TEORÍA DE LA ANTIJURIDICIDAD
SECCIÓN PRIMERA:
CONSIDERACIONES GENERALES
I. Antijuridicidad e injusto.
c) Por último, hay quienes consideran que el contenido del elemento subjetivo
exige que el actor no sólo actúe con el conocimiento y voluntad de la concurrencia
de los elementos objetivos que fundamentan la causal de justificación, sino además
con un ánimo especial o de una cierta y especial "dirección de la voluntad" (v.gr.
"de defensa", "de evitar un mal", "de cumplir un deber", etc.) (BLANKE; HIRSCH;
CEREZO). Bajo esta perspectiva, el rol que el elemento subjetivo jugaría en las
causales de justificación sería de correlato del dolo y de elemento subjetivo de lo
(in)justo.
C. Algunos autores postulan que la solución a este problema sería estimar que en
dicho caso concurre en favor del actor una atenuante sobre a base de una causal
de justificación incompleta (eximente incompleta) MIR; COBO DEL ROSAL-
VIVES ANTÓN). La crítica que se ha formulado a esta solución ha sido que si se
estima que el factor subjetivo que integra una causal de justificación es un
elemento esencial, no es posible configurar una eximente incompleta sobre aquella
situación, toda vez que existe acuerdo en que toda eximente incompleta requiere,
al menos que estén presentes sus elementos esenciales.
Finalmente, otro problema que es preciso afrontar dice relación con aquella
situación en la cual el actor actúa con el elemento subjetivo de una causal de
justificación y cree, equivocadamente, que concurren los elementos objetivos de
dicha causal, cuando en realidad dichos elementos están ausentes. Este problema
se abordará con mayor profundidad al tratar la culpabilidad, en especial al
estudiar el denominado "error sobre la prohibición". En una aproximación muy
general al tema, se puede adelantar que, para la doctrina dominante, la acción
realizada por el actor es disvaliosa, por ende, antijurídica; sin perjuicio de lo cual,
es posible configurar sobre ella un supuesto de error de prohibición que se
resolverá en la exclusión o disminución de la culpabilidad según si el error era
invencible o vencible (CEREZO; GIMBERNAT). En todo caso, los elementos
objetivos de toda causal de justificación deben existir real y efectivamente; no
obstante, hay algunos elementos objetivos que implican un pronóstico o
estimación axiológica, v.gr. la necesidad racional del medio en la legítima defensa,
o bien, la no existencia de un medio menos perjudicial y practicable en el estado de
necesidad que suponen, necesariamente, la formulación de un juicio "ex-ante" de
carácter objetivo, colocándose en la posición del actor al momento de actuar
(JESCHECK; LENCKNER; GALLAS; CEREZO).
Toda posición extrema en esta materia, como sucede la mayor parte de las veces
en la vida, suele ser una exageración que a la postre genera una distorsión y lleva
al error. Plantear el tema en términos absolutos: la antijuridicidad comienza y
termina en el desvalor de resultado (concepción monista objetiva); o bien, el
principio y fin de la antijuridicidad está en el desvalor de acción (concepción
monista subjetiva), nos parece que no es algo razonable, justo ni conveniente. Esta
discusión se nos ocurre que podría parecerse a determinar qué es más importante,
o para ser más extremos, qué es lo importante en el hombre: ¿su cuerpo o su
psiquis? Dicha alternativa implica reducir al hombre a la categoría de animal o de
espíritu; y el hombre no es ni lo uno ni lo otro; es hombre. En consideración a lo
anterior y partiendo del supuesto que el Derecho Penal junto con desvalorar
ciertos hechos, trata de motivar a los hombres para que no actúen en forma
contraria a él, significa que, para ambos cometidos, debe otorgar importancia tanto
al desvalor de resultado como al desvalor de acción. Lo anterior no significa que el
peso, gravedad o trascendencia de ambos desvalores sea siempre igual. En efecto,
hay veces en que el desvalor de acción está completo y, sin embargo, el desvalor de
resultado no se encuentra en su mayor grado de entidad o gravedad (v.gr., en la
tentativa o delito frustrado el desvalor de resultado está en un grado menor de
entidad y gravedad). Por otro lado, bien puede ocurrir que sea el desvalor de
resultado el que esté en su máxima expresión de importancia y no ocurra igual con
el desvalor de acción (v.gr., en un delito consumado de homicidio imprudente, la
conducta negligente que ocasionó la muerte es de menor gravedad que si aquella
hubiere sido dolosa).
Esta nueva visión acerca del rol que juega el desvalor del resultado y su
vinculación con el desvalor de acción no se concilia con la teoría de la congruencia
para la justificación, ya que esta teoría otorga al desvalor de resultado carácter
constitutivo o fundante de lo injusto, lo que no es aceptado por aquella nueva
concepción (desvalor complejo de la finalidad); ni tampoco coincide con la teoría
de la justificación separada, ya que para ésta, si la justificación supone una especie
de compensación de valores y desvalores, es preciso compensar separadamente la
dimensión subjetiva del hecho, por un lado, y por otro la dimensión objetiva.
SECCIÓN SEGUNDA:
En efecto, bien puede suceder que una conducta típica, v.gr. lesiones, no sea
antijurídica, por haber sido realizada en una situación que configura legalmente
una causal de justificación (v.gr. en situación de legítima defensa), y no por ello
dicha conducta deja de ser una conducta típica.
