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Introducción

Este informe trata acerca de un modelo de desarrollo como fue el Modelo ISI y sus
limitaciones para llevar al desarrollo del país al no poder cambiar las asimetrías regionales
producidas antes en el Modelo agroexportador. En esto tuvieron mucho que ver qué
pasaba afuera del país, qué hizo o n dejo de hacer el Estado, qué decisiones económicas
tomaron los empresarios, y cómo se manejó en el territorio la población del campo y de la
ciudad.

Desarrollo

El desarrollo del modelo ISI entre 1930 y 1976 generó consecuencias territoriales que en
vez de permitirle su mantenimiento a través del tiempo fueron una barrera que llevó a su
crisis.

Desde 1930 hubo una tendencia a la concentración de población por los movimientos
migratorios en un solo sentido y a la metropolización de Buenos Aires.

La combinación de varios factores generó este desarrollo asimétrico regionalmente del


modelo ISI, pero a su vez dichos factores derivaron de:

1-

a) El Estado como agente económico

-El Estado con su ayuda económica favoreció a las industrias productoras de bienes de
consumo final y urbano.

-La actividad fabril de las ciudades creció gracias a la renta agraria con la que el Estado
financiaba el desarrollo industrial y el consumo obrero.

b) El Estado como agente territorial

-El tipo y ritmo de industrialización convirtió a la región pampeana en el espacio con


mayores atractivos para la localización industrial.

-La mayor demanda de fuerza de trabajo y los mejores salarios en la región pampeana.

-La continuidad en la infraestructura pública (principalmente puertos y rutas) con respecto


al modelo agro exportador.
-La capacidad limitada del Estado para intervenir y regular el sistema de precios en el
mercado de capitales y de trabajo.

2-

a) Primera etapa del modelo ISI (1930-1943)

Al comienzo de la industrialización el Estado determinó la reducción de las importaciones


para evitar la descapitalización de la economía nacional.

Por eso impuso aranceles a los productos importados, como consecuencia disminuyeron
en un 60 % las importaciones.

La caída de la actividad económica a finales del modelo agroexporador provocó mucha


desocupación. De allí surgieron muchos trabajadores baratos que fueron empleados por
las nuevas industrias.

La desprotección del Estado para los pequeños y medianos productores y a los


trabajadores rurales fue un factor que impulsó la migración del campo a la ciudad.

Como resultado parcial de la primera fase de la industrialización se comprueba que: En


1929 se había importado el 52 % de todas las manufacturas consumidas mientras que en
1943 sólo se trajo del exterior el 19% el 81% restante se produjo en Argentina.

Tipo de Industrialización: Eran manufacturas principalmente productos de la industria


liviana o bienes básicos (alimentos y textiles).

Las economías regionales eran proveedoras de los bienes agrícolas que no se producían
en la región pampeana (algodón)

La producción y los productores de las áreas extrapampeana quedaban sujetos a las


variaciones que se producían en el principal mercado consumidor del país.

Los factores que estimularon la producción de bienes-salario regionales fueron:

-El gran crecimiento de la población urbana

-Las mejores condiciones para la producción

-Las mejoras de los ingresos de los trabajadores de las áreas industriales del país
La dependencia del mercado pampeano perjudicaba a las economías del interior porque
las fábricas que procesaban las materias primas, en gran parte, se localizaban en esta
región. Por lo tanto la industrialización se realizaba en las provincias pampeanas y allí
quedaba gran parte de la riqueza generada por las demás provincias. (transferencia
espacial de riqueza)

b) Segunda etapa del modelo ISI (1943-1952)

