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CuPAUAM 37-38, 2011-12, pp.

195-208

ENTRE EL CALCOLÍTICO Y LA EDAD DEL BRONCE


Algunas consideraciones sobre la cronología campaniforme1

Patricia RÍOS
Concepción BLASCO
Raquel ALIAGA
Depto. de Prehistoria y Arqueología
UAM

Resumen
El trabajo aborda la problemática del Campaniforme como un fenómeno bisagra entre el Calcolítico y la Edad del
Bronce, particularmente en el centro peninsular, donde las dataciones obtenidas confirman su implantación desde
mediados del III milenio a. C. en convivencia con grupos Calcolíticos peninsulares y se prolonga, en su modalidad de
estilo Ciempozuelos, hasta el final del primer cuarto del II milenio a. C. como un fenómeno paralelo al surgimiento de
las primeras comunidades de la Edad del Bronce en la zona, lo que puede explicar ciertos paralelos tipológicos y
sociales entre algunas manifestaciones del Bronce Antiguo y los últimos campaniformes.
Palabras clave: Calcolítico, Campaniforme, Edad del Bronce, cronología, carbono 14.

Summary
This paper raises the problem of Bell Beaker horizon as a phenomenon hinge between the Chalcolithic and Bronze
Age. Particularly in the center of the Iberian Peninsula where dating obtained confirm its implementation since the mid-
third millennium, in coexistence with Chalcolithic groups. The presence of these Bell Beaker groups extends –with
Ciempozuelos style, until the end of the first quarter of the second millennium, as a parallel phenomenon to the emer-
gence of the first communities in the Bronze Age in this area. It could explain similarities between objects and social
manifestations of the Bronze Age and the last Bell Beakers.
Keywords: Chalcolithic, Bell beaker. Bronze Age, chronology, 14C dating.

tiene una incidencia homogénea, ni temporal ni


espacial en las distintas áreas y círculos. Por ello
Como todas las divisiones de la Historia, las
1. I NTRODUCCIÓN

es frecuente que el factor tecno-industrial se vea


grandes etapas asignadas a la Prehistoria son sólo
sustituido o complementado por marcadores tem-
una forma de parcelar su larga trayectoria con el porales que permiten definir límites más precisos.
fin de hacer más tangible la evolución de las No obstante, a pesar de las mejoras que se han
sociedades que la protagonizaron. Para estos producido en los métodos de datación radiométri-
tiempos más remotos de la Historia tales divisio- ca, existe una dificultad real para medir los tiem-
nes se fijaron atendiendo a una evolución tecno- pos prehistóricos con cierta exactitud y resulta
lógica que, como cualquier otro tipo de rasgo, no imposible llegar a datar un acontecimiento con-

1 El trabajo ha sido financiado por los proyectos: “Patrimonio sociedades calcolíticas y su marco temporal. Una revisión a
Arqueológico y Documental de la Comunidad de Madrid” la luz de nuevos datos (HAR2011-28731)”. Ministerio de
(S2007/HUM 0543) Dirección General de Investigación de Ciencia y Tecnología. I.P. Corina Liesau.
la Comunidad de Madrid. IP Concepción Blasco; y, “Las
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creto, por lo que siempre nos movemos con esca- En contraposición, el fenómeno campanifor-
sa precisión a la hora de aplicar estas divisiones a me se identifica como calcolítico, una asigna-
un territorio o a un determinado ámbito cultural. ción que quedaría justificada por la práctica de
En el caso que nos ocupa, el tránsito del una metalurgia del cobre, pero también por su
Calcolítico a la Edad del Bronce en la Península asociación, tanto espacial como temporal a los
Ibérica se ha fijado en torno al 2000 a. C., al asig- grupos calcolíticos a partir de mediados del III
nar a la primera de estas etapas todo el III milenio milenio a. C., cuyos asentamientos son coinci-
a.C. mientras que la segunda se ha hecho coinci- dentes y además por el uso, en muchas ocasio-
dir con el II milenio a.C. Pero esta asignación nes, de viejos monumentos megalíticos de ente-
nada tiene que ver con el cambio tecnológico que rramientos colectivos. Sin embargo su cronolo-
supuestamente diferenciaría estas dos fases o gía desborda los límites del III milenio a. C. para
períodos ya que la novedad que marca ese tránsi- prolongarse a lo largo del primer cuarto del II
to, la adopción de una metalurgia basada en la ale- milenio a. C. de manera que, atendiendo a los
ación binaria de cobre y estaño, se incorpora en la valores numéricos de las dataciones que han pro-
inmensa mayoría de los círculos del Bronce porcionado y a determinados rasgos socioeconó-
peninsular a partir de mediados del II milenio, micos, nada impide el considerarlos tanto calco-
incluso entre los grupos más representativos y de líticos como de la Edad del Bronce, por lo que
mayor actividad metalúrgica como es el Argar. esta asociación calcolítico/campaniforme no
resulta demasiado exacta. Prueba de ello es la
Ello nos lleva a encasillar en la Edad del
similitud de la tecnología y tipología de determi-
Bronce a una serie de grupos que en la mayor
nadas piezas metálicas con los equipos de algu-
parte de su trayectoria son tecnológicamente cal-
nos grupos de la Edad del Bronce, así como
colíticos, si entendemos como tales aquellos que
algunos aspectos sociales, como es la aparición
practican una metalurgia basada exclusivamente
de los primeros indicios de sociedades jerarqui-
en el cobre primario, aun cuando en las etapas
zadas, o económicos, en especial los intercam-
más avanzadas llegan a conocer y dominar la
bios a larga distancia para la obtención de mate-
metalurgia del bronce, de manera que su adscrip-
rias primas y objetos destinados a las élites.
ción se realiza básicamente en función de su cro-
nología y no de la tecnología que los define nomi- Así pues, en general en la Prehistoria y en
nalmente. Pero tampoco esta identificación tem- particular en esta etapa que nos ocupa más que
poral resulta precisa si tenemos en cuenta las en cualquier otro momento de la Historia, la
dataciones radiométricas calibradas obtenidas en fecha que marca este tránsito es solo una refe-
los últimos años, ya que algunos de los yacimien- rencia y no un límite definido y rígido, como lo
tos pertenecientes a estos grupos peninsulares evidencia en el marco del tránsito del III al II
considerados de la Edad del Bronce se encuentran milenio a. C., este caso paradigmático del
perfectamente establecidos todavía dentro de los Horizonte campaniforme, un fenómeno que
límites del III milenio. sobrepasa el marco peninsular al alcanzar una
Sin embargo, si tenemos en cuenta otros facto- extensión paneuropea con una larga trayectoria
res, se comprueba cómo estos grupos asignados a temporal que abarca en muchas regiones buena
la Edad del Bronce pero con tecnología calcolíti- parte del III y II milenios a. C.
ca presentan desde sus inicios características El panorama descrito es fiel reflejo de la multi-
urbanísticas, sociales e incluso algunos rasgos tud de factores que intervienen en el proceso de
tecnológicos y tipológicos novedosos que se ale- cambio de los diferentes grupos humanos y de la
jan de los estándares calcolíticos. A esto se suma necesidad que los historiadores tenemos de anali-
en muchos casos el abandono de sitios de prolon- zar su peso en transformaciones sucesivas cam-
gada ocupación calcolítica y la creación de pobla- bios que se van produciendo hasta entrar en una
dos de nueva planta con características urbanísti- nueva era. Si ello es así, hay que tener en cuenta
ca diferenciadas, por lo que desde un punto de todos los factores que definen a un grupo y com-
vista sociocultural, estos cambios justifican su probar cómo, a lo largo de su trayectoria caracteri-
adscripción a una nueva etapa. zada por una serie de ítems que se mantienen más
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o menos constantes y que son los que lo identifi- Ante tal situación, resulta indispensable un
can, existe una importante transformación de análisis detallado de las dataciones disponibles
manera que las últimas generaciones muestran del Horizonte campaniforme peninsular que nos
rasgos de una nueva etapa. permitan ordenar los tiempos de toda su trayec-
toria y de sus características básicas para poder
No resulta fácil mencionar todos y cada uno
establecer comparaciones con algunos de los
de los factores que permiten identificar a un
valores que han proporcionado tanto yacimien-
determinado grupo social con una etapa concre-
tos Calcolíticos como de la Edad del Bronce.
ta y mucho menos priorizarlos o determinar sus
causas-efectos. Y lo que es más problemático,
saber cuantificar la incidencia de cada uno de
estos factores para determinar si responde a los
En la actualidad contamos con un repertorio
2. LA CRONOLOGÍA:

rasgos de una determinada etapa o de otra, por


ejemplo, que es más significativo ¿la cronología de dataciones relativamente amplio que nos han
inicial o la cronología de las manifestaciones permitido fijar los límites del fenómeno campa-
más tardías?; ¿su nivel tecnológico en relación niforme en el marco peninsular y contrastarlo
con la metalurgia o su mayor o menor relación con la cronología de este mismo horizonte en
espacial con grupos calcolíticos o de la Edad del otros territorios europeos. Sin embargo, el
Bronce?; ¿su nivel de organización social?, ¿las importante número de dataciones todavía no es
características urbanísticas de sus asentamien- suficiente para conocer bien el desarrollo socioe-
tos?, ¿determinadas manifestaciones funerarias?, conómico del horizonte, ya que la mayoría de las
etc. Demasiados problemas que resolver y en la mediciones radiométricas se han realizado a par-
mayoría de los casos poco tangibles y estrecha- tir de materiales aportados por contextos funera-
mente relacionados entre sí, pero sin que tampo- rios, mientras que los contextos residenciales,
co resulte fácil establecer la secuencia de productivos y simbólicos no sólo no han entre-
causa/efecto que existe entre ellos. gado apenas dataciones, sino que son muy pocos
los yacimientos documentados con estas funcio-
Con estas consideraciones sobre las dificulta- nalidades y menos aun los que además tienen
des existentes, el caso del Horizonte campani- estratigrafías verticales bien definidas, pues la
forme, tal como lo entendemos, tiene todavía mayoría de ellos son campos de hoyos que pre-
una problemática añadida y es la valoración de si sentan estratigrafías horizontales. A ello hay que
estamos ante un fenómeno que afecta al conjun- sumar que estos contextos no funerarios apenas
to de la sociedad del Calcolítico Final o estamos poseen elementos diagnósticos significativos
ante “unas modas”, “unas pautas sociales”, “una para asignarlos a este horizonte.
tecnología”, “un sistema económico” que afecta Con todo, hoy estamos en condiciones de
sólo a un sector de la población de cierta rele- afirmar que el inicio del Campaniforme en la
vancia -determinados grupos familiares, o sólo a Península Ibérica está documentado en todas las
unos individuos concretos-. En este caso nada regiones a partir de mediados del III milenio a.
impediría que estos grupos pudieran haber sido C. en fechas calibradas. Más problemático sigue
sincrónicos en un principio de sociedades calco- siendo, en cambio, la inclusión de las fechas más
líticas y en un segundo momento de grupos de la antiguas manejadas desde hace años para la
Edad del Bronce, lo que facilitaría explicar una introducción del fenómeno campaniforme, así
cronología coincidente con ambos. Pero el caso como definir sus últimas manifestaciones, pre-
se complica si consideramos que, incluso en sus sentes tanto en las fases finales de los grandes
manifestaciones más tardías, en la mayoría de poblados calcolíticos, como en las primeras de
los casos se asocian a yacimientos netamente los poblados del Bronce inicial. Sin embargo, no
calcolíticos; mientras que la mayor parte de los podemos dejar de valorar la serie de fechas anti-
grupos de la Edad del Bronce se instalan en guas que tradicionalmente han adelantado la lle-
lugares de nueva planta o se superponen a luga- gada del campaniforme de estilo internacional
res previamente ocupados reordenando el espa- en diversos puntos del centro de Portugal y el sur
cio. peninsular, en yacimientos clásicos como
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Zambujal, Porto Torrão o el Cerro de la Virgen secuencia de este yacimiento la aparición del
de Orce, descartando como ya hicieran Castro y campaniforme se sitúa en la fase 3, ZAMB-3,
otros, las fechas de Terrera Ventura y Las con una cronología de mediados del III milenio
Angosturas, procedentes de contextos poco cla- a. C., 2450-2125 a. C. (Sánchez et al., 2005).
ros (Castro et al., 1996: 106). No obstante las
En este mismo sentido se ha interpretado que
revisiones más recientes de las dataciones proce-
en algunos de los poblados del sur la presencia
dentes de yacimientos de estas regiones se apro-
del campaniforme se asocia con un momento de
ximan al panorama general comentado no con-
desarticulación de los grandes asentamientos de
firman dichas fechas antiguas (Valera, 2006).
tipo millarense, los cuales son sustituidos por
Por ejemplo, en el sureste, las fechas de Los aldeas aglomeradas de cabañas exentas frente a
Millares llevan la aparición del campaniforme los aglutinados/centralizados previos identifica-
hacia el 2535 el 2400 a. C., al que seguirían al dos como aldeas-recinto. La causa de este cam-
menos dos fases posteriores de las que no se tie- bio en los patrones de asentamientos se ha acha-
nen dataciones. En el caso de Los Castillejos las cado a la desintegración social parental propia
dataciones obtenidas son similares a las de de la sociedad calcolítica en favor de un nuevo
Millares y muestran un intervalo que alcanza orden que procura la jerarquización de la socie-
claramente el final del III milenio a. C. En el dad y marca en la zona el arranque de la Edad
caso del Cerro de la Virgen, la aparición del del Bronce (Ramos Millán, 2004).
campaniforme se sitúa en torno al 2465-2335 a
También en Portugal el campaniforme
C., mientras que los campaniformes incisos
comienza a confirmarse como un fenómeno tar-
entrarían –desde el punto de vista temporal- en
dío, sobre todo en la zona la Extremadura portu-
el denominado Bronce Antiguo alcanzando
guesa, donde, para algunos, se asienta en “las
fechas del 2175- 1965 a. C. En definitiva en este
ruinas del antiguo modelo socioeconómico que
área, atendiendo a las dataciones más recientes,
generó los poblados fortificados”, descartando
tras un calcolítico precampaniforme anterior al
así fechas antiguas como las de Leceia
2450 a. C. un calcolítico campaniforme que
(Gonçalves, 2003: 312), de forma que el modelo
abarca desde ese límite hasta el 2000/1750 a. C.,
de periodización del campaniforme en Portugal
el horizonte claramente argárico se instaura a
asumido actualmente dista de los primeros enun-
partir del 1900 a. C (Molina et al., 2005).
ciados a mediados de los años 70 que basaron en
Las dataciones conocidas para el suroeste datos escasos y dispersos. Hoy el panorama se
son semejantes, según se desprende de la diná- ha enriquecido considerablemente tanto en
mica de algunos grandes poblados calcolíticos número de fechas como en contextos fiables, y
de fosos donde los contextos campaniformes se muestra un campaniforme que aparece en la últi-
documentan de mediados del III milenio a ini- ma fase de los poblados fortificados y de fosos
cios del II milenio a. C. Es, por ejemplo, el caso calcolíticos de toda la región.
de La Pijotilla (4130 + 40 BP), donde se eviden-
Por otra parte, los últimos datos también
cia la aparición del campaniforme a mediados
del III milenio a. C. según se desprende de las parecen confirmar un primer momento de irrup-
fechas de la denominada tumba 2. Un momento ción del campaniforme caracterizado por la pre-
en el que también se situaría el abandono del sencia de cerámicas de estilo Internacional, no
foso más externo y la construcción del foso sólo en los yacimientos clásicos como Vila Nova
semicircular (Márquez y Jiménez, 2010, 60-61), de Sao Pedro, Zambujal o Rotura, cuyas datacio-
En algunos poblados calcolíticos de la Alta nes y estratigrafía podrían considerarse confu-
Andalucía, como Marroquíes, los campanifor- sas/dudosas, sino en otros en los que estas cerá-
mes incisos, a juzgar por los cambios de estruc- micas han aparecido aisladas en estratos hori-
turas sucedidos en el poblado y las manifesta- zontales bien definidos. Es el caso de Porto
ciones funerarias, se consideran reflejo de trans- Carretas (Soares, 2003:104) y otros poblados de
formaciones socioecnómicas propias de los gru- la zona norte de Beira Alta, en los que este pri-
pos de la Edad del Bronce, sin embargo en la mer campaniforme no se asocia a metal (Silva,
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1991). Las fechas que se manejan para estos pri- Dolmen de Dombate o el Túmulo de Cotogrande
meros momentos, tanto en la zona del estuario entre el 2800 y el 2500 a. C., asociadas a ejem-
de Tajo, donde tradicionalmente se estimaban plares de estilo Internacional. Otros contextos
más antiguas y primer lugar de irrupción denominados ceremoniales como Os Remedio o
(Harrison, 1977), como en el resto de Portugal, Guidoiro también presentan fechas del 2800-
se pueden situar entre en torno al 4000 BP 2400 (Prieto, 2011: 350). Sin embargo, no debe-
(Soares, 2003), es decir alrededor del mos olvidar que en su mayor parte se trata de
2500/2400. fechas realizadas sobre carbón.