I. Legítima Defensa.
1. Fuente legal.
2. Concepto.
3. Naturaleza Jurídica.
4. Fundamento.
a) Fuente Legal
N" 4: "El que obra en defensa de su persona o derechos, siempre que concurran las
circunstancias siguientes:
b) Requisitos.
Este requisito supone estudiar tres aspectos: qué puede constituir una agresión,
qué se entiende por agresión ilegítima y, finalmente, el carácter actual o inminente
de la agresión.
b.1.1) La agresión.
Por ser la agresión una acción, la doctrina dominante, excluye de ella los
movimientos corporales del ser humano que no constituyen acción, Y los
ataques de los animales de carácter espontáneo y no resultado de órdenes
impartidas por el hombre (JIMÉNEZ DE ASÚA; DÍAZ PALOS; LUZÓN PEÑA;
SÁINZ CANTERO; MIR PUIG; JESCHECK; STRA-TENWERTH). Se discute si una
agresión puede asumir la forma omisiva. Un sector sostiene que la omisión no
podría configurar una auténtica agresión, toda vez que en ella está ausente la
causalidad y la voluntad de realización (CEREZO); para otros, en cambio, la
omisión podría asumir la forma de agresión en aquellos casos en los cuales se trate
de delitos de comisión por omisión (v.gr. procedería una coacción física respecto
del salvavidas de una playa quien, respecto de un bañista en peligro, no desea
acudir en su auxilio, o bien, no quiere facilitar la embarcación de salvamento para
que un tercero vaya en su ayuda) (WELZEL; STRATENWERTH; SAMSON:
LUZÓN PEÑA).
Para el legislador penal chileno, la existencia real de una agresión ilegítima que
lesiona o pone en peligro un bien jurídico determina la "necesidad de una
defensa", es decir, una situación de inseguridad para un bien jurídico por el riesgo
o daño que lo afecta y de la que es preciso defenderlo de alguna manera
("necesidad abstracta de defensa"); de lo contrario, no será posible configurar la
causal de justificación objeto de estudio ni tampoco de una eximente incompleta
(C. P.Art. 11 Na 1 en relación con elArt. 10 N° 4), por estar ausente un requisito
esencial en ambos casos: la agresión ilegítima.
La defensa legítima supone la concurrencia copulativa de dos exigencias legales,
a saber:
Si con ocasión del desarrollo de una legítima defensa resultan afectados bienes
jurídicos de un tercero inocente, el menoscabo o destrucción de estos bienes no
queda comprendido por la justificación. Sin perjuicio de lo anterior, nada impide
configurar, si concurren los elementos legales, otra causal de justificación (v.gr.
estado de necesidad) o bien una causal de exculpación (v.gr. inculpabilidad por
error o de no exigibilidad de otra conducta).
a. Fuente legal.
b. Requisitos.
a. Fuente legal.
Incluso hubo algunos parlamentarios que eran de opinión que sería razonable
establecer una presunción de derecho respecto de la proporcionalidad antes
referida, ya que el "fin de la norma es, en estos casos, no solo favorecer
procesalmente al defensor liberándolo del peso de la prueba, sino, además,
legitimar su reacción defensiva, aunque esta sea "excesiva", pues se ha tenido en
consideración el inminente peligro que la agresión rechazada presenta para la
víctima" (senador señor GONZÁLEZ).
El No 1 del Art. 440 del C.P. expresa: "Con escalamiento, entendiéndose que lo hay
cuando se entra por vía no destinada al efecto, perforado o con rompimiento de
pared o techos, o fractura de puertas o ventanas".
Por noche debemos entender aquel período de tiempo natural que media entre la
puesta hasta la salida del sol, que se caracteriza por la ausencia de luz natural y el
predominio ostensible de la oscuridad y que varía según la época del año,
condiciones meteorológicas y características de un lugar determinado. Para estos
efectos, no será noche si, aun cuando se haya puesto ya el sol, perdura todavía la
luz del crepúsculo vespertino o si, aun sin haber salido el sol, ha empezado ya el
crepúsculo matutino, espacios de tiempo en que el fenómeno físico-geográfico de
ausencia total de luz natural no se ha producido todavía, razón por la que no es
posible constatar un predominio marcado u ostensible de una oscuridad natural.
De lo anterior cabe concluir que la existencia de una luminosidad artificial de un
lugar durante la noche no permite negar la realidad natural de un contexto
espacio-temporal de nocturnidad por la ausencia de luz solar.
e.2.2.) Violación, robo con violencia o intimidación en las personas o robo por
sorpresa. El Art. 362 del C.P., respecto del delito de violación, establece: "Los
delitos de que trata este párrafo se consideran consumados desde que hay
principio de ejecución ". Por su parte el Art. 450, inc. 1" del C.P., con una redacción
semejante (y por ello discutible) señala: "Los delitos a que se refiere el párrafo 2 y
el artículo 440 del párrafo 3 de este Titulo se castigarán como consumados desde
que se encuentren en grado de tentativa".