Entre 1946 y 1954, el salario medio nominal se multiplicó por nueve y la masa salarial
llego a concentrar en 1950 el 55,4% del ingreso nacional total.
El Estado procuraba atar la prosperidad de una incipiente burguesía industrial nacional al
bienestar de las masas populares, favoreciendo a la fuerza de trabajo asalariada y a
pequeños empresarios y trabajadores independientes.
En este contexto, los impuestos a las importaciones y la transferencia de la renta agraria
permitían asegurar el funcionamiento del Estado y efectuar una redistribución del ingreso
nacional bajo la forma de salarios indirectos, garantizando mediante los controles de
precios en el mercado interno la reproducción a bajo costo de la fuerza de trabajo.
La mecanización y tecnificación del campo -objetivada en un significativo incremento de la
fuerza de trabajo rural despojada de sus medios de subsistencia- se tornó rasgo
dominante de esta fase y las migraciones rural-urbanas se transformaron en un
mecanismo de consolidación de las desigualdades preexistentes. La industrialización
aceleró el proceso de migraciones internas: grandes masas de población rural, empujadas
por la crisis agrícola, se volcaron hacia los centros industriales, especialmente Buenos
Aires.
En 1947, ya el 62% de la población argentina era urbana y podía entenderse por las
masivas migraciones entre el campo y la ciudad frente a la crisis del sector agropecuario.
El conurbano bonaerense, que concentraba el 49,7% de los movimientos migratorios
totales del país, ya contaba en 1947 con un tercio de la población argentina. El Gran
Buenos Aires recibió entre 1947 y 1970 una cantidad de migrantes superior a los dos
millones de personas provenientes del resto del país.
Esos migrantes provenian fundamentalmente de Entre Ríos, Tucumán, Corrientes,
Santiago del Estero, Santa Fe, Catamarca, La Pampa, San Luis y La Rioja.
El Estado aseguraba la continuidad de esos flujos migratorios. La nacionalización de los
ferrocarriles y el descenso del costo de los fletes ferroviarios suponían más facilidades
para desplazarse por el territorio.
La intervención del Estado después de 1952 fue menos directa y tomaron las grandes
empresas transnacionales importantes decisiones económicas para explotar y desarrollar
los sectores considerados estratégicos.
Comenzaba así el fin del desarrollo fabril interno, a partir de las radicaciones de capitales
norteamericanos en las ramas automotriz, energética y química. Entre 1959 y 1968, se
registro una entrada promedio de 56 millones de dólares anuales en concepto de
inversiones privadas directas.

Entre 1950 y 1970 las industrias dinámicas, intensivas en capital y fuertemente


modernizadas concentraban aproximadamente el 80% del valor agregado industrial,
desplazando a las industrias "vegetativas" típicas de la subetapa 1943-1952.

La región pampeana representaba el 70% de la ganadería vacuna del país y el 90% de la


producción global de cereales, mientras que solo el Gran Buenos Aires acaparaba el 56%
de la producción industrial, el 53% del empleo manufacturero y el 60% de los sueldos
pagados en el comercio y la prestación de servicios, teniendo además un ingreso per
cápita 70% superior al del resto del país.

En contraste, las provincias de Catamarca, La Rioja, Santiago del Estero, San Luis, Entre
Ríos y Corrientes generaban en 1968 el 4% del PBI y contaban con un ingreso per cápita
60% inferior a la media nacional. El conurbano era el centro de poder del país,
concentrando los excedentes, centralizando las decisiones y acaparando los recursos
materiales e inmateriales disponibles.

En el interior del país Tucumán, Salta, Santiago del Estero y La Rioja, por su parte,
construyeron una nueva división del trabajo en torno a ciertos cultivos industriales,
especialmente el tabaco, el algodón y la caña de azúcar, según el caso, mientras que
Mendoza y San Juan cristalizaban su vocación vitivinícola. La Patagonia, finalmente, se
consolidaba en tanto centra productor de hidrocarburos.

El papel del Estado determinó que las economías regionales se hicieran más
dependientes que en el pasado de la región pampeana, en especial del Gran Buenos
Aires.

El Estado, a cargo de militares nacionalistas con proyectos industrialistas, cobró gran


protagonismo al ser interventor y benefactor: creó empresas y nacionalizó otras.
Transferencia campo-ciudad: El estado se apropiaba de gran parte de los beneficios que
brindaban las exportaciones agropecuarias y los destinaba a préstamos industriales o a
políticas sociales. El control del comercio exterior le permitía al Estado alentar el
desarrollo industrial nacional y mejorar el nivel de vida de la población. Como
consecuencia gran parte de la población pudo acceder a la educación, la jubilación, la
salud y la vivienda propia.

c) Limitaciones del modelo ISI:


1- La abundancia de mano de obra barata y la poca inversión inicial que
demandaban las primeras industrias no estimularon el desarrollo de tecnologías
avanzadas que potenciaran la industrialización de Argentina y que le permitieran
sustentarse a largo plazo. Instalar una fábrica para elaborar bienes de consumo
requiere menos inversión y máquinas menos complejas.
2- El crecimiento del consumo interno redujo la cantidad de productos exportables.
Las industrias sólo sustituían parte de los bienes por lo que se tuvieron que
importar más insumos industriales para atender ese mayo consumo. Al aumentar
las importaciones y reducirse las exportaciones cayó la cantidad de divisas
disponibles, así se frenó la profundización del modelo de industrialización.

