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LEER DESDE LOS ALUMNOS(AS), co nd ició n necesaria para Hoy se asume que la formación de cualquier " actor social"

que la formación de cualquier " actor social" imp lica, un p roceso de


1 socialización, en gran p arte condicionado p ero no determin ado p or su medio, donde el
una convivencia esco lar democrática.
individuo interioriza normas y modelos, p ero, junto a ello, se vive también, un p roceso
2 de subjetivación qu e lleva a una d iferen ciación qu e p osibilita una identidad p rop ia
Jorge Baeza Correa (Dubar
1996; Dubet y M artuccelli 1996). Hoy en definitiva, se esta exp erimentando un cambio
Los jóvenes estudiantes de secundar ia no son sujetos p asivos. Las relaciones que en la p rimacía del sujeto p or sobre el sistema (Dubet 1991 y Dubet – M artuccelli 1998).
establecen con sus establecimientos educacionales no están ausentes de su p rop ia 4
Ser alumno(a) , en este sentido, constituy e algo mu cho may or que un a def inición
subjetividad. Los jóvenes construy en " saberes" y " saber hacer" que les p ermiten dar un " externa, y a
sentido" y " significado" p rop io a lo que realizan. Estos "saberes" y "saber hacer" lo 5
que cada joven v ive su exp erien cia d e ser alumno(a) de una for ma p articular y le otor
adquier en en un p roceso de ap rop iación que tiene cono característica ser colectivo y ga un
situado. No conocer estos sentidos y significados p rop ios, como a su vez las sentido subjetivo p rop io a la labor que él
estrategias que desarrollan p ara p osibilitar su p rotagonismo, p ueden llevar a una exp realiza.
licación o relación no válid a con ellos
o a una elaboración de una p olítica d e atención
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inadecuada .
La s iempre posib le d istancia entre las ex ig encias de la estructura
No obstante lo anterior, aún en numerosos establecimientos escolar es p ersiste una organizacion al y la vivencia subjet iva.
cultura donde los alumnos(as) se caracterizan p or: la homo gen eización (se v e al joven
restrictivamente sólo como alumno) ; la etiquetación (se hacen d istinciones entre alu mnos En toda organización, existen elementos funcionales y disfuncionales y los hombres son
a p artir de estereotip os); la desconfianza (la concep ción de que el jov en sólo actuará cap aces de establecer relacion es de coop eración o conflicto en su interior. En este
correctamente si es vigilado) y la meritocracia indiv idual (todo lo gro se atribuy e a sentido, se p uede reconocer, junto a Crozier y Friedber g (1992), que las or ganizaciones se
méritos individuales, negándose con ello las condicion antes socioeconómicas y culturales caracterizan p or cuatro grandes elementos: el desarrollo de reglas imp ersonales; la
del sujeto). En este sentido, no se p uede dejar de estar de acuerdo con el p centralización de la decisión; el aislamiento de cada una de las categorías jerárqu icas y el
lanteamiento de Giroux (1993) de que "la voz y la exp eriencia estudiantil quedan desarrollo de relaciones de p oder p aralelas como consecuencia de la imp osibilid ad de
reducidas a la inmed iatez con que p ueden ser ap rovechad as y existen co mo algo que eliminar totalmente las zonas de incertidumbre. Las organizacion es, como señalan los
se d ebe medir, admin istrar, registrar y controlar. Su carácter distintivo, sus disy unciones, autores recién identificados, "no son el resultado automático del desarrollo de interacciones
su calidad vivid a, son asp ectos, todos ellos, que quedan disueltos bajo una ideo lo gía humanas en una suerte de d inámica esp ontánea" (p . 15).
de control y manejo. En nombre de la eficiencia, p or lo común se ignor an los recursos y
la riqueza de las historias de vida de los alumnos" (p . 188). Las organ izaciones constituy en, p or lo tanto, y en este marco también los
establecimientos educacionales, una solu ción con junta de actores relativamente
Pero se debe recono cer tamb ién como cierto, que en el camp o de la educación han conver autónomos, con recursos y cap acidades p articulares, con cr eencias, inven ciones e
gido, en los últimos tiemp os, tres imp ortantes p rocesos: un p rimero, la amp liación de la intuiciones p ara resolver los p roblemas que p oseen en la acción colectiva, en v ista de
cobertura educacion al; un segundo, la p resencia de nuevos p aradigmas de inv estigación objetivos comun es. Es una construcción human a, un " artefacto humano" , señalan
en las Ciencias de la Educación y p or último, un tercero, en gran p arte resultado de Crozier y Friedber g (1992, p . 16), que, como toda estructura de acción colectiva
los anteriores: la tensión entre sistema y sujetos. Situación, esta última, que obedece a socialmente construida, es un sistema de acción irredu ctiblemente contingente, de r
la necesidad de r esp onder y a no sólo a demandas cuantitativas del sistema, sino tamb ién elaciones d e p oder y de zonas de incertidumbr e y cambio.
a los requerimientos cualitativos de éste y , en p articular, los r eferidos al resp eto de la id
entidad y la p osibilidad del p rotagonismo de los sujetos que p articip an en él. De aquí, se p uede reconocer qu e, en toda organización, los actores al interior del
sistema p oseen un margen de lib ertad, que es utilizado estratégicamente p ara la
1 El present e t ext o est a publicado por UNESCO en el libro E ducació n Secun dar ia un cam in o interacción con los otros. Es este reconocimiento el qu e p osibilita a Crozier y Friedber
p ara el Desarro llo Hum ano , Sant iago, Chile, 2002, páginas. 163-184. g (1992) p lantear la existencia d e dos estrategias al interior de una or ganización: el r
2 El autor es Sociólogo, Licenciado y Magíst er en Sociología y Doct or en Ciencias de la azonamiento estratégico,
Educación. Act ualment e se desempeña como académico de la Universidad Cat ólica
Cardenal Raúl Silva Henríquez, en Sant iago de Chile. P ara un mayor cont acto:
4 Se t rabaja con el concept o de alumno(a) y no de est udiant e, con la finalidad de dar cuent a
jbaeza@ucsh .cl
que el acento est a colocado en la int eracción social, en el rescate de la experiencia de
3 Est e art ículo t iene como base el t exto escrit o por el aut or y publicado por la Universidad
ser part e de una inst it ución (en est e caso la escolar) y no en los procesos asociados a
Cat ólica Cardenal Raúl Silva Henríquez en su Serie Invest igación Nº 19, con el t it ulo:
su t area format iva, lo que exigiría ingresar a aspectos cognit ivos, pedagógicos, et c., que
E l o f icio de ser alumnos en jóv en es de sector p op ular . Est e t rabajo a su vez, es part e de
sobrepasan los límit es de est e art ículo.
la t esis doctoral del aut or present ada a la Pont ificia Universidad Cat ólica de Chile.
5 Una segunda delimit ación, si bien aquí se habla de al umno(s) en general, se est á conscient e de
las grandes diferencias que implica el género y la realidad socioeconómica en la
experiencia escolar. Sobre ello, sólo a momentos se hacen algunas precisiones, pero la
necesidad de no ext enderse impiden un t rat amiento diferenciado.

