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LECCIONES PO P U LA R E S DE M A T E M A TIC A S

N, N. VOR033IOV

NUMEROS
DE FIBONACCI

Traducido del ruso por Carlos Vega,


catedrático de Matomáticas Suporiores
candidato a doctor cu cioncina
físico-matemáticas

EDITORIAL MIR
MOSCU

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IMPRESO EN LA URSS,
1974

Ha iichhhckom n,iMKe

© Traducción al español, Editorial M ir, 1974

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INDICE

Introducción 7
§ 1. Propiedades elementales do los números
de Fibonacci 10
§ 2. Propiedades de los números de Fibonacci
relacionadas con la Teoría do los números 34
§ 3. Números de Fibonacci
y las fracciones continuas 65
§ 4. Números do Fibonacci
y la Geometría 79
§ 5. Números de Fibonacci y la Teoría
de búsqueda 87

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INTRO D U C CIO N

1. En la antigüedad hubo muchos grandes matemáticos.


Numerosos logros de la ciencia matemática antigua admiran
hoy todavía por la penetración do sus autores y toda perso­
na culta Conoco los nombres de Elididos, Arqnímcdcs y Ho-
rón.
Sucedió una época muy distinta para las Matemáticas
y, hasta Vieta que viv ió en el siglo X V I y matemáticos más
próximos a nuestros tiempos, en el curso escolar no se men­
ciona ningún matemático grande. No es casual, claro está.
Las Matemáticas se desarrollaron en esa época con suma
lentitud y no dieron científicos de talla.
Por eso, tiene aun mayor interés para nosotros la obra
«Lib er abacci» (Libro del ábaco) escrita por el famoso mate­
mático italiano Leonardo de Pisa conocido más por su apo­
do Fibonacci (abreviatura de filius Bonacci, o sea, hijo de
Bonacci). Este libro, escrito en 1202, llegó a nosotros on su
segunda variante que data del año 1228.
«Lib er abacci», voluminoso tratado que contiene casi to­
dos los conocimientos algebraicos y aritméticos de aquel
tiempo, desempeñó un papel notable en el desarrollo de las
Matemáticas en Europa Occidental durante varios siglos.
En particular, precisamente a través de esto libro conocieron
los europeos las cifras hindúes («arábigas»).
E l material de «Lib er abacci» se explica por numerosos
problemas que constituyen una parte considerable de la
obra.
Consideremos uno de ellos, el que aparece en las páginas
123 y 124 del manuscrito de 1228.
«¿Cuántas parejas de conejos nacen, en el transcurso de
un año, de una pareja inicial?»
«Alguien metió una pareja de conejos en un lugar, total-

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a
mentó cercado de muros para conocer cuántas parejas de
conejos nacerían en el curso de un año si la naturaleza de
los conejos es ta l que cada pareja produce otra pareja al cabo
de un mes y las conejas pueden parir a los dos meses de haber
nacido. Puesto que la primera pareja
da descendencia el primer mos,
Pareja in icial multipliqúese por dos y resultan ya
1 pareja
2 parejas; de ellas, una pareja, la
Prim er mes
2 parejas primera, produce también al mes
Segundo mes
siguicnto de modo que en el segundo
3 parejas mes resultan 3 parejas; de ellas, al
Tercer mes mes siguiente dos parejas darán des­
5 parejas cendencia de modo que en el tercer
Cuarto mes mes nacerán dos parojas más y el nú­
8 parejas mero do parojas llegará a 5; do ollas,
Quinto mes eso mismo mes darán descendencia tres
13 pare jas
parejas y al cuarto mes el número de
Sexto mes
21 parejas
parejas llegará a 8; de ellas, cinco
Séptim o mes
parejas producirán otras cinco que
34 parejas sumadas a las ocho darán al quinto
O ctavo mes mes 13 parejas; de ellas, cinco parejas
55 parejas nacidas ese mes no darán descenden­
N oveno mes cia, pero las ocho restantes sí, de modo
-84 parejas que al sexto mes resultarán 21 parejas;
D écim o mes sumadas a las troce nacidas en el sép­
144 parejas timo mes, darán 34 parejas; sumadas
Undécim o mes a las 21 nacidas en el octavo mesr
233 parejas
darán 55 parojas; sumadas a las 34
Duodécimo mos
377 parojas nacidas en el noveno mes, darán 89 pa­
rejas; sumadas a las 55 que nacen en
el décimo mes, darán 144 parejas; su­
madas otra vez a las 89 que nacen en el undécimo mes, darán
233 parejas; sumadas otra vez a las 144 parejas nacidas en
el último mes, darán 377 parejas; esta cantidad de parejas
produce la pareja inicial en el lugar dado al cabo de un año.
A l margen puede verse cómo lo hacemos: sumamos el primer
número y el segundo, o sea, 1 y 2; el segundo y el tercero;
el tercero y el cuarto; el cuarto y el quinto y así sucesi­
vamente hasta sumar el décimo y el undécimo, ó sea, 144
y 233. Obtenemos el número total de las parojas mencio­
nadas, o soa, 377. Y así se puede hacer en el-mismo orden-
hasta un número infinito de meses.» ' -i i

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2 . Tasemos aliora do los conejos a los números y conside­


remos la sucesión numérica
tíj, u2, . . un, . . ., (1)

en la que todo término es igual a la suma de los dos anterio­


res, es decir, para todo re > 2 se tiene
Un= !¿n-I ~f- u )t_z- (2)
Sucesiones de este tipo, donde todo término se determina
en función de los anteriores, aparecen frecuentemente en las
Matemáticas y se denominan sucesiones recurrentes. El pro­
ceso que consisto en el cálculo sucesivo de sus elementos se
denomina proceso recurrente y la igualdad (2) se llama ecutt'
ción recurrente. E l lector hallará los elementos de la teoría
general de sucesiones rocurrontcs en el libro do A. I. Mnvku-
shévicli («Sucesiones recurrentes», Editorial Mir, 4974).
Observemos, ante todo, que la relación (2) no permite
por sí sola calcular los términos de la sucesión (1). Se pueden
encontrar infinitas sucesiones numéricas diferentes que sa­
tisfagan esta condición, por ejemplo,
2, 5, 7, 12, 19, 31, 50, . .
1, 3, 4, 7, 11, 18, 29, . . .,
- 1 , - 5 , - 6, - 1 1 , - 1 7 , . .
etc.
Es decir, para determinar unívocamente la sucesión (1)
no basta obviamente con la condición (2) y es preciso señalar
algunas condiciones adicionales. Por ejemplo, podemos
indicar los valores de unos cuantos primeros términos de la
sucesión (1). ¿Cuántos primeros términos do la sucesión (1)
hay que definir para calcular, empleando sólo la condición
(2), todos los demás términos?
Señalemos primeramente que la relación (2) 110 permite
obtener cualquier término de la sucesión ( 1) porque no todo
término de( 1) tiene dos precedentes; por ejemplo,dolante
del primer término no figura ninguno y al segundole prece­
do sólo uno. Por eso, para determinar la sucesión (1) debe­
mos señalar, además de la condición (2), sus dos primeros
términos.
Obviamente, esto basta ya para poder encontrar cual­
quier término de la sucesión (1). En efecto, podemos cal­
cular eíj sumando los valores escogidos para u1 y rea, podemos

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calcular w4 sumando u% y el valor obtenido para u3, podemos


calcular uB sumando los valores obtenidos para u 3 y ut ,
etc, y «en el mismo orden hasla un número in fin ito » de tér­
minos. Pasando así de dos términos consecutivos de la suce­
sión al térm ino que les sigue inmediatamente, podemos lle ­
gar hasta el térm ino de cualquier índice fijado do antemano
y calcularlo.
3. Consideremos ahora un caso de especial im portancia:
la sucesión (1) cuando se toma u, = 1 y u2 — 1. La condi­
ción (2), como hemos señalado, nos brinda la posibilidad de
calcular uno tras otro todos los términos de esta sucesión.
Es fácil comprobar que los trece primeros términos serán
los números
1, 1, 2, 3, 5, 8 , 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233 y 377
con los quo hemos tropezado en el probloma do los conejos.
En memoria del autor de este problema, la sucesión (1) con
Uj = = 1 se llama sucesión de Fibonacci y sus términos
se denominan números de Fibonacci.
Los números do Fibonacci poseen una serie do propieda­
des interesantes c importantes a las que está dedicado nuestro
libro.

