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Derechos y deberes humanos

Si nuestro deseo es conseguir la paz, entonces el punto de partida es hablar del


orden que debe existir entre todas las personas.

Juan XXIII llega a la parte central de la encíclica en que describe los cuatros pilares
que tienen que existir para asegurar la convivencia humana (Nº 35 a 37) en que se protegen
los derechos y se promueven los deberes. Se trata de un orden que se cementa sobre la
verdad, debe ser practicado según la justicia, exige ser vivificado y completado por el
amor mutuo y finalmente encuentra en la libertad un equilibrio cada vez más razonable y
más humano (Nº 37). ¿Por qué estos cuatro pilares? Porque en su esencia la convivencia
humana es una realidad espiritual y moral.

En toda convivencia humana bien ordenada, se establece como fundamento el


principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y de
libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y deberes, que nacen
de su propia naturaleza. (No debe contar las clases sociales… justicia se debe aplicar de
modo imparcial a ricos y pobres. Extranjeros o ciudadanos)

Al ser los hombres por naturaleza sociables, deben convivir unos con otros y
procurar cada uno el bien de los demás. Por esto, una convivencia humana rectamente
ordenada exige que se reconozcan y se respeten mutuamente los derechos y los deberes.

No basta, por ejemplo, reconocer al hombre el derecho a las cosas necesarias para la
vida si no se procura, en la medida posible, que el hombre posea con suficiente abundancia
cuanto toca a su sustento.

Una comunidad humana será pacifica cuando, bajo la guía de la justicia se


respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones; cuando estén movidos
por el amor de tal manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a
los demás partícipes de sus bienes.

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Frente al derecho de la vida corresponde el deber de conservarla.
Si tenemos el derecho a la verdad, igualmente tenemos la tarea de buscarla.
No se puede reivindicar los derechos si se olvidan los deberes correlativos (Nº 29 y 30)

Derecho a la existencia e integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso


nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el
descanso, la asistencia médica.

Derecho a la seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez y, por


cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su
sustento.

Pío XII afirma: Al deber de trabajar, impuesto al hombre por la naturaleza,


corresponde asimismo un derecho natural en virtud del cual puede pedir, a cambio
de su trabajo, lo necesario para la vida propia y de sus hijos.

Derecho a tomar parte activa en la vida pública y contribuir al bien común. Pío XII, el
hombre como tal, lejos de ser un elemento puramente pasivo de la
vida social, es, por el contrario, y debe ser y permanecer su sujeto, fundamento y fin

Cuando la regulación jurídica del ciudadano se ordena al respeto de los derechos y de los
deberes, los hombres se abren inmediatamente al mundo de las realidades espirituales,
comprenden la esencia de la verdad, de la justicia, de la caridad, de la libertad, y
adquieren conciencia de ser miembros de tal sociedad.

La pregunta es cómo pasar de un simple llamado moral en defensa del


deber de cada persona frente a los demás a una estructura concreta que
facilita la promoción de los derechos y que promueve el ejercicio de los
deberes (Nº 32).
Preguntemos qué significan los derechos humanos
en la sociedad en que nosotros vivimos.
Los derechos humanos son tan fundamentales en la vida
que a menudo no nos damos cuenta de su existencia
hasta que por alguna razón se nos quite uno de los derechos.
¿Cuántas personas, por ejemplo, saben lo que significa
habeas corpus?
pero si algún familiar nuestro fuera detenido por la policía,
y no pudiera avisar a nadie sobre lo sucedido,
entonces sabríamos en la cruda realidad
lo que implica el derecho de no ser detenido arbitrariamente
o el derecho de la presunción de la inocencia.

Si se enferma la hija de una madre soltera,


y ella no tuviera los recursos para la atención médica
o para comprar las medicinas que le habían recetado,
¿se daría cuenta que le habían faltado a su derecho de seguro social
y su derecho de tener las condiciones mínimas para una vida digna?
Aparte de los derechos descritos por el Papa
y por las Naciones Unidas,
¿podemos pensar en otros derechos fundamentales?
De hecho la conciencia de los derechos humanos ha crecido
desde que se escribieron la Declaración y la encíclica,
y hoy en día comprendemos que hay otros derechos importantes:
Un ejemplo sería el derecho a respirar aire puro
y a que no nos contaminen nuestros recursos naturales.

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