Para quienes consideran que el Art. 362 del C.P. impide la configuración de una
tentativa o un delito frustrado de violación, la disposición legal que tipifica la
presunción de legitima defensa, plantearía un problema en orden a aplicarla en
relación a dicho delito. En efecto, el principio de ejecución implica, desde una
perspectiva objetivo-formal, el "inicio o comienzo" de la acción típica prohibida, lo
que tratándose v.gr. del delito de violación, supone el inicio o comienzo de la
acción de "yacer", o bien, si se trata de una violación propia, de la acción de "fuerza
o intimidación". Antes del inicio o comienzo de la acción típica, los actos que se
desarrollen son impunes por ser atípicos. En este contexto jurídico-penal, no sería
factible una reacción defensiva respecto del delito de violación ya que, por expresa
disposición de la ley, dicho delito "nace" en grado de consumación, razón por la
cual, la reacción defensiva no podría impedir un estado (la consumación) que, de
llegar a existir, surge desde el primer momento completo, es decir, consumado y
no admite un proceso gradual de desarrollo típico antes de la consumación. Ahora
bien, el comentario crítico recién indicado, no será compartido por quienes sean de
opinión que el Art. 362 sólo se ha referido al comienzo de ejecución de la acción de
"yacer" y no al proceso-ejecutivo del delito, el cual, al igual que cualquier delito,
podría estar en grado de tentativa o consumación. Este problema estuvo presente
en el debate parlamentario al discutirse la última modificación y lo hizo presente,
con toda claridad, el profesor del Derecho Penal y diputado don Jaime Campos, sin
que nadie ofreciere una explicación sobre el particular y se mantuviera la inclusión
de dichos delitos. En consecuencia, cabe preguntarse, ¿cuál sería la finalidad y el
valor jurídico-penal que tuvo en vista el legislador para ello? Creemos que la
respuesta estaría en tratar de evitar un mayor daño a la víctima de dichos delitos
si el ataque no se interrumpe, de no mediar una reacción defensiva. De aceptarse
lo anterior, aunque contrariando el texto legal positivo, el legislador debió haber
expresado que la reacción defensiva procedería no sólo para evitar la consumación
de aquellos delitos, sino también para evitar la "prolongación" de su consumación.
En lo que dice relación con el texto del Art. 450 inc. 1" del C.P. si bien se asemeja al
Art. 362 del C.P. no es exactamente igual. Objetivamente se podría sostener que
aquél artículo no desconoce la posibilidad de un delito en grado de tentativa o de
frustración, sino que se limita a decir que en cualquier grado de desarrollo en que
se encuentre el hecho delictivo se castigará como consumado.
Por lo tanto, la interrogante que surge: ¿la reacción defensiva sólo procede hasta
antes que se inicie la privación de libertad, o bien, por la naturaleza especial de ser
un delito permanente, dicha reacción también procede durante la consumación del
mismo? Desde un punto de vista político-criminal, podría sostenerse, aunque sin
respetar el tenor literal de la ley, que la reacción defensiva debe admitirse durante
la consumación, toda vez que el objetivo, en este caso, sería poner fin al estado de
privación de libertad al que está sometida la víctima; de lo contrario, dicha
condición se prolongaría aún más, y con ello se agravaría la situación de la persona
afectada.
3. El hecho objetivo que la d.m.p., sólo tiene una forma de actuar, impediría
sostener que su accionar es el de un medio " necesario racionalmente", como lo
exige la ley (COUSIÑO). Esta crítica también es discutible, ya que todos los casos
en el Derecho Penal hay que examinarlos uno a uno, Y solo así es posible
establecer si reúne o no las exigencias legales. Si la acción del dispositivo sólo
ocasionó una lesión a quien pretendía robar, Pareciera a primera vista que fue "
necesaria racionalmente". Si el mecanismo causó la muerte del intruso, que sólo
pretendía ingresar a la propiedad para recuperar una pelota que se había caído en
ella, podemos pensar que dicho resultado no era " necesario racionalmente"; en
cambio, si el intruso era un terrorista que pretendía dar muerte al dueño de casa,
podríamos sostener que, en este caso, la acción defensiva era " necesaria racional-
mente".
Art. 205 inc. 1°: "Tendrán aplicación, en materia militar, las disposiciones
del Libro I del Código Penal, en cuanto no se opongan a las reglas contenidas
en este Código".
• Requisitos.
1) No hay que olvidar que estamos ante una causal de justificación, cual es la
"legítima" defensa. Toda "legítima" defensa supone, necesariamente, una agresión
ilegítima cuyo contenido la doctrina y jurisprudencia han desarrollado desde
antiguo.
Art. 330: "El militar que, con motivo de ejecutar alguna orden superior o en el
ejercicio defunciones militares, empleare o hiciere emplear, sin motivo racional,
violencias innecesarias para la ejecución de los actos que debe practicar, será
castigado..."
Por último, sólo en el caso en que el carabinero tenga el "deber" (no ya un simple
derecho) de defensa a un tercero por razón de su cargo, se puede prescindir del
requisito que el C.P. establece en su Art. 10, N° 6... «que el defensor no sea
impulsado por venganza, resentimiento u otro motivo ilegítimo».
Art. 3": "El personal penitenciario de Gendarmería de Chile podrá hacer uso
racional y adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes profesionales y
especialmente en casos de legítima defensa o... ante el peligro inminente para la
vida o la integridad física propia o de terceros".
Por su parte, el Reglamento N o 1.316, de 1980, sobre Uso de Armas para Personal
de Gendarmería de Chile, establece pautas sobre dicho uso.
