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Estudios sobre teoría

social ...

Alfred Schutz
Arvid Brodersen, compilador

Amorrortu editores
Buenos Aires
;J~(:lll4 -
Director de la biblioleca de ~oc10logfa, Luis A. Rigal Introducción
Collected Papers: JI. Studies in Social Theory, Alfred Schutz
© Martinus Nijhoff, La Haya, Holanda, 1964
Traducción, Néstor Míguez
Revisión, Ariel Bignami
Unica edición en castellano autorizada por Ilse Schutz, Nueva
York y debidamente protegida en todos los países. Queda
hech~ el depósito que previene la ley n'? 11.723. ©Todos los
derechos de la edición castellana reservados por. Amorrortu El volumen que aquí presentamos, el segundo de la reco-
editores S. A., Esteban de Luca 2223, Buenos Aires. pilación de artículos de Alfred Schutz ( Collected Papers) ,
contiene trabaiQs sociológicos correspondientes al período •
La reproducción total o parcial de este libr~ en forma i~éntica 1940-1229 y, en un caso, al año 1932. La selección ha sido
efect~da de acuerdo con un cuadro de organización del ma-
0 modificada, escrita a máquina por. el sistema multzvaph,
mimeógrafo, impreso, etc., no a1;1tonz~~a l?~r los edi~ores, terial que el autor bosquejó poco antes de su muerte. ~n sus
viola derechos reservados. Cualquier utihzac1on debe se. pre- últimas ·semanas de vida, Schutz hizo planes para recopilar y
viamente solicitada. publicar en inglés, en forma de libro, muchos artículos per-
tenecientes a su «período norteamericano». El material debía
Industria argentina. Made in Argentina . ser distribuido en tres volúmenes: uno al cual tituló Et
problema de la realidad social,.¡, este, Estudios sobre teoría
social, y otro de Estudios sobre filosofía fenomenológica. Dejó
pocas instrucciones respecto de los dos últimos volúmenes,
aparte de una lista provisional de los trabajos que debían in-
cluirse, pero aún tuvo tiempo de prestar atención a detalles
editoriales como las subdivisiones de El problema de la reali-
dad social y el orden que debía darse a estas y a los capítulos
dentro de cada parte de la obrav-Esto fue todo. De lo demás
tuvieron que encargarse otros.
En su prólogo a El problema de la realidad social (págs. 7-9)
el padre H. L. van Breda resumió los datos principales sobre
la vida y evolución intelectual de Alfred Schutz, evocando al
mismo tiempo su personalidad como hombre y como sabio.
Esas páginas, así como ila Introducción de Maurice Natanson
(págs. 15-32 ), serán útiles a los lectores para una- com-
pren'sión más profunda del espíritu y la obra de Schutz.
En lo que se refiere a los Estudios sobre teoría social, la
selección y organización del material se ajusta, en general, al
índice esbozado por el autor. La única excepción es el artículo
introductorio «El mundo social y la teoría de la acción social»,
incluido por razones que 'luego explicaremos, aunque no fi-
guraba en la lista preparada por él. Como lo indica el título
de este volumen, todos los trabajos que contiene son estudios
sobre teoría social. Han sido agrupados según las categorías
generales de teoría pura y teoría aplicada; aquella comprende
los tres primeros capítulos del libro. El orden en que se pre-
senta el material dentro de las dos partes principales corres-
ponde, en general, a la secuencia cronológica de su publica-
ción original.

* Amorrortu editores, 1974. Todas las referencias corresponden a esta


edición. ( N. del E .)
o
• • •

~ . .• .
G • 7
Sh1l 5, r:. 1\., 215, 221, 217, LJ1,amunu, .\l. LL, l50 l uJice general
270 Usonie, ] . P ., 100
Simmel, G., 63, 67, 95, 113,
233-34, 236, 245-46, 249 Veblen, T., 29
Smith, T. V., 227 Verdi, G., 189
Sócrates, 184, 209, 217, 269 Voegelin, E., 226, 228, 27 1
Sófocles, 255-56 Vossler, K. , 103, 271
Spontini, G., 184
Stonequist, E. V., 95, 106 W agner, R., 176, 180, 183
Stonier, A., 24 Waller, W., 108, 118 7 Introducción, Arvül Brodersen
Strauss, L., 230 Weber, M., 29, 48, 53, 59,
Sumner, W . G., 95, 214, 62, 70, 76,83,85,88,96, 15 Primera parte. Teoría pura
225-26, 231, 254, 270 153, 167, 194, 210, 233,
250, 252, 271 17 1. El mundo social y la teoría de la acción social
Tawney, R. H., 247, 249 , Wecter, D. , 109-10 32 2. Las dimensiones del mundo social
270 Weyl, H., 142 70 3. El problema de hi racionalidad en el mundo social
Thomas, W. I. , 95, 99, 225 Whitehead, A. N., 193
Thompson, D., 234 Wiese, L. von, 155 93 Segunda parte. Teoría aplicada
Thompson, V., J 59 Wolfe, T., 109
Ticiano, 189 Wolff, K. H., 234 95 4. El forastero. Ensayo de psicología social
Tillyard, E.M. W. , 162 Wood, M. M., 95 108 5. La vuelta al hogar
Tonnies, F., 232 Wutzky, A. C., 177 120 6. El ciudadano bien informado. Ensayo sobre la dis-
Tovey, D. F., 158, 163-64, tribución social del conocimiento
183 Young, K. , 95 133 7. Don Quijote y el problema de la realidad
Truman, H. S., 233 153 8. La ejecución musical conjunta. Estudio sobre las
Turner, W.]., 177, 270 Znaniecki, F., 20, 24 . 95 relaciones sociales
17 1 9. Mozart y los filósofos
189 10. Las concepciones de Santayana sobre la sociedad
y el gobierno
210 11. La igualdad y la estructura de sentido del mundo
social
252 12. Algunas ambigüedades de la noción de responsa-
bilidad
255 13. Tiresias, o nuestro conocimiento de sucesos fu-
turos

270 Bibliografía en castellano


272 Glosario de términos principales
27 3 Indice onomástico

276 277
Primera parte. Teoría pura
1 El n1undo ~ocia! y la teoría
de la acción social

A primera vista, no resul ta fácil comprender por qué se debe


preferir, en las ciencias sociales, el punto de vista subjetivo.
¿Por qué dirigirnos siempre a ese misterioso y no muy inte-
resante tirano de las ciencias sociales, llamado la subjetividad
del actor? ¿Por qué no describir honestamente y en términos
honestamente objetivos Jo que sucede en realidad, lo cual sig-
nifica hablar nuestro propio lenguaje, el lenguaje de observa- _
dores calificados del mundo social que cuentan con preparación
científica? Y si se objeta que estos términos son meras con-
venciones artificiales, creadas por nuestra «voluntad y placer»
-y que, por ende, no podemos utilizarlos para obtener una
visión real del sentido que tienen los actos sociales para aque-
Jlos que actúan, sino solo para nuestra interpretación de
ellos-,' cabe responder que construir un sistema de conven-
ciones y elaborar una descripción honesta del mundo es pre-
cisamente tarea exclusiva del pensamiento científico¡ que no-
sotros, como hombres de ciencia, no somos menos libres de
construir nuestro sistema de interpretación gue el actor de es-
tablecer s u sistema de objetivos y planes; que, en particular, a
los especialistas en ciencias sociales nos basta con seguir el
ejemplo de las ciencias naturales, las cuales, con los mismos
métodos que deberíamos abandonar, han llevado a cabo la
obra más maravillosa de todos los tiempos; y, finalmente,
que la esencia de la ciencia es ·ser objetiva, válida no solo para
mí, o para mí, usted y unos pocos más, sino para todos, y
que las proposiciones científicas no se refieren a mi mundo
privado, sino al mundo de la vida único y unitario, común a
todos nosotros.I '.
La última parte' de esta tesis es indiscutiblemente verdadera;
pero, siñdilcla, es posible imaginarse incluso un punto de vista
fundamental, de acuerdo con el cual~as ciencias sociales deben
seguir el modelo de las ciencias naturales y adoptar sus méto-
dos. Llevado hasta sus últimas consecuencias lógicas, esto con-
duce al método del conductismo. Como la crítica de este
principio excede los lí;;ites de este estudio, nos limitaremos
a observar que el conductismo radical se sostiene o cae con
el supuesto básico de que no ·hay ninguna posibilidad de pro-
bar la inteligencia del «semejante>2_._\Es muy probable que este
sea un ser humano inteligente, pero se trata de un «dato
vago» inverificable (Russell, y, en términos parecidos, Car-
nap ).
Siendo así, no obstante, no se entiende muy bien poi: qué

17
molivo uu i11dividuo inteligente. escribe libro~ para otro< y 1ifiest,1, aceptando tl postubJo conducLista ~e:gún el cual la
hasta se reúne con otros en congresos, donde se demuestran mente del Otro es inaccesible y hasta es imposible verificar
recíprocamente que la inteligencia del Otro es un hecho cues- su inteligenci~Es concebible también otra actitud básica,
tionable.'\Menos comprensible aún es que los mismos autores a.doptada,_de ~1echo,_por algunos de los más famosos especia-
convencidOs de la imposibilidad de verificar la inteligencia de listas e~ ciencias sociales: la de !ceptar ingenuamente el mun-
otros seres humanos confíen a tal punto en el principio mismo do social con todos sus ·Jlteregos e instituciones como un
de la verificabilidad, que solo puede ser aplicado colaborando universo provisto de.sentido, es decir, provisto de sentido para
con otros mediante el control mutuoj Ade~ás, ~inguna inhi- el observador, que tiene como única tarea científica describir
bición les impide comenzar todas sus dehberac10nes con el y explicar sus experiencias· y las de sus co-observadores res-
dogma de que existe el lenguaje, de que las reacciones iin- pecto de aquel.
güísticas y las informaci~nes verbales son método.s .legítimos Esos investi~adores admiten, claro está, que fenó menos tales
de la psicología conduct1sta, y de que las propos1c1ones for- c?mo lanactmr,er gobierno, el mercado, los precios, la reli-
muladas en determinado lénguaje pueden ser inteligibles, sin g16n, el arte y la ciencia r emiten a las actividades de otros
tener en cuenta que el lenguaje, el habla, los informes verba- seres humanos inteligentes, para quienes constituyen el mun-
les, .Jas proposiciones y el sentido ya sup~nen <~alteregos» do de su vida soci~l;. admiten también que los alteregos han
inteligentes, capaces de comprender el lenguaJe, de interpretar creado, con sus act1v1dades, este mundo, hacia cuya existencia
las proposiciones y de verificar el sentido. ~fero los fenóme- orientan sus a~t~vidades. ultetiores. ~' sin embargo,
nos mismos de la comprensión y la interpretación no pueden que l.Bªra describir y explicar los hechos de este mundo social
ser explicados como pura conducta, sin recurrir al s ubterfugio no e~ tamos oblígados a volver a las actividades subjetivas
de una «conducta latente» que elude una descripción en tér- de dichos alteregos y a sus correlatos en la mente de esto! J
minos conductistas. 2j . , . }Afirma~ que los especialistas en ciencias social~s p~eden ;
Sin embargo estas pocas observaciones criticas no dan en el deb hi;n1tarse a expresar lo que este mundo sigmfica para
meollo de n~1estro problema. Por supuestov l cQruiuctismo, e los, deian o de lado lo que significa para quienes actúan
como todo otro esquema objetivo de referencia de las ciencias dentro de este mundo social) Reunamos los datos de este
sociales, tiene como propósito principal explicar mediante mé- mundo social, con la seguridad~on que permite establecerlos
todos científicamente correctos, lo que en realidad sucede en nuestra experiencia científica; describamos y analicemos estos
el mundo social de nuestra vida cotidiana_,;J Sin duda, ninguna hechos'. agrupémoslos en categorías adecuadas y estudiemos las
teoría científica tiene como objetivo o significado diseñar y regularidad,es de f?rma y desarrollo que entonces surjan; lle-
describir un mundo ficticio desvinculado de nuestra experiencia garemos as1 a un sistema de las ciencias sociales descubriendo
de sentido común y, por lo tanto, sin ningún interés práctico los principios básicos y las leyes analíticas del 'mundo social
para nosotros. Los fundadores del conductismo no .se propo- H~biendo IJ;~a.do a ~s~e punto, las ciencias sociales puede~
nían sino describir y eXplicar actos humanos reales dentro de deiar los analis1s sub¡et1vos, con toda confianza en manos de
un munClo- humano. real. Pero ~ falacia de esta teoría consiste los psicólogo~, filósofos, metafísicos o como se' quiera llamar
\ en sustituir la realidad social por un mundo ficticio, promul- a la gente oc10sa que se ocupa de tales problemas. 1Y como
l
<. gando para las ciencias sociales principios metodológicos que, podría agregar quien defienda tal posición ¿acasOl'!.o ~s este
si bien han resultado exactos en otros campos, han demos- · el ideal científico que están a punto de co~cretar las ciencias
trado ser un fracaso en el dominio de la íntersubjetivida~L.J sociales más avan~ada~? ¡Mirad la'economía moderna! El gran
Pero el conductismo no es sino una de las formas de objeti- progreso de esta c1enc1a data exactamente del momento en que
vismo en laSci.encias sociales, aunque la más radi_sa_l~uien algunos espíritus avanzados decidieron estu diar las curvas de
estudia el mundo social no . se encuentra ante la ineYo'rable la oferta y la demanda y discutir las ecuaciones de precios y
alternativa de aceptar el mas estncto punto de vista subjetivo co.stos'. en lugar de esforzarse vanamente por penetrar en el
y estudiar entonces los motivos y pensamientos presentes en la m1steno de las necesidades subjetivas y los valores subje- ·
mente del actor, o bien limitarse a describir la conducta ma- tivos.
Tal posición, sin duda, es no solo posible sino hasta aceptada
l J. B. Watson, Psychology, from the Sta11dpoi11t of a Behaviorist, 3~ ed., • por la mayoría de los especialistas en ciencias sociales. En
Filadelfia, 1929, págs. 38 y sigs.
2 Las anteriores observaciones son verdaderas solo en parte si se las cierto nivel, sin duda, es posible cumplir y se h a cumplido
aolica a la llamada posición conductista del gran filósofo y sociólogo una. v~r~adera labor científica sin abordar los problemas de la ·
G . H . Mead ( Mind, Sel/ and Society,.''* por ejemplo, págs. 2 y sigs.). sub1et1v1dad. Podemos avanzar mucho en el estudio de fenó-
[Agre~amos el signo ;;.*,,. cuando se cita por primera vez, en las notas men~s sociale.s tales como las instituciones de todo tipo, las
de cada capítulo, una obra que tiene versión castellana. La nónim:i
completa se encontrará en la Bibliografía en castellano al final del relac10nes s,o~ales y hasta lo~ grupos sociales, sin abandonar el ·
volumen.] esquema bas1co de referencia, que puede ser form ulado así:

18 19
.
1
d¿Qué significa todo es Lo para nosotros, los oJ:iservadores . cien- personas sociales. El primer grupo de esquemas de referencia
~ 'f" ;> A tal fin podemos elaborar y aplicar un refmado es el objetivo, que resultará eficaz si se lo aplica exclusiva-
t1 lCOS. > • d l d
sistema de abstracción que elimine del1bera?amente. : mun o mente a problemas correspondientes a la esfera de los fenó- ,
\ social al actor, con todos sus puntos de v1~ta sub¡etivos; po- menos objetivos, para cuya explicación han sido concebidas
óemos mclu8o hacerlo sin entrar e?- conf~1cto con ~as expe- sus idealizaciones y formalizaciones específicas, pero siempre
L riencias derivadas de la realidad ·social.;Qutenes domrn~n est.a que no contengan ningún elemento internamente incompati-
técnica -que son muchos en todos los campos. de la m vestt- ble o mcompatible respecto de los otros esquemas (los subje-
gación social- evitarán siempre abandonar el mvel coheren ~e tiVos ) y re-specto de nuestra expenencia de ·sentido común
dentro del cual se la puede adoptar, limitando en consecuencia del mundOsOCíiíl en general-:-M.UTcítisfiiutaniliS,]a misma tesis
sus problemas de manera adecuada. . . . és válida para los esquemas subjetivos. 3
Todo esto no mod:fica el hecho de_ que :~:..31~ c!e c1en~ia En otras palabras: l5;!ando el observador científico decide es-
~foca
social no em de manera directa e rnmed.iata el mundOsocial
"1 - 1·- ·- tudiar el mundo sooardesae un marco de referencia objetivo
áe la vidá, común a todos nosotro;;, . smo IUea 1.zaciones y o subjetivo delimita desde el comienzo qué sector del mundo ~
fOríñalizaciones del mundo social, habil y convementemente social (o, al menos, qué aspecto de ese sector) puede ser es-
efegidas, quena contractígan sus datos . ~l'ampo~o :hace menos tudiado desde el esquema defin itivamente elegido. En conse-
inchspensable la referencia al punt? .de vista sub1et1vo ~n. otr_~s cuencia, el postulado básico de la metodología de las cienCías
niveles de abstracción, si se modifica el problei:ia on gmauo socialesdebe ser el s1gmente:/ elegir el esquema de referencia
en examen. Pero entonces -y este aspecto es 1mportante- actecmrcl.(5fflpron1ema ue ncfs interesa examinar sus límites
dioha referenciarupi.illfOJe v istasulJ¡etlvo ~lempre puede y
debe ser efectuada. PUesto que fil mundo social, en todas sus
facetas, es un ~os muy comp cado de a~rividades humai:as,
y posibilidades hacer ue sus términos sean co tl · es y
ca erentes entre sí y, una vez ace tado atenerse a él.!Si, por
· otra parte, as ram1 rcac1ones e problema nos· conducen a
siempre podemos volver al «hombre o~vidado» de l~s cien- aceptar, durante nuestra labor, otros esquemas de referencia
cias sociales al actor del mundo social cuyas acc10nes Y e interpretación, no olvidemos que, al cambiar el esquema, se
sentimientos' están en la base de todo el sistema :.f!o~uramos, modifican inevita ernen e to os os termmos e -esguema ·
entonces, comprenderlo en sus acciones y su.s sentimientos, .y Easta entonces utilizad . ara proteger la coherencia de ~es­
comprender el estado de ánim? que lo. 111du10 a adoptar acti- tro pensamiento, debernos cuidar de que el «subíndice» de
tudes específicas hacia su ambiente social., . . . todos los términos y conceptos que empleamos sea el mismo.
En tal caso, responder a la pregunta <s.(q.ue s1gmfica este mll:11- Esto es lo que significa, en realidad, el postulado -con tanta
do social para mí, el observador? » exig; ~es~~nder previa- frecue ncia mal interpretado- de la «pureza del método», cu-
mente a estas otras, muy diferentes: «¿que s1g111fica este mun- yo cumplimiento es más difícil de lo que parece. Las falacias
do social para el actor observado dentro de este mundo, Y surgidas en las ciencias sociales pueden reducirse, en su ma-
qué sentido le asigna a su actuar dentro e ~f > Al formular yoría, a una fusión de puntos de vista subjetivos y objetivos
así nuestras preguntas, e¡amos e aceptar. m~enuamente el producida, sin que lo advierta el investigador, en el proceso
mundo social y sus idealizaciones y formahzac~ones. actual~s de pasar de un nivel a otro en la prosecución de la tarea cien-
como ya elaboradas e incuestionablemente prov~stas .de ~;nti­ tífica. Tales son los .peligros con que la mezcla de los puntos
do, y emprendemos el estud~o d~l proceso .de 1deahzac10n y de vista subjetivo y objetivo amenazaría la labor concreta de
formalización como tal, J9~enesis del sentido que los feno- los . ; spec.ialistas en ciencias sociales.A..J'ara ui;ia teoría de la
menos sociales tienen paRÍnoso tros tanto como para los acto- aceran, sm embargo, el punto de vista sub¡etiyo debe ser )
res, el mecanismo de la actividad mediant; la. cual~lo~ seres ~antenido ~n.todo s~ ~igQL.,Yª que de lo contrario tal teoría
humanos se comprenden uno.s a otros y a si mlsr:1fls.., Siempre p ierde su c1m1ento bas1co: el_demento que remite al mundo
somos libres de hacerlo, y a veces nos vero.os obliga ~s a ello . d~a vida y la expenencia cotidiana ' Mantener el pllñto de
Esta posibilidad de estu?iar el mu.ndo social desde d1fer,e.ntes vista subiettvo es la garantía única, pero suficiente, de que
puntos de vista indica la importancia fundamen,tal de la fo~mu- el mundo de la realidad social no será reemplazado por un
1 del profesor Znaniecki [que todos los fenomenos sociales
;ueden ser descr~e acuerdo con uno de. loscua~ro es- 3 Para ser lo más precisos posible: en el nivel de lo que acabamos de
quemas de referencia si.gt_]ientes: la. ~erso~soctal; e~ llamar esquemas objetivos, la dicotomía de los puntos de vista sub-
actq sodttl ; el grupo social; las. relacion~s socialesrcada ~e jetivo y objetivo ni siquiera es visible Surge únicamente dentro del
ñómeno social pbede ser ~studiaClo segun el ~~quema de
ferencia de la relación social o los grupos sooales (o, p~rm1-
r:- s1;1puesto básico de que el mundo social puede ser referido a las acti-
v1~ades de seres humanos individuales y al sentido que esos individuos
~sJ~an a su mundo social de la vida. Pero este supuesto básico, el
tasenos agregar, de hs instituciones sociales) , ~ero con igual uru~o que hace accesible el problema de la subjetividad en las ciencias
legitimidad según el esquema de los actos sociales o de las sociales, es precisamente el de la sociología moderna.

20 21
mundo ficucio e mex1slente construido por el observador se limita a la idea que me formo Je su 1;:x1~tencia, variaciones
científico., y desarrollos, en la medida en que todos estos elementos son
Para aclarar esta cuestión, olvidemos por un momento que so- compatibles con todas mis experiencias y las de otros dentro
mos especialistas en ciencias sociale.s que observan el mundo del mundo natural en general, y con los su puestos básicos
social con espíritu imparcial y desinteresado. yeamos cómo acerca de la estructura de este mundo que todos aceptamos
interpreta cada uno de nosotros el mun.do social, que nos es de común acuerdo. Dentro de estos límites, todos podemos
común a todos y en el que cada uno vive y actúa .como un predecir (aunque solo en términos de probabilidades) . Esta
hombre entre sus semejantes, un mundo que conc1?e como cosa que está aquí es, en mi opinión y en la opinión de todos
el campo de su acción y orientación posibles, or~~mzado al- nosotros, un manzano silvestre. Esto involucra que dará flores
rededor de su persona según el esqu~ma específico de sus en primavera, hojas en verano, frutos en otoño, y quedará
planes y las significatividades que denvan d~ ellos, pero re- desnudo en invierno. Si deseamos tener un mejor panorama
cordando también que el mismo mundo social es el campo podemos trepar hasta su cima; si en verano necesitamos des~
de la acción posible de otras person~s, desde cuyo punto de canso, podemos reposar a su sombra; si en otoño tenemos
vista aquel está análogamente orgaruzado alreded?r de ellas. hambre, podemos saborear sus frutos. Estas posibilidades son
Este mundo siempre me está dado desde el comienzo como independientes de toda intervención humana; el ciclo de los
un mundo organizado. N~cí, .p~r así d~cirlo, en este ~u_ndo sucesos naturales se produce sin nuestra interferencia. 4
social organizado, y creci en. el.. Mediante ~l aprendiza¡e Y Nada me impide, si así lo deseo, llamar a este conocimiento
la educación, mediante expenencias y exp~r~mentos de todo organizado de hechos naturales una «comprensión» de ellos. '
tipo, adquiero cierto conocimi~nto mal def1rudo de este. mun- Sin embargo, utilizado en este sentido más amplio \el término
do y sus instituciones. Los ob¡etos de este mu.ndo m: inter~­ «comprensión» no significa otra cosa que la redu;tibilidad de
san, sobre todo, en la medida en que determ1~an .m1 prop~a hechos conocidos y verificados a otros hechos también cono-
orientación, en que promueven o traban la realización .de. mis cidos y verificados. /Si, para averiguar cómo se desarrolla real-
propios planes, en que constituyen un elemen~o de m1 situa- mente el me~c~ona~o ciclo de la vida vegetativa, consulto a un
ción que debo aceptar o modificar, en la medida en que son experto en .f1S1ologia vegetal, este me remitirá a la química
la fuente de mi felicidad o mi intranquilidad; en pocas pala- de la clorofila o a la estructura morfológica de las células· en
bras en la medida en que tienen sentido para mí. ~n­ síntesis, h explicará» los hechos reduciéndolos a otros ~ás
tido' ue ellos tienen ara mí im lica que no me basta_ s1m- generales, que han sido comprobados en un campo más
p emente conocer a existencia de ta e e o~· ~_Q com- amplio..!
p en er o§.. o ua sig ica · que . d ebo oder ll}t_e.tpretarlos ta «comprensión» específica de las cosas sociales (término
como posibles e ementos s1gn1 icatlvos re~pecto de actos o r~­ que abarca también los actos humanos) es muy diferente. En
acc1ones posibles que pueda efectuar dentro-ele! ámbito ele-mis este caso, no basta remitir el hecho que se examina a otros
hechos o cosas. iNo puedo comprender una cosa social sin /
~rkntarse mediante la comprens1on tiene
planes vitales.j .
lugar, reducirla a la actividad humana que la ha creado y más allá
desde el comienzo, en cooperación con o~ro~ seres hi;?1anos: · de e~o! sin referir esta actividad humana a los ma'tivos que
Li:ste mundo tiene .sentido no solo .para mi, sino ta~bie~ .Pªra la ongman. 1No comprendo una herramienta sin conocer el
usted y para todoti._Mi e~per~encia del mundo se ¡ustif1ca Y propósito para el cual fue destinada, un signo o un símbolo sin
corrige mediante la expenenc1a de. lo.s otros, esos otros con c.on?cer lo que repr~s~nta, una institución si no estoy fami-
quienes me interrelacionan conocimientos comi;nes, tareas liar~zado ~on sus ob1e.tivos, una obra de arte si dejo de lado
comunes y sufrimientos comunes,· El mundo es interpretado las mt~nci?n.e,s del artista que l~ realiza.~
como el posible ca~p? .de. ac~ió~ .de todos ~oso~~os: este es ~En ~i oplillon~ ~~lo una teon~ de los motivos puede pro-
el primero y más pnm1t1vo prIDcipio de orgaruzac1on d~l ~ono­ fun~.ar un analis1s ?el acto,. siempre que el punto de vista
cimiento del mundo exterior en genei;stl. Con posteno~i~ad, sub¡etivo sea manterudo en su sentido más estricto sin modi-
discrimino entre cosas naturales -que pueden ser definidas ficación~n otro lugar 5 procuré esbozar fas líneas generaJes
como cosas esencialmente dadas a mí,. a usted y . a to~o el de tal teoría, algunas de cuyas principales características repe-
mundo, tal como son, con independencia .de toda mterf~ren­ tiré aquí, si se me permite hacerlo.
cia humana- y, por otra parte, cosas sociales, compr~nsibl:s
únicamente como productos de la actividad ih,um~na, ID1 propia 4 Por supuesto, siempre cabe la posibilidad de interpretar las cosas
actividad o la de otros (en ambos casos, el termino «cosas» .es naturales como productos de la intervención de otra inteligencia
( aunq~e. no humana) . La vida del árbol es entonces el resultado de
utilizado en su más amplia acepción, incluyendo no solo ob¡e- las actividades de un demonio o una dríade, etcétera.
tos corpóreos, sino también objetos «ideales~>, mentales): 5 Alfred Schutz, Der sinnhafte At1/b1111 der sozialen Welt ~** Viena
\ En lo que respecta a las cosas naturales, mi «comprens1ó111> 1932; 2! ed., 1960, págs. 93-105. ,.. '

