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„„ David Madrigal González

Sistema de cargos y cambio social


Etnografía de la fiesta patronal en el barrio de San Miguelito de la ciudad de San Luis Potosí

Resumen
El presente artículo se desprende del trabajo de campo realizado entre 2003 y 2004 en el barrio
San Miguelito de la ciudad de San Luis Potosí, México. El argumento central de la propuesta
es que el sistema de cargos que soporta la fiesta patronal en esta comunidad urbana persiste
gracias al sistema de mayordomías, cuya función esencial ha sido la organización social del
ceremonial festivo-religioso dedicado al santo patrono. La existencia de un sistema de reci-
procidades entre vecinos del barrio, el consumo suntuario, la reproducción y preservación
de la identidad comunitaria son aspectos en los que se observa la importancia del sistema de
cargos urbano y las mayordomías como mediadores entre las fuerzas internas que promueven
la cohesión colectiva y las fuerzas contrarias que tienden hacia la fragmentación. Con este artí-
culo se pretende cierta originalidad al aportar elementos de reflexión que ayuden a relativizar
la noción paradigmática de que el sistema de cargos es “una particularidad de la estructura
social indígena”, o bien, que es una “institución típicamente indígena”.
Palabras clave: sistema urbano de cargos, mayordomías, cambio social, formas organizativas
para el ritual festivo-religioso.

Abstract
The present article is come off the work of field realised between years 2003 and 2004 in the
district of San Miguelito of the city San Luis Potosí, Mexico. The central argument is that
the system of positions that supports the celebration in this urban community, persists thanks
to the fact that the system of mayordomías maintains its function to socially organize the
ceremonial dedicated to district´s saint. The existence of a system of reciprocities between
neighbors of the district, the sumptuary consumption, the reproduction and preservation
of the communitarian identity, are aspects in which the importance of the urban system of
positions is observed and the mayordomías like mediations between the internal forces that
promote the collective cohesion and the opposing forces that tend towards the fragmentation.
With this article certain originality is tried, when contributing reflection elements that help
to relativize the paradigmatic notion of which the system of positions is “a particularitity of
indigenous the social structure”, or, that is a “typically indigenous institution”.
Keywords: Urban system of charges, Mayordomías, Social change, Organizational forms
for the festive - religious ritual

Recibido el 5 de julio de 2010 en la redacción de la Revista de El Colegio de San Luis.


Enviado a dictamen el 8 y 9 de julio de 2010. Dictámenes recibidos el 20 de septiembre de 2010.
Recibido en su forma definitiva el 23 de noviembre de 2010.
Sistema de cargos y cambio social
Etnografía de la fiesta patronal en el barrio
de San Miguelito de la ciudad de San Luis Potosí

David Madrigal González*

Muchos años atrás sacaron un dicho que decía que San Miguel de piedra,
que se cae y no se quiebra, porque antes estaba un Miguelito en la cornisa
de la iglesia, un Miguel grande de piedra, de cantera, y al parecer hubo un
aire bastante fuerte y se vino, se cayó desde arriba, y ni cosquillas le hizo, se
rompió el piso pero la imagen no.
Mayordomo del cuartel de San Miguel, Barrio San Miguelito, S. L. P.

Los rasgos distintivos de los sistemas de cargos en México han sido estudiados por
autores como Tax (1937), Wolf (1957), Nash (1958), Cancian (1976), Greenberg (1987),
Cámara (1952 y 1996), Korsbaek (1996), Topete (2005), entre otros. No obstante, en
la investigación etnográfica de este tipo de institución, ha estado menos atendido
el análisis de sus variantes en los contextos urbanos de la provincia, en particular
en los barrios fundacionales urbanos, como el de San Miguelito, ubicado en el
centro histórico de la capital del estado de San Luis Potosí.
Entre los aspectos abordados en el trabajo etnográfico de los sistemas de
cargos a lo largo y ancho del país se encuentran las distintas exigencias organi-
zativas impuestas por el contexto actual, su papel reproductor y preservador de
las formas identitarias, y su relación con la supervivencia o persistencia de las
tradiciones, por ejemplo, la consagración festiva y religiosa en torno a la figura
del santo patrono.
Los sistemas de cargos han evolucionado; su adaptación dinámica ha trascen-
dido los contextos indios y campesinos —densamente trabajados por la etnografía
clásica—, y se han afianzado también en otros espacios de intersección entre la
cultura y el territorio, como son las ciudades y sus barrios antiguos.
En el presente artículo, proponemos una reflexión acerca de los sistemas de cargos
como una “particularidad de la estructura social indígena”. Para ello, tomamos la

* El Colegio de San Luis. Correo electrónico: dmadrigal@colsan.edu.mx

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información obtenida durante el trabajo de campo realizado entre mayo de 2003
y septiembre de 2004 para la tesis de maestría en antropología social.1

El contexto del barrio2

La ubicación geográfica del barrio San Miguelito se remite a la distribución espacial


original del entonces denominado pueblo de San Luis Minas del Potosí (Juárez,
2003a:24 -27). Una vez retirados los grupos indígenas, la fundación del nuevo asen-
tamiento español —hoy conocido como la ciudad de San Luis Potosí— se realizó
sobre una traza de rectángulos alrededor de una plaza principal, cuya función era
regular el espacio urbano y concentrar los poderes político, religioso y económico.
Los indígenas que poblaron los barrios de la capital3 se establecieron en la periferia
de dicho reticulado, en villas delimitadas por zanjas que servían tanto para desviar
las aguas y evitar inundaciones como para separar físicamente la ciudad de los
asentamientos indios (Villar, 1998:45).

1 La tesis se enfocó en la persistencia de la tradición de las fiestas patronales en el barrio San Miguelito de la capital
potosina. El producto final se titula “Un retrato local del mundo global: Tradición y cambio en la fiesta patronal
de los san miguelenses del barrio de San Miguelito de la ciudad de San Luis Potosí” (Madrigal, 2006).
2 Nos apegamos a la noción de barrio que lo identifica como una unidad territorial que participa de un cierto
equipamiento y comportamientos sociales relacionados, identificada a partir de la organización de un espacio
concebido por límites más o menos definidos. La tradición histórica es importante, aunque es una condición para
su definición (Nivón E, 1988). También nos hemos apoyado en la perspectiva socioespacial del colombiano Pedro
G. Buraglia, quien comenta que en América Latina a menudo se menciona el barrio como un rasgo componente
de las estructuras urbanas, con un significado generalmente marginal o “popular”. Como asiento de una determi-
nada comunidad, el barrio sirve como marco de vida para el desenvolvimiento de la actividad humana. Su escala
permite la interacción y solidaridad entre individuos, el aprendizaje, la expresión política, el desarrollo de una base
económica y diversos niveles de privacidad necesarios para la vida familiar y doméstica. El barrio opera como eslabón
entre el ser individual y el ser social, en tanto que facilita la convivencia solidaria, la interacción entre los grupos
y las personas. Es también el espacio para el aprendizaje y la formación del ser social, ya que opera como el lugar
para iniciarse en una determinada actividad que trasciende el marco puramente familiar: las primeras relaciones
amorosas, los primeros contactos deportivos o sociales, las primeras manifestaciones políticas, por ejemplo. Es
necesario entender el barrio como una estructura física que sirve de soporte de las relaciones sociales culturales y
económicas barriales, que a su vez son la base de su particularidad como comunidad urbana dentro de una ciudad
(Buraglia, 1998).
3 El origen de los siete barrios es el siguiente: Tequisquiapam existía ya en 1560 y lo habitaban los chichimecas; San-
tiago del Río fue habitado por los huachichiles desde 1591; Tlaxcala fue fundado por el capitán Caldera en 1591, con
familias tlaxcaltecas; San Miguelito se fundó con indios aztecas, tarascos y tlaxcaltecas en 1597; El Montecillo fue
fundado en 1600; San Juan de Guadalupe, en 1676; San Sebastián, en 1708 . Los barrios fueron villas hasta que —por
ley de 10 de diciembre de 1876 — quedaron suprimidos sus ayuntamientos y fueron agregados a la jurisdicción del
ayuntamiento de la ciudad (Cabrera, 1991:5).