La aparición de las cerámicas incisas (grupo Según las tendencias estilísticas estudiadas
Palmela), pese a ser habitual junto a ejemplares por P. Prieto, los ejemplares incisos de la zona
impresos, está claramente asociada a un segundo una vez más se asocian a fechas más recientes a
momento cercano al abandono de los poblados partir de 2400 a. C. hasta los primeros siglos del
calcolíticos y al inicio de la dispersión del pobla- II milenio a. C, en convivencia con otros estilos
miento, que es interpretado como la desarticula- impresos y en un momento considerado en la
ción del modelo socioeconómico del Calcolítico zona como Bronce Inicial (Prieto, 2011). En la
(Soares, 2003: 105). Un yacimiento en el que se mayor parte de los yacimientos gallegos donde
documentó este horizonte inciso, tanto en tum- aparece campaniforme lo hace mostrando mez-
bas como en un nivel de ocupación del poblado, cla de estilos desde mediados del III milenio a.
es Malhadas, cuyas fechas son del 3800-3600 C., una situación muy semejante a la documen-
BP (Soares y Tavares da Silva, 1974-77, 1984). tada en el norte de Portugal e incluso en la
Y del mismo modo que ocurre en el resto de la Extremadura portuguesa (Cardoso, 2005), aun-
Península, el Bronce regional, por ejemplo en el que en estas zonas portuguesas el campaniforme
poblado de Catujal, aporta fechas del 3570 + 45 se vincula a los asentamientos y tumbas calcolí-
BP (2028-1751 cal a. C.). Otros contextos fune- ticas o a las reutilizaciones de monumentos
rarios confirman también este intervalo y atesti- megalíticos, llegando en sus últimos momentos a
guan las relaciones entre la meseta y la zona cen- convivir con los primeros yacimientos de la
tral de Portugal a partir de los paralelos materia- Edad del Bronce, a partir del 2200-1800 a. C.,
les y la diversidad funeraria (adornos de oro, que no presentan cerámica campaniforme. Las
puntas de Palmela, puñales de lengüeta, cobre fechas del norte de Portugal procedentes de yaci-
arsenical, tumbas individuales y reocupación de mientos como Buraco da Pala I, Castro de
tumbas colectivas). Es el caso de la mayor parte Palheiros o Mirandela se sitúan en un intervalo
de los hipogeos de la necrópolis de Quinta do de 2800-2350 a. C. aprox. en contextos en los
Anjo y el tholos de Praia das Maçãs datados en que hay mezcla de estilos.
3600 + 80 BP y 3760 + 80 BP, y 3650 + 50 BP
el segundo (Soares, 2003: 109-110). Por otra Teniendo en cuenta todas las fechas existen-
parte, el panorama descrito, coincide con el pro- tes, los problemas estratigráficos y la variabili-
ceso observado en el sureste del que hemos tra- dad de tipos cerámicos asociados al campanifor-
tado más arriba. me en Galicia, P. Prieto y L. Salanova en una
valoración general del período, concluyen que el
La situación del noroeste peninsular respec-
intervalo en el que se define el campaniforme en
to al periodo campaniforme se ha visto mejorada
el noroeste podría abarcar desde el 2600 al 1600
en los últimos años con un aumento cualitativo y
a. C., teniendo en cuenta que ambos extremos
cuantitativo de los datos, que han sido reciente-
del intervalo no pueden concretarse con seguri-
mente recogidos en una monografía sobre el
tema en Galicia (Martínez y Salanova, 2011). dad por las confusas estratigrafías de la zona
Las fechas manejadas para los contextos en que (Prieto y Salanova, 2011: 386). Queda claro
aparecen cerámicas campaniformes en más de entonces que las fechas más antiguas sí se pue-
un centenar de yacimientos muestran los valores den relacionar a los ejemplares internacionales,
más antiguos en los contextos de las ofrendas y que en las fechas más recientes valoradas es el
funerarias en determinados megalitos como el estilo epicampaniforme regional el mayoritario.
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Quedaría por resolver la consideración del cam-


paniforme dentro del Bronce gallego a partir de
3. U NA NUEVA VISIÓN DEL CAMPANIFORME

mediados del III milenio a. C. en contraposición En estos últimos años la novedad más sobre-
EN EL INTERIOR PENINSULAR.

