Esther, apagó el fuego y sentándose junto a ella sabía que necesitaba la ayuda de Laura, porque
ella misma se estaba perdiendo cada día más.

E: Tengo una contradicción bastante complicada

L: Cuéntamela

E: Cuando la veo me... me acuerdo de entonces ¿sabes? y... me da rabia, me apetece acercarme y
chillarle, recriminarle todo lo que me fue ahogado entonces pero luego... la... la veo sonreír con
algún niño o... estoy aquí en casa y me acuerdo de algo que haya visto en el hospital... y me
duele el pecho Laura... siento como si... la miró y sé que aun la quiero y según pasan los días me
cuesta más quitarme eso de la cabeza

Sabía que algo así saldría de sus labios, pero no con tanta seguridad, miraba a Esther y veía el mismo
miedo que le mostraba entonces, y ella misma lo sintió por su amiga, por no querer verla sufrir
de nuevo, pero conocía ese gran amor que un día nació en su interior, y que tenía la certeza de
que por muchos años que pasasen, seguiría siempre dentro de ella. Recogió el aliento justo
para comenzar a hablar pero el timbre de la puerta las hizo callar repentinamente a las dos.

L: ¿Esperas a alguien?

E: No, voy... voy a abrir... saca la carne de la sartén

L: Te espero aquí

E: Ey... -nada más abrir la puerta se encontró con una Mónica que le rompía el corazón- ¿Qué te pasa?
-se acercó hasta ella pero esta retrocedía en su camino- ¿Qué ocurre?

Mónica: ¿Podemos hablar?

E: Claro... pasa

Haciéndose a un lado Mónica pasaba delante de ella sin mirarla a los ojos, continuó su camino cerrando
la puerta despacio y escuchando la voz de Laura que salía de la cocina.

L: Hola Mónica... -se quedó extrañada al verla de aquella manera- ¿te pasa algo? ¿Estás bien?

Mónica: Sí... tranquila

Miró a Esther que permanecía tras ella sin decir nada y comprendió que estorbaba en aquel momento,
entró de nuevo en la cocina y recogiendo sus cosas se despedía de su compañera y de Esther
apretando su mano antes de salir de la casa.

E: Vamos al salón

Más que nerviosa observaba como la enfermera tomaba asiento en el final del sofá, sin mirar hacia otro
lugar que no fuesen sus manos, unas que se movían nerviosas tanteando un anillo que Esther
conocía a la perfección.

Mónica: Te voy a hacer una pregunta... y quiero que seas sincera

E: Está bien

La enfermera tomaba aire sin poder terminar de sacar aquella duda de su interior, sabía que si era
afirmada todo por lo que ella aun sentía un resquicio de esperanza, se evaporaría como el agua
en el más mismo infierno, pero necesitaba una verdad mayor que todo ese dolor para poder
comprender aquella situación.

Mónica: ¿Tuviste... tuviste algo con Maca?


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Su corazón sufrió una descarga y sus sentidos se ralentizaban mientras miraban aquellos labios tomar la
forma de aquella pregunta tan directa en el peor momento. Aquellas dos miradas se habían
cruzado, sintiendo formas distintas de un mismo sufrimiento.

Mónica: Contéstame Esther... y dime si todo esto es por ella

E: No... eso no

Negaba dirigiendo su mirada al suelo, eso no era cierto, ese no era el motivo, aunque sí un gran aliciente
a que todo hubiese fraguado de aquella manera.

E: Eso no tiene nada que ver... esto no... no iba bien antes de que ella apareciese

Mónica: ¿Entonces es cierto? ella y tú...

E: Fue hace años, antes de... antes de terminar la carrera

Mónica: ¿Aun la quieres?

Alzó la mirada encontrándose de nuevo con el dolor de otra pregunta que era el final de todas aquellas
formuladas antes, y seguramente, la finalidad de aquella conversación.

Mónica: Necesito que me lo digas Esther... se sincera conmigo por favor...

Sin poder remediarlo unas lágrimas caían por sus ojos con solo contestar en su propio pensamiento, no
sentía el valor para contestarle, pero sabía que ambas lo necesitaban, ser sinceras en aquella
situación.

E: Sí

Mónica: ¿Y ella?

E: Lo que yo sienta no tiene nada que ver... lo nuestro acabó hace años y... hay demasiadas cosas que...
es algo imposible

Hacía unos minutos que Mónica se había marchado y aun sentía un dolor demasiado grande en aquel
salón, uno que había intentado evitar, pero que si a ella la perseguía desde hacía años, el que
sintió en aquellos ojos que la miraron antes de irse, la hicieron sentirse la persona más cruel de
la tierra.

Ni una sola lágrima más había caído desde que terminase de hablar, y dejando la mirada perdida en todo
aquel dolor intentaba pensar, encontrar un solo motivo por el que pensar que todo tenía un
motivo en esta vida, pero le era imposible encontrarlo.

Imágenes de dos vidas distintas, primero aquel encuentro con la pediatra, aquellas tardes con aquel
juego que acabó quemándola, sonrisas, besos, caricias, muchos momentos que ella sintió
especiales, pero ningún te quiero en sus oídos, ninguno pudo ser retenido en sus recuerdos,
pero de repente estos cambiaban, un encuentro fortuito con Mónica, un tropiezo absurdo que
la hizo prendarse de aquella dulzura que le brindó primero con su amistad, para luego cegarla
momentáneamente con su amor, ese que sí recibió, ese que sí saboreó, pero el cual, aunque en
un principio creyó corresponder, ahora se daba cuenta de que no había sido devuelto por igual,
sabiendo que aquellos años habían sido un descanso en aquel camino, que de nuevo hacía que
se cruzase con ella.

Aquel sábado parecía ser lo más aburrido de todo el año, habían entrado apenas 3 personas haciendo
que los más aburridos incluso se agolparan en la puerta a falta de algo que hacer tras aquellas
horas de desesperación. Esther había aprovechado para archivar informes e historias que había
ido apilando en su mesa, así que cada cierto tiempo salía con un nuevo montón en sus manos
hacia el mostrador para entregárselos a Teresa.
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En uno de esos caminos iba con la mirada perdida en uno de ellos y escuchó como una de las bandejas
caía al suelo haciendo aunque corto, un ruido algo estrepitoso, paró sus pasos guiando su vista
hacia donde provenía y su cuerpo se paró de inmediato al ver como Mónica recogía algo
nerviosa los medicamentos que habían caído, mientras escuchaba alguna palabra mal
humorada de Vilches que pasaba aquel momento por allí, pero lo que no sabía, es que metros
más atrás, la misma escena se repetía siendo ella la observada, Maca había cruzado la puerta
de urgencias en ese propicio momento, mirando aquella escena que no hacía más que
restregarle que no tenía nada que hacer, que sumándole al odio que seguramente sentía hacia
ella, había alguien más en toda aquella trama que lo hacía más complicado.

Mientras llevaba un alta en sus manos recordó que aquel día era aquella cena de la que le hablaron las
chicas, y viéndolas entrar hacia la cafetería, terminó aquel papeleo y se dirigió hasta ellas.

M: Hola

L: Hola Maca

M: ¿También estáis aburridas? -se sentaba con ellas clavando sus ojos en Esther que aun no la había
mirado.

C: Pues ya ves chica... unos días parece que no puedes respirar y otros te ahogas de hacerlo tanto

M: La cena ¿era hoy verdad?

L: Sí... hemos quedado a las nueve en el restaurante

E: Por cierto... yo no voy a ir

La voz casi de ultratumba que Esther hacía salir de su cuerpo hizo que las tres la mirasen a la vez
mientras ella permanecía cabizbaja doblando la pequeña bolsita de azúcar que había
derramado en su café, Laura frunció el ceño, Cruz buscaba las palabras exactas para
recriminarle que no se le ocurriera decir aquello ahora, pero la única que veía la tristeza de
aquel momento era una Maca que la miraba expectante a que continuase hablando, y por qué
no, saber el motivo de aquel cambio de opinión.

C: Eso no te lo crees ni tú

E Cruz no voy a ir... así que me da igual lo que digáis

Se levantó enfadada dejándolas a todas de aquella manera, Maca giró su cuerpo mientras miraba como
se marchaba de allí sin perder detalle, Cruz no entendía el por qué de aquel repentino cambio y
Laura hablando con el subconsciente dejó salir un pequeño aliciente más.

L: Mónica y ella lo han dejado

Con su vista en aquella misma puerta, sintió sus ojos congelarse no pudiendo atravesar más que aquel
umbral por el que Esther había salido segundos antes. Tras haber comprendido lo que había
escuchado se giró hacia sus compañeras encontrándose con la mirada fija de Laura que
esperaba alguna reacción.

C: ¡Pues con más razón! ¡Esta se viene como que me llamo como me llamo!

Subiendo las escaleras como si el mensaje que llevaba dentro fuese la clave de un gran problema
mundial, abría la puerta de su casa aun más nerviosa, dejó el bolso mientras recorría la casa y
gritaba el nombre de su hermana.

M: ¡Candela! ¡Candela! ¿Estás en casa?


Corazón Helado por AdRi_HC

Ninguna respuesta la hacía perder la poca paciencia que aun guardaba y cuando tomó aire para hacer
aun más escandaloso aquella llamada escuchó el ruido de la ducha, este le aseguraba que allí
estaba su hermana. Corrió hacia el cuarto de baño y abriendo la puerta entró en él desplazando
la cortina con tanto ahínco que hizo que su hermana casi desmayase del susto.

M: ¡Candela!

Candela: ¡Joder! -colocó ambas manos a la altura de su pecho por la impresión- ¡me cago en el dios que
te cago Maca!

M: Escucha

Candela: ¡¿Tú estás tonta o qué coño te pasa?!

M: Te tengo que contar una cosa

Candela: ¡Tú te crees que lo que acabas de hacer es normal! ¡Me podía haber matado joder! -Maca
había callado mirándola fijamente- ¡no te suelto una porque aun me resbalo que si no! ¡será
posible!

M: Jajaja

Candela: ¿Te ríes? ¿Encima te ríes?

M: Lo siento jajaja

Candela: Mira... ¡tira eh! ¡Sal de aquí! ¡Pero ya!

Aun riéndose al recordar la reacción de su hermana llegó hasta el sofá, donde tomó asiento calmándose
de nuevo y pensando otra vez en eso que la había hecho sentir tanta impaciencia. Recorría el
salón de un lado a otro mientras se pellizcaba el labio esperando verla salir pensando en que si
tardaba más, aquella piel en sus dedos dejaría de existir en cuestión de segundos.

Como si de la nada hubiese salido, Candela atravesaba la puerta del salón con cara de pocos amigos
fulminándola con la mirada mientras se dirigía al sofá con una taza ella suponía, con algo para
aplacar aquel susto.

M: Cand...

Candela: Ni me hables –la cortó- espérate a que la tila me calme o saldrás perdiendo

M: Vale

Cual niña pequeña agachó la cabeza por aquella reprimenda y fue también hasta el sofá para sentarse
junto a ella. La observaba beber despacio aquel líquido humeante y poco a poco intentaba
acercarse hasta ella. Su hermana la miraba de reojo sintiendo aquel pequeño movimiento y no
decía nada, cosa que no le impedía seguir en su tarea. Ya casi pegada a ella coló su brazo entre
el hueco que tenía su hermana entre el suyo y su costado y abrazándolo apoyó la cabeza en su
hombro.

M: Lo siento

Candela: Te hubiera matado Maca

M: Perdón... -dio un beso a su hermana y volvió a su postura.

Candela: No te puedes alterar así cariño... y menos darme esos sustos, que por poco me da un infarto
coño

M: Vale... -sonrió sin querer ser vista y bajó la mirada.


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Candela: Venga... ¿Qué te pasa?

M: Esther y su novia han roto

Candela: Vaya... ¿motivo?

M: No lo sé, pero hoy hay una cena a la que pensaba ir... van los del hospital

Candela: Pues es una buena noticia ¿no?

M: Aun no sé si ella irá, Cruz la iba a convencer... ¿si va qué hago?

Candela: ¿ Cómo que qué haces?

M: Sí, ¿qué hago? ¿intento hablar con ella, le doy su espacio?

Candela: Habla como dos compañeras que sois Maca... no puedes pretender que de la noche a la
mañana habléis como las mejores amigas porque eso es imposible... intenta entrar en las
conversaciones y reza por que esas horas sean agradables, no te puedo decir nada

M: Ya

Candela: ¿A qué hora es?

M: A las nueve

Candela: Pues ale a la ducha señorita que tienes que ir guapa

Bastante nerviosa, pero queriendo aparentar tranquilidad absoluta, Maca caminaba hacia la puerta de
dicho restaurante, donde desde su posición ya podía distinguir a algunos de sus compañeros. Se
concentró en buscar a Esther pero no la veía por ningún sitio, así que respirando y tomando
valor llegó hasta ellos para saludarlos.

M: Buenas noches

T: Hola guapa... ahí que ver como lucís las jóvenes esos trapitos

M: Teresa... no es nada...

T: Si yo me pongo ese pantalón y mucho más, esa blusa, parecía otra cosa muy distinta a ti créeme

M: Jajaja no digas tonterías, si tú estás estupenda... a propósito ¿y los demás?

T: Estarán de camino, Cruz y Laura iban a no sé donde antes, con Vilches, y... Mónica me dijo que la final
no venía... aquí ahora mismo solo están estos... -se acercó hasta su oído- aburridos

M: Ya veo, ya

Minutos más tarde hicieron entrar a los que ya se encontraban allí, sintiendo algo de malestar por no
encontrar a ninguna de sus compañeras recordando que dijeron que harían lo posible por llevar
a Esther. Sentada en su asiento junto a Teresa intentaba empezar aquella conversación que la
recepcionista llevaba rato entablando con ella, pero que le era imposible seguir, cuando quiso
refugiarse en su copa de vino la cogió para dar un soberano trago de resignación cuando sus
ojos en aquel movimiento se fueron hasta la puerta, donde Laura y Cruz, llevaban agarrada a
Esther de los brazos, haciendo que la escena resultase de lo más cómica y más aun cuando
Vilches apareció tras ella mostrando un berrinche.

T: Mira... ahí están


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Sonriendo sin poderlo evitar miraba a sus compañeras llegar hasta la mesa, sentándose justamente
frente a ellas, menos Vilches que se encargó de correr más y ponerse en el asiento libre a su
lado, evitando así estar lo más lejos de aquellas tres personas que habían empezado a darle la
noche.

T: ¿Qué os ha pasado?

V: ¡Ni me hables! ¿Todas las mujeres sois tan cabezonas como la mía?

M: Pues no sé hasta qué punto lo es jajaja

V: Mucho... mucho más que mucho

C: Anda cariño... no seas tan gruñón que todo ha sido por una buena causa

E: Sí... raptarme a mí

El comentario de Esther aunque reflejaba enfado resultó ser gracioso, haciendo que aquel mínimo grupo
que pretendía pasárselo mejor que la gran mayoría riera haciéndola sentir algo avergonzada por
aquel timbre de voz que había usado en el comentario.

Minutos más tarde, todos y Raúl que se había incorporado al terminar su turno, formaban el lado
escandaloso de aquella mesa, bromas y chistes amenizaban la cena entre risas y lágrimas
contagiadas unos a otros.

Dejando a un lado aquella parte, dos personas se encontraban extrañas, esquivando y cruzando miradas,
conteniendo y mostrando nerviosismo que quizás solo ellas sabían de su existencia. Maca no
podía evitar mirarla, ni podía ni quería, estaba disfrutando tanto de verla sonreír, como si su
vida dependiese de todos aquellos segundos en que la veía feliz.

Por su parte, Esther no quería mírala, la sentía frente a ella, escuchaba su voz, su risa y le hacían no
poder controlar sus actos, cuando la escuchaba reír sus ojos se dirigían veloces hasta ese rostro
que se estiraba en aquel acto y aunque fuesen un par de segundos, se quedaba repasando ese
rostro que tenía grabado en su memoria desde hacía años.

Tras la cena, donde como habían imitado días atrás, el homenajeado hizo su discurso, uno en que ellos
no pudieron estar presentes ya que conocían la segura reacción de todos, salieron entre risas
hacia el primer local que encontraran a su paso.

Sin creer que fuera de aquella manera, Maca se sentía rodeada de compañeros, unos que la hablaban y
trataban sin juzgarla, incluso Laura se había permitido hablar con ella y reír en algunas
ocasiones, pero no así Esther, que aun no había cruzado una palabra con ella.

Raúl: ¡Esther! ¡espera coño! -corría tras ella que volvía a la pista de baile algo desinhibida.

C: Hay que ver esta criatura como está

L: Se ha pasado bebiendo

V: Pues mira déjala... que no piense durante una noche bien le va...

C: Ya Vilches... pero mira como esta

V: ¿Y qué quieres? ¿La llevo al hospital y le hago un lavado de estómago?

C: Mira... esta noche no hablo más contigo...


Corazón Helado por AdRi_HC

Durante unos minutos todos observaban aquel estado de su compañera, bailaba y reía con dificultad
pero sin dejar de moverse en ningún momento. Maca que permanecía apoyada desde que
comenzara a verla de aquella manera, no hacía más que mirarla para asegurarse de que no
ocurría nada, y Laura viendo aquel momento fuera de lugar, decidió que la noche se había
acabado y comenzaron a llevarla a la fuerza hasta la puerta.

L: Pues todos no cogemos

E: Tranquilos... yo me quedo... -girándose como pudo intentaba volver a entrar en la discoteca.

L: De eso nada, cogemos un taxi

M: Yo si… si queréis y me decís donde vive la puedo llevar, he... traído mi coche

L: ¿Tú?

Cruz y Laura la miraron a la vez mientras Esther había intentado mantenerse erguida mientras no se
cortaba un pelo a la hora de mirarla descaradamente.

E: Eso... -alzaba el brazo decidida- que me lleve ella...

L: Esther no creo que...

E: Que sí mujer, si total... ¿Qué va a hacer? ¿dejarme allí y marchase? ¡bah! lo superé una vez... lo puedo
hacer otra

Maca bajaba la mirada triste mientras movía las llaves en sus manos, Laura la observó tras escuchar a
Esther y creía que no era lo adecuado, pues estando Maca visiblemente afectada por ello
suponía que sería plato fácil para esa Esther borracha que no se cortaba para arremeter contra
ella.

L: Mira no... cogemos un taxi...

E: ¡Que no! -se zafaba de sus brazos y se acercaba a Maca agarrándola a ella en esta ocasión- ella me
lleva, pero eso sí... decirle la calle porque yo no me acuerdo

Se sentó como pudo en el portal más cercano mientras se cogía con ambas manos la cabeza. Con algo de
dificultad vio como estas hablaban para después marcharse y Maca se quedaba de pie frente a
ella sin decir una palabra, esperando seguramente a que tuviera fuerzas para levantarse y
caminar hasta el coche.

En su coche miraba al frente mientras sabía y sentía, que Esther la miraba, comprendía que en aquella
situación era lo más lógico que esta se desahogase, aunque fuese de la peor de las maneras, así
que armándose de valor, esperaba aquellos reproches que aun no habían llegado.

Sacando las llaves del bolso abría la puerta para después agarrándola, ayudarla a llegar hasta el ascensor,
en él, Esther permanecía apoyada sin poder soportar mucho tiempo su peso y de nuevo
entraban a tientas en la casa mientras Maca buscaba por la pared donde poder encender la luz.

Tras varios intentos dio con el dormitorio principal, aun con Esther casi a cuestas entraron y sentándola
con calma en la cama encendió la luz de la mesilla.

Maca había comenzado a quitarle los zapatos mientras Esther permanecía mirándola.

E: Mírame

M: Esther... será mejor que duermas, te quito esto y me voy

E: Mírame Maca...
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Tomando aire unos segundos giró su rostro hasta ella, tragó saliva unos instantes antes de sentir como
aquellos temblaban al igual que los suyos. Dudó unos segundos en que movió su rostro
queriendo acabar con aquel momento, pero los ojos de Esther seguían fijos en los suyos y
pensando que no aguantaría mucho más, la desvió completamente de nuevo hacia sus manos.

M: Te quito todo esto y te hago algo caliente para que puedas dormir

Ya en la cocina tuvo que pararse a recuperar el aliento y cerraba los ojos con fuerza, sabía lo que Esther
había pretendido, sabía lo que quería y sintió de nuevo la culpa, apretó las manos contra el
mármol y negaba en silencio mientras las lágrimas que contenía desde hacía rato salían
liberando aunque fuese un poco aquella sensación de angustia.

Con el vaso de leche entre sus manos iba de nuevo hacia el dormitorio, y ya en el marco de la puerta se
detuvo a observarla, permanecía de medio lado hacia la puerta, apoyó la cabeza en el marco y
mirándola con calma sintió como quería protegerla, quitarle todo el dolor que inundaba su
corazón, pero esa vez haciendo las cosas bien, ganándose aquel amor que un día dio la espalda.

M: Esther... -no queriendo perturbarla mucho susurraba sentada junto a ella- Esther tomate esto

E: Mmm

M: Venga... levántate un poquito... -ayudándola a incorporarse un poco le tendía el vaso para después
mirarla con ternura- te lo dejó en la mesilla por si te despiertas ¿Vale?

E: No te vayas

M: ¿Cómo?

E: Mañana me arrepentiré... pero no te vayas Maca, quédate conmigo

M: Esther

E: Aquí... -se acostaba de nuevo haciéndola un lado- conmigo

¿Qué debía hacer? Dejarse llevar por aquel momento sabiendo como bien Esther había dicho,
arrepintiéndose de haberle pedido aquello. La seguía mirando mientras esta aun intentaba que
sus ojos permanecieran parcialmente abiertos a la espera de que se quedara. En aquella misma
posición se deshizo de sus zapatos y colocando la espalda pegada al cabecero de la cama se
sentó a su lado viendo como nada más hacerlo, Esther colocaba la cabeza sobre sus piernas y la
abrazaba.

E: Gracias

M: No... -acariciaba su pelo despacio- gracias a ti...

Tras pasar una noche de lo más tranquila, aun sabiendo que cuando amaneciese todo volvería a la
normalidad, disfrutaba de Esther como otras tantas veces había hecho en la sombra, no
queriendo darse cuenta de todo lo que llenaba su vida en un pasado.

El sol comenzaba a colarse tras el cristal y ella seguía en aquella posición, con sus ojos abiertos,
escuchando aquella respiración y acariciando aquella piel en sus manos. Quiso mover su cuerpo
pero estaba totalmente entumecido y como respuesta a su movimiento, Esther se movía
quedando bocarriba. Viendo el momento para levantarse lo hizo despacio para no despertarla y
sentándose en un pequeño sillón del dormitorio se empezó a colocar de nuevo los zapatos. Se
puso su chaqueta y dándole un beso en la frente se dirigió a la puerta para marcharse.

E: Te odio Maca...
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Su cuerpo se tensó de tal manera que no podía seguir caminando, con la mano sobre el marco de la
puerta intentaba no dejar pasar todo ese dolor que se agolpaba en su pecho, podía hacerle
daño de mil maneras, pero aquellas tres palabras se habían clavado en su corazón como el más
grueso puñal haciendo que sangrara poderosamente.

E: Te odio por no poder dejar de quererte

Cerró los ojos, conocía aquel sentimiento, recordaba el frío cruel que se aloja en su cuerpo con él y
nuevamente sabía que todo era culpa de ella y bajando la mirada al suelo comenzó a salir de
aquella casa sin poder hacer o decir nada más.

Sin haber dormido nada terminaba de recoger lo poco que había podido desayunar aquella mañana.
Estaba de un claro mal humor y por ello Candela esperaba algún momento para poder
averiguar algo. Mirando el reloj por última vez se encaminó hacia la puerta cuando su hermana
la cogía por el brazo.

Candela: Siéntate

M: Llego tarde

Candela: No tardaré... -observaba como de mala gana se sentaba frente a ella- ¿Qué ocurre?

M: Nada

Candela: ¿Dónde dormiste anoche?

M: En casa de Esther

Candela: ¿En casa de...?

M: Pero no pasó absolutamente nada... -la cortó- bebió más de la cuenta y la llevé a casa, me quedé
durmiendo... -se levantó de nuevo queriendo marcharse.

Candela: Espera... -la volvió a coger- ¿Qué pasa Maca?

M: Le he jodido la vida... -se volvió a sentar mientras ocultaba su rostro.

Candela: ¿Por qué dices eso?

M: Le estoy haciendo pasar por lo mismo que pasé yo...

Candela: No digas eso... es totalmente diferente

M: No... -la miró con los ojos enrojecidos haciendo fuerzas por no llorar- siente el mismo odio hacia mí
que yo sentí por Alba... me odia por quererme Candela ¿sabes lo doloroso que es eso? Odiar a
quien más quieres

Candela: No... no lo sé

M: Pues te consume por dentro... te va destruyendo poco a poco y yo tengo la culpa de que esté así

Candela: Maca, no pienses así... lo tuyo fue un gran error que no hiciste con ninguna intención... no eras
tú ¿no lo comprendes? pero ahora lo puedes enmendar...

M: Quiero ayudarla, hacerla feliz... pero perdí mi derecho, perdí cualquiera a su lado...

Candela: Pues recupéralo


Corazón Helado por AdRi_HC

Los días pasaban y Esther se encontraba cada vez en una situación más difícil, Mónica por un lado sin
querer hablar con ella más que para lo estrictamente profesional, ella quería seguir
conservando su amistad, era una persona importante en su vida, mucho, y tenía miedo a
perderla. Por otra parte, había tenido algún encontronazo con Maca, esta parecía salir de la
nada cuando necesitaba algo, pero no queriendo dejar a un lado su orgullo, siempre tenía una
sutil contestación con la que poner una negativa de por medio y no aceptar cualquiera que
fuese el gesto de la pediatra.

Se encontraba en cortinas mientras se dirigía hacia fuera, venía un herido de tráfico y se colocaba los
guantes de látex mientras con paso decidido iba a esperar. Llevó su mirada tan solo un segundo
hasta el mostrador, donde Maca hablaba con Teresa mientras rellenaba algo.

Raúl: ¡Mujer! ¡35 años! Viene inconsciente debido al accidente... aunque llevaba el cinturón su coche
volcó y se dio contra el cristal

E: Bien... al box 2

M: Voy contigo... -Maca aparecía colocándose a su lado.

E: Ya puedo

M: Esther... está embarazada

Apretando su mandíbula por saber que tenía razón siguió caminando sin negarse de nuevo. Ya en el box,
Esther reconocía a la mujer, mientras Maca con el fonendo buscaba el latido del bebe, sus
movimientos eran mecánicos y por unos minutos se olvidaban la una de la otra.

M: Tiene latido pero es débil

E: A la madre hay que hacerle un tac... creo que tiene hemorragia cerebral...

Se miraron unos segundos entendiendo lo que cada una quería decir, pensando a la vez en cómo llevarlo
a cabo.

M: Hay que sacar al bebe

E: Marta... -se giraba hacia la enfermera-... prepara el quirófano

En el quirófano Esther estaba preparada para realizar la cesárea, Maca frente a ella tenía las manos
alzadas sin dejar de mirarla a la espera para coger al bebe. Levantó su vista de aquel bisturí con
el que debía empezar a realizar la incisión y buscó su mirada, una que llevaba fija en ella varios
segundos, y que por primera vez desde hacía mucho tiempo, le dio seguridad.

M: Saldrá bien Esther

Aunque no hubiese hablado, aquello era lo que esa mirada le trasmitía, suspiró antes de dejar aquel
cruce de miradas y comenzó la operación.

Minutos más tarde Maca tomaba en brazos a aquel niño mientras lo llevaba a un lado para reconocerlo.
Esther se dedicaba a cerrar aquella piel escuchando de fondo la voz de la pediatra.

M: Está en buen estado, algo débil... lo llevo a pediatría

E: Está bien

M: ¿Quieres que vuelva para ayudarte?

Conocía del poco agrado de la pediatra y las operaciones, y aquello le chocó, se giró unos instantes y
viendo quizás de nuevo su buena intención, asintió levemente observando una pequeña sonrisa
por parte de Maca antes de marcharse.
Corazón Helado por AdRi_HC

Sin saber cómo, y dando gracias a aquella mascarilla que la ocultaba, sonreía levemente por aquella
situación anterior, negó levemente para ella y siguió con la intervención.

E: Llevarla a rayos y que le hagan el tac

Anestesista: Hacéis buena pareja

Aun sin haber llegado a salir la voz del anestesista salió de la nada haciendo que su pulso se acelerase
por aquel comentario.

E: ¿Cómo?

Anestesista: Que hacéis buen equipo las dos...

E: Sí... sí claro

En su despacho buscaba información sobre uno de los casos que llevaba en aquel momento,
concentrada en el absolutamente sin que nada más cegase su mente aquella tarde, tanto que
una simple llamada a la puerta la hizo dar un brinco sobresaltada.

E: Adelante

V: Hola

E: Hola Vilches... ¿una bronca para empezar la guardia?

V: Si en el fondo sé porque me caes bien

E: Porque nos parecemos... -se llevó la taza a sus labios escondió una sonrisa.

V: Sí...

E: Bueno dime

V: Venía a felicitarte, he visto el informe del trafico que atendisteis Maca y tú

E: Ya

V: Hicisteis un buen trabajo... me gusta que trabajéis juntas

E: Sí... parece que todo el mundo se empeña en decir lo mismo

V: Pues porque será así, me voy... que no quiero que tanto halago haga que te lo creas y me rindas
menos

E: Creo que lo empiezo a notar ¡eh!

V: ¡Dios!

E: Jajaja

Frente a los archivos del mostrador de la entrada buscaba unos informes que ya estaban archivados y
que según Teresa debía “buscar en esa selva ella solita”, así que tosiendo y refunfuñando en voz
baja abría más y más carpetas llenas de polvo sin ninguna suerte. Después de elegir varias las
fue apilando en una de las estanterias, ahora quedaba lo difícil, bajar la escalera con ellas.

Mordiéndose la lengua se concentrada en bajar los escalones sin poner su vida en peligro, bajaba uno a
uno con toda su concentración.

M: Trae que te ayudo

E: No hace falta, puedo yo


Corazón Helado por AdRi_HC

M: Joder Esther... no seas así...

E: Mira... -los dejaba en uno de los peldaños para recriminarle libremente- ¡yo podía vivir sin tu ayuda
perfectamente antes de que aparecieses! Así que no seas tan dichosamente buena ahora
conmigo

T: Esther mujer... que la pobre solo quiere ayudar

M: Da igual Teresa... -cuando la pediatra se giró para marcharse escuchó un ruido que la hizo volver a
mirar para encontrarte con Esther dolorida en la muñeca- ¡ves! -se acercó hasta ella
preocupada.

E: Déjame

M: ¡Mira que eres cabezota!

E: ¡Que me dejes coño!

Caminaba de tan mal humor que iba chocando con todo aquel con el que se cruzaba de camino a su
despacho. Entró cerrando la puerta de un portazo y sin llegar a su mesa escuchaba como esta se
abría de nuevo dando paso a Maca con gesto de pocos amigos.

E: ¡¿Qué?!

M: Que ahora me vas a escuchar

E: No tienes derecho para hablarme así

M: No... ¿pero sabes qué? Lo haré igual -se cruzaba de brazos frente a ella- lo sé... sé que me odias, lo
recuerdo cada mañana, cada vez que me levantó recuerdo como te traté, como te lo hice
pasar... -Esther iba a hablar pero alzando algo más la voz la detuvo- es una pena que pago cada
día créeme -tomó aire de nuevo- la cagué... tú pagaste las consecuencias y solo puedo pedirte
perdón, quisiera que todo fuera diferente, que pudieses mirarme sin sentir ni recordar dolor,
pero me haces ver que haga lo que haga, nunca será suficiente...

E: ¿Has acabado ya?

M: Una última cosa...

E: Mira Maca... he perdido mucho tiempo esperándote y más queriéndote, así que no me hagas perder
el tiempo... -su voz sonó dura como el acero.

M: Me equivoqué... -sintió miles de puñales clavarse en su pecho pero no iba a dejar pasar la
oportunidad de hablar con ella- pero... aunque ya no sirva de nada, quiero que sepas algo...
-tragó saliva nerviosa- te quise Esther... te quise haciendo lo posible por que no fuese así... pero
no lo conseguí... me enamore de ti...

Elevó de nuevo el rostro encontrándose con los ojos de Esther, unos ojos hinchados y enrojecidos que
hacían lo posible por no dejar caer todas aquellas lágrimas que nublaban su visión, se perdió en
ellos unos segundos y continuó hablando.

M: Y sabiendo que... sabiendo que me querías te hacía aquel daño para alejarte de mí y poder así
alejarme yo de ti, quiero que me odies Esther... que me odies por el daño que te hice, no
porque aun me ames, no dejes que eso te coma por dentro... no dejes que te consuma como lo
hizo conmigo, no dejes que lo haga, contigo no... y si tengo que hacer que me odies aun más
para sacar todo lo que tienes dentro lo haré...

E: ¿Por qué haces todo esto? -preguntó llorando.


Corazón Helado por AdRi_HC

M: Porque te quiero Esther... porque te quiero y quiero que no pases por eso, quiero verte feliz... aunque
sé que no podrá ser a mi lado, quiero que mires tu vida con esos ojos que descubrí una vez y
que seas esa mujer de la que me enamoré aun sin quererlo... no hablaré más contigo si tú no lo
quieres, no andaré detrás de ti para ayudarte... no me verás fuera de las puertas de este
hospital si no quieres... pero hazlo Esther, consigue ser feliz...

Sin decir nada más la miró por última vez antes de girarse y salir de allí. Cuando cerró la puerta tuvo que
apoyarse unos segundos, sus piernas temblaban hasta tal punto que no sabía cómo permanecía
aun de pie, le había dicho todo cuanto quería en unos segundos, sin saber de dónde había
salido todo ese valor para hacerlo. Soltó aquel pomo y con paso lento comenzó a caminar en
dirección contraria cuando escuchó la puerta abrirse de nuevo.

E: ¡Maca!

Giró su cuerpo lentamente sin saber ni como no se caía en el intento, y viendo la figura de Esther
atravesar la puerta otra vez, se quedó quieta esperando algo que no sabía que podría ser.

E: No te odio y nunca podría hacerlo... -mirándola fijamente mientras una pequeña pero triste sonrisa se
alojaba en sus labios volvía a entrar en su despacho dejando a la pediatra clavada en aquel
lugar.

Sabiendo que Maca ya había terminado su turno, recogió sus cosas aun nerviosa y rememorando una y
otra vez aquella conversación en su mente. Caminaba con una pequeña sonrisa en sus labios
aun sin tener nada en claro. Firmó en el registro y sin saber muy bien que hacer fue hasta la
cafetería aun habiendo acabado su turno, sabía que en su casa seguiría pensando y decidió
tomarse un tiempo antes de hacerlo.

Mónica: Hola

E: ¡Hola! -se levantó ante la impresión de ver a la enfermera saludarla.

Mónica: ¿No vas a casa?

E: Estoy haciendo tiempo... -con un gesto la invitó a que se sentara con ella.

Mónica: ¿Esperas a alguien?

E: No... pero no me apetece mucho llegar y...

Mónica: Ya

E: ¿Cómo estás?

Mónica: Bien... mi hermano viene este fin de semana, pasará unos días conmigo

E: Que bien

Mónica: Sí

Un silencio se instaló, hacían lo posible por que no fuese así pero era inevitable, las pequeñas tiranteces
aun no habladas las hacían tener como segundos antes, una conversación bastante extraña.

E: ¿Qué haces cuando salgas?

Mónica: Nada... pensaba irme a casa

E: ¿Te... te apetece cenar conmigo?

Mónica: Esther yo... -bajó la mirada hacia su taza.

E: Quiero hablar contigo, esto... no sé tú pero... no me gusta estar así contigo...


Corazón Helado por AdRi_HC

Mónica: Ya... a mí tampoco

E: ¿Qué me dices? ¿te vienes a cenar?

Mónica: Está bien... cuando salga voy para allá

E: Gracias...

Se levantó y dejando un beso en su mejilla salió de allí, aquel día estaba resultando ser bastante extraño,
pero a la vez bueno, aunque quedase bastante por pensar.

Sentada en su terraza disfrutaba del mejor momento del día para ella, ese en el que la luz del sol aun
pintaba aquel cielo que iba tomando sombras y colores, donde predomina aquel naranja rojizo
que se esconde donde el cielo desaparece en tus ojos, y la temperatura va descendiendo
avisándote de que aquel día llega a su final. Sonreía sin poderlo evitar, hacía años que no se
encontraba así de tranquila, que sentía la fuerza para luchar por algo que lo sería todo para ella.

Dio un trago a su copa de vino y cerró los ojos acomodando su cabeza en el respaldo de aquella
tumbona, saboreando aquel fuerte sabor que bajaba por su garganta encendiendo sus sentidos
relajados.

Candela: Hola

Giró su rostro sin abrir los ojos hacia donde provenía aquella voz, y sonrió mientras aunque sin abrirlos,
unas pequeñas lágrimas se precipitaban por sus mejillas. Sentía la mano acariciar su rostro y
necesitaba aquel contacto, se levantó dejando la copa a un lado y abrazó a su hermana como el
que necesita celebrar algo tan importante, que necesita hacerlo en silencio.

Candela: ¿Estás bien?

Asintió sin decir nada, aunque lo intentase le hubiese resultado imposible, se aferraba a ella queriendo
liberar una tensión acumulada de años atrás, una que le recriminaba aquella culpa que vivía con
ella día y noche, y que ahora aunque la mirase advirtiendo aun, la había dejado marchar, la
seguía de cerca, pero no vivía en ella y sintió paz, una que no reconocía desde hacía mucho
tiempo.

M: La voy a hacer feliz Candela

En su piso Esther terminaba de organizar aquella cena, sabía que debía centrarse en ambas cosas, pero
esa noche era exclusivamente para salvar su amistad con Mónica, ya tendría tiempo para saber
qué hacer con aquel otro tema. Corría de un lado a otro de la cocina evitando que nada se
quemase y queriendo que todo estuviese listo cuando el timbre sonase.

Con el trapo en las manos corría hacia la puerta, tenía la sartén en ebullición concentrada.

E: ¡Pasa! ¡Creo que arderá la cocina!

Salió corriendo mientras Mónica sonreía por verla así de nuevo, no era la primera vez que la recibía así,
en alguna ocasión tuvo ese mismo placer. Dejó el bolso en el perchero y caminó hasta la cocina,
donde Esther discutía con la sartén por no hacerle caso.

Mónica: ¿Te ayudo?

E: No tranquila... si esto ya está... -sonrió unos segundos mientras la mirada- que es esta rebelde

Mónica: Ya

E: Ve a la mesa... yo salgo ahora mismo

Mónica: Vale
Corazón Helado por AdRi_HC

De nuevo hacia el salón llegaba para acomodarse en uno de los asientos, la mesa estaba lista con todo
lujo de detalles, decidió que tendría que romper aquel silencio o se volvería loca, se acercó
hasta el equipo de música y puso lo que ya había dentro sin molestarse a saber que fuera.