§1
P R O P IE D A D E S E L E M E N T A L E S
DE LOS N U M E R O S DE F IB O N A C C I

1. Calculemos, para empezar, la suma de los n primeros


números de Fibonacci. En concreto, demostremos que
Ui 4- t¿2+ . . • + = W«+2— 1 • (!• !)
Efectivam ente, tenemos
u ¡ — u 3— u 2,
u ¿ = u4 — u 3,

U n - l = U /i+ l Upif

Ha = ^n+2 W'fi+l*

Sumando miembro por miembro estas igualdades, encontra­


mos
W1+ U2 + . . . + w„ = un+2 — u t
y sólo queda recordar que u t = 1* •

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2. Para la suma de los números de Fibonacci de índices


impares se tiene
**I + l * 3 - p U.h 4 * . . . - p U2n - 1 — U2n . (1 -2 )

Para demostrar este resultado tomemos


==ii2,
u3 — u4— u2,
k5= w6— u4,

1*2re-1— **2rt **2n-2-


Sumando miembro por miembro estas igualdades, obtenemos
la buscada,
3 . Para la suma de los números de Fibonacci de índices
pares, se tiene
**2 “P U4 + ■ ■ ■ 4 " **2 it = **2 « -t-l— 1 - (1 -3 )

Según el punto 1,

1*1 “P 1*2 + **3 * P ■ - ■ " P **2re — **2re+2— 1i

restando de esta'igualdad miembro por miembro la igualdad


( 1.2), obtenemos
U z -|- 1*4 - p - • . - j - I*2 n — I*2n + 2 — 1 — *h 'i ~ **z n -il — 1

como queríamos demostrar.


Restando, además, miembro por miembro (1.3) de (1.2),
encontramos
**l — u2 4* lh — **i “P ■■■"P **zn-l— **2n = — I*2n-1 "P 1■ (1<4)
Sumemos ahora **2n+i a ambos miombros do (1.4):

**1 — 1*2 " P **3 **4 " P ■ ■ ■ — **2n " p l* 2 R + l ” **2 » ~ P 1 ■ (1 *5 )

Uniendo (1.4) y (1.5), obtenemos la suma alternada de los


números de Fibonacci

t i i — 1 * 2 - p í * 3 — 1*4 - p - ■ . - p ( — l ) n+ 1í* n — ( — l ) " +Ll * n - i " p 1 ■ ( 1 .6 )

4. Las fórmulas (1.1) y (1.2) han sido deducidas sumando


miembro por miembro varias igualdades evidentes. Esta
misma idea se puode emplear, por ejemplo, para deducir la
fórmula da la suma de los cuadrados de los n primeros^núme­

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ros de Fibonncci

“ í -I* u¡ + • • • - ! - «?i «= UnUn+t. (1 .7)


Para ello fijémosnos en que

llfy1tft+i !-‘ I¡- ] tíA “ Ufr (lí/¿4i ^/í-l) — Uíi .


Sumando miembro por miembro las igualdades
ll'¡ = UtUt,
líí =w.2lí,3— «jlij,
¡4 = ».3l í 4 — H4« j ,

ffM• " (/•tiJ/7111 tíri-gíii

encontramos la fórmula (1.7).


5. Muchas relaciones entro los números de Fibonacci se
pueden demostrar fácilmente empleando el método de
inducción completa.

La esencia del método do inducción com pleta (llam ado a menudo


método de inducción m atem ática) consiste en )o siguiente: para de­
mostrar que cierta afirm ación es válida para cualquier número natu­
ral basta probar que;
a) es vá lid a para el número 1 y
h) de su v a lid e z para un número natural cualquiera n so des­
prende su v alid ez para el número n + 1.
T od a demostración inductiva do una afirm ación que incluya un
número natural n consta, por lo tanto, de dos partes.
En la primera parto (relativam ente, sencilla por lo general) se
demuestra que la afirmación es válida para 1. Esta primera parte se
denomina a veces base de la inducción. En la segunda parte (que suele
ser más com pleja) se supone que la afirm ación es válida para un nú­
mero arbitrario (pero fijo ) n y, a partir de esta hipótesis que frecuen­
temente se denomina hipótesis inductiva, so demuestra que la afirm a­
ción es válid a también para el número n + i . Esta segunda parte
lleva el nombre do paso inductivo.
lina exposición detallada de diferentes variantes deí método do
inducción com pleta, acompañada de m últiples ejemplos, so puedo
encontrar en el libro de I. S. Somiuski « E l método de la inducción
m atem ática» (E d ito ria l M IR , 11)741, El) particular, la variante basa­
da en el paso inductivo «de n y n -j- 1 a n 4 2a (que utilizarem os rei­
teradamente) aparece en el lib ro de Somiuski en el punto 4 do la in­
troducción y se aclara con e l ejem plo 7 y el problema 12.
A veces se aplica el razonam iento inductiva que puede ser Humado
paso «de todos los números menores que n al número «o. En este caso
huelga la baso in ductiva ya que, hablando convencionalmente, la
demostración para n = l-> consiste en ol paso de «todos» los núme-

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ros enteros positivos menores que uno (quo simplemente no existen)


al uno.
Precisamente así se demuestra quo todo número natural puede
ser descompuesto en (actores primos.
Supongamos quo todos los númoros menores quo n pueden ser
descompuestos en factores primos. Si el número n os primo, os des­
composición de sí mismo. Si el número n os compuesto, puedo ser,
por definición, representado como el producto do dos factores por lo
menos: n = n^n2, dondo ni 1 y na 1. Pero on esto caso resulta
que m < a y que nt < n y , de acuerdo con la hipótesis inductiva,
tanto como na se doscomponen en factores primos. Por lo tanto,
también n se descompone en factores primos.
La demostración del teorema dol punto 36 del § 2 so basa en una
variante aun más compleja del razonamiento inductivo.

