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Benasavag M., del Rev, A. Medicina v biopoder. Prólogo: Salud a cualquier precio.
12. Colectivo Ed
He aquÍ una !uestro pequeño mundo en crisis, nuestra pequeña humanidad stn brúju la
T "sabidúiíá un nuevo sentido de la vida. ni
J) sana, un cuerpo
Ocuparse del cuerpo, conocer lo que comemos, cómo lo diger¡mos, saber -si es posible en tiempo real-
e¡ estado de nuestras arterias y las otras vías internas, en resumen, la preocupac¡ón por aquello que a
falta de un nombre mejor llamamos "la salud" devino central en nuestra cotidianeidad. Podríamos
decir, casi, que es una actividad en sf y para sf, relativamente autónoma de otras preocupac¡ones. Y lo
es tanto como era correcto preguntar hasta el siglo XVlll por la naturaleza de las mater¡as fecales de
nuestros conocidos...hoy por hoy ya no resulta chocante hablar en una linda caleferia sobre cada uno
de nuestros órganos-
El hombre mat qug nos pese, ya no es ni más ni menos que un aqreqado de órqanos:
fr /|, trasfondo este es el
.\v
-<'(_ ooco entusrasm:-ñ:ié-3éGEiáÍI-eva sabidurla
Nos devoramos las revistas y los programas rad¡ales, cada vez más numerosos, que se consagran a
nuestra salud. Somos adeptos a las revistas b¡o que afloran en cada ciudad. Estamos casí a punto de
cumpl¡r con todos los mandatos discipl¡narios: dejar de fumar, bajar el consumo de azúcares y grasas y
aumentar el de las frutas y legumbres, hacer deportes para alcanzar una salud plena y completa. Nos
disponemos entonces a controlarnos permanentemente en defensa propia: /a salud a cualqu¡er precio
la vigilanc¡a son dos cosas que van muy de la mano. La hora del deseo ndad ha sonado, y
como
Es como s¡ el slogan feminista de los años T0 "nuestro cuerpo nos pertenece" hubiera devenido una
certeza, aunque se trata ahora de una aprop¡ac¡ón de un paquete de acciones a administrar. lnc\s¡ve,
siendo sanos. rlos vivimos como enfermos potenciales...a controlar, fÉgiles, en petigro, alffi;;a6E]
-
La superu¡vencia ha devenido nuestra ún¡ca preocupación porque todo nos amenaza: los virus, el
amianto, la vaca loca, el sol, las relac¡ones sexuales, los decibeles, las múltiples y variadas moléculas
qufmicas, las nanopartículas...
Debemos evitar un conjunto de peligros a tal punto que podrfamos preguntarnos s¡, pers¡guiendo el
fantasma de "morir con buena salud", hay una "vida antes de la muerte". Pero, aunque parezca
absurda esta preocupac¡ón compuls¡va por la salud, estamos bien lejos de que sea solo una idiotez
que está de moda.
Este capr¡cho por nuestros pequeños malestares, esta obsesión por la vida sana y los peligros que la
amenazan no se comprende en sí, como si se tratara de una ola generalizada y mund¡al. La
I-t: 9
preocupaciÓn por salud y su vig¡lancia ¡ndica los camblos y desplazamientos en Ias prop¡as
de . Y estos cambios Michel
ucault d
lugar es lo quáhós va á-- :*
teresar restras almas ."r,
sup¡antada por la preocupación por Ia salud de nuestro cuerpo. "., _fr-¡
En el corazón de este dispositivo, la medic¡na ocupa quiera o no, un lugar de privileg¡o. Y parece bien
lógico. Si de lo que se trata es de evitiar a cualquier precio Ios pel¡gros que amenazan nuestra salud,
los técnicos de la salud son nuestros referentes privilegiados porque nos protegen, nos curan, nos
previenen y nos v¡g¡lan, nos orientan (o al menos nos permiten creer que podrán), y si somos
obedientes de verdad, nos evitarán -mucho- sufrimiento. Lés confiamos nuestras dolencias ffsicas cual
preocupac¡ones ex¡stenciales: al psiqu¡atra (o psicoanalista) para que nos d¡ga cómo hacer para
combatir la amenaza interna (la depresión, la hiperactividad, los desbordes de diversos tipos); al
méd¡co generalista para que nos diga cómo organizar el dfa a dfa; al cardiólogo para saber si debemos
o no beber, al nutric¡onista cómo "cuidarse en las com¡das", etc.
Este lugar sé acompaña desde el pac¡ente con un rechazo de la fragilidad. Entre nuestras demandas
hac¡a los especla/isfas nos refugiamos en esta convicción: "Yo soy yo cuando estoy bien". Cualquier
sufrimiento es vivido como "eso" que está en mí y que debo exorcizar; es vivido como patológico,
anormal. Nuestro cuerpo, descompuesto en una serie de órganos a cu¡dar y proteger, es una
amenaza, iun envoltorio que se echa a perder! Y tampoco son tolerables la angustia y el sufrimiento
ex¡stenc¡al, tanto como los riesgos corporales: toda fragilidad debe ser aplastada.
De este, modo, tanto la propia preocupac¡ón simpática por nuestra salud como la del poder médico
(ostentado por Ia med¡cina en v¡rtud del dispositivo social v¡gente) viene a justif¡car esla cuadr¡culac¡ón
de nuestl-as vidas. Se nos puede considerar culpables de haber mal cuidado nuestro capifal-sa/ud y
por esa razón, haber costado caro a la soc¡edad (tanto cuando existen servicios de salud sociales
como cuando no los hay somos responsables y culpables). Somos culpables de haber tomado los
riesgos a pesar de que conoclamos las advertenc¡as que nos aconsejaban prudentemente lo contrario.