Un piano comenzó a sonar y sonrió tristemente, conocía el gusto de Esther por aquel tipo de música, en
lo que la evadían en sus momentos de silencio. La había contemplado horas y horas, sentada en
aquel sofá que había frente a ella, simplemente escuchando cualquier melodía como aquella,
suponía que descansando su mente.

E: Pues ya está

Mónica: Huele bien

E: ¿Y cuando algo que yo cocino no huele bien? -se paró en seco mirándola con aires de grandeza- he
hecho tu plato favorito

Mónica: Gracias

E: Voy a sacar el vino

Volvió de nuevo y descorchó la botella con algo de dificultad mientras era observada todo el tiempo, una
vez consiguió ganar aquella segunda batalla de la noche llenó ambas copas y tras un primer
trago comenzó a servir sus platos para comenzar la cena.

Habían comenzado una conversación en plan salvavidas, hablando de lo único que podían sin sentirse
incomodas, el trabajo, Mónica le comentaba los casos que había tenido aquella tarde y reían
alguna que otra vez nombrando el carácter del jefe de urgencias.

E: En el fondo es un encanto

Mónica: Vosotros siempre os habéis llevado bien

E: Hay que saber tratarlo

Mónica terminó su cena y colocando los cubiertos sobre el plato cogió su copa para terminársela
mientras miraba a Esther, esta sabía que de una u otra forma tenían que sacar el tema.

E: ¿Quieres café?

Mónica: Sí gracias

E: Ve al sofá... voy a prepararlo

En la cocina respiraba mientras veía el líquido oscuro caer, ya no podía dar más rodeos y lo sabía, Mónica
se merecía una explicación y ella se la daría e intentaría por todos los medios que no se
separase de su lado.

E: Aquí tienes... ya te he echado el azúcar

Mónica: Gracias

E: Nada

Dio su primer trago algo nerviosa, miró a la enfermera y esta parecía todo lo contrario, se recostaba en el
sofá esperando el inicio de aquella conversación.

Mónica: Vas a empezar o lo hago yo

E: Perdona

Mónica: No lo digo por eso... pero veo que te cuesta


Corazón Helado por AdRi_HC

E: La verdad es que sí

Mónica cogía las dos tazas y las dejó en la mesa, seguido se giró hacia ella y tomando sus manos entre
las suyas dejó un beso en ellas, dejando claro que podía estar tranquila.

E: ¿Te quiero mucho lo sabes? -con algunas lágrimas en los ojos quiso dejar claro aquel primer
sentimiento hacia la enfermera.

Mónica: Y yo a ti

E: Por eso quiero que... quiero que sepas que en ningún momento pretendí dañarte, en ninguno

Mónica: Lo sé Esther... por eso no te preocupes

E: Pero lo hice mal

Mónica: Eso también... -sonrió levemente- ¿me lo vas a contar?

E: ¿El qué?

Mónica: Lo que ocurrió con Maca

E: No... no sería justo para ti

Mónica: Lo que no es justo para mí es no saber Esther, no saber por qué ha ocurrido todo esto

E: Coincidimos en ese curso que te comenté mientras terminábamos la carrera, ella se incorporó ya
tarde y... lo típico, aunque no tan típico por otra parte... ella empezó un juego que yo quise
seguir y... empezamos algo que no sabría ni definirte

Mónica: ¿Por qué?

E: Era un... haber quien aguanta más... siempre estábamos provocándonos, yo al principio pues dejaba
que fuese así, pero... me fui enamorando como una tonta

Mónica: No digas eso... -bajó la mirada triste.

E: Lo mejor es que lo deje...

Se levantó de su lado y caminó hacia la ventana, se quedó mirando las miles de luces que dibujaban la
capital, recordando los sentimientos de las palabras dichas segundos antes.

Mónica: Sigue por favor

Cerró los ojos, entendía la curiosidad de Mónica, si fuese al contrario quizás hubiera hecho lo mismo, la
curiosidad por saber por qué la persona que más amas sufre cada día por algo que no sabes.

E: Era una persona fría... fría y egoísta, solo le importaba el momento, no valoraba las consecuencias de
todos esos momentos, yo dejé que me convenciera... una relación sin ataduras, sin
explicaciones... después no pude soportarlo, no pude evitar decirle que me había enamorado
de ella, luego murió mi madre y... todo acabó, me dijo que no podía seguir a mi lado sabiendo
que no podía darme lo que esperaba de ella y se marchó, me dejó aquí... me tuve que mudar de
casa porque cada noche me quedaba esperando que regresase, que... que me decía que me
quería, pero nunca vino... -se giró con lágrimas en los ojos y comprobó lo mismo en ella-
entonces te conocí a ti...

Caminó unos pasos hacia ella quedando de rodillas justo delante, secando aquellas mismas lágrimas que
caían de los ojos de la enfermera.

E: Vi esa cara de niña buena... conocí a esa mujer que me amaba y que no tenía miedo a nada
Corazón Helado por AdRi_HC

Mónica: En eso te equivocas

E: ¿Cómo?

Mónica: Siempre he sabido que tenías algo dentro de ti que te comía por dentro... todas esas noches
que te levantabas sabía que salías fuera a llorar, sabía por qué necesitabas esos momentos sola,
sé que me querías... -sonrió triste-... incluso una vez pensé que me amabas...

E: Yo también lo creí

Mónica: ¿Sabes lo único que puedo decirte? puede resultar duro per… con todo el dolor de mi corazón
te pido que luches por eso que soñaste Esther, lucha si puedes... y no dejes pasar la
oportunidad de... de ser realmente feliz, evita la posibilidad de arrepentirte cuando ya no haya
nada que hacer

Cayó al suelo dejando su peso caer, comenzando a llorar como una niña sintiendo los brazos de Mónica
envolverla, aumentando aquel malestar por oír aquellas palabras de la persona que más podía
sufrir al pronunciarlas, y todo por verla a ella feliz.

Otro día más, otro en donde el mundo seguía su curso, pero concentrado en la vida de dos personas que
intentaban encontrar el modo a algo que no tenían seguro en sus cabezas. Entraban uno a uno
en el gabinete para la reunión de la mañana, Esther entraba risueña junto a Laura terminando
aquel café que habían comenzado minutos antes en la cafetería y Maca al escucharla no pudo
evitar girarse mientras continuaba su conversación con Cruz.

V: Buenos días pareja feliz... -se colocaba con los brazos en jarra mirándolas fijamente- ¿Por qué será que
siempre sois las mismas dos?

E: Puf... eso es pregunta de trivial Rodolfo... -se sentaba aguantando la risa mientras Cruz le recriminaba
con la mirada.

V: De buen humor por lo que veo

E: Se hace lo que se puede...

V: Empecemos... -se sentaba cogiendo unos folios para comenzar a repartirlos- las jornadas de vacunas
han empezado como todos sabéis y como todos sabéis también son los niños los que vienen
mandados por los centros educativos, pero este año será diferente

E: ¿En qué aspecto?

V: Vamos a aprovechar para dar unas charlas con los adolescentes de cada centro en primeros auxilios

E: ¿Y por qué no van los médicos de los ambulatorios?

V: ¿Quién crees que sabe mejor como actuar bien y más rápido en una urgencia Esther?

E: Vale lo he pillado

V: Pues eso... se hará en parejas, y esta noche como no podía dormir las hice... -vaciló con sorna- así que
la lista la tiene Teresa ¿alguna pregunta?

E: ¿Por qué no pudiste dormir Rodolfo?

Todos: Jajaja -todos reían ante la ocurrencia una vez más de Esther.

V: Muy graciosa estás tú... veremos a ver si te ríes tanto cuando mires la lista
Corazón Helado por AdRi_HC

Dio un carpetazo en la mesa y salió de allí satisfecho por su idea de la noche anterior. Esther comprendió
en el primer segundo a que se refería y miró a Maca que también hacía lo mismo, dio un último
sorbo a su café poniendo una mueca de disgusto por la temperatura de este y salió de allí para
confirmar sus sospechas.

Caminaba decidida hasta el mostrador, sopesaba la posibilidad que Vilches había insinuado y un
nerviosismo creía en su estómago.

E: Teresa la lista

T: ¿Qué lista? -se bajó las gafas mirándola.

E: La lista de las parejas para la jornada de vacunación

T: ¡Ah sí! Espera... -la mujer se agachaba buscando entre algunas carpetas.

Raúl: Hola preciosa

E: Ahora no Raúl

Raúl: Ey... ¿qué te pasa mal humorada?

E: Ahora mismo lo veremos

T: Aquí tienes

Esther arrebataba prácticamente la lista de sus manos mientras Raúl, Teresa y Laura que acababa de
llegar para ver la misma lista la miraban con seriedad esperando alguna reacción.

E: Joder... -cerraba los ojos unos segundos tras leer su nombre.

L: ¿Qué pasa?

E: Que Vilches es un...

V: ¿Soy un qué? -este aparecía tras ella sonriendo.

E: Joder Vilches

V: Ni joder ni jodamos... es una compañera más

E: ¡Sabes que no es así!

V: Pues se siente...

Esta se marchaba enfadada de allí mientras Cruz que también había llegado junto a su marido se
colocaba en aquel círculo mirando al jefe de urgencias.

V: ¿Qué? ¡No me miréis así!

C: Te has pasado

V: De eso nada... ya verás como estando juntas se les quitan todos esos resquemores que tiene
acumulados

C: Rodolfo

V: ¡Ni Rodolfo ni leches! después me lo agradeceréis... -señaló a sus compañeros y se marchó de allí.

C: En el fondo lo ha hecho con buena intención

L: Sí pero... no sé yo esto como terminará


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Iba rápida por el pasillo deseando llegar a su despacho, sabía que algún día tendrían que hablar, que era
inevitable, pero no soportaba las encerronas y esa había sido enorme y descarada. Sin darse
cuenta tropezó con alguien que salía de una de las habitaciones.

Mónica: Esther... ¿qué te pasa?

E: Nada... -intentó esquivarla pero Mónica se volvía a poner en su camino- que Vilches me ha puesto con
Maca en unas jornadas de vacunación escolar

Mónica: Comprendo

E: ¡Me tengo que tirar todo el día con ella en un colegio!

Mónica: ¿Y?

E: Cómo que ¿y?

Mónica: Es compañera Esther... no puedes evitar trabajar con ella y encima tendrás una oportunidad
para hablar

E: Pero es que...

Mónica ladeaba la cabeza esperando que terminase la frase, Esther se mordía el labio nerviosa mirando
hacia todos lados esquivando aquellos ojos.

E: Tengo miedo

Mónica: ¿Miedo de que?

E: A... a no controlarme a... volver a caer

Mónica sonrió viendo a aquella mujer que ahora parecía una niña, una niña con miedo a conseguir lo
que realmente quería, la abrazó unos segundos mientras esta resguardada en aquel cuerpo
encajando su rostro en el hombro de su amiga. Frotaba su espalda con cariño cuando vio la
figura de Maca aparecer de la nada y comprobando como con ojos tristes y algo de dureza en
sus gestos se volvía a marchar de allí.

Mónica: Creo que alguien se acaba de poner celosa

E: ¿Qué? -preguntaba sin entender.

Mónica: Mira

La hizo girarse y aun pudo ver como Maca caminaba con pasos secos y rápidos queriendo marcharse de
allí.

Mónica: Esther... míralo como una oportunidad, quizás después tengas las cosas más claras ¿no crees?

E: ¿Qué haría yo sin ti?

Mónica: Pues... no sé... quizás te volverías stripper o camarera erótica... quien sabe

E: Idiota

Mónica: Venga... tranquila ¿Vale?

E: Gracias
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Había decidió que aquello no la trastornara, y así decidió darse un respiro, fue hasta la cafetería y cuál
fue su sorpresa cuando vio a Cruz sentada junto a Maca y aparentemente riendo, se acercó
despacio pero con decisión hasta aquella mesa. Cruz levantó la vista e hizo un gesto de agrado
mientras Maca se la quedaba mirando no sabiendo muy bien cómo actuar.

E: Hola

C: Hola guapa...

E: ¿De qué os reís? -Maca daba un trago dando paso a Cruz para que hablase.

C: Nada que Maca ha atendido a un hombre por que no quería que ninguno nos acercáramos, le ha dado
un flechazo con ella

E: Vaya

Alzó las cejas y miró a la pediatra que a la vez que formaba una mueca en sus labios bajaba la mirada
algo cortada por la situación.

E: Pues sí que ha tenido que ser amor a primera vista sí

C: Pero no veas cómo se ha puesto ¡eh! Vilches le ha dicho que por él que se muriera

E: Anda que...

M: Bueno... voy a seguir con lo mío, luego nos vemos

E: Claro

La pediatra se marchaba de allí mientras se acercaba hasta la barra para dejar su taza, la verdad es que
estaba bastante decaída antes de lo de aquel paciente, se había enterado de la reacción de
Esther, cosa que también veía normal, pero que no dejaba de dolerle.

E: ¡Maca! -paró sus pasos antes de salir por la puerta ante la voz Esther.

M: ¿Sí?

E: Mañana salimos a las ocho... te espero en la puerta con mi coche ¿Vale?

M: Vale

Sonrió sin poderlo evitar antes de salir de allí después de haberla mirado fijamente todo lo que aquella
pequeña conversación le había permitido.

C: ¿Y eso?

E: ¿El qué? -preguntaba distraída.

C: Maca

E: ¿Qué le pasa?

C: No ¿Qué te pasa a ti? ¿he visto una sonrisa?

E: Puede

C: A ver... a ver... -alzaba las manos para tomarse su tiempo- ¿puede? ¿qué me he perdido?

E: Nada... pero

C: ¿Pero?
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E: Tonterías mías... -se levantó dejando a la cirujana estupefacta que no pudo reaccionar mientras la veía
marchar.

C: ¡Esther! ¡Esther vuelve aquí ahora mismo!

El turno acababa y Esther salía riendo sin poder contenerse, Cruz había contado a Laura el momento de
la cafetería y ahora entre las dos hacían por insistir todo lo posible para sonsacar algo a su
amiga. Tras despedirse de Teresa salía por la puerta aun en aquella persecución y cuando
pensaba que todo se había acabado las vio subir a su mismo coche sin ninguna intención de
abandonar su hazaña.

Entraba a la casa en aquella misma manera y dejándolas en el salón fue hasta la habitación para ponerse
ropa cómoda. Cuando salió su risa aumento al verlas cruzadas de brazos en el sofá.

E: Por esto entiendo que os pensáis quedar a cenar

L: Yo no tengo otra cosa que hacer

C: Vilches ya sabe que no iré

E: Vale

Se marchó a la cocina mientras las dos compañeras se miraban furiosas por su silencio, se levantaron a la
vez mientras caminaban hasta la cocina.

C: ¿Piensas abrir la boca?

E: Claro... -mirándolas abría su boca todo lo que podía.

L: Muy graciosa

E: Gracias

C: Esther en serio

E: Cenamos primero

C: Está bien

Decidieron darle una tregua mientras cenaban, pero las miradas eran algo imposible de evitar. Tras haber
terminado Esther recogió los platos y salió con una bandeja portando el café, se sentó tomando
una postura cómoda, cruzó sus piernas después de servir las tazas y comenzó a saborear el
líquido en la suya.

C: ¿Y bien?

E: ¿No me vais a dar tregua verdad?

C: Te la estamos dando desde que salimos del hospital, así que habla

E: En realidad no pasa nada

C: Ah! ¡No! ¡De eso nada bonita!

E: Cruz de verdad

C: Ni verdad ni leches...

E: Te pareces a tu marido

C: No me cambies de tema, ¿Qué pasa con Maca?


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E: Nada... -movía la cuchara en su café- se metió en mi despacho y me dijo algo que me hizo pensar

L: ¿Cómo qué? -Laura que había permanecido al margen preguntaba algo seria.

E: Que... -miró a Cruz y luego a su amiga que seguía sin decir nada más- que si me quiso y... que aun me
quiere

Laura cruzó sus brazos y se recostó en la silla sin dejar de mirarla en ningún momento, Cruz sabía más o
menos que había pasado, pero Laura que había vivido cada momento, le sorprendía bastante
aquella afirmación de su amiga.

L: ¿Qué piensas hacer?

E: No lo sé

Sentada en su cama y tijeras en mano se dedicaba a hacer formar lo que pretendía con aquel trozo de
papel, su hermana permanecía asomada por el resquicio de la puerta sin poder evitar sonreír
ante tal imagen, la observaba morderse el labio nerviosa intentando no equivocarse y se le
encogía el pecho por ver aquella ilusión. Cogió el pomo despacio y cerró aquella puerta dejando
a su hermana pequeña en aquel mundo personal que tenía.

Sonreía aun mientras caminaba hacia su habitación, le costaba recordar la última vez que la vio hacer
algo semejante y por aquel entonces incluso se metía con ella para hacerla rabiar, pero ahora,
verla así, le hacía sentirse feliz por ella, le hacía ver que había vuelto a recobrar la ilusión, una
completa que se escapó de sus manos y que ahora podía incluso palpar si se lo proponía.

Ya en su cama cogió el libro de su mesilla y comenzó a leer, no era muy tarde y le apetecía hacerlo, pero
conforme su mente formaba cada frase, se daba cuenta de que le iba a ser imposible, así que
dejándolo a un lado cogió esta vez su móvil y marcó el primer teléfono que le vino a la mente.

Candela: Hola

Ana: ¿Pasa algo?... es muy tarde Candela

Candela: No, no... es que... estoy feliz y quería contarte algo

Ana: ¿Feliz? ¿os ha tocado la lotería o qué?

Candela: Algo muchísimo mejor

Ana: ¿Cómo qué?

Candela: Tendrías que ver a Maca en su habitación... está como una adolescente que se ha enamorado
por primera vez

Ana: ¿Pero... como qué...?

Candela: Está feliz Ana... ilusionada... no me ha contado que ha pasado, pero... intuyo que algo bueno...

Ana: No sabes lo que me alegra escucharte

Candela: Lo mismo que a mí decírtelo... -se limpiaba unas lágrimas sonriendo- por fin

Tras colgar se echó completamente abrazada a su almohada, mirando fijamente la foto sobre la mesilla,
una Maca pletórica recogía su primera moto y no podía dejar de sonreír subida a ella.
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Caminaba veloz tras saludar a Teresa con la mano, sabía que Esther estaría a punto de parar frente a
urgencias y no quería que la descubriera, llamó tímidamente en la puerta y al no recibir
respuesta abrió despacio asomando la cabeza primero para cerciorarse de que no había nadie,
una vez segura entró cerrando tras ella y fue directa a su taquilla. Una vez listo salió como
segundos antes para quedar de pie en la calle, a la espera de que aquel coche hiciera su
aparición.

Con una sonrisa en los labios dejaba claro a cualquiera que la estuviese mirando que la felicidad pasaba
frente a ella, sentada en su coche y aminorando la velocidad deteniéndose a su lado.

E: Buenos días... -inclinaba la cabeza para mirarla a través del cristal.

M: Hola

E: Perdona... se me ha hecho un poco tarde... -la miraba montar a su lado.

M: Tranquila, si yo acabo de llegar

E: Pues vamos

Metió la marcha y pisando el acelerador se metía en pleno centro de Madrid en una hora no demasiado
propicia para ello para intentar llegar hasta el colegio que les habían asignado. Uno tras otro
cada claxon sonaba estridente junto a ellas, ni adelante ni hacia atrás. Maca suspiraba mientras
intentaba no reír frente a las diversas palabras de desagrado de su acompañante.

E: ¡Pero idiota muévete tú!

M: Esther...

E: ¡Pero míralo! -miraba a la pediatra y señalaba el coche.

M: Porque chilles no lo hará mejor

E: Ya verás...

Se bajó del coche dejando a una Maca más que asombrada, la vio meterse en aquel coche ajeno y
maniobrar siendo observada también por el dueño del coche. Sonreía abiertamente viendo
aquella situación tan cómica.

E: Ale machote... que los demás también trabajamos

Con una palmadita en la espalda se dio más que satisfecha mientras todo el mundo la vitoreaba y
piropeaba por la hazaña cometida. De camino al coche vio a Maca sentada en el capó como si
estuviera viendo una película y sonriendo a más no poder.

E: ¿Te diviertes?

M: Mucho sí

E: Pues venga, al coche... -señalaba aparentando mal humor haciendo lo posible por no reír.

M: Ahora mismo

Bajó con rapidez fingiendo miedo y haciendo reír ahora a una Esther que se encontraba de la mejor de
las maneras en aquel momento.

Al final no llegaron tan tarde y agradeciendo al cielo, el colegio se había encargado de colocarlo todo
esperando a que llegasen para empezar con las vacunas.
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Uno tras otro los niños del curso que tenían que pasar lo hacían sin ningún tipo de problema, así que
entre las dos en poco más de una hora todo estaba dispuesto para recoger y empezar a dar la
charla que llevaban preparada. La directora del centro las acompañó hasta el gimnasio donde
varias clases de un mismo curso les esperaban.

Aguantando un primer aluvión de piropos y silbidos por parte de los más gamberros sentados al final,
ambas se sentaron en el borde del pequeño escenario que les habían preparado queriendo así
que no pareciese tan formal, pues es sabido que cuanto más formal es la cosa, peor se
comportan algunos adolescentes.

Pasado un rato en el que explicaron lo básico y respondieron a algunas preguntas, se miraron dándose
por satisfechas con aquella parte y sabiendo que ahora quedaba algo de práctica.

E: Bien... directora ¿pueden los alumnos quitar las sillas para tener más espacio?

Directora: Claro... ya habéis oído...

Haciendo más ruido de lo necesario los jóvenes comenzaban a apilar sillas al fondo mientras ellas se
giraban para guardar todo el material didáctico que habían llevado para la ocasión.

M: ¿Qué tienes pensado?

E: Pues lo básico... reanimación... -giró su rostro mirándola tranquilamente.

M: Está bien

La pediatra sonrió ante el gesto tan normal que había sentido, uno de los tantos aquella mañana, se
quedó un paso atrás de ella mientras explicaba lo que iban a hacer y como Esther pedía que se
colocaran por parejas para hacer lo que ella indicase.

E: Ven Maca

M: ¿Qué...?

E: ¿Quieres que reanime al suelo?

Sin saber muy bien la cara de tonta que había puesto tomaba aquella mano que Esther le ofrecía y se
recostaba a su lado en el suelo, mirando de reojo como los chicos imitaban su acción.

E: Bien... supongamos que llegamos a casa y alguien de vuestra familia está tendido en el suelo
inconsciente ¿Qué hacéis?

-Cagarme del susto

Directora: ¡José! -la directora regañaba al chico.

E: Vale... eso también... pero no, lo primero es llamar a una ambulancia y mientras esperamos si
podemos hacer algo es lo mejor... primero tenemos que comprobar que respira... lo más seguro
es colocar nuestro oído sobre la boca de la persona en cuestión

Maca vio como se acercó hasta ella colocando como bien había dicho, su oído junto a sus labios, tuvo
que cerrar los ojos al oler aquel pelo de nuevo, tenerla tan cerca la estaba poniendo en una
situación demasiado incomoda y tenía que comportarse.

José: ¡La mía no respira!

Directora: Como tenga que llamarte otra vez la atención te vas... -la directora volvía a alzar la voz.

José: Perdón
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E: Sigamos... -no pudo evitar sonreír ante el comentario- si no respira colocamos la mano con cuidado
bajo la nuca, recostando un poco más la cabeza de modo que dejemos paso en la garganta para
el aire... -miraba por encima como lo hacían los chicos- con más cuidado pero sí... bueno...
ahora vendría el boca a boca, se trata de abrir la boca, con una mano cerramos las fosas nasales
para que el aire que pasemos vaya directo hacia la laringe y con la otra agarramos la barbilla
para mantenerla abierta

-¿No lo va a hacer doctora?

Un comentario algo inoportuno por parte de otro de los del fondo la dejó parada, todos los chavales la
miraron esperando una contestación, miró entonces a Maca que permanecía congelada por la
misma circunstancia, no sabía qué hacer, lo normal sería que sí lo hiciera, pero... era Maca,
¿Cómo hacer eso con Maca?

E: Está bien, sería de la siguiente manera, tenemos que coger todo el aire posible y soltar despacio, no
soltarlo a la ligera, sino que vaya entrando dosificado ¿vale?

Todos asintieron y parecían esperar a que ella empezase, Maca no sabía qué hacer, si seguir con la
respiración como la tenía, así seguramente se asfixiara de verdad, observaba a Esther colocarse
nerviosa, no paraba quieta y a ella la ponía aun peor.

E: Pues nada... seamos profesionales ¿no?

Reclinándose sobre ella hizo todo tal y como explicó minutos antes, Maca la miró por última vez antes de
sentir ambas manos en su rostro y cerró los ojos, sentía su aliento chocar sobre su piel y cerró
los puños sobre su pantalón queriendo soportar aquello.

Esther no sabía muy bien cómo reaccionar, estaba a unos centímetros de sus labios y observaba el pecho
de Maca moverse inquieta, tanto o más que el suyo y no queriendo que durase demasiado,
cerró los ojos y acortó la distancia.

Una descarga de nerviosismo recorrió ambos cuerpos en aquel contacto, Esther intentaba por todos los
medios terminar de exhalar el aire lo antes posible para separarse de esos labios, pero por otro
lado, hubiera firmado para que detuviesen el tiempo. Maca había relajado tanto las manos que
una de ellas iba con vida propia hasta aquel rostro que aun permanecía unido al suyo. Todo era
cuestión de segundos, pero en ellas, parecía una eternidad, una en que vivían un sueño, un
sueño inquieto y algo perturbador. La mano de Maca llegó hasta aquella mejilla tan deseada,
donde un efecto contrario al que su dueña pretendía, la hizo detener su acción y cerrar los
labios creando un beso justo cuando se comenzó a retirar.

M: Lo... lo siento

La pediatra se disculpaba a malas penas mientras se incorporaba nerviosa. Esther se retiró quedando en
el mismo estado en el que estaba mientras los chavales seguían en su tarea, afanados mientras
algunos gastaban bromas y otros aprovechaban la situación haciendo que más de una chica
gritara del horror.

El camino de vuelta al hospital era en completo silencio, la pediatra apoyaba su rostro en la palma de la
mano mientras miraba por la ventanilla. Esther la miraba en alguna ocasión sin saber que decir,
si que fue ella quien con aquel inocente gesto la incitó, pero fue ella quien creó aquel beso, uno
que no fue ni ordenado, simplemente dado desde el corazón, ese que se ponía en su contra
siempre que llamaba a gritos a la razón.

Aparcó en la zona de empleados y sin tan siquiera despedirse Maca salía de allí con muchísima prisa,
Esther no sabía ni que le diría, pero debían hablar, así que cogiendo el mismo ritmo fue tras ella
para alcanzarla.
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Las llamadas de Teresa eran insuficientes para las dos chicas que iban casi corriendo, la primera con un
objetivo claro y la segunda queriendo alcanzarla a toda cosa. Vio como entraba en los
vestuarios y aminoró el paso aun sin parar, intentando planear bien que le iba a decir, aun no lo
había hecho cuando su mano giró el pomo para abrir la puerta.

E: Maca... tenemos que...

No sabía ni con que iba a empezar, pero ver lo que estaba viendo borraba todo de su mente, la pediatra
se había girado con algo en sus manos, quedando frente a su taquilla y caminando en silencio
llegó a su lado para ver mejor aquello.

E: ¿Se puede saber que haces abriendo mi taquilla? -quiso coger lo que la pediatra llevaba en las manos
pero esta dio un paso atrás- dame eso Maca

M: No

E: Primero lo... lo del colegio, vengo para hablar contigo y veo esto ¿quieres que me enfade de verdad?

M: Yo... esto lo... esto lo dejé esta mañana pero mejor me lo llevo... -se dispuso a esquivarla pero se
volvió a poner en su camino.

E: Dámelo Maca, dámelo si no quieres que me enfade... -tendió la mano esperando.

M: Está bien... pero no quiero que pienses que lo de antes fue intencionado

Dejó ambas cosas en su mano y se marchó de allí bajo la mirada de Esther que no daba crédito a lo que
estaba viviendo.

Sentada frente a su taquilla miraba asombrada aquello, una flor hecha con folios de colores y un sobre
con su nombre le hacían sentirse nerviosa, miró la flor como el que mira una obra de arte sin
poder dejar de sonreír y dejándola sobre la madera de aquel banco se dispuso a abrir aquel
sobre, una carta plegada la hizo sonreír aun más y respirando nerviosa comenzó a leer.

“Pensarás que esto es una cursilada pero aun no conoces muchas cosas de mí, y esta es una de ellas, me
puedo tirar horas para hacer una chorrada como la de esa flor, que por cierto, me sale mucho
mejor con las típicas servilletas de bar, pero así quedaba muy cutre, y no quería que fuese tanto
ya. Lo mismo ya no piensas en aquella conversación, pero yo no me la quito de la cabeza, mi
único temor todos estos años ha sido que me odiases Esther, y tienes razón para ello, ya te dije
lo que pensaba y aunque no creo que algún día esto pueda cambiar, quiero que lo tengas claro,
que te quiero y que si veo una mínima posibilidad no dudaré en intentarlo. TE QUIERO

Maca”

Cuando terminó de leer aquello sus manos temblaban, fácil era revivir aquella conversación en su mente
y que el pecho le diera un vuelco, tener esas dos palabras grabadas en la memoria,
preguntándose cada minuto desde aquel día ¿Por qué no las dijo entonces? Pero ahora, aunque
pareciese insignificante, leer, y releerlas cada fracción de segundo le hacían vaciar poco a poco
aquel mar de dolor que la había hecho tener que estar siempre alerta para mantenerse a flote y
no ahogarse. Se limpió las lágrimas sin prisa y se levantó con ahínco, sonrió de nuevo y cerrando
aquella pequeña puerta se colocó sus cosas para terminar las horas que le quedaban de turno
aquel día.

Caminaba embelesada hacia su despacho, aquel detalle de la pediatra había surtido efecto en ella y no
podía dejar de sonreír, tenía claro más de un pensamiento en su cabeza, pero no podía ser así
de fácil, no después de todo el tiempo que ella había sufrido, no podía dar la espalda a todas
aquellas lágrimas que había derramado y a todas esas noches de pena y angustia que habían en
sus recuerdos.

Pasó por la puerta del despacho de Cruz y queriendo que alguien la apoyase entró llamando antes a la
puerta, encontrando a su compañera frente a su portátil bastante concentrada.
Corazón Helado por AdRi_HC

E: ¿Interrumpo?

C: Si me das dos minutos soy toda tuya

E: Oye Cruz que... -se sentaba seria- que si quieres probar o algo pues... yo no le diré nada a Rodolfo eh...
-la cirujana levantó la vista sorprendida por aquel comentario- jajajaja vaya cara has puesto

C: Por un momento pensé que lo decías en serio... -le dio un golpe en el brazo.

E: ¿Quién ha dicho que no fuese así? -se cruzó de piernas sonriendo.

C: ¿Qué te tiene de tan buen humor? -cerró su portátil mirándola fijamente.

E: Esto

Le tendió ambas cosas y con un primer gesto de sorpresa por aquella flor, la cirujana la miraba sonriendo
sorprendida, miró con detenimiento aquella manualidad y tras ella abrió aquel sobre leyendo
concentrada la carta, alzó las cejas en un segundo y conforme encontraba el significado de cada
palabra mentalmente elevaba el rostro y seguía leyendo después no sabiendo muy bien cómo
reaccionar.

C: Joder... tengo hasta ganas de llorar

E: Yo también me he quedado así

C: Que gustazo que alguien haga algo así por una hija ¿Qué... que vas a hacer ahora?

E: ¿La verdad? -su amiga asentía- ahora mismo correría a buscarla

C: ¿Por qué no lo haces?

E: Pues porque pasaron demasiadas cosas como para dárselo tan fácil

C: ¿La vas a hacer sufrir un poco? -se cruzó de brazos mirándola.

E: No, digamos que se tiene que ganar esa posibilidad que dice

Se había encontrado con las chicas en el muelle, parecía que aquel día coincidirían todas, agarrada del
brazo de Mónica esta le contaba el fin de semana que su hermano y ella habían pasado, se
alegraba muchísimo de poder estar así con ella, como dos buenas amigas, disfrutando de
bromas y buenos momentos que tanto valor tenían para ambas.

Firmaron colocándose en fila india ante la estupefacta mirada de Teresa que no comprendía a que venía
tanto cachondeo.

T: ¿Se puede saber que os pasa?

L: Nada mujer... que somos todas muy felices ¿no chicas? -se giró mirando a sus amigas y todas
asintieron sin decir nada- jajaja

T: No si en el fondo os estaréis quedando conmigo, como si lo viera

Todas se miraron serias hasta que Esther que no aguanto más se echó una mano al estómago rompiendo
a reír y contagiando a todas que la siguieron de igual modo haciendo que Teresa se diera por
aludida y retirara el registro de las manos de Mónica.

T: Menos guasa y a trabajar

E: Ais Teresa... que no es por ti de verdad... -rodeaba el mostrador y abrazaba a la mujer- es que estamos
de buen humor
Corazón Helado por AdRi_HC

T: Sí, sí... pues venga a contagiarlo al resto del hospital

Riendo aun por aquel momento todas menos Mónica que se despidió de ellas para ir hasta su vestuario
caminaban hacia el suyo para comenzar aquel turno.

E: Espero que hoy sea un día tranquilo... por que vaya semanita llevo

C: Y yo... me voy que Vilches se ha ido de casa con muy mal humor y quiero ver si se lo cambio

E: ¡Suerte!

C: Jajaja

E: ¿Te han dado los días que pediste?

L: Sí... podíamos hacer algo si coincidimos ¿no?

E: Sí, había pensando que... -se quedó parada de repente.

L: ¿Habías pensado qué?

E: No que... -cerraba su taquilla y se giraba mostrándole algo entre sus manos a Laura.

Laura no entendía el por qué del rostro de su amiga, esta miraba extrañada aquel dulce en su mano,
miraba a Laura y hacia él sucesivamente sin saber qué hacer.

L: ¿Qué te pasa?

E: Que yo esto no lo he dejado aquí

L: Es un huevo kínder Esther... no le des más importancia

E: Ya Laura... pero es que cuando me fui ayer no estaba ahí

L: Hija por dios... trae... -se lo arrebataba de las manos- yo me lo comeré si tanta rabia te da

Alzó las cejas sorprendida por su reacción y la miraba en silencio mientras desenvolvía el papel que lo
guardaba. Un gesto tan normal como el que hace una persona antes de comerse dicho dulce,
como es separar sendas partes llegó a ser una pista más aquel hallazgo.

L: ¿Desde cuándo estas cosas llevan notitas y flores?

E: Dame

Esther cogió una notita que había en su interior y una margarita cortada justamente para que cogiese en
el pequeño espacio, miró como en los pequeños pétalos había algo escrito y se dispuso a abrir
la nota.

“Las margaritas nunca mienten, deshójala”

Sonrió tímidamente y miró de nuevo la margarita, quito un pétalo leyendo su inscripción en voz alta.

E: Sí me quiere

L: ¿Cómo?

Le tendió la nota a Laura y se sentó a su lado mirando aquella pequeña flor embobada. Esos detalles la
estaban haciendo pensar que en un momento como ese era fácil flaquear y tendría que poner
mucho más de su parte para poder seguir con su idea.

L: Se lo está currando... -le devolvía la nota.


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Laura... aun no me has dicho que piensas de todo esto

L: ¿Qué quieres que te diga? ¿qué tengo miedo de que te vuelva a hacer daño? pues sí, lo tengo pero…

E: Pero... -giró su rostro mirándola.

L: Cualquiera que tenga ojos puede ver que ha cambiado, todo esto... -señalaba la flor-... no lo hace una
persona como la que conocimos, no sé Esther... -encogía sus hombros-... yo aun la veo y me
acuerdo de aquello... pero por otro lado la veo mirarte y...

E: Me cuesta mucho Laura... tú mejor que nadie lo sabes

L: Ya... -frotaba su espalda con cariño- piénsalo... y mientras aprovechas y te dejas cortejar jajaja

E: ¿Lo hace bien eh? -elevaba la flor- no veas... no sé ni cómo habrá conseguido meter todo esto en el
huevo dichoso jajaja

Había tenido que entrar a operar con Vilches y nada más salir se encontraron con Cruz que venía
buscando a su marido, y una vez los tres decidieron ir a tomar un café al gabinete y así ellos dos
poder descansar un rato después de las horas en aquel quirófano.

V: Yo creo que tiene muchas posibilidades de salir adelante

M: Sí... pero si el imbécil del padre hubiera llamado antes a la ambulancia no estaría como está

V: ¿Llamarás a asuntos sociales?

M: Me encargué de que Carlos lo hiciera antes de entrar a quirófano

C: Que triste es ver a niños en situaciones como esa

Mientras hablaban tranquilamente Esther y Laura entraban hablando sobre un caso que acababan de
atender y al notar que habían interrumpido la conversación callaron a la vez mientras se
detenían en la puerta.

V: Tranquilas, tranquilas... no era ningún plan para hacer explotar el hospital

E: ¿Mal día Vilches? -preguntó Esther sonriendo al pasar por su lado.

V: Seguro que tú me lo arreglas

E: Uf... -bebió de su taza-... es que yo hace mucho que dejé de optar por cosas como la tuya

C: Jajaja -Cruz se rió descaradamente por el comentario- eso te pasa por bocazas

V: Eso... tú de su parte, dame una galleta de esas anda... -le quitaba una de las manos a su mujer.

C: ¿Queréis chicas? -ofrecía a sus compañeras.

E: No gracias... yo ya tuve mi ración de chocolate esta mañana... -miró a Maca sonriendo y cogiendo una
carpeta se volvió a marchar de allí.

L: Oye Maca

Laura sonriendo y evitando reír fue hasta ella y se tiró literalmente sentándose a su lado cruzándose de
brazos después mientras no dejaba de mirarla.

L: ¿Me explicas como coño metiste eso en el huevo?

M: Jajaja -la pediatra reía sorprendida por la pregunta.

V: Oioio esta conversación no quiero presenciarla


Corazón Helado por AdRi_HC

Vilches viendo como las tres mujeres lo miraban sorprendidas por el comentario se despidió con un
saludo militar desde la frente dejándolas solas.

C: ¿Huevo? -preguntó algo perdida.

L: ¿Te lo cuento?

M: Laura por favor

L: Que más da... -miró de nuevo a Cruz- esta mañana Esther se encontró un huevo kinder en su taquilla
con un regalo

C: Bueno... esos dulces llevan sorpresas ¿no?

L: Sí... ¿pero con una notita y una margarita?

La cirujana escuchó con atención hasta que lo comprendió, se giró para mirar a Maca que avergonzada,
tenía la mirada clavada en el suelo, puso una mueca algo extraña antes de hablar.

C: Vas a hacer que me replantee mi heterosexualidad

M: Jajaja

L: ¿Me lo dices o no? -insistía.

M: Pues nada... lo compré, lo abrí con cuidado para no romper el papel, rompí el huevo, metí las cosas,
lo volví a cerrar y lo metí al congelador para que se volviera a pegar

C: Que imaginación chavala... -hablaba aun asombrada mientras la miraba seria- que gustazo joder...
-maldecía por ella.

M: ¿Le ha gustado? -preguntó con miedo.

