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BLOQUE I: LA ÉPOCA DE LA RESTAURACIÓN (1874-1923)

Tema 1: El régimen político de la Restauración y sus fundamentos sociales


El régimen de la Restauración fue resultado del fracaso de la experiencia republicana. El
partido alfonsino preparó la vuelta al trono de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Cánovas fue el
principal representante de un reinado basado en la hegemonía de dos partidos envueltos en
fraude electoral.
Ante la sensación de desgobierno que reinaba durante el sexenio la Iglesia y las clases
altas y medias apostaron por la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII.
Gracias principalmente a la actuación de Antonio Cánovas del Castillo se realizaron diversas
maniobras diplomáticas que lo hicieron posible. Además, se encontraban en un contexto
internacional favorable. El programa del partido Alfonsino se reducía al liberalismo y la
fidelidad al príncipe Alfonso hasta la elaboración de un programa conservador que resumía las
palabras “paz y orden”. Contaron con el apoyo del lobby esclava. En diciembre de 1874 se firma
el Manifiesto de3 Sandhurst que recogía las ideas básicas del proyecto restaurador: carácter
abierto e integrados de la monarquía constitucional, necesidad de que la tradición católica fuese
compatible con la libertad y superación de las anteriores constituciones (1845 y 1869).
El proyecto político de Cánovas defendía un sistema en el que la monarquía fuera su base
y los partidos un instrumento a su servicio, lo que le llevo a formar dos nuevos partidos contra
republicanos y carlistas radicales. Estos fueron el partido conservador defensor del orden social y
público, de los valores establecidos por la Iglesia y de la propiedad, y el partido liberal-fusionista
que luchaban por las reformas sociales, por la educación y por un cierto laicismo.
Las bases ideológicas finalmente establecidas fueron las de su creador, Cánovas. Se
empleó el pragmatismo en política (se hacía lo necesario para el momento), se defendía de la
constitución histórica o interna de España (costumbres e historia), la soberanía era una soberanía
compartida rey-Cortes frente a la soberanía nacional continuando con la tradición, y existía un
pesimismo debido a la decadencia española. El ejército quedó al margen de la política dejando
en manos de los partidos creados todo el proceso político. Esto derivó en un sistema electoral de
fraude, manejado por el rey, el gobierno de turno y los caciques locales.
La constitución de 1876 ha sido hasta el momento de mayor vigencia en la Historia
Contemporánea de España, hasta 1923 cuando Primo de Rivera la dejó en suspenso instaurando
la dictadura. Se trata de un texto breve (89 artículos) que surgió como síntesis y punto intermedio
entre las dos precedentes de 1845 y 1869. Elaborada por expertos convocados por Cánovas, fue
aprobado por las Cortes por sufragio universal con una amplia mayoría a favor. El espíritu de
partida fue el pacto, motivo que explica su durabilidad. Su escasa concreción dejaba en manos
del partido gobernante los aspectos básicos como el sufragio universal o la cuestión religiosa.
Sus rasgos esenciales eran:
- Soberanía compartida rey-Cortes, instituciones entendidas como parte de la
“constitución histórica”.
- Derecho de sufragio pendiente. Dos leyes electorales definirían este derecho: en 1878
se establece el sufragio censitario y en 1890 el sufragio universal.
- Se declaraba al Estado aconfesional y se le recomendaba el mantenimiento del culto
pero introduciendo también la libertad religiosa limitada al ámbito privado.
La monarquía se entendía como la médula esencial del Estado español; la monarquía era
el Estado y no su representación. Esta expresaba la continuidad histórica, garantizaba el orden
social y se entendía además al monarca como la piedra angular del sistema y regulaba los tres
poderes del Estado.
Bases sociales y políticas: el caciquismo.
El régimen de la Restauración fue considerado como oligárquico, caciquil, corrupto e
incapaz de aplicar las demandas democratizadoras de la época pero proporcionó al país un largo
periodo de estabilidad política. La burguesía y aristocracia dominaban el sistema mientras la
“España real2 (clases medias y populares) quedaban excluidas de la toma de decisiones políticas.
Este caciquismo provocó un desajuste en la modernización económica y política del país que sí
afectaba al resto de Europa. La sociedad respondía al modelo de relaciones de patronazgo, es
decir, se recibían favores a cambio de fidelidad. En la vida política destacaba el clientelismo
cuyos ejes eran los altos cargos en Madrid, los gobernadores civiles en las provincias y los
caciques en los pueblos. Estos tres grupos concedían favores a cambio de votos y apoyo político.
De este modo, aunque el sistema estaba en manos de una minoría, el resto de ciudadanos se
sentían parte de él a través del cobro de favores, etc. La riqueza fue el instrumento de
dominación, fenómeno social propio de la mentalidad de la época.
Los mecanismos del sistema político
La Restauración se basó en el turno pacífico del poder de dos partidos falseando el
proceso electoral. Se impuso un sistema bipartidista dominado por los partidos Conservador y
Liberal cuya ideología estaba considerablemente indefinida; defendía lo ya nombrado pero
compartían muchos puntos. También se apreciaban otros cuatros partidos pero excluidos de la
práctica de todo contacto con el poder: republicanos y carlistas fragmentados poco a poco, los
movimientos de la base obrerista (socialista y anarquista) que consiguieron cierto pero al final de
la Restauración y los movimientos nacionalistas surgidos posteriormente. Los partidos eran en
esta época más una reunión de amigos (clandestinos) que lanzaban sus ideas a la espera de hallar
eco en las provincias por lo que las redes clientelares y el patronazgo fueron elementos básicos.
El turnismo (o turno pacífico) tuvo su origen en la exigencia de Sagasta de que el rey
llamase a gobernar en 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas instaurando así el relevo
pacífico en el poder con el fin de evitar pronunciamientos y motines. El método para ello fue la
manipulación electoral por lo que se habla de una democracia puramente formal o “sistema
liberal sin democracia”. En primer lugar el rey llamaba a gobernar a uno de los partidos, el que
no gobernaba. A continuación, se disolvían las Cortes y se convocaban nuevas elecciones
manipuladas para que el partido llamado al poder obtuviese la mayoría. Se reforzó el turnismo
con el Pacto de El Pardo ante la amenaza carlista y republicana. El fraude electoral hacía que en
cada distrito los electores fueran controlados para asegurar que votaran al gobierno elegido
gracias a los alcaldes y los caciques locales. Además, si no era suficiente, se alteraban las actas o
se añadía el voto de personas inexistentes en el censo, lo que recibió el nombre de pucherazgo. A
pesar de que en 1890 se establece el sufragio universal masculino nada cambia en la práctica
hasta la segunda década del siglo XX.
En 1898 se incrementa una crisis con ansia de cambios ante este ya desprestigiado
sistema político. Los nuevos líderes intentaron reformar el sistema desde dentro pero sus
proyectos de regeneración y democratización fracasaron. El aumento de las ciudades así como de
las clases medias y populares urbanas y de las organizaciones obreras acentuaron la fractura
entre la sociedad de masas y el sistema político oligárquico creando un clima favorable a una
solución autoritaria que sobrevino con el golpe de Estado del general Primo de Rivera.
TEXTO 1: “Oligarquía y caciquismo”
El texto que vamos a comentar es de naturaleza historiográfica, en concreto de
carácter político y social. El fragmento pertenece a un libro de carácter historiográfico,
como ya hemos dicho anteriormente, titulado “Oligarquía y caciquismo como la forma
actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla”, escrito por Joaquín Costa
y Martínez. Este jurista, historiador y erudito español fue uno de los intelectuales más
destacados de su época, tanta fue su influencia que es considerado el padre del
regeneracionismo, un movimiento intelectual que tiene lugar entre los siglos XIX y XX.
Este movimiento trata de explicar objetiva y científicamente las causas de la decadencia
española como nación. En esta obra, “Oligarquía y caciquismo como la forma actual de
gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla”, se habla, como su propio nombre
indica, de la forma de gobierno de su época (concretamente la época de la Restauración
[1874-1923]), y en ella el autor critica severamente el sistema de gobierno instaurado por
Cánovas del Castillo, sobre todo el caciquismo y la alteración de los resultados
electorales.
El texto nos habla del sistema electoral instaurado en España en la época de la
Restauración. Nos enumera de menos a más los componentes del gobierno, que son
aquellos ante los que está postrada la nación: oligarcas, caciques y gobernador civil. Los
oligarcas y caciques son las clases directoras que se dividen en partidos, que no son más
que una farsa para poder imponer tributos y cobrarlos. En las elecciones no es el pueblo
el que elige, sino la gran mayoría de clases conservadoras que falsifican el sufragio
conforme sus intereses.
La instauración de la I República en España terminó siendo un fracaso, lo que
impulsó a la instauración del régimen de la Restauración, en el cual participó Antonio
Cánovas del Castillo como diseñador del sistema, que estaba basado en la hegemonía de
dos partidos: el Conservador y el Liberal y, como jefe del estado Alfonso XII, hijo de
Isabel II.
Las bases del sistema restaurador de Cánovas eran:
 El pragmatismo en política alejado de posturas dogmáticas.
 La defensa de la “constitución histórica o interna de España”, de sus
costumbres y su historia.
 La soberanía compartida rey-Cortes como signo de la tradición española.
 Pesimismo, basado en el estudio de la historia de la decadencia española.