Art. 16°: "Para hacer uso racional, adecuado y ponderado del arma, el personal
deberá considerar, además, los siguientes aspectos:
• Naturaleza jurídica
Procedencia del uso de armas. Las dos disposiciones recién citadas dejan expresa
constancia que el personal de Gendarmería de Chile "podrá" hacer uso racional y
adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes profesionales, y
especialmente en casos de legítima defensa, con lo cual y hasta aquí no cabe duda
acerca de la autorización legal para acudir al uso de armas como un medio
"racional y adecuado" para impedir o repeler una agresión ilegítima. Sin embargo,
lo dispuesto en el Reglamento sobre uso de armas, Art. 16" N" 6: "Evitar causar
daño y sufrimientos innecesarios", nos lleva a pensar que dicho Reglamento
sugiere o recomienda el carácter subsidiario al uso de armas por parte del personal
de Gendarmería. En efecto, si el uso de armas puede ocasionar "daños y sufri-
mientos innecesarios", el funcionario debería abstenerse de ello y acudir a un
medio que no tenga o produzca aquel tipo de consecuencias. Sin embargo, de
conformidad a la jerarquía de las normas, un Reglamento no puede restringir o
limitar un derecho o facultad establecida en un cuerpo legal de mayor jerarquía;
por lo tanto, y no obstante el tenor imperativo del Art. 16 ("...el personal deberá
considerar..."), la disposición reglamentaria objeto de examen, no pasa de ser una
norma recomendatoria, y en modo alguno puede otorgar carácter subsidiario al
uso de armas en caso de legítima defensa, característica restrictiva que la ley penal
ha otorgado al estado de necesidad justificante (Art. 10 No 7 del C.R).
3.a. Que no haya otro medio practicable y menos perjudicial para impedirlo".
2. Concepto.
3. Naturaleza Jurídica.
4. Fundamento.
7. Requisitos.
Por otro lado, un medio "menos perjudicial" es todo aquél que sirviendo a un
mismo propósito, en este caso a la protección de un determinado bien jurídico,
logra su objetivo con un menor costo, sacrificio o detrimento de la propiedad
ajena. Así, no hace uso de un medio "menos perjudicial" quien es atacado por un
perro que cuida la propiedad vecina y. en vez de espantarlo o golpearlo, le da
muerte.
3. Naturaleza jurídica.
4. Fundamento.
Partiendo de la base que el legislador sólo acude al Derecho Penal como ultima
ratio", no es de extrañar que sólo ha elevado a la categoría de delito aquellas
ilicitudes que, a juicio social, son estimadas graves; en consecuencia, hay conductas
que contrastadas con el ordenamiento jurídico son perfectamente lícitas, otras que
son portadoras de una ilicitud no-penal y, finalmente, algunas que constituyen un
ilícito penal. Si una conducta puede ser lícita en el plano jurídico-penal, no
significa que también deba serlo en otras áreas del ordenamiento legal; por ello, no
sería posible creer, como lo ha postulado un sector de la doctrina, que el
fundamento de la causal objeto de estudio sea simplemente la "unidad del
ordenamiento jurídico" (ANTÓN ONECA; RODRÍGUEZ DEVESA;
COBO/VIVES ). Para la doctrina dominante, el Art. 10 N o 10 parte de la base que,
sin perjuicio de la prohibición general establecida en la ley penal, existen deberes
que ordenan (o derechos que permiten) la realización de una conducta típica
prohibida en razón de un "interés preponderante" (JIMÉNEZ DE ASÚA; SÁINZ
CANTERO; MIR PUIG). No obstante, hay situaciones en las que el principio del
"interés preponderante" es insuficiente para fundamentar la justificación: en caso
de una colisión de deberes iguales, la conducta será lícita si el actor cumple
cualquiera de ellos (CEREZO; BACIGALUPO).
5. Requisitos.
A). Deber legal que ordena o determina la ejecución de una conducta típica que
implica la afectación de un bien jurídico penalmente protegido. Por estar situado
en el ámbito del Derecho Penal, debe tratarse de un deber legal y no simplemente
de uno de carácter moral, religioso o afectivo (JIMÉNEZ DE ASÚA; ANTÓN
ONECA; RODRÍGUEZ DEVESA; CEREZO). Por regla general, el deber legal
puede ser de carácter «específico y directo» y ello tiene lugar cuando es el propio
legislador quien ha señalado de manera expresa la conducta típica a ejecutar (v. gr.
el policía debe detener en ciertos casos), o bien puede tratarse de un deber legal
«genérico e indirecto» el que determine la realización de la conducta típica (v. gr.
el deber general de obediencia del subordinado a su superior jerárquico, el cual le
puede ordenar la concreción de acciones típicas). El contenido específico del deber
legal, realización de un hecho prohibido con carácter general por la ley penal,
determina dos alcances: a) que su titular sea, por regla general, una autoridad o
funcionario público y no un particular y, b) que, según algunos autores, no puedan
ser considerados para esta justificación el deber legal de denunciar delitos o el de
guardar secreto profesional ya que su contenido no es la perpetración de un ilícito,
muy por el contrario, tienden a fines o metas lícitas (CÓRDOBA RODA; MIR
PUIG).
EJEMPLOS:
• El deber que tienen los tribunales de justicia de condenar a una pena privativa
de libertad al responsable de un hecho delictivo.
La fuente del deber legal puede ser la Constitución, la ley, un decreto con fuerza
de ley, decreto ley, un convenio o tratado internacional suscrito por Chile.
6. De la colisión de deberes.
6.1. Concepto.
EJEMPLO: Según esta doctrina, cuando el policía debe cumplir con su deber de
detener a una persona, dicho deber entraría en colisión con otro deber general que
prohíbe coartar la libertad de los ciudadanos.
