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Revista de Literatura, 2015, enero-junio, vol. LXXVII, n.

o 153,
págs. 297-334, ISSN: 0034-849X

LYONS, Martyn: Historia de la lectura y de historia de la lectura, 1996); Guillermo


la escritura en el mundo occidental. Ju- Cavallo y Roger Chartier (Historia de la
lia Benseñor y Ana Moreno (trad.). Bue- lectura en el mundo occidental, 1997).
nos Aires: Editoras del Calderón, 2012, Martyn Lyons, doctor por la Universidad
423 pp. de Oxford y profesor en la Universidad de
New South Wales (Sidney, Australia) desde
La profundización en el estudio de la 1977, aporta sus amplios conocimientos en
historia de la lectura y la escritura es fun- historia de la cultura escrita, desarrollados a
damental para entender el libro en una di- través de diversos estudios sobre prácticas de
mensión íntegra, puesto que más allá de su lectura en países como Francia y Australia,
concepción material, su sentido se constru- para llevar a cabo el ambicioso proyecto de
ye a través de la relación con los lectores y abordar la evolución de la lectura y la escri-
el contexto histórico y social de cada épo- tura en el mundo occidental desde la Antigüe-
ca. Conocer las interpretaciones del lector, a dad hasta la revolución digital acontecida en
la vez que la interacción del mismo con los nuestros días. Lyons emprende esta labor con
referentes sociales y culturales que condicio- cuatro objetivos, como él mismo afirma (32-
nan su visión, es básico si se pretende abor- 34): la búsqueda del público lector al que iba
dar el análisis del libro no sólo teniendo en dirigido la creación del escritor y las estrate-
cuenta el texto, sino también la producción, gias comerciales del editor; la respuesta del
transmisión y recepción de éste de una ma- lector real ante el libro (con la dificultad aña-
nera exhaustiva. Los trabajos de autores dida de la censura presente en diferentes épo-
como Jauss, McKenzie, Certeau o Chartier cas); el contexto que rodea al lector en su
fueron fundamentales para entender este apropiación del texto (forma material del tex-
cambio de orientación, al situar el estudio to, bagaje del lector, etc.); la demostración de
del libro no tanto dentro de la Filología, la cómo el uso y difusión de la escritura con-
Bibliografía o las Artes gráficas, como de la lleva una democratización cultural.
historia cultural. Conceptos como la lectura Para lograr estos objetivos, Lyons reali-
entendida en tanto que práctica, el espacio za en primer lugar una introducción en la
donde se desarrolla o los diversos ámbitos que delimita el concepto de historia de la
lectores, cobran una trascendencia ineludible lectura y la escritura junto con los aspectos
dentro de este nuevo ámbito. que se ven implicados en la misma, así
Desde la segunda mitad del siglo XX, como la orientación de la obra en función de
han sido varios los autores que se han ocu- las metas que enuncia. Pasa a continuación
pado en la elaboración de una historia de la a efectuar un análisis diacrónico dividido en
lectura y la escritura, o de una de ellas, que doce partes: la lectura y la escritura en el
recogiera todas las dimensiones referidas mundo antiguo y medieval; la llegada de la
anteriormente. Podríamos destacar, dentro de imprenta y el cuestionamiento de la revolu-
una panorámica amplia del mundo occiden- ción que trae consigo; la imprenta y la Re-
tal, la obra de Marshall McLuhan (La ga- forma protestante; los libros del Renacimien-
laxia Gutenberg. Génesis del homo tipogra- to y los lectores humanistas; la imprenta y
phicus, 1962); Alberto Manguel (Una la cultura popular; el ascenso de la alfabeti-
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zación en la Edad Moderna (siglos XVII y Por último, se añaden una serie de ma-
XVIII); la censura y el público lector de la pas, ilustraciones y esquemas, que amplían
Francia prerrevolucionaria; la fiebre de la y complementan gráficamente al texto. Asi-
lectura (1750-1830); la época de la lectura mismo, se adjunta al final una bibliografía
de masas; nuevos lectores y nuevas culturas recomendada, clasificada por materias y épo-
lectoras; la democratización de la escritura cas, junto con un amplio índice analítico, lo
desde 1800 hasta la actualidad y, por últi- que hace al ejemplar más accesible y mane-
mo, los lectores y escritores en la era digital. jable. Todos estos elementos contribuyen a
A lo largo de este recorrido histórico, cumplir el objetivo más difícil: que este li-
Martyn Lyons presta especial atención a as- bro logre ser una síntesis clara, amena y
pectos fundamentales para entender la evo- sencilla de un tema cuya amplitud y com-
lución objeto de su estudio, como la crea- plejidad se ven acentuadas por el prolonga-
ción y difusión de la imprenta, o el ascenso do lapso de tiempo que se abarca.
de la alfabetización y, por consiguiente, de Puede que se eche en falta, puesto que
la censura y de la progresiva afirmación de de historia de la lectura y la escritura se tra-
una cultura de masas, cuyo avance supone ta, alguna sección que hable más específica-
un cambio de base en la cultura lectora. mente de la figura del escritor en tanto que
Cada capítulo está dividido en una serie de productor de textos, así como la evolución
epígrafes que aclaran los diferentes aspectos de sus estatus y progresiva profesionali-
abordados en las distintas épocas, acompa- zación, sobre todo a lo largo de los dos úl-
ñando las explicaciones con una selección de timos siglos. El concepto de escritura es
datos numéricos y una panorámica general entendido en este caso más desde el punto
de todos los países en cada momento. De de vista de la expansión de la alfabetización,
esta manera, Lyons permite al lector hacer- junto con la democratización cultural que
se una idea más clara de la dimensión y el este proceso conlleva.
alcance de los diversos fenómenos que abor- En conclusión, la lectura de este libro se
da. La presencia, cuando es posible, de tes- hace imprescindible para cualquier investiga-
timonios personales y ejemplos concretos, dor que pretenda abordar alguno de los
acontecidos a lectores reales, contribuye asi- múltiples aspectos que Lyons trata, ya que
mismo a no quedarse únicamente en el as- resulta un instrumento de gran utilidad para
pecto social de la lectura, sino también a conseguir una visión de conjunto clara y ri-
comprender el componente individual que gurosa. Supone un valioso complemento
conlleva la apropiación del texto. para los estudios literarios, al ser fundamen-
También ofrece Lyons una nueva visión tal trascender el nivel del análisis textual y
de algunos temas cuya interpretación ha que- conocer las condiciones materiales y de di-
dado tradicionalmente asentada, como puede fusión de dichos textos para entender su asi-
ser el mito de Gutenberg como único creador milación e interpretación a lo largo de la
de la imprenta, en una fecha concreta (heren- historia, sin que por el momento existan
cia de la visión romántica de un momento de muchas síntesis en lo tocante a estos temas.
iluminación de un genio incomprendido, sin Al mismo tiempo, la amenidad y sencillez de
tener en cuenta los socios que contribuyeron la obra la hacen recomendable para cualquier
a su proyecto ni otras culturas en las que tam- público interesado en la materia o en algo
bién se desarrollaron los tipos móviles); de las tan fundamental para entender la propia cul-
consecuencias reales de dicha creación (cuan- tura como la historia de la producción, emi-
do en realidad la imprenta no acaba con la sión y recepción de los textos que la con-
rica cultura oral mayoritaria coetánea), o de forman.
la relación entre la misma y la difusión de la
Reforma protestante. RAQUEL JIMENO REVILLA

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CALERO VAQUERA, M.ª Luisa y M.ª Án- el sentido de las palabras son cíclicos, de ahí
geles HERMOSILLA ÁLVAREZ (ed.). las similitudes con otros procesos de seme-
Lenguaje, Literatura y Cognición. Córdo- jantes características, como la forma metafó-
ba: Servicio de Publicaciones de la Uni- rica de una órbita. Este rasgo cíclico permi-
versidad de Córdoba, 2013, 337 pp. te explicar otros fenómenos lingüísticos,
como el sistema de casos de algunas lenguas
El libro que reseñamos, editado por M.ª indoeuropeas.
Luisa Calero Vaquera y M.ª Ángeles Her- Ángel López García-Molins dedica su
mosilla Álvarez, recoge 16 trabajos que interesante trabajo a la Gramática Liminar o
muestran el auge del Cognitivismo en Euro- Perceptiva, teoría nacida en los 80 y que
pa, tanto en Lingüística como en Literatura. supone una propuesta muy original en el
Sin restar importancia al papel fundamental panorama de la Lingüística Cognitiva mun-
de los estudios del ámbito anglosajón, se dial. Su consideración como «liminar» se
destaca, pues, la línea cognitiva europea, que debe a que «el lingüista se sitúa [...] en la
se suma a la serie de trabajos publicados en frontera entre el lenguaje y el metalenguaje,
las dos últimas décadas, entre otros José Luis considerando la relación que los une», y
Cifuentes (coord.), Estudios de lingüística «perceptiva porque trata el lenguaje a la
cognitiva (Alicante: Universidad de Alican- manera de la percepción». De ello se deri-
te, 1998); María Josep Cuenca, Introducción van dos principios teóricos fundamentales: la
a la Lingüística cognitiva (Barcelona: Ariel, paradoja de la frontera y la ley de la relati-
1999); Alan Croft y William Cruse, Lingüís- vidad explicativa.
tica cognitiva (Madrid: Akal, 2008); Jesús El capítulo de M.ª Ángeles Hermosilla
Gerardo Martínez del Castillo, La lingüísti- está dedicado al ámbito literario y en él des-
ca cognitiva: análisis y revisión (Madrid: taca el papel de la Estética de la Recepción
Biblioteca Nueva, 2008), entre otros títulos (cuyo origen reside en la Fenomenología de
representativos. Husserl) a la hora de demostrar con brillan-
El primer estudio de esta obra, escrito por tez que entre el texto, el emisor y el recep-
Francis Tollis, está dedicado a Maurice tor se crea una relación dinámica, de modo
Toussaint y a su Neurolingüística Analítica. que el sentido del primero depende de los
Del reconocido investigador francés destaca otros dos. Ello se aleja, así, del inmanen-
sus replanteamientos sobre la epistemología tismo de los estudios estructuralistas.
lingüística surgidos a partir de su interés por También en el ámbito literario se sitúa
otras disciplinas como la Biología o la Física. M.ª Dolores Porto Requejo, quien dedica su
También a Maurice Toussaint, investiga- estudio a la Poética Cognitiva, surgida en los
dor de Scholar, Sorbonne Nouvelle, falleci- 90 y heredera de la Estilística, de ahí que se
do en 2010, dedican las editoras como ho- la haya llamado también Estilística Cognitiva
menaje este libro, ya que lo consideran y Retórica Cognitiva. Muestra la autora las
inspirador de varias reflexiones surgidas en diversas posibilidades del concepto de me-
el Congreso Internacional «Lingüística y táfora en el análisis literario.
Poética Cognitivas», celebrado en la Univer- De nuevo sobre la Poética Cognitiva
sidad de Córdoba en 2009, y en el que el versa el trabajo de Juani Guerra, que sitúa
investigador francés participó como ponen- su investigación en el «Paradigma de las
te invitado. El estudio de Toussaint consti- Teorías de la Complejidad desde la nueva
tuye la reproducción, con leves cambios, de alianza entre las Ciencias Humanas y las
un trabajo que adopta la forma de carta di- Ciencias Naturales propuesta por las prime-
rigida a René Thom, quien estableció los ras Teorías del Caos». Reivindica la interdis-
fundamentos de la Teoría del Caos. Defien- ciplinariedad como necesidad para todo au-
de Toussaint que los procesos que originan téntico avance del conocimiento.

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Eulalio Fernández Sánchez sostiene la terarios no exige la realización de procesos


necesidad de un estudio interdisciplinario del particulares. Más aún, la relación entre el
signo lingüístico, en particular desde la Bio- lenguaje natural y el literario crea un espa-
logía y la Psicolingüística. A partir de aquí, cio de investigación no solo para la Litera-
sostiene el estudioso, se deriva el carácter tura, sino también para la Psicología y la
motivado (como pone en evidencia la etimo- Lingüística Cognitivas.
logía cognitiva) y simbólico del signo lin- M.ª Paz Cepedello Moreno y M.ª del
güístico. Carmen García Manga demuestran que exis-
Al ámbito de la traducción está dedica- ten muchos mecanismos en el origen de la
do el trabajo de M.a del Mar Rivas Carmona motivación del signo lingüístico, lo que re-
y Vicente López Folgado, quienes defienden sulta de especial interés cuando pasa de ser
lo adecuado de la «semejanza interpretativa» un fenómeno individual a ser un fenómeno
frente al concepto de «equivalencia» o «mis- social. Como presentan de modo muy bien
mo valor», puesto que el segundo resulta ilustrado las autoras, entre estos mecanismos
utópico. La traducción, en definitiva, debe sin duda cobra un protagonismo particular,
constituir un proceso cognitivo en el que el por su productividad, la metáfora.
traductor procese los efectos contextuales. También a las metáforas, en concreto del
Carlos Subirats Rüggeberg centra su in- corazón, dedica su trabajo Regina Gutiérrez
teresante trabajo en la aplicación del mode- Pérez, quien hace un estudio de ellas en cin-
lo de la Semántica de Marcos a la concep- co lenguas, demostrando, gracias a las con-
tualización del léxico del español. Presenta ceptualizaciones muy cercanas, que puede
así uno de los resultados del proyecto de hablarse de una motivación universal a par-
investigación FrameNet Español (FNE). Sos- tir de un conjunto de estereotipos relaciona-
tiene que «es el marco semántico que evoca dos con el cuerpo humano.
una unidad léxica el que permite la com- Anna Sánchez Rufat hace una interesan-
prensión de su significado [...]». te propuesta para mejorar la enseñanza-
Ángel Luis Luján Atienza defiende la aprendizaje de las combinaciones léxicas en
Estilística Cognitiva como propuesta meto- una segunda lengua, gracias a su descompo-
dológica para el comentario de los textos sición de acuerdo con diversas teorías
literarios, partiendo de un principio básico de cognitivas como la del rastro, la del código
la Poética y de la Lingüística cognitivas, a dual y la de los niveles de procesamiento.
saber, que «no hay distinción entre lenguaje A la metonimia conceptual y a su ubi-
literario y lenguaje “estándar”. Se trata sim- cuidad en el pensamiento y en la lengua
plemente de usos distintos del lenguaje, o de dedica su trabajo Antonio Barcelona, quien
polos de un continuum». argumenta de modo sólido la existencia de
Francisco Javier Perea Siller argumenta operaciones metonímicas en muchos proce-
con claridad, a partir de textos ilustrativos de sos lingüístico-cognitivos, así como en la
fray Luis de León y Andrés de Poza, a fa- comprensión del discurso, tanto en el domi-
vor del presupuesto cognitivista de que en el nio semántico como en el gramatical.
lenguaje de una comunidad se incorporan Estos son pues, en síntesis, los trabajos
imágenes que proceden de la visión de mun- que se recogen en una abarcadora obra so-
do de los hablantes. Entre otros, lo ilustra bre la Lingüística y la Literatura cognitivas
con términos como hidalguía, pureza o lim- que sin duda constituye un referente funda-
pieza. mental e indispensable en el panorama ac-
Mercedes Belinchón Carmona defiende tual.
que el lenguaje literario y el natural son el
reflejo de una misma organización mental, MARÍA MARTÍNEZ-ATIENZA
por lo que la comprensión de los textos li-

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ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín. El cri- que esto se vería «como un atentado contra
men de la escritura. Una historia de las la necesaria autenticidad, como un crimen de
falsificaciones literarias españolas. Ma- la escritura» (37). El crimen de la escritura
drid: Abada Editores, 2014, 455 pp. se refiere, pues, a la falta de decoro del fal-
so en una determinada época, precisamente
La mayor parte de las obras que se es- el siglo XVIII.
criben, incluso las de carácter científico, son La obra se compone de cuatro grandes
prescindibles, es decir, se publican, se exhi- apartados, una completísima «Bibliografía»
ben en los escaparates de las librerías, se y un muy útil «Índice de nombres y de tí-
venden e incluso se leen, pero, pasada una tulos» que facilita la consulta, dada la enor-
temporada, desaparecen hasta de la memo- me cantidad de datos que se aportan, ade-
ria de los lectores. Muy pocos libros están más de una «Introducción» y de un «Índice
llamados a perdurar y a convertirse en esen- de ilustraciones». En las dos primeras par-
ciales, a ser referentes en su género con el tes («Entre historia y literatura, cuestiones de
paso del tiempo. Este es el caso de El cri- autoría» y «Razones, prácticas y usos de lo
men de la escritura. Una historia de las falso»), Joaquín Álvarez se adentra en la
falsificaciones literarias españolas de Joa- intrincada selva de lo falso y trata de des-
quín Álvarez Barrientos, investigador del brozar ese bosque para delimitar su objeto
Consejo Superior de Investigaciones Cientí- de estudio. Y al hacerlo nos muestra la ex-
ficas, uno de los más importantes especialis- traordinaria complejidad de los hechos; en
tas en el siglo XVIII y autor de numerosos primer lugar, por la cantidad y la variedad
trabajos sobre este tema y otros. de términos que aluden al fenómeno de la
Inicialmente destaca su título que mues- falsificación, algunos de difícil delimitación:
tra, ya desde el principio, un claro interés del superchería, mistificación, contrahechura,
autor por el juego. En efecto, la primera fingimiento, fraude, impostura, broma, pas-
parte (El crimen de la escritura) invita a tiche, falsario, falsificador..., por no hablar
imaginar una aventura ficcional de carácter de plagio —del que no se trata en el libro—,
detectivesco propia del género negro, mien- de heteronimia, de apócrifo o de seudónimo,
tras el subtítulo (Una historia de las falsifi- así como de conceptos no siempre cómodos
caciones literarias españolas) recoge su ca- de abordar que tienen que ver con la simu-
rácter ensayístico. El libro, naturalmente, es lación de la autoría: el «negro» y los auto-
un estudio sobre las falsificaciones, pero res colectivos. Pero además, esa terminolo-
también goza de cierto estilo —y de cierto gía, y los conceptos que recoge, no puede
interés— cercano al de las historias de de- desligarse de su valor histórico, que va cam-
tectives, porque en no pocas ocasiones su biando a medida que se transforma la socie-
autor dilata la redacción de los diferentes dad y con ella la idea de lo literario y su
«casos», recreándose en relatar las dificul- contexto. En estos primeros capítulos, Álva-
tades que encuentra el investigador y las rez Barrientos entrega al lector las herra-
vueltas de tuerca que da la realidad, que en mientas necesarias que le ayudarán a enten-
ocasiones acaba convirtiéndose en algo sor- der los diferentes casos que presentará en la
prendentemente próximo a la ficción. Resul- parte histórica, lo que le lleva a explicar la
ta interesante, así mismo, destacar esa cabe- motivación y el uso de lo falso. Por qué se
cera —un hallazgo— que remite al guiño del falsifica es una pregunta de difícil respuesta
autor con sus otros centros de interés inte- que lleva al autor a reflexionar sobre el fe-
lectual, porque, según cuenta, en el siglo nómeno en profundidad, a hablar de razones
XVIII los escritores tenían un compromiso económicas, eruditas, políticas, religiosas o
moral con la sociedad, de modo que no po- estéticas; la venganza, incluso, puede ser un
dían violar la confianza de sus lectores por- móvil estimable. Además, trata del contexto

