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Encabezado: COME EL LIBRO 1

Cómete este libro.

Abraham Bruno

Seminario Wesley en Indiana Wesley University

MDS008ES BASE: LA BIBLIA COMO ESCRITURA CRISTIANA

28 de junio de 2017.

Nota de autor

Director del Seminario Bíblico Wesleyano en el Distrito Este de Norte Carolina.

Este ensayo se presenta para comprender la importancia del mensaje “come el

librito”.

Puede comunicarse al (336) 448 9268 o al e-mail abrajambh@hotmail.com


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“Cómete este libro” va más allá de la metáfora del perro que disfruta su hueso. No

solamente es “hagah” como meditación. La Escritura es una “carta de amor” que tiene todos

los tintes variados de formas literarias, para no hacerla aburrida. Aunque para muchos “leer”

la Biblia se ha convertido en una especie de “somnífero”, Dios nunca tuvo en mente que ese

fuera su propósito. Recuerdo muy bien las “cartas de amor” que alguna vez recibí. Mi

corazón se aceleraba, una sonrisa dibujaba mi rostro. Me sentía bañado de amor y ternura.

Esas cartas eran mi mayor tesoro. Una carta de amor no se lee igual que un libro. Es ahí

cuando Peterson subraya: El lenguaje pretencioso es una violación a la esencia del lenguaje

sagrado como la blasfemia y la palabrería. Nuestras Biblias no fueron escritas en los

lenguajes educados y refinados de los estudiosos historiadores, filósofos y teólogos, sino en

el lenguaje común de pescadores y prostitutas, del hogar y la carpintería. El Espíritu Santo

habló totalmente en el lenguaje del pueblo (Peterson, 2011, pp. 162, 171). Lastimosamente

muchas traducciones “han trastornado” el lenguaje sencillo y amoroso de Dios.

Consideremos brevemente algunos puntos sobresalientes de lo que Peterson nos comparte.

La Escritura como texto

Leyendo este libro entendemos que no necesitamos primordialmente información

acerca de Dios y nosotros mismos, sino una formación que nos moldee para convertirnos en

un verdadero ser, y vivir una vida recta (Peterson, 2011, pp. 38, 41) El autor también

puntualiza que el objetivo fundamental al leer la Palabra es que nuestra vida se fusione con el

Logos (Peterson, 2011, p. 43). Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante

que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu,

hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del

corazón. (Hebreos 4.12 Dios habla Hoy)

Peterson nos hace entender que La Escritura no son puras letras. No se han escrito

para emocionarnos. Es un texto que tiene y da vida. Es multifacético en su forma de


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comunicar, es decir, es un mensaje holístico que responde integralmente a las necesidades de

un ser integral.

La Escritura como modelo

La forma que leamos las Escrituras es también la forma que nuestras vidas serán

formadas (Peterson, 2011, p. 53). Jesús dijo: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros

os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; (Juan

5.39) No hay un solo mandamiento que nos lleve a leer la Palabra. Se nos dice que

meditemos, que profundicemos. ἐρευνᾶτε (escudriñad) en Juan 5.39 tiene el significado de

buscar, investigar, considerar detalladamente y someter a un análisis con el fin de descubrir

significado o características esenciales. Este texto lo dice bien claro, si lo parafraseamos de

este modo: Profundicen su vida en mi vida, para que los demás me vean a través de ustedes.

De este modo tendrán la seguridad de su salvación.

Peterson comunica y desafía a hacer “carne” el texto en nuestras vidas. Me parece

que en la liturgia de la Santa Cena estamos obviando el significado de “comer la Palabra”.

Mucho se enfatiza la simbología del cuerpo y la sangre como el sacrificio de Cristo por

nosotros. Bien dijo Jesús “Haced esto en memoria de mi”. No hay mayor esfuerzo en

participar de la liturgia. Comer el pan y tomar el vino no requiere de “ninguna memoria”.

Este sacramento se ha convertido en una liturgia mecánica. Lo que en otras palabras quiso

Jesús decir fue: “No olviden TODO lo que dije y TODO lo que hice por ustedes”. El 99% de

los creyentes solamente recuerda Génesis 1.1, Salmo 23.1 y Juan 3.16 como textos de

memoria. Los pastores nos hemos despreocupado que los miembros memoricen y vivan la

Palabra, y esto es a lo que Peterson nos desafía.