22 . ; · 23
Tomé como pun to de paruda l~ c;hs[inción entr':' ,acción y c?n como se condensan en forma de principios máximas hábitos
., .gustos, af ectos, etc., son los
pero ta.m b ten ' elementos
' para'
ducta. La característica q ue d1sttngue a la acc10n es precisa-
mente estar deter1!1in_ada por_un l?~yecto qi:: la ~¡recede en el construir los sistemas que pueden ser personificados. Este es
~i~. Por consiguiente, la accion~ una co~ que se un problema muy complicado, que exige la más seria re-
eteetúa de acuerdo con un plande conducta proyectªda ; Y el flexión.
proyecto no es nada más ni nada menos que Ta acción m~sma Sobre todo,'Qo puedo comprender los actos de otras personas
concebida y d ecidida en ei tiempo futuro perfecto. A_fil.r,el sin conocer lás motivos «para» o «porque» de tales actos. Sin
pro ecto es el sentí rimario y fundamental d e la accion ., duda, hay muohos grados de comprensión.No debo (más aún,
ero esta es una simplificación excesiva, solo utiliZabíe como no puedo) captar todas las ramificaciones de los motivos de
una primera aproximación. El sentido atribuido a una expe- otras personas, con sus horizontes de planes de vida individua-
riencia varía según la actitud total que se ad.~pte en el ~o­ les, su fondo d~ experiencias individuales, sus referencias a la
mento de la reflexión. CoIT1Pletada.. Uilll accion, su sentido situación peculiar que los determina. Como ya dijimosL una
inicial tal como está dado en el proyecto, se modificará a la comprensión tan ideal presupondría la plena identidad de mi
luz de' lo que se ha llevado a ca~o en_l~ práctica, que~ando en- corriente de pensamiento con la d el alterego, y esto significaría
tonces abierto a un número mdefimdo de reflexiones que una identidad de nuestros sí-mismos. Por lo tanto, basta con
· pueden atribuirle sentido en tiempo pasado. que yo pueda reducir el acto del Otro a sus motivos típicos,
\ ¡El complejo más simple de sentido en términc:s del cual una incl~yen~o. su ref~rencia a situaciones típicas, fines típicos,
1Ícción es interpretada por el actor son sus motivos. Pero este medios t1p1cos, etcetera. \.
vocablo es equívoco y abarca dos c~tegorías diferentes ~ue P?r otra parte, ihay también gi:ad?s .diferentes de mi conoci- ·
deben ser bien diferenciadas: el motivo «par~.» y. el, ~o miento del act~, grados de mtimidad y anonimia. Puedo
«~t@e ».º El primero se refiere. al ~turo y :~ idei:itico al reducir el producto de la actividad humana a la acción de un
ob¡~to o propósito para cuya realizac1on la accion mis.roa es alterego con quien comparto el tiempo y el espacio presente,
un medio: es un terminus ad quem. El segundo se refiere al y luego puede suceder que ·este otro individuo sea un íntimo
pasado y puede ser denominado r-ªzón o causa: es un termin_us amigo mío o un transeúnte a quien veo por primera vez y
a quo. Así, la acción está determinada por er proyecto, qu~ m- nunca volveré a ve:~ Ni siquiera es n~cesario que conozca per-
cluye el motivo «para». El proyecto es el acto pr?puesto, una- sonalmente al actor para tener una idea de sus motivos. Por
ginado como si ya hubiera sido efectuado, el motivo «para» es ejemplo, puedo comprender los actos de un estadista extran-
la futura situación que la acción proyectada debe concretar, y jero ·y discutir sus motivou;in haberlo conocido e incluso sin
el proyecto mismo está determinado p,or el moJfii_~ {<por.que». / haber visto nunca una fotografía de él. Esto es tan válido
Los- complejo~entiCfo que constituyen respectivamenteel' para individuos cuyos motivos son los de un César como
motivo «para» y el motivo «porque» difieren uno de otro en para el hombre de las cavernas, que no dejó otro testimonio
que el primero forma parte de l~ acción mis~a, mientr~s que de su existencia que el hacha d e pedernal exhibida en la vi-
el segundo exige un a~to esi:ecial de ~ef~ex1on en el ttemp~ trina del museo. Perq_. ni ~i9uiera e~ menester reducir los actos
pluscuamperfecto, que llevara a cabo umcamente el actor si humanos a un actor mdividual mas o menos conocido;~
h ay suficientes razones pragmáticas. para que lo haga. c?mprenderlos ?asta encontrar motivos típicos de actores tí-
¿_Se debe agregar que el actor que cumpl.e un acto co~creto 1:1º picos, qu~ ex.l?yqu~n. el act<: coro? un acto típico que surge
elige al azar las afirmaciones de los motivos «pata» n~ las afi,r- de una situac10!1 tlpi~ Existe cierta congruencia entre los
maciones de los motivos «porque». Por el contrano, estan ~ctos y los motivos d e sacerdotes, soldados, sirvientes, gran-
. organizadas en grandes sistemas subj~ti"'.os. Los mot~"'.os ~<pa­ ¡ero~, en todas partes y en toda época. Además,0 ay actos de
ra» están integrados en sistemas sub¡ettvos de plamficac1ón: un tipo ~an general que basta reducirlos a los motivos típicos
planes d e vida, planes para el trabajo y e~ ocio, planes para de «alguien» para hacerlos comprensibl~
«la próxima veZ», horarios para hoy, necesidad del momento, Todo. esto debe ser minuciosamente investigado como parte
etc. Los motivos «porque» están agrupados en sistemas que esencial de la te~~ía de la acción--sodal.7 Resumiendo; lQega-
los autores norteamericanos (W. James, G. H. Mead, Zna- mos a la conclus10n de que las cosas sociales solo son coro-
niecki, Allport, Parsons) aborda~ ~orrectamei:ite ~ajo el tí~ulo ' prensibles si pueden ser reducidas a actividades humanas· y
de perso!_lalidad~ocial) .\ Las ~últtples, e.xpenencias que tiene ª.estas se las hace comprensibles solamente mostrando sus ~o­
el sí-mismo de sus propitis actitudes basteas en el pasado, tal tivos «pata» o «potque».I La razón más profunda de este
hecho es que, viyiendo ingenuamente en el mund o social
6 He adoptado algunos de los términos del excelente estudio sobre mi sólo puedo comprender los ·actos de otras personas si logr~
teoría publicado por A. Stonier y Karl Bode, bajo el título «A New
Approach to the Methodology of the Soda! Sciences», en Economica, 7 El autor lo intentó en su libro Der sinnha/te A;,¡bau . .. , op. cit.
noviembre de 1937, págs. 406-42.

25
24
e
·
imagma 1 . ~1 t:stuv1c:ra
· r que yo mismo ri.alizaría actos análogos . de que la comprens1on de m1 pregunta se convierta en un mo-
en la misma situación, impulsad~ por os ?11smos i:iotivos tivo «porque» de su respuesta, que yo espero. La pregunta ,
«porque» u orientado por los 1msmos m~tivos «~ar~», en- podemos decir, es el motivo «porque» de la respuesta, así
di do todos estos términos en el sentido restrmg~do de como esta es el motivo «para» de la pregunta. Esta relación
r:nan:logía «típica», la igualdad «típica», como explicamos entre mis motivos y los suyos es una experiencia mía bien pro-
bada, aunque tal vez yo nunca haya tenido un conocimiento
-antes. ¡ d d d di explícito de su complicado mecanismo interior. Pero, en in-
La exactitud de esta afirmación pue e ser ~most~a a m~ an-
te un análisis de¡la acción -social en el sentido mas pr~c1so de numerables ocasiones, yo mismo me sentí inducido a reaccio-
ste término: el de una acción que involucra las actitudes Y nar al acto de Otro, que interpreté como una pregunta dirigi-
:cciones de otros y se orienta hacia ellas ~n su curso. 1Hasta
8
da a mí, con un tipo de conducta cuyo motivo «para» era mi
ahora, en este estudio, nos hemos ~~f~ndo solamer:~e ª . }a anticipación de que el Otro, el indagador, pudiera interpretar
acción como tal, sin entrar en e~ analis1~ de la mod1fica~1on mi conducta como una respuesta. Sobre la base de esta expe-
que -sufre el esquema general al mtroducir ele~entos. sociales riencia, sé que con frecuencia he logrado provocar la respuesta
propiamente dichos: la correlación mutua y el a¡us~e mtersub- de otra persona mediante mi propio acto llamado «pregun-
jetivo. Por consiguiente, hemos obse~~do. la actitud de u~ tar>>, etc. Por lo tanto, pienso que tengo una buena proba-
actor aislado sin establecer ninguna ~stmc16n en cua~to a s1 bilidad de obtener su respuesta cuando haya efectuado mi
este ·actor está ocupado en el mai;ie¡o de una herram1e~ta, o acción de preguntar.
-actúa con otros y parn otros, motivado por ellos y mouvan- Este análisis breve e incompleto de un ejemplo bastante trivial
muestra las grandes complicaciones inherentes al .acto ·social,
dolos. esta cuestión es muy complicada de ana1izar, d·eb e~os
Como y da una idea de la vastedad del campo que debe ser explorado
limitarnos a esbozar sus ~eamien~os generales. 1Es posible por una teoría de la acción digna de este nombre. Aunque
probar que todas las relac10nes sociales, ta.l co?1ér son com- aquí no nos proponemos profundizar el tema, debemos extraer
prendidas por mí -un ser humano que vive mgenua~en.te de nuestro ejemplo algunas conclusiones acerca del· papel del •
en el mundo social que está centrado alrededor de m1 m1s- punto de vista subjetivo del actor en el mundo social.
mQ---..,-, tienen su prototipo en l~ relación que me cone~ta con El mundo social.en que vivo como alguien vinculado con otros ,
un alterego individual, con quien comparto el e~pac~o Y el ' por múltiples relaciones es para mí un objeto que debe ser
tiempo. En consecuencia, mi acto social no s?lo esta ~~1enta~o interpretado como provisto de sentido. Tiene sentido para
hacia la existencia física de este alte~go, srn~ ta~~1en hacia mí, pero, por eso mismo, estoy seguro de que lo tiene tam-
el acto del Otro, que esp~ro pro~~car con mi acc1on. Pu~do bién para otrosl Supongo, además, que mis actos orientados
decir, por lo tanto, que la reacc10? del Otro es e.l, moti~o hacia otros serán comprendidos por ellos de manera análoga
«para» de mi propio acto. t:l prototipo ?e tod~ ~elac1~:m social a mi comprensión de los actos de otros orientados hacia mí. t
es una conexión intersubtetiva de mot1v?s. .s1 1magmo, pro- De modo más o menos ingenuo, presumo la existencia de un
yectando mi acto, que usted con:iprendera rol acto y que .esta esquema de referencia común para mis actos y los de otros.
comprensión lo inducirá a re~cc10nar, por su P.arte, ~e cierta No me interesa principalmente la conducta manifiesta de
manera, anticipo que los motivos «para» de ID1 propia .~ctua­ otros, -su realización de gestos y movimientos corporales, sino ·
ción se convertirán en motivos «porque» de su reacc1on, Y sus intenciones; o sea que me interesan los motivos «pata»
viceversa. . por los cuales actúan como lo bacen, y los motivos «porque»
Tomemos un ejemplo muy simple. Yo le :hago a usted una sobre los que basan tal actuación. ·1
m-egun~¡ El motivo •«para» de mi acto no es sol~ la expe~ta­ Convencido de que ellos procuran expresar algo con su acto,
tiva de que usted responderá a mi pregunta, smo también o de que este ocupa una posición específica dentro del marco
1 obtener su respuest_ªi/ o más precisame?te, cuento con que común de referencia, trato de captar el sentido que tiene el
\. usted responderá, siJ definir el contemdo ?e su respuesta. acto aludido, en particular para mis co-actores del mundo
Modo futuri exacti, anticipo, al proyectar ID1 acto, que usted social y, mientras no se pruebe lo contrario, presumo que este
habrá respondido a mi pregunta de una u otra mane~~· lo sentido que tiene para ellos, los actores, corresponde al que
cual significa que, según creo, hay una buena probabilidad ' tiene para mí. Puesto que debo orientar mis propios actos
sociales hacia los motivos «porque» de los -actos sociales del
8 Max Weber, Wirtschaft und Gesellschaft,l• .Tubinga, .1922; ~ueva Otro orientados hacia mí, debo siempre descubrir sus motivos
ed., 1956. Partes de esta importa.nte obra han sido traducidas al 1.Dgl~s «para» y desenmarañar la trama de la interrelación social ,
en: H . H. Gerth y C. Wright Milis, eds., From Max Webe_r: Essays tn
Sociology, Nueva York, 1946; otras partes fueron traducidas por . J:. interpretando los actos de otras personas desde el punto de
M. Henderson y Talcott Parsons con el título The Theory of Soc1t1l vista subjetivo de los actores. Esta es la gran diferencia entre
a11d Eronomic .Organization, Nueva York, 1947. la actitud de un hombre que vive en medio de múltiples rela-

26
ciones sociales en las que es parte rnteresada y la del o~ser­ a la hone:,La descupuón y explicación del mundo social que
vador puro, a quien no le interesa el resultad~ de una s~t:ia­ observa.
cíón social de la que no participa y que estudia con espmtu Pero, ¿cómo se debe efectuar esta tarea? Al no poder comu-
nicarse directamente con los actores dentro del mundo social
distante.
, Hay otra razón por la cual e~ hombre que vive iogenuamen~e es in~apaz de verificar de ~rnrnera directa los datos que ib~
entre otros en el mundo social, procura sobre todo descubrir obterudo aoerca de ellos en ias diferentes fuentes de informa-
los motivo~ de sus ca-actores. Los motivos no s~n nunca ele- ción que le ofrece el mundo social. Sin duda, él mismo tiene,
mentos aislados, sino que se agrupan en grandes sistemas cohe- como un hombte entre otros, experiencias humanas directas
rentes de orden jerárquico. Habiendo captado un número del mundo social. En esta condición, puede elaborar cuestio-
suficiente de elementos de tal sistema, tengo una buena pro- narios, oír >testimonios y establecer casos de prueba. A partir
babilidad de completar las iposiciones vacías del sistema me- de estas Y c;itras fuentes , reúne datos que luego utilizará, cuan-
diante conjeturas correctas. Basando mi supuesto en la estruc- do se repliegue a la soledad del teórico. Pero su labor teó-
tura lógica interna de tal .sistema de motivos, puedo hacer rica como ta~ comienza al construir un esquema conceptual
inferencias muy probablemente con'ectas respecto de aquellas que le permite agrupar su información acerca del mundo
partes que permanecen ocultas. Pero, desde luego.' todo ~st? social.
presupone una interpretación desde el punto de vista su?1e.u- ; Uno de los rasgos que caracterizan a la moderna ciencia social
vo, es decir, presupone responder a la pregunta: «¿Que sig- ~s h aber d~scr~pto el .procedimien to utilizado por los especia-
, nifica todo esto para el actor?». . . listas en ciencias sociales para construir su esquema concep-
Todos adoptamos esa actitud práctica en la medida en que no tual; y es el gran mérito de [Durkheim, Pareto, Marshall, Ve-
somos solamente observadores de una situación social que blen y] Max Weber, sobre todo, haber desarrollado esta téc-
no nos toca, sino que actu~mos y reaccion,amos dentro del nica en toda su plenitud y claridad. Ella consiste en reemplazar
mundo social; esta es, precisamente, la razon por. ,la cual el los seres humanos que el científico social observa como acto-
. punto de vista subjetivo deb~ s.er. aceptado ta~bien por las res en la escena social por títeres que él mismo crea· en otras
ciencias sociales. Solo este prmc1pio metodológico nos ofrece palabras, dicha técnica consiste. en 'construfr tipos Ídeales de
la garantía necesaria de 9ue en verdad estam~s refiriéndonos actores, lo cual se lleva a cabo en la forma que a continuación
al mundo social de la vida verdadero y comun a todos nos- explicaremos. I
otros, que sigue siendo, aun como .objeto d~ investigación teó- El investigador observa, dentro del mundo social, ciertos su-
rica un sistema de relaciones sociales reciprocas, todas ellas ceso~ causados por la actividad humana, y comienza a elaborar
con~truidas por mutuas interpretaciones subjetivas de los ac- un tipo de tales sucesos. Coordina luego, con estos actos tí-
tores participantes. picos, m?tivo~ «porque» típicos y motivos «para» típicos, que
Pero incluso admitiendo el principio d e preservar el punto de supone mvariables .en la mente de un actor imaginario. De
vista subjetivo en las ciencias sociales, ¿cómo es posible trat.ar tal modo, construye un tipo personal ideal, es decir el modelo
• cientí~icamente -vale decir, en términos concep~uales ob¡<:- de un actor a quien imagina dotado de conciencia. Pero es una
< tivos- tales fenómenos subjetivo~ ? La mayor dificultad resi- conciencia que est~ limitada, en su contenido, solo a aquellos
de ante todo en la actitud especíHca que el observador cien- elementos. necesarios para efectuar los actos típkos estudia-
tífico ha ado~tado frente ::il mundo social Como investigador dos; contiene ~a tot~lidad de esos elementos, pero fuera de
-no como hombre entre otros hombres, cosa que también ellos nada. El 1~vestlgador le ~signa motivos «para» constan-
es- no participa de las relaciones sociales: No participa del tes, correspondientes a los ob1etivos concretados dentro del
flujo vivo de mutua verificación de los motivos «para.» de los mundo social, por los actos en consideración· ade'rnás le atri-
actos propios mediante las· re~c~iones d~ o~os, Y. viceversa. buye motiv~s «porque» co_nstantes, cuya estr~ctura e; tal que
En términos estrictos el especiahsta en c1enc•as sociales, ·como puedan servir de base .al sistema de los presupuestos motivos
observador puro del ~undo sooial, no actúa. E n la medida en «para» constantes; por. último, asigna al tipo ideal los frag-
que «actúa científicamente» (publicando artículos, ~i~cutien­ me?tos de planes ?e vida y los acervos de experiencia nece-
do problemas con otros, enseñando, etc.) , su actividad se sar10s para los -horizontes y antecedentes imaginarios del títe-
cumple dentro del mundo social: acnfa como un hombre entre re-actor: El especialista en ciencias sociales ubica estos tipos
otros, que se dedica a la cien~ia, p~to ya nJ ti7ne la actitud construidos en un escenario que contiene todos los elementos
específica de un observador oen~íf1co . Esta a . .ytud .se ~arac­ d.e, la situación, ~el ~undo. social <Significativos para la realiza-
teriza por ser practicada en et mas completo distancialillento. cion del ·act? típico mvest1gad0\ Además, le asocia otros tipos
Para convertirse en especialista en ciencias sociales, el obser- per_sonale~ i.deales, con motivos adecuados para provocar re-
vador debe decidirse a salir del mundo social, a renunciar a acc,10nes upicas ante el primer acto típico del tipo ideal.
• todo interés práctico en él y a limitar sus motivos «para» As1 llega a un modelo del mundo social, o mejor dicho, a una

29
28
reronstrucción de él, que contiene todos los elementos :.1gmÍl-
cativos del suceso social elegido como típico por el investiga- f:sto~ po:;tu~ados b1rndan las gai.auuas necesauas de que las
ciencias sociales'dabordan
, . ' en efecto, el ro undo socia . l rea l eI
dor para su ulterior examen. Y es un modelo que concuerda
perfectamente con el postulado del punto de vista subjetivo. mundo d-e 1a vi da uruco
. . y unitario de t odos nosotros y ' no
En efecto; el títere tipo es concebido desde el comienzo como un extr'.1110 m~. o unagi_nario, independiente de este ~undo
de la vida cotidiana y sm conexión con e'l E . . .,
poseedor del mismo conocimiento específico de la situación , f d · n mi opmion
- incluidos los medios y condiciones- que tendría un actor pene t rar mas a on o en. los detalles del me't ·t ·
o o tlp1 1ca or es'
d . d
real en el mundo social real; desde el comienzo, los motivos una de 1as tareas más importantes de una t eona , d e la accton.
.,
subjetivos de un actor real que efectúa un acto típico son im-
plantados como elementos constantes de la conciencia espe-
ciosa del tipo personal ideal; y el destino de este último es
desempeñar el rol que el actor tendría que adoptar en el
mundo social para efectuar el acto típic0 . Y como el tipo es
construido de manera que efectúe exclusivamente actos típi-
cos, los elementos objetivos y subjetivos en la formación de
los actos que se toman como unidad coinciden.
Por otro lado, la formación del tipo, la elección del suceso
típico y los elementos considerados como típicos son términos
conceptuales que pueden ser discutidos objetivamente y abier-
tos a la crítica y la verificación. No son elaborados por los
científicos sociales al azar, sin control o restricción; las leyes
de su formación son muy rígidas, y el ámbito de arbitrariedad
del especialista es mucho más :reducido de lo que parece a
primera vista. No podemos abordar aquí este problema, pero
resumiremos muy brevemente lo que hemos expuesto en otra
parte. 9

1. Postulado de significativid11d. La elaboración de tipos idea-


les debe satisfacer el principio de significatividad, lo cual sig-
nifica que una vez elegido el problema por el científico social,
tal problema crea un esquema de referencia y establece los \
límites del ámbito dentro del cual se podrán formar tipos
ideales significativos.
2. Postulado de adecU'aci6n. Puede ser formulado del siguien-
te modo: cada término empleado en un .:;istema científico
que se refiera a la acción humana debe ser construido en for-
ma tal que un acto humano efectuado dentro del mundo de
la vida por un actor individual de la manera indicada por la
construcción típica sea razonable y comprensible para el actor
mismo· t para sus semejanres.
).· Postulado de coherencia l6gica. El sistema de tipos ideales
debe ser en un todo compatible con los principios de la lógica
formal.
4. Postulado de compatibilidad. El .:;istema de tipos ideales
sólo debe contener supuestos científicamente verificables,
que deben ser absolutamente compatibles con la totalidad de
nuestro conocimiento científico.

9 Esbocé algunos de los principios que gobiernan la formación de


tipos ideales en «El problema de la racionalidad en el mundo social»
(capítulo 3) .
i;ontrasLe con el fi~1cu, el t::~pec1alista en ciencias sociales se
2 . Las dimensiones del mundo enfrenta con una realidad cuya estructura se origina en cons-
trucciones y tipificaciones subjetivas de sentido común. Por
social* consiguiente, la descripción del modo en que se constituyen
estas construcciones y tipificaciones es un paso que debe pre-
ceder a la discusión de la índole de las construcciones cientí-
ficas propiamente dichas, y de los procedimientos por los
cuales las ciencias sociales interpretan la realidad social. La
construcción de las categorías y modelos de las ciencias socia-
les se basa en la experiencia de sentido común, precientífica,
I. Introducción de la realidad social.2/
La descripción de la constitución de la realidad social en la
tra parte i hemos abordado aspectos fundamentadles de la actitud natural de la vida cotidiana exige un método que no
En O , d 1 h bre compren er a sus
cuestión relativa. a comol pue e ~ c:im sub¡' etivas del hombre es el de las ciencias sociales empíricas ni el del sentido común.
. . t '.Analizamos as eXIperiencias
~:¡:; =~~o al Otro y hallamos en ellas la b~se I?ara su com-
prensió~ de los procesos subjetivos del con.c1enc1_a ~\ ~~~~
Para el especialista en ciencias sociales, los procesos cons-
cientes de otros hombres son construcciones cognoscitivas ob-
tenidas mediante procesos de tipificación, y elegidas según los
. b 1 puesto mismo de a existencia e criterios de significatividad inherentes al problema científico
Sm em argo, ~ su ., d 1 . uh'eilitldadÍEl mundo es
~:;~~::n~:d~·~~~s~rsdí-~isami~t~~~o t~atd~bos ~~0 ~t~o:u~t
1 en estudio. En cambio, en la vida cotidiana, cuando comparto
J;dahbii experiencias con mis semejantes y actúo sobre ellos impulsado
· orno un mun o para otros Y e :;v por motivos pragmáticos comunes, encuentro listas las cons-
:~;i~~~~ón de señalar, la realidad int~rsubiet' a nl es en
modo al no homogénea! El mundo social en e. cua se en- 1 trucciones y presupongo que puedo captar los motivos de mis
oemejantes y comprender adecuadamente sus acciones para
·uentra ~hombre exhibe una estructura comple¡a; fºs
senr· todos los fines prácticos. Es muy improbable que dirija mi
~antes resentan a'l sí-mismo diferentes. ~spectos, a os cua es atención a los diversos estratos de sentido sobre los que se
J rres ~nden diferentes estilos cognoscitivo~ por los cu~les el basa mi comprensión de su conducta.jCon el fin de explicar la
c?
s1-m1smo
. p Perc1'be lf aprehende los ·pensamientos,
· ·, sera
motivos Y
·' nuestra estructura del mundo social, sin embargo, es preciso dirigir la
. del Otro.¡ En fa presente mvest1gac1on . atención a aquellas experiencias en las gue se hace accesible
ªri~~f,e!l tarea describir el origen de las e~trt~c~uras diferen- la conciencia de otro hombre, ya que en ellas se basan fas
~iadatde la rehlidad socia~ y Jevelar los prmc1p1os en que se construcciones mediante las cuales son interpretados sus mo-
basa su unidad y coherencia. ~ . . d l tivos y acciones' Son justamente esas ex¡periencias las gue, por
Debemos destacar que la desoripción mmuc1osa e o~ proce- diferentes razoJes, siguen siendo presupuestas en la vida coti-
sos que permiten a un hombre c?r;nprdendr los pd°1ª~1e¿~ºi:S cliana y en las ciencias sociales. 3
las acciones de otro es un requmto e a met? o og1a 'bl El mundo de la vida cotidiana no es un mundo privado, sino ·
ciencias sociales empíricas . 1La cuestió.r: de como es pds1 e compartido con mis semejantes. Los otros hombres a quienes
una interpretación científica de l~ a~c1ondhumana pud e sd~ experimento en este mundo no se me aparecen en perspectivas
resuelta únicamente si antes se dtluc1da e manera ª. ecua . idénticas. Me presentan diferentes aspectos, y mis relaciones
, d 1íhombte en la actitud natural de la vida ~ot1- con ellos tienen grados diferentes de intimidad y anonimia.
como pue e e ' d l ·, d t 1
diana el sentido común, compren ~r a a~c~on e o. ro. - Las modificaciones que determinan mis relaciones con otros
Es evi~ente que en la rutina 4ela vtda cotidiana n? i¡terP,re~ y mis ex;periencias de ellos .son un factor esencial en la cons-
tamos las acciones de un seme¡ante de ac,ue~do con re~ ~s ~ien titución de los diversos dominios del mundo social, uno de
tíficas de procedimiento y cánones aca~em~c?s de ?b¡euv1~a~. los cuales se caracteriza por la inmediatez de mi experiencia
Tales interpretaciones ingenuas y prec1en~1f1c~s, sm ~mlba
. constituyen.
i' de otros.fin este dominio, los seres humanos son mis seme-
el tema de estudio de las ciencias socia es. n jantes; comparten conmigo un sector del espacio y el tiempo;
el mundo que nos rodea es el mismo y mis procesos conscien-
" Tomado de Der sinnhafte Aufbt dd sotal~l ~~lt,§~ }?i~ ·d~w~1t'
2
2
tes son un elemento de este mundo para ellos, así como sus
1960 (seVcción elIV: ~d<Strtukd~yan~¡d~cid~r al f:~ié~v po'r el profesor Tho'.
Mitwelt, orw t>); a ap a 2 Véase «El sentido común y la interpretación científica de Ja acción
mas Lu~kmann}¿ III , 106-53· véase también «Le probleme de humana», en El problema de la realidad social, págs. 35-70, y también
1 Op. czt., secc1 n ' pags. ch 'H l n Husserl Cahiers de «Formación de conceptos y teorías en las ciencias sociales», ibid.,
Royaumont, Pans, 'pags.
/!1:
l'intersubjectivit~ trla9sc5e9nde!1tal334-G5
' ·l '
~~o~ía sartrea~a del "alter-
175 sigs
págs. 71 y sigs.
3 Para un examen más detallado, véase op. cit., loe. cit ., y págs. 197-238.
ego"», en El problema de la realidad socia ' pags. Y .