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que utilizan los falsarios para dotar de ve- época que conoce especialmente, como ya se
rosimilitud a la superchería, lo que acaba dijo. Es destacable el caso de José Marchena
convirtiéndose en un cliché de género. Ar- y su falsificación del Fragmentum Petronii,
gucias como el hallazgo de manuscritos, car- un nuevo guiño de Joaquín Álvarez a su pro-
tas, documentos; la traducción de una len- pia producción académica, con sus explica-
gua extranjera, el uso de la tradición oral, la ciones eruditas y sus comentarios sobre el
invención de un autor desconocido, la mez- hecho en sí y sobre lo que este le sugiere
cla de lo auténtico y lo falso, etc., sirven —que es mucho— en términos de teoría so-
para crear la sensación de que aquello es bre el falso. Y también otros relacionados
creíble, posible, verdadero en definitiva. con Marcelino Menéndez Pelayo, Bécquer,
La tercera parte («Diacronía de una con- Unamuno, Antonio Machado, Eugenio
tinuidad. Fragmentos para una Historia de la d’Ors, Federico García Lorca o Max Aub, a
literatura apócrifa») es la más amplia. En los que añade uno muy cercano a su interés
ella se da cuenta de diferentes casos que se —el de Julio Caro Baroja— y otros más
disponen de forma cronológica con el fin de próximos en el tiempo, como el de la Escue-
mostrar «el modo en que se mantiene cons- la Goliardesca Salmantina. A pesar de los
tante la falsificación literaria y cuáles son sus numerosos ejemplos, Álvarez Barrientos se-
relaciones con la producción auténtica, así ñala que otros muchos quedaron en el tinte-
como la manera en que el sentido y concep- ro, porque la finalidad no estaba tanto en ser
to de lo falso varía con el paso del tiempo» exhaustivo como en crear una teoría sobre
(121). Así mismo, el orden temporal mues- la impostura y presentar ejemplos de su con-
tra el diferente uso de las técnicas, las es- tinuidad en el tiempo. Y esto se consigue
trategias paratextuales de la verosimilitud y con creces en el libro.
la variabilidad del interés de los falsarios En las páginas finales, que en un nuevo
según el momento histórico. Álvarez Ba- guiño recogen el título de la obra y cierran
rrientos recoge aquí decenas de ejemplos, el círculo, Joaquín Álvarez recopila la teo-
cuidadosamente seleccionados y explicados ría diseminada y reflexiona sobre las dimen-
para que el lector tome conciencia de la siones de lo falso, sobre su exigencia de
complejidad que encierra cada uno de ellos. verosimilitud o de verificación por medio de
Presenta modelos de la Edad Media, muchos lo canónico. Pero también sobre su impor-
de carácter documental vinculados esencial- tancia para la cultura ortodoxa, sobre la tras-
mente con la fundación de monasterios, y cendencia que revela al reivindicar la figura
otros más tardíos centrados en justificar la del escritor o sobre la necesidad de reinter-
limpieza de sangre. De cualquier modo, es pretar la historia de la cultura ante la nueva
destacable la profunda erudición del autor, perspectiva de sus creaciones, porque la
su conocimiento no solo de la literatura ca- falsificación es, a veces, la forma de respon-
nónica sino también de la heterodoxa, y su der a una realidad con la que no se está
interés, que redunda en beneficio del lector, conforme.
por explicar cada uno de los casos mencio-
nados, por tratar de elucidar los motivos ASCENSIÓN RIVAS HERNÁNDEZ
históricos, sociales y personales de las dife-
rentes supercherías. Destacan los casos del
Centón epistolario, los que surgen a la zaga
del Quijote desde su aparición, del teatro en CANISIO, Pedro. Doctrina cristiana. Rafael
los siglos áureos, o el referido a la creación Zafra Molina (ed., estudio y notas). Pal-
del heterónimo «Tomé de Burguillos» por ma de Mallorca: Universitat de les Illes
Lope de Vega. Y despunta aún más todo lo Balears – José J. de Olañeta, 2014, 87+
que el autor nos cuenta sobre el siglo XVIII, 266 pp. Colección Medio Maravedí, 17.

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La aparición de los catecismos de Pedro más porque adquirió tal carácter de «clási-
Canisio en una colección de Filología como co» que se incluyó en la ratio studiorum de
es Medio Maravedí puede causar cierta sor- la Compañía (39). Además, Zafra muestra
presa, disipada cuando se lea en la introduc- que la estructura de este catecismo respon-
ción que esos libros dejaron una profunda de a una tradición implantada en España
huella en la literatura y el arte de los siglos desde el siglo XIII (40-45).
XVI y XVII, que formaron parte de la edu- Otros temas que se abordan en el estu-
cación elemental de autores formados en dio son: el marco de la enseñanza catequé-
mayor o menor medida con la Compañía de tica, donde se imbrican la gramática y la
Jesús, como Cervantes, Góngora, Lope de religión (31-32); el itinerario de elaboración
Vega, Quevedo y Calderón de la Barca, y y difusión de los catecismos de Pedro Cani
que por tanto son «obras de consulta y ano- sio (33-40); la articulación de tradición y
tación básica para todos los que estudian este novedad en el planteamiento humanístico del
periodo» (21). Así pues, la Doctrina cristia- «método» de catequesis (45-48). A este res-
na se añade a los servicios que Rafael Za- pecto resulta interesante observar los esque-
fra ha prestado a la comunidad filológica mas mnemotécnicos incluidos como apéndi-
colaborando en la edición del Tesoro de la ce del Catecismo breve (241-243), que no
lengua de Covarrubias y preparando la edi- pueden menos de recordar a las esquematiza-
ción facsímil de Los emblemas de Alciato ciones de Petrus Ramus. Una sección impor-
traducidos en rimas españolas, que ha he- tante es la dedicada a las versiones ilustra-
cho nuevamente accesibles los grabados ori- das de los catecismos (59-70), donde Zafra
ginales. Por lo demás, el libro tampoco des- examina la tradición que se remonta a los
dice de compañeros de colección como son xilograbados de la Biblia pauperum —habría
dichos emblemas de Alciato, las ilustracio- sido interesante añadir las Artes moriendi—
nes del Antiguo Testamento de Hans Hol- y a los catecismos protestantes, y por otra
bein y el Arte de bien morir y breve confe- parte señala la proyección de los grabados
sionario. La interdisciplinariedad ha de catequéticos en la gran iconografía barroca
empezar por los materiales. de Caravaggio y Murillo, entre otros, y, en
El estudio introductorio de Rafael Zafra América, de Miguel de Santiago. Además de
va precedido de unas páginas del papa emé- esto, el estudio introductorio apunta otras
rito Benedicto XVI acerca de san Pedro cuestiones de interés, como es la compleji-
Canisio, que subrayan la extraordinaria di- dad y tensión interna de la Contrarreforma,
fusión de sus catecismos en Alemania, has- la conexión de la catequesis con la compo-
ta el punto de que se hizo natural la meto- sitio loci, y los entresijos del mercado del
nimia de «canisio» por «catecismo» (15). libro en el siglo XVI.
Este fenómeno es bien conocido, y Zafra no El método de edición empleado por Za-
se detiene en él más de lo justo, remitiendo fra es discretamente experimental. Ha utili-
a la pragmática del emperador Fernando I zado las dos traducciones del Canisio al cas-
que lo declaró oficial en sus estados; lo que tellano publicadas en el siglo XVI: una
aporta su introducción es una serie de indi- hecha sobre la primera versión, de 1555, por
cios de su carácter cuasi oficial para Espa- el humanista Juan Martín Cordero (Amberes,
ña, a partir de una pragmática de Felipe II 1558) y otra hecha sobre la segunda, de
que suele considerarse vinculante solo para 1566, por el teólogo —autor de aquellas
Flandes pero es posible que también entrase Súmulas que el canónigo del Quijote (I.47)
en vigor para los reinos de la Península Ibé- admitía no conocer tan bien como los libros
rica (49-52). En cualquier caso, la influen- de caballerías— Gaspar Cardillo de Villal-
cia de los jesuitas en la enseñanza no deja- pando (Alcalá, 1576); quede dicho al mar-
ría de favorecer la difusión del Canisio, tanto gen que Zafra discute el nombre de «pre-

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tridentina» que se ha dado a la primera ver- quienquiera que se interese por la cultura
sión, pues ya recoge los frutos de las prime- española en el Siglo de Oro, da algunas pis-
ras sesiones del Concilio de Trento. La tas para proseguir la investigación, y toma
dispositio textus resultante es como sigue: el algunas decisiones de método ecdótico sobre
texto base es la traducción de Cordero, con las que conviene seguir reflexionando. En-
las lecturas de 1558 enmendadas gracias a tre las pistas, merece la pena señalar que el
sus reediciones de 1562 y 1565; aquellos pa- catecismo no consiste solamente en unos
sajes de Cordero que fueron suprimidos en contenidos sino también en una cierta forma
la segunda versión se dan entre corchetes; mentis, como se manifiesta, por ejemplo, en
por último, las adiciones de la segunda ver- las series mnemotécnicas numeradas: siete
sión, en traducción de Villalpando, se dan en virtudes (tres teologales más cuatro cardina-
seminegrita. Así pues, lo que el libro con- les), siete vicios, siete dones del Espíritu
tiene es una edición de la traducción de la Santo, tres consejos, cuatro postrimerías, etc.
primera versión por Cordero, suplementada (44); lo cual puede fácilmente conectarse
con pasajes adicionales de Villalpando; no se con las enumeraciones, correlaciones y ver-
edita la versión de Villalpando como tal. Si sus rapportati del Barroco. Entre las deci-
esto puede ser una pérdida para el conoci- siones ecdóticas se han de contar la combi-
miento del catecismo, no dejará de ser una nación de dos versiones en un solo texto, el
ganancia para quien aprecie la buena prosa uso de las notas marginales, la incorporación
castellana de Cordero. Resulta grata la ubi- abundante de ilustraciones, y el juego entre
cación de las referencias bíblicas manejadas modernización gráfica y conservación de
por el catecismo en los márgenes de la pá- ciertas formas. Rafael Zafra apunta, ante
gina, a la antigua usanza; el empleo de no- todo, a facilitar la lectura sin perder el rigor;
tas al pie o de paréntesis habría producido aun así, hay una decisión que no facilita el
un texto muy sobrecargado. Además, se in- empleo de su edición como obra de consul-
cluyen los grabados que aparecieron en el ta: el tratar la tabla de contenido del cate-
Canisio latino de Philip Galle y Christophoro cismo como parte del texto editado, de tal
Plantino (Institutiones christianae. Amberes, forma que se aloja en el interior del volu-
1589). men (6 y 191), no al principio o al final,
El volumen se completa con dos textos donde va a buscarla quien se interesa por un
más. Uno es la traducción del Catecismo tema particular. Quizá se subsane esto una
breve de Canisio, acompañada de los graba- reedición, si la primera tirada se agota pron-
dos de la edición latina de Belleri (Amberes, to, como puede esperarse de un libro tan útil
1575), mucho más sencillos que los de Galle y bien presentado.
y Plantino. El último es el Catecismo míni-
mo en latín, que tiene gran interés, como LUIS GALVÁN
señala Zafra, porque fue «la base del apren-
dizaje de la doctrina y de la lengua latina de
generaciones de estudiantes en los colegios
de la Compañía» (74). Además, Zafra da ALARCÓN SIERRA, Rafael. Vértice de lla-
noticia de la existencia de una versión cas- ma. El Greco en la literatura hispánica.
tellana del mínimo hecha para los soldados Estudio y antología poética. Valladolid:
de los tercios de Flandes; no ha podido Ediciones Universidad de Valladolid,
manejarla porque el único ejemplar que se 2014, 316 pp.
conserva estaba en proceso de restauración
(75). Volver desde la literatura sobre la vida,
En conclusión, el libro proporciona unos la obra y la significación de un gran artista
materiales extraordinariamente valiosos para es una experiencia estimulante, porque en

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RESEÑAS DE LIBROS 305

cierto modo es extraer al personaje y sepa- avanzadas corrientes plásticas del siglo XX,
rarlo del contexto en que los estudiosos lo no es de extrañar que nuestros poetas aten-
han situado y podríamos añadir que sepul- dieran con verdadera devoción la pintura de
tado. Pensar que el Greco es algo más que este ser siempre misterioso, siempre asom-
una inmensa lección de la historia del arte broso y sorprendente. Porque leyendo los
en España y en Occidente es decisivo a la muchos poemas recopilados en este libro
hora de valorar este volumen. Con motivo advertimos enseguida que esa es la imagen
del centenario se han realizado exposiciones que con más claridad y potencia ha trascen-
en las que su pintura ha podido ser contem- dido a la poesía: la del ser complejo que
plada en un mismo lugar a través de obras vivía en los colores más refulgentes y defor-
que están expuestas habitualmente en los maba los perfiles desdibujando nitideces y
cinco continentes y se han podido ver las exactitudes, que era su particular forma de
pinturas de aquellos que le siguieron a tra- superar la realidad real. Como señala el pro-
vés de sus representaciones modernas y pio autor, este libro supone un viaje que va
avanzadas en los siglos siguientes. Pero el desde el presente al origen, y la última eta-
Greco también es la palabra, la palabra de pa de un «proceso de creación que se con-
aquellos que se aproximaron a él para des- forma paralelamente en la plástica, la litera-
cubrirlo, para entenderlo, para entrar en su tura y la historia del arte, donde de hecho,
mundo misterioso y complejo, y el Greco, se crea una nueva categoría para poder ex-
desde luego, es también el objeto de la pa- plicar su obra, anticlásica y antinatural: el
labra poética de un buen número de poetas manierismo».
españoles que han querido expresar lo que Por eso parece tan acertado el título del
han sentido al contemplar su obra. Este li- libro, tomado de una imagen visionaria de
bro, que es obra de un filólogo avezado y Rafael Alberti cuando contempla la pintura
prestigioso, nos muestra exactamente lo que del Greco: «barro ascendiendo a vértice de
la palabra ha servido para entender mejor y llama», porque en él se anuncia cuanto de
sentir de otro modo la figura de un pintor vanguardista tenía este pintor. Y como de
difícil que solo podemos conocer a través de traspasar fronteras se trata, el volumen, en
sus esplendidos y magistrales lienzos. su estudio preliminar, que ocupa la mitad del
Parte Rafael Alarcón Sierra, en el estu- libro, trasciende de la historia a la crítica
dio preliminar de este interesante volumen, literaria y de las artes, y atraviesa desde la
de que el Greco, cuyo cuarto centenario ha pintura al cine o la música para recrear una
concitado celebraciones merecidas y algunas múltiple visión del Greco y su obra en la
de ellas espectaculares, es nuestro contem- poesía hispánica que, al final, se cierra con
poráneo y sobre esa idea surge la inmensa una amplia y exhaustiva antología poética
reunión de numerosas voces literarias hispá- absolutamente sorprendente, porque parte de
nicas en homenaje al gran pintor, maestro los contemporáneos, como Góngora y Fray
primero de la escuela española. Y asegura Hortensio Félix Paravicino, y llega a los más
que el Greco es un fecundo anacronismo coetáneos poetas de la España de hoy, como
moderno, porque el gran pintor es una crea- José Luis Rey o Blanca Andreu pasando por
ción de la primera mitad del siglo XX, mo- los más poemas conocidos, como los de Ma-
mento histórico en el que surge la figura de nuel Machado, Rafael Alberti, Jorge Guillén,
este artista tan extraño como solitario, que Luis Cernuda e incluso algún sorprendente
recorrió Europa de un extremo a otro, des- Miguel Hernández, y la no menos extraor-
de Venecia y Roma a su definitivo Toledo. dinaria presencia de García Lorca, Buñuel,
Si el Greco en la historia del arte está Dalí y Pepín Bello con su divertido y enig-
considerado un precedente claro de la van- mático anaglifo «El té, / el té, / la gallina, /
guardia española, y es el maestro de las más y el Teotocópuli».

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De particular interés resulta el capítulo zas de hombres de palacio y crianza (c.


