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CUENTO

Un cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, basada en hechos reales o
imaginarios, inspirada o no en anteriores escritos o leyendas, cuya trama es protagonizada por
un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo y, por lo tanto,
fácil de entender.
EL TESORO AL FINAL
DEL ARCOIRIS

AMISTAD

Había una vez, en un pueblo rodeado de montañas azules y desiertos, tres amigas
que se querían mucho: se llamaban Rosy, Regina y Sofía ¡ Eran las mejores amigas
del Mundo! Por las tardes, al salir de la escuela, se iban caminando juntas a sus
casas.Un día, luego de salir de clases, se dieron cuenta que Sofía estaba llorando.
De inmediato le preguntaron qué le pasaba.

• Es que estoy muy triste porque mi papá no podrá venir para mi cumpleaños.-respondió ella.

Hacía tres años que su papá se había tenido que ir a trabajar en la pizca, al otro lado de la
frontera. Cada cumpleaños de su hijita, el señor volvía sin falta para festejarla, y era la época
más feliz para la niña. Pero una noche antes, había escuchado sin querer una conversación en
la cual su mamá le decía a su abuelita que la cosecha de tomate se había arruinado con las
nevadas, y por tanto, su papá no tenía dinero para regresar al pueblo. Desafortunadamente, la
familia tampoco tenía dinero para mandarle.

• ¡ Tengo una idea! - exclamó Rosy:- Mi abuelita Cuquita, que está en el cielo, me platicó una
vez que al final del arcoiris hay

un tesoro de monedas de oro. Si lo encontramos, ese tesoro será suficiente para traer a tu
papá de vuelta. Iremos juntas a buscarlo.

Los días pasaron, sin rastro del arcoiris. Una tarde al finalizar las clases, luego de la lluvia
cantarina, el sol asomó su carita entre las nubes, y un arcoiris precioso apareció .Las niñas
estaban emocionadas. ¡ Ahora, tenían que emprender el camino para hallar el tesoro!

Por primera vez en su vida, en lugar marcharse hacia sus hogares, se dirigieron hacia el Cerro
de las Noas, detrás del cual estaba la Gran Ciudad. Ahí parecía estar el final del arcoiris. Las
niñas iban admirando las florecillas que la lluvia había adornado con gotitas de
diamantes.Caminaron por mucho tiempo, y Regina preguntó:

• ¿Cuánto falta para llegar? Me duelen los pies, y ya me está dando hambre.

• Hay que preguntarle a la señora ardilla.- sugirió Rosy, divisando a uno de estos animalitos,
que observaba curioso al trío de chiquitas :- Hola,

• señora ardilla...¿Falta mucho para llegar al final del arcoiris?

La ardilla sacudió la cabeza como diciendo " NO".

• Ya ven - dijo Rosy :- Al ratito llegamos

Siguieron, ahora de subida, llenas de esperanza. Avanzaron entre los cactus y los conejitos
que se asomaban a verlas, y ayudándose las unas a las otras cuando era necesario. De
repente, el sol y el arcoiris se esfumaron, y se hizo de noche.

- ¡ Ya se fue el arcoiris! - dijo muy decepcionada Sofía. Fue cuando se dieron cuenta que no
podrían regresar a casa, ya que la oscuridad se los impedía, y Rosy, que era la más decidida,
determinó:
• Ya casi llegamos a la cima. Pasaremos ahí la noche, y mañana, encontraremos el tesoro. No
te apures, Sofía

• Sí - afirmó Regina:- No te apures, Sofis, que vamos a encontrar ese tesoro para tu papá.

A pesar de los ruidos del viento y los aullidos de los coyotes, las niñas trataron de ser valientes,
y tomándose de la mano, llegaron a lo más alto del Cerro. Ahí, la imagen enorme y silenciosa
de un Cristo con los brazos abiertos las esperaba.