L: No se le ha caído la baba porque estaba masticando... -las tres se echaron a reír.

Caminaba hacia la salida mientras daba las recomendaciones oportunas a un paciente al que acababa de
darle el alta, quería hacerlo cuanto antes pues la mujer de este era la típica mujer que cree que
todo lo que se haga es menos de lo que se podría hacer, poniendo en duda cada palabra que
Esther decía a su marido.

E: Si en algún momento siente algo anormal no dude en venir

Hombre: No lo dude señora

E: Hasta luego... -entregó en alta de mala gana y se giró de nuevo hacia el mostrador- Teresa, ¿tienes el
informe que te pedí? -se giró un segundo para mirar a la persona que permanecía a su lado-
¿Candela?

Candela: Hola Esther... -sonreía saludándola.

E: Vaya, ho... hola... -le tendió la mano en señal de saludo- ¿Cómo tú por aquí?

Candela: Venía a buscar a mi hermana

E: Claro, que tonta... -sacudía la cabeza- pues creo que ahora está liada con alguien de asuntos sociales

Candela: Pues... ¿tenéis cafetería aquí?

E: Sí... al fondo

Candela: ¿Tienes tiempo para que te invite a un café?


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Eh... sí, sí... Teresa

T: Aquí lo tienes... -se lo señalaba mientras no quitaba ojo de la conversación como había hecho desde
que empezaran.

E: Guárdamelo, ahora vuelvo

T: Claro

La mujer se apoyó en el mostrador mientras la veía marchar, la curiosidad de por qué Esther conocía a la
hermana de la pediatra la asaltaba de sobre manera.

Mientras Esther había ido a servir los dos cafés pertinentes mientras Candela había tomado asiento en
una mesa del fondo. La había impresionado bastante verla, el motivo si lo pensaba sería
absurdo, ella en realidad no era ningún cabo suelto, pero si alguien que podía decirle las cosas
que Maca aun no había pronunciado y hacerla tambalear de nuevo.

E: Aquí tienes

Candela: Gracias. Bueno... ¿y que es de ti? ¿Cómo te va todo?

E: No me puedo quejar... el año pasado conseguí mi plaza aquí, estoy haciendo el trabajo que siempre
quise, el sueldo no es ninguna locura pero... -sonrió antes de dar un trago a su café.

Candela: Me alegro de verte tan bien

E: Gracias... ¿y tú? ¿estás aquí por trabajo? En Madrid quiero decir

Candela: No... -sonrió sin dejar de mirarla mientras negaba con la cabeza-... mi hermana

E: Ya

Candela: Seré sincera contigo... cuando supo que trabajabas aquí me llamó muerta de miedo, por mucho
que crezcamos ese vínculo de hermana pequeña necesita a la mayor nunca cambia y aquí estoy,
necesitaba unas vacaciones así que... -Esther guardaba silencio sin saber que decir- ¿tú... tú
cómo estás?

E: Pues ahora mismo intentando pasar el desconcierto...

Candela: ¿Desconcierto? ¿por qué?

E: Porque tengo ante mí a una Maca que nunca pensé que fuera así

Candela: ¿Recuerdas la conversación que tuvimos en el banco el día que te conocí?

E: Sí

Candela: Ahora tienes la prueba de que no miento, Maca es así... se inventa cosas con las que arrancarte
una sonrisa cada día, se pasa horas sentada en la cama como una adolescente preparando una
sorpresa... esa es mi hermana Esther, una persona que se pasaría la vida demostrándote cada
día que no puede quererte más de lo que lo hace

Sabiendo que su hermana llevaría rato esperándola corrió hasta su despacho para recoger sus cosas.
Aquel día solo había visto a Esther unos minutos y le parecía tan poco que si no fuera por
Candela, se hubiera quedado con alguna excusa para perder verla otra vez.

M: Teresa ¿ha venido alguien preguntando por mí? -preguntaba extrañada al no verla.

T: Sí... tú hermana...

M: ¿Y dónde está?
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T: Se encontró con Esther aquí y están en cafetería

M: ¿Con Esther?

T: Sí hija sí... con Esther

Se giró veloz no sabiendo muy bien que quería interrumpir, cruzó la puerta alargando su visión,
encontrándose con las dos sentadas al fondo y hablando tranquilamente.

M: Hola

Candela: ¡Ey! -estiraba su brazo frotando el de su hermana- como tardabas y me cruce con Esther me
estaba haciendo compañía

M-: Gracias... -la pediatra la miraba algo tímida.

E: Tranquila, da gusto hablar con tu hermana... -se levantó dando por finalizada su tarea allí- me voy que
a mí todavía me queda un rato

M: Hasta mañana

E: Hasta luego Candela

Candela: Nos vemos Esther y... tenlo en cuenta ¿Vale?

E: Tranquila

Con una sonrisa que inundaba el pecho de la pediatra se marchaba de allí despacio ante la mirada de las
hermanas.

M: ¿Se puede saber de que habéis hablado?

Candela: ¿Tienes miedo de algo?

M: No, pero bastante difícil lo tengo para que...

Candela: Me ofende que pienses que no quiera ayudarte

M: No es eso Candela y lo sabes, pero no quiero agobiarla y que piense que te mando

Candela: Por eso no te preocupes, Esther no es tonta

M: ¿De qué habéis hablado? -se cruzaba de brazos mirándola seria.

Candela: Ais... ¿pues de que va a ser hermanita? -se levantaba rodeándola con su brazo- pues de ti hija...
de ti

Cuatro de la madrugada, todos los médicos de urgencias habían sido avisados por altercado civil,
bastantes heridos se agolpaban en camillas y sillas de ruedas en la puerta. Algunos policías
resguardaban la estancia ya que más de uno de los heridos eran los originadores de los
disturbios de horas antes.

Esther corría hacia el interior después de haber llegado todo lo antes que había podido.

E: ¿Cómo vamos Teresa?

T: Mal hija mal... busca a Vilches ahora mismo

E: Voy
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Como era de esperar había demasiado trabajo, un solo médico tenía que hacerse cargo de demasiados
heridos y todo aquello parecía un caos. Habían tenido una mini reunión en el gabinete para
asignar heridos y zonas.

V: Pues espero que este todo claro... -daba por finalizada la reunión cuando la puerta se abría
nuevamente- gracias por venir Maca

C: ¿Pero no hay niños no? -su mujer preguntaba algo perdida.

V: No, pero necesitamos todo el que esté disponible, Maca tu con Esther... manos a la obra chicos

Era imposible pensar en algo que no fuera el trabajo en aquel momento, así que ninguna de las dos se
paró a pensar en nada más que no fuera intentar trabajar lo más rápido y eficazmente posible.

Iban de un box a otro, realizando intervenciones de urgencia, más de una contusión leve y muchísimas
heridas por arma blanca, trabajaban con una sincronización pasmosa y ambas se daban cuenta.

E: Necesito que te incorpores

- Pobre de ti como me duela

E: No te dolerá si te estás quieto y me dejas hacer mi trabajo... -miraba con detenimiento la herida en el
pecho- desinfectamos y cerramos la herida Maca

M: Está bien

E: ¿Sabes si eres alérgico a algo?

- Ni idea... tú concéntrate en que duela lo menos posible

Ignoró aquel comentario y esperó unos segundos a que Maca comenzara a limpiar la zona afectada
mientras ella preparaba las cosas para cerrar la herida.

- Cuándo salga de aquí podíamos hacer algo preciosa

La pediatra sonrió con repugnancia mientras continuaba su trabajo, notaba como este la miraba sin
cesar e intentando que no consiguiera hacerle perder los papeles se dedicó a terminar su
trabajo.

M: Ya lo tienes Esther

E: Gracias

Se sentó en su taburete al lado de la camilla y comenzó a unir la herida, escuchaba como este se quejaba
de vez en cuando pero ella seguía sin detenerse.

- Ya que la frígida de tu amiga no quiere ¿Qué te parece si tú y yo…?

E: Haz el favor de callarte si no quieres que se me vaya la aguja para otro sitio

- Anda... si tienes huevecillos la tía

E: Te lo estoy diciendo en serio... -levantó la mirada.

Respiraba enfadada por aquel tipo, Maca permanecía a un lado sin querer marcharse para no dejarla
sola y esmerándose en hacerlo lo más rápido posible, terminaba de dar los últimos puntos y
comenzaban a recoger todo. Cuando Esther pasó por uno de los lados de la camilla, este alzó su
mano dándole una palmada en el trasero viéndolo Maca todo.

M: ¿Pero tú de cojones vas?


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La pediatra dio dos pasos quedando frente a él mientras Esther se había quedado incluso asustada en un
primer momento por ese grito.

- ¿Estás celosita cariño?

M: Mira... lárgate de aquí pero ya

- ¿Me estás vacilando? -se levantó con brusquedad quedando frente a ella.

E: Venga Maca, que no merece la pena... -se acercó a ella cogiendo su brazo justo cuando un policía
atravesaba la puerta.

Policía: ¿Qué ocurre?

E: Agente lléveselo...

Policía: Vamos... -el agente cogió al hombre para llevárselo de allí.

Las dos miraban como el policía se lo llevaba mientras este seguía mirándolas con provocación, Esther
seguía cogida al brazo de la pediatra que ni tan siquiera había reparado en ese gesto. Justo
cuando se quedaron solas, Maca giró su rostro para mirarla y se la encontró pegada a ella, bajó
la mirada hasta sus manos comprobando que seguían en el mismo estado haciendo que Esther
por vergüenza las quitara apresuradamente.

E: No debiste hacerlo... -su voz salió fríamente.

No supo por qué, pero le había sentado mal aquel comentario, con una mirada envuelta por la rabia del
momento y la incomprensión que sentía por las palabras de Esther, se giró mal humorada para
salir de allí abriendo bruscamente las puertas del box.

El trabajo tras unas horas comenzaba a terminarse, algunos ya descansaban en el gabinete mientras
otros finalizaban sus últimos casos. Esther le daba el alta a su última paciente, a la cual había
llevado ella sola diciéndole a Maca que fuese a descansar, así que acostada en el sofá con un
brazo cubriendo sus ojos intentaba descansar el mayor tiempo posible.

C: Hola... -entraba acercándose para sentarse junto a ella- vaya noche eh

M: Uf... no sé que me duele más

C: Bueno, pues parece que no hay nadie más... así que

M: Estoy deseando llegar a casa, me tiraré veinticuatro horas durmiendo

Se levantó mal humorada del sofá para ir hasta la cafetera, se sirvió una taza y dando la espalda a la
cirujana comenzó a beber.

C: ¿Ha ocurrido algo Maca?

M: Tonterías

C: Pues debe ser una tontería grande... porque el humor que tienes

M: Se me pasará

Cogió una revista y se sentó de nuevo sin decir nada más. Cruz la miraba fijamente, la veía pasar las
páginas con brusquedad, casi sin pararse ni un segundo en distinguir o leer nada.

M: ¡Es que no la entiendo! -habló de repente cerrando la revista haciendo que su compañera diera un
bote del sofá.

C: Esther...
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M: ¿Quién sino? hemos atendido a un capullo que le ha tocado el culo... y he saltado ¿normal no?

C: Sí, sí... -le daba la razón con temor.

M: Joder, era un baboso de mierda, se me ha puesto gallito y encima que intento defenderla luego me
dice “no debiste hacerlo” -imitaba la voz de Esther como una niña pequeña.

C: Se habrá asustado Maca

M: Pero joder... no me digas eso cuando casi recibo un puñetazo, podría haberse mostrado más amable

C: Puede, sí

M: Que no digo que me hable continuamente, o que me sonría, o que me abrace... pero creo que me
estoy portando lo mejor que puedo con ella y mira como... -se dio cuenta de cómo empezaba a
enfardarse y calló- perdona Cruz, no... no deberías soportar esto... -hizo el amago de levantarse
pero Cruz se lo impedía.

C: ¿Sabes que creo? que necesitas hablar con alguien... con alguien de nosotros quiero decir...

M: Ni siquiera yo sé lo que necesito, unas veces parece que... que me mirase como antes sabes, pero
otras, ni siquiera lo hace... o me suelta comentarios de ese tipo, hablo con miedo Cruz... nunca
sé si es el momento de decir una cosa u otra

C: Yo... desde fuera eh... yo creo que tiene miedo a volver a sufrir y aun puede que al verte recuerde
cosas

M: Lo sé, lo sé y lo entiendo... pero te juro que intento cambiarlo Cruz, me paso horas pensando en la
manera de sorprenderla y arrancarle una sonrisa... pero a veces pienso que nada será suficiente

C: En eso te equivocas, lo que estás haciendo créeme que ella lo valora... pero tendrás que tener
paciencia

M: ¿Has hablado con ella?

C: Puede, pero... yo te diría que tengas paciencia y que quien sabe... -elevó las cejas sonriendo mientras
se levantaba y le daba un golpe cariñoso en la pierna.

Al final las chicas habían quedado en ir a comer algo antes de irse a sus casas, Esther caminaba hacia la
salida con Laura cuando Cruz, Maca y Teresa permanecían ya en la puerta esperándola.
Decidieron ir al bar de la esquina, para así quedar cerca del hospital para luego coger cada una
su vehículo.

Se sentaron en una de las mesas y pidieron el almuerzo mientras disfrutaban de una cerveza fresquita
que a todas les pareció el mejor de los manjares.

C: A Vilches ya le he dicho que mande a los suyos con su abuela que hoy no pienso hacer nada de nada

T: Y bien que haces, mi Manolo ya está avisado de que hoy soy la señora de la casa... -todas rieron.

C: Oye Laura... que al final los días esos si te los podemos dar

L: ¡Ah! Pues bien -miró a Esther- pues podemos ir planeando algo

E: Sí... nos distraemos un poco

C: Que por cierto... -se giró hacia la pediatra- me ha dicho Vilches que también le has pedido días

M: Sí... es la feria de Sevilla y mi familia tiene una caseta...


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Cruz abrió los ojos de repente, sus compañeras seguían hablando mientras ella seguía pensando en algo
que se le había ocurrido. Teresa se dio cuenta del embelesamiento de su compañera e hizo por
despertarla pero esta seguía en lo suyo, así que todas con algo de intriga comenzaron a insistir.

T: Cruz... nos estás asustando

C: Se me ha ocurrido algo

L: Y tiene que ser un bombazo... porque por la cara que has puesto

C: Oye Maca ¿tus días son el fin de semana que viene verdad?

M: Sí...

C: Los mismos que vosotras dos tenéis... -señaló a Esther y Laura- ¡podíamos irnos todas a la feria!

Aquel casi grito hizo que todas sus compañeras guardaran silencio por la impresión, Maca se quedó de
una pieza miró a Cruz y luego a Esther que miraba a la cirujana sin decir una palabra.

L: Pues no es mala idea... yo nunca he ido

C: ¿Verdad que sí Laura? claro... nos pillamos un hotel, y así coincidimos con Maca allí y que nos enseñe
algo

L: Además hace buena temperatura y allí con el calorcito

C: Claro... yo hablo con Vilches y listo ¿Teresa tu qué dices?

T: Ay no... yo estoy muy mayor para esos trotes hija... no, yo no

C: Prénsatelo mujer

T: Que no, que no... de verdad

Mientras estas tres vivían su conversación personal, Maca miraba a Esther insistentemente y esta, tenía
la mirada clavada en el mantel mientras con su dedo pulgar dibujaba siempre una misma línea
en el mantel.

C: ¿Tú qué dices Esther?

E: Estáis haciendo planes sin consultarlo primero con Maca... a lo mejor tiene otros planes y no puede

M: No solo puedo si no que podéis dormir en mi casa

C: ¿Ves? -contestaba alegre.

E: Además, planeáis demasiado rápido... las cosas hay que pensarlas

M: Si no quieres venir puedes decirlo claramente... -la pediatra la miraba descaradamente.

C: Nos lo pasaremos bien Esther

Aunque Cruz intentaba poner tierra de por medio aquella conversación era de dos y Esther perdía la
partida, Maca dejaba bocarriba sus cartas y ella temía lanzar la suya.

M: Podéis venir conmigo en el coche

E: A mí no me gusta hacer las cosas a la ligera... luego siempre salen mal

C: Tiempo... -colocaba sus manos entre las chicas.


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Laura cogía a Esther del brazo y la sacaba a la calle mientras Cruz se encargaba de Maca llevándosela a
los servicios y disculpándose ante Teresa.

L: ¿Se puede saber que pretendes Esther?

E: Nada... pero es que habéis planeado una cosa en cinco minutos que no os dais cuenta de lo que puede
causar

L: ¿Causar de qué?

E: ¿Queréis que me vaya a Sevilla con ella? ¿A su casa? ¿Con su familia?

L: No, queremos que vengas con nosotras... –recalcaba- a su casa, donde seguramente veamos a su
familia

Mientras en el baño Cruz intentaba hacer razonar a Maca.

C: No puedes intimidarla así Maca... ¿Qué hablamos esta mañana?

M: Pero es que me jode Cruz... solo ve pegas a todo...

C: Es normal, eso no puedes discutirlo... pero es que sois dos niñas ¡coño! Y tú ahí mirándola así

M: ¿Así como? -medio sonreía con la pregunta.

C: ¿Qué cómo? yo creo que incluso yo me pondría nerviosa... por dios... que es que los clavas en un sitio
y derrites Maca

M: Jajaja

C: ¡No te rías que hablo en serio!

M: Vale perdona...

C: Ahora vamos a salir y escríbetelo aquí... -le tocaba la frente- no intimidaré a Esther... no intimidaré a
Esther

M: Vale ¿pero puedo mirarla no?

C: Sí... pero no así

M: Pero es que no la sé mirar de otra forma

C: Pues cuando la mires piensa en Teresa

M: Cruz por dios

C: Jajaja... y ahora para fuera señorita, que se vea que somos personas adultas...

De nuevo hacia el interior Esther y Laura llegaban primero, justo cuando el camarero servía los
almuerzos, Teresa comenzaba a querer saber que ocurría mientras Laura esquivaba las
preguntas como bien podía y Esther comenzaba a pinchar de aquel plato de pulpo que se le
había antojado.

C: Ya estamos aquí... -miró a Laura y esta le guiñaba un ojo.

L: Pues nada que... ¿a qué hora salimos? -preguntó a la pediatra apoyándose con los brazos en la mesa.
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Aquel día Esther libraba y solo tenía un plan en mente, pasarse todo el día en el sofá, con el pijama
puesto y viendo películas antiguas. La mesa estaba repleta de envoltorios de todo tipo de
comida, unos cuencos de comida china y varios botellines de cerveza. Estaba con la lágrima casi
fuera cuando el timbre sonaba haciéndola maldecir en voz alta.

E: ¡Ya! ¡ya! -caminaba hasta la puerta.

L: ¡Hola! -saludaba y entraba directamente.

E: Entra mujer... entra

L: Ois... recuerdo cuando hacíamos esto

E: Sí... ¿te acuerdas lo que nos jodían las visitas sorpresa?

L: Uf sí... -se dejaba caer en el sofá- yo nunca me levantaba... -Esther permanecía de pie mirándola
esperando a que entendiera el comentario- ¡será posible! ¡lo dices por mí!

E: ¿Qué quieres Laura? -se sentaba de nuevo.

L: Nada... verte... -sacaba algo de su bolso- y darte esto

E: ¿Bombones?

L: No son míos eh... me lo dieron para ti

E: ¿Quién?

L: Pues imagínate

E: Maca... -resoplaba dejando su cuerpo recostado sobre el respaldo y se frotaba la cara.

L: No se rinde

E: Ya... -daba vueltas a la caja mientras la miraba.

L: ¿No la vas a abrir?

E: Toma... yo estoy demasiado hinchada

L: Vale

Esther volvía a su mundo en la pequeña pantalla mientras se acomodaba de nuevo, Laura a su lado se
quitaba los zapatos sentándose con los pies en alto mientras abría aquella caja de bombones.
Solo el ruido del primer bombón que comenzaba a abrir corrompía la placentera tarde de
Esther.

E: ¿Puedes hacer menos ruido?

L: Es que tiene otro papel... -tras el primer envoltorio un segundo papel de un color azul intenso
aparecía- ooohhh...

E: Oh ¿Qué?

L: Que romántico por dios... -le tendía el papel echándose después el bombón a la boca.

Esther cogía el papel sonriendo antes de incluso leer lo que este pusiera, “cuando pienso en ti creo en la
ilusión”, que tonta pensó, colocó su mano sobre la boca ocultando una sonrisa tonta
acompañada de un mordisco a su labio inferior.
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L: Mira otra... “aunque la luna esté celosa sabe que tú eres más bonita” hay que ver eh... a mí se me
caería todo al suelo...

E: No, si... todo lo mío ya va bajando las escaleras... -lo dijo seria pero hizo reír a su amiga.

L: Jajaja

E: Trae uno anda

L: Curiosidad eh... -alejó la caja de ella.

E: Pues claro... trae... -se la arrebató y cogió otro bombón- “Cada vez que despierto sonrío por lo
maravilloso que será el día, tú estarás en él”

L: Pon una Maca en tu vida... tendrás el ego por las nubes... -habló imitando un eslogan.

E: Idiota

L: Que envidia... trae otro... -desenvolvía aquel echándose primero el bombón y leyendo después-
“¿zabes podque te quiedo tanto?” ´-miró a Esther esperando una respuesta mientras reía.

E: ¿Por qué a ver?

L: “Podque no mereces que tan solo te quieda un poco” tía... -tragó rápida para volver a hablar- ¡cásate
con ella joder!

E: jajaja

L: Mira esta... “a veces el tiempo gana la partida, pero yo le pedí revancha, y pienso ganar”

Siguieron un rato más con aquella tarea, desenvolviendo, comiendo bombones y leyendo esas notas que
Maca escondía tras cada bombón.

En su despacho terminaba de organizar todo aquel mueble repleto de informes, archivos y carpetas que
había ido amontonando las últimas semanas, aquel día en el hospital era de lo más tranquilo,
parecía vacío, así que aunque extrañada, se dedicó a su tarea.

No escuchó la puerta abrirse y aquel cuerpo acercarse, pero sintió un calor tras ella, unas manos rodear
su cintura tan lentamente que abrasaban la piel bajo la tela, cerró los ojos, no sentía miedo por
aquella intromisión, se sentía alterada, pero no asustada. Se giró lentamente encontrándose
con los ojos de la pediatra, unos ojos ardientes, unos que la traspasaban en vida y que la hacían
perder el control sobre su cuerpo no pudiendo zafarse de aquellas manos.

E: Maca... que... ¿Qué haces?

M: Lo que debí hacer nada más verte Esther...

La vio acercarse y no pudo moverse, aquellos labios entreabiertos por una excitación que ella
comenzaba a sentir la hacían no querer quitarse de aquel camino que llevaba hasta ella. Un
aliento que la hacía estremecerse, unas manos que seguían abrasando su piel y su cuerpo no
respondía, no podía moverse, aunque no sabía si eso era realmente lo que quería.

Calor, mucho calor, los labios de la pediatra presionaban los suyos sin pudor, las manos de Esther habían
decidido ir hasta esa espalda que ahora parecía estar demasiado lejos de ella, uniendo aun más
esos cuerpos.

Ambas abrieron sus labios ante la provocación, sus lenguas calientes y hambrientas se retorcían,
buscaban rincones perdidos, perdiendo la calma sintió la ardiente voz que salía tras la garganta.

La pediatra la levantó en peso, uniendo ambas caderas obligando a Esther a rodear la suya con ambas
piernas, caminó dos pasos pegándola casi bruscamente contra la pared.
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Ante aquella acción las dos cesaron en el beso mirándose excitadas, queriendo más, pero sin pedir nada
con la voz, sino con los cuerpos. Esther presionada contra aquella pared comenzaba a mover
sus caderas haciendo chocar ambos cuerpo lascivamente, consiguiendo que por un segundo la
pediatra cerrase los ojos, sintiendo completamente el dolor bajo su cintura.

Maca se mordía el labio mientras observaba a Esther quedarse nuevamente de pie, agarró sus manos
colocándolas sobre su cabeza, impidiendo así que se fuera. La miró con tanta pasión que Esther
creyó desmayarse en aquel momento y en un acto reflejo movió sus piernas quedando
parcialmente más abiertas que segundos antes.

M: Uhm... -la pediatra sonreía excitada viendo aquel movimiento.

Atacó su cuello sin piedad, humedeciendo la piel a su paso con lujuria sin perder un segundo ni tan
siquiera en respirar, haciendo que la mujer frente a ella sintiese el infierno bajo sus pies.

La mano libre vagaba por su torso echando a un lado aquella bata que comenzaba a estorbar, colando
sus dedos entre cada botón de la camisa, escuchando una respiración que la hacía no querer
parar.

E: Maca por favor...

Su pecho intranquilo había dejado colar aquella suplica en sus labios deteniendo a la pediatra que la
miraba nuevamente. Con su rodilla separó lentamente sus piernas, viendo como Esther se
mordía el labio sin ocultarlo, sonrió de nuevo y en un movimiento tan rápido que solo se
percibió el sonido de los botones al caer, abría su camisa en un segundo dejando su torso
vulnerable a sus ataques.

Colocó la palma de la mano en su vientre, acariciándolo, quemándolo, torturando su piel, colándola


detrás para pegarla de nuevo a ella para besarla con tal fervor que creían que tal hinchazón en
sus labios era una locura.

Sin dejar de besarla bajaba con su mano acariciando su cuello, uno que sintió como lo rodeaba segundos
antes creando una presión imaginaria que la volvía loca. Acarició su pecho lentamente sobre la
tela del sujetador, siguiendo aquel camino hasta su ombligo, rodeándolo con su pulgar para
despedirse de él.

Desabotonaba aquel pantalón con lentitud, haciéndole perder la razón aun más, sintiendo como poco a
poco aquel calor bajo la ropa iba quedando libre segundo tras segundo.

M: Te voy a hacer perder la cordura...

Fue tan solo un susurro, uno que retorció su cuerpo hasta medidas extremas y aun más cuando sintió
aquella mano colarse tras su ropa, bajando lentamente, abrió los ojos y sintió los de la pediatra
clavados en ella, esperando aquella reacción que tanto pretendía.

E: Dios...

Reclinó su cabeza sin aguantar aquel grito que tanto gustó a Maca haciéndola querer más, colocó su
dedo corazón al mando, justo en el centro de aquella piel que permanecía tan húmeda como
ella esperaba, acariciando cada rincón, estimulando cada centímetro a su paso, torturándola sin
ninguna piedad.

M: Esther... Esther mírame...

Sabiendo que no aguantaría más le rogó que la mirase y justo cuando vio sus párpados abrirse tardó un
segundo en introducirse en ella.

E: Uhm
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Volvió a cerrar los ojos pero tan solo un instante, abriéndolos de nuevo, sintiendo aquella intromisión
tan placentera en su cuerpo, una y otra vez, una y otra vez, sin miramientos, sin pausas,
doblándose ligeramente justo cuando llegaban al final del camino, saliendo otra vez, haciéndola
ansiar esa sensación de nuevo.

E: Sigue Maca... por dios sigue...

Un calor demasiado fuerte la hizo despertarse, se incorporó asustada, sintiendo el sudor cubrir su piel,
con las sabanas pegadas por ello y una fatiga que la hizo recordar aquel sueño, notando un
dolor atroz en su sexo.

E: ¡Joder! cojonudo Esther... cojonudo...

Entraba más contenta de lo habitual, aquella noche había tenido un sueño de lo más realista y se había
levantado con esa sensación de haberlo vivido realmente y parecía flotar entre una nube y la
misma lujuria. Entró con esa sonrisa tonta hasta el mostrador encontrándose con Teresa.

E: Buenos días guapísima

T: Ois... ¿y ese cumplido? ¿Una buena noche?

E: Digamos que sí... -se apoyó frente a ella- ¿y mis chicas?

T: En la cafetería... están en reunión y descanso

E: Voy con ellas

Le dio un beso en la mejilla a la mujer, esta se quedó parada sonriendo por verla así de feliz. Nada más
entrar escuchó unas risas al fondo y caminó directamente en aquella dirección, viendo como
Laura cogía una silla colocándola a su lado, así quedaría al frente de la pediatra.

E: Buenos días... -saludó medio cantando.

C: Hija que buena cara ¿te han traído en una nube? -preguntaba riendo.

E: Pues casi... he dormido de maravilla

C: Me alegro

E: Aunque no veas el empacho de chocolate que pillé... -miró a la pediatra son una sonrisa acompañada
de un gesto de lo más simpático.

C: ¿Y eso?

E: Pues nada... que se han propuesto engordarme a base de chocolate... -todas miraron a Maca- lo
mismo así cuando... -pensó lo que iba a decir y se calló.

Maca se cruzó de brazos pellizcando con sus dientes la comisura de sus labios y sonriente esperaba los
chistes de sus ya amigas.

C: Pues que quieres que te diga, si mi Rodolfo fuera así... no sé qué sería de él...

L: Un gustazo sí

M: Bueno... veo que seré diana de comentarios por un rato, así que os dejó... -sonrió mirando a Esther y
se levantó para marcharse.

E: Oye que... -la observaba desaparecer tras la puerta y se levantaba poco a poco- que luego os veo

Se marchó rápida de la mesa para salir de la cafetería y alcanzar a la pediatra por el pasillo.
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Mientras caminaba seguía sonriendo, pensando en lo que le diría, la veía caminar despacio con las
manos en los bolsillos de su pantalón dejando la bata completamente abierta.

E: Oye Maca... -pasó su mano por la espalda de la pediatra mientras se acercaba a su odio- hay otras
cosas aparte del chocolate... sé que es afrodisíaco y todo eso pero... que yo lo voy a valorar
igual...

Le guiñó un ojo y aceleró el paso mirando una última vez hacia atrás donde la pediatra seguía parada en
el mismo lugar, con sus manos en el mismo sitio, terminado de sentir aquel escalofrió que ahora
iba por la planta de sus pies.

Habían estado todo el día coincidiendo, quizás la buena suerte se había cruzado con ella aquel día y no
podía disimular su felicidad, en su moto canturreaba una canción, su corazón iba a mil, en uno
de los semáforos comenzó a golpear el depósito de la moto a modo de tambor mientras
refugiada en su casco seguía cantando sin ningún pudor.

M: Teeengo el presentimiento de que empieza la acción... -golpeaba la moto- y las mujeres somos las de
la intuición... adentro... adentro...

Hizo un movimiento algo extraño con la cabeza justo cuando se giró para mirar a su derecha y un
hombre la miraba con una expresión para ella repugnante, se y subió la visera del casco.

M: ¿Algún problema?

Hombre: Eh... no, no... -la miró con descaro- muy chula la cazadora...

M: ¿Sí? Se la dejó tu mujer anoche en mi casa

Se bajó de nuevo la visera del casco y miró el semáforo que ya estaba verde y aceleró en un segundo la
moto dejando al hombre tan impresionado que hasta que los que se encontraban a la cola no le
pitaron no salió de su ensimismamiento.

Aparcó la moto y con el casco colgado de su brazo esperaba en el ascensor jugando con las llaves en una
mano mientras seguía cantando. Sin dejar de hacerlo abrió la puerta dejando todo en la silla del
recibidor mientras iba a la cocina.

M: Desde el momento en que te vi... sé a lo que voy... yo me propongo ser de ti... una víctima casi
perfecta... -abría el frigorífico sacando algo de embutido- yo me propongo ser de ti... un volcán
hoy... el amor tal vez... -lo cerraba con un movimiento de cadera- es un mal común... y así como
ves estoy viva aun... -cogió aire- ¡será cuestión de suerte!

Candela: ¿Se puede saber qué te pasa? Jajaja -permanecía en la puerta de brazos cruzados.

M: ¡Candela! -corrió hasta ella abrazándola y elevándola del suelo- ¡guapa! -la besaba en la mejilla-
¡guapa! -la besaba de nuevo.

Candela: Pero... -se intentaba separar de ella- pero Maca cariño ¿Qué te pasa?

M: Que soy feliz y... -la miraba ilusionada- y que soy feliz

Candela: Esther...

M: Esther... Esther es... Esther es lo mejor que me ha pasado en la vida...

Abrazó de nuevo a su hermana, esta reía por verla de aquella manera, la veía como cuando era una
adolescente, como cuando das a un niño aquel juguete que tanto había insistido en pedir por
navidad, no sabía que había ocurrido, pero conocía aquel brillo en sus ojos, aquella vida en su
voz, esa vida en su corazón, ese que la hacía desbordar felicidad, pasión y ilusión, mucha ilusión.
Corazón Helado por AdRi_HC

El viernes llegaba y con él aquella escapada que las chicas habían organizado para ir a Sevilla, Candela
aprovechaba también el viaje para irse con ella de nuevo hacia allí. Así que tal y como había
quedado, tras acabar el turno todas se irían a casa a recoger sus cosas y Maca pasaría a
recogerlas de nuevo a la puerta del hospital.

Esther y Laura ya habían llegado y esperaban en la esquina del edificio cuando vieron a la cirujana llegar
en su coche y aparcarlo para bajar segundos después para ir hasta ellas.

C: Ya estoy aquí

L: Maca me acaba de dar el toque... así que tiene que estar al caer

C: ¿Estás nerviosa? -le preguntó a Esther sonriendo.

E: Un poco... no sé

C: Ais... ya verás que bien nos lo pasamos

E: Sí... seguro que sí

Intentaban no guardar silencio para que Esther estuviera lo más tranquila posible y parecía que surgía
efecto, hasta minutos más tarde que aparecía el coche de la pediatra y ambas hermanas
bajaban para ayudarlas con los equipajes.

M: Hola... hola... -salía rápida de su asiento cogiendo la maleta de Esther haciendo sonreír a las demás.

C: Buenos días speedy

Candela: Déjala que lleva desde que se duchó así... y a mí me lleva loca

M: ¿Puedes dejar de quejarte y echarme una mano por favor?

Candela: ¿Veis? -la señalaba exageradamente haciéndolas reír.

Tras unos minutos en que intentaban que los equipajes ocuparan el menor espacio posible en aquel
maletero, una a una comenzó a subir a aquel coche siendo Esther la última que fue parada por
Candela.

Candela: No cielo... tú delante, que no quiero que me dé el viaje... -la cogió por los hombros para
sentarse ella detrás.

E: Pero…

Candela: Ni peros ni na, delante con ella... venga... -le dio un cachete y sonrió antes de meterse en el
coche.

E: Está bien... -abría la puerta del copiloto y se sentaba junto a Maca.

M: Bueno... ¿estáis todas con el cinturón?

Chicas: Siiii

M: ¿Habéis hecho pipi? -preguntaba guasona.

Chicas: Siiiii...

M: -miró a Esther un instante sonriendo y volvía a mirar al espejo- ¿Entonces nos podemos ir?

Chicas: ¡Macaaaa!

M: Vale, vale... ¡Sevilla! ¡Allá vamos!!


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El viaje estaba resultando ser de lo más divertido, Maca conducía todo el tiempo con una sonrisa en los
labios mientras Esther se dedicaba a ir cambiando la música y todas cantaban lo que ella elegía,
se lo estaban pasando en grande y se reflejaba en el ambiente.

En un rato en el que se habían relajado después del énfasis anterior, Laura iba con la cabeza reposando
en el hombro de Cruz que se había colocado en medio, esta miraba fijamente la carretera y
Candela repasaba algunas notas en su agenda para la feria.

Esther iba comiendo de una bolsa grande de M&M’s que se había preparado para el viaje y miraba a la
carretera en silencio.

M: ¿Me das uno?

E: Claro toma... -metió la mano en la bolsa y le tendió uno.

M: Esther... -la miraba un momento y seguía con la mirada en la carretera- ¿no pretenderás que te lo
coja no?

E: ¿Eh?

M: Que me lo des... -giraba la cara intentando no reír mientras abría la boca.

Cruz que estaba viviéndolo todo en vivo y en directo había llamado la atención de Candela y ambas
miraban la escena conteniendo las ganas de reír por la ocurrencia de la pediatra.

M: ¿Se me desencajara la boca esperando?

E: No, no... perdona... -estiraba el brazo y lo acercaba a la boca con la mala suerte de que por los nervios
cayó de su mano- joder

M: Se ha caído en mi asiento...

E: Espera... -sin darse cuenta estiro de nuevo el brazo colándolo entre las piernas de la pediatra.

M: ¡Esther! -incorporó su cuerpo de la impresión.

E: ¡Lo siento! ¡Lo siento! -alzaba las manos con cara de susto- lo hice sin pensar

M: Jajaja no si... espera que me mueva y lo coges... -levantó un poco la pierna para facilitarle la labor
cuando las tres chicas rompían a reír detrás.

L, C y Candela: Jajaja

E: ¿Vosotras no dormíais? -se giró malhumorada.

C: Ais... -se secaba las lágrimas- que risa por dios

E: Que simpáticas estáis todas... -volvió a sentarse mirando al frente.

L: Lo mismo que tú ayer por el sueño...

La voz de Laura salía de la nada mientras permanecía recostada al igual que antes, haciendo que todas la
mirasen mientras Esther comenzaba a toser.

C: ¿Sueño? ¿Qué sueño?

E: Nada... no le hagáis caso... -mandó una mirada asesina hacia Laura.

Maca que seguía sorprendida por aquel comentario fue atando cabos y recordando el día anterior, poco
a poco iba adquiriendo una nueva sonrisa, una bobalicona y conforme su rostro iba cambiando
con una mueca bastante graciosa, frunció el ceño mientras se giraba mínimamente hacia Esther.
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M: ¿Soñaste conmigo? -Esther se echaba el cacahuete en la boca y mientras negaba con la cabeza
dándose por vencida se tapaba el rostro con ambas manos avergonzada.

Todas: Jajaja

Un par de horas más tarde decidieron hacer un alto en el camino para descansar y así que Maca también
estirara las piernas un poco. Habían parado en un área de servicio y en la cafetería se habían
sentado junto a una de las mesas.

M: Pues quedará una horita... lo más corto

Candela: Estoy deseando llegar... mamá me dijo que fuésemos directamente a la caseta que nos esperan
para cenar

C: ¿Quién habrá allí?

Candela: Puf... gente que ni yo misma conozco, es una de las casetas donde va más gente, allí cenar en
feria es coger tu plato, conseguir que te echen la comida y salirte a la verbena plato en mano

L: Que guay

M: Os va a encantar... después de cenar nos vamos a mi casa que no queda muy lejos

E: ¿Vuestra familia sabe que vamos? -miró a Candela.

Candela: Sí... mi madre está encantada tranquila, os intentará acaparar os lo advierto y me veo a esta
enfurruñada... -señaló a su hermana.

Todas: Jajaja

M: Que poca compresión por dios... -se hizo la víctima.

Cuando acabaron Maca las mandó al coche mientras ella pagaba después de haberlo echado a suertes
por no haberse puesto de acuerdo. Algo hizo que Esther no saliese y se quedase con ella para
no dejarla sola, guardaban cola antes de llegar a la caja y permanecían en silencio.

M: ¿De verdad soñaste conmigo? -permanecía de brazos cruzados mirándola.

E: Maca por favor... -puso los ojos en blanco- no me hagas esto

M: Vale lo siento

Volvieron a guardar silencio, la mujer que estaba en aquel momento pagando parecía tener algún
problema con la cuenta y la cola no avanzaba nada.

