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Índice de la pobreza multidimensional.

Es una medida que se elaboró desde el año 2010 y que fue diseñada con el fin de
presentar estadísticamente las múltiples carencias que presentan o que pueden
sufrir las personas menos favorecidas, para lo cual utiliza un total de 10
indicadores entre los cuales se encuentran; nutrición, mortalidad infantil, años de
instrucción, piso, bienes, electricidad, agua, combustible para cocinar y otros, con
el fin de ver la intensidad de las carencias y la cantidad de ellas que pueden
presentar o padecer al mismo tiempo.

A lo largo del tiempo, muchas cifras referentes no solo a la pobreza sino a otras
áreas estadísticas han sido manipuladas con el fin de disimular la mala
implementación de las políticas. Sin embargo, es importante que la información
sobre la pobreza sea totalmente transparente porque si se quiere erradicar y
atacar debemos comenzar por conocer claramente cuáles son las necesidades,
las circunstancias y la cantidad de personas que actualmente son víctimas y se
encuentran en esta condición.

Este índice muestra la intensidad de la pobreza en tres niveles básicos;


educación, salud y nivel de vida y ofrece una perspectiva que antes era muy difícil
visualizar puesto que muestra los distintos tipos de necesidades insatisfechas que
presentan los individuos, las comunidades y los países con el fin de observar
como esas carencias son fuente de la aparición de la pobreza. Por otra parte este
método ayuda a identificar los segmentos verdaderamente pobres de la sociedad,
revela las carencias más comunes y aporta que la superación de la pobreza debe
basarse no solo en esfuerzos individuales sino también en generar condiciones
que produzcan beneficios a las poblaciones en conjunto.

El IPM es la medida que hasta los momentos es considerada la más completa


forma de medir la pobreza porque además de lo anteriormente mencionado
muestra de que forma se relacionan las políticas públicas o los efectos de estas a
los cambios que presente aquel porcentaje de la sociedad donde se concentran la
mayoría de las carencias y comprueba una vez más que el medir el Producto
Interno Bruto no refleja los reales niveles de pobreza existentes en una nación.
El economista además de entender que crecimiento económico no es igual a
desarrollo humano, debe comprender la responsabilidad que asume al diseñar
políticas económicas que beneficien a la sociedad y para esto es importante
asumir y comenzar a ver a la política económica y a la política social como unidad
y no de forma separada, puesto que lo que se aplique en una o el comportamiento
de una de ellas afectara de forma inevitable a la otra.

Las políticas deben estar diseñadas e inclinadas a desarrollar las capacidades de


las personas pero sobre todo a hacer que los bienes y servicios de calidad estén
disponibles en igual cantidad para todas las personas.

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