pot la v¡da sana da pie a la afirmación de la norma social en lugar de las leyes
Durante un curso en el College de France en 1976, Michel Foucault definió el brbpoder analizando su
origen. El siglo XIX lo vio aparecer, penetrar, atravesar y modificar el "derecho de soberaneidad" que
ex¡stfa. El soberano tenfa derecho a la vida y la muerte. de los súbditos, pero su poder emergfa ante
todo de su capacidad de dar la muerte. Según las palabras de Foucault es "el derecho de hacer morir v-
de dejaf v!yi(. El nuevo derecho que aparece en el siglo Xli es exaciáñEñIá16-E6ntElol e!1i
derecho de "hacer vjvir v deiar mori'''. Esta transformación se hizo -naturalmente- de manera
progresiva y desarrolló nuevas técnicas de poder. Es por eso que en los Estados de derecho de
nuestros dias, la aplicación de la pena de muerte aparece como una anomal[a. A fines del siglo XVll y
a lo largo de todo el siglo Xvlll, las técnicas de poder comenzaron a opérar sobre los cuerpos
¡nd¡viduales, orgán¡cos: los separa, al¡nea, serializa, vigila y dispone para optimizar su fueza útil. A
esta "técn¡ca discipl¡naria" se le agrega en la segunda mitad del siglo XVlll otra técnica de poder que
apunta a la v¡da de los hombres: al hombre/especie más que al hombre/cueryo.
El b¡opoder va estar acompañad o de una b¡opotttica. Esta nueva disciplina no se va a ocupar más de
lE-ñúÍi e forman y de los procesos que aiectan esta
masa, hasta -como veremos- deconstruir finalmente la figura del hombre.
2
:
los
. Los primqlqs blancos de esie poder son
mirada sobre cada uno de estos fenómenos cambia. Tomemos la muerte, por ejemplo. De ser muerte
violenta se convierte en "muerte permanente, que aleja Ia vida, la desgasta perpeiuamente
disminuye y la debilita"r.
ngevidaq; La
la
1d
La enfermedad debe tomarse como un "fenómeno ae po,DLaqrg4', un conjunto de factores
pffi-Co§-os, y
perOiOas, irútGnc¡ando lá morbilidad o la
ga-nancia--
disminución de las fuezas globales. Y además de la natalidad, la morbilidad y la reproducción, el
biopoder va a intervenir también en otros dos campos: el primero, el que hace caer al individuo fuera
del dominio de la vida activa (el envejecimiento, Ios acc¡dentes, las d¡versas anomalfas) y el otro el de
la relación entre los seres humanos como especie, y en tanto espacio en que viven e ¡nteractúan.
La importancia que adquiere la medicina con la emergencia del b¡opoder se explica muy
prec¡samente por el vfnculo que ella establece entre los procesos b¡ológ¡cos -propios de la población-,
y los procesos orgán¡cos -prop¡os de los ¡ndividuos-. Por su ejerc¡cio de facto, participa en la
producc¡ón y en la just¡f¡cac¡ón de las normas que por un lado se presentan como una respuesta a la
demanda de salud de los individuos pero, en otro sentido, nutren las nuevas esfraleglas de poder,
regulación y gest¡ón de lás
de dr§c/prna se ven, en técnicas de
cuadr¡cular, encuadrar, la v¡da del individuo a la de , lo orgánico a
En el mundo actual, la med¡cina se ocupa de nuestros cuerpos individuales sufrientes (esto vale
esencialmente para los pafses ricos y para los sectores más acomodados de los pafses perifér¡cos), y
regula los procesos globales de las poblac¡ones de manera flagmnte en los pafses pobres asl como de
los "supernumerar¡os" de los países centrales. En el nivel de las masas exclu idas, entre los
supern umerarios, regula los procesos globales, trata las epidemias, frena los contagios. En los grupos
que podríamos definir como intermedios, los ¡ndividuos están la mayor parte del t¡empo entre la masa
pero acceden a un mfnimo de cuidado personalizado; y entre los más acomodados, el cuerpo es
I
Foucault, Michel. Origen de Ia biopolítica. Seuil-Gallima¡d. Octubre 2004
2
FoucauJt, Michel. Origen de 1a biopolítica. Seuil-Gallimard. Octubre 2004
3
cuidado en tanto que cuetpo singular. S¡n embargo, todos terminan siendo "democrát¡camente"
dossiers médicos, ob.jetos de observación de la norma. El biopoder se ejercita tanto en el nivel
individual como en el de la especie de forma tal que todos, de una manera u otra, son controlados.
Esto vale tanto para quienes la primera preocupación es sobrev¡vir como para los que hacen todo para
vivlr una vida más [ongeva.
-en princip¡o, contradictor¡os y múltiplés- devienen cuerpos para adm¡nistrar: objet¡vos, reificados. En
un €mpo de refugiados, los hab¡tantes son los cuerpos bajo control en todas las dimensiones
posíbles, desde la atención médica a la alimentación. "Hay que sa¡var los cuerpos", decian en 1979
Bernard Kouchner, André Glucksmann y Raymond Aron cuando se reun¡eron en el Palac¡o del Eliseo
con Valéry G¡scard d'Estaing para exigirle que Francia ayudara a los balseros. Pero no querlan una r\ -],
responsab¡lidad de algún tipo, una estrafeo¡a oculta lo caracteristico del blopoder es que ha de l 11
desarrollarse como una "estrategia sin eskatJga" que co16ñEa 166 próóésos vitáiEi- --------l",1$gl
El campo médico entendido de una forma amplia, culminará s¡endo el dominio privilegiado donde se
experimente, se ponge en práctica y se legitime el biopoder, produc¡endo los enunciados extrapo¡ables
al con.¡unto de la sociedad, y tamb¡én sus prácticas concretas. Es justo aclarar que nuestra perspectiva
no pretende presentiar a la medicina actual como un producto utilitarista y normalizador del biopoder
que sobredeterm¡na sus práct¡cas y d¡scursos. Los procesos subyacentes a Ia articulac¡ón de la
medicina y de la sociedad del b¡opoder son mucho más profundos y complejos que una simple relación
de causalidad lineal, y no pretendemos para nada agotar el análisis en esta obra. Lo que nos interesa
part¡cularmente es mostrar cómo con Ia aparic¡ón del b¡opoder, una medicina fragilizada en sus
modelos, una medicina atravesada por una crisis ligada a la época -la cual desestabiliza los ideales
que hasta equf la habian estructurado- va a operar un desplazamiento en sus práct¡cas, sus discursos
y sus efectos de poder, y va a articularse en tomo a elementos que acabamos de presentar,
Del lado de los "pacientes", la preocupación obsesiva de cada uno por su salud, el rechazo a la
fragilidad, el deseo de vigilancia, la supervivenc¡a disciplinada; y del lado "méd¡co", la participación en
el cuadriculado de nuestras vidas según las normas de salud, la mirada sobre la enfermedad como un
fenómeno de masas "normal" que debe ser organizado y controlado, gestionado y por sobre todo,
eliminado.