El ejército debía quedar al margen de la política y acabar así con la intromisión


militar en la vida política. El sistema electoral se basaba en un fraude que favorecía a los
grupos dominantes y estaba controlado por el rey.
En este proceso restaurador también hubo lugar para la creación de una nueva
constitución, la de 1876, siendo luego la de mayor vigencia en la Historia Contemporánea
de España, pues se mantuvo hasta 1923, esto es debido a que se trató de una época de
estabilidad. Se trata de un texto con 89 artículos, que surgió como síntesis entre la
constitución de 1845 y 1869. Este texto fue aprobado por las Cortes surgidas de las
elecciones de enero de 1873 mediante sufragio universal. El texto definitivo fue aprobado
el 24 de mayo y publicado el 2 de julio. Estaba elaborado por un pacto, que dejaba en
manos del partido gobernante los aspectos básicos; los rasgos esenciales eran:
 La soberanía compartida rey-Cortes, ambas son parte de la “constitución
histórica”:
 El derecho de sufragio se dejaba pendiente. Dos leyes definirían este
derecho: la de 1878, que retomó el sufragio censitario, y la de 1890, que
recuperó el sufragio universal.
 Se declaraba a España como Estado confesional y se la encomendaba el
mantenimiento del culto, pero se introducía la libertad religiosa.

Durante este periodo la monarquía no solo era una forma de gobierno, sino la
médula esencial del Estado español: la monarquía era el Estado, que cumplía un triple
papel político en este sistema político:
 Era expresión de continuidad histórica.
 Era la garantía del orden social emanado de la revolución liberal.
 El monarca era la piedra angular del sistema. Había recibido una
educación militar y era la cabeza del ejército. La corona era la institución
que gobernaba los tres poderes del Estado, como moderadora y directora
de la vida política.

