INDICE
INTRODUCCION
CONFLICTO ARMADO INTERNO DE GUATEMALA 5
ORIGEN DEL CONFLICTO 5
CAUSAS QUE MOTIVARON EL CONFLICTO ARMADO INTERNO GUATEMALTECO. 6
La estructura agraria y la exclusión económica. 7
El racismo, la remuneración y la exclusión del indígena. 8
La dictadura y el autoritarismo. 10
DIFERENCIA ENTRE CONFLICTO ARMADO NO INTERNACIONAL Y CONFLICTO 1
ARMADO INTENRACIONAL 2
RELACIÓN CON DIFERENCIAS ENTRE CONFLICTO ARMADO DE CARÁCTER NO 1
INTERNACIONAL Y CONFLICTO ARMADO INTERNACIONAL 4
DIFERENCIAS ENTRE CONFLICTO ARMADO DE CARÁCTER NO INTERNACIONAL Y 1
TENSIONES Y DISTURBIOS 5
Tensiones y Disturbios Internos 17
ELEMENTOS QUE CONFORMAN EL CONFLICTO EN GUATEMALA 18
Elemento temporal 18
Elemento Personal 19
Elemento Territorial o Geográfico 21
Elemento Material 21
AMBITOS DE APLICACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO 22
Ratione materiae 22
Ratione personae (sujetos activos y pasivos) 24
Ratione temporis ( aplicación en el tiempo) 26
Ratione loci (aplicación en el espacio) 27
ACTORES DEL CONFLICTO 27
La guerrilla 27
El ejército de Guatemala 28
DURACIÓN DEL CONFLICTO 28
VICTIMAS DEL CONFLICTO 28
Represión contra las mujeres 29
La represión contra las poblaciones indígenas 29
La población civil 29
APLICABLIDAD DEL DIH 29
DERECHO APLICABLE 31
2
El régimen de las personas que participan directamente en las hostilidades 32
El régimen de las personas que no participan directamente en las hostilidades 3
2
Heridos, enfermos y náufragos 3
3
LA POBLACIÓN CIVIL 35
VIOLACIONES A LAS NORMAS DEL DIH 36
Violaciones contra el derecho a la vida 36
Ejecuciones extrajudiciales 36
Desapariciones forzadas 36
Masacres 37
Violaciones contra El Derecho A La Integridad Física Y Psicológica 37
La tortura y tratos crueles 3
7
Las violaciones sexuales 37
Violaciones contra el derecho a la libertad personal 37
Las detenciones irregulares 37
Principales violaciones cometidas durante el conflicto armado interno 40
CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO 40
RELACIÓN CON EL DERECHO INTERNO DE LOS ESTADOS CON EL DERECHO 40
INTERNACIONAL HUMANITARIO
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
ANEXOS
INTRODUCCIÓN
El Derecho Internacional Humanitario se aplica a situaciones conocidas como conflictos armados, que
no deberían existir si el Derecho fuese respetado. La aparente tensión entre combatirlas o regularlas
se soluciona con un Derecho que, aproximándose a la lógica militar, intenta racionalizarla y reorientarla
al único objetivo justificable en el marco de un conflicto armado: vencer al enemigo. Contexto difícil e
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indeseable, por tanto, aquel en el que el Derecho Internacional Humanitario está llamado a actuar. Su
objetivo principal, garantizar un mínimo de humanidad en una situación inhumana, no lo es menos.
Es por ello que el presente trabajo investigativo describe los hechos suscitados durante treinta y seis
años en Guatemala, años que contemplaron una lucha armada que inicio el trece de noviembre de
1960 tras un fallido levantamiento de militares nacionales en contra del poder instaurado por la
contrarrevolución de 1954. Se hace mención de los origines y las causas de este conflicto, así como
los actores principales que tuvieron intervención en el conflicto siendo estos la guerrilla, integrada por
ex militares y reclutas civiles y el ejército de Guatemala, lo que hace que el conflicto de Guatemala
sea considerado como un CANI.
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levantamiento militar en contra del Gobierno del General Miguel Ramón Ydígoras Fuentes;
Sin embargo, algunos analistas señalan que la insurgencia en Guatemala se produjo cuando
fue derrocado el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán en junio de 1954 y llegó al poder el Coronel
Carlos Castillo Armas. Esta situación dio origen a una inestabilidad política en el país que
condujo a buscar la solución por medio de las armas. Es evidente que ambas posturas no son
contrapuestas, ya que la guerra interna encontró su fundamento en la situación económico-
política imperante a raíz del derrocamiento del Gobierno constitucional del Presidente Jacobo
Arbenz Guzmán en 1954. Pero el enfrentamiento militar abierto cuyo fin era derrocar al
Gobierno tiene su primera escaramuza el 13 de noviembre de 1960, otra que es
continuamente recordada es la del 11 de marzo de 1962 realizada por el Movimiento 20 de
Octubre, esta fracasó dejando 14 muertos entre los alzados, a los que dieron por denominar
mártires de Concuá (Baja Verapaz), a manos de miembros del Ejército.La dinámica
contrarrevolucionaria iniciada en 1954, que implementó la ideología anticomunista desde el
Estado, con el apoyo de grupos de poder y de la Iglesia Católica, provocó descontento e
inconformidad en los sectores sociales afectados: grupos de obreros, campesinos y de la
clase media. A partir de 1962 la dinámica contrarrevolucionaria encaminó al país hacia una
profundización del autoritarismo y de la exclusión histórica, recurrió a la militarización del
Estado y a la violación de los derechos humanos bajo la adopción de la Doctrina de Seguridad
Nacional.En este contexto se produjo también la radicalización de grupos de la izquierda
guatemalteca, en la que convergieron ex funcionarios de los gobiernos de Arévalo y Arbenz,
miembros y líderes de los partidos políticos afectados por la contrarrevolución y militares
involucrados en el levantamiento del 13 de Noviembre de 1960, quienes aprovecharon la
reactivación y el malestar del movimiento social, especialmente entre sectores de estudiantes,
maestros, obreros urbanos, campesinos y algunos profesionales. La rebelión de la izquierda
echó raíces sociales y se tornó en alzamiento armado debido a la exclusión económica y
social y a la ausencia de un espacio democrático.
El golpe de Estado del 30 de marzo 1963 representó la adopción del modelo contrainsurgente
que se consolidó durante el Gobierno de Julio César Méndez Montenegro (1966-1970), a
través de un pacto secreto entre el alto mando del Ejército y el nuevo Gobierno civil. La
Constitución de 1965 fue el marco de legalidad en el cual se desenvolvió la reestructuración
institucional que garantizó el poder del Ejército, bajo el espíritu de la DSN. A partir de 1966
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los militares recurrieron crecientemente a la práctica del terror como parte de la estrategia
contrainsurgente y aceleraron el proceso de profesionalización de su sección de inteligencia
y sus operaciones de combate en las que comenzaron a involucrar a civiles.
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alcanzar el enfrentamiento armado. Nuevos fenómenos sociales y políticos que se produjeron
hacia fines de los años cincuenta y principios de los sesenta, en una coyuntura especial, que
hizo pensar a parte de los sectores excluidos de la sociedad en la vía armada como la mejor
opción política a su alcance, si no la única.
7
llevándolo a recurrir cada vez más a la fuerza coactiva de la violencia para mantener el
orden.
