Este informe trata acerca de un modelo de desarrollo como fue el Modelo ISI y sus
limitaciones para llevar al desarrollo del país al no poder cambiar las asimetrías regionales
producidas antes en el Modelo agroexportador. En esto tuvieron mucho que ver qué
pasaba afuera del país, qué hizo o n dejo de hacer el Estado, qué decisiones económicas
tomaron los empresarios, y cómo se manejó en el territorio la población del campo y de la
ciudad.
Desarrollo
El desarrollo del modelo ISI entre 1930 y 1976 generó consecuencias territoriales que en
vez de permitirle su mantenimiento a través del tiempo fueron una barrera que llevó a su
crisis.
Desde 1930 hubo una tendencia a la concentración de población por los movimientos
migratorios en un solo sentido y a la metropolización de Buenos Aires.
1-
-El Estado con su ayuda económica favoreció a las industrias productoras de bienes de
consumo final y urbano.
-La actividad fabril de las ciudades creció gracias a la renta agraria con la que el Estado
financiaba el desarrollo industrial y el consumo obrero.
-La mayor demanda de fuerza de trabajo y los mejores salarios en la región pampeana.
2-
Por eso impuso aranceles a los productos importados, como consecuencia disminuyeron
en un 60 % las importaciones.
Las economías regionales eran proveedoras de los bienes agrícolas que no se producían
en la región pampeana (algodón)
-Las mejoras de los ingresos de los trabajadores de las áreas industriales del país
La dependencia del mercado pampeano perjudicaba a las economías del interior porque
las fábricas que procesaban las materias primas, en gran parte, se localizaban en esta
región. Por lo tanto la industrialización se realizaba en las provincias pampeanas y allí
quedaba gran parte de la riqueza generada por las demás provincias. (transferencia
espacial de riqueza)
Entre 1946 y 1954, el salario medio nominal se multiplicó por nueve y la masa salarial
llego a concentrar en 1950 el 55,4% del ingreso nacional total.
El Estado procuraba atar la prosperidad de una incipiente burguesía industrial nacional al
bienestar de las masas populares, favoreciendo a la fuerza de trabajo asalariada y a
pequeños empresarios y trabajadores independientes.
En este contexto, los impuestos a las importaciones y la transferencia de la renta agraria
permitían asegurar el funcionamiento del Estado y efectuar una redistribución del ingreso
nacional bajo la forma de salarios indirectos, garantizando mediante los controles de
precios en el mercado interno la reproducción a bajo costo de la fuerza de trabajo.
La mecanización y tecnificación del campo -objetivada en un significativo incremento de la
fuerza de trabajo rural despojada de sus medios de subsistencia- se tornó rasgo
dominante de esta fase y las migraciones rural-urbanas se transformaron en un
mecanismo de consolidación de las desigualdades preexistentes. La industrialización
aceleró el proceso de migraciones internas: grandes masas de población rural, empujadas
por la crisis agrícola, se volcaron hacia los centros industriales, especialmente Buenos
Aires.
En 1947, ya el 62% de la población argentina era urbana y podía entenderse por las
masivas migraciones entre el campo y la ciudad frente a la crisis del sector agropecuario.
El conurbano bonaerense, que concentraba el 49,7% de los movimientos migratorios
totales del país, ya contaba en 1947 con un tercio de la población argentina. El Gran
Buenos Aires recibió entre 1947 y 1970 una cantidad de migrantes superior a los dos
millones de personas provenientes del resto del país.
Esos migrantes provenian fundamentalmente de Entre Ríos, Tucumán, Corrientes,
Santiago del Estero, Santa Fe, Catamarca, La Pampa, San Luis y La Rioja.
El Estado aseguraba la continuidad de esos flujos migratorios. La nacionalización de los
ferrocarriles y el descenso del costo de los fletes ferroviarios suponían más facilidades
para desplazarse por el territorio.
La intervención del Estado después de 1952 fue menos directa y tomaron las grandes
empresas transnacionales importantes decisiones económicas para explotar y desarrollar
los sectores considerados estratégicos.
