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CENTRO DE ESTUDIOS PSICOANALÍTICOS

TRABAJO SEMESTRAL – TEORÍA 1 - SEPTIEMBRE 2014


LIC. MARCO MÁXIMO BALZARINI

Tanto en el Proyecto como en la Interpretación de los sueños, Freud sostiene que el aparato
psíquico del ser humano se configura a partir de lo biológico-instintivo (la pulsión sexual se
apuntala en lo autoconservativo). En el inicio de la vida, el aparato obedeció al afán de
mantenerse exento de estímulos y por eso adoptó el esquema de las conductas reflejo, que le
permitió descargar la tensión enseguida, como respuesta ante los estímulos del medio externo
que perturban la estabilidad. Este llamado principio de inercia responde a restablecer la
homeostasis (descarga a cero) porque la elevación de la tensión es vivida como displacer, por
eso el llanto; el funcionamiento psíquico tenderá a aliviarse de la cantidad con una acción -de
huida- sobre el medio (reflejo), lo que será vivido como placer. Este principio está en la base de
lo que Freud desarrollará más adelante como pulsión de muerte.

Dado el llanto del bebé y la indefensión que lo caracteriza, es clara la necesidad de un auxilio
ajeno, lo que subraya la importancia del otro. Es la madre, quien cree saber lo que necesita su
bebé (¿siempre nutrición?), que interpreta su pedido, traduciendo a una respuesta que calme al
pequeño, lo que Freud denomina acción específica. La madre implanta, impone, hace
corresponder un significado para el pedido del bebé (¿primera violencia?), lo que marca la
primera interpretación en el sujeto, las primeras respuestas a la pregunta ¿qué me quiere el otro?
¿qué soy, qué lugar ocupo en su deseo? Esas respuestas (amamantamiento, limpieza, postura,
etc) siempre estarán acompañadas de amor, contacto, palabra, ternura, roce, experiencias
placenteras, que provocan en los labios del pequeño la primera sensibilidad, erogeneizando esa
zona, instalando un primer contacto sexual. Esto deja huellas mnémicas primarias, que quedarán
guardadas y asociadas a la satisfacción de la necesidad en la memoria del pequeño, lo que pondrá
en marcha las excitaciones corporales, es decir, marca el inicio de la tensión proveniente del
medio interno (lo que Freud más adelante llamará pulsiones). Freud llama apremio de la vida al
asedio de estas grandes necesidades corporales, que permiten la constitución del aparato
psíquico.

A partir de aquí, la tensión corporal no podrá ser nunca más a cero, porque la característica
principal de esta pulsión es su esfuerzo constante de empuje irrefrenable, situación que se
mantendrá inmutable. La satisfacción se alcanzará cuando una parte de esta pulsión pueda
cancelarse, es decir, una satisfacción parcial. Pero no tiene una representación que la simbolice
completamente. Sólo puede advenir un cambio cuando, gracias a la huella-percepción
satisfactoria que dejó la experiencia placentera del cuidado ajeno, se la re-inviste
imaginariamente de modo regresivo en lo psíquico, buscando nuevamente cancelar el estímulo
en su totalidad como ocurrió aquella primera vez. En futuras elevaciones de la tensión,
producidas por la emergencia de la necesidad, el pequeño deseará recuperar esta misma
experiencia (identidad de percepción, huella mnémica originaria) asociada a la saciedad de la
necesidad, a la cual intentará regresar alucionatoriamente, ilusioriamente –chupeteo-. Así se
instaura el ingreso al orden psicológico, la irrupción de la sexualidad. En este punto nace el deseo
que definido en términos económicos sería el plus inevacuable que genera la ilusión de descarga
total de la tensión acumulada; en términos dinámicos sería la interpretación que el sujeto se da
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en función de la erotización materna a la pregunta por el lugar que tiene en el deseo del otro. El
objetivo del psicoanálisis es que el paciente descubra y concientice qué fue en el deseo del otro,
lo que repite y no puede recordar.
Este acto psíquico convoca a que la educación comience a configurar la instancia yoica. En el
Proyecto el Yo se define como grupo de neuronas que está constantemente investido, reservorio
de todos los estímulos (externos e internos) y encargado de perturbar, morigerar el decurso de
excitaciones provenientes de los procesos primarios (imagen-recuerdo hostil re-investido, que
generaría displacer), debiendo diferenciar la tensión interna de la externa, para inhibir la
investidura regresiva de la vivencia de satisfacción primaria (proceso denominado función
secundaria). De este modo el sujeto no vive de la alucinación y busca alimentarse haciendo que
el niño llore para movilizar la satisfacción proveniente del medio externo. A esto Freud le llama
principio de constancia, es decir mantener lo más bajo posible la tensión.

En la Interpretación de los sueños Freud asocia el Yo a la censura psíquica (procesos oníricos),


resistencia (fenómeno clínico), a los mecanismos de desfiguración y protección (función
sintética) y al proceso secundario (identidad de pensamiento). Todos estos administran vías
colaterales a los procesos primarios (energía libre que tiende a recatectizar sin trabas las
representaciones ligadas a las experiencias de satisfacción constitutivas del deseo, en la
alucinación primitiva). Freud habla aquí de una tópica Icc-Prcc-Cc, y explica que el sueño
(incluyendo los de angustia) es un cumplimiento de deseo inconsciente sexual infantil reprimido,
que, una vez establecida la represión, satisface imaginariamente al sistema Icc pero es doloroso
para el sistema Prcc-Cc. De la misma forma en los síntomas el Prcc cualifica una representación
como dolorosa y responde generando un producto reactivo, para alejarse del originario deseo
Icc.