La crisis de Ia med¡cina de nuestÍo t¡empo puede enunciarse más o menos asl: aún cuando nunca fue
tan fuerte y poderosa desde un punto de vista técnico y científico, ni tampoco avanzada en el
conocimiento teóríco y práctico -paradojal y s¡multáneamente- la medicina debe calladamente
abandonar ahora su ob.¡etivo histórico: vencer la enfermedad.
1k
En los últimos 10 años, por ejemplo, hemos enumerado una cincuentena de enfermedades virales
emergentes o reemergentes que causan un número de decesos no desprec¡able, pero la medicina no
es siempre capaz dé identif¡car a tiempo los agentes patógenos que or¡g¡nan Ia infección. La causa de
estas nuevas enfermedades proviene en gran parte de la rotura de nichos y de ciclos ecológicos,
ciertos eslabones perdidos -particularmente los depredadores-, permitiendo el desarrollo de formas de
vida patógenas para los hombres (sin olv¡dar que los v¡rus y bacterias "viajan" ahora en avión). Estas
patologías son, entre otras, el corolario de desórdenes ecológicos y del desarrollo demográfióo -para
no entrar a hablar de la explosión demográfica- un "detalle" interesante y significat¡vo, que nos llevaría
a concienciar una realidad inádita: la población mundial actual equivale al 10% de la totalidad de los
habitantes que hayan surcado la Tierra desde que apareció la especie humana. Es en parte por eso
4
a
que la tarea que tiene es una tarea a lo Sísifo: un eterno Tecomenzar, ubicando a la medicina en una
posición definit¡vamente tangencjal en relación al objetivo de erradicación de la enfermedad. Nosotros
conocemos la frase de Pasteur: "no te pregunto a que aza perteneces, ni a qué relig¡ón, si sufres me
perleneces, yo te aliviaré". El cllqfp,a elrJelmo deb_e qonfiar en e!. bue¡ médico y "pe4engcelle . Del
m¡smo modo los cuerpos sodialás que sufren. los pueblos, pertenecen a las vangüardias esclareiro¿s
que los aliviarán....
¿Cómo confiar otta vez? Es que aun cuando la medicina perm¡ta adm¡nistrar c€da vez más, la
rea¡¡dad de esta avanzada tecnológica ya no alcanza a enmasca€r la realidad, su fracaso ante aquella
promesa de dominio de la enfermedad. ¿Es verosfmil creer ganaremos algún día la "guerra contra
ella"? No, porque no es más el objetivo de la medicina colonizada pot el b¡opoder; ahora debe
gest¡onar, adm¡n¡strar cuerpos, poblaciones... órganos: la promesa de salvación deja el lugar a una
vida discipl¡nada en nombre de la salud.
Es evidente que este fracaso paradojal de la medicina implos¡ona la configuración sobre la cual ella
reposa. Ahf donde ella asienta Ia justificación de su poder, o dicho de otro modo, la promesa de la
salud recobrada, es donde no la encuentra. Y entonces no puede funcionar de la misma manera...y
aquí está la a.rticulación con la sociedad del b¡opoder, que ¡a ha colocado en un nuevo lugar y que
-comb¡nado con la cr¡s¡s prop¡a de la c¡enc¡a médica- producirá efectos de desplazamiento de sus
discursos, sus prácticas, sus métodos, los campos en los que se interesa y hasia su propla finalidad,
tanto como el modelo de hombre que ella prometfa, y de la forma en que ella "se hace cargo".
En.lo-que co¡q¡erne. por eiemplo, al campg de tovedades interesantes para l, Tg!§,ng actual, la
apar¡ción del SISA marca una ruptura dramática. Durante bastante t¡empo Tos moñ5úndos no feñlan
@JIámIerterepreSentabaaqueiloque..escapaba,.almUndo.
médico; con la irrupc¡ón a principios de los '80 del SIDA, la muerte vuelve a ser un al.+
luga r se viene á-m6rir. Pero hay un@siva de la muerte y la
tr loV
érnergencia del b¡opoder. Esta forma de poder consiste cada vez menos en hacer mor¡r, y cada vez
más en hacer v¡v¡r; la muerte como ltmite de la v¡da marca el fin del poder, más que su apogeo,
Para este trabajo hemos abordado cinco ejemplos de articulación ente med¡c¡na y biopoder, que se
eniuentran -para ser honestos- e_!, lajg¡&le elle-lmeqicina y antropologfa aunque tocan de manera
diversa, el modelo de hombre que funda nuestra cultura
Estos cinco ejernplos apuntan a casos de una fragilidad extrema donde a través de la ar{iculación
biopoder-medicina, la norma, la vida y la ¡dentidad son tocadas, ¡nvad¡das, afectadas. La elecc¡ón fue
un poco arbitraria pero corresponde a los campos en los que el autor y su colaboradora tuvieron o
tienen sus prácticas concretas. Además, el objetivo era preciso: trabajar sobre los terr¡torios en los que
la medicina no actúa o intenta hacer, pero sf donde se articula con el biopoder y produce, guste o no,
normas sociales. Todo lo dicho nos retrotrae al func¡onam¡ento de la b¡opolít¡ca, a lo que art¡cula
medicina y b¡opoder: los nuevos "posibles" desplegados gracias a los avances técnicos de la medicina
y de Ia biologfa, que producen en el corto plazo nuevas normas. La técnica, en efecto, es en nuestras
soc¡edades postmodernas un foco de producción de normat¡vidad. Rápidamente, eso que la tecnologfa
muestra como posible deviene obligator¡o.