E: Sí, soñé contigo

La pediatra que seguía de brazos cruzados no puedo evitar sonreír, aunque sin mirarla, cosa que no evitó
para que Esther viera esa sonrisa y también lo hiciera ella pero girándose un poco para que no
la pudiera ver. Parecía que la cola avanzaba esta vez y ya casi estaban en la caja.

M: ¿Y qué soñaste?

E: ¡No! ¡Eso sí que no!

M: Jajaja pero Esther…

E: Que no Maca que no... -esa vez era ella quien se cruzaba de brazos- eso ni de coña vamos

M: Jajaja vale... -se acercó a su oído- espero que estuviera bien


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Se separó de ella y con la misma sonrisa fue hasta la caja donde un adolescente con acné que la miró
embobado, les cobraba lo consumido antes para poder marcharse.

Una muchedumbre cortaba el paso metros atrás, así que como todos los que rodeaban los extremos de
aquella carretera de tierra Maca dejó su coche fuera del camino, bajo un olivo no muy lejos de
la puerta. Sonriendo y marcándose los primeros pasos improvisados iban riendo.

C: ¡Ay qué bien que nos lo vamos a pasar! -cogía a Laura de los brazos y giraban a la vez.

Candela: Pues si disfrutas ahora verás cuando llegues allí... -señalaba un grupo bastante amplio de gente
que bailaba sevillanas.

Caminaban de igual forma mientras esquivaban a la gente, al final se podía distinguir una casa en bajo
no muy ostentosa pero bastante grande, gente entraba y salía con vasos, riendo y cantando,
niños corrían y saltaban junto a los caballos y coches que estos tiraban.

E: ¿Cuánta gente no?

M: Se acerca la hora de la cena... es normal... -se había acercado a ella para que la escuchara- ¡cogerse
que si no alguna se perderá!

Agarró la mano de Esther con decisión y tiró de ella dejándola algo impresionada. Todas intentaban ir lo
más juntas posible mientras poco a poco se iban acercando hasta la casa. Pasaron una pequeña
verja que dividía un porche donde los más mayores disfrutaban de la noche, sentados y
contando historias entre ellos, Maca y Candela saludaban con dos besos a algunos de ellos sin
detenerse mucho y volvían a emprender el camino.

M: Mira... allí está mi padre... -conforme caminaban este se fijó en ellas diferenciando a sus hijas- ¡papá!

-¡Hija!

Su padre sonreía feliz por verlas, ataviado con ropa para la ocasión también llevaba un sombrero que el
cual hizo mucha gracia a las chicas que permanecieron en un segundo plano mientras este
saludaba a las hermanas.

-¡Pero mira que guapas son mis hijas!

M: ¿Ya le estás dando a la bota papá?

Candela: Eso seguro

-¡No digáis tonterías! ¡Estamos de feria! Y hay que estar contento ¿y tus amigas?

M: Ven, que te las presento... -cogió su mano y tiró de él hasta ellas- chicas... este hombre tan apuesto
es mi padre... Pedro Wilson, papá... ellas son Laura... -conforme las nombraba este las saludaba
dándoles dos besos- Cruz... y... y Esther

Pedro: Un placer tenerlas aquí...

M: ¿Y mamá?

Pedro: Tu madre se metió en la cocina con Carmen, están haciendo la cena con tus tías

M: Uy pues mejor no entrar... que si no, no salimos de allí

Candela: Luego nos vemos, voy a saludar a alguien

Pedro: ¡Venid! ¡que allí está la fiesta!


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Alzando el brazo les guiaba el camino hasta una pequeña carpa que habían montado, donde el flamenco
y las sevillanas resonaban con fuerza. Juntas fueron hasta la barra donde este les ofrecía
manzanilla para empezar la noche, asegurándoles que tras la cena, empezarían las cosas serias.

Cruz había hecho migas con el patriarca Wilson y con todo el afán que tenía por bailar, este se dispuso a
mostrarle como se baila en su tierra haciendo las delicias de la cirujana. Laura hablaba con
Candela mientras esta le explicaba algunas cosas de aquella fiesta y Esther apoyada en un lado
miraba como Cruz reía sin cesar.

M: ¿Aburrida?

E: No que va... -sonreía sin vergüenza- tu padre es encantador

M: Cosas de familia... -se apoyó junto a ella mientras miraba a su padre- antes no era así, estuvo
enfermo hace años... -su tono de voz había cambiado- y supongo que lo que dicen ¿no? Cuando
te ves entre la vida y la muerte te das cuenta de los errores que cometiste...

E: Ya

M: Antes era muy frió, no podíamos casi cruzarnos en el mismo pasillo... aunque cuando era niña todo lo
que tengo son buenos recuerdos

E: Pero mira como está ahora... -las dos sonreían al verle- da gusto ver a una persona tan feliz con su vida

M: Sí... la verdad que todo lo que tiene ha sido fruto de su esfuerzo... es un gran hombre

Ambas seguían mirando a aquel hombre que por un momento había conseguido sin saberlo que ambas
hablaran como si nunca nada hubiese ocurrido. Esther sonreía aun con la mirada clavada en él y
Maca no podía dejar de mirarla, le encantaba verla de esa manera.

M: ¿Te atreves? le tendía una mano.

E: ¿A bailar? -miraba seria su mano- no, no... que va...

M: Venga tonta, si es muy fácil... yo te enseño

E: Que no Maca, que no... que yo no sé bailar esto y haría el ridículo

M: Esther... mira a tu alrededor, nadie se fijará en si lo haces mejor o peor, además... yo soy la mejor
profesora de sevillanas que vas a encontrar

E: Te lo tienes muy creído ¿no?

M: ¿Qué me dices? -le volvió a tender la mano sin dejar de mirarla sin borrar su sonrisa.

No muy convencida entrelazaba aquella mano con la suya, en un primer momento Maca tuvo que
pararse para poder reaccionar ya que no esperaba un gesto como ese. Esquivaban a la gente
como bien podían y se colocaban junto a Pedro y a Cruz.

Pedro: ¡Esa es mi hija! ¡Sí señor!

M: ¿Vamos a demostrar por qué los Wilson son famosos por sus sevillanas?

Pedro: Esther... -se quitaba el sombrero y se lo colocaba en el pecho antes de hablar- valora este
momento como uno de los más placenteros de tu vida... -la cara de la enfermera fue todo un
poema haciendo reír a Maca.

M: Jajaja papá no le digas eso que me la asustas...


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El patriarca volvía hacia Cruz que no había tenido ningún reparo en continuar sola y Maca seguía parada
observando el rostro de Esther, que aún conservaba los tonos rojos que había retenido tras la
broma de su padre. Dio un paso quedando frente a ella.

M: ¿Dispuesta para tu placer? -enarcó una ceja sonriendo.

E: Ya sé de dónde has sacado tu tontería

M: Jajaja

Unas horas después ya habían cenado, Rosario ya había conocido a las amigas de su hija y habían pasado
a esas cosas serias que el patriarca había mencionado. Maca había comprobado que el efecto
del alcohol junto al buen ambiente que respiraba desinhibían completamente a Esther.

Y de tal forma, después de que Maca sucumbiera a sus ruegos por volver a bailar, se sentaban
derrotadas en la mesa junto a sus padres y Carmen que permanecían aun allí.

Rosario: ¿Te está gustando esto Esther?

E: No me lo pasaba tan bien desde hacía años... -se tocaba la tripa casi riendo- lo que me ha encantado
es bailar, ahora entiendo el amor que tenía mi madre por el folclore... -lo dijo en un tono alegre,
pero su rostro fue cambiando tristemente cosa que la pediatra quería remediar a toda costa.

M: Si llego a saber que te iba a gustar tanto...

E: ¿Qué?

M: Que no te enseño... me has dejado molida

E: Tanto gen Wilson, tanto gen Wilson

Pedro: Eso es la juventud... ¿Te atreves conmigo?

E: Claro –se levantaba dispuesta.

Pedro: Pues ale

M: ¡Será posible!

Pedro: Enseguida te la devuelvo... -se había agachado junto a ella para que nadie más le escuchara.

M: Cuídamela... -le dio un cachete para después cruzarse de brazos y observarlos a ambos.

R: Se la ve buena chica

M: ¿Quién? -preguntaba sonriendo sin mirar a su madre.

Rosario: Esther...

Sin borrar esa sonrisa, pero sorprendida por aquel comentario, giró su rostro para mirar a su madre, esta
bebía de su café y pudo comprobar su tono relajado mientras la miraba.

M: Sí... es buena chica

Rosario: ¿Vais a dormir en tu casa?

M: Ahora cuando regresen Laura y Cruz con Candela nos marcharemos

Rosario: No lo digo por eso Maca... y lo sabes

M: Ya mamá... -contesto tranquilamente- ¿y por qué lo preguntas?


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Rosario: Por saber donde dormiréis... -giró la cuchara un par de veces en su vaso antes de volver a
hablar- ¿vendréis mañana a comer?

M: Supongo... le iba a pedir a Ramón que nos llevara mañana por la mañana al centro con los caballos...

Rosario: Antes de irme a la cama se lo digo si quieres

M: Sí, gracias

Se mantenían la mirada, sin frialdad pero con dureza, antes de volver a Madrid Rosario y ella tuvieron un
encontronazo no muy grande, pero lo suficiente para que no las rodeara la naturalidad de
siempre. De repente aquel silencio que por un segundo las había envuelto se rompió por la
inconfundible risa de Esther, que volvía junto a su compañero de baile.

Pedro: Te felicito hija... la has enseñado de maravilla

M: Si ya se lo decía yo... -la siguió con la mirada hasta que se sentó a su lado- ¿estás cansada?

E: Un poco sí... entre el hospital esta mañana y esto jajajaj vaya tute

M: A ver si vienen estas tres golfas y nos vamos

E: Vale

Con los macutos a cuestas llegaban a un piso en el centro, el edificio no era nada fuera de lo normal,
pero cuando entraron en la casa observaron lo grande que parecía a primera vista.

M: Yo me compré este y mi padre me regaló el piso de arriba... hicimos una escalera que lo comunica

C: Joder... -miraba sorprendida- pedazo casa

M: El piso en si es modesto eh... aquí está el salón, cocina, el despacho... arriba están las habitaciones

L: Pues a mí me encanta

E: Uf y a mí el sofá... -se había echado abrazando este como si se fuera a escapar.

Todas: Jajaja

Subían aquel tramo de escaleras con sus mochilas a cuestas, Maca se las fue enseñando una a una, dos
habitaciones individuales y una de matrimonio al fondo que era su dormitorio.

M: Pues eso es lo que hay, sería que cada una durmiera en una cama y otra conmigo... o en su defecto yo
en el salón y...

L: ¡Que leche! ¡tú en tu cama! Dormir en el salón... -exageraba la frase.

C: Además... está claro quién dormirá contigo

Las dos compañeras cogieron cada una su macuto, se lo echaron al hombro y caminaron en silencio
hasta las habitaciones individuales, Maca y Esther permanecían paralizadas en el mismo lugar
en el pasillo, parecía que sus pies habían echado ancla en el suelo.

M: Esther, si... si no quieres yo me bajo eh... -hablaba rotunda señalando la escalera.

E: No haría que durmieses en el sofá por una tontería así

Cogió su mochila y caminó directa hacia el dormitorio, nada más llegar la echó en el suelo y se agachó a
coger con lo que dormiría aquella noche. Se giró para ver si Maca entraba y justo entonces
entraba despacio no sabiendo muy bien dónde mirar.
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E: ¿Me puedo dar una ducha?

M: Claro... ven que...

E: Voy... -sonrió por la extrema timidez que de repente Maca había cogido.

M: Carmen viene cada diez días a limpiar y compró cosas para nosotras... tienes gel y champú en ese
armario... y toallas limpias en ese

E: Gracias

M: Nada...

Se había quedado en la puerta, Esther permanecía con su ropa en la mano mirando su alrededor, la
pediatra aun con la mano en el pomo sin cerrar, sin darse cuenta de nada más que le nudo que
tenía en el estómago.

E: Maca

M: ¿Sí?

E: Que... yo... ducha... puerta... -la señalaba sonriente.

M: Perdona... -rió con vergüenza- me... me voy al baño de abajo

E: Ahora nos vemos

M: Sí... hasta luego

Cerró la puerta y sin soltar aquel pomo recostó su cuerpo en la madera, había hecho el ridículo y se
regañaba por ello.

M: Joder Maca, con lo bien que iba y ahora te pones a hacer el idiota -bajaba las escaleras- puf y ahora
acuéstate con ella, recién duchada ¡me caguen! mejor será que la ducha sea fría

Después de aquella ducha la pediatra subía algo más relajada y tranquila, la ducha había hecho lo que
debía y tras todo el bullicio de aquel día, el cansancio había llamado a su cuerpo. La casa ya se
encontraba en silencio y supuso que había tardado más de la cuenta. Llegó hasta su dormitorio
y solo con la luz de la calle que pasaba tras la ventana, pudo distinguir el cuerpo de Esther a un
lado de la cama.

Fue hasta quedarse junto a la cama y de pie la observaba en silencio, estaba recostada bocarriba con una
mano en el abdomen, una pierna estirada y la otra flexionada formando una figura extraña.
Sonrió mientras negaba con la cabeza y sacó una manta por si refrescaba a media noche.

Se sentó en su lado de la cama y quedó mirando al techo preguntándose si podría dormir.

E: Maca...

M: Dime... -contestó en un susurro al escucharla balbucear.

E: Echa la sabana anda... -se acurrucó de medio lado mirando hacia la pediatra.

M: Vale

Incorporándose un momento agarró la sabana, la estiró y cubrió el cuerpo de Esther, observando cómo
esta la agarraba con fuerza mientras parecía acomodarse más hacia su lado. Ella se tapó hasta la
cintura y volvió a encontrarse en silencio.
Corazón Helado por AdRi_HC

Realmente aquella situación era extraña, hacía tan solo unos días el miedo a que la odiase cubría cada
minuto de su vida, y ahora la tenía a su lado, casi roncando, durmiendo junto a ella. Giró su
rostro mirándola fijamente, hubiera dado cualquier cosa por que pudiera borrar aquel
sentimiento y miedo que sabía que aun existía en ella por su culpa. Colocó el pelo que le caía
por la frente con cariño sin dejar de mirarla.

M: Te quiero

Era un susurro al aire pero que necesitaba soltar. Cuando volvió a mirar al techo sintió como se movía y
tuvo miedo por un instante, pero cuál fue su sorpresa cuando uno de los brazos de Esther se
acomodaba en su cintura pegándose más a ella. Casi a punto de llorar colocó su mano en él y
comenzó a acariciarlo sin remedio.

E: Buenas noches

M: Buenas noches...

Sin poder remediarlo giró su rostro tan solo un segundo de nuevo y besó su frente, con una
consecuencia aun más dolorosa, Esther se aferraba a su cuerpo emitiendo un sonido que le
partía el alma. No hubieron palabras, ni confesiones, ni reproches, pero lágrimas por partes de
dos personas que habían pasado una cruzada personal con sus sentimientos y que en aquel
momento, solo importaba ese amor que había estado manteniendo su eco durante años.

En Madrid Teresa llegaba hasta el mostrador para colocarse su bata y comenzar aquel día. Estaba ansiosa
por llamar a las chicas y que le contaran como habían pasado esa primera noche. Nada más
acomodarse, se quitó el pendiente y comenzó a marcar el número de Cruz.

T: ¡Buenos días!

C: Hola Teresa ¿Cómo vais?

T: Pues bien... está tranquilita la cosa

C: Me alegro

T: ¿Y vosotras?

C: Genial Teresa, te tenías que haber venido, anoche estuvimos en la caseta de la familia de Maca...
tenías que ver a su padre, que campechano y simpático es... estuve horas bailando sevillanas
con él

T: Que envidia ¿y es bonito aquello?

C: Solo pudimos ver eso la verdad, pero comparado con la ciudad es una maravilla... sin estrés, sin
prisas... riendo, bailando

T: ¿Y las chicas?

C: Pues Laura está conmigo desayunando en la cocina y... Esther y Maca aun siguen durmiendo

T: Esta chiquilla siempre igual

C: Es que llegamos muy tarde anoche Teresa... -miraba a Laura mientras hacía algunos gestos raros- para

T: ¿Qué?

C: No le decía a Laura... -viendo la insistencia de su amiga- oye Teresa que te dejó... mañana hablamos

T: Vale hija

C: Hasta luego
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La mujer colgaba el aparato y veía a Mónica cruzar la puerta. Se dedicó a colocar el teléfono en su sitio y
sacar algunos historiales que tenía que archivar para empezar.

Mónica: Buenos días Teresa

T: Hola guapa

Mónica: ¿Sabes algo de las de las chicas? -firmaba en el registro.

T: Ahora mismito le colgaba a Cruz... que estaba desayunando con Laura

Mónica: ¿Y Esther?

T: Durmiendo como siempre... parecía que ella y Maca aun no se habían levantado

Mónica: Ya... -su gesto tornó triste- voy... voy a empezar

T: Ale criatura

Tras colgar a Teresa, Laura la agarró del brazo y tiraba de ella sin decir nada, la arrastró escaleras arriba
pidiéndole silencio y llegaron hasta la puerta del dormitorio de la pediatra.

L: Asómate

C: Laura por favor... no me seas

L: De verdad... asómate

La cirujana a regañadientes inclinaba la cabeza hasta el quicio de la puerta y veía una escena que la hizo
sonreír sin ninguna duda antes de coger el pomo y cerrar con cuidado.

C: Poco a poco

L: ¿Crees que se habrán dado cuenta?

C: No sé... supongo

L: Tengo unas ganas de que se levanten

C: Que maruja eres

Poco a poco sentía como se despertaba, no llegaba a abrir los ojos pero notaba un calor en su espalda.
Se frotó la cara sin moverse y entonces sintió como estaba rodeada por la cintura, en un
segundo su mente recordó la noche anterior y comprendió todo. Comenzó a llorar escondida en
su cuello y escuchó como ella también lo hacía, no habían dicho nada tras eso, pero supo que
no quería salir de aquellos brazos y así se quedaron durmiendo, despertándose ahora de nuevo
pegada a ella.

Miró su móvil que permanecía en la mesilla y comprobó que era bastante tarde y que tendría que
despertar a la pediatra. Comenzó a frotar su brazo despacio para no asustarla.

E: Maca... -susurraba a la vez que acariciaba su brazo- Maca despierta

M: Mmm... -inconscientemente se abrazaba más a ella colocando su rostro entre la almohada y su pelo.

E: Es tarde... las chicas se habrán despertado

M: ¿Qué? -abrió los ojos- mmm... ¿Qué hora es? -se recostaba separándose de ella.

E: Casi las doce

M: Puf... -se levantó de golpe- hemos perdido media mañana...


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Aun queda día... -se sentó en la cama mirándola- ¿Qué vamos a hacer hoy?

M: Pensaba llevaros a dar una vuelta en caballo

Nada más escuchar aquello soltó un “ja” y cogió su ropa para cambiarse en el baño, la pediatra sacudió
la cabeza y se desvistió allí mismo.

Bajaban a la vez hasta la cocina tras comprobar que las chicas no estaban en sus camas. Iban hablando
fuerte casi avisando de su llegaba hasta la cocina.

E: ¡Que no Maca! ¡Un caballo sí que no!

M: Ayer decías eso de bailar y al final mira

E: Pero eso no conllevaba tener a un animal de dos metros entre mis piernas... -llegaron hasta la cocina
casi discutiendo por aquello parándose al sentir que las miraban fijamente- hablamos de
caballos

C: Sí, sí...

M: ¿A qué os apetece montar a caballo?

L: ¡Pues claro!

M: ¿Y tú Cruz?

C: Me encantará

M: ¿Ves? -la miró seria- pierdes por minoría...

E: ¿De verdad me vais a obligar a montar a caballo?

M: Si te da miedo pues te montas conmigo y listo... no te va a pasar absolutamente nada Esther

E: Al final lo que yo diga no vale de anda... -se sirvió una taza de café y se salió de la cocina.

C: ¿Y esta pelea tan matrimonial?

M: ¿Cómo que matrimonial?

L: Un poquito sí Maca

M: No sé... –quitó importancia mientras bebía de su café.

L: Habéis dormido abrazadas

C: ¡Laura!

M: ¿Ahora también espiáis?

L: Pues no... -se defendió infantilmente- pasaba por allí y mis ojos pararon en vuestros cuerpos

M: Ya... -tuvo que sonreír por aquella defensa- pues sí, dormimos abrazadas... pero no sé, cuando
duermes con alguien... es algo inconsciente ¿no?

C: Y no tan inconsciente

M: Pero de todos modos no me oiréis quejarme, eso seguro...

Al ver que Esther no salía decidió ir a buscarla, era absurdo que se enfadase por eso y realmente quería
enseñarles lo que es pasear por la ciudad de esa manera. Miró hacia el salón y vio la puerta de
la terraza abierta, así que sus pasos la dirigieron hasta allí.
Corazón Helado por AdRi_HC

M: ¿Qué haces? –se quedó a su lado.

E: Hace buen día

M: Sí

E: Para pasear a caballo

M: ¿Eso quiere decir qué...?

E: Que vale... -se giró casi sonriendo y apuntándola con el dedo- pero contigo... sola en un bicho de esos
ni jarta vino

M: Mírala... como se le pega el deje -le dio un golpe en la nariz.

E: ¿Nos vamos? -preguntó con mandato.

M: A sus ordenes –se colocaba recta.

E: Pues venga

De camino a la caseta otra vez llamó a Ramón, que era el hombre que se encargaba de los caballos en su
familia y le dijo que le arreglara el suyo y dos más no muy grandes, aparcaron de nuevo, pero
esta vez dentro ya que aun no había mucha gente. Ramón les sacó también unas botas de
montar y se las colocaban también, salvo Esther que mientras se había acercado a uno de ellos
con la intención de entablar confianza.

E: Tú no me caes bien a mí, y yo no te caigo bien a ti... pero respetémonos eh... -pasaba la mano con algo
de miedo por su pelo- si todo sale bien... te daré algo rico, rico

M: ¿Sobornando a mi caballo? -se colocó justo detrás.

E: ¿Sobornando? No, le hacía una oferta para empezar a caernos bien

M: Se llama UNA... -le acariciaba el lomo- es la yegua más grande que tiene mi padre, nacieron dos
potros esa semana... ella era la pequeña y el otro nació malito y murió... así que como eran dos
y se quedo solita... -hablaba cariñosamente sin dejar de acariciarla- me la quedé yo y la llame
UNA

E: Que triste

M: ¿Qué me la quedara yo?

E: No -le dio en el brazo- tonta

M: Guapa

La miró unos segundos sin dejar de acariciar al animal y avisando a sus compañeras, el hombre las
ayudaba a subir mientras ella lo hacía sola tendiéndole una mano a Esther para que subiera con
ella.

Paseaban por pleno centro de Sevilla, Maca según pasaban por lugares conocidos les iba indicando que
parasen y les relataba algo. Esther iba abrazada a su cuerpo sonriendo en todo momento. Cada
vez que esta contaba algo giraba su rostro para que ella la escuchase y podía pararse a mirar su
perfil con detenimiento mientras prestaba atención.

E: ¡Niño! ¡No la toques no sea que se enfade! -algunos niños se paraban a jugar con los caballos.

M: Jajaja Esther tranquila... UNA está acostumbrada, no hará nada

E: Por si acaso
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C: ¡Yo empiezo a tener hambre y calor!

M: Volvamos pues

Cuando llegaron de nuevo había mucha más gente que cuando se fueron, habían hecho varias fogatas en
la tierra y las mujeres se dedicaban a preparar varias sartenes repletas de arroz mientras los
hombres pasaban la carne por la plancha.

Las cuatro se sentaron en el porche de la caseta cerveza en mano para descansar un rato y apaciguar el
calor bajo la sombra.

L: Esto es genial...

C: Se está en la gloria sí

M: Esta noche vendrá muchísima gente

C: ¿Más que anoche?

M: Sí... más que anoche

E: Pues yo quiero bailar otra vez con tu padre... me encantó

M: ¿Me tengo que poner celosa?

E: Maca... -puso los ojos en blanco.

La pediatra sonrió antes de dar un trago y siguieron la conversación un rato más. Después se unieron al
resto que preparaban las cosas para empezar a servir la comida y las bebidas. En un momento
de agobio Esther cogió su plato y fue a sentarse debajo de un gran árbol para comer algo
relajada.

M: ¿Qué haces aquí sola?

E: Había demasiada gente... me empezaba a agobiar

M: Te entiendo... -se sentaba junto a ella- a mí tampoco me gusta mucho... -cuando pensaba seguir
hablando su hermana apareció un tanto seria.

Candela: Maca ¿puedes venir un momento?

M: ¿Pasa algo? -ambas se levantaron preocupadas.

Candela: Deberías... mamá está a punto de liarla

M: ¿Pero...? ¿Qué pasa Candela?

Candela: Alba ha venido con Luis

Esther tuvo que sujetar su plato porque de lo contrario hubiera caído al suelo, su corazón se disparó y su
cuerpo se tensó, Maca tragó saliva y recordó que Esther lo había escuchado, la miró
comprendiendo la situación.

M: ¿Vienes conmigo? -colocó su mano justo al lado de la suya.

Dudó tan solo un segundo, pero al mirar su ojos algo le gritaba que no tuviera miedo, cogió su mano con
fuerza queriendo estar con ella en ese momento.
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La pediatra sintió la fuerza en su mano y más tranquila comenzó a caminar a su lado junto a su hermana,
esta las guiaba hasta la casa donde parecía que algunos hombres de confianza de su padre
permanecían en la puerta para que nadie entrase. Sin soltarse cruzaron la puerta escuchando
unas voces desde la cocina.

M: ¿Qué pasa aquí?

Rosario: ¡Esa insolente!

M: Mamá, tranquilízate... -soltó la mano de Esther y se acercó a su madre.

Rosario: ¿Cómo quieres que me tranquilice?

Pedro: ¡Rosario por dios eh! ¡Hoy es un día para que estemos alegres!

Rosario: ¿Pero es que no veis el descaro con lo que lo ha hecho?

E: Rosario... -habló tímidamente- si no se tranquiliza le va a dar algo...

Rosario: ¡Negó a mi hija Esther! ¡y ahora entra en mi casa! ¡Insultando a mi familia!

M: Mamá... mamá mírame, a mi no me va a hacer daño, ya no... -cogió el rostro de su madre entre sus
manos- Luis es importante en Sevilla y lo sabes... todo el mundo viene a comer contigo y con tu
familia porque te quiere, no les des el día a todas esas personas que han venido contentos,
disfruta de tu día... de tu familia... haz como si no estuviera ¿Vale?

Rosario se abrazó a su hija llorando, esta la consolaba como bien podía mientras Pedro negaba con la
cabeza y se colocaba el sombrero para salir de allí. Esther que permanecía en un rincón junto a
Candela, lloraba al igual que ella viendo aquello. Las palabras de Maca le habían llegado al
corazón.

La pediatra se giraba y veía a su hermana y a Esther llorando también.

M: ¿Vosotras también?

Candela: Esto parece la casa de la pradera... –le tiró una servilleta y casi riendo a la vez que lloraba salía
de allí.

Rosario: Voy... voy a ver a tu padre

M: Vale mamá

La pediatra se acercaba poco a poco hasta Esther que seguía intentando controlar su llanto pañuelo en
mano. De vez en cuando la miraba y sonreía tímidamente viendo como esta se acercaba cada
vez más.

M: ¿Vas a dejar de llorar?

E: No lo sé... así que déjame que llore a gusto

M: Vale

Se quedó parada frente a ella con los brazos cruzados, agachando su cabeza mientras con la mirada
buscaba la suya, haciéndola sonreír mientras se terminaba de secar las lágrimas.

E: Vale... ya está, ya está

M: Ais...
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Sin tan siquiera pensarlo se acercó a ella para abrazarla, con una mano la hizo pegar el rostro en su
hombro mientras con la otra unía ambos cuerpos completamente. La mecía creyendo morir en
ese instante, besando una y otra vez su frente.

M: Vamos fuera que ahora toca rebujito

E: ¿Rebujito?

M: Mmm... ya verás que rico

Con su brazo rodeando sus hombros salían nuevamente hacia la calle.

Una tras otra las jarras de rebujito se vaciaban al llegar a sus manos, Esther reía sin cesar mientras Pedro
contaba historias y más historias de la infancia de la pequeña Maca, siendo ayudado por
Candela que no se quedaba atrás en su letargo de ahora reproches infantiles.

Candela: La tía perra se puso a jugar con la tierra que el pobre jardinero tenía para plantar las rosas de
mi madre, ¡más sucia que el culo de un marrano que entró!

E: Jajaja

Candela: Se me para delante y me dice “hermana... ¿a qué tú me quieres?” mi madre le acaba de echar
un rapapolvo considerable y venía llorando

La pediatra permanecía con el rostro apoyado en su mano, con el dedo índice estirado haciendo que la
ceja se subiera mientras negaba con la cabeza sin poder evitar que la pusieran en tan
bochornosa situación.

C: Y claro... si ahora vas tú y le dices que no se acerque...

Candela: ¡Equelicua! Aquí la tonta acabó embadurnada hasta los pelos de tierra por consolar a la pobre
Macarena

M: ¿Ya? ¿O sacareis otra más?

Pedro: Si quieres les cuento lo del peluquín del tío Arturo

M: ¡No! Y mil veces ¡no!

L: Pero Maca... ¡nosotras queremos que lo cuente!

M: ¡He dicho que no!

Mientras incluso forcejeaban por querer y no marcharse de allí, una sombra se coló en la mesa haciendo
que todos allí mirasen hacia atrás viendo a la dueña de ella.

M: Alba...

Su padre se levantó en un segundo quedando frente a la chica que iba con sus manos cruzadas a la
altura de su cintura con algo de vergüenza.

M: Papá... -cogió su brazo.

Pedro: Voy a ver a tu madre... -miró con dureza a la mujer y se marchó de allí.

M: Hola

Alba: Hola, yo... nosotros nos vamos y... venía a saludarte

M: ¿Lo habéis pasado bien?


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Alba: Sí... tu prima Lourdes ha comido con nosotros

M: Me alegro, ven que te presento... ellas son Cruz, Laura y Esther... son compañeras en el hospital

Alba: Encantada

L: Hola

C: Igualmente

E: Hola... -algo más seca que las demás le ofrecía la mano en saludo.

Alba: ¿Podemos hablar un momento Maca?

La pediatra no se esperaba aquello y en un primer momento no supo cómo reaccionar y su mente la hizo
girar por si sola buscando el rostro de Esther, esta recostada en la silla no decía ni hacía nada,
hasta que supo que sería mejor dejarlas solas.

E: Nos vamos con tus padres

C: Sí... -las tres comenzaron a caminar hacia el bullicio.

M: ¡Esther!

Esta se giraba a su llamada y permanecía unos segundos mirándose, hasta que Esther sonrió para
tranquilizarla y Maca respiró tranquila antes de saber que era lo que su ex quería de ella.

M: Tú dirás

Alba: Quería pedirte disculpas

M: ¿Por?

Alba: Por venir... sé como se ha puesto tu madre y te juro que en ningún momento he querido
incomodar a nadie... Luis estaba invitado y...

M: Alba... -la cortó- de verdad que no pasa nada, ya he hablado con mi madre de eso y por mi por lo
menos puedes estar tranquila

Alba: No iba a venir Maca, pero Luis se emperró y...

M: Tranquila de verdad

Alba: ¿Es ella? –miró rápidamente hacia atrás girándose de nuevo.

M: ¿Ella quien?

Alba: Esther... –la pediatra la miraba sin llegar a comprender- Solo hay que ver cómo me ha mirado

M: Sí... es Esther

Alba: Me alegro por ti Maca... de verdad...

Luis llamaba a su mujer ya casi en la puerta haciendo que ambas mirasen y dieran por terminada la
conversación. Alba se acercó a darle dos besos que Maca no desprecio y sin decir nada más se
marchó de allí.

La pediatra se giraba de nuevo y distinguía la figura de Esther mirándola, sonrió y metiendo las manos en
sus bolsillos se acercó hasta su familia de nuevo.

E: ¿Estás bien? -se acercó a preguntarle.


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M: Bien

Asintió sonriendo y sintió el brazo de Esther colarse entre el suyo mientras seguía escuchando la nueva
historia que su padre había comenzado sin ella.

Bastante entrada la madrugada Maca y Esther intentaban meter en el coche a Cruz y Laura que estaban
bastante más bebidas.

Ya en el piso entre las dos hacían lo propio y las acostaban intentando no reír, ya que ellas habiendo
bebido menos ya casi no tenían resto de aquel alcohol en el cuerpo.

M: ¿Estás muy cansada?

E: No mucho ¿por?

M: ¿Quieres venir a un sitio conmigo?

E: ¿Ahora?

M: Ahora es el mejor momento

De nuevo en el coche y conforme iban avanzando, Esther veía que iban hacia la montaña, no se atrevía a
decir nada pues como bien esperaba, sería alguna sorpresa por parte de la pediatra. Unos
minutos después Maca aparcaba el coche fuera de la carretera en una pequeña explanada que
había a uno de los lados y Esther bajaba también del coche.

M: Ven... dame la mano

E: Maca... esto está muy oscuro

M: Tranquila sé me el camino de memoria...

Agarrada a su brazo caminaba tras ella mientras la pediatra sorteaba algunos árboles y cogía algún que
otro camino que ni se distinguía en la oscuridad. Después de un rato caminando esquivaron el
último árbol salieron a un pequeño borde en la montaña, donde se podía distinguir el cielo aun
inundado de estrellas.

M: Cuando era pequeña mi abuelo me traía con él...

E: Es precioso

M: Me dijo que aquí las estrellas son sinceras... y que te dejan verlas tal y como son, sin la luz
contaminante de la ciudad

Esther la escuchaba mientras daba algunos pasos contemplando boquiabierta aquel manto negro
pintado con pequeñas luces que subían y bajaban claramente la intensidad de aquella luz. Se
giró buscando a Maca y la vio sentada junto a aquel árbol. Sin querer pensar o batallar
interiormente por más tiempo fue hasta ella acomodándose entre sus piernas, cogiéndole
ambas manos y haciendo que sus brazos la rodearan de nuevo como la noche anterior.

Ninguna decía nada, Esther se había recostado en su cuerpo encajando su cabeza en su hombro,
sintiendo que las dos mejillas se unían, como sus respiraciones cogían el mismo ritmo en un
silencio en el que se escuchaba por primera vez, el más grande de los sentimientos en pleno
apogeo, sintiendo ambas como este les gritaba sin voz que su momento había llegado.

La pediatra sabía que se había dormido entre sus brazos, pero ella esperaba ansiosa el verdadero
momento que quería vivir junto a ella, cuando distinguió una pequeña claridad en el horizonte
la estrechó más contra ella para despertarla-

M: Esther... cariño, despierta y mira...


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E: ¿Uhm?

M: Mira... -le susurró con todo su amor señalándole el cielo.

Aun abrazadas comenzaban a ver una de las maravillas que la tierra ofrecía, el negro intenso que antes
pintaba el cielo ahora iba cogiendo una mezcla naranja y azul, en un tono pastel que parecía
haber sido trazado a pincel. Esther no pudo evitar suspirar, sentía cosas demasiado grandes
para ella. En cuestión de segundos el sol iba asomando al fondo sin llegar a molestar, llegando
incluso a poder mirarlo asombrada.

E: Prométeme que no habrá espacios entre nosotras Maca...

M: Esther...

Rompió aquel silencio mágico con una necesidad aun más mágica aun, Maca sabía que pretendía Esther
y sintió vergüenza incluso por si sentía como latía su corazón en aquel momento.

E: Dame tu palabra Maca

Se giró para mirarla, no solo quería escuchar aquellas palabras, quería ver la verdad en sus ojos y saber
que no había más pruebas que superar, que había confianza entre ambas y que los miedos y
dudas no existían entre ellas.

M: Nunca Esther...

El cruce de miradas estaba resultando ser el verdadero sentimiento que Esther necesitaba, sentir aquel
corazón palpitar sumamente junto a aquellas palabras y todo envuelto por unos ojos que sabía,
no le mentían.

La distancia se acortó tanto que sus respiraciones se fundieron en una, y todo acompañando de un beso
que sellaba algo que necesitaban tanto como la vida misma. Un beso cargado de verdad y de
esperanza, pagando un precio que había quedado pendiente haciendo que el dolor se borrase,
quedando una ilusión tan grande que el tiempo que una vez ganó en el pasado, les brindaba un
nuevo comodín para el futuro.

El sol daba tan de lleno en su cara que sintió como incluso sus ojos ardían tras la piel de sus párpados, se
giró odiando tanta luz a la vez que intentaba incorporarse.

C: Laura

L: Un poco más

C: Laura... son las tres...

L: Bueno... pues un poco más anda...

C: Venga... -tiró de la almohada a la que su compañera se abrazaba despertándola por completo- vamos
abajo

Cual zombis recién devueltos a la vida bajaban despacio intentando escuchar algún ruido que les
indicase que habían alguien más en aquella casa. Cruzaron la puerta del salón restregándose los
ojos y repitieron la acción al ver la escena que había en el sofá.

C: Pues... parece que la noche ha dado para algo más que para beber rebujito

La pareja dormía completamente abrazada en el sofá, de frente ambos cuerpo permanecían unidos de
tal forma que era difícil distinguir donde empezaba una y acababa la otra.

L: Tenemos que despertarlas o se nos hará tarde

C: Vale... lo haces tú
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L: Y una mierda –se quejaba retrocediendo.

C: Pues a mí me da pena hacerlo

L: Joder...

Quejándose aun caminaba hasta ellas y se colocaba frente al sofá, pensó cual sería la mejor manera y
buscando la nariz de Esther la cerró con sus dedos comenzando a contar.

L: Uno... dos...

E: ¿Pero qué...? -se incorporó asustada.

L: Buenos días

E: Joder Laura... siempre igual... -se volvía a echar ocultando su rostro en el pecho de la pediatra que
comenzaba a despertarse.

M: ¿Qué pasa?

L: Que son las tres y nos acabamos de despertar

M: Mmm... vale... ahora vamos

Volvió a abrazar a Esther y apoyando la cabeza nuevamente parecía que se dormían otra vez.

C: ¡Que os levantéis coño!

E: Uf... -se giraba mirando a sus compañeras- beberos un rebujito y a dormir otra vez

M: Jajaja

L: Mírala que graciosa...

M: Graciosas vosotras anoche

C: Y graciosas vosotras ahora, lapas... que sois unas lapas

Cruz y Laura se miraron y salieron de allí, esa vez sin importarles sin volvían a dormir o no mientras iban
quejándose de que las dejarían allí.

Sin haber movido un ápice sus cuerpos seguían tal y como estaban, mirándose, sonriendo, acariciando la
piel de la otra con calma, mientras volvían a aquella vida que dejaron la noche anterior.

M: Hola

E: Hola... -se acercaba y le daba pequeño beso.

M: ¿Has dormido bien?