«La construcción del Greco en la moderni- 1512), recopiladas por Juan Agüero de
dad» porque constituye un concienzudo es- Trasmiera. Víctor Infantes (ed. y pros-
tudio de cómo el Greco ha llegado a noso- pecto). Madrid: Turpin Editores, 2012,
tros, desde los siglos XVII y XVIII, hasta 68 pp. Colección «Los Libros de San-
penetrar en el siglo XIX y el XX ya con sueña», 2.
Rusiñol y Zuloaga. Por supuesto, la signifi-
cación en toda esta historia de Picasso es Víctor Infantes de Miguel, catedrático de
fundamental como lo es la visión institucio- Literatura Española y reconocido investiga-
nista del Greco. Los modernistas, la visita a dor en el campo de la filología hispánica
Toledo de Pío Baroja y de Azorín, y lo medieval y aurisecular, se ha encargado de
importante que fue para Ortega y Gasset, publicar un curioso opúsculo de Juan Agüe-
Valle-Inclán, Unamuno, Juan Ramón Jimé- ro de Trasmiera, titulado Probadas flores
nez y tantos otros, hasta llegar a Eugenio romanas de famosos y doctos varones..., que
d’Ors, la vanguardia y la joven literatura, debió de ver la luz hacia 1512. En el estu-
Ramón Gómez de la Serna, o Gregorio dio preliminar (11-34), el profesor Infantes
Marañón. nos describe el librito de Agüero, aclarando
No menos interesante es la visión con- que se trata de «una divertida obrilla» de la
temporánea del Greco que nos ofrece Alar- que «desconocemos la fuente segura de la
cón Sierra al situarlo en nuestro tiempo, en que traduce» al parecer, del italiano y de la
nuestros días, y analizar su presencia en la que, «además, carecemos de algunas de sus
música, en el cine e incluso en la publici- apariciones impresas». Tampoco ayuda mu-
dad, con esa pintoresca presencia, nunca cho «que su contenido sea una mezcla de
mejor dicho, de El caballero de la mano al supercherías, prescripciones sanitarias case-
pecho, al que sorprendemos con un chupe- ras de automedicación, trucos de magia blan-
te, una tableta electrónica, un talonario de ca para ilusionistas aficionados y fórmulas
cheques o vestido con un chándal de Adidas. magistrales para curar todo tipo de males
El mismísimo Museo del Prado vende unas humanos». Las Probadas flores alcanzaron
camisetas donde la mano del caballero se un cierto éxito editorial y según su autor
convierte en un icono pop al ir estampada «están compuestas para salud y reparo de los
en el pecho de la propia prenda... cuerpos humanos, y gentilezas de hombres
Volver al Greco a través de la palabra de de palacio y de crianza», lo que quiere de-
tantos escritores españoles es lo que este li- cir que su deseo era que sirvieran a un tiem-
bro ha pretendido para demostrar no solo su po «de curación y de divertimento» (11-12).
universalidad sino también su indiscutible Con estas palabras, Víctor Infantes pre-
actualidad al forjarse como uno de los com- senta sumariamente al autor y a su obra, a
ponentes esenciales de nuestro de nuestro los cuales dedica las páginas siguientes. Del
patrimonio, de nuestro propio espíritu, de primero conocemos escasos datos, extraídos
nuestra identidad. de los libros en los que intervino de una u
otra manera: posible descendiente del solar
FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA de los Agüero en la merindad cántabra de
Trasmiera, nacido probablemente en Ciudad
Rodrigo, vinculado al ambiente universitario
y literario de Salamanca y emparentado con
AGÜERO DE TRASMIERA, Juan. Proba- la familia de impresores Porras, con quienes
das flores romanas de famosos y doctos colabora entre 1511 y 1512, cuando apare-
varones, compuestas para la salud y re- cen casi todas sus publicaciones. A partir de
paro de los cuerpos humanos, y gentile- entonces se le pierde el rastro y solo en 1546

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aparece su nombre encabezando una edición Igualmente, se le deben las antisemitas Co-
toledana, sin que sepamos a ciencia cierta si plas del perro de Alba publicadas poco an-
se trata de él o de un homónimo. Con débi- tes de 1524 , de las que se realizaron media
les argumentos, se le ha relacionado con la docena de ediciones en el siglo XVI. Final-
villa de Ledesma y se le ha adjudicado una mente, su nombre aparece en una tardía edi-
hipotética estancia en Roma. Finalmente, se ción del Repertorio de los tiempos (Toledo:
ha supuesto que pudo terminar su vida de Fernando de Santa Catalina, 1546) de An-
corregidor en Alcaraz. Todos estos datos drés de Li, en cuyas páginas 61-68 junto a
parecen dibujarnos «la figura de un hidalgo tablas y equivalencias se recoge «una leví-
arruinado, tercerón de ilustre prosapia», que sima addenda de la influencia de los plane-
manifiesta constantemente su afición por los tas en el hombre» (22).
blasones y por las gestas de sus antepasados, Tras exponer la producción literaria de
pareja con una proclamada inclinación a fa- Agüero, el profesor Infantes pasa a estudiar,
vor de los relatos caballerescos. Nacido se- en particular, las Probadas flores romanas.
guramente a finales del siglo XV, «alcanzó, Comienza con la descripción bibliográfica de
al menos, el grado de Bachiller» y debemos la primera impresión conservada de la obra,
entender que su relación familiar con el ape- que, al parecer, no se corresponde con la
llido Porras «viene por su ascendencia ma- verdadera editio princeps, posiblemente per-
triarcal y es la que hemos sugerido como dida. El único ejemplar conocido (BNE, sig-
vinculante con la familia de impresores [...], natura R/4122) se imprimió en Valencia, por
que desarrollan sus actividades entre 1494 y Cristóbal Cofman, c. 1510-1512, aunque
1532, primero en Monterrey y más tarde en existen sospechas sobre la posible existencia
Salamanca» (15). de algún otro ejemplar. También se supone
Por lo que toca a su producción litera- que esta edición valenciana es copia de una
ria, habría que distinguir entre las obras que anterior salmantina, hoy perdida. Por infor-
se deben exclusivamente a su pluma y las mación indirecta conocemos que, a la edi-
piezas liminares que escribió para los libros ción de Cofman, siguió, poco después, una
de otros escritores. Participó en la publica- nueva tirada valenciana, realizada por Juan
ción de dos destacadas novelas de caballe- Joffre en 1513. Otras dos ediciones estas sí
rías de la época: el Palmerín de Olivia conservadas vieron la luz con posterioridad
(Salamanca: Juan de Porras, 1511) y el llevadas a cabo en Burgos, por Juan de Jun-
Primaleón (Salamanca: Juan de Porras, ta, en 1545 y 1550 y, a partir de entonces,
1512), en las que aparece como prologuista la obra cayó en el olvido con su inclusión
y compositor de las coplas finales, como en el Index inquisitorial de 1559.
autor latino en el primero de estos libros, El profesor Infantes confiesa quedarle
como anónimo en el segundo y como posi- «una espina crítica clavada», pues no ha
ble urdidor de la falsa autoría femenina de conseguido «dar con la fuente original de la
ambas obras. Como editor y refundidor, par- que Juan Agüero traduce, unas teóricas
ticipó también en la publicación de la Con- «Fiori romani» [...] que no aparecen por nin-
quista de las indias de Persia y Arabia... gún sitio» (29). Todas las pesquisas le han
(Salamanca: Lorenzo de Liondedei, 1512), resultado improductivas. Tampoco sabe si la
de Martín Fernández de Figueroa, pariente fuente de que se valió estaba manuscrita o
suyo. Del Triunfo Raymundino (Salamanca: impresa. Un tiempo estuvo tentado de creer
Juan de Porras, c. 1512) «pesado catálogo que la supuesta traducción del italiano no era
rimado de la historia de los linajes vincula- más que otra superchería de Juan Agüero,
dos a Salamanca» (17) , contamos con una pero algunos datos internos de la obra que
segunda edición retocada (Salamanca: Anto- explica con detenimiento le hicieron deses-
nia Ramírez, 1618) y con tres manuscritos. timar tal suposición.

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La obrita recopilada por Agüero «es una costumbres de la sociedad española de prin-
mezcla de juegos y remedios que hunde sus cipios del siglo XVI.
raíces en fuentes cultas, y por tanto de trans-
misión escrita (o impresa), y fuentes popu- ANTONIO CASTRO DÍAZ
lares, que remiten entonces a una tradición
oral»; y, aunque «el desconocido autor ori-
ginal no siente ninguna necesidad de citar
los autores en los que se basa ni los textos FERNÁNDEZ DE AVELLANEDA, Alonso.
de donde espiga sus entradas» (31-32), Segundo tomo de El ingenioso hidalgo
Víctor Infantes se dedica a bucear en las don Quijote de la Mancha. Milagros
posibles fuentes indirectas que iluminaron al Rodríguez Cáceres y Felipe B. Pedraza
ignoto autor italiano al confeccionar su obra. (ed.). Ciudad Real: Diputación de Ciudad
Sin embargo, no hay que olvidar que una Real, 2014, 420 pp.
parte final fue añadida por Agüero y que las
«Flores romanas no son sólo recetas para Esta edición del Quijote apócrifo reúne
curar los males del cuerpo y de la salud, la pulcritud y cuidado en la impresión con
pues también incorporan “gentilezas [...] de un admirable equilibrio y eficacia en la in-
hombres de palacio y de criança”», por lo troducción, tratamiento del texto y notas,
que «junto a la omnipresente tradición oral, constituyendo un modelo digno de imitación
testimoniada en ocasiones por el propio au- a la hora de editar un texto clásico que pre-
tor, casi todas esas burlas y gentilezas inclui- tenda servir al conocimiento y disfrute de
das en las Flores derivan de tratadicos [...], una obra para un público de especialistas,
que circulan por los caminos de la supersti- pero también para lectores más preocupados
ción, la superchería y los prodigios natura- por el entretenimiento que por cuestiones
les», esto es, por «los senderos donde con- atañederas a filólogos profesionales. El pro-
viven para muchos lectores los territorios de pósito de la edición, escriben los responsa-
la sanación con los de la maravilla»; y ahí bles, «es conmemorar el IV centenario de la
radica «todavía uno de sus encantos» (34). publicación del Quijote de Avellaneda con
Concluida la introducción, se reproducen una impresión dirigida a un público culto,
las portadas de las tres ediciones quinien- pero no formado por filólogos profesionales»
tistas de la obra que se han conservado (h. (XXXVII). El propósito ha sido cumplido
1510-1512, 1545 y 1550), así como la es- excelentemente, con un texto meticulosa-
tampa que aparece al final de la primera de mente fijado y anotado con una gran clari-
ellas (35-39). Sigue la exposición de los cri- dad.
terios editoriales (41), y a continuación se El estudio preliminar permite encuadrar
transcribe el texto de las Probadas flores la novela de Avellaneda en un marco sen-
romanas (43-59), en el que se insertan las sato, iluminador, y libre de prejuicios, tan
variantes de 1545-1550. La edición se con- frecuentes en la historia crítica de este tex-
cluye con un útil «Vocabulario al cabo por to. Desechan, con harta razón, las actitudes
el orden del ABC» (61-63), en el que se beligerantes que acostumbraban a insultar al
explica el significado de los términos de imitador de Cervantes hasta llegar a actitu-
época que aparecen en la obra. des absurdas (IX). No ignoran, obviamente,
Con esta edición, Víctor Infantes pone al la superioridad del Quijote cervantino, pero
alcance de los estudiosos de nuestra litera- abordan su imitación desde una perspectiva
tura áurea una obrita singular y curiosa, en adecuada: no resta valor a la obra de
la que se recogen setenta y una recetas de Avellaneda el hecho de no alcanzar el nivel
medicina popular y trucos de magia, que del Quijote original. Y ciertamente este Qui-
reflejan a las mil maravillas las creencias y jote apócrifo es una creación muy estimable,

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RESEÑAS DE LIBROS 309

cuyos rasgos fundamentales ponen de relie- Alonso Fernández, párroco de Avellaneda


ve Rodríguez Cáceres y Pedraza con su habi- (Ávila).
tual sindéresis: trazan la literatura quijotesca Las notas destacan por su claridad y per-
en el Siglo de Oro —de la que Avellaneda tinencia. La distribución en aparato de no-
puede considerarse un ejemplo más, bien tas y glosario no me acaba de convencer:
importante sin duda—, analizan el realismo hay que consultar el glosario para averiguar
y voluntad de concreción (localización arga- si algún término tiene explicación o no, caso
masillesca, nombres de personajes, precisio- de no aparecer en la nota, y el mecanismo
nes de itinerarios...), comentan el feísmo es algo molesto. Aunque de este modo se
expresionista —retratos grotescos, detalles aligera el aparato de notas, se pierde en co-
degradatorios...— característico del autor, modidad del lector.
que ponen en relación plausible con el Bus- Por lo demás era de esperar de especia-
cón quevediano, que pudo conocer Avella- listas tan conspicuos como los editores la
neda en forma manuscrita (XVIII), puntua- calidad de este conjunto de notas, y su au-
lizan bien la perspectiva aristocrática que se toridad filológica. Muy pocas podrían aña-
manifiesta en los elementos cortesanos dirse —cuestión esta que no es posible de-
—fiestas, certámenes, arquitecturas efímeras, finir con absoluta precisión, ya que siempre
detalles suntuarios...—, examinan la función habrá lectores que echen en falta alguna nota
de las novelas intercaladas ... para concluir o consideren de sobra otras más—. Me pre-
que «el Quijote de Avellaneda quiere ser una gunto si en la página 43 las saetas «que sus
panoplia de las variedades literarias del padres tiraron al señor san Sebastián» se
momento» (XX). referirán, no a los padres de san Sebastián,
Excelentes son también las páginas que que como se anota en el pie de página, no
dedican a los personajes protagonistas, dan- tiraron saetas a su hijo, ni se tratará de errata
do a mi juicio, en el clavo de la principal por «pares», sino una referencia burlesca de
distancia que separa al Quijote bueno de su Sancho a los padres del mismo don Quijo-
imitación: la arbitrariedad o incoherencia de te: los padres suyos «de don Quijote», no del
la personalidad quijotesca de Avellaneda, santo, como una referencia antisemita que
que se cree en cada momento un personaje sugeriría chistosamente en don Quijote una
diferente —Fernando el Católico, Aquiles, ascendencia non sancta. Aunque san Sebas-
Bernardo del Carpio....—, sin mantener una tián fue martirizado por soldados romanos,
conciencia de ser quien es, como sucede con la cercanía de «Nuestro Señor Jesucristo» y
el cervantino. Uno es un loco sin más; el sus llagas en el contexto podría contaminar
otro un maniático discreto en todo lo que no de «judaísmo» a todos los martirizadores y
toque a la andantesca caballería. sayones (por ejemplo Pilatos connota «ju-
No caen en la trampa de la autoría: dío» en muchos textos satíricos aurisecu-
muy útil es la tabla ordenada (XXX- lares). En la página 71 (y otros lugares)
XXXII) de los autores propuestos y los quizá convendría redactar con más claridad
eruditos proponedores: si algo queda claro la nota relativa a las formas ‘vais’, ‘vamos’,
es que no se sabe quién es Avellaneda, a que tienen «valor de subjuntivo», ciertamen-
menos que fuere —podría ser— realmente te, porque son subjuntivos etimológicos (de
un escritor llamado Alonso Fernández de vadatis, vadamus), usados, por tanto, con
Avellaneda, de quien se conozca esta obra toda normalidad. La frecuente confusión en
y nada más, hipótesis que quizá confirme muchas ediciones de estas formas con otras
una investigación de Pilar Gutiérrez Alon- homófonas indicativas de étimos diferentes
so aludida por los editores (XXXII), que aconseja aclarar la redacción para evitar esas
persigue los detalles biográficos y literarios posibles confusiones. En una nota de pági-
de «un poco conocido sacerdote» llamado na 70 se sugiere que la forma «chinchón»

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puede ser deformación sanchopancesca de diversos textos de escritores y periodistas


chichón, pero en página 75 vuelve a apare- que viajan por la Europa de fin de siglo;
cer «chinchones» en el discurso del narrador, Eusebio Blasco, Luis Bonafoux, Vicente
y es forma presente en otros textos como Blasco Ibáñez, Emilia Pardo Bazán, Ortega
«La pícara Justina». En la página 102 segu- Munilla o Gómez Carrillo son algunos de
ramente resultará algo rara para un lector esos autores que, a través de la modernidad
moderno la expresión «aun a fe que si me europea, tratan de descubrir un modelo ex-
pidiese un poco de saliva en ayunas, que no terior que colme las frustraciones que pro-
se la podría dar», porque no se le alcanzará voca una crisis no sólo sociopolítica sino
hoy la utilidad de la saliva en ayunas, a la también cultural e identitaria.
que en el Siglo de Oro atribuían maravillo- El ensayo presenta una estructura bien
sas propiedades curativas y de otra índole (el trabada que parte del análisis de ciertos con-
padre Ciruelo en su Reprobación de las su- ceptos teóricos antes de la aproximación a
persticiones, escribe que «por sentencia de los textos: los factores históricos que deter-
los sabios médicos que dicen que la saliva minan esa crisis cultural que atraviesa la
de cualquiera hombre ayuno es muy sana y España de fin de siglo y la definición de la
medicina para contra las sarnillas y lla- noción de identidad individual y colectiva.
gas»...). Sancho, al mencionar en página 198 El relato de viajes posee en el siglo XIX
catorce obras de misericordia no disparata unas características que lo diferencian
totalmente, ya que se consideran siete espi- sustancialmente de la tradición que lo pre-
rituales y siete corporales..., aunque en pá- cede: es un relato donde la subjetividad pre-
gina 357 solo habla de siete obras de mise- valece frente a la descripción erudita del si-
ricordia. glo XVIII; un texto que se construye frente
En general las notas de Rodríguez Cáce- a un nuevo horizonte de referencia que se
res y Pedraza son eruditas sin perder ame- abre a la modernidad como principal aspi-
nidad, claras sin superficialidad y documen- ración. Más allá de una búsqueda de identi-
tadas sin acarreo petulante de detalles que dad individual, el relato de viajes en el fin
sin servir al texto confiesan la vanidad del de siglo español se erige como una búsque-
anotador. da de identidad colectiva.
En su conjunto esta edición del Quijote El conformismo y el inmovilismo cultu-
de Avellaneda revela la destreza de quien ral en el que se encuentra España es el
conoce extraordinariamente bien su oficio de desencadenante de una búsqueda de innova-
editor y equilibra el docere y el delectare ción en el campo artístico, cultural y social.
con tino digno de todo elogio. Delrue analiza el concepto de identidad des-
de las diferentes teorías psicoanalíticas, aun-
IGNACIO ARELLANO que incide particularmente en el enfrenta-
miento con el otro como desencadenante de
un autodescubrimiento, una exploración en
los símbolos de la colectividad propia.
DELRUE, Elisabeth: Voyages ou séjours Tras sentar las bases teóricas de su estu-
d’écrivains espagnols en Europa. Moda- dio, el segundo capítulo ahonda en el análi-
lités hispaniques du récit de voyage. sis de los textos propuestos. Los autores de
París: L’Harmattan. Préface de Jean- los relatos de viajes pertenecen tanto al
Claude Rabaté, 2012, 264 pp. ámbito del periodismo como de la literatura
y, entre ellos, hallamos firmas poco recono-
El relato de viajes en la España del XIX cidas como las de Jacinto Bonilla y Manuel
es el objeto de estudio de esta monografía María Guerra o de primera fila, como es el
de Elisabeth Delrue basada en el análisis de caso de Emilia Pardo Bazán o Vicente