La pobreza debe considerarse como un antecedente estructural del enfrentamiento
armado. La miseria por sí misma no produce revoluciones, pero sí las puede potenciar. Al
quedar excluidas de la oferta del mercado y no existir canales de participación y expresión,
la privación que las mayorías experimentan puede convertirse en fuente de descontento
colectivo. En Guatemala el Estado renunció por muchos años a su papel de mediador
entre intereses sociales y económicos diferentes, abriendo así un vacío que permitió el
enfrentamiento directo entre quienes recibían los beneficios, defensores de ese orden
establecido, y quienes estaban obligados a reivindicar sus aspiraciones. En este contexto,
los programas de las organizaciones guerrilleras incluyeron siempre la defensa de los
excluidos. Fue en nombre de los pobres que se planteó el discurso revolucionario. Pero
la lucha por los excluidos y por el mejoramiento de sus condiciones de vida no sólo formó
parte del discurso, sino que convenció y movilizó efectivamente a muchos de ellos.
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pusieron a sus atribuciones. Bajo esta ideología se decía que los indios no tenían
capacidad de entendimiento suficiente, no podían gobernarse. Eran los españoles
quienes, como hermanos mayores, debían enseñarles las leyes y poner límite a las
costumbres “bárbaras” de los indios. Así, los indígenas fueron “encomendados” a los
españoles para su evangelización a cambio de su trabajo. La “herencia del encomendero”
es un símil que recuerda que los rasgos de arbitrariedad y violencia han estado presentes
en las más diversas relaciones sociales respecto de la población indígena.
Durante el proceso de la Independencia se importó la ideología liberal, por lo que las
Constituciones establecieron el derecho a la igualdad ante la ley, eliminaron la diferencia
de los regímenes jurídicos y borraron la palabra “indio” de sus textos. Con la desaparición
de regímenes jurídicos, también se eliminaron los derechos protectores del derecho social
indiano, como el derecho a la inalienabilidad de las tierras comunales. Ello posibilitó la
expansión de las fincas en perjuicio de las comunidades indígenas, que quedaron en las
tierras más pobres. Se inauguró un modelo de asimilación, por el cual se buscaba asimilar
o desaparecer a los indígenas dentro de la naciente nación mestiza.
Durante el siglo XIX, especialmente con la Revolución de 1871, se experimentó un
“paulatino asalto” ladino al poder político local-municipal, respaldado por la legislación y
la fuerza militar del Estado. En ese proceso, un sector de ladinos llegó a controlar no sólo
la tierra, sino muchas veces el comercio y el poder municipal. Ello los convirtió en una
fuerza social y política importante que presionó en búsqueda del protagonismo que los
peninsulares y criollos les habían negado durante la colonia. Esto acentuó el proceso de
estratificación social de los ladinos, creando un grupo con privilegios y otro formado por
campesinos pobres ya habitantes marginales de las ciudades.El Estado liberal se
caracterizó por sus contradicciones. Si bien en las políticas públicas como en los discursos
de los funcionarios de la época pueden identificarse elementos que impulsaban la
asimilación de los indígenas dentro de una cultura única, siempre triunfaron las políticas
destinadas a mantenerlo como un grupo distinto en el país. Del mismo modo, la
Constitución declaraba a los indígenas iguales ante la ley, pero normas de menor rango
les atribuían menos derechos y más obligaciones que al resto de los ciudadanos. Esto
permitía utilizarlos como mano de obra estacional para las plantaciones de café y para la
construcción de la infraestructura del país. Se decretó, como política pública, la
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obligatoriedad del trabajo indígena en las fincas, entre 100 y 150 días al año, bajo control
de los jefes políticos departamentales.46 Se emitieron leyes para sancionar a los
jornaleros que huían de las fincas y obligarlos a trabajar en los caminos y obras públicas,
como la Ley contra la Vagancia y la Ley de Vialidad.Debe recordarse que las pautas de
violencia en una sociedad tienden a generalizarse. Se copian o se imitan, se difunden por
todo el cuerpo social y se reproducen de una a otra generación. El racismo, consciente o
inconsciente, es un factor muy importante en la explicación de muchos de los actos
desmedidos de violencia cometidos a lo largo de la historia de Guatemala y del
enfrentamiento armado. En la mentalidad racista, cualquier movilización indígena trae a
la mente la imagen atávica del levantamiento. En este sentido, puede considerarse que
el racismo también estuvo presente en los momentos más sangrientos del enfrentamiento
armado, cuando se castigó a la población indígena como si fuese un enemigo a vencer.
La presencia de esa cultura racista ayuda a explicar, por ejemplo, la matanza de Patzicía
en manos de ladinos en los albores de la revolución de 1944; la persecución antiagrarista
por parte de los terratenientes en los inicios del poder anticomunista en 1954; la matanza
de Panzós cuando comenzó la ofensiva contrainsurgente en 1978 y las masacres
cometidas enel Altiplano occidental durante la década de los ochenta.
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clases dominantes. El liberalismo fundó tanto su ideario como su práctica política
alrededor del giro de una economía monoexportadora basada en la cochinilla, a una
economía basada especialmente en el café. El Estado se puso al servicio de esta
economía, no sólo a través de los subsidios sino sobre todo mediante la movilización
forzosa de trabajadores para satisfacer las necesidades de mano de obra barata para los
caficultores y obras públicas.
Las demandas financieras de la economía cafetalera fueron el marco para la presencia
de capitales extranjeros, primero alemanes y luego norteamericanos. Las necesidades de
consolidación de la oligarquía cafetalera y de las compañías bananeras estadounidenses
para “asegurarse el ‘clima adecuado para la inversión’, dieron como resultado gobiernos
liberales totalitarios que llenaron la primera mitad del siglo XX en Guatemala”. Manuel
Estrada Cabrera tomó el poder en 1898 y permaneció en él hasta 1920, estableciendo un
verdadero gobierno de terror, reprimiendo todo tipo de oposición y dictando leyes para
garantizar el trabajo forzoso en las plantaciones de café. Igualmente, durante su período
se consolidó la presencia extranjera en el país. El descontento popular por el
empobrecimiento, la represión y la entrega de recursos a manos extranjeras generó un
movimiento que logró su dimisión y encarcelamiento.Luego de la experiencia
democrática, frustrada por el golpe de 1954, el grado de violencia que se alcanzó
posteriormente superó incluso el de los largos años de exclusiones. El bloqueo
sistemático de la participación política se agigantó con el miedo al comunismo a partir de
1954, y con las consiguientes amenazas de la lucha armada, que sirvieron para justificar
las peores formas de represión y de terrorismo de Estado. Aparecieron entonces nuevos
planteamientos de autoritarismo de un orden que utilizó la violencia ilimitada contra la
oposición. En nombre del anticomunismo se violaron los derechos humanos de modo
sistemático, masivo y prolongado.
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Los Conflictos Armados Internacionales CAI son aquellos conflictos donde se enfrentan dos o
más Estados y, eventualmente pueblos que luchan contra la dominación colonial, racista u
ocupación extranjera, a diferencia de este, los Conflictos Armados No Internacionales CANI,
son aquellos conflictos en los que se enfrentan grupos de un mismo Estado. De esta manera,
podría tratarse de luchas entre las propias fuerzas armadas, por rebelión en su seno o de
estas contra grupos armados o de grupos de la población que se enfrentan entre sí.Es de
tomar muy en cuenta que uno de los factores diferenciadores entre un Conflicto Armado
Internacional (CAI) y un Conflicto Armado No Internacional (CANI), es la calidad de los sujetos
que se enfrentan en dicho conflicto. Este factor diferenciador va a determinar que el propio
conflicto más que afectar o encontrarse prohibido por el orden internacional, sea contrario al
ordenamiento jurídico del Estado por alterar su orden interno.En efecto, el ius ad bellum
prohíbe el uso de la fuerza entre Estados pero no el uso de la fuerza al interior de un Estado.