6. La realización más sencilla de la idea de la inducción


en el caso de los números do Fibonacci es la propia defini­
ción do estos números. Consisto, como hornos explicado en
la introducción, en indicar los dos primeros números de
Fibonacci, u¡ = 1 y u, = 1, y en aplicar el paso inductivo
de un y a u„+s condicionado por la rolación recurrcnto

Mn H" Un+1 = Vu+2-

En particular, do aquí rosulta inmediatamente que es su­


cesión de Fibonacci toda sucesión de números que comienza
con dos unos y en la que cada número siguiente se obtiene
sumando los dos anteriores.
A título de ejercicio, consideremos «el problema del
saltador» que consiste en lo siguiente.
El saltador puede desplazarse en una sola dirección a lo
largo de una franja cuadriculada saltando cada vez a la
casilla inmediata o por encima de ella a la siguiente. ¿Cuán­
tos modos de desplazarse en n — f casillas y, on parti­
cular, de la primera a la n-ésiraa tiene el saltador? (Se con-
sidora que dos modos son idénticos si en cada uno do ellos
el sallador se posa en las mismas casillas.)
Sea el número buscado. Es evidente que x1 = 1 (pues
existo un sólo modo de pasar de la primera casilla a la pri­
mera, a saber, no realizar salto alguno) y que x ¡ = 1 (ya
quo existe un sólo modo do pasar de la primera casilla a la
inmediata que consiste en un sólo salto a osa casilla). Su­
pongamos quo el saltador quioro llegar o la (n + 2)-ésima
casilla. Por definición, el número total do modos que tiene
para alcanzar este objetivo es £n+ 2. Pero estos modos se d ivi­
den en dos clases: la que comienza con el salto a la segunda

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casilla y la que comienza con el salto a la tercera, Para lle ­


gar a la (n 4* 2)-ésima casilla el saltador tiene modos
si arranca de la segunda y a:n modos si arranca do la tercera.
Por lo tanto, la sucesión de los números ®e, . . ,, xn, , . .
verifica la relación recurrente
xn ■Zn+l = x n+2i
o sea, coincide con la sucesión de ios números do Fibonacci:
xn — un.
7. Demostremos, empleando la inducción, la siguiente
fórmula importante
U,i+m — Un-|Um "h WnKnt+i» ( 1,8)
Para demostrarla aplicaremos la inducción según m. Si
m = 1, la fórmula da un+1 = nn_, u, + unu2 y es evidente.
Si m ~ 2, la fórmula (1.8) es también evidente porque

Wn+a = lin-jlía + UnU3= Wn-i + 2un= + Un + Wn — tín+1 -1- «n*


Hemos demostrado así la baso de la inducción. E l paso
inductivo lo realizaremos en la forma siguiente: aceptando
que la fórmula { 1.8} es válida para m = k y param = k - f 1,
demostraremos que también es válida para m = k + 2.
Es decir, sea
4- Urtlift-H y ¡tn+í+1 = “1" Unll'h+Z-
Sumando miembro por miembro la3 dos últimas igual­
dades, obtenemos
Un+A+2 — Un-iUk+z "b unUk+3
como queríamos demostrar.
Es fácil explicar (e incluso demostrar) la fórmula (1.8)
en términos del problema del saltador.
En verdad, el número total de modos que tieno el salta­
dor para desplazarse de la primera casilla a la {n -f- m)-
ésiina es igual a un+ m. Entre ellos habrá modos en que el
saltador pasa por encima de la n-ésima casilla y otros en
que se detiene en ella.
En todos los modos de la primera clase, el saltador tiene
que llegar a la (rc — l)-ésim a casilla (puede hacerlo de
wn_i modos), saltar después a la (n + l)-csima casilla y,
finalmente, desplazarse en las (rc + m) — (n + 1) =
= m — 1 casillas restantes (esto último puede hacerlo de

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um modos). Por lo tanto, la primera clase comprende un
total de modos. Análogamente, en los modos'de la
segunda clase el saltador llega a la rc-ésima casilla ( un mo­
dos) y después pasa a la (n + m.)-ésima casilla (valiéndose
de uno do los Mm+1 modos quo licno para ello). Por consi­
guiente, la segunda clase comprendo un total do
modos y con esto queda demostrada la fórmula ( 1.8).
8 . Poniendo m = ti en la fórmula (1.8), obtenemos
tíjn — U n- i l l n ~r

o sea,
U2n = « n ( « n - l + U n + l)‘ (1 .9 )
De estaigualdad resulta que u2n es divisible por u„.
En el parágrafo siguiente demostraremos un resultado
mucho más general.
Puesto que
Un — U r+ j — Un-it

la fórmula (1.9) puede ser expresada así


Wzn = (^n+i — W„_[) -f- j),
es decir,
« t o “ =K5+i— *4-1,
o sea, la diferencia de los cuadrados do dos números de F i­
bonacci cuyos índices difieren en dos es de nuevo un número
de Fibonacci.
Por analogía (poniendo m = 2n), se puede probar que
^3n = Mfi+ J -j- M'n•— Un—1•
9. Más adelanto será ú til la fórmula siguiente
u l = u n. i u n+l + { — l ) n+1. ( 1.10)

Demostrémosla empleando la inducción según n. Para


n = 1 la fórmula (1.10) dice
Uj = U|lí3— 1
lo cual es evidente.
Supongamos ahora quo la fórmula (1.10) ha sido demos­
trada para un valor de n . Sumemos u nu n.i. l a ambos miem­
bros. Tendremos
U„ li„í¿R+ , = U „_,¡/n+1 -f- U rH r+i -h ( '— l ) n+1

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ó
»u (w-n + W»+l) = W-n+i («n -1 + Wn) + ( — l)" * 1,
o sea, ^
~f“ ( ** 1)
es t l e c i r ,
74+1 = l l nU rHo f ( — l ) n ^2 .

Con esto queda argumentado el paso inductivo y demostrada


la fórmula ( 1.10) para cualquier re.
10. Igual que han sido demostradas estas propiedades de
los números de Fibonacci, se puede demostrar también estas
otras
il-iu¡¡ -|* H'¿U:¡ -|- nyq -[-■ •. -|- 'hn-Ohu -■'= u2,i,
!/2 , j 3 T " u 3u i * ( ' ■ - ■ + ¡h n ^ Z it-h l — — 1,

nu\ + (re— l ) u 2+ ( n — 2) 7*3+ ■ + 2w„-i + Wii=wn+i — (re+3),


Mi + 2 ti2 + 'jU 'i + . . . + l l l í n — ÍJ.U n+2 — Mn + 3 + 2.

La demostración queda al albedrío del lector.


11. Tanto interés como los números do Fibonacci tienen
los llamados coeficientes ¡mzorreiaíes.
Los coeficientes binomiales son ios coeficientes que tienen
ias potencias de x en el desarrollo de (1 + x )n:
(1 + X)n =>C°n + Cln X + C 'x* + . . . + Cííx". (1.11)

Es obvio que los números C„ se determinan unívocamente


para todos los valores enteros positivos de r f y para todos los
valores enteros no negativos de k que no pasan de n.
En muchos razonamientos matemáticos es funcional re­
currir a los coeficientes binomiales. También nos serán ú ti­
les en oi estudio de las propiedades de los números de Fibo­
nacci. Además, existen vínculos directos entre los coefi­
cientes binomiales y los números de Fibonacci; más adelante
revelaremos ciertas regularidades que existen entre ambas
clases de números.
Demostremos, previamente, algunas propiedades de los
coeficientes binomiales.
Poniendo re = 1 en (1.11), vemos inmediatamente que
C \ = C \ = 1;
además, tiene lugar el lema siguiente.

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Lema. C\ + C*+! - C f t 1.
Demostración. Tenemos

(H -a O W I = ( l+ x ) " ( l + *),

o sea, empleando la definición de los coeficientes binomiales

Cn+i + Cn-fl^2+ . . . + C S ft* "* 1=

=(can+ c u +c u 2+... +c u n) (i+*) =


— C0
n + (Cn 4* Cfl) X -f- (C|i + Cn) x2 -f- , . .

. . . + ( c r + c s ) ^ + c í * " +1.

