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2.

1 LA ÉPICA MEDIEVAL

Lo que sobreviviera de la literatura clásica en los trastornos de la


Alta Edad Media se conservó junto a las obras latinas piadosas en las
bibliotecas m onásticas, bajo el patron azgo de Carlom agn o, convertido él
mismo en figura legendaria de la antigua épica francesa. Hacia el siglo XII
las escuelas de la Iglesia católica florecieron y educaron a los clérigos en
las artes liberales. La nobleza se volvió m ás sofisticada. Lo muscular de la
épica quedó atem perado por las gracias de cour toisie: generosidad,
modestia y consideración.
Antes de 120 0 toda la “literatura” francesa estaba en verso y se
com unicaba oralm en te a su público. J uglares y trovadores ejecutaban
extensos repertorios, que iban desde la épica a las vidas de los santos, con
mim o y m úsica. Las fórmulas verbales eran recursos usados por los
mejores poetas. La recepción del público era inconfundible. Cuadra la
sentencia de que “la poesía es historia y los hechos son falsos”.
Se conocen más de 80 chansons de geste (cancion es de gesta), la
primera y m ás herm osa, la Chanson de Roland (Can tar de Roldán, hacia
110 0 ). La m ayoría son anónim as, compuestas en versos de 10 o 12 sílabas
agrupados en laisses o tiradas asonantes. Son historias de guerra,
com puestas en un a época en que la religión tiene un carácter m arcial.
Tras la aparición de los rom ances, esas canciones perdieron algo de su
vigor.
Los ciclos integraron canciones que representaban héroes, familias
o tem as conocidos. El Cantar de Roldán pertenece al ciclo de Geste du
Roi (gesta del rey, que es Carlom agno), tío de Roldán, el h éroe que, a
causa de la traición de canelón, su padrastro, perece en Ron cesvalles. Las
características del cantar son las del arte de la época rom ánica: franqueza,
sim plicidad, ausencia de vanidad e intensidad de propósito. Resulta
controvertido im aginar cóm o sobrevivieron elemen tos de la historia
carolingia que eran anteriores en 30 0 años al poema m ism o. Se supone
que ciertos hechos históricos fueron recordados por poetas que
celebraban héroes asociados con rutas de peregrinación.
La form a literaria del rom ance, por su parte, fue creación de poetas
cultos, en Fran cia, a m ediados del XII. Trataban tem as clásicos; algunos,
com o Floir e et Blanchflor (Flores y Blancaflor), provenían de fuentes
greco-bizantinas. Su fantasía, prem onitoriam ente m odern a, se concentra
en afectos individuales antes que comun ales.
La arraigada tradición británica del rey Arturo fue establecida en el
continente por Geoffrey de Mon mouth en su obra H istor ia r egum
Br itanniae, del siglo XIII, transm itida a escritores franceses como
Chrétien de Troyes, fundador del rom ance artúrico, entre cuyas obras
destaca Lancelot o Le Chevalier de la char ette y Per ceval o Le Conte du
Gr aal. El am or adúltero de Lan zarote y Ginebra y la búsqueda del Grial,
de hecho, m arcan la disolución de la herm andad caballeresca en torno a la
figura del rey legen dario.
Nibelungenlied, la canción de los nibelungos, es el poem a épico
alem án de un autor austriaco descon ocido, fechado en el siglo XIII. El
título deriva del último verso de uno de los m anuscritos conservados.
Tam bién se lo conoce como El libr o de Kr imilda. El relato tiene una larga
historia, por lo que hay elem entos dispares. La palabra m ism a
“nibelungos” presenta dificultades. En la prim era parte del poem a se
asocia con las tierras de Sigfrido; en la segunda, el nom bre alterna con
burgundios. El contenido del poem a tien e dos partes. Com ienza con dos
cantos, aventiur en, que presentan a Krim ilda, princesa burgundia de
Worms, y a Sigfrido, del Bajo Rin, decidido a cortejarla a pesar de las
advertencias. H agen, secuaz de Gunther, herm ano de Krim ida, cuenta sus
hazañ as, incluida la conquista del tesoro de los nibelungos. Con la guerra,
Sigfrido se distingue en la batalla y con oce a Krim ilda.
Llegan noticias de la reina Brunilda, que se casará con un
preten diente que iguale sus proezas. Gunther quiere cortejarla con la
ayuda de Sigfrido, a quien prom ete la m ano de Krim ilda. Las victorias de
Gunther le convierten en esposo de Brunilda, la cual, n o obstante,
sospecha de él. Luego las dos reinas pelean, y Hagen revela a Brunilda el
punto débil de Sigfrido.
La segunda parte del poem a del can tar m uestra el con flicto entre
Hagen y Krim ilda y la vengan za de esta, tras sus nuevas nupcias con Atila,
rey de los hunos, contra los burgundios. Com puesto en un a época en que
se enfatizaban las virtudes cortesanas, el poem a despliega em ocion es
violentas que rem iten a los orígenes de los pueblos teutones en la época
de sus migraciones.
Es la obra que ha sido m ás fecunda para las artes germ ánicas, com o
prueba el ciclo operístico de El anillo de los nibelungos, del com positor
Richard Wagner.

