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mismo de su concepeién misma del fin, entendido como Ia realizacion de la libertad en el mundo. El primero de estos puntos siempre fue ajeno a Kojéve, para quien el liberalismo ~politico o econémico~ era una reliquia de! pasado. Fl segundo inspiré la interpretacién que Kojéve hizo originalmente de su época, cuando atin contemplaba la posibilidad de un camino socialista hacia el reino de la libertad, pero que fue abandonada por la ironia de su vision final de la expansién del capitalismo. Fukuyama toma de Kojéve, por otro lado, la idea de la posicién central que ocupa el hedonismo del consumo moderno, y la de la caducidad del significado tradicional del Estado. nacional, temas que no se encuentran en Hegel. La sinte: sis resultante es original, ligando la democracia liberal con la prosperidad capitalista en un nudo terminal y en: fatico, El gran cambio que inspiré esta versién del fin de la historia fue, por supuesto, el colapso del comunismo, Cuando Habermas termind de escribir su Discurso filosé: fico de la modernidad, Gorbachov ni siquiera habia subi- do al poder Cuatro atios mis tarde, la perestroika ya estaba agoni zando y el proceso que condujo a la caida del Estado soviético se encontraba muy avanzado. La visién de Fu- kuyama es un producto de ese momento y su autor se hallaba capacitado para afrontarlo. El discurso clasico de Ia conclusién ha sido abra de filésofos intensamente interesados por la politica de su tiempo, pero que toman cierta distancia profesional al respecio. En el caso de Fukuyama se invierte esta relacion, pues la suya es una mente enteramente politica entrenada desde la estructu- ra de Ia historia, la cual a su vez es vista en una perspec iva filoséfica. Esto habria sido del gusto de Kojéve, sentado en sus oficinas del Quai Branly. El funcionario del Departamento de Estado es ~contrariamente a lo 98 que supone una versién superficial~ un digno sucesor del chargé de mission del Ministerio de Finanzas.’” La protesta que suscité su tesis original no es una muestra de su ineptitud sino de su fuerza. Cuales fueron las objeciones principales que se le hicieron, en respuesta a su articulo, al argumento de Fukuyama de que, después de los enormes conflictos del siglo Xx, «la victoria absoluta del liberalismo econdmico y politico» por encima de todos sus competidores signifi caba uno sélo el fin de la Guerra Fria, o la conclusién de un periodo particular de {a historia, sino el fin de la historia como tal: es decir, el punto final de la evolucién ideolégica de la humanidad y la universalizacion de la democracia liberal occidental como Ia forma final del gobierno humano»?! Estas objeciones pueden agruparse en tres categorias. La primera fue un coro de rechazo ala idea misma de una conclusion historica, con independen- cia de su caracter. La mayoria de los comentaristas de Fukuyama en la prensa mundial recibieron su argumento con incredulidad; al fin y al cabo, gno nos informan el sentido comin y Ia prensa diaria que siempre hay aconte- cimientos nuevos ¢ inesperados e incluso que su ritmo se acelera en progresién geométrica, tal como lo demuestra el sensacional cierre de la década? La respuesta es, por supuesto, un sofisma. El argumento de Fukuyama permi- te que se presente cualquier mimero de acontecimientos empiricos, tal como él Jo ha senalado: sencillamente sos- tiene que hay un conjunto de limites estructurales dentro de los cuales éstos se desenvuelven hoy en dia, y que ya 122, Un ejemplo de las habilidades profesionales de Fukuyama puede verse en sit fuido anslisis sobre las dinmicas del colapso del apartheid en Sudairica, un campo bastante distinto al de su ocupacién nicial como sovietdlogo; «The Next South Africa’, The National Interest, verano de 1991, pp. 13-28 123, «The Bnd of History», pp. 3-4 99

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