E: Uhm, uhm... mejor que en mucho tiempo

M: Y yo... -la abrazaba de nuevo- tenemos que levantarnos... y quitarnos este olor a brasa

E: Jajaja pues venga... -se iba a levantar pero la pediatra tiraba de su mano devolviéndola a su estado
anterior.

M: Me da pereza que te vayas... -se abrazaba a ella quedando sobre su estómago- ¿Y si nos quedamos
aquí y que se vayan ellas?

E: Tentador, pero... tenemos que volver... -acariciaba su pelo- venga... dúchate y mientras preparo yo
algo de café
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M: Vale... pero dame un beso... -se incorporaba quedando casi encima recibiendo su beso- yo ya creo
que no necesito café ¡eh!... a mí con uno de estos cada cinco minutos voy bien

E: Jajaja venga cochinilla... a la ducha

Después de que todas pasasen por la ducha, evitando un tercer grado cada vez que se separaban
aunque fuese un metro y habiendo recogido todo, pusieron rumbo de nuevo a la caseta para
despedirse de la familia de Maca que los esperaban en la puerta.

M: Pues nos vamos

Candela: Oye que me llamó Ana... que dice que en cuanto regrese de Londres te hace una visita

M: Un día de estos la llamaré y la pondré a cardo

Mientras Cruz y Laura se despedían del patriarca, Esther había ido a despedirse de Rosario que sin
haberlo esperado le daba un abrazo.

Rosario: Gracias

E: No la entiendo

Rosario: Por hacer que mi hija sonría como lo ha hecho estos días

E: No... no me dé las gracias por eso

Rosario: Sí, te las doy como madre y como tal, lo único que quiero en esta vida es ver a mis hijos felices,
tanto como Maca esta ahora

Esther ante las palabras de la mujer no puedo evitar abrazarla de nuevo.

M: ¿Interrumpo?

Rosario: Ais... ven aquí anda... -se abrazó al cuello de su hija mientras la besaba repetidas veces- ¡y come
más! ¡Que mira cómo estás!

M: ¡Pues bien buena mamá! ¡Cómo voy a estar! ¿o no? -miró a Esther.

E: ¡Maca! -le dio un golpe en el brazo.

M: Jajaja bueno que nos vamos

Pedro: Esther ven... ven un momento

M: Papá que no llegamos

Pedro: Si es un momento hija

Pedro rodeaba con su brazo a Esther y la hacía entrar en la casa, esta no sabía a qué venía aquello y
esperándose cualquier cosa de ese hombre sonreía mientras escuchaba como madre e hija se
plantaban en la puerta a mirar.

Pedro: Quiero que sepas que siempre serás bien recibida en esta casa y que... -abría un cajón y sacaba
un cd- que bailes en casa para el año que viene

E: Gracias señor Wilson... -sonreía mirando el Cd.

Pedro: Pedro hija... llámame Pedro

E: Gracias Pedro

Pedro: Cuídamela ¿Vale? que a veces es una descerebrada... y necesita a alguien que le haga pensar
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Esté seguro

M: ¡¿Me la devuelves papa?!

Rosario: ¡Maca!

M: ¡Es que se nos hace tarde! -guardaba silencio y volvía a levantar la voz- ¡y es mía!

Todos: Jajaja

Llevaban dos horas de viaje y Esther se dedicaba a hablar con Maca y besarla de vez en cuando
intentando tenerla lo más despierta posible, cosa a lo que la pediatra no ponía ningún tipo de
objeción.

C: Oye Maca, deja que conduzca yo si eso... y vosotras descansáis un rato

M: No hace falta Cruz... si yo con mis besitos y mis cosas voy bien despierta

E: ¡Pero serás!

M: Jajaja

C: En serio eh... para en la siguiente vía de servicio y os pasáis atrás

M: ¿Sí? -miró a Esther.

E: La verdad es que yo dormiría estas horillas que quedan

M: Pues ni una palabra más

Y tal como habían quedado, Cruz era quien ahora conducía, habían comenzado una pequeña
conversación pero que minutos más tarde se dejó a un lado para ir en silencio. Laura se giró
para ver cómo iban y sonrió, diciéndole a Cruz que mirase un segundo por el espejo.

La pediatra rodeaba el cuerpo de Esther con su brazo mientras esta dormía en su pecho, Laura hacía
tanto tiempo que no veía a su amiga tan bien que sin quererlo y volver la vista a la carretera
unas lágrimas se le escaparon llamando la atención de Cruz.

C: No llores que detrás voy yo imbécil... -hablaba con la voz compungida ya.

L: Es que ha sido tanto tiempo Cruz... tantas noches en vela

C: No si verás tú... -se limpiaba la humedad en sus ojos.

L: Uf... lo que nos ha costado llegar aquí

C: Van a ser felices Laura... muy felices

Después de despedirse de sus compañeras y recibir algún que otro golpe bajo, la pediatra insistió en
llevar a Esther a su casa y por qué no, con alguna que otra esperanza.

E: Tu familia es genial

M: Sí, sí que lo es... a mi padre te lo has metido en el bolsillo eh no te creas que baila con cualquiera

E: Jajaja una buena profesora que tuve ya ves...

M: Tendré que decirle que se ande con ojo ahora... porque eso se acabó

E: Tonta

Llegaron al portal y ambas bajaron dirigiéndose hasta el maletero para sacar el macuto de Esther.
Corazón Helado por AdRi_HC

M: Pues nada

E: ¿Quieres quedarte?

Salió como una bala de sus pensamientos, sin ni siquiera valorar lo que sus labios pronunciarían y
dibujando una sonrisa en los labios de la pediatra se daba por satisfecha.

M: Me encantará quedarme

E: Pues aparca venga

Maca corrió hasta el coche sin pensárselo mientras Esther iba hacia el portal sonriendo, abrió la puerta y
esperó mirándola mientras aparcaba algunos metros más adelante. Nada más salir cogió su
mochila y caminó deprisa hasta el portal.

Sonrientes, nerviosas, ansiosas, así es que como subían en el ascensor, el tintineo incesante de las llaves
hacia sonreír a Maca que envidiaba tener eso entre sus manos para hacer ella igual. Llegaron a
la puerta donde Esther algo más nerviosa aun intentaba abrirla.

M: Dame anda

E: No me hacen caso

M: Sí, será eso... -sonrió y se colocó delante para abrir ella- ya está

E: Gracias

De nuevo en silencio entraban al piso mientras Esther encendía una luz y dejaba las llaves colgadas en la
pared.

E: Deja las cosas en la habitación si quieres mientras yo abro un poco la casa

M: Vale... me llevo tu mochila

En realidad necesitaban respirar, respirar lejos de la otra, tranquilizarse lejos de aquel cuerpo que hacía
exactamente lo contrario.

Abriendo las ventanas para que todo se ventilase se dio cuenta de que una pequeña brisa entraba
chocando en su cara, y apoyándose en el borde se quedó unos instantes allí cerrando los ojos.

M: ¿Qué distinto es esto verdad? -se abrazaba a ella por detrás.

E: Mucho... solo tienes que respirar y lo notas ¿quieres que prepare algo de cena?

M: Eso ni se pregunta... -comenzó a besar su cuello- si yo todo lo que he hecho ha sido porque me
encanta tu comida

E: ¡Pero! -se giró deprisa quedando frente a ella- ¿y serás capaz de decir eso?

M: Jajaja tonta... -la abrazaba con fuerza casi apretujándola contra ella- ¿pero entonces hay cena o no
hay cena?

E: Increíble... esto es increíble

Mientras Maca se dedicaba a preparar la ensalada Esther terminaba de cocer algo de pasta, de vez en
cuando se miraban sonriendo, incluso tímidas, pero estaban felices, tanto como deseaban estar.

M: ¿Corto un poco de queso?

E: Vale... dame la ensalada que eche la pasta


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M: Toma

Con el queso sobre la tabla comenzaba a cortar trozos para después hacerlo otra vez en tacos. Una vez
hubo revuelto la ensalada y la pasta, se colocó tras la pediatra mirando como cortaba el queso.

M: ¿Interesante?

E: Mucho sí... -le dio un beso en la espalda.

M: Toma anda... que sé que por eso estás aquí... -le daba un trozo de queso ella misma.

E: Que rico

M: Claro, porque lo he cortado yo... que te crees

E: Anda coplera, vamos a la mesa

Frente a la televisión y sentadas en el suelo junto a la mesa comían mientras veían las noticias, cuando
Maca no miraba, Esther le quitaba algún que otro trozo de queso de su plato.

M: ¡Ey! Eso es mío

E: Ya no... -se lo metía a la boca masticándolo feliz.

M: Devuélvemelo

E: Tarde... -sacaba la lengua limpia de queso.

M: Pero serás ladrona... -se lanzó encima de ella cayendo las dos al suelo- dame mi queso

E: Como no me abras la barriga y lo saques

M: Seguro que lo estás escondiendo

E: Pues búscalo

M: Es lo que pienso hacer

Sin miramientos se acercó hasta ella para comenzar a besarla. Tendidas en el suelo pasaban los segundos
y no decidían acabar aquel momento, la mano de la pediatra llevaba tiempo buscando el calor
bajo su ropa y acariciaba su piel con paciencia.

M: Pues... -se relamía descaradamente- pues no... no está

E: Si ya te lo decía yo

M: Pero me tenía que asegurar cariño... que ese queso sigue siendo mío

Esther se la quedó mirando seria, colocando algunos mechones rebeldes que caían por su rostro,
mirando sus labios al acariciarlos, repasando su rostro con la yema de los dedos, como si
intentase asegurarse de que nada era una ilusión.

M: ¿Qué ocurre?

E: No que… a veces creo que es uno de los sueños que tantas veces tuve

La pediatra se levantó tendiéndole la mano y llevándola al sofá, primero se sentó ella para que Esther se
acomodara entre sus piernas, estuvieron unos segundos en silencio, donde Maca buscaba el
aliento para hablar con ella.

M: Quiero contarte algo


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E: Maca... no hace falta que...

M: Sí, hace falta que sepas cosas y te las voy a contar... -tomó aire mientras comenzó a acariciar sus
brazos- cuando nos conocimos, yo... yo odiaba al mundo, odiaba mi vida, había estado
enamorada de una persona que aunque no lo pretendía así me engañó, a su manera pero lo
hizo... yo cometí el error de imaginarme una vida con ella, pasarme las noches soñando
despierta una vida que creí... que creí que iba a tener y cuando aquello pasó todo mi mundo se
derrumbó, todas las ilusiones que yo creí que existían se esfumaron en un solo día... tuve tanto
miedo a quedarme sola el resto de mi vida que cerré todas las puertas, entonces... -carraspeó
intentando aclarar su voz- apareciste tú... tú y tu felicidad, esa que rebosabas por donde fuera
ibas...

E: Maca

M: Ssshhh... déjame que termine, me encantaste desde el primer momento en que hablamos... me
gustaste toda tú y yo sabía, me lo decía a mí misma, que si te hubiera conocido en otras
circunstancias sería distinto, te hubiera intentando enamorar de una manera muy distinta a
como era entonces, todo esto que... todos esos detalles que he tenido contigo van conmigo...
yo soy así, me encanta hacerte sonreír por cualquier cosa, me encanta que sepas que aunque te
dé una simple caja de bombones busques algo que haya ingeniado para ti... intenté hacerte ver
que no ibas a conseguir nada de mi por el simple hecho de que yo creí que no conseguirías
nada de mí... -la abrazó contra ella- cuando me decías que me querías... mi... mi pecho se
contraía de tal manera que creía que me ahogaba, esas dos palabras estaban ahí... -tocaba su
pecho- igual que en el mío, pero no podían salir, no las dejaba salir... el día que fuiste a ver a tu
madre fui a tu casa y... y Eva me dijo algo que me hizo pensar que otra vez ocurría... que mi
pesadilla cobraba vida de nuevo contigo y fue mucho peor Esther... me dolía mucho más que
cuando Alba me dejó y tuve tanto... tanto miedo a todo...

E: Maca ya... -había notado como comenzaba a llorar.

M: Me enamoré de ti Esther, tan ciegamente que me odiaba por volver a sentir algo así y cuando me fui
lloré días y días... me di cuenta del daño que en realidad te hice... -la hizo girarse para quedar
sentada frente a ella- solo te pido que me dejes construir un mundo para ti Esther... uno sin
miedos, sin dudas, en el que veas la ilusión y el amor en mis ojos cada día, esos que no te
mienten cuando te digo que te quiero... y que te prometo que nunca, jamás, habrá nada por lo
que tengas que tener miedo... que cada día saldrá el sol porque yo lo pondré para ti en lo más
alto del cielo... para que pueda ver lo más maravilloso que hay en mi vida... tú, Esther... déjame
hacer eso cada día, déjame conseguir eso... -Esther lloraba sin cesar tras escuchar cada palabra-
¿me dejas? -colocó ambas manos en su rostro y arrastró con sus pulgares cada una de aquellas
lágrimas.

E: No he dejado de quererte ni un solo día Maca y... sé que te querré el resto de mi vida

En el cuerpo de Maca algo había cambiado, besaba a aquella mujer con una paz arrolladora, un hueco
enorme en ella se había vaciado en un segundo y al siguiente, todo el amor que hacía explotar
su corazón lo llenaba inmediatamente. Se besaban con lágrimas en los ojos, no podían parar un
sentimiento que había crecido con la verdad de las palabras. Sentían la vida en sus labios en
aquel justo momento y no necesitaban nada más para saber, que todo tiene su recompensa en
la vida.

Desnudas y abrazadas contemplaban como la noche se despedía dando paso a un nuevo día en que todo
sería diferente, todo había cambiado y con ganas de comerse el mundo se miraban con
felicidad.

M: Aun no me has dicho que soñaste

E: Ni te lo voy a contar

M: Pues me parece un feo por tu parte


Corazón Helado por AdRi_HC

E: ¿Y eso por qué?

M: Porque si hice algo bien debo saberlo

E: Jajaja

M: Dímelo anda... -se giraba y comenzaba a besar sus hombros.

E: Pues... algo así como lo de hace un rato

M: -se incorporaba apoyándose en su brazo- ¿Ah sí? -arqueaba una ceja sin dejar de sonreír.

E: Pues sí... aun me acuerdo y... bruu

M: Tienes sueños eróticos conmigo –asintió con seriedad.

E: Erótico festivos cariño

M: Jajaja -se dejó caer riendo a carcajadas- ¿y bueno que... bien?

E: ¿Bien? No, mejor... -la pediatra ladeaba la cabeza no muy conforme- ¿Qué?

M: ¿Mejor que en realidad?

E: No jajaja no cariño... mejor no... -se abrazaba a ella acostándose otra vez- prefiero la autentica

M: Que alivio... ya pensaba que tenía que competir conmigo misma

E: Tonta

Después de ducharse, desayunar y conseguir dejar de besarse y demás muestras de afecto que subían de
tono cada cierto tiempo, salieron a la calle rumbo al hospital. En el coche aprovechaban los
semáforos hasta que cualquiera que permanecía tras ellas pitaba para hacerlas saber que
estorbaban.

Así que con la pediatra colgando prácticamente de ella abrazada por detrás, entraban en urgencias
haciendo que Teresa, y algún compañero que allí estaba se quedase de una pieza viendo tal
imagen.

E: Hola Teresa

T: Eh... ho... hola, hola

M: No vengas sola... hola, hola, hola, ven con mi amor... -se había separado de ella para firmar y al
terminar de cantar se giró viendo como la miraban- ¿Qué? Como si nunca hubieseis escuchado
esa canción

J: ¿Qué me he perdido?

E: Mejor no preguntes... vamos coplera, que al final tendré razón

M: Tú siempre tienes razón cariño... aunque me joda...

E: Jajaja

Caminaron como siamesas hasta el vestuario, una vez dentro y comprobar que no había nadie, la
pediatra comenzó a repartir besos por su nuca haciéndola reír.

E: Maca ya... que al final se nos pega el arroz...

M: Nah... -ella continuaba con su tarea.


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Cariño en serio...

M: Vaaaale... -se dejó caer de lado apoyándose en la taquilla- ¿Te he dicho lo preciosísima que estás hoy?

E: Pues no... no me lo has dicho

M: Pues sí... -la abrazaba de nuevo mientras colocaba sus cosas en la taquilla- estás preciosisisisima

E: ¿Se puede saber qué te pasa? -se giró sonriendo.

M: No sé... -se hizo la remolona- que tengo a la mejor mujer del mundo y... ¿sabes que tengo a la mejor
mujer del mundo? -la miró seria.

E: Estás imposible

M: Ais... -suspiró de forma graciosa- si yo te contara...

Por fin cada una en su taquilla comenzó a colocarse el pijama, Esther con algún que otro problema por
las manos que la abordaban, aunque tras casi diez minutos más tarde consiguieran estar como
debían.

E: Trae... que se te ha quedado el cuello de la bata mal

M: Pónmelo sí... en el fondo me lo pones todo

E: ¿Va a ser un día duro eh?

M: No te imaginas cuanto... -se acercó a ella para morderle el labio justo cuando entraba Cruz.

C: ¡No! No me digáis qué vais a estar así todo el tiempo

M: ¿Envidia? -se colocaba el fonendo al cuello de forma chula.

C: Pues mira sí

M: Pues lo siento pero... esta es para mí... -le daba un golpe en el culo- y yo no quiero otra así que...
luego nos vemos cariño... -se acercó para besarla antes de irse.

E: Adiós guapa

C: Hay que ver

M: ¡Ah! -se paraba en la puerta- Cruz... te estaré vigilando que lo sepas... -la señaló con el dedo a la vez
que guiñaba los ojos.

C: Sí, sí... ¡venga tira!

M: Te quiero... -miró a Esther y se marchó.

C: A ver... espera que... -sacaba un pañuelo- que... tienes aquí

E: ¿El qué? -se miraba al espejo.

C: Se te cae la baba por aquí –señalaba parte de su barbilla.

E: Idiota... -cerraba la taquilla de golpe.

C: ¿Bien?

E: Demasiado bien diría yo... jajaja


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El día pasaba rápido, entre los casos y las escapadas en un despacho o en otro, parecía que aquel día
tuviera menos horas de las habituales.

Esther terminaba de atender a una chica en la sala de curas y la acompañaba hasta la puerta
deteniéndose después con Teresa.

E: Oye Teresa

T: Dime

E: ¿Has visto a Mónica?

T: No... creo que hoy tenía una entrevista en el clínico

E: ¿Cómo que una entrevista?

T: Sí... la llamaron para darle allí el puesto de enfermera jefe

E: ¿Se va del hospital? –le preguntó sorprendida.

T: Pues si todo va bien sí

Apoyada en el mostrador se había quedado pensativa, la última vez que la vio no le dijo nada al
respecto, y en un fin de semana le parecía raro que la llamasen.

T: Por cierto... me han dado esto para ti... -le tendía un pequeño sobre con una tarjeta.

E: No preguntaré quien

T: ¿Se puede saber desde cuando estáis juntas?

E: ¿Oficialmente? Desde ayer... -sacaba la tarjeta y sonreía.

T: ¿Qué pone? -se inclinaba un poco.

E: Pues si hombre... -la retiraba- son cosas privadas Teresita... cosas privadas

Leyendo la nota una y otra vez caminaba sonriente hasta pediatría, estaba claro que era una provocación
para que la buscase, y no iba a dejar pasar la oportunidad. Llamó a la puerta pero no escuchó
contestación, así que tímidamente la abrió viendo como Maca le hacía una señal mientras
hablaba por teléfono.

M: Sí... eso es sí... -Esther llegaba hasta ella y se sentaba en su regazo- sí pero... -comenzaba a besar su
cuello echando la bata hacia un lado- no, eso no... no me ha comprendido... -Esther se sentaba
a horcajadas y abría su bata completamente y comenzaba a desabotonar su camisa- Esther...
-tapaba el micrófono del teléfono- no me hagas esto...

E: Sigue que parece importante... -colocaba de nuevo el teléfono en su oreja.

M: Sí, estoy aquí... -sentía las manos de Esther acariciar sus costados una vez había abierto su camisa y
tuvo que morderse el labio- ¿eh?... si perdone... ¿me decía?... -besaba su cuello mientras dirigía
los labios hasta su pecho- vale sí... oiga... tengo una urgencia, luego le llamo... -colgaba
exageradamente.

E: Jajaja ¿no te concentras mi amor?

M: ¿Sabes que he estado a punto de gemirle a uno del comité de sanidad?

E: Jajaja

M: ¡Que eres muy mala!


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Uhm, uhm... he... he echado la llave a tu puerta... -toqueteaba el cuello de su camisa mientras sonreía.

M: ¿Qué hora es?

E: ¿Por?

M: Por saber lo que tardo contigo... -se inclinó con fuerza y comenzó a besarla.

Maca subida a la moto esperando a que Esther bajase, habían quedado para ir a cenar y había llegado
antes de la hora, silbando y mirando la gente que paseaba a su alrededor pasaba el tiempo
como bien podía.

E: Hola

M: ¿Nos conocemos?

E: Mmm... yo había quedado con una preciosidad para ir a cenar ¿no sé si...?

M: Pues yo es que esperaba a mi novia y... -miró hacia el portal- tiene que estar a punto de llegar...

E: Y si pasas de ella y... -se acercó para susurrarle algo en el oído.

M: ¡Sube! ¡sube! Antes de que venga

E: Jajaja payasa... -le dio un golpe en la pierna.

M: ¿Me vas a dar un beso o esperas a que me dé un ataque?

E: Guapa... -se acercó besándola repetidas veces.

M: Venga sube... -le dio un cachete en el trasero y esperó a que subiera- abrázate bien ¡eh! No sea que
te me caigas... -Esther la rodeaba completamente con sus brazos.

E: ¿Así?

M: A ver... -echaba las manos hacia atrás y recorría desde su espalda hasta las manos que descansaban
en su estómago- bien, bien... podemos irnos... -se colocó el casco y bajando su visera en un
golpe seco puso la moto en marcha.

Mientras recorrían el camino en moto Esther iba completamente abrazada a ella, soltándola únicamente
cuando debían detenerse y ahí comenzar algún que otro juego que la pediatra comenzaba
como siempre arrancado sus carcajadas todo el tiempo y llamando la atención de algún que
otro viandante.

Minutos más tarde llegaban a la puerta del restaurante, este parecía de lo más elegante y por la cara de
Esther Maca sabía que la había sorprendido. De la mano caminaban hacia la puerta donde nada
más entrar dejaban en el guarda ropa los cacos y sus chaquetas para después seguir al
camarero hasta su mesa.

Camarero: Enseguida vienen a tomarles nota

M: Gracias

E: ¿Ha que se debe tanta formalidad?

M: Pues... porque sí

E: Me gusta el sitio... es precioso

M: Lo sé... -miraba la carta por encima- todo lo que a mí me gusta va a juego conmigo...
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E: Que petarda... -reía mientras abría su carta.

M: Mi madre me llamó esta tarde... te manda recuerdos

E: ¿Estáis mejor ya?

M: Sí... cuando volvimos ya...

E: Cuando hables con ella le mandas un beso

M: Dámelo a mí y ya veremos que hacemos después... -se había acercado a ella.

E: Eres una zalamera de miedo

M: Sí... pero te encanto

E: Sí... me encantas... -la besó y se quedaron unos segundos mirándose- venga que vendrá el camarero y
estaremos así todavía

M: Tú lo que tienes es hambre, un día de estos me cambiarás por un plato de comida... como si lo
estuviera viendo... -hablaba haciéndose la ofendida.

E: Jajaja

Después de la cena habían ido en moto hasta la casa de Esther, pero a la pediatra le apetecía pasear, la
temperatura invitaba a caminar aquella noche y no lo iba a menospreciar. Cogidas de la mano
hablaban felices, contando y recordando algún momento anecdótico en esos años. Los brazos
que iban unidos por sus manos casi se movía en un balanceo que ninguna se daba cuenta que
ejercía sobre la otra.

Llegaron a un pequeño parque que estaba completamente vacío, solo la luz de un par farolas hacía
poder distinguir el pequeño balancín en el centro, y unos cuantos bancos alrededor. De la mano
Maca la llevaba hasta uno de ellos, se sentaba primero y la invitaba a sentarse sobre ella.

M: ¿Javier me ha preguntado esta mañana?

E: ¿Y qué le has dicho?

M: Pues lo que había... me ha dicho que nos desea lo mejor del mundo... -ponía un gesto gracioso y le
colocaba el pelo detrás de la oreja- oye

E: ¿Uhm?

M: Nunca te he preguntado qué pasó con Mónica, ya casi no habláis

E: Ya... quiero hablar con ella pero tampoco quiero agobiarla, se portó genial conmigo, fue ella la que se
dio cuenta de que no íbamos a ninguna parte... yo me propuse hacer lo posible por intentarlo

M: ¿Antes o después de...?

E: Después de verte... -jugaba con las solapas de su cazadora mientras hablaba sin mirarla- la verdad que
me cayó como un jarro de agua fría verte... y no sé...

M: Pues habla con ella, sería una pena que por dejarlo pasar...

E: Ya... pero cambiemos de tema

M: ¿Y qué tema quieres? -la rodeaba con sus brazos por la cadera uniendo sus manos tras ella.

E: Pues no sé
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M: Yo tengo una idea... -se levantó sin mover a Esther de ella llevándola a cuestas mientras comenzaba a
caminar.

E: Maca bájame

M: ¡Meeec!... petición incorrecta...

E: ¡Maca!

M: Mmm... como me pone que me grites así... -atacaba su cuello sin dejar de caminar.

E: ¡Te lo digo en serio eh! -se separó de ella.

M: Ahora cuando lleguemos a tu casa me pegas ¿vale? –sonrió para después pinzarse el labio sin dejar
de mirarla.

E: No tienes remedio –sonrió.

M: Y a ti que te encanta tonta

En la cafetería Esther acababa de coincidir con Raúl, este le contaba algo de lo más eufórico mientras
terminaba de comer su desayuno.

Raúl: ¡Y me dejó allí! ¡Sin más!

E: Le saldría otro plan mejor Raúl

Raúl: Pero que menos que decirme algo ¿no? -masticaba con prisa haciéndola reír.

E: Pues no la llames ya y punto

Raúl: Es que ni pienso vamos... ¡a mí! Esa no sabe lo que se pierde

E: ¿Te ha tocado el orgullo eh?

Raúl: Pues sí... hay maneras y maneras...

Justo cuando pensaba continuar con la conversación Esther notó como alguien le tapaba los ojos y
sonrió mientras suspiraba pensando que se tramaba ahora.

Voz: ¿Quién soy?

E: Te tengo dicho que no hagas esto... Maca nos puede ver...

Raúl: Jajaja

M: Ahora por ese comentario te quedas sin regalo ale... -se sentaba con ellos.

E: ¿Regalo?

M: No te lo pienso dar... -estiraba la mano y le quitaba un trozo de galleta a Raúl.

Raúl: ¿Y el motivo de esto es...?

M: Que tengo hambre... -masticaba sin dejar de mirarlo.

E: Maca

M: Que no... la próxima vez te lo piensas mejor antes de ir por ahí eligiendo amantes

E: Que era una broma... -comenzó a hablar como una niña mientras se acercaba a ella- dámelo
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M: Nop

E: Pues me voy

M: Pues vete

E: ¿A sí?

M: Eres libre cariño...

E: Pues adiós

Esther se marchaba de allí fingiendo seriedad, dejando a la pediatra sonriendo y a Raúl con cara de
póquer mirando a una y a otra.

Raúl: Que raras que sois las mujeres

M: Como que somos lo mejor del mundo

Raúl: Pero raras... sois muy raras

M: Jajaja

De camino al vestuario vio a Mónica que hablaba con una de las enfermeras y se dirigió hasta ella,
caminaba despacio para intentar no interrumpir, y sonrió al ver que se quedaba sola de nuevo.

E: Hola

Mónica: Hola

E: ¿Acabas ya?

Mónica: Sí... ¿tú también no?

E: ¿Me acompañas al vestuario y te acercó a casa?

Mónica: ¿Y Maca?

E: Tenía que ir a comprar unas cosas...

Mónica: Está bien... –sonrió.

Caminaban en silencio pero mirándose de vez en cuando, nada más entrar Esther fue directa a su
taquilla mientras Mónica se esperaba sentada justo al lado de la puerta ojeando una revista.

E: Mira que es... -sonreía y se sentaba en el banco.

Mónica: ¿Quién?

E: ¿Eh?... no... tonterías de Maca...

La enfermera se levantó y fue hasta ella, se sentó a su lado y miraba la pequeña cajita que tenía en sus
manos y como leía una nota.

Mónica: ¿Puedo?

E: Sí claro... -le tendió la nota.

Un duendecito me dio esto anoche, me dijo “es un trocito de tu alma, algún día de tu vida lo perdiste”
quédatelo, pues por más que la busco no la encuentro, y acabo de recodar que la tienes tú.

Te quiero. Maca
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E: Siempre tiene alguna salida de estas...

Se levantó y se colocó frente a la taquilla, Mónica seguía mirando aquel pequeño papel y se giró para ver
lo que había en la cajita, la cogió y una cadena de plata, de ella colgaba un pequeño colgante,
no sabía que era, pero pensó que era precioso, una forma abstracta hecha de plata.

Mónica: Es precioso

E: Sí... -lo cogió avergonzada y lo metió en su bolso.

Mónica: Está loca por ti... -el tono de la enfermera sonaba triste.

E: Mónica yo...

Mónica: No importa... tranquila... -se levantó cogiendo aire- ¿nos vamos?

E: Claro...

Subieron al coche sin haber dicho una sola palabra, pero tampoco sentían tensión. Tras colocarse los
cinturones Esther puso la radio y comenzó a incorporarse a la carretera.

E: Hace tiempo que no hablamos

Mónica: Sí bueno... he estado ocupada

E: Ya... ¿no quieres hablar conmigo? ¿Es eso?

Mónica: No Esther, no es eso... -habló algo cortante apoyando su brazo en la puerta.

E: Vale

La enfermera intentó controlar su estado y se giró a mirarla, permanecía con las dos manos en el volante
esperando que el semáforo se pusiera verde y tenía el gesto serio sin mirar nada en concreto.

Mónica: Perdona

E: Tranquila

Mónica: Me intento acostumbrar Esther... pero me hace falta tiempo

E: ¿Acostumbrarte a qué?

Mónica: A verte sonreír por ella

Escuchar aquella sinceridad le hizo daño, su barbilla se contrajo pero aguantó las lágrimas que pensaban
colarse en sus ojos, miró al frente de nuevo y vio como los coches comenzaba a moverse.
Segundos después tomó la salida hacia la casa de Mónica y llegaron casi al momento, aparcó
frente a su puerta y echó el freno de mano.

E: Yo no quiero que te distancies de mi Mónica

Mónica: Dame tiempo ¿vale? solo necesito... necesito poder sentir felicidad Esther y ahora mismo solo
tengo pena... -hizo una mueca triste y la besó en la mejilla antes de bajarse del coche.

Se quedó mirándola entrar en el portal, las lágrimas que antes impidió que salieran en aquel momento
caían con timidez por sus mejillas, se las secó queriendo tranquilizarse un poco y se colocó de
nuevo el cinturón cuando su móvil comenzó a sonar.

E: Te quiero

M: Yo también
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E: ¿Dónde estás?

M: Esther... ¿estás bien?

E: Sí, sí... solo un poco cansada ¿Estás en tu casa?

M: No... acabo de terminar unas cosas, me iba para la tuya

E: Voy ya para allá ¿te espero allí?

M: Tardo quince minutos

E: Vale... ahora nos vemos, un beso

M: Otro cariño

Nada más llegar fue hasta su habitación y se colocó un pantalón corto y una camiseta fresca, ese día
hacía algo de calor, encendió la televisión y se dedicó a esperar sonar el timbre. La conversación
con Mónica se repetía una y otra vez en su cabeza y sabía que Maca notaría que estaba rara, así
que se levantó con decisión para ir a la cocina a preparar la cena.

M: ¡Hola! -dejaba sus cosas en la entrada y se dirigía hasta la cocina.

E: Hola cariño

M: ¿Cómo está mi princesita? -la abrazó por detrás apoyándose en su hombro.

E: Bien... preparando la cena

M: Me pareció oírte tristona antes

E: -le dio un beso en la mejilla- Estoy bien

M: ¿Entonces no quieres esto? -sacó su mano de la espalda mostrándole una pirueta.

E: Eres un encanto ¿lo sabías?

M: Pero si no estás tristona me la como yo eh... que es una pirueta para subir el animo

Esther se giró y la abrazó escondiendo el rostro en su cuello, no quería estar mal con la pediatra allí pero
era inevitable, la había dejado bastante triste hablar con la enfermera y no pudo evitar llorar
con ella allí.

M: Cariño... ¿Qué te pasa?

E: He hablado con Mónica esta tarde...

M: ¿Te ha dicho algo? ¿Por eso estás así?

E: No... pero me siento mal porque ella esté así

M: Pues no te sientas mal porque tú no tienes culpa de nada... -la separó de ella poniéndose seria- de
nada ¿me oyes?

E: Ya Maca pero…

M: Ni pero ni santa pera ¿quieres que me coma yo la pirueta? –se separó de ella.

E: Maca... -puso los ojos en blanco casi riéndose.

M: Lo digo en serio... que esta piruleta es mágica ¿eh? y como sigas en ese plan...
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Joder Maca...

M: Tú lo has querido... -sacó de un tirón el envoltorio y se la metió en la boca- mmm que rica...

La rodeó y se puso frente a la plancha ignorándola completamente, Esther no pudo más que sonreír y
quedarse mirándola. Sin decir una sola palabra seguía degustando aquella piruleta y dando la
vuelta al pescado en la plancha, parecía que había conseguido su propósito y al fin sonrió feliz,
fue hasta ella y la abrazó.

E: ¿Te la vas a comer toda?

M: ¿Vas a cambiar tu actitud? -hablaba seria.

E: Sí

M: A ver... -se giró mirándola lo más seria que podía y Esther al verla así tuvo que reír- vale... toma...
espero que no te de asco que la allá empezado

E: Todo lo que venga de ti me da de todo menos asco cariño

M: Grrr

E: Jajaja

Después de cenar habían decidido ver una película juntas descansando en el sofá. Maca estirada
completamente con los pies sobre la mesa y Esther de medio lado colocada sobre su pecho. La
mano de la pediatra dibujaba una línea invisible desde su cuello hasta donde acababa el escote
de su camiseta. Guardaban silencio pero se dedicaban caricias en todo momento. En una de
esas bajadas con su mano, la pediatra tocó aquel colgante que le había regalado y del cual,
Esther aun no le había dicho nada.

M: Que colgante más chulo

E: ¿Verdad? -se incorporó y lo cogió para mirarlo- me lo han dejado en la taquilla

M: Vaya... tengo competencia

E: La verdad es que sí, porque mira que es bonito... voy a tener que indagar para ver quien fue para
agradecérselo

M: ¿Y cómo piensas hacerlo si se puede saber? -apoyaba el codo en el brazo del sofá mirándola seria.

E: Pues no sé... pero bien, porque esto no se merece menos

M: ¿Me puedes ilustrar?

E: Mmm... pues hombre... -se levantaba para sentarse sobre ella- si... me lo hubieras regalado tú pues...

M: ¿Sí?

Esther comenzaba a desabotonar su camisa, lo hacía sin dejar de mirarla y sentía como el pecho de la
pediatra comenzaba a moverse intranquilo.

E: ¿Voy bien?

M: Si esto lo harías si hubiera sido yo sí...

E: Jajaja
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Se inclinó comenzando a besar su cuello, se humedecía los labios dejando aquella piel marcada por el
deseo. Pasó por su nuez de igual manera, dando un pequeño pellizco entre sus dientes, bajando
en línea recta hacia su pecho.

E: Pero claro... para esto tendría que estar segura de que has sido tú

M: ¿Quieres volverme loca? ¿Es eso?

E: Jajaja pobrecita ella... que no le gusta el calorcito... -puso su mano justo en el borde de su pantalón,
mordiéndose el labio sin llegar a hacer más.

M: ¡Ahora te vas a enterar tú lo que es calor! -la cogió en sus brazos y comenzó a caminar hasta la
habitación.

E: ¡Pero Maca!

M: ¡Tú tienes la culpa!

Aunque dormida notaba el calor del sol en su espalda desnuda, estiró los brazos sin cambiar su postura y
con su mano sintió el frió de las sabanas en su lado, recordó que Maca entraba ese día antes y
girándose con el pelo bastante revuelto comprobó que así era. El reloj marcaba las once menos
veinte de la mañana y pensó que mejor levantarse para hacer las cosas con tranquilidad.

Fue hasta su armario y cogió una camiseta que Maca había dejado por allí, era de un equipo de
baloncesto americano y le valía casi de camisón. Fue hasta el baño para asearse y pensar en
preparar café.

De camino a la cocina se dio cuenta de algo, su casa ya olía a ella, cerró los ojos aspirando con fuerza y
sonrió, inevitablemente toda la casa estaba impregnada de ella. Llegó a la cocina y fue hasta la
cafetera, sonrió, esta ya estaba puesta y encendida guardando el calor para ella. Se sirvió una
taza y se sentó frente a la ventana de la cocina, miró el cielo, ese día hacia un sol radiante y ella
estaba feliz.

Tras ordenar un poco y vestirse después, hizo la cama y se preparó las cosas para ir al hospital, se colocó
las gafas en forma de diadema y se dirigió hasta la puerta buscando las llaves en su bolso,
cuando alzó la mirada para abrirla sin prisa vio una nota pegada en la madera.

“¿Por qué resignarme a vivir simplemente? Si contigo puedo soñar cada segundo. Te quiero

P.D. tus llaves está en la mesita del teléfono”

Negó con la cabeza mientras la despegaba y la releía de nuevo, la colocó entre sus labios y fue hasta el
salón, efectivamente las llaves estaban ahí, las cogió y soltando un pequeño suspiro salió de
casa.

Nada más entrar y responder a las preguntas rutinarias de Teresa fue hasta el vestuario y después de
estar lista para la acción, salió guardándose aquel papel en su bata.

Fue directa al gabinete, al abrir la puerta la indiscutible sonrisa de Maca se clavó en sus ojos
contagiándola. Cerró la puerta y fue hasta ella sin pararse a pensar el por qué de aquella
sonrisa.

E: Hola

M: Hola cariño... -se levantó para besarla- te presento... -la chica frente a ella se levantaba- Inma ella es
Esther, cariño... ella es una antigua compañera de facultad, la casualidad que empieza en el
Central

Inma: Hola
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E: Encantada

M: ¿Has llegado hace mucho?

E: Que va... ahora mismo ¿comes conmigo?

M: Lo siento cariño, ya comí... acabamos de llegar... -señaló a su amiga y la miraba culpable- no sabía que
vendrías antes

E: Tranquila, pensé en comer contigo... debí llamarte

M: Si quieres te acompaño

E: No, no... ahora busco a Laura a ver si… bueno... encantada Inma

Inma: Igualmente

E: Nos vemos por aquí

Inma: Claro

M: ¿Me buscas luego?

E: Vale... -se colocó de puntillas para besarla rápidamente- hasta luego

M: Guapa

Cerró la puerta de espaldas, se sentía estúpida, todo porque aquella negativa la había hecho perder en
un golpe toda esa alegría que llevaba esa mañana. Caminó de nuevo hacia la entrada y metió
las manos en su bata, tocando en un segundo aquel papel con el que había comenzado a
sonreír desde que salió de casa.