2.2 LA POESÍA DE LOS TROVADORES

El siglo XII vio una revolución en las actitudes sexuales que se ha


conocido com o amour cour tois o am or cortés. Sus primeros exponentes
fueron los trovadores provenzales, poetas-músicos de los siglos XII y XIII,
de los que se con ocen más de 40 0 . En tre ellos hay n obles de ambos sexos
y aun clérigos. Para el trovador la m ujer no es un a posesión m asculina,
sino que gozar del amor de una m ujer era la aspiración del hom bre,
alcanzable solo si el pretendien te había servido durante un a etapa de
vasallaje am oroso m odelado por el servicio del súbdito a su señor. Sus
principios poéticos eran el gozo, la m esura, el gay saber y el am or. Este es
el principal tem a de los trovadores, cuyo origen se ha buscado en la poesía
árabe, Ovidio o los himnos litúrgicos latinos. La canso (chanson), con
cinco o seis estrofas y un envoi, era el vehículo favorito, pero había otras
form as com o albadas y poem as satíricos o conversacion ales, todos m uy
estilizados. Guillaum e IX, duque de Aquitania, el prim er poeta conocido
en provenzal, m ezclaba la obscenidad con sentimientos cortesanos. Entre
los más excelentes trovadores occitanos se cuentan Bernart de Ventadorn,

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J aufré Rudel, que expresó un anhelo casi místico por el am or distan te, y
Bertran de Born , poeta y soldado; entre los catalanes, Guillem de
Berguedà y J ofre de Foixà. La langue d’oïl había sido ya usada el la
tradición del baile y el hilado an tes de que los trovadores aum entaran su
influencia. Sus versos in spiraron a poetas del norte como Chrétien de
Troyes.
El trovador escribió en la langue d’oc de Provenza, desde el siglo XI
a finales del XIII. Favorecidos en las cortes, gozaban de libertad de
expresión e interven ían aun en la arena política, pero su gran logro es
haber creado en torno a las dam as de la corte un aura de refinam iento y
amenidad inigualada. La palabra vien e del occitano tr obar , del latín
tr opar e (crear, inventar) y del griego tr opos. A diferencia del “poeta”
latino, el trovador usaba la lengua rom ánica. La mayor parte de
com posiciones trovadorescas ha sobrevivido en chansonnier s
(cancioneros) y las reglas de su arte se con ocen com o Leys d’amor (1340 );
junto a la canso, usaron la dansa o balada, canción bailada con estribillo,
la pastor ela, que cuenta la solicitud de un caballero a una pastora y el jeu
par ti o tençó, debate de am or en tre dos poetas; en el alba, los am antes
son avisados por un vigilante que avisa del m arido celoso. Había dos
estilos, tr obar leu (sim ple) y her mètic, que podía ser, a su vez, clus (por la
com plicación conceptual) o r ic (por la formal). Con m úsica, las cancion es
son monofónicas (con melodía no arm onizada) y comprenden un enorm e
cuerpo de m úsica secular m edieval, aunque han sobrevivido m enos de
30 0 , sorpren dentem ente variadas. La com ponían a veces los propios
poetas, si bien la n orm a era el anonim ato.
El tr ouvèr e, o trovero, es la contrapartida en el n orte de Francia del
trovador provenzal, de los que adoptaron sus temas estilizados y formas
métricas. La esencia de la retórica del trovero reside en la com binación de
form as tradicionales. La audiencia disfrutaba de la familiaridad m ás que
de la originalidad de esta poesía. El m ayor y últim o de los troveros fue
Rutebeuf. A diferencia del trovador, el trovero no apreciaba la oscuridad.
Su poesía podía ser satírica. A veces le acom pañaba un juglar. A diferencia
del aristocrático trovador, tendía a buscar la aprobación de las clase
medias.

2.4 E L DECAMERÓN Y OTRAS COLECCIONES DE RELATOS

Giovanni Boccaccio es el autor de los cuen tos del Decamer on


(Decam erón). Puso, junto a Petrarca, las bases del Hum anism o
renacentista y elevó la literatura vern ácula al nivel de los clásicos.
Com puso su obra a mediados del siglo XIV. Es una obra m aestra por el
alcance tan to trágico com o cóm ico de sus visiones de la vida.
Estilísticam ente es el ejemplo m ás perfecto de prosa clásica italiana.
Com ienza con la h uida de 10 jóven es, 7 mujeres y 3 hom bres, de la
plaga de peste en Florencia. Duran te su retiro cada un o actúa com o rey o
reina del día en sus entretenimientos. Las historias ocupan diez días de
las dos sem anas de aislamien to: Decamer on es “trabajo de diez días”.