Por consiguiente,
/'<ri sin

c ;1+1 = c “ + c í „

/-Ji+l j /’hH-1
Lrr»+i — “ n i ” W i

i />fi
^n4-3 —

como queríamos demostrar.


De este loma resulta que los coeficientes binomiales se
pueden calcular aplicando un proceso recurrente, análogo al
que permite obtener los números de Fibonacci, pero mucho
más complejo. Esto permite demostrar, empleando la in­
ducción, distintas propiedades de los coeficientes binomia­
les.
12. Consideremos los coeficientes binomiales en forma
de la siguiente tabla llamada triángulo de Pascal

CZ
ctc\
C\C\C\

pn pl p2 r*n

2- 0308

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es decir,
1
1 1
1 2 i
1 3 o)
< 1
1 h (i 4 1
1 r> 10 10 5 1
1 (» 13 20 15 6

Se acostumbra numerar las filas del triángulo de Pascal


ejnpozamlo por arriba y acoplando que la fila superior com­
puesta por nn sólo uno es la fila cero.
Do lo anterior resalla que los términos extremos de cada
ana de las filas del triángulo de Pascal son iguales a uno y
que todos los demás se obtienen sumando los dos términos
respectivos de la fila anterior.
13. La fórmula (1.11) permito obtener de inmediato dos
importantes relaciones que vinculan los coeficientes bino-
mi ales correspondientes a una misma tila del triángulo de
Pascal.
Tomando x = 1 en (1.11), encontramos

l" ^ t l + a -\ -C U - ...-rC " .

Por otro lado, tomando x = — 1, obtenemos

o = d _ a + c a + . . . + ( - i ) ,,cs.

14. Demostremos empleando la inducción según n que

C'< = “ • (1-12)

líala fórmula suele emplearse come definición do los coefi­


cientes binomiafes. Determina el coeficiente binoniiat como
el número de combinaciones de orden k formadas con n
elementos. Hornos ido por otro camino, menos tradicional,
que en nuestro caso os preferible.
Si convenimos en que el producto de una cantidad nula
de factores es siempre igual a 1, obtenemos de ( 1.12) toman­
do h — 0 el resultado C „ = 1 que ya conocemos. Teniendo
esto en cuenta, podemos limitarnos al caso en que k ^ ¡ i .

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j
id

Para n — 1 resalta

Supongamos ahora que la fórmula (1.12) os válida para


un valor determinado de n cualquiera que sea el valor de k
,(k = 0, 1, . . n).
Consideremos ol número C{Jrt. Puesto que k ^ 1, tene­
mos
/ift /iíl— i i sili

o sea, empleando la hipótesis inductiva ( 1.12),


i , /-ih n (b — i ) . , . b —*A -p 2) i
^ 1 -2 . . . . - { f e ” ) 'r
« ( » - ! ) . . . ( « — Jfc-l-2) ( n — Ar-|-4)
+ 1- 2- . . . • ( * - 1) *
n (n — i ) . . . (« — f c + 2) f , .n — k -fl\
— 1 -2 - . . . • ( & - ! ) \ + k l~ ~

it (u — 1 ) ... (n — k+2) fc+ n— fc-]-l


1 -2- . . . ■( k — 1) k ~
( n - j - l ) f l ( n — 1) . . . ( b — fc-f- 2) h
1-2- . . . - ( * — 1) fc Cn+1,
La última igualdad es la fórmula (1.12) aplicada a los
coeficientes binomiales que se encuentran en la fila siguien­
te (es decir, en la ( » + l)-ésim a fila ) del triángulo do Pascal.

15. Tracemos por los elementos del triángulo do Pascal las líneas
que forman 45° con sus filas llamándolas diagonales ascendentes del
triángulo de Pascal. P o r ejem plo, serán diagonales ascondentes la
r e d a que pasa por los números 1 , 4 y 3 ó la recta quo pasa por los
números 1, 5, 6 y 1.
La suma do los números que pertenecen a una misma diagonal
ascendente es un número de Fibonacci.
E fectivam ente, la primera diagonal ascendente (la superior) del
triángulo do Pascal consta sólo del uno. Tam bién la segunda diagonal
consta sólo del uno. Para demostrar el resultado quo nos interesa basta­
rá probar que la suma de todos los olemontos que componen la n-
csima y la (n + l)-ésim a diagonales del triángulo de Pascal es igual
a la suma de los números pertenecientes a su (n -+■ 2)-ésima diagonal.
Pero los números do la n-ésima diagonal son

C°n- , . C n -íi C J U
y los do la (n -+■ l)-ésim a diagonal son

C%, C U - Cn -».
2*

w w w .F re e L ib ro s .m e
20

La suma do estos mí meros es


C'h + (Cfc-i + Cx
n -i) + (Ck-t+ C*.*) + . . . ,
o sea, recordando el lem a d el punto 11,
Cft+i + C'n + C:n - i + . . .

La últim a expresión es la suma do los elementos que pertenecon a la


(n + 2)-6sirna d iagonal ascendente del triangulo.
De aquí, basándonos en la fórmula (1 .1) obtenem os inm ediatam en­
te que la suma do todos los coeficientes binom iales que so encuentran
en la n-ésima d iagonal ascendente de! triángulo do Pascal y por enci­
ma do ésta os igual «t « n +í — i .
Em pleando las fórm ulas (1 .2 ), (1 .3) y (1 .4) y otras semejantes, el
lector podrá encontrar sin d ificu ltad otras identidades que vinculan
los números do Fibouacci y los cooficierites binom iales.

16. Hasta aquí humos definido los números de Fibonacci


mediante la ecuación rociáronle, o sea, empleando la induc­
ción según el índice. Fero resulta que todo número de Fibo­
nacci puede ser definido de un modo directo, es decir, como
función de su índice.
Estudiemos con este fin las distintas sucesiones Wj,
u2, . . ., it„, . . . que satisfacen la ecuación

« n = U n_2-j-Un_,. (1.13)

Diremos que todas estas sucesiones son soluciones de la


ecuación (1.13).
En adelanto indicaremos por V, V y V" las sucesiones

vu v2, v3, . . . ,
i>;, v'2, v2, . . . y
V ¡ ...

Demostremos, primero, dos lemas elementales.


Lema 1. S i V es una solución de la ecuación (1.13) y c
es una constante, también la sucesión c V (o sea, la sucesión
cvit cv2, cvj, . . . ) es una solución de esta ecuación.
Demostración. M ultiplicando por c ambos miembros
de la igualdad
vn = u„-t + Vn-2 .
obtenemos
CU„ = CVn. 2+ CVn. 1
como queríamos demostrar.

w w w .F re e L ib ro s .m e
[
21______________________________

Lema 2. S i las sucesiones V ' y V" son soluciones de la


ecuación (1.13), también la suma V ' + V" (o sea, la sucesión
v'¡ + v¡, v¡ -f- v't + o” , . . .) es solución de esta ecuación.
Demostración. Por hipótesis, tenemos

Un = l>ñ-l + I>n-2 y v’n — v ñ - l + v ñ - 2 -

Sumando estas igualdades miembro por miembro, encon­


tramos
v'n + vñ = (l>ñ- 1+ v ñ -l) 4- {y'n-2. + v”n- 2) •

Con esto queda demostrado el lema.


