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SEMBLANZA DE ANTONIO PEREZ QUINTANA

Francisco José Martínez (UNED)

En mi opinión, la filosofía tiene como una de sus funciones prioritarias abordar


la cuestión del sentido de la vida humana y proyectar luz sobre el ámbito de
valores, fines e ideales que debieran movilizar las energías morales del
hombre, y esto puede contribuir a promover una convivencia más positiva del
hombre con los otros hombres y con la naturaleza. (Entrevista con F. Herrera
en diciembre de 2009).

Trazar la historia compartida con Antonio Pérez equivale a dar un repaso a los últimos
cuarenta años de la universidad española. Yo entré en Filosofia de la Complutense el Curso
1971-1972, al mismo tiempo que hacía por segunda vez el segundo curso de Aeronáuticos. Iba
por la tarde y los estudios de Filosofia eran para mí un descanso en mi dura vida de estudiante
de ingeniería. Cuando mis compañeros se extrañaban de que asistiera a todas las clases
incluidas las de individuos tan estrafalarios como Sánchez Muniain, el Catedrático de Estética,
o tan atrabiliarios como el padre Todolí, les respondía que si durante las horas de clase hubiera
ido a la biblioteca no hubiera descansado mientras que aquellas clases tan absurdas, sin nada
de información relevante eran una especie de somnífero relajante para alguien como yo que
llegaba a las aulas de Filosofia tras cinco horas de matemáticas, física o termodinámica.

La complutense de aquellos años, no tan distinta de la actual por cierto excepto pocas y
honrosas excepciones, era un ámbito en el que lo mejor era las aulas que aún conservaban el
mobiliario de cuando Ortega daba allí sus clases. Curiosamente lo mejor de la carrera no fue
para mí la Filosofia sino la lingüística y la literatura, ya que en aquella época el plan de estudios
era mucho más racional que los actuales y combinaba dos años de asignaturas comunes de
letras con tres de especialización. Cuando se pasó de Filosofia y Letras a Filosofia pura se
perdió un bagaje cultural muy interesante, sin ganar nada a cambio. La filosofía ‘pura’, libre de
su contexto cultural se convertía en un producto abstracto y los alumnos que la cursaban al
final lograban saber nada, mientras que anteriormente al menos sabían algo de historia, arte,
literatura, etc. La endogamia curricular es esterilizante y mucho más en las disciplinas
humanísticas en las que se da una articulación entre las diversas faceta de una cultura que no
puede por menos de ser ´única, aunque se enfoque desde un detmeinado prisma disciplinar
concreto.

La incuria teórica de aquella época impedía aceptar a nadie como maestro y aunque hemos
visto en muchas ocasiones como las escuelas centradas en torno a un maestro pregnante han
generado muchas patologías hay que tener en cuenta que el autodidactismo tampoco es muy
recomendable como estrategia formativa. De todas formas había varias luces en aquel entorno
tétrico: clases aceptables de gente como Rábade, Saumells, Maceiras, Cimadevilla,
Torrevejano, la espléndida biblioteca de la Sección, la mutua enseñanza entre los alumnos y las
enseñanzas de jóvenes ayudantes, los últimos en la escala administrativa, pero los primeros en
saber , en dedicación a la docencia y en atención a los alumnos como Antonio Pérez y Arsenio
Ginzo. Antonio daba un seminario sobre la Fenomenologia de Hegel que si no era comparable
con el histórico seminario de Kojéve sobre la misma obra sobre sus alumnos tuvo un efecto
parecido. Por su parte Arsenio nos dio un seminario sobre Feuerbach y la izquierda hegeliana
que nos sirvión de contexto e introducción al marximso que tan demoda estaba entonces.

El seminario de Antonio sobre Hegel nos dio unas pautas de lectura que nos permitieron
perder el miedo a la lectura de esta filósofo tan denso como oscuro. Aunque mis posteriores
derivas hacia Nietzschw me separaron d ela dialéctica, siempre mantuve y mantengo un gran
respeto por un autor cuyo sistematismo y apertura a la historia, las ceincias, el arte y la religión
me fueron siempre de gran utilidad, en el intento por rrechazar cualquier cocepción ‘pura’ de
la filosofia. A grandes rasgos s epeuden identificar dos rrendencias en la filosofia , una idelaista
y otra más realista, en la primera estarían Platón, el cristianimso, Kant y todos su avatares y
retoños possteioree, en la segunda estarían Aristóteles y Hegel, filósofos realistas,más de la
potencia efectiva que del deber abstracto, y que tratan de reconciliar la libertad con la
necesidad en lugar d epartir de aquélla como de un dato incial.

