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Capítulo 5

«Eres mucho más que un problema»:


sacando partido a la fase social

En un sentido amplio llamamos fase social a la interacción que


se produce desde que la terapeuta recibe a la familia y les orien-
ta sobre la forma de trabajo, hasta que se inicia la conversación
sobre el motivo de consulta. Aunque durante muchos años
habíamos reducido la fase social a la mínima expresión con la
idea de ganar tiempo para el resto de la primera entrevista, en
los últimos años nos hemos dado cuenta de que, en realidad, el
tiempo invertido en la charla social es a menudo sumamente
provechoso. Hablar con los consultantes acerca de su trabajo,
de sus gustos y aficiones antes de entrar a discutir el motivo de
consulta crea un contexto más positivo para la conversación
posterior y a menudo genera información que más adelante
puede ser de utilidad.

Para qué

Además de responder a las normas culturales de cortesía, dedicar


un tiempo a la charla social tiene varios objetivos específicos:

* Seguir avanzando en la construcción de la relación tera-


péutica: conseguir que los consultantes se sientan cómodos y
relajados.
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* Marcar la postura del terapeuta frente a sus interlocutores:
que sientan que se interesa por ellos como personas y no úni-
camente como «portadores de problemas». Esto puede ser, en sí
mismo, un importante mensaje terapéutico: «Eres más que tu
problema».

* Obtener una visión global del contexto relacional de los


consultantes (por ejemplo, la abuela no vive con la familia, pero
les visita todos los días) y sus posibles limitaciones (por ejemplo,
el padre es transportista y sólo pasa con su mujer y sus hijos un
día por semana; el abuelo padece la enfermedad de Alzheimer),
que ayudarán a perfilar más adelante las líneas de intervención
terapéutica. Especialmente importante es hacerse una buena idea
de cómo se distribuyen los tiempos en la familia y qué momen-
tos se comparten.

* Detectar posibles recursos personales (aficiones, cualidades),


relacionales (por ejemplo, la buena relacion entre el padre y la
hija mayor) y de la red social (amigos, compañeros de trabajo),
que podremos retomar más adelante al diseñar tareas. Así, en el
caso de Sandro, un chico de veintidós años agobiado por sus
miedos y temores, buena parte de la charla social giró en torno
a su afición al cine. Más adelante, saber de esta afición nos llevó
a proponerle que hiciera «películas» sobre sus miedos.

* Generar emociones positivas que faciliten la conversación


posterior y el pensamiento creativo de los consultantes.

* Finalmente, la fase social nos da a menudo un acceso privi-


legiado a la visión del mundo de los consultantes, a su postura
y su lenguaje (capítulo 7).

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Qué

La fase social suele incluir varios elementos. Habitualmente ex-


plicamos a los presentes que nos gustaría conocerles antes de que
nos cuenten qué les ha traído a la consulta. Hecha esta introduc-
ción, les preguntamos sus nombres, edades, a qué se dedican
y qué aficiones tienen. Tratamos de hacernos una idea clara de
quién vive con quién y cuánto contacto tienen.
Últimamente estamos dando cada vez más importancia a que
en la fase social se detecten también los recursos de la red social.
Por eso solemos preguntar quiénes son los mejores amigos de los
consultantes, a quién le contarían sus problemas, a quién le han
comentado que vendrían a esta entrevista, etcétera.

Cómo

Lo fundamental es mostrar interés por lo que nos cuenten y, si


es posible, conectar en el nivel personal («Vaya, así que su
abuelo era alfarero, es curioso, porque a mí me encanta la alfa-
rería; de hecho, tengo una gran colección de cántaros»). Tam-
bién recomendamos, si es posible, aprovechar este momento
de la entrevista para introducir el sentido del humor y crear un
clima distendido («Pues ya lamento que seas seguidor del Ma-
drid. ¡A los que somos del Barcelona nos va mucho mejor!»).
Si hay varias personas en la sesión, es útil ir creando «temas
relacionales» («Así que tú eres la más responsable en esta fami-
lia. ¿Y quién dirías que te sigue?¿Y después?», «Veo que a ti
también gusta hacer deporte. ¿Qué deportes hacéis juntos, como
familia?»).

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Ejemplo de caso

La madre de Ángela, una chica de dieciséis años, llamó muy


preocupada porque su hija había dejado de comer cuatro meses
atrás y estaba cada vez más «obstinada» en su esfuerzo por adelga-
zar a toda costa. Citamos a toda la familia para la primera entrevis-
ta, la semana siguiente: Ángela, sus padres y sus dos hermanas. Sin
embargo, el día antes de la primera entrevista nos llamaron para
avisarnos de que habían tenido que ingresar a Ángela por su pér-
dida de peso. Pospusimos la entrevista, que tuvo lugar tres semanas
más tarde, con toda la familia. Tras recibirles y explicar la forma
de trabajar (capítulo 4) hicimos una larga fase social.