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El barrio San Miguelito se fundó el 14 de abril de 1597, sobre una asignación
de aproximadamente 2 500 varas de tierra en cuadro, medidas a partir la huerta
del convento de San Francisco, hoy calle de Pascual María Hernández. Al inicio,
el territorio asignado comprendía tres barrios de indios cuyos nombres fueron
tomados de las figuras principales del dogma religioso de la orden franciscana:
Santísima Trinidad, San Miguel y San Francisco (Juárez, 2003a:71-72). Con el
tiempo, los tres pueblos conformaron un solo cuerpo, que al final quedó asimilado
por la población de la ciudad como el pueblo de San Miguel.4
Se sabe que el diminutivo del nombre fue aplicado también al barrio de San
Francisco, pero a la fecha no ha sido posible establecer el origen de este uso para
referirse a los asentamientos ubicados en la parte sur de la capital. Algunas hipótesis
formuladas señalan que los diminutivos para referirse a los barrios de San Miguel
y San Francisco5 pudieron haber surgido de la necesidad de diferenciar el convento
de San Francisco del barrio vecinos, o como una forma cariñosa de referirse a la
pequeña extensión de tierra ocupada por ambos barrios (Juárez, 2003a:66) dentro
de los límites territoriales del pueblo de San Miguel en la época virreinal.
Para 1822 , la ciudad de San Luis Potosí tenía cerca de 12 000 habitantes, y estaba
rodeada por siete pueblos: San Juan de Guadalupe, San Miguelito, Tequisquiapam,
Santiago, Tlaxcala, El Montecillo y San Sebastián. En todos ellos funcionaban
sus respectivos Ayuntamientos como entidades políticas independientes de la
ciudad (Vázquez y Patiño, 2000:26). Entre 1827 y 1866, el pueblo de San Miguelito
fue reconocido como villa. Para 1849, San Miguelito ya estaba considerado como
la segunda villa más poblada en la zona, que albergaba a más de 5 000 habitantes.
Más tarde, en 1867, San Miguelito adquirió la categoría de municipio, con lo cual
se incluyeron los terrenos de El Aguajito, la hacienda de la Tenería, los ranchos de
La Ladrillera, Quita Calzones, y la comunidad de Tierra Blanca (Juárez, 2003a:13).6

4 El nombre del pueblo, destinado a ocupar la parte sur de la ciudad, cuyos primeros habitantes fueron indios tarascos
y mexicanos procedentes del pueblo de Tlaxcalilla —actual barrio de Tlaxcala—, se debe a que la orden franciscana
introdujo en la ciudad la veneración de santos y arcángeles, entre ellos San Miguel. La designación de este arcángel
para el pueblo de San Miguel no fue fortuita; éste es el príncipe de los ángeles, jefe de las fuerzas cósmicas del sur,
vencedor de Lucifer y, por ello, considerado protector de ciudades, comarcas y pueblos (Aspra, 1996:150 -153)
5 Un libro de bautizos y matrimonios que comprende el periodo de 1594 a 1654 , en que se registran las actas de los
habitantes de los pueblos indios, haciendas y ranchos sujetos a la doctrina franciscana de la ciudad de San Luis
Potosí, revela que, además de los tlaxcaltecas y tarascos, varias familias de otomíes y mexicanos y uno que otro
guachichil, mulato y negro se avecindaron en los rumbos del pueblo de San Miguel (Juárez, 2003a:45).
6 El mismo Juárez Miranda menciona que los expedientes de litigios por tierras entre los siglos XVI y XIX permiten
inferir que los límites del pueblo de San Miguel se reconocían, con cierta ambigüedad, al noroeste, en la Garita de
México y la calle que iba al convento de San Agustín; al norte y noreste, en la huerta del convento de San Francisco; al

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La construcción de la iglesia del barrio San Miguelito inició en 1733, según una
inscripción en el arco de la puerta principal. Fue construida también por la orden
franciscana, como lo hacen constar los emblemas distribuidos en la fachada, en
la ornamentación barroca de su pórtico monumental, las imágenes de San Fran-
cisco y Santo Domingo, una concha barroca ubicada en el altar mayor y el escudo
franciscano ubicado en el coro.
De acuerdo con el conteo del Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática (inegi) en el año 2000, en San Miguelito había una población total
superior a 5 500 habitantes; de éstos, 407 tenían entre 0 y 4 años de edad; 825, entre
6 y 14 años; 510, entre 15 y 19 años; 454, entre 20 y 24 años; 2 470, entre 25 y 59 años,
y 954, 60 o más años. Asimismo, en el censo se asienta que 4 905 personas, de un
total de 5 620 habitantes, se consideraron creyentes de la religión católica, es decir,
87.2 por ciento de la población del barrio. Esto explica, por lo menos en parte, la
fuerza local que mantiene la tradición de la fiesta patronal; aunque es necesario
precisar que no todos los que se consideran creyentes conciben las fiestas patronales
como un elemento esencial de la religión. Por otra parte, entre quienes siguen la
tradición de la celebración patronal, existen los que no se consideran devotos, pero
simpatizan con la parte festiva por ser una expresión cultural que identifica a los
que viven y han crecido en este barrio.
Entre las familias que más tiempo tienen viviendo en el barrio, son comunes
los núcleos de parientes que precedieron la ocupación de una o varias unidades
domésticas. En las generaciones más viejas, el cambio de residencia ha sido dentro
del mismo barrio; en las últimas dos generaciones, la migración ha sido hacia
fuera de éste, debido a nuevas expectativas económicas y sociales, o a cuestiones
laborales que favorecen la obtención de un crédito para adquirir una casa propia
en otra parte de la ciudad.
Los habitantes más viejos del barrio se asumen avecindados en el barrio más
tradicional de la capital potosina. Esta idea se expresa también en algunas publica-
ciones bibliográficas y hemerográficas locales que presentan al barrio San Miguelito
como “el orgullo potosino”, como el “barrio más alegre” y como “la potosinidad
condensada” (Juárez, 2003a:46 -47).
La organización social del barrio de San Miguelito se basa en redes familiares y
redes de vecinos, cuyos intercambios y reciprocidades suplen la falta de seguridad

sur y suroeste, en la antigua hacienda de la Tenería y el pueblo de Tierra Blanca, y al sureste se encontraba la colindancia
con el barrio de San Sebastián, y al fondo la Sierra de San Miguelito, donde se encontraban la cañada de los Otomíes y
la cañada de los Tarascos, probablemente lo que hoy se conoce como cañada del Lobo y cañada del León (2003a:61-62).