De esta manera, el Conflicto Armado No Internacional no resulta ser ilegal respecto al Derecho
Internacional Público, pero sí lo será respecto del Derecho interno del Estado donde se
verifique esta situación. Es por ello que el ordenamiento interno del Estado el que se encargue
de condenar duramente la rebelión toda vez que no puede permitir una acción autodestructiva
siendo, por el contrario, su prohibición garantía del mantenimiento de la paz y el orden.
En cualquier caso lo que si se encuentra prohibido por el Derecho Internacional Humanitario
de manera general, se en el ámbito de un conflicto armado internacional o en el ámbito de un
conflicto armado no internacional, es la comisión de violaciones a sus disposiciones
fundamentales, supuesto en el que se aplica la faceta sancionadora del mismo. No son por
tanto, ni la extensión territorial (por cuanto el conflicto internacional también podría tener como
escenario el territorio de un solo Estado), ni la intensidad del conflicto (como demuestra la
práctica de los últimos años) factores que puedan marcar la diferencia con el Conflicto Armado
Internacional (CAI). Sin embargo, la intensidad del enfrentamiento si va a incidir
decididamente en el régimen jurídico aplicable a las hostilidades internas. Si en el marco de
un conflicto armado internacional resulta irrelevante jurídicamente la intensidad de las
oposiciones porque siempre será aplicable el conjunto del Derecho Internacional Humanitario;
en el marco de un conflicto armado no internacional, por el contrario, la intensidad determinará
el régimen jurídico aplicable a tal punto que los cambios en el devenir del mismo pueden
generar el tránsito de regímenes jurídicos. De esta manera habrá conflictos internos (la
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mayoría) que serán regulados exclusivamente por el artículo 3 común; y otros (la minoría), en
los que existe un elemento de control territorial y nivel de enfrentamiento armados abiertos o
continuados, a los que se les aplicará el artículo 3 común y el Protocolo Adicional II.
Otra forma de diferenciar entre un conflicto armado no internacional de un conflicto armado
internacional es por su definición. A cerca de los CANI, la Comisión de Expertos estableció
una definición de conflicto no internacional o interno en 1962, basándose en lo dispuesto en
el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra que dice así: el conflicto armado interno
comprendería las acciones armadas en el interior de un Estado que dan lugar a hostilidades
dirigidas contra un gobierno legal, que presentan un carácter colectivo y un mínimo de
organización. Y es que resulta importante tomar en consideración que las reglas que contiene
el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de 1949 tienen carácter de principios
fundamentales que, además, forman parte del Derecho Internacional Consuetudinario por lo
que son normas de ius cogens aplicables a toda persona. Los principios humanitarios
contenidos en este artículo son reconocidos como el fundamento de la protección de la
persona en los conflictos armados no internacionales y en general se pueden resumir en trato
humano (integridad física y mental) para todas las personas que no participan o han dejado
de participar en las hostilidades y en el derecho a ser juzgado por un tribunal regularmente
constituido, aunque particularmente implica la salvaguardia de la población civil, el respeto del
adversario fuera de combate, la asistencia a los heridos y a los enfermos y un trato humano a
las personas privadas de libertad.También puede decirse que el Derecho Internacional
Humanitario a través del citado artículo ha establecido que éste se aplica a un conflicto armado
que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de uno de los Estados. Puede
ser un conflicto armado en que participen uno o más grupos armados no gubernamentales o
según la situación, puede haber hostilidades entre las fuerzas armadas gubernamentales y
grupos armados no gubernamentales o entre esos grupos únicamente.A demás de esta
definición brindada por el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de 1949, también se
cuenta con la definición proporcionada por el artículo 1 del Protocolo adicional II, siendo más
restringida que la anterior debido a que introduce la exigencia de control territorial, disponiendo
que las partes no gubernamentales deben ejercer un control territorial que les permita realizar
operaciones militares sostenidas y concertadas y aplicar el presente Protocolo. El artículo del
Protocolo adicional II define el conflicto armado no internacional como aquellos conflictos
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armados que se desarrollen en el territorio de un Estado entre sus fuerzas armadas y fuerzas
armadas disidentes o grupos armados organizados que, bajo la dirección de un mando
responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un control tal que les permita realizar
operaciones militares sostenidas y concertadas y aplicar el presente Protocolo. Se Puede
decir que el objetivo del Protocolo Adicional II es garantizar la aplicación de las normas
fundamentales del Derecho Internacional Humanitario a los conflictos internos, sin restringir
el derecho ni los medios de que dispongan los Estados para mantener o restablecer el orden.
Ahora bien a cerca de los CAI, el artículo 2 común a los Convenios de Ginebra de 1949 los
define como aquellos casos de guerra declarada o de cualquier otro conflicto armado que
surja entre dos o varios Estados, aunque uno de ellos no haya reconocido el estado de guerra.
Desde sus orígenes, el rumbo del enfrentamiento armado guatemalteco estuvo determinado
por los planteamientos de las Partes, a nivel estatal por la política contrainsurgente de la
Seguridad Nacional y por parte de la guerrilla por el planteamiento de Guerra Popular
Revolucionaria, con carácter prolongado. Asimismo, determinó el desafío que significaba para
ambos la participación de los indígenas y la selección del terreno en su enfoque estratégico.
Es aquí donde se enmarca la diferencia existente entre un CANI y un CAI, puesto que el
conflicto armado que se originó en el territorio de Guatemala fue como ya se ha mencionado,
entre las fuerzas armadas gubernamentales o militares del Estado guatemalteco y grupos
armados no gubernamentales o guerrilla, constituyéndolo por lo tanto como un conflicto
armado no internacional, donde se violentaron las normas que regula el Derecho Internacional
Humanitario, puesto que la población civil guatemalteca que no era parte del conflicto fue
duramente afectada, a través de asesinatos, desplazamiento forzoso, exilio, amenazas,
tortura para aquellas personas que eran apresadas por la parte contraria o que se negaban a
pertenecer a una de las dos partes en el conflicto.Una de las diferenciaciones entre un
conflicto armado internacional y un conflicto armado no internacional, es en el caso de este
último los grupos no gubernamentales que participan en el conflicto deben ser considerados
partes en el conflicto, en el sentido de que disponen de fuerzas armadas organizadas; en el
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caso del conflicto armado guatemalteco, la guerrilla fue considerada parte principal y sobre
todo un grupo no gubernamental armado y organizado puesto que contaba con una cierta
estructura de mando con capacidad de mantener operaciones militares.