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RESEÑAS DE LIBROS 311

Blasco Ibáñez. Todos ellos muestran unos Los relatos de viajes de fin de siglo tam-
intereses que giran en torno a la vida coti- bién se convierten en observatorios de los
diana y mundana, con una especial atención cambios estéticos que se producen en el
por los eventos sociales y culturales como campo del arte y de la literatura. Es la épo-
las grandes exposiciones universales del fin ca de nacimiento y la difusión del art nou-
de siglo. veau; de ello se hacen eco Ortega Munilla
El interés por Europa, por América La- y Emilia Pardo Bazán, quienes además va-
tina y por África permanece más o menos loran las novedades en el ámbito de las be-
constante entre 1890 y 1914. Entre estos llas artes a través de las distintas exposicio-
destinos, los viajes a Italia, a Alemania y a nes a las que asisten. En el campo de la
Francia permiten los encuentros con diver- literatura, las primicias que observan princi-
sos tipos de civilizaciones e intereses cultu- palmente en Francia son más reveladoras:
rales; por una parte, Italia se concibe como nos hallamos en los años del debate entre
un viaje a los vestigios de la Antigüedad, naturalistas y parnasianos con el cuestiona-
pero también a los orígenes de la cultura miento del materialismo, el positivismo y el
mediterránea. Por otra parte, Alemania y espíritu científico. Gómez Carrillo y Pardo
Francia son focos de modernidad a nivel Bazán son los autores que mejor muestran
político e intelectual o a nivel artístico y li- esta recepción de las novedades estéticas en
terario. Es sobre todo la urbe de París la que el ámbito de la literatura europea: la novela
parece colmar las aspiraciones de estos via- rusa de la mano de Tolstoi o las novedades
jeros de fin de siglo: París es el observato- de la literatura francesa a través de Bourget,
rio de la vida urbana, de la cultura moder- Baudelaire o Barbey d’Aurevilly interesan
na; modernidad y urbanidad se convierten a particularmente a la escritora gallega, mien-
su vez en sinónimo de civilización, un con- tras que el periodista se decanta por la obra
cepto que parece oponerse a la visión des- de Bonnetain y Rudyard Kipling. Para fina-
encantada de España. Cafés, restaurantes, lizar esta segunda parte, la autora analiza la
salones, revistas conforman esos centros de noción de modernidad observada desde una
socialización que tanto fascinan a los viaje- perspectiva universal o, por el contrario,
ros españoles. Pero no son las únicas mues- desde la singularidad de las particularidades
tras de civilización que interesan a los auto- nacionales; la sociedad urbana impone una
res sino también los signos de desarrollo de uniformización que despierta en alguno de
la vida urbana: la agitación, el ruido, la ve- los autores analizados una perspectiva que
locidad de los nuevos medios de transporte contradice esa primera fascinación por la
y la iluminación sorprenden a los viajeros gran urbe moderna: hay tantas sombras
habituados a la lentitud y el silencio de la como luces, la miseria convive con el pro-
mayor parte de las ciudades españolas. greso económico, la modernidad técnica y
Para algunos de estos autores el encuen- científica no puede borrar las consecuencias
tro con el pasado inmemorial de España, tan humanas de la industrialización.
lejano a la modernidad de las ciudades eu- La tercera parte del ensayo trata de re-
ropeas, se puede convertir en un refugio que construir el concepto de modernidad a par-
ofrece las claves para hacer resurgir la pro- tir de los rasgos analizados en los relatos de
pia identidad perdida; de la historia nacio- viajes. La comprensión de la modernidad
nal se hallan huellas a lo largo y ancho de aparece ligada a una representación del mun-
Europa y es siempre un esplendor perdido, do que es siempre parcial y que se halla
pues el pueblo español se encuentra en pro- motivada inevitablemente por condicionantes
ceso de degeneración y no es sino mediante ideológicos. El trabajo de enunciación des-
la lucha y el cambio como puede construir criptiva evidencia una exploración del mun-
un porvenir. do desde una perspectiva concreta que no es

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siempre capaz de hallar un lenguaje que re- denigraron ciertos aspectos de la cultura es-
presente inequívocamente la realidad: com- pañola, otros entendieron que algunos de
paración, oposición, traducción son algunos estos aspectos suponían incluso un posible
de los recursos empleados para vencer esta modelo para la cultura de su país. Es decir,
imposibilidad de aprehender los matices que y glosando el título del libro que estamos
ofrece la realidad. Del mismo modo, la reseñando, en la Francia del XVIII hubo
enunciación se convierte en la clave para diferentes ideas acerca de España, y si unas
analizar la emergencia de la identidad espa- la demonizaban, otras la proponían como
ñola, como siempre, a partir del encuentro modelo.
con la alteridad. Estamos, pues, ante un estudio imagoló-
gico cuya metodología detalla Checa Beltrán
EVA SOLER SASERA en el primer capítulo del libro («España
demonizada»), en que explica además los
objetivos y corpus. Este es extensísimo (aun-
que, por supuesto, no exhaustivo): incluye
CHECA BELTRÁN, José. Demonio y mo- sobre todo publicaciones periódicas, tanto
delo. Dos visiones del legado español en examinadas en su totalidad —Mémories de
la Francia ilustrada. Madrid: Casa de Trévoux (1701-1767), Journal étranger
Velázquez, 2014, 191 pp. (1754-1762), L’année littéraire (1754-1790)
y L’Espagne littéraire (1774)— como ana-
Una de las empresas intelectuales más lizadas de manera más esporádica. Además,
dieciochescas que existen es derrocar los incluye otro tipo de publicaciones, como la
idola, los errores comunes que impiden el Bibliothèque Universelle des Romans (1775-
avance del conocimiento. Esta pugna debió 1789), que el autor estudia en profundidad.
de proporcionar notable placer a los erudi- En suma, es un corpus impresionante y muy
tos del siglo ilustrado, deleite que también relevante, aunque tal vez convendría haber
debieron de compartir sus cada vez más ilus- precisado cuantitativamente su presencia en
trados lectores. Pues bien, resulta perfecta- el panorama literario francés del momento y
mente apropiado que el último libro de José haber explicado qué criterios llevaron al
Checa Beltrán, Demonio y modelo. Dos vi- autor a elegir unas publicaciones y dejar
siones del legado español en la Francia ilus- otras, o a examinar unas a fondo y otras más
trada, se ocupe de debelar una de las ideas someramente.
más asentadas en la historiografía sobre el En cualquier caso, sobre este corpus
XVIII, y que con sus descubrimientos y cla- construye Checa Beltrán su análisis y exa-
rísimo estilo deleite al lector de nuestros mina la hipótesis arriba señalada, aportando
días. unas reflexiones metodológicas importan-
Concretamente, Checa Beltrán se enfren- tísimas. Ya hemos adelantado que trabaja
ta a la especie de que España tuvo una pé- con imagología, y añadimos que se fija en
sima imagen en la Francia dieciochesca, la idea de Julián Juderías de la leyenda ne-
opinión que se remonta al propio siglo gra como conspiración universal contra Es-
XVIII y que ha pervivido gracias a la ausen- paña, clásica especie que alimentaría el pre-
cia de estudios especializados o a la parcia- juicio tradicional sobre la mala opinión
lidad de algunos de ellos, que Checa Beltrán francesa acerca de la cultura hispana. Checa
utiliza y matiza con elegancia. Nuestro au- Beltrán matiza esta idea señalando que la
tor propone que si precisamos y analizamos imagen de España en la Francia dieciochesca
a fondo la cuestión resulta que la situación puede ser positiva o negativa dependiendo
es mucho más compleja: aunque es cierto de diversos factores: quién emite la opinión,
que hubo autores de la Francia ilustrada que en qué momento o a qué aspecto concreto

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de la imagen nacional se refiere. Porque para comprueban cómo Checa Beltrán demuestra
Checa Beltrán en este último aspecto los con eficacia y elegancia que muchos france-
juicios sobre España han de dividirse en al ses admitieron la primacía e impronta del
menos tres categorías: los que evalúan el ca- teatro áureo sobre el francés y que, aunque
rácter español, los que comentan la historia criticaban su desprecio por las unidades,
nacional y los que glosan el legado cultural encontraron en él importantes virtudes, como
y científico del país (20-21). la imaginación y el genio. Y, sobre todo,
Armado con esta eficaz subdivisión, que resulta fascinante descubrir cómo la arriba
debería adoptar y ampliar la imagología con- citada Bibliothèque des Romans incluye una
temporánea, Checa Beltrán constata que las apología de la novela española y la entien-
ideas antihispánicas de la Francia ilustrada de como la mejor entre las modernas, lo que
solo son unánimes en un aspecto: criticar revela que los editores de la colección pro-
elementos de la historia española como la fesaban un neoclasicismo bastante hetero-
Inquisición o la conquista de América. En doxo.
los otros, en cambio, comprobamos que exis- El capítulo 4 («Interferencias») examina
te mucha variedad de opiniones: hay tanto quiénes fueron los intelectuales franceses
censuras como elogios del carácter nacional que apreciaron lo español, desvelando que
y lo mismo ocurre si nos fijamos en el le- no eran philosophes, pero tampoco, como
gado cultural hispano. Es decir, solo se pue- quizás cabría esperar, ultramontanos anti-
de sostener que la Francia del XVIII despre- enciclopédicos. Tal vez podría contarse en-
ciaba España si se opera con un corpus tre estos a los jesuitas de las Mémoires de
limitadísimo y poco representativo (no lo es Trévoux, pero otros muchos eran reformistas
Masson de Morvilliers) y si no se estable- moderados alineados con el gobierno o in-
cen los matices arriba citados. Con ellos se cluso masones. Eso sí, sufrieron diversas
comprueba que ni siquiera los philosophes interferencias que dan nombre al capítulo y
eran unánimes en su supuesto antihispa- que dificultaron su posición prohispana
nismo, que escritores como Voltaire podían cuando esta chocaba, por ejemplo, con sus
apreciar aspectos de la historia o cultura his- prejuicios nacionalistas (no pueden elevar lo
pana y que, como demuestra con creces español en general por encima de lo francés)
Checa Beltrán, hubo una multitud de intelec- o con su gusto literario clasicista, también
tuales de diverso sesgo que mostró tenden- relacionado con su nacionalismo: como ra-
cias prohispanas en lo relativo al legado zona Checa Beltrán, el neoclasicismo es en
cultural y al carácter nacional. último término una elevación del gusto fran-
El capítulo 2 («España controvertida») cés a la categoría de universal, lo que nece-
examina estas divisiones en las ideas fran- sariamente había de rechinar al enfrentarse
cesas sobre España, asentando que no eran los autores con cánones y tradiciones cultu-
tan unánimes ni tan extremas como se pen- rales alternativas como era la hispana. Es
saba y mostrando el interés de los intelec- más, Checa Beltrán comprueba que estos
tuales franceses por recibir más noticias e eruditos franceses no solo apreciaron la cul-
información sobre nuestro país. Luego, el tura áurea, sino que también reconocieron
capítulo 3 («España apreciada y modélica») los avances dieciochescos, tema al que de-
prueba que hubo autores franceses de impor- dica el último capítulo («Lecturas sobre los
tancia que defendieron el legado español y progresos de España durante el siglo
admitieron que España había sido (e inclu- XVIII»): hasta el inefable Masson de
so podía seguir siendo) un modelo en lo Morvilliers, nos recuerda Checa Beltrán, re-
relativo a la literatura dramática y narrativa. conoció los avances que habían hecho los
Son páginas particularmente interesantes españoles bajo la égida borbónica —suena
para los estudiosos de literatura áurea, que de nuevo la nota nacionalista francesa—.

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En suma, estamos ante un libro maravi- señala la falta de una tradición estética en
lloso. Su contenido es muy revelador y ex- nuestra literatura para enmarcar el costum-
haustivo, pero sin cansar jamás, tanto por la brismo, a lo que se le añade su menor con-
magnitud de las ideas que va descubriendo sideración por su publicación en la prensa.
(y de los ídolos que va derribando) como Además, indica la importancia del lenguaje
por la cristalina claridad del estilo: la erudi- pictórico empleado por los costumbristas
ción no entorpece y los pensamientos se como seña de identidad de sus textos, pero
encadenan con lógica admirable (y envidia- también como fuente de inspiración para
ble). Además, Checa Beltrán sabe compagi- escritores posteriores. L. Almería, por su
nar estas virtudes con una reflexión metodo- parte, determina que el costumbrismo en sí
lógica profundísima. Insistamos de nuevo en ha sido objeto de estudio únicamente en la
la importancia de sus ideas sobre la imago- filología española y cuestiona los límites del
logía, y recomendemos de paso al lector que concepto «costumbre».
se sumerja por su cuenta en este libro, pues Seguidamente, diferentes expertos exami-
aún quedan en él multitud de tesoros que no nan textos de autores del XIX con el fin de
hemos podido comentar. mostrar los diferentes rasgos costumbristas
identificables en ellos. Así, Mireille Coulon
ANTONIO SÁNCHEZ JIMÉNEZ toma los cuadros de costumbres de Ramón
de la Cruz para exponer el verismo que el
autor quiso manifestar; M. A. Muro emplea
textos de Bretón de los Herreros protagoni-
THION SORIANO-MOLLÁ, Dolores (ed.). zados por una clase media madrileña tipifi-
El costumbrismo, nuevas luces. Pau: cada; Enrique Miralles estudia en la prensa
Presses de l’Université de Pau et des satírica madrileña de los años 1843 a 1868
Pays de l’Adour, 2013, 637 pp. las notas humorísticas presentes en varios
artículos costumbristas; Enrique Rubio reco-
La profesora Dolores Thion reúne en este ge la obra Del montón (1887), de Manuel
interesante volumen las aportaciones de 38 Matoses, donde las escenas adquieren más
estudiosos que se congregaron en un colo- relevancia que los tipos en sí; Antonio Dorca
quio sobre el costumbrismo, organizado por rescata «La posada o España en Madrid»
la Universidad de Pau et des Pays de para mostrar el pintoresco costumbrismo que
l’Adour. La obra, presidida por un prólogo Mesonero Romanos expuso en la segunda
de L. Romero Tobar donde presenta el tra- serie de sus Escenas Matritenses. J. M.ª Ferri
bajo e ilumina al lector sobre los estudios Coll hace una sugerente aportación sobre la
previos que se han venido haciendo sobre figura de Larra como autor costumbrista y
este tema, examina el costumbrismo desde su deseo de que la literatura fuese una for-
sus orígenes y hasta principios del siglo ma de alcanzar el progreso y de dejar atrás
XXI. las viejas costumbres que fomentaban el in-
El libro se divide en dos amplios bloques movilismo social. Original también es la
—siglo XIX y siglo XX— y en cuatro capí- aportación de Borja Rodríguez, que explora
tulos. El primer bloque consta de tres aparta- el llamado «costumbrismo negro», «de tin-
dos. El inicial es el titulado «El costumbris- tes más oscuros, amargos y pesimistas»
mo: concepto, perspectivas e implicaciones», (120). Por último, este apartado cuenta con
que se abre con dos interesantes artículos de dos artículos dedicados a la mujer: Carmen
Joaquín Álvarez Barrientos y Luis Beltrán, Servén trata la producción de algunas escri-
donde tratan el origen del costumbrismo, su toras menores, que proliferaron en la segun-
definición y su tratamiento dentro de la da mitad del XIX, como Robustiana Armi-
historiografía literaria. J. Álvarez Barrientos ño o Patrocinio de Biedma; M.ª Ángeles

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Rodríguez cierra el apartado con una aproxi- la sociedad argentina; Raquel Gutiérrez cie-
mación al tratamiento del personaje de la rra este apartado con un estudio comparati-
actriz en textos costumbristas. vo de cómo un autor español, J. M. Pereda,
El segundo apartado del bloque, «De y otro cubano, Ramón Meza, tratan la figu-
Europa y América: miradas cruzadas» co- ra del indiano de forma satírica.
mienza con un breve análisis de Ana M.ª El tercer apartado de este bloque, «Pervi-
Freire sobre la incorporación de extranjeris- vencias del costumbrismo» se abre con tres
mos en nuestra lengua como resultado de artículos protagonizados por Galdós: Cristi-
viajes al exterior. A continuación, varios na Patiño analiza cómo el tratamiento de
expertos se centran en la imagen percibida Madrid en las obras de Salas y Quiroga in-
por viajeros en España u otros lugares del fluyó en las de Galdós; Marisa Sotelo mues-
mundo: Jesús Rubio señala la complemen- tra las huellas costumbristas en La estafeta
taria relación entre pintura y literatura cos- romántica (1888), incluida en la tercera se-
tumbrista a través de la obra pictórica de rie de sus Episodios; y Ermitas Penas, por
José Domínguez Bécquer, vendida a países su parte, recoge las muestras costumbristas
extranjeros; Renata Londero estudia las en las descripciones y en las estructuras na-
obras Letter from Spain y Cartas sobre In- rrativas de Fortunata y Jacinta (1887). J. M.
glaterra, de Blanco White en las que obser- González seguirá un planteamiento parecido
va una detallada descripción de la vida es- en el análisis de El cuarto poder. Novela de
pañola; Salvador García indaga en el costumbres (1888), de A. Palacio Valdés;
epistolario de Wahington Irving, cuyas car- M.ª Ángeles Ayala hace lo propio con la
tas recogen numerosas escenas de la corte de obra narrativa del alicantino Rafael de Alta-
Isabel II; Jean-René Aymes se ocupa de mira; Elisabeth Delrue repasa el costum-
analizar textos costumbristas de temática brismo de Blasco Ibáñez en Entre naranjos
española aparecidos en dos importantes re- y Cañas y barro, donde muestra una visión
vistas francesas: Magasin Universel (1833- inmovilista de la sociedad. Finalmente, Juan
39) y Magasin pittoresque (1833-1846/52); Molina realiza una original aportación al
Dolores Thion rescata la figura de Etienne poner en relación el costumbrismo y la cien-
de Jouy, desmonta la posible autoría de la cia ficción a propósito de la obra de Nilo
obra Madrid y señala como posible autor a M.ª Fabra.
Joseph Brisset; Montserrat Becerril analiza El segundo bloque, siglo XX, incluye un
los textos de la sueca Fedrika Bremer, escri- único apartado, titulado «Herencias costum-
tos durante su estancia en Cuba y en los bristas y representaciones modernas de la
cuales presta mucha atención a los esclavos costumbre», en el que Daniel H. Pageaux
y sus costumbres; Anne M. Brenot se acer- estudia las descripciones de las costumbres
ca a la novela costumbrista Cecilia Valdés de estudiantes en La casa de la Troya
o La loma del Ángel (1882), del cubano (1915), de Alejandro Pérez Lugín; M.ª Isa-
Cirilo Villaverde, de fuerte componente po- bel Jiménez investiga cómo Salvador Rue-
lítico en su lucha contra la abolición de la da se aleja del canónico costumbrismo en las
esclavitud y la emancipación cubana; Eva obras El patio andaluz (1886) y El cielo
Lafuente trata Los españoles, americanos y alegre (1887), donde se aprecian claras in-
lusitanos pintados por sí mismos (1882), y fluencias modernistas que dotan sus descrip-
denuncia que la gran mayoría de los esca- ciones de un bello lirismo; Christian Manso
sos artículos dedicados a los americanos fue- compara la relación de la pintura y la lite-
ron escritos por españoles; Rocío Charques ratura a través de las figuras de Gustave
repasa los textos de Godofredo Daireaux, Courbet y José Martínez Ruiz; Bénédicte de
donde lo costumbrista da pie a exhibir los Buron indaga sobre la influencia de escrito-
elementos que amenazaban la evolución de res costumbristas en los textos más críticos