La Escritura como Libreto

El autor (Peterson, 2011, p. 77) usa la metáfora “cómete este libro”, para enfocar la

atención en lo que se necesita para leer las Sagradas Escrituras de manera formativa, de tal
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forma que el Espíritu Santo utilice el texto para formar a Cristo en nosotros. No estamos

interesados en conocer más, sino ser más como Él. Se requiere participación. Este libro nos

hace participantes en el mundo de la existencia y el accionar de Dios, pero no podemos

participar conforme a nuestras reglas. No nos es dado el crear la historia o decidir qué

personaje seremos. Este libro tiene un poder generador; en la medida que permitimos que el

texto nos gobierne habrá cambios que nos estimularán, reprenderán y nos podarán. Nunca

seremos los mismos. (Peterson, 2011, p. 85)

Necesitamos alcanzar una renovación completa de nuestro entendimiento. Si no

hemos entrado en el texto como participantes no entenderemos lo que está ocurriendo

(Peterson, 2011, p. 89). Nada se puede fijar en profundidad si presiono algo a intervalos muy

variados. Jesús es “el pan de cada día”. Es “el escrito está”. No se vence a satanás con citar

versos aislados. Se vence a satanás con el “Logos” hecho carne en nosotros. Satanás no

obedece un versículo, obedece al Logos que vive en nosotros. No quiero exagerar en que

necesitamos aprender un verso cada día, con que aprendamos tres semanales y que lo

vivamos, es suficiente para dar el valor sustancial a la expresión “haced esto en memoria de

mi”.

Lectio divina

Es una forma de vida que se desarrolla “conforme a las Escrituras”. Está compuesta

por cuatro elementos: lectio (leemos el texto), meditatio (meditamos el texto), oratio (oramos

el texto), y contemplatio (vivimos el texto) (Peterson, 2011, p. 111). Lectio divina es una

forma de lectura que se convierte en una forma de vida.

Nada se logra si no hay disciplina, entrega, inclusión en lo que nos proponemos.

Lectio divina no es asunto de hacerlo “cuando pueda”, “cuando me acuerde”. Lectio divina es

un estilo de vida, que debe vivirse “de día y de noche” por el resto de nuestras vidas. Sino que

en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche (Salmos 2.1).
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Reflexiones finales

Eugene Peterson nos invita a entrar en el texto y vivirlo. Nos hace repensar que, en el

asunto de vivir la vida cristiana, el aspecto más descuidado tiene que ver con la lectura de las

Escrituras. Lo que se descuida es leer la Biblia formativamente, o sea, leerla para vivir

conforme a lo que dice. Para poder leer la Biblia de forma adecuada y con exactitud, es

necesario también vivir conforme a lo escrito. Muchos cristianos tienen un modo de vida

“zombi”. Tienen apariencia de piedad. La razón: la Palabra no se ha hecho carne en sus vidas.

En lugar de someterse a ella, la usan, la aplican, toman el control a su antojo afirmando su

propia experiencia como la autoridad para determinar cómo, dónde y cuándo utilizarla. El

ángel hoy les dice lo mismo que a Sardis: Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero

en realidad estás muerto. (Ap. 3.1)

Cómete este libro es un legado motivador, inspirador de lectura dinámica. Una frase

que me vino a la mente y la compartí en mi Facebook fue: La Biblia no es para leerla sino

para escuchar la voz de Dios. El libro me hace recordar sobre las promesas: “Deléitate en el

Señor, medita en su ley de día y de noche”. El profeta Jeremías tuvo una experiencia similar

(15:16) “Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el

gozo y la alegría de mi corazón”. El deleitarse es todo un proceso. Lo que sucede en la boca

es diferente a lo que sucede en el estómago. Al final, nos deleitamos con todo nuestro ser.

“La lectura es un inmenso regalo, pero sólo si las palabras son asimiladas, introducidas en el

alma, masticadas persistentemente y acogidas en un deleite sin prisa” (Peterson, 2011, p. 25).

Peterson es un profeta porque sus palabras nos exhortan, nos edifican y nos consuelan. Él

comía la Palabra y la procesaba, y luego la compartía. Fue tanta su motivación que le llevó

diez años hacer una paráfrasis de la Biblia, El Mensaje. “Cuando el celo por la Sagrada

Escritura y el celo por el lenguaje común se topan, salen chispas. A veces las chispas se

convierten en una traducción. Es lo que ocurrió conmigo” (Peterson, 2011, p. 191)


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Referencias

Peterson, E. (2011). Cómete este Libro. Miami: Editorial Patmos.

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