Sean ahora V ' y V" dos Soluciones no proporcionales de
la ecuación (1.13) (es decir, dos soluciones de la ocuación
(1.13) talos que cunlquiora quo sea la constante c habrá un
número n para el que' =¿= c). Mostremos que toda sucosión
V, solución de la ecuación (1.13), puede ser representada así
V = ctV , + ci V , . (1.14)

donde c¡ y c2 son unas constantes. Por esta razón se suele


decir que (1.14) es la solución general de la ecuación (1.13).
Demostremos primero que siendo V ' y V " dos soluciones
no proporcionales de la ecuación (1.13), se tiene

M <‘-»>
(o sea, que la no proporcionalidad se manifiesta ya en los
dos primeros términos de las sucesiones V y V ").
Demostremos (1.15) por el absurdo. Supongamos que
para dos soluciones no proporcionales V y V de la ecua­
ción (1.13) se tieno

Formando la proporción derivada, resulta

v l + v i - 'K ’

o sea, recordando que V ' y V son soluciones do la ecua­


ción (1.13),

w w w .F re e L ib ro s .m e
22

Análogamente comprobamos (¡inducción!) que

Por consiguiente, do (1.10) resulta que las sucesiones


V ' y V " son proporcionales lo que contradice la hipótesis;
es decir, es válida la relación (4.15).
Tomemos ahora una sucesión V, solución de la ecuación
(1.13). Según hemos explicado on el punto 2 de la introduc­
ción, esta sucesión queda perfectamente determinada si se
iWSican sus dos primeros términos tq y vt .
Busquemos los valores de c1 y c2 de modo que sea
ciwj + e ^ l - V u
(1.17)
a v:¿+ c -,v ¡ ^ v2.
En este caso, la suma cl V ' -f- c^V" coincidirá, debido a
los lemas 1 V 2, con la sucesión V.
En virtud de la condición (1.15), el sistema de ecuacio­
nes (1.17) tiene solución respecto a q y cs cualesquiera que
sean los números tq y q :

(L a condición (1.15) significa que el denominador de ambas


fracciones es distinto do cero.) Introduciendo en (1.14) los
valores obtenidos para c¡ y ct encontramos la representación
requerida de la sucesión V.
Es decir, para describir todas las soluciones de la ecua­
ción (1.13) basta encontrar dos soluciones no proporcionales
de la misma.
Busquemos estas soluciones entre las progresiones geo­
métricas. Según el lema 1, basta considerar las progresiones
cuyos primeros términos son 1. Tomemos, pues, la progre­
sión
1 , q, q 2, ■i- •
Para que sea una solución de la ecuación (1.13), es suficien­
te que para todo n se cumpla la igualdad

o, dividiendo por qn~2


í + ? ~ f- (1.18)

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23

Las raíces de esta ecuación, es decir, los números —


j T/5
y — ~ — , serán las razones buscadas de las progresiones.
I ndiquélaoslas por a y P, respectivamente. Los números a
y p, como raíces do la ecuación (1.18), satisfacen las
relaciones 1 + a = a a, 1 + p = p2 y « P = — 1.
Hemos obtenido de esta forma dos progresiones geométri­
cas, soluciones ambas de (1.13). Por eso, todas sucesiones
de tipo
q Ci« + c¡¡P, c-lU,2 + c,¿Ps, . . . (1.19)

son soluciones de la ecuación (1.13). Las progresiones halla­


das tienen distintas razones y, por onde, no son proporciona­
les, o soa, la fórmula (1.19) con distintos valores do ci y
de c« ofrece todas las soluciones do (1.13).
En particular, para ciertos valores de y de c, la fór­
mula (1.19) debe coincidir con la sucesión de Fibonacci.
Para ello, como hemos explicado, hay que determinar c%
y c2 de las ecuaciones
Cj - f c2 = ux y cpx + c2p = u2,

es decir, del sistema


q + Cj = i ,

Resolviéndolo, encontramos
1-S-V5 1— \/5
2 q/ñ ‘ 2V !
de modo que
u„ = c, » " -1 -f- c2p’‘_1 —
/l + y ^ P ' - 1 i —V § n - V s r - 1
2y s \ 2 / 2 l/S \ 2 /
o sea,
i i + yá i i --y 5

5— y — -— - • (1 -20)
l/j

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La expresión (1-20) lleva el nombre de fórm ula de Binet
(en memoria del matemático que la encontró).
Es evidente que fórmulas de este tipo se pueden encon­
trar también para otras solucionos de (1.13). Proponemos
al lector deducirlas cn el caso de las sucesiones indicadas en
el punto 2 de la introducción.
17. Hemos visto quo a 2 = a + 1. Está claro, por eso,
que toda potencia entera positiva del número a puede ser
representada cn la forma aa + b, donde a y b son números
enteros. Por ejem plo,
a 3 — a a 2 = a (a -|- 1) = a 2 -)- a = a + 1 + a = 2a + 1,
a* = a a * = a ( 2a + 1) = 2a 2 + a = 2a - ) - 2 -|-a =
= 3a + 2,

etc.
Demostremos (por inducción) que
a n = una -j-u n_,.

En efecto, para n = 2 y 3 esto es cierto. Supongamos que


a* = zua + u„_, y a '141 =* uhna - f u*.

Sumando estas igualdados, obtenemos


a " + a *n = (uh - f uh+i) a + (u*_i + uh),
o sea,
a h*2= uht.2a + uh+i

y con esto queda argumentado e l paso inductivo.

18. La fórmula de B inet es apropiada para h allar la suma de


muchas series relacionadas con los números do Fibonacci.
Determinemos, por ejem plo, la suma de

u: i + u 0‘ l ' u9+ • • • + “ 3n'


Tenomos
a 3— p 3 ce3 — P» , , « , n — pa«
“ 3 + “ « + • • • + " 3 n =■
V 5 + 1/5 + “ ’+ 1/5

sumando las progresiones geométricas que aquí aparecen, encontramos


g3n+3_g3 p3 * ~
+ - •• + >
<3(131 a 3— 1

w w w .F re e L ib ro s .m e
25

Pero

y , análogamente, p» = 1 = 2p. P or eso,


1 / e e w + s -a * p 3 n+3_p3 \
» 3 + « . + ••• + u* » = - y ¡ - ( 2ñ 2P ) ’

sim plificando, resulta


1 I a 3'»+2- a 2- P 3» « + P2 \
“ 3 + “ « + ••• + “ 3it = - y g - ^------------------ §---------------- ) =

1 / « * " « - P3" * 2 0* - P 2 \ _ l , . . .. v «3h+2— 1


= 2 ( t7 | - y 5 2 (U3n+a 2 )= 2

19. Veamos otro ejem plo de aplicación do la fórmula de Binet:


determinemos la suma de los cubos do los n primeros números de Fibo-
nacci.
Obsorvomos, nnto todo, que

/ o ', - P > ‘ \3 1 a 3* — 3a2,lPh- f 3 a ftp2h — P3k


= V 1/5 / 5 7 T “

= y l “ 3 i , - ( - l ) h 3 ^1 = 4 *
Do aquí que

“ R u f + . • • + « ’„ =
1
5- { ( “ 3 + “ « + - - - + ‘/ 3 n ) + 3 ( u l — u2 + </3 — • • • + ( — l )"41 u n )> ,

de dondo, empleando la fórmula (l.G ) y los resultados del punto ante­


rior, resulta

» ; + u i + . . . + u 3 = . i [ - ! l n^ - 1 + ( - l ) n + l 3« n_ , ] =

- u3»<■; + ( — l )11* 16un-i — 1


ÍÓ '

. 20. Es oportuno plantear la cuestión de la rapidez con


que crecen los números de Fibonacci cuando aumenta el
índice. La fórmula do Binet permito dar una respuesta bas­
tante completa.
Es fácil demostrar el teorema siguiente.
Teorema. E l número de Fibonacci u„ es el entero más
próximo al número ^ 7= , o sea, es el entero más próximo al

w w w .F re e L ib ro s .m e
26

n-csimo término o„ de la progresión geométrica cuyo primer


término es ~ = y cuya razón es a.