3-

a) La profundización de las asimetrías regionales

El desarrollo del modelo agro exportador en la Argentina había relegado a las provincias
del interior del país al papel de proveedoras de aquellos bienes agrícolas que no se
producían en la región pampeana, como el algodón chaqueño que era utilizado por las
industrias textiles del área metropolitana de Buenos Aires. Este papel era similar al de la
economía pampeana respecto del mercado externo. Cada una de las distintas regiones
del país era muy dependiente de fenómenos que se desarrollaban en otros lugares.

Para las economías extra pampeanas de la Argentina, tanto el Gran Buenos Aires como
las demás ciudades pampeanas representaban el principal mercado consumidor de sus
productos. El gran tamaño de estas ciudades, así como la concentración de población
asalariada que vivía allí, les garantizaba a los productores y a otros agentes económicos,
como los comercializadores, un mercado estable, compuesto por millones de
consumidores.
Sin embargo, la producción y los productores quedaban sujetos, al mismo tiempo, a las
variaciones de los ingresos de la población que componía este gran mercado. De este
modo, si los ingresos allí crecían, se incrementaba la demanda, pero si disminuían, parte
de la producción no lograba venderse, y los productores se perjudicaban.

En general, el crecimiento de la demanda de esos productos regionales se incrementó


durante el periodo en que duro la ISI, por distintas razones. En primer lugar por el gran
crecimiento de la población urbana, que continuó a lo largo de toda la etapa e implicó, por
lo tanto, una creciente demanda de alimentos. Entre 1947 y 1970 la población total del
país pasó de 15,8 millones a 23,3 millones de personas, lo que representa un crecimiento
del 47%. En ese mismo periodo, el Gran Buenos Aires prácticamente duplicó su
población, superando los 8 millones de habitantes, y la región pampeana en su totalidad
pasó de 6,7 a 8,6 millones de personas. Entre las dos regiones, el crecimiento poblacional
fue de un 50% y su población llego a representar el 72,5% del total del país.

Las mejores condiciones para la producción extra pampeana que se verificó se relacionan
además con las mejoras en las condiciones del empleo y los ingresos de una parte
importante de la población, en particular de los trabajadores industriales.

Sin embargo, la dependencia del mercado pampeano perjudicaba a las economías del
interior en otro sentido, ya que las fábricas que procesaban las materias primas se
localizaban mayoritariamente en esta región. Con excepción de la vid y de la caña de
azúcar, que deben ser industrializadas donde se producen para garantizar la calidad del
producto, la industrialización se realizaba en las provincias pampeanas, donde quedaba
parte de la riqueza generada por las demás provincias.

Había una división territorial del trabajo en la que el poder del sistema a escala nacional
era el conurbano bonaerense, las áreas productivas subsidiarias de la expansión
energética, el apogeo de la industria y el devenir de la agricultura moderna (la Patagonia,
Santa Fe, Córdoba, buena parte de la provincia de Buenos Aires, algunos fragmentos de
la economía cuyana), y un vasto paisaje de decadencia, obsolescencia y devastación,
plasmado en las restantes provincias del interior del país, y particularmente agudizado
hacia el norte. Este último, castigado por la pobreza y la miseria, desempeñaba una
función de proveedor de fuerza de trabajo con bajo costo de reproducción para las
industrias radicadas en las áreas más modernas del país.
b) Impacto territorial de las acciones del Estado en las economías regionales:

Las economías de las provincias se orientaban al abastecimiento del mercado interno, en


particular las grandes áreas metropolitanas. Se trataba de bienes-salario ya que el
consumo de los mismos estaba sujeto a capacidad de demanda de la clase asalariada
industrial. Así se ve claramente un ejemplo de dependencia del Interior hacia la región
pampeana.