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e irónicos de Francisco Umbral; Béatrice literatura española de entresiglos, de tanta


Bottin analiza el teatro de Martín Recuerda efervescencia literaria. Ha sido editada por
y observa los rasgos costumbristas que el la profesora de la Universidad de Málaga,
dramaturgo empleó a fin de transmitir vero- Amparo Quiles Faz, especialista en literatu-
similitud en sus obras; J. I. Díez trata de ra del siglo XIX y con una larga trayectoria
demostrar las singulares notas costumbristas en la edición de epistolarios; y por la licen-
en la obra Todas las almas (1989), de ciada Amina El Founti Zizaoui, quien, gra-
Javier Marías; José D. Escrig analiza cómo cias a una beca del Ministerio de Educación,
el primitivo costumbrismo se renueva en ha ordenado, sistematizado y digitalizado el
la obra de Manuel Longares; Ur Apalate- voluminoso corpus epistolar del escritor
gui cierra el capítulo con el Ramuntcho de malagueño.
Pierre Loti y Bernardo Atxaga, en su inten- El proyecto de la edición del epistolario
to de analizar el costumbrismo vasco en tor- de Arturo Reyes nació hace varios años,
no a la idea de nacionalismo y sentimientos cuando la bisnieta del escritor —María José
de arraigo. Reyes Sánchez— propuso a la Dra. Quiles
La obra concluye con un útil apéndice en Faz conmemorar el centenario de la muerte
el que se incluyen breves resúmenes en fran- de su bisabuelo, celebrado en 2013, publi-
cés de cada uno de los 38 artículos anteriores. cando las casi dos mil cartas remitidas al
En conclusión, esta obra es sumamente escritor malagueño por personalidades de las
trascendente, ya que no solo complementa artes y las letras españolas. Con el apoyo
los estudios que se han venido realizando institucional de la Universidad de Málaga se
sobre el costumbrismo desde sus orígenes y buscaba, como así ha sucedido, preservar el
hasta la fecha, sino porque también aporta legado epistolar de Arturo Reyes, custodia-
nuevos datos, como consecuencia de las do por la familia durante tres generaciones,
múltiples perspectivas tomadas por los estu- al tiempo que se divulgaba dicha correspon-
diosos a la hora de establecer su objeto de dencia tanto entre el público especialista
estudio. Asimismo, fue un acierto escoger un como entre el aficionado a la obra del ma-
marco temporal tan amplio para poder ob- lagueño. Para lo cual, ha sido expreso deseo
servar cómo se gestó el costumbrismo, sus de la familia que dicha obra se done a to-
repercusiones más inmediatas en el XIX y das las bibliotecas universitarias, archivos y
principios del XX y cómo su influencia centros especializados del país y del extran-
pervive en textos del siglo XXI. jero. Sin olvidar que, en breve, se publicará
en el Repositorio Institucional de la Univer-
AMINA EL FOUNTI ZIZAOUI sidad de Málaga (RIUMA), quedando así a
disposición de toda la comunidad científica.
Este epistolario ve la luz en formato
digital y ofrece una clara y accesible estruc-
QUILES FAZ, Amparo y Amina EL FOUN- tura para el lector. Se abre con un estudio
TI ZIZAOUI (ed.). Arturo Reyes: episto- introductorio de las editoras, donde se abor-
lario de un escritor andaluz (1863-1913). dan aspectos biobibliográficos extraídos de
Málaga: Universidad, 2013, [s. p.]. las propias cartas, añadiendo a la investiga-
ción un extra de interés y utilidad. De este
La obra Arturo Reyes: epistolario de un modo, se conocen detalles sobre su persona-
escritor andaluz (1863-1913) ofrece un in- lidad, aficiones, amigos, tertulias a las que
teresantísimo material al investigador que asistía; se informa sobre apuntes relativos a
por primera vez se acerque a la vida y la su formación como escritor, a sus problemas
obra de Arturo Reyes o al filólogo que quie- económicos y de salud —ostensiblemente
ra profundizar tanto en su figura como en la agravados en sus últimos años de vida—, o

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sobre el reconocimiento literario en su ciu- Como investigadora de la literatura de


dad natal y a nivel nacional. Estas páginas, finales del siglo XIX y principios del XX,
a modo de prólogo, completan el, hasta el me congratulo por la edición de este mag-
momento, mejor y más profundo estudio de nífico epistolario y felicito a las investiga-
la vida y la obra de Arturo Reyes, publica- doras por su labor minuciosa, su profesio-
do por el catedrático Cristóbal Cuevas en nalidad y acierto al aceptar el reto propuesto
1974. por la bisnieta de Arturo Reyes. A ella, sin
A este capítulo introductorio, le sigue la duda, debemos la oportunidad de manejar
emotiva biografía que escribió el hijo de este acervo de datos, anécdotas, comentarios
Arturo, Adolfo Reyes, y que vio la luz como y pensamientos que forman las cartas del
estudio preliminar en 1914, en el libro de autor malagueño. A las editoras, Amparo
poemas póstumo: Del crepúsculo. A todo Quiles y Amina El Founti, agradecemos su
ello le acompaña una interesante galería fo- contribución a la recuperación de Arturo
tográfica de imágenes pertenecientes al ál- Reyes del relativo olvido en que se encon-
bum familiar Reyes-Téllez, en su mayor traba, pese al reconocimiento y fama de los
parte, y al Archivo Díaz de Escovar de que gozó en las décadas finales del XIX y
Málaga. Estas imágenes, amablemente cedi- primeros años del XX.
das por la familia, recogen momentos ínti-
mos del propio autor, con sus parientes y MARÍA ISABEL JIMÉNEZ MORALES
amigos más cercanos. Entre ellas destacan
las fotos de escritores y artistas como Sal-
vador Rueda, Ramón A. Urbano, José Silva,
Emilio Tuillhier o Pérez Galdós, entre otros. SALAS, Eduardo (ed.). Ocho calas en el
Así, llegamos a la parte nuclear de la pensamiento literario español contempo-
obra: el conjunto de cartas, formado por ráneo. Sevilla: Ediciones Alfar, 2012,
1973 epístolas, hasta el momento inéditas. 260 pp.
Todas ellas se ofrecen ordenadas alfabética-
mente, según el emisor de las mismas; y, Ante el evidente estancamiento y una
dentro de estas, sistematizadas por la fecha cierta esterilización en las exégesis de algu-
de escritura, lo que facilita la consulta rápi- nos teóricos, es de agradecer encontrarse con
da de las mismas. La importancia del cor- uno de esos volúmenes que contribuyen a
pus es el número tan elevado de remitentes: enriquecer y a difundir nuevos caminos en
más de cuatrocientas personalidades de las los estudios filológicos. La labor que coor-
letras y la cultura del período comprendido dina Eduardo Salas se ha gestado, por tan-
entre 1861 y 1913. Simplemente ojeando el to, con el firme propósito de llevar a cabo
índice del epistolario puede observarse el una revisión inteligente, crítica y, a la vez,
crecido número de amigos y conocidos del sugerente a algunos de los momentos más
autor malagueño, lo que evidencia su carác- importantes que jalonan nuestro pensamien-
ter afable y extravertido. Leyéndolas, permi- to literario. Se trata de un libro que preten-
te conocer las visitas de literatos a Málaga, de someter a diálogo las problemáticas que
detalles íntimos, amistosos, literarios, econó- nutren nuestra cultura literaria y que, en todo
micos..., en definitiva, todo un entramado de caso, es un buen pretexto para reflexionar
novedosa información que abre nuevos ho- sobre las nuevas perspectivas que se abren
rizontes sobre la literatura de aquellas déca- en la actualidad, íntimamente conectadas con
das y arroja luz sobre aspectos desconocidos las tradiciones pasadas.
o poco divulgados hasta el momento de la No sucede a menudo encontrar en el
vida de tantos escritores y artistas de nues- ámbito del pensamiento teórico-literario un
tro país. conjunto de ensayos comparables en rigor,

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profundidad, extensión y riqueza a los que la génesis y desarrollo de las ideas literarias.
contiene este libro presentado al lector como Por tanto, es imprescindible que estos plan-
un espacio de entendimiento entre lo litera- teamientos se alejen de todo aquello que
rio y lo teórico, un cruce de caminos de pueda suponer dirigismo o determinismo
distintas perspectivas historiográficas y crí- cultural. Desde múltiples perspectivas, se ha
ticas que documentan las aportaciones críti- de incentivar una reflexión crítica y analíti-
cas y estéticas más importantes de nuestra ca que ponga la atención en la lógica inter-
era. Todo el libro se fragua bajo esa volun- na que se halla en cada época de nuestro
tad sistematizadora de ideas y recorre ade- pasado literario. Esta es la razón de tal his-
más varias etapas, desde el fin de siglo y el toria, una disciplina que cada vez requiere
Novecentismo hasta los convulsos años que la atención de más estudiosos.
preceden a la Guerra Civil y la consecuente Este volumen reúne ocho trabajos que
literatura de posguerra. abordan, con diversos enfoques y perspecti-
Como se señala en la «Presentación», vas distintos puntos, personalidades, corrien-
este volumen nos invita a recorrer una his- tes y problemáticas, en suma, el amplio y
toria del pensamiento literario de nuestro variado panorama intelectual que se dio a lo
país enmarcado en unas condiciones concre- largo del siglo XX en España. La heteroge-
tas y que marcan el devenir del mismo. Se neidad de temas, perspectivas y apreciacio-
advierte la necesidad de un trabajo como nes que en sus páginas se desarrollan, y el
este que se atreva a dar testimonio de nues- profundo e indudable conocimiento de los
tra cultura literaria y que no reproduzca los especialistas responsables de ellas obligan a
errores de otros estudios que persisten en una lectura pormenorizada pero de la que se
una mirada crédula y simple hacia nuestro sale enriquecido. Los estudios pidalinos, la
pasado. La posibilidad de aproximarnos a ambigüedad de las ideas del 98, la crisis de
una exposición analítica y crítica del pensa- la modernidad que se inicia en el Novecen-
miento, así como a las dinámicas y estilos tismo o la memoria agitada que rodea a la
que lo fundamentan, es lo que nos propone Generación del 27, así como otros aspectos
esta rigurosa investigación. estrechamente ligados a la historia de nues-
En las últimas décadas hemos asistido a tra literatura, son algunos de los temas de
una revitalización de la historia del pensa- que se nutre esta obra.
miento literario español contemporáneo. Los De la mano de Francisco Abad, el libro
destacados trabajos de Antonio Chicharro o se abre con una explicación exhaustiva en
de Antonio García Berrio han contribuido a torno a la obra de R. Menéndez Pidal al
centrar la atención sobre esta historia que no frente del Centro de Estudios Históricos,
es tal puesto que no busca establecer un institución ligada al krausismo y que encon-
panorama de autores y obras, sino de anali- tró en Pidal a un excelente educador de toda
zar críticamente los conceptos, ideas y cate- una generación de filólogos. El estudio ana-
gorías literarias expresadas a lo largo de todo liza la importancia de una figura que enca-
un siglo. No se trata tampoco de hacer teo- bezó algunas de las iniciativas fundamenta-
ría sino de ahondar en la naturaleza de una les de la cultura española y destaca la
obra o corriente concreta, de apoyar juicios impronta que dejó en aquel organismo don-
críticos o de detallar el recorrido de un de influyó en otros intelectuales como
movimiento literario en relación con unos Dámaso Alonso, Tomás Navarro Tomás o
textos determinados. El análisis de ciertos Amado Alonso. A continuación, Juan Car-
planteamientos teóricos, su aplicación prác- los Ara Torralba revisa el concepto de Ge-
tica o los problemas a que se ha enfrentado neración del 98, poniendo de manifiesto la
cada movimiento intelectual pone de mani- grandeza cultural de un grupo desligado de
fiesto la dificultad que entraña el estudio de su proyección histórica, situado entre dos

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siglos y cuya influencia en el siglo XX es- mas terminológicos, la nómina de autores


pañol resultará decisiva. Asimismo, indaga que conformaron aquel grupo, su fracaso
en la vieja dicotomía Modernismo vs. 98 que para cambiar la sociedad a través de la lite-
apunta a la crisis de la mentalidad burguesa ratura o la deuda crítica que los estudiosos
que siguió a la Restauración. Por su parte, han contraído a lo largo de las últimas dé-
Luis Fernández Cifuentes compone un estu- cadas con el realismo social de los 50 y 60
dio detallado sobre las ideas literarias del son algunas de las claves de este ensayo que
Novecentismo y repasa las principales figu- pone punto y final al libro.
ras que desempeñaron ejercicios de crítica Ocho calas en el pensamiento... es una
literaria en aquella época. invitación a descubrir la variedad de ideas
Uno de los estudios más extensos del que han poblado la historia de nuestro pen-
libro corresponde a Miguel Ángel García samiento literario y constituye un modelo de
quien señala la importancia de la Generación erudicción, riqueza y curiosidad crítica. A
del 27 en el desarrollo del pensamiento crí- través de una labor desmitificadora, lejos de
tico en España. El valor de Góngora como abstracciones nebulosas o idealizantes, los
artífice de la «poesía pura» y su fortuna crí- autores de estos ensayos han conseguido
tica dentro del grupo con los trabajos de componer un ejercicio que se abre a nuevas
Guillén o Salinas muestra hasta qué punto el perspectivas teóricas. Merece la pena, por
27 no hubiera sido posible sin esa noción de tanto, valorar su esfuerzo y acercarse a una
tradición en diálogo constante con la moder- obra que sobresale por su originalidad y en-
nidad. La exhaustiva panorámica que ofrece tusiasmo.
no tiene reparos en desvelar cómo se fragua-
ron las grandes obras de algunos de estos ÁLVARO ACEBES ARIAS
poetas y su relación con otras tradiciones
críticas ajenas a nuestras fronteras.
Muy innovadora resulta la aportación de
Eduardo Mateo Gambarte que cuestiona el IRAVEDRA, Araceli (ed.). Políticas poéticas.
concepto de generación literaria y señala De canon y compromiso en la poesía es-
cómo la historia de la literatura ha fijado su pañola del siglo XX. Madrid–Frankfurt:
atención en detectar las rupturas, en indicar Iberoamericana–Vervuert, 2013, 260 pp.
la incidencia que han tenido los diferentes
modos de interrupción que son las genera- El proyecto de investigación titulado
ciones literarias. El siguiente estudio realiza- «Canon y compromiso: poesía y poéticas
do por Isabel Paraíso aborda la relación en- españolas del siglo XX», dirigido por la
tre literatura y psicoanálisis y su presencia doctora Araceli Iravedra, sirve de marco a
en nuestras letras, amén de indagar en el esta recopilación de artículos en la que se
modelo de crítica psicoanalítica que cada vez nos muestra que en la crítica literaria, por
cobra más fuerza en los estudios teóricos. fortuna, no todo está dicho. El volumen se
Seguidamente, Genara Pulido Tirado traza sustenta sobre la aparente paradoja de su tí-
los pormenores y desafíos que plantea el tulo: «políticas poéticas»; una predefinición
término retórica literaria, y advierte de la de lo que encontraremos en sus páginas y
importancia del mismo en los discursos que aborda dos motivos de análisis repletos
modernos. de polémica o, cuando menos, de abundan-
En su doble faceta como editor y ensa- te debate.
yista, concluye el libro Eduardo A. Salas con En primer lugar, el controvertido asunto
un magistral trabajo acerca del concepto de del canon literario, su formación y signifi-
realismo social y la consideración crítica cado, su aparente Verdad y la falacia que en
hacia la Generación de los 50. Los proble- ocasiones acoge. Desde este punto de vista,