E: No seas tonta Esther... bastante se desvive contigo

Aunque con aquella sensación anterior, decidió intentar desecharla lo mayormente posible. Aun le
quedaba un rato para que fuera su hora de trabajar, y aunque no como esperaba, comería allí
antes de comenzar. Buscó a Laura en la rotonda sin ninguna suerte, y dando por último el
vestuario fue directa respirando aliviada por encontrarla.

E: Por fin... te he buscado por todos sitios

L: ¿Pasa algo?

E: Que va... que había pensando comer contigo

L: Vaya... -bajaba sus pies del sofá dejándole sitio- ¿y ese honor? ¿Tu pediatra no come hoy?

E: Está con la nueva

L: ¡Ah! Sí, me la presentó... hicieron la carrera juntas

E: Sí

Había sacado el sándwich y su refresco y comenzó a desenvolverlo, Laura la miraba esperando el primer
comentario, ya que aquella reacción le pareció extraña.

L: Suéltalo

E: ¿El qué? -se acomodó mientras comenzaba a comer.

L: ¿Qué te pasa?
Corazón Helado por AdRi_HC

E: ¿A mí?

L: Sí

E: Nada... ¿qué me va a pasar?

L: Está bien

Sabiendo que llegaría el momento, cogió de nuevo su tupper y continúo comiendo de él. Tenedor en
mano se dedicaba a desplazar todo aquello que no veía conveniente comer en un absoluto
silencio, corrompido únicamente por el ruido del papel de plata del sándwich de Esther.

E: Vine a comer con ella y ya había comido con esa

Sonrió mientras se limpiaba un poco los labios y dejó de nuevo su comida sobre la pesa. Encogió sus
piernas bajo su cuerpo y se cruzó de brazos mirándola.

L: Explícame eso

E: Es que en realidad no es nada... pero... no sé

L: Celosa

E: No, celosa no... simplemente venía contenta por comer con ella y... llego y ya había comido... y parece
que no piensa despegarse de ella

L: Celosa

E: ¡Joder Laura!

L: Es que es la verdad Esther, ahora contéstame una cosa... ¿antes de venir venías contenta solo por
comer con ella?

E: ¿A qué te refieres?

L: Pues viendo como es... seguro que te ha dejado notas por la casa o algo por el estilo

E: Sí

L: Esther... no estés celosa por una tontería así, Maca está que se muere por ti... solo hay que verle la
cara, o escucharla preguntar por ti cuando te busca

E: ¿Soy una tonta verdad?

L: Lo que yo creo es que te está mimando y mal acostumbrando demasiado

E: Ya

L: No le des más vueltas, luego cuando os vayáis juntas verás cómo lo ves todo distinto

E: Gracias

L: Ais... -suspiró mientras se levantaba- que pegajoso es el amor por dios

Ya no tan baja de ánimo seguía con su trabajo, se había cruzado con la pediatra en alguna ocasión,
recibiendo una caricia o simple guiño de ojo que la hacían sonreír y olvidar aquel momento
absurdo que había vivido aquella mañana.

Después de que Cruz la mandase llamar fueron hasta el muelle a recibir a unos herido de un tráfico, que
por lo que parecía, ambas llevarían el más complicado.

C: Toma... -le tendía en informe mientras iban a boxes- satura al mínimo y viene inconsciente
Corazón Helado por AdRi_HC

E: ¿Y esto? -se centraba en un trozo de hierro en su costado.

C: Son viajeros de tren... iba de pie y la barra de uno de los asientos que destrozó acabo ahí

E: Uuff...

Raúl: Hemos tenido que taponar, salía mucha sangre

E: Ahora lo vemos

Tras limpiar las heridas superficiales y tomar cuenta de la situación actual del paciente lo llevaron hasta
el quirófano, donde minutos más tarde entraban para realizar la intervención.

C: Me acabo de cruzar con Maca, me preguntaba por ti

E: Luego la busco

Totalmente concentrada permanecía en silencio mientras sacaban trozo de metal de aquel cuerpo. Había
sacado cualquier pensamiento que no fuera salvar la vida de aquel hombre y así lo hacía.

E: Ha perforado el riñón... hay que sacarlo

C: Bien... abre aquí

E: Es muy mayor para estar con uno

C: Ahora hablamos con Aimé, oye... que esta mañana me di cuenta que queda poco más de un mes para
tu cumpleaños

E: No me lo recuerdes

C: ¿Por qué? -la miró un segundo sonriendo.

E: Odio esas fechas... no me gusta ser el centro de atención

C: Pues anda que buena novia te has echado para eso

E: Es algo distinto Cruz –sonrió con timidez.

C: Ya... -bajó la mirada mientras continuaba con la operación- con lo a gusto que está ella así de mimada

Enfermera: ¿Y quién no?

Las amigas se giraron a mirar a la enfermera, esta agachó la cabeza ruborizada por haber dejado pasar
aquel comentario en voz alta, consiguiendo que estas rieran tranquilizándola de nuevo.

M: Hola... -entraba en el gabinete observando a Esther tendida en el sofá.

E: Mmmm... hola... -abría los ojos a la vez que sonreía.

M: ¿Cansadita?

E: Un poco... acabo de terminar de operar con Cruz

M: Sí, ya me lo ha dicho... -la hacía incorporarse un poco para que se recostase en sus piernas- hoy casi
no nos hemos visto

E: Ha sido un día raro

M: Le estuve enseñando esto a Inma... parece que le gusta

E: Uhm
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Cerró los ojos de nuevo, haciendo ver a la pediatra que no le apetecía hablar demasiado, así que esta no
queriéndose marchar aun así de aquel lugar, comenzó a masajear su frente, escuchando algún
que otro sonido de satisfacción.

E: Será mejor que me espabile... aun me queda un rato...

M: Vale... -frotaba su espalda una vez se quedó sentada- ¿te apetece baño y cenita esta noche?

E: Sí por dios

M: No, por dios no, a ese no lo invitamos

E: Tonta

M: Venga... -se levantó con ella rodeándola por la cintura hasta la puerta- esta noche veras que agustito
te quedas

E: Mmmm ¿sí?...

M: Te lo prometo... -se había acercado hasta ella, pero sin llegar a besarla- por cierto... -se separaba de
ella dejándola ansiosa- toma

E: Vaya...

M: ¿Vaya?... te ofrezco mi mejor chupa chups y lo que me merezco es un ¿vaya?

E: Pero es que yo quiero otra cosa... -se acercaba a ella hablando con voz infantil.

M: ¿Me estás rechazando el chupa chups Esther?

E: No, no... pero si me das un beso me sabe mucho mejor, seguro

M: Ya... -la miraba seria- ósea... que yo te doy mi valioso chupa chups y tú... solo piensas en que te bese

E: Sí ¿y?

M: Que me encanta

Cerró la puerta de nuevo pegándola contra ella, Esther de la impresión había colocado las manos en los
hombros de la pediatra y esta gozaba atacando su cuello.

E: Vale... estos arrebatos son malos para mi concentración profesional

M: Ya verás tú lo que es un arrebato

La cogió en brazos haciendo que esta la tuviera que rodear con sus piernas, lanzándose de lleno a hasta
esos labios que la esperaban ya abiertos. El calor crecía y sus cuerpos se buscaban
mutuamente, las manos de Esther hacían presión en su nuca uniéndola más a ella,
incrementando la furia de un beso que Maca había desbordado ya con el calor de su lengua.

E: Maca...

M: ¿Uhm?

E: Maca para...

M: -suspiró quedando a escasos centímetros de sus labios- Lo siento

E: No, no lo sientas... -la besaba repetidas veces- pero es que si no paramos no creo que...

M: Ya... -la dejaba caer y carraspeaba mientras se colocaba la bata bien.


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E: Y ahora... me comeré mi chupa chups... -con provocación se lo dejaba caer en la boca mientras
sonreía.

M: Eso, tú mátame... que como se me vaya la cabeza verás

E: Grrrr

Tras haberla perdido de vista en uno de los pasillos, seguía con aquella sonrisa en los labios, disfrutando
de aquel caramelo que le había regalado. Llegó hasta la planta donde estaba el paciente que
había operado con Cruz. Nada más la puerta veía a esta y a la nueva adquisición del central.

C: Hola

E: Hola... -llegaba hasta la cama y miraba las constantes del paciente- ¿Cómo se encuentra Fulgencio?

F: Bien, bien... me desperté hace un momento

E: Haber esto... -con cuidado levantaba el vendaje de la operación- está bien

C: Le estaba explicando a Inma la operación

E: ¿Y qué te parece?

Inma: Es un buen trabajo... se nota que lo ha hecho alguien que sabe

E: Claro... aquí Cruz es una asesina profesional... sabe usar la navaja

C: No le hagas eh... todo es merito suyo

Inma: ¿Entonces quien es la asesina?

Todas rompieron en una carcajada mientras el hombre que no entendía el por qué de aquella risa se
dedicaba a no moverse demasiado.

Momentos más tarde, tras haber terminado de comprobar el estado del hombre, las tres salían de nuevo
rumbo a urgencias.

C: ¿Y eso? -señalaba el chupa chups.

E: Nada... cosa de mi chica

C: Hay que ver... comenzáis a ser empalagosas

E: ¿Será posible? -se detenía mirándola seria- tú lo que tienes es envidia

C: Pues sí... y mucha

Inma: La verdad es que Maca es un encanto... -habló sin mirar a sus compañeras y estas la miraron en
silencio- perdón... no...

E: Tranquila... si tienes toda la razón

Sin saber que decir tras eso, colocó de nuevo el dulce en su boca y colocó las manos en los bolsillos de la
bata, escuchaba una leve conversación a su lado, pero ni quería ni podía adentrarse en ella,
aquel pequeño comentario por parte de la nueva médico de urgencias la había hecho recordar
lo que en su mente se había instalado momentos atrás.

Ya en la calle, esperando junto a su coche pasaban los minutos mientras la esperaba, había comenzado a
encontrarse algo mal y aunque no hiciese apenas brisa, sentía como su piel se erizada en
cualquier momento. Decidiendo esperar dentro, permanecía sentada en su asiento con la
cabeza recostada en el asiento tras haberlo inclinado antes.
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M: ¿Se encuentra bien señorita? -entró directa sentándose a su lado.

E: -giró su rostro sonriendo sin apenas moverse- Ahora sí

M: ¿Qué te pasa? ¿Estás malita? -colocaba la mano en su frente.

E: Estoy un poco pachucha sí

M: Creo que estás caliente eh

E: Eso es porque estás tú... -sonreía sin apenas fuerzas.

M: Ois... la fiebre... bájate y ponte aquí... que conduzco yo

E: Lo que tú digas jefa

Después de que llegaran a casa, la ayudó a ducharse y cambiándola de ropa la recostó en el sofá tapando
medio cuerpo con una pequeña manta de viaje. Una vez en la cocina le preparó un caldo
caliente y salió con una bandeja hasta su lado.

M: A ver reina mía... -colocaba la bandeja sobre la mesa- siéntate un poquito para que te de esto

E: Estoy a gusto así

M: Ya... pero a menos que quieras que coja un tubo y te la valla colando por la garganta te daré la cena
sentada

E: Uf... -se sentaba de mala gana.

M: A mí no me refunfuñes así eh...

E: Te refunfuño como me da la gana

M: ¿Ah sí?

E: Sí... -colocaba la manta con un golpe seco en sus piernas- y te aguantas que estoy enferma

M: Tú lo que tienes es mucho morro

E: Siéntate aquí conmigo

M: No si... -volvía a coger la bandeja y se colocaba a su lado- haces conmigo lo que quieres

E: Y tú conmigo

M: No todo lo que quisiera por desgracia

E: Jajaja... ay... no me hagas que me ría

M: Venga... -movía un poco el caldo con la cuchara y tras llenarla le soplaba un poco- ya verás que rica

Poco a poco le fue dando la cena y un yogur que había cogido después. Minutos más tarde se acomodó
de nuevo con ella en la cama, mientras ella leía Esther había colocado el cojín en sus piernas
descansando sobre ella.

E: Maca

M: Uhm

E: ¿Estarás siempre conmigo? -la pediatra frunció el ceño dejando el libro a un lado.

M: ¿Estás bien Esther?


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E: Prométeme que nunca más te iras...

Bastante descolocada por aquellas preguntas la hizo recostarse y colocó la mano nuevamente en su
frente, la fiebre había subido considerablemente y el sudor empapaba su rostro.

M: Cariño estás ardiendo

E: Te quiero muchísimo Maca

M: Mi vida voy a la cocina a por el termómetro...

E: No... -tragaba con dificultad y cogía su mano- no me dejes Maca

M: Voy a la cocina cariño... voy a traerte algo para que baje esa fiebre

Deprisa se levantó de allí y fue hasta el pequeño armario donde Esther guardaba los medicamentos,
cogió un antitérmico y el termómetro para después coger un paño y un pequeño recipiente con
agua.

Una vez a su lado la deshizo de la parte de arriba del pijama y colocó el termómetro bajo su brazo, Esther
movía el rostro intranquila y preocupada comenzó a empapar el paño primero limpiando el
pequeño sudor que cubría su torso para luego volverlo a mojar y colocarlo en su frente.

E: Tengo frío Maca

M: Es por la fiebre princesa... ahora te hará efecto lo que te acabas de tomar

E: ¿Me quieres Maca?

M: Pues claro que sí... ¿Qué tontería es esa?

E: Dame la mano

Se sentó a su lado y agarró su mano con cuidado, vio como esta entrelazaba sus dedos en un segundo y
se aferraba sin fuerzas.

La miraba preocupada y pensaba en todas aquellas preguntas, sin duda todo era por la fiebre, pero no
entendía por qué había crecido ese miedo repentino en ella, aun con la fiebre le daba miedo
pensar que lo pensase en realidad.

Pasaban las horas y el paño cada vez lo retiraba menos caliente. Bien entrada la madrugada comprobó
que la fiebre había remitido por completo, pero el cansancio de todas aquellas horas hacia
dormir a Esther profundamente. Recogió las cosas que había colocado junto a la mesilla.

Miró la hora que era y sabía que para dormir esas dos horas, prefería estar despejada para ir al hospital.
Se sirvió una taza de café y volvió a la habitación, sentándose frente a la cama.

M: No sé qué te atormenta Esther, pero lo haré desaparecer... no hay nada ni nadie que vaya a poder
separarme de ti, solo tú puedes conseguir eso y mientras no ocurra... estaré a tu lado,
haciéndote sentir la mujer más importante del mundo... -se sentó a su lado acariciándole el
rostro- porque eso eres mi vida... eres lo más importante para mi...

Un dolor de cuerpo la despertó, pero no quería abrir los ojos, estiró el brazo hasta el otro lado de la
cama pero permanecía vacío y frío, abrió solamente un ojo viendo que ya era de día, que
permanecía sola en la habitación. Intentó amoldarse a la fuerte luz que traspasaba la ventana y
escuchó un ruido proveniente de la cocina. Débil pero consiguiéndolo, se sentó en el borde de
la cama, buscando con la mirada sus zapatillas, las vio junto a la pared y apoyándose en la
mesita se las colocó despacio.

Cubriéndose el cuerpo con una camiseta que le llegaba por el muslo, salía apoyándose en la pared
rumbo a la cocina, llegó hasta la puerta y vio a alguien de espaldas.
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E: ¿Laura?

L: Pero... ¿se puede saber que haces levantada?

E: ¿Y Maca?

L: Trabajando... -fue hasta ella para guiarla de nuevo a la habitación- me llamó esta mañana para que no
estuvieras sola

E: Mmm... tengo sueño

L: Claro... tuviste un calenturón de miedo Esther... -la ayudaba a volver a acostarse- te estoy preparando
la comida... espérate aquí y en un rato vuelvo

E: Vale

Mirando al techo se quedó de nuevo sola, veía las sombras del árbol que había frente a su piso bailar en
la pared y sintió que no necesitaba tanta luz, se levantó de nuevo y con algo de dificultad bajó la
persiana volviendo oscura la estancia.

De nuevo en silencio, acurrucada de medio lado, notando como el olor de la pediatra seguía en aquellas
sabanas, pensando en ella continúo varios minutos más hasta que se paró a mirar el reloj de la
mesita, este marcaba casi la una de la tarde y quiso hablar con ella.

T: Hospital central

E: Teresa

T: ¡Esther! ¿Esther cariño como estás?

E: Mejor... pero aun estoy en la cama

T: Pobrecita mía... cuídate ¡eh!... y deja que estén encima de ti

E: Teresa... estoy débil para pensar obscenidades

T: Por la virgen de...

E: Jejeje... ais... ¿Está Maca por ahí?

T: Pues...

De repente escuchó como si miraba a su alrededor mientras hablaba para sí misma, cuando en un
momento decidió preguntar a alguien “¿has visto a Maca?” “la he dejado en la cafetería, la
pobrecita tenía mala cara”

T: Esther...

E:...

T: ¿Esther estás ahí?

E: Sí Teresa

T: Está en la cafetería... ¿te la mando llamar?

E: Es igual Teresa, oye... ¿con quién hablabas?

T: No la nueva, que salía de la cafetería

E: Hasta luego Teresa


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T: Adiós hija, adiós... -colgaba el aparato- hay que ver qué cambios de humor tienen algunas

M: ¿Qué te pasa Teresa? -aparecía frente a ella.

T: Nada... que tu doctora estaba de mal humor parecía

M: ¿Esther?

T: Sí hija sí, Esther... Cuando tengas un momento la llamas, pregunto por ti

M: ¿Y por qué no me llamaste?

T: Pues porque me dijo ¡qué no! Y no me líes que yo no quiero estar en medio... -bajando la mirada
comenzó a ordenar varias carpetas del mostrador.

M: Pues no sé, ahora la llamo... gracias Teresa

T: Gracias Teresa, gracias Teresa... -hablaba en susurros- la Teresa siempre en medio pero sin enterarse
de nada... pues sí que...

Mientras tanto en el piso de Esther Laura y ella comían servidas de bandeja y frente al televisor, ya que
su amiga había dispuesto todo tipo de distracciones en la habitación para entretenerla hasta
que la pediatra regresase.

L: No sé cómo puedes ver esto Esther

E: Cuando llevas un rato pica

L: Sí no veas... la rubia esta tonta ¿de qué va? Se lo hace o es así

E: Jajaja es así... es la mejor Laura, me parto con ella

L: Pues es insoportable...

E: Y tú demasiado perfeccionista

L: ¿Has hablado con Maca hoy? -echaba mano de una manzana y comenzaba a comérsela.

E: La llamé, pero no estaba cerca se ve... supongo que Teresa se lo dirá

L: Yo tengo que llamar ¿quieres que pregunte?

E: Como quieras

Mientras escuchaba a su amiga hablar con suponía era Cruz, estaba atenta a que preguntarse por Maca,
pero disimulaba prestando toda su atención visual al televisor.

L: Ponme con Teresa anda... -masticaba mientras esperaba- oye Teresita ¿tenemos a la reina de la
pediatría por ahí?... ¿no?... no si yo estoy con Esther... a bueno... venga sí... yo se lo digo vale...
hasta luego Teresa... -colgaba y se dirigía de nuevo a Esther- dice que le dijo que te llamase

E: Hace ya más de dos horas

L: Estará liada mujer

E: Sí, liadísima... se va esta mañana y no es capaz de llamar, que le den... -se cruzaba de brazos mirando
el televisor.

L: Uuuyyyy que ataque de morros que tenemos

E: Yo no tengo ataque de nada, que haga lo que quiera... como si no viene... -cogió el mando y comenzó
a cambiar de canal- ya ves tú...
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L: ¿Quieres algo?

E: La Play... está en el despacho tráela

L: ¿La Play?

E: Sí la Play... ¿hablo ruso o algo?

L: Vale, vale... a sus órdenes

En el hospital Maca terminaba de coger sus cosas y se dirigía hasta la salida para marcharse a casa de su
chica, iba mirando el móvil y recriminándose que se le hubiera hecho tan tarde.

M: Teresa me voy... que Esther me mata

T: ¿La has llamado?

M: Que va... si me han tenido todo el día para arriba y para abajo... ahora me caerá una bronca

T: Puf, pues bonita estaba

M: ¿Mucho?

T: Mucho sí

Inma: Maca

M: ¿Todavía estas aquí? -se giraba a mirarla mientras firmaba.

Inma: Sí... es que quien venía a recogerme al final no viene y yo me hago un lío con el metro y taxis
parece que no hay... ¿te importaría llevarme a casa?

M: ¿Yo?

Inma: Sí tú

M: -miró su reloj nerviosa- Pero corriendo... que al final verás hoy

Corriendo llegaba hasta la moto donde Inma llegaba segundos después tras ella, después de indicarle
donde vivía la pediatra arrancó la moto y todo lo que legalmente y en ocasiones ni eso, cruzaba
las calles para dejarla en su destino.

Una vez de camino a casa de Esther llegaba más tarde aun de lo que pensaba, y aparcando deprisa sacó
las llaves del bolso y subía las escaleras corriendo hasta llegar a la puerta.

M: ¡Ya estoy aquí! -escuchaba unas risas en el dormitorio y se dirigía hasta allí- hola

L: ¡Hombre! ¡la hija prodiga!

M: Perdón... me han tenido todo el día como loca... -llegaba hasta la cama y se colocaba tras Esther que
estaba sentada en el borde jugando a la Play Station- y luego Inma... que tuve que llevarla, en
fin... -se abrazó a ella por detrás mientras sonreía al verla- ¿Cómo estás?

E: Bien... -su voz sonó tan seca que se despego de ella asustada y miró a Laura.

L: Eh... uy que tarde... y yo que me tengo que ir ¡por dios! ¡por dios! ¡hasta luego chicas!

E: ¡Ven mañana!

De nuevo mirando el televisor Esther se dedicaba a matar a aquel monstruo que parecía no conseguir,
Maca se había separado de ella sentándose a su lado, sin dejar de mirarla.
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E: Como me maten por tu culpa te la cargas

M: ¿Me vas a decir que te pasa?

E: A mi nada... yo estaba y estoy muy bien aquí con esto

M: ¿Estás enfadada?

E: ¿Yo? -hablaba con ella sin mirarla- tengo cosas mejores que hacer

La pediatra se levantó y tiró del cable apagando el aparato, haciendo que Esther se quedase muda por
un segundo y la mirase furiosa después.

E: ¡Que lo estaba matando!

M: ¿Dime qué narices pasa?

E: ¿Qué narices te pasa a ti eh? Estás todo el santo día pasando de mí... yo aquí muerta del asco te llamo
¡y no! ¡la señorita está ocupada desayunando con su amiga! Y me digo... ya me llamara ¿no?

M: Esther...

E: ¡Pero tampoco! ¿Se os ha alargado la merienda? Sí seguro... luego mira la hora que se te hace, la
pobre Laura aquí todo el santo día... porque te recuerdo que estoy enferma y para colmo vienes
aun más tarde ¿Por qué? Porque a tu amiga le han dado plantón ¿no? ¡Pues sí Maca! ¡Me ha
tocado las narices joder! -tiró el mando contra el suelo y se fue en dirección hasta la puerta
notando como se mareaba nada más llegar.

La pediatra que había permanecido en silencio tras la única palabra que había pronunciado se giró
rápidamente al escuchar el pequeño quejido, viéndola agarrarse al marco de la puerta.

M: Cariño... -corrió hasta ella intentando cogerla.

E: Déjame

M: No Esther, no te dejó... mira como te has puesto en un segundo

E: ¡Que me dejes coño! -se zafó de sus manos y regresó a la cama sentándose despacio.

M: ¿Quieres cenar?

E: No

M: Pues vas a cenar

Se marchó de allí tirando su chaqueta en la silla junto a la puerta, dejándola en la cama mirando cómo se
marchaba.

Minutos más tarde escuchaba como regresaba hasta la habitación, sabía que el numerito de momentos
antes había estado mal por su parte, que se había pasado con ella, pero no iba a ser ella quien
diese el primer paso. Cruzada de brazos miraba el televisor distinguiendo por el rabillo como la
pediatra entraba acercándose a ella.

M: Te he hecho algo ligero... -le dejaba la bandeja sobre las piernas- voy a ducharme

Con el mando buscó algo más interesante de lo que en aquel momento había y dejándole el mando
cerca le dio un beso en la frente y se encaminó hasta la puerta.

E: Maca…

M: Cuando salga
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La vio desaparecer de nuevo sin ni siquiera mirarla, maldijo algo que solo ella escuchó y miró la bandeja,
una pequeña ensalada y un filete de pollo a la plancha, y un zumo de naranja del que se
distinguía perfectamente que acaban de exprimir.

Tras comerlo todo dejó la bandeja a un lado cuando justamente la pediatra entraba de nuevo cambiada,
llevaba puesta ropa cómoda, por lo que supuso, se quedaría aquella noche. Con el mismo
silencio recogió todo y volvió instantes más tarde con un libro en las manos, lo dejó en la
mesilla y antes de nada, le tomó la temperatura, se mantuvo en silencio hasta que comprobó
que todo estaba bien y se sentó al otro lado de la cama para comenzar a leer.

E: Lo siento

Se giró a mirarla despacio, con toda la vergüenza y el malestar que aun tenía en el cuerpo, la pediatra
seguía absorta en su lectura sin decir una palabra.

Esther miró de nuevo el televisor y con el mando a distancia lo apagó dejando este de nuevo en la
mesilla, encogió sus piernas sin cambiar su posición y la miró de nuevo, la luz de la mesilla
dibujaba el perfil de su rostro perfectamente, observando como el flequillo rebelde se caía por
más que ella lo colocaba en su sitio.

E: ¿Me perdonas?

Nada, eso era lo que recibía, así que viendo que no conseguiría mucho desde la distancia, se iba
desplazando poco a poco hasta ella, no veía ninguna reacción por su parte y comenzaba a
asustarse. Una vez a su lado, llevó un brazo por su espalda y otro por su cintura rodeándola,
mientras colocaba el rostro acomodado en su hombro.

E: ¿No me dices nada?

M: Está visto que hoy lo dices tú todo

E: Perdóname... -daba pequeños besos en su hombro- es que... me he sentido sola... no me has llamado
y...

M: Llamé a Laura para que no estuvieras sola

E: Pero sola sin ti Maca... y tú parecías estar demasiado ocupada para mí

La pediatra la miró un segundo sorprendida por aquel pensamiento, suspiró y cerró el libro dejándolo a
un lado de la cama para después rodearla con sus brazos también pegándola aun más a ella.

M: ¿Cómo voy a estar ocupada para ti? ha sido un día de locos Esther... te juro que quería llamarte...
pero no me han dado un respiro

E: Lo siento

M: Anda que... vaya número que me has montado

E: Estaba muy enfadada

M: No hace falta que lo jures

Se hizo un silencio donde Esther se dedicaba a impregnarse de ella por todas esas horas que se lo habían
impedido, sentía la caricia en su brazo y pidió estar siempre así, abrazándola, disfrutándola
solamente ella, sin que nadie más se lo impidiese.

M: ¿Te puedo preguntar algo?

E: Uhm

M: ¿Ha que ha venido lo de Inma?


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E: Nada

M: Esther...

E: ¿Sabes que me gustaría? -se incorporó sonriendo para mirarla.

M: ¿El que a ver? -le peinaba un poco el pelo con sus manos sin poder evitar sonreír.

E: Ver una peli, aquí las dos... abrazadas

M: ¿Sí? -Esther asentía sonriendo- ¿Cuál?

E: La que sea...

M: Voy a ver que hay por ahí... tardo un segundo

E: Vale

Despertó sintiendo un calor en su espalda, de nuevo había amanecido, miró el reloj y vio que ya era
tarde y la pediatra seguía abrazada a ella.

E: Maca... Maca cariño que llegas tarde

M: ¿Qué? -se quedaba mirando al techo mientras intentaba despertar.

E: Que son las nueve... llegas tarde

M: Mmm no... -se volvía a abrazar a ella escondiéndose en su cuello- hice las horas ayer para no tener
que ir hoy

E: ¿De verdad?

M: Ajá... -se apretaba contra ella.

E: Ahora me siento mal Maca...-se daba vuelta quedando frente a ella.

M: No pienses en eso ahora, vamos a dormir otro poquito anda... -le daba un beso y se volvía a abrazar a
ella acomodándose en su pecho- duerme otro poquito... que estás malita cariño

Sintiéndola pegada en su pecho se dedicó a abrazarla, acariciando su espalda, dándose más cuenta aun
de cual ridículo había hecho la noche anterior. Así que abrazándola y recriminándose su actitud
infantil, se quedó nuevamente dormida.

Horas después la pediatra comenzaba a notar el calor de la mañana sobre su cuerpo, se giró
completamente y vio que la cama estaba vacía, se incorporó de golpe apoyándose en su codo,
guiñando un ojo por la luz y maldiciendo a Esther en silencio por levantarse de la cama.

M: ¡Esther!

E: ¡En la cocina!

M: ¿En la cocina? -se sentaba colocándose sus zapatillas- ahora veras tú, en la cocina dice... -se recogía el
pelo en una coleta y llegaba hasta ella- ¿Cómo que en la cocina? ¡a la cama ahora mismo
señorita! -señalaba la puerta.

E: Pero...

M: Cchhss... a la cama... ¡ahora!

E: Maca

M: ¿Te lo digo de otra forma?


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E: Solo quería prepararte el desayuno...

Agachó la cabeza mientras desataba el delantal que se había colocado sobre la camiseta, así que
dejándolo a un lado volvió a llevar la vista hasta ella, pero seguía con la misma posición
esperando verla volver al dormitorio. Comenzó a caminar lentamente cruzando la puerta sin
decir nada más y encaminándose hasta la cama.

Maca que la miraba todo el tiempo comenzó a sentirse mal, Esther sabía de sobra que la regañaba con
cariño pero verla tan triste ahora le hacía querer cambiar su actitud. Antes de verla desaparecer
del todo caminó tras ella y la abrazó por detrás caminando a su mismo compás hasta la
habitación.

M: No puedes levantarte y ponerte a cocinar Esther...

E: Solo quería…

M: Ya... pero estás malita y aunque ahora te encuentres mejor no queremos que recaigas ¿A qué no?

E: No... -llegaron hasta la cama y se sentaron ambas.

M: Por eso... tienes que estar en la cama y dejar que te cuide y no hacerme hablar contigo como si
fueras una niña

E: Perdona

M: Tengo una idea mejor

E: ¿Cuál?

M: ¿Te apetece que nos demos un baño... te dejó bien limpita... y comemos en la terraza?

E: ¿De verdad?

M: ¿Te apetece?

E: Mucho... -se abrazó a ella-... sobre todo lo del baño

M: He dicho baño Esther... solo baño

E: Sí... -decía dándole la razón- solo baño cariño... solo baño

M: ¿Por qué me dará que no te creo?

Ya en el baño Maca había llenado de agua la bañera y esperaba a que Esther regresase del dormitorio
con la ropa limpia. Había echado unas sales que ya empezaban a envolver en su aroma el lugar
y sin esperarla más tiempo comenzó a desnudarse.

E: Ya

M: Venga... que ya está lista

Esther se había parado en la puerta mientras Maca sin darse cuenta seguía desvistiéndose. No podía
apartar sus ojos de ella, algo tan simple como eso, la estaba empezando a sentir de lo más
acalorada.

M: Esther... ¡venga!

E: Sí... sí...
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Dejó las cosas sobre un pequeño taburete y cuando iba a empezar a desnudarse las manos de la pediatra
llegaron hasta su cintura, elevando la camiseta y sacándola de su cuerpo, dejándola solamente
con la prenda interior.

La pediatra la miraba desde el espejo, sintiendo lo que sorprendiéndose a sí misma, no se había ni


parado a pensar hasta aquel momento. Queriendo entrar en el agua lo antes posible volvió a
llevar sus manos hasta la cadera y comenzó a bajar lo único que cubría el cuerpo de Esther,
sintiéndose un poco aturdida cuando terminaba tal hazaña.

Una vez acabó, se introdujo ella primero ofreciéndole su mano para que la siguiese y se acomodara
entre sus piernas.

E: Que gusto

M: Sí

Cogió la esponja y comenzó a pasarla por el cuello de su chica que permanecía totalmente recostada en
ella con los ojos cerrados, queriendo sentir toda aquella tranquilidad.

La pediatra la pasaba lentamente y más aun cuando llegó hasta su pecho, la mezcla de sales, agua y
jabón la hacían poder distinguir a la perfección la suavidad de aquella piel que por segundos, se
le antojaba el mejor manjar existente, y sin tan siquiera pensar si estaba bien o no, comenzó a
besar su cuello, uno que pareció estirarse al contacto de sus labios.

E: Maca

M: Uhm

Ninguna quería decir nada, pero aquellos susurros parecían querer hacerlas ver que querían que todo
siguiese su curso. La pediatra sentía el calor del agua elevarse, unirse en sus cuerpos y ella con
sus labios no hacía más que intensificar cada sensación que allí se mostraba impasible.

La mano de Esther vagaba por aquella pierna flexionada con la que la pediatra mantenía su cuerpo
erguido, era un simple vaivén en la misma dirección pero que cada vez que llegaba hasta atrás,
lo hacía más lejos.

La esponja llegó hasta su estómago y un suspiro casi nulo salió de su cuerpo haciéndolas sentir más
incontroladas. El cuerpo de Esther necesitó moverse un segundo y sin perder el contacto, se
elevó tan solo unos centímetros haciendo presión en un punto en que Maca sintió incluso
doloroso.

M: ¿Te encuentras bien?

E: Perfectamente

M: ¿No estás cansada?

Dicho esto, Esther se levantó despacio, haciendo que el único ruido fuese el del agua caer de su cuerpo
chocando en la bañera. Cogiendo la mano de Maca la hizo moverse hasta casi el centro de dicho
lugar, quedando más espacio a su espalda. Para segundos más tarde, sentarse sobre ella,
rodeándola con sus piernas sin dejar de mirarla en ningún momento.

E: Nunca lo habíamos hecho en la bañera

M: No

E: Aunque creo que repetiremos

M: Sí
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Maca llevaba tiempo sin poder decir nada mientras la miraba completamente al mando de aquella
situación, y tuvo que cerrar los ojos al sentir la fricción que Esther ejercía sobre su sexo,
moviendo sus caderas adelante y atrás, aunque muy despacio.

M: Mmm

E: Mmm ¿Qué?

M: Que empiezo a tener mucho calor

Con su mano la obligó a casi recostarse sobre el frío metal de la bañera, escuchando un suspiro de
satisfacción que se agudizó aun más cuando la pediatra sintió los labios de su chica recorrer su
cuello en dirección descendente.

E: ¿Sabes que nadie, nunca, me ha vuelto tan loca como lo haces tú?

M: Me alegro... -había recostado la cabeza y hablaba casi por inercia.

E: Pero yo también quiero que tú te vuelvas loca

M: Ajá...

Llegó hasta su pecho, donde estos ya la esperaban ansiosos, sacando su lengua apenas unos centímetros
comenzó a acariciar aquella aureola que le sabía a un maravilloso infierno en aquel momento,
sintiendo como aquel pezón excitándose comenzaba a avisar de que también requería parte de
su atención, y sin querer hacerlo sufrir demasiado, abrió sus labios dejando el espacio justo
para poder abarcar aquella piel, succionando levemente sobre él.

E: ¿Te has masturbado pensando en mí?

M: ¿Cómo? -abrió los ojos mientras su voz declaraba una más que contundente excitación.

E: ¿Alguna vez has pensando en mí mientras te tocabas?

M: Esther...

Sin esperar una respuesta llevó su mano hasta el sexo de la pediatra que no pudo más que arquear su
cuerpo mientras dejaba claro con un suspiro, que aquello era realmente lo que quería.

E: Dime

M: Por favor

Lo acariciaba sintiendo aquella humedad que la pediatra desprendía, aun más caliente que el agua que
cubría parcialmente sus cuerpos. Sonrió al notar como Maca acercaba el cuerpo a su mano
esperando un contacto mayor.

E: Dímelo

M: Sí, sí, sí... pues claro que sí

La miró unos segundos y comenzó a besarla con pasión, había dejado su mano en aquel lugar aunque sin
realizar ningún movimiento, cosa que no hizo demasiada gracia a Maca que necesitando más de
ella, con su mano comenzó a mover la de Esther dejándole claro que tenía un trabajo a medias.

M: Ah... entra Esther por favor


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Mordiendo su barbilla juguetona, introdujo a la vez sus dedos en ella, despacio, sintiendo la piel
estremecerse a su paso, notando el balanceo del agua por las caderas de la pediatra que ya
había cobrado vida propia.

M: Y... ¿y tú?

E: ¿Yo?

Maca abrió los ojos apenas buscando fuerzas de donde no las tenía y vio como Esther, sin dejar de
mirarla, llevaba su otra mano hasta su propio sexo, mordiéndose el labio, Maca no podía dar
más de sí en aquel momento, sentía los dedos de Esther en ella, esta encima había comenzado
a acariciarse para ella y sentía que de un momento a otro su pecho explotaría.

M: Déjame a mí

Se besaban de nuevo, acariciándose mutuamente, exhalando suspiros en la boca ajena, sintiendo que no
podrían aguantar mucho tiempo más, así que queriendo disfrutar justo entonces de aquello
juntas retiraron sus manos, Esther se acoplaba completamente a ella pasando sus brazos por el
cuello de la pediatra, comenzando a moverse con desesperación.

E: Maca

M: Sí... sí... vamos

E: Maca

M: Sí cariño... sí

E: Mírame... -Esther detuvo su cuerpo un segundo, haciéndola reaccionar y efectivamente abría los ojos,
aprovechando aquel momento para lo que quería, apretó todo lo que pudo sus sexos,
aguantando unos segundos aquella presión que les parecía fabulosa- ah...

M: Dios... mmm... -se mordía el labio sin dejar de mirarla.

E: Ahora... -Maca la miraba jadeante, haciendo presión en sus nalgas- córrete conmigo...

M: Sí

Sin dejar de mirarse, sin decir una palabra, moviéndose ambas al mismo ritmo acompasado que
marcaban sus respectivos deseos, y explotando en un grito unido, se miraban sin querer
perderse ese momento, grabando en la retina cada gesto, cada expresión de aquel segundo.

Después de comer y aun sin haber descansado tras aquel tórrido momento en el baño, permanecían
echadas en el sofá terminando de ver una película.

E: Maca

M: Dime

E: Antes... cuando... cuando me dijiste que sí... era un sí para que me callase o un sí por que...

M: ¿Antes? ¿Cuándo antes?

E: En el baño

Maca comenzó a carraspear y aunque se puso nerviosa, no cesó en las caricias que le prodigaba a su
chica. No era que le incomodase, pero si contestó fue por la necesidad del momento y ahora,
más lúcida que entonces, no sabía cómo reaccionar.
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E: ¿Y bien? -se incorporó para mirarla.

M: Esther... -puso los ojos en blanco mientras hundía su rostro en el cojín.

E: ¿Te da vergüenza? -sonreía mientras ladeaba la cabeza intentando mirarla.

M: ¿Por qué me haces esto? -salió de su escondite mirándola casi colorada- ¿eh?