Demostración. Basta demostrar quo el valor absoluto (lo


la diferencia entre r/„ y a„ es siempre menor que y . Pero

1 íi" — plf I I a 11—a ’1—P" fP |»


1 Y** vs 1“ Vs ys •
Puesto quo P ---■ — 0,158. . so tiene | p ¡ < 1 , es decir,
| p |n < 1 para lodo n; con mayor razón (ya < 4
V'
que V "5 > 2). liemos demostrado el teorema.
Modificando la demostración (le esto teorema, el lector
ío m ilí am ado con la leería do los límites podrá fácilmente
probar quo
1 ír n | m „ — aH | = 0.
^í-y<s¡
151 teorema demostrado permite calcular los números de
Fibonacci empleando las tablas de logaritmos.
Calculemos, por ejemplo, u H (qno es, dicho sea de paso,
i a respuesta al problema de Fibonacci de los conejos):
\f Jj - 2,23151, ig y 5 = 0,34940;

a = ± £ L Í J L = j ,(5180, lg a = 0,20898;

lg
« y L
5 ^ 14 .0 ,2 0 8 9 8 - 0,34949 = 2,57(52,

- ^ 4 - = 376.9.
V i
E l número entero más próximo a 37(5,9 os 377 y este es,
precisamente, uu.
En el caso de un número de Fibonacci do índice grande
no podremos determinar todas sus cifras basándonos on las
tablas de logaritmos (sólo podremos calcular algunas de
sus primeras cifras) por lo cual el cálculo resulta aproxi­
mado.
A U lulo de ejercicio el lector puede demostrar que en
el sistema decimal un tiene para n ^ 17 no más de 4 y no

menos de 4 cifras. ¿Cuántas cifras tiene u)(in4?

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27

21. K 1 resultado del punto anterior se. puedo precisar con el teo­
rema siguiente que será ú til más adelante.
Teorem a. Se licué
t . t
n——- in- I"™

a ^ n
1/5 % 1/5 '
Demostración. Liniitémosnos a demostrar la primera ^ I g u a ld a d ;
la otra se, demuestra do un modo análogo.
De la fórmula do Jiinot resulta quo

(«"- > );

puesto quo afi = —1, basta dem ostrar para nuestros fines que

«~ L i
n. " í " a n —
a"
o quo
2n -—
a " < a 2n— I,
os decir, elevando o la n-csimo potencia, que

a 2ni~ ' < ( « 2" - l ) ’>. ( 1. 21)

Demostraremos esta desigualdad por inducción. Para n = 1 se


convierto en
a ^ a3 — t
ue es, en efecto, lo que ocurre (precisamente con el signo de igual­
3ad). Siendo n = 2, la desigualdad (1.21) significa que
« ’ < ( « * - 1>*. ( 1.22)
Esto se puededemostrar realizando c! cálculo directo.Pero también
podemos recurrir al resultado encontrado on el punto 17: tenemos
a J = 3a + 2,
(a 4 - 1)* = (3 a - f 1)a = 9 a 1 -j- Oa + l = 15a + 10
y, por eso, la desigualdad ( i . 22) significa quo
<x‘ = 13a + 3 < 15a + 10
lo cual es evidente. En fin , para n = 3 la desigualdad (1.21) dice
a 17 < (a G~ l ) 3

y se comprueba do modo análogo.


Supongamos ahora que n > 2 y que (1.21) es válid a; demostre­
mos quo
a 2 (> i-L|)3 -! ^ 2
(a?.n 1 _ ij . i+ i

Para ello basta probar quo al aumentar n en uno, el segundo miembro


de (1-21) crece con m ayor rapidez quo el primero. Pero es obvio que

w w w .F re e L ib ro s .m e
28

el primor m iem bro crece 011 a 411+2 veces. E stim em os el crecim iento
del segundo miem bro.
Tenemos
(tta n + i > _ r
(«* «_ !)« -Ia [ az n _ i J *
La últim a fracción es m ayor quo a s ya quo
a2<»+l>_l a 2 n + 2 „ l _ a 2n+2_j_a 2
a 2n _ i
•— ■*
a2 = - a 2" — 1

a2— 1
a 2n__l a 2n-2_|_a 2 n -4 _ f_ ., . . j . a 2_|_l > ' a 2n_1

P or consiguiente,
r a 2in+*> — 1 , 1 \n , a 2” -2 ,
| a2n_l | > ( a + a 2 n -l ) - a +n a 2 n -l + • • • ’

donde los puntos susponsivos corresponden a sumandos positivos.


Puosto que n > 2, la ú ltim a suma es m ayor que a 2n -f- 1. P o r eso,

> [ « 2(" +,) - 1J<«“ + O =


_ a 4n+2_j_a 2 n + 2 _ a 2 n _ J = a 4n+2_J_w2n (a 2 _ 1 )_ 1 _
_ a 4n+2_|_ a 2 n + l _ 1 > a 4n+2

y queda domostrado el teorema.

22. Consideremos una clase más de sucesiones basadas


en los números de Fibonacci. Sea x un número arbitrario.
Calculemos la suma
sn (x ) — u{x H- u2xz + . . . + Un^-
Para ello apliquemos, ante todo, la fórmula de Binet:
, . a -P . a 2— p2 ' . a»-p »
S. ( i ) 7 = - i q ------- rr— -I---------7=---- x n =
’ 1/5 1/b V 5

= _ L _ ( a x + a 2r 2 + . . . + a nx n) —
1/5
1
y (Px + P2* 2 + . . . + P " * n). ( i -23)

Entre paréntesis aparecen las sumas de dos progresiones


geométricas de razones a x y px. La fórmula que so emplea
para calcular la suma do una progresión geométrica es apli­
cable sólo si la razón es diferente del uno. Si la razón es
igual al uno, todos los términos de la progresión coinciden
y la suma se calcula fácilmente,

w w w .F re e L ib ro s .m e
29

Por eso, consideremos primero el caso a z ^ 1 y frr ^ 1,


1 II
o sea x ¥ = — = — 6 y x -p = —a. Sumando entonces
las progresiones geométricas que figuran en (1.23), obtenemos
. . 1 <xn+lx n+l — a x 1 pn+ljn+l^pj.
Sn [x) “ ys ~yf
o, después do transformaciones lógicas,
/_ s i ( a n+,xn4-1— a i ) ((5i — t) — (Pn +,7n+1 — (5x) (a x — 1)
S n (‘ 1/5 < a i- l)(p *- l)

de donde resulta
r«\ _ _ 1 a n+lP i n+2— a n+,i n+1- (- a i
V5 a f l i 2 — (a-|-p) iH -1
<xfl1,+,JE>>+2— pn-tl^nH _j_
a P * 1— ( a + P ) i + 1 ' t
Recordando que a(5 = — 1, cc - f f) = 1 y a — f) = l/ 5 ,
tenemos
, s 1 1 V 5' — ( a " — Pn) z n+Z— (a ” + l — 0 " + i)* » + l
5nW ~ y z t - i- ií

y definitivam ente

i ' - 24»
En particular, tomando x = 1, encontramos

S„ ( 1 ) = Ui + U2 + .. . + Un = —-----“ ! ! _ ( '“ n+1 = U n + 2 — 1

lo que concuerda con lo dicho en el punto 1.