al Neolítico, aún aceptando –como en otras saliente en el panorama que define el horizonte
regiones- una clara sincronía entre las fechas de campaniforme y su transición a la Edad del
los últimos campaniformes con los primeros Bronce la han aportado los nuevos datos obteni-
poblados de la Edad de Bronce (2200-1800 a. C.). dos en yacimientos del interior peninsular, gra-
Muy cuestionadas son las fechas conocidas cias sobre todo a las fechas obtenidas en la
para algunos yacimientos del Valle del Ebro, con Región de Madrid a partir de yacimientos de
dataciones como las obtenidas a partir de restos reciente excavación. Si hasta ahora en esta zona
óseos humanos de la tumba de la Atalayuela: del centro peninsular hemos tenido bien docu-
4060+ 60 bp; 4110+ 60 BP y 4120+ 70 BP mentado el campaniforme Ciempozuelos en el
(Barandiarán, 1978, y Andrés y Barandiarán, tránsito del III al II milenio a. C., hoy no sólo se
2004, 101) equivalentes a 2599, 2700 y 2734 cal han aumentado las fechas y contextos conocidos
BC (Castro et al., 1996), las cuales se asocian a sino que además se ha incrementado el lapso
vasos de ambos estilos. Si bien esta presencia de temporal sobre todo por dataciones procedentes
cerámicas de estilos impresos, incluido el inter- de conjuntos con campaniformes impresos.
nacional en contextos de estratigrafía mal defini- De los contextos con ejemplares campanifor-
da, dejan abierta la posibilidad a una utilización mes de estilo Internacional o impreso geométri-
del monumento de manera acumulativa (Andrés co, los menos numerosos, conocemos desde hace
y Barandiarán, 2004), esta misma evidencia fue algunos años las dos fechas de la Fase III del
tomada para argumentar la posibilidad de que los Túmulo de la Sima, con un importante conjunto
estilos incisos, y en concreto el Ciempozuelos, de recipientes campaniformes de estilo
pudieran estar presentes desde los momentos ini- Marítimo, o la de Valverde de Íscar –más impre-
ciales del fenómeno campaniforme (Harrison cisa- asociada a campaniforme puntillado geo-
1988), métrico, que retrasan la cronología del campani-
forme de estos estilos hasta el 2460 a.C. o 2470
En el levante mediterráneo, teniendo en cuen-
a. C. respectivamente (Rojo et al., 2005;
ta el descarte de la fecha de la Cova de les
Delibes, 1979) según fechas calibradas obteni-
Cendres, Cova del Tossal de la Font y Cova
das a partir de muestras de colágeno. Incluso el
Puntasa (Castro et al., 1996), contamos con la
valor que aporta una fecha de Cerro del Bú pro-
fecha del poblado calcolítico al aire libre del
cedente de un contexto habitacional con campa-
Arenal de la Costa, asociada a la fase HTC
niforme marítimo se adentran en la primera
(horizonte campaniforme de transición) que
mitad del III milenio, si bien su margen de error
sitúa la ocupación campaniforme del poblado en
de más de 100 años (de Alvaro y Pereira, 1990,
3890 + 80 BP: 2484-2283 cal a. C. (Bernabeu et
205) obligan a tomarla con cierta precaución.
al., 1993: 41), una fecha que encajaría con el
Con estas dataciones la idea tradicional de la
límite inferior que se propone para la etapa y existencia de un horizonte campaniforme más
poco antes del inicio del Bronce antiguo regional antiguo representado en tumbas con ajuares
en torno al 2200/2100 a. C. (Pedro y Martí, campaniformes de estilo Internacional o impreso
2004). geométrico que parecía apuntarse en territorios
Los datos conocidos sobre la presencia del de la Meseta Norte, empieza a confirmarse.
campaniforme en la cornisa cantábrica son poco Consideramos de este modo que las fechas exis-
precisos dada la escasez de fechas conocidas. tentes para ambas Mesetas son indicio suficiente
Aunque, tal y como venimos mostrando, la apa- de ello a pesar de que el intervalo de calibración
rición de las manifestaciones asociadas al fenó- ocupa gran parte de la segunda mital del III
meno campaniforme se sitúan también a partir milenio a. C. Sólo el citado caso del Túmulo de
de 2400 en fechas calibras en yacimientos como la Sima cuyas fechas calibradas, aceptables,
la cueva de Los Husos (Castro et al. 1996). muestran un intervalo de 200 años para esa
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tumba, desde el 2460 al 2200 cal a. C., por tanto aparecen ejemplares cerámicos de estilo
con un límite inferior -2200 a. C. Internacional o Marítimo, pertenezcan a tumbas
donde posiblemente hubo más de un momento de