E: ¡Te da vergüenza! Jajaja

M: Eso... tú ríete... -se apoyaba en su mano mientras la miraba reír.

E: Es que no lo entiendo cariño

M: ¿Tan natural lo ves?

E: Pues sí... -se sentaba encima de ella cogiendo sus muñecas sin dejar de mirarla- ¿entonces?

M: A ti la fiebre te ha tocado las neuronas

E: Venga... se sincera

M: Yo te contesté... pero tú no... así que primero un empate

E: No contesté... pero hice algo ¿uhm?

La pediatra se la quedó mirando, recordó perfectamente aquel momento, acariciándose frente a ella, sin
dejar de mirarla y un calor la invadía de nuevo.

M: ¿Lo has hecho alguna vez antes?

E: Yo pregunté primero

M: Di... -preguntaba seria.

E: Sí

M: Sí

Esther sonrió sin soltar sus manos, estaban serias, pero de nuevo, era porque el deseo que se tenían
mutuamente crecía impasible.

E: ¿Te hago el amor con ropa?

M: Esther... -reía de repente- ¿se puede saber qué te pasa?

E: Nada... -comenzó a mover sus caderas en sentido circular sobre ella.

M: Me vas a matar

E: -en un momento dado Esther arqueo una ceja y paró- ¿Llevas ropa interior?

M: ¿Para qué?

Volvió a sonreír y sin dejar de hacerlo sintió como continuó en su movimiento. La suma de aquello y que
Esther la tenía cogida impidiendo que se moviese la hacía perder el control.
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Esther paró y su rostro cambió, entonces Maca suspiró casi frustrada y elevando su cuerpo rozaba
adelante y atrás ambos sexos. La pediatra no cerraba los ojos pero su chica no pudo evitarlo, se
mordía el labio conteniendo alzar la voz y eso la excitaba. En un momento que sintió debilidad,
se zafó de aquella presión en sus manos y las llevó a su espalda, recostándola por completo
sobre ella, abriendo sus piernas, haciéndola encajar encima.

Colocó ambas manos sobre sus nalgas, haciendo la presión justa.

Estuvieron en un baile perfecto, sus respiraciones marcaban el compás, y sus miradas eran el único
escenario que querían presenciar. Justo cuando esas miradas comenzaban a brillar,
intensificaron el movimiento hasta llegar de nuevo a un orgasmo que las hizo relajarse, esta vez
rendidas en el sofá.

M: Esto no puede ser bueno

E: Esto es sanísimo cariño jajaja

M: -buscó sus ojos de nuevo y no pudo hacer otra cosa que sonreír- Vamos a cambiarnos anda... que
buenas cosas se te ocurren a ti, viciosa... que eres una viciosa

El cansancio del después de, más la suma de las pocas horas de sueño y por qué no, el remoloneo
imposible de evitar de aquella mañana, había hecho imposible que ambas se levantasen más
temprano. Esther ya corría hacia la puerta gritando su nombre sin descanso.

M: ¡Quieres no gritar tanto!

E: Llegamos tarde Maca

M: ¿Y por gritarme detendrás el tiempo?

E: Lo siento

M: Vamos en la moto que tardamos menos

Dicho y hecho, sorteando coches, saltándose algún que otro semáforo y sobre todo recibiendo algún que
otro golpe en la espalda por ello, llegaban no tan tarde como esperaban hasta la puerta de
urgencias.

M: Después cuando me duela me das tú el masaje

E: ¡No te hubieras saltado tantos semáforos!

M: Estás aquí ¿no? Pues ya está

E: Dios... -llegaban hasta el mostrador y se disponían a firmar- hola Teresa

T: ¿Ya estás mejor?

E: Sí... ya estoy mejor

T: ¿Qué os pasa que traéis esa cara?

E: Nada... no pasa nada

Dejó el bolígrafo de mala manera y se marchó de allí dejando a la pediatra y a Teresa con la boca casi
abierta sin comprender aquella reacción.

T: No la has tratado bien por lo que veo

M: Ya quisieras tú que te tratara la mitad de bien que a ella


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T: Ois sí... lloró cada noche pensando en eso

M: Estás guerrera tú ¿o me lo parece?

T: Una... que tiene que sobrevivir

M: Ya... bueno me voy

Caminaba deprisa para alcanzarla en el vestuario y sonriendo para sí, descubrió que lo conseguiría,
permanecía sentada en el banco terminando de colocarse el pijama cuando ella llegaba.

M: ¿Por qué estás tan agria?

E: No me gusta llegar tarde... me tuerce el día

La pediatra llegaba tras ella sentándose, pegándose completamente a su espalda y acariciando su


abdomen despacio mientras besaba su cuello.

M: Yo te lo enderezo en un segundo

E: Maca

M: Esther... ¿Por qué no vivimos juntas?

E: ¿Qué? -se giró sorprendida.

M: Todo esto pasa por que nos volvemos locas, y por la mañana no sabemos si estamos en la tuya o en la
mía, es una solución de lo más lógica, no tenemos por qué cambiar muchas cosas, la ropa y lo
necesario, para probar... así seguro que... -detuvo sus palabras al sentir el dedo de Esther en sus
labios- ¿eso es que me calle o qué no?

E: Eso es que cuando te pones nerviosa te arrancas y no paras

M: Vale... eso es que no... -bajó la mirada mientras observaba el cordón del pantalón de Esther y lo
estiraba jugando.

E: Yo no he dicho eso

M: ¿Entonces es que sí? -sonrió descaradamente mientras se acercaba a ella.

E: ¿En tu casa o en la mía?

M: Uhm... -la agarraba de la cintura y la aprisionaba contra ella.

E: Maca no empecemos

M: Vale... -se levantaba de golpe- dame un beso o sino no podré trabajar

E: Ni los niños Maca... ni los niños son como tú

M: Pues claro que no... yo soy única e intransferible -se agachó hasta quedar frente ella- y soy toda tuya
¡ja! -caminaba hacia la puerta- ¿Cuántas personas tienen esa suerte? tú cariño tú... -se apoyaba
en la puerta mirándola- algún día te darás cuenta de la suerte que tienes... algún día... -cerró y
la dejó allí.

E: Estupefacta me hallo

En la cafetería, Maca acababa de llegar encontrándose con algún que otro compañero, pero tras unos
minutos se quedaba a solas con Inma y comenzaba a contarle algo que le rondaba la cabeza.

M: ¿Tú lo harías?
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Inma: Sin pensarlo...

M: Pues espero que me ayudes, porque si quiero que salga todo como quiero necesito alguien que no
tenga contacto con Esther

Inma: Cuenta conmigo para lo que quieras... -daba un sorbo a su café- por ahí viene... –la veían llegar
hasta ellas- hola

M: Hola cariño

E: Hola... viene un tráfico...

M: ¿Muchos heridos?

E: Más de uno si, en uno de los coches iban madre e hijo... yo me encargo de ella y ¿tú del niño?

M: Claro...

E: Inma... tú con Vilches

Inma: ¿Con Vilches? -preguntaba con desagrado.

E: Si aprendieras la mitad de lo que él sabe te darías con un canto en los dientes... no te quejes

Haciendo que las dos amigas fruncieran el ceño se marchó de allí tras soltar aquel comentario que fue
dirigido en forma de misil hacia la nueva compañera. Maca se la quedó mirando mientras se
marchaba sin comprender a que venía eso.

M: No se lo tomes en cuenta... tiene un mal día

Inma: No me traga Maca, lo tengo asumido

M: No digas tonterías, luego hablo con ella

Inma: Por mí no lo hagas... mientras no me toque mucho las narices

Tras organizarse como habían quedado, Maca había terminado con el niño y una vez formalizó el ingreso
se dirigió hasta el quirófano donde Esther operaba a la madre, sabiendo de sobra que sería casi
el único lugar donde podría hablar con ella.

M: Sandra vete... ya la asisto yo

E: ¿Tantas ganas tienes de verme que quieres operar? –sonreía al mirarla.

M: ¿A que vino lo de la cafetería Esther? -esta bajaba su mirada y continuaba con la operación.

E: No creo que sea ni el momento ni el lugar para hablar de esas cosas

M: Como quieras... pero espero que tengas algo que decirme

E: Aspira ahí

M: Te lo digo en serio Esther

En silencio ambas se lavaban una vez terminaron. Esther bastante seria mirando en todo momento sus
manos y Maca observándola desde el espejo esperando una palabra que comenzara la
conversación.

M: ¿Piensas hablar?

E: Si es de tu amiga no me apetece
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M: ¿Se puede saber qué narices te ha hecho para que la trates así?

E: A mi nada... ¿Qué me iba a hacer?

M: Pues haz el favor de no darle los desplantes que le das Esther...

E: ¿Y eso por qué?

M: Por que más que nada eres tú la que hace el ridículo... -tiró el papel con el que se secaba las mano y
mirándola con dureza abrió la puerta marchándose de allí.

E: Joder

Se pasó el resto del día buscándola pero no daba con ella, la situación no era del todo tan relajada como
para hacerlo más concretamente, y se tenía que resignar a buscarla con la mirada.

Cuando se acercaba la hora de irse se encontró con Cruz y con Laura en el muelle y esperando a que la
pediatra saliera se quedó con ellas un rato.

C: Estaba mustia

E: Me pase con ella esta mañana

C: Cuando os ponéis tontas no hay quien os entienda

L: ¿Puedo preguntar qué pasó?

E: Inma –susurró aquel nombre y bajó la mirada.

L: Esther por favor

C: ¿Qué pasa con Inma?

E: Que se me ha puesto aquí... -se tocaba el entrecejo- y no hay manera... la veo y no me controlo

C: Pues deberías Esther, es una compañera

E: Lo sé, lo sé... pero es verlas juntas y...

La pediatra llegaba hasta ellas colocándose el bolso y sintiendo que el silencio llegaba a la vez que ella,
haciéndola que mirase a una y a otra.

M: ¿Interrumpo?

C: Que va, si... si hablábamos del calor que hace

M: Como os habéis callado –bajó la mirada mientras metía algo en su bolso.

C: Porque impactas Maquita

M: Si... será eso ¿nos vamos? -miró a Esther que ya lo hacía.

E: Claro

M: Hasta mañana chicas

C y L: Adiós

Sin preguntar opinión, la pediatra se encaminó hasta su casa, Esther la notaba tensa y sabía que aquella
tarde iba a resultar extraña. Se tenía que disculpar y hacerlo bien, pero sobre todo cambiar su
actitud, hacer por actuar diferente frente a la amiga de su chica.
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Tras ducharse y cambiarse después de Maca salió al salón y vio como esta hablaba por teléfono, parecía
sonreír alegremente y respiró tranquila por un segundo.

M: Sí... acaba de salir... espera... -se levantaba e iba hacia la puerta del salón, donde se encontraba
Esther- es mi hermana... -le daba el teléfono y salía de allí.

E: Hola

Candela: ¡Hola cuñadita! ¿Cómo estás?

E: Bien, bien...

Candela: ¿Sabes lo que le pasa a la borrica de mi hermana?

E: Que no hago más que meter la pata... -se giró mirándola en la cocina.

Candela: ¿Qué ha pasado?

E: -caminaba hasta la pediatra sentándose mientras la miraba de espaldas- Porque soy una idiota... y la
cago

Candela: ¿Pero me dices? ¿qué carajo ocurre?

E: Que me pongo celosa sin motivo... -vio como la pediatra que permanecía con la mirada en el mármol
levantaba la cabeza mirando al frente sin girarse- y a veces creo que no me la merezco...

Candela: No digas tonterías... -Maca se giraba para mirarla- ahora le pides perdón y enseguida se le pasa

E: ¿Tú crees? -se miraban.

Candela: Claro... un par de besos y lo olvida... -Esther no pudo evitar sonreír- venga... cuelga y manos a la
masa

E: Hasta luego... -colgaba sin dejar de mirarla y se ponía en pie- puedes desahogarte

M: ¿Celosa? -Esther bajaba la mirada- ¿pero tú estás tonta o qué?

E: Maca

M: ¡Celosa! -ponía los brazos en jarra- ¿pero tú te escuchas? ¿te he dado motivo para sentir eso?

E: Yo... -la pediatra se quedaba frente a ella cogiendo su barbilla para que la mirase.

M: Contesta

E: No

M: ¿Y?

E: Es que... -la miraba y desviaba la mirada avergonzada.

M: ¿Es que qué?

E: Desde el primer día cada vez que estáis juntas me siento en un segundo lugar

M: ¡Ding! Premio a la gilipollez más grande... ¡alucino pepinillos de colores contigo! ¡Te lo juro!

Rodeándola la dejaba allí de nuevo sola llegando hasta el salón, donde antes ocupaba su lugar en el sofá.

Aun algo sorprendida otra vez por una pelea que por momentos le parecía absurda, llegó hasta el sofá,
sentándose en la otra punta, encogiendo sus piernas y mirándola fijamente.
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M: Me vas a desgastar

E: Perdóname

M: Anda mira... la Rebeca Loos... mira que se pone fea tan delgada –miraba el televisor.

E: Maca

M: La verdad que no es para tanto ahora que se la ve

E: ¡Maca joder! -cogía el mando y apagaba el televisor.

M: Eh... lo estaba viendo

E: ¿Puedes discutir conmigo como las personas normales? ¡eh!

M: No, yo no quiero discutir contigo... solo te pido que dejes que se me pase

Se levantó de allí algo triste, abriendo sin prisa la puerta del balcón y acomodándose en una de las
tumbonas. Esther la miraba desde dentro y no comprendía a que venía aquello, se levantó y fue
tras ella sentándose al lado.

E: Me explicas...

M: Esther... no quiero discutir contigo ¿Vale?

E: Pero...

M: Mira, no me gusta que te comportes así... te lo dije esta mañana, ahora yo no puedo hacer más que
esperar a que tú te des cuenta que eso que te has montado en la cabeza es absurdo, absurdo
Esther... me parece increíble que a estas alturas tengas celos de alguien

E: Pues lo siento... no lo puedo evitar

M: ¿Y qué quieres? ¿Qué ande sola todo el tiempo?

E: No es... no es eso... es... es ella... no sé qué me pasa pero...

M: No creo que te haya hecho nada... o corrígeme si me equivoco

E: No

M: ¿Sabes lo más extraño? que todo esto me ha dado miedo...

E: ¿Miedo?

M: Llámame tonta... pero nunca valore la posibilidad de discutir contigo y me da miedo... miedo que nos
enfademos, no quiero ir por los pasillos con miedo a encontrarme contigo y no poder besarte...
o que te vayas antes de que lo haga yo

E: ¿Por eso...?

M: Sí –la cortó- por eso me salen tantas estupideces juntas cuando veo que... –bajó la mirada hasta sus
manos.

E: ¿Puedo sentarme contigo?

M: ¿Quieres?
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Sin decir más la pediatra abrió sus piernas invitándola sentarse entre ellas, no tardó ni un segundo en
recostarse en su pecho y por primera vez desde aquella mañana se sentía tranquila. Maca se
había refugiado nada más sentirla, en su cuello, respirando y suspirando a la vez, sintiendo la
caricia de su chica en sus brazos.

M: ¿Qué más quieres que haga para demostrarte que no existe nadie que no seas tú para mí?

E: Lo siento

M: Aunque me dejases con el mayor dolor del mundo nunca podría volver a querer a nadie que no seas
tú... eso tenlo claro... nadie, Esther

Después de aquella, nueva declaración por su parte, fueron de la mano hasta el dormitorio, acostándose
lo más unidas posible, quedando frente a frente, mirándose en todo momento, distinguiendo
entre aquella oscuridad esos ojos que les daban la vida.

No hablaron en toda la noche, pero ambas recordaban un sentimiento diferente. Maca por su parte el
del miedo, uno que había pasado por alto dado la felicidad que la rodeaba desde hacía tiempo.
Había llegado a discutir tal infantilmente para no dar pie a nada lo suficiente serio como para
ver ni tan siquiera de lejos un posible distanciamiento.

Esther tardaba más en dormirse, nunca había sentido tantos celos en ella y más aun, sabiendo que no
era intencionado por ninguna de las partes, dándose cuenta hasta que punto alcanzaba la
inseguridad que tenía ante la posibilidad de perderla.

La miraba acariciando su rostro sin tocarlo, y en un segundo de debilidad recordó la pena que sentía
tiempo atrás, recordó las noches junto a ella, los susurros ahogados en su garganta, sabedora
de que no recibirían respuesta.

Sintió un pinchazo en el pecho recordando aquella última vez que la sintió antes de marchase, recordó
las noches que sus te quiero la hacían darle la espalda, sintiéndose la persona más hundida del
mundo.

Y ahora, esa misma persona, la hacía sentirse la más importante, se sentía tan querida como nunca antes
hubiera imaginado.

Era domingo por la mañana, las chicas había quedado para hacer una pequeña escapadita hasta la sierra.
Sorprendentemente, Cruz había convencido a Mónica para que fuera con ellas y aun más allá,
acompañada de una amiga.

Llevaban todo para pasar un día espectacular, y la pareja se mostraba de lo más radiante, mostrándose
infinidad de muestras de cariño, piropos y demás detalles ante sus compañeras más que
envidiosas de la situación.

Aun no había llegado la enfermera y ya en el jardín se disponían a comenzar a preparar la comida.

M: Pues es de mi madre... un regalo de bodas

C: Es preciosa

M: Lo mismo se la compro... -miró a Esther que estaba concentrada junto a Laura en la barbacoa.

C: Le encantara

M: Sí, oye... ¿y como que Mónica...?

C: No lo sé ni yo... me dijo que si podía venir acompañada si... ya ves


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M: Pues me alegro mucho, Esther lo pasa mal aunque no quiera decírmelo...

C: Lo sé

E: ¡Maca! -gritaba en la distancia.

M: ¡¿Ande tas dejao’ las cabras?! -cambiaba su tono de voz mientras caminaba hacia ella.

C y L: Jajajaja

M: ¿Qué pasa mi amor?

E: Ahora no te lo digo... -se daba la vuelta y se agachaba.

M: Era una broma, tontita... dime que pasa va

E: Que esto no enciende

M: Una pregunta sin importancia ¿Cómo piensas encenderla?

E: Pues como toda barbacoa Maca

M: Ya... -se cruzaba de brazos- pero es que esta es MI barbacoa... por lo consiguiente no es como toda
barbacoa

Laura y Cruz las miraban, estaban acostumbrándose a aquellas discusiones en broma y disfrutaban aun
más del egocentrismo que recalcaba Maca en esas situaciones.

M: Y como barbacoa mía que es... es pija cariño... -metía la mano detrás y pulsaba un botón- ahora le
das a esta rulita... y ¡anda! ¡se ha encendido sola!

E: Te pones de un asqueroso cuando haces eso

M: ¿Cuándo hago qué? -se iba acercando a ella.

E: Nada

M: ¿Cuándo hago qué?

E: Cuando te sales con la tuya

M: Mmmm... -la abrazaba y comenzaba a besarle el cuello- eso es siempre cariño... no sé de qué te
sorprendes

E: ¡Quita! ¡vete con Cruz que estabas bien allí!

Todas: jajaja

Pasados unos minutos un coche pitaba desde fuera y todas miraban hacia la entrada, tal y como
esperaban, Mónica hacía su aparición junto a otra chica en su coche. Maca fue hasta la puerta y
abrió para que metiera el coche y todas se acercaban a saludar.

Mónica: Hola chicas... os presento a Rosa

Rosa: Encantada

Tras saludar una a una y hacer las presentaciones fueron de nuevo hasta donde preparaban todo, Maca
iba donde Esther para que no siguiese tratando con gritos a su querida barbacoa y las cuatro
chicas iban preparando la mesa.

E: ¡Qué no! ¡qué eso está poco hecho Maca!


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M: ¿Qué quieres que se reconstruya el cerdo Esther?

Las cuatro chicas no podían evitar reír ante las ocurrencias de la pareja que seguía inmersa en la
preparación de lo que supuestamente comerían aquel día. Mónica se había sentado con una
cerveza en una de las sillas y las miraba en silencio, recordando quizás algún momento parecido
en el que ella era la protagonista junto a Esther.

Mónica: Se las ve bien

C: -levantó su vista y tras escucharla miró a las chicas y sonrió- Sí... la verdad es que sí, se pasan todo el
día así, pero resulta gracioso

Mónica: ¿La ves feliz?

C: ¿A Esther? -la enfermera asentía- sí... mucho

Mónica: Me alegro por ella

C: ¿Estás bien?

Mónica: Sí, sí... -se levantaba tras dar un trago largo y se colocaba junto a ellas- ¿os hecho una mano
chicas?

E: Eh... sí claro...

Mónica: A ver Maca... -se hacía hueco entre ellas- aunque aquí la Arguiñano cocine bien las barbacoas ni
de coña ¡eh!... así que mándala a algún sitio mientras las expertas hacemos nuestro trabajo

E: ¡No si encima me atacarás también!

M: Sshh... cariño... sshh ya has oído... tú con las aburridas a cortar fiambre

LyC: ¡oye!

Todas: Jajaja

Después de comer, era tal la pesadez que sentían en sus cuerpos que fueron hasta la casa a descansar
sobre algo más mullidito que aquellas sillas de jardín.

Mónica: Es preciosa la casa

M: Gracias... ¿queréis café?

C: ¡Por favor! O me dormiré como las marmotas

M: ¿Cómo Esther? Nah... eso es imposible

E: Hoy me tiro por la ventana... verás

M: Pobrecita mía... -se agachó y le dio un beso.

Mónica: Te ayudo

Mientras ellas se dedicaban a preparar el café, el resto se quedó en el salón de igual forma, conversando
y entablando conversación con la amiga de Mónica, que poco a poco iba cogiendo confianza.

Mónica: Oye Maca

M: ¿Sí?

Mónica: Que no... no he tenido ocasión de hablar aun contigo


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M: ¿Sobre qué?

Mónica: Quería... quería darte las gracias -paró lo que estaba haciendo para mirarla.

M: ¿A mí? ¿pero por qué?

Mónica: Por hacerla feliz, te seré sincera... al principio, cuando me enteré, deseaba que saliese mal, que
Esther regresara a mí diciéndome que se había equivocado, pero estos últimos días, verla así,
me ha hecho darme cuenta de que yo quiero lo mejor para ella, y eso eres tú

M: Gracias

Mónica: Solo te pido que por favor la cuides... y no la hagas sufrir, es la mejor persona que conozco

M: Por eso puedes estar tranquila

Mónica: Entonces... todo perfecto... -cogió la bandeja y salió hacia el salón- ¡señoras! ¡sus brebajes!

La pediatra salió tras ella despacio, viendo como sonreía mientras gastaba alguna que otra broma y
observó como Esther la miraba desde que apareció de la cocina y sonriendo fue hasta ellas para
sentándose a su lado.

E: ¿Todo bien?

M: Mucho... -se acercó a ella y la beso repetidas veces.

M: A ver... esto es lo que yo he pensando, he hablado con el director pero dice que lo tiene que pensar...
que no me da una respuesta segura hasta dentro de cinco días

Inma: ¿Pero qué coño tiene que pensar? si quiere lo hacemos allí y si no pues no

M: Ya... le he dicho que necesitaba saberlo para buscarnos otro sitio... me ha dicho que me contestará lo
antes posible

Inma: Me encanta Maca

M: ¿De verdad?

Inma: Solo de pensarlo me pongo nerviosa

M: Jajaja tonta...

Inma: Bueno... me voy que tu loba viene por ahí y no quiero que mire mi yugular

M: Exagerada

Inma: Hasta luego Esther

E: Hasta luego... -se sentaba junto a la pediatra- ¿Por qué se va?

M: Tenía cosas que hacer ¿Cómo llevas la noche?

E: Bien, está todo un poco aburrido... he pensando que si querías echar una cabezadita conmigo

M: Mmm... ¿ahora?

E: Ajá
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Sonriendo pasaron primero por donde Teresa, esta quedó en llamarlas al busca si algo ocurría y
emprendieron de nuevo camino hasta el gabinete. Nada más entrar observaron que no había
nadie y sonriendo se acercaron hasta el sofá.

Esther fue la primera que cogió sitio, quedando de medio lado apoyándose en el respaldo, dejando un
hueco a Maca que bocarriba se colocaba a su lado.

M: Que gusto... -cerró los ojos suspirando.

E: ¿Has tenido algo?

M: Que va... la niñita esta cuando entré... nada más

E: ¿No dormiste bien anoche?

M: Sí, pero no sé... estaba intranquila... -los abrió de nuevo mirándola fijamente- no hemos vuelto a
hablar de lo de vivir juntas

E: Porque no has sacado el tema

M: Tú tampoco... ¿has cambiado de idea?

E: Para nada ¿quieres que empecemos mañana?

M: Claro... -nada más contestar cerró los ojos con fuerza- no... mañana no puedo

E: ¿Por qué?

M: Tengo que... tengo que preparar unas cosas y me es imposible

E: ¿Qué cosa?

M: Pues cosas... -se acercaba a ella y besaba su pecho por encima de la ropa- y si vamos al baño un ratito

E: Maca por favor

M: Mmm... -la hacía acostarse y se colocaba encima- eso es... te quiero hacer un bueeeen favor

Al final decidieron que la casa de la pediatra era más grande y podrían dejar el piso de Esther para
pensar que hacer con el más adelante.

La pediatra había ido a trabajar pero ella libraba ese día y queriendo aprovecharlo, comenzó a colocar lo
que le quedó la tarde anterior. Abrió su maleta y sacó la ropa de invierno, colocándola en el
altillo del armario grande.

No podía dejar de sonreír mientras observaba sus cosas y las de la pediatra juntas, con su neceser en la
mano fue hasta el baño, el día anterior había dejado una de las estanterías libre para ella y sin
borrar su sonrisa iba colocando sus cosas.

A punto de terminar miró el cepillo de dientes que había comprado y lo dejó caer en el vaso junto al azul
de Maca, negó con la cabeza por sentirse tan tonta por aquellas cosas y salió de nuevo al salón.

Sentada en el suelo fue sacando las fotos que ella tenía impresas de las últimas ocasiones, las que sacó
días antes de la barbacoa, las que se hicieron en Jerez, pero las mejores, las improvisadas entre
su chica y ella. Sonrió al sacar la primera, habían hecho una apuesta y Esther había ganado,
haciendo así que la pediatra cumpliera su pena y no se le ocurrió otra cosa que hacerla cocinar
desnuda, tan solo con aquel delantal amarillo, se mordía el labio al verla, esta se había girado
sorprendida por sus pasos, recordó como salió tras ella gritándole y no podía dejar de reír, había
inmortalizado sus posaderas de una manera de lo más sexy.
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Su gesto cambio de risueño a relajado, recordaba aquella tarde, la instantánea mostraba a ambas en la
terraza, habían preparado la máquina para que disparase sola y la pediatra se colocó tras ella
abrazándola, con uno de sus brazos la rodeaba por el cuello y con la otra la unía más a ella
desde la cadera, estaban sonrientes, sin exagerar sus facciones, pero los ojos hablaban por si
solos. Se levantó con decisión y sacó algunos marcos que había comprado, colocando aquella
primera foto sobre el mueble del salón.

E: Hola Teresa

T: Hola hija

E: ¿Está mi pediatra por ahí?

T: Pues ahora mismito se acaba de ir por la puerta

E: ¿Ya? -miró su reloj- si me dijo que salía más tarde

T: Pues lo que te digo, salió con Inma hace un minuto por la puerta

E: ¿Con Inma?

T: Sí

E: Gracias Teresa... que tengas buena tarde

T: Y tú guapa

Colgó algo desconcertada, todavía faltaban un par de horas para que fuese como le había dicho aquella
mañana, así que no muy conforme marco el número de su móvil, la operadora le decía que
estaba apagado y que lo intentase más tarde.

E: No pienso calentarme la cabeza... cuando tenga que venir vendrá... -colgó tranquilamente y volvió
hasta las fotos.

M: ¡Vilma! ¡Ya estoy en casa! -sonrió dejando las llaves y fue despacio hasta la cocina- hola

E: ¿Desde cuándo me llamo yo Vilma?

M: Será que no te llamo yo cosas a ti... -se inclinó saboreando sus labios repetidas veces- mira... -sacó su
mano portando una rosa.

E: Vaya... -en una fracción de segundo su mete voló haciéndola pensar.

M: ¿No te gusta?

E: Sí, sí... me encanta... -la olió mirándola comenzando a sonreír.

M: Tiene... tiene una notita... -señalo un pequeño papel que colgaba.

Sin poder dejar de sonreír miraba el papel y el rostro de la pediatra, esta tenía el gesto nervioso,
metiéndose a la vez las manos en los bolsillos del pantalón, se colocó de puntillas rápidamente
y la besó antes de coger el papel y sin borrar su sonrisa comenzó a leer:

“Cuando la vi me recordó a mí, estaba ahí, solita, mirándome triste y pensé, si mi princesa me hace feliz
solo por estar junto a ella, también lo conseguirá con esta preciosa flor, que en cuanto sienta
tenerla cerca sonreirá como la más bella del jardín”
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E: Gracias

M: ¿Me das un beso?

Sintiéndose culpable de nuevo por ni tan siquiera pensar un segundo en nada que no fuera todo lo que
le demostraba a diario, dejó la rosa a un lado y se abrazó a ella con tanta fuerza que la inercia
de la pediatra fue cogerla en brazos, haciendo así que aquel beso que ya habían empezado, se
convirtiera en lo más cómodo posible para pasar así todo lo que en ese momento pretendiesen.

Abrazadas aun permanecían despiertas tras aquel momento de pasión bajo las sabanas, estaban a la
misma altura, las dos mirando hacia el techo en completo silencio, acariciándose mutuamente,
haciéndose saber aun despiertas y vivas.

E: Maca

M: ¿Sí?

E: Crees que... ¿crees que estaremos siempre igual?

M: Bueno... yo estaré más guapa que tú pero...

E: Idiota... -le daba un golpe en la pierna y se colocaba de medio lado mirándola acostada- quiero decir
así... como ahora

M: Yo estaré como ahora todo el tiempo que tú me dejes... no me pienso mover de tu lado

E: Pues estarás mucho tiempo entonces

M: Me alegro... -se incorporó a su altura ladeando su rostro para besarla con calma- te quiero

Acababa de terminar su turno y quería salir lo antes posible para encontrarse con la pediatra en la
entrada, y corría casi hasta allí cuando Cruz y Laura la abordaron en el pasillo.

E: Chicas tengo prisa

C: No te puedes ir... te necesitamos

E: ¿Cómo? ¿Por... por qué?

C: Es una urgencia

E: ¿Pero qué...? -estiró el cuello asomándose al muelle, y lo que vio en aquel momento la hizo temblar
por completo- ¿Qué urgencia es esa? -hablaba sin apartar su vista de la entrada.

L: Pues... es que tengo que comprar un mueble nuevo y la tienda donde lo vi no tiene servicio a
domicilio... me tenéis que ayudar a llevarlo

Cuando la visión que la corrompía por segundos se esfumaba, volvió a colocar su cuerpo a su altura
normal, llevando su mirada en un fogonazo hasta la pared. Cuando asimiló aquella imagen miró
a sus amigas y estas la miraban nerviosas.

E: Está bien, pero como eso no ha colado... si os queréis venir voy a beberme una cerveza... que me
apetece

Comenzó a caminar sola, estas se miraron nuevamente sin comprender que pasaba y la siguieron
corriendo hasta la calle. Parecía tener un camino marcado mentalmente, y nada ni nadie la
hacía cambiar de dirección.

Tras un par de horas Laura y Cruz reían a causa de la cerveza, pero en cambio Esther miraba como sus
dedos resquebrajaban el papel pegado al botellín, tenía los ojos acuosos y falta de un suspiro.
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E: Creo que Maca me engaña... -sus amigas se callaron de golpe girándose a mirarla.

C: No digas tonterías Esther

E: Para mí no es ninguna tontería

L: Pero... ¿Por qué piensas eso?

E: Lleva unos días rara... va y viene de no sé donde, le pregunto y no me lo dice... y para colmo vosotras
la cubrís para que se vaya con Inma

C: Que nosotras la... ¡no me toques las narices Esther!

E: La vi Cruz... -dirigió por fin la mirada hasta su compañera- la vi salir con ella y eso no es una invención
mía... y tampoco es la primera vez que Teresa me dice que las ha visto salir juntas y como si de
un chiste se tratara luego viene con una flor... como si así se quitase la culpa

L: Esther cállate

E: ¿Por qué? hace tiempo hubieras pagado por que lo tuviera tan claro

L: ¿Te estás escuchando? estás hablando de Maca... la Maca que nos ha hecho ver que ha cambiado, a
todos... la que se desvive por ti con la más absurda idea, pero que la hace cambiar hasta
conseguir que sea lo más importante para ti, aunque tan solo sea un segundo de tu vida

E: ¿Sabes lo más triste? que eso mismo quiero decirme cada segundo... pero últimamente no tengo otra
cosa en la cabeza... -dejó su cerveza en la mesa y se marchó de allí.

Paseaba despacio, sin pensar donde se dirigía, mirando las líneas del suelo, queriendo fijar su camino en
alguna de ellas, pero estas, siempre se rompían o acababan de repente, desapareciendo en la
nada.

Comenzó a oscurecer y pensó que sería mejor ir a casa, “a casa” pensó, entonces recordó que su casa
ahora era donde estaba Maca, su vida era donde ella estuviese y un dolor de estómago la
invadió tan rápido como el que traga saliva sin tenerla.

M: ¿Dónde estabas? Me has tenido preocupada

E: Paseando... voy... voy a la cama... no me encuentro bien

M: ¿Qué te pasa?

E: Nada... yo...

La miró un segundo a los ojos y sintió como todo le daba vueltas, no podía tener la mirada fija en ella y
cerró los ojos asustada, notando como su peso caía en los brazos de la pediatra.

Horas más tarde comenzó a sentir la boca seca y quiso mover la cabeza para intentar diferenciar donde
se encontraba, abrió los ojos poco a poco y la vio, sentada frente a ella, mirándola, mirándola
solamente a ella.

M: ¿Cómo estás?

E: Tengo sed

M: Lo suponía... ten... -la hizo incorporarse un poco y la ayudó a tomar unos sorbos- te ha dado un bajón
de tensión

E: Vale... -cerró los ojos no queriendo mirarla.


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M: ¿Qué pasa Esther? Hablé con Laura y... -vio como de repente abría los ojos mirándola- me dijo que
habías bebido más de la cuenta

E: ¿Solo te dijo eso?

M: ¿Solo? ¿te parece poco?

E: No me trates como a una niña Maca, no lo soporto

Maca frunció el ceño, la misma impresión la hizo separar su cuerpo unos centímetros intentando
asimilar aquel tono de voz que nunca había escuchado en ella.

M: Dormiré en el sofá... -se levantó pero la mano de Esther le impidió que siguiera su camino.

E: Lo siento... -se quedaba de rodillas abrazada a ella por detrás- lo siento, lo siento... -besaba s espalda
tras cada plabra- perdóname

Comenzó a llorar y Maca no pudo más que girarse y abrazarla, Esther se aferraba a ella llorando en su
cuello, no dejando que la separase ni para ver como se encontraba. La pediatra no sabía nada
de aquella conversación con las chicas y estaba realmente preocupada.

M: Si no me dices que ocurre me haces daño Esther... me hace daño verte así

E: Se me pasará... déjame estar así

M: Vale...

Tras aquella noche, Esther evitaba a toda costa hablar del tema, se estaba concentrando en olvidar todo
aquello que dijo, queriendo fijar la verdadera realidad en su mente, eran felices, todo estaba
bien, todo era perfecto.

Esa mañana abrió los ojos con una sonrisa, no había dicho nada respecto al día, pero Maca no la
defraudaría, se levantó para ir a buscarla y encontró el desayuno en la cocina, pero ni rastro de
la pediatra, su sonrisa iba desapareciendo hasta que vio una nota bajo su taza.

“Buenos días princesita, al final me llamaron del hospital y hoy trabajo, no podré pasar la mañana
contigo y no sé a qué hora llegaré a casa, ¿me echarás de menos? Porque yo a ti sí. Piensa
mucho en mí, luego te llamo. Te quiero”

Desayunó con tranquilidad, tomándose todo ese tiempo que tenía que disfrutar sola. Regó las pocas
macetas que decoraban el salón y decidió tras eso, darse un largo baño.

Bajo el agua cerró los ojos, sintiendo su cuerpo relajarse a la temperatura, pensando en que estaría
planeando para ella.

Se colocó ropa cómoda y se fue hasta el salón sentándose en el sofá, decidiendo pasar la espera en
aquel mismo estado.

E: Pues nada... felicidades Esther

Pasadas las cinco decidió que la llamaría, no era normal, nada, ni un sms, ni una llamada, y menos aun
que no se encontrase ya con ella.

T: Hospital centrar dígame

E: Teresa soy Esther

T: ¡Esther!

E: Sí Esther... ¿está Maca ahí todavía?


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T: No... se... se fue hace un momento... me dijo que si la llamabas te lo dijera

E: Bueno pues... estará a punto de llegar

T: Claro, claro

E: Hasta luego Teresa

Colgó de nuevo y se giró de hasta el televisor, se pellizcaba el labio mirando el teléfono una y otra vez, no
quería parecer pesada, pero tenía demasiadas ganas de verla.

E: Que más da... -descolgaba de nuevo y justo entonces este sonaba- ¿cariño?

Voz: Casi

E: Raúl... -suspiró frustrada.

Raúl: Me encanta saber que te mueres de hablar conmigo

E: ¿Qué quieres Raúl? Estaba a punto de llamar

Raúl: Pues que va a ser... felicitar a la mujer más maravillosa del mundo ¡FELICIDAAAADES!

E: Gracias

Raúl: Bueno y que... ¿Qué te han hecho hoy?... porque Maca te habrá montado una buena

E: Como se nota que estás de vacaciones, estoy en casa todo el día... y ella ha tenido que trabajar, no ha
tenido tiempo de nada

Raúl: ¿Cómo qué...? No puede ser

E: ¿Por...?

Raúl: No que... nada... me habré confundido

E: ¿Qué pasa Raúl?

Raúl: No que...

E: Raúl ¡ahora!

Raúl: Que... hablé con... con la enfermera del Samur hace un rato y me dijo que Maca andaba como loca
por irse antes, que estaba volviendo patas arribas urgencias

E: ¿De eso hace cuanto?

Raúl: Dos o tres horas

E: Joder ¿sabes si se fue so...?

Raúl: Me dijo algo de la nueva... no sé ni cómo se llama

E: Inma...

Raúl: ¡Eso! Inma, lo mismo te está organizando algo

E: Sí seguro, oye Raúl... te tengo que dejar, ya hablamos

No esperó una posible contestación y aun más enfadada comenzó a marcar el número de la pediatra.

M: ¡Cariño! ¿Qué haces?


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E: ¿Dónde estás? Maca

M: Eh... acabo de salir y me ha llamado una amiga para que...

E: Inma

M: ¿Por qué preguntas eso?

E: ¿Qué te queda para venir?

M: Pues... -señalaba a alguien con la mano- me queda un rato aun... no sé si llegaré antes de cenar

E: Maca... ¿sabes qué día es hoy?