El régimen de la Restauración fue considerado como oligárquico y caciquil,


corrupto e incapaz de aplicar las demandas democratizadoras de la sociedad de su época.
Sin embargo, proporcionó al país un periodo de estabilidad política y social. La forma
real de decisiones políticas quedaba en manos de la burguesía y la aristocracia
excluyendo a las clases medias y populares. El caciquismo produjo también un desajuste
entre la modernización política y económica del país con respecto al resto de Europa.
El sistema de la Restauración establecía relaciones de patronazgo, del patrón con
sus clientes. Pero no solo eran relaciones de negocios, sino también de familia, de
amistades o círculos de influencia social. Este entramado afectaba a todos los terrenos y,
en la vida política estaba plasmado a través del clientelismo, cuyos ejes eran los altos
cargos en Madrid, los gobernadores civiles en las provincias y los caciques. Estos tres
grupos concedían favores a cambio de apoyo político y votos. El clientelismo y el
populismo fueron dos instrumentos de participación de las masas en la política. Aunque
el sistema estaba puesto al servicio de una minoría, el pueblo se sentía parte del sistema
del sistema a través del cobro de favores. El caciquismo derivaba directamente de la
riqueza como instrumento de dominación y fue un fenómeno social propio de la
mentalidad de la época.
El turnismo fue uno de los elementos fundamentales del sistema de la
Restauración, en el que los partidos se alternaban en el gobierno. Esta petición instauró el
precedente del relevo pacífico en el poder. Se instauró un acuerdo de que los dos partido
que apoyaban a Alfonso XII se turnaban en el poder, mediante la manipulación electoral
que permitía hablar de democracia puramente formal o “sistema liberal sin democracia”.
Seguía dos pasos:
 El rey llamaba al partido que no estaba gobernando en ese momento.
 Se contaba con el apoyo de las Cortes, se convocaban nuevas elecciones
y se manipulaban los votos para que ganase el partido que el rey quería.
Tras la muerte de Alfonso XII la regente consolidó el turnismo mediante el
Pacto de El Pardo, que estableció el acuerdo entre Cánovas (representante del partido
Conservador), Sagasta (representante del partido Liberal) y la regente de turnarse.
La clave de este sistema era la inexistencia de un electorado independiente. En
1878, como hemos dicho anteriormente, fue eliminado el sufragio universal y se instauró
el sufragio censitario. Esta ley daba mucho poder a los ayuntamientos que se encargaban
de elaborar el censo electoral mientras que los alcaldes se dedicaban a revisar el proceso
del mismo. El ministerio de la Gobernación elaboraba el encasillado y luego negociaban
los candidatos por distrito, los gobernadores civiles se encargaban de controlar a los
electores, que eran manipulados para elegir al candidato designado. Por si esto fuera
poco, se manipulaban directamente los resultados con las alteraciones de las actas o el
voto de personas inexistentes, lo que recibía el nombre de pucherazo. La ley electoral se
introdujo en 1890 y estaba restringida a mayores de 25 años. Con esta medida España se
situó entre los países que habían introducido el sufragio universal.
Para concluir podemos decir que, aunque la época de la Restauración parecía
una época de mucha estabilidad estuvo llena de corrupción y de pactos en los cuales solo
tenían cabida aquellos más ricos. El caciquismo fue también un punto importante dentro
de esta época, los más ricos dominaban sobre los otros dándoles trabajo o dinero a
cambio de favores, algo que derivó en la manipulación de los resultados electorales. El
turnismo o el pucherazo son términos muy habituales durante este período, el primero
porque era la forma de gobierno llevada a cabo en la época, y el segundo porque se hacía
todo lo posible para que las elecciones seleccionaran al candidato que ya el rey había
elegido de antemano.
Tema 2: Los procesos de urbanización e industrialización en la España de la
Restauración.
La economía española del siglo XIX se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso
relativo respecto a otros países de Europa. La economía estuvo estancada hasta 1840 cuando
comenzó una lenta recuperación. La población aumentó durante el siglo en un 80% a pesar de la
alta mortalidad y la crisis agraria. El crecimiento vegetativo estimuló el desarrollo de la
producción agraria pero se mantuvo en niveles bajos con escasa innovación técnica y baja
productividad. Las desamortizaciones permitieron cultivar tierras abandonadas y dar respuesta a
la demanda de productos alimentarios. El sector industrial se implantó solo en ciertas regiones
del país (Cataluña st) pero el comercio tampoco activó la demanda debido a la situación
económica de la mayor parte de la población y las limitaciones de los mercados.
Demografía
En buena parte de los países del mundo occidental el aumento demográfico iba unido a
una modernización económica. En España este último fue muy lento lo que provocó un
desequilibro entre recursos y población que impulsó a los españoles a la emigración. La mayoría
de los españoles eran de pueblos. En el norte la población de labradores, mayormente
propietarios, se encontraba dispersa; en las líneas del Duero y Ebro los pueblos eran
generalmente pequeños (500-1000 habitantes) compuestos en su mayoría por labradores
también; y en las líneas del Tajo Guadiana y Guadalquivir habían grandes y numerosos pueblos
con varios miles de habitantes en su mayoría jornaleros. En Levante y en las islas la evolución
dio lugar a pueblos medianos de variedad social mayor que los grandes pueblos de Andalucía y
Extremadura. Las comarcas eran territorios con cierta unidad geográfica que agrupaban a un
considerable número de pueblos y aldeas de los cuales alguno se convertía en el centro comarcal.
Estas eran las verdaderas realidades de los vecinos pues allí se vendía, se relacionaban los
jóvenes, se emparentaba, etc. hasta el punto de que muchos no llegaban a salir del ámbito de la
comarca.
Además de los más de 8.800 ayuntamientos que se pueden considerar, en el siglo XIX se
pueden clasificar otras poblaciones de carácter urbano o semiurbano según su evolución:
- 65 ciudades activas y emergentes, la mayoría portarías aunque hay algunas en el
interior (Madrid, Valladolid, Zaragoza o Córdoba). Superan los 25.00 habitantes en
1860 y 40.000 en 1900.
- 64 ciudades de escasa modernización en el siglo XIX a pesar de ser relativamente
activas en la Edad Moderna. No llegan a 20.000 habitantes.
- El resto son más que pueblos pero menos que ciudades con cierto carácter urbano.
Más de 400, en su mayoría cabeceras de comarca dedicadas a los servicios y al sector
secundario. Casi todas tenían un cuartel de la Guardia Civil y organización de la
Milicia Nacional inherente a su condición de cabeza de partido. Eran también sedes
de distrito electoral por lo que habían grupos de los partidos políticos y cumplían con
la función educativa referida a la segunda enseñanza en pequeños colegios privados o
noviciados de religiosos.
A principios del siglo vivían 3.300.000 españoles en zonas urbanas y en 1900 el doble.
Este crecimiento fue desigual. Destacan por su crecimiento las ciudades de Madrid y Barcelona
que duplican su población en 50 años, además de Bilbao que se afirma como cabeza del núcleo
industrial del norte y triplica su población, Valladolid se afianza como centro industrial y
comercial en el centro de la cuenca del Duero y Santander multiplica por diez la población y se
convierte en el principal puerto del Cantábrico. Para atajar este importante crecimiento se
construyeron más edificios en el centro de las ciudades y de más altura, se urbanizaron espacios
de cultivos y conventos y monasterios desamortizados, y se ensancharon las ciudades
derribando las murallas (medida que no tomaron las ciudades más adormecidas).
Industria y minería
La industrialización en la España del siglo XIX fue un fracaso general, excepto en
Barcelona que alcanzó un nivel de desarrollo equiparable a otras regiones de Europa. España
construyó la red ferroviaria, creó la banca, el nuevo sistema monetario y ciertos focos
industriales y se extendió la educación pero aún así a finales del siglo continuaba siendo un país
agrario.
La industrialización en España comenzó por el sector textil y siderúrgico con el algodón
y el hierro. Cataluña fue el centro de desarrollo de la producción de algodón gracias al
dinamismo económico iniciado en el siglo XVIII, la actividad comercial con América, la
abundancia de mano de obra, la mentalidad empresarial y la ayuda del proteccionismo que alejó
la competencia de los textiles ingleses. Introdujeron máquinas como las mulas movidas por
ruedas hidráulicas o máquinas de vapor. En 1835 tuvo lugar la primera protesta contra las
máquinas por parte de los obreros, acto que no frenó la expansión de la industria mejorada por la
introducción de unas nuevas máquinas más eficaces, las selfactinas, acompañada de más
protestas. El sector se expandió hasta 1855 cuando se desvió el capital hacia otras inversiones y
se produjo la guerra de secesión en Estados Unidos, el mayor productor de materia prima, el
algodón. A partir de 1868 se produjo un periodo de recuperación y hubo un pequeño aumento de
la demanda favorecida por el monopolio mercantil impuesto en el Caribe hasta que consiguieron
la independencia. Industriales catalanes y terratenientes castellanos o andaluces apoyaron la
política proteccionista pues sabían que no podían competir con la producción extranjera. La
industria lanera tradicional se centraba en Castilla y León pero la nueva mecanizada se ubicó en
Tarrasa y Sabadell (cercanas a Barcelona). La industria de la seda tenía una larga tradición en
Valencia, Murcio y Granada. La crisis de la seda valenciana se inició en la primera mitad del
siglo XIX por la expansión de otros cultivos (naranjo), la competencia de otros países (Francia),
la escasa eficacia de la mano de obra y la pebrina, una enfermedad que atacaba al gusano de la
seda. Fueron, a final del siglo, trasladados los centros sederos a Cataluña. La industria del lino se
encontraba en Galicia pero no supo adaptarse a las nuevas técnicas y se extinguió.
Minería y siderurgia
La siderurgia española se vio condicionada por la explotación minera de las materias
primas necesarias (hierro y carbón). Aunque el país era rico en minerales solo se explotaron los
yacimientos cercanos a los puertos y la minería se mantuvo estancada durante casi todo el siglo
XIX debido a la escasa demanda, la falta de capital y tecnología para la explotación y la excesiva
intervención del estado que frenaba la inversión extranjera. Comienza a crecer el sector con la
legislación librecambista y las distintas leyes de Bases sobre Minas a partir de 1868 coincidiendo
una situación favorable. La expansión se produce con la ayuda de la inversión extranjera y la
desamortización del subsuelo (venta de las explotaciones a manos privadas). Casi el 90% del
mineral extraído se exportaba desde el puerto de Bilbao siendo el principal exportador de hierro
de Europa mientras que la producción siderúrgica era de las más bajas. Este desnivel entre
producción minera y siderúrgica mostraba una economía poco dinámica desde el punto de vista
tecnológico y dependiente de los mercados exteriores, aunque la exportación sirvió para
desarrollar la siderurgia vasca, un crecimiento aun lejos del nivel de otros países debido a la libre
importación que estableció la ley de ferrocarriles.
A estas dos industrias se le suman otras menos relevantes entre las que destacan los
molinos que se dedicaban a moler granos o fabricar papel que se modernizaron en la segunda
mitad del siglo, industrias derivadas de la explotación agraria como la producción de aceite de
oliva, vinos, etc. donde también influyó la inversión extranjera, las industrias de corcho
relacionadas con las anteriores (tapones para las botellas), y la industria mecánica de poco peso
que fabricaba maquinaria textil y material ferroviario siendo castigada por los obreros
descontentos con la mecanización
Se vio la necesidad de construir una red de comunicación donde destacaron tres clases de
transporte: carreteras y caminos, transporte marítimo y ferroviario, sobre todo este último.
Las carreteras y caminos aumentaron en número pero eran mayormente deficientes. Aún
así la sustitución de transporte tradicional redujo la duración de los traslados.
En el transporte marítimo se mejoraron y ampliaron los puertos, se perfeccionó la
navegación a vela y se introdujo a finales de siglo la navegación a vapor. Destacaban en el
comercio marítimo Cádiz y Barcelona.
Pero sin duda el más importante fue el transporte ferroviario. Comenzó en 1848 con la
línea Barcelona-Mataró derivando en líneas cortas poco rentables y que implicaban un ancho de
vía superior al normal por adaptación al terreno montañoso. Era un modelo centralizado que
creció rápidamente y cuya especulación provocó como consecuencia una gran crisis (1866-1876)
tras la cual continuaron con construcciones pero más pausadas y a manos principalmente de
capital francés. En la última década del siglo llegó a mover casi 16 mil millones de toneladas
métricas cuando en 1870 eran tres mil.
El atraso general que sufrió el país económicamente fue consecuencia de una mentalidad
empresarial conservadora, poco propicia a la innovación y siempre a la defensiva ante los
posibles riesgos de la invención reinando el conformismo. Se basaba la estrategia en la no
competencia, pensamiento contrario al del resto de países en que se expandía la libertad de
mercado. Cabe destacar además que la mayor parte de las empresas y la tecnología eran
extranjeras.