El campaniforme Ciempozuelos característico
inhumación, lo que también podría explicar,
del interior peninsular, podemos adscribirlo desde
como en otros muchos enterramientos peninsula-
hace años a los últimos siglos del III milenio a. C.
res, la asociación de ambos estilos, sin embargo la
e incluso primeros del II milenio a. C. según las
convivencia de estilos, como se ha podido com-
fechas de Fuente Olmedo en Valladolid (Martín y
probar en Portugal, no niega la existencia de dos
Delibes, 1989: 81), Almenara (Delibes y Guerra,
momentos, el más antiguo y probablemente de
2004) o el Túmulo 1 de Aldeagordillo en Ávila
menor incidencia, el correspondiente al estilo
(Fabián, 2006). Esta cronología reciente del fenó-
Internacional.
meno campaniforme inciso en el interior peninsu-
lar ha quedado confirmada por las dataciones pro- Tanto en Madrid como en el resto de la penín-
cedentes de la necrópolis del Valle de las sula aunque aún son pocos los yacimientos que
Higueras (Huecas, Toledo) también con ajuares muestran una fase en la que sólo están presente
tipo Ciempozuelos (Bueno et al., 2005), a las que las vasijas de estilo Internacional, lo que sí se
se suman las últimas fechas obtenidas en la explo- comprueba, como ha señalado Lazarich para la
tación salinera de Molino Sanchón II, en Zamora, región andaluza (2004) y podemos ver en las
adscritas también a campaniforme Ciempozuelos fechas madrileñas, es que el tipo Marítimo des-
qua aportan valores calibrados del 2400-2200 cal aparece con anterioridad al resto.
a.C. (Abarquero et al, 2010, 136) aunque al tra-
Los hallazgos de los últimos años en la
tarse de dataciones obtenidas a partir de carbón no
Región central han confirmado la existencia de
podemos compararlas con las anteriores por el
verdaderas necrópolis campaniformes como las
considerable envejecimiento de la fecha que
conocidas en el oeste y sur peninsular asociadas
supone el carbón frente al hueso, aunque clara-
a grandes poblados estables calcolíticos.
mente entrarían en el mismo intervalo.
Necrópolis de hasta ocho tumbas, como es el
En Madrid, la única fecha de contexto clara- caso de Huecas, o una decena en Humanejos y
mente campaniforme era, hasta hace poco la de El siete en Camino de las Yeseras, un número inclu-
Ventorro, que además se trataba de un contexto so mayor a las clásicas del sur y de Portugal.
formado por ejemplares de estilo impreso geomé- Estos cementerios recientemente conocidos se
trico, entre ellos un crisol, y de carácter domésti- construyen y están en uso en fechas del campa-
co. Pese a tener un importante margen de error, el niforme Ciempozuelos –finales del III milenio y
intervalo en fechas calibradas volvía a situar este principios del II milenio a. C.- y presentan tum-
contexto en fechas del 2502-2228 cal a. C. (3880 bas más o menos agrupadas o alineadas junto al
+ 90 BP), en un momento claramente anterior a poblado, al menos en Humanejos y Yeseras. En
las fechas que se manejaban para los contextos nuestra opinión no se trata de tumbas colectivas
campaniformes Ciempozuelos aunque se trata de aunque en la agrupación de las mismas y asocia-
nuevo de una datación sobre carbón (Priego y ción de varios individuos (hasta 4 no simultáne-
Quero, 1992, 368-369). os) en una misma tumba recuerde un cierto
carácter colectivo, seguramente familiar, una
Las nuevas dataciones que ha aportado nuestro
forma de vincularse a sus ancestros.
equipo y que proceden de contextos muy buenos
relacionados con el horizonte son únicamente 8 La construcción de estas tumbas en fosas
procedentes de varios enterramientos de Camino complejas, de tipo hipogeo o en cueva artificial,
de las Yeseras y Humanejos (Figura 1). Estas en cierto modo monumentales, con acceso a
fechas muestran un desarrollo claro del fenómeno veces escalonado, recuerda a las necrópolis de
analizado en la segunda mitad del III milenio, con cuevas artificiales portuguesas o las tumbas de
tres contextos que superan en antigüedad clara- falsa cúpula del sur peninsular, una especie de
mente el 2200 a. C. No nos parece casual que pre- “megalitismo tardío” (Bueno et al., 2007-08) o
cisamente las tres dataciones más antiguas se “segunda tradición megalítica” (García Sanjuán,
correspondan con los dos contextos en los que 2005: 155) desarrollado por los grupos campani-
202 Patricia Ríos - Concepción Blasco CuPAUAM 37-38, 2011-12