5
j:
Tomaremos, en conclus¡ón, el biopod propiamente dicho. Según nuestro punto de vista, pertenece
a la época de Io que a¡gunos llaman "posthumano", de manera demasiado espectacular, nombrando
así esta posmodem¡dad que Foucault denomina con más aciefto hípermodernidadi una época en la
cual nuestras sociedades parecen dejar de lado al Hombre. Como veremos, es necesario marcar la
diferencia entre lo que desde un punto de v¡sta antropológico e histórico se denomina Hombre, es decir
un dispos¡tivo social-cultural, un modo de relación con sí mismo y con el mundo, etc., del hombre
tomado como espec¡e, y culturas variadas y diferentes. El Hombre, o la Modernidad corresponden a la
época antropológica llamada naturalismo, donde "lo humano" y "la cultura" aparecen separados de la
naturaleza. El mundo y la naturaleza serlan un conjunto reg¡do por leyes mecánicas, totalmente
"desencantados", y el ún¡co "sujeto" que posee una interioridad, una intencionalidad serfa el Hombre,
ese que va hacia la sociedad final a través del progreso.
Las quejas enuncian y denunc¡an, por ejemplo, que "la economÍa no está más al servicio del hombre",
o incluso que el urbanismo o la educación y toda una serie de actividades parecieran no tener más
como objeto central la figura del hombre. Estas constataciones e inquietudes son sfntomas ver¡f¡cables
de la crisis por la que atiaviesa nuestra cultura. Tal como escribió Deteuze en su obra sobre Foucault3,
la humanidad conoció "la Época de Dios" y estamos póximos a salir de "Epoca del Hombre"; y el
posthumano (una defin¡ción que asumimos sólo en parte dado lo exagerado que ello implica) se
presenta como esta nueva constelación emergente de aquel Hombre -o en todo caso, el Hombre como
lo conoció y construyó la Modernidad- ya no es más el centro del disposit¡vo.
Claramente, estas evaluaciones, séllos, controles, no son "sin sent¡do", sino que poseen un sentido y
un orden que es trascendente con respecto ya no solo a los humanos sino a le v¡da; digamos que este
sentido es 'técnico-económico": lo humano y lo v¡vo esta capturado por estrategias que no responden
ni a lo humano, ni a lo cultural ni a Io vivo. En ese sentido toda nostalgia es un recurso estéril, pero a Ia
vez el desaffo es claro: ¿cómo lo humano, lo cuttural y lo vivo pueden reeuperar potencia y lugar en
este mundo ganado por la trascendencia metaf Ísica del economic¡smo tecnológico?
Toda la nostalgia de la Época del hombre será en consecuenc¡a mal rec¡bida porque la d¡spers¡ón
nihilista posfhumana, que descentra la figura del Hombre -hóy por hoy caduca- no puede ser suficiente
para asumir los desafíos de nuestra época. Es por eso que intentaremos avanzar en un pensamiento \
co elo de v¡da v de hombre co un aoreoado de J
::":1.,T:'l',o]'"j'"11,#:,H"::^:'J:i;:":l::i,::T:1""Y,:::1"i:"i:':f:.:l'*1':i: -
;rsffiaar*---f r>-
*#g
recuperar un hombre -----J
Para nosotros, se tratará sobre todo de pensar en términos de organismo unificado y de preguntarse
g
qué es un organismo en el sentido filosofico de una singularidad, que no se identifica mn la figura del
individuo pero que pueda pensarse como un mixto, s¡empre articulada con los paisaies y las
situaciones que lo componen. He ahí nuestra hipótesis, nuestra definición.
3
Deleuze Gilles. 'l'oucault'. Paris. Editions de Minuit. 1981.
6
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posible resistir a su avance. Ypor ello, si esa re- nuest¡a
¿Por qué lento y d;ficíl formateo de íI
slstencia es deseable. Ho1, en términos abso- p"ri"p"iá.r term.inamos metiénrlolos en u¡a *i
Iulos,los avances de Ia lecnología biótica están misma categoría? ¿Cómo se constituyó esla ,
en condiciones en el cortísimo plazo de hacer 'categoría de discapacidad' aI punto de tor I
ver a los ciegos,.¿ya permite escuchar,alos sor- na¡se una evidencia objeüva en la percepción i
dos y- camilar a los paralíticos. Por el momen- normatizada? ¿Cómo puede ser que viendo i,.,
to, esto es posible bajo ciertas condiciones y 'objetivamente' ¡ealidades tut heterogéneas
dentro de límites muy precisos. Pero en el mo- nosouos tengamos lma percepción horypgé- I
mento en que eI desarrollo del conocimienfo nea que nos hace ver 'discapacitados'? Hay ahí i
del sistema neryioso centml (SNC) ab¡a nue- u¡ efecto de la relación de poder que órea sa- i
vas perspecüvas, ¿en nombre de qué lo recha- beres (Michel Foucar-r1t). !.
zaremos? Es la problemáüca del "homb¡e au- Estamos ehinarcados.por una sociedad i¡
mentado/hombre mejorado'j es decir, el ser economicista utiütarista, donde el valor de una ' l.:
hltmano con más módu.los positíuos, mertos p-ersona es evaluado en fr:¡ción de su capaci- i
módulos negatiuos. ¿Cómo comprender esta dad económica (de estar al servicio e incorpo- ;
evolución, y una vez más en nombre de qué rado a la economía) y de su costo. La persona :
"pureza" humana podríamos criticarlo? discapacitada fue considerada como "no-útiJ'j :
Debe el lector saber que hoy en día la evo- casi como un peligro para Ia sociedad -^- !^
-,r^,¡^,t por la ;:
:
cación de lma supuesta "dignidad de la üda" carga que representa. La discapacidad deno- ;
o "dignidad de la naturaleza'i solo provoca en ta uná etiqueta. Una etiqueta irnplica que la i.
