Nº de Expediente
MA-447-15
COLABORA
UNIDAD I. MENORES………………………………………….. 4
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………….. 63
1.- CONCEPTO.
Según la Convención sobre los derechos del niño de 1989 en su art. 1, señala
que, “para los efectos de la presente convención se entiende por niño todo ser
humano menor de 18 años de edad, salvo que en virtud de la ley que le sea
aplicable haya alcanzado antes la mayoría de edad”.
El Consejo de Europa, entiende por menor a la persona siempre que su edad sea
inferior a 16 años.
-. El art. 315 del Código Civil, afirma que la mayoría de edad empieza a
partir de los 18 años.
Habría que apuntar no sólo al límite positivo o superior por debajo del cual el
menor quedaría exento de toda responsabilidad criminal, sino también a otro
negativo o inferior fijado en 14 años y que determina para estos sujetos, los
menores de 14 años, no sólo la responsabilidad penal respecto al derecho penal
de adultos sino también la imposibilidad de que se le exija responsabilidad con
arreglo a la legislación de menores.
2. Por orden del Ministerio Fiscal se recurrirá a las instituciones sanitarias para
realizar las pruebas pertinentes (principalmente oseométricas...)
Como hemos podido ver, existen diferencias en la edad del menor dependiendo
si se trata de proteger o de inculpar a éste de los delitos, también influirá el tramo
de edad en el que se encuentre cuando haya que juzgarlo o lo que alienta
fundamentalmente la Ley 5/2000 con respecto al menor es “EDUCARLE
INTENSAMENTE”.
1. INTRODUCCIÓN
Es toda esta actitud paternalista y protectora la que niega toda garantía jurídica al
procedimiento, por no creer oportuna su consideración. El Juez es el único
responsable de la decisión; ni existe Fiscal ni Abogado defensor, tan sólo tiene
lugar un juicio lógico, esto es, de índole técnica acerca del futuro del menor.
Este modelo opta, por tanto, por el castigo y la sanción antes que por la
protección y la educación.
El menor se concibe por primera vez como responsable de sus actos, por tanto,
capaz de asumir las consecuencias que se derivan de ellos.
**Proceso incriminador
La pena adquiere el carácter de garantía para el menor, ya que éste pasa a ser
condenado por lo que ha hecho y no por lo que él es. De este modo, la pena
debe estar relacionada con el delito y debe tener límites claros.
Para resumir podemos afirmar que este modelo postula la defensa social y la
retribución como objetivos de intervención prioritarios, dejando en segundo
plano las necesidades y los problemas educativos del menor.
Nace así el hospital especial para mendigos y pobres con carácter asistencial-
correccional, destinado a jóvenes sin casa ni familia sobre los que era necesario
aplicar la guía y el control; es el caso del Fondo Pío Nacional, las Casas de
Misericordia y los hospicios.
A finales del siglo XIX los dueños de las industrias, la beneficencia, la Iglesia y
hasta el propio Estado toman conciencia de la profunda transformación social
que ha llevado consigo la industrialización y dejándose llevar por distintas
motivaciones comienzan a cambiar el estilo de vida del proletariado.
Todo esto provoca el nacimiento del Movimiento de Salvación del Niño, child-
save movement, que surge en E.E.U.U. y cuya finalidad era salvaguardar al
menor de las condiciones infrahumanas en las que sobrevivía.
Pero estas medidas legislativas, sólo sirvieron para crear nuevas formas de
desviación.
El Código Penal de 1822, asume que son inimputables los menores de siete años;
siendo sometidos a examen de discernimiento los jóvenes de entre siete y doce
años.
Cabe destacar que la facultad reformadora era mucho más amplia que la facultad
protectora, lo que pone de manifiesto el marcado carácter correctivo y
penalizador de esta ley, dando prioridad a estos criterios sobre los preventivos y
educativos.
Así mismo, merece señalarse que la citada Ley atiende en su facultad reformadora
no sólo las faltas y delitos cometidos por los menores, sino que abarca a las
denominadas conductas irregulares como el ser considerado vago, vagabundo,
etc. (artículo 9 LTTM). La consecuencia jurídica siempre es la protección
correccional, sin distinción entre menores en situación de peligro y menores que
delinquen. Como afirma Cantarero (1988) “El hecho de que a muchos menores
no delincuentes se les trate como si lo fueran constituye un eslabón capital en el
conjunto de un mecanismo de control social”.
- Libertad vigilada.