fomes desde mediados del III milenio a. C. a juz- conocemos fechas de Madrid y de ambas mese-
gar por las fechas de Camino de las Yeseras, tas que sitúan estos nuevos establecimientos en
Humanejos, Huecas o Aldeagordillo, y que esta- un intervalo casi paralelo a los últimos campani-
rían en consonancia con las fechas de Portugal y formes en torno a los últimos siglos de los
del sur peninsular (Soares, 2003; García y poblados calcolíticos (FIGURA 1).
Hurtado, 2001; Gonçalves, 1994, 2003, 2005);
Esta idea de “recuperar la tradición megalítica”
en el interior encaja con la reutilización habitual
por parte de los grupos campaniformes de los
4. LA CUESTIÓN DE LA RELACIÓN DE LOS

sepulcros de falsa cúpula, túmulos y megalitos


GRUPOS CAMPANIFORMES CON LAS PRIME-

tanto del interior y como del resto de la


RAS MANIFESTACIONES DE LA E DAD

Península Ibérica. Como hemos apuntado, una de las grandes


B RONCE

aportaciones que se derivan de trabajos recientes


Como se observa en Portugal o en el sureste,
es la comprobación de la coexistencia, en varios
el final de estos grandes poblados madrileños
yacimientos calcolíticos de la Región de Madrid,
parece haberse producido a la vez que desapare-
de manifestaciones funerarias, domésticas y pro-
ce el registro de los grupos campaniformes
ductivas tanto de grupos campaniformes como
Ciempozuelos. Concretamente en los primeros no campaniformes, una sincronía avalada por
siglos del II milenio a. C.: se abandonan los últi- dataciones que han dado un mismo intervalo y
mos fosos y los grandes poblados en favor de las que cubren desde mediados del III milenio hasta
pequeñas aldeas y las grandes y ricas tumbas final del primer cuarto del II milenio a.C. Se
campaniformes son sustituidas por sepulturas trata de tumbas individuales o múltiples, en hoyo
más simples en hoyo o en pequeñas covachas simple y sin ajuar y de estructuras domésticas
artificiales que siguen una vieja tradición de la tipo cabaña o de suelos y cubetas con indicios de
zona y que apenas cuentan con ajuar o incluso actividades productivas.
carecen de él.
Por el contrario, la relación de los campani-
En resumen, las nuevas fechas obtenidas en formes con las primeras generaciones pertene-
las estructuras campaniformes de la Región de cientes a la Edad del Bronce no es tan evidente,
Madrid nos han permitido confirmar que los pues ni hay una relación espacial tan estrecha ni
enterramientos con ajuares de campaniforme las dataciones tienen un solapamiento tan claro a
Ciempozuelos se sitúan en el tránsito del III al II la luz de las calibraciones obtenidas en algunos
milenio a. C., entre el 2200 y el 1740 a. C. en yacimientos del área argárica (Lull et al, 2010)
fechas calibradas, mientras que las tumbas con y “sus confines”, pero también con las conocidas
ejemplares internacionales e impresos geométri- del ámbito de Mancha o en las cuencas del
cos tienden a situarse en torno al 2500 a.C. Estas Duero y del Tajo.
fechas y estilos coinciden aparentemente con El ejemplo mejor conocido, por el elevado
arquitecturas algo diferentes, en una clara inten- número de registros que tenemos, es el del área
ción de los personajes Ciempozuelos por las argárica para la que la visión tradicional propu-
grandes estructuras hipogeicas2, que recuerdan la so una cronología que sitúa su desarrollo entre
idea megalítica del monumento funerario mien- 2500 y 1400 AC (Gonzalez, 1994:17 y Castro et
tras que el tratamiento de los difuntos es indivi- al. 1996,120-128) un lapso en el que se enmar-
dual, propio de un momento en el que se produ- carían cinco períodos, los dos primeros, identifi-
cen indicios de jerarquización. Cambios sociales cados con el Argar A, cubren el último cuarto del
característicos de la Edad del Bronce cuyos pri- tercer milenio BP y coinciden con los grupos
campaniformes con decoraciones impresas,
meros poblados son sincrónicos, no solo en áreas
mientras que los otros tres períodos, asociados al
tradicionalmente investigadas, como el Argar,
denominado Argar B, coincidentes con la prime-
sino también en la propia Región central ya que