Comenzaba así el fin del desarrollo fabril interno, a partir de las radicaciones de capitales
norteamericanos en las ramas automotriz, energética y química. Entre 1959 y 1968, se
registro una entrada promedio de 56 millones de dólares anuales en concepto de
inversiones privadas directas.
En contraste, las provincias de Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, San Luis, Entre
Ríos y Corrientes generaban en 1968 el 4% del PBI y contaban con un ingreso per cápita
60% inferior a la media nacional. El conurbano era el centro de poder del país,
concentrando los excedentes, centralizando las decisiones y acaparando los recursos
materiales e inmateriales disponibles.
En el interior del país Tucumán, Salta, Santiago del Estero y La Rioja, por su parte,
construyeron una nueva división del trabajo en torno a ciertos cultivos industriales,
especialmente el tabaco, el algodón y la caña de azúcar, según el caso, mientras que
Mendoza y San Juan cristalizaban su vocación vitivinícola. La Patagonia, finalmente, se
consolidaba en tanto centra productor de hidrocarburos.
El papel del Estado determinó que las economías regionales se hicieran más
dependientes que en el pasado de la región pampeana, en especial del Gran Buenos
Aires.
3-
El desarrollo del modelo agro exportador en la Argentina había relegado a las provincias
del interior del país al papel de proveedoras de aquellos bienes agrícolas que no se
producían en la región pampeana, como el algodón chaqueño que era utilizado por las
industrias textiles del área metropolitana de Buenos Aires. Este papel era similar al de la
economía pampeana respecto del mercado externo. Cada una de las distintas regiones
del país era muy dependiente de fenómenos que se desarrollaban en otros lugares.
Para las economías extra pampeanas de la Argentina, tanto el Gran Buenos Aires como
las demás ciudades pampeanas representaban el principal mercado consumidor de sus
productos. El gran tamaño de estas ciudades, así como la concentración de población
asalariada que vivía allí, les garantizaba a los productores y a otros agentes económicos,
como los comercializadores, un mercado estable, compuesto por millones de
consumidores.
Sin embargo, la producción y los productores quedaban sujetos, al mismo tiempo, a las
variaciones de los ingresos de la población que componía este gran mercado. De este
modo, si los ingresos allí crecían, se incrementaba la demanda, pero si disminuían, parte
de la producción no lograba venderse, y los productores se perjudicaban.
Las mejores condiciones para la producción extra pampeana que se verificó se relacionan
además con las mejoras en las condiciones del empleo y los ingresos de una parte
importante de la población, en particular de los trabajadores industriales.
Sin embargo, la dependencia del mercado pampeano perjudicaba a las economías del
interior en otro sentido, ya que las fábricas que procesaban las materias primas se
localizaban mayoritariamente en esta región. Con excepción de la vid y de la caña de
azúcar, que deben ser industrializadas donde se producen para garantizar la calidad del
producto, la industrialización se realizaba en las provincias pampeanas, donde quedaba
parte de la riqueza generada por las demás provincias.
Había una división territorial del trabajo en la que el poder del sistema a escala nacional
era el conurbano bonaerense, las áreas productivas subsidiarias de la expansión
energética, el apogeo de la industria y el devenir de la agricultura moderna (la Patagonia,
Santa Fe, Córdoba, buena parte de la provincia de Buenos Aires, algunos fragmentos de
la economía cuyana), y un vasto paisaje de decadencia, obsolescencia y devastación,
plasmado en las restantes provincias del interior del país, y particularmente agudizado
hacia el norte. Este último, castigado por la pobreza y la miseria, desempeñaba una
función de proveedor de fuerza de trabajo con bajo costo de reproducción para las
industrias radicadas en las áreas más modernas del país.
b) Impacto territorial de las acciones del Estado en las economías regionales:
Conclusión
Este informe ha demostrado que la estrategia de desarrollo del modelo ISI no logró sus
objetivos principales ya que se mantuvieron en gran parte las desigualdades regionales
iniciadas durante el modelo agroexportador; el país no consiguió autoabastecerse con
manufacturas, por lo que siguió dependiendo de importaciones; el mercado interno no fue
suficiente como para potenciar el modelo de industrialización; la dependencia tecnológica
y financiera impidieron que el modelo se prolongara en el tiempo para mejorar la
economía general de Argentina.