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que p arte del actor que descubr e el sistema, mientras que el racionamiento sistemático p vinculaciones. Si deja una id entidad social lo hace en función de otra, en la que p articip
arte del sistema p ara retroceder con el actor a la dimens ión contingente, arbitraria y no an tanto ella como la socied ad" (p . 168). De aquí, se p uede d ecir qu e la distancia
natural de su orden construido. del rol desemp eña una función amb ivalente: servir á p ara la cohesión o p ara la
destrucción de un equip o. Con frecuen cia se p ractica el d istanciamiento con r esp ecto
Ambos razonamientos, señalan los autores, son comp lementarios, p ero contradictorios al rol of icial, como medio p ara facilitar la cohesión d el equ ip o.
y conver gentes a la vez, con lo cual contradicen las consideraciones de car ácter p olar
que p resentan al hombre y la sociedad como contrarias. Para Crozier y Friedberg, la La adh esión total a un rol es la excep ción, no la r egla gener al, dado que no se dejan de
estructuración es contingente y es actualizada p or los co mp ortamientos individuales y lado los otros roles y p or lo cual el sujeto recib e diversas exigencias al mo mento de ejer
las relaciones de p oder. cer un rol determin ado. Los ser es humanos son seres multisituados, que viv en las p
resiones p arcialmente d iver gentes de las dif erentes vincu laciones afectivas. Esta
Al interior de las or ganizaciones no totalitarias, los actores tienen un mar gen de lib ertad situación es la que esta en la base d e la construcción teórica de Goffman, conocid a co
de acción. La conducción d e un individuo frente a sus sup eriores jer árquicos no corresp mo Dramaturgia. Hay una diferen cia entre lo que se esp era que hagamos y lo que
onde a un modelo d e simp le ob edien cia y de conformismo. Ello es el resultado de un a queremos hacer ; de aqu í que, con la intención de mantener una imagen estable, las p
nego ciación y es, al mismo tiemp o, un acto de nego ciación. Los miembros de un a or ersonas actúan p ara sus audiencias sociales, lo qu e resulta una rep resentación.
ganización, señalan Crozier y Friedberg (1992), son "agentes autónomos que son cap aces
de calcular, de manip ular y que se adap tan e inventan en función de cir cunstancias y Este reconocimiento de una distancia del rol, de un ejer cicio de la lib ertad al interior de
de movimiento de p ares" (p . 45). El comp ortamiento de un actor en una organización, la organ ización, no es algo nuevo en la literatura educacional, p ara no ir lejos, a fines
señalan los mismos autores, "no es jamás enteramente p revisible, no está determinado, de los
al contrario siemp re es contingente" (p . 46), es decir dep ende del contexto, de las op ’60, Philip Jackson (2001) en su y a clásica obra La vida en las aulas (1968 en su p
ortunidades y condiciones materiales y humanas. rimera
versión), reconocía una d istancia entre lo p rescrito y la vivencia efectiva. “Aunque
Coincidente con este p lanteamiento, Goffman, desde una p ersp ectiva interaccionista una docente –dice Jackson- p uede asign ar etiquetas abstractas a lo que observa, su
simbólica, concluy e de similar forma. El ind ividuo introduce algunos de los medios interés se centra en una exp eriencia esp ecífica con un determinado grup o de alumnos.
que disp one p ara conseguir un mar gen d e lib ertad, de maniobra y de desid entificación En suma, vive en un mundo de fronteras existen ciales bien delimitadas que se eviden
entre él y el sí mismo qu e le ofrece la situación. En op inión de Goffman, existe una cian p or sí mismas en su manera de exp resarse. (…) En consecuencia, las gen eralizaciones
distancia entre el sujeto y el rol. El rol deb e ser acep tado básicamente como un sobre las características de los niños o sobre los méritos de una teoría educativa se ven
instrumento válido de estudio, p ero frente al cual es p osible diferenciar los asp ectos continuamente confrontadas, cuando las considera la p rofesora, con las cu alid ades d e
normativos, su realización típ ica y la efectuada p or un indiv iduo en un a situación los estudiantes concretos con quienes trabaja y con las limitaciones p articular es de su
concreta. En este sentido, los sujetos p ueden manifestar diversas formas de clase” (p . 180).
distanciamiento de un rol, co mo son la simulación, el abandono en p resencia d e otros o el
rechazo abierto. Desde dicha fecha, p asando p or los trabajos de los rep roductivistas (Baudelot y
Establet), de los que se ubican en la teoría d e la corr esp ondencia (Bowles y Gintis) y
Esta distancia, sostiene de Erice (1994), siguiendo a Goffman, es con frecu encia una aquellos que levantan el tema de la resistencia (Paul Willis), ha transcurrido un largo
reacción defensiva, que se "manifiesta en formas de ironías, sarcasmo o con la critica tiemp o, p ero todavía p ersiste en muchos análisis una visión de las alumnas y alumnos
directa, que es frecuente que lo haga d esp ués de la interacción, cuando está con sus desde las estructuras y no desde los actores, en este caso en p articular, desde su condición
comp añeros de equip o. Ante los sup eriores p uede actuar con lentitud o con un comp de
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ortamiento mecánico" (p . 167). Comp lementando desde Crozier y Friedberg, la conducción alumno . Se ha seguido trabajando, co mo sostiene Coulon (1988), como si fuera "una
de un subordinado será en función de las p osibilidades de coalición con sus colegas y caja
de movilización solidar ia. De la cap acidad d e construir una relación con el otro, a
comunicarse, a mantener las alianzas y a sop ortar las tensiones p sicológicas que trae 6 Es posible const atar en la literat ura de diversos países, que la s invest igaciones cent radas
necesariamente el conflicto. direct ament e en los alumnos son de recient e dat a. François Dubet (1991) reconoce que,
por largo t iempo, en la lit erat ura francesa "la const ant e, en la producción sociológica
En la distancia del ro l, se deben considerar, en op inión de Goffman, tres comp onentes, dedicada a la escuela, es la ausencia o una part e ínfima del t rabajo consagrado a los
dado que no es lo mismo la realización ef ectiva del rol, la v inculación afectiva y las alumnos" (p. 13). Igual sit uación se reconoce en la elaboración española por part e de
obligaciones consigu ientes p ara uno mismo y los demás. Estos tres asp ectos y su María Ant onia García de León y Gloria de la Fuent e (1993): "más recient emente, el
rechazo, a juicio d el autor, están siemp re conexionados. En esta d istinción se d ebe análisis ha pasado a centrarse en las diferencias entre los grupos que se escolarizan y los
recono cer, señ ala de Erice (1994), "que la distancia reb asa la mera r eferen cia a un que abandonan la escuela, no sólo o no t ant o por problemas de rendimient o como de est
mar co normativo. Se deb e a una nueva fuente de identificación. Toda p ersona está rategias sociales y de act it udes ant e la inst it ución escolar. En este sent ido comienzan
poco a poco a aflorar los est udios sobre la cult ura escolar de los jóvenes y su act it ud
situada y se la requiere desde difer entes
ant e el sist ema educat ivo" (p. 144). En América, en el caso de Chile, María José Lemait
re (1994), señala que si bien, "no debería ser posible hablar de educación sin hacer
referencia explícit a en algún momento del discurso a las caract eríst icas y necesidades
de los jóvenes. Sin embargo, muchas de las di scusiones y

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negr a que se p rescinde d e an alizar deliber adamente, p ara interesarse sólo p or la entrada El concep to de "oficio", si bien en su inicio está referido a un asp ecto religioso (que se
y la salida. Se colo can, a la entrada del sistema, v ariab les inp ut (sexo, edades, n ivel 8
ha ido p erdiendo a través del tiemp o), p osee, como característica a juicio de Web er , el
socio- p rofesional de los p adres, p ertenencia étnica), y se obtiene, a la salida, el fr otorgar una signif icativa imp ortancia no sólo a asp ectos racionales, sino también a aqu
acaso esco lar, abandonos … de modo que el hijo tendrá el mismo oficio que el p adre y ellos
la desigualdad se p roduce de nuevo, p ero no v emos có mo se f abrica esta rep roducción elementos no racionales involu crados en su ejecu ción. En el of icio, lo imp ortante es
al interior de la 'caja', es decir, en la escu ela" (p . 101). el p roducto final, más que el modo de p roducción. Este no se consagra como una
abstracción indep endiente de un sujeto, sino un sujeto que, en su queh acer, incluy e todas
En este sentido, se debe reconocer que, p ara logr ar un conocimiento de un actor sus dimensiones y que, p or lo tanto, p rivilegia el fondo sobre la forma.