Las causas mencionadas con anterioridad propiciaron el conflicto armado en Guatemala, las
injusticias que el gobierno estaba cometiendo con la población más desfavorable ocasionó
que estos levantaran hostilidades por la fuerza de las armas de forma colectiva,
organizándose para el efecto, en un enfrentamiento que duro treinta y seis años,
enfrentamiento que estuvo lleno de violaciones de los Derechos Humanos y sobre todo de las
normas del Derecho Internacional Humanitario
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Es importante hacer mención sobre el conflicto armado interno en Guatemala que también
puede ser denominado Guerra en Guatemala ya que fue la guerra civil interna ocurrida en
nuestro país entre 1960 y 1996 y que enfrento al Ejercito de Guatemala con civiles subversivos
organizados en una guerrilla. La guerra que duro 36 años dejo aproximadamente 250,000
personas muertas o desaparecidas y culmino de manera oficial con la Firma de los Acuerdos
de Paz.
Cabe resaltar que la primera etapa de la guerra inicio después del intento de derrocar al
gobierno del presidente Miguel Ydigoras Fuentes, acción que emprendió un grupo de militares
jóvenes en el Cuartel General Justo Rufino Barrios, también conocido como Castillo de San
Rafael de Matamoros el 13 de noviembre de 1960. Los oficiales que no quisieron aceptar el
indulto ofrecido por el gobierno siguieron luchando, convertidos en guerrilleros, en alianza con
miembros del Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT- o Partido Comunista y otros grupos
subversivos que surgieron en esos años.
En el lapso comprendido entre 1980 y 1982, las fuerzas guerrilleras dominaban un amplio
territorio y tenían el apoyo de muchos campesinos. Parecía que iban a vencer al Ejército de
Guatemala, pero éste también se reorganizó y cambió de táctica, obtuvo más armamento,
aviones y recursos humanos y, en acciones mejor dirigidas, logró recuperar las regiones
tomadas por la guerrilla.
Durante el gobierno del presidente Vinicio Cerezo Arévalo comenzaron las conversaciones
entre la URNG y el Gobierno de Guatemala para una paz negociada. El 29 de diciembre de
1996, durante el gobierno de Álvaro Arzú, después de muchas reuniones y convenios, y con
la intervención de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-, se firmaron los Acuerdos
de Paz. De acuerdo a un informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH)
publicado en 1999, bajo el respaldo de la Organización de Naciones Unidas, precisó que el
Ejército de Guatemala cometió un total de 626 masacres contra comunidades de campesinos
durante la guerra.
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tensión interna como un escenario temporal en que se producen desordenes en espacios
públicos por las razones que fueren se debe aplicar el derecho de los derechos humanos
desde el ámbito interno por la vía de las garantías constitucionales normales, y en casos muy
calificados y justificados, se podría habilitar también un estado temporal de suspensión de
algunas de las garantías constitucionales, claro está dentro del marco del artículo 27 de la
Convención Americana y la interpretación amplia a favor de los derechos humanos emanada
de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Podemos establecer que la mejor manera de combatir los desordenes públicos y tensiones
internas, es mediante la prevención vía consolidación del Estado de Derecho por medio de la
apertura de espacios democráticos adecuados y transparentes de discusión y el ejercicio
pleno de derechos de todos los colectivos en una sociedad. En esta consolidación se hace
imprescindible el fortalecimiento de las instituciones que hacen a la seguridad ciudadana, en
partículas de las fuerzas policiales en su deber de hacer cumplir la ley y garantizar el goce
pleno de los derechos humanos y libertades fundamentales.
El Derecho Internacional Humanitario excluye expresamente de su ámbito de regulación
algunas formas de violencia interna como son las tensiones y disturbios, limitándose a regular
aquellas situaciones de violencia interna que alcanzan cierto grado de intensidad para ser
consideradas con CANI; la intensidad del conflicto y la organización de las partes constituyen
los criterios distintivos al momento de analizar si una situación de violencia interna califica o
no como un conflicto armado no internacional.
Las tensiones políticas y sociales no conllevan acciones hostiles, es decir, armadas y con
carácter colectivo organizado. Por otra parte si bien los disturbios conllevan actos de violencia
de cierta gravedad o duración e incluso un cierto nivel de enfrentamiento, no alcanzan en
sentido estricto un nivel de organización suficiente, porque ninguna de estas figuras ha sido
incluida dentro de las normas que regulan el CANI. Antes bien, estas situaciones se
encuentran comprendidas en las disposiciones pertinentes de los tratados de derechos
humanos y en la propia legislación nacional que normalmente preverá la declaratoria de
estados de excepción.
Podemos decir que el conflicto armado interno en Guatemala puede considerarse como un
situación de tenciones y disturbios internos, ya que como es de nuestros conocimientos este
lamentable hecho que marco la vida de muchos guatemaltecos ocurrió en 1954, con una
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invasión dirigida por el coronel Carlos Castillo Armas, pero organizada por la CIA de los
Estados Unidos que derroco el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán el cual tuvo un gobierno
de los más democráticos y más populares en la historia del país. Este lamentable hecho
otorgo poder a los militares y desde entonces jugaron un papel importante en la política de la
nación.
Podemos concluir diciendo que la diferencia principal que encontramos entre un conflicto
armado de carácter no internacional y las tensiones y disturbios internos es que el derecho
internacional humanitario deja a un lado las tensiones y disturbios internos para que puedan
ser atendidos por el derecho de los derechos humanos y el poder administrador de justicia en
los países
6.2. Elemento Personal: cuando nos referimos al elemento personal, nos dirigimos a las
partes que intervienen en un conflicto, por la clase de conflicto que estamos analizando
va a ser el Estado de Guatemala y los grupos insurgentes o grupos civiles armados
llamados “grupos guerrilleros”
1
Contreras Daniel. “GUATEMALA, AYER Y HOY” cuarta edición. Editorial
piedra santa, Guatemala. 2006
-Sabino Carlos. “Guatemala, la historia silenciada (1944 - 1989)”. Tomo I:
Revolución y Liberación. Guatemala: Fondo de Cultura Económica de
Guatemala, 2007, 1ª reimpresión.
18
Por parte del Estado de Guatemala podemos mencionar a los grupos de seguridad como
lo son:
Fuerzas Armadas de Guatemala
Ejército de Guatemala
Armada de Guatemala
Fuerza Aérea Guatemalteca
Fuerzas Especiales
Kaibil
Escuadrones de la muerte
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civiles. Sin embargo, la guerrilla sobrevivió a esta primera derrota y se formaron nuevas
organizaciones. En los años setenta se hizo pública la existencia del Ejército Guerrillero de
los Pobres (EGP) y la Organización del Pueblo en Armas (ORPA). El EGP, el grupo más
numeroso, tuvo su base de apoyo en Huehuetenango. La presencia de la ORPA se centró en
el occidente del país, especialmente en San Marcos y alrededor del lago de Atitlán. Mientras
tanto, las FAR se habían reestructurado y establecieron su base de apoyo en El Petén.
En su momento de auge, en 1978-1980, el movimiento guerrillero contó con aproximadamente
de seis a ocho mil combatientes y alrededor de medio millón de simpatizantes activos en todo
el territorio nacional. En 1982 los grupos guerrilleros y el comunista Partido Guatemalteco del
Trabajo (PGT) se unieron para formar un comando único bajo el nombre de Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Sin embargo, ya para 1982 la guerrilla había
sido fuertemente golpeada por la represión militar y no fue capaz de proteger a sus
simpatizantes en el altiplano rural, quienes se convirtieron en el blanco principal de la
contrainsurgencia militar.