Así mismo, otros marcos e instancias normativas han influido en esta evolución,
como la Convención de Derechos del Niño de 1989 o el Comité de Ministros del
Consejo de Europa de 1987, que en su recomendación número R(87)20 habla de
las reacciones sociales a la delincuencia juvenil contemplando las siguientes
medidas:
Las medidas aplicables por el Juez pueden ser las siguientes (artículo 17 LTTM):
A pesar de ser una medida breve y de que puede ser revocada por el Juez previos
los oportunos informes, en la Ley de Tribunales Tutelares de Menores de 1948
no se determinaba de antemano el periodo de tiempo máximo o mínimo en el
que podía tener lugar la ejecución de la medida, que se convertía, por tanto, en
una medida de privación de libertad. Lo cierto es que en ambos casos lleva
consigo la exclusión del menor de su propio medio familiar y social, al tiempo
que puede ser el origen de estigmatizaciones negativas, lo que supone atribuir al
menor una situación social específica, un status y un rol que desarrollan
consecuencias desestructuradoras en la personalización. El sujeto sufre una crisis
de identidad puesto que “el instituto resuelve confiriendo al menor una clara
identidad, aquella del individuo diverso de los otros, incapaz de éxito, destinado
antes o después al fracaso social”.
La familia suele sufrir menos, pues no se ven rotos los lazos de cohesión entre
sus miembros.
Para poner en marcha esta medida se debe contar con el consentimiento de todas
las partes implicadas: familia de origen, familia acogedora y el propio joven.
Con esta medida la Ley Orgánica 4/1992 consigue ir más allá de la mera
intervención administrativa implicando a toda la comunidad y a todas las
instancias sociales en ella.
Esta medida, al igual que el acogimiento en familia, parece más propia del
ámbito de protección, pues no en vano hace pensar en menores afectados por
algún tipo de toxicomanía u otro tipo de trastorno.
En centros de observación.
En centros de educación.
En centros de reforma.
Con carácter educativo.
Con carácter correctivo.
De semilibertad.
Establecimientos especiales para menores anormales.
Aunque las actividades escolares y/o laborales se llevaran a cabo fuera de las
instalaciones, el joven se ve obligado a residir en dicho centro.
En estos centros rigen dos principios, las garantías del menor y el derecho a la
educación. Pero como se puede deducir, no es posible educación alguna en un
medio extraño y artificial al menor. En su lugar, es el rechazo lo que suele
aparecer en la mayoría de los jóvenes.
Al tiempo hay que sumar un problema adicional: estos centros suelen presentar
deficiencias tanto de personal como de infraestructura; por ello, en Comunidades
Autónomas pequeñas suele recurrirse a centros compartidos, ya sea entre
diferentes comunidades o entre diferentes menores con diversas calificaciones.
Todo ello, sin duda, ayuda al desarrollo del propio proceso de inadaptación en el
menor.
Se aplicó por primera vez en EEUU y Canadá durante la década de los años
setenta, llegando a Europa en los ochenta, siendo el programa VORP alemán y el
programa HALT holandés sus máximos exponentes en el Viejo Continente.
Como hemos dicho anteriormente, supone una visión global del delito, pues
tiene en cuenta a todas las partes implicadas en él; favoreciendo la participación
de la víctima, frente a planteamientos anteriores que parecían dejarla abandonada,
permitiéndole solucionar el atentado contra sus pertenencias materiales, morales,
psicológicas y/o sociales, sintiendo que sus derechos son defendidos al tiempo
que le permite acercarse al menor infractor como tal, como una persona normal,
alejándola de estereotipos y prejuicios.
Las condiciones que básicamente se tienen que dar para que tenga lugar la
mediación son las siguientes:
Otras condiciones específicas para que se pueda aplicar esta medida son:
- En cuanto a las características del menor quedan excluidos en primer lugar los
que no se sientan responsables de sus actos, los que incumplan en reiteradas
ocasiones los compromisos adquiridos en estos programas y los que presenten
algún tipo de trastorno o minusvalía.
La medida puede ser aplicada por el Juez de Menores, con carácter previo a la
Resolución o dentro de otra medida, comúnmente de la libertad vigilada,
quedando incluida en la acción educativa global que ésta conlleva y siendo
dirigida fundamentalmente a jóvenes reincidentes.
e) Tratamiento ambulatorio:
m) Reparación a la víctima:
ñ) Amonestación:
-.Cuando el menor está por debajo de los 14 años, se deriva hacia el Sistema de
Protección de Menores, del Sistema de Asistencia Social, (en otros países se
consideran inimputables). En las actuaciones de los menores de 14 años se debe
considerar la presunción absoluta de inimputabilidad.