2 Por el momento no podemos definir un modelo para las apuntan también al caracter monumental.
tumbas de ejemplares impresos aunque los últimos datos
CuPAUAM 37-38, 2011-12 Entre el Calcolítico y la edad del Bronce... 203

ra mitad del II milenio BP, son sincrónicos a los 1800 cal. ANE….y el segundo desde c. 1800 cal.
campaniformes incisos, como el Ciempozuelos y ANE hasta el final del grupo argárico” (Castro et
otros estilos regionales. al. 2001, 191), en este caso el primer período
Sin embargo si se atiende a las características caracterizado por la alabarda, como arma emble-
de los conjuntos funerarios ha habido un acuer- mática de la panoplia coincide con la mayoría de
do casi total de que solo es posible diferenciar los enterramientos campaniformes individuales
dos grandes períodos, “el primero de ellos com- o, a lo sumo, de dos o tres individuos, con pre-
prende desde el inicio del II milenio hasta c. sencia de cerámicas tanto impresas como inci-

Figura 1: A-1
204 Patricia Ríos - Concepción Blasco CuPAUAM 37-38, 2011-12

Figura 2: A

sas, es decir sería sincrónico a la segunda etapa abarca entre 1900 y 1450 AC, identificándola
campaniforme. No obstante posteriormente esta con el Bronce Pleno, mientras que la tercera
secuencia argárica se ha rejuvenecido ligera- entre 1650 y 1450 AC, pertenece ya al Bronce
mente simplificándola con una nueva periodiza- Tardío (Molina y Cámara 2004, 456-457). En
ción tripartita para la que proponen una crono- esta propuesta el Horizonte campaniforme sería
logía entre 2250/2200 y 1450/1400 a. C. La pri- contemporáneo de la primera etapa y buena
mera fase comprende hasta el 1900 haciéndola parte de la segunda.
coincidir con el Bronce Antiguo, la segunda
CuPAUAM 37-38, 2011-12 Entre el Calcolítico y la edad del Bronce... 205

Recientemente, autores que conocen bien el conamente persistentes en aportar resultados que
mundo argárico, teniendo en cuenta sólo datacio- enmarcan este Horizonte en un amplio marco
nes sobre muestras de vida corta y estimaciones temporal que cubre desde mediados del III mile-
probabilísticas, así como la constatación de que nio cal A.C. hasta casi finales del primer cuarto
en yacimientos como Gatas o casco urbano de del II milenio A.C., unos resultados que repre-
Lorca los estratos calcolíticos subyacen a los sentan un escollo para adjudicar el campanifor-
niveles de la Edad del Bronce concluyen “que las me al Calcolítico de manera exclusiva, por lo
comunidades calcolíticas se desarticularon antes que, al menos desde el punto de vista temporal,
de la instauración de las primeras manifestaciones es evidente su identificación como Horizonte
materiales que reconocemos como argáricas. Sin bisagra a caballo entre el calcolítico y la Edad
embargo no hay que imaginar entre ambas un del Bronce, el problema estriba en la ausencia o,
hiato o interludio prolongado” (Lull et al. 2010, a lo sumo, en la presencia testimonial que sus
91), esta constatación explicaría la ausencia o, en elementos identificadores y, en particular la
todo caso, la anecdótica presencia del campani- característica cerámica decorada, tienen en los
forme en yacimientos argáricos y permitiría des- yacimientos de la Edad del Bronce.
cartar una prolongada coetaneidad entre el
Con este panorama resulta complicado enca-
Calcolítico y la Edad del Bronce del sureste, a la jar todas las piezas, salvo que entremos a anali-
que se le había atribuido una mayor antigüedad zar la propia secuencia campaniforme y a consi-
que al resto de las regiones peninsulares. derar una trayectoria con dos etapas bien defini-
En otros círculos de la Edad del Bronce con da, la primera de ellas, caracterizada por la pre-
menor número de dataciones y sobre todo de sencia de las cerámicas impresas, acompañadas
mediciones tan precisas, solo algunas muestras o no de ejemplares incisos, cuyo marco temporal
puntuales han aportado valores que sobrepasan cubriría desde mediados a finales del III milenio
los límites del II milenio cal A.C, como es el A.C. y una segunda representada por los contex-
caso de la Mancha tanto en la facies de las tos de decoraciones exclusivamente incisas,
Motillas (Nájera y Molina, 2004, 40) como en la como son la variedad Ciempozuelos y otros esti-
de los poblados de altura (Sánchez Meseguer y los regionales cuya cronología cubre el primer
Galán, 2004, 160 y Sánchez Meseguer, 2004, cuarto del II milenio aproximadamente. Desde
57) y por consiguiente también sus inicios coin- esta perspectiva, resulta que la primera fase sería
cidirían, solo de manera tangencial, con una coetánea del Calcolítico mientras que la segunda
parte de la secuencia temporal del Calcolítico, etapa es coincidente con el Bronce Antiguo, aun-
sobre todo teniendo en cuenta que en muchos que sigue sin encajar la escasa o nula presencia
casos se trata de muestras de vida larga o con de ejemplares cerámicos campaniformes en los
una desviación muy alta por tanto este solapa- niveles iniciales de la Edad del Bronce.
miento se reduce sensiblemente. Esta coinciden- Esta coincidencia temporal con Calcolítico o
cia también la encontramos en círculos más sep- Edad del Bronce explica, entre otras cosas, algu-
tentrionales como el Bronce Valenciano o el nos aspectos diferenciadores entre ambas fases
turolense (Burillo y Picazo, 2001, 120) pero del campaniforme, como son la mayor presencia
también, de manera esporádica ya que las medi- de los ejemplares impresos en monumentos
ciones que alcanzan cifras que sobrepasan el megalíticos levantados y utilizados previamente,
límite del 2000 A.C. son muy escasas. Por tanto, o la incorporación de más cuerpos en una misma
podemos deducir que de manera general tumba, aun cuando a cada uno se les dé un cier-
Calcolítico-Edad del Bronce son estadios conse- to tratamiento individualizado, frente a los gru-
cutivos con un límite que marca una cierta rup- pos tardíos con tendencia a ocupar tumbas indi-
tura entre ellos. viduales o en pareja, tal como es frecuente en la
Pero esta secuencia no resulta tan clara si nos Edad del Bronce.
referimos específicamente a los grupos campani- Sin embargo queda por resolver cómo son las
formes ya que las dataciones antiguas, pero relaciones entre los campaniformes y los grupos
sobre todo las nuevas series realizadas sobre de la Edad del Bronce coetáneos. Una explica-
muestras de vida corta y por AMS, son macha- ción podría ser que en aquellos círculos con
206 Patricia Ríos - Concepción Blasco CuPAUAM 37-38, 2011-12