Así podemos mencionar a los siguientes grupos:
URNG
PGT (hasta 1996)
MR-13 (1960–1971)
FAR (1960–1971)
EGP (1971–1996)
ORPA (1979–1996)
También es importante resaltar que las dos partes anteriores tuvieran apoyo de otras
organizaciones y estados. Por ejemplo el Estado de Guatemala tuvo apoyo de Estados
Unidos, México, Israel, Argentina, Chile, Sudáfrica, Taiwán, Bélgica, Dinastía Pahlavi. Y por
parte de los grupos civiles armados o “grupos guerrilleros” podemos mencionar: Cuba,
Nicaragua, Unión Soviética, FMLN, FSLN. 2
2
Contreras Daniel. “GUATEMALA, AYER Y HOY” cuarta edición. Editorial
piedra santa, Guatemala. 2006
-Sabino Carlos. “Guatemala, la historia silenciada (1944 - 1989)”. Tomo I:
Revolución y Liberación. Guatemala: Fondo de Cultura Económica de
20
3.3 Elemento Territorial o Geográfico: Este conflicto se dio en el país centroamericano de
Guatemala, en cuanto al espacio territorial interior, podemos mencionar que al inicio de
este conflicto y las primeras inconformidades, los grupos civiles armados se formaron en
el oriente del país, aunque se iniciaron con descontentos o marchas, cuando se empiezan
a dar los enfrentamientos como tales, el área más afectada fue la parte occidental
(Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Totonicapán) sin dejar de lado la reorganización
de los grupos en uno solo (URNG) que tuvo lugar la parte Alta Verapaz y Petén.
3.4 Elemento Material: Dentro de las causas y objetivos que podemos encuadrar como
elemento material del conflicto armado interno en Guatemala a parte de los
enfrentamientos que durante muchos años se dieron podemos establecer: Las raíces de
la guerra que sufrió Guatemala durante más de tres décadas, se hallan en cinco siglos de
opresión y en un sistema político, económico y social, que no admite posibilidades de
desarrollo equitativo para la mayoría de los guatemaltecos. El ejército y los sectores
dominantes han militarizado el Estado y la sociedad. Los derechos humanos son
sistemáticamente violados y la sociedad ha sido privada de los más elementales espacios
democráticos. En 1986, el ejército entregó el gobierno a los civiles, pero se reservó el
poder. Sin embargo, con los gobiernos civiles sólo cambió la forma de gobierno, pero no
se alteraron las bases del sistema político. No se desmilitarizó el país ni se desmontaron
los aparatos represivos. Tampoco se plantearon transformaciones socioeconómicas. Es
por ello que duró tanto el conflicto sin que se empezaran a observar y vivir cambios
significativos por parte de la población guatemalteca. 3
21
Un Conflicto Armado No Internacional (CANI) se encuentra regulado expresamente tanto
por el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra como por el Protocolo Adicional II,
según la intensidad del mismo. No obstante, ninguna de estas disposiciones normativas
propone definición alguna de CANI. En efecto, el artículo 3 común se limita a establecer
obligaciones que las partes deben seguir en caso de conflicto armado que no sea de
índole internacional. El texto del artículo 3 común no contiene una definición de CANI sino
que se limita a señalar su existencia como requisito de auto aplicación. Esta fórmula
circular, y a su vez abierta, refleja no solo la falta de consenso en cuanto a una definición
única de CANI, sino que puede entenderse como una opción que facilitó, sobre todo, la
emisión del artículo y la regulación pionera, con ello, de un aspecto que se encontraba
tradicionalmente sometido a la soberanía de los estados. De otro lado, el Protocolo
Adicional II establece en su artículo 1 únicamente las condiciones para su aplicación. Es
decir, un listado de requisitos que caracterizan un CANI de mayor intensidad.
En cualquier caso, la existencia de un CANI dependerá de la presencia de una serie de
elementos, toda vez que se trata de una situación de hecho y no de una calificación
jurídica, como podría ser la antigua beligerancia. No obstante, los estados son renuentes
a reconocer la existencia de un CANI por una serie de razones, como el temor de
injerencias extranjeras, por la debilidad manifiesta de su propia administración civil y
militar y el protagonismo endémico que han desempeñado en su historia los movimientos
centrífugos, las rebeliones y la violencia social en general, así como por el
cuestionamiento a su autoridad que significa un conflicto, pues ciertamente implica una
“impotencia momentánea” del Estado de mantener el orden.
Ante la falta de una definición normativa, tanto la doctrina como la jurisprudencia han
tratado de construir una definición a partir de los elementos que configuran un CANI. Es
así que la doctrina ha señalado entre las características de un CANI:
22
Por su parte, la Comisión Interamericana ha señalado: el concepto de conflicto interno
requiere, en principio, que existan grupos armados organizados que sean capaces de
librar combate, y que de hecho lo hagan, y de participar en otras acciones militares
recíprocas, y que lo hagan. El artículo 3 común simplemente hace referencia a este punto
pero en realidad no define un conflicto armado sin carácter internacional. No obstante, en
general se entiende que el artículo 3 común se aplica a confrontaciones armadas abiertas
y de poca intensidad entre fuerzas armadas o grupos relativamente organizados, que
ocurre dentro del territorio de un Estado particular. Con relación a este caso se debe tener
en cuenta que la Comisión calificó como CANI al enfrentamiento entre las fuerzas
armadas argentinas y grupos de civiles que habían tomado las armas (y habían adoptado
así el papel de contendientes y, por tanto, se habían convertido en objetivos militares
legítimos) en un lapso de aproximadamente treinta horas entre el 23 y 24 de enero de
1989.
23
el ataque, sobre todo porque a menudo esto se da bajo amenaza. Como puede
apreciarse, el abanico de posibilidades en lo que se refiere a participación directa en las
hostilidades es sumamente amplio. El tema no ha sido solucionado en la práctica, por lo
que el DIH no prohíbe a los estados contar con una legislación que penalice la
participación en las hostilidades, sea directa o indirecta. Todo lo que se puede decir es
que las personas civiles que no participan directamente en las hostilidades de un CANI
gozan de protección contra el ataque; mientras que las personas que participan
directamente en las hostilidades pueden ser objeto de un ataque válido. Como afirman
Sassòli y Bouvier, esto es necesario no solo porque las víctimas deben ser también
protegidas de las fuerzas rebeldes, sino porque, de no respetarse este principio de
igualdad entre los beligerantes, el DIH tendría menores posibilidades de ser respetado
por las fuerzas gubernamentales (porque no se verían protegidas por las normas
humanitarias) o por las fuerzas rebeldes (porque podrían no sentirse obligadas por las
mismas). En la práctica, las Naciones Unidas también lo han entendido así desde que,
por ejemplo, en los conflictos de Somalia, Bosnia-Herzegovina, Liberia, Camboya, Angola,
Ruanda, Georgia, etc., el Consejo de Seguridad se dirigía directamente a todas las partes,
a todos los movimientos y a todas las facciones o a todas las partes para que facilitaran
el desplazamiento de asistencia humanitaria a las víctimas. Incluso antes de los
Convenios de Ginebra, el Consejo de Seguridad se dirigía a la Agencia judía en Palestina
o al Alto Comité Árabe para solicitarles detener las hostilidades y poner fin a los actos de
violencia, terrorismo y sabotaje. En igual sentido, la Comisión para el Esclarecimiento
Histórico de Guatemala, basándose en la obligación de cumplir y hacer cumplir en toda
circunstancia lo contenido en estas normas, señaló que:
“ Tanto los miembros del Ejército como las organizaciones guerrilleras, tenían la
obligación jurídica de respetar las normas del derecho humanitario durante todo el
transcurso del conflicto armado, sin tomar en consideración la intensidad de las
operaciones militares, ni la época o el lugar donde ocurrieron, ni la naturaleza de las
hostilidades”. Adicionalmente, debe entenderse que las normas humanitarias no solo se
dirigen a los miembros de las fuerzas armadas o de los grupos, sino también a aquellos
que les brindan apoyo. En efecto, todos los que actúan en nombre de una parte,
incluyendo a todo el personal del Estado, deben cumplir con el DIH en el ejercicio de sus
24
funciones. Esto es así porque las garantías judiciales, dirigidas a jueces, o las reglas del
trato médico, dirigidas al personal de los hospitales, no tendrían el efecto deseado si este
personal no fuese considerado como parte de las fuerzas que combaten. Asimismo, y
como consecuencia de lo anterior, las violaciones del DIH pueden ser cometidas por
cualquier persona (o grupo de personas), es decir que los eventuales autores no han de
reunir o poseer ninguna condición especial, por cuanto se trata de prohibir actos que
atentan contra principios esenciales de humanidad. De esta manera, podrían ser
considerados tanto los que se enfrentan al Estado como los que actúen a nombre de este,
vale decir, personal militar. Incluso, y de manera más contemporánea, el Tribunal Penal
para Ruanda ha entendido que también pueden cometer violaciones del DIH las personas
que forman parte de la población civil o que no participan directamente en las hostilidades.