Cuando el autor de los hechos mencionados en los artículos anteriores sea menor de catorce años,
no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente Ley, sino que se le aplicará lo dispuesto
en las normas sobre protección de menores previstas en el Código Civil y demás disposiciones
vigentes. El Ministerio Fiscal deberá remitir a la entidad pública de protección de menores
testimonio de los particulares que considere precisos respecto al menor, a fin de valorar su
situación, y dicha entidad habrá de promover las medidas de protección adecuadas a las
circunstancias de aquél conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica 1/1.996, de 15 de enero..
El régimen de los menores de 14 años de edad viene recogido en el artículo 3 de
la L.O. 5/2.000, que dice:
En este supuesto, cuando el hecho revista extrema gravedad, el Juez deberá imponer una medida
de internamiento en régimen cerrado de uno a seis años, complementada sucesivamente con otra
medida de libertad vigilada con asistencia educativa hasta un máximo de cinco años. Sólo podrá
hacerse uso de lo dispuesto en los artículos 13 y 51.1 de esta Ley Orgánica una vez
transcurrido el primer año de cumplimiento efectivo de la medida de internamiento. A los efectos
previstos en el párrafo anterior, se entenderán siempre supuestos de extrema gravedad aquellos
en los que se apreciara reincidencia.
2.- No obstante lo anterior, a los menores en quienes concurran las circunstancias previstas en
los números 1º, 2º y 3º del artículo 20º del vigente Código Penal les serán aplicables, en caso
necesario, las medidas terapéuticas a las que se refiere el artículo 7º.1, letras d) y e), de la
presente Ley.
3.- Las edades indicadas en el articulado de esta Ley se han de entender siempre referidas al
momento de la comisión de los hechos, sin que el haberse rebasado las mismas antes del
8.5.- PRESCRIPCIÓN.
La L.O. 5/2.000, regulaba en el artículo 10.1 y 2 los plazos de prescripción de
delitos y medidas de seguridad, pero ha sido modificada por la Ley 8/2006
quedando de la siguiente manera:
1º Con arreglo a las normas contenidas en el Código Penal, cuando se trate de los hechos
delictivos tipificados en los artículos 138, 139, 179, 180, 571 y 580 del Código Penal o
cualquier otro sancionado en el Código Penal o en las leyes penales especiales con pena de prisión
igual o superior a quince años
2º A los cinco años, cuando se trate de un delito grave sancionado en el Código Penal con pena
superior a diez años.
3º A los tres años, cuando se trate de cualquier otro delito grave.
4º Al año, cuando se trate de un delito menos grave.
5º A los tres meses, cuando se trate de una falta.
2. Las medidas que tengan una duración superior a los dos años prescribirán a los tres años.
Las restantes medidas prescribirán a los dos años, excepto la amonestación, las prestaciones en
beneficio de la comunidad y la permanencia de fin de semana, que prescribirán al año.
Si se comparan con los previstos en el Código Penal se puede ver que en general
en este ámbito los plazos son más cortos.
NO ACOMPAÑADOS
LOPJM-, “todos los menores de dieciocho años que se encuentren en territorio español, salvo
que en virtud de la ley que les sea aplicable hayan alcanzado anteriormente la mayoría de
edad”, disposición concordante con el art. 1 Convención de los Derechos del/a
niño/a, que dispone que “para los efectos de la presente Convención, se entiende por niño
todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea
aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad.”
Así, menor, menor de edad y niño son términos a los efectos que ahora interesan
sinónimos en la normativa internacional y en nuestra legislación estatal.
Esta definición dada coincide con el establecido por la Observación General del
Comité del Derecho del Niño, que en su Regla 7 señala que se entiende por "niños no
acompañados" (llamados también "menores no acompañados") de acuerdo con la definición del
artículo 1 de la Convención, los menores que están separados de ambos padres y otros parientes
y no están al cuidado de un adulto al que, por ley o costumbre, incumbe esa responsabilidad.
Y de forma más contundente en la Regla 20, que señala que “la determinación del
interés superior del niño exige una evaluación clara y a fondo de la identidad de éste y, en
particular, de su nacionalidad, crianza, antecedentes étnicos, culturales y lingüísticos, así como
las vulnerabilidades y necesidades especiales de protección. Así pues, permitir el acceso del menor
al territorio es condición previa de este proceso de evaluación inicial, el cual debe efectuarse en un
ambiente de amistad y seguridad y a cargo de profesionales competentes formados en técnicas de
entrevistas que tengan en cuenta la edad y el género.”