M: ¿Hoy? No sé... ¿jueves no?

E: Sí, jueves... es mi cumpleaños Maca...

M: ¿Cómo qué...?

E: ¡Sí joder! y encima... ¡y encima me mientes!

M: ¿Qué te miento? Esther pero ¿Qué dices?

E: Me han dicho que saliste hace unas horas con Inma del hospital Maca...

M: Esther... yo…

E: Me da igual... me dan igual tus excusas, todo era invenciones mías ¿no? Inma por aquí... Inma por
allá... yo era la única ¿no Maca?

M: Esther no sigas

E: ¿Jode escuchar la verdad? pues mira, a mí me da igual...

Tomó aire unos segundos, el orgullo y el dolor de aquel momento le hacían no poder razonar en sus
palabras y mecánicamente las soltaba una tras otra.

E: Solo tenías que decirme que...

M: No lo hagas... por favor no lo hagas... -al otro lado de la línea la pediatra comenzaba no poder parar
sus lágrimas.

E: Es lo mejor... ya no tendrás que esconderte Maca... si es lo que tú quieres... -suspiró y continuo


hablando- esta noche me vuelvo a mi piso

Sin dejar que hablase, impidiendo que aquel sollozo que había escuchado le llegase al corazón, así dejó
el teléfono caer sobre el sofá, sintiendo como una terrible angustia se alojaba dentro de ella,
rompiendo a llorar destrozada.

No podía permanecer más tiempo allí, las paredes le gritaban, le recriminaban por su acción y no podía
más, cogió algo de ropa y la echó en una mochila. Buscó sus llaves y sacó aquel juego que un día
le dio, las miró unos segundos y las dejó sobre la mesa de la entrada.

Cuando la puerta se cerró a su espalda sabía que ya no había marcha atrás, que todo lo que hacía, era lo
mejor. Nada más salir la cálida temperatura la recogía en sus brazos, haciéndola caminar
cabizbaja entre la muchedumbre.

Caminaba mirando como a cada paso un espacio aun más grande la iba separando de ella, recordaba en
su mente su voz de minutos antes, y ni siquiera pensaba donde la dirigía su cuerpo en aquel
paseo.
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Vio como el tramo de adoquines finalizaba frente a ella y alzó la mirada observando la gran puerta para
acceder a un jardín que le pareció en aquel momento el mejor refugio que podría encontrar.
Recorría el camino marcado sin pensar donde acabaría y entonces escuchó unas risas, dirigió su
vista hasta donde estas provenían y un grupo de niños jugaban en el suelo sin ningún pudor a la
hora de reír.

Se sentó en un columpio que permanecía vacío, dejando su cuerpo caer y mecerse por su propio peso.
Con la punta de sus pies iba dando un leve impulso que la hacía adelantar y retroceder creando
una brisa que necesitaba.

Cerró los ojos triste, contrayendo su barbilla ante un llanto próximo que sabía, no podría evitar.

[...]

Sentada con aquello entre las manos daba más y más vueltas a lo que aun no llegaba a hacerse a la idea,
¿la había dejado? Una vez más se limpiaba las lágrimas enfadada, se sentía impotente, sin
ningún tipo de acierto por más que hiciese, intentaba imaginar que aquello hubiese cambiado
con el paso del tiempo, pero le había dejado claro que no.

Bajaba los niveles sin prisa, mirando al frente mecánicamente, acercándose hasta donde una mirada
había asomado de la nada clavándose en ella.

M: Lo que son las cosas ¿Verdad?

Sin pensar si debía o no, alzaba su mano acariciando su piel, la humedad formaba ahora parte de ella y
aquella impresión de temperatura, fue otro pequeño aliciente para que su llanto emergiese de
nuevo.

[...]

Con la cabeza agachada no hacía por parar de llorar, su movimiento había cesado y se había llevado las
manos al rostro queriendo así, poder ocultar su tristeza.

Voz: ¿Por qué lloras?

Despacio apartaba las manos de allí queriendo mirar de donde provenía la voz dulce que la había
rescatado por unos instantes. Una niña de no más de cinco años estaba parada frente a ella,
balanceando sus brazos hacia delante y hacia detrás una y otra vez.

E: Los mayores a veces no podemos evitarlo

Niña: Mi mami me canta... -se sentaba en el columpio libre a su lado- y me alegra un poco... -Esther no
pudo evitar mirarla con cariño.

E: Las mamis suelen conseguirlo

Niña: ¿La tuya donde está?

E: Está en el cielo

Niña: Jo... mi abuelo también... no me gusta que la gente vaya a allí, nunca vuelven... -dio una patada a
una piedra mientras hablaba casi enfadada- ¿Sabes qué?

E: ¿Qué?

Niña: Mi amiga Marta cuando nos enfadamos y lloró me da esto... -metió la mano en su bolsillo y sacó
una piruleta- podemos ser amigas... -se la ofrecía.

Los ojos de Esther se clavaron en aquel color rojo intenso, dejó su mente en blanco por unos segundos,
quedando casi en trance, no pensaba, no distinguía, solo alcanzaba escuchar una voz en su
mente una y otra vez...
Corazón Helado por AdRi_HC

M: ¿Qué te pasa cariño?

E: Nada... que tengo el día mustio... -se abrazaba al cojín mientras miraba el televisor.

M: ¿Mustio no? -se sentaba a su lado echándole el brazo por los hombros para pegarla a ella- ¿y yo
puedo cambiar eso? -pegada a su pecho negaba con la cabeza- ¿seguro? -repetía la acción-
bueno pues... ¿sabes qué?

E: ¿Qué?

M: Pues que me quedé sin piruletas mágicas y... llamé a mi amigo el brujo y le dije “vamos a ver...
-cambia su tono de voz- yo necesito de esas Pencho”

E: ¿Pencho? -se separaba de ella mirándola rara.

M: ¿Qué? ¿qué culpa tiene él? su madre fue así de cafre... -Esther sonrió y se volvió a pegar a ella- pues
eso le dije “no me puedes hacer esto Pencho... yo necesito piruletas para cambiarle el humor a
mi chica cuando esta triste” y... -metió la mano tras ella sacando una piruleta- me mando una
caja... -sonreía mirándola.

E: Eres de lo que no hay

M: Esta es más mágica aun... porque le he echado unos polvitos mágicos

E: No me digas... -ya sonreía por completo.

M: Sip... -tiraba del envoltorio y comenzaba a comérsela.

E: ¿Y qué polvitos son esos?

M: Activan la crumancha...

E: ¿La crumancha?

M: ¡La hormona que da la marcha! -se lanzaba encima de ella recostándola en el sofá.

E: ¡Maca! Jajaja

M: Grrrrr

Niña: ¿Estás bien?

E: Eh...

Niña: ¿La quieres?

E: Gracias...

Pensaba en aquella pequeña mientras hacía girar el palito de la piruleta que al final había aceptado, y así
caminaba hacia su casa, pensando en mil cosas que le pasaban por la cabeza, todas
relacionadas con la pediatra.

Voz: ¡Esther!

E: ¿Qué...? -se giró buscando la voz que la llamaba sorprendiéndose al ver de quien se trataba.

Voz: ¿Dónde vas?

E: ¿Te importa...?

Voz: ¿Has hablado con Maca?


Corazón Helado por AdRi_HC

E: Sí Inma... ya he hablado con Maca... y tienes el camino libre para hacer lo que quieras, no interferiré
en nada

Inma: ¿De qué hablas Esther? -justo formular aquella pregunta un chico que había corrido tras ella la
alcanzaba colocándose a su lado.

Voz: Cariño... avisa la próxima vez vale

E: ¿Cari...? -miraba a ambos sin saber.

Inma: Esther ¿Pensabas qué...? -cayó en la cuenta- no me digas que pensaste...

E: ¡Joder! -se dejaba caer en un bordillo- ¡joder! -gritó aun más.

Inma: Escúchame Esther -se arrodillaba frente a ella- ¿sabes dónde está el acuario?

E: ¿El acuario? ¿Qué tiene que ver el...?

Inma: Corre Esther... corre todo lo que puedas... Maca está allí

No supo por qué, pero se levantó de un salto y sin decir nada más corría, solo podía pensar en que sus
piernas no se movían a la velocidad que ella quería, la gente se colaba en medio y todo pasaba
demasiado lento. En un momento dado lanzó la mochila al suelo y siguió su carrera.

Estaba bastante lejos, pero no le importó, solo quería llegar hasta ella y tenía la sensación de que llegaría
tarde. Cruzó la carretera sin mirar haciendo que varios coches frenasen de golpe en su camino,
pitándole luego a la vez por su acción.

No paraba de repetirse lo estúpida que había sido, lo ciega y estúpida, ¿Cómo podía haber llegado a
pensar eso de Maca? La rabia la hacía correr con más locura, y esa locura, la hacía enfadarse
aun más. El sudor inundaba su cara, pero las lágrimas eran amargas.

Llegó al acuario y no sabía ni dónde dirigirse, vio una puerta de servicio abierta y la moto de Maca
aparcada a un lado, entró sin pensar nada más y en el primer pasillo comenzó a gritar su
nombre.

Vio una escalera que daba a una puerta, por la que la luz del sol se colaba dándole quizás una señal,
subió los escalones de dos en dos, y salió hasta la gran piscina rodeada por gradas.

E: Maca...

La pediatra estaba sentada en medio de aquel graderío, con la cabeza agachada, mirando algo entre sus
manos. Sin recuperar casi el aliento comenzó a subir uno a uno cada escalón que la llevaba
junto a ella, viendo mejor cada vez que se acercaba las lágrimas que caían por sus mejillas. Se le
partió el corazón y su llanto volvió a resurgir. En silencio se sentó a su lado, observando como
esta no levantaba ni el rostro

M: Llevo un mes planeando esto... -le costaba hablar- venía de vez en cuando a ver como el animador
llevaba el número con los delfines... y me moría de ganas por hablar contigo hoy...

La cara de Esther se encogía cada vez más, escuchar todo aquello la estaba haciendo sentirse la persona
más rastrera del mundo.

M: Quería que... -intentaba respirar- quería que fuera especial... que lo recordaras toda la vida...

E: Maca yo...

M: Yo ya no sé que más hacer Esther, yo no puedo borrar el pasado... ojalá, pero no puedo... -se secaba
las lágrimas- y tú tampoco puedes olvidar... no si piensas que yo... -volvía a llorar- te quiero
muchísimo Esther... tanto que ni yo misma me doy cuenta a veces, pero no sé si quiero vivir el
resto de mi vida a la sombra de un miedo... a la sombra de tu miedo...
Corazón Helado por AdRi_HC

E: Lo siento...

M: Soy muy vulnerable en tus manos, tanto que... no sé si podría soportar pasarlo tan mal otra vez...

Cogió algo que quedaba en el asiento libre de su lado y se lo tendió.

M: Es tu regalo, es para ti así que... es una tontería que no lo tengas... -se levantó sin girarse- redactaré
mi dimisión, pero tardarán unos días en dármela... supongo que será inevitable que nos
volvamos a ver

Comenzó a bajar escalones sin echar la vista atrás, Esther miraba lo que sostenía en sus manos, pero su
vista no llegaba más allá de sus lágrimas.

E: ¡Maca! -lo dejó y comenzó a bajar- Maca perdóname... -cogió su brazo- lo siento...

M: -se giró sin ocultar sus ojos enrojecidos- Déjalo estar... quizás no... quizás perdí mi oportunidad y no
había vuelta atrás... cuídate ¿Vale? -apretó su mano y besándola despacio se giró para volver a
descender en su camino.

La veía marcharse y su voz no salía, quería gritarle y sus pulmones no le prestaban el aire, miró a ambos
lados buscando algo sin saber que, miró el cielo, este comenzaba a oscurecerse con rapidez y
encendieron los focos iluminando el lugar, volvió a mirarla y llegaba casi a la puerta.

E: ¡Maca! ¡Maca por favor! ¡No te vayas! -la pediatra tomaba el pomo y detenía su cuerpo, pero tan solo
un segundo, antes de salir completamente de allí- no me dejes Maca...

Conquisté algo irreal. Sucumbí a la necesidad de algo que, no consigo recordar

Toqué sin rozar algo que yo daba sin más, sintiendo tan solo un resquicio de lo que me cansé de esperar

Yo miraba al cielo y encontraba azul intenso, magia al atardecer, o simplemente hermosa oscuridad.

Ahora miró el mismo cielo y no consigo diferenciar, aquel atardecer se burla de mí cambiando tonos sin
cesar, dando pasó a una cruel oscuridad

¿Mirar o ver? No sé si miraba o veía entonces, tampoco sé si lo hago ahora

Un punto de inflexión se encuentra en mi camino y necesito que algo tire de mí

Macarena Wilson, 15 de junio de 1997

En su casa, llevaba tiempo leyendo lo que la pediatra le había dejado en las manos, aquel era su regalo,
un diario que parecía ser, había ido escribiendo Maca con el tiempo. No conocía aquella faceta
suya, pero conforme iba leyendo, iba conociendo algo más aquella etapa que había jugado con
ellas hasta ahora.

Te quise con perdón, te guardé en silencio, pero viví con temor. Sentí, luché y lloré, esperando alcanzarte,
encontrarte, ganarte.

Ahora sé que empujaba contra la corriente, una que tú hacías aun más fuerte.
Corazón Helado por AdRi_HC

Pasará una eternidad, se creará una distancia, pero me quedará recordar. Guardaré los momentos de
calma, deseando abrir los ojos y olvidar mis sueños, escuchando la realidad que borraste en mi
historia.

Sonreiré recordando dulces locuras, reviviendo momentos de cordura, pero no sufriré anhelando un sin
fin de mentiras y amargura.

Caeré viendo en mi mente aquel adiós, pero me levantaré sabiendo que fue lo mejor.

Macarena Wilson, 17 de junio de 1997

De nuevo aquel llanto la obligaba a detenerse, sabía que hablaba de ella y tenía miedo de continuar,
miedo de saber toda la verdad, miedo de revolverse más en su equivocación.

Creí en la luz de los sueños, esa que graduamos a nuestro antojo, esa que enfoca nuestros deseos
ocultos, o no.

Creí que tal vez eran visiones futuras, sonreí al pensar que todos esos colores que tú pintabas en mi luz,
formaban un arco iris, uno que comenzaba junto a ti, pero que evitando ver su final, imaginé
infinito.

Temblé al pensar que todo sueño se acaba, y más de una vez rogué no despertar.

Ahora sé porque pintaste en él, intentabas decorar, fortalecer la fachada que ocultaba la verdadera
pesadilla.

Cambiaste colores, luces y sonrisas para crear miedos, desconfianzas y lágrimas, colocando la única
salida para mí, lo más cerca posible de ti.

Macarena Wilson, 8 de febrero 1999

Quiero revivir en mis sueños, olvidar al despertar, ver y no escuchar tus pensamientos. Volar en mi
miedo, sortear el llanto y vencer al tiempo. Respirar de tus mentiras, probar el sabor de la
verdad, dejando libres mis ojos ante ti, pesadilla en mi realidad. Convencer a mis sentidos de
que toda tu piel es pecado, hacerles ver que eres lo prohibido. Gritar contra el viento que no soy
invencible, pero si más fuerte que tú. Que ganaré en esta vuelta de ruleta, que tú besaras el fin
de la partida, pero no vencerás. Verás que todo dejó de girar, tu tiempo se paró, pero el mío no,
y esta partida terminó.

Romperé la ruleta que tantas veces me cambió, destruiré la flecha que me señaló, sintiendo por fin que
tus manos, las que estrechaban más y más mi vida, no volverán a hacerla girar.

Macarena Wilson, 25 de Marzo de 1999

Cerró aquel diario con tanta fuerza que un estruendo invadió la casa, no podía seguir leyendo, las
lágrimas inundaban tanto sus ojos que ni la oscuridad podía diferenciar y lanzándolo contra el
suelo se encogió en sí misma intentando recuperar las fuerzas.
Corazón Helado por AdRi_HC

La noche anterior no pudo seguir leyendo, el cansancio de tanto llanto la había hecho caer rendida en el
sofá y ahora, ocultando su rostro con unas gafas, rogaba que nadie la detuviese aunque solo
fuese en el camino hasta su despacho.

E: Buenos días Teresa... -firmaba sin levantar la vista.

T: Hola

E: Si alguien me necesita estoy en mi despacho

T: Claro

Llevaba aquel libro bajo el brazo y caminaba sin diferenciar quien se cruzaba en su camino hasta que
aquellos ojos ocuparon su mundo de nuevo. Ambas paradas, una a cada lado de aquel infinito
pasillo, sintiendo un universo entre ambas, uno que la pediatra rompió al marcharse de allí.

Entró en su despacho echando la llave a la puerta y cayendo al suelo arrastrándose por aquella madera.
Sintiendo mil puñales atravesar su cuerpo, clavándose uno a uno mientras recordaba aquella
mirada llena de dolor.

Miró a su derecha, justo donde había caído aquel diario y sin saber si las fuerzas la traicionarían de
nuevo, lo abrió por donde se quedó la noche anterior.

Con el miedo aun en mí, no lo he podido evitar. Miré sus ojos y algo ocurrió, no sé que fue, pero algo
borró.

Disfrazó verdades en un juego que no sé por qué empecé, pero que me es imposible parar.

Mi mente dibuja falsas situaciones, parando en un segundo en que distingo recuerdos del pasado.

Macarena Wilson 10 de octubre del 2004

Cerró los ojos con fuerza, pegándolo contra su pecho, intentando acallar con su cercanía aquel dolor. Se
limpió las lágrimas conteniendo el aliento para comenzar a leer de nuevo, pero alguien llamó a
la puerta.

E: ¡Un segundo! -se limpiaba las lágrimas mientras recogía las cosas del suelo e iba hasta su mesa- ¡pase!

C: Hola

E: Lo siento Cruz pero... no me siento muy bien, hoy me quedaré aquí sin no te importa ¿Vale?

C: ¿Qué ha pasado Esther?

Sostuvo la mirada unos segundos sin saber que decir y sin aguantarlo más, tapó su rostro llorando de
nuevo, Cruz corrió hasta ella, abrazándola, consolándola, pero todo era inútil.

E: La he perdido Cruz...

C: Venga... ya verás cómo no

E: Lo sé, he visto sus ojos y sé que... la he perdido

C: ¿Por qué no te vas a casa?


Corazón Helado por AdRi_HC

E: No... -se limpiaba las lágrimas de nuevo- estoy mejor aquí

C: Está bien... en un rato me paso a ver cómo estás, le diré a Teresa que no estás para nadie

E: Gracias

Esperó a verla salir de nuevo, intentando recomponerse y comenzó a leer otra vez.

Está nublando mis decisiones, coaccionando mis inquietudes y tengo miedo.

Sonríe y abre el cielo, insiste en mis palabras evitando el freno, pero no puedo.

Macarena Wilson 1 de noviembre del 2004

Hoy me pasó algo extraño, sé y siento que la quiero, pero no sé cómo hacerlo.

Actúo siendo esta vez quien pinta con colores falsos

Creando sueños inexistentes y aun sabiendo, señalo con esa flecha que una vez rompí por mí

Macarena Wilson 5 de noviembre del 2004

Sostenía aun el diario en sus manos, pero su vista había ido a parar hasta la foto que tenía sobre la mesa,
era una mirada perdida que ni ella misma podía controlar. Observaba a las dos personas de
aquella foto y se preguntaba ¿Por qué el destino había jugado tan bien sus cartas? ¿por qué las
volvía a separar? ¿Qué mal habían hecho para no poder vivir con la felicidad que alcanzaron
tocar?

C: ¿Se puede?

E: Eh... -casi sin fuerza buscó el rostro de su amiga- dime

C: Dios mío... -se dio cuenta de la fragilidad que su amiga tenía en aquel momento- levántate... vamos a
que te tomes un café, no puedes estar así

E: No Cruz, de verdad

C: Levanta... vamos

Llevada casi a cuestas era conducida por el pasillo, gracias a algo no se cruzaron con demasiada gente y
llegaron sin problemas hasta el gabinete, que permanecía vacío.

C: Venga... ahora te tomas esto a ver si te espabilamos

E: No me apetece Cruz

C: Tienes que tomar algo... no puedes estar de esa manera Esther... -mientras servía el café la puerta se
abría y ambas miraron hacia allí.

M: Lo siento... yo
Corazón Helado por AdRi_HC

C: Pasa, nos íbamos a tomar un café... ¿quieres uno?

M: Eh... -desvió su mirada del rostro de Esther hasta Cruz- no, no... gracias, yo... venía a por... -caminó
intentado aguantar hasta la mesa, cogiendo una carpeta para volverse a marchar- ¿te
encuentras bien? -No pudo evitarlo, ver aquella desmejora en el rostro de Esther le había dado
una punzada en el pecho y no supo cómo reaccionar.

C: Sí... solo necesita que estemos un poquito con ella... -se sentó a su lado dándole el café- ¿Verdad?

E: Uhm... -no podía dejar de mirarla, sintiendo que la llamada a sus sentidos era inútil.

M: Pues... me voy

C: Hasta luego

Tras convencer a Cruz de que se sentía mejor, volvió a su despacho y continúo leyendo, dándose cuenta
al rato de que tan solo quedaban dos páginas.

¿Si creí que era lo mejor? ¿Por qué me siento aun peor?

Anoche vi con claridad una verdad, que quizás no fuera cierta, sentí una culpa que reproché en un
pasado y todo por haber sufrido

Un escalofrió me hizo pensar que merece algo mejor, alguien que no recuerde y tema a la vez, que le
haga ver la vida como sueña que es, no como yo la disfrazaría para ella

Macarena Wilson, 10 de diciembre del 2004

Me equivoqué, cogí el camino de la cobardía, y ahora en vez de atormentarme un pasado que no


merecía nada de mí, lo hace un futuro que desprecié sin valorarlo

La siento dentro de mí, la escucho llorar en mis noches, sufrir con mis palabras

Una vez quise realizar los sueños de alguien sin importar los que yo ansiaba,

Ahora contrariamente, quiero unir los suyos a los míos creando una realidad

Hacerla sentir importante, porque así lo es para mí y sé que no podré, que me equivoqué y perdí, que
elegí y aun no sé el qué

Solo puedo decir porque lo sé, que por primera vez, mis sueños tienen un nombre

Esther

Macarena Wilson, 23 de abril del 2006

Cuando pensaba que ya no podría seguir leyendo, la fecha del último folio escrito le llamó la atención,
era de días antes a su cumpleaños y sus ojos temblando como si estuviera al miedo más feroz,
comenzó a descifrar cada palabra en su mente.
Corazón Helado por AdRi_HC

Te preguntarás porque es este mi regalo, tiene un significado concreto.

Una vez te dije que no quería que nadie más estuviese en mi vida más que tú, que no quería recuerdos de
un pasado que una vez me separó de tu lado, y en tus manos lo tienes, yo borré mi pasado en
ese diario, y tampoco quiero escribir ni relatar mi futuro, ese está en tus manos y ahí quiero que
esté.

Tú eres toda mi vida Esther, porque mi vida comenzó el día en que te conocí, y poco a poco, fuiste
labrando mí camino.

Una vez creí depender de alguien, depender de su sonrisa, de su vida, y me equivoqué, no es la


dependencia lo que te hace creer que amas, ni lo que te da fuerzas para sentir que todo lo que
esperas llegara algún día, ahora sé, que sé que te amo por infinidad de cosas, cosas que me
hacen querer vivir con toda la fuerza del mundo, pero no dependo de ella, si no de ti.

Ver como sonríes nada más despertar me hace creer que sé quererte como mereces, verme a mí misma
nerviosa mientras tengo algún detalle contigo me hace ver que me queda mucha ilusión por
regalarte, y vivir contigo cada día, me hace saber que la vida merece la pena, con todo lo bueno
y lo malo que haya en ella, pero que contigo a mi lado, todo cobra su sentido.

Supongo que lo último que nuestra amiga sweet te ha mostrado te ha sorprendido, pero es lo que más
siento en ese momento, es lo que quiero que ocurra, y te juro, que si aceptas, no consentiré que
te arrepientas, crearé mil cuentos para tu vida, millones de sueños a mi lado, te susurraré
infinidad de te quieros al oído y gritaré aun más contra el viento.

Déjame hacerte feliz Esther... déjame hacerlo para el resto de la vida, y más allá de ella

El libro cayó de sus manos precipitándose contra el suelo, sus manos inertes como el resto del cuerpo
procesaban cada palabra, encontrando un significado que nunca se había esperado.

Giró su rostro aturdida, intentando respirar, rogando a quien fuera que la escuchase que retrocediese el
tiempo, que le diese la oportunidad de arreglarlo.

Pero nadie la escuchaba, nadie sentía lo que ella, nadie comprendía su dolor.

Con la mirada perdida escuchó cómo se abría de nuevo la puerta y ni las fuerzas la ayudaron para
averiguar de quien se trataba.

L: Arriba...

E: Déjame

L: He dicho que te levantes

E: Laura por favor... -intentaba reprimir el llanto.

L: ¿Quieres que esto cambie? ¿eh?

E: Eso es imposible

L: Levántate Esther... si no pensaré que eres una cobarde

Por primera vez buscó el rostro de aquella que le hablaba y vio una seriedad que no conocía. Se levantó
mecánicamente y caminaba tras ella sin comprender el por qué de aquel camino. Subieron en
ascensor hasta la última planta y fueron hasta la escalera de servicio que daba a la azotea.

E: Laura... es de noche...
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L: Vamos

Le cogió la mano y salieron al exterior, caminaron unos metros de la misma manera y llegaron hasta la
pequeña escalinata que ascendía al soporte de los helicópteros.

L: Sube ahí

E: ¿Para qué?

L: Hazme caso

Sin querer perder más fuerzas en llevarle la contraria, comenzó a subir ella sola, colocándose en el
medio de aquella plataforma, miró el cielo estrellado, respiró todo lo hondo que pudo, pero se
seguía sintiendo igual de vacía. Cerró su chaqueta con ambas manos luchando contra la brisa
fría de aquella noche.

De repente escuchó un murmullo desde la calle, risas y gritos de admiración, despacio fue caminando
hasta el borde, mirando a la calle bajo los cinco pisos de aquel edificio de urgencias.

Sus ojos se abrieron ante tal imagen, su corazón se disparó a tantas pulsaciones que creyó que se
desmayaría justo en aquel momento. Parte del parking estaba vacío y cientos de velas
encendidas llamaban la atención, formulando una pregunta que parecía dirigida al cielo, pero
que era hacia ella:

¿TE QUIERES CASAR CONMIGO?

Su vello se erizó burlándose del frío, gritándole que había perdido la batalla contra ese cuerpo. Se llevó la
mano a la frente no comprendiendo nada de lo que sucedía.

M: La finalidad de mi regalo era esta... he tenido que cambiar el decorado

Su cuerpo se tensó, su cabeza se colocó en su estado correcto haciendo que permaneciese


completamente erguida. Con miedo, mucho miedo, se fue girando sobre sus pasos, viendo la
razón más grande por la que su corazón seguía latiendo.

La pediatra la miraba con los ojos brillantes por unas lágrimas que no terminaban de caer, cuando sus
miradas se cruzaron, Maca encogía sus hombros, no sabía si avergonzada o nerviosa.

M: Yo... yo no quiero pasar el resto de mi vida lamentándome por no haberlo intentado

Con lágrimas en los ojos Esther sonrió, haciendo que Maca la imitase y pareciese que iba a hablar de
nuevo, pero no queriendo que aquellas palabras se las llevara el viento, colocó la mano en sus
labios para callarla.

FIN

Epílogo
Frente al televisor Maca reía por las mismas ocurrencias otra vez, había perdido la cuenta de las veces
que había visto aquel DVD pero siempre que lo volvían a ver revivía de nuevo la misma
conversación.
Corazón Helado por AdRi_HC

- ¿Y me vestirás de princesa?

M: Claro... la princesa más guapa del mundo

- ¿Más que mamá?

M: Dejémoslo en igual de preciosa que mamá

- ¿Y me casaré en la playa?

M: Si tú quieres claro

- Pues si quiero mami... -se ponía de pie entre sus piernas.

M: Pues nada... mi princesa se casará en la playa

De repente un grito agudo salía de la cocina, un perro corría hacia donde madre e hija se encontraban y
la pequeña se echaba las manos a la boca sorprendía.

E: ¡Pedro!

El niño corría hacia su hermana y su madre huyendo de los gritos.

M: Cariño ¿Qué pasa?

Pedro: Nerea protégeme... -se colocaba tras su hermana.

M: ¿Qué has hecho Pedro?

Pedro: Nada mami

E: ¿Nada? aquí tu hijo se ha subido a la mesa de la cocina y ha tirado todo lo que ha encontrado a su
paso

M: ¿Es verdad eso? –miró de nuevo al pequeño.

Pedro: Mami yo... quería coger las galletas para Claus

Nerea: Mamá... -fue hasta las piernas de Esther- ¿te has enfadado con Pedro?

M: A ver... -se levantaba para poner un poco de orden- coger a Claus y salir al jardín venga

Pedro: Pero mami

M: Al jardín Pedro

Pedro: Vaaaaale

Las dos miraban como los hermanos cogidos de la mano salían hasta el jardín seguidos de aquel mastín
marrón que era la delicia de los niños. Esther permanecía con los brazos cruzados esperando lo
que su mujer tenía que decirle.

M: ¿Se te ha pasado?

E: Este niño a veces acaba con mi paciencia Maca

M: Claro... es igual que yo... -rodeaba su cintura frotando su nariz cariñosamente- te van a salir
arruguitas por enfadarte

E: -suspiró frotándose la frente- Ahora se me pasa

M: ¿Por qué no vas y te preparas un baño calentito mientras yo guerreo con ellos un rato?
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E: No sé quién es más niño de los tres

M: Pues está claro ¿no? -sonrió para ella haciéndola sentir mejor- venga tonta... relájate un poco

E: Vale... espero tener la casa en el mismo sitio cuando salga

En la bañera permanecía con los ojos cerrados, aquel niño había salido igual a Maca y era el más
nervioso de los dos, no podía estar quieto más de cinco minutos y mucho menos que pasase un
día sin destrozar algo.

Al cabo de un rato pretendió escuchar que hacían sus tres niños pero un silencio escalofriante la hizo
preocuparse y se salió sin dudarlo envolviéndose en su albornoz.

E: ¿Maca?

Caminaba por la casa sin escuchar nada aun, temiéndose lo peor del resultado del mandato de su mujer
contra esas dos fieras. De repente escuchó unas voces.

Nerea: No así no

Pedro: Calla enana

Nerea: Mamaaaaaaa

M: Sshh venga que queda poco y nos va a pillar

Sonrió al escuchar a la pediatra y caminó hasta el estudio que estaban reformando, la puerta estaba
entornada y solo tuvo que empujarla apenas con sus fuerzas para que esta cediera
completamente. La niña que había visto la puerta abrirse se giró y tapándose la boca comenzó a
llamar la atención de su madre dándole con el dedo.

M: Sí cariño... ya está

Nerea: No... -se acercó a susurrarle al oído- mamá está en la puerta

La pediatra se giró de golpe escondiendo lo que manejaba tras su espalda, cosa que imitó su hijo, los tres
permanecían parados y rectos frente a ella, con los brazos manchados de pintura y aguantando
la risa.

Pedro: Mamá... -caminaba cabizbajo hasta ella- ¿me perdonas?

E: ¿Te portarás mejor?

Pedro: Palabra mamá... -alzó su mano que estaba cubierta por pintura azul.

E: Jajaja anda que...

Volvió a mirar a la pared y vio como habían dibujado en la pared aun sin pintar, un jardín con sus flores,
sus árboles y lo que parecían ser ellos, y en letras grandes “TE QUEREMOS MAMÁ” y no pudo
más que sonreír y agacharse para llamarlos.

E: Venir aquí

Abrió sus brazos y los dos niños corrieron hasta ella para abrazarla. Esther repartía besos a cada uno
repetidas veces, dándole cachetes mientras los hacía reír.

Nerea: ¿Ya no estás enfadada?

E: No cariño... -le acarició el pelo.


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Pedro: Vale... -se giró hacia Maca que permanecía detrás observando- ¡mami te toca! -cogió la mano de
su hermana y salieron corriendo.

M: ¡Pero serás! -intentó ir tras él pero Esther la detuvo.

E: ¿Te toca qué? -se colocaba frente a ella para que la mirase.

M: No que... -se rascaba la cabeza- que les dije que yo también pondría de mi parte para quitarte el
enfado... dicen que lo consigo antes

E: ¿Y tú lo crees?

M: Pues...

Tras aquella petición en lo alto de la ciudad, no hizo falta respuesta, sus cuerpos hablaron por si solos
ante tanta felicidad. Maca no podía pretender ni tan siquiera intentar vivir su vida sin ella, sabía
que no podría, y veía absurdo negar algo que era tan evidente.

Esther vio sus ruegos concedidos nada más verla en aquel tejado, sintiendo que la verdadera fortuna
había llegado a su vida de una vez por todas, no iba a juzgar nada, no quería hacer preguntas,
solo quería sentir aquel amor que le había devuelto la vida por segunda vez.

M: No huyas porque sabes que eres prisionera de mis encantos

E: ¿No me digas?

M: Te lo digo, te lo escribo y te lo...

Diez meses después se casaron, y como si un sueño de Esther se tratase, todo había salido a la
perfección. Un juez amigo de los Wilson las casó en un atardecer, en una de las mejores playas
de Cádiz, rodeadas de todos sus seres queridos, unidas por sus manos en todo momento,
sintiéndose completas, sabedoras de que era para el resto de sus vidas.

E: ¿Y si me resisto? -Maca la tenía cogía por las manos.

M: Imposible

E: Puedo hacerlo... -decía con convicción.

M: Craso error cariño

Dos años después quisieron tener su primer hijo, siendo Maca esta la indicada para traer al mundo a
aquel niño tan deseado que las hacía sentirse nerviosas y afortunadas cada día de aquel
embarazo.

E: Te dije que te llevarás una sorpresa el día que no te sirvan de nada tus encantos

M: ¿Y ha llegado ya? -se acercaba a sus labios.

E: No... -suspiró pegada a ella provocándola.

Cuatro más tarde, Esther quiso probar la experiencia y nació Nerea, la niña de los ojos de Maca, era su
princesita como ella le llamaba, la misma imagen de su madre en un reducido tamaño y la
personita más encantadora del mundo.

E: Maca... llévame al cielo

M: Lo haré el resto de mi vida


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Y así pasaban los años, viendo crecer a una familia que vivía su día a día como una nueva aventura, como
una historia corta que relataban con sus voces, donde Maca pretendía que cada uno fuera un
sueño que compartir con su mujer y sus hijos creyéndose la persona más feliz, más completa y
más afortunada del mundo, dando lo único que sabía, hacerles sentir las personas más
importantes que existían, guiando a su mujer de la mano por un camino que formaban juntas,
con sus ilusiones, con sus esperanzas, con todo un cielo de sueños que aun estaban por realizar,
que unidas por ese amor que sabían, era infranqueable, las llevaría junto a sus hijos a la mejor
realidad que nunca pensaron crear.

Reflexión
Renacer cual fénix de sus propias cenizas, olvidar y borrar un pasado que consumió todo tu mundo.
Escribir una historia tras el punto y final de un capítulo que abandonaste a la suerte. Sentir el
frío de la decepción, el escalofrió de una engaño, la pesadez del dolor.

¿Mirar al frente? ¿Echar la vista atrás? ¿Imaginar? O ¿recordar?

Preguntas y respuestas ignoradas, necesidades infravaloradas. Creer en la necesidad sobre algo humilde
y sencillo, sopesar su veracidad.

¿Acción o palabra? ¿Sentir un abrazo? ¿Una caricia? O ¿buscar el aliento de un susurro?

Todo a la vez, nada en ningún momento, todo y nada, tu corazón discrepa, no comprende porque
entonces sigue latiendo. La consecuencia de un momento en tu vida lo marcó.

Tu mente viaja a través del miedo y el dolor, mandado ordenes que él no escucha, tú las cumples con
ignorancia y el reprocha en silencio ¿lo escuchas? ¿Lo sientes? O ¿das la espalda ahogando su
llamada?

Un te quiero en el peor momento abraza tu corazón, lo sientes emocionado, sufriendo por su pasión. Le
discrepas tal aberración “¿Por qué te dejas?” le discrepas “¿no lo recuerdas?” le ruegas

Al igual que tu mente, él no borró aquel momento de angustia, pues se lo haces revivir cada instante en
tu dolor.

“¿Prefieres recordar y sufrir? O ¿vivir y descubrir?”, te pregunta en su agonía. De nuevo dos preguntas
con respuestas ignoradas.

Un día como cualquier otro una pregunta más viene a por ti, “¿Por qué?”, no terminas de entender y
buscas opciones.

¿Por qué... a ti?

¿Por qué... entonces?

¿Por qué... aun duele?

¿Por qué... no puedes?

Todas son acertadas, pero de nuevo tu corazón, este las resume egoístamente.

¿Por qué hiciste de mí un Corazón Helado?


Corazón Helado por AdRi_HC

Por primera vez escuchas su pena claramente, te remueves en la tuya propia haciendo que tal dolor
forcejee contra ti, te proteges, te escudas con el miedo... pero pierdes.

De repente ves imagen tras imagen, escuchas todos esos susurros que te fueron regalados, pero “¿y esa
voz?” “¿Dónde está?”

“¿Acaso no lo recuerdas?” ahora es tu corazón quien te ataca con rencor, “la sacaste antes de incluso
escucharla” “me dejaste disfrutarla, arrebatándomela en silencio”

Poco a poco aquel lazo que te unía a ti misma se va forjando de nuevo, insistente a cada nuevo paso. Los
resquicios de lo que pudo ser y no fue te hacen querer luchar con fuerza, teniendo la gran duda
siempre cerca “¿lo conseguiré?”

Cuando creías esa voz alejada de ti, cuando resignada sabedora de tu error, el viento de nuevo la lleva
hasta ti. Tu pecho se agita, tu fiel amigo y compañero te avisa y te advierte “escucha por favor,
la encontraste de nuevo” “¿me dejarás protegerla esta vez?”

Una última pregunta, pero la más importante, y curiosamente, tienes la respuesta incluso antes de
escucharle.

Es fácil dar la espalda cuando se sufre, aun más disfrazarte poderosa ante el mundo, pero el resultado
tras lo difícil, es más gratificante.

Puedes buscar, sentir y escuchar, pero lo mágico es que quieras encontrar las respuestas a eso que
preguntaste. Así que, sonríes y contestas, “el resto de tu vida”.

Tras tu respuesta, tu corazón palpita día a día feliz, lo hace tan fuerte que la voz que te guía, se abruma
por ser razón de tal sentimiento.

Ahora no hay miedos, desconfianzas o rencores. Lo desechaste, lo olvidaste, “¿Qué sientes?”

Fuerza, ilusión... amor

Tu corazón te da la enhorabuena y te dice algo que te hace estremecer “la protegeré el resto de mi vida,
la protegeré más allá de la muerte y todo por agradecerte que creyeras en mi de nuevo,
teniendo a tu lado alguien que me asegura que estará ahí para siempre”

¿Es o no, poderosa la recompensa de la lucha?

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