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económica. Dichas redes desaparecen o disminuyen sus intercambios cuando
algunos miembros mejoran su condición de proletariado urbano (Adler, 1994), o
cuando las familias crecen y algunos de sus integrantes dejan el barrio.
El territorio que ahora ocupa el barrio San Miguelito —de acuerdo con la
demarcación del Ayuntamiento de la capital en 2004 — tiene sus lindes, al norte,
con la calle Pascual María Hernández; al sur, con las calles Justo Corro y Carlos
Díez Gutiérrez; al oriente, con la Calzada de Guadalupe, también conocida como
Avenida Juárez, y al poniente, con la calle Coronel Romero.
En este contexto, las fiestas patronales, el sistema de cargos y las mayordomías
en el barrio San Miguelito forman parte de un ciclo festivo más amplio que tiene
lugar en los siete barrios antiguos de la ciudad. Dicho ciclo inicia con la fiesta pa-
tronal del barrio San Sebastián, el 20 de enero; continúa con la fiesta del barrio de
Santiago, el 25 de julio; sigue con la celebración en el barrio de Tlaxcala, el 15 de
agosto; días más tarde, el 25 de agosto, se celebra a San Luis Rey de Francia, santo
patrono de la ciudad; el último domingo del mismo mes se efectúa la fiesta del
barrio en San Cristóbal del Montecillo; la del barrio de Tequisquiapam se lleva a
cabo el 8 de septiembre; la del barrio San Miguelito, el 29 del mismo mes, y, final-
mente, la fiesta del barrio San Juan de Guadalupe, el 12 de diciembre. Aunque se
marca como referencia la fecha de la fiesta principal dedicada al santo patrono en
cada caso, las actividades que forman parte de la celebración se realizan durante los
días previos y culminan con la fiesta patronal que se considera “la fiesta grande” 7.

La discusión teórica

A diferencia de los trabajos antropológicos en que se subraya la importancia del


sistema de cargos en los contextos indígenas, en este caso, el análisis de dicha insti-
tución se ciñe a la necesidad de hacer evidente su función en contextos urbanos de
la provincia mexicana. Proponemos un enfoque estructural funcionalista que pri-
vilegia la dinámica organizativa y los procesos de cambio en torno a los sistemas de

7 Se considera así porque en esta ocasión los habitantes de los barrios se dan cita en la iglesia o recinto del santo
patrono para la celebración de una misa en su honor; después, en la plaza o jardín, para presenciar la quema del
castillo, y después se dispersan para participar en el baile, o cenar con la familia en la kermés. Todas estas actividades
se desarrollan en medio de un paisaje con juegos mecánicos, puestos de comida, juegos de azar, así como puestos
en que se venden discos compactos, juguetes, globos, fotografías antiguas, entre otros objetos.

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cargos y las mayordomías8 en los contextos urbanos. En este sentido, pensamos que
continua vigente la reflexión de temas como la determinación de los límites de las
comunidades a través del sistema de cargos, la adquisición de prestigio a partir de la
participación en el mismo sistema y el reforzamiento de la identidad a partir de
las prácticas religioso-populares que implica.
En México y en Centroamérica las prácticas religioso-populares se mantienen
como un mecanismo vital en la organización social y política (Stephen y Dow,
1990, citado en Rodríguez, 1995: 63). En el caso de la fiesta patronal del barrio San
Miguelito, la religión popular se mantiene únicamente como elemento esencial de
la organización social, ya que la fiesta patronal dejó de tener un papel determinante
en la esfera política con la desaparición de las autoridades locales y la adscripción
de este barrio a la jurisdicción de la ciudad en 1876 (Cabrera, 1991:5).
Con fundamento en lo anterior, nos enfocaremos en los factores que minan la
base comunitaria del sistema de cargos que sostiene la fiesta patronal, los meca-
nismos de reproducción identitaria a los que están comprometidos los cargos, la
evolución del sistema de cargos como una respuesta activa a las condiciones que
amenazan la supervivencia del fenómeno religioso popular en torno a los festejos
del santo patrono en el barrio. En suma, nos interesa la construcción social de los
límites de la comunidad del barrio a través del sistema de cargos, la vigencia de la
noción de “prestigio” a partir de la participación en éste, la manera en que distintas
formas identitarias9 convergen e interactúan en el contexto de la reproducción del
sistema de cargos, así como la organización derivada de las mayordomías y de la
fiesta patronal en el ámbito urbano de la provincia mexicana.
Respecto a los factores que minan la base comunitaria del sistema de cargos y
la fiesta patronal, es importante mencionar que los modelos construidos sobre el

8 Las mayordomías se pueden definir como “las instituciones comunitarias administradas por los grupos encargados
de las celebraciones rituales, ceremoniales y de las festividades religiosas y que, de alguna manera, se articulan con el
control social de la comunidad. Constituyen un gobierno semiautónomo que no forma parte del sistema político
estructurado alrededor del estado; aunque no por ello deja de tener relaciones con los políticos y la burocracia estatal.
De hecho, las mayordomías se conforman y eligen, unánimemente, por consenso interno; siempre apegados a las tra-
diciones comunitarias” (Mancilla, 2000:336). Se puede agregar que en “el caso de los pueblos absorbidos por la ciudad,
estos pueblos han padecido no sólo la transformación física de su entorno, sino que la administración al interior de
las comunidades ha sido suplantada por la burocracia centralizada de la ciudad” (Escobar, 2006:21). En este sentido, el
sistema de cargos urbano y sus mayordomías se convierten en una forma organizativa que se encuentra determinada
por los miembros de la comunidad barrial. Dicha forma organizativa se limita a la realización de las celebraciones
locales, así como a la transformación de los requisitos de participación en esta forma de representación social.
9 Con la palabra identitario nos referimos a una forma de entender la identidad como un conjunto interrelacionado
de caracteres culturales que en su unión permiten a un grupo sentirse o identificarse como parte de una colectividad
ante grupos culturales alternos (Luciano, 2005:38).