social, llámese en este caso un alumno, el camino no se agota en un estudio de la
transmisión e internalización de un rol, co mo tamp oco en el estudio aislado e individual de El oficio alud e a una actividad donde lo imp ortante y fundamental, más que la forma
la construcción de la identidad p ersonal. Es necesario ad entrarse en el " juego" de la coherente y racional de ejer cer d eterminad a activid ad, es el resultado al cu al se llega.
interacción entre el rol p rescrito y la vivencia p ersonal de éste p or p arte de cada sujeto. De aquí que los que están en ésta actividad much as veces no saben verbalizar los motivos
p ara determinadas conductas, y a que ellas se realizan siguiendo una tradición (p orque así
fueron ap rendidas), donde, además, se p resenta variaciones entre un sujeto y otro.
La consideración de la v ida cotid iana: Desde la as ignación externa de un ro Porque si bien hay un elemento rep roductivo en su constitución, también hay un fuerte
l a la construcción de un oficio de alumno (a): quehacer reinterp retativo, donde cada sujeto p one lo p rop io en lo que está realizando. Es
esto lo que p ermite hablar, más que d e la adquisición d e un of icio, d e la "ap rop iación"9
A juicio d e Eric Plaisan ce y Gérard Ver gnaud (1993), d entro de los nuevos objetos de un oficio, es decir, de un p roceso de hacer de uno -y p or tanto con un sello p
de estudio de las Cien cias d e la Educación, se p ueden mencion ar cuatro grandes temas: ( ersonal- determinados saberes y p rácticas y a existentes p ara lograr un determinado fin.
i) los enseñantes; (ii) los saber es escolar es; (iii) lo local en la educación y (iv) la exp
eriencia de la realid ad esco lar cotidian a. Dentro de este último tema, ubican, co mo un p El oficio, en cu anto a su dimensión r ep roductiva, como nos recuerd a Bourdieu et al.
roblema fundamental, el estudio del oficio de alumno ( le métier d'élève). En este sentido, (1968), está asociado estrechamente al concep to de "habitus", es decir, al sistema de disp
como lo reconoce Pierre M erle (1993), "los co mp ortamientos de los liceanos en clase, las osiciones durables, trasp asables, estructuras estructuradas disp uestas a funcionar co mo
r elaciones con los p rofesores, las eventuales estrategias escolares y p araescolares, estructuras estructurantes, como p rincip ios de gen eración y estructuración de p rácticas y
constituy en uno de los dominios del conocimiento más p articularmente en curso de exp rep resentaciones. En este sentido, el oficio, en cuanto sistema de esquema y matrices,
loración actual" (p . 59). más que de p rincip ios y conocimiento teórico, se adquiere -p rimordialmente- en el camp
o de lo cotidiano 10 .
La exp resión "oficio de alu mno", co mo señala R égine Sirota (1993), "es en la
actualidad utilizada corrientemente p or la Socio lo gía d e la Educación fr ancesa; sin emb Ahora, si bien esta obtención de un oficio se r ealiza, como todos los actos de la v ida
ar go, ella es una introducción reciente. La adop ción ráp ida de su uso demuestra la p cotidiana del sujeto, ap arentemente "sin esfuerzo y atención" (M auro Wolf, 1988), ello
rofunda evolu ción que ha mar cado la Sociolo gía de la Educación d e estos últimos diez no p ermite condenar como señala A gnes Heller (1991), "al sujeto de la vida cotidian a,
años hacia el r etorno del actor, y hacia el análisis de los p rocesos de socialización" (p . a la mera p asividad. La p ersona humana como totalidad no es una mar ioneta tirada p
85). Este uso corriente d el concep to de oficio de alumno, al menos en la literatura de or las
hab la francesa, p odríamos sostener, con Perrenoud (1995), que está determinado no
sólo p orque es absolutamente acep table desde un p unto de vista semántico, sino que
8 Cfr. Max Weber, E con om ía y So ciedad (1984a), páginas 352, 353, 1022 y 1023, a su vez el t
también es fecundo d esde el p unto de ext o del mismo autor, La ét ica pr ot est ant e y el esp ír it u del cap it alismo (1984b),
7
vista del análisis . páginas 86 y 87.
9 Se ent iende por "apropiación" en palabras de María Eugenia Luna (1994), quien sigue a A.
Heller para est os efectos, como "el aprendizaje y manejo de recursos y usos que permit en
a
análisis sobre el t ema no t oman en consideración est os aspect os y analizan los los sujet os orientar su act ividad de acuerdo a las caract eríst icas y condiciones que, para
problemas de la educación como si pudieran abst raerse de la población a la que se at cada moment o y época, se demanden en ciert o espacio social e hist órico" (p. 5).
iende" (p. 389). En México, Est elvina Sandoval (2000), reconoce que “ los alumnos son 10 Se gún Bourdieu (1995), "la enseñanza de un oficio o como diría Durkheim es un ‘art e’,
un área de invest igación poco abordada, como lo consigna el est ado del conocimiento ent endido como práct ica pura sin t eoría, exige una pedagogía que nada t iene que ver con
sobre el t ema donde se considera que est á ‘no se ha const it uido como un campo de la que se aplica a la enseñanza de los conocimientos. Como puede observarse
est udio por derecho propio’ (Carvajal et al, 1966: 27)” (p. 266). claramente en las sociedades carent es de escrit ura y escuela -pero cabe señalar que est o t
7 P ara una apreciación de la evolución e incorporación del concept o de “oficio de alumno”, ambién se aplica a lo que se t ransmit e en las sociedades con escuelas e, incluso, en las
principalment e en la sociología de la educación francesa, cfr. Anne van Haecht escuelas mismas-, numerosos modos de pensamient o y de acción -a menudo los más vit
(1999), páginas 160-166. ales- se t ransmit en de la práct ica a la práct ica, mediant e modos de transmisión tot ales
y práct icos basados en el cont acto direct o y duradero ent re quien enseña y quien
aprende (‘Haz lo m ism o que yo’)" (p. 164).