RECOMENDACIÓN: reflexión personal de la realidad económica actual


Tema 3: El regionalismo y los nacionalismos. El movimiento obrero.
En el siglo XIX existieron varios movimientos importantes como son el regionalismo, el
nacionalismo y el movimiento obrero. El regionalismo es un movimiento con el que se pretende
defender una parte o región dentro de una nación. Por otro lado, el nacionalismo fue un periodo
histórico de formación de las naciones y de surgimiento de la ideología y movimientos
nacionalistas y finalmente el movimiento obrero que fue un movimiento en el cual los obreros
defendían sus derechos como trabajadores.
El regionalismo y los nacionalismos
En la revolución liberal que se llevo a cabo en el siglo XIX, no se pudo elaborar un
proyecto nacional sólido, lo que explica la pervivencia del nacionalismo y del regionalismo. Así,
destaca el nacionalismo catalán ya que el carácter de la política en España era diferente al que
existía en Cataluña. Durante la Restauración, se elaboraron dos modelos alternativos en la
política catalana: por un lado el modelo que procedía del republicanismo federal catalán que
reclamaba la soberanía de Cataluña y por otro un modelo que tenía un carácter conservador y
corporativo, defendiendo desde las posiciones regionalistas hasta un catalanismo católico rural.
A finales de siglo, el partido conservador fue el que se impuso para acabar con la formación de la
Liga Regionalista en 1901, abriendo una nueva etapa en la que surgiría un frente llamado
Solidaridad Catalana que obtuvo éxito en las elecciones generales de 1907 y se elaboró abajo la
presidencia de Prat de la Riba la constitución de la Mancomunidad de Cataluña.
Por otro lado, también existía el nacionalismo vasco que se basaba en tres elementos: El
fuerismo, las guerras carlistas y el proceso industrializador. Una vez concluidas las guerras
carlistas, los fueristas se dividieron en dos grupos: euskaros navarros (defendía la unión vasco-
navarra) y euskalerríacos vizcaínos (evolucionaron al autonomismo). Aparte de estos dos grupos,
existía un tercero que estaba liderado por Sabino Arana y que en 1897 fundó el Partido
Nacionalista Vasco en Vizcaya. Tras la muerte de su líder, el nacionalismo vasco se extendió a
lo largo de todo el país.
También existieron tres regionalismos que se desarrollaron a principios del siglo XX: el
gallego, el valenciano y el andaluz. En todos ellos se crearon asociaciones. En el caso del
regionalismo gallego la Asociación Regionalista Gallega de Santiago, en el caso valenciano la
creación de Lo Rat Penat y en el caso de Andalucía la Asamblea Federal de Antequera.
Movimiento obrero
Con respecto al movimiento obrero, durante el siglo XIX, la mayor parte de la clase
obrera mantuvo una actitud pasiva pese a las duras condiciones de trabajos a las que se
encontraban expuestos. Todo esto concluyó cuando en 1868, tras el reconocimiento del derecho
de reunión y asociación, comenzó un movimiento de dichas clases reivindicando la necesidad de
una mejora de condiciones de trabajo tanto a nivel de horario como higiénico.Las bases
ideológicas del movimiento estaban basadas en el marxismo y el anarquismo. El marxismo
proponía que los trabajadores llevaran a cabo una revolución para destruir el capitalismo.
Mientras tanto los anarquistas se oponían al Estado y aspiraban a sustituirlo por algún tipio de
asociación voluntaria entre las personas. De estas dos bases, la más influyente fue las ideas de
los anarquistas así como las de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). En el primer
congreso obrero español se celebró en 1870 y en él se constituyó la Federación Regional
Española (FRE) dentro de la AIT, la cual se dividió formando una corriente partidaria de la
acción sindical, el anarcosindicalismo.
Durante la Restauración, se reconoció la libertad sindical en la Ley de Asociaciones,
legalizándose la UGT (participe en la elaboración de este manifiesto) y del PSOE. LA UGT fue
una organización sindical de orientación socialista creada en 1888. La difusión de las ideas
socialistas fue una difusión muy lenta en comparación con la del ideario anarquista que se vio
facilitada por el uso de la prensa y los libros. Este se dividía en tres corrientes: la
anarcosindicalista, la revolucionaria conspirativa o insurreccional y la anarco-comunista.
No solo existían dos vías para encauzar las demandas obreras, sino una tercera
denominada sindicalismo católico. Fundada por el Padre Vicent, los primeros sindicatos fueron
denominados los Círculos de Obreros Católicos y sus movimientos estaban canalizados por la
figura de marqués de Comillas.
Aunque el derecho de asociación ya había sido reconocido en 1887, todavía estaban
penalizadas las acciones sindicales, estando duramente reprimidas. A pesar de ello, seguían
existiendo un gran número de de manifestaciones, comúnmente motines. No fue hasta cerca de
1900 cuando los obreros de la industria y del campo se dieron cuenta de la efectividad de sus
protestas si las realizaban de manera coordinada.
El movimiento obrero estaba dividido en dos corrientes: el socialismo y el anarquismo
(principalmente en Cataluña). El socialismo estaba representado por el PSOE y la UGT como
bien indicamos antes. Por otro lado en el anarquismo eran más partidarios de la estrategia
terrorista y del uso de las huelgas generales. En 1910 se formó la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) cuya estrategia sindical era la huelga general.
En 1917, fecha en la que data este manifiesto, los partidos dinásticos estaban sufriendo
una descomposición y en consecuencia España se encontraba en una profunda crisis. Y no solo
los partidos dinásticos sino el socialista, los republicanos y los nacionalismos catalán y vasco, los
cuales emprendieron una campaña reclamando la autonomía tras elaborar un proyecto de
estatuto. La crisis en la que se encontraba facilitó el crecimiento de los sindicatos uniéndose los
dos más poderosos: la UGT y la CNT. Tras esta unión tuvieron lugar grandes enfrentamientos ya
que los sindicatos se oponían al gobierno y viceversa terminando en un sangriento
enfrentamiento entre pistoleros de uno y otro bando.
Todo lo explicado con anterioridad se puede ver en la actualidad. Los sindicatos están en
contra del gobierno ya que recorta de los salarios de los trabajadores y cada vez trabajan en unas
condiciones más pésimas. De no haber sido por todas las luchas de los sindicatos, en la
actualidad tendríamos peores condiciones de trabajo con lo cual debemos de agradecerles los
esfuerzos por luchar por lo que creían. Asimismo, Cataluña sigue pidiendo la independencia al
igual que en el siglo XX con su movimiento nacionalista y muchos partidos siguen vigentes en la
actualidad como es el caso del PNV. Finalmente señalar que aquellas regiones donde existía un
movimiento de regionalismo, en la actualidad poseen su propia lengua aparte del español, al
igual que las influenciadas por el nacionalismo (la lengua vasca y el catalán).
Texto 2: Manifiesto conjunto UGT-CNT (1917)
El texto que vamos a comentar es un Manifiesto Conjunto elaborado por UGT y CNT,
publicado en La Correspondencia de España el 28 de marzo de 1917. Es un texto de carácter
político mediante el cual se publica la declaración de los propósitos de los obreros si el gobierno
no responde a sus peticiones.
El texto se centra principalmente en advertir a los políticos contemporáneos, que al no
haberles hecho caso en sus quejas y protestas se han unido para acordar la obligación de ofrecer
unas condiciones mínimas a los trabajadores así como el aviso de una huelga que se llevará a
cabo hasta que las condiciones citadas anteriormente sean vigentes.
Durante el siglo XIX, la mayor parte de la clase obrera mantuvo una actitud pasiva pese a
las duras condiciones de trabajos a las que se encontraban expuestos. Todo esto concluyó cuando
en 1868, tras el reconocimiento del derecho de reunión y asociación, comenzó un movimiento de
dichas clases reivindicando la necesidad de una mejora de condiciones de trabajo tanto a nivel de
horario como higiénico.
Las bases ideológicas del movimiento estaban basadas en el marxismo y el anarquismo.
El marxismo proponía que los trabajadores llevaran a cabo una revolución para destruir el
capitalismo. Mientras tanto los anarquistas se oponían al Estado y aspiraban a sustituirlo por
algún tipo de asociación voluntaria entre las personas. De estas dos bases, la más influyente fue
las ideas de los anarquistas así como las de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT).
En el primer congreso obrero español se celebró en 1870 y en él se constituyó la Federación
Regional Española (FRE) dentro de la AIT, la cual se dividió formando una corriente partidaria
de la acción sindical, el anarcosindicalismo.
Durante la Restauración, se reconoció la libertad sindical en la Ley de Asociaciones,
legalizándose la UGT (partícipe en la elaboración de este manifiesto) y del PSOE. LA UGT fue
una organización sindical de orientación socialista creada en 1888. La difusión de las ideas
socialistas fue una difusión muy lenta en comparación con la del ideario anarquista que se vio
facilitada por el uso de la prensa y los libros. Este se dividía en tres corrientes: la
anarcosindicalista, la revolucionaria conspirativa o insurreccional y la anarco-comunista.
No solo existían dos vías para encauzar las demandas obreras, sino una tercera
denominada sindicalismo católico. Fundada por el Padre Vicent, los primeros sindicatos fueron
denominados los Círculos de Obreros Católicos y sus movimientos estaban canalizados por la
figura de marqués de Comillas.
Aunque el derecho de asociación ya había sido reconocido en 1887, todavía estaban
penalizadas las acciones sindicales, estando duramente reprimidas. A pesar de ello, seguían
existiendo un gran número de manifestaciones, comúnmente motines. No fue hasta cerca de
1900 cuando los obreros de la industria y del campo se dieron cuenta de la efectividad de sus
protestas si las realizaban de manera coordinada.
El movimiento obrero estaba dividido en dos corrientes: el socialismo y el anarquismo
(principalmente en Cataluña). El socialismo estaba representado por el PSOE y la UGT como
bien indicamos antes. Por otro lado en el anarquismo eran más partidarios de la estrategia
terrorista y del uso de las huelgas generales. En 1910 se formó la Confederación Nacional del
Trabajo (CNT) cuya estrategia sindical era la huelga general.
En 1917, fecha en la que data este manifiesto, los partidos dinásticos estaban sufriendo
una descomposición y en consecuencia España se encontraba en una profunda crisis. Y no solo
los partidos dinásticos sino el socialista, los republicanos y los nacionalismos catalán y vasco, los
cuales emprendieron una campaña reclamando la autonomía tras elaborar un proyecto de
estatuto. La crisis en la que se encontraba facilitó el crecimiento de los sindicatos uniéndose los
dos más poderosos: la UGT y la CNT. Tras esta unión tuvieron lugar grandes enfrentamientos ya
que los sindicatos se oponían al gobierno y viceversa terminando en un sangriento
enfrentamiento entre pistoleros de uno y otro bando.
Todo lo explicado con anterioridad se puede ver en la actualidad. Los sindicatos están en
contra del gobierno ya que recorta de los salarios de los trabajadores y cada vez trabajan en unas
condiciones más pésimas. Asimismo, Cataluña sigue pidiendo la independencia al igual que en el
siglo XX. De no haber sido por todas las luchas de los sindicatos, en la actualidad tendríamos
peores condiciones de trabajo con lo cual debemos de agradecerles los esfuerzos por luchar por
lo que creían.
TEMA 4: La crisis del 98 en España: Causas y consecuencias
1. Introducción
La crisis de 1898 estuvo marcada por tres problemas: la situación de las
colonias, la cuestión social y el auge de los regionalismos convertidos en nacionalismos.
En 1892 José Martí creó el Partido Revolucionario Cubano, y José Rizal la Liga Filipina.
Ambas se oponían a la presencia española en sus territorios. La sublevación cubana de
1895 dio lugar al inicio de una guerra que acabó con la independencia de Cuba en 1898
junto con el resto de las colonias españolas.