Las empresas públicas creadas por el Estado incidieron en las economías


extrapampeanas: algunas de estas tenían como objetivo la búsqueda, extracción y
provisión de combustibles y minerales como YPF. Otras la producción de energía para la
industria. La intervención de estas empresas mejoró las economías de ciertas provincias (
Neuquén, Santa Cruz y Chubut) aunque también se reforzó la dependencia del gobierno
central y de Buenos aires.

3- La participación del capital extranjero

La última etapa del modelo de industrialización por sustitución de importaciones en la


Argentina se caracterizo por un gran crecimiento industrial, una fuerte inestabilidad
política, un aumento en la importancia de la inversión extranjera, el crecimiento de la
desocupación y de la injerencia estatal en la economía, y un cambio en la importancia
relativa de las distintas regiones del país. Iniciada en 1953, esta etapa finalizo en 1976,
cuando las Fuerzas Armadas protagonizaron el último golpe de Estado y modificaron
completamente las condiciones para el desarrollo económico nacional.
Las características particulares de la etapa iniciada en 1953 se relacionan con factores
internos, por ejemplo el establecimiento de límites a la producción de bienes industrial
básicos, como el acero, los plásticos, combustibles y petróleo, y también factores
externos, como el creciente peso mundial de las inversiones estadounidenses.

Las principales empresas industriales de los países centrales también atravesaron


dificultades económicas luego de la crisis de 1930, porque los consumidores de su país
de origen también vieron caer sus ingresos y solo adquirían los bienes indispensables. A
fin de aumentar sus ganancias, una estrategia que desarrollaron las empresas fue invertir
en otros países y ganar de esta manera nuevos mercados consumidores para sus
productos.
En la Argentina más de 1.100 empresas extranjeras realizaron inversiones entre 1958 y
1972: el 55% eran de origen estadounidense, el 10%, suizas y el 5%, italianas. Como
contaban con un nivel tecnológico, capacidad organizativa, tamaño y capital muy
superiores a los de las nacionales, pronto estas empresas dominaron los distintos
circuitos de la producción industrial.
En especial, las empresas extranjeras se concentraron en actividades económicas en
crecimiento, las llamadas industrias dinámicas, como la automotriz y la electrónica. La
automotriz Ford, por ejemplo, fue una de las primeras en instalarse en el país, en una
planta que construyo en Pacheco, provincia de Buenos Aires. Una parte de las empresas
privadas nacionales colaboro con las extranjeras y el resto se especializo en producir
bienes en rubros industriales con bajas posibilidades de crecimiento: las denominadas
industrias vegetativas, como la textil.
La gran cantidad de maquinaria que utilizaban las empresas multinacionales logro un
crecimiento de la producción del orden del 64%, pero por otro lado redujo la cantidad de
obreros empleados. Por sus características y tamaño, estas empresas llegaron a dominar
la mayor parte del sistema industrial del país, lo que genero para la Argentina una
importante dependencia tecnológico-industrial. Por otra parte, para favorecer su
instalación, el Estado asumió el compromiso financiero de cambiarles sus ganancias a
dólares, para que las firmas los enviaran a sus países de origen. Para poder cumplir con
este compromiso, el Estado nacional pidió prestamos al exterior, situación que aumento la
deuda pública.

Conclusión

Este informe ha demostrado que la estrategia de desarrollo del modelo ISI no logró sus
objetivos principales ya que se mantuvieron en gran parte las desigualdades regionales
iniciadas durante el modelo agroexportador; el país no consiguió autoabastecerse con
manufacturas, por lo que siguió dependiendo de importaciones; el mercado interno no fue
suficiente como para potenciar el modelo de industrialización; la dependencia tecnológica
y financiera impidieron que el modelo se prolongara en el tiempo para mejorar la
economía general de Argentina.

Se verificó que a pesar de su papel interventor el Estado no logró mayor equilibrio


territorial de la actividad económica entre las regiones pampeana y extrapampeana.

El tipo y ritmo de industrialización impidieron que el agro y la industria se complementaran


como medios para el crecimiento económico de Argentina.

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