“1. En los supuestos en que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado
localicen a un extranjero indocumentado cuya minoría de edad no pueda ser
establecida con seguridad, se le dará, por los servicios competentes de protección
de menores, la atención inmediata que precise, de acuerdo en lo establecido en la
legislación de protección jurídica del menor, poniéndose el hecho en
conocimiento inmediato del Ministerio Fiscal, que dispondrá la determinación de
su edad, para lo que colaborarán las instituciones sanitarias oportunas que, con
carácter prioritario, realizarán las pruebas necesarias.
4. Se considera regular a todos los efectos la residencia de los menores que sean
tutelados por una Administración pública. A instancia del organismo que ejerza la
tutela y una vez que haya quedado acreditada la imposibilidad de retorno con su
familia o al país de origen, se le otorgará un permiso de residencia, cuyos efectos
se retrotraerán al momento en que el menor hubiere sido puesto a disposición de
los servicios de protección de menores.
Para ello la Fiscalía General del Estado parte de las siguientes premisas:
3.3.1.-PROTOCOLO DE ACTUACIÓN:
2. Si existe certeza sobre la minoría de edad del menor, bien porque el mismo
está documentado o bien porque tiene rasgos físicos que evidencien que no tiene
cumplidos los 18 años de edad, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tras la
realización de los trámites de identificación que procedan, pondrán al menor a disposición de
la Consejería de Igualdad y de Bienestar Social, trasladándolo de forma inmediata al Centro de
Acogida previamente determinada, según su ámbito provincial y en función de la edad
del menor extranjero.
La comunicación al Ministerio Fiscal se realizará en la forma que deje constancia del hecho
bien mediante fax, correo electrónico, e incluso teléfono, sin perjuicio de presentar
o remitir más adelante la documentación debida.
4. El resultado de las pruebas hospitalarias será comunicado inmediatamente por las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad, en la misma forma descrita en el punto anterior, al
Ministerio Fiscal. Si el resultado confirma que el joven no tiene cumplidos los 18
años de edad, el Ministerio Fiscal pondrá al menor a disposición de la Consejería
de Igualdad y Bienestar Social, trasladándolo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
a las dependencias del centro de acogida, documento que acredite el resultado de
las pruebas radiológicas realizadas y demás documentación pertinente. Se
entenderá que con la simple comunicación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
citada al Ministerio Fiscal, este órgano ha determinado poner a disposición de la
Consejería de Bienestar Social al menor extranjero.
Estos datos tienen como única finalidad la protección del menor, y por tanto, no
podrán ser utilizados para ninguna otra finalidad que la estrictamente
identificativa en relación a la actuación protectora de la Administración.
Si el menor o posible menor fuere localizado por la Policía Local, ésta realizará las
actuaciones previstas en los apartados anteriores, en la medida en que puedan practicarlas
en su ámbito territorial de actuación.
Si ello no fuera posible, la Policía Local pondrá al menor o posible menor a disposición de la
Unidad del Cuerpo Nacional de Policía adscrita a la Junta de Andalucía, para que realice
o continúe la realización de dichas actuaciones.
En otros lugares se requiere la intervención del Fiscal con soluciones caso a caso.
La repatriación del menor será acordada por el Delegado del Gobierno o por
el Subdelegado del Gobierno, cuando tuvieren la competencia delegada para
ello, y ejecutada por los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía.
3. Una vez realizadas todas las actuaciones previas y antes de resolver sobre la
repatriación, la Delegación o Subdelegación del Gobierno comunicará a los
servicios territoriales de la Consejería de Bienestar Social, el resultado de las
gestiones realizadas conforme al presente Protocolo, correspondiendo a la
Administración Autonómica valorar la capacidad de protección de los
Este artículo establece que “los solicitantes menores de 18 años en situación de desamparo
serán remitidos a los servicios competentes en materia de protección de menores, poniéndolo en
conocimiento, asimismo, del Ministerio Fiscal. El autor que legalmente se asigne al menor, le
representará durante la tramitación del expediente. Las solicitudes de asilo se tramitarán
conforme a los criterios contenidos en los convenios y recomendaciones internacionales aplicables
al menor solicitante de asilo”.
4.7. En todos estos casos la Consejería de Bienestar Social podrá contar con
la participación y colaboración de ONGs, asociaciones, entidades
privadas y Ayuntamientos.
– GARBARINO, J. Y STOTT, F.M. (1993). Lo que nos pueden decir los niños.
Ministerio de Asuntos Sociales.