Si x = — 1, tenemos
sn ( — 1) = U, — U2 -{- . . . - { - ( — 1) " _1 U„ =

- - i - M - ( - <>■♦' „ ( _ i r »

(véase la fórmula ( 1.6)).


Consideremos ahora los casos «especiales».
Sea a: = — = — 0. Entonces todo término de la primera
progresión de (1.23) es igual a uno y la suma do esta pro­
gresión es n. Por otro lado, la segunda progresión es de ra­
zón — p8.

w w w .F re e L ib ro s .m e
______________________30_____________________

Es decir,

5,1 (T ) = l k l" “ (P 2 ~ p J + ‘ ' + ( “ l ) " _1 n i =


< ly -i
v t> L í'h P 2 J "

_ 1 f., i*'2 , / \\n fl2>* p


y 5 - f"— =

Observando qno
l + p*2 = •)2 +I A
p =_ 2O+! í - l/s 5— y i

y qno
fp h -p 3— 1/& ( 3 - V 5 ) ( 5 + y 5) io —2 ys>
i+ p * - 2+ \ )~ r>— y 5 " ( s - y 5) ( s + y s ) “ 20

obtenemos en definitiva

*- ( ^ ) = T T ~ 5 I1 ~ 5 + ( - 1>” P2n ' 5 y 2 ~ • <1•25>

Sea, finalm ente, a. = -jp. Entonces, en (1.23) es igual a


uno la razón de la segunda progresión, mientras que la ra­
zón de la primera es —a 2. Tenemos, pues,

% , ( ± ) = _ - i ^ i ( a 2 - a ' , + . . . + ( — i ) ” ” 1 a 2” ) - »1

y de la misma forma encontramos


, ( i \ 1 f « * - ( - ! ) ■ » a»»*»
\ P /“ y?> 1- 1+a2
_ _ 1
V 5 L

obleriiondo, en definitiva,

-•> • < •-»>

23. Analicemos el comportamiento de sn (a;) cuando x se


fija y n crece indefinidamente.

w w w .F re e L ib ro s .m e
Pasando on la igualdad (1.23) al lím ilc según n, obte­
nemos

llm s „ ( x ) =.- l í m - y r - [ ( a x + a 2x 2 + . . . + a " x n) —


n-»co n-»oo y 5

- (p , r - | - p V + .. .- | - | V V ’)| =

= — 1í m (ax a 2.r2-I- . . . + a "x ") —


1/5 V '

_ - L l ü n ( P r + p V + . . . + p V ).
[/o n-»oo

Aquí en ambos límites nos encontramos con las sumas de dos


progresiones geométricas. Por eso, los propios límites repre­
sentan las sumas de las progresiones geométricas infinitas
correspondientes. Pero es sabido que se puede ba ila r déla
suma de una progresión geométrica infinita si, y sólo si, el
valor ahsoluto de la razón es menor que el uno. Las razones
de nuestras progresiones son ax y p.t. Puesto qqp ¡ a | >
> | P |. resulta que |ax \ < 1 implica | Px |< 1. Es de­
cir, el cumplimiento de la desigualdad |ccx | < 1 garan­
tiza la existencia de ambos límites que en esto momento
nos ocupan.
Por consiguiente, el lím ilc
lím s„ (x) (1 .27)
?(-fon
1 . #
existe si [ x| ■< — . Indiquemos esto lim ite por s (x). Para
calcularlo podemos recurrir a la fórmula (1.24).
Observemos con este fin que, como hornos explicado en el
punto 20,
. a'* . ,

Por eso,
W"< y r +l-
lím w „x n t , < l í m 1 ) * w+z
n-*oo n-*oo ' y <> *

= - V lím (ax)" + lím x "+z.


y rO
- n->»
- v ' T -
n-oo

Puesto que |ax | < 1, resulta que |x | < 1 de modo que


ambos límites son iguales a cero. Por la misma razón tenemos
l í m U n + ix " '1 = 0 .
n-*oo

w w w .F re e L ib ro s .m e
32

Es decir, pasando en la fórmula (1.24) al lím ite cuando n


crece indefinidamente, encontramos

s (x) = lím sn (x) = l i r a =


n~«*> n-»oo i-X—xl
— 5— ----—(x — lím Hnxn+a— lím u n+1x n t l) = — - — s .
n-roo n->™ !- * ■ > - * *

En forma desarrollada este resultado puede ser represen­


tado así

Uix -)- w^x3-(- • • • + unxn-j- . . . = j x _ x2 • (1-28)

Dando a la variable x unos u otros valores, obtendremos


diferentes fórmulas concretas. Por ojcmplo, tomando x =
= — , encontramos que

J ÍL _ l- Ü Í_ l 4 . Ü 2. J . _ 2
2 + -22 ' ' ’ ‘ + 2" ' ' “

24. La fórmula (1.28) se puede obtener basándose en


otros razonamientos.
Consideremos la expresión
u,x - f u¿r2 + . . . - f unxn + ... = s (x) (1.29)

^sin olvidar que tiene sentido sólo para |371< ~ ) y m ulti­


pliquemos ambos miembros por x y por x2:
utx2- f u2x3-f- . . . + unxrt+1 + . . . = xs (x), (1.30)
UtX3 + U2X*4- . . . + tí„X,U2-)- . . . = X2S (x). (1.31)

Restando de la igualdad (1.29) ambas igualdades (1.30) y


(1.31) y reduciendo los términos semejantes, obtenemos
u¡x + (u2-~ U i) xz + (u3— U i~ U i) x3+
+ ( » * — » 3 — h2) x 4 + . . . + (u „ — u „ _ i — U n. 2) x n + ...=
= (1 — x — x2)s (x ).

Es obvio que en el primer miembro resultan iguales a cero


todas las expresiones comprendidas en los paréntesis y, por
eso, esta igualdad significa que
x = (1 — x — x2) s (x),

de donde so desprende (1.28).

w w w .F re e L ib ro s .m e
33

25.Hasta aquí hemos aceptado que el índice n del nú­


mero deFibonacci u„ es un número entero positivo. Pero la
ecuación recurrente principal que determina los números de
Fibonacci puede ser escrita así
Wn-2 = U-n— Mn.i (1.32)
permitiendo expresar los números do Fibonacci de índices
menores a través de los números de índices mayores.
Tomando en (1.32) sucesivamente n = 2, 1, 0, — 1, . . .,
podemos ver que
« 0= 0, u_i = 1, w_2 = — 1, h_3» 2,
en general, es fácil persuadirse (compruébese) de que
( - l ) " +,i/„. (1.33)
Esta sencilla expresión permite reducir todos los proble­
mas relacionados con los números do Fibonacci de índice
entero arbitrario a problemas donde se manejan números do
Fibonacci corrientes (de índices naturales).
Por ejemplo, para hallar la suma de los n «primeros hacia
atrás» números de Fibonacci
u - i + u _j + . . . + u _„

basta representarla, basándose en (1.33), así


u¡ — u2-{ -••• "P ( — 1)” 1lln
y recordar la fórmula ( 1.6)
U-i -)- tX_2+ • • • + U_n = ( — l ) " n -f- 1 «= — U.n+j + 1.