2. El desastre de 1898: causas y consecuencias

Durante el reinado de Fernando VII, Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas se
mantuvieron bajo la soberanía española. Ya desde la etapa del Sexenio se inició una
primera guerra cubana. Los movimientos emancipadores coincidieron con el auge del
imperialismo europeo y con el creciente expansionismo de Estados Unidos, convertido en
una gran potencia industrial y militar.
En el año 1893 se intentaron reformas en la administración filipina y un ensayo
descentralizado en Cuba que no fue aprobado por las Cortes. Puerto Rico no planteaba
serios problemas, pues en 1872 había conseguido su autonomía, la esclavitud había sido
abolida y tenía una economía saneada. En Cuba las reformas adquirieron un carácter
especial por el significado de la isla para España. Los partidarios de no ceder a ninguna
presión reformadora, chocaron con los intentos del gobierno de conceder cierto grado de
autonomía a la isla. En el extremo contrario estaba el movimiento independentista,
dirigido por el Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí en 1892. El
autonomismo de Cuba fue una fórmula intermedia que defendía la españolidad de la isla
dentro de unos vínculos con España de carácter solidario, pero no colonial. Las islas
Filipinas se diferenciaban de las Antillas por la escasa presencia española en el
archipiélago y la baja ocupación efectiva del territorio. El clero y los sectores más
conservadores consideraron a estas islas como antiespañolas.
Entre 1895 y 1898 tuvo lugar la última guerra cubana entre el ejército español y
los grupos independentistas nativos, y es en 1898 cuando Estados Unidos decide
intervenir directamente en el conflicto. Esta guerra entre España y Cuba se desarrolló en
cuatro fases:
1º. 1895 Se inicia la sublevación y muere José Martí (líder de la
independencia cuabana).
2º. Octubre 1895-enero 1896 Avance de las tropas sublevadas, desde el este
hasta el oeste de la isla.
3º. Enero 1896-diciembre 1897 el general Martínez Campos es sustituido por
el general Weyler con la misión de “la guerra hasta el final” que fracasó. Es
en esta fase cuando se intensifica la interferencia de Estados Unidos en el
conflicto.
4º. Diciembre 1897-abril 1898intervención directa de Estados Unidos.

