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dar, como han insistido varios escritores, que esta guerra no fue
un conflicto de grandes batallas entre dos ejércitos. Por ende, para
evitar las simples y equivocadas dicotomías patriota-realista y par-
ticipante-ausente en cuanto a la participación popular en la guerra,
habría que tomar en cuenta por lo menos tres categorías: soldados
formales de los batallones o milicias, los montoneros, y los "ván-
dalos". Por supuesto, las diferencias ent~ estos tres no siempre
eran evidentes. Para los realistas, todos los esfuerzos de los pa-
triotas fueron actos criminales, indiscriminados, mientras que los
que' saqueaban haciendas ("vándalos") consideraban o por lo me-
nos presentaban sus acciones como un apoyo a la lucha contra los
realistas. Pensamos que la plebe de la costa central participaba
mayormente en favor de los patriotas. La promesa (incumplida)
de la libertad para los esclavos y el odio a la aristocracia realista
fueron motivos importantes para este apoyo. Christine Hünefeldt
ha estudiado el papel de los negros en la lucha por la Inde-
pendencia. Aunque describe otros caminos, la fuga o la lealtad,
cita los comentarios de Guillermo Miller y del viajero Robert
Proctor para indicar la importancia del apoyo de los negros a los
patriotas.16 Flores Galindo describe el sentimiento contra la aris-
tocracia. Nota la violencia independiente de las grandes batallas,
afirmando que se produjo una "asociación entre los términos 'la-
drón' e ·insurgente.... 17
Heraclio Bonilla, en un artículo sobre las guerrillas indígenas,
vuelve a cuestionar, como ya lo había hecho en su clásico libro
La Independencia en el Pero, afirmaciones sobre la participación
popular en las luchas por la Independencia. Bonilla critica con
fundamento interpretaciones que se limitan a preguntar si un
sector era realista o patriota, una tarea que de todas maneras es
difícil debido a la relativa ausencia de información en las colec-
ciones documentales sobre el apoyo realista. Como Bonilla afirma,
hubo apoyo popular a ambos lados. Además, arguye que detrás
del apoyo a los patriotas por parte de los indígenas, hubo coerción,
divisiones, y actitudes que contradicen "una genuina convicción" .18
16. HUnefeldt, 1979.
17. Flores Calindo, 1984: 226.
18. Bonilla, 1983.
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38. Ver por eje mplo AHM, 1834, 3, 397 (hacienda La Molina); 1835, lego 1,
No. 57 donde el subprefecto de Cañete avisa a los hacendados que escondan
su ganado. Uama a los montoneros ·cortos restos de hombres que parecen
haber salido de las cabernas infernales ... Otros ejemplos son 1835, lego
N .
vuelven locos por que no se les puede haber. ..".42 Como Salaverry
veía la necesidad de salir de Lima, nombró una junta de Gobierno
y creó una división bajo las órdenes de Antonio del Solar "para
garantir las propiedades del ataque de los montoneros y de la
amenaza continua de la plebe a sublevarse".43 Salaverry tuvo que
interrumpir repetidamente sus campañas en el sur para volver a
encargarse de la protección de Lima. Incluso, miembros del go-
bierno debatían en los últimos días de 1835, en una situación
semejante a los últimos años de los realistas en la Guerra de la
Independencia, si era necesario evacuar Lima. El gobierno dio
permiso a los cónsules extranjeros para desembarcar tropas de sus
barcos para "batir a los montoneros y el populacho".«
Para enfrentar el problema de los montoneros, y ganar el apoyo
de los hacendados costeños, Salaverry tomó espectaculares medi-
das. Estas incluían el restablecimiento del Tribunal de la Acordada
con poderes dictatoriales y la horca y el rollo, azotes, y la pena
de muerte para los que protegían a "los enemigos", una gratifica-
ción para el que capturara a un montonero, el permiso a los
hacendados para portar armas, la prohibición de andar a caballo
en Lima después del toque de oración y de reunirse dos o más
personas después de las diez de la noche etc. En abril, el prefecto
de Lima ordenó a los hacendados talar los bosques "a fin de
impedir que los hombres caigan en poder de malhechores que se
refugian en esos lugares". 45 Exoneró a los fundos rústicos de Lima
del pago de contribución predial en "atención a los daños que los
montoneros armados por la pasada administración causaron".46
También se decretó dos amnistías para montoneros y desertores,
lo que pocos acataron.- El gran enemigo de Salaverry, Andrés de
Santa Cruz, notó con una cierta satisfacción el ambiente bélico y
represivo que creaba el gobierno de Salaverry. En una carta a
Omegoso fechada el 5 de junio de 1835, le pide que apoye "el
único partido que conviene al Perú y que pueda librar al heroico
42. Bilbao, 1936: 289, carta del 2-5-1835.
43. Ibid.: 234.
44. Ibid.: 237.
45. AHM, 1835, lego 13, No. 90, 30-4-1835. Para las medidas represivas, ver
Bilbao, 1936 y los periódicos de la época.
46. Bilbao, 1936: 210.
MONTONEROS, BANDOLEROS,MALUECHORES 127
interpretaciones impuestas por las clases altas, sobre todo por los
conservadores.
Como en todas las guerras, los intereses materiales eran im-
portantes motivos para la participación popular. Algunos de los
montoneros fueron mercenarios, es decir, luchaban por el pago.
No nos sorprendería encontrar casos de montoneros cambiando
su apoyo de un caudillo liberal a un cons€!rvador. Hay que recordar
que las demarcaciones políticas no eran tan evidentes ni duraderas
en esa época. La dicotomía conservador-liberal es una especie de
abreviatura para una serie de agrupaciones políticas. Lo que no
creemos es que el explícito apoyo a un caudillo, como se ve en
los juicios, era un simple oportunismo. La definición del oportu-
nismo en relación a la política es muy compleja. Estamos seguros
que hubo casos de ladrones que utilizaban el nombre de un
caudillo en el momento de sus robos o que justificaban sus crí-
menes presentándolos como apoyo para un caudillo.61 Sin embar-
go, en términos prácticos, invocar el nombre de un caudillo fue
peligroso tomando en cuenta la rapidez de cambio de regímenes.
Además, el sistema judicial no reconocía el comportamiento po-
lítico de un miembro de la plebe. Eran criminales, no guerrilleros,
a sus ojos, así que el apresado o enjuiciado tenía poco que. ganar.
Más bien, nos parece que este argumento, que el montonero sólo
peleaba por un caudillo para justificar sus crímenes, es un reflejo
de las definiciones sociales reaccionarias de la época.
En este ensayo hemos sostenido que hubo una politización de
los crímenes en las primeras décadas de la república. Este fenó-
meno se hace evidente en la procedencia social y filiación política
de las víctimas, en la secuencia de los crímenes, y sobre todo en
las acciones de los montoneros que luchaban en contra de los
gobiernos conservadores. Pensamos que este proceso se asemejó
al cambio planteado por Eugene Genovese para la época de la
revolución francesa y la haitiana. Esta semejanza estaría en la
actitud política de los esclavos, quienes habían pasado de esfuerzos
de restauración a la incorporación o alianza con grupos políticos
61. Un viajero inglés, Peter Scarlett, incluye una anécdota y un grabado sobre
el robo de parte de unos bandidos que vivaban a un caudillo. Se mostró
muy escéptico sobre el contenido político de las acciones de los bandidos.
Scarlett, 1838.
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