Pero Antonio no sólo nos explicaba lo que le gustaba, profesro atento a l actulaidad, nos tenia
al dia de las novedades filosóficas y en aquella época, 1972, 1973, la novedad fulgurante era
esa obra tan difícil pero tan apasionate, el AtiEdipo de Deleuze y Guattari, potente planfeto
que recogía el aroma y el impulso teórico y afectivo de Mayo del 68, cuando la negra reacción
prtendia haber acabado ya con laas consecuencias de dicha insurrección. En un seminario
memorable el azar reunió a un núcleo hetrogéneo de jóvenes estudiantes que fromaron , que
formamos,poteriormente el núcleo duro del pequeño pero intenso deleuzimso español. Nada
podía haber más lejano dela sensibilidad intelectual y afectiva de Antonio que el desparpajo
iconoclasta de nuestros dos autores, pero él pensaba que a nosotros nos podía interesar y por
eso se esforzó en explicarlos e impulsarnos a que trabajásemos esos filosnes que algunos,
como yo mimso, conservan hasta hoy mimso como el núcleo duro de su pensmaiento y de sus
posturas filosofiaca sy políticas.

Antonio tenia las cualidades del maestro, es decir, de aquel profesor wue es capaz de detectar
las novedades filosóficas esenciales d esu tiempo y coencatrlas con las grandes obras de la
tradición y es capaz, además, de exponerlas de froma amena y atratente para el alumno. De la
tipología en la que s epeude clasificar a los profesores universitarios: maestros, filósofos y
caciques, siendo los priemros aquellos que dejan una fuerte marca en sus disciípulos que los
reocnocen de alguna manera; los segundos los que han desarrollado un pensmintt propio y
eso exige un esfuerzo hacia el sistema y los últimos los que se han esforzado en controlar las
plazas e imponer a los de su cuerda, Antonio cumple los requisitos del maestro, por sus
cualkidades pedagógicas, por su dedicaicón a los alumnos y por el reconocimiento que estos
últimos guardan para con él. Antonio cumplía sus tareas docentes con tal pulcritud y
dedicaicón qye muchas veces esa dedicaicón fue en detrmiento d esu propia obra
investigadora. Dirigió en la sombra muchas tesis,antes de concluir la suya y nunca se preocupó
de construirse un curriculum, lo que a lo largo de si vida académica le ocasionó más de un
contratimepo, ya que los mecanimso de evaluación vigentes en la universidad tienden a
sobrevalorar la investigación sobre la docencia y además son groseramente cunatitativos y
fromales más que cualitativos y de constenidos. Este tipo deliante de evaluación que ha
alcanzado niveles grotescos con la actual ‘anequización’ de la universidad, que obliga a gastar
el tiempo en cuestiones formales y en relaciones públcas en detemiento d ela lectura y la
investigación, es un sistema que ha deformado de froma iireversible el trabajo intlectual en la
universidad, favoreciendo los artículos en detemiento d elso libros, privilegiando el dónde se
publica el trabajo sobre los méritos intrínsecos del mimso y sirviendo de coartada para evitarse
la evaluación concrta de los profesores debido a que éstos ya han sido evaluados por una
instancia pretendidamnete neutral. Lo pero de esto es que todo el mundo, o casi todo, sabe
que este sistema de evalaución es sesgado, injusto e insensible a la calidad de la investigación,
pero nadie lo denuncia e incluso todos lo aplican cuando tienen que evalaur proyectos o
personas. Antonio, como gran parte d elos profesores de filosofis de este país, padeción estos
sistemas de evalaución que no hacián justicia a su nivel intelectual y dedicaicón.