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cuerdas de la costumbre. Las normas necesitan interp retarse en contextos siemp re relación esco lar. La din ámica cultural así entendid a, se r elaciona con el con cep to de ap
nuevos, las p ersonas deben tomar iniciativas en situaciones imp revistas; deben rop iación (Heller 1977), donde el sujeto p articular se ap rop ia de los conocimientos, usos
enfrentarse también a las catástrofes de la vid a cotidian a" (p . 69-70). y costumbres que le son necesarios p ara sobrev ivir en el medio en qu e se d esenvuelv e
y cómo a p artir de esta ap rop iación contribuy e a la construcción de su mundo
En esta p ersp ectiva, es imp ortante hacer notar que, si bien el "habitus" comp rende inmediato” p .
un asp ecto rep roductivo, no considera al sujeto un ser p asivo11 , y a que reconoce un 268).
asp ecto reinterp retativo en éste. En definitiva, alejándonos de p osiciones exclusiv amente
rep roductivistas -en la línea de algunas lecturas de Bourdieu 12 - se está acep tando el p El proceso de apropiación del "oficio de
lanteamiento de Gianini (1987) de la p osibilidad de una "arqueolo gía de la exp erien cia"
alumno":
a p artir de la reflexión de lo cotidiano. Para Humb erto Gianini (1987), en la "reflexión
cotidiana" es p osible realizar una "arqu eolo gía de la exp eriencia" co mún, "abrirnos
El p eríodo escolar, como señala Ph. Perrenoud (1990), "no constituy e sólo un medio,
caminos hacia el sentido de algunos de los asp ectos más banales de la vida diaria" (p .
una p rep aración p ara la vida, sino un momento de la vida en sí mismo, que tiene y a
43); afinar la "mirada en el terreno de lo culturalmente in advertido; escudriñar entre
una organ ización co mp leja. ¡Tener éxito en la escu ela, supone aprender las reglas de
esas cosas qu e se transfieren día a d ía de un sujeto a otro" (p . 44).
juego!" (p . 218). El aula, en este sentido, como afirma Perrenoud (1990), "constituy e un
medio de vida esp ecial, un grup o restringido, hasta cierto p unto estable, inserto en una
La vid a cotidiana, siguiendo a Agn es Heller (1977), es el ámbito dond e se rep roducen organ ización burocrática; (...) en el transcurso de meses y , desp ués, de años, el escolar
y recrean los hombres p articular es, es el esp acio donde se integra lo rep roductivo con adquier e los saberes y el sab er h acer, valor es y códigos, costumbres y actitudes que lo
lo reinterp retativo; es el ‘pequeño mundo’ inmediato del que los hombres se ap rop ian convertirán en el p erfecto ‘indígena’ de la or ganización escolar o, al menos, le p
p ara autorrep roducirse como sujetos y vivir en socied ad. Este p equeño mundo se comp ermitirán sobreviv ir sin demasiad as frustraciones, o sea v ivir bien gracias al h aber comp
one de sistema de usos, exp ectativas, costumbres y p rácticas cargados de contenidos y rendido las maneras adecuad as. En la escuela se ap rende el of icio d e alu mno" (p . 218).
sentidos que son comp artidos. En tanto social, este p equeño mundo es histórico, p ero,
a su vez, dato básico p ara cualqu ier movimiento del sujeto que busca trascenderlo. Es p Ap render este oficio, como señala Coulon (1995) en referen cia al estudiante
or ello que, p ara Justa Ezp eleta (1989), "el concep to de vida cotidiana encuentra su eje universitario, "signif ica que hay que ap render a serlo; si esto no ocurre, uno es eliminado, o
en el sujeto, en los sujetos, delimita y a la vez recup era conjuntos de actividad es, se autoelimin a p or sentirse ajeno a ese nuevo mundo" (p . 159). Hacerse alumno,
característicamente heterogén eos, emp rendidos y articulados p or sujetos p articulares" (p . siguiendo a Coulon (1990), sign ifica un p roceso donde claramente se p ueden reconocer
25). tres fases: "el tiemp o de extrañeza -no p ertenencia-, en el curso del cual el estudiante
entra en un universo desconocido (...) ; el tiemp o de ap rendizaje, dond e él se ad ap ta p
Al analizar la situación escolar con las categor ías hasta aquí exp uesta, no se p uede dejar rogresivamente y se p roduce una conformación; p or último, el tiemp o de afiliación, p
de concordar con Estelvin a Sandoval (2000), en “que no es p osible hab lar d e una eríodo en que se observa y a un relativo dominio, qu e se manifiesta notoriamente p or la
cultura escolar unívo ca, o de dos culturas p erfectamente definid as y contrap uestas, cap acidad de interp retar, incluso transgr edir, las r eglas" (p . 1055) 13 . Por lo tanto, el ap
sino más bien de la confluen cia de d iversos saberes culturales en el marco de rendizaje d el of icio de alu mno se lo gra, en defin itiva, cu ando se ha lo grado la
condiciones institucionales esp ecíficas e históricas, donde la interacción de los sujetos va afiliación, es decir, cuando el alumno, como sostiene Coulon (1995), "sabe identificar los
marcando los sentidos de la cód igos imp lícitos del trabajo intelectual, cuando oy e lo que no se ha dicho y ve lo qu e
no se ha identificado, cuando h a interiorizado lo que en un p rincip io p arecía externo a él
11 A juicio de Nést or García Canclini, en la P resent ación del t exto de P ierre Bourdieu (1990), mismo" (p . 161).
"el habit us, generado por las estruct uras objet ivas, genera a su vez las práct icas
individuales, da a la conduct a esquemas básicos de percepción, pensamient o y acción." Los oficios, como nos recuerd a a este resp ecto Perrenoud (1995), "son p roducto de
(p. una tensión entre la racion alid ad ideal, o de al menos la defin ición formal, y el ejercicio
34). Est as práct icas, cont inúa García Canclini "no son meras ejecuciones del habit us efectivo" (p . 13). De aquí que el término ‘oficio’, como señala el mismo Perrenoud en
producido por la educación familiar y escolar por la int eriorización de reglas sociales.
1990, dice relación -más que a las calificaciones académicas o p rofesionales- a "las
En las práct icas se act ualizan, se vuelven act o, las disposiciones del habit us que han
encont rado condiciones propicias para ejercerse. Exist e, por t ant o, una interacción ‘disciplinas’ que p ermiten abordar una tarea p roductiva en el seno de una or ganización,
dialéct ica ent re la est ruct ura de las di sposiciones y los obst áculos y oport unidades de con lo que ello sup one de restricciones, retrasos, visibilidad, r esp eto a las normas en
la sit uación presente. Si bien el habit us t iende a reproducir las condiciones objet ivas cuanto a los recursos que emp lea, técn icas qu e utilizar, autoridades que consultar en
que lo engendraron, un nuevo cont ext o, la apert ura de posibilidades hist óricas diferent cada etap a de un trabajo cualqu iera" (p . 218).
es permit e reorganizar las disposiciones adquiridas y producir práct icas transformadoras"
(p. 35-36). 13 Se ha preferido aquí t raducir direct ament e desde la fuent e, la t esis doct oral de Alain
12 Bourdieu, a diferencia de la clasificación de "reproduct ivista", se considera a sí mismo Coulon, (1990), dado que en el t exto en español del mismo aut or, donde se dan a
como un "est ruct uralist a construct ivist a". P ara profundizar sobre ello, se puede ver conocer est os resultados (1995), a nuest ro juicio no exist e una t raducción adecuada,
el conjunto de ent revist as y conferencias dadas por el aut or reunidas en el t exto principalment e del concepto "ét ranget é", que en el t ext o en referencia se traduce por
"Cosas dichas", (1988b); especialment e el inicio de la conferencia "Espacio social y alienación y no por ext rañeza.
poder simbólico", p. 127.

