Todos los sistemas de creencias prometen tratar necesidades reales que la sociedad
no puede satisfacer, ya sean médicas, espirituales o de comunicación con el resto de
la condición humana. Y como en la historia de la humanidad las creencias se han
generalizado, esto hace que la gente piense que es razonable probar y hurgar en varios
de estos sistemas, para ver si ayudan en algo.
Además, esas necesidades insatisfechas tienen una carga emocional tan fuerte que
hace más difícil el ser escéptico y más fácil el ser crédulo. Por eso el escepticismo
conviene aplicarlo aún más cuando hay emociones intensas en juego; aunque eso
podría presentar un problema, pues el extremo del escepticismo es el cinismo, ese
pensamiento que no deja aceptar nuevas ideas.
La Etología, ciencia que estudia la costumbre y hábitos de los organismos, inició los
primeros pasos en el siglo XIX. La etología acentúa el estudio de lo que es más estable
y espontáneo en el comportamiento de las especies.
Desde un modelo funcionalista, las pulsiones o instintos son entendidos como formas
programadas de adaptarse a las condiciones ambientales.
La motivación endógena representa la (pre) disposición o tendencia propia de un
individuo a comportarse en una situación determinada en función de cambios internos
reversibles. Los estados internos orientan al sujeto hacia actividades de búsqueda y/o
evitación en sus intercambios con el medio. Los patrones de conducta son secuencias
de acciones motoras coordinadas, programadas genéticamente (motor) y las taxias
son movimientos de orientación (dirección).
Las relaciones no se establecen entre sujeto y ambiente, sino entre sujeto y ambiente
significativo, que cambia con respecto a la especie.
3. Luria, A. (1980). La actividad consciente del hombre y sus raíces socio-históricas. En:
Introducción evolucionista a la psicología. Barcelona: Fontanella.
Dos factores que originaron los tres rasgos mencionados arriba: la conformación
socio-histórica de la vida social y el uso de herramientas, y la aparición del lenguaje.
Los científicos del desarrollo se interesan en las formas en que las personas cambian a
lo largo de la vida, así como en las características que permanecen estables. El
concepto del desarrollo como un proceso que dura toda la vida y que puede estudiarse
científicamente se conoce como desarrollo del ciclo vital.
Papalia et. al. trabajan con ocho periodos: 1) prenatal, 2) infancia, 3) niñez temprana,
4), niñez intermedia 5) adolescencia, 6) edad adulta temprana, 7) edad adulta
intermedia y 8) edad adulta tardía. Los científicos del desarrollo sugieren que ciertas
necesidades básicas del desarrollo deben ser satisfechas y ciertas tareas del
desarrollo deben ser dominadas en cada periodo para que ocurra el desarrollo
normal.
Las influencias normativas son aquellas que se experimentan de una manera similar
por la mayoría de la gente de un grupo. Por otro lado, las influencias no normativas
son acontecimientos inusuales que tienen un impacto importante en la vida de los
individuos.
Paul Baltes et al (1987, 1998 y 2001) han identificado seis principios clave del enfoque
del desarrollo del ciclo vital: 1) el desarrollo dura toda la vida, 2) el desarrollo
involucra ganancias y pérdidas, 3) las influencias provenientes de la biología y la
cultura cambian a lo largo del ciclo de vida, 4) el desarrollo involucra una distribución
cambiantes de recursos, 5) el desarrollo es modificable y 6) el desarrollo es influido
por el contexto histórico y cultural.