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los investigadores firmantes parten de dos que conforman la escritura de Juan Ramón
textos fundamentales y antagónicos. De un Jiménez, tradicionalmente tildado como poe-
lado, el ensayo que Harold Bloom publica- ta elitista o evasivo, a raíz de su defensa de
ba en el año 1994 (El canon occidental), en la llamada «poesía pura». Según la ya cita-
el cual daba voz a una visión elitista de la da afirmación de que toda propuesta litera-
literatura, sustentada en elementos tan frági- ria nace de una ideología, Rodríguez sos-
les como la originalidad o el exclusivo in- tiene que el «yo soy», también en el
terés estético de la obra. Por otro lado, las moguereño, es histórico. De ahí que dibujar
reflexiones de Juan Carlos Rodríguez (uno la tradición de escritura en que se inserta el
de los autores del volumen que nos ocupa) poeta debe ser paralelo a la comprensión de
en su Teoría e historia de la producción la constante reescritura que este hace de su
ideológica. En la afirmación de Rodríguez obra (y, por extensión en su pensamiento, de
de que todo texto nace siempre de un «lle- su vida). El compromiso de Jiménez, según
no ideológico», que confirma la «radical la lectura aquí propuesta, se dirige hacia el
historicidad de la literatura», este ensayo propio lenguaje como medio de sostener la
propondría el marco adecuado para los es- búsqueda del «yo absoluto», y así alcanzar
tudios sobre poesía española del siglo XX un nivel de trascendencia alejado de la me-
que aquí se encuadran. Desde estas bases, el diocridad de lo cotidiano. Compromiso, al
libro editado por Iravedra se propone com- fin y al cabo, con una manera personal de
pletar un canon del compromiso, con la di- entender el mundo y de rechazar parte de él.
fícil y valiente tarea de revisar los vacíos Una vez revisada en profundidad la teo-
críticos, tópicos y sombras que han dado ría poética juanramoniana, Miguel Ángel
lugar a la mayor parte de concepciones de García encara en su ensayo uno de los mo-
la literatura que conocemos. El objetivo úl- mentos de la historia de nuestra poesía en
timo es dar a este proyecto una finalidad los que el diseño del canon mostró con más
académica, en tanto la propia configuración firmeza su tendencia a la exclusión y a la
de «lo que se debe leer» ha jugado durante excesiva esquematización: los movimientos
años un papel fundamental en el modo en vanguardistas usualmente resumidos en el
que enseñamos poesía en las aulas, o en las reducido marbete de «Generación del 27», al
perspectivas con que historiamos el hecho que se asoció la dialéctica pureza/compromi-
poético. Un afán pedagógico y aperturista so. De nuevo García se emplea al máximo
que dibuja los primeros contornos de una en abrir el punto de vista, subrayando que
mini-historia de la poesía española del siglo esa aparente semejanza entre pureza y eva-
XX desde la perspectiva del compromiso. sión no era tal, en tanto la generación lite-
Este último concepto, el de «compromi- raria que abarca desde 1927 hasta el inicio
so», nos sumerge de lleno en la tan sosteni- de la Guerra Civil toma su estética de un
da en el tiempo oposición absoluta entre movimiento, que no era solo poético, de
estética e ideología (oposición, por otro lado, europeización y modernización del país pe-
muy incardinada en el planteamiento que da dido por los burgueses reformistas liberales.
origen a las tesis de Bloom). Para los auto- Desde esta propuesta «comprometida», los
res que nos ocupan, lo estético y lo compro- diversos estudios sobre vanguardia, pureza,
metido han coexistido siempre, aunque de- avanzada, compromiso o revolución cobran
bamos establecer una revisión y descripción nuevos sentidos.
del modo en que, en cada momento de la Por su parte, Luis Bagué Quílez se zam-
historia, se ha dado tal comunión de pers- bulle en el ya de por sí complejo sistema de
pectivas. la poesía del exilio o la guerra, para susten-
Así, comienza el propio Juan Carlos tar su análisis en tres autores y tres poema-
Rodríguez revisando las diferentes etapas rios: Cancionero y romancero de ausencias,

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de Miguel Hernández, Diario de Djelfa, de autora: las dificultades que entraña operar
Max Aub, y Ganarás la luz, de León Feli- sobre un universo poético cercano en el
pe. Bagué postula una lectura sustentada en tiempo, del que carecemos de perspectiva
los llamados «escritos del yo» y, especial- para hacer análisis con suficientes garantías
mente, en el diario poético, como puente de éxito. A la editora del volumen le corres-
entre lo público y lo privado, el cual permi- ponde, así, repasar los modos del compro-
tió a los poetas citados escribir desde la in- miso en «la otra sentimentalidad» de los 80,
timidad sin perder de vista el compromiso en la «poesía de la experiencia» y el recha-
con el tiempo que les tocó vivir. Siguiendo zo producido por esta en colectivos como
a Serge Salaün, quien defiende que toda Alicia Bajo Cero, en los «poetas de la con-
obra, aunque intimista, propone siempre una ciencia» o en el llamado «realismo sucio».
ideología, Luis Bagué apoya a sus compa- Aunque en esencia valiente, conviene decir
ñeros en el cuestionamiento de la separación que es quizá este apartado del volumen, por
tradicional entre lírica sentimental y poesía extenso y menos estudiado por la crítica tra-
social. dicional, junto al dedicado a la guerra y el
En el mismo sentido opera Laura Sca- exilio, los que piden continuaciones y lec-
rano al revisar el que pasa por ser el mo- turas detenidas que permitan, con mayor
mento más comprometido de nuestra histo- comodidad, terminar de dibujar este canon
ria poética: los llamados poetas sociales de del compromiso.
los 50, de entre los cuales elige a los tres En suma, el llamativo título Políticas
«mayores»: Gabriel Celaya, Blas de Otero y poéticas (entendido finalmente como com-
José Hierro. El análisis de Scarano busca, promiso con el arte y la belleza, en térmi-
especialmente, no solo subrayar el ya cono- nos generales) constituye toda una declara-
cido compromiso de estos autores con la ción de intenciones de quienes están
España de la época, sino sobre todo vehicu- llamados, sin lugar a dudas, a proponer una
lar una lectura de su obra en base a las pro- nueva Historia de la poesía española más
puestas estéticas y lingüísticas que definen crítica y menos apegada a los tópicos y los
a cada uno de ellos: Celaya y su cercanía lugares comunes. El camino queda aquí bien
entre lenguaje artístico y lenguaje común, sin abierto para celebración de quienes desea-
perder de vista el materialismo estético (el mos sostener una mirada más veraz sobre la
poema siempre es útil, nunca evasivo); Ote- literatura contemporánea. No cabe más que
ro y su propia afirmación de que el poeta agradecer esta aportación que supone todo
debe serlo sin olvidar que genera productos un soplo de aire fresco dentro de las lectu-
esencialmente estéticos, más allá de su uti- ras del autocomplaciente canon occidental.
lidad civil; y José Hierro, que encaja en su
obra el equilibrio entre intimidad y política, BEGOÑA CAMBLOR PANDIELLA
autodenominándose, más que «comprometi-
do», «poeta testimonial». La tesis a la que
nos lleva Laura Scarano será la determina-
ción de tres posiciones paralelas en el com- OYARZÁBAL, Isabel. Mujer, voto y liber-
promiso de la poesía social: el materialismo tad: Textos periodísticos. Amparo Quiles
y la utilidad, el acto de denuncia y protesta, Faz (ed., introducción y notas). Sevilla,
y la literatura como medio de conocerse a Renacimiento, 2013, 360 pp.
uno mismo y a los otros.
Por último, Araceli Iravedra indaga en el Con mucha razón escribía Virginia
magma casi inabarcable del postfranquismo Woolf: «Nada me duele más que el desdén
partiendo de una afirmación que, no por con que trata la gente a los autores secun-
evidente, deja de subrayar la humildad de la darios, como si sólo los de primera cupie-

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sen en el mundo». Y si se trata de una ver- compañeras, que se sentía desajustada y fue-
dad en general meridianamente clara, la con- ra de lugar, sin encajar en el asfixiante am-
sideración de secundariedad y la relegación biente provinciano. Inadaptada al medio bur-
al olvido o al rincón postergado de la histo- gués al que pertenecía, Isabel Oyarzábal
ria literaria se vuelve aún mucho mayor en resultaba poseedora de una serie de referen-
el caso de las escritoras. Escritoras que con- tes (madre moderna y deportista, viajes al
formaron una brillante, compleja y fascinan- extranjero, influencia de la familia materna,
te pléyade durante todo el XIX y comienzos conocimiento de idiomas, lo que le abre di-
del XX, cuando el acceso de la mujer a la versas puertas en todos los sentidos) que la
literatura se vuelve, en todos los sentidos, convierten en una integrante de pleno derecho
mayoritario. Y en este caso se encuentra la de la generación de mujeres que despiertan en
autora de la obra aquí reseñada, Isabel las primeras décadas del siglo hacia una ma-
Oyarzábal Smith, cuya interesante colección yor toma de conciencia y hacia un mayor
de 88 artículos publicados en El Sol han sido protagonismo en la vida cultural del país. Esas
recogidos, transcritos y comentados por- mujeres de la Edad de Plata con las que te-
menorizadamente por la Dra. Amparo Quiles nemos una impagable deuda que permanece,
Faz, profesora de la Univ. de Málaga, ciu- en buena medida, sin saldar. De este modo,
dad donde nació y fue educada la anto- Amparo Quiles pone de relieve que las coor-
logada. La propia Dra. Quiles explica en su denadas vitales de Oyarzábal «la aúnan a las
nota a la edición que ha procedido a selec- mujeres modernas de su generación y la ha-
cionar esta serie de artículos del total de 186 cen coincidir con las infancias de María Te-
que Oyarzábal dio a conocer en las páginas resa León, Concha Méndez o Constancia de
del mencionado diario entre el 3/XII/1917 y la Mora. Y como ellas, su despertar a la ciu-
el 4/II/1921. Dicho corpus refleja su mili- dadanía y al feminismo fue un proceso lento,
tancia feminista, basada en determinados favorecido por su residencia en Madrid des-
ideales que Oyarzábal consideraba de todo de 1906, donde comenzó a trabajar y a rela-
punto irrenunciables: libertad, justicia social, cionarse con los intelectuales de la época». En
independencia, y, claro está, derechos de la efecto, su cambio de residencia hacia la ca-
mujer. De hecho, como bien destaca la edi- pital de España en esos tempranos años del
tora del volumen, la lectura de los textos s. XX va a posibilitar su contacto con perio-
revela la importancia que Oyarzábal conce- distas, intelectuales y artistas, y —muy impor-
dió en todo momento a los considerados tante— su conocimiento inicial de aquellos
«puntos básicos del feminismo de principios círculos donde el feminismo comienza a co-
del siglo XX: educación, independencia eco- brar cuerpo en un país donde la mujer aún
nómica y sufragio femenino». permanecía subordinada al varón en casi to-
En el sólido «Estudio introductorio» que dos los aspectos de su vida, carecía de un li-
antecede a la antología de textos periodísticos, bre o siquiera reconocido acceso a la educa-
la profesora Quiles dibuja ante los ojos del ción y la cultura, y tenía una material
lector la semblanza de una autora apasionan- imposibilidad de poder desempeñar una pro-
te, de la que -aunque en los últimos tiempos fesión, más allá de las tradicionalmente con-
ha comenzado a ser estudiada- todavía queda sideradas femeninas: enfermera, institutriz,
mucho por descubrir. De familia mixta espa- maestra. Precisamente a esta última dedicó
ñola y británica, la niña Isabel Oyarzábal Isabel Oyarzábal su especial atención, como
Smith recibió una educación esmerada y ade- se puede ver en artículos como «El calvario
cuada a su elevado origen social en un cole- de unas maestras». Firme defensora de la
gio privado de su Málaga natal. Sin embar- educación de las mujeres, denunciará con fre-
go, ya desde temprana edad se evidencia cuencia la convención socialmente estableci-
como una niña diferente de la mayoría de sus da de que su principal objetivo en esta vida

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sea el de contraer matrimonio y formar un hacia los más desfavorecidos de la sociedad.


hogar, mostrándose considerablemente opti- Así, los enfermos, los menesterosos, los reco-
mista: «No tardará por fortuna, el país, en ni- gidos en asilos y orfanatos, ocupan su aten-
velar la injusta desproporción que ahora difi- ción preferente, constituyendo su continuo
culta su pleno desarrollo, pero mientras esto motivo de queja la precariedad con que la
no ocurra, habrán de contentarse todos con sociedad atiende sus necesidades. En este sen-
que la gracia efímera y pasajera supla en Es- tido, destaca el estremecedor artículo titulado
paña a otras y más altas cualidades de la fe- «Una criaturita, muerta de frío», que Oyar-
minidad». zabal escribe motivada por la información que
De igual modo denunciará con valentía lee en la prensa, acerca de la muerte en los
determinados prejuicios aún dominantes y brazos de su propia madre de una niña de tan
que contribuían a encorsetar todavía más a sólo diecisiete días. Completamente estreme-
la mujer en un mundo de rígidas reglas e cida e indignada ante la noticia, la escritora
asfixiantes juicios supuestamente morales, muestra su exasperación «ante la idea de que
pero en realidad ideológicos, como por tales cosas existan en un país que se tiene por
ejemplo el uso de maquillaje, que se asocia- civilizado y cristiano». La profesora Quiles
ba todavía con la frivolidad, la vida alegre; anota minuciosamente –como en los demás
y una coquetería que resultaba siempre un casos, puesto que la anotación de los textos
vicio de lo más reprobable; la imposibilidad resulta completísima y modélica- los datos de
de las mujeres solteras de salir a la calle sin los que procede este artículo, y así, constata
acompañante, etc. que, en efecto, el periódico madrileño La
Importante atención prestará, como no Acción informaba de la trágica muerte de la
podía ser de otro modo, al candente tema del niña Ángela López del Pino (30/XII/1917).
sufragio femenino, al que ya la pionera Car- En torno a una década antes, ya el míti-
men de Burgos había dedicado en 1906 una co bohemio Alejandro Sawa, en lo que lue-
encuesta en el Heraldo de Madrid. Los da- go sería su póstumo Iluminaciones en la
tos que arrojaba la misma fueron en verdad sombra (1910), había formulado una denun-
demoledores: así, de 4.962 respuestas reci- cia en términos muy parecidos, recogida, de
bidas, tan sólo 922 se mostraron partidarias igual modo, de la prensa periódica: «Murió
del voto femenino. Incluso, se recibieron de hambre. Un hermano nuestro ha muerto
tantas presiones en contra que la encuesta de hambre, en Madrid, en pleno día, sobre
hubo de cancelarse poco después del mes de el empedrado de la calle». Aquí es un adul-
iniciada. Aunque han pasado algunos años to, y no una niña; es el hambre, y no el frío,
cuando Isabel del Oyarzábal publica sus ar- pero la esencia del problema que alerta las
tículos («El sufragio femenino. Lo que sig- conciencias de mentalidades sensibles y so-
nifica el derecho a votar», «El sufragio fe- lidarias, como la de Sawa, como la de
menino. II. Por lo que debe votar la mujer», Oyarzábal, viene a ser, sin duda, la misma:
etc.), la situación no ha variado demasiado «Esta noticia es de ayer, pero lo mismo
aún. No obstante, la opinión de Oyarzábal en podría ser de la víspera, o de la antevíspera,
este punto parece alentada por una esperan- o de hace un mes, o ciento». De ahí la ac-
za en alguna medida teñida de ingenuidad: tualidad y el valor de los artículos recopila-
«Es de esperar que nuestra España, impul- dos en el presente volumen, cuya lectura
sada también por este deseo de renovación puede ofrecer interesantes alicientes, no sólo
mundial, acoja con entusiasmo y simpatía al estudioso del ámbito académico, sino tam-
una mejora que tanto ha de significar para bién al curioso o motivado lector.
la felicidad y el bienestar de la raza».
Otra de las constantes presentes en su obra AMELINA CORREA RAMÓN
periodística viene dada por su preocupación

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324 RESEÑAS DE LIBROS

ROSELL, Maria. Los poetas apócrifos de metodología empleada: la autora se aproxi-


Max Aub. Valencia: Universitat, 2012, ma progresivamente a su objeto, lo ciñe
143 pp. desde diversos ángulos y, a modo de esta-
ciones en su recorrido, sistematiza los hallaz-
La creación de apócrifos es un fenóme- gos. Permite así que el lector acompañe su
no íntimamente vinculado con la crisis de la proceso de pensamiento, pero además com-
identidad y de la referencia, y emparentado pone un ensayo pródigo en postulados po-
además con categorías atractivas para los tencialmente fructíferos para otros abordajes.
estudios literarios actuales, como las de Luego de estas «Palabras preliminares»,
autoficción, metaficción, autobiografía o ca- el libro despliega tres partes. La primera,
non. Los poetas apócrifos de Max Aub, es- titulada «Una historia de la poesía falsifica-
crito por la doctora Maria Rosell, profesora da» es, por mucho, la más extensa. Rosell
e investigadora de la Universidad CEU-Car- menciona y analiza sucintamente la obra de
denal Herrera, representa un esfuerzo poco ciertos «referentes de la mistificación lírica»
común de indagación sobre esta temática de los siglos XIX y XX. Antonio Machado
fundamental. Aunque en el título se mencio- y Fernando Pessoa destacan en el conjunto:
ne específicamente a Max Aub —quien ex- el primero, por el magisterio ejercido sobre
presó a través de sus autores imaginarios «un Max Aub; el segundo, por los extremos fas-
desasosiego tan característico de su actitud cinantes de su heteronimia. Ambos poetas
vital como sintomático de la sensibilidad y llegan para quedarse: regresarán obsesiva-
subjetividad modernas» (13)—, Rosell tras- mente hasta las últimas páginas del libro, y
ciende ostensiblemente el análisis de la obra cada una de sus apariciones constituirá una
aubiana para enhebrar hitos cruciales de la vuelta de tuerca en un incansable movimien-
mistificación en las letras occidentales. to de profundización en espiral. Pero tam-
El libro se inicia con unas «Palabras pre- bién afloran otros nombres, como los de
liminares», tituladas «La literatura apócrifa, André Walter, heterónimo de juventud de
¿un nuevo canon?», donde Rosell delimita la André Gide; A. O. Barnabooth, heterónimo
cuestión teórica, esto es, «la lírica en clave dandy de Valéry Larbaud y Rafael, heteró-
de falsificación» (11), a la que asocia con nimo lírico de Unamuno. Rosell plantea ade-
una «fórmula literaria canónica»: «la anto- más «el desajuste terminológico en torno a
logía poética, modelo clásico de autoridad, lo apócrifo» (28); cuestión que retoma al
subvertido —en momentos decisivos— gra- puntualizar diferencias entre «heterónimo,
cias a la provocación del falsario» (11). Este pseudónimo, apócrifo, superchería, mistifica-
cruce es posible y necesario debido al cor- ción» (51), en un patente esfuerzo por des-
pus que acometerá luego, en el que desta- lindar territorios vastos y parcialmente super-
can Antología traducida e Imposible Sinaí. puestos. Joaquín Álvarez Barrientos, Perfecto
Después de contextualizar la producción de Cuadrado y Joan Oleza constituyen pilares
Aub y la trayectoria de sus apócrifos (Jusep ineludibles para sus reflexiones.
Torres Campalans, Luis Álvarez Petreña, Finalmente, la ensayista examinará «el
Máximo Ballesteros...), Rosell detalla sus alcance de la superchería en las antologías
principios constructivos: «a) la crítica de las de poesía», a partir de Le Parnassiculet
convenciones artísticas; b) la experimenta- contemporain (1867) y Les Déliquescences
ción formal aplicada a los modos de asumir (1885). Los parámetros que ofrece para dis-
estos códigos en la literatura hispánica, y c) criminar las «grandes líneas de actuación de
la traslación a la escritura del largo proceso los falsarios» son, sin duda, productivos: «a)
de ensimismamiento progresivo del arte su- aquella en que se realiza un uso de la falsi-
frido desde el simbolismo» (12). Más allá de ficación basado en el engaño, es decir, que
su riqueza intrínseca, este pasaje ilustra la pretende ser operativo (...); b) aquella en que