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En definitiva, el con cep to de "oficio de alu mno -como asegura Régin e Sirota (1993)- p or varias dimensiones: la historia social en su cruce con la h istoria p ersonal; las r
está ante todo definido como el ap rendizaje de las reglas de juego" (p . 89). De aquí, que elaciones que se dan entre p rofesores y alumnos; la interacción entre p ares, alumno-
siguiendo a Vy gotski (1988), la ap rop iación de un oficio es en gran medida un p roceso alumno, etc. En otras p alabras, como lo señala M ercado (1994) siguiendo a Bakhtin, la
de internalización, qu e imp lica el p aso de lo social a lo individu al, del exterior al interior, ap rop iación de un oficio esta íntimamente ligad a al " diálogo entre voces sociales" . Es
d e lo inter-p sicológico a lo intra-p sicoló gico. En Vy gotski, la actividad de los seres decir, un diálogo entre aquellas ideas, nociones y p rop uestas, que se articulan de
humanos no es una simp le resp uesta o reflejo, sino que imp lica un co mp onente de diferente manera en los sujetos, según su en garce con la h istoria p ersonal y con el
transformación d el medio con la ay uda de algunos instrumentos. En este sentido, Vy contexto cultural e institucional dond e se desarrollan.
gotski, r econociendo la imp ortancia de lo social, consid era, como sostiene Pozo (1989),
que "el sujeto ni imita los signif icados -co mo sería el caso del condu ctismo- ni los En este último sentido, "la vida cotidian a en sí misma, co mo afir ma Heller (1991), no
construy e como en Piaget, sino que literalmente los reconstruy e" (p . 196). El desarrollo es
humano necesita de la cu ltura, p or lo cual se reconoce qu e el sujeto necesar iamente es ‘alguna cosa’, sino la exp eriencia vital modern a y comp artida en la que se basa
asistido desde el exterior, gener ándose con ello el imp ortante concep to de " mediación" . nuestra intersubjetiva constitución del mundo" (p . 59). Entendiendo p or " experiencias
vitales" , exp lica Heller, no "sólo a los actos, acontecimientos y sucesos, sino también
En esta p ersp ectiva, en la ap rop iación del oficio de alu mno, los y las jóvenes van a lo al marco gen eral de sign ificados, visiones d el mundo, instituciones de sign ificación que
grar los saberes y p rácticas necesarias p ara un ad ecuado desenvolv imiento en su quehacer gu ían, sintetizan y ordenan el p roceso mismo de la exp eriencia" (p . 60).
como alumnos, p or intermedio d e sujetos med iadores, que ap ortan la exp erien cia y a
acumulada en los distintos ámbitos necesarios p ara el logro de un buen f in. Estos
mediadores, que actúan como " otros significativos" , ay udando a construir el "sí-
mismo" del joven, van a variar de acu erdo al ámb ito p ara el cual se requiere su
El marco de los contenidos del oficio de alumno. El proceso de construcción
colaboración, p or lo cual es p osible distinguir entre p ersonas significativas de or y reconstrucción del mundo de la vida.
ientación gener al y aquellas que sirven a una situación determinada. De esta forma, si
bien p ara el adolescente los p adres constituy en, p or lo común, los otros significativos En el alu mno(a), como señ alan M . Duru-Bellat y A. Herriot-van Zanten (1992), se conju
de may or imp ortancia, en el joven, en su condición de alumnos(as), será entre los p ares gan, junto al tiemp o del estudio, el tiemp o del cambio de la infan cia a la vida adulta, el
donde encuentre los otros signif icativos que le ay uden a comp render y desenvolverse del tiemp o libr e y el d e los p roy ectos de vida. Es este ju go en defin itiva, de
adecu adamente en el medio escolar. construcción de identidad, indiv idual y social, el qu e abre al amp lio tema del " mundo de
la vida" . A este resp ecto, p ara Atria (1993), la labor de un alumno(a), la vida escolar,
Es con la co laboración de estos otros significativos que ap rende a p articip ar de una man "es un ap rendizaje p ara construir y reconstruir el mundo de la vida" (p . 160). A juicio de
era adecuad a en su medio ; con la mediación de otros se ap rop ia de las co mp etencias Atria, la " identidad" y la " participación" son los ejes que p ermiten d iferenciar
necesarias p ara actuar según lo requ erido. El adolescente, en este sentido, ev alúan analíticamente, dentro del mundo de la vida, cuatro cu adrantes. La identidad es siemp re
constantemente sus comp etencias, gr acias a la interacción con p ersonas imp ortantes p un tránsito entre el p asado y el futuro, mientras que la p articip ación es el p aso de lo p
ara él quienes lo exhortan, p remian y castigan. Estos mediador es p or lo demás -co mo rivado a lo p úblico.
sostiene Pilar Lacasa (1994)- no siemp re, "se p rop onen el ap rendizaje del que ap rende
como la meta de su actividad, p ero le ofrecen continuamente una ay uda p ara sumer girse El cruce de estos dos ejes, señala Atria (1993), "establece el escenario co mp leto donde
en situacion es nuevas y adquirir desde ellas nuev as destrezas y habilidad es. En este es p osible ‘centrar’ nuestra exp eriencia p ersonal y social. Al mismo tiemp o, este
sentido, la p ráctica cotidiana se conv ierte en un ámbito p rivilegiado d e desarrollo" (p . cruzamiento p ermite diferenciar los cuadr antes (los distintos ‘mundos’) donde se construy
312). e el mundo de la vida" (p . 167): a) el mundo de la historia colectiva; b) el mundo de la v
ida íntima; c) el mundo de las utop ías y d) el mundo de los p roy ectos de vida.
Ahora, si bien el p roceso de ap rop iación imp lica un a ind ividualización, el hecho de qu e
ella se logre mediante una mediación, que p or lo gener al es realizada p or " otros (Público)
significativos" p ara el sujeto que construy e su oficio, conduce a qu e esta labor deba ser
entendida como una acción intersubjetiva. El ser alumno no se agota en la individu alid HIST ORIA COMUN UT OPIAS SOCIALES
ad del sujeto, sino que también incluy e las difer entes redes de construcción intersubjetiva (Pasado) (Futuro)
d e las que se p articip a en la vida cotidiana. En el p roceso de ap rop iación, cada VIVENCIAS PERSONALES PROYECT OS DE VIDA
sujeto -desde su vida cotidiana- confronta los nuevos saberes con aqu éllos que lo
(Privado)
anteceden, r echaza algunos e integra otros p ara gen erar, con éstos, otros saberes, los
cuales, al p onerlos en p ráctica, inician nuevamente el ciclo de integración o rechazo. Cuando nos ubicamos en el ámbito de lo "p asado" en el camp o de lo "p úblico", nos
encontramos en el mundo de las h istorias colectivas. Es el mundo de la acción histórica,
La ap rop iación del oficio d e alumno, al igual co mo lo p lantea Ruth M ercado (1991) de las exp eriencias colectivas, de los ev entos que tuvieron tal fuerza y gravitación en el p
con relación a ser p rofesor, es un p roceso colectivo articulado desde lo individual y asado que fueron cap aces de imp actar las vidas p ersonales de todos los que se reconocen
atravesado

9 10
miembros de un mismo grup o. El mundo d e la v ida íntima es el mundo de las "viven Concordante con d icha d iversidad, las culturas y a tamp oco son cuerp os comp actos y
cias p ersonales", el universo íntimo, var iado y rico en exp eriencias que mar can los homogéneos, sino que p riman en el seno d e la sociedad lo que García Can clin i (1990)
hitos de nuestro crecimiento como p ersonas. En el ámbito del "futuro", el mundo de ha denominado “cu lturas híbridas”, donde en un solo esp acio (ver los mall) se encu
las "utop ías sociales" es el mundo de los p roy ectos de sociedad deseab le y deseada; entras diversas y contrap uestas manifestaciones.