Además, conviene señalar que no existe un solo artículo en las normas que regulan el
CANI donde se utilice la expresión “combatiente” para referirse a aquellos que participen
en las hostilidades, y ello es así porque de esta forma se trata de evitar cualquier
reconocimiento de un derecho a combatir que sí asiste a aquellos que participan en un
CAI. Tal derecho de combatir no se predica, en modo alguno, respecto de los rebeldes o
insurgentes que se levantan en armas contra un gobierno en el interior del territorio de un
Estado, porque estos serán considerados en principio como delincuentes y podrán, en
consecuencia, ser juzgados como tales. Por ello, tampoco se reconoce en el marco de un
CANI una inmunidad jurídica especial o el estatuto de prisionero de guerra a los que
resulten detenidos durante el enfrentamiento. En relación con los sujetos pasivos de estas
violaciones no estamos propiamente ante lo que en el marco del CAI se denomina estatuto
de personas protegidas. En el caso del CANI, siguiendo lo establecido en el artículo 3
común, se menciona de manera general a todas las “personas que no participan
directamente en las hostilidades”, que incluye también a:
a) los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto (incluso
individualmente) las armas y;
b) las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por
cualquier otra causa.
25
Estas personas deben ser tratadas de acuerdo con el principio de no discriminación, es
decir, sin distinción alguna de carácter desfavorable basada en la raza, el color, la religión
o las creencias, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio análogo.
Al referirse al termino actores dentro del conflicto, nos referimos aquellas partes que
participaron dentro de los actos de hostilidades dentro de los cuales se puede destacar la
participaron de Ejército con civiles subversivos organizados en una guerrilla.
8.1. La guerrilla
Se integró con los ex militares del alzamiento del 13 de noviembre, cuadros del PGT y
reclutas civiles, entre los que predominaban estudiantes, maestros, algunos obreros,
26
proletarios agrícolas y campesinos; la poca participación femenina era evidente. La
guerrilla se organizó con una gran mayoría de ladinos. Se estableció, asimismo, un frente
en la capital, bajo el comando del Teniente Coronel Vicente Loarca.
En su momento de auge, en 1978-1980, el movimiento guerrillero contó con
aproximadamente de seis a ocho mil combatientes y alrededor de medio millón de
simpatizantes activos en todo el territorio nacional. En 1982 los grupos guerrilleros y el
comunista Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) se unieron para formar un comando
único bajo el nombre de Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Sin
embargo, ya para 1982 la guerrilla había sido fuertemente golpeada por la represión militar
y no fue capaz de proteger a sus simpatizantes en el altiplano rural, quienes se
convirtieron en el blanco principal de la contrainsurgencia militar.
Fue la guerra civil interna ocurrida en Guatemala entre 1960 y 1996 y que enfrentó al Ejército
de Guatemala con civiles subversivos organizados en una guerrilla. La guerra, que duró 36
años, dejó 250 000 personas muertos o desaparecidas y culminó de manera oficial con la
firma de los Acuerdos de Paz.
27
La lucha armada se inició en Guatemala el 13 de noviembre de 1960 tras un fallido
levantamiento de militares nacionalistas en contra del poder instaurado por la
contrarrevolución de 1954 dentro del marco de la Guerra Fría entre el bloque capitalista de
los Estados Unidos y el bloque comunista de la Unión Soviética, que causó un gran impacto
en este país americano en términos económicos y políticos y que agudizó la polarización de
la sociedad guatemalteca.
La guerra civil finalizó el 29 de diciembre de 1996, durante la presidencia de Álvaro Arzú con
la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca, poniendo fin a una guerra que duró más de 36 años.
Con el estallido del enfrentamiento armado interno en 1962, Guatemala entró en una etapa
sumamente trágica y devastadora de su historia, de enormes costos en términos humanos,
materiales, institucionales y morales. En su labor de documentación de las violaciones de los
derechos humanos y hechos de violencia vinculados al enfrentamiento armado, la Comisión
para el Esclarecimiento Histórico (CEH) registró un total de 42.275 víctimas. Combinando
estos datos con otros estudios realizados sobre la violencia política en Guatemala, la CEH
estima que el saldo de muertos y desaparecidos del enfrentamiento fratricida llegó a más de
doscientas mil personas.
28
sociales de la guerrilla, sino desestructurar ante todo los valores culturales que
aseguraban la cohesión y acción colectiva de las comunidades.
•Estado de emergencia.
• Situaciones de disturbios internos.
• Derechos de personas desplazadas.
29
• Derechos de víctimas a obtener reparación.
30
los derechos humanos pueden minimizar con la ayuda del derecho internacional humanitario,
lo cual contribuirá a promover una mejor aplicación de este derecho.
31
colectivos, así como la violación de las garantías mínimas procesales. La toma de
rehenes afecta la dignidad personal al poner en peligro la libertad e integridad
personal de aquellos retenidos, al responder con su vida por la ejecución de las
órdenes dadas por las personas en cuyo poder están, o de los actos hostiles
cometidos contra ellas. La violación, prostitución forzada y cualquier forma de
atentado al pudor, la esclavitud y la trata de esclavos en todas sus formas, así como
las amenazas de realizar tales actos se encuentran también prohibidas . En efecto, a
pesar de que el artículo 3 común omite hacer referencia expresa alguna a tales actos,
se entiende que tales prohibiciones están implícitas en los actos prohibidos contra la
dignidad personal y lo que hace el Protocolo Adicional II, en su artículo 4.2. Es
precisar esto con su inclusión.De otro lado, el respeto a las garantías fundamentales
que imponen tanto el Protocolo Adicional II como el artículo 3 común se deriva
también del trato humano, porque las autoridades gubernamentales podrían verse
tentadas a llevar a cabo acciones expeditivas contra los rebeldes. Así, se prohíbe
condenar y ejecutar a los rebeldes o a cualquier persona sin previo juicio por un
tribunal regular con medios de defensa adecuados. Ahora bien, esta disposición está
esencialmente pensada para regular la conducta de autoridades civiles y militares,
pues no es tan fácil que el mando rebelde pueda disponer de estos tribunales, salvo
que controlasen poblaciones importantes y los jueces de estas actuasen aplicando
las normas dictadas por autoridades rebeldes. En todo caso, los rebeldes estarían
obligados, en los mismos términos que las autoridades, a no llevar a cabo una
ejecución o imponer una pena privativa de la libertad sin previo juicio.