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sistema de cargos han tratado de explicar fundamentalmente su devenir en comuni-
dades rurales y en zonas indígenas; en consecuencia, el análisis de la persistencia, es
decir, del eje de la reproducción del sistema y de la fiesta patronal en zonas urbanas,
abre varias vetas de estudio sobre el significado y el funcionamiento de estas formas
de organización social en este tipo de contextos (Leal, 2005:37).
La discusión sobre la forma en que operan los sistemas de cargos en contextos
urbanos recibió una gran influencia de los estudios sobre folk-urbano de la escuela
sociológica de Chicago.10 Uno de los pioneros de enfoque en la antropología mexi-
cana fue Fernando Cámara Barbachano, quien desarrolló un modelo de dos polos
(organización social centrípeta y organización social centrífuga) para entender la
dinámica del sistema de cargos en sociedades afectadas por cambios en los estilos
de vida, en la organización comunitaria y en el sentido asignado a las prácticas
devocionales (Leal, 2005:38). Según Cámara Barbachano, en las comunidades
“centrípetas”, a diferencia de las “centrífugas”, son fundamentales la cooperación
y la reciprocidad, puesto que se trata de promover el bienestar de la comunidad
por encima de la individualidad a través de la organización religiosa; estas son
sociedades en las que los estímulos culturales parecen estar determinados por la
tradición y por la vida comunitaria (Cámara, 1996:114).
Resulta evidente la insuficiencia explicativa del uso de dicotomías para abordar
el cambio social y las alteraciones que experimentan, en contextos urbanos, las
formas de organización social como el sistema de cargos y la fiesta patronal. Esta
insuficiencia ha llevado a autores como María Ana Portal, Leif Korsbaek e Hilario
Topete a deducir que, dependiendo del caso, el estudio del sistema de cargos y de
sus mayordomías requiere la comprensión de la dinámica de construcción de las
identidades desde la misma ciudad, más propiamente, desde el espacio urbano.
María Ana Portal propone que las mayordomías y los sistemas de cargos urbanos
no deben ser vistos como especies culturales en extinción, sino como “formas
contemporáneas de apropiación de lo moderno” (Portal, 1995:41). Por su parte, Leif
Korsbaek e Hilario Topete proponen que el sistema de cargos es una institución
estructurante de la vida social en dinámicas complejas y cambiantes como las ur-
banas; la “flexibilidad de sus normas y reglas” de operación están montadas sobre

10 Esta discusión fue protagonizada por Robert Redfield y Óscar Lewis entre las décadas de 1930 y 1950 . Para el
primero, el folk-urbano plantea centralmente la ciudad como el lugar de difusión de los cambios culturales de
carácter evolutivo. Para el segundo, casi veinte años después, la crítica al planteamiento de Redfield se enfoca en
el desvelamiento de la ciudad como el espacio en que tiene sitio “la cultura de la pobreza”, es decir, el modo de vida
de los pobres cuestiona el carácter evolutivo de los cambios culturales impulsados por el crecimiento urbano.

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el entramado de relaciones comunitarias que posibilitan su permanencia y vuelven
visibles aspectos sociales como las relaciones de parentesco, la reciprocidad, las
prácticas devocionales, los mecanismos para adquirir prestigio y reconocimiento,
así como los elementos y procesos identitarios (2000:6).
Desde la publicación de los estudios de Manuel Gamio acerca del valle de Teo-
tihuacan (1979) se demostró que las mayordomías asumieron nuevas formas de
organización a partir de cambios derivados de factores como la consolidación del
reparto agrario, la consolidación de la red de caminos primarios y secundarios, la
proliferación del uso del automóvil como medio de transporte, la modificación de
los límites territoriales entre los pueblos y las haciendas, así como el predominio
de la producción para el consumo en la propia zona (Leal, 2005:44).
El sistema de cargos fue analizado desde un componente agrario en la década
de 1950, de tal forma que no tuvimos estudios sobre los impactos de las zonas
industriales, del crecimiento poblacional, y menos de la dinámica urbana sobre
los sistemas de cargos y las mayordomías. No fue hasta la década de 1960, con los
estudios de la antropología mexicana sobre la ciudad y las clases sociales, cuando
aparecieron investigaciones que tocaban de una manera indirecta la persistencia
del sistema de cargos, mientras estudiaban otros temas de la vida urbana. Están
los casos de Enrique Valencia (1963), que estudiaba ecología humana; Oscar Lewis
(1961), la pobreza; Lourdes Arizpe (1975), la migración; Larissa Lomnitz (1973), los
mecanismos de subsistencia de los grupos marginados, y Robert Kemper (1976),
que estudiaba campesinos en la ciudad.
La discusión nos lleva también a contemplar dos mecanismos de reproducción
identitaria a los que están comprometidos los cargos, y de los que dependen tanto
la adquisición de prestigio como la sobrevivencia de esta forma de interacción
social. Estos dos mecanismos son los principios de jerarquía y de reciprocidad. La
estructura del sistema de cargos se integra por un conjunto de posiciones rituales
que se establecen en virtud de un centro, que toma la forma de un santo, a partir
del cual se define un conjunto de cargos ceremoniales y festivos que se articulan de
manera vertical en relaciones jerárquicas, que distinguen la proximidad o la lejanía
con el objeto de culto. Esta estructura, no sólo establece una correspondencia con
la verticalidad que sostiene al sistema de cargos, sino que también permite que la
jerarquía se convierta en un factor de integración horizontal entre las distintas
unidades sociales (Millán, 2005:225).
A diferencia de otros contextos, en el sistema de cargos urbano, “la rotación”
no es el elemento más importante de la jerarquía (Falla, 1969:14); a éste lo sustituye