Ios investigadores rma sonrisa piados4 cuan- sociedad los sabios, los teóricos, se aplican a i
do no el temor de ehcontrarse f¡ente a un fa- estudiar un grupo de personas y exEaen de su i
nático peligroso. multiplicidad zn rasgo que constituirá su idén- I
tidad. Este elemento deviene .una totalidad o :
2. Coitrencemos por intentar comprcnder en toma eI Iugar de una totalidad...un mecanis- i
qué consiste la enüdad 'ldiscapacitado" a la que mo oetoqímicó radical, qué niega la singpla- I
elhumanistnohacía referencia. Porque es en eI ridad múlüple de cada u¡ro. Una percepción :
momento histórico y cr:ltural en que se produ- "normalizada" condicioria qué debemos ver i
ce Ia categorfa de discapacidad cuando Ia me- en cada uno: Ia homosexualidad en Io homo-
dicina se reti¡a de este nuevo campo creado. El sexral, el color {e la piel en las personas de ori-
problema de Ia discapacidad será de ese mo- gen a.fticano..,y.la.discapacidad en la persona
mento en adelante un problema dependiente discapacitada.
de la educación especial; ya no hablaremos en ConsEuimos .ona transparenci.a de la per-
términos médicos sino en términos sociales y sona etiquetada- Sabertodo sobre esa etiqueta
hasta jurÍdicos. El discu¡§o esta.rá poblado de Que es un saber consúuido por una relación de
'integracióní'respetoi're-educaciónl'circula- pode¡, nos hace creer que sábeinos todo sobré
cióni'localizaciónj y obviamente de...lcostosi la persona.
La discapacidad suge dé una comtrulgiqn De esta manerar ño es exEaño que los sa-
histórica y cufturál [ada pero est4 categorÍa no beles consrüdos sob¡e la etiqueta coincidan
forrna r:n grupo social determjnado. Nosotros justamente coE la etiqueta detás de Ia cual la
Una III1S' persópa como Q¡tidad múlüple desaparece, se
disciplina.
-por ejemplo- a quienes haa perdido acciden- Una madÍe se asombra un buen día de ver
ta.l¡nente un brazq a los que no pueden cami- a su hijo discapacitádo lorando mienüas es-
nar, a los que no escuchan, etc. cucha música. Esta emoción, que üene de lo
20
inefable que estructura a toda persona huma_
descubre, como con el efecto de
na no se puede entender si no se enmarca en un zoom, es
aquello r1e Ia etiqueta. Esta madre vehiculiza
sin da¡se cuenta la ideologÍa mayoriraria de
la sociedad, considerando a su hÍjo como una
máquina programada y tansparent e, incapaz
de desborda¡ la etiqueta, de ahí la so.p.".u d"
ql-re wa et¡queta tenga emociones estéücas. L
l- La 4§clllacidad es una forma extrema de ftagilidad, sociedad d.;in;;; .()
l:üg@
1 9efinidos por su caren.@iáG?ñáI pglgue ignoran que su póaá les aa tos r-e.
it; >+-
,.*la cual nuestra sociedad coloca a los locos, üos 4-e depender d.e m"i"r" ,¡i9 es áecq se-r
a los que les falta un miembro, a los que
su_ ser\4dos por otros. Nadie es ,,autónomo l Hay
ften un ret¡aso mental, etc.,_esl&&aliáad tan poderosos y dZbles, péro no autónomos,
heteróclita que a menudo esto
imposible ore_ es 1o que la sociedad trata de olüda¡ generan_
@
.@t
-es
do una categoía d,e los super depend.íentes,
los discapacitados.
unicidad dei discapácitado, a eso que tiene Si hay un mito detrás de esto es que
de específico la persona discapacitad4.no lo en la
realidad no hay una sociedad hecha de indiü-
tomamos como una üda sino como una so- duos autónomos, aislados, diüdidos en fuertes
brevida, o mejor dicho, de vida disminúda. y y débiles. Estg es el mito de la sociedad
de pronto sa d¿seo está nomalizado: todo 1o neoli_
posmodema; creer que no existe una co_
que haga será considerado como síntoma de .oerat
sa.que se llame socieaad, sino ñEüEüos qül
su etiqueta. El deseo de un sordo no puede ser
gtera cü an_-ntr--€-Uos- I{tpemom inalism o
otro que escucláry eI de un ciego de ve¡, y así que nie gá-t6-dáTdIEiá-émergente
n o s ólo sup ra
sucesivamente. En nombre de esta üda ,no- individual, sino en la que los individuos parü_
completa' la sociedad va a ,hacerse cargo, de cipan ypertenecen.
los discapacitados...Un discapacitado, como La sociedad está hecha siempre de seres
todo etiquerado, no puede d-eGañino"ásea- humanos
que actúan entre síy con el entorng
yque jamás pueden hacersociedad indiüdual-
@*.*
--TlñEñ6aryo;ñÉs
mente. Si los hombres son, como lo esc¡ibe
de que ocuia esta cap_ Deleuze, islas en el ma¡ las islas son formadas
tura de la persona discapacitadahagarnos no- porlos pliegues del mar. La discapacidad cum-
tar que la población discapacitada expresa un ple entonces u¡l rol fundamental en el imagi_
posible mito de nuestra sociedad: queremos nario denueska sociedad: permite creer que
- considerarnos como una socíedadEE á del algunos, ios más cercanos a la norma
-al ideal
hgmbres autóngmos. De ahl proüene que nos, de Ia norma-, no van a precisar de nadie. Elios
@ son los verdaderos indiüduoq mientras que
los discapacitados son los que precisan saha_
pueda autorfrfrglf,f s¡f -l[ üdas ybastones.
guntarnos jamás sour" pr".rp33.1l;:,'J:--
affi "t
Pero la norma es ul. lugar vacío, nadie es
"normal"; en la sociedad de la norma todo el
¡re coTo]i-lá¡E¿iéaad viera sü-t r¿iloJ;mi; mr.rndo evalúa su pertenencia midiendo cuiin
39g3dado yrepugnante en esra poblágll5n di-s_ equidistante esrá con respecto a la norma, en
.g3pecit1qa que eua ha pue Lo que la cual no hay nadie-
2).
