Trastornos somatoformes
Trastornos que causan que los individuos se preocupen de forma patológica por la apariencia o
el funcionamiento corporal.
Hipocondriasis
Descripción clínica:
Existe una ansiedad centrada en la posibilidad de tener una enfermedad grave. La amenaza se
siente de una forma tan real que ni las palabras de los médicos son tranquilizadoras.
Las investigaciones indican que la hipocondriasis comparte muchos rasgos con los trastornos
de ansiedad, sobre todo con el de pánico: edad similar, características de personalidad y
patrones familiares. De hecho, hay una fuerte comorbilidad entre estos dos trastornos.
Es importante distinguir a los individuos que tienen miedo a desarrollar una enfermedad y, por
tanto, evitan situaciones de contagio (fobia a las enfermedades) de las personas que se sienten
ansiosas porque creen que realmente tienen una enfermedad (hipocondriasis). Una forma de
distinguirlos es que los pacientes que sufren hipocondriasis se suelen centrar en dolencias más
a largo plazo como el cáncer o el SIDA.
Estadísticas:
Se sabe poco sobre la prevalencia de la hipocondriasis pero se cree que entre un 1 y un 14% de
los pacientes médicos la sufren. La padecen ambos géneros por igual y es bastante uniforme a
lo largo de la edad adulta, pudiendo surgir en cualquier momento de la vida.
Causas:
Tratamiento:
Se conoce poco pero parece que el hecho de conseguir hacer ver al paciente que es capaz de
provocarse sus propios síntomas consigue tranquilizarles y entender que está bajo su control.
Además, se ha visto que la reafirmación de los médicos (terapia explicativa) puede ser eficaz,
lo cual se contradice con el diagnóstico. Se cree que esto es porque los profesionales de la
salud mental tienen más sensibilidad, tiempo y recursos para tranquilizar a los pacientes que
los médicos de familia.
Trastorno de Somatización
Descripción clínica:
Historia de múltiples síntomas físicos que persisten durante los años y producen un deterioro
importante en la vida del individuo pero que no tienen una base médica. Los individuos que
sufren este trastorno se centran en los síntomas, no en lo que éstos pueden significar (como
en la hipocondriasis). Además su vida entera gira en torno a sus síntomas.
Estadística:
Es un trastorno poco frecuente, con una prevalencia de alrededor del 4% en la población (20%
en pacientes de atención primaria) y que suele comenzar en la adolescencia.
Aunque los síntomas pueden aparecer y desaparecer, la conducta y el rol de enfermo son
crónicos.
Causas:
Tratamiento:
No hay tratamiento que haya probado ser eficaz pero se suele intentar que los pacientes
tengan confianza en los profesionales, reduzcan sus niveles de tensión y disminuyan las
conductas de búsqueda de ayuda. También se enseña a la persona métodos de interacción
más apropiados.
Trastorno de conversión
Descripción clínica:
Este trastorno tiene que ver con un mal funcionamiento físico (parálisis, ceguera, afonía…) sin
ninguna patología física. Es difícil distinguir los trastornos de conversión con el fingimiento de
enfermedad (simulación). Los pacientes con trastornos de conversión a menudo se muestran
indiferentes hacia sus síntomas pero también a veces muestran una actitud displicente, como
las personas con trastornos físicos reales. Por otro lado, los síntomas de conversión suelen
desencadenarse por un intenso estrés. Además, aunque las personas con síntomas de
conversión puedan normalmente actuar de forma normal, parecen inconscientes de tener esta
capacidad o de la entrada sensorial (un “paralítico” se asombra cuando sale corriendo ante
una emergencia).
Estadísticas:
El trastorno de conversión tiene una alta comorbilidad con el trastorno de somatización y los
cálculos de prevalencia varían enormemente entre un 1 y un 30%. Se dan en mayor proporción
en mujeres y suelen aparecer en la adolescencia. Los síntomas a veces desaparecen con el
tiempo pero vuelven a aparecer en el futuro.
Causas:
Suele darse en personas que han vivido un suceso traumático que debe eludirse a toca costa
pero, como no pueden alejarse sin más, la solución socialmente aceptable es enfermar. Como
enfermar ex profeso tampoco es aceptable esta motivación se desprende de la conciencia y, al
ser una conducta de escape, los síntomas continúan hasta que se resuelve el problema
subyacente.
Se ha observado que suele aparecer en mayor medida en grupos poco instruidos y en entornos
de nivel socioeconómico bajo.
Tratamiento:
Se debe intentar identificar y tratar el suceso vital traumático cuando aún está presente y,
además, eliminar las posibles fuentes de “ganancia secundaria”.
