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Diario Rodrigo de Jerez, primer adicto al tabaco en el viejo mundo

13 de Octubre de 1492

Ayer proclamamos la posesión de estas tierras a nombre del Rey. Fue un acto absurdo. Éramos
siete españoles, cansados, con hambre, con sueño, alrededor del Almirante que sostenía la
bandera real. Un centenar de hombres y mujeres desnudos, con piel del color de los canarios, nos
miraban desde la distancia, sin entender nada. Los más pequeños se me acercaban para tocar mi
barba. El Almirante les decía a esos rostros curiosos que de ahora en adelante esas tierras le
pertenecían al Rey de España. ¡Pero qué imbécil! Cualquiera podía darse cuenta que no entendían
el castellano y que nunca habían escuchado hablar de ese parásito.

25 de Octubre

Lo único que buscan mis compañeros es oro. Me tienen podrido. Con Luis estamos intentando
enseñarle castellano a uno de los chicos de la isla. Luis habla muchas lenguas, por eso vino con
nosotros, y dice que la de estos indios no es como ninguna que haya escuchado antes. La gente de
la isla no para de traernos regalos, papagayos, azagayas, hilos de algodón.

1 de Noviembre

Alguien le fue con el cuento a Colón de que Luis y yo estamos aprendiendo la lengua de los tainos.
Si apenas sabemos tres palabras: canoa, hamaca e iguana. Colón quiere que vayamos con Luis
hacia el interior a ver si conseguimos información acerca del paradero del Gran Khan. Yo no creo
que estemos en Asia. He leído los diarios de Marco Polo -¡me los prestó Colón!- y los mares
orientales que él describe no se parecen en nada a este paraíso. Pero mi opinión da lo mismo, por
eso me la guardo entre estas hojas. Mañana partimos al interior.

3 de Noviembre

Un grupo de jóvenes tainos nos acompañó. Encontramos una aldea bellamente dispuesta en la
selva. Allí tienen cultivos de frutos y vegetales que nunca había visto. En las tardes algunos
hombres se reunían para beber el humo que salía de unos rollos de hojas secas, que ellos llaman
cogiba. Bebían el humo y luego lo dejaban salir por nariz y boca. Notaban mi asombro y se partían
de la risa. Me ofrecieron probarlo. Me lo pusieron en la boca y me hicieron el gesto de respirar
profundo. Hice mi parte y todo el cuerpo se me impregnó de un olor y sabor a leña que podía
sentir no sólo por fuera sino también por dentro de mi cuerpo. Durante unos segundos la cabeza
me dio vueltas, pensé que perdería el equilibrio y Luis, que estaba a mi lado, me preguntó si me
sentía bien. Respiré profundo y la sangre me volvió al cuerpo. Pedí un poco más de ese rollo y le
convidé a Luis. Luego nos enseñaron un pequeño tubo con el que aspiraban un polvillo. Al tubo lo
llaman tabaco y, al parecer, el polvillo estaba hecho de la misma hoja que los rollos pero molidas.
A pesar de que los tainos no conocen el castellano, tienen facilidad para hacerse entender.
6 de Noviembre

Hoy hemos vuelto a la Santa María. Tuvimos que explicarle a Colón que nadie había escuchado
hablar de ninguno de los Khan. Colón se angustió. Me imagino que estaría pensando en lo que les
diría a los Reyes cuando se viera en la necesidad de confesarles que nunca llegó al Asia. A mí ya no
me quedan dudas. No sé dónde estemos pero los taínos son lo opuesto a los monstruos caníbales
de los que habla Marco Polo. Con Luis tuvimos que esperar a que todos estuvieran durmiendo
para beber uno de los cogibas.

9 de Noviembre

Martín Pinzón nos descubrió aspirando las hojas molidas. Le dimos a probar y nos dijo que ésa era
una medicina del demonio. Nos prohibió volver a usar el tabaco. Intenté explicarle que ése era el
nombre del tubo para aspirar, no de la hoja seca, pero no hubo caso. La voz acerca de una
sustancia prohibida se dispersó como el humo de los cogibas y en la tarde el resto de la tripulación
nos vino a pedir tabaco. Aspiramos el polvo y bebimos el humo de los rollos de hojas. Algunos
vomitaron, otros tosieron hasta escupir sus pulmones, uno incluso se desmayó. Hace mucho
tiempo que no reía tanto.

15 de Noviembre

Desde que Pinzón llamó tabaco a las hojas que aspirábamos y no al tubo con el cual las
aspirábamos ya nunca más los pudimos sacar del error. Desde que las prohibió, que todos desean
probar un cogiba. Yo ya no me separo más de estas hojas, han transformado en dicha las tediosas
horas del atardecer. Soy un hombre más feliz.

15 de Enero de 1493

Colón ha decidido volver a España. Luis ha decidido quedarse. La Santa María también se queda.
Yo he decidido llevarme lo máximo que pueda de esas hojas de tabaco. Ya no me importa cómo se
llamen esas hojas en taíno, lo único que me importa es que cuando les pida tabaco, ellos me
entiendan que les pido estas hojas que han llenado mi cuerpo de claridad y energía.

30 de Marzo

He vuelto a mi amada Ayamonte. Soy un héroe para todos en el pueblo. Se que no debo quedarme
en ensoñaciones de gloria, pues se que ésta será breve y que debo aprovecharla al máximo. Todos
los ojos están puestos en mí. Estoy seguro que podré hacer buenos negocios con los cogibas. Cada
tarde salgo a caminar por la plaza y, cuando me veo rodeado de hidalgos y damiselas, enciendo y
bebo unos de mis cogibas. He visto cómo la curiosidad comienza a esparcirse como el humo de
estas hojas.
10 de Abril

¡Horror! ¡Me han acusado de satánico! Me han abierto un juicio en los tribunales inquisitoriales
pues según los clérigos sólo Satanás puede conferir al hombre la facultad de expulsar humo por la
boca.

15 de Abril

He sido condenado a siete años de cárcel por beber mis hojas como Satanás. Me han llegado
noticias de Luis. Sigue en las islas. También está preso, él por intentar convencer a los nativos que
no abandonen a sus dioses, que Satanás no existe. Colón dijo que intervendrá por nosotros, pero
no lo creo, está obsesionado con volver a esas tierras a buscar oro.

15 de Abril de 1500

Hoy he salido libre. Después de tres años, ¡tres años sin beber un solo cogiba! En la celda mi ánimo
se consolaba ante el recuerdo de aquel humo diseminándose por todo mi cuerpo; y luego se
entristecía ante la incertidumbre de si algún día lo volvería a saborear. Pero, ¡oh! sorpresa, al salir
pude advertir que todo el pueblo de Ayamonte se ha obsesionado con el tabaco, hasta los clérigos
lo mastican y la nobleza lo fuma (así le dicen ahora al acto de beber un cogiba). Y me cuentan que
no es solo en Ayamonte, sino en todo el reino de España que se ha esparcido esta bendita
costumbre.

Pero no todas son buenas noticias, me han dicho que Luis ha muerto en ultramar y que los dulces
y pacíficos tainos trabajan todo el día produciendo tabaco para la Corona y el clero, el único
Satanás real. Incluso les cobran por fumar sus propios cogibas. Pobres hombres, nos regalaron sus
más preciados tesoros a cambio de su propia desgracia.

Ya no tengo dudas, nuestro viaje ha abierto las puertas de su infierno.

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