Basándose en (1.32), todo razonamiento inductivo do


tipo «de n y d e « - p l a n - | - 2» reforente a los números de
Fibonacci se puede realizar según el esquema «de n y de
n — 1 a n — 2». En particular, así se demuestra sin difi­
cultad que la importante fórmula ( 1.8)
Un+m — Un-fUm*!'
es válida para todos los números enteros n y m.
26. Las fórmulas principales para « y p
a "+a = a " + a n+1 y p"+s = p,l + pn+1,

demostradas para los valores enteros positivos de n, son vá­


lidas para todo valor entero de n (subsisten incluso para los
3 -0 3 0 8

w w w .F re e L ib ro s .m e
_______________________ M______________________

víi)ores fraccionarios do n, pero no nos detendremos en ello).


Do aquí es fácil deducir que la fórmula de Binet
an—(h>
w» = ■
1 /5
tiene lugar para lodo valor entero de n.
Observemos, para concluir, que e l resultado del punto
17 también se puede demostrar (por inducción «hacia atrás»)
para los valores negativos del índice:
c r !1--=«.na + (1.34)

Podemos expresar esla igualdad también así

( - i r pn- ( - ! ) " « » j M - i ) " ««* .,


o sea,

Además, podemos representar (1.34) en la forma


a -’1 -i ( _ I)"-» Una 4 . ( — l ) “ « n+it
es decir,
( — 1)" v r " — ií„t i — u„a

o, en otras palabras,

J S j U _ a „ ( _ i ) « a -» * (1.35)

§2
PRO PIEDADES DE LOS NUM EROS
DE FIB O NACC I H E LAC IO N AD AS CON LA T E O R IA
DE LOS NUMEROS

1, Consideremos ahora algunas propiedades de los nú­


meros de Fibonacci relacionadas con su divisibilidad.
Teorema. S i n ex divisible por ni, también un es divisible
por um.
Demostración. Supongamos que n es divisible por m, o
sea, que n = mk. Basaremos la demostración en la induc­
ción según k.
Para k — 1 se tiene n — m y es evidente que un divisible
por u,„. Supongamos ahora que umJ¡ es divisible por um

w w w .F re e L ib ro s .m e
35

y consideremos « m th+lv Pero wni(fe+li = um/H m y, en virtud


de (1.8),
^ mihf I; =

Es evidente que um divide el primer sumando del segundo


miembro. El segundo sumando es múltiplo de umn, o sea,
también es divisible por um según la hipótesis inductiva.
Do aquí se desprende que la suma de estos sumandos, o sea,
ttmn+ix es divisible por um. Hemos demostrado el teorema.
2. Tomemos ahora un número m. Si existe un número do
Pibonacci w„ divisible por m, habrá infinitos números do
Fibonacci con esta propiedad, por ejemplo, además de un,
los números u ^ , usn, í¿4„, . . .
Es interesante, por eso, conocer si, dado un número m,
existe al menos un aiúmero de Fibonacci divisiblo por
Resulta que sí.
Sea A el resto de la división de k por m. Consideremos la
sucesión formada por los pares de restos de la división de
los números de Fibonacci por m:

(ut, üa), (u2, u3), (u3, u4), (íí„, ün4.j>, . . . (2.1)

Aceptando que dos pares (a!, iq> y <«J( ó2> son iguales
si « i = aa y ó, = ó2, tendremos que el número total do
distintos pares de restos de la división por m es igual a m?.
E llo significa que entre los m2 + 1 primeros términos de la
sucesión (2.1) hay noccsariamento dos iguales.
Soa {üh, ) el primer par repetido de la sucesión
(2.1). Demostremos que es el par (1, 1). En efecto, suponga­
mos lo contrario, o sea, que el primer par repetido es
donde k > 1. Localicemos en (2.1) un par (ñ/, hj+i>
( í > k) igual al par (tik, ). Puesto que = «j+ i —
— u¡, = uh+1 — uh, ñ,+i = ñh+ i y ú¡ = üh, resulta
que también son iguales los restos de la división de y
de i por m, o sea, — ük~i- De aquí so deduce que
también ñ j,) = (ñj_lt ñ/); pero en la sucesión ( 2.1)
el par (»3*_l( üh ) precede al par (« * , luego, (t¿ft, ü|t+1)
no es ol primer par repetido y como esto contradice nuestra
hipótesis resulta que no puede ser k > 1, o sea, que debe
ser k — 1.
Por consiguiente, (1, 1 ) es el primer par que se repite
en la sucesión (2.1). Aceptemos que se repite en la í-ésima
3*

w w w .F re e L ib ro s .m e
3G

posición (como hemos explicado debe ser l < í < m 24- 1)*
{ « , , ñí+1) = ( i , i).
Eslo significa que u¡ y u(+1, divididos por m, dan 1 como
resto. De aquí se desprende que la diferencia de estos núme­
ros es divisible por m. Pero
« 1+1 — Ui = u¿_
resultando así que el número de Fibonacci es divisible
por m.
Hemos demostrado de esta forma el teorema siguiente.
Teorema. Cualquiera que sea el número entero m, entre
los tn2 — 1 primeros números de Fibonacci habrá al menos
uno divisible por ni.
Subrayemos que este teorema no dice nada acerca do
qué número do Fibonacci será divisible por ni. Sólo deja
constancia de que el primer número de 'Fibonacci divisiblo
por ni no debo ser muy grande. Más adelante volveremos a
este problema.
Puesto que (1, 1 ) es el primer par repetido de la suce­
sión (2.1), resulta que la sucesión de restos se repite a par­
tir de ú t, o sea, que esta sucesión es periódica. Por ejemplo,
si tn = ó, el período de la sucesión do restos os
1, 1, 2, 3, 1, 0. (2.2)
En este caso la longitud dol período es igual a 6. Por consi­
guiente, si n es Qk + 1, 6fc + 2 ó Cle + 5, el rosto de la
división de un por ó es 1; si n es G/c -¡- 3, ol resto es 2 y, si
n es Gk + 4, el resto os 3.
3. Es de gran interés el estudio do la naturaleza aritmé­
tica do los números do Fibonacci, o sea, el estudio do sus
divisores. Demostremos que siendo n un número compuesto
distinto de 4, el número un es compuesto.
En efecto, para tales n tenemos n = HiHj, donde 1 <
< < n y 1 < n2 < n siendo, además, « [ > 2 ó ns > 2.
Supongamos, para concretar, que nr > 2. Del teorema ante­
rior resulta entonces que un es divisible por unl con la parti­
cularidad do que 1 < « nl < u„ y esto significa que es
un número compuesto.
4. Antes de continuar el estudio de los números de Fibo­
nacci, veamos con el lector algunos resultados elementales de
la Teoría de los números.

w w w .F re e L ib ro s .m e
37

Expliquemos primero el proceso de determinación del


máximo común divisor de dos números a y b.
Efectuemos la división entera de a por b. Sea g0elcocien­
te y sea r, el resto:

a ~ bq0 + rx, donde O ^ r4 < b.

Fijóinosnos en que para a < b se tiene q0 = 0.


Dividamos ahora b por r t determinando el cociente qí
y el resto r a: b = r1ql -f- ra, donde 0 ^ r2 < r,. Puesto que
rj < b, debe sor q¡ 0. Dividiendo después r¡ por r2, en­
contraremos q2 # 0 y r3 tales que rx = qlr t + r 3 y 0
^ r 3 < r 2. Procedamos de este modo mientras se pueda
prolongar el proceso.
Este proceso, tarde o temprano, deberá interrumpirse ya
que todos los enteros positivos ru r2, r „ . . . son distintos
y menores que í>