Es por eso que precisamos de los discapa- implicado en este disposiüvo- pero con el fo.
citados. Son los portadores visibles de nuestra co en 'tonvertirloLen normall El discapacitado
fr.aelded- debe desear aquello que la normg.l" ii"" qr"
Nos permiten enjaular esta ftagildad. En
este escenario, Ia etiqueta tiene u¡ rol: sirvepa-
ra evitar eI encuento y para que jamás se rear-
men problemáücas comunes con los discapa-
citados. Sirvg en ¡esumen, para que un sector
de la sociedad se c¡ea totalrnente separado,
En este conte$o, eI de r.rna sociedad que re-
'su
chaza fragilidad y ha creado esta categoía
de discapacidad para meter allí a todo lo ,fue-
ra de norr¡.a' que representa Ia fragilidád, eI el lugar que en al$fu momento ocupó eI ,"bár-
tomar a cargo lá discapacidad sení su apueita baro":.el que no es del todo civilizadó. Sospe-
frirrdamental. lqlEscapaci4ad sÍrve a la socie- chado de no utilizar su cuerpo como la norma.
dad conformqda I¡gr Ios no-discapacitádo. pu- indíca, eÍC¿¡mañá, muy a pesar suyo, los fa¡tas-
¡a autodefini¡se, }ero repres-enta sin emba¡go mas sociales proñ.tndos (como sucede con los
eso que escapa a la norma, ypor eso es oue hav sindicados de cier,ta perversidadJ. La ralz de.l
roJ .
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zacion una vra de pacificación. Esto resulta gialms¡1s, a-l lado de la norma y del poder; Ia
comprensible ya que la mi¡ada discri¡ninado- socieddd en su conjunto podla verse a sí mis-
ra de Ia sociedad es una fueDte de sufrimiento ma susceptible de adquiri4 gracias a los progre-
sos técnicos, las competencias ¡'para ser inás':..
da vÍve lrnZ üUustlcja que le aparece como ex- Transfoymarse en seres útíles no será de aqul en
terior a sí. adherida a esa discapacidad que la más monopolio de fos discapacitados.
disminuye. Es ia manifestación del fantasma De este modo Ia operiencia de la persona
de un ser completo, ideai aI que injüstamente discapacitada se universaliza: si podemos me-
le hemos arrebatado algo. La medicina pue- jorarla a ella, ¿por qué no a los que carninan
de actuar con toda itrocencia con una visión por sus propios medios? En la creencia que
urúvoca. Parece evidente que un ciego quiera el homb¡e es una superficie lisa sobre la cual
ver. o un sordo escucha¡ etc. La ciencia pue- se pueden adiciona¡ nuev¿xl competenciqs,
de "respondeia Ia demanda" sin cuestionarla 1a técnica puede tomarnos a todos a su car-
sin considerar que para 1a persona discapaci- go. 4
!¡?po4ei_e¿€qjs¡4 sqEqde !9 "!cré4-
tada esa demánda. tal vez, no sea prioritaria. al conj'u-nto de la sociedad, creando sobre eI
,.", '
\ La medjcina prerende, simplemente, rllqigrqr. modelo de discapacidad las demandas ur¡lvo-
.,\ I la lEaf ez_a humana sinJreguntarse por Ia. r*-asgust--nndarrláffitds-ñcas.Poie1-émplo,
p
..=- I condición humana, por ese todo que no se de- -podfernj-sdruiar que url fumador no puede
i @..*óü-agr=cgaqgr e competencias.
La discapacidad es en este senüdo unlabo-
desear otra cosa que dejar de fuma¡ un obeso
adelgaz.ar, un sedeptario hacer deporteg una
rato¡io social, dado que la ieducción de todo muier adulta tenerlchicos, etc. Reemplaz¿rnos
' deseo.¡fl2, vago, no clararienté definido, hace así ionceptos demasiado intensos tales como
que el no-normaf el "desüado" no tenga ac- "modos de serl "afiddades electivas'f "deseos"
ceso a deseos sino que debería "querer lo que y los susütuimos por denafldas inequívocas
Ia norma le propone'j Io que es un ¡educcio- propias de la medicina de las competerrcias,
nismo utilitarista. Luego este dispositivo se ex- La uníd,ímensío.naiizacíón disciplinaria de
tiende al conjurito cle ia sociedad, ala que se le los discapacitados fue el campo de pruebás
dice que ftente a la "realidad'i ¿l la crisis, etc., pata Ia uniditnensíoinalizacíón det conjunto
no hay que perder üempo en deseos, sino con- de la sociedad. Pódemos decir que tenemos
tentarse con "querer lo que la norma propone': . nuestros "más" y nuesüos "menos'j nuestras
Convirliendo la discapacidad en te¡reno de competencias negativas y positivas. Pe¡o es"
reconquista, la medicina hará posible que esos tas cornpetenci+§, cq¡tradamente al concepto
cuerpos, considerados hasta aquf com.o dema- de cualidades evocado por Musil, no corres-
siado opacog demasiado ftágiles, desbordan- ponden a los tropiSmos2 y tendencias que nos
tes en comparacióu con la norma, puedan ser constituyen sino .a las capacidades positivas
también norm¡lizados, es deci4 puedan tervi¡ o negativas que h4gan posi§e su utilización
para algo úüli Después de haber fieado al dis- por el ap.arato prcductivo.$ icup3¡s{elg
capacitado y haberlo separado de lo considera- discapacidad,lamedicinaprefigir-álñ-móde-
do normal, parece que el último terreno a con- lo.societario que esfamos en vías de constuir.
quistar por la sociedad normativa consistiera
en coni:¡dir las fronteras- En sú fundamentq
esta lógica serÍa: § se suprime la categoda de
discapacidad también queda suprimido el fan-
2. la biologle, hopismo desigua ula tendencia
tasma de fragilidad que conlleva- Toda una so- natur¿I, r¡¡ coúportá,miento propio del orga.nismo,
ciedad podría en adelante considerarse, poten- i¡dependieate de tod¿ volu.ot¿d.
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nipotencia que les permita alcanzar
la cima, nacimiento va a intoducir u¡a
¡numa a los oúos a contenrarse asimeria radi_
con lo que rie_ cal entre la situación donde el
nen. El hombre mira ahora sus ,,medlos,, chico discapa_
y sus citado será recibido al nace¡ de
'tom perencias,, y organiza su aquella donde
úda en fu ncirjn rechazamos la posibilidad técnica
de ellas, a despecho de su deseo
o de la época
de no ha_
cerlo. nace¡, y de aquella ot¡a
en la que Ie toca r.iür. donde ,decidi-
o,,", un niño discapacituao. Vlo.