Tras muchos años de ayudante en la Complutense se le ofreció la posibilidad de ir a La laguna y


tras muchs vicisitudes derivadas en parte de su falta de combatividad y agresividad y en parte
de los sitemas de evaluación de la actividad intelectual a los que nos hemos referido antes
logró se profesor titular de metafísica en la histórica universidad de La laguna. Los planes de
estudio de esta universidad, como la de otros muchas, al intentar salir del predominio
escolástico de los planes franquistas cayeron en el error de disolver el núcleo duro de la
filosofia (la Metafísica y la Historia de la Filosofia) en beneficio de disciplinas que parecían más
modernas como la filosifa de la ciencia, la lógica, la antropología, etc. o en beneficio de una
ética entendida desde el punto de vista anglosajón, cortada de sus bases ontológicas. Esta
plaga de cientificismo y de minusvaloración de la filosofía clásica se extendió por muchas
universidades españolas favoreciendo la disolución tendencial de la filosofía en las ciencias
sociales, espada de Damocles que nunca ha dejado de pender sobre nuestra humilde disciplina
hasta nuestros días.

En La Laguna Antonio además de ocuparse de sus asignaturas ha llevado a cabo una intensa
labor de extensión universitaria y admeás ha coordinado durante muchos años la selectividad.
Siempre ha tenido Antonio en mucha consideraicón a los profesores de Ensañanza Media
entre los que se cuentan muchos de sus antiguos alumnos. No ha sido la menor entre las
muchas insensateces a que se ha sometido la enseñanza en este país desde la llegada de la
democracia la consitente en machacar a los profesores de enseñanza media al constreñirlos
entre unos maestros a los que se reconoció con toda justicia sus derechos y unos profesores
universitarios a los que con el pretexto d ela autpnomia universitaria se dejó a su aire. Los
profesores de medias se vieron asaltados por lso maestros que poduan impartir al ESO muchas
veces sin preparación adecuada para tal menster y por otra parte vieron truncada su
promoción universitaria al imponer unas incompatiblifdaes rígidas que obligaron a legir a los
profesores que compartían docencia en la enseñanza media y en la universidad entre sus
plazas de funcionarios en la secundaria o unos empleos precarios en la Universidsd, con el
resulado d euq ela myoria de este profesotrado muy motivado y muy formado se quedó sin
posible promoción universitaria, frustánose sus aspiraciones académicas. La reforma de la
enseñanza ya desde el ministerio de maravall se caracterizó por apoyar las reivindicaciones d
elso maestros, único estamento con cierto poder sindical,ypor renunciar auna verdadera
reforma universitaria dejando este ámbito, como tantos otros d ela vida española, en manos
de lsoc aciques franquistas o de los nuevos cacique que tuevieron una rápida promoeció
universitaria por motivos políticos en calidad de antiguos combatientes por la democracia y eel
antifranquismo. Entre unos y otros produjeron untapoón que sólo ahora se va desobturando.
Las ideas de un contrato laborla para todos lso enseñantes y de uan carrera académcia que
permitiera la promoción entre los distinos niveles educativos se olvidó pronto, consagrando la
lacerante división entre prfersores numerarios y no numerarios, sometidos estos últimos a los
riesgos d ela precariedad. En este panorama la enseñanza media quedó marginada y su
profesores desmoralizados y desesperanzados. En esta époa y quizás como reacción al
autoritarismo franquista se extendió una idea pedagógica según la cual el profesor tenia que
ser una combinaicón netre un payaso y un animador cultural, idea combinada con la
concepción que pensaba que el estudio no exigia esfuerzo. Las nefastas concsecuencias de
esta ‘pedagogía’ se han extendido hasta nuestro tiempo. Ni que decir tiene que el abndono de
la cultura del esfuerzo y la relajación de la disciplina tienen un efecto perverso especialmente
en el ´mabito d ela escuela públcia lo que supone desde el punto de vista d elso ingefeses de
las clases populares una gran traición ya que para los alumnos prcedentes de estas claese, solo
la enseñanza les ofrece una posibilidad de mejorar su situación social. En cmabio en los
colegios privados se segui cultivando la disciplina y se exigía esfuerzo a los alumnos,
expulsando a los que no cumplina los mínimos exigidos.