El Prcc es la instancia criticadora de las huellas mnémicas y representaciones que se quieren


escapar desde el Icc. El Yo sería el encargado de la desfiguración de la representación, separando
afecto –carga, intensidad- de su contenido ideativo icc, para que por falso enlace pueda tomar
otro recorrido. La Cc es el órgano sensorial perceptivo vuelto hacia el mundo exterior excitable
por cualidades e incapaz de conservar la huella de las alteraciones, vale decir, carente de
memoria. Esta falta de memoria impide que la represión actúe sobre este sistema, y el sufrimiento
puede aparecer. Es que es necesario para protegerse completamente de él, un signo del medio
externo que actúe como señal de que es prominente el retorno de lo reprimido, y así el Yo inhiba
ciertos caminos de re-investidura potencialmente displacenteros. Cuando la represión falla
(Neurosis), es decir no logra retener estas mociones, a través de un compromiso, un “negocio”,
emerge el síntoma, lo más elaborado del aparato.

El sufrimiento psíquico se produce cuando cierto estímulo percibido tiene la fuerza (señal) para
poner en funcionamiento el movimiento regrediente de la energía sexual (libido) hacia las
representaciones cosa inscriptas en el Icc. Esta energía o afecto impulsa para descargarse
totalmente, sin miramientos por la realidad, y sólo eso haría sentir placer al sujeto psíquico ya
que la tensión disminuiría a cero (proceso primario). Pero por acción de la represión secundaria,
la descarga será parcializada, y el afecto sólo podrá manifestarse en forma figurada. Es así como
el movimiento regrediente, estimulado por una situación del mundo exterior, motoriza una re-
investidura de un contenido ideativo, un signo de percepción previamente inscripto (carta 52), y

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para poder ser admitido por la conciencia, debe figurarse (transcribirse, carta 52) con una
cualidad nimia, inocua, ingenua, sin importancia, a los fines de ser desatendida por el Yo, dada
la angustia que generaría descubrir su verdad. De esta forma la represión secundaria, retiene el
afecto originario, pero deja pasar el contenido, que ha perdido toda su fuerza, y tuvo que ser re-
simbolizado. Así el síntoma extravía el núcleo patógeno del cual nació.

El afecto sustraído de su contenido ideativo (por acción represiva) no puede descargarse, queda
circulando descualificado en el aparato psíquico como energía libremente móvil, no ligada, y es
vivido como angustia. El Yo le presta un guion, una nueva idea al afecto para generar una nueva
representación (sustitutiva) que guarda una relación con la reprimida originaria.

Recordemos que la represión primaria es la fundacional, reprimiendo contenidos que nunca


tuvieron palabra, clivando así Icc del Pcc-Ccc, y define la estructura neurótica del sujeto
psíquico, cuando aparece la amnesia infantil, alrededor de los 5 años de edad (recordemos que
este movimiento psíquico obedece a tiempos lógicos, no cronológicos. Pero la edad de 5 años
corresponde al ingreso a la escolaridad). La represión secundaria o también llamada ´esfuerzo
de dar caza´ es la que se ocupa de “cazar”, “controlar” aquellos contenidos que intentan escaparse
del Icc, por la fuerza de un afecto que los atrae; responsable de figuración y de mecanismos
defensivos del yo, quita palabra a los contenidos, creando los síntomas.

El Freud del Proyecto es exogenista, enfocado en cómo el organismo psicobiológico –abierto a


la realidad- recepta los estímulos de la realidad a nivel neurológico y los procesa y cómo se
constituye la memoria. Es el intento de darle materialidad biológica al mecanismo psíquico. Y
habla sólo de cantidades que circulan por el aparato (aspecto económico). Habla de redes
neuronales - luego llamará representaciones- y de energía o cantidad –afecto, catexia-.

Debido a que todavía no ha desarrollado significativamente el papel de la sexualidad es que en


el Proyecto no centra su atención en los estímulos internos. Para esto desarrolla el concepto de
defensa como barrera anti-estímulo: para no atender a todos los estímulos el sistema nervioso
selecciona los que va a procesar y frena otros, para que no constituya un trauma. También
desarrolla tres sistemas neuronales: 1) las fi son superficiales, reciben los estímulos externos, por
eso son pasaderas, porque permiten el pasaje de la cantidad al aparato, sin oponer resistencia. 2)
las psi son internas, conectadas a las excitaciones corporales, y son impasaderas, porque retienen
cantidades, asociadas a la memoria –luego será el Icc-. 3) las omega son las que otorgan la
cualidad a la percepción pero no retienen vivencias o sea no hay memoria –será el Yo y la Cc-.
Solamente cuando hay cantidades excesivas asociadas a ciertas vivencias de fuerte impresión
sensorial que siguen produciendo efectos, las neuronas impasaderas disminuyen su resistencia,
y entonces así se posibilitan ciertas facilitaciones que permiten la manifestación. Esto ocurre
porque la sumación de estímulos ha superado el umbral –defensa- y se posibilita la descarga -
ley todo o nada- desencadenando una circulación brusca de energía no ligada. Esa cantidad
asociada a tal vivencia, no ha sido tramitada y enlazada (no se convirtió en Qn), e insiste, sin
querer ser recordada voluntariamente. Ha constituido una vivencia traumática que no deja huella
en el aparato, e irrumpe en grandes cantidades hacia psi, lo que define el dolor psíquico.

Esa vivencia imposible de tramitar en el momento en que sucedió y que ha dejado trauma, es
decir no ha entrado en la significación, en la cadena neuronal, va a revivirse en un momento
segundo, donde estalle la enfermedad (aprees coup).
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