-
Cada uno de nosotros es una empresa
pri- Tl._ -0.r
eso¡o i
¡esulta absurdo decir que ,,el poder"'de
gesrionar, v"rdaá ,ilti-a y
triste Le.lebemos
11da ra recnrca médica produce
deI biopoder. un suave eugenis_
mo: un eugenismo provocado
de mane.á me_
cánica por el hecho de haber ebtado
4. Tomemos, para ilustra¡ esta colocados
efiensión del ante semejante elección,
biopoler al conjunto de la sociedad
la pre_ No se úata de realizar un jücio de
h.dj:capacidad como valor
I"l"ló"
Ia 9."
extensión del bíopoder fui"
"r*.usanos acerca de la intemrpcióh volunta¡ia
del emba_
alosprocesos razo, menos aún de situarse en
u¡r discu¡so de
defensa de la üda desde un punto
de vista sa_
grado. Se trata de ponerluz sobre
el poder que
se deriva de las téc¡ricas médicas
con las cuales
no articulamos ul pensamiento
complejo. asi_
mismq entender que el mrurdo qr"
Fn el caso del control médico
del embara_ co-nsEuyendo "íta*oa
está cada vez más cer¡ádo
zo, lo que buscamos evitar está a los
a*o, qr" * diferentes üpos de üda. Es eüdent"
r.iño discapacitado llegue al munao qr" f" ir_
sin que fiaeskuctum a disposición de los di.Lp".iir-
sus padres estén informados del
riesgo ni de dos, ya hoy insuñcientg no puede
la posibilidad de interrumpir ese emb.arazo. deveiir más
t ¡ medicalización
que en lma rareza; es evidente que
del embarazo Iuce muy ra_ una vez
desaparecida la actual población
cional; porque.es real qüe los chicos pueden áiscapaclta_
da adulta -que proviene de una época-donde
nacer malformados; pero aI mismo
üempove_ las técnicas de selección/detección
mos muy claramente cómo detrás eran me_
de esta ¡a_ nos generalizadas- el niño discapacitado
cionalidad se dculta un poder médico esta_
de con- ¡á cada vez más solo, ylo mismo sus padres.
Eol creciente de nuesüos comportamientos.
La medicina teberá,j por ejemplo,
' Sin embargo, hay una enorme diferencia
conúolar enú_e educar un hijo discapacitado
nuestra forma de conducir u., ,au
fuárque puede ciedad en la que personas diversas
s*.* "o_
ocurnr un accidente), nuesEa forma de iua
res_ mismas calles, y hacerlo en ,rra soci"aaa
Pi¡a¡ de caminar, de divertimos, etc. ¡Bajo el qu"
lo vea- como ün error médico, o más
pretexto de :prevenir Ia discapacidad,, aún, coilo
nos en_ u¡a elección desafommada de padres
contramos ante un dominio complet "funda_
o del bio_ mentalistas': Todo esto sin olüdar el
poder sobre procesos absolutamente compo_
norma_ nente económico tan deteErdnante que
impli_
ca que las aseguradorag aJgo que ya
es que el ocr¡¡re en
.Estados Unidos, no cubri¡án a los padreg
lamedicina que,
desi- habiendo sido prevenidos de una posible
es función de los avaniE dis-
capacidad, con datos basados en una proba_
büdad estadístic4 hayan decidido coriünuar
ru4. rruülurxJa. á.qrrutrrlo no significa
que no el embarazo, ¿euién puede permidrse
sea tremendo. En efectg la posibilidad el costo
tZcaica terrible que demanda Ia asistencia a una per_
de detectar la discapacidaá infantil
antes del sona discapacitada?
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Asimismo constatamos que 1a pregunta 5 Desde nuestro punto de vist4 la discapa-
directamerite dirigida a cada mad¡e embara- . cidad existe. Pensamos qu.e la nocíón de dis-
zadq individualmente, esquiva las dimensio- capacídad se construyó históricamente y qte
nes sociales y culturales donde estas cuestio- 1o que denominamos discapacidad contiene
nes deben decidi¡se. Lo que la técnica hace una forma mucho más compleja y profunda
posible deüene a corto plazo obügatorio y de del modo de ser de cada persona en el mun-
ese modo la técnica, en principio neuüal, se do. Y por eso, incluso siendo relaüvamente
transforma en prnto ciego de normalidad y críticos con la construcción disciplinaria de
disciplina social. esta categoría, la cíüca a 1a discapacidad no
Pod¡lamos objetar tal vez que no es obli- va dirigida hacia la negación de 1a realidad
gatorio prestar atención a una herramienta del modq de ser de la persona llamada disca-
técn¡ca que siempre será factible rechazar, a pacitada. Ai conna¡io: para nosotros, el ele-
pesar de todo. Pe¡o eI propio poder de Ia tec- mento que consütuye la etiqueta represora
nología, en este caso médico, tiende hacia su detrás de la que debla desapalecerla persona
obje tivo de manera no ideológica. Y es ahí que es rm componente a menudo fundamental de
determina una biopolítica urra estrategia sin esta mulüplicidad. Pa¡a utilizar una imagen
estatega en la gestión de las "poblaciones en podríamos dgcir que, quitada la capa de be-
riesgo] así como 106 riesgos ligados a las po- t(n, la etiqueta,Io que aparece, es una pro-
. fr:nda y conflicüva mr:Itiplicidad y que iusta-
blacÍónes. Insistimos: este poder impone una
üsión totalmente normativa sobre 1a maner4 melte por ello no se trata de una super'ficie
el modo en que debemos ser. Lo que esta ad- lisa donde la persona carga las carencias. y las
vertencia hoy ban*lizada exhibe es la forma competencias como si se uata¡a de.Ia bolsa
unilateral de considera¡ la discapacidad y la de las compras.
persona discapacitada. ¡Fue hermoso enun- Es preciso pensar en términos de niueles
cia¡ con vehemencia que nuestras sociedades de perfeccün diferenf¿s, pero todos acabados.
posmodemas no üenen más como modeló Un hombre en silla de ruedas pasa de un ni-
al Hombre y que somos democ¡áticos: solo vel de perfección a oúo. Í'uede ser que juz-
que directamente practicamos ur eugenis- gado por eI hombre que camina no sea visto
mo real!. Esta bipocresla revela que, bien lejos como un ser entefo, sino como un s.qr üsmi-
de los discu¡sos tranquilizantes que fueron la Lu id"u d" Iu P"ft.