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la reciprocidad, en particular hacia la figura de los mayordomos. La mayordomía
es el elemento integrador que se asume como elemento principal del sistema de
cargos y de la fiesta patronal durante los días de las celebraciones dedicadas al santo
patrono. La mayordomía tiene un poder limitado pero crucial para el sistema. En
los contextos urbanos, los mayordomos no tienen incidencia en las actividades de
carácter político (Leal, 2005:55), carecen de cargos subalternos, más allá de algunos
coadyuvantes; su sentido social se resuelve más por el nivel de reciprocidad hacia
el santo y por los lazos de amistad y parentesco con la comunidad que por la ob-
tención de algún tipo de empoderamiento, estatus o prestigio, el financiamiento
de la organización y la realización de las actividades que implica el cargo, depende
principalmente de la iniciativa, de la capacidad económica individual, y de las redes
vecinales solidarias, más que de una relación política con la comunidad.
Al respecto, la discusión se nutre también de la perspectiva de Topete sobre la
necesidad de diferenciar la organización comunitaria para el ceremonial del siste-
ma de cargos. La fiesta y el ceremonial religiosos pueden efectuarse sin el sistema
de cargos porque pueden descansar sobre cualquier otra forma de organización
comunitaria del ceremonial, como son las cofradías, las mayordomías, las orga-
nizaciones eclesiásticas de base (2005:97). El culto es ciertamente una obligación
comunitaria en la medida que toda la comunidad se beneficia de los dones de los
santos y coopera en consecuencia con el carguero en turno (Dinnerman, 1974, ci-
tado en Topete, 2005:98). El proyecto comunitario que se hace realidad a partir del
trabajo del mayordomo propicia los intercambios y promueve su papel de portador
del premio a la responsabilidad individual frente a dicho proyecto comunitario.
Se trata de un intercambio sagrado con el santo y un intercambio terrenal con los
hombres (Topete, 2005:98).
En el caso del barrio San Miguelito, el proyecto comunitario descansa sobre
el trabajo de los mayordomos, pero no se percibe igual en toda la comunidad del
barrio. Existen distintas expectativas y distintos grados de participación como con-
secuencia de las variaciones generacionales en la forma de entender el papel de los
mayordomos y la fiesta patronal; también existen formas diferentes de entender
los dones que provee el santo y la forma en que la comunidad toda se beneficia
de ellos. Las variaciones en las redes sociales y familiares, con respecto de la forma de
percibir las mayordomías, de interactuar con éstas y con las actividades que inte-
gran la fiesta patronal, van acompañadas o son simultáneas a las alteraciones en el
paisaje urbano, cuyo patrón dominante en el cambio de uso de suelo es convertir
en negocios lo que antes eran casas habitación.

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La etnografía de la fiesta patronal en el barrio San Miguelito permite señalar
que el sistema de cargos en este contexto desborda la noción de Korsbaek (1996) de
“típico sistema de cargos”, ya que falta a la premisa de involucrar a todos o casi todos
los miembros de la comunidad y, por otro lado, no cumple con el principio de que
la comunidad confiere un gran prestigio al sujeto que asume la responsabilidad del
cargo. Esta variante de sistema de cargos no responde tampoco a la estructura básica
de dos jerarquías, una política y otra religiosa, y menos a su carácter escalafonario
que termina en la categoría de “principal”.
El sistema de cargos y la fiesta patronal en el barrio San Miguelito se acer-
can más a la noción de “sistema de cargos urbanos” propuesto por María Ana
Portal a partir de nueve características.11 Pero, a partir del caso del barrio San
Miguelito, le hacemos las siguientes adecuaciones: 1) existe una sola jerarquía, la
de los mayordomos y sus ayudantes; 2) el número de mayordomías depende de
la división territorial del barrio que hacen los propios mayordomos para abarcar
a la comunidad de creyentes y simpatizantes de la fiesta patronal, incluso más
allá de los límites políticos actuales del barrio; 3) los cargos están apoyados por
otras formas de agrupación como las coordinaciones de sector, y el comité para la
organización de las actividades incluidas en la fiesta principal está a cargo de
la parroquia; 4) los requisitos y restricciones para ocupar los cargos se rigen por
criterios como el arraigo en el barrio, la voluntad para generar una red de parti-
cipación económica entre las familias que viven en el sector que corresponde a
cada mayordomo, la disponibilidad de tiempo y la evaluación que hace todo el
cuerpo de mayordomos de la labor realizada el año anterior, o de la labor que se
realizará en la siguiente celebración patronal; 5) los requisitos para ocupar los
cargos son definitivamente flexibles; se ajustan más bien a cada caso, siempre
y cuando se cumpla con el criterio del arraigo en el barrio, o la voluntad para
generar la red de participación económica en cada sector; 6) el financiamiento
de las actividades de cada mayordomía y, en general, de la fiesta patronal es sol-
ventada por todos los creyentes y simpatizantes del barrio mediante el trabajo
11 1) existen dos jerarquías, los mayordomos y los fiscales; 2) el número de mayordomías responde a la cantidad de
eventos del ciclo de festejos; 3) los cargos están apoyados por otras formas de agrupación que trabajan para generar
una mayor participación comunitaria; 4) los requisitos y restricciones para ocupar los cargos obedecen a criterios
diferentes a los de la estructura piramidal de las comunidades indígenas; 5) los requisitos para ocupar un cargo
urbano son más flexibles que en los sistemas de cargos tradicionales; 6) la forma de financiamiento de las activida-
des que incluyen la fiesta patronal es colectiva, no individual; 7) en los sistemas de cargos urbanos está separado el
ámbito cívico del religioso; 8) las relaciones de reciprocidad se dan a partir de las promesas a los santos patrones,
y 9) los mayordomos y fiscales llevan un registro detallado de la cooperación de los integrantes de la comunidad,
que hacen público en el momento del cambio de poderes (Portal, 1996:35 -38).

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de gestión y las redes solidarias construidos tanto por los mayordomos y sus
ayudantes como por las coordinaciones de sector y el comité organizador de la
fiesta principal; 7) el sistema de cargos urbano y las formas de agrupación que
lo apoyan son independientes de la esfera política; 8) las relaciones de recipro-
cidad entre sectores del barrio y mayordomos se da a partir de redes familiares
y de amistad entre vecinos, y 9) los mayordomos y ayudantes llevan un registro
escrito de la cooperación comunitaria en el barrio, pero éste no es tan detallado,
y cuando los mayordomos rinden cuentas, generalmente omiten a pequeños y
nuevos contribuyentes.
Como vemos, aquí se propone una noción de sistema de cargos urbano que
enfatiza la flexibilidad de reglas, el arraigo y la voluntad individual del mayor-
domo y la capacidad de adaptación de la cooperación comunitaria al contexto
actual del barrio como mecanismos de reproducción identitaria que posibilitan la
persistencia de la tradición de la fiesta patronal. No obstante, los mismos rasgos
actuales del sistema sugieren que la tradición ha venido a menos y que, si bien sería
aventurado afirmar que está en un periodo de crisis, sí podemos señalar que cada
año las relaciones de intercambio y reciprocidades son impactadas por nuevos casos
de familias que emigran del barrio, lo que favorece el proceso de comercialización de
los inmuebles y la disminución de los lazos comunitarios.