La guerra hispanocubana coincidió con el momento de máxima expansión del


imperio de Estados Unidos, lo que afectó mucho a la debilidad del gobierno español
debido a la gran presión que aplicaban los estadounidenses. En febrero de 1898 la
explosión del acorazado estadounidense Maine anclado en el puerto de La Habana fue el
pretexto perfecto para la declaración de guerra, el embajador de Estados Unidos presentó
un plan de compra de la isla en marzo de 1898, pero España lo rechazó. Por ello, Estados
Unidos declara la guerra a España el 25 de abril de 1808. A ella se opusieron los carlistas,
los republicanos, los anarquistas, los socialistas y los sectores populares que eran los que
soportaban el conflicto de forma directa como soldados. La flota española se enfrentó a la
poderosa armada de Estados Unidos a pesar de la inferioridad militar. Finalmente, en el
Tratado de París firmado el 10 de diciembre de 1898, España reconoce la independencia
de Cuba y cede Puerto Rico, Cuba y la isla de Guam a Estados Unidos a cambio de 20
millones de dólares.
La derrota generó un nuevo espíritu: el “regeneracionismo”, un balance llevado
a cabo por intelectuales y políticos del tránsito del siglo XIX al XX. En 1899 se formó un
gobierno presidido por Francisco Silvela y con el general Polavieja como ministro de la
guerra. Polavieja representaba la garantía del viejo orden, mientras que Silvela era
partidario de reformas. El fracaso del gobierno regeneracionista en diciembre de 1900,
mostraba la incapacidad del sistema para evolucionar. Por ello hubo otro movimiento
regeneracionista al margen del sistema protagonizado por personajes como Macías
Picavea, Lucas Mallada o Joaquín Costa. Además también hubo un grupo sobresaliente
de escritores, la llamada generación de 98 en la que se encontraba escritores como
Unamuno, valle Inclán, Machado Ramiro de Maeztu, Azorín, Baroja, etc. Los
intelectuales regeneracionistas cuestionaban la capacidad del pueblo para progresar.
Joaquín Costa puso en práctica muchas de sus ideas a través de la Liga Nacional de
Productores donde estableció reformas agrarias, municipales, educativas o
administrativas. En este ambiente se creó el instituto de Reformas Sociales, que respondía
al nuevo liberalismo del siglo XX. Cuando Alfonso XII subió al trono, ya habían muerto
muchos de los políticos destacados de la época. Se cerraba así una etapa de la vida
política de España y del siglo XIX que dejaba abiertos numerosos frentes para el nuevo
siglo.
3. Conclusión

El reinado de Alfonso XII estuvo marcado por bastantes cambios. Uno de ellos
fue la pérdida de las colonias españolas debido a la debilidad del gobierno. A esto
debemos añadir el apoyo que los estadounidenses dieron a los cubanos para poder
conseguir la independencia, fue en ese momento, en el que España se encontraba débil el
que aprovecharon para hacerse con la isla. Todo esto produjo un nuevo movimiento, el
regeneracionista, que hizo un examen de todo lo sucedido. Tras todo esto se produce el
cambio de siglo que dejará abiertas muchas cuestiones.
La crisis final de la Restauración: El impacto de la I Guerra Mundial y
el agotamiento del sistema político

Los primeros años de la monarquía de Alfonso XIII estuvieron caracterizados por


los intentos de los nuevos líderes de los partidos dinásticos de reformar el sistema desde
dentro. El crecimiento de las ciudades, el aumento de las clases medias y populares y de
las organizaciones obreras produjo la ruptura entre la sociedad de masas y el sistema
político oligárquico. Entre 1918 y 1923 se produjo la crisis de la Restauración. Para
intentar arreglar dicha crisis el general Primo de Rivera produjo un golpe de Estado. El
fracaso del regeneracionismo autoritario de la dictadura de Primo de Rivera arrastró a la
monarquía y abrió paso a la implantación de la república en abril de 1931.
La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias
Los efectos políticos y sociales de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la
crisis de 1917 formaron un punto de inflexión en la Restauración.
Cuando estalló la guerra, España declaró la neutralidad a causa del aislamiento
diplomático, de la debilidad económica y de su incapacidad militar; y fue respaldada por
todos los partidos. Aun así, las fuerzas políticas se dividieron en dos bandos: los
aliadófilos y los germanófilos. Los conservadores mostraron su simpatía hacia los
imperios centrales que representaban el orden y la autoridad; y los liberales apoyaban a
los aliados, que representaban los principios democráticos.
La neutralidad adoptada por España supuso una expansión de su economía. Ahora
el país suministraba materias primas y productos industriales a los países beligerantes.
Esto junto con la disminución de las importaciones tuvo un triple efecto: expansión
industrial mediante la creación de empresas, acumulación de capitales y aumento de los
precios.
Esta expansión económica favoreció a la burguesía industrial, la cual se vio
enriquecida por los beneficios; pero las clases trabajadoras sufrieron un descenso de su
nivel de vida. En las zonas agrarias muchos campesinos se vieron obligados a emigrar
hacia las ciudades. Esta situación agravó las diferencias sociales y provocó una gran
agitación social. Con todos estos desastres, aumentó el número de huelgas generales.
Se produjo una crisis en el turnismo: los conservadores se dividieron entre
seguidores de Dato y los del nuevo partido político el maurismo; y los liberales entre los
seguidores de García Prieto y los de Romanones.
La crisis de 1917 produjo tres tipos de conflictos:
· Militar: el malestar de los militares se debía al proyecto de reforma militar,
que pretendía reducir el excesivo número de oficiales; y el sistema de ascensos mediante
los méritos de guerra. Los jóvenes oficiales peninsulares fueron los que comenzaron el
conflicto.
· Político: se interpretó todo lo sucedido como una señal de quiebra del
régimen, por lo que Cambó convocó a todos los senadores y diputados españoles a una
Asamblea de Parlamentarios en la cual se acordó la formación de un gobierno provisional
y la celebración de Cortes, cosas las cuales no se hicieron debido al reducido apoyo
político y al rechazo de las Juntas.
· Social: se publicó un manifiesto convocando una huelga general, la cual
apenas tuvo impacto en las zonas rurales. En esta huelga el ejército cumplió la orden de
disparar contra los obreros, produciendo 71 muertos y 2000 detenidos. Los miembros del
comité de huelga fueron condenados a cadena perpetua pero al año siguiente fueron
elegidos diputados.
El colapso del sistema liberal y parlamentario
Después de la crisis de 1917 terminó la descomposición de los partidos dinásticos.
Esta descomposición acabó con el turno pacífico establecido, lo cual dificultó la
formación de gobiernos con mayorías parlamentarias y produjo una mayor inestabilidad
política. La crisis era la imposibilidad de un sistema liberal de base oligárquica de
evolucionar hacia la democracia.
Entre 1917 y 1918 se produjeron los gobiernos de concentración, en los qu
participaron las distintas fracciones que componían el partido Conservador y el Liberal.
Después se formaron gobiernos débiles que con frecuencia recurrían a medidas
excepcionales como el cierre de las Cortes.
Los partidos no dinásticos tampoco pasaban por su mejor momento: el partido
Socialista se vio dividido tras el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia y la
fundación de la III Internacional en 1919; los republicanos perdieron apoyo electoral ya
que fueron incapaces de movilizar a las masas; los nacionalismos catalán y vasco
emprendieron una campaña reclamando la autonomía, pero las divisiones en el gobierno
y el estallido de la crisis social la interrumpieron, aun así, se creación distintos partidos
para conseguir la autonomía.
La crisis social favoreció el crecimiento de los sindicatos. El crecimiento de la
CNT exigió su reorganización. El panorama sinfical se completó cin los llamados
sindicatos libres, quienes colaboraron con los empresarios para intentar eliminar a la
CNT. Ante las crisis existentes, los patrones tomaron la decisión de eliminar a los
sindicatos mediante el despido y el cierre de fábricas.
El trienio bolchevique surgió cuando los campesinos intensificaron sus
movilizaciones para denunciar en 1918 el sistema de propiedades latifundistas. En 1919
se produjo en Barcelona el movimiento más conflictivo. En 1920 acabo dicha revolución.
De consiguió reducir la jornada laboral a 8 horas y se prometió un aumento de los
salarios y la readmisión de los despedidos.
El desastre de Annual: La crisis más grave se produjo en 1921 en Marruecos.
Durante la guerra se detuvieron las operaciones coloniales en Marruecos, pero al terminar
la guerra Francia reanudó su política colonial, amenazando con reducir la presencia
española en la zona. El general Dámaso Berenguer inició la ocupación del sector
occidental combinando la acción militar y la política de alianzas. Debido a una mala
maniobra del general Silvestre, en pocos días se perdió toda la zona que había sido
ocupada durante años con grandes esfuerzos, pero con la llegada de tropas de refuerzo a
Melilla, se salvó la ciudad y poco después se recuperó todo el territorio perdido.
La tragedia de Annual tuvo grandes consecuencias políticas y acabó siendo una de
las causas del fin del régimen parlamentario. Se nombró a una comisión presidida por el
general Picasso para delimitar las responsabilidades militares. Los militares, los partidos
dinásticos y el rey se vieron envueltos en los debates sobre las responsabilidades. El
envío del expediente Picasso a las Cortes abrió el debate de las responsabilidades
políticas. El gobierno de concentración de García Prieto intentó salvar el régimen
constitucional con un programa de democratización y reforma de la constitución, pero
pocos días antes de que el informe llegase a las Cortes, el general Primo de Rivero
encabezó un golpe de Estado por el que se implantaba una dictadura militar para
solucionar la crisis del régimen.