EJEMPLO: Llegan a una posta de urgencia tres heridos graves que requieren
atención médica de inmediato y sólo hay, en ese momento un facultativo. En
principio, el médico esta obligado a prestar auxilio (deber de actuar) a los tres
heridos, y si brinda atención a uno de ellos, no podrá hacer lo mismo con los
demás, los cuales quedarán entregados a su suerte.
EJEMPLO: El salvavidas que es reclamado por tres niños que se están ahogando
puede escoger libremente a quien ayudar y la muerte de los otros menores estará
justificada.
No hay que olvidar que el médico, por regla general, sólo puede actuar si cuenta
con la autorización expresa del paciente; de lo contrario, su intervención será
ilícita. De esta forma, para algunos autores, si a una persona se le ofrece como
única alternativa terapéutica la amputación de sus extremidades, o bien un
tratamiento de costo elevado que dejaría a su familia en la ruina, el enfermo tiene
legítimo derecho a rechazar, en ambos casos, lo ofrecido por el médico a cuyo
cuidado se encuentra, aunque de esa forma ponga en grave e indiscutible riesgo su
vida. A un enfermo en la situación antes indicada no se le puede obligar a aceptar
ni imponerle en contra de su voluntad un tratamiento médico. El problema se
puede complicar para el facultativo que, a pesar de la oposición del paciente o su
familia, procede a intervenir quirúrgicamente al enfermo y, como consecuencia de
dicha intervención, éste fallece; caso en el cual bien podría existir responsabilidad
por un homicidio imprudente.
Estos temas, como varios otros, requieren, tan pronto sea posible, un diálogo
entre especialistas provenientes de la Moral, la Filosofía del Derecho, el Derecho
Constitucional y el Derecho Penal con fin de precisar cuáles son, o deberían ser, el
contenido y límites de los conceptos jurídicos antes indicados.
1. Fuente legal.
2. Concepto.
Actúa justificadamente una autoridad si, dentro de su ámbito de competencia
legal y sobre la base de un interés social preponderante o equivalente, ha debido
ejecutar una conducta típica para enfrentar una situación ilegítima que
legalmente debe evitar o controlar, y dicha actuación puede ser "ex-ante"
valorada objetivamente como necesaria racionalmente, no existiendo otra
medida alternativa adecuada para enfrentarla.
4. Campo de aplicación.
A nuestro juicio, sólo podrán ser incluidos dentro de esta causal de justificación
("ejercicio legítimo de una autoridad o cargo") aquellos casos en que la autoridad,
en cumplimiento de un deber legal genérico, ha ejecutado actos de coacción o de
fuerza directa o inmediata como reacción ente una situación de hecho ilegítima
que debe controlar o evitar. En todo caso, los supuestos de hecho que es preciso
incluir bajo esta causal son sólo aquellos que suponen una actuación de la
autoridad (v.gr. la autoridad policial) de carácter autónoma y directa, y en modo
alguno aquella en que la autoridad se limita a cumplir con la ejecución de
mandamientos o resoluciones de otras autoridades v.gr. judiciales, es decir, de
ejecutar actos previos de otra autoridad.
EJEMPLOS:
• Un grupo de manifestantes se "toman" un centro hospitalario público en señal de
protesta, y se niegan a abandonarlo a pesar de reiteradas peticiones en ese sentido
formuladas por la autoridad competente. Ante esta situación, la autoridad ordena
a la policía que desaloje el recinto y, si es necesario, haga uso de la fuerza.
Las dos ideas anteriormente señaladas: a) que los actos de coacción o fuerza
directa ordenados o protagonizados por la autoridad deben ser estimados
"necesarios racionalmente" para enfrentar situaciones de hecho ilegítimas y, b) que
dichos actos constituyen una forma excepcional y provisional para restablecer el
orden público o de otorgar adecuada protección a las personas, son los límites
naturales (y jurídicos) para que la actuación de la autoridad pueda calificarse de
"legítima" y no configure una actuación abusiva al margen del Derecho, la que,
según la expresión histórica consagrada, se denomina "vía de hecho" (GARCÍA
DE ENTERRÍA-RAMÓN FERNÁNDEZ). En otras palabras, la actuación de toda
autoridad en un Estado de Derecho para ser legítima debe tener competencia,
fundamento y límites legales. En efecto, diversas disposiciones legales respaldan lo
anterior, pudiendo destacarse algunas contempladas en la Constitución Política:
Art. 6°: "Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a
las normas dictadas conforme a ella".
Art. 7°: "Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular
de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley".
Art. 90 inc. 3°: "Las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública están integradas sólo
por Carabineros e Investigaciones, constituyen la fuerza pública y existen para
dar eficacia al derecho, garantizar el orden público y la seguridad pública interior,
en la forma que lo determinen sus respectivas leyes orgánicas. Carabineros se
integrará, además, con las fuerzas Armadas en la misión de garantizar el orden
institucional de la República".
6. Requisitos. A. Objetivos.
a) el actor sólo debe responder por aquella conducta y los resultados que de ella
se deriven, en la medida en que todo ello se le pueda atribuir como "su obra" (lo
cual implica actuación dolosa o imprudente y en modo alguno responsabilidad
meramente objetiva).
c) Es un error creer que toda situación vital sólo está integrada por elementos
de carácter estrictamente objetivos. En efecto, la realidad vital en la que vive
constantemente el ser humano está integrada por factores objetivos (v.gr. un alud,
un movimiento telúrico, un grupo de personas gritando y portando pancartas en
una manifestación pública) y además por factores inmateriales, aunque de carácter
real (v.gr. las intenciones o resoluciones que poseen las personas que desfilan
gritando y llevando las pancartas en la manifestación, las que por tener una
existencia inmaterial o subjetiva es imposible conocer con absoluta certeza y, a lo
más, la autoridad podrá inferir o deducir su existencia, sentido y alcance en el
terreno de las "probabilidades" aunque con un porcentaje de error indiscutible).