El sistema de cargos urbano y


el cambio social en el barrio San Miguelito

Para tratar el tema del cambio social y su relación con el sistema de cargos urbano
que persiste en el barrio San Miguelito, recurrimos inicialmente a dos autores
locales que proponen igual número de perspectivas acerca de la comunidad san
miguelense y de su fiesta patronal. Uno de ellos comenta que el San Luis Potosí
actual es resultado de la fusión del núcleo urbano formado en los siglos xvi, xvii y
xviii, con sus siete barrios o villas formadas casi al mismo tiempo que la ciudad,
y que tuvieron una vida propia en términos de tradiciones, costumbres y celebra-
ciones, muchas de las cuales subsisten, y aunque los barrios ya están integrados a
la mancha urbana, son parte de las raíces y de la identidad de los habitantes de la
capital del estado de San Luis Potosí (Kaiser, 1997:14).
El otro autor menciona que el antiguo pueblo, fundado para los indígenas tlax-
caltecas y tarascos a solicitud de Francisco Joequineque, tiene un “bonito jardín”

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en donde anualmente, en septiembre, se llevan a cabo “interesantes” y “típicas
fiestas populares” dedicadas al santo patrono del barrio, San Miguel Arcángel
(Zavala, 1996:45).
Entre las tradiciones, costumbres y celebraciones del barrio San Miguelito se
encuentra, como se puede observar, la persistencia de la fiesta patronal y de una
forma de sistema de cargos que calificamos de urbano por las características antes
descritas. Los autores locales omiten que una de las transformaciones históricas
y sociales más radicales de esta forma de organización social fue la desaparición
de las autoridades locales en 1868, cuando el barrio San Miguelito pasó a formar
parte del municipio de la capital potosina, en términos políticos y administrativos.
Este acontecimiento marcó el inicio del proceso de separación entre los ámbitos
político y religioso.
En tal sentido, algunos de los procesos de cambio que prepararon el terreno para
que se consolidara dicha separación fueron: a) la Constitución de Cádiz, que en 1813
instaló en San Miguelito un ayuntamiento constitucional compuesto por un alcalde,
seis regidores y un síndico, que derivó, después de la guerra de Independencia, en un
nuevo orden político administrativo que para 1820 le daría al barrio la categoría de
municipio (Juárez, 2003:12); b) la aplicación en 1830 de la Ley Sobre Arreglo de Muni-
cipios del Estado, que con el artículo primero demarcó la jurisdicción del Municipio de
la capital (Pedraza, 1994:7), con lo que ratificaba la condición de villa asignada por
decreto a San Miguelito de 1827 a 1867, año a partir del cual todos los pueblos o villas
suburbios quedaron en calidad de barrios adscritos al ayuntamiento de la ciudad
(Juárez, 2003:13-14), que todavía en 1865 se encontraba bajo la dominación francesa
(Pedraza, 1994:26); c) el acuerdo emitido en 1828 mediante el cual el Ayuntamiento
procedería a asignar la numeración de casas y la nomenclatura de calles que hasta
entonces se referían por el nombre de la iglesia o de algún mesón inmediatos, o
bien por el nombre de algún vecino muy conocido (Pedraza, 1994:9); d) el cambio
de la fisonomía de la ciudad antigua a partir de la llegada en 1877 del general Carlos
Díez Gutiérrez al gobierno del estado; la nuevas calles cuya apertura implicó la
desaparición de los atrios de los templos; la construcción de jardines en donde antes
se encontraban las plazuelas abandonadas de las antiguas villas (Vázquez y Patiño,
2000:31); e) la suspensión de cultos religiosos y cierre de las iglesias entre 1924 y 1929,
tiempo de la denominada Guerra Cristera; f) las modificaciones impuestas por el
crecimiento urbano en las décadas de 1960 y 1970, con nuevos proyectos inmobiliarios
en la parte sur del barrio, como las colonias Himno Nacional y Estadio; g) el im-
pacto de la reformas al artículo 27 constitucional en 1992 , que en el caso de la capital

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potosina profundizó el conflicto agrario en terrenos como San Juan de Guadalupe,
Tierra Blanca, y otras comunidades que en el pasado formaron parte del territorio
del barrio San Miguelito; h) la emergencia de nuevos actores y nuevas formas de
prestigio asociadas con la vida moderna en la ciudad; i) el envejecimiento de casas
y calles en el barrio, en algunos casos por abandono, en otros casos por falta de
mantenimiento, que en muchos inmuebles ha facilitado el cambio de uso de suelo
de habitacional a comercial y, con ello, ha incentivado el proceso de cambio en el
paisaje urbano del barrio, y j) la influencia de los medios masivos de comunicación,
que ha generado, entre otras cosas, que las nuevas generaciones en el barrio adopten
como natural el hecho de que la tradición de la fiesta patronal sea sustituida por un
modelo mercantil urbano caracterizado más por la diversión y el espectáculo que
por la celebración religiosa y la integración identitaria de la comunidad.
Los procesos de cambio social ejercen presión sobre la estructura del sistema de
cargos urbano obligándolo a cambiar, a ser más flexible, a ajustar sus mecanismos
de reproducción identitaria. Como expresión contemporánea de las transforma-
ciones sociales derivadas de la globalización, los sistemas de cargos urbanos son
históricamente modificados, y constituyen un espacio de análisis de las exigencias
organizativas impuestas por la circunstancia actual.

El presente etnográfico del sistema


de cargos urbano en el barrio San Miguelito

El sistema de cargos urbano en el barrio San Miguelito constituye una estrategia


comunitaria para realizar cíclicamente un programa de actividades patronales que
inicia con los denominados maitines12 y termina con la celebración de una misa y
la quema de un castillo en la plaza principal del barrio. El cuerpo de mayordomos
o sistema de mayordomías en el barrio se compone de seis cuarteles,13 cada uno de
12 Se denomina maitines a los recorridos que los mayordomos hacen por las calles del barrio en los meses de prepa-
ración de las fiestas patronales para recoger la cooperación de los vecinos y mantener vivas las redes sociales que
hacen posible el financiamiento económico de las actividades que incluye el ceremonial. En estos recorridos, el
mayordomo se hace acompañar de un danzante y una persona que toca una flauta y un tambor. El episodio funciona
como un aviso comunitario de que se empiezan a organizar las fiestas del santo patrono. En la actualidad este
episodio ha sido sustituido, en ocasiones, por músicos de banda, que después serán contratados para los recorridos
de las serenatas y las entradas de cera.
13 Los nombres de los cuarteles son el cuartel de la calle Bolívar, el cuartel de la calle Independencia, el cuartel de la
calle Xicoténcatl, el cuartel de la calle Vallejo y el cuartel de la calle 5 de Mayo. El sexto cuartel no lleva nombre
de calle, fue agregado recientemente, y lleva el nombre del santo patrono.