BLOQUE 2

TEMA 1: La dictadura de Primo de Rivera : orígenes y planteamientos


políticos ideológicos, sociales y económicos.

INTRODUCCIÓN

La crisis de 1898 generalizó un deseo de cambios en el desprestigiado sistema político de


la Restauración.
Los primeros años de la monarquía de Alfonso XIII se caracterizaron por los intentos de
los nuevos líderes de los partidos dinásticos de reformar el sistema con proyectos de
regeneración y democratización que acabaron fracasando.
El crecimiento de las ciudades y el aumento de las clases medias acentuó la fractura entre
la sociedad de masas y el sistema político oligárquico.
El período 1918-1923 marcó la crisis de la Restauración. Esta inestabilidad política
favorecería a la solución autoritaria con el golpe de Estado de Primo de Rivera y se
atribuía el papel de salvador de España ya que se decía que hacia falta una “mano dura”
para estabilizar el país. Este golpe de Estado además contó con el asentimiento de
amplios sectores como la prensa de izquierdas.

ORÍGENES Y PLANTEAMIENTOS POLÍTICOS

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera acaudilló un pronunciamiento


militar contra el gobierno constitucional. El malestar del ejército, la indecisión del
gobierno y la falta de confianza del rey Alfonso XIII facilitaron que el golpe no tuviese
prácticamente oposición. Primo de Rivera presentó que una vez acabados los males del
país se retornaría a la normalidad constitucional. Dentro del regeneracionismo anunció su
propósito de resolver los graves problemas que padecía la sociedad española: liberar al
país de la vieja política, destruir el caciquismo, poner fin al desgobierno y la subversión
social y a la amenaza del separatismo.
La opinión pública lo acogió favorablemente o se mostró pasiva. Los republicanos no se
opusieron y las organizaciones socialistas se mantuvieron expectantes.
El 15 de septiembre, Alfonso XIII encargó a Primo de Rivera la formación de un nuevo
gobierno y le concedió el cargo de presidente y ministro único.

DIRECTORIO MILITAR (1923-1925)

Las primeras medidas

Proclamó el estado de guerra durante estos 2 años, suspendió la Constitución de 1876 y


las garantías constitucionales, disolvió las Cortes, censura de prensa y se prohibió las
actividades de los partidos políticos y de los sindicatos.
También se reprimió cualquier manifestación del nacionalismo y se prohibió el uso de
símbolos de catalanismo y del catalán en el ámbito social.

La reforma de la administración

Primo de Rivera acometió su gran proyecto regeneracionista: liquidar la vieja estructura


de poder de la Restauración y organizar un nuevo régimen destruyendo el caciquismo.
Los gobernadores civiles fueron sustituidos por gobernadores militares y se creó la nueva
figura de los delegados gubernativos que ejercieron el control de los
ayuntamientos(disueltos y sustituidos por juntas de “vocales asociados”).
La aprobación del Estatuto Municipal inició en la práctica la formación de una nueva
administración adicta y centralizada. El viejo caciquismo simplemente cambió de forma.
Las diputaciones fueron disueltas y los nuevos diputados provinciales se designaron por
los gobernantes.
En Cataluña los ayuntamientos y diputaciones cayeron en manos de los fieles al régimen
y con el Estatuto Provincial desapareció la Mancomunidad que acabaría con el
catalanismo conservador y la realidad catalana.

El conflicto de Marruecos.

Primo de Rivera era partidario de una solución negociada del conflicto ofreciendo a Abd-
el-Krim una amplia autonomía. Pero el ataque en 1924 a las tropas españolas y el avance
de Abd-el-Krim en el marrueco francés dieron el vuelco a la situación y España y Francia
acordaron una ofensiva militar conjunta quedando un año después sometido todo el
Prolectorado.

DIRECTORIO CIVIL (1925-1930)

Resuelto el problema del orden público y solucionada con éxito la cuestión marroquí,
rivera sustituyó el directorio militar por uno civil con la intención de permanecer en el
poder. En esta fase, se afirmó la voluntad de construir un régimen inspirado en las
dictaduras autoritarias y de corte corporativo.

La política económica y social

Se caracterizó por el intervensionismo estatal y el nacionalismo económico, cuyos


objetivos fueron regular e impulsar la industria nacional mediante unos elevados
aranceles proteccionistas, la concesión de ayudas a las grandes empresas y el aumento del
gasto Publico. Creó grandes monopolios estatales.
El fomento de las obras públicas fue uno de sus aspectos más destacados como la
construcción de embalses, carreteras, ferrocarriles y puertos.
Esta política de gasto público no se acompañó de una reforma fiscal que aumentase los
ingresos, lo que incrementó el déficit presupuestario.
La escasa conflictividad social se explica en parte por la represión de los anarquistas pero
también por el desarrollo de una amplia política social y la influencia del nuevo modelo
de relaciones laborales, el sistema colaborativo basado en la intervención del estado.
La base de la Organización Corporativa Nacional eran los “comités paritarios” de cada
uno del los oficios formados por igual número de vocales, abreros y patronos. El objetivo
de los comités era resolver pacíficamente los conflictos meiante negociación. Su puesta
en práctica contó con la decisiva colaboración de los socialistas, que lo consideran
ventajoso para mantener y consolidar el aprtido y el sindicato pero en cambio el sector
minoritario pensaba que dañaría el prestigio de los socialistas.

Creciente oposición y final de la dictadura

Uno de los problemas más graves fue el conflicto militar, producido por el intento de
Rivera de hacer reformas militares. Parte del ejército de distanció de la dictadura y del
rey porque se suprimió los ascensos por antigüedad.
Dirigentes de los partidos del turno y republicanos, con el apoyo de algunos ,ilitares
descontentos, optaron por la vía de la conspiración civil y del pronunciamiento militar. Se
promovieron dos intentos para poner fin a la dictadura y restablecer el orden
constitucional.
Otro frente opositor era el de los intelectuales y periodistas que se enfrentaban al dictador
pese a la censura. Los estudiantes los respaldaron formando La Federación Universitaria
Escolar.
En 1926 se formó Alianza Republicana integrada por diferentes partidos que reactivó un
nuevo republicanismo e inclusos antiguos liberales fundaron la Derecha Liberal
Republicana. La oposición del PSOE a la dictadura fue mas tardía.

CONCLUSIÓN

Primo de Rivera, falto de apoyos, inclusos de los militares y el rey presentó su dimisión
en enero de 1930.
El republicanismo cobró auge y aumentó el número de partidarios. Intelectuales,
socialistas, nacionalistas catalanes, gallegos contribuyeron en la instauración de un
régimen republicano que sustituyera a la monarquía proclamándose ésta en 14 de abril.