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RESEÑAS DE LIBROS 325

se emplean las técnicas de falsificación de mios, antipremios, falsos premios» (114).


un modo lúdico, o, c) como estrategia y Luego, se detiene en antologías relevantes
arma literaria con apariencia de juego» (69). del último tercio del siglo XX en España: el
Desfilan entonces conocidas supercherías (el Parnasillo provincial de poetas apócrifos
Ossian de Macpherson o Bilitis de Pierre (Delgado, Díez y Merino, 1975) y Vidas
Louÿs), pero su presentación conjunta des- improbables (Benítez Reyes, 1995). Subra-
cubre perspectivas renovadas. También se ya, entonces, los efectos inquietantes de la
estudian estrategias asociadas con lo apócri- mistificación, pues «la cara menos oficial»
fo, como el «manuscrito encontrado en ex- de España se libera a partir de los testimo-
trañas circunstancias» (70) o la construcción nios fingidos (116). Las falsas antologías
de la figura paródica del «esnob» (77). Ad- suponen una vertiente reivindicativa y lúdi-
vierte la investigadora, con gran acierto, que ca, orientada hacia la exaltación de lo mar-
«uno de los valores históricos de este tipo ginal: en este marco, resulta natural pregun-
de mistificaciones es el de aportar informa- tarse por «las mistificadoras» y apócrifos
ción extraoficial sobre el ambiente cultural femeninos, como Clara Gazul, Louise Labé
desde el que surgen estos falsos poetas» o Guiomar. Por último, en «Final de trayec-
(88), cuestión de innegable interés y germen to», Rosell hilvana las etapas de su viaje:
de hipótesis de trabajo. gracias a lo apócrifo, señala, Aub pudo «di-
Ya en la segunda parte, titulada «Max luir la frustración y el pánico escénico ante
Aub, el poeta modesto», nos introducimos en la mirada crítica de los especialistas y com-
Antología traducida e Imposible Sinaí. El pañeros generacionales» (132), construir
poeta —que nos había acompañado casi de «una historia alternativa» (133) y «exhibir la
soslayo desde las primeras páginas, gracias mascarada de una escritura en la que inter-
al tejido de una malla compuesta por múlti- vienen todo tipo de actores, cuyos papeles
ples y novedosos enlaces transtextuales— realiza en su única persona» (134).
recupera un decisivo protagonismo. Y es que Si las «prácticas de lo falso» expresan la
Rosell se aboca ahora a la lírica aubiana: esa «mirada estereoscópica» del compromiso de
«parcela todavía poco explorada de su escri- Aub (15), podríamos afirmar que la tarea
tura» (93) que asume «la forma canónica de crítica de Rosell se ha contagiado de su
la antología para boicotearla desde el inte- objeto, con felices resultados. La abundan-
rior» (94). La mistificación se convierte, para cia de fuentes en las que abreva, la biblio-
Aub, en una liberación «de filias y fobias» grafía consultada y hasta los agradecimien-
(104); es más, en Imposible Sinaí nos topa- tos a investigadores de heterogéneas
mos con «un experimento literario y políti- latitudes, son índices de una labor minucio-
co a caballo entre el diario de combatientes sa que trasluce una concepción reticular del
y la antología de poemas de escritores al filo trabajo intelectual. La precisión de su prosa
de la muerte» (105). (sumamente amena; en no pocas ocasiones,
Finalmente, en la tercera parte, llamada exquisita) resulta una virtud imposible de
«Una España apócrifa, después de Max obviar; y las refinadas ilustraciones revelan,
Aub», se abordan las derivaciones políticas además, un loable esfuerzo editorial. Para
de la superchería. Rosell recupera la figura quienes se interesen en la obra de Max Aub,
del protofalangista Isidoro Capdepón Fernán- en las teorías sobre lo apócrifo, en el molde
dez, apócrifo de García Lorca y ganador de antológico y hasta en los vaivenes de la sub-
un premio a «poeta nacional» en 1923, para jetividad moderna, este libro constituye una
explayarse sobre «la sátira institucional: pre- contribución inestimable.

LILIANA SWIDERSKI

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326 RESEÑAS DE LIBROS

ENCINAR, Ángeles y Carmen VALCÁR- a Nuria Amat, o Rebeca Martín a propósito


CEL (ed.). En breve. Cuentos de escri- de Pilar Adón.
toras españolas (1975-2010). Estudios y Otro tema recurrente es la desaparición
antología. Madrid: Biblioteca Nueva, de los límites entre los diferentes géneros o,
2012, 360 pp. incluso, disciplinas artísticas practicadas por
estas autoras. El cuento se configura como
El presente volumen contribuye, de for- un inmenso tapiz donde todo cabe y las
ma plausible, a la necesaria e insoslayable fronteras genéricas y artísticas se eliminan.
labor de (re)visión y (re)conceptualización La fotografía y el cine son las dos discipli-
del canon literario. En breve. Cuentos de nas artísticas que, con mayor frecuencia,
escritoras españolas (1975-2010). El libro aparecen en ese continuum artístico. La fo-
contribuye a poner el acento sobre la inclu- tografía sirve para partir de una imagen fija,
sión canónica de la literatura escrita por y, desde ahí, desarrollar el tópico latino ut
mujeres; y, asimismo, del cuento, género que pictura poiesis. Este asunto es tratado, espe-
ha experimentado un proceso similar de cíficamente, por Anna Caballé quien re-
(re)categorización gracias al auge que vive flexiona sobre la función de la fotografía en
por estos años. Estamos, por tanto, ante un dos cuentos de Cristina Peri Rossi.
fenómeno de doble discriminación genérica La reciprocidad entre el cine y la litera-
(mujer y cuento), que en las últimas déca- tura es un motivo constante a lo largo de
das ha vivido un desplazamiento en el cam- todo el siglo XX. Las concomitancias entre
po cultural de los márgenes al centro, de la ambas narrativas también están presentes en
periferia al canon. los cuentos escritos por las autoras que nos
El volumen recoge un total de quince ocupan. Así, por ejemplo, José Ramón Gon-
trabajos teórico-críticos, pioneros en el asun- zález apunta la extraordinaria productividad
to tratado; y se completa con una antología que posee el cine en la obra de Cristina
de cuentos pertenecientes a las escritoras Cerrada. Y Carmen Valcárcel también ana-
estudiadas, que enriquece en gran medida el liza la trascendencia de la fotografía y el
volumen, y ofrece una visión global y total cine en la obra de Cristina Grande. En cuan-
(teórica y práctica) de la realidad del cuen- to al cine, su influencia aparece de manera
to escrito por mujeres. De la lectura de este directa e indirecta, y construye «un laberin-
libro se infieren algunas cuestiones intere- to de espejos en el que los personajes viven
santes que (de)muestran cierta unidad den- una doble existencia o una ficción dentro de
tro de la heterogeneidad propia de la diver- otra ficción» (233). Respecto a la fotografía,
sidad de autoras tratadas. Características que, señala que sus cuentos constituyen «vertigi-
por otro lado, tienen mucho que ver con el nosas instantáneas [...] que dan cuenta de
contexto general en el que se gestan estas sucesos cotidianos y cercanos, de tan cerca-
obras determinadas, marcadas por el espíri- nos prácticamente invisibles e insignifican-
tu posmoderno. tes, pero que tejen o revelan [...] un momen-
Lo primero que cabría destacar es la to privilegiado» (234).
continuidad y la coherencia que se erige La cotidianidad que apunta Valcárcel, a
como marca o sello personal dentro de la propósito de la obra de Cristina Grande, es
obra de cada una de estas autoras; asunto otro de los puntos de confluencia de estas
mayormente perceptible en las autoras que cultivadoras del cuento. Así lo señala, ma-
cuentan con una carrera dilatada en el tiem- gistralmente, Annette Paatz a propósito de
po. Se trata de obras en ebullición, en un dos autoras distantes en el tiempo pero cer-
continuo «hacerse» que remiten al concepto canas en cuanto al discurso narrativo: Car-
de «obra viva u orgánica», como apuntan, men Martín Gaite y Berta Marsé. Para Paatz
por ejemplo, Marta E. Altisent con respecto el cuento se vincula ontológicamente con la

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«cotidianidad», muchas veces se representan laciones de poder patriarcal que han domi-
«instantáneas de lo cotidiano» que esconden nado a las mujeres; y, al mismo tiempo, a
situaciones extrañas, complejas y más pro- través del lenguaje estas escritoras subvier-
fundas de lo que se percibe aparentemente. ten el orden establecido. Así lo sugiere
Lo mismo ocurre en los cuentos de Cris- Kathleen M. Glenn, a propósito de su estu-
tina Fernández Cubas, como muy bien ad- dio sobre las voces de mujer en algunos
vierte Ana Casas, quien afirma que la escri- cuentos de Mercè Rodoreda, Carme Riera e
tora parte de situaciones aparentemente Inma Monsó. Del mismo modo, Julia Otxoa
cotidianas que, a medida que avanza la ac- apela al arte, a la comunicación, al lengua-
ción, se convierten en «anormales». O Elvira je, a la escritura como «vías coadyuvantes
Navarro en su obra La ciudad en invierno, hacia la consecución de una nueva realidad
analizada por el crítico Fernando Valls en el en la existencia humana» (138), como ano-
presente volumen, quien defiende que aun- ta Ángeles Encinar. De ahí que la metalite-
que ciertas realidades puedan perturbarnos, ratura, la reflexión sobre el acto de leer y
estas deben mostrarse, pues de «qué otra escribir, sea otra de las constantes en los
cosa debe ocuparse la literatura, sino de lo relatos breves de estas escritoras, como se-
auténtico y verdadero, de todo aquello que ñala Concha Alborg a propósito de Merce-
nos inquieta y trastorna» (253). des Abad.
Esta nueva visión de la cotidianidad ofre- Estas escritoras se sirven de un «lengua-
cida por estas escritoras en sus relatos breves, je roto» que arroje algo de luz sobre la rea-
tiene mucho que ver con la búsqueda de la lidad caótica y la complejidad del mundo;
identidad y exploración de la condición feme- como apunta José Teruel en el análisis de la
nina. Dicha indagación se sostiene en un di- última narrativa breve de la maestra por
fícil equilibrio especular que reivindica la excelencia: Carmen Martín Gaite, quien en
otredad. Así lo manifiesta Maria Vittoria ese «lenguaje roto» encontró: «el emplaza-
Calvi, a propósito de su estudio sobre «El miento idóneo para reenfocar, reinterpretar y
otoño de Poughkeepsie», un cuento de auto- subvertir géneros narrativos. Nuestra autora
biográfico de Carmen Martín Gaite. asimiló el discurso de los varones sesudos de
Nuria M.ª Carrillo Martín también reivin- su generación (...), vislumbró sus carencias
dica esa búsqueda de la identidad femenina (...) e intentó superarlas con un lenguaje
en la obra de Julia Otxoa: «Por debajo de propio que alterna con suma naturalidad la
todos su libros, como el humus que alimen- calidez coloquial con la expresión poética»
ta su sentido último, subyace una concepción (227).
vital, el punto de vista de una autora que Esta cita final, resume los puntos esen-
plantea múltiples interrogantes, que busca el ciales que subyacen en el presente volumen
por qué y el para qué de nuestra existencia» y recorren toda la obra de estas autoras
(102-103). Y Luis Beltrán Almería añade, como teselas de un inmenso tapiz construi-
además, una intención didáctica a esa bús- do desde 1975: instantáneas de cotidianidad
queda de la identidad femenina, en relación vistas a través de la mirada femenina, en
a Dos cuentos maravillosos de Carmen Mar- búsqueda de una identidad y consolidación
tín Gaite. de un discurso propio, hilvanadas gracias a
En definitiva, las palabras que se confor- un lenguaje «roto» que otorga materialidad
man como la única vía de exploración e in- y realidad artística a la palabra de mujer.
dagación de la condición femenina. A través Cuentos que cuentan, en breve, el mundo en
del lenguaje se ponen de manifiesto las re- femenino.

ANA CABELLO GARCÍA

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BORRÁS, Tomás. Cuentos gnómicos. Javier El estudio de Martín Otín, bien docu-
Barreiro (ed. e introducción); José Anto- mentado y a modo de biografía novelada,
nio Martín Otín (estudio biográfico); Mi- contribuye a insertar al escritor en su con-
guel Pardeza (análisis literario). Barcelo- texto histórico-literario. Considera el auto-
na: Anthropos Editorial, 2013, 88+104 pp. didactismo, el madrileñismo (plasmado en
trece de sus más de treinta ensayos), la
Tomás Borrás (Madrid 1891-Madrid proximidad a Ramón Ledesma Ramos, sin
1976) incluyó en buena parte de su obra na- olvidar el paso por la dirección de un perió-
rrativa, desde 1940 (Unos y otros fantasmas) dico precursor de La Codorniz, La Ametra-
hasta 1969 (Agua salada en agua dulce), sus lladora, que ayuda a entender una de las
«cuentos gnómicos». Los seis primeros, sin marcas distintivas del quehacer del escritor,
embargo, fueron publicados en el diario ABC como es el humorismo. Miguel Pardeza, que
con fecha de 1935. Ahora se editan sesenta y cierra la «Introducción» de ochenta y ocho
cuatro de ellos, precedidos de un estudio de páginas, analiza esta suerte de «literatura
Javier Barreiro, de una biografía contextua- nómada» y repasa de forma detallada los
lizada de José Antonio Martín Otín y de un motivos y los recursos, estableciendo la de-
análisis literario debido a Miguel Pardeza. bida vinculación con la tradición cuentística
Javier Barreiro dibuja de forma precisa y esbozando una tipología de cuentos que
la significación del autor dentro del panora- estructuran con coherencia esta sorprenden-
ma literario español y pone orden en la vasta te producción literaria.
y variada bibliografía, sepultada durante tan- Se perciben en estos relatos conexiones
tos años en el olvido. La amplísima obra de con el ensayo narrativo, con la literatura
Tomás Borrás encuentra acomodo en los sapiencial clásica y medieval, e incluso con
distintos géneros (poesía, ensayo, teatro, el cuento folclórico. Cobra además realidad
musical, novela y cuento) y en ella se per- la definición que el propio Borrás hace del
cibe la huella del aprendizaje del periodista género como «una figura poética que es la
fajado en las distintas modalidades, incluidas expresión de la vida y tiene que ver con la
la del reporterismo de guerra, la crónica realidad pero tiene que estar un punto por
parlamentaria o la crítica literaria. Por lo que encima». Todas estas notas se conjugan con
se refiere al género «cuento», baste decir que la boutade vanguardista y con la greguería
Sainz de Robles en La promoción de El ramoniana, que suele funcionar como matriz.
Cuento Semanal sitúa al escritor madrileño Hay en los cuentos gnómicos una cierta fi-
en un lugar destacado de la historia del losofía del humorismo a la manera del
cuento español, conectado con Pedro Anto- Wenceslao Fernández Flórez, autor de cuen-
nio de Alarcón, Pardo Bazán o Clarín. O que tos ejemplares insertos en novelas como El
un autor como Ignacio Aldecoa lo llama secreto de Barba Azul. En la línea de la tra-
«maestro del cuento español». La autoría de dición literaria que ausculta los males del
la novela Checas de Madrid y la adscripción país, el humor sirve a Borrás para exorcizar
temprana a Falange hacen de él un autor las carencias sociales. Detrás de títulos como
«connotado» que, sin embargo, no ha sido «Los españoles», «La buena educación»,
recuperado por la última crítica como sí ha «Diez por ciento para el confidente», «Polí-
ocurrido con otros autores falangistas. Es tica vieja» o «Los comisionistas» hay disec-
verdad que Borrás optó por frecuentar la ción de los males endémicos de la politique-
tertulia ramoniana de Pombo (es uno de los ría, la patanería o el cainismo, que remiten
retratados en el conocido cuadro de Gutié- a Larra y a Galdós, autor este último con el
rrez Solana) mientras que la de La Ballena que aún pudo mantener Borrás una signifi-
Alegre fue la preferida por los autores de la cativa relación epistolar.
«Escuela Romana del Pirineo». No puede ocultarse por otro lado la que-