33
/
rocesos conscientes son un ~lemenlo Je, t::sle muo<l? p~u
- 11. La realidad soc.1al al alcance
pfil., p ero fil· mu ndo "'Ocial
.., contiene algo mas que experiencias
, 'd
de la experiencia directa
de semejantes dadas directamente en un yresent~ v1v1 o com-
partido. Contiene¡un dominio de la reah,dad social .que no es
ex;perimentado directamente ipor mí, aqm y ahora1 sino que es l. La situación cara a cara y la relación Nosotros «pura»
ntemporáneo con mi vida y que en consecuencia puedo po-
~~r al alcance de mi experiencia directa; De tal modo, est~ Experimento a un semejante de modo directo cuando com-
dominio no forma parte, por el .m?me~~o, del mundo a mi parte conmigo un sector común del tiempo y el espacio, Com-
alcance, como consecuencia de mi sit.uacion .acti~~· ?l mundo partir un sector del tiempo implica una genuina simultaneidad
· 1 ·tuado fuera del alcance de m1 experiencia directa pr~­ de nuestras dos corrientes de conciencia: mi semejante y yo
socia s1 d · · t e pen
sente contiene, sin embargo, un omlnlo que an. es ..x - envejecemos. juntos. Compartir un mismo sector del espacio
1
mentó directamente y que puedo, al menos en pn~c~p1~ re- implica quefmi semejante se me aparece en persona como él ·
cobrar para la experiencia directa / Así, el mundo mme at,o mismo y na~e más.\Su cuerpo se me aparece como un campo
de mis semejantes se extiende gradualmente al. mundo m~s unificado de expre/iones, es decir, de síntomas concretos :i
amplio de mis contemporáneos. Si bien no expenmen~? a mis través de los cuales su vida consciente se me manifiesta de
contemporáneos en el presente vívido de una rel.ac1on cara manera vívida \ Esta inmediatez temporal y espacial es carac- ·
a cara ellos son, potencialmente, mis futuros sei;rie1aD;tes .. Sus terística esencial de la situación cara a cara. Esas caracterís-
'Proce;os de conciencia no me están dados en evidencia direc- ticas influyen decisivamente en el estilo específico y la es-
ta; sin embargo, tengo ialgún cono~imiento ~e ell~s,. puesto tructura de relaciones sociales y de interacción social que se
que puedo imputar a los contemporaneos motivos tipicos con producen en las situaciones cara a cara.
un alto grado de probabilidad. P uedo actua~ s,obre ellos :orno Comencemos por examinar cómo se constituye una si,tu~ción
puedo actuar sobre mis semejantes, y me sitúo en relac10nes cara a cara. Con ei fin de tomar conocimiento de tal situación,
sociales típicas con respect0 a ellos . . . tfébo prestar atención conscientemente a un semejante, a un
Más allá de esta región de los Otros con quienes. coexisto en ser humano que se halla frente ·a.mí en persona.\Llamaremos
el tiempo y con quienes puedo llegar. a co1,11part;r un sectdr a este conocimiento la (eri~n~ción Tú. Puesto qbe una situa-
común del tiempo y el espacio, es decu:, mas alla d<;l mun ,º ción cara a cara presupone esta orientación, describiremos
de los contemporáneos y lo~ semejantes, con su ca~acter m.as ahora sus..rasgos.
0 menos vívido e inmediato,lhay regiones. de la realidad ~oci~l La orientación T, es la forma general en qm~ cualquier seme-
que no son actual ni potencialmente ac~es~bles.a la expenen.cia jante particular es e perimentado en persono/ El hecho mismo
directa. Ellas trascienden, no solo mi .situación actual, smo de que yo reconozca algo al alcance de mi experiencia directa
también mi vida. Existe el mundo de ffilS predeceso~es? o sea, como un ser humano vivo y consciente constituye la orienta-
m ndo d e Otros de quienes puedo tener conoc1m1ento Y ción Tú. Para evitar malentendidos, se debe señalar que la
~~yasu acciones pueden influir en mi vida, p~ro sobre los orientación Tú no es un juicio por analogía. El tomar conoci-
que no puedo actuar de ninguna manera. Y existe ~l mun10 miento de que un 5er humano está frente a mí no depende de
de mis sucesores, es decir, un mu°:do de Otros de quienes so o una imputación de vida y conciencia a un objeto de mi am-
tengo un conocimiento vago e i_nadec~ado, p~ro s~bre l' s biente por medio de un acto de pensamiento reflexivo. La
que puedo ejercer alguna influencia mediante mis a,cciones: , orientación Tú es una experiencia pre-predicativa de un se-
Es obvio que, así como otros hombres son, para mi, seme1an- mejante.En esta experiencia{ capto la existenc.ia de un seme-
tes contemporáneos, predecesores o suces~res, yo soy para jante en la realidad de una persona determinada que debe
otr~s hombres un semejante, un contemporaneo, un predece- estar presente aquí y ahoral_La orientación Tú presupone la
sor 0 un sucesor. En las páginas siguientes emprendere~os presencia del semejante en la inmediatez temporal y espacial)
una descripción detallada de estas estructuras de la. realidad La característica esencial de la orientació1 Tú es el reconoci-
social y analizaremos si: ~onstitución originaria. ~edicaremos miento de que un semejante está ante mí; esta orientación no
mucha atención al doIDlntO fundamei:ital, vale decir, al m~ presupone que yo sepa cuáles son exactam nte las característi-
social que coexiste conmigo en el tiempo, el. mi:ndo, de mis cas particulares de ese semejante. El concepto formal de or~en­
contemporáneos. Dentro de él, serán de especial mteres a.que- tación Tú e refiere a la experiencia~ura» de.oti:o sí-mismo
llos sectores en los cuales los contemporáneos son accesibles como ser humano,v ivo y consciente, mientras que el conte-
para mí en la experiencia directa, ya que --como procura~e­ rudo específico de esta conciencia queda sin definir. Por su-
mos demostrar- todos los otros dominios de ~a r~ahd.ad social puesto, nunca tengo tal experiencia «pura» de otro sí-mismo.
son legitimados originariamente por la experiencia directa de Siempre me enfrento con un semejante particular, que vive
los semejantes.

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su vida particular y tiene sus pensam1enlu~ pa1ll1..ula.rcs. La «Participo» en 1.1 vida con:>ci1..nl1.. J._ olru M-HJ1~mu solamente
orientación Tú, por lo tanto, no es «p:ira» de hecho, smo ~~e cuando tomo parte en una relación Nosotros concreta cara a
está siempre actualizada en grados diferentes de concrec10n cara con ui;i s~~ej ante) .Si usted me habla, por ejempl~, com-
\ y especificidad. , . . prendo el significado ob¡etivo de los signos que constituyen las
La orientación Tú es unilateral o rec1proc~. Es un~lateral si palab~·as .. ~ero puedo también - dado que «participo» en la
yo me dirijo a ~sted, per.o usted ignora m1 presencia. Es re- constituc10n pas? a paso de sus experiencias del ihabla en
cíproca si me oriento hacia usted, y usted, ~ su vez, toma. ~n la c~ntem~~ranet?a~ de la relación Nosotros- aprehender la
cuenta mi existencia. En este caso, se constituye una rela~on · conf1gurac10n sub¡et.va de sentido que tienen las palabras para
social. Definiremos esta relación formalmente como re!ac!ón usted: ,No ob~ta.nte, el proceso mediante el cual capto la confi-
Nosotros «pura», aunque sabemos bien que, en la pra~tlca, g~rac10n. sub¡etiva ~e sentido que tienen las experiencias de ,
una relación Nosotros está siempre llena de un «contemdo», mi seme¡ante para el no debe ser confundido con la relación
esto es, que la «pura» relación Nosotros, en ana~ogía con la Nosotr~s p~opiamente. dicha. Las palabras de mi semejante
«pura» orientación Tú, se actualiza en grados diferentes de s?n, pnman~~e?te~ s1~nos de un contexto objetivo de sen-
,, concreción y especificidad. Un ejemplo puede ayud,~rnos a tid?, y tam~ien. m~1cac1~nes del contexto subjetivo que cual-
aclarar este punto. Si usted y yo observamos un pa1aro en qwer experiencia, mclus1ve la de hablar, tiene para él. Pero
vuelo mis «observaciones del pájaro en vuelo» son una suce- el proceso por el cual aprehendo su vida consciente es necesa- ·
sión de exp~riencias de mi propia mente, ~sí ~orno sus «obse~­ ria~e~te un proceso de mi propia vida consciente. Soy yo
vaciones del pájaro en vuelo» son expene~cia~ d~ su pr~pia quien mterp!·eta las pala?ra? CO?JO signos en un contexto obje-
mente. Ni usted, ni yo, ni nadie, puede decir st mis 7xpenen- t~vo de sentido y como md1cac1ones de sus intenciones subje-
cias son idénticas a las de usted, puesto que nadie puede tivas, yer? el mero hc;ch? de que pueda hacerlo presupone mi
tener acceso directo a la mente de otro hombre. No obstante, expenen.crn ?el otro s.i-mismo como un semejante que compar-
aunque no puedo conocer el contenido específico y exacto de te ~xpenenctas conmigo en la continua comunidad de espacio
su conciencia, sé que usted es un ser humano .vivo, dotado y tiempo; presuponen la relación Nosotros «pura».
de conciencia, Sé que, cualesquiera que hayan sido sus ~xpe- La corriente de experiencias-con~retas que llena de «conte-
' riendas durante el vuelo del pájaro, ellas eran contem~o~aneas nido» la relación Nosotros se asemeja profundamente a la co-
con las mías. Además, puedo haber observado movimientos rriente múltiple. y con~inua de mi propia conciencia. Hay, no
de su cuerpo y expresiones de su rostro duran.te esos momen- o~stante, una 'd!fer~ncia ~nd~mental. Mientras mi propia co-
tos, e interpretarlos como indicios ~e su atención al vuelo del r~tente de concienc1.a es 111tenor, es duración «pura», Ja rela-
pájaro. Por lo tanto, puedo co?rdma~ el su.ces~ «v~elo del ción Nosotr?s con?ist~, en la comunidad, no solo de tiempo
1
pájaro», no solo con fases d~ mi propia concie~cia,. smo tam- ~ sea, _la smcro?,izac1on de dos corrientes interiores de dura-
•1 bién con fases «correspondientes» de su conciencia. Puesto cion- smo tambi~n de espacio, ~s decir, Ja presencia corporal ·
que envejecemos juntos dur~nte el .vuelo del p~jaro, y pues- y, P?r ende, e~ter!or de u.e: se~eiante cara a cara conmigo. De
to que tengo pruebas, en mis propias observac10nes, de q~e aqu1 que, en. ~ermmos estrtcto ! la experiencia de un semejante
usted estaba prestando atención al mismo suceso, puedo decir e~ una rel~c10n !'Josotros tam én es «mediata»: aprehendo su
que nosotros vimos un pájaro en vuelo. . y1d~ co_nsciente mterpretando sus expresiones corporales como •
Nazco en un mundo 'habitado por otros, ante quienes me veré ~dicac10nes de procesos subjetivamente provistos de sentido.)
en situaciones cara a cara. Mis experiencias de determinados Sm e?;bargo, entre todas las experiencias autotrascendentes, la
semejantes y mi conocimiento de que hay otros seres humanos ~elac10n Nos~tros ~s Ia que más se asemeja a la temporalidad
-a algunos de los cuales solamente :h7 experimentado . d~ mterna ?e mi corne?te de co~ciencia. En este aspecto, pode-
modo directo como semejantes- se ongman en este a przort mos deci~ ,que experimento «directamente» a mi semejante en •
dado por mi nacimiento. Scheler 4 sostiene c?n r.az?n .q:ie la una relaaon Nosotros.
experiencia Nosotros forma la base de la experienCTa mdivi??~l ·Mi :x:perien.cia del semejante es directa en la medida en que
del mundo en general. Aquí no podemos abordar l~ d~icil part~ctpo abiertamente en la relación Nosotros, es decir, en Ja
cuestión de la consúución trascendental de esa experiencia y med1~a e~ ql e. toi:no parte en la corriente común de nuestras
de la ex,periencia del alterego. Suponiendo la existe~ci~ mun- e~pe~1encias. Si ,piens~ y reflexiono acerca de nuestra e~pe­
dana de otros sí-mismos, podemos pasar a la descripción ~fol r1en~i~, e~t~ a~acter directo se rompe y debo interrumpir mi
origen de las experiencias de los semejantes en la relación par~ic1pac10n directa en la relación Nosotros· salir por así
Nosotros. dec1rJo, de Ia situación cara a cara. En el t;anscu;so de la
relación Nosotros, yo estaba ocupado atendiéndolo a usted·
4 Die Wissensformen imd die Gesel~scha/t, Leipzig, 1926, II, «Er- para pensar en ella, debo interrumpir Ia relación inmediat~
kenntnis und Arbeit», págs. 475 y s1gs. entre nosotros. Antes de que yo p ueda reflexionar acerca de

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nuestra experiencia comúu, Jebe_n concluu ::;us fases. ~ívi~~s , ~~te punto !>e aclara s1, ~e nene en cuenta que no hay expe-
en las cuales participábamos conjuntamen~e. La parucipa~10n nencrns «puras» espec1f1os que correspondan a la relación
directa en la relación Nosotros solo es posible ei: las experien- Nosotros pura. Quien par ticipa en una relación Nosotros en
cias en curso de una situación cara a cara,, m1ent~as 9ue la curso a~rehende esa r_elación únicamente en las experiencias
reflexión es ex post facto. Comienzo despues de frnahzar la comp~~ttdas que s; refieren, de modo inevitable, al copartícipe
relación concreta Nosotros. . . . espe~ifico que esta frente a él. Los caracteres esenciales de la
La captación, retrospectiva de anter10res experiencias c~mune.s relac10n Nosotros pura pueden ser contemplados en la refle-
puede ser clara y nítida o confusa y borro~a. ~uanto i;ias dedi- xión, des~ués de finalizada la relación Nosotros concreta; solo
cado estoy a reflexionar _sobre la exper~encia coll?un, tanto son expenmei:tados en 1a divetsidad de sus actualizaciones.
menos directamente la vivo y ta~to mas, ~e ale10 del ~;r Una vez e~~mrnada la conexión entre la relación Nosotros pura 1
humano vivo y concreto que era !D1 copartic1pe en la rel.ac1on y la relac10n Nosotros concreta, debemos describir ahora las
Nosotros. El semejante a quien experimento en f?rm.a direc,ta diversas actualizaciones de la segunda y mostrar cómo difiere
mientras participo afanosamente en nue~tra exper.iencra comun d.e todas las otras relaciones sociales. Las experiencias que
se convierte en un mero objeto de m1 pensamiento cuando tienen lugar concretamente en la relación Nosotros se diferen-
comienzo a reflexionar acerca de nosotros. cian de varias ?1aneras. No expedmento a los copattícipes en
~odas _las_ r~Iaciones Nosotros con igual intensidad, ni tengo
igual mtumdad c~n todos ellos. Además, mis copartícipes se
i. Las relaciones sociales en la situación cara a cara me apatecen _en difei:ent:s perspectivas, que en cierta medida
restrmgen mis experiencias del copartícipe. Finalmente en la
La anterior descripción de la relación Nosotros pura ofrecerá relaci?n Nos~t~os puedo. dirigir mi atención a las experiencias
una base útil para el análisis de la relación Nosotros como una de ?1i copar~icipe -p. C::J ., a sus procesos conscientes y moti-\
, relación social concreta en las situaciones cara a ca~a. Hemos vac10nes ~ub1etivas- o rn~eresarme sólo remotamente en ellas,
comprdbado que la relacióil Nosotro: I?ura se constituye en la c?ncentrandome e? c~mbro en sus actos y expresiones mani-
orientación Tú recíproca; que esta última, en su forll?a pura, fies,tos. Las ~ctualizac10nes conctetas de la relación Nosotros
se limita a advertir la existencia ante mí de un seme1ante; Y estan determmad_as por estos fac~ores; dentro de la inmediatez
que, por consiguiente, no invo~u.cra necesariament~ una cap- temporal Y e&pac1al dada por la situación cara a cara, esos fac-
tación de -los caracteres específicos de ese semejante. Una t?res otorgan m_ayor o menor «carácter directo» a las experien-
relación social concreta, en cambio, supone precisamente esto cias en la relac1on Nosotros. Tal vez un ejemplo aclare este
último. - punto.
,, Como es obvio la medida de mi conocimiento de los asp~ctos Tanto el contacto sexual como una conversación casual son
lflj que caracteriza~ a mis copartícip~~ en las diferentes relac10nes eje171plos de la rela~ión Nosotros en los cuales los copartícipes
sociales varía mucho. En la relac1on Nosotros pura, aprehendo esta~ cara a caral S!n e!11-bargo, el grado de «carácter directo»
solamente la existencia ~e un sem~jante y el heoho_3!_e_ 9~e propro de las experien_cias que se dan en estas relaciones varía
este se ha.Ua frente a mí Para que se establezca :~na r,elacton s~bremanera, .Yª que i?tervienen distintos niveles de profun-
social concreta, sin, ,mo rgo, debo saber tambien como se didad de la vi?a ~o~sc1ente de los copartícipes. La intensidad
orienta él hacia mí. n las situaciones cara a cara, _obt~ngo y el g.rad~ de intimidad varía radicalmente. Pero no solo mis
conocimiento de est aspecto específi~o de ~a vida consciente ex;per_iencias en estas relaci~nes difieren en todos los aspectos
de mi copartícipe ol5~eryando las mam~estac1one~ concretas de menci~nados; Podemos ~ec1; que las diferencias en el «grado
sus experienci?s subjetivas en la cornente comun de la rela- d~ caracter ?Jrecto» son mtrmsecas a la relación Nosotros pro-
ción Nosotrot__Podemos decir, en consecuencia, que las rela- piamente dicha.
ciones sociales concretas, en las si ºtuaciones cara a car,a,_ se ~efiriéndonos al carácter directo relativo de las relaciones so-\
basan en la relación Nosotros pur . No . solo esta es lowca- ciales, to~~mos un pro~le~~ de signific.ación básica para la
mente anterior a las primeras, en . sentid? de q~e cont:.1ene c?m~rensi~n ?e la constrtucron de la realidad social y la expe-
los caracteres esencia'les de cualqmer relación socia! .de esta rrencia si;b1et1va. Tendr~n?os que retomar este problema cuan-
índole, sino que la captación de Jos caracteres esp~cíftcos ~el do dc;:scnbamos la _tran~icrón de la experiencia directa de los
copartícipe que constitu~e un element~ de la~ relaciones socia- sem~1antes ~n las situac1.ones cara a cara a la experiencia de la
les presupone la comumdad de esr ac10 y tiempo que ca~~c­ realidad soCial que trasciende esta situación. Por el momento
teriza a la relación Nosotros pura Por lo tanto, la relac10n debemos at~nernos ~ análisis de las características peculiare~
Nosotros pura puede ser considerada tambié!-1 como u!-1 concep- de las relacrones sociales en la situación cara a cara.
to formal que designa la estructura de relaciones sociales con- Ya h~mos comp:obado_ oue en la situación cara a cara la vida
cretas en la situación cara a cara) consciente de mt seme¡ante se hace accesible para mí por un

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máximo de md1caciones vívidas. Dado 1..j ue lo tengo ante mí en po, nuestras mutuas experiencias están no solo coordtn d·
persona, la gama de síntomas mediante los cuales aprehen.do ' b' ' , a clS,
srno. tam ten rociprocamente determinadas por continuas refe-
su conciencia abarca mucho más que lo que él me comumca rencias mutuas. Yo_ m~ experimento a mí mismo a través de
intencionalmente . Observo sus movimientos, ge stos y expre- usted, , y usted
, se dexpenmenta
,. a sí mismo a través de mi' ' E set
1siones faciales, oigo la entonación y el ritmo d e su voz. Cada r;fl. e10 reciproco e si-mtsn:ios .en la experiencia de los copar-
fase de mi conciencia está coordinada con una fase de la con- tlc~p~s es. un aspecto constitutivo de la relación Nosotros en
ciencia de mi copartícipe. Puesto que percibo las manifesta- las s1tuac10nes ~a~a a cara, pero, puesto que la r elación Noso-
ciones continuas de la vida consciente de mi copartícipe, estoy t~os Y el c?partmpe en ella no s_on captados de modo reflejo,
continuamente sintonizado con él. Una consecuencia muy im- smo exp;nt?entados en fo~·ma directa, los reflejos multifacéti-
portante de esta s ituación es el hecho de que mi copartícipe se cos del si-.illls~o en el espe10 del otro sí-mismo no son llevados
me da de manera más vívida y, en cierto sentido, más «direc- a la conc1e~cra po.r separado. Mi experiencia de las fases en
ta», que aquella por la oual me aprehendo a mí mismo. Puesto curso de m.1 propia vida consciente y mi experiencia de las
que «conozco» mi pasado, me «conozco» infinitamente más fases coordrnadas
l ·, de la vida consciente de usted es u 111'tarta:
·
en detalle que a cualquier otro. Sin embargo, este conoci- en 1~ re ac10n Nosotros, la experiencia es genuinamente co111 _
miento es retrospectivo, se da en la reflexión; no es experien- partida.
cia directa y vívida. Por consiguiente, mientras participo Este es ~n hecho. significativo, no solo para la estructura de \
directamente en el oficio de vivir, mi propio sí-mismo no se las .relac10nes .soc1~les, sino también para la de la interacción
me presenta en una gama tan amplia de síntomas como un social e? las sJtuac10nes cara a cara1 Desde mi posición, puedo
semejante con quien me enfrento en el Aquí y Ahora de una pre~enc1ar los ptoyectos de usted y obsr.rvar cómo se cumplen
relación Nosotros concreta. o frustran en el curso de sus acc10nes.J Fuera de una relación
En la situación cara a cara tengo experiencia inmediata de mi Noso~ros en curso\ puedo calcular las probabilidades objetivas
semejante. Pero ~1 hallarme frente a mi semejante, llevo a cada que tiene otro ~ombre de. lograr éxito en los objetivos pro-
situación concreta un acervo de conocimiento preconstituido yectados, recurnendo a m1 acervo de conocimiento d
l lid d · l acerca e
que incluye una red de tipificaciones de individuos humanos ª.rea .. a so:1a '.~para hacerlo puedo, por así decirlo, inte-
en general, de J!}otivaciones, objetivos y pautas de acción hu- r~~1mp11 una telac10n Nosotros én curso'\ Pero solo en la rela-
manos típicos¡¡}'ambién incluye un conocimiento de esquemas c1on Nosotros en curso puedo aprehender directamente el re-
expresivos e interpretativos, de sistemas objetivos de signos
y, en particular, del lenguaje corriente. Además de tal cono-
sult~do de los ~l?nes de mi copartícipe presenciando el trans-
curnr de su acc10n.
l
1cimiento general, tengo una información más específica acerca En general, tiendo a asignar a mis semejantes un mundo q
de clases y grupos particulares de hombres, de sus motivacio- corresponde al que yo mismo experimento. En la relaci~~
nes y sus acciones. Si antes yo tenía experiencia directa de Nosotros, lo ·ha.go con una confianza infinitamente mayor
este semejante particular que está ante mí, puedo, por supues- Pº!:q~e, como vimos, el mundo al alcance de mi semejante
to, volver a la información sumamente pormenorizada que se c01nc1de con el mío. No solo puedo suponer que la m
t' , 1 · esa que
halla sedimentada en esas experiencias. En las experiencias en es a ~~te mi es a rnlS1J?a ~esa que está delante de usted, 'sino
j curso de la relación Nosotros, cotejo y reviso mi conocimiento ta~bien que sus e~enencias de esa mesa corresponden a las
previo acerca de mi copartícipe y acumulo nuevo conocimien- rotas. Por lo tanto: puedo si~mpre controlar la adecuación de
to acerca de él. De este modo, mi acervo general de conoci- los esquc;:mas med1 ote los cuales interpreto las afirmaciones
miento también sufre una modificación continua. Así, mi expe- y e;cpres10nes de usted señalando un objeto del mundo que
riencia de un semejante en la relación Nosotros se encuadra en esta a ~uestro alcance común\ Esta es una circunstancia suma-
) un contexto múltiple de sentido: es experiencia de un ser huma- m~nte importan~e para fa edificación de mi acervo de conoci-
no, es experiencia de un actor típico en fa escena social, es mi~n.to Ypara im a1uste práctico a la realidad social. H abiendo
experiencia de este semejante en particular y es experiencia ¿er1f1cado el supuesto de que usted interpreta su experiencia
de este semejante en partic:ular en esta situación determinada, e ;¡na man~ra, q~e, pata todos los fines prácticos, es aproxi-
Aquí y Ahora. m~ amen.te ident1ca a la mía -al menos con re~pecto a .Jos
Al mirarlo a usted, en la com unidad de espacio y tiempo, tengo ob¡etos
· 'f situados
·, en nuestto ambie11te comu'n-, tengo cierta
·
prueba directa de que usted es tá orientado hacia mí, vale decir, ¡ustr 1~ac10n para correlacionar en general mis esquemas in ter-
) experimenta lo que yo digo y hago, no solo en un contexto Ptetatlvos_ con los esquemas expresivos de usted.
objetivo de sentido, sino también como manifestaciones de mi f'ª clm~mtd de ambiente, y las experiencias compa1·tidas en
vida consciente. Y o sé que lo mismo le sucede a usted, y que ª re ~ct 1:1 osotros, otorgan al mundo al alcance de nuestra
usted remite sus experiencias de mí a lo que usted capta de. b7penen~ia su ca~ácter intersubjetivo y social. No es mi am-
mis experiencias de usted. En la comunidad de espacio y tiem- ente, ni el ambiente de usted, ni siquiera los dos sumados·
'
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· un mundo intersubjetiva :.il alcance de nuC'stra experíencia ciente de mi copartícipe Estoy en condiciones de. colocar las
es . .
común . En esta experiencia común se ongma y se con irma e
f" d experiencias presentes de usted en un contexto «para» inter-
modo continuo el carácter intersubjetiva del mundo en ge- pretándolas como antecedentes de su comportamiento futuro.
neral. . . Al mismo tiempo, puedo colocar las experiencias presentes de \
La comunidad del mundo al alcance de nuestras experiencias usted en un contexto «porque», interpretándolas como conse-
en la relación Nosotros me permite verificar const~nte_mente cuencias de sus experiencias pasadas / Mi captación de los mo-
los resultados de mi interpretación de las experiencias .de tivos de otro hombre orienta en general mi acción dirigida
otros hombres. El semejante que está c~ra . a cara contDlgo hacia él; en una relación Nosotros, capto los mo tivos de mi
siempre puede ser interrogado. Por consi&LUente, ~pre?endo semejante de la manera particular que acabamos de describir.
no solo la forma en que interpreta sus propias experiencias'. es Presencio la consti tución de configuraciones motivacionales
decir el sentido que tienen sus experiencias para él; tam? ién en la vida consciente de mi copartícipe, y luego presencio sus
pued~ decir que el reconocimiento de l~ co.rrespon~e~Kia Y r~acciones ante mi co1:1ducta; y(_estoy pr~sente cuando mis mo-
divergencia del sentido de nuestras ~xpenencias s~ on gma en tivos «para» se convierten en los motivos «porgue» de sus
la relación Nosotros. Ya hemos senalado que mi acervo de acciones, así sucesivamente. Siempre envejezco entre Ja repre-
conocimiento, en la medida en que se refiere a este semejant: sentación imaginaria del comportamiento de otro ho~bre a
particular, y a. los hombr~s en general, e~ ,constantemente veri- quien está dirigida mi acción y su compottamiento real/ Pero
ficado, corregido y ampliado en la relac10n ~osotros. . . . , si he dirigido u na acción hacia un semejante, hacia un copar-
También mis propias experienc!as sufren, ~ierta mod~1cac10~ tícipe en una relación Nosotros, no he envejecido solo · hemos
en la relación Nosotros, y lo mismo es vahd<? para mi .cop~r­ eu.vejecido juntos. Puesto que tomamos parte en conj~~
tícipe.\Ni él ni yo asimilamos ~estras respectivas_expe.riencias nuestras experiencias comunes, «participo» en la proyección y
,sin tener conciencia del Otro; \Yº comprendo que mis ex~e- realización de sus planes. La interacción social -caracterizada
1riencias se entrelazan con las suyas y se refieren _nec~sarra­ en todas sus formas por un entrelazamiento de los motivos
\ mente a ellas . Las referencias mutuas de l~s experiencias ~e del actor- tiene un papel descollante si se produce en situa-
los copartícipes en una relación Nosotros tiene cons:;:uenc~as ciones cara a cara. La configuración motivacional de las accio-
de especial importancia para la estructura de 1~ relac10n social nes de mi semejante, así como su comportamiento manifiesto
en las situaciones cara a cara.lPor lo gene~l, imputo un ~on­ se integra en la experiencia común de la relación Nosotros. '
junto de genuinos motivos «P.orque» y «par~» a cu~lquiera
hacia quien dirija mis acci~nes :"I . ~º. est?, conf10 en n:i acervo
de conocimiento, que contiene t1pih~acio1:1es d~ seme1antes en 3. Observaciones directas
términos de conjuntos típicos de motivos mvanabl~s «porque»
y «pata». Si bien toda acción soci~l se caracteriza por. una Nuestra descripción de Ias !elaciones sociales en la situación
imputación provision_al de ta~~s mot1"'.o~ a ?tros, e n las situa- cara a cara reveló la estructura de esta situación en su forma
ciones cara a cara la 10teracc1on es privilegiada, en cuanto los fundamental. Ahora examinaremos una modificación de esta
motivos de un copartícipe de una relación ~osotros son más situación, en la cual/me enfrento con un semejante, pero este
directamente accesibles al actor que los motivos de otros. Se no toma en cuenta lmi presencia o no la advierte en modo
ebe advertir sin embargo, que la estructura general de la alguno . Para las ciencias sociales, la versión más importante

A eciprocidad ~otivacional sigue siendo. la mis.ma. J\l pr~yectar


mi propia acción tomo en cuenta a mi seme¡ante imagmando
-es decir, representándome- los probable~ cu~sos ~e su
de esta situación es aquella en la cual soy el observador del
comportamiento de un semejante. Es indispensable analizar la
o~servación y el observador para comprender los procedi-
comportamiento futuro en térmi:ios de los motiv~s mvan~b.les rruentos por cuyo intermedio las ciencias sociales obtienen
que le imputo. El comportam1ent? real de .mi copart1c1pe conocimiento acerca de la realidad social. 6
puede luego confirmar mis expectativas, .apro~;mars~ a .ellas o Las relaciones ~ocia~es en la situaci.ón ca~a a cara se caracteri-/
frustrarlas. Así pues,\ el proyecto de mi acc10n esta siempre zan por la ( eciprocidad de las orientac10nes Tú de los dos
orientado hacia' m~· coi}artícipe por anticipaciones de su com- copartícipes Si me limito a observar mi orientación Tú es, por
portamient? futuro . Pe~o en las .s~tua~~on:s ~ara a cara, como supuesto, tuli~at~ral. Mi observación es un comportamiento
1consecuencia de la c ntmua modiflcac10n reciproca de la expe- orientado hacia el, pero el suyo no está necesariamente orien-
riencia por el copartícipe en la relación ~osotros, pu~do «par- tado hacia mí) La cuestión que entonces se plantea es cómo
ticipar» en la constitución de los motivos de la vida cons- puedo aprehend.er su vida consciente.