TEXTO 4: El problema agrario


Este fragmento que hemos de comentar pertenece a la obra Causas de la guerra
de España, escrito por el político y escritor Manuel Azaña, donde pone de manifiesto el
contraste, sobre todo económico, en el que se encontraba la sociedad española cuando
llegó la República. Por ello podemos afirmar que nos encontramos ante un texto de
naturaleza política-económica.
Manuel Azaña (1880-1940), licenciado en Derecho en la Universidad de
Zaragoza, ingresó en 1909 como funcionario en la Dirección General de los Registros y
del Notariado. Dos años después viajó a París, experiencia que queda reflejada en su
primer libro, Estudios de política francesa contemporánea, la política militar (1919).
Desde el punto de vista político, en 1925, forma “Acción Republicana” que agrupaba al
republicanismo ilustrado y burgués. Como representante de este grupo y, tras caer la
dictadura de Primo de Rivera, pasó a formar parte del Comité Revolucionario que
contribuyó a la instauración de la Republica del 14 de abril de 1931. Luego, mediante las
elecciones de las Cortes Constituyentes le confirmaron como Jefe del Ejecutivo, puesto
que ocupará hasta 1933.
En 1934, consiguió la unidad de los partidos republicanos dando lugar a
“Izquierda Republicana”, organización política de la que fue presidente. Fue detenido y,
tras su liberación en 1935, inició una campaña política que dio lugar a la creación del
“Frente Popular”, coalición que ganó las elecciones en febrero de 1936. En mayo de
aquel año fue elegido Presidente de la República, cargo que ocupó durante todo el
desarrollo de la Guerra Civil española hasta febrero de 1939, cuando decidió exiliarse a
Francia, donde falleció en 1940.
El contenido del texto se sitúa en la época de la II República Española que se
proclamó en Madrid el 14 de abril de 1931, con la abdicación del rey Alfonso XIII. Ese
nuevo régimen llegó en un ambiente festivo, pues para muchos la república era el
símbolo de las reformas políticas y sociales que necesitaba el país. Sin embargo, muy
pronto la república tuvo que enfrentarse a muchos problemas. Por un lado, la Iglesia, las
partes de las clases medias católicas, terratenientes, industriales y financieros, además de
las nuevas fuerzas de la derecha conservador antirrepublicana, reaccionaron con
hostilidad frente a las reformas. Y, por el otro lado, las organizaciones obreras de
izquierdas rechazaron varios momentos de la vida parlamentaria y optaron por la
revolución; lo que produjo graves alteraciones en el orden público. Asimismo, la
sociedad española quedó dividida por las reformas y conflictos de esos años.
El texto podría ser dividido en tres partes: la primera, que se corresponde con el
primer párrafo, en la que se advierte de la función que debía cumplir la República. La
segunda, compuesta por el segundo y parte del tercero, donde se pone de manifiesto la
desigualdad de la sociedad española de la época. Y, la tercera, que comienza en “Con
socialistas ni sin socialistas…” en el último párrafo, parece ser una crítica al régimen
antecesor de la misma. Asimismo, podríamos interpretar en la primera línea del texto (“El
nuevo régimen se instauró sin causar víctimas ni daños”) como otra crítica, pero esta vez,
hacia la forma de instaurar la nueva dictadura, la Guerra Civil, que acontecía en el
momento de la escritura de este texto.
Tras la aprobación de la Constitución de 1931, Niceto Alcalá Zamora fue elegido
presidente de la república. Éste encargó a Manuel Azaña que formase un gobierno. Su
intención era que continuasen en el nuevo gobierno todos los sectores representados en el
gobierno provisional. Sin embargo, Azaña optó por la alianza de los republicanos de
izquierda y los socialistas, pues consideraba que era la opción más estable. Se iniciaba así
el Bienio Reformista (1931-1933).
Este primer bienio republicano se caracterizó por la puesta en marcha de una
política de reformas que afectó a todos los ámbitos, desde el religioso al agrario.
En cuanto a las reformas religiosas, el gobierno estaba decidido a separar la
Iglesia del Estado y, así, reducir su influencia sobre la sociedad española. Para ello, se
establecieron una serie de leyes, como la Ley del Divorcio (1932) o la Ley de
Confesiones y Congregaciones Religiosas (1933). Esta última tenía como objetivo dejar
de realizar aportaciones a la Iglesia y ordenaba el cierre de los centros docentes
religiosos.
En referencia a las reformas educativas, la base de todas ellas era hacer de la
educación gratuita y laica un derecho universal. La política educativa se dirigió también
a la extensión de la cultura popular, mediante la multiplicación de la red de bibliotecas, o
las Misiones Pedagógicas, en las que colaboraban numerosos intelectuales, tales como,
Antonio Machado, Miguel Hernández, etc.).
Hablando de las reformas laborales podemos decir que se elaboraron una serie de
leyes que tenían como finalidad la regulación de convenios colectivos en temas de
jornadas laborales, mujeres y niños; o, la creación de una organización “Jurados Mixtos”
formada por trabajadores para establecer las condiciones de trabajo, despidos, etc.
Y, por último, debemos hacer referencia a las reformas agrarias, que es el tema
que realmente nos compete. La reforma agraria fue, sin duda, la obra de mayor
envergadura del bienio de izquierdas. El problema agrario de España se presentaba en
una doble vertiente:
Gran parte de la agricultura española seguía presentando rasgos arcaicos:
atraso técnico, baja productividad, mano de obra abundante y barata, y una
inadecuada e ineficiente estructura de la propiedad. Por un lado, tenemos a
las explotaciones minúsculas predominantes en el norte de la Península. Y,
por el otro, los extensos latifundios del sur, donde había un enorme
proletariado rural sumido en la miseria.
La gran crisis económica internacional (el Crack del 29) acentuó el
problema del sector agrario, debido al desempleo.
La reforma agraria, por lo tanto, se convirtió en un asunto capital para resolver el
grave asunto de la propiedad y su reparto. La Ley de Bases de la Reforma Agraria
pretendía la modernización de técnica, acabar con el latifundismo y redistribuir la
propiedad mediante el asentamiento de campesinos en las tierras expropiadas (las
propiedades de los antiguos señoríos, las tierras mal cultivadas, las permanentemente
arrendadas y las de regadío que no estuviesen regadas).La ley puso a disposición del
Estado enormes cantidades de tierras a precios accesibles para intentar satisfacer las
demandas campesinas. Sin embargo, esta medida fracasó debido a su complejidad
técnica, al exiguo presupuesto, al escaso interés de los republicanos de izquierda, a la
incompetencia del ministro encargado de aplicarla y a la oposición de los grandes
propietarios.
La oposición de la derecha conservadora al régimen republicano y a las reformas
del bienio republicano-socialista adoptó dos posturas diferentes:
Alfonsinos y carlitas, que formaban los sectores de derecha más
radicales, se reagruparon para derribar la república mediante
conspiraciones. Los carlistas formaron la “Comunión Tradicionalista”, y
los alfonsinos la “Renovación de España”. Ambas organizaciones
pretendían realizar conspiraciones militares.
Otro sector de la derecha católica optó por una vía pacífica: conquistar
aña república electoralmente para cambiar su contenido. Con el apoyo de
gran parte de la jerarquía católica y del Vaticano, la Confederación
Española de Derechas Autónomas, movilizó a las masas católicas del país
en defensa de la religión, la familia, el orden y la propiedad. Expresó de
modo antiguo su acercamiento al sistema pero sin pronunciarse sobre la
forma de gobierno.
Por lo tanto, la lentitud de su aplicación, el paro y la frustración de los jornaleros
del cambo derivaron en insurrecciones anarquistas que desembocarían en trágicos
enfrentamientos con las fuerzas de orden público.

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