32
Ahora bien, esta obligación de respetar y proteger a los HEN implica “obligaciones de
hacer” y “de no hacer” respecto de estos. En cuanto a lo primero, se trata de prestar
asistencia médica, protegiéndolos de nuevos combates y conduciéndolos a zonas
seguras; y, tratándose de las obligaciones de no hacer, la fuerza que brinda auxilio
no podrá llevar a cabo actos que agraven su estado (actos de violencia, intimidatorios
o impropios a la dignidad humana). La protección de los HEN deberá realizarse
siguiendo los mismos principios que en el caso de un CAI. De tal manera que no
interesa la actividad anterior de la persona que necesita la asistencia, prohibiéndose
cualquier discriminación por motivos ideológicos, sociales o raciales. La única
distinción admisible es aquella basada en criterios médicos, debiendo recibir los
cuidados médicos en toda la medida de lo posible y en el plazo más breve. Por otra
parte, para dispensar cuidados médicos a los heridos y enfermos y para salvar a los
náufragos será preciso que las partes lleven a cabo tareas de búsqueda y recojo de
los HEN especialmente después de un combate. Asimismo, el trato humano que se
debe brindar a los HEN también implica permitir la comunicación de los detenidos,
heridos, enfermos, etc., con sus familias y la correspondencia entre los mismos, así
como la comunicación con organismos de socorro y su asistencia jurídica, religiosa,
intelectual y material. Precisamente para coadyuvar con estos fines es que una
institución como el CICR ofrece su apoyo humanitario. Adicionalmente, esta
protección brindada a los HEN requiere de la correlativa protección al personal
sanitario y religioso a su servicio, pues de lo contrario esta se vaciaría de contenido.
Ahora bien, a pesar de que el artículo 3 común no menciona expresamente la
protección del personal sanitario que los atiende, no debe entenderse como un
desamparo autorizado pues esas personas deben ser respetadas, lo que implica a su
vez respetar el principio del secreto médico y la neutralidad de la medicina. En tal
sentido, no se pueden imponer medidas personales ni administrativas o de otro
género contra el personal sanitario por haber cuidado a las personas protegidas en el
artículo 3 común. En efecto, perseguir al personal sanitario o restringir la venta y libre
circulación de medicamentos utili- zados exclusivamente con fines terapéuticos
reduciría prácticamente a la nada la protección conferida por dicho artículo. En
cualquier caso esta protección se ve ampliada por lo dispuesto en el Protocolo
33
Adicional II. Es así que la laguna grave del artículo 3 común ha sido colmada por el
Protocolo Adicional II, que comprende dentro de su ámbito de protección tanto al
personal civil como al militar al servicio de las partes en conflicto, ya sean adscritos
permanentemente (en el caso de las fuerzas armadas) o temporalmente, así como el
personal que asegura el funcionamiento y administración de las unidades y medios
de transporte sanitarios. Más aún, el personal sanitario precisa ser protegido no solo
durante los combates, o mientras cuida a los heridos y enfermos, dado que el riesgo
mayor tiene lugar después de prestados sus servicios y auxilios médicos, pues existe
la tentación de calificar sus actos como colaboración que sostiene el esfuerzo de una
de las partes en conflicto. En ese sentido, el artículo 10 del Protocolo Adicional II
impone dos obligaciones. Por un lado, la inmunidad incluso después de haber
prestado el servicio y, de otro lado, prohíbe obligar al personal sanitario a realizar
actos contrarios a la deontología (como experimentos o actividades hostiles) u
obligarlo a abstenerse de prestar auxilios exigidos por normas deontológicas y
médicas. Así, este personal goza de neutralidad en el ejercicio de sus funciones, por
lo que no se le podrá obligar a realizar tareas que sean incompatibles con su misión
humanitaria (prohibición de coacción) ni tampoco a dar información sobre sus
pacientes (confidencialidad del servicio médico). No obstante, esta confidencialidad
al igual que la no penalización garantizada a su favor se encuentran subordinadas a
la legislación nacional, lo cual llevó a algunos estados a sostener, durante las
negociaciones del Protocolo Adicional II, que en realidad no tenía sentido suscribir un
instrumento convencional cuya aplicación quedase subordinada a la legislación
nacional de cada parte. En ese sentido se pronunció el delegado de Noruega al
señalar que tal disposición está en contradicción con la esencia misma del DI y
encierra graves peligros para el conjunto del DIH. Asimismo, resulta importante
brindar protección a las unidades y medios de transporte sanitarios que acompañan
al personal sanitario. Así, los establecimientos y formaciones sanitarias militares o
civiles que estén destinados exclusivamente a fines sanitarios (hospitales, depósitos
de material sanitario, productos farmacéuticos, etc.) ya sean fijos o móviles,
permanentes o temporales, no podrán ser considerados objetivos militares. Incluso
34
cuando el personal esté armado para su propia defensa y la de los heridos y
enfermos, o las armas de estos estén aún en las unidades o medios de transporte.
Es necesario establecer cuatro grandes tipos de violaciones de los derechos humanos y del
derecho internacional humanitario de la violencia política en Guatemala:
10.1. Violaciones contra el derecho a la vida
35
su destacado papel de liderazgo religioso, social o político en las comunidades y la sociedad
guatemalteca”. 4
10.1.3 Masacres
“Las masacres consideradas como asesinatos múltiples de tres o más personas fueron hechos
muy frecuentes (1,090 masacres) y produjeron una enorme cantidad de víctimas (18,424 víctimas,
de las cuales el 94% fueron responsabilidad de las fuerzas militares o paramilitares del Estado).
Más del 60% de las víctimas mortales registradas por el Proyecto REMHI corresponden a
masacres”.6
4
Oficina de Derehos Humanos del Arzobispado de Guatemala, “Informe del Proyecto lnterdiocesano de
Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más”, Guatemala, ODHAG, 2000.
5
Oficina de Derehos Humanos del Arzobispado de Guatemala, “Informe del Proyecto lnterdiocesano de
Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más”, Guatemala, ODHAG, 2000
6
Oficina de Derehos Humanos del Arzobispado de Guatemala, “Informe del Proyecto lnterdiocesano de
Recuperación de la Memoria Histórica Guatemala: Nunca Más”, Guatemala, ODHAG, 2000
36
10.2.2. Las violaciones sexuales
En un 16% de las masacres asociadas a destrucción comunitaria los testimonios de las víctimas
refieren violaciones sexuales a las mujeres por parte del Ejército, Comisionados Militares y PAC;
en los casos individuales, se registraron 149 víctimas. Según los relatos, por cada diez mujeres
hubo una niña violada y una de cada tres mujeres violadas eran jóvenes.