T.: Antes de que entremos a hablar de lo que os trae aquí hoy, me


gustaría saber un poquito de vosotros, a qué os dedicáis, qué cosas
os gusta hacer... puede empezar el que quiera, porque me gustará
oíros a todos.
M.: Ángela, hija, empieza tú.
T.: Disculpe, María, no hace falta que sea Ángela la que empiece.
Puede empezar el que quiera.
Toni: Pues yo misma. Yo tengo veintiún años, y hago arreglos de
ropa, y también me gusta diseñar ropa yo misma, cuando tengo
tiempo.
T.: Anda, qué interesante. ¿Qué tipo de ropa haces?
Toni: Lo que me gusta es hacer vestidos. Vestidos un poco mo-
dernos... que tengan algo distinto.
T.: ¿Cómo ese que llevas? ¿Lo has hecho tú?
Rosa: Sí, lo ha hecho ella.
T.: ¡Enhorabuena, está genial!
Toni: ¡Gracias!
T.: ¿Y tus hermanas son clientas tuyas, o las «víctimas» con las que
haces las pruebas?

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Toni: (Risas.) ¡Más bien son las víctimas!
Ángela: ¡Pero nos encanta, que conste!
T.: ¿Sí? ¿Te gusta la ropa que hace tu hermana?
Ángela: Sí, me parece preciosa, super-original.
T.: ¿Y cuál dirías que es el secreto de tu hermana, para hacer esa
ropa tan bonita?
Rosa: Que ella misma es muy original, es muy creativa.
T.: ¿Quién más dirías que es creativo en esta familia?
Rosa: Yo no mucho, la verdad. Pero Ángela también tiene ideas
muy buenas.
T.: ¿Es cierto, Ángela, eres creativa?
Ángela: Bueno, no sé, a mí me gusta mucho pintar, dibujar... las
cosas artísticas.
T.: ¡Qué interesante! A mí el arte me gusta mucho. Lo de la ropa
no tanto, ya veis cómo voy vestido (risas), pero el tema del arte sí.
¿Tú estás pensando en enfocar por ahí tu futuro? ¿Hacer algo de
eso cuando termines el instituto?
Ángela: No lo sé, pero sí me gustaría. Igual hacer Bellas Artes, o
Artes y Oficios.
T.: Ajá, ¿con la especialidad de pintura?
Ángela: Bueno, puede ser pintura, pero también me gusta el vídeo,
el cine...
T.: Bueno, bueno, veo que tienes intereses amplios. A mí el cine
me encanta. ¿Qué película has visto recientemente, que pudieras
recomendarme, que te haya gustado?
Ángela: Puf, es que eso va a gustos...
T.: Sí, cierto.
Ángela: ... pero igual la de La casa de las dagas voladoras.
T.: Ajá, tomo nota, yo ésa no la he visto. He oído que está bien,
sí. ¿Fuiste con tu familia, con tus amigos?
Ángela: ¡¡No, con mis padres no!! (Risas.) Fui con dos amigas, mis
mejores amigas.
T.: Ajá, con dos amigas. ¿Puedo preguntarte cómo se llaman?
Ángela: Fátima y Vanesa.

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T.: ¿Dirías que son tus mejores amigas?
Ángela: Sí, ellas dos y Paula, pero Paula vive ahora en Coruña.
T.: Vaya, se ha ido un poco lejos. ¿Crees que Fátima y Vanesa
estarían dispuestas a venir por aquí algún día, a echar una mano, si
tú se lo pidieras?
Ángela: Sí, ellas encantadas. A ellas estas cosas de los psicólogos
les encantan.
T.: Vale, genial, estupendo. A ti me da que los psicólogos no te
gustan tanto...
Ángela: Hay cosas peores.
T.: ¿Sí? ¡Eso me consuela! (Risas.) Dígame usted, María, ¿a qué se
dedica usted? ¿Qué cosas le gusta hacer?
M.: Bueno, yo poca cosa. Me dedico a la casa, y lo de la costura
me gusta también.
T.: ¿Así que esto Toni lo ha heredado de usted? ¿Hay un gen
costurero en la familia?
M.: (Risas.) Pues igual sí. También me gusta pasear.
T.: ¿Con quién le gusta pasear? ¿Con su marido?
M.: Sí, bueno, me gustaría, pero el no se deja. (Risas.)
P.: Hombre, me dejo según adónde sea el paseo. Es que a ella le
gustan los paseos muy largos.
M.: Suelo salir con una cuñada, que vive bastante cerca.
T.: Ajá, así que los paseos son sobre todo con ella. ¿Hay alguien
más que viva cerca, o con vosotros, alguien más con quien tengáis
mucha relación?
M.: Bueno, está esa cuñada, y mis sobrinos, que tienen bastante
relación con Ángela o, bueno, la tenían antes de que empezara
todo esto...
T.: ¿Alguien más?
P.: Sí, mi madre también está en el pueblo, pero está muy mayor
y más que venir por casa somos nosotros los que vamos a verla a
ella.
(...)