mayor personalidad, donde la Edad del Bronce feccionados con materiales costosos y exclusivis-
representa una ruptura bastante radical con res- tas, incluso en algunos casos ostentan idénticos
pecto a las comunidades calcolíticas, el campa- objetos de prestigio: botones de marfil, “brazales
niforme regional prácticamente no existe, mien- de arquero” y más excepcionalmente alabardas,
tras que en aquellas áreas donde la Edad del quizás porque es en estos dos ámbitos donde se
Bronce es menos rupturista y su formación pare- mantiene la práctica de enterramientos singulares,
ce ser algo más tardía, el Campaniforme regional mientras que entre otros grupos se asiste a la des-
tiene una cierta pujanza, no obstante todo parece aparición de tales inhumaciones, bien porque no
indicar que en estos casos, su presencia se man- hay una autoridad tan destacada, bien porque se
tiene sólo en los lugares ocupados por los grupos pierde la práctica de una ritualidad funeraria sin-
calcolíticos tardíos, quienes posiblemente, como gularizada en torno a las jefaturas.
en generaciones anteriores, aceptaban la autori-
dad de las élites campaniformes y únicamente,
cuando esta autoridad no es reconocida, los luga-
res se abandonan y van surgiendo nuevos esta- ABARQUERO, F.J.; GUERRA, E.; DELIBES, G.;
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Jarama-Manzanares. “En concreto [para el hori-
zonte Parpantique] se dispone de una seriación BERNABEU, J, FUMANAL, M.P., PASCUAL, J. L.,
de siete análisis válidos, cuyos resultados se PASCUAL, J, GUITART, I.; OROZCO, T.;
encuadran en un margen superior al 90 % de pro- BADAL, E.; BUXÓ, R.; VALLE, R. y CALVO,
babilidad, en el lapso 2350/1680, si bien se con- M. (1993): “El III milenio a. C. en el País
centran entre 2010/1710 cal AC” (Fernández Valenciano. Los poblados de Jovades
(Concentaina) y Arenal de la Costa (Ontinyent)”,
Moreno, 2010, 100). Pero también en el área del
Saguntum-PLAV, 26: 9-180.
alto-medio Tajo donde a la luz de recientes data-
ciones realizadas por AMS sobre muestras de BUENO, P., BARROSO, R. y BALBÍN, R. (2005):
vida corta, (Figura 1), estos lugares de nueva “Ritual campaniforme, ritual colectivo: La necró-
planta debieron de haber perdido todo tipo de polis de cuevas artificiales del Valle de las
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En este escenario curiosamente se observa “Campaniforme en las construcciones hipogeas
una mayor “contaminación” entre el grupo argári- del megalitismo reciente al interior de la
co y los campaniformes que entre éstos y las pri- Península Ibérica”. Veleia, 24-25, nº 2, 771-790.
meras generaciones de la Edad del Bronce del inte-
BUENO, P., GILMAN. A., MARTÍN, C. y
rior peninsular donde los grupos Ciempozuelos tie- SÁNCHEZ-PALENCIA, F.J. (2010):
nen una especial duración. Tales similitudes se Arqueología, sociedad, territorio y paisaje.
advierten en ciertos comportamientos como son Estudios sobre Prehistoria Reciente,
los símbolos que identifican a los líderes a través Protohistoria y transición al mundo romano en
de panoplias de armas o de la incorporación en el Homenaje a Mª Dolores Fernández Posse.
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