37
tribunales o de entregarla a otro Estado interesado en su enjuiciamiento. Algunas
violaciones del derecho humanitario pueden igualmente ser juzgadas por un tribunal
penal internacional. Contrariamente a las Potencias protectoras, el CICR no actúa al
dictado de una de las partes en conflicto. Actúa en su propio nombre, como intermediario
neutral entre las fuerzas presentes. Su ámbito de acción es, igualmente, mucho más
amplio que el de las Potencias protectoras. Además, en su relación con los Gobiernos,
el CICR opta por la " diplomacia confidencial”. Esta política permite, fundamentalmente
a sus delegados, expresarse, durante los contactos con los beligerantes, con la fuerza y
la claridad que las circunstancias imponen. El CICR tan sólo se dirige públicamente a los
Estados cuando no se han alcanzado, mediante las gestiones de índole confidencial, los
objetivos perseguidos. Además de sus 125 años de existencia, el CICR ha adquirido una
notable experiencia en convencer a los Estados, y a las demás partes implicadas en un
conflicto armado, de que respeten el derecho humanitario tanto en los conflictos
internacionales como en las guerras civiles. Según se estipula en los Convenios de
Ginebra, las partes implicadas en un conflicto armado internacional han de aceptar que
los delegados del CICR visiten todos los campamentos de prisioneros de guerra, todos
los lugares en los que se hallan detenidos civiles de la nacionalidad enemiga, así como,
en general, el conjunto del territorio ocupado. En otras circunstancias, cuando los
delegados no disponen del mencionado derecho de acceso, el CICR puede ofrecer sus
servicios a las partes en conflicto. En otras palabras, el CICR puede entablar
negociaciones para que se le autorice a ejercer su mandato humanitario en el territorio y
todas las partes beligerantes. Así sucede, en general, en los casos de conflicto armado
no internacional. En Guatemala, desde hace muchos años, se han percibido los
beneficios del Comité Internacional de la Cruz Roja. Guatemala ha sufrido no solamente
por motivo del conflicto armado interno sino también por las catástrofes naturales que la
han azotado. Posiblemente una de las más recordadas, por su magnitud, fue el terremoto
del 4 de febrero de 1976, en donde la Cruz Roja jugó un papel importante, en cuanto al
apoyo a los damnificados. Sin embargo, hubo una época en la cual la Cruz Roja
Guatemalteca se debilitó institucionalmente, quizá el conflicto armado interno incidió
negativamente en ella; y no es para menos, no sólo la Cruz Roja sino muchas personas
físicas y jurídicas sintieron los efectos de una guerra interna que provocó millares de
38
muertos. La Revista del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja, se refiere a esta época nefasta: “A finales de la década de 1980, la Cruz Roja
Guatemalteca se vio atrapada en un maremoto de conflictos internos que poco a poco
fue debilitando la organización hasta que se cerraron las puertas de la sede central.
Aunque durante ese período varias de sus filiales consiguieron mantener las actividades
en favor de los necesitados, fue sólo en 1996 que, con el apoyo de la Federación, el
CICR y la Cruz Roja Española, comenzó un proceso de reorganización y revitalización
de la debilitada Sociedad Nacional”. En ese sentido es factible considerar que una de las
razones por las cuales no se aplicó el Derecho Internacional Humanitario durante los 36
años de conflicto que se suscitó en la República de Guatemala, es debido a que el Estado
de Guatemala no reconoció a la guerrilla como un grupo beligerante que tenía control
sobre una parte del territorio guatemalteco, incurriendo así en violaciones a los derechos
fundamentales tanto de las personas que intervenían en el mismo como de la población
civil.
39
11. CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO
Dentro de las consecuencias fundamentales, que se generaron a raíz del Conflicto Armando
Interno que vivió Guatemala, se pueden resaltar las siguientes:
● Entre 1981 y 1983 entre medio millón y millón y medio de personas se vieron
obligadas a huir de sus lugares de origen.
40
● El sistema abominable y represivo dejó secuelas de miedo.
● Miedo al saber que estamos desamparados por las instituciones, vulnerables ante
la posibilidad de ser arremetido, al saber que los derechos humanos pueden ser
quebrantados.
Mientras que en un tratado de derecho humanitario tan sólo las Partes han de cumplir las obligaciones
que impone, todos los Estados han de respetar las normas de derecho consuetudinario. Éste es,
naturalmente, el caso de todas las normas de derecho internacional. En efecto, los Estados han de
cumplir sus compromisos internacionales y adoptar todas las medidas necesarias para facilitar la
aplicación del derecho. Si una parte incumple tal obligación, el Estado puede ser considerado
responsable de las consecuencias de un acto ilícito.
Contrariamente a las Potencias protectoras, el CICR no actúa al dictado de una de las partes en
conflicto. Actúa en su propio nombre, como intermediario neutral entre las fuerzas presentes. Su
ámbito de acción es, igualmente, mucho más amplio que el de las Potencias protectoras.
Además, en su relación con los Gobiernos, el CICR opta por la " diplomacia confidencial”. Esta política
permite, fundamentalmente a sus delegados, expresarse, durante los contactos con los beligerantes,
con la fuerza y la claridad que las circunstancias imponen. El CICR tan sólo se dirige públicamente a
los Estados cuando no se han alcanzado, mediante las gestiones de índole confidencial, los objetivos
perseguidos. Además de sus 125 años de existencia, el CICR ha adquirido una notable experiencia
en convencer a los Estados, y a las demás partes implicadas en un conflicto armado, de que respeten
el derecho humanitario tanto en los conflictos internacionales como en las guerras civiles.
41
Según se estipula en los Convenios de Ginebra, las partes implicadas en un conflicto armado
internacional han de aceptar que los delegados del CICR visiten todos los campamentos de prisioneros
de guerra, todos los lugares en los que se hallan detenidos civiles de la nacionalidad enemiga, así
como, en general, el conjunto del territorio ocupado. En otras circunstancias, cuando los delegados no
disponen del mencionado derecho de acceso, el CICR puede ofrecer sus servicios a las partes en
conflicto. En otras palabras, el CICR puede entablar negociaciones para que se le autorice a ejercer
su mandato humanitario en el territorio y todas las partes beligerantes. Así sucede, en general, en los
casos de conflicto armado no internacional.7
7
Recuperado de: www.icrc.org/spa/resources/documents/misc
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CONCLUSIONES
El enfrentamiento armado interno, inició el 13 de noviembre de 1960, fecha en que tuvo lugar
un levantamiento militar en contra del Gobierno del General Miguel Ramón Ydígoras Fuentes;
Sin embargo, algunos analistas señalan que la insurgencia en Guatemala se produjo cuando
fue derrocado el Coronel Jacobo Arbenz Guzmán en junio de 1954 y llegó al poder el Coronel
Carlos Castillo Armas.
Los conflictos armados de carácter no internacional son parte del Derecho Internacional
humanitario, mientras que las tensiones y disturbios internos son parte o atendidos por el
Derecho de los Derecho Humanos.
Al referirse al termino actores dentro del conflicto en Guatemala , estamos frente aquellas
partes que participaron dentro de los actos de hostilidades dentro de los cuales se puede
destacar la participaron de Ejército con civiles subversivos organizados en una guerrilla.
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REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
1. Contreras Daniel. “GUATEMALA, AYER Y HOY” cuarta edición. Editorial piedra santa,
Guatemala. 2006
ELECTRÓNICAS
2. Recuperado de : https://4tousac.files.wordpress.com/2012/04/conflicto-armado-interno.pdf
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ANEXOS
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