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Sum an 10 0 cuen tos, cada uno de los cuales acaba con una canción. En la
narración alternan los pasajes som bríos y los vivaces. La com posición de
los días hace ver la maestría de Boccaccio com o m aestro de la palabra
hablada y el relato rápido y sobrio. El m arcado dualism o de fortuna y
virtud en Boccaccio será una raíz del pensar y sentir ren acen tista. La
verdadera nobleza im plica aceptar las consecuencias de las propias
acciones. La felicidad terrenal exige confinar el deseo entre lo
hum anam ente posible. Su sen tido de las realidades espirituales im pide
considerarlo un observador cínico o burlesco. Durante los años del
Decamer ón, Boccaccio tuvo varias responsabilidades públicas. Los
escrúpulos religiosos al fin al de su vida le impulsaron a desear quem ar sus
obras, de lo que le disuadió Petrarca. Dedicó sus últim os añ os a la lectura
y com entario públicos de La divina comedia.
Geoffrey Chaucer es el principal escritor inglés an tes de
Shakespeare. Contribuyó durante la segunda mitad del XIV a asuntos
civiles, diplom áticos y cortesanos, pero su vocación fue la poesía. Las
principales características de su obra son la variedad de tem as, géneros,
tonos y estilos y la com plejidad que se le presen ta al hom bre preocupado
por llevar una existencia sensata. Sus escritos están impregnados de
hum or, así com o de consideraciones serias y tolerantes sobre cuestion es
cruciales. Es un poeta tan to de amor hum ano como divino, de lo lujurioso
a lo místico. Sus escritos llevan al lector a especular sobre la relación del
hom bre con su creador y sus sem ejantes, proporcionando
sim ultáneamen te deleite por las fragilidades y la nobleza de la hum anidad.
Su gran logro literario es The Canter bur y Tales (Los cuentos de
Can terbury): 30 peregrinos se reúnen en Tabard Inn, en Southwalk, y
acuerdan contarse historias durante su viaje de ida y vuelta al santuario
de Thom as à Becket en Canterbury. Harry Bailly, el tabernero, sirve de
maestro de ceremonias. En el prólogo se presenta a los personajes.
Intercalados en los 24 relatos hay breves escen as dram áticas de vívidos
intercam bios. Chaucer no completó el plan. El recurso le sirvió, con todo,
para dar variedad a sus tipos, el m onje, el caballero, el m ercader o la
mujer de Bath, así como para incluir diversos géneros, alegorías, fábulas o
serm ones. La peregrinación, con su m arco religioso y su clim a de
vacaciones, perm itía adem ás una consideración am plia de los placeres y
vicios del m undo y las aspiraciones espirituales para el próxim o. Chaucer
se sirvió de su observación diaria y sus lecturas. Al final de los Cuentos, en
su ‘Retractación ’, afirma su conclusión de que las búsquedas de este
mundo se desvanecen an te la perspectiva del futuro. A la vista de los
consejos en ‘El cuen to del párroco’, el autor pide perdón por los escritos
que conciernen a las van idades m undanas y quiere ser recordado por su
traducción de La consolación de la filosofía, del filósofo cristiano Boecio.
Alf laila wa-laila (Las mil y una n oches) es una colección de
historias orientales de fecha y autor incierto. Sus cuentos sobre Aladino,
Alí Babá y Sim bad form an ya parte del folklore occiden tal. Como en
buena parte de la literatura m edieval europea, sus relatos, rom ances,
leyendas, parábolas, fábulas y anécdotas tienen lugar dentro de una

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narración marco. Su escena es Asia Cen tral, don de el rey Shariar, tras
descubrir y castigar a su esposa in fiel, se casa y hace m orir a una esposa
cada día. Su visir tiene dos hijas, Scheherezade y Dun yazad. La m ayor
tiene un plan para acabar con la m acabra conducta de Shariar: pide ser
casada con el rey y cada noche le cuenta una historia que deja incompleta
y prom ete continuar la siguiente. Las historias son tan entreten idas que el
rey aplaza la ejecución y acaba por aban donar su cruel plan . El arte de
Scheherezade le salva la vida.
Aun que los nom bres de los protagonistas son iraníes, el m arco de la
historia es indio y la m ayor proporción de los n om bres árabes. La
variedad geográfica hace im probable un solo autor. El estilo carece de la
pureza estilística de un escritor profesional. Las primeras referencias a la
obra son del siglo IX, de la colección persa Hazar Afsanak (Mil cuentos).
La expresión “m il noches” indicaban abundancia de historias; solo
después fueron añadidos los relatos hasta completar el número. La crítica
asegura que se trata de cuentos de tradición oral y materiales posteriores
de diferentes tiempos y lugares. La prim era traducción europea es la del
francés Antoine Galland en 1717. El texto árabe se publica en el siglo XIX.
Entre el público inglés la versión m ás fam osa es del inglés sir Richard
Burton.
El autor de la isla del Tesoro, R. L. Stevenson, escribió unas
encan tadoras New Ar abian Nights. En el cine, el poeta y director Pier
Paolo Pasolini creó la llam ada Tr ilogía de la vida in spirándose en
Boccaccio, Chaucer y las n oches árabes.

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