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los cuales con un mayordomo encargado de organizar y gestionar económicamente
las actividades que conforman el festejo del santo patrono, San Miguel Arcángel,
en las calles que comprende el cuartel. La estructura jerárquica del sistema es muy
básica. Los mayordomos son la autoridad, y se pueden valer de ayudantes o subal-
ternos que se ponen a su servicio para las actividades de la mayordomía.
El trabajo de los mayordomos empieza meses antes del día de San Miguel en
septiembre; se realizan las primeras reuniones entre el párroco del barrio, el cuer-
po completo de mayordomos y, a veces, algunos de sus ayudantes. En esa primera
reunión, los mayordomos deben confirmar su cargo, comentar los problemas o
inconvenientes para la realización de su tarea de acuerdo con la experiencia del
año anterior y discutir la forma en que dichos problemas o inconvenientes pueden
enfrentarse y resolverse. En caso de que alguno de los mayordomos ya no quiera
continuar con el cargo, la primera reunión es el momento para discutirlo. De ante-
mano se sabe que el cargo se recibe por herencia, sobre todo cuando un familiar ha
participado en la tradición acompañando a algún mayordomo, y que, por lo mismo,
es reconocido por los vecinos del barrio como “conocedor” y posible sucesor del
mayordomo. En caso de que el familiar reconocido como heredero de la tradición
acepte, la opinión del párroco puede legitimar o desconocer la asignación de la
mayordomía principal, aunque no siempre resulta definitoria.
Los mayordomos se reparten el territorio actual del barrio integrando en su
cuartel un segmento de la traza demarcada por una o dos calles de oriente a po-
niente y por una larga tira de calles que llevan un mismo nombre de norte a sur que
sirven como ejes territoriales para identificar al responsable de cada mayordomía.
Las calles incluidas en el área de actuación de cada mayordomo se convierten así
en un corredor sobre el cual se ponen en escena los episodios identificados por la
comunidad del barrio como parte de las actividades del cargo. Estos son eventos
mediante los cuales el mayordomo se convierte en un promotor de intercambios
entre distintos grupos de la comunidad barrial, y es la ocasión también en que
cada mayordomo recibe el reconocimiento como gestor y como coadyuvante del
proyecto comunitario. El mayordomo de cada cuartel es el intermediario entre la
comunidad de una parte del barrio y el santo patrono, es el artífice del intercambio
religioso y del intercambio social para contribuir a la unión con una figura religio-
sa con la que la comunidad expresa su identidad colectiva y legitima su posición
geográfica en el barrio.
El ritual católico de la fiesta patronal apoyado en el sistema de cargos urbano
incluye: a) adornar las calles con papeletas y cadenas de plástico de colores rojo

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y blanco, los colores del atuendo de San Miguel Arcángel; b) hacer recorridos
previos por las calles para reforzar las redes sociales y familiares que promueven
la reciprocidad con cada mayordomo y con la fiesta patronal; c) hacer el recorrido
con la escultura del santo, después de bajarla de su altar en la parroquia, por las
calles principales del barrio: La Lonja, avenida República, Justo Corro, Coronel
Romero, Miguel Barragán; hasta llegar de nuevo a la parroquia del barrio por la
calle León García; entonces se da por iniciada la temporada de serenatas y convites;14
d) hacer el recorrido nocturno con la serenata que corresponde a cada mayordomo,
que incluye paradas en varios puntos para la quema de toritos y para el convite
por parte de algunas familias de la comunidad; e) un día después de la serenata,
cada mayordomo hace nuevamente el recorrido por las calles de su jurisdicción
para realizar “la entrada de cera”, y f) finalmente, cada mayordomo participa en
la celebración principal, que se lleva a cabo cada 29 de septiembre, en el jardín o
plaza principal del barrio, que incluye la misa, una feria, una verbena, el baile y la
quema del castillo.

Cuadro 1.
Ciclo de mayordomías en el sistema de cargos urbano del barrio San Miguelito
Participan todos los mayordomos Reunión previa con el párroco para confirmar el cargo
(varios meses antes de septiembre)
Participan todos los mayordomos, cada uno por separado Recorridos previos o maitines (julio-agosto)
Participan sólo algunos mayordomos Recorrido con motivo de la “bajada del santo” (dos
domingos antes del 29 de septiembre).
Participa sólo el mayordomo y ayudantes del cuartel de la Serenata el 22 de septiembre en la noche
calle San Miguel Entrada de cera el 23 de septiembre en la tarde
Participa sólo el mayordomo y ayudantes del Serenata el 23 de septiembre en la noche
mayordomo del cuartel de la calle Bolívar Entrada de cera el 24 de septiembre en la tarde
Participa sólo el mayordomo y ayudantes del Serenata el 24 de septiembre en la noche
mayordomo del cuartel de la calle Independencia Entrada de cera el 25 de septiembre en la tarde
Participa sólo el mayordomo y ayudantes del Serenata el 25 de septiembre en la noche
mayordomo del cuartel de la calle Xicoténctal Entrada de cera el 26 de septiembre en la tarde

14 Se denomina convites a las paradas constantes que los mayordomos y sus ayudantes hacen en distintas casas
durante el recorrido, en las que reciben la cooperación de los vecinos y, a veces, también alimentos y bebidas que
suelen repartirse entre la comunidad del barrio que se va sumando al recorrido y se aglomera en cada lugar. El
mayordomo muestra reciprocidad haciendo tocar a los músicos e ingiriendo los alimentos y bebidas ofrecidos.
La palabra convite significa ‘Invitación. Fiesta, banquete, etc., a que uno es convidado” (Diccionario de la Lengua
Española, Larousse. 1992 . México)

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Participa sólo el mayordomo y ayudantes del Serenata el 26 de septiembre en la noche
mayordomo del cuartel de la calle Vallejo Entrada de cera el 27 de septiembre en la noche
Participa sólo el mayordomo y ayudantes del Serenata el 27 de septiembre en la noche
mayordomo del cuartel de la calle 5 de Mayo Entrada de cera el 28 de septiembre
Participan todos los mayordomos Celebración de misa, baile, verbena, feria, quema
de castillo (cierre del ciclo festivo dedicado al santo
patrono) el 29 de septiembre de cada año.

El sistema de cargos urbano se apoya en otras formas de agrupación que men-


cionamos antes. La coordinación de sectores y el comité para la fiesta principal
están integrados, principalmente, por mujeres adultas, adultas mayores y algunas
jóvenes que se involucran activamente en tareas como el adorno de las calles, la
organización de los eventos en los que se hacen los rezos y el párroco emite un
mensaje a la comunidad de cada sector del barrio en presencia una réplica de
santo15, la promoción entre vecinos de la participación de la comunidad femenina
en “la entrada de cera”, y la promoción de la participación de las familias en todo
el ciclo festivo.
El desempeño de los cargos y de los grupos de apoyo constituye a los protago-
nistas en sujetos del ceremonial. Como retribución de los servicios y empeño de
estos promotores, reciben el respeto y reconocimiento de la comunidad del barrio.
Dicho reconocimiento se expresa principalmente durante la temporada de feste-
jos en forma de conductas reverenciales; no obstante, cuando pasan las fiestas,
mantienen un reconocimiento como gente del barrio; incluso si ya no viven en él,
siguen siendo considerados del barrio por su participación en la organización de
la fiesta patronal.
Los mayordomos actuales coinciden en que la participación, la cooperación y
los vínculos que sostienen la tradición de la fiesta patronal están decreciendo, y que
esto ha venido debilitando la base comunitaria del sistema de cargos urbano y los
grupos de apoyo. Al norte del territorio actual del barrio, el empobrecimiento de
la participación social y económica se debe, en buena medida, a factores como la
especulación inmobiliaria, la expansión de la zona comercial del centro de la ciudad
hacia el barrio, el envejecimiento y falta de mantenimiento de casas y calles consi-

15 Estos eventos se realizan en casas particulares, previamente convenidas para servir como sede a la
ocasión. Después de los rezos y el mensaje, en torno a una réplica de San Miguel Arcángel, la familia
que cumple el papel de anfitrión ofrece un conviteque se convierte en un espacio de interacción y
convivencia entre los vecinos de la calle y los de otras que también siguen las actividades de la fiesta
patronal.