Trastorno facticio
Los síntomas son fingidos y se hallan bajo control voluntario. No hay una buena razón para
general la sintomatología más que para asumir el rol de enfermo y recibir atención.
Tal vez haya razones físicas claras para el dolor pero también están implicados factores
psicológicos que ayudan a mantenerlo. En este trastorno el dolor es real y lastima, aunque
puede deberse a cualquier nivel del continuo entre “principalmente factores psicológicos”
hasta “principalmente una afección médica general”.
Descripción clínica
Preocupación por algún defecto imaginario en la apariencia por parte de alguien que en
realidad tiene un aspecto normal. Esto lleva a muchas personas que lo sufren a tener una
fijación con los espejos y a revisar continuamente su “fealdad” para confirmar si ha cambiado.
También, por otro lado, puede darse la evitación de los espejos de una forma casi fóbica. Son
consecuencias frecuentes de este trastorno las tentativas de suicidio.
Las personas con trastorno dismórfico tienen “ideas de referencia”, es decir, piensan que todo
lo que sucede a su alrededor tiene que ver con su defecto imaginario, lo cual perturba su vida
enormemente. Los individuos con TDC cuyas creencias son tan firmes que podrían llamarse
alucinaciones, reciben un segundo diagnóstico de trastorno delirante: tipo somático.
Estadísticas:
Hay un componente cultural muy importante en este trastorno, relacionado con los
estándares de belleza de cada sociedad. Aunque se llegue a modificar el físico con cirugía, las
personas con TDC no quedan satisfechas con los resultados.
Tratamientos:
No se conoce si tiene una influencia familiar. El TDC no suele tener comorbilidad con otros
trastornos somatomorfes pero sí ocurre frecuentemente en conjunción con el trastorno
obsesivo-compulsivo, por lo que se han obtenido buenos resultados utilizando los mismos
tratamientos que en este último trastorno.
Trastornos disociativos
Trastorno de despersonalización
Existen sentimientos de irrealidad tan graves y aterradores que dominan la vida del individuo y
evitan el funcionamiento normal. Los pacientes muestran un gran deterioro y muchos sufren
también trastornos del estado de ánimo y de ansiedad adicionales. También se ha visto que los
individuos con trastorno de despersonalización presentan un perfil cognitivo con deficiencias
específicas en la atención, la memoria a corto plazo y el razonamiento espacial.
Amnesia disociativa
Amnesia generalizada: Los sujetos que la padecen no son capaces de recordar nada, ni siquiera
quién son. Puede ser de por vida o de forma temporal.
Fuga disociativa
La experiencia desintegrada es más que una pérdida de memoria, pues también implica cierta
desintegración de la identidad.
Este trastorno también incluye el denominado “frenesí”, en el que los individuos parecen estar
en trance y correr descontrolados.
Descripción clínica:
Las personas con este trastorno pueden adoptar hasta 100 identidades que coexisten
simultáneamente en un cuerpo y una mente. En algunos casos las identidades son completas
con su propia conducta, voz, gestos, etc, pero otras veces solo son distintas en algunas
características, ya que no son completamente independientes. Las distintas identidades se
denominan “alter ego”. En el TID se da amnesia y fragmentación de la identidad pero la
característica definitoria es que ciertos aspectos de la identidad están disociados.
La personalidad que busca tratamiento suele ser una identidad “huésped”. El cambio de una
personalidad a otra se llama “transición” y normalmente es instantánea con algunos gestos o
posturas corporales que la acompañan.
Estadísticas:
Los clínicos informan de que la cifra promedio de personalidades alternas es cercana a 15. En
cuanto a la distribución por género, el TID afecta nueve veces más a hombres que a mujeres.
Normalmente aparece en la infancia y suele durar toda la vida en ausencia de tratamiento.
Además, van surgiendo nuevas personalidades en respuesta a nuevas situaciones vitales.
Un alto porcentaje de los pacientes con TID sufren también otros trastornos psicológicos
simultáneamente y con frecuencia son diagnosticados erróneamente.
Causas:
Casi todas las personas que sufren TID han sido víctimas en su infancia de horribles e
insoportables abusos. La mente aprende que no hay límites para la creación de identidades
cuando es necesario escapar de ciertas situaciones. También está relacionado con falta de
apoyo social durante o después del abuso.
Tratamiento:
Es muy difícil reintegrar la personalidad pero se puede conseguir mediante una terapia a largo
plazo que intenta neutralizar los activadores del trauma. El paciente debe tomar control de los
sucesos horribles para confrontar y liberar el trauma, de manera que no se siga viviendo como
un suceso actual.