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RESEÑAS DE LIBROS 329

rencia por lo filosófico, como esencia mis- habitantes de la tierra que «inventan los
ma de lo gnómico, y al modo del Glosario nombres y después se asustan de los nom-
de D‘Ors, gusta Borrás de saltar de la anéc- bres» (53). Hay cabida para la propia re-
dota a la categoría, o viceversa. Unas veces flexión sobre poética. Así, en «Biografías»
llegará a los terrenos metafísicos a través del se da la clave de la naturaleza del género
recurso literario del sueño o de las sombras gnómico al asociar poesía a humorismo. No
(«Sueño en el tren», «¿De quién?», falta la evocación de la cultura árabe, como
«¿Cómo?», «En medio»). En «Tú y el des- recuerdo de los primeros tiempos del escri-
tino» recurre a la teoría aristotélica del tor como corresponsal de guerra en Marrue-
hilemorfismo para reflexionar sobre el con- cos («Acción» o «La explicación»). En los
cepto de hombre; en «Alas del mismo pája- relatos datados en los años sesenta está pre-
ro», sobre el amor; en «El pájaro invisible», sente, en fin, el retrato sociológico de un
sobre la felicidad. No está ausente, en fin, país que construye pantanos («Aldeas de
el interés por el mundo clásico («Tú y el cristal»); con familias numerosas («Papi,
destino», «Victoria de Alejandro»). mami, época actual»); con la capital, Madrid,
El anclaje en la tradición cuentística po- que experimenta cambios en su fisonomía
pular se manifiesta en relatos de príncipes y urbana debido al empujón industrial («Suce-
princesas que remiten al folclore, con las so en la Avenida de José Antonio»), pero
consabidas pruebas del héroe en torno a es- con un paisanaje permanentemente aquejado
tructuras formularias fijas. El número tres da de carencias culturales («Imprescindible»).
coherencia, por ejemplo, al titulado «La pre- En suma, el fin que se propone el editor
gunta sin respuesta». O en cuentos de lagos de remediar el desconocimiento en que se
y de bosques, como «La niña y el espejo». tiene al Borrás autor de cuentos gnómicos se
Recursos de esta misma tradición presenta cumple sobradamente, al exhumar más de
«El dinero es poesía», sometido al patrón de sesenta relatos de calidad, escondidos en li-
estructura acumulativa. Es habitual el prota- bros que no habían vuelto a editarse. De
gonismo de animales cargados de simbo- hecho, la presente antología es el primer
lismo: «Alas del mismo pájaro», «Explica- texto de Borrás publicado más de siete
ción del perro», «El pájaro invisible», lustros después de su muerte. El lector pue-
«Venganza» (sobre los peces). de ahora valorar la versatilidad de un escri-
Borrás administra el condimento de la tor de fondo que sabe cohonestar tradición
fantasía en algunos relatos de factura van- y vanguardia y que se injerta como rama en
guardista. Así, no son pocos los ahormados el tronco de la mejor literatura hispánica. El
mediante construcciones metalingüísticas. Se propio Javier Barreiro sugiere la posibilidad
manifiestan en los nombres transparentes de de encontrar en los periódicos aún más ma-
algunos personajes protagonistas (pueden lla- terial narrativo de este autor que, en opinión
marse «Cualquiera», «Suma Bondad», «Oca- de Sainz de Robles, llegó a escribir en tor-
sión», «Seriedad» o «Sensatez»); o bien, en no a un millar de cuentos lo largo de su
el uso sistemático del neologismo humorís- vida. Los estudios de Barreiro, Martín Otín
tico («intontos», «aguamovían», en el relato y Pardeza, desde el rigor, la buena documen-
«Imprescindible»; «peligrave», en «La comi- tación y el acierto analítico, forman un todo
sión»; «anteentierro», en «Elegía»). Algunos complementario de interpretación literaria
cuentos funcionan como juegos lexicográ- que sirve muy al propósito de situar a un
ficos de definición de conceptos («Defini- autor importante y desconocido en el lugar
ción del fútbol»). Lo fantástico puede ir de que le corresponde.
la mano de la ciencia ficción en cuentos
como «El habitante de Marte», con los po- FERMÍN EZPELETA AGUILAR
bladores de ese planeta sorprendidos ante los

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DÍEZ, J. Ignacio (ed.). Los placeres colecti- literarias: Galdós, Baroja y tantos otros. Si
vos. Francisco Umbral como lector. se el libro se abre con la imparcialidad de
Madrid: Fundación Francisco Umbral, los datos, se cierra con la subjetividad de la
2012, 350 pp. experiencia, pues Martínez Rico desgrana
parte de sus vivencia personales durante los
Desde la muerte de Francisco Umbral, últimos años del escritor madrileño.
ocurrida en 2007, ha comenzado una suerte Como hemos dicho, el primer capítulo
de revisión crítica de su obra limpia de su extrae de los más de cien libros de Umbral
fuerte personalidad que muchas veces entur- las referencias que aparecen a autores en
biaba aquellos textos con valoraciones que «títulos, epígrafes y préstamos». Bénédicte
podrían ser válidas pero no estrictamente li- de Buron-Brun realiza un ingente trabajo de
terarias. En este rico proceso de relectura rastreo tanto de citas directas como de
—o incluso lectura primeriza, pues la críti- intertextualidades muchas veces escondidas
ca universitaria hasta ahora tampoco había o incluso deformadas por la memoria. En el
demostrado demasiado interés por el autor anexo final se muestran los datos desnudos
de Mortal y rosa— se incluye el volumen y accesibles para futuras investigaciones,
dirigido por J. Ignacio Díez. Al mérito pro- pero el extenso cuerpo del capítulo es una
pio de la obra hay que añadirle que recoge reflexión que va mucho más allá de la pura
la esencia de lo dicho durante el primer con- enumeración. Con la ayuda de la informa-
greso universitario español —ya ha habido ción obtenida se contemplan algunos de los
tres en Francia— sobre la obra del autor incontables préstamos literarios de Umbral
madrileño. para llegar a la conclusión de que nos en-
A pesar de dicha novedad, o tal vez de- contramos ante un lector cultísimo cuya es-
bido a ella, no se ha pretendido mostrar una critura está enhebrada en la atenta y minu-
perspectiva general del escritor, sino que el ciosa lectura de grandes poetas y narradores
estudio se ha centrado en la experiencia de contemporáneos.
Umbral como lector. También es cierto que Con «De dandis y malditos» comienza la
Umbral ha sido uno de los escritores espa- serie de capítulos centrados en autores con-
ñoles con una relación más intensa, incluso cretos o en este caso grupos que han sido
tortuosa, con la literatura por lo que el tema leídos por el escritor. María del Mar Palo-
de sus lecturas va mucho más allá que un mo entra en uno de los grandes temas lite-
simple catálogo de influencias. rarios de Umbral que han perfilado tanto su
El libro tiene una estructura cerrada y escritura como su persona. Aunque no mal-
compacta que aporta unidad a los más de dito, comienza el texto por el dandismo de
veinte capítulos. Tras los textos introduc- Proust, aunque pronto se vuelca en Baude-
torios de rigor, el libro se abre con un estu- laire y la saga de poetas franceses: Rimbaud,
dio que actúa como soportal del resto, pues Verlaine, Mallarmé. La autora desgrana su-
muestra las referencias a autores que han culentas citas del escritor donde se constata
aparecido en su obra. Una labor expansiva su lectura atenta y casi religiosa así como el
que luego se concreta en los siguientes ca- interés por el dandismo y el malditismo.
pítulos, donde se reduce el objetivo hacia Termina el capítulo con la presencia de las
autores individuales: los escritores que han teorías umbralianas en tres de sus escritores
condicionado el malditismo de Umbral: hispánicos más apreciados: Valle-Inclán,
Baudelaire, Valle-Inclán, Lorca; los que han Rubén Darío y Federico García Lorca.
condicionado su obra: Marcel Proust, pero El editor y director del congreso, Ignacio
también Clarín y Miró; escritores amigos Díez, avanza con la recepción lectora y con-
que siguieron siéndolo o no: Cela y Delibes. secuente influencia de uno de los grandes
No pueden faltar, por supuesto, las fobias referentes del madrileño: Marcel Proust. El

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capítulo está dividido en dos grandes líneas Si hasta ahora hemos estado jugando con
de acercamiento. Una primera más descripti- la triple perspectiva del Umbral lector, escri-
va y documentada rastrea las citas y referen- tor y autor, Gaspar Garrote introduce una
cias si no exhaustivas sí bien elegidas y prue- cuarta faz al prisma en su capítulo sobre las
ba de ello es que resuelve preguntas tan colaboraciones del escritor en la revista Her-
sencillas y complicadas como en qué idioma mano Lobo donde pone voz a Maripi, una
leyó a Proust, en qué edición o hasta qué prostituta de la Gran Vía que analiza la reali-
punto lo leyó o releyó por entero. Una segun- dad social, política y cultural de los años se-
da parte del capítulo entra en aspectos más tenta.
analíticos pues sintetiza la teoría novelesca Una idea que atraviesa todo el libro es la
umbraliana, tan ligada a la propia obra de intención del madrileño por formarse un ár-
Proust y al llamado «filón del yo». bol genealógico y así entroncar con una tra-
Valle-Inclán es uno de los escritores más dición literaria que tuvo clarísima desde los
leídos y reivindicados de Umbral, por ese orígenes de su carrera. La crítica universita-
motivo nos sorprende que sólo encontremos ria, tradicional creadora de cánones, no ha sido
un trabajo sobre él en el libro. En este caso especialmente benévola con Umbral. Los tres
se trata del estudio de Gregoria Palomar últimos capítulos tratan esa relación: David
Asenjo, que compara las dos biografías es- Felipe Arranz crea un diálogo entre varias
critas por Umbral sobre el autor gallego monografías contemporáneas y los propios
entre sí y con uno de sus libros de juven- textos del escritor donde él mismo interpreta
tud: Retrato de un joven malvado. Con es- y analiza la literatura contemporánea. Marga-
tas bases desarrolla la idea del «yo literario» rita Garbisu describe cómo ha evolucionado
construido por Umbral según las conocidas y mejorado su tratamiento y Emilio Blanco
teorías valleinclanescas del espejo. analiza el modo en que reaccionó frente a un
Un aspecto que con toda lógica trata el entorno del que se sintió excluido.
libro son los textos metaliterarios de Umbral. Concluye el libro con el mencionado tex-
Mercedes Rodríguez Pequeño en «Francisco to de Eduardo Martínez Rico sobre su expe-
Umbral, historiador, teórico y crítico litera- riencia personal en la casa del escritor que
rio» da buena muestra de todos ellos. A los frecuentó en sus últimos años de vida. Nos
variados y muy personales diccionarios de parece un buen cierre a un libro que logra dar
literatura que el madrileño creó les encuen- una imagen compacta de los gustos literarios
tra un sentido que se enhebra perfectamente de Umbral, sus filias y fobias tanto objetivas
en su concepción artística: la construcción de como presuntamente subjetivas pero siempre
una historia literaria como creación de un acorde a una visión de su persona y de su
árbol genealógico donde incluirse. Sin em- escritura profundamente literarias. Tal vez se
bargo, la autora también defiende la vincu- echen en falta, como bien apunta el editor en
lación de este Umbral a modernas corrien- las primeras páginas, referentes umbralianos
tes críticas: Saint-Beuve, Barthes o Sartre. tan importantes como Cela, Gómez de la
Carlos X. Ardavín continúa en su capí- Serna o González Ruano, pero todos ellos y
tulo con la teoría literaria umbraliana, aun- muchos más aparecen constantemente entre-
que esta vez da una vuelta de tuerca a la mezclados con otros autores por lo que la
materia para utilizar como textos base los ausencia no es tan notoria. El conjunto con-
prólogos escritos por Umbral para otros au- sigue que la perspectiva general sea la de un
tores. Su menos conocida pero constante libro que habla de literatura desde todos sus
labor de prologuista permite un original aspectos, que se discute y se rebate a sí mis-
acercamiento a esta faceta, pues se trata de mo en un debate enriquecedor.
libros de lo más variopinto: desde poemarios
hasta biografías rápidas de la jet-set. FERNANDO GONZÁLEZ ARIZA

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NEIRA, Julio. Memorial de disidencias. En todo caso, Neira insiste en resaltar que
Vida y obra de José Manuel Caballero la voluntad estética prima siempre sobre la
Bonald. Sevilla: Fundación José Manuel representativa, por lo que estos elementos
Lara, 2014, 622 pp. autorreferenciales no pueden tomarse como
una fuente indiscriminada para documentar
Julio Neira nos ofrece en esta obra un la vida real del autor jerezano. Por el con-
amplio y preciso trabajo de investigación en trario, es importante tener en cuenta que la
el que detalla, año tras año, la biografía de utilización de los recuerdos constituye un
José Manuel Caballero Bonald, último poe- ejercicio de libre interpretación de la memo-
ta vivo de la llamada «Generación del 50». ria con la que Caballero Bonald juega con-
El libro ha sido galardonado con el Premio formando así lo que, en definitiva, no es
Antonio Domínguez Ortiz de Biografía más que la construcción de un sujeto poéti-
2014, convocado conjuntamente por la Fun- co o de una trama narrativa. Del mismo
dación José Manuel Lara y la Fundación modo deben interpretarse sus libros de me-
Cajasol. morias, Tiempo de guerras perdidas de
En su introducción, titulada «Vida, me- 1995 y La costumbre de vivir de 2001 am-
moria, recuerdo y ficción», Neira se pregun- bas reunidas en La novela de la memoria,
ta sobre la posible utilidad de la biografía de editada en 2010 y el extenso poema auto-
un autor que nos ha dado tantas muestras de biográfico Entreguerras (2012). El propio
su propia vida a lo largo de toda su obra. Y Caballero Bonald advierte que no deben
para responder a esa pregunta, en primer confundirse las «autobiografías» con las
lugar, distingue los límites entre vida y fá- «memorias». En estas últimas, la selección
bula en toda obra literaria, haciendo constar de los recuerdos que realiza la memoria es
que, si bien en la mayoría de las obras de caprichosa y desordenada, por lo que las
autores contemporáneos la experiencia real lagunas e incoherencias hacen que se rom-
de estos son un punto de partida para la pan los criterios de linealidad cronológica y
creación, es importante ser conscientes de verificabilidad documental de los hechos. Y
que el elemento que define a estas obras esto sucede porque, sencillamente, la volun-
como literarias es el ficcional, es decir, la tad literaria prima sobre la documental. El
fábula. hecho de que el mismo escritor haya titula-
Es cierto que la obra de Caballero do la edición conjunta de ambas memorias
Bonald es una muestra paradigmática de la La novela de la memoria muestra a las cla-
íntima relación entre vida y elementos ras la condición literaria del texto y sugie-
ficcionales. En el caso de la poesía, su obra re, en última instancia, que esta siempre
no deja de ser un permanente muestrario en supone un proceso de ficcionalización del
el que, a lo largo de sesenta años, el poeta pasado. Neira comprueba este desfase entre
representa vivencias reales, apostando por la realidad y escritura aportando ejemplos en
memoria como una de las fuentes funda- los que descubre al autor en errores de
mentales de la creación poética y reflexio- datación muy evidentes y dejando a las cla-
nando constantemente sobre los juegos que ras que la voluntad del mismo no era ser
se establecen entre esta y el olvido. Una fiel a los hechos sino a sus recuerdos. Todo
similar voluntad de autorreferencia utiliza el esto hace que el biografista entienda que las
escritor a la hora de diseñar sus novelas, memorias deban considerarse como otro
aprovechando elementos de su propia vida más de los géneros ficcionales, de modo
o personajes reales como punto de partida que su trabajo de investigación aún toman-
para la ficcionalización y otorgándoles, do como base los textos del autor consista
como en la novela Ágata ojo de gato en buscar fuentes documentales fidedignas
(1974), un sentido alegórico o simbólico. que verifiquen los hechos sucedidos.

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En segundo lugar, las memorias de Ca- rios antes referidos y su traslado a Madrid,
ballero Bonald terminan en 1975, año que ciudad que hará posible, entre otras cosas, el
coincide con la muerte de Franco, por lo que contacto con Camilo José Cela, de quien se
aún le quedan para narrar a Neira cuatro convertirá en su mayor colaborador y con
décadas durante las que el jerezano ha de- quien editará una revista tan emblemática
sarrollado la mayor parte de su obra litera- como Papeles de Son Armadans. A raíz de
ria y en las que se ha convertido en una fi- esta colaboración surge la conexión con
gura pública, referente paradigmático de la Mallorca, en donde conoce a la que será su
lucha por la democracia y modelo de com- mujer, Josefa Ramis, y entra en contacto con
portamiento cívico más allá de cualquier el grupo de Barcelona, con algunos de cu-
conveniencia conformista. Además de estas yos poetas planean un acto fundacional que
consideraciones, Neira advierte de la escasa los identificará como generación: el viaje a
información que se ofrece en estas sobre los Collioure de 1959 para rendir homenaje a
medios por los que el poeta fue ocupando su Antonio Machado en su tumba, el día del
espacio en el campo literario durante la pri- vigésimo aniversario de su muerte. Además
mera etapa de su trayectoria, participando en de consolidar su relación amistosa con estos
lo que el autor menciona (citando a Umbral) (sobre todo con José A. Goytisolo y Carlos
«la burocracia literaria generada por el régi- Barral), este acto será un símbolo de oposi-
men: premios literarios, revistas, etc.» (18). ción al régimen que los definirá como gru-
Tampoco se extiende luego en referirse a la po y que marcará también algunas tenden-
favorable repercusión de su obra en la críti- cias estilísticas, enarboladas como bandera
ca y pasa muy por arriba la cantidad de pre- en la llamada «operación realista». La pri-
mios, reconocimientos, traducciones, etc. que mera parte de la biografía cierra con el ma-
ha merecido. Y es en estos puntos, justamen- trimonio del poeta, su posterior traslado a
te, en donde Neira ahonda en su trabajo de Colombia como profesor en la universidad,
investigación. Los aspectos más personales el nacimiento de su primer hijo y la vuelta
e íntimos de la vida de Caballero Bonald son a España en 1961.
seguidos con cierto detalle hasta su madu- La segunda parte que abarca desde 1962
rez, luego de la cual el biografista se centra hasta la actualidad nos muestra a un autor
prácticamente en su consolidación como es- ya instalado en el campo literario del mo-
critor reconocido y en las relaciones de su mento, quien, junto a sus compañeros gene-
figura con el mundo intelectual y artístico racionales, desarrolla una importante activi-
del momento (profusamente regadas con al- dad literaria, cultural y política durante un
cohol y nocturnidad), así como en las posi- periodo tan agitado como fue el tardofran-
ciones de disidencia básica que el poeta fue quismo. Hitos como la transición democrá-
mostrando públicamente durante toda su tica, la ilusión por el socialismo y su poste-
vida. rior desgaste junto con la consecuente
La primera parte de la biografía abarca decepción que supuso un golpe, en algunos
desde la genealogía familiar del autor hasta casos, literalmente mortal para sus compañe-
1961. En esta somos testigos de las viven- ros de generación , la oposición a la guerra
cias jerezanas de la infancia en el ambiente de Irak o la crítica situación actual de Es-
bodeguero de la ciudad; su paso por la Es- paña, frente a la que Caballero Bonald se
cuela Náutica de Cádiz y el intento frustra- muestra junto a los participantes del 15-M,
do de realizar estudios de Filología en una indignado, son algunos de los momentos
época en la que la universidad estaba domi- narrados con detalle por Julio Neira.
nada por las tendencias nacional-católicas Que la biografía se convierta al mismo
del régimen; sus primeras vinculaciones poé- tiempo en un libro de historia en el que se
ticas; su participación en los eventos litera- hace un repaso de la evolución de España

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desde las primeras décadas del siglo XX bertad y la defensa de los derechos huma-
hasta la actualidad, no es para nada casual. nos lo que ha permitido que Julio Neira
Es la importancia de la figura pública del desarrollara este abigarrado compendio de
poeta y su continuo compromiso con la li- disidencias.

MARA LEONOR GAVITO

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