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deradas parte del centro histórico de la capital, por lo cual, para su remodelación
es necesario obtener un permiso espacial del Ayuntamiento. Una de las respuestas
que el cuerpo de mayordomos ha formulado para ajustar la tradición de la fiesta
patronal a la nueva circunstancia del barrio es la creación de nuevos recorridos que
antes no iban más allá de los límites del barrio, y que ahora abarcan algunas de las
calles periféricas de las colonias y barrios aledaños. Asimismo, en la década de
1990 se implementó una nueva mayordomía, la del cuartel de San Miguel, cuya
función es buscar la cooperación de católicos y otros simpatizantes de la fiesta de
San Miguelito en el barrio vecino de San Juan de Guadalupe.
En la parte más cercana a la plaza central del barrio, en la zona poniente, conocida
también como el Tecuán, la celebración en honor al santo patrono y la gestión de
intercambios de los mayordomos cuenta una mayor participación de la comunidad.
En estas dos zonas se desarrollan episodios como la quema de toritos y los bailes
en la calle, ambos mecanismos de reproducción identitaria entre familias y vecinos
que siguen la tradición por herencia, no sólo familiar, sino también como parte de
la reproducción del proyecto comunitario el barrio.
El sistema de cargos urbano ha incorporado también las propuestas de los jó-
venes de la comunidad que se han organizado para introducir a las actividades de
la tradición, eventos como una obra de teatro montada con recursos tecnológicos
audiovisuales, o bien, para modificar la noción tradicional de “las marmotas” in-
troduciendo muñecos gigantes con la figura de Batman, Carlos Salinas de Gortari
o Vicente Fox.
Esta forma de asumir la circunstancia actual de las mayordomías y del ciclo
festivo en honor al santo patrono del barrio permite que esta institución cumpla
el papel de mediación entre el proceso de construcción y recreación anual de las
reciprocidades y redes sociales en torno a la puesta en escena del proyecto comu-
nitario de la fiesta patronal y el proceso de transformación del paisaje urbano en
el entorno causado por la especulación inmobiliaria y el crecimiento poblacional
de la ciudad, entre otras cosas. Esta tensión implica un proceso de transformación
social y cultural local que se expresa en la emergencia de nuevos actores, nuevas
identidades juveniles, otras formas de convivencia, otras tecnologías de información
y comunicación utilizadas por la comunidad barrial, que también inciden en la
forma de percibir la tradición de la fiesta patronal.
La mediación del sistema de cargos urbano, no obstante, mantiene la fuerza
local suficiente para abrir espacio al proyecto comunitario de la fiesta patronal,
lo cual permite la autoafirmación y la cohesión en medio de las transformaciones

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de la ciudad y la exposición de la población a la experiencia de la globalización.
En este sentido, las actividades de la fiesta patronal en el barrio de San Miguelito
pueden ser vistas como una forma de montar sobre el territorio la escenificación
de la disputa por los vínculos sociales, la identidad, la historia y el terruño en la
era de la globalización.

Apunte final

El sistema de cargos urbano del barrio San Miguelito constituye un vehículo de


interacción que refuerza el nivel interno de los lazos comunitarios y opera como
contraparte de los procesos que empujan hacia la fragmentación y el individualis-
mo. Se trata de un instrumento de mediación entre la parte histórica o pasado de
la tradición de la fiesta patronal, y las exigencias organizativas y reorganizativas
impuestas por el contexto actual tanto a la tradición como al barrio en su conjunto.
El papel reproductor-preservador de las formas identitarias a través del sistema
de cargos urbano y sus mayordomías se ve afectado por el proceso histórico de
adaptación sociocultural, que se manifiesta, entre otras cosas, en cambios físicos del
barrio que se traducen en cambios semánticos en el terreno de las prácticas religiosas
tradicionales. La tensión entre las normas de reciprocidad (Rodríguez, 1995:64) y
las trasformaciones del paisaje urbano barrial se resuelve cada año con el proyecto
y discurso comunitario de la fiesta patronal, gracias a la función estructurante
del sistema de cargos urbano y a la capacidad de adaptación de los mayordomos
en un escenario social y económico adverso caracterizado por una urbanización
acelerada, una diversificación ocupacional y productiva intensas, constantes des-
plazamientos migratorios dentro y fuera del barrio, y el acceso masivo a los medios
de comunicación e información electrónicos en combinación con una creciente
oferta de consumos culturales (Leal, 2005:45).
La organización política y religiosa de los pueblos originalmente asentados en el
territorio del barrio se expresa en la actualidad a través del sistema de cargos urbano
y la fiesta patronal, ya no en el sentido de la reproducción de una cosmovisión de
raíz mesoamericana, sino como parte de los procesos de transformación urbana a los
cuales se resiste la cuestión identitaria en tanto que unidad histórica y sociocultural.
El sistema de cargos que soporta la fiesta patronal en el barrio San Miguelito per-
siste gracias a que asume la forma de un sistema de cargos urbano cuya flexibilidad
y capacidades organizativas son expresiones contemporáneas de las trasformaciones

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sociales derivadas de la globalización (Leal, 2005:41). Los cambios endógenos y
exógenos observables en torno a la urbanización del sistema de cargos en los barrios
fundacionales de ciudades coloniales como San Luis Potosí permiten señalar que
la sostenibilidad de la tradición de la fiesta patronal se debe en buena a medida
a factores como: 1) la permanencia de relaciones de intercambio y reciprocidad
entre vecinos de familias arraigadas en el barrio por más de tres generaciones; 2)
la creación de nuevas relaciones de intercambio y reciprocidad con los vecinos de
colonias y barrios aledaños al barrio de San Miguelito, principalmente en la parte
poniente y norte de su territorio actual; 3) la adopción de nuevas propuestas for-
muladas por los jóvenes para el enriquecimiento y actualización de las prácticas
religiosas tradicionales; 4) el apoyo de formas organizativas como las coordinado-
ras de sectores y el comité de la fiesta principal, que trabajan para dar vitalidad a
las relaciones de intercambio y reciprocidad entre vecinos, pertenezcan o no a las
familias de más arraigo en el barrio; 5) el hecho de que los mayordomos asumen
el sistema de cargos no como una reminiscencia del pasado indígena, sino como
un elemento de integración en el territorio que permite a la comunidad del barrio
representarse a sí misma como un todo, en medio de un contexto de cambios y
acelerada urbanización.

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