Abraham Bruno
28 de junio de 2017.
Nota de autor
librito”.
“Cómete este libro” va más allá de la metáfora del perro que disfruta su hueso. No
solamente es “hagah” como meditación. La Escritura es una “carta de amor” que tiene todos
los tintes variados de formas literarias, para no hacerla aburrida. Aunque para muchos “leer”
la Biblia se ha convertido en una especie de “somnífero”, Dios nunca tuvo en mente que ese
fuera su propósito. Recuerdo muy bien las “cartas de amor” que alguna vez recibí. Mi
corazón se aceleraba, una sonrisa dibujaba mi rostro. Me sentía bañado de amor y ternura.
Esas cartas eran mi mayor tesoro. Una carta de amor no se lee igual que un libro. Es ahí
cuando Peterson subraya: El lenguaje pretencioso es una violación a la esencia del lenguaje
habló totalmente en el lenguaje del pueblo (Peterson, 2011, pp. 162, 171). Lastimosamente
acerca de Dios y nosotros mismos, sino una formación que nos moldee para convertirnos en
un verdadero ser, y vivir una vida recta (Peterson, 2011, pp. 38, 41) El autor también
puntualiza que el objetivo fundamental al leer la Palabra es que nuestra vida se fusione con el
Logos (Peterson, 2011, p. 43). Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante
que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu,
hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del
Peterson nos hace entender que La Escritura no son puras letras. No se han escrito
un ser integral.
La forma que leamos las Escrituras es también la forma que nuestras vidas serán
formadas (Peterson, 2011, p. 53). Jesús dijo: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros
os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; (Juan
5.39) No hay un solo mandamiento que nos lleve a leer la Palabra. Se nos dice que
este modo: Profundicen su vida en mi vida, para que los demás me vean a través de ustedes.
Mucho se enfatiza la simbología del cuerpo y la sangre como el sacrificio de Cristo por
nosotros. Bien dijo Jesús “Haced esto en memoria de mi”. No hay mayor esfuerzo en
Este sacramento se ha convertido en una liturgia mecánica. Lo que en otras palabras quiso
Jesús decir fue: “No olviden TODO lo que dije y TODO lo que hice por ustedes”. El 99% de
los creyentes solamente recuerda Génesis 1.1, Salmo 23.1 y Juan 3.16 como textos de
memoria. Los pastores nos hemos despreocupado que los miembros memoricen y vivan la
El autor (Peterson, 2011, p. 77) usa la metáfora “cómete este libro”, para enfocar la
atención en lo que se necesita para leer las Sagradas Escrituras de manera formativa, de tal
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forma que el Espíritu Santo utilice el texto para formar a Cristo en nosotros. No estamos
interesados en conocer más, sino ser más como Él. Se requiere participación. Este libro nos
participar conforme a nuestras reglas. No nos es dado el crear la historia o decidir qué
personaje seremos. Este libro tiene un poder generador; en la medida que permitimos que el
texto nos gobierne habrá cambios que nos estimularán, reprenderán y nos podarán. Nunca
(Peterson, 2011, p. 89). Nada se puede fijar en profundidad si presiono algo a intervalos muy
variados. Jesús es “el pan de cada día”. Es “el escrito está”. No se vence a satanás con citar
versos aislados. Se vence a satanás con el “Logos” hecho carne en nosotros. Satanás no
obedece un versículo, obedece al Logos que vive en nosotros. No quiero exagerar en que
necesitamos aprender un verso cada día, con que aprendamos tres semanales y que lo
vivamos, es suficiente para dar el valor sustancial a la expresión “haced esto en memoria de
mi”.
Lectio divina
Es una forma de vida que se desarrolla “conforme a las Escrituras”. Está compuesta
por cuatro elementos: lectio (leemos el texto), meditatio (meditamos el texto), oratio (oramos
el texto), y contemplatio (vivimos el texto) (Peterson, 2011, p. 111). Lectio divina es una
Lectio divina no es asunto de hacerlo “cuando pueda”, “cuando me acuerde”. Lectio divina es
un estilo de vida, que debe vivirse “de día y de noche” por el resto de nuestras vidas. Sino que
en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche (Salmos 2.1).
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Reflexiones finales
Eugene Peterson nos invita a entrar en el texto y vivirlo. Nos hace repensar que, en el
asunto de vivir la vida cristiana, el aspecto más descuidado tiene que ver con la lectura de las
Escrituras. Lo que se descuida es leer la Biblia formativamente, o sea, leerla para vivir
conforme a lo que dice. Para poder leer la Biblia de forma adecuada y con exactitud, es
necesario también vivir conforme a lo escrito. Muchos cristianos tienen un modo de vida
“zombi”. Tienen apariencia de piedad. La razón: la Palabra no se ha hecho carne en sus vidas.
propia experiencia como la autoridad para determinar cómo, dónde y cuándo utilizarla. El
ángel hoy les dice lo mismo que a Sardis: Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero
Cómete este libro es un legado motivador, inspirador de lectura dinámica. Una frase
que me vino a la mente y la compartí en mi Facebook fue: La Biblia no es para leerla sino
para escuchar la voz de Dios. El libro me hace recordar sobre las promesas: “Deléitate en el
Señor, medita en su ley de día y de noche”. El profeta Jeremías tuvo una experiencia similar
(15:16) “Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el
es diferente a lo que sucede en el estómago. Al final, nos deleitamos con todo nuestro ser.
“La lectura es un inmenso regalo, pero sólo si las palabras son asimiladas, introducidas en el
alma, masticadas persistentemente y acogidas en un deleite sin prisa” (Peterson, 2011, p. 25).
Peterson es un profeta porque sus palabras nos exhortan, nos edifican y nos consuelan. Él
comía la Palabra y la procesaba, y luego la compartía. Fue tanta su motivación que le llevó
diez años hacer una paráfrasis de la Biblia, El Mensaje. “Cuando el celo por la Sagrada
Escritura y el celo por el lenguaje común se topan, salen chispas. A veces las chispas se
Referencias