.mueca ftente al enunciado de la palabra "dls- "üd"'.
de eI pEñEiFióffimodelo domi¡ante,.v
nos irlviá a pensar términos de modos de
capacitado" -porque pretendían haber dejado
atrás ftonteras demasiado normativas- nues-
tras sirciedades posmoderEas av¿¡zan en la
ffi,
I;Ei.-smo
en
26
temas abiertos y dinámicos. EI punto
de üsta nes abstractas. Este lenguaje hace pensar
opuesto es el .hacerse cargo,, de las persona en
una lengua universal, originaria3.
discapacitadas parriendo de un modelo úni_
co que define a los discapacirados como defi_ , La comunidad sorda experimenta despues
de mucho üempo que un sordo no esrál,nri
cientes, o dicho de otro modo, como sistemas .
r
percepüva que ha creado una subjetiüdad
conceptual. Ella misma origina verdadera_ 3. Pgcler.ngs qprqximar el lengu+ de señas a
una -l
mente una cultur4 la lengua de signos, con pIgllglon de picloFram_as 1u¡ pictograrrra Lo a uo \
sus características regionales y su base in_ elemento-o dos de Ia real.idad para represenla.rlos). -rt ,4)
-v
Cua¡rdo dos so¡dos se comuaicá¡, ajusten los
temacional es el testimonio de Ia existencia elemeutos del pictograma,
o sea, los lconos. Si
de una cultu¡a. No es que los sordos poseen Cha¡Ies de Gaulle suele ser representado po¡ ü¡a g]árl
una herramienta tal como la lengua de signos. narü, o & yeces por un grao hombrq se precisa urt
Por el contrariq la lengua de sígnos, coriro la tiempo para darnos cuenta que LomaI¡os elementos
' diferentes para construü el pictograma
cultura a la que pertenece posee sordos que de máaera
icortográ6ca, porque u¡a vez que el pictog¡ama 6e
la hacen ¡-riur¡ es una dimensión u¡rhcá, Ia comunicación
autónoma... "-".g"rtu diferentes lengus,s, estos puede esta.blecerse. En las
pictogre¡ras se sfunbolizan
Los sordos siemFre constituyeron una co_ y sofisticeo, rompiendo sus l¿zos con lo icóaico
m 'njdad aparte y su lenguaje es en alguna y dibqian dentro de ideogamas la estilüación
de
medida un mfuterio. La posición normaliza_ u¡ pictograma que se poue en relaeión coo otros.
Cuando se constituyea ideogramas, el lenguaje de
dora no quierereconocer que uD código o una sordos se articula como signi-Ecaate mienúa-sque
muleta no permiten explicar que en apenas el lenguaje de señas intem¿cional está codstitrlido
una hora de conversación, un sordo francés de muchos más pictogramas y quedan del lgdo
del
y uno norteaB.ericano se e¡üenden e inter- sigao. Todo ideograma eucubre pictogramas y po¡
eso es posible señaJ¿r los t¡azos comu.res de los
cambian sin diEcr:Ifad, incluyendo las nocio-
pictogramas utilizados por urr fraocés y un japonés.
27
un modo de ser. Retomando e1 ejemplo cen- decir 1o que pierden con esta tecnología. Esta
ÍaI de la iengua, ellos terfan la pretensión de cultu¡a se basa en una materialidad p§íquica:
hablar 'su' lengua,¡'é, rechazando set 'oraliza- el cerebro. Graiias a su plasücidad desarrolla
dósj hablados y si8¡iffs¿¿.. desde oúo lugar. nuevas conexiones, regiones de la corteza qrre
Es verdad que en reacción a esta resistencia no existen o estiin poco.desarrolladas ente los
recibieron una üolencia e)fiema: aisladog que escuehan. Asl como los sordos reiviidican
forzados e¿¡fializa¡., obügados a mantener un modo de ser, también reivindican un susta-
quietas las^ manos en las escuelas, a menudo to materialmuy concreto de este modo de ser'
se les ataba las manos para evitar que puedaa Si el nert¡io audiüvo no ñ:nciona ellos desarro-
comunicarse por signos, esterilizados por la l1aa otros mgdos de concepción. Lapexcepción
fuerza en la Alemania nazi aunque también es siempre plural, moviliza aI mismo tiempo eI
-asoinbrosamente- en ciertas democracias de oídq el facto, la üsta; lo que percibimos como
los países cenuales. El lenguaie de señas tenía "ruidoso" no está fuera de cacuito para la per-
que desaparecer. Apesar de todo esto, o tal vez sona so¡da: 1os estímulos Ies llegan de otra ma-
por la resistencia que ejercieron, este }engua- nera. Lo que importa es que el modo de ser que
je sorprende[te se desarro]ló. No sabemos sÍ ellos reivindican corresponde a un desarrollo
Ios sordos guardaron la lengua de signos o si Ia material muy conc¡eto de percepción su§a-
lengua de signos guardo a los sordos. De igual cente, coflstitutivo de eite modode ser.
Podemos decii que 1o que los sordos están
'
''
modo, no sabemos si los judlos han guardado
eI sha.bat o si el shabat guardó a los judíos. rechazando con eI implante coclear es, pof un
Nos interesa particularmente la vigencia lado, el tratamiento médico de su forma de ser,
de una resistencia de este tipo que se eryre- pero al Eismo tiempo y a travé§ de ese trata-
sa en la críüca aI implante coclear, presentado miento, de ser reducídos a una carencia. ¿O no
. es cierto que es ese el riesgo concreto' de los
. como la única posibilidad paia un niño sordo-
29