Genotipo.
En general se asume que la frecuencia de cambios dependerá de variaciones preexistentes en el genotipo
y de las interacciones que surgen entre el genotipo y el proceso de cultivo, por ejemplo.
En arroz, ciertas variedades estables muestran niveles de variación que oscilan entre el 0 y el
1%, mientras que, en otras, consideradas inestables, oscilan entre el 10 y el 27%.
En Kalanchoe, especie ornamental, la variación somaclonal es genotipo dependiente y se la
utiliza como una herramienta para la obtención de variedades (Levitus & Otros, 2010).
El nivel de ploidía:
Los poliploides, con más de dos juegos completos de cromosomas, están «tamponados», y por lo tanto
toleran la ganancia o pérdida de cromosomas, pudiendo así cumplir con los requisitos impuestos por la
regeneración. En los diploides, la pérdida o la alteración den cromosomas que llevan genes vitales
impedirá la regeneración de las plantas, llegando con éxito a esta etapa sólo aquellos explantos que
tengan su complemento cromosómico completo.
Por ejemplo en raigrás (Lolium multiflorum) y en papa se observó que las variedades diploides
muestran estabilidad, mientras que las tetraploides tienden a generar aneuploidías durante el
cultivo de tejidos (Levitus & Otros, 2010).
Explanto.
La variación también puede ser una consecuencia de quimerismo en el explanto original. Las quimeras
son mosaicos genéticos. Esto significa que dentro de una misma planta existen células con diferente
constitución genética, lo cual se debe a una serie de cambios producidos durante el desarrollo
en el ADN nuclear de ciertos tipos celulares. Si estos tejidos se utilizan como explantos y sus células
son inducidas a dividirse y rediferenciarse, las diferentes líneas celulares podrían entonces dar origen a
plantas genéticamente diferentes.
La utilización de explantos con tejidos organizados como esquejes radicales o caulinares sería
una buena opción si es necesario mantener estabilidad genética durante el cultivo in vitro. Sin
embargo, diferentes genotipos reaccionan de manera distinta, aún con explantos «seguros».
Parecería que el cultivo de meristemas aislados sería la mejor opción para minimizar el riesgo
de variación somaclonal. Sin embargo, esto no debería tomarse como regla. Utilizando técnicas
moleculares fue posible detectar la ocurrencia de variación en plantas de frutilla y paraíso
obtenidas a partir de meristemas.
El cultivo de protoplastos parecería inducir, en ocasiones, inestabilidad genética, como fue
observado en papa y Nicotiana. Esto, en ocasiones, ha sido asociado a los mayores tiempos en
cultivo involucrados en la regeneración de plantas a partir de explantos tan pequeños (Levitus
& Otros, 2010).
La vía de regeneración
La variación observada en cultivos embriogénicos es relativamente menor que la que aparece en cultivos
organogénicos. Esto probablemente se debe a la gran presión de selección impuesta en la formación de
los embriones, mayor que la requerida en la formación de vástagos.
Se postula que el gran número de genes requeridos para la iniciación y maduración de embriones
cigóticos y somáticos impediría la acumulación de mutaciones deletéreas (Levitus & Otros, 2010).
Fase de callo:
De aquí proviene la mayor parte de variación obtenida in vitro. La iniciación de un callo puede ser
análoga a la respuesta de las plantas a heridas, que se sabe que activan elementos transponibles y
estimulan la inducción de enzimas y productos específicos que se inducen también en situaciones de
estrés. Cuando comienza la división celular a partir de tejidos diferenciados, que dará origen a un callo,
se incrementa el riesgo de inestabilidad cromosómica.
La variación que ocurre en los números cromosómicos en la primera fase de la inducción del callo sería
el resultado de fragmentación nuclear seguida por mitosis de los fragmentos nucleares, combinada con
la mitosis normal de los núcleos intactos (núcleos euploides) (Levitus & Otros, 2010).
Medio de cultivo.
El estado físico del medio de cultivo también influye en el nivel de variación obtenida. Un mismo
explanto puede tener diferente comportamiento si se lo cultiva en medio sólido o en medio líquido.
Temperatura
Que puede inducir inestabilidad cariotípica o puede incrementar el número de plantas albinas.
El 2,4-D, el AIA (ácido indolacético) y el ANA (ácido naftalenacético) han sido señalados como los
responsables de los incrementos en la metilación de la citosina que tiene lugar durante el cultivo in vitro.
Los sectores en el ADN, donde la citosina se encuentra metilada en posición 5 son considerados puntos
calientes de mutación, ya que la desaminación de una 5-metil citocina resulta en un cambio de la base
de citocina a timina.
la fase de callo sería un período sensible en el cual la manipulación hormonal afecta la estabilidad de las
plantas regeneradas, de manera que las hormonas inducirían la inestabilidad genética sin ser,
necesariamente, el origen de la misma (Levitus & Otros, 2010).
La deficiencia de oxígeno
La cual se genera durante el curso del cultivo. La tensión de oxígeno de las células en la superficie del
callo es diferente a la de aquellas células que se encuentran situadas profundamente en la masa del
mismo.
La anaerobiosis resultaría en la producción de etanol, el cual podría comportarse como un mutágeno.
También existen especies de plantas que producen compuestos mutagénicos durante el cultivo. Un
efecto similar podría tener la acumulación de metabolitos producidos por las propias células durante el
proceso. Se ha mencionado que las condiciones de cultivo in vitro podrían afectar los niveles de
resistencia celular al efecto de los metabolitos que normalmente se encuentran presentes en los tejidos
en bajas concentraciones (Levitus & Otros, 2010).
Entre las alteraciones genéticas registradas durante el cultivo in vitro pueden citarse mutaciones génicas,
cambios cromosómicos que involucren la estructura o el número de los cromosomas y activación de
elementos genéticos transponibles.
También existen anomalías, como el intercambio entre cromátidas hermanas o el «crossing over»
somático, que pueden alterar su frecuencia de aparición en plantas regeneradas respecto de plantas que
no pasaron por cultivo in vitro (Levitus & Otros, 2010).
Marcadores morfológicos
Marcadores moleculares
Presentan varias ventajas a la hora de detectar inestabilidad genética debido a su amplia cobertura del
genoma y a que no son influenciados por el ambiente ni por los estados fenológicos de las plantas.
Utilizando RAPD pudo detectarse la existencia de polimorfismos en plantas de Triticum tauschii
obtenidas mediante callogénesis. Los RAPD para diagnosticar fidelidad genética en plantas regeneradas
por cultivo in vitro han sido utilizados en Pinus mariana (Mill), Festuca pratensis Huds., Picea
abies, Quercus suber L.y Panax notoginseng.
Otros marcadores moleculares utilizados con éxito para la evaluación de variación somaclonal, como
los AFLP, permitieron detectar en banana la existencia de diferencias a nivel molecular entre plantas
regeneradas de fenotipo normal y aberrantes (Levitus & Otros, 2010).
Bibliografía
Levitus, G., & Otros. (2010). Biotecnología y Mejoramiento Vegetal II. Argentina: Editorial INTA.
Obtenido de http://intainforma.inta.gov.ar/wp-content/uploads/2010/09/bio_WEB.pdf
Tabares, E., & Otros. (1999). Variación somaclonal y su aplicación al mejoramiento de cultivos.
Obtenido de UNNE:
http://exa.unne.edu.ar/biologia/fisiologia.vegetal/Cultivo%20de%20Tejidos%20en%20la%20
Agricultura/capitulo14.pdf