5 Véase infra, pág 111, y «La :lección .entre, diversos .proyectos de 6 Véase «El sentido común y la interpretación científica de la acción
acción», en Et problema de la realidad socwl, pags. 86 Y s1gs. humana», op. cit., págs. 51 y sigs.

42 43
P~ira darle r.:'.spucsla podemc:~' comenzar ren1pit11 lan~o aqu~­ 1uiern pued·1 <lccll· s1 lo fragmentos obst.rvados del compot
Has características d e la relación Noso tros que se aplican as1- tamiento manifiesto constituyen una acción encaminada a lo-
. 0 a un mero observador. También para este el cuerpo grar un objetivo proyectado o si son mera conducta.
mism
del Otro es un campo de expres10n ' ~'1 pue de
. , d'ire.c ta. T amb'H~n
Al no poder aprehender esos motivos tan directamente como
tomar sus observaciones CODJO expresiones qu: 10dican los podría hacerlo un copartícipe en una r elación N osotros/ el
procesos conscientes del Otro ~ Las l?ªl~bras, los signos de. cua~­ observador interesado en los motivos del individuo observado
quier especie, los gestos y los movmu~ntos pueden ser m:er- debe proceder de una de las tres maneras siguientes: J2!.Lmero,
pretados por el observador como u?ic~d?s en una configu- puede recordar pot su propia experiencia pasada un curso de
ración subjetiva de sentido para el rndiv1duo o"?ser.vad9/ El acción similar al observado y rememorar su motivo. Al com-
observador puede aprehend er de una manera umtana e. mte- parar determinado curso de acción con un esquema dado de
grada tanto las manifestaciones de los procesos consciente~ motivos «porque» y «para», atribuirá al individuo los motivos
del Otro como la constitución paso a paso d~ los proce~os ~s1 que él, el observador, podría tener sí estuviera efectuando esa
manifestados! Esto es posible porque presen.cia .l as expene~cias acción. La identificación de los propios motivos hipotéticos
en curso del Otro en sincronía con sus propias m terpretacion.es con los motivos reales del Otro puede ser inmediata, es decir,
del comportamiento manifiesto del Otro en un contexto ob¡e- puede producirse en el curso de la acción del Otro, o puede
tivo de sentido. La presencia corporal del Otro ofrece al copa~­ realizarse en una interpretación retrospectiva del suceso obser-
tícipe en la relación N9sotros, así como al observador, un ma- vado. Segundo, si el observador no encuentra alguna regla
ximo de síntomas vívidos. El mundo al alcance del observador práctica para: 'la interpretación del curso de acción observado
es congruente con el mun~o a~ alcance de ~~ persona obser- en su propia e~periencia, tal vez puede hallar en su acervo
vada. Hay, en consecuencia, cierta probabilidad de que las general de conocimiento tipíficaCiOnes del individuo observado
experiencias del mundo al alcance de la J:ers~na observada de las cuales derivar una tipificación de los motivos típicos del
coincidan aproximadamente con las experiencias correspon- individuo observado.) Por ejemplo, alguien que desconociera
dientes del observador, pero este no pued~ esta~ seguro de que por completo nuestra socied ad y pasara por un salón para
realmente sea así. En la medida en que sigu.e. siendo ~n mero confetencias, un tribunal y una iglesia, observaría en los tres
observador, no está en condiciones de ven~1car su mt~rpre­ lugares situaciones aproximadamente similares. Sin embargo,
tación de las experiencias del Otr~ confrontandolas ~?n inter- podría decir poco o nada acerca de los motivos del comporta-
pretaciones subjetivas del Otro. Sm embargo, la facih;l~d con miento manifiesto que observó. En cambio, si el observador
que el observador puede transfor~a~se en un cop.a~t;-cipe . d~ supiera por experiencia prevía que en esos lugares se desem-
una relación social cara a cara lo s~tua en ~n~ posic1on privi- peñan respectivamente un profesor, un juez y un sacerdote, el
legiada en cuanto se refiere a reumr conocimientos acerca. de fragmento de su acervo de conocimiento referido a profesores,
"" la realidad social. El individuo o?servado pue~e convertirse jueces y sacerdotes típicos le permitiría deducir los típicos
en un semejante a quien se p~ede ~terrogar, mie,ntras .que un motivos «porque» y «para» de aquellos.
mero contemporáneo no esta a 171i alca~ce Aqm Y Ahora, Y Terc$ . si el observador no posee ningún conocimiento acerca
un predecesor, por su puesto, esta para siempre fuera de toda del individuo observado o un conocimiento insuficiente acer-
posihilidad de interrogación. . . ca de ese tipo d e individuo, debe inferir «del efecto la cau-
Debido a que, como observador, estoy orientado u~~teral­ sa». Esto significa que, al observar u n acto realizado y sus
mente hacia el individuo observado? el context,o sub¡et;-vo en resultados, supone que este acto particular realizado y sus re-
el cual sus experienéias tienen sentido para. mi no :sta .coor- sultados fueron, en verdad, el motivo «para» del actor.
dinado con el contexto subjetivo en que mis expe~1enctas. lo La probabilidad de que estas maneras diferentes de compren-
tienen para él. No existe, por consiguiente, e~ refle¡o mult~f,a­ der los motivos de los individuos en observación sean correc-
cético de imágenes especular~s q~e. carac~enza a _.Ja r.elac1on tas no es la misma. Aparte de la adecuación del propio acervo
Nosotros y que me permite identificar mis experiencias con de conocimiento respecto de motivaciones típicas de indivi-
las suyas. . , duos típicos, la interpretación de motivos «para» de otros
El observador está orientado hacia el Otro, pero no actua 1hombres será tanto más dudosa cuanto más se aleje del
sobre él. P or lo tanto, sus motivos no se entrelazan con los contexto vívido de una relación Nosotros. Por ejemplo, la
de la persona observada; el observador no pue~e, proyectar. sus información de que el individuo a quien vemos hablando ante
motivos «para» presuponiendo que ~e convert!I.ªn en mo~vo.s una asamblea es un sacerdote no nos permite inferir con cer-
«porque» del Otro. El comportamiento manifiesto del i~di­ tidumbre la conclusión de que está pronunciando un sermón .
viduo observado no brinda indicios adecuados que permitan Imputar a alguien un motivo «para» sobre la base de observar
determinar si su curso de acción se ajusta a sus proye~to.s que lleva a cabo un acto es aún más incierto. Es posible, en
subjetivos y cómo lo hace. Es posible que el observador m si- efecto, que ese acto no haya alcanzado en nada el objetivo

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--
pruyectado por d actor. E11 cambio, la propia captación. d~ nuestra rndiferencia y distanciamiento en relación con un seme-
genuinos motivos «porque» no resulta muy afectada por la jante concreto (p. ej., un desconocido con el que nos cruza-
circunstancia de ser simplemente u n observador, y no un co- mos en el subterráneo), la experiencia cara a cara es esencial-
partícipe de una relación N?,sotros: Tanto el observador como mente directa .
el copartícipe en una relac10n social ca:a ª.cara deben .tra~ar La estratificación de actitudes por grado de intimidad e inten-
de reconstruir, ex post facto, las experiencias que mot1va.r5m sidad se extiende al mundo de los meros contemporáneos, es
al Otro antes de embarcarse en determinado curso ?e acc10r~ . decir, de O tros que no están cara a cara conmigo, sino que
Con respecto a esta tare~'. ,que depend~ ?el propio con~:1- coexisten conmigo en el tiempo. Las graduaciones de carácter
miento «objetivo», la pos1c10n del copart1c1pe en una relac10n experiencial directo, fuera de la situación cara a cara, se carac-
Nosotros no es privilegiada.
7
. . ,
terizan por una disminución en la abundancia de síntomas
La observación de las relaciones sociales es~ sm ?u~a~ mas mediante los cuales aprehendo al Otro, y por el hecho de que
·complicada que la observac.ión del c?m?~ttam~e?to 111div1dual, las perspectivas en las que experimento al Otro son gradual-
pero procede según 1os mismos prmc1p1os bas1cos. E~ o?ser- mente más reducidas. Podemos ejemplificar este punto exa-
vador debe nuevamente basarse en su acervo de con~:1m1en.to minando las etapas por las cuales un semejante gue está fren te
acerca de las relaciones sociales en general, esta relac1on social a mí me convierte en un mero contemporáneo. Ahora estamos
particular, y los copartícipes involucrados en ella .. ~l ~squema todavía cara a cara, despidiéndonos y estrechándonos las ma-
de interpretación del. observado.r no puede ~er 1dent1co, por nos; ahora él se aleja caminando. Ahora se vuelve para decir-
supuesto, al esquema interpretativo de cual~~1er~ de los copar- me algo; ahora aún puedo verlo saludarme con la mano;
tícipes de la relación observada. Las mod1ftcac1ones de aten- ahora ha desaparecido al volver una esquina. Es imposible
ción gue caracterizan la actitud del observado~ , no pi;ieden decir en qué momento preciso terminó la situación cara a
coincidir con las de un participante el'." una ~ela~1.on ~ocial en cara y mi copartícipe se convirtió en un mero contemporáneo,
curso. Entre otras cosas, lo que él cons1?er~ .sigi;i1ficattvo n.o es sobre quien tengo conocimiento (es probable que haya .Uegado
lo mismo que lo que ellos consideran s1gnif1catlvo ~~Ja slt~~­ a su casa), pero no experiencia directa. Las graduaciones del
ción. Además, el observador se halla ~n una pos1c~on .privi- carácter directo también pueden ser ejemplificadas por la serie
legiada en un aspecto: tiene en observación las experiencias en que va desde una conversación frente a frente a una conver-
curso de ambos copartícipes. Por otro lad?, el observador no sación telefónica, a un intercambio de cartas y hasta a un men-
puede interpretar legítim~mente los motivos «para» de un saje transmitido por un tercero. Ambos ejemplos muestran
participante como los motivos «porque» del otro - como lo una disminución progresiva en la abundancia de síntomas me-
• ! hacen los mismos copartícipes- , a menos que el e~trela.za- diante los cuales experimento a mi copartícipe y una reduc-
"'!! miento de motivos se manifieste explícitamente en la situación ción gradual de las perspectivas en las cuales mi copartícipe
se me aparece. Si bien podemos distinguir legítimamente entre
n:11 observable.
experiencias directas e indirectas de la realidad social, ha de
comprenderse que se trata de conceptos polares entre los
cuales existen muchas formas concretas de transición.
III. El mundo de los cont.emporáneos En la rutina de la vida cotidiana, no suele hacerse visible el
problema que subyace en la transición de las situaciones cara
como estructura de tipificaciones a cara al mundo de los meros contemporáneos. En ella, ajus-
tamos tanto nuestro comportamiento como el de nuestro seme-
l. La transición de la experiencia directa a la expe1·iencia jante a una matriz de sentido que trasciende el Aquí y Ahora
de la experiencia presente. Por consiguiente, el actual atri-
/ indii•ecta de la realidad social buto de carácter directo o indirecto de una relación social nos
Analizando la relación Nosotros, vimos que, en las sit~aciones parece carente de significatividad. La razón más profunda de
cara a cara, los semejant~s son experimentados ~n dife.r entes esta circunstancia reside en el hedho de gue una experiencia
niveles de intimidad y diferentes grados de caracter directo. cara a cara de un semejante conserva sus rascros constitutivos
Dentro de la inmediatez temporal 'Y espacial dada por la situa- aún después de que yo he dejado de ver a 'i?ni semejante en
ción cara a cara, comprobamos gue las diferenc~as ~n el grado persona . La experiencia directa en curso se convierte en una
de carácter directo que caracterizan la expettencia de otro experien~ia pasada di-recta. Por regla general, no vemos nin-
sí-mismo son aspectos constitutivos de la relación Nosotros guna razon para que un semejante que fue un copartícipe en
concreta propiamente dicha. Vimos que, cualquiera que sea una ~elación Nosotros concreta, con quien hemos interactuado,
a quien hemos amado u odiado, deba convertirse en algo «di-
7 «La elección entre diversos proyectos de acción», i p. cit., pág. 89. ferente» solo por estar ausente en ese momento. Seguimos

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amándolo u odiándolo, según el u1~0, y nada en la rutina. de ~a mayores,. hayan rntegradu o no los actores mismos sus acc10nes
vida cotidiana nos obliga a observar que nuestra expenencra -es decir, los proyectos de ·sus acciones- en tales unidades
de él sufrió una importante modificación estructural. Un análi.sis ~ás minucioso resuelve la pretendida unidad d~
Una descripción minuciosa revela, sin embargo, que se pro- u_n m~trimomo o una amistad en una múltiple sucesión de
duce en efecto tal modificación. El recuerdo de un seme- s1tuac10n: s. E n algunas de estas situaciones, el «matrimonio»
jant~ en una si~uación cara a cara contiene, en verdad, .los o la «amistad» era una relación social cara a cara · en otras
rasgos constitutivos de esta situación, estructuralmente dife- era un~ relación social ;nt~e meros contemporáneo~. En ver-
rentes de los que caracterizan a una actitud, o un acto de dad, . si toma~os los termrnos en su sentido preciso, estas
conciencia en general, orientados hacia un .mero contei;iporá- relac10:ies sociales no son continuas, pero ·Son recurrentes.
neo. En la situación cara a cara, el seme¡ante y yo eramos Investlguem?~' en t~nces, qué quieren decir los participantes
copartícipes en una relación Nosotros concreta. El estaba pr~· de una relac10n social de este tipo, por ejemplo, dos amigos,
sente en persona, con un máximo de síntomas qi;e me perm1 cuando hablan de su amistad.
tían aprehender su vida consciente. En la ~omu~dad de esp~­ En primer lugar, A, ~I hablar d~ su amistad con B, puede estar
cio y tiempo, estábamos mutuam.ent~ smton_izados; .su .si- pensando en una sen e de anteriores relaciones sociales cara a
mismo reflejaba el mío; sus expenencias y mis exper~enc~as cara con B. Es evidente que estas anteriores relaciones Noso-
formaban una corriente común, la de nuestra experiencia; tros c~n B constituyen una serie discontinua, más que ininte-
envejecíamos juntos. Pero al :partir mi semejante, mi experien- rrum-J?tda . En su recuerdo A. encuentra fases solitarias de su
cia de él sufre una transformación. Yo sé que él está en algún experiencia pasada y fases que incluyen relaciones Nosotros
Aquí y Ahora que le es propio, y sé qu.e su A~ora ~s contem- con individuos diferentes de B.
poráneo con el mío, pero. yo no partic~p~ en el, m comparto En segundo lugar, por encima y más allá de las relaciones No-
su Aquí. Sé que mi seme¡ante ha enve¡ecido desde que se ha sotrns concret~s que incluyen a B, A puede querer decir que
separado de mí, y , si reflexiono sobre ello, s~ q~e, ha.b~ando su comportamient~ o algún aspecto de él está orientado por
estrictamente ha cambiado con cada expenencia adicional, el heoh~ de. que existe tal hombre, B, o, más específicamente,
con cada nu~va situación. Sin embargo, en la rutina de la que esta or~entado por algunos aspectos del comportamiento
vida cotidiana omito tener en cuenta todo esto . Aferrándome ~u turo previsto de B. De este modo, A tiene una actitud que
a la imagen familiar que tengo de usted, presll:pongo que es incluye ª. }3 como (mero) contemporáneo, y está con B en
como yo lo h e conocido antes. Hasta nuevo aviso, mantengo una,relacion que ~s una relación social entre (meros) contem-
invariable ese sector de mi acervo de conocimiento que se poraneos. Las acc10nes de A en esta relación están orientadas
refiere a usted y que he construido en situaciones cara a cara,por B ~egún im~gina él las reacciones de B frente a su com-
esto es, hasta que no reciba información que lo desmienta. porta~iento . Mientras que en una relación Nosotros concreta
Pero entonces esta es una información acerca de un contempo- las acc10nes se entl'elazan, en una relación social que incluye
ráneo hacia quien estoy orientado como mero contemporáneo, ( m;ros ) contemporáneos se hallan solo orientadas de manera
y no como semejante de quien tengo ex~eriencia i?medi!ta. Es reciproca . ~omprobamos así que las relaciones sociales entre
un contemporáneo, por supuesto, a quien experimente antes los dos ami?os ~orno .(meros) contemporáneos se interponen
de modo directo acerca del cual tengo más conocimiento espe- en una serie discontmua de relaciones Nosotros concretas
cífico -obtenid~ en las experiencias compartidas de anterio- entre ellos.
res relaciones Nosotros- que · acerca de otros que son y fue- En terce~ Jugar,. A puede referirse a la circunstancia de que
ron .siempre meros contemporáneos. una ~elac10n social cara a cara con B siempre es restaurable
Al respecto, debemos examinar la índ~le de esas relacione.s -de¡ando _d_e la~o los inc~nvenientes técnicos- y confía en
sociales que, según Weber, 8 se caracterizan por la «probabi-que B participara como amigo en futuras relaciones Nosotros
de una m~nera congruente con las relaciones Nosotros que A
lidad de la repetida reiteración de la conducta que corresponde
a su sentido subjetivo, conducta que es una consecuencia com-y B ex<per1mentaron en el pasado.
Hasta aqu.í hen;ios indagado las transiciones de situaciones cara
prensible del sentido y que, por ende, es prevista». Habitual-
mente consideramos el matrimonio o la amistad como rela- a cara ~ sttuacic~_n~s do~de participan meros contemporáneos.
ciones' predominantemente cara a cara, que contienen expe- A p~r~tr de al!t rnvestigamos un ámbito limítrofe entre el
dom11110 de la realidad social. experimentada directamente y
riencias de carácter muy directo. Solemos hacerlo, como ·seña-
lamos antes, por una tendencia general a considerar una ~cción
el mundo, experi,mentado indirectamente, de los contemporá-
0 una sucesión de acciones dentro de un marco de umdades neos. Cua:it? mas nos acercamos a este, mi experiencia de
otros se ~hs~mgue por su carácter menos directo y por su ma-
8 Max Weber, The Theory of Social and Economic Organization, yor anommrn. Por lo tanto, también el mundo más vasto de
Nueva York, 1947, pág. 119 . los contemporáneos contie!1e varios estratos : mis copartícipes

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en anteriores relaciones Nosotros que son ahora meros con- expenem.tas mvoluctaJa~ Jifie1t: por wmpleto. El Otro que
temporáneos, pero que son restaurables. a si tuaciones car:i ~ es un mero contemporáneo no me está dado directamente
cara; los copartícipes en anteriores relaciones Nosotros de .m1 como un sí-mismo peculiar y único. No aprehendo su perso-
actual copartícipe en una relación Nosotros que s~m potencial- nalidad consciente en la experiencia pre-predicativa directa. Ni
mente accesibles a mi experiencia directa (el amigo de usted, siquiera tengo experiencia inmediata de la existencia del Otro.
a quien todavía no conozco); los contemporáneos de quienes Solo pued~ experin.entar al Otro en actos de inferencia por
tengo conocimiento y a quienes conoceré en breve ( ~l profe- los cuales Juzgo que este es así y no de otra manera, impu-
sor X, cuyos libros he leído y con quien tengo :ina c1.ta en el tándole ~eterminados atributos típicos. Mientras que experi-
futuro cercano); los contemporáneos de cuya ex1stenc1a tengo mento directdmf!nte el Tií individual en la relación Nosotros
conocimiento, como puntos de referencia para funciones socia- concreta, aprehendo al contemporáneo sólo de manera mediata
les típicas (empleados de cotteos que participan en el envío por medio de tipificaciones. Con el fin de aclarar este punto'
de mis cartas); las realidades sociales colectivas que conozco investigaremos varias especies de tales tipificaciones media~
por su función y organización, aunque su personal permanece doras, poi- cuyo in termedio aprehendo a un contemporáneo.
en el anonimato -si bien puedo, en ciertas circunstancias, Uno de los procedimientos por los cuales puede llegar a cons-
adquirir experiencia personal directa de los individuos alu- tituirse mi experiencia de contemporáneos es por derivación
d idos (la Cámara de los Lores)-; las realidades sociales co- a pai-tir de experiencias previas inmediatas de contemporáneo~
lectivas que son anónimas por su índole misma y de las cuales, en situaciones cara a cata. Ya hemos investigad o este modo de
por consiguiente, no puedo obtener experiencia personal di- constitución, comprobando que el conocimiento que se obtie-
recta en ninguna circunstancia; las configuraciones objetivas ne. directamente de un semejante en una relación Nosotros
de sentido instituidas en el mundo de mis contemporáneos y sigue siendo válido ~hasta nuevo aviso- aún d espués de
que son esencialmente anónimas (los artículos de la Consti- ·que el semejante se aleja de la situación cara a cara. Así, el
tución, las reglas de la gramática francesa); y, finalmente, los acto por el cual aprehendo como contemporáneo al anterior
artefactos, en la acepción más amplia, que dan testimonio de semejante es una tipificación, en el sentido de que mantengo
algún contexto subjetivo de sentido de algunas personas des- invariable mi conocimiento obtenido previamente, aunque
conocidas, esto es, el sentido que el artefacto «tuvo» para su mientras tanto mi anterior semejante haya envejecido y sin
creador, usuario, espectador, etcétera. duda realizado nuevas experiencias. De estas experiencias no
Todos estos estratos del vasto dominio de la realidad social indi- tengo ningún conocimiento, o bien las conozco solamente por
,, rectamente experimentada se caracterizan, en una serie gra- inferencia o por medio de semejantes u otras fuentes indi-
!.• dual, por diversos grados de anonimia y por transiciones que rectas.
111 van desde la relativa proximidad respecto de la experiencia Otro modo d e constituirse las experiencias de contemporáneos
directa hasta e'l absoluto distanciamiento de ella. resulta ser una mera variante del mencionado. Los contempo-
-. 1
ráneos a quienes aprehendo como anteriores semejan tes de mi
actual copartícipe en una relación Nosotros son también ex-
2. El contemporáneo como tipo ideal y la relación Ellor perimentados de manera mediata, siguiendo el ejemplo de mi
copartícipe al mantener invariables sus experiencias directas
Mientras experimento a algunos semejantes dil'ectamente en la anteriores de una persona particular. Por consiguiente, ni si-
inmediatez temporal y espacial de una situación cara a cara, quiera puedo volver a mis propias experiencias directas de es ta
esta inmediatez se halla ausente en mi experiencia de los me- persona, sino que debo primero interpretar las comunicaciones
ros contemporáneos. Estos no están presentes en persona, pe- de mi copartícipe ~cerca de sus anteriores experiencias direc-
ro yo sé de su coexistencia conmif!.O en el tiempo: sé que el tas y luego imitarlo en cuanto a mantener invariable su cono-
flujo de sus experiencias es simultáneo con el mío. Este cono- cimiento acerca de ese contemporáneo particular.
cimiento, sin embargo, es necesariamente indirecto. Por con- Estos modos de constitución se refieren a·todo lo que conoce-
siguiente, el contemporáneo no es un Tú en el pleno sentido mos de los contemporáneos por la mediación de nuestras pro-
que tiene este término en una relación Nosotros. E stos tér- pias experiencias pasadas, tanto directas como indirectas, de
minos describen la topografía social de mi Aquí y Ahora, Otros y a todo fo que conocemos por la mediación de las
cuyos contenidos son, por supuesto, cambiantes en forma experiencias pasadas de Otro, comunicadas a nosotros de mo-
continua. El punto de referencia son siempre mis experiencias do directo o anónimo. Resulta clam que todo conocimiento
presentes. Un mero contemporáneo puede ser un anterior d.e contemporáneos remite -a una experiencia directa origina-
semejante de quien tuve experiencia directa, y con quien ua de un semejante, y es legitimado por dicha experiencia.
confío en encontrarme nuevamente cara a cara de acuerdo Pero también puedo obtener conocimiento acerca de mi mundo
con un esquema recurrente. Sin embargo, la estructura de las social contemporáneo de otras maneras, aparte de la ya citada.