• Él nos cuidará. ¡ Qué altote está! - dijo Sofía, muy animada. Bajo sus pies, la Gran Ciudad se
desplegaba llena de luces de colores. Las niñas se sentaron al pie de la imagen, y
abrazándose trataron de darse calor. De pronto, unos gritos las asustaron. ¿Quién sería, en
medio de la noche? Unos hombres se acercaron a las pequeñas, con linternas en la mano.

• ¡ Niñas! - les dijo uno de ellos, bigotón y de cara bondadosa:- ¡ Mucha gente las ha estado
buscando, gracias a Dios que las encontramos!

Las llevaron en un automóvil a la Gran Ciudad, para que pasaran la noche bajo techo. Mientras
les daban de cenar, las niñas explicaron a sus salvadores su odisea, y el motivo que las había
llevado a emprender la excursión tan lejos de casa. La noticia del salvamento de las pequeñas
y su historia se regó hasta en los programas de radio y televisión de la localidad. Al día
siguiente, cuando las llevaron de vuelta a casa, las niñas pidieron perdón a sus familias por
haberse ido sin permiso, y el señor bigotón las había encontrado expresó:

• Ahora que están todos reunidos, y que ya pidieron perdón a sus papás, ¡les tenemos una
sorpresa!

La historia de amistad de las pequeñas habían conmovido tanto a los habitantes de la ciudad,
que habían organizado una colecta para traer de vuelta al papá de Sofía. ¡ Qué alegría! Había
dinero más que suficiente para ello, y las niñas brincaban de contento.

Después de todo, la abuelita Cuquita había tenido razón. Al final del arcoiris, estaba el tesoro
más maravilloso que cualquier ser humano pudiera desear: ¡ El tesoro de la verdadera
AMISTAD!

Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado.

EL OJO DEL CIELO

COOPERACION
Y AYUDA
MUTUA, AMOR
A LO NUESTRO

Cuando ninguno, pero ninguno, de los abuelos de nuestros abuelos había


nacido, la Tierra era un lugar en el cual, apenas el sol se escondía tras el
horizonte, la gente se iba a dormir de inmediato porque todo se entenebrecía
y las estrellas eran puntos celestes sin ningún brillo. En ese tiempo no existía
la luna. La noche caía como una manta pesada sobre los campos y los ríos, y
hasta los animales se metían en sus escondrijos hasta que amanecía.

Cuentan que, una tarde de verano, los niños jugaban a las escondidas entre
los árboles. Las madres llamaron a sus hijos para que entraran a sus casas
antes que la luz del sol desapareciera. Todos los chicos volvieron, menos
Rafael.

Rafael se había dormido detrás de una roca mientras esperaba que


descubrieran su escondite.

Cuando la mamá notó su ausencia, el último rayito dorado se escapaba tras las montañas. Los
adultos salieron a buscarlo en la oscuridad. Pero era inútil... ¡la noche era tan negra! Rafael
dormía profundamente y no escuchó que los hombres gritaban su nombre y tropezaban
chocando con los pinos.

Entonces, las mujeres encendieron un fuego en un claro del bosque y, tomadas de las manos,
le pidieron al cielo que las ayudara. El cielo lo meditó durante unos minutos y sintió que el
ruego llegaba con tanto amor que era imposible ignorarlo. Al fin, decidió abrir uno de sus ojos.
Era redondo como un anillo, blanco como la sal y brillante como una perla. El bosque se
iluminó de pronto, como si estuviera por amanecer, y las estrellas refulgieron como espejos de
plata lustrada. Los hombres encontraron a Rafael y se reunieron con las mujeres y los niños a
admirar la belleza del resplandor.

Dicen que el ojo del cielo es la luna. Dicen que nunca más se cerró por las noches. Para que
los hombres puedan encontrar lo que buscan. Para que los niños no se pierdan. Y para que las
mujeres recuerden que el cielo siempre concede aquello que el amor clama, con las manos
unidas, cerca de una hoguera.

SANA NOS VISITA

CURIOSIDAD

Sana es un niño que nació en un planeta muy lejano, vecino del señor Sol.

Curioso y aventurero, decidió visitar a los niños terrícolas, para conocerlos y


jugar con ellos.