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¡Ojo con...!

Como hemos comentado, trabajar la fase social con intención


puede proporcionarnos herramientas útiles para la terapia. Eso
no significa que deba alargarse de forma indefinida. De hecho,
ése es un posible riesgo de una fase social bien trabajada: que el
clima se haga tan distendido y agradable que se vaya la mayor
parte del tiempo de la sesión ¡casi sin darnos cuenta!
En otras ocasiones, el problema es el contrario: los consul-
tantes, al presentarse y hablar de ellos, se precipitan a describir el
problema que tienen. En ese caso, pensamos que es útil mante-
ner el encuadre terapéutico e insistir en recabar algunas informa-
ciones antes de entrar a comentar el motivo de consulta.
Algo similar sucede cuando hay varios interlocutores y la fase
social se convierte en una especie de «terreno de batalla», en el
que unos tratan de descalificar a los otros. De nuevo, será im-
portante que la terapeuta estructure la situación y encauce la
conversación por caminos más constructivos.

Y además...

* Una buena forma de dar desde el comienzo un tono positi-


vo a la conversación es que preguntemos por las cualidades de
los consultantes (Selekman, 2005). Esto puede hacerse pregun-
tando a unos sobre los otros:

T.: Cuéntame, si le preguntara a Toni qué es lo que más le gusta


de tenerte como hermana menor, ¿qué crees que me diría?
Ángela: No sé, qué se yo. Que le dejo mis discos.
T.: ¿Crees que diría que eres generosa?
Ángela: Pues igual sí. ¡Sí!

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T.: Toni, dime, ¿dirías que tu hermana es generosa? (...) ¿Y si yo
le preguntara a Ángela qué es lo que más valora ella de ti, ¿qué
crees que me diría? (...) ¿Crees que tus padres estarían de acuerdo
con ella?

También pueden utilizarse a este efecto personajes imaginarios,


héroes de la ficción, etcétera.

T.: Vaya, así que a tí también te gusta Harry Potter. Si yo pregun-


tara a tu mejor amigo en qué te pareces tú a Harry Potter, ¿qué
me diría? Y no me digas que también haces magia...

* Para organizar la información puede ser útil ir dibujando, a


la vez que se habla con la familia, un pequeño genograma que
recoja la información sobre sus miembros, completando o corri-
giendo el que hayamos podido hacer al rellenar la ficha telefó-
nica (capítulo 3).

La investigación dice...

En psicología social existe una larga tradición de investigación


sobre la formación y la relevancia de las primeras impresiones.
Se ha estudiado cómo las personas hacen inferencias acerca de
las características y la personalidad de otras basándose en su as-
pecto físico, las cualidades de su voz o las descripciones que de
ella ofrece un tercero. La conclusión general que cabe extraer de
este conjunto de investigaciones es que, en efecto, se trata de un
proceso perceptivo muy habitual, en el que se hacen inferencias
que exceden con mucho a la escasa información sobre la que se
suelen basar. Además, en la vida cotidiana las primeras impresio-
nes suelen ser persistentes, aunque también hay que señalar que
pueden ser corregidas según la interacción que se produzca pos-
teriormente.
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Ya en el terreno de la psicoterapia, se ha estudiado el im-
pacto que pueden tener elementos tales como el aspecto físico
de los terapeutas, su indumentaria o la decoración de su despacho.
La conclusión general es que estas variables no tienen trascen-
dencia de cara al resultado final de la terapia, aunque sí tienen
cierta influencia en los momentos iniciales de la misma (Brem y
Smith, 1986 ). Aquí es donde encaja precisamente la fase social,
entendida como una forma de facilitar el inicio de la terapia y
encauzar las primeras impresiones que de nosotros y de nuestra
forma de trabajar se hagan los consultantes. Dentro del campo
de la Psicología Positiva, los estudios de Barbara Frederickson
(Frederickson, 2001) sobre cómo las emociones positivas amplían
los repertorios cognitivos y de acción, generando un pensamien-
to más flexible y creativo, dan pistas sobre el efecto que puede
tener una buena fase social.

Lecturas recomendadas

El texto de Matthew Selekman Abrir caminos para el cambio. Solu-


ciones de terapia breve para adolescentes con problemas (Selekman, 1996)
ofrece numerosas ideas acerca de cómo utilizar terapéuticamente
las aficiones y los gustos de los consultantes. La segunda edición
de esta obra (Selekman, 2005), que aún no está traducida al cas-
tellano, profundiza aún más en esta línea y resulta especialmente
recomendable.

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