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Mis experiencias J e cosas y suce~os de Li realidad físic,1 , de conciencia de quién se pruducen tales procesos típicos. Sepa
objetos fabricados por hombres, de herramientas y artefactos, rados como están de una configuración subjetiva de sentido,
de objetos culturales, de ins tituciones y esquemas de acción, tales procesos -las experiencias típicas de «alguien»- pre-
también se refieren al mundo de mis contemporáneos (o bien sentan la idealización «una y otra veZ», es decir, de la repetibi-
remiten al mundo de mis predecesores, circunstancia que exa- lidad anónima típica.
minaremos más adelante) . E sto es .así porque siempre puedo La unidad del mero contemporáneo es construida originaria-
interpretarlos como testimonio de la vida consciente de seres mente en la unidad de mi experiencia; más precisamente, en
humanos que elaboraron y utilizaron esas herramientas y arte- una síntesis de mis interpretaciones de las experiencias del
factos, que adhirieron a esas insti tuciones o efectuaron esas Otro. No se constituye en mi experiencia directa de la unidad
acciones. Tales interpretaciones son, por su índole misma, deri- de su vida consciente en curso, en el Aquí y Ahora de un Tú
vativas. Consisten en inferencias basadas en mis experiencias concreto. Mediante esta síntesis de mis interpretaciones de las
de semejantes y mediadas por estas, ya se trate de semejantes experiencias típicas de un contemporáneo más o menos anóni-
determinados o de seres humanos en general. Cara a cara con mo, lo aprehendo como un tipo ideal -personal.
un semejante, presencié, en simultaneidad con mi propia vida Es necesario advertir con claridad que cuanto más completa es
consciente en curso, la constitución paso a paso de su compor- Ja sustitución de una configuración subjetiva de sentido por
tamiento, de experiencias provistas para él, de sentido, que una serie de complejos contextos objetivos de sentido, entre-
dieron por resultado un acto efectuado, un artefacto, una lazados e interdependientes, tanto más anónimo será el objeto
herramienta, etc. Ahora interpreto un acto efectuado, un de orientación Tú. Nuestro análisis ha mostrado que la sín-
artefacto, una herramienta, etc., como un indicador de tales tesis de las interpretaciones por las cuales conozco a mis
procesos subjetivos cumplidos paso a paso. Sin experiencias contemporáneos como tipos ideales no aprehende el sí-mismo
originales de este tipo, los objetos y sucesos del mundo exte- único de un ser humano en su presente vívido. Es un acto
rior no serían más que cosas materiales y procesos físicos sin de pensamiento que mantiene invariable algún atributo tí-
referencia alguna a un mundo humano. pico de seres semejantes y deja de lado las modificaciones y
En consecuencia, experiencias de contemporáneos son necesa- variaciones de ese atributo «en la vida real», es decir, cuando
riamente derivadas e indirectas. No obstante, es obvio que están incorporadas a las experiencias en curso de un individuo
puedo estar orientado hacia meros contemporáneos como pue- concreto y singular . Por consiguiente, el tipo ideal personal se
do estarlo hacia semejantes de quienes tengo experiencia in- refiere simplemente a un Otro concreto o a una pluralidad de
mediata. También estas orientaciones pueden ir desde las me- 0t1'os, pero no es nunca idéntico a ellos.
11111 ras actitudes hasta la acción · y la interacción sociales. En Aclararemos este punto con ·algunos ejemplos. Si eoho una
l!lll analogía con el concepto de orientación Tú, incluiremos todos carta en el buzón, actúo previendo que ciertos contemporáneos
lliil los actos conscientes orientados hacia contemporáneos en el míos (empleados de correo) interpretarán adecuadamente el
concepto de orientación Ellos. deseo que expresé al escribir una dirección, colocar una estam-
En con.traste con la manera en que experimento la vida cons- pilla, etc., y que lo llevarán a la práctica. La previsión que
ciente de semejantes en situaciones cara a cara, las experiencias orientó mi -acción no es·taba dirigida a individuos concretos
de contemporáneos se me aparecen como procesos más o específicos, sino al género «empleados de correo». Max Weber
menos anónimos. El objeto de la orientación Ellos es mi cono- señaló que la aceptación de dinero como medio legal de pago
cimiento de la realidad social en general, de la vida consciente depende 'de la probabilidad subjetiva de que también otros
de otros seres humanos· en general, sea o no imputada a un contemporáneos acepten estos pequeños objetos físicos como
solo individuo. El objeto de la orientación Elfos no es la medio de pago. También esto es un ejemplo de la orientación
existencia de un hombre conc;reto, no es la vida consciente en Ellos referente al comportamiento típico de contemporáneos
curso de un semejante a quien se experimenta directamente típicos. Recurriendo a otro de los ejemplos sugeridos por
en la relación Nosotros, no es la configuración subjetiva de Weber, si cumplo o no cumplo determinado acto con el fin
sentido que aprehendo si se constituyen ante mi vista expe- de evitar la intervención de ciertas personas con insignias y
·riencias de un semejante. Mi conocimiento de contemporáneos uniformes, es decir, si oriento mi comportamiento hacia la ley
está, por su naturaleza misma, en un contexto objetivo de y los organismos encargados de aplicarla, me sitúo en una rela-
sentido. Unicamente post hoc puedo añadir interpretaciones ción social con mis contemporáneos personificada según tipos
que remiten a una configuración subjetiva de sentido; a esta ideales; vale decir, en una relación Ellos.
cuestión volveremos más adelante, cuando describamos la En estos ejemplos, the actuado previendo determinados tipos
constitución de tipos ideales personales. Mi conocimiento del de comportamiento probables por parte de otros: emplea-
mundo de los contemporáneos es un conocimiento típico de dos de correo, personas que intervienen en transacciones mo-
procesos típicos. Fundamentalmente, dejo sin establecer en la netarias, policías, etc. Adopto cierta actitud hacia ellos: los

52 53
tomo en cuenta cuando planeo mi:. acciones, en ~íntesiJ, estoy del cual maneja sus asu11t0.,, e.te., 1,;ontc.... to que variará de un
en una relación social con ellos. Pero mis copartícipes en estas jugador a otro. Pero, como observador distanciado, también
relaciones no aparecen como individuos concretos y especí- puedo transponer, por así decir, la situación del presente
ficos. Aparecen como casos de los géneros «empleado de vívido al mundo tipificado de los contemporáneos. Hecho
correo», <<Usuario del circulante», «policía», etc. Les atribuyo mano a mi acervo de conocimiento y digo: ellos están jugando
pautas específicas de comportamiento, efectuaciones funciona- al «tummy».
les específicas. Son significativos para mí como contemporá- Las afirmaciones de esta especie se refieren a la vida consciente
neos solo en la medida en que son efectuadores típicos de de los jugadores individuales solo en la medida en que la efec-
tales funciones, es decir, como tipos ideales. En la relación tuación típica «jugar a las cartas» está coordinada para cada
Ellos apelo a mi acervo de conocimiento según el cual existen jugador con una su.cesión de experiencias en curso, las cuales,
«personas» que son empleados, policías, etc., «típicos», y que cabe suponer, se sitúan para él en un contexto subjetivo de
hacen cosas «típicas» como empleados, policías, etc. No me sentido. Pero con esto me limito -a postular que, si en verdad
interesa cómo se «sienten» por ser empleados o realizar el está jugando al «rummy», su comportamiento debe estar
trabajo de la policía; en otras palabras, cómo experimentan orientado por las reglas del juego. Este postulado, por su-
su comportamiento (en curso) en un contexto subjetivo de puesto, es aplicable en general a las personas que juegan al
sentido. Para mí, sus realizaciones están básicamente en un «rurnmy», en cualquier tiempo y lugar, y no se limita en modo
contexto objetivo de sentido. En la relación Ellos, mis copar- alguno a las tres personas que están frente a mí. Ninguna
tícipes no son individuos concretos y singulares, sino tipos. experiencia concreta de A es idéntica a ninguna experiencia
Esta característica esencial de la experiencia de contemporá- concreta de B o C, puesto que pertenece a la vida consciente
neos no debe conducirnos a la falsa conclusión de que se de un individuo específico en un momento específico de su
aprehende el comportamiento de otro por tipificación solo con biografía. La experiencia concreta es única y no puede repe-
respecto al mundo de los contemporáneos. Es verdad que la tirse. No es idéntica ni siquiera conmensurable con ninguna
experiencia de contemporáneos se presenta siempre en forma experiencia real de B. Lo típico, y solamente lo típico, es
de tipificación, pero lo mismo es válido para la aprehensión del homogéneo. Solo en la medida en que dejo de lado a los indi-
mundo de los predecesores. Además, puesto que el conoci- viduos únicos A, B y C, y digo que «ellos» están jugando a
miento de pautas típicas de acción y de tipos ideales perso- las cartas, reconozco en ellos un ejemplo del género anónimo
nales constituye parte del propio acervo de conocimiento «jugador de cartas». Al tipificados, he realizado un acto inter-
acerca de la realidad social en general, las tipificaciones de esta pretativo de pensamiento que confiere anonimia a A, B y C.
especie también son empleada-s en la expetiencia de copartí- La matriz objetiva de sentido que se originó en la construc-
11
cipes en la relación Nosotros concreta, es decir, del individuo ción de experiencias típicas de contemporáneos típicos, coor-
singular que está cara a cara conmigo. Por consiguiente, los dinados con realizaciones típicas, puede ser retraducida a
tipo>S ideales sirven también como esquema de interpr·etación configuraciones subjetivas de sentido. Aplico las tipificaciones
de ese dominio de la realidad social que se experimenta direc- que forman parte de mi acervo de conocimiento a semejantes
tamente. Sin embargo, existe una diferencia importante: en la concretos en situaciones cara a cara. Aprehendo a los seme-
relación Nosotros concreta los esquemas tipificadores son eli- jantes como individuos «iguales a otros» de un tipo determi-
minados o modificados por el Tú único aprehendido en la nado. Al mismo tiempo, estos semejantes, como copartícipes
inmediatez de un presente vívido compartido. Los esquemas en una relación Nosotros, son experimentados de manera
tipificadores son, por a'sí decir, modelos formales sin conte- directa. Por lo tanto, son «personas iguales a otras» y sin
nido, comparados con el semejante concreto y, de este modo, embargo individuos singulares, dotados de una vida consciente
despojados de su status comq meras tipificaciones. Veamos un que se desenvuelve ante mis ojos. Esta doble condición de un
ejemplo. semejante es la base de una transposición adicional y más com-
Estoy cara a cara con varios semejantes, cuyas experiencias se pleja: el contemporáneo que es básicamente aprehendido por
me aparecen como una su::esión indivisa e ininterrumpida de mí como un tipo es concebido como un individuo dotado de
sucesos de su vida consciente. Pero el Ellos con que estoy una «genuina» vida consciente en curso. Pero no capto su vida
oara a cara puede ser siempre resuelto en un «Tú, Tú y Tú», consciente de modo directo, sino únicamente por medio de un
de manera tal que puedo unirme a cada Tú en una relación acto de interpretación. Por lo tanto, el contemporáneo se
Nosotros concreta. Por ejemplo, si estoy observando a tres establece en definitiva como un tipo cuya conciencia también
semejantes que juegan a las cartas, puedo dirigir mi atención a es «típica» y, en este sentido, homogénea .
cada uno de los jugadores. En la orientación Tú, puedo apre- El concepto de tipo ideal, de uso tan difundido en las cien-
hender la forma en que este individuo particular aborda su cias sociales, y la relación de la construcdón científica con las
actividad inmediata, el contexto subjetivo de sentido dentro tipificaciones de sentido común de los propios semejantes y

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con temporáneos, requicrí:' lºll análisis minuciosci I .os rom continuo espacio-temporal El tipo ideal es 1nónimo con res
plejos procesos por los cuales los motivos «para» y «porque» pecto a cualquier persona existente. Por consiguiente el con-
se coordinan con pautas de acción típicas y se mantienen in- ~emporáneo ---::iue solo puede. ser apreh endido co:Uo tipo
variables con respecto a la experiencia y la observación de ideal- es anórumo en este sentido. La existencia del contem-
individuos concretos, y los procesos por los cuales los motivos poráneo no es experimentada de manera directa, ya sea que
típicos son atribuidos a individuos típicos, han sido investi- se la suponga, se fa considere probable o incluso se la dé
gados con mayor detalle en otro lugar. 9 A continuación se- por sentada o presuponga. En mi experiencia presente el
guiremos examinando el aspecto de este complejo problema contemporáneo tiene el carácter de una intersección indiviclua-
que más importancia tiene para nuestra actual investigación, o lizada de atributos típicos. Debe observarse en este contexto
sea, la anonimia del tipo ideal. que el carácter de probabilidad subjetiva que tiene para mf
la existencia de mi contemporáneo aumenta el carácter proba-
bilístico de mis acciones dirigidas hacia él, en comparación con
3. Los estrato'S de la anonimia en el mundo las acciones dil'igidas hacia semejantes en situaciones cara
de los contemporáneos a cara. Como lo explicaremos de inmediato esto tiene con-
secuencias importantes para la índole de las r~laciones sociales
En el análisis anterior consideramos los elementos constituti- que afectan a meros contemporáneos.
vos de la orientación Ellos, dentro de cuya estructura básica El concepto de anonimia del tipo ideal también puede ser
tienen lugar, en realidad, diversas experiencias concretas de ~t~rpretado con referencia al alcance 1·elativo del esquema ti-
contemporáneos. Sin duda, estas experiencias son necesaria- pificador. El alcance del esquema tipificador está determinado
mente actos de pens'am.iento mediante los cuales son aprehen- por la compleción y la generalidad relativas del sector del
didos, con respecto a atributos típicos, Otros cuya existencia acei;o de .c?~ocimiento qu~ me ~uió al ele~ir el rasgo que
se presupone o imagina. Dada esta identidad fundamental, debi~ ~e~ tip1fica~o como atnbuto mvariable dentro del esque-
las experiencias se diferencian de diversas maneras. Hay un ma tipificador. S1 el esquema es obtenido a partir de experien-
-hecho fundamenral: aunque son siempre indirectas, no son cias previas de un semejante determinado, la tipificación es
igualmente anónimas. Podemos decir que el mundo de los ri;lauv~mente coi;icreta; si deriva de tipos ideales personales
contemporáneos está estratificado según el g1•ado relativo de dispon~bles en !111 acervo de conocimiento general referente a
concreción o anonimia que caracteriza al tipo ideal por cuyo la realidad ..social, es relativamente anónimo. Podemos decir
intermedio se aprehende a Otros. Cuanto más anónimo es el que el grado de concreción del esquema tipificodor es inversa-
tipo ideal personal que media en la experiencia de un contem- m_ente P_roporcional al '!ivel de generalidad de esas experien-
poráneo, tanto más avanzada es la sustitución de la configu- cias sedimentadas en el acervo de cünocimiento del cual deriva
" el esquema.
ración subjetiva de sentido atribuida al Otro por matrices
objetivas de sentido. Cuanto más avanzada es la sustitución, A partir de estas observaciones, es obvio que cada tipificación
tanto más depende, -a su vez, el tipo ideal personal que cons- s~~~ne otras tipificaciones., Cuantos más sustratos de esquemas
tituye una experiencia dada de un sustrato de tipos ideales t1pif1cadores abarca un tipo ideal determinado tanto más
personales más o menos anónimos y matrices correspondientes anónimo es este y tanto más vasta la región de c~sas que sim-
de sentido. plemente se presuponen en la aplicación del tipo ideal. Los
La anonim.i·a de un tipo ideal es un ·concepto que exige mayor sustratos, claro está, no son captados explícitamente en actos
aclaración. En una etapa ~nterior de nuestra investigación, de pensamiento claros y nítidos. Esto se hace evidente si se
señalamos que la orientación Tú «pura» consiste en la mera, to,m~n realidades sociales tales como el Estado, el sistema eco-
pero inmediata, conciencia. de la existencia del Otro. Apre- nomico o el arte, y se comienza a explicar todos los sustratos
hender a un semejante de acuerdo con algunos rasgos carac- de tipificaciones sobre los cuales se basan.
tel'Íst:cos presupone esta conciencia. No así en el caso de la Por consiguiente, el grado relativo de concreción o anonimia
orientación Ellos, que . incluso en su forma «pura» se basa de un tÍJ:~ ideal debe -ser vinculado con la facilidad con que
en ·la postulación de un atributo típico en un acto de pensa- una relac1on Ellos -de la cual un tipo dado es un constituyen-
miento. En tal acto de pensamiento yo postulo, desde luego, te- puede transformarse en una relación Nosotros. Cuanto
la existencia o anterior existencia del atributo típico, pero mayor es la probabilidad de que yo aprehenda directamente
no necesito postular la ·presencia del atributo típico en un in- los caracteres típico-ideales de «alguien» como elemento de
d~v·iduo concreto y determinado en un punto específico del la vida consciente en curso de un individuo concreto tanto
menos anónimos son esos caracteres. Aclararemos resto con
9 Véase supra, «El mundo social y la teoría de la acci6n social» , y dos ejemplos. En una orientación Ellos, pienso en mi amigo
El problema de la realidad social, primera parte. ausente A. Sé que A enfrenta una decisión difícil. Por mi an-

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tcrior experiencia directa de A conservo el tipo ideal «mi compar'1c1ón con el tipo idt l uractL. lo¡:,.co, t::> ielati\amentc
amiao A en aeneral». Puedo también elaborar una tipificación concreto si se lo compara con otros esquemas de tipos ideales,
de pautas d; acción, «el comportamiento de A frente a deci- en especial aquellos que se refieren a colectividades sociales.
siones difíciles». Este tipo ideal también es de orientación Las tipificaciones de colectividades sociales, aunque conservan
Ellos más que de orientación Tú: «Ante una división difícil, un carácter personal, son anónimas en alto grado, ya que las
la ge~te "como" A suele actuar de tal manera». Sin embargo, colectividades nunca pueden ser experimentadas directamente
el tipo ideal «mi amigo A» es muy concreto y se basa en la y, por su naturaleza misma, pertenecen al mundo social tras-
experiencia pasada directa de A en ·situaciones cara a cara. cendente de los meros contemporáneos y predecesores. La
Además, dejando de lado dificultades de carácter técnico, mi amplia clase de tales tipificaciones también contiene diferentes
contemporáneo A puede siempre convertirse en mi seme- estratos de anonimia. Por ejemplo, el directorio de una empre-
jante A. sa, o el parlamento, ·son tipificaciones de colectividades socia-
Otro ejemplo: mi amigo A me habla acerca de X, con quien les relativamente concretas todavía, ya que se basan en un
se encontró hace poco y al que yo no conozco. Procede en- número limitado ele sustratos de tipos ideales personales. Pero
tonces a caracterizar a X; vale decir, construye un tipo ideal también utilizamos tipificaciones tales como el Estado, t.l
de X manteniendo invariables sus experiencias directas de 1 pueblo, la economía, las clases sociales, etc., como si corres-
él, y de este modo las transforma en tipificaciones. Estas de- pondieran a ellas tipos ideales personales de contemporáneos.
penden, por supuesto, de su acervo de conocimiento, su si- No obstante, este «como si», no puede set más que un antro-
tuación biográfica, sus intereses cuando encuentra a X, sus pomorfismo respecto de un contexto totalmente anónimo. No
intereses cuando me habla acerca de X, etc. Yo refiero el es legítimo inferir que este contexto es, o puede ser, una con-
tipo ideal, que A construyó y me comunicó, a mi acervo de figuración subjetiva de sentido para un contemporáneo real.
conocimiento según mi propia situación biográfica, mis inte- Como dice Max Weber: «Pero esas colectividades, para la
reses, etc. Por lo tanto, el tipo ideal de X no es idéntico para interpretación subjetiva de la acción en la labor sociológica,
A y para mí. Puedo incluso cuestionar la validez de la caracte- deben ser tratadas exclusivamente como las resultantes y los
rización que hace A de X sobre la base de mi propia carac- modos de organización de los actos particulares de personas
terización de A: «A es un tipo excitable .. . es probable que individuales, ya que solo estas pueden ser consideradas como
vea a las personas a su manera». agentes en un curso de acción subjetivamente comprensible
Ambos son ejemplos de tipos ideales relativamente concretos. ( . . . ) Para los fines sociológicos, no existe una personalidad
Derivan de experiencias directas de un semejante como indi- colectiva que "actúe". Por el contrario, cuando en un contexto
viduo. El recuerdo de la vida consciente en curso de este sociológico se hace referencia a un "Estado", una " nación",
" individuo anima la matriz objetiva de tipificaciones que ha una "corporación", una "familia", un "cuerpo de ejército" u
i' reemplazado, en la experiencia real presente, la captación otras colectividades semejantes, se alude solamente a un cierto
directa del individuo singular. Los tipos ideales de esta especie tipo de desarrollo de acciones sociales actuales o posibles de
pueden ser llamados tipos personales caracterológicos. Otro ·personas individuales». 10 Las «actividades» del Estado pue-
género de tipo ideal personal es el tipo funcional, que se re- den traducirse en acciones <le «funcionarios» del Estado, que
fiere a contemporáneos solo con respecto a sus funciones tí- en efecto pueden ser aprehendidos mediante tipos ideales per-
picas . Como ejemplo, podemos remitirnos nuevamente al sonales, y a quienes podemos dirigirnos en una orientación
caso del empleado de correo. Este tipo ideal es ya más anóni- Ellos. En la perspectiva sociológica, «el Estado» puede ser
mo que el caracterológico, puesto que no alude a la vida de un considerado como una abreviatura que designa a un sistema
individuo con quien estuve, estoy o estaré en una relación sumamente complejo de tipos ideales personales interdepen-
Nosotros de ningún grado de intimidad; aun en situaciones dientes. Sin embargo, en el uso habitual de expresiones tales
cara a cara lo aprehendo como un «empleado de correo». Ade- como «el Estado», se presupone ingenuamente esta estructura
más, cuando envío mi carta por correo, ni siquiera me dirijo compleja de tipificaciones. Además, las matrices objetivas de
al tipo ideal personal, «empleado de coneo», para quien su sentido que se manifiestan en las pautas anónimas de acción
comportamiento se halla en un contexto subjetivo específico de los funcionarios son atribuidas, por una transposición injus-
de sentido (sueldo, estabilidad, jefe, etc.). Para mí, solo es tificada, a un seudotipo personal de la colectividad social, de
pertinente la pauta de acción; en este caso, el procesamiento igual manera que la acción individual es coordinada con un
típico estandarizado de la correspondencia. El hecho de que, actor típico. Pero no puede concebirse ninguna conciencia
por así decirlo, adjunte a esta pauta de acción «alguien» que individual de la cual las «actividades» de una colectividad
la lleva a cabo, es solo incidental. Este «alguien», por supues- social constituyen una configuración subietiva de sentido .
to, es un t:ipo personal relativamente anónimo.
Si bien el tipo ideal funcional es relativamente anónimo en 10 Max Weber, op. cit., págs. 101-02.

58 59
El arnílisb de las C'Sll'llctllta> de t ipificacio nes ideales que r.nr- 4 Lr1s relaciones socia/cr r'll/N' r011trmpnr1Ílleos
man los sustratos de colectividades sociales es una tarea i m-
portante que la sociología aú n tiene por .d~lante. Se~á nece- Así como en las situaciones cara a cara las relaciones sociales
sario describir la estratificación de colectividades sociales en se basan en la orientación Tí1 «pura», así también las rela-
términos d e anonimia relativa y, según su origen, en expe- ciones sociales entre con temporáneos se basan en la forma
riencias directas o indirectas de la realidad social. También «pura» de la orientación E llos. Esto significa que, mientras
será menes ter investigar ·en qué medida es posible hablar d e que las relaciones sociales cara a cara se constituyen en el
un sentido subjetivo de colectividades so~ia.les, es c;Iecir, en reflejo recíproco d e experiencias directas del Otro, este está
qué medida «las activida~e~» de una col~cuv1?ad social, apre- dado solamente como u n tipo ideal en las relaciones sociales
hendidas como acciones up1cas de «Íunc10nanos», .pueden ser entre contemporáneos. Una .persona que participa en una rela-
atribuidas a contextos subjetivos de sentido de estos últimos ción social con un contemporáneo debe contentarse con supo-
y, por ende, a su «responsabilidad~. Est~ .es un. p~o?lema de ner que el Otro, a quien aprehende mediante una tipificación
particular importanci~ para la t;~r~a ~olít.1ca y iurid~ca,. más o menos anónima, est.1 a su vez orientado <hacia él por
También exige un cuidadoso anahs1s d ilucidar en. q.ue c1rcui:s- medio de tipificaciones. Las relaciones sociales en que parti-
tancias y en qué medida el concepto de colectividad social cipan meros contemporáneos tienen un carácter hipotético.
puede servir como es~uema de. interpre~ació? del comrport~­ Al subir a un tren, por ejemplo, oriento mi comportamiento
mien to de contempotaneos en virtud de mclmr, en u1:a. matriz mecUante la previsión de que determinados individuos llevarán
objetiva, juicios de valor que ~on acepta?os como vahc;Ios en a cabo ciertas acciones que harán posible y probable que el
una sociedad o un grupo social deterrrunado, que «vive de tren llegue a su destino. Me sitúo en una relación Ellos con
acuerdo con ellos». esos indi:viduos, los empleados ferroviarios, debido a que, pri-
Las observaciones sobre colectividades sociales también se mero, tn1 acervo de conocimiento contiene un tipo ideal fun-
aplican a sistemas de significación, como por ejemplo .la .lengua cional -el empleado ferroviario- que se ocupa de que «per-
inglesa. Siempre es posible pasar d~l contexto ob1.et1v? de sonas com'? yo»,º. sea viajeros, lleguen a su destino, y, segun-
sentido la estructura de la lengua mglesa, a un upo ideal ~o, que or1e~to m1 comportamien.to de acuerdo con este tipo
person;l anónimo en alto .grado: el .hablante de inglés. Sin ideal. Este e¡emplo muestra también que las relaciones socia-
embargo, no puede haber ningún «in?ividu.~» típ~co. para les entre contempotáneos se caracterizan, no solo por la cir-
quien la estructura objetiva sea una conf1guracion sub1etiva de cunstancia de que yo me oriento de acuerdo con un tipo ideal
sentido. Un «espíritu objetivo de la lengua» es una ficción perso~al'. sino t~mbién por el supuesto de que él, el «empleado
ilegítima. · ferrovianm>, orienta su conducta según un tipo ideal personal
Estas observaciones también se aplican a objetos culturales de complementario, el «viajero», es decir, cualquiera que se ajus-
cualquier especie, tanto ideales como materiales. Los artefac- te a la pauta de acción requerida. Por consiguiente en una
tos, por ejemplo, pueden ser interpretados con respecto al relación social entre contemporáneos, me encuentr; en una
tipo ideal personal de quienes los crean y elabor~n, observ.an r~lac~ón Ellos; a~r~buyo a mi copartícipe, un esquema de tipi-
y ut ilizan. Una herrami~nta es el prod~cto. ?e acciones previas f1cac10nes y prev1s10nes con respecto a mz como üpo ideal per-
de «alguien», y el medio para la realtzac1?? de futuros . Pl'O- sonal. Una relación social ent1·e contemporáneos consiste en la
yectos de acción de «cualquier~»" La telac10? entre med1?s y p1•obabilidad subjetiva de que los esqu,emas tipificadores recí-
fines constituye un contexto ob1euvo de sentido d el cual siem- procam~~te atribuidos (y las previsiones correspondientes)
pre es posible pasat á los tipos ideales en alto grado anónimos sean uttlrzados de manera congruente por los copartícipes. En
del productor o usuario. ., . . . las situaciones cara a cara, hay una reciprocidad inmediata de
Concluimos aquí la descripc1on de los niveles de anommia mis experiencias del Otro y de las experiencias que este tiene
que estructuran la experiencia del mundo de los contemporá- de mí. Esta reciprocidad es reemplazada, en las telaciones
neos. Comenzando con la transición de la experiencia directa Ellos, P.or actos de ~eHexión sobre el esquema tipificador que
de semejantes en situaciones cara a cara a la experiencia indi- presumiblemente onenta el comportamiento de ambos copar-
recta de ex semejantes de experiencia directa, hemos descripto tícipes. La valid.ez de mi supuesto, según el cual mi copartícipe
las tipificaciones cada vez más anónimas que :hacen de ínter- . comparte conmigo determinado esquema tipificador (emplea-
mediarías en la experiencia de las tealidades sociales trascen- d~ ferrovi,ai:io, viajero) no puede ser verificada, puesto que
dentes: partiendo del tipo ideal .personal caracterológico relati- m1 copa~tlcipe no está presente. Por lo tanto, cuanto más
vamente concreto y el tipo funcional relativamente más anó- estandarizado se halla un esquema tipificador dado, tanto ma-
nimo, pasamos a los esquema.s tipificadores de colecti;ridades yor es la probabilidad subjetiva de que el esquema tipificador
sociales anónimas en alto grado, objetos culturales, s1stemns 9ue atribuyo a mi copartícipe sea, en efecto, compartido por
d e signos y artefactos. el. Tal es el caso de los esquemas tipifi cadores «instituciona-