Como es muy afectuoso y obediente, sus padres le permitieron viajar y le


construyeron una nave sencilla.

Primero recorrió la ciudad, observando a la gente y su ropa, a los automóviles, a los árboles y a
los edificios. Todo lo sorprendía, pero ante tanto colorido tuvo la agradable sensación, de estar
paseando por el arco iris.

Luego buscó un lugar apropiado para descender y dejar su nave. Llegó a una plaza y
escondido detrás de una arboleda, espió a los chiquillos que jugaban con elementos que le
eran desconocidos. Algunos perseguían una esfera, a la cual le propinaban bruscos golpes con
los pies. Otros montados en aparatos con ruedas y asiento, recorrían los senderos cuidando no
pisar las flores.
Sana tenía temor que al verlo, los nenes se asustaran o no le permitieran compartir los juegos,
ya que él no es igual a ellos, aunque es un niño como ellos.

Suspiró, contó hasta tres y silbando se fue acercando al grupo.

El primero que lo vio, sorprendido preguntó:- ¿Y ese.quién es?-

Lo miraron con el rabillo del ojo. No lo rechazaron y enseguida lo rodearon haciéndole muchas
preguntas; -¿De donde vienes?, - ¿A quien buscas? - , -¿Cuál es tu nombre?-

Ya más tranquilo, Sana intentaba contestar a todos para no ofender a nadie.

Los peques no lo podían creer y estaban encantados con el visitante.

-Vamos a los juegos- propuso una nena con pecas.

Lo mantuvieron toda la tarde de aquí para allá, subiendo y bajando, corriendo y saltando, hasta
que Sana se sentó y exclamó:- no puedo jugar más. Estoy muy cansado.-

Los niños en su afán por ayudarlo en todo, no se habían dado cuenta que estaban fatigados y
también se sentaron.

-¿Qué te parecieron nuestros juegos?- quiso saber la misma nena con pecas.

- Me gustaron mucho, son muy lindos.- Les cuento que la hamaca me provocó cosquillas en la
pancita y al tobogán me subí muy confiado, pero al ir deslizándome tan rápido pensé que me
rompería la nariz contra la arena.-

La risa ensordecedora de todos, sobresaltó a las palomas, que de inmediato echaron a volar.

La visita de Sana, logro que este día fuese especial y los nenes le aseguraron que siempre
serian amigos.

Muy emocionado y en agradecimiento a tanto cariño recibido, Sana les prometió que volvería
para llevarlos a dar una vuelta por su planeta.

Y así se despidió con un ¡hasta pronto mis amigos!

SANTILIN
AMOR A LA
NATURALEZA
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y
respetuoso. Todos lo quieren mucho y sus
amiguitos disfrutan jugando con él, porque
es muy divertido. Le gusta dar largos
paseos con su compañero, el elefantito.
Después de la merienda, se reúnen y
emprenden una larga caminata charlando y
saludando a las mariposas que revolotean
coquetas, desplegando sus coloridas alitas
.

Siempre está atento a los juegos de los


otros animalitos. Trata con mucha
paciencia, de enseñarles que pueden
entretenerse, sin dañar las plantas, sin
pisotear el césped, sin destruir lo hermoso
que la naturaleza nos regala.

Un domingo, llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y en seguida


invitó a jugar, al puerco espín más pequeño. Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita,
llorando advierte: - Ay...cuidado... no se acerquen... esas púas lastiman.-

El puerco espín, pide disculpas y triste regresa a su casa. Los demás se quedan afligidos,
menos Santilin que está seguro de encontrar una solución. Piensa y piensa... hasta que risueño
anunció: - esperen... ya vuelvo... - Regresó con la gorra de su papá y llamó al puerco espín. Le
colocaron la gorra sobre el lomo y de esta forma, tan sencilla, taparon las púas para que no los
pinchara y poder compartir los juegos.

Tan contentos estaban que tomados de las manos, formaron una gran ronda y cantaron felices.

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