Junto a lo ya señalado, no es posible olvidar que toda situación vital en la que
debe actuar la autoridad es esencialmente "dinámica" y no algo "estático" y
terminado, es decir, se trata de un proceso en constante desarrollo del cual el
agente de autoridad podrá conocer parte de lo pasado y de lo presente, y respecto
del curso futuro que pueda experimentar dicho proceso, a lo más podrá suponer
un desenlace "probable".
B. Subjetivos.
más antijurídica.
b) En este contexto, objeto de crítica, no cabe duda alguna que los partidarios de
este pensamiento han ponderado como algo de mayor valor la protección del
agente de autoridad que la protección del ciudadano, lo cual es algo de por sí
discutible en un Estado de Derecho (SCHÜNEMANN).
A. Carabineros de Chile.
armas.
Art. 411: "Estará también exento de responsabilidad penal, el Carabinero que haga uso de
sus armas en contra del preso o detenido que huya y no obedezca a las intimaciones de de-
tenerse.
Art. 412: «La disposición del artículo anterior se aplicará también al caso en que
el Carabinero haga uso de sus armas en contra de la persona o personas que
desobedezcan o traten de desobedecer una orden judicial que dicho Carabinero
tenga orden de velar, y después de haberles intimado la obligación de respetarla;
como cuando se vigila el cumplimiento del derecho de retención, el de una
obligación de no hacer, la forma de distribución de aguas comunes, etc".
A nuestro juicio, es preciso distinguir dos situaciones para el caso que se establezca
que el uso de armas no era "necesario racionalmente". Una hipótesis tiene lugar
cuando, de conformidad a las características del caso, se establece que era
"necesario" el empleo de armas, aunque la forma o intensidad en que fueron
usadas en el hecho impide calificar dicho uso como "necesario racionalmente". Si
bien el policía, en el caso concreto en que se encontraba, podía hacer uso de armas
por ser algo "necesario", en el hecho el empleo que hizo de sus armas con la
finalidad de herir a la víctima fue excesivo (v.gr. al sujeto que huía en vez de
lesionarlo en las piernas, le ocasionó una lesión grave en un órgano importante).
En este tipo de situaciones, el tribunal podrá configurar en favor del policía una
circunstancia atenuante. Constituye una hipótesis distinta a la anterior si el policía,
en el caso concreto en que se encontraba, podía hacer uso de armas por ser
"necesario" y, en el hecho, el empleo que de ellas hizo fue objetiva y
subjetivamente destinado a matar a la víctima y no simplemente a herirla para de
esa forma impedir que huyera o desobedeciera. En esta segunda hipótesis, el
empleo en sí que de las armas hizo el funcionario no es posible bajo ningún punto
de vista considerarlo como "necesario racionalmente", razón por la que no cabe
configurar en favor del policía una circunstancias atenuante; al revés, su
comportamiento constituye una agravante del homicidio perpetrado. Esta segunda
situación difiere de la anterior en que en la primera hipótesis el uso de la armas fue
objetiva y subjetivamente orientado a evitar la fuga o desobediencia y no a
procurar la muerte del fugado o desobediente; no obstante lo cual, se puede
advertir un exceso en la extensión del mal causado por el uso de armas en una
situación en que ello era "necesario racionalmente" (es una especie de figura
preterintencional).
La ley No 18.586, modificatoria del decreto ley N° 2.460 de 1979, Ley Orgánica
de la Policía de Investigaciones de Chile, estableció una norma confusa, equívoca y
restrictiva respecto del uso de armas en una situación generada en el
cumplimiento del deber (Art. 23° bis).
b) El uso de armas como último recurso. El Art. 23 bis establece una norma
restrictiva toda vez que limita, el uso de armas, al caso en que el funcionario no
tuviere otro recurso a que echar mano para "rechazar alguna violencia o vencer
alguna resistencia contra la autoridad", idea esta última que advertimos del
propio texto legal cuando expresa "...se viere obligado a hacer uso de armas..." La
naturaleza restrictiva de la norma asigna, para los funcionarios de la policía civil,
el carácter de subsidiario al uso de armas en situación de cumplimiento de un
deber legal genérico o ejercicio legítimo de autoridad, característica que el C.P.
otorga al estado de necesidad justificante contemplado en el Art. 10 N o 7,
circunstancia 3a:
Toda vez que estamos en el campo del Derecho Penal, y la norma dice relación
con una causal de justificación de una conducta típica en la que la ley autoriza al
policía para usar armas por verse "obligado" a ello para rechazar la violencia o
vencer una resistencia, éstas no pueden ser de cualquier tipo o clase; por lo tanto,
es obvio concluir que la naturaleza de la violencia o resistencia debe,
necesariamente, suponer un daño y/o peligro de carácter serio o grave. De no
entenderse así, bastaría la simple negativa a acatar la orden del policía para que
éste pudiera imponerse por la fuerza de las armas y dicho proceso debería quedar
justificado. La simple negativa a acatar una orden (v.gr. la detención), sólo puede
estimarse como una "oposición" "a" la autoridad, pero de ningún modo "contra" la
autoridad toda vez que, hasta ese momento, no ha existido aún una auténtica
violencia o resistencia. Por lo tanto, la simple negativa a acatar una orden
habilitaría al funcionario para persuadir, amenazar (incluso con su arma) o a
reducir físicamente a la persona que se opone a ella. Dependerá de la actitud y
comportamiento posterior de esta última, en la medida que implique violencia o
resistencia contra la autoridad policial que, por su naturaleza y características,
obligue al funcionario policial acudir al empleo de armas como una forma
necesaria para rechazar la violencia o vencer la resistencia .