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lizados» por la ley, las urJc.;uanz .. s, la tradición, etc., y de. los les, empleo ~istenv1s de signo Cuanto más ·mó111mo ts mi
esquemas que se refieren a las relaciones en tre medios y fines, copartícipe, t anto más «objetivamente» debo utilizar los sig-
vale decir, de esquemas que son racionales en el sentido de nos. A~uí vuelve a hacerse obvio hasta qué punto es cercana
Weber. Estas características de las relaciones sociales entre la relación entre el grado de anonimia en una relación social
contemporáneos tienen importantes consecuencias. Como re- y la sustitución graduada ele matrices objetivas de sen tido en
sultado d el hecho d e que las relaciones E llos se basan en la lugar de las configutaciones subjetivas de sen tido. No puedo
probabilidad subjetiva, solo es posible d ecidir ex post facto si P,r:suponer, yerbigra~ia, que en una relación Ellos mi copar-
determinada relación social entre A y yo tuvo lugar realmente. tlClpe captara un matiz de una palabra o situará una afirmación
De acuerdo con es to, el supuesto de que A y yo compartimos mía en el contexto apropiado, a menos que yo me refiera de
cierto esquema tipificador, y de que aprehendo adecuadamente manera explícita y «objetiva» a ese contexto. En la relación
a A en términos del tipo ideal personal A, solo puede ser veri- Ellos falta la prueba directa de q ue he sido comprendido,
ficado en forma retrospectiva. Puedo tomar en cuenta los mo- prueba q ue puedo obtener si mi copartícipe está presente en
tivos «para» y «porque» de A para planificar mi propio com- la comunidad de espacio y de tiempo.
portamiento solamente en la medida en que estos formen parte Por últi~o, se debe observar que las relaciones Ellos, que se
explícitamente del tipo ideal como motivos invariables y cons- car acterizan desde el comienzo por un grado relativamente
tantes de A. Partiendo del supuesto -cuyo carácter, claro bajo de anonimia, p ueden ser transformadas en una relación
está, es meramente de prob:lbilidad subjetiva- de que la tipi- Noso tros pasando por varias fases d e transición. De modo
ficación que hace mi contemporáneo de mí como tipo ideal análogo, relaciones Nosotros íntimas pueden ser transformadas
(«cliente del correo») es congruente con mi tipificación de él en relaciones Ellos relativamente concretas. En su examen de
(«empleado de correo» ) , adap to su motivo «porque» al mo- la correspondencia epistolar, Simmel brinda un excelente aná-
tivo «para» de mi proyecto de acción (escribir , enviar, proce- lisis de una de .e~tas fases de transición. En general, se obser-
sar, etc., mi carta «para» que X pueda recibir una carta mía). va que la trans1c16n en tre la estructura de relaciones Nosotros
En cambio, a diferencia de la interacción que tiene lugar en y la estructura de relaciones Ellos es fluida. Cuando asisto a
las situaciones cara a cara, no puedo proceder guiado por el una representación teatral, por ejemplo, estoy cara a cara con
supuesto de que mi motivo «para» será su motivo «porque». el actor, pero soy significativo para él únicamente como u n
El entrelazamiento de motivos característicos de la interacción miembro anónimo del p úblico.
en la relación Nosotros es reemplazado, en la relación social En esta investigación, debemos renunciar a examinar los -aspec-
entr e contemporáneos, por la interdependencia de los tipos tos car acterísticos de la observación de contemporáneos. Este
idea1es recíprocamente atribüidos de los copartícipes, que con- f problema, sumamente importante para la comprensión de los
tienen mo tivos invariables. procedimientos de las ciencias sociales empíricas fue tratado
Además, mientras que mi t:.xperiencia de un semejante en la con algún detalle en otra parte. 11 '
relación Nosotros, se modifica y enriquece continuamente por
las experiencias que compartimos, no sucede lo mismo en la
relación Ellos. Cada nueva experiencia de contemporáneos au-
menta, por supuesto, mi acervo de conocimiento; y, en ver- IV. El mundo de los predecesores
dad, los tipos ideales por los que me oriento hacia otros en y el problema de la historia
una relación Ellos sufren modificaciones como resultado de
los cambios en mi situ.ación, pero estas modificaciones son mí- Si he vivido. una rel~ciót: Nosotros o una relación Ellos, puedo
nimas en la medida en que permanecen constantes la situación recordar mis experiencias pasadas, ya sea reproduciéndolas
dada y mis intereses vinctJlados a ella, que determinaron la paso a paso en mi memoria, o bien en una captación unitaria
aplicación original de cierto esquema tipificador. retrospectiva. En ambos casos, permanecen intactas las carac-
En la relación Nosotros puedo verificar mi supuesto d e que el terísticas c~nsti.tutiv~s de esas experiencias; son recordada.;
modo en que experimento mi ambiente puede coordinarse c?mº. expen~ncias directas cara a cara de semejantes o expe-
con el modo en que usted experimenta el suyo. E stoy habi- nenc1as mediatas de contemporáneos, según las respectivas
t uad o a extender este supuesto a mi contemporáneo y decir 1
es tructuras experienciales. No llevan consigo un subíndice de
que ,si él estuvier a en mi situación, sus experiencias serían actualidad, ú no de historicidad; no ·son experiencias «en
aproximadamente idénticas a las mías. Pero este supuesto es
inverificable. En una relación Ellos, es imposible saber a 11 «El sentido común y la interpretación científica de la acci6n hu-
ciencia cierta si la interpretación del mundo de mi copartícipe mana», en El p~oblema de l~ realidad social, esp. págs. 45 y sigs., y 64, y
es congruente con la mía. «El. mundo social y la teona de la acci6n social», mpra, esp. págs. 17
Al comunicarme con mis copartícipes en las relaciones socia- y s1gs.

62 63
curso», sino pasadas SP ha producido, además otra modifica· también mediantt: con trncciones de tipos ideales no manten-
ción importante. En la experiencia en curso, las fases futuras go invariable nada qu e por su misma índole no lo sea. El
de esta experiencia eran meramente anticipadas; el futuro de la mundo de mis predecesores es, por su esencia misma, constan-
experiencia no estaba decidido. Ahora las anticipaciones se te; en él todo ha pasado ya. Por consiguiente, puedo orien-
han realizado o frustrado; la experiencia es tá terminada . Todo tarme hacia mis predecesores, pero no puedo actuar sobre
lo que tenía meramente el carácter de probabilidad subjetiva ellos. Y aun mi orientación hacia mis pred ecesores difiere
en mi relación social en curso -en particular, el comporta- fundamentalmente de mi orientación hacia mis semejantes y
miento previsto de mi copartícipe- ha adquirido ahora cer- hacia mis con temporáneos . Solo puede decirse que mis accio-
teza, de una u otra manera. Al planear mi acción esbocé el nes están orientadas por acciones de mis predecesores, en la
comportamiento anticipado de mi copartícipe. Ahora mi acción medida en que mis expel'iencias de acciones pasadas de prede-
planeada ya se ha efectuado, con o sin éxito, y el comporta- cesores se convier ten en motivos «porque» de mi comporta-
miento anticipado de mi copartícipe se ha producido o no. La miento. Conviene observar , entre paréntesis, que el concepto
peculiar estructura temporal de la acción, 12 mientras perma- weberiano de acción tradicional brinda un e jemplo de tal com-
nece intacta en el recuerdo, es reubicada ahora en el nuevo portamiento. No hace falta insistir en que las relaciones so-
contexto del cierre temporal: por ejemplo, «cuando empecé, ciales genuinas con los p redecesores son imposibles, a pesar
quería esto, pero solo ihe logrado esto otro». En cambio, la de los actos genuinos y habituales d e orientación hacia los
razón para re.cardar realidades sociales experimentadas con an- antepasados expresados en algunas culturas, por ejemplo, en
terioridad se origina en mi situación actual y está condicionada el culto de los antepasados. Las acciones de mis predecesores
por los problemas e intereses del Aquí y Ahora. que están orientadas por previsiones de mi comportamiento
La línea que separa la realidad social experimentada directa- futuro, como en el caso de_ las disposiciones testamentarias,
mente, y el mundo de l os contemporáneos, del mundo de los solo pueden hallar reciprocidad en actos de orientación y, por
predecesores es fluida. Por un cambio de interpretación, pue- supuesto, en el compor tamiento para el cual la acción del
do considerar mis recuerdos de experiencias pasadas acerca de p redecesor es un mo tivo «porque».
semejantes y contemporáneos como experiencias de la realidad La experiencia del mundo de los predecesores es, desde luego,
social anterior. Sin ·e mbargo, se debe observar que tales re- indirecta . El conocimiento de predecesores -al igual que el
cuerdos no son aún experiencias del mundo de los predece- conocimiento de contemporáneos- puede alcanzarse en actos
sores en el sentido estricto. En el recuerdo se preserva la comunicativos en los que los semejantes o contemporáneos
genuina contemporaneidad en la cual se constituyó la expe- informen sobre sus propias experiencias pasadas (p. ej., los
riencia de la relación Nosotros o Ellos. Esto significa que coor- recuerdos de mi padre sobre su infancia) y sobre las experien-
dino cada etapa anterior de la vida de un semejante o un cias pasadas de semejantes y contemporáneos de ellos (p. ej .,
contemporáneo con etapas 2nteriores de mi propia vida, y que cuando mi maestro me habla de un ve terano de la Guerra Civil
puedo dirigir mi atención retrospectivamente a la constitu- que él conoció). Estos ejemplos muestran con claridad la flui-
ción paso a paso de contextos subjetivos de sentido en mi da transición del mundo de los contemporáneos al de los pre-
propia conciencia o en la conciencia de mi copartícipe en una decesores . Mi padre, por ejemplo, se sitúa en una relación No-
relación Nosotros o Ellos. sotros conmigo, y sus experiencias infantiles, pese a ser ante-
Es obvio que, por otra parte, el mundo de mis predecesores se riores a mi nacimiento, s on sin embargo experiencias de u n
caracteriza por el hecho de que no puedo coordinar mi propia semejante mío, aunque llevan un ,~mbíndice de historicidad.
vida consciente y la de mis predecesores en una genuina con- Sin embargo, en realidad pertenecen al mundo de mis prede-
temporaneidad. Es un mundo definitivamente pasado; no tiene cesores, porque yo no puedo coordinar fases pasadas de mi
ningún futuro abierto. En el comportamiento concreto de mis propia vida consciente con esas experiencias de mi semejante.
predecesores no hay nada ·aún por decidir: sus acciones han Tales experiencias pasadas directas e indirectas de la realidad
sido efectuadas; no queda nada por anticipar. En contraste con ~acial por parte de mi semejante pertenecen, pues, a un domi-
mis semejantes -y en cierto sentido, también con mis con- nio genuinamente pasado del mundo social, pero obtengo
temporáneos- mis predecesores no pueden ser experimenta- conocimiento de él mediante actos comunicativos en una ge-
dos como libres. La «libertad» de mis contemporáneos tam- nuina relación Nosotros o Ellos. Por lo tanto, puedo atribuir
bién se halla limitada por el hecho de que los aprehendo como estos actos comunicativos a nna configuración subjetiva de sen-
tipos ideales cuyos motivos y acciones son constantes e inva- tido en fa vida consciente de quien los comunica.
riables. Sin embargo, si bien aprehendo a mis predecesores En segundo término, adquiero conocimiento del mundo de
mis predecesores mediante documentos y «monumentos», en
12 «La elección entre diversos proyectos de acción», en El problema el sentido más amplio. Estas son manifestaciones de la vida
de la realidad social. consciente de mis predecesores. No tiene importancia que sean

64 65
manifestaciones de actos c0111u111cativos de 111is predecesores
dirigidos a la posteridad -es deci r, a nosotros-, o que estos 1111predecesor era una experiencia humana: puedo mterpre-
destinaran las comunicaciones a sus propios contemporáneos. tarla en el contexto de mi conocimiento de la estructura de la
En la medida en que mi experiencia de los predecesores recibe experiencia humana como experiencia provista de sentido en
[!.eneraz.n 3
la mediación de comunicaciones de mis semejantes y con tem-
poráneos, es más o menos anónima, más o menos concreta Los esquemas que usamos en la interpretación del mundo
aunque estas características son evidentemente d erivad as y d~ de los predecesores difieren necesariamente de los esquemas
s7gi:inda mano, pot así decirlo. Sin embargo, -si adquiero cono- por los cuales los predecesores mismos inter ptetaron sus ex-
cimiento del mundo de los predecesores mediante actos comu- p.erie~cias. Si identifico mi manera de interpretar mis expe-
nicativos por parte de los predecesores, los signos empleados nencias con la maneta en que mi predecesor interpretaba las
en la comunicación son, ante todo, elementos de un sistema suyas, lo hago solamente de un modo vago y provisorio. El
objetivo de sentido y totalmente anónimo. No obstante los grado de probabilidad subjetiva que presenta esta identifica-
signos son también manifestaciones de la vida conscient~ del ción es inconmensurablemente mayor que el de la misma iden-
comunicador, y puedo pasar mi atención del contexto objetivo tificación aplicada a contemporáneos. Esto es válido incluso
del signo a la configuración subjetiva de sentido 1 es deci.J: a para mi interpretaci?n de los. sistemas objetivos de signos por
la vida consciente del comunicador que u tilizó el signo en ~n los cuales se comunicaban mis predecesores. Los sistemas de
acto comunicati"'.o específico. Modificando así la per spectiva, sig1;os, por s_upuesto, so? invariables, o sea que no tienen el
l~gro una. especie de s7udocontemporaneidad de mi propia
horizonte abierto y la «libertad» de u na experiencia en curso.
vida consciente con la vida consciente del comunicador. Aun- Pero lo que no puede ser establecido con certidumbre es el
gr~do de congruencia entre el esquema de expresión que deter-
q~e, pot lo común, la _investigación histórica propiamente
didha no se ocupa del sujeto que efectúa la comunicación no mmó los act~s de comu~cación de mi predecesor y mi propio
se d ebe olvidar que las fuentes históricas siempre se refi~ren esquema de mterpretacion. Por lo tanto, toda interpretación
a experiencias di:ectas o indi.J:ectas de la realidad social por de los actos comunicativos de predecesores tiene el carácter de
parte del comumcador, y que esta circunstancia otorga un probabilidad subjetiva. La historia de la filosofía btinda mu-
c~rácter m~s o menos concreto o anónimo al «contenido obje- chos ,eje~plos de ~olémicas sobre el «significado correcto» d e
tivo» del signo. Al respecto hay que señalar que el mundo de un tern;imo, es d ecir, el que le atribuyó el filósofo en cuestión.
los predecesores es siempre un mundo contemporáneo de un Otro e¡emplo más específico es la controversia acerca de la
Otro y que contiene, por lo tanto, la misma ·estratificación interpretación «adecuada» de las obras de J. S. Bach en tér-
interna de estructuras experienciales más o menos concretas
Y. an.ónimas de mi propio mundo social contemporáneo.
1 minos del sistema «objetivamente dado» de notación musical.
La interpr7~ación de los ~ctos comunicativos de contemporá-
Si bien tanto el mundo de los contemporáneos como el de los ne~~ t.ambien presenta, sm duda, el carácter de probabilidad
predecesores solo pueden ser experimentados de manera me- sub¡eu~a, pero puedo verificar mi interpretación interrogan-
diata, apelando a tipificaciones ideales, existe entre ellos una do a mi contemporáneo, encontrándome con él, si es necesario,
importante diferencia. El predecesor está ubicado en u n am- cara a cara.
bie?te que difiere radicalmente del mío, pero también del que La ciencia de la historia tiene la trascendental misión de deci-
atribuyo a mis contemporáneos. Al aprehender semejantes o dir qué .sucesos, ac~~ones y actos comunicativos han de elegirse
contemporáneos por m edio de esquemas tipificadores, puedo para la rn~erpreta~ion y reconstrucción de la «historia» a partir
ptesuponer que el copartícipe de la relación Nosotros o Ellos de l~ realidad social ~otal del pasado. Si contemplamos retros-
comparte conmigo un núcleo central de conocimiento común pectivamente la cor~iente de los sucesos históricos y la com-
definid~ de _modo bastante vago. Puedo suponer, por ejemplo, paramos con la cornente de nuestras propias experiencias pa-
que el tlpo ideal personal en alto grado anónimo «mi contem- s~das, c~mprobamos que son análogamente continuas y múl-
poráneo» pattícipa en la «civilización contemporánea» igual- tipl~s . Sm embargo, la segunda se produce en la duración de
m ente anónima y vagamente definida. Pot otra parte el l~ v1~! conscie.nte individu.al, Y. la prit_nera en el tiempo obje-
acervo de conocimiento que fue el contexto de los pe~sa­ tivo. La cornente de la histona contiene sucesos anónimos y
mientos y acciones de mi predecesor difiere fundamentalmente 1~ Para decirlo con las palabras de Jacob Burckhardt en \Veltgeschich-
del acervo de conocimiento de «nuestra civilización contem- ~l1che Betrachtun~en,l. ~oner Ausgabe, pág. 5: «Un;er Ausgangspunkt
poránea». Por consiguiente, el contexto de sentido en el cual 1st der f)Om em:agen Bletbenden und fiir uns moglichen Zentrum von
se situaba la experiencia de un predecesor difiere de manera 4utdenden, streben4e11 .tmd handetn4en Menschen, wie er ist' und
radical del contexto en el cual la «misma» experiencia apare- rmmer war und se!" wrrd ... » (Partiremos del úniéo punto accesible
a nosotros, de} úruco centro de la historia: el hombre que sufre se
cería para un contemporáneo: la experiencia no puede ser h esfuer,za y actú~, tal como es, fue y será siempre). '
«misma». Puedo afirmar, sin embargo, que la experiencia de 14h Vease 0· S1mrnel, Das Problem des historischen Zeit, Philosophi-
sc e Vortrage der Kant-Gesellschaft, 12, Berlín, 1916.

66 67
sucesos homogéneos que se repiten: No ob:.ta1.1tc::, to<lo:.. lo:. visto, no tiene nrngún fundamento en la naturaleza de la
sucesos históricos pueden ser reducidos a genuma.s experien- experiencia humana de la realidad social.
cias de o tros hombres, experiencias que se produ~eron en la
duración de la vida consciente individual de seme1 ante~ y .de
contemporáneos, y que se r~fieren a ella. Eran expenencias
que tuvieron lugar en relacione~ Nosotro~ o. ~llos. De ~n.a Glosario
generación a la siguiente, can:ibiaron los rn?ividuos paru~i­
pantes en relaciones de est~ upo. L~s sem~1 antes se co~vu­ Mitwelt, mundo de los contemporáneos
tieron en predecesores: en c.erto sentido, existe un_a contmua
Vorwelt, mundo de los predecesores
relación Noso tros desde los albores de la humamdad hasta Folgewelt, mundo de los sucesores
hoy. Los individuos concret.os de la relació~ ,se suceden.' las
Umwelt, semejantes de experiencia directa; o, si el contexto
experiencias concretas ca~bia~, p.ero la r~laci~n se mant.iene. lo permite, simplemente «semejantes»; el dominio de la reali-
Esta visión de la histona, si bien admite mterpretacio?es
dad social directamente experimentada. ( Sohutz empleó tam-
metafísicas, no es en sí misma metafísica, sino la ;on<;lición
necesaria para la unidad, no. solo de ~uestra expe~iencia ~el
mundo de los predecesores, smo tambien de la realidad social
I bién los términos ingleses associates y consociates, '~ y ocasio-
nalmente, en algunos con textos, fellow-men.)
Du-Einstellung, orientación Tú
en general. Constituye asimismo .la condició:fi para con~ebir Du-Beziehung, relación Tú
la historia como una proceso provisto de sentido para quienes Ihr-Einstellung, orientación Ellos
toman parte en ella. El punto de. p~rtida de la. interpretación Ihr-Beziehung, relación Ellos
histórica puede ser el contexto objetivo de sentido de los suce- Subjektivet· Sinn, sentido subjetivo
sos terminados, de las acciones realizadas; pero puede ser tam- Objektiver Sinn, sentido objetivo
bién el contexto subjetivo de sentido de un Nosotros en el
cual estaba ubicado cada suceso. Luego, puede haber una Subjektiver Sinnzusammenhang , configuración subjetiva de
sentido
historia de «hechos objetivos» tanto como una historia del
Objektiver Sinnzusammenhang, matriz objetiva de sentido
comportamiento, provisto de sentido para .el sujeto histó~ico. Personaler I dealtypus, tipo ideal personal
Para concluir el examen de las diversas regiones de la realidad
Charakterologischer I dealtypus, tipo ideal caracterológico
social describiremos brevemente los rasgos principales del
· Habitueller I dealtypus, tipo ideal funcional. ( Schutz lo define
mund~ de los ,sucesores. Este dominio es totalmente in~eter­
minado e indeterminable. Por· ende, nuestro comportamiento así : « . .. den habituellen Idealtypus. Sein Kennzeichen ist, dass
no puede estar orientado hacia él por a~~nas de sus caracte~ er das mitweltliche alter ego nttr in seiner habituellen und
rísticas, sino simplemente por el conoc1m1ento de que habra deshalb als typisch angesetzten Funktion erfasst».)
un mundo - indeterminado- de sucesores. No podemos
aprehender este dominio de la r~alidad so~ia.l .me?iante nin-
gún método, ni siquiera por medio de las ypi~icac1ones. ~ste
método, que se origina en nuestras experiencias de sen:i~ian­
tes, contemporáneos y predecesores, no puede ser leg1.um,a-
mente aplicado a una re.alidad para la cual no po~ee~os nmgun
principio de i.nterpretación basa?o en la e'5Periencia. Solo a
aquellos seme1antes y contemporaneos de quienes podemos su-
poner que seremos predecesores podem.os ~plicar esquemas
tipificadores derivados de nu~s:ras experiencias de ellos ,como
semejantes y como contemporaneos. Aprehendemos as1, co?
cierto grado de probabilidad , el carácte,r de la zona de transi-
ción entre el mundo de los contemporaneos y el de los suce-
sores Pero cuanto más se aleja esa zona de una relación Noso-
tros ~ Ellos actual, tanto más vagas son las interpretaciones
por las cuales tratamos de comprend~rlas. El ~un~o de, fos
sucesores genuinos es absolutamente libre .Y esta mas all~ d,e
mi comprensión. Es evidente que la creencia en u~a ley ~sto­
rica situada por encima de la historia y que permita explicar, '' Traducidos ambos por «asociados» en Et problema de la realidad
no solo el pasado y el presente, sino también el futuro pre- s:;cial. ( N. del E.)