Antonio siempre cultivó en sí mimso e inculcó a sus alumnos la idea de que solo un trabajo
intenso y continuado podía ser la base de una carrera universitaria. La eautoexigencia es la
base del estudiante que le tiene que ser inculcada por el profesor de palabra y cpn el
ejmeplo.La lectura d elas fuentes originlaes, la utilizaicón de la bibliografía secundaria lo más
amplia y pertinente posible,el continuo ehjercitrse en la elctura y la escritura han sido siempre
la base d ela pedagogía de Antonio. De igual manera hay que destacar en él una generosidad y
un entusiasmo por la obra bien hecha tales que no dudaba en leer y recomendar autores con
los que no estaba de acuerdo, pero en los que creía vislumbrar atisbos de enfoques teóricos
interesantes. Se esforzaba en estar al dia para detectar las posiciones más interesantes y las
teorías más novedosas, asimil´sndolas y enseñándolas con singular maestría. En esto, como en
tantas otras cosas, iba a contracorriente de un panorama filosófico como el español, en el que
la crítica despiadada o el silencio más absoluto suelen ser las respeusas habituales a los librso e
ideas de los que no pertenecen a nuestra posición junto con la alabanza desmedida hasta la
addulaicón hacia las obras de los de neustra cuerda, especilamnete las del cacique de turno.

A pesar de la distancia geográfica a lo largo de estos años hemos mantenido una relación
fluida y afectuosa con Antonio en ámbitos intelectuales como las sociedades Leibniz y Espinosa
o los encuentros de l Proyecto de Investigación que Natonio comparte con Concha Roldán y
Roberto R. Aramayo en el Instituto de Filosofía del CSIC. Esta relación intelectual ha culminado
en la organización conjunta de encuentros como el que titulado La flor azul .Derivas en torno a
la filosofía de la naturaleza, celebrado en laUniversidad de La Laguna,en mayo de 1998 o el muy
reciente encuentro del Seminario Spinoza titulado Naturaleza, Potencia y Derecho en Spinoza, y
celebrado también en la Facultad de Filosofía de La laguna,en noviembre de 2011.

Su preocupación teórica se ha exrendido por muchos ámbitos como s epeude comprobar


medinate una simple ojeada a su bibliografía. Desde los griegos hasta Hegel, desde los
medievales hasta Husserl, pasando por EWspinosa, Leibniz, Kaant, Ortega, Bloch, Levinas y
tantos otros. Pro su eje teórico dominate se ha movido en torno a las ideas de posibiliad y
nlibertd como núcleos ontológicos de una ética y una política orientadas por un humansimo
radicala de tendencia socilademócrata, que no solo aspira a hacer las cuentas con los hombres
sino también con la naturleza como se peude ver en el texto que sirve de motto a este trabajo.
El humanimso de Antonio no es solipsista ni se cierra sobre la especie humana sino que se bare
hacia el conjunto d ela naturaleza, como atestiguan tantos d esustrabjso centrados en la
filosofia d ela naturaleza, como por ejemplo el titulado”Física y metafísica en Leibniz”, en el
que analiza la mutua fundamentaicón de la fñisica y la metafísica en el filosofo de Hannovr
que permite relacionar intrínsecamente las conociones de fuerza y de substancia, o sus
reflexiones sobre la filosofia de la naturaleza en Séenca. Ya desde su tesis , dirigidad por
González Alvárez que fue semore su mentor en la Complutense, titulada “hegel: dialéctica de
la posibilidad en la lógica de la esencia” la noción de posibilidad es la categoría central de su
pensmaiento. El mundo no está cerrado sino que se abre hacia la esperzna y ka utopía en la
estela de Bloch cuyo marximso humanista kantiano y hegeliano a la vez le ha servido tantas
veces a Antonio de inspiración. Ya en Leibniz resalta el papel fundmanegal d ela noción de
rendencia y de conato que hacen que el presente se muestre preñado de futuro y lo relacioan
con la ontología blochiana del “todavía-no-ser”. La noción leibniziana de substancia como
fuerza ,tendencia y proceso, en resumen como energía es una idea central que Antonio rastrea
no sólo en bloch sino también en el vitlismo orteguianao.

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