C. Gendarmería de Chile.
Art. 3°: "El personal penitenciario de Gendarmería de Chile podrá hacer uso
racional y adecuado de armas en el cumplimiento de sus deberes profesionales y
especialmente en caso de legítima defensa o ante el peligro inminente para la vida
o la integridad física propia o de terceros".
Art. 15°: "El personal de Gendarmería de Chile del Escalafón Penitenciario, podrá
hacer uso de su arma de servicio en las siguientes circunstancias:
7) Motines, y
8) En todos aquellos casos en que exista peligro grave e inminente para la
seguridad de los establecimientos dependientes de Gendarmería de Chile e
integridad física del personal".
Art. 16°: "Para hacer uso racional, adecuado y ponderado del arma, el personal
deberá considerar, además, los siguientes aspectos:
2. Concepto.
A. El derecho de corrección.
1. Fuente legal.
Actúa justificadamente el padre y/o madre que para corregir y educar a sus
hijos bajo patria potestad o tutela, les castiguen afectando, en forma moderada,
ciertos bienes jurídicos penalmente protegidos.
3.1.2. La conducta típica ejecutada debe ser, como forma de castigo, "objetivamente
necesaria" por un comportamiento indebido del hijo. El
3.1.3. La conducta típica que afecte los bienes jurídicos penalmente protegidos
debe ser normativamente calificable de "moderada". La moderación es un
concepto normativo-social de carácter variable, el cual está referido a la conducta
típica ejecutada y no a los resultados producidos. Dicho concepto constituye e
implica una doble limitación copulativa, a saber: a) moderación supone, por un
lado, "proporcionalidad" entre el castigo y la conducta a castigar y b) moderación
implica, por otro lado, que la conducta típica autorizada no sobrepase una
afectación del bien jurídico que, jurídico-penalmente, pueda ser calificado de
"leve".
Una alectación del bien jurídico que constituya un exceso a lo que jurídico-
penalmente sea calificable de "moderado", puede servir de base para configurar
una eximente incompleta (atenuación) si, no obstante dicho exceso, el castigo
aplicado no es, en modo alguno, ostensible o gravemente desproporcionado.
3.2. Subjetivo.
Art. le: "Se entenderá por acto de violencia intrafamiliar, todo maltrato que afecte la
salud física o psíquica de quien, aún siendo mayor de edad, tenga respecto del
ofensor la calidad de ascendiente, cónyuge o conviviente o, siendo menor de edad
o discapacitado, tenga a su respecto la calidad de descendiente, adoptado, pupilo,
colateral consanguíneo hasta el cuarto grado inclusive, o esté bajo el cuidado o
dependencia de cualquiera de los integrantes del grupo familiar que viven bajo un
mismo techo".
Para los efectos del Derecho Penal, la doctrina suele dividir los deportes
legalmente autorizados, en: violentos (v.gr. box o kárate) y no-violentos (v.gr.
fútbol o baloncesto). La práctica de un deporte violento o no-violento trae como
consecuencia, dependiendo de la naturaleza y grado de peligrosidad que
representa, quiérase o no, la certeza o eventualidad de lesiones, o incluso, la
pérdida de la vida para alguno de sus participantes.
La interrogante que cabe formular y dilucidar en el campo penal es: ¿las vías de
hecho están permitidas o prohibidas? Si examinamos el C.P., encontramos las
siguientes disposiciones:
"Si tales actos se ejecutaren por el dueño o poseedor regular contra el que posee o
tiene ilegítimamente la cosa, aunque con derecho aparente, tápena será multa...,
sin perjuicio de las que correspondieren por la violencia causada".
Art. 494 NB 16: "El que sin estar legítimamente autorizado impidiere a otro con
violencia hacer lo que la ley no prohibe, o le competiere a ejecutar lo que no
quiere".
Art. 494 N" 20: "El que con violencia se apoderare de una cosa perteneciente a su
deudor para hacerse pago con ella".
Art. 471 No 1: "El dueño de una cosa mueble que la sustrajere de quien la tenga
legítimamente en su poder, con perjuicio de éste o de un tercero".
1. Fuente legal.
2. Concepto.
2. Fundamento jurídico.
3. Fundamento político-criminal.
4. Campo de aplicación.
6. Requisitos.
c) El titular o portador del bien jurídico protegido debe ser capaz de consentir.