68 69
r

3. El problema de la racionalidad allí donde la norma es ::iphcable, concebir al actor como ana-
logo al. hombre de cie:'_cia cuyo conocimiento es el principal
en el inundo social determmante de su accion, en cuanto su curso real conesponda
a las previsiones de un observador que posee, como dice Pare-
to, "un conocimiento más vasto de las circunstancias"».
r Esta definición resume de manera excelente el generalizado
concepto de acción racional, en la medida en que se refiere
al n~vel de ~a teoría so.cia.1. Parece importante, sin embargo,
precisar me¡or la peculiaridad de este nivel teórico, contras-
I tándolo con los otros niveles de nuestra experiencia del mun-
do social.. Por lo tanto, debemos comenzar examinando a qué
Sin duda alguna, el problema sugerido por los términos «ra- nos refenmos realmente cuando hablamos de niveles diferen-
cionalidad» o «acción racional», tal como son utilizados en la tes al observar el mundo social. A continuación una breve
literatura actual, es fundamental para la metodología y la epis- descripción del mundo social, tal como se apar~ce al actor
temología del estudio científico del mundo social. Sin embar- situado dentro de este mundo en su vida cotidiana, nos ofre-
go, no solo son empleados con mudhos significados diferentes cerá la oportunidad de examinar si la categoría de la racio-
-a veces incluso en escritos de un mismo -autor; p. ej., en el nalidad llega a ser o no determinativa de sus acciones. Cum-
caso de Max Weber-, sino que representan de manera muy plidos estos pasos preliminares, examinaremos luego el mundo
inadecuada el esquema conceptual subyacente. P ara poner de social tal como está dado al observador científico; y, junto
manifiesto los equívocos ocultos en las connotaciones, y aislar con ello, deberemos determinar si las categorías de interpre-
el problema de la racionalidad de todos los demás problemas tación empleadas por el investigador coinciden o no con las
que lo rodean, debemos penetrar en la estructura del mundo utilizadas por el actor observado. Anticipando nuestros resul-
social e investigar más a fondo las diferentes actitudes que tados, podemos decir de inmediato que, al pasar de un nivel a
adoptan hacia él, por una parte, el actor situado dentro de ese otro, deben modificarse todos los términos conceptuales y
mundo y, por la otra, el observador científico del mismo. todos los términos de interpretación.
La definición de «racionalidad» o «razonabilidad» propuesta
por Talcott Parsons en su notable estudio sobre La estructura
de la acción social1 expone con suma claridad lo que suele
entenderse por la expresión «acción racional»: «La acción es
racional en la medida en que persigue fines posibles dentro
In
de las condiciones de la situación, y por medios que, entre La circunstancia de que el mismo objeto muestre una aparien-
aquellos con que cuenta el actor, son intrínsecamente los más cia diferente a diversos observadores ha sido ejemplificada por
adecuados para el fin en cuestión por razones comprensibles algt~nos filósofo.s mediante el caso de una ciudad que, aunque
y verificables mediante la ciencia empírica positiva». Al indi- es siempre la imsma, presenta un aspecto diferente a .personas
car con su habitual escrupulosidad el punto de vista metodo- diferentes según la posición de cada una de ellas. Aunque no
lógico desde el cual enfoca este problema, el profesor Parsons quiero insistir demasiado en esta metáfora, contribuye a acla-
comenta así esta definiéión : «Puesto que la ciencia es la ad- r~r .la dif~rencia entre nuestra visión del mundo social en que
quisición racional por excelencia, el modo de enfoque aquí vivimos mgenuamente y el mundo social que es objeto de
esbozado se basa en la analogía entre el investigador científico observación científica. El hombre criado en una ciudad se
y el actor en las actividades 'prácti.cas habituales. Se parte de orientará por sus calles siguiendo los hábitos que ha adquirido
concebir al actor como conocedor de los hechos de la situación en sus ocupaciones cotidianas. Puede no tener una concepción
en que actúa y, en consecuencia, de la condición necesaria y coherente de la organización de la ciudad, y si va a su oficina
los medios disponibles para llevar a cabo sus fines. Esta cues- en subterráneo es posible gue desconozca gran parte de aque-
tión, aplicada a la relación entre medios y fin, se refiere esen- lla. Sin embargo, tendrá un sentido apropiado de las distancias
cialmente a la predicción exacta de los efectos probables de ' entre diferentes lugares y de las direcciones en que los dife-
varias maneras posibles de modificar la situación (empleo de rentes puntos están situados con respecto a cualquier cosa que
medios alternativos ) y la elección resultante entre ellos. Apar- él considere como el centro. Por lo general, este centro será
te de las cuestiones relativas a la elección de fines y de las su hogar, y quizá le baste saber que encontrará cerca una línea
que se relacionan con el "esfuerzo" ( ... ) no es muy difícil, de ~~bterráneo o un ómnibus que conducen a otros puntos,
poruendolos a su alcance. Podrá decir, por consiguiente, que
1 Nueva York, 1937, pág 58. conoce la ciudad, y, si bien su conocimiento es de un tipo

71
muy mconercntc, le basta para todas sus necesidades prac ticas. supuesto nivel concn.to, por ulru bdu, tt:1Kmos que admitir
C~ando un forastero llega a la ciudad, tiene que aprender a como incuestionables muchas suposiciones e implicaciones.
orientarse en ella y a conocerla. Para él, nada se explica por Hasta podemos considerar que el nivel de nuestra investiga-
sí mismo, y para aprender cómo ir de un punto a otro se ve ción actual es definido por la totalidad de presuposiciones
obligado a consultar a un experto; en este caso, a un habi- incuestionadas que hacem0s situándonos en el punto de vista
tante de la ciudad. Puede, por supuesto, recurrir a un mapa, específico desde el cual enfocamos la interrelación de proble-
~ero .hasta par~ utilizarlo con eficacia debe conocer el signi- mas y aspectos en examen. De acuerdo con esto, el paso de
ficado de sus signos, el punto exacto en que él se encuentra un nivel a otro requeriría cuestionar ciertas presuposiciones
y su correl~tivo en el mapa, y, al menos un punto más, para de nuestra investigación hasta entonces consideradas incues-
poder relacionar correctamente los signos que halla en aquel tionables, y lo que antes era un dato de nuestro problema se
con los objetos reales de la urbe. haría ahora problemático a su vez. Pero el simple hecho de
Muy distintos son los medios de orientación que debe emplear que al modificarse el enfoque -surjan nuevos problemas y as-
un cartógrafo para trazar un mapa de la ciudad; se le presen- pectos de los heohos, mientras desaparecen otros an tes situa-
tan varios caminos ~l~~rnativos: comenzar por una fotografía / dos en el centro de la cuestión, basta para iniciar una completa
tomada desde un av10n; colocar en un punto conocido un modificación del significado de todos los términos correcta-
teodolito, medir determinada distancia y calcular funciones mente utilizados en el nivel anterior. Por lo tanto, es indis-
trigonométricas, etc. Para tales operaciones la ciencia de la pensable controlar con cuidado -tales modificaciones del signi-
cartografía ha elaborado normas, elementos 'que el cartógrafo ficado, si se quiere evitar el riesgo de pasar ingenuamente de
debe conocer antes de comenzar a trazar su mapa, y reglas un nivel a otro términos y proposiciones cuya validez se limita
que debe observar para confeccionarlo de manera correcta. esencialmente al primero, vale decir, a sus supuestos implí-
La ciudad es la misma para las tres personas que hemos men- citos.
cion~do: el ~abitante, el forastero y el cartógrafo; peto para La teoría filosófica, y en particular la fenomenológica, ha he-
el pnmero tiene un significado especial: es «mi ciudad»; pa- cho contribuciones muy importantes para la mejor compren-
ra ~l fo!astero, es un sitio donde debe vivir y trabajar durante sión de este fenómeno. No hace falta, sin embargo, que nos
algun tiempo; para el cartógrafo, es un objeto de su ciencia ocupemos, desde el punto de vista fenomenológico, de este
que le interesa únicamente para el propósito de confecciona{: complicadísimo problema. Bastará con referirnos a la teoría
un mapa. Podemos decir que el mismo objeto es considerado de la conceptuación elaborada por un notable pensador del
desde diferentes niveles. mundo de habla inglesa, William James. Fue él quien nos en-
Sin du~a nos sorprendería éncontrar un cartógrafo que para J señó que cada uno de nuestros conceptos tiene orlas que
confeccionar el mapa de una ciudad se limitara a reunir infor- rodean a un núcleo de su significado no modificado. Dice
n:aci~n ent~e sus ~abitantes. No obstan te, los expertos en James: «En todo nuestro pensar voluntario hay algún tema
ciencias sociales eligen con frecuencia este extraño método. a cuyo alrededor giran todos los elementos que integran el
Olvidan que su labor científica se cumple en un nivel de inter- pensamiento. La relación con nuestro tema o interés se expe-
pretación y comprensión que no es el mismo de las actitudes rimenta constantemente en la orla de nuestros conceptos.
ingenuas de orientación e interpretación que caracterizan a las Cada palabra de una oración es experimentada, no solo como
personas en la vida cotidiana. Cuando estos especialistas ha- una pa'l abra, sino como poseedora de un significado. Así, una
blan de diferentes niveles, suelen considerar que la diferencia palabra utilizada dinámicamente en una oración puede tener
entre lo.s, dos niveles .reside ~otal y simplemente en el grado de un significado muy diferente del que posee cuando se la toma
concrec10n o generalidad. Sm embargo, esos dos términos no de manera estática o fuera de contexto».
son sino denominaciones de problemas mucho más complica- No nos corresponde examinar aquí la teotía de James acerca
dos que los que sugieren de modo directo. de la índole de tales orlas y de -su génesis en el flujo del pen-
T.al como en nuestro mundo científico, en nuestra vida coti- samiento. Para nuestros fines, bastará decir que ya la conexión
diana todos tenemos, como seres humanos, la tendencia a su- en que se utiliza un concepto o un término y su relación con
poner, de manera más o menos ingenua, que lo que una vez el tema de interés (y este tema de interés es, en nuestro
hemos verificado como válido seguirá siéndolo para todo el fu- • caso, el problema) crean modificaciones específicas de las
turo, y que lo que ayer nos pareció incuestionable lo será orlas que rodean al núcleo y hasta del núcleo mismo. Fue
a.ún mañana. Esta premisa ingenua puede ser adoptada sin pe- también William James quien explicó que no apercibimos fe-
ligro cuando nos referimos a proposiciones de carácter pura- nómenos aislados, sino más bien un campo de varias cosas
mente lógico, o a enunciados empíricos sumamente generales interrelacionadas y entrelazadas que emerge del flujo de nues-
aun9~e es P.osible demostrar que también estos tipos de pro'. tro pensamiento. Esta teoría explica de manera suficiente
pos1C1ones ttenen un ámbito limitado de aplicabilidad . En un para nuestros fi nes el fenómeno del significado de un término

72 73
profesor Parsons en el p4•T1fo r¡ ·1no Ni -1q 1 ·p1 :ta-
que se modit1ca cuando pasamos a otro ~i1v~i. Creo que estas mos de manera racional el mundo social que nos rodea, ex-
referencias superficiales bastarán para md1car la naturaleza cepto en circunstancias especiales que nos obligan a abandonar
del problema que estamos a~or~an<lo.. , . . nuestra actitud básica de vivir simplemente nuestra vida. En
Dentro del armazón de las c1enc1as sociales, el termmo «racio- apariencia, cada uno de nosotros ha organizado ingenuamente
nalidad» -o al menos el coe.cepto al que alude- cum~le el su mundo social y su vida cotidiana, de tal manera que se
papel específico de un «concepto fundamental~> . Es pr?pio de ( encuentra en el centro del cosmos social que lo rodea. O,
los conceptos fundamentales el que, una vez rntroduc1~os en mejor dicho, ya ha nacido en un cosmos social organizado.
un sistema aparentemente uniforme, establezc~n las diferen- 1 Para él es un cosmos y está organizado en la medida en que
ciaciones entre puntos de vista que llamamos 111veles. En con- contien~ todos los elementos adecuados para hacer de su vida
secuencia, el significado de tales conceptos fundamentales ~o cotidiana y de la de sus semejantes una cuestión rutinaria.
depende del nivel de la investigación actual; por ~l contrano, Existen, por una parte, instituciones de diversa especie, he-
el nivel en el cual se puede cumplir la investigación de~ende rramientas, máquinas, etc.; por la otra, hábitos, tradiciones,
del significado atribuido al concepto fundamental, cu~a rntro- reglas y experiencias reales y sustitutivas. Además, existe una
ducción divide por primera vez lo que ant<:5 aparecia. como / escala de relaciones sistematizadas que cada uno mantiene con
un campo homogéneo de investigación en diferentes mve~es. sus semejantes, a partir de las relaciones con los miembros
Adelantando lo que tendremos que p:obar ma: ,adelant:, d~re­ de 'Su núcleo familiar, parientes, amigos personales, personas
mos que el nivel al que da. ac~e~o la 111troducc1on del ,termrno que conoce directamente, personas que ha encontrado una sola
«acción racional» como principio fundamental del meto~~ de vez en su vida, pasando por relaciones con hombres anónimos
las ciencias sociales no es sino el nivel de la observac10n e que trabajan en alguna parte y de una manera gue él no puede
interpretación teórica del mundo social. imaginar, pero con el resultado de que la carta gue echa en el
buzón llega al destinatario, y de que su lámpara se enciende
al oprimir un botón.
Así, el mundo social con los «alteregos» que contiene, está
III ordenado alrededor del sí-mismo· como centro, en grados di-
versos de intimidad y anonimia. Aquí estoy yo, y cerca de mí
Como observadores científicos del mund? .social, este no n.os «alteregos» cuyas «almas desnudas», como dice Kipling, co-
interesa prácticamente, sino solo cognoscit1vamei:it.e. E sto sig- nozco. Luego están aquellos con quienes comparto el tiempo
nifica que no actuamos en él con plena responsabilidad por las y el espacio, y a quienes conozco más o menos íntimamente.
consecuencias de nuestras acdones; lo contemplamos, en c~m­ Siguen después las múltiples relaciones que mantengo con
bio con la misma distanciada ecuanimidad con que los fís1cos personas cuya personalidad me interesa, aunque solo tengo
obs'ervan sus experimentos. Pero recordemos que, a pesar de un conocimiento indirecto de ellas, como el que puede obte-
nuestra actividad científica, todos somos seres humano.s en nerse, por ejemplo, en sus obras o escritos, o en informes de
nuestra vida cotidiana, hombres entre semejantes co~ quienes terceros. De este tipo es, por ejemplo, mi relación social con
nos relacionamos de muchas maneras, Para ser precisos, aun el autor del libro que estoy leyendo. Por otro lado, tengo rela-
nuestra misma actividad científica se basa en la cooperación ciones sociales (en el significado técnico del término), aunque
entre nosobros, los hombres de ciencia, y nu.e,stros ~aestros .Y superficiales e inconsistentes, con otros cuyas personalidades
los maestros de nuestros maestros, coopera~10n por mfluenci.a no me interesan, pero que llevan a cabo funciones en las que
mutua y por crítica mutua; pero en la medida en que la acti- sí estoy interesado. Es posible que la vendedora de la tienda
vidad científica está fundada socialmente, es una en~re otr~s donde compro mi crema de afeitar, o el hombre que lustra
emanaciones de nuestra naturaleza humana, perteneciente slll mis zapatos, sean personalidades muoho más interesantes que
duda a nuestra vida cotidiana, gobernada por las categ_orías alO'unos de mis amigos. No lo investigo; no estoy interesado
de la vocación y la falta de vocación, el trabajo ~ 71 ocio.' la e; el contacto social con esas personas. Lo único que quiero
planificación y la realización. Una cosa .es la act1~1?ad cien- es obtener por cualquier medio mi crema de afeitar y hacer
tífica como fenómeno social, y otra la actitud esJ?ec1fica que el , lustrar mis zapatos. En este sentido, si quiero hacer una lla-
científico debe adoptar hacia su problema. Considerada exclu- mada telefónica, me da casi lo mismo que sea directa o por
sivamente como una actividad humana, la labor científica solo medio de un telefonista. Dicho sea de paso -y aquí entra-
se distingue de otras activi?ades hum.a,nas P.o r el hecho . ~e mos en la esfera más remota de las relaciones sociales- tam-
constituir el arquetipo de la 111terpretac10n racional y la accion bién el dial telefónico tiene una función social porque deriva,
racional. como todos los productos de la actividad humana, del hom-
En nuestra vida cotidiana, muy pocas veces actuamos de ma- bre que lo inventó, lo diseñó y lo fabricó. Pero si no me guía
nera racional, entendiéndolo en el sentido expuesto por el

75
74
un motivo especial, no rnJngo J¡¡ hismria, génesis y construc- fo época de la dinastía Ming estará organizado de una manera
ción de todas las herramientas e instituciones creadas por la muy diferente del mundo social de un joven norteamericano
actividad de otras personas. De igual modo, no. ir:ivestigo l.a cristiano de la actualidad, pero subsiste el hecho de gue ambos
personalidad y el d~s,tino de semej a~1t~s cuya actividad consi- mundos están organizados, y esto dentro del marco de las cate-
dero como una fw1cion puramente ttpzca. Sea como fuere -y gorías de familiaridad y ajenidad, de personalidad y tipo, de
esto es importante para nuestro problema-:-, puedo utili~ar intimidad y anonimia. Además, cada uno de estos mundos
eficazmente el teléfono sin saber cómo funciona; solo me in- estará centrado en el sí-mismo de la persona que vive y actúa
teresa el heoho de que funciona. No me importa si el resultado en él.
obtenido -que es lo único que me inter~sa- se ?e?e a la
intervención de un ser humano cuyos motivos no discierno o
a un mecanismo cuyo funcionamiento no comprendo. Lo que
cuenta es el carácter típico del suceso dentro de una situación IV
tipificada. .
De tal modo, en esta organización del mundo social por el ser Pero continuemos analizando el conocimiento que un hombre
humano que vive ingenuamente en él, encontramos ya el
!
germen del sistema de tipos y re.l~cior:ies típicas que más ;a~de
oraanizaremos en todas sus ra1Illhcac10nes como caractensttca
que vive ingenuamente posee acerca del mundo, tanto social
como natural. En su vida cotidiana, el ser !humano sano, adul-
to y alerta (no hablamos de otros) tiene tal conocimiento
es~ncial del método científico. Esta tipificación es gradual en automáticamente a mano , por así decirlo. Su acervo de expe-
la misma proporción en que la personalidad del semej~~te riencias se construye a partir de la herencia y la educación, las
desaparece más allá de la anonin~ia no develada d.e, su func10n. múltiples influencias de la tradición, los hábitos y su propia
Si queremos bacerlo, podemos mterpretar tamb1en e~te ~ro­ reflexión previa. Abarca los más heterogéneos tipos de cono-
ceso de tipificación gradual como un proceso ?e rac101:a'h~~­ cimiento de un modo muy incoherente y confuso. Se mezclan
ción contemplado al menos por uno de los diversos s1gn1ft- experiencias claras y nítidas con vagas conjeturas; se entre-
cadds que Max Weber atribuye al término «racionalización>>, cruzan suposiciones y prejuicios con evidencias bien estable-
cuando habla del «desencantamiento del mundo» ( Entzau- cidas; se entrelazan motivos, medios y fines, así como causas
berung der Welt). E sta expresión indica la transformación de y efectos, sin una clara comprensión de sus conexiones reales.
un mundo incontrolable e ininteligible en una organización Hay por doquier lagunas, interrupciones y discontinuidades.
que podemos comprender y, por lo tanto, dominflr, y en cuyo Parece existir una especie de organización según Jos hábitos,
marco se hace posible la predicción. . reglas y principios que regularmente aplicamos con éxito. Pe-
En mi opinión, el problema fundamental de los d~erentes ro el origen de nuestros hábitos está casi fuera de nuestro
aspectos en los cuales parecen dársenas nuestros seme¡antes y control; las reglas que aplicamos son reglas prácticas, cuya
su conducta y acciones no ha recibido todavía la atención que v.alidez nunca ha sido verificada. En parte, adoptamos nues-
merece de los sociólogos. Pero si las ciencias sociales, con tros principios básicos acríticamente de padres y maestros, y
pocas excepciones, no han tenido en cuenta este tipo de racio- en parte los extraemos al azar de situaciones específicas de
nalización de su esquema conceptual, cada uno de nosotros, nuestra vida o de la vida de otros sin haber profundizado en
los seres humanos, ya ha llevado a cabo esta tarea con el «sim- la investigación de su cdherencia. Nada nos garantiza la con-
ple vivir», sin planificarla y sin habers~ esfo.rzado por efec;- fiabilidad de todas estas premisas mediante las cuales nos
tuarla. No nos guían, ·para hacerlo, cons1derac10nes metodolo- gobernamos. Por otra parte, esas experiencias y reglas nos 1 :>
gicas, ni un esquema conceptual de las relaciones entre medios bastan para desempeñarnos en la vida. Como normalmente
y fines, ni idea alguna acerca de valores que debam~s concre- debemos actuar, y no reflexionar, para satisfacer las exigencias
tar. El único principio peitinente para la construcc~ón de la del momento, no nos interesa la «búsqueda de la certeza».
estructura de perspectivas en que nuestro mundo social se nos. Nos contentamos con disponer de una discreta probabilidad
( { aparece en la vida cotidiana es nuestro interés práctico, tal de concretar nuestros fines, y nos inclinamos a pensar que dis-
como surge en determinada situación de nuestra vida y como ponemos de ·ella si ponemos en movimiento el mismo meca-
será modificado por el cambio de la situación que está por , nismo de hábitos, reglas y principios que ya ha sido proba-
tener lugar. En efecto; así como todas nuestras apercepciones do. En nuestro conocimiento de la vida cotidiana no faltan
visuales corresponden a los principios de la perspectiva y las hipótesis, inducciones y predicciones, pero estas tienen
transmiten las impresiones de profundidad y distancia, .así todas el carácter de lo aproximado y lo típico. El ideal del
también todas nuestras apercepciones del mundo social tienen, conocimiento cotidiano no es la certeza, ni siquiera la proba-
necesariamente, el carácter básico de visiones en perspectiva. bilidad en un sentido matemático, sino la probabilidad común.
Por supuesto, el n:mndo social de un anciano budista chino de Las antici paciones de situaciones futuras son conjeturas sobre

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lo qut; cabe esperar t temer, o, a lo sumo sohre lo que se donar el uso de <U1<ÜogÍJs y busuu una nueva manera de
puede razonablemente prever. Cuando luego l~ situación anti- hacer frente a la situación.
cipada se concreta de alguna forma, no d~c1mos que nues- 2. A veces se equipara acción racional con acción delibe-
tra predicción ha sido confirmada o desmentida, o que nuestra rada. Sin embargo, el mismo término «deliberada» supone
hipótesis ha sido comprobada, sino que nuestr~s esperanz?s o muchos elementos ambiguos.
temores tenían o no fundamento. La coherencia de este siste- a. La acción rutinaria de la vida cotidiana es deliberada en
ma de conocimiento no es la de las leyes naturales, sino la Ja medida en que se relaciona siempre con el acto originario
de las sucesiones y relaciones tí picas. de deliberación que precedió otrora a la elaboración de la
Denominaré a este tipo de conocimiento y a su organización, fórm ula adoptada por el actor como norma para su conducta
«conocimiento de libro de cocina». Un libro de cocina contie- actual.
ne recetas, listas de ingredientes, fórmulas para mezclarlos e b. Si se lo define en forma conveniente, el término «delibera-
instrucciones para la presentación. No necesitamos otra cosa ción» puede abarcar la percepción de la aplicabilidad a una
para preparar un pastel de manzanas, ni t~poc~ para abordar situación actual de una receta que ha producido buenos resul-
las ouestiones rutinarias de la vida cotidiana. S1 nos gusta el tados en el pasado.
pastel de manzanas así preparado, no preguntamos si la ma- c. Podemos dar al término «deliberación» un significado que
nera de elaborarlo según indica la receta es la más adecuada abarque la anticipación pura del fin , y esta anticipación es
desde el punto de vista higiénico o alimenticio, o si es la más siempre el motivo para que el actor inicie la acción.
rápida, la más económica o la más eficiente. Nos li·~i.tamos d. Por otra parte, el término «deliberación» - tal como lo
a comerlo y ·saborearlo. La mayoría de nuestras actividades emplea, por ejemplo, el profesor Dewey en La naturaleza
cotidianas desde que nos levantamos hasta que nos acosta- humana y la conducta, significa «un ensayo teatral imaginario
mos, pert~necen a este tipo: son, ~umplidas ~iirii~ndo r~cet.as de diversas líneas de acción posibles». En este sentido, suma-
que se reducen a hábitos automatlcos o a trivialidades mdis- mente importante para la teoría de la racionalidad, no pode-
cutidas. Este tipo de conocimiento se refiere únicamente ~ la mos clasificar como racional el tipo de acciones cotidianas
regularidad de los sucesos en .el mundo_ externo, cualquiera que hemos examinado hasta ahora. como acciones deliberadas.
que sea su origen. Esta regulandad permite prever razonable- Por el contrario, es característico de estas acciones rutinarias
mente que el sol saldrá mañana por la mañana. Es igualmente que el problema de elegir entre diferentes posibilidades no
" regular -y, por lo tan to, puede se~ prev~sto. c.on ig~ al buena entra en la conciencia del actor. Tendremos que volver ense-
razón- que el ómnibus me llevara a mi oficma, si tomo el guida al problema de la elección.
que corresponde y pago mi boleto. 3. La acción racional suele ser definida como acción «planea-
da» o «proyectada», sin una indicación precisa del significado
'• de los términos «planeada» o «proyectada». No podemos
limitarnos a decir que los actos rutinarios no racionales de la
V vida cotidiana no están planeados conscientemente. Por el
contrario, se sitúan dentro del marco de nuestros planes y
Las obser vaciones anteriores caracterizan de una manera muy proyectos; son, incluso, instrumentos para llevarlos a cabo.
superficia'l el esquema conceptual de nuestra conducta coti- Toda planificación presupone un fin que debe ser concretado
diana en la medida en que es aplicable la expresión «esquema por etapas, cada una de las cuales puede ser llamada, desde
conceptual». Una conducta del tipo descripto, ¿debe ser clasi- uno u otro punto de vista, medios o fines intermedios. Aho-
ficada como racional, o como irracional? Para responder en ra bien, toda labor rutinaria tiene por función estandarizar y
forma adecuada a esta pregunta debemos analizar las diversas mecanizar las relaciones entre medios y fines como tales, al
implicaciones ambiguas que encierra. el término «ra~ion~li­ remitir medios estandarizados a clases estandarizadas de fines.
dad», tal como se lo aplica en el ruvel de las experiencias Como efecto de esta estandarización, los fines intermedios
cotidianas. desaparecen de la cadena conscientemente elaborada de me-
dios a que se debe t ecurrir para cumplir el fi n planeado. Pero
1. La palabra «racional» es utilizada con frecuencia como si- aquí surge el problema del sentido subjetivo, que ya hemos
nónimo de «razonable». Ahora bien ; no hay duda de que mencionado. No podemos hablar del acto-unidad como si esta
actuamos en la vida cotidiana de una manera razonable si unidad fuera constituida o delineada por el observador. De-
aplicamos las recetas que encontramos en el acervo de nues- bemos preguntar seriamente: ¿Cuándo comienza un acto y
tra experiencia y que ya han sido puestas a prueba en una cuándo queda cumplido? Como veremos, únicamente el actor
situación análoga. Pero actuar racionalmente significa, a me- está en condiciones de responder a esta pregunta.
nudo, evitar la aplicación mecánica de los precedentes, aban- Tomemos el siguiente ejemplo: supóngase que un empresario

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uene :-u v1Jc1 profesional organizada y planificadc1 hasta el t1~os. En esta medida -pero solamente en esta medida- el
punto de que se ptopoue continuar con sus negocios durante pnncipio del pragmatismo se halla incuestionablemente bien
los próximos diez años, al cabo de los cuales tiene la esperan- ft~ndado. Es una descripción del estilo del pensamiento coti-
za de retiratse. Continuar con su labor supone ir a su oficina drnno, pero no una teoría del conocimiento.
todas las mañanas. Para este propósito, tiene que salir de su 6 ..Según la interpretación ofrecida pot otros autores un acto
casa a determinada hora, comprar un boleto, tomar el tren, r~c10nal pres.upone_ una elección entre dos o más medios ten-
etc. Así lo !hizo ayer y así lo hará mañana, si no lo impide dient~s, al mism? fm, o ~un entre dos fines diferentes, y una
nada fuera de lo común. Supongamos que un día se retrasa y seleccion del mas apropiado. Esta interpretación será anali-
piensa: «Perderé el tren y llegaré tarde a mi oficina. El zada en la sección siguiente.
señor X ya estará allí esperándome. Estará de mal humor y
tal vez no firme el contrato del éual depende en gran medida
mi fututo». Supongamos, además, que un observador ve a
este hombre que corre para alcanzar el tren «como de cos- VI
tumbre» (según cree aquel). ¿Su conducta es planificada?
Y en caso afirmativo, ¿cuál es el plan? Solo el actor puede Como l? ha señalado John Dewey, en nuestra vida cotidiana
responder a este interrogante, porque solamente él conoce el predot?Jna la preocupación por el paso siguiente. Los hombres
alcance de sus planes y proyectos. Es probable que toda labor se detienen ~ pens~: :recién al interrumpitse la sucesión del
rutinaria sea un instrumento destinado a lograr fines que la actuar, y la disyunc1011 en forma de problema los obliga a de-
exceden y determinan. tenerse y ensayar maneras alternativas de superar, evitar 0
4. Con frecuencia se identifica «racional» con «predecible». t~ansponer este J?roblema, que les son sugeridas por sus ante-
No es necesario volver a esta cuestión. Ya hemos analizado la nores en!:entam1entos .c?n él. La imagen de un ensayo teatral
forma específica de predicción del conocimiento cotidiano de la acc10n fut ura, utilizada por el profesor Dewey, es muy
como un simple cálculo de probabilidades. ace~tada. En v7r9ad, ~o podemos descubrir cuál de las alter-
5. Según la interpretación de algunos autores, «racional» se nativas. conducira al fin deseado sin imaginar este acto como
refiere a «lógico». Un ejemplo de esto es la definición ofreci- ya realizado. De este modo, debemos ubicarnos mentalmente
da por Parsons, y otro la teoría de Pareto sobre la acción no en una ~utura situación que consideramos ya realizada aun-
lógica, a la que aquel se remite. En la medida en que se trate qu~ r_ealizarla serí~ el fin de la acción que pensamos po~er en
del concepto científico de acto racional, puede ser plenamente practica: Solo co_ns1derando cumplido el acto podemos juzgar si
aplicado e1 sistema de la lógica. Pero en el nivel de la expe- los _med~os previstos para llevarlo a cabo son o no adecuados,
riencia cotidiana, la lógica, en su forma tradicional, no puede o si el fo~ que queremos alcanzar se adapta al plan general de
rendir los servicios que necesitamos y esperamos. La lógica nuestra vida.
tradicional es una lógica de conceptos basada en ciertas ideali- ~refiero llamar a esta técnica de deliberación, «pensar en
zaciones. AJ aplicar el postulado de la claridad y distinción ttemp?, futuroyerfecto». Pero hay una gran diferencia entte
de los conceptos, por ejemplo, la lógica tradicional excluye !a ac~10n efectivamente efectuada y la acción a la que solo se
todas las orlas que rodean al núcleo dentro de la corriente del imagma efectua&i. El acto realmente efectuado es irrevocable
pensamiento. Por otra parte, en la vida cotidiana el pensa- Y debe ~ace~se ~~ent~ a sus consecuencias, haya sido eficaz 0
miento tiene como principal interés, precisamente, la refación no. La 1mag111ac10n siempre es revocable y puede ser revisada
de las orlas que unen el núcleo con la situación actual del pen- una Y .otra _vez., ~n c.onsecuencia, cuando me limito a ensayar
sador. Esta cuestión es, evidentemente, de suma importancia. en la imagrnac~on diversos proyectos, puedo atribuir a cada
Explica por qué Husserl . clasifica la mayor parte de nuestras uno de ellos diferentes probabilidades de éxito, pero nunca
proposiciones del pensamiento cotidiano como «proposiciones verme. ,defraudado po·r su fracaso. Como toda anticipación,
ocasionales», es decir, válidas y comprensibles solo con res- la acc10n futura ensayada en la imaginación también tiene
pecto a la situación del que habla y al lugal' que ocupan en lagunas ,que solo la e~ectuación del acto puede llenar. Por lo
su corriente de pensamiento. También explica por qué nues- tan.to! solo retrospectivamente el actor verá si su proyecto ha
tros pensamientos cotidianos se interesan menos en la antíte- resis~td~ la prueba o ha terminado en el fracaso.
sis «verdadero-falso» que en la escurridiza transición «proba- La te.cmca de la elec~ión es la siguiente: la mente del actor
ble-improbable». No formulamos proposiciones cotidianas con exam111a una alternativa y luego otra, hasta que la decisión
el propósito de lograr, dentro de cierto ámbito, una validez cae de su mente - para emplear Ja imagen acuñada pox Berg-
formal que pueda ser reconocida como tal por otro, como lo so~- como un fruto maduro cae del árbol. Pero toda elección
hace el lógico, sino con el fin de obtener un conocimiento vá- ex~ge que el actor compr~nda con cl~ridad que en la práctica
lido solo para nosotros mismos y para nuestros fines prác- existen maneras alternativas de aplicar diferentes medios 0