corresp onde al mundo de los p roy ectos colectivos, de las imágenes de mundo, que nos
dicen p ara dónde avanzamos o hacia dónd e retroced emos co mo grup o social y como Esta situación no es ajena a las vid as juveniles, donde en un mismo jov en se man ifiestan,
miembros de ese grup o. Por último, cuando el mundo d e la vida está centrado en la esfer a en más de un a o casión, conductas que d an cu enta de una v erdader a
p rivada del esp acio social y en el futuro, lo qu e tenemos es el mundo de los "p roy “fragmentación”. En p alabras de Jesús M artín Barbero (2002), “quizá nin guna otra
ectos de vida". El centro de este mundo está en la visualización qu e hacemos de nosotros figur a co mo la del flujo televisivo p ara asomarnos a las rup turas y las formas de
mismos en un horizonte de tiemp o p revisible que p roy ectamos hacia el futuro. engan che qu e p resenta la nu eva exp erien cia cultural de los jóv enes. La p rogramación
televisiv a se halla fuertemente marcad a, a la vez, p or la discon tinuidad que introduce la p
Teniendo como telón de fondo esta matriz y a su vez, reconociendo exp lícitamente que ermanente fr agmentación -cuy os modelos en términos estéticos y de rentabilidad se
la realid ad juv enil, con sus múltip les y comp lejas manifestacion es, es un fenó meno p hallan en el vid eoclip p ublicitario y el musical- y p or la fluida mescolanza que p osibilita
lural que p resenta contradicciones y heterogeneidad es, que p ueden desbordar esta el zapp ing, el control remoto, al televidente, esp ecialmente al telev idente joven ante la
matriz, no deja de ser p osible reconocer que en todo alu mno(a) conver gen a lo menos frecuente mirada mo lesta del adulto, p ara armar ‘su programa’ con fragmentos o
tres realidad es: una p rimera la p rop ia de ser p arte de una generación, con desaf íos y ‘restos’ de dep ortes, noticieros, concursos, conciertos o films” (p . 4).
op ortunidades esp ecificas (una historia colectiva y utop ías sociales comunes a sus p
ares); una segunda, esp ecífica de la p rop ia y p ersonal realid ad socio económica y Dentro de esta realidad, en un movimiento contrario p ero no p or ello op uesto, la glob
cultural donde nace y se socializan y p or último, una tercera, d ada p or la realidad de alización ha colocado en crisis las identidades nacion ales y convertido a las grandes
su exp eriencia esco lar (estas dos finales, íntimamente relacionadas con las viven cias p ciudades en territorios anónimos (García Canclin i, 1995), hoy se vive en un mundo en
ersonales y p roy ectos de vidas p articulares). que los cap itales emp resariales no reconocen fronteras, donde la caída d e los muros ha gen
erado cientos de luchas d e intereses nacionalistas y /o religiosos y se multip lican los
Como realidad generacional, a los jóvenes de hoy , les corresp onde vivir en una movimientos migratorios p roducto en gran medida de los anteriores (p or razones
sociedad donde y a no se avanza de acuerdo a p atrones p re establecidos, sino que el económicas o huida de lugares de guerra), lo que ha llev ado al surgimiento de numerosos
sujeto se ve enfrentados a diversos caminos lo que genera una p ermanente tensión. Hoy movimientos que buscan diferenciarse d e los demás y reconocerse en una identidad p rop
la juventud y a no tiene delante de sí tray ectorias lineales 14 , sino que cada sujeto esco ia, en lo cual la música y el fútbol se constituy en en referentes p rincip ales15 .
ge entre diversos tray ectos p ara llegar a un p unto determinado (M . Sandoval, 2002),
situación que centra en la exp erien cia y conocimiento d e cada uno el camino a seguir, Hoy además, la socied ad en que se v ive es un a socied ad de r edes e Internet, donde
en un a r ed cada vez más laberíntica, donde y a no se p ueden reconocer caminos únicos. el tiemp o y el esp acio se hacen relativo y los sujetos cada vez más lo gran un control
sobre ellos, siendo los jóv enes quienes llevan la delantera en d icho camb io (con evid entes
Ya no se esta en la sociedad dond e los estudios y el nivel lo grado son p ara toda la vid diferencias sociales) A juicio d e B alardin (2002), un ras go atractivo del internet p ara
a; donde el trabajo obtenido es único y p ermanente; donde el sector de la ciudad que los jóvenes “es que no vislu mbran que la r ed este controlada p or los adultos, y a sea en
siemp re se ha habitado, seguirá siendo hasta la mu erte, etc., etc. Hoy la educación se tanto gobierno, los p adres u otras instituciones. Para ellos, el ciberesp acio es la nuev a
consid era como una activid ad continua, los trabajos son cad a v ez más in estables y frontera que rep resenta algo muy p arecido a la libertad que imagin an en su cultura de la
múltip les en un mismo sujeto, los cambios habitacion ales son cosas habituales y no sólo nocturnidad 16 . Así como se sienten libre en la no che, se sienten libres en el ciberesp acio.
al interior de una ciudad o un p aís. Richart Sennet (2000), ref iriéndose a la situación labor En la noche, los adultos p arecen desap arecer y dejar el terreno a los jóvenes. Algo
al qu e se instala en esta nueva realidad, la calif ica co mo una situación car gad a de semejante p erciben que sucede en el ciber esp acio cuando lo recorren. En un caso, es
incertidumbre, que trae consigo una p érdida de la confianza en sí mismo y en los el tiemp o -la
demás, y de una sensación de estar a la d eriva y de viv ir en r ies go p ermanente,
donde nada es a lar go p lazo, lo que signif ica que p oco vale la exp erien cia y que nada
está asegurado, que en cualqu ier momento uno es p rescindible, ind ep endiente del esfuerzo 15 P ara ver algunos est udios recient es al respecto: Michel Maffesoli (2002) “Nomadismos
realizado. juveniles”. En: Carles Feixa, Carmen Cost a y Joan Pallarés (edit ores) Mov im iento s
juveniles en la P enínsula Ibérica: graffit is, grifot as, okupas. Ed. Ariel, Barcelona,
España y Carles Feixa (2002) Gen er ació @ L a jo vent ut al Segle XXI. Ed. Observatori
14 En est a nueva sociedad de t rayect orias lineales, diferenciadas, experiencias como el comic Cat alà de la Jovent ut , Aportacions 12, Barcelona, España. P ara el caso de América, un
se conviert en en buenos ejemplos de lect ura no lineal en cont raposición a las viñet as de t ext o que recopila diversos t rabajos al respect o, Gabriel Medina Carrasco, compilador
las ant iguas revistas. Se debe reconocer que con el reconocimiento de est a modalidad (2000), Ap r ox im acio nes a la div er sidad juv en il. Ed. El colegio de México, México D.F.,
de México.
t rayectoria, se est a cada vez más cerca de la lect ura ya a acept ada por años por las 16 El aut or hace referencia al t rabajo de Mario Margulis (1994), L a cult ur a de la no ch e. Ed.
ciencias Espasa Calpe, Buenos Aires, Argent ina.
físico-química, de “ zonas de probabilidad” (como en los est udios de trayect orias de
los átomos).

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noche- que aleja a los adu ltos, en el otro, es el esp acio -la ciberp lataforma-, p ero contenido concreto y de otra, la inscrip ción en la construcción d e una b io grafía sin gular.
también p odríamos decir que los sep ara la tecno lo gía”(p . 24). En otras p alabras, una versión ob jetiva y una versión subjetiva, indisociable, irreductible
la una a la otra.
En una cu alif icación y esp ecificación de lo anterior, la realidad socioeconómica de
cada joven, constituy e un elemento dif erenciador, qu e cond icion a p osibilidades y exp Como más de un estudio lo ha demostrado, la exp eriencia escolar individu al no
ectativas. Si bien la condición gener acional es un dato común que p ermite hablar de los necesariamente coincide con los sentidos y significados que formalmente se h an def
jóvenes, los datos de la realid ad imp iden cualqu ier intento de gen eralización, incluso inido p ara ella. De hecho, en la exp erien cia escolar ind ividual se hacen p resente, en gran
al interior d e un mismo estrato social, donde ser mujer u hombr e imp lica situaciones med ida, no sólo las defin icion es exp lícitas del sistema, sino también un conjunto de r
diferentes. Las marcad as diferen cias de inserción funcion al e integr ación social, y de eglas y conocimientos imp lícitos, y en ocasiones exp lícitos extra-sistema. Aunque se p
cap ital cultural y social, están en la base d e numerosas conductas, exp ectativas y juicios ueda reconocer que el liceo ejer ce una " violencia simbólica" (en p alabras d e Bourdieu) o
de los ciud adanos en gen eral y de los jóven es en p articular 17 . " vigila y castiga" (al decir d e Foucau lt), no p uede dejarse también de recono cer, como
y a se ha indicado, que las p osibilidades de reinterp retación, de p oner en juego en cada
En la actualidad, dond e la masificada organización escolar y a no constituy e un acción las p rop ias subjetividades, conduce a que, en la exp erien cia escolar de cada
eslabón " natural" dentro de la escala burocrática de formación p ara el ejer cicio de estudiante, estén sus p rop ios sentidos y significados, los que obviamente están mediados p
determinados roles, la edu cación secund aria se ha conv ertido en lo qu e Dubet y M or las construcciones y reconstrucciones nacidas de las relacion es intersubjetivas del
artuccelli (1998), calif ican como de una relación escolar desregulada, “una organización de alumno con sus "otros significativos".
fronteras flotantes, de relaciones cad a vez más reconstruidas” (p . 60), donde obviamente
esta desregu lación, no tiene el mismo p eso en todos los sectores del sistema escolar, En términos teóricos, esto imp lica reconocer con Bourd ieu que, si bien existe un
está más p resente donde se concentran los p úblicos nuevos, que en aquellos donde la conjunto de coerciones y exigencias del juego social, existe también un 'sentido práctico',
elite escolar y social ha lo grado mantener una forma institucional de la cu al otros están un 'sentido del ju ego', que imp lica la existencia de estrategias que p osibilitan la
desp rovistos. innovación p ermanente, la p osibilid ad de adap tarse a las situaciones indef inidamente
var iadas, nun ca p erfectamente idénticas entre sí. A juicio de Bourdieu (1988b), "la
Bourdieu (1988a) hab laba al resp ecto de una inflación de las titula ciones, situación qu e noción de estrategia es el instrumento de una rup tura con el p unto de vista objetivista y
a su juicio, corr esp ondería a “un hecho estructural que afecta, en dif erentes gr ados con la acción sin agente (...). Ella es el p roducto del sentido p ráctico como sentido del
según la singularidad d e las mismas y según su origen social, al conjunto de los juego (...) El buen ju gador, sostiene Bourdieu, que es en cierto modo el juego hecho
miembros d e una gen eración escolar” (p . 142). En op inión de Bourdieu, “la desilusión hombre, hace en cad a instante lo que hay que hacer, lo qu e demanda y exige el juego" (p
colectiva que resulta del desajuste estructural entre las asp iraciones y op ortunidades (…) ág. 70).
se en cuentra en la base de la desafección con r esp ecto al trabajo y de las
manifestaciones de rechazo de la fin itud social, que está en la raíz de todas las fugas y de Recordemos, a este resp ecto, la y a citada d efinición d e Sirota de qu e el oficio de alu mno
todos los rechazos de la ‘contra-cultura’ adolescente” (p . 142). es "ap render las reglas del ju ego escolar", y a que como lo señaláb amos con Perrenoud,
tener éxito en la escuela sup one ap render las reglas de juego. El ‘buen alumno’, señala
La cotidianidad qu e rodea la asistencia al liceo, co mo sostiene Silv ia Duschatzky Sirota (1993), "no es sólo el que es cap az de asimilar los saber es y los saberes-hacer
(1999), no constituy e un asp ecto menor, dado que "el valor asignado a la escuela es comp lejos. Este está además disp uesto a 'jugar el juego', a ejer cer un of icio d e alu mno
contingente y situacional, se ancla en exp erien cias p articulares, tradiciones culturales y que lo releve del conformismo, lo mismo de la co mp etencia. Asimilar el curriculum y
tramas sociales distintivas" (p . 29). En el caso de los sectores p op ulares más convertirse en un indígena de la organización esco lar" (p . 89). Esto p or lo demás, como
extremos, p or ejemp lo, la escuela y el liceo, indica Duschatzky (1998), cump len una señalan Duru-Bellat y Henrriot van Zanten (1992), imp lica "una ligazón imp ortante
función de frontera. "Al tiempo que genera d istinciones, socialidad es encontradas entre entre los p roblemas que encontramos en los infantes en la escuela y las dificultades p ara
los que asisten y no asisten a ella, está allí p oniendo en contraste, en conf licto, ló gicas d decodificar las exigen cias imp lícitas de la enseñanza y de la institución escolar" (p . 183).
isp ares de rep resentación de lo social: la violencia y la corp orización vs. la simbolización
que encuentra en la p alabr a otros modos de p rocesamiento de la exp eriencia; ambas ló El buen alumno, el qu e se ha ap rop iado del oficio, p odemos decir junto a Bourdieu
gicas conviven en el mismo territorio, disp utando lugar es de legitimación" (p . 5). (1991), es "sólo el virtuoso, dueño absoluto de su arte d e vivir, que p uede activar todos los
recursos que le ofrecen las ambigüed ades e ind eterminaciones de las conductas y las
En un tercer circulo, aún más esp ecifico, se encuentra la realidad escolar. Donde a situaciones p ara p roducir las acciones qu e conv ienen en cada caso, p ara hacer en el mo
juicio de Jean Yves Rochex (1995), co mo en toda exp erien cia y en toda actividad mento op ortuno aquello d e lo que más tarde se dir á que 'sólo eso podía ha cerse' y hacerlo
human a, la exp erien cia esco lar se p ueden considerar como de dos caras. Por una p arte como se d ebe" (p .
está un 181).

17 En el caso chileno, para ver dat os recient es, ver: P NUD, In fo r me de Desarr o llo Hum an o Por lo tanto, aunque la tendencia actual del liceo es mirar al joven solo como alumno(a),
Ch ile 2002 e INJUV, T ercer a En cuest a Nacion al de Juv ent ud, 2002. o más aún como un rol, y como tal imp ersonal, debemos reconocer, que en la exp
eriencia

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escolar, el alu mno(a) ap rende las estrategias necesarias p ara adaptarse a los Es cierto que estos tres tip os de cultura p ueden vivir en una misma sociedad, p ero
requerimientos formales d el liceo, adqu iere un of icio, que le p osibilitan d esarrollar también es cierto que hoy , numerosos p adres y p rofesores, esp eran a sus hijos y
estrategias qu e le dejan el esp acio suficiente p ara su p rop ia individualidad 18 . El alumno alumnos que le resuelvan p roblemas -que son menores p ara los jóvenes- con relación a su
conoce p or intermedio d e su p rop ia exp erien cia, o la d e otros que hace suy a, aquellos televisor o comp utadora, como también de otra docena d e electrodomésticos. Hoy en
signos y símbolos necesarios p ara desenvolverse con corr ección dentro del liceo ; ap sociedades multiculturales, de miles de millones de migrantes, son muchas veces los
rende con quién tener confianza y de quién siemp re desconf iar; ap rende cómo estudiar jóven es quienes actúan como voceros de sus p adres, como interp rete no sólo idiomático,
p ara tal p rofesor y cómo " conquistar" a este otro; conoce los lu gares p ara estar solo y sino que cultural en su gama más amp lia.
no vigilado; lo gra un " mapa" , que le p ermite ubicar desde dónde es más barato un láp iz
hasta dónde se p ueden comp rar drogas. Es con los p ares donde ap rende en qu é lu gar Esta nueva relación, exige un a nuev a p edago gía, una p edago gía de r elación horizontal y
tomar loco moción más desocup ada, dónd e realizar algunas activid ades sin p roblema no vertical, de una nueva simetría, donde los jóvenes tienen la p osibilidad y a no sólo de
con la p olicía, o qu é decir en la casa cu ando se llega muchas horas desp ués de salir ap render sino que también de enseñar a los adultos. Dina Krauskop f (2000), señala a
del liceo. este resp ecto, “No es, p ues, la noción nítida y convencionalmente estructurada del adulto,
la que p uede servir de norma p ara la orientación de la intervención edu cativa. Este
modelo p uede llegar a ser obstáculo en nuestra civilización dominada p or a técnica y p or la
A modo de cierre: transformación constante de los modos de trabajo. La infan cia y la ado lescen cia d eben
dejar de consider arse solo como un p eríodo de p rep aración p ara la v ida adulta. Son
Hace más de 30 años, M argaret M ead, indicaba en la contrap ortada del libro Cultura mo mentos fundamentales y con sentido en sí mismos. Al p ercib irse de este modo, la edu
y compromiso (1970): "Hasta hace muy p oco tiemp o, los adultos p odían decir: ‘¿sabes cación deja de ser un p roceso que va de un adulto que sabe, a un educando que no sabe, y
una cosa? Yo he sido joven y tú nunca has sido viejo’. Pero los jóvenes de hoy p ueden resp p asa a ser una situación en la cu al el educador r eelabora sus conocimientos al intercamb
onder: ‘Tú nunca has sido joven en el mundo en el que soy joven yo, y jamás podrás iarlos y p roblematizarlos con sus estudiantes, confrontándolos con el deven ir de la
serlo’. Hoy súbitamente, en razón de que todos los p ueblos del mundo forman p arte de realid ad que ofrece el mundo circundante” (p . 204).
una red de intercomunicación con bases electrónicas, los jóvenes d e todos los p aíses
comp arten un tip o de exp erien cia qu e nin guno de sus may ores tuvo o tendrá jamás. A Una convivencia escolar genuinamente demo crática, exige en p alabras de Juan Bautista
la inversa, la vieja generación nunca verá rep etida en la v ida de los jóven es su p rop ia M artínez (1998) “reconocer a los colectivos imp licados en la educación, escu char su
exp eriencia singular de cambio emer gente y escalonado. Esta ruptura entre generaciones voz, que se articula desde sentimientos y vivencias comunes, y que exp resa toda una varied
es totalmente nueva: es p lanetaria y universal". ad de matices y rasgos muy imp ortante a tener en cuenta en la or gan ización y gestión
de los centros escolares”(p . 56), p ero a d iferen cia d e ello, continua M artínez, con
M ead distinguía tres tip os diferentes de cultura: " prefigurativa" , " cofigurativa" y " relación a los jóvenes, “desconocemos lo qu e p iensa y dice el alumnado como consecu
postfigurativa”. La cultura p ostfigurativa, es en la que los niños ap renden p encia de que no lo escuchamos. Los estudiantes se exp resan continuamente y narran sus
rimordialmente de sus may ores, la cofigur ativa, en la que tanto los niños co mo los vivencias de man era bastante natural. Sin embar go no escuchamos lo que d icen ” (p . 56).
adultos ap renden de sus p ares, y la p refigurativa, en la qu e los adultos también ap Situación p or lo demás, que no obedece mu chas veces a una conducta autoritaria, sino que
renden de los niños. Aquellas sociedades que se estructuran en función del p oder y la radica en un desconocimiento de las formas de exp resión juvenil. “Los estudiantes –sigue
autoridad son p rincip almente p ostfigurativos, mientras que en aquellas donde se han M artínez- no utilizan el vocabulario p olítico social d e los adultos (…) Es, p or tanto, un
desarrollado técnicas p ara la incorp oración del cambio, r ecurren a un a forma de ap lenguaje p rop io con p alabras de uso frecuente, y con viv encias muy intensas” (p . 56).
rendizaje cof igurativo, de ap rendizaje entre p ares. Por último, en las cu lturas p Para escuchar las voces -concluy e M artínez- previamente hay que reconocerlas.
refigurativas los jóven es asumen una nu eva autoridad mediante su cap acidad p ara cap tar
el futuro, lo aún desconocido. Parecier a ser que todavía estamos acostumbrados a hablar -y más que hab lar, sentir-
dice Fidel M olina (2002), de que en la escu ela sólo hay alumnos, olv idando que hay
18 P ara ver algunos t rabajos que dan cuent a de diversas est rat egias desarrolladas por los “chicos y chicas, jóven es, ciudad anos y ciudadanas, con una serie de derechos y también
alumnos(as), consult ar: Edwards, Verónica et al (1995) E l liceo p or den tr o . Est udio de deberes como integrantes de la socied ad en el p resente. Su valor no r adica en la p
etno gr áf ico so bre p ráct icas de t r abajo en E ducació n Media. Proyect o MECE/MEDIA otencialid ad de ser ciudadanos d el futuro…, son ciudadanos y ciud adanas ahora” (p .
MINEDUC, Sant iago, Chile; Cerda, María (2000) Jov en y alumno: ¿con flicto de ident 78). Si no, corremos el p eligro –agrega M olina- de construir una Escuela de Apariencia,
idad?: un est udio et nográfico en los liceos de sect ores populares. Ed. LOM-PIIE, una escuela como si fuera. Pareciera ser que todavía, como indica Oy arzún et al (2001),
Sant iago, Chile; Baeza, Jorge (2001) E l oficio de ser alumn o en jóv en es de liceo de sect “el liceo se sigue moviendo en medio d e div ersas contradicciones, entre la cultura
o r pop ular. Ed. Universidad Cat ólica Cardenal Raúl Silva Henríquez, Serie de Invest
escolar, fuerte, p ortentosa, llena de miedos y medios, antigua y discip linadora; y la cultura
igación Nº 19, Sant iago, Chile; Sandoval, Et elvina (2001) “ Est udiant es y cult ura
escolar en la secundaria”, en: Gabriel Medina (compilador) Ap rox im acion es a la juvenil, vigorosa y ambigua, viv a, imp ertinente, que se realiza en los márgenes de la
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