Dicha capacidad no está determinada legalmente en consideración a cierta edad; es
decir, no existe una mayoría de edad legalmente establecida por el legislador penal
a partir de la cual se pueda presumir una cierta capacidad de libre disposición. Se
podría pensar que, para estos efectos. un criterio razonable sería acudir al límite de
edad legal establecido por el legislador para presumir la imputabilidad penal. Sin
embargo, ello no es así toda vez que dicho criterio se ha fijado para determinar la
edad a partir de la cual se puede presumir para el sujeto activo de un hecho puni-
ble su responsabilidad penal; en cambio aquí de lo que se trata es de saber cuándo
el sujeto pasivo de un delito puede disponer de un bien jurídico propio. Incluso, el
propio legislador penal ha estimado, v.gr. al tipificar el delito de violación, que
una mujer mayor de 12 años puede libremente disponer de su libertad sexual. Por
ello, hoy en día, la doctrina dominante postula que la capacidad que debe tener el
titular o portador del bien jurídico tutelado debe ser una "capacidad natural", es
decir, que el sujeto tenga el grado de madurez necesario para comprender la
naturaleza, sentido y consecuencias del acto de disposición que pretende
realizar (WEL-ZEL; JESCHECK; STRATENWERTH; CEREZO; ROMEO CASABO-
NA; JORGE BARREIRO).
d.1.1) De exigirse un elemento subjetivo de justificación que implique "e parte del
actor que éste conozca y quiera actuar justificadamente en la situación en que se
encuentre, impediría la justificación de la culpa "inconsciente", lo cual resultaría
absurdo y desproporcionado, toda vez que el legislador penal, incluso, está
dispuesto a justificar un ataque doloso en contra del bien jurídico afectado. Quien
protagoniza una acción imprudente sin representación, ni siquiera se ha
imaginado la eventual producción del resultado típico; en consecuencia, no se
puede afirmar que su actuación estaba guiada subjetivamente por el ejercicio de
algún derecho o para evitar algún mal o peligro (HIMMELREICH;
STRATENWERTH).
Finalmente respecto del consentimiento del titular del bien jurídico afectado, es
preciso que se trate de un bien jurídico disponible y dentro de los límites que el
Derecho Penal permite. Es preciso hacer presente que en este ámbito, basta que el
titular consienta en poner en peligro su bien jurídico, no siendo necesario que su
consentimiento comprenda el resultado lesivo propiamente tal, lo cual es algo casi
imposible de concebir, ya que nadie está dispuesto, antes de emprender la
actividad riesgos a aceptar anticipadamente la lesión de su bien jurídico.
EJEMPLO: Las lesiones deportivas imprudentes, que se cometen dentro de las
reglas del juego y compatibles con éste, pueden quedar Justificadas: no así, en
cambio, las dolosas o imprudentes antirreglamentarias incompatibles con el
deporte de que se trate.
Unidad de justificación. Tiene lugar cuando uno o varios hechos típicos pueden
resultar justificados por la concurrencia de una y la misma causal de
justificación.
Por otro lado, hay quienes son de opinión que el recurso de la "remisión" y de
"justificación en subsidio" es válido porque ello se basaría en el principio de
favorecimiento del reo y porque, además, las justificantes no se encuentran
aisladas entre sí sino que mantienen una relación funcional entre ellas
(GIMBERNAT; GÓMEZ BENÍTEZ; SAINZ CANTERO; MUÑOZ CONDE). Según
WARDA, la doctrina alemana dominante postula que las causales de justificación
son por regla general independientes entre sí y, por lo tanto, aplicables una
junto a otra toda vez que nada impide que un mismo efecto (la justificación de un
obrar típico) se derive de diversas causas jurídicas. Excepcionalmente, si entre
dos justificantes existe una "relación de especialidad", de manera que una de
ellas tiene un derecho preferente para ser aplicada, dicha justificante especial
presenta un efecto excluyente u oclusivo, en virtud del cual, si el caso concreto se
ajusta de lleno a su presupuesto típico, la conformidad o contrariedad a Derecho
de la conducta típica sólo puede ser enjuiciada y valorada bajo el prisma de la
justificante especial (SCHMI-DHÁUSER; JAKOBS; HIRSCH; MAURACH-ZIPF).
Para este autor alemán, la excepción anotada supone una paradoja. En efecto, si el
supuesto de un caso concreto corresponde al tipificado por el legislador penal para
una justificante especial y, en dicho caso, no concurren todos los requisitos legales
establecidos para ella, la conducta típica no estará justificada, aunque, dicha
conducta típica cumpliera todos los requisitos de una justificante genérica y ello,
porque la justificante especial excluye toda posible aplicación de una de carácter
genérico. ¿Cómo es posible hablar de "concurso" de justificantes si, en la solución
práctica de un caso concreto, ninguna de las que compiten es aplicable? La especial
no es aplicable porque no concurren todos los requisitos legales y, la genérica,
tampoco lo es porque la justificante especial posee un efecto oclusivo o excluyente
de aquella. Además, la solución de este "concurso" se decide, según la doctrina, en
favor de la justificación especial que, en el caso concreto no se puede aplicar por no
reunirse todos los requisitos legales, y no a favor de la justificante genérica que
podría aplicarse y, de esta manera, terminar autorizando la conducta típica. Lo que
constituye objeto de discusión en la doctrina es determinar el o los criterios
conforme a los cuales es factible sostener la existencia de una relación de
especialidad entre dos justificantes.
1. Quien actúa sobre la base de una causal de justificación tiene derecho (no un
deber) a realizar una conducta típica (v.gr. en la legítima defensa o en el estado de
necesidad), o bien tiene el deber (no un derecho) de afectar un bien jurídico dentro
de cierto marco (v.gr. el cumplimiento de un deber o el ejercicio legítimo de una
autoridad o cargo). En consecuencia, el titular del bien jurídico que será afectado
por aquella conducta típica justificada no podrá oponerse a ella alegando alguna
causal de justificación, toda vez que dicho comportamiento (justificado) no
constituye una "agresión ilegítima".