80 ~I
incluso fines alternativos. Es erróneo presuponer que antes claridad y nitidez adecuadas a los requisitos del interés prác
de cada acción humana se da necesariamente la conciencia de tico del actor. No es nuestra tarea determinar si en la vida
tales alternativas y, por ende, l.a elec.cjón, y que, efl: conse- cotidiana se dan con frecue ncia actos racionales que res-
cuencia, todo actuar supone deliberac10n y pr~~erencia . Est.a pondan a las características mencionadas. No hay duda de
interpretación confunde acrític~ente la selecc1on en el s~ntl­ que tlos «actos racionales», junto con sus antítesis, definidas
do de escoger una alternativa sm compararla. con las <lemas'. Y por Max Weber como actos «tradicionales» o «habituales»,
la elección en el sentido de elegir la alterr~a,ttva que se pre~i,e­ representan en buena medida tipos ideales que con muy poca
re. Como ya lo 5eñalara James, la se~ecw~n es una fu11c10n frecuencia serán hallados en su forma pura en la acción coti-
esencial de la conciencia humana. El mteres no es otra cosa diana. Deseo destacar solamente que e1 ideal de racionalidad
que selección, pero no involucra necesariamente e~~cción ~o?,s­ no constituye, ni puede constituir, una característica peculiar
ciente entre alternativas, lo cual presup?ne ,refle.x10n? vohc1on del pensamiento cotidiano, y por ende no puede ser un prin-
y preferencia . Cuando paseo por. un. 1ardm discutiendo un cipio metodológico de la interpretación de las actos humanos
problema con un amigo y voy a la.1zqmerda o al~ derecha, n? en la vida cotidiana. Esto quedará más claro si examinamos
elijo hacerlo; no tengo presente 111nguna alternativa. Deter_rm- las implicaciones ocultas del enunciado -o mejor dicho, del
nar los motivos de tal conducta es un problema de la psico- postulado- según el cual solo habría elección racional si el
logía, pero no puedo decir que prefiero una dirección u otra. aotor poseyera un conocimiento suficiente del fin que desea
Hay, isin duda, situaciones en las que cada uno de nosotros alcanzar, así como también de los diferentes medios propios
se detiene a pensar en sus problemas. En gener~, fo hacem.os para lograrlo.
en puntos críticos de nuestra vida, cuando nos mteresa prin- Este postulado implica:
cipalmente dominar una situación. Pero at~n ent?pces, _acep:
tamos nuestras .emociones, además de la deliberac10n racional, el. El conocimiento del lugar que ocupa el fin que se desea
como guía para hallar la solución m~s adecuada! ,Y e~ correcto alcanzar dentro' del marco de los planes del actor (que tam-
que lo hagamos, p.orque esas ;11'.ociones tamb1en tienen sus bién deben ser conocidos por él) .
raíces en nuestros mtereses practicos. b. El conocimiento de las interrelaciones de dicho fin con
También apelaremos a nuestro acer_vo de rec~tas, a las reglas otros, su compatibilidad o incompatibilidad con elfos.
y técnicas que surgen de nuestra vida profe?ional o nuestras c. El conocimiento de las consecuencias deseables e indesea-
experiencias prácticas. Encontraremos, po.r ~1erto, muchas .so- bles que puedan surgir como productos colaterales de la
.luciones sistematizadas en nuestro conocimiento estandariza- realización del fin principat
do. Podemos tal vez con~ultar a un experto, pero .tampo~o d. El conocimiento de las diferentes cadenas de medios que
este nos proporcionará otr~, cosa 51ue :ecetas y soluc~ones sis- son técnica o aun ontológioamente adecuados para la realiza-
tematizadas. Nuestra elecc10n sera deliberada, y habiendo en- ción de ese fin, al margen de que el actor controle todos sus
I' sayado en la imaginación todas las posibilidades de acción elementos o varios de ellos.
que se nos abren en el tiempo futuro perfecto, pondremos e~ e. El conocimiento de la interferencia de tales medios con
práctica aquella ·solución que parezca tener la mayor probabi- oti·os fines u otras cadenas de medios que incluyen todos sus
lidad de éxito. .. efectos secundarios y sus consecuencias incidentales.
Ahora bien: ¿en qué condiciones podemos clasificar un acto f. El conocimiento de la accesibilidad de esos medios para el
deliberado de elección como racional? Al parecer, debernos actor, eligiendo los medios que están 'ª su alcance y que puede
distinguir entre h racionalidad del cono~imie.nto, que es un utilizar. ·
requisito de la elección racional, y la .ra~1onahdad de.la elec-
ción misma. La racionalidad del conocimiento se da solamente Los puntos antedichos no agotan en modo alguno el compli-
sí todos 1los elementos· a partir de los cuales el ac;~r debe. cado análisis que sería necesario efectuar para desmenuzar el
elecrir son concebidos por él de manera clara y muda. La concepto de elección racional en la acción. Las complicaciones
ele~ción misma e.s racional si el actor elige, entre todos los aumentan cuando la acción es de carácter social, vale decir,
medios a su alcance, el más apropiado para llevar a cabo el cuando está dirigida hacia otras personas. En este caso, los
fin propuesto. . . . . .. _. elementos siguientes se convierten en determinantes adiciona-
Hemos visto que la clandad y 1utidez, en el sign~fica~o. estnc- les de la deliberación del actor:
to de la lógica formal, no corresponde~ al e,stilo tip1c~ del
pensamiento cotidiano. Sin embarg?, sena erroneo deducir. de Primero, la interpretación o no interpretación de su acto
ello que la elección racional no existe en la esfe,ra ~e la vid.a por parte de su semejante.
cotidiana. En verdad, bastaría interpretar los termmos cbr1· Segundo, la reacción de otras personas y su motivación .
dad y nitidez en un sentido modificado y restringido; coin Tercero, todos los elementos de conocimiento antes esboza-

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dos (de a a /) q 1e el m:tor con razón o sin ella. atribuye a cación en el punto de vis ta, el investigador reemplaza a los
sus copartícipes. .. . . . seres humanos que observa como actores en el escenario social
Cuarto todas las categorías de farruliandad y a¡emdad, de por títeres que 61 ha c.reado y manipula. Lo que llamo «tí-
intimidad y anonimia, de personalidad y t~po, que hemo.i. teres» cortesponde a la expresión técnica «tipos ideales», in-
descubierto en el curso de nuestro inventario de la orgam- troducida por Weber en las ciencias sociales.
zación del mundo social. El análisis de nuestro mundo social común nos ha mostrado
el origen de la tipificación. En la vida diaria, tipificamos
Este breve análisis muestra que no podemos hablar de un actividades humanas que nos interesan únicamente como me-
acto racional aislado, si entendemos por esto un acto que dios adecuados para logiiar determinados efectos, pero no
resulta de la elección deliberada, sino solamente de un siste- como emanaciones de la personalidad de nuestros \Semejantes.
ma de .actos racionaJes.2 El procedimiento del observador científico es, globalmente,
Pero, ¿dónde encontraremos este sistema de .acció.n racional? el mismo. Observa que ciertos sucesos son causados por la
Y a hemos dbservado que el concepto de rac1onahdad se ori- actividad humana y comienza ia establecer UiJ.l tipo con tales
gina, no en el nivel de la concepción coti~i~a .del, i:nundc procedimientos. Luego coordina con estos actos típicos ac-
social sino en el nivel teórico de la observaCTon científica del tores típicos, como realizadores de aquellos. Así, termina
mism~, y es aquí donde encuentra su campo de aplicación me- construyendo tipos ideales personales, a los que imagina do-
t?dol.6gica. ~or lo tanto, d~bemos pas~r. al problem.a de Ia_s tados de conciencia. Esta conciencia fictici'a está construida de
ciencias sociales y a los metodos cienuhcos de su 111terpr-.- tal modo que, si el actor ficticio fuera un ser humano de
tación. carne y hueso en lugar de un maniquí, tendría la misma co-
rriente de pensamiento que un hombre vivo que actuara de
Ja misma manel'il, pero con la importante diferencia de que
la conciencia artificial no está sujeta a las 'Condiciones ontoló-
VII gicas de la existencia humana. El títere no nace, no crece ni
muere. No tiene esperanzas ni temores; no conoce la ruisiedad
Al analizar el mundo social en que vivimos, hemos indicado como motiv'.ación decisiva de todas sus acciones. No es Hbre
que cada uno de nosotros se considera como el centro de este en el sentido de que su actuación pueda transgredir los límites
mundo, .al que agrupa alrededor de sí mism~ según sus pro- que ha fijado su creador, el investigador social. Por lo tanto,
pios intereses. La actitud del observador hacia el mundo s~­ no puede tener otros conflictos de Í!l1tereses v motivos que
"' cial es muy diferente. Este mundo no es el teatro de sus acti- aquellos implantados en él por el científico. El tipo ideal no
vidades sino el objeto de su contemplación, que él examina puede equivocarse, si equivocarse no es su destino típico. No
con di;tanciada ecuanimidad. Como investigador científico puede cumplir un acto que esté fuera de los motivos típicos,
(no como ser humano que aborda la ciencia), el observador es de las relaciones típicas entre medios y fines y de la situación
esencialmente solitario. No tiene ningún compañero, y pode- típica establecida por el investigador. En síntesis, el tipo
mos decir que se ha colocado fuera del mundo social, con sus ideal no es sino un modelo de una mente consciente, sin la
múltiples relaciones y sus sistemas de intereses. Q uien desee facultad de espontaneidad r¡ sin voluntad propia. También
convertirse en científico social debe decidirse a colocar en el en situaciones típicas de nuestra vida cotidi'ana todos nosotros
centro de este mundo, no a sí mismo, sino a otro: la persona asumimos ciertos roles típicos. Aislando una de nuestras acti-
observada. Pero al modificarse el punto central, se transfor- vidades de sus relaciones con todas las otras manifestaciones
ma todo el sistema r¡ -si se nos permite recurrir a esta metá- de nuestra personalidad, nos disfrazamos de consumidores o
fora- todas las ecuaciones que se han demostrado válidas en contribuyentes, ciud~dar.os, miembros de una Iglesia o un
el sistema anterior deben ser expresadas ahora en términos del club, clientes, fumadores , transeúntes, etc. El viajero, por
nuevo sistema. Si el sistema social en cuestión hubiera .alcan- ejemplo, dE!be comportarse de la manera específica que, según
zado una perfección ideal, sería posible establecer una fórmu- cree, ·el tipo «empleado ferroviario» espera de un pasaiero tí-
la universal de transformación como la inventada por Eins- pico. Para nosotros, en nuestra vida diaria, estas actitudes son
tein para traducir en términos de la teorfo de la relatividad solo roles que asumimos voluntariamente por conveniencia
las proposiciones de la mecánica newtoniana. y que podemos abandonar cuando queramos. Pero asumir este
Como consecuencia primera y fundamental de esta modifi- rol no cambia nuestra actitud general hacia el mu ndo social o
hacia nuestra vida. Nuestro conocimiento sigue siendo inco-
2 Véase el excelente estudio dedicado por Parsons a este problema herente, nuestr.as proposiciones, ocasionales, nuestro futuro,
con el título «Systems of Action and their Units», al final de The incierto y nuestl"a situación general, inestable. En el momento
Structure of Social Action, .~, op. cit. siguiente puede producirse el gran cataclismo que afecte nues-

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lizado, o s~n el problema para el cual ha sido construido. Para
tra clccc.:iún, modifique tudos nut;~tl ~ lJL!l _,, , •.•. t. v d 1 ,Lruy.1 utilizar un ternuno matemático, podemos decir que el tipo
el valor de toda nuestra experiencüi. Y aun dentto del rol , ideal siempre necesita un subíndice que se refiera al pro-
conservamos la libertad de elección, e n la medida en que tal blema que determina la formación de todos los tipos que se
libertad existe dentro del alcance de nuestras condiciones hu- van a usar. En este sentido, el problema en examen es el
manas y sociales. Esta libertad abarca la posibilidad de aban- locus de todos los tipos posibles que puedan pertenecer al
donar nuestro disfraz, renunciar al rol y recomenzar nuestra sistema rinves·tigado.
orientación en el mundo social. Seguimos siendo sujetos, cen- No puedo profundizar aquí en los fundamentos lógicos de
tros de actividad espontánea, actores. . esta tesis, a la que llamo el p1'incipio de significatividad, pero
El títere llamado «tipo ideal personal», por el contrar10, nun- cabe interpretarla como una aplicación de la teoría de James
ca es un sujeto o un centro de actividad espontán,ea . . No referente a las orlas de los conceptos. El tipo ideal, igual que
tiene como tarea dominar el mundo; hablando en termmos otros conceptos, tiene orlas que se relacionan con el tema
estrictos no tiene ningún mundo. Su destino es regulado y principal, a cuyo alrededor giran todos los elementos del pen-
determi~ado de antemano por su creador, el investigador so- samiento. Es fácil comprender que un cambio en el sistema
cial, y con armonía preestablecida tan p_erfecta com~ la que principal -vale decir en el problema- automáticamente
Leibniz atribuyó al mundo creado por D10s. Por gracia de su supone una modificación en las orlas que rodean a oada con-
constructor dioho títere está dotado precisamente de ese cepto. Y, como un cambio en el problema significa una modi-
tipo de codocimiento que necesita para cumplir la tarea par.a ficación 'en el ámbito de significatividad, la misma razón nos
la cual fue introducido en el mundo científico. El hombre de permite explicar por qué al cambiar el punto de vista surgen
ciencia distribuye su propio acervo de experiencia -lo cual nuevos hechos, m~entms desaparecen otros que antes se halla- _
significa experiencia científica en término clar~s y nítidos- ban en el centro de la cuestión. Pero este enunciado no es
entre los títeres con que puebla el mundo social. Pero tam- nada más que nuestra definición originaria del paso de un
bién este mundo social está organizado de una manera muy nivel a otro. Debe admitirse, claro está, que el término «ni-
diferente: no está centrado en el tipo ideal; carece de las vel» sólo se aplica estrictamente a sistemas totales de pro-
categorías de intimidad v anonimia, de familiatidad y ajeni- blemas; sin embargo, las consecuencias son, en principio, las
dad · en síntesis carece del carácter básico de lo que se ma- mismas. En mi opinión, es importante que el científico tenga
nifi~sta en perspectiva. Lo que cuenta es el p unto ? e vist'<! presente que' cada cambio en el problema supone una modi-
'11
1
desde el cual el científico contempla el mundo social. Este ficación completa de todos los conceptos y todos los tipos
punto de vist-a define el marco de la perspectiva general en que maneja . Muchos malentendidos y controversias en las
que el sector elegido del mundo so~ial ?e l?r~s~nta al o~ser­ ciencias sociales resultan de aplicar conceptos y tipos, sin
vador científico tanto como a la conciencia ficticia del muneco modificarlos, a un nivel que no es aquel que constituye s u
tipo. Se denomina -a este punto de vista central del investi- lugar natural.
I' gador su «problema científico en examen». Pero, ¿por qué elaborar tipos ideales personales? ¿Por qué no
En un sistema científico, el !problema tiene exactamente la reunir simplemente !hechos empíricos? o bien, si la técnica
misma significación para la actividad científica que los inte- de la interpretación tipológica puede ser aplicada con eficacia,
reses .prácticos para las actividades del trab ajo cotidiano. El ¿por qué no limita~e a elaborar tipos de sucesos imperso-
problema científico, tal como se lo formula, tiene una doble nales, o tipos de la conducta grupal? ¿Acaso la economía
función: moderna no ejemplifica una ciencia social que no investiga
tipos ide-ales ipersonales, sino curvas, funciones matemáticas,
a. Determina los límites dentro de los cuales se hacen signi- movimientos de precios o instituciones tales como los siste-
ficativas pa•ra la investigación ciertas proposiciones posibles. mas bancarios o el circulante? La estadística ha permitido
De tal modo, crea el dominio del objeto de estudio científico reunir información acerca de la conducta grupaL ¿Por qué
dentro del cual deben ser compatibles todos .Jos conceptos. volver al esquema de la acción social y al '<!Ctor individual?
b. El simple lheoho de que se plantee un problema crea un He aquí la respuesta: es verdad que gran parte de la ciencia
esquema de referencia para la construcción de todos los tipos social puede ser y iha sido elaborada en un nivel que se
ideales que pueden ser utilizados como significativos. abstrae legítimamente de todo lo que sucede en el actor indi-
vidual. Pero este operar con generalizaciones e ideali~aciones
Par.a comprender mejor esta última observación, debemos de un alto nivel de abstracción no es, en todo caso, sino una
tener e n cuenta que el concepto de «tipo» no es independien- especie .de taquigrafía intelectual. Cada vez que el problema
te, sino que siempre necesita un complemento. No podemos en examen lo hace necesatio, el científico social debe tener la
hablar simplemente de un «tipo ideal» como tal; debemo_s posibHidad de pasar del nivel de su investigación al de la
indicar el esquema de referenci~ den tro del cual puede ser utl-
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actividad humana individual, y allí donde se lleva a cabo una un sistema típico ideal, pero, como ha señalado el profesor
verdadera labor científica, este rnmbio siempre será rposible. Parsons, es analítico y no referente a las acciones concretas,
La verdadera •razón de esto es que no podemos abordar fenó- como él las llama. En una oportunidad formulé la misma idea
menos del mundo social como abordamos fenómenos pertene- al afirmar que los tipos ideales personales de acción cons-
cientes a la esfera natural. En esta última, reunimos hechos y truidos por las denominadas ciencias teórica•s tienen un má-
regularidades que no podemos comprender, sino solo remitir ximo de anonimia, lo cual quiete decir que lo que se tipifica
a ciertos supuestos fundamentales acerca del mundo. Nunca es la conducta de «la gente como tal» o de «los hombres».
comprenderemos por qué el mercurio del termómetro ascien- Cualquiera que sea la fórmula que utilicemos pa'l:a describir
de cuando es expuesto al sol. Unicamente podemos interpre- la peculiaridad del ámbito teórico, es evidente que un sistema
tar este fenómeno como compatible con las leyes que hemos lógicamente interrelacionado presupone que las relaciones en-
deducido de algunos supuestos básicos acerca del mundo fí- tre medios ry fines, junto con el si<stema de motivos constantes
sico. Por el contrario, deseamos comprender los fenómenos y el sistema de planes de vida, deben ser construidos de tal
socia.les, y no podemos comprenderlos fuera de su ubicación manera que:
dentro del esquema de motivos humanos, medios y fines hu-
manos, y planes humanos; en síntesis, dentro de las catego- a. el sistema sea plenamente compatible con los principios de
rías de I.a acción humana. la lógica formal;
Por lo tanto, el especialista en ciencias sociales debe pregun- b. todos sus elementos sean concebidos con plena claridad
tarse -o, al menos, debe estar siempre en situación de pre- y nitidez;
guntarse- qué sucede en la mente de un actor individual c. contenga sólo supuesto3 científicamente verificables, que
cuyo acto ha conducido al fenómeno en cuestión. Este pos- deben ser en un todo compatibles con la totalidad de nuestro
tulado de la interp1·etacíón subjetiva puede ser formula.do más conocimiento científico.
correctamente del siguiente modo: el científico debe pre-
guntarse qué tipo de mente individual se puede construir y Estos tres requisitos pueden ser sintetizados en otro postulado
qué pensamientos psíquicos se le deben a.tribuir para explicar para la construcción de tipos ideales: el de racionalidad, que
el hecho en cuestión como resultado de su actividad dentro puede ser formulado así: el itipo ideal de acción sooial debe
de una relación comprensible. ser construido de tal manera que el actor del mundo viviente
1, ' Este postulado halla su complemento en otro al que propongo efectuaría el acto tipificado si tuviera un conocimiento cien-
llamar, adoptando una expresión de Max Weber, el postulado tífico claro y nítido de todos los elementos significativos
de adecuación. Este puede. ,s er formulado así: todo término para su elección y la tendencia constante a elegir los medios
empleado en un sistema científico referente a la acción huma- más adecuados para la concreción del fin más adecuado. En
na debe ser construido de tal modo que un acto humano verdad, como ya adelantáramos al comienzo, solo mediante la
efectuado dentro del mundo de la vida por un actor indivi- introducción del concepto fundament·al de raciona1idad es
düal de la manera indicada por la construcción típica sería posible suministtar todos los elemenrtos para la constitución
razonable y comprensible para el actor mismo, así como para del nivel llamado «teoría pura». El postulado de racionalidad
sus semejantes. Este postulado es de suma importancia para la implica, además, que toda otra conducta debe ser interpretada
metodología de hs ciencias sociales. Lo que hace posible que como derivad.a del esquema básico de actuadón racional..Esto
una ciencia social pueda remitir a sucesos del mundo de la se debe a que solamente la acción situada dentro del marco
vida es el hedho de que el especialista en ciencias sociales de las categodas J.'acionales puede ser examinada científica-
•p ueda interpretar cualquier acto humano de igual modo que mente. Al no disponer de otros métodos que los ·racionales,
el actor o su copartícipe. la ciencia no puede verificar o refutar proposiciones puramen-
El principio de significaitividad, el postulado de la interpre- te ocasionales.
tación subjetiva y el de adecuación son aplicables ·a cada nivel Como ya dijimos, a cada tipo elaborado por el científico co-
de los estudios sociales. Todas las ciencias históricas, por rresponde un subíndice referido al problema principal. En un
ejemplo, se rigen por ellos. El paso siguiente sería circuns- sistema teórico, por lo tanto, solo se admiten tipos racionales
cribir, dentro de las ciencias sociales, la categoría que incluye J>uros. Pero, 1,dónde puede encontrar el científico la garantía
a las que llamamos teóricas . La caracterfstica descollante de de que es.tablece un verdadero si&tema unificado? ¿Dónde
estas ciencias teóricas es la interpretación del mundo social están las herramientas científicas que permitan cumplir esta
en términos de un sistema de estructura lógica determinada.3 difícil tarea? La•respuesta es que, en toda rama de las ciencias
Este .sistema de irelaciones entre medios y fines es también sociales que se ha desarrollado hasta la etapa teórica, existe
una hípóte&is fundamental que define los campos de investi-
3 Parsons, op cit., pág. 7. gación y ofrece el principio regulador para construir el siste-

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m:i de tipos ideales Hipóresis fundamentales como estas son, de la vida cotidiana Y en la medida en que utilíz~ con éxito
por ejemplo, el principio utilitarista en la economía clásica y métodos que han resistido y resisten esta prueba, hace muy
el principio de la marginalidad en la economía moderna. El bien en seguir su camino sin preocuparse por problemas meto-
sentido de este postulado es el siguiente: construid vuestros dológicos. La metodología no es la preceptora ni la tutora
tipos ideales como si todos los actores orientaran sus planes del oientífico; es siempre su discípula, y no hay ningún gran
de vida y, por ende, todas sus actividades, h acia el fin princi- maes tro de su campo científico que no pueda enseñar a los
pal de lograr la mayor u tilidad con el mínimo de costo; la metodólogos cómo proceder. Sin embargo, el maestro real-
ac~ividad !humana así orientada (y solo este tipo de actividad mente grande siempre aprende de sus discípufos. El famoso
humana) es el objeto de estudio de vuestra ciencia. compositor Arnold Sohoenberg comienza el prefacio de su
P ero estos onunciados ocultan una cuestión muy inquietan te. magistral libro sobre la teoría de Ja armonía con esta frase:
Si el mundo social, como objeto de nuestra investigación cien- «Aprendí de mis discípulos todo lo que contiene este libro».
tífica, no es sino una construcción típica, ¿por qué ocuparse En esta función, el metod 6logo debe plantear interrogantes
de ese juego intelectual? Nuestra actividad científica, y en atinados acerca de la técnica de su maestro. Y si estos itl'te-
particular la que trata del mundo s ocial, también se lleva a rrogantes ayudan a o tros a pensar sobre lo que realmente
cabo dentro de cierta relación entre m edios y fines , o sea, con hacen, y tal vez a eliminar cier tas dificultades intrínsecas ocul-
el fin de adquirir conocimiento para dominar el mundo, el tas en el cimiento del edificio científico, donde los hombres
mundo reaJ, no el creado por obra y grada del científico. Que- de cienci~ ~~ nea se internan, la metodología habtá cumplido
remos sa:ber lo que sucede en el mundo real, y no e n la fan- con su m1s10n .
tasía de unos pocos excéntricos ref.inados.
Algunos argumentos :pueden tmnquilizar al interlocutor gue
se planteara tales interrogantes. An te todo, la construcción
del mundo científico n o es un acto arbitrario que el investi-
gador pueda efectuar a discreción:

l. El ámbito de la ciencia de cada investigador tiene límites


históricos que aquel ha heredado de sus antepasados como
un acervo de proposiciones aprobadas.
2. El postulado de adecuación exige que la construcción tí-
..
1
pica sea compatible con la totalidad de nuestra vida cotidiana
y nuestra experienda científica.
'1 '
Pero si alguien no se contenta con tales garantías y pide una
mayor realidad, quiero decirle que temo no saber exact::unen-
te qué es la realidad, y en esta desagradable situación me
consuela únicamente compartir mi ignorancia con los más
grandes filósofos de todos los tiempos Citaré nuevamente a
William James y su profunda teoría de las diferentes realida-
des en que vivimos simultáneamente. Quien crea que el ca-
rácter esencial de la ciencia reside en investigar la realidad
.se equivoca, si consideramos como pauta de la realidad al
mundo de la vida ootidiana. Tanto el -mundo del especialista
en ciencias naturales como el del especialista en ciencias so-
ciales son ni más ni menos reales de lo que puede ser, en ge-
neral, el mundo del pensamiento. No es el mundo dentro del
cual actuamos y en el que nacemos y morimos, pero sí la
sede real de esos importantes sucesos y adquisiciones q ue en
toda época la humanidad llama cuhura.
Por consiguiente, el especialista en ciencias sociales puede
continuar su labor con plena confianza. Sus métodos, clarifi-
cados y regidos por los postulados que hemos expuesto, le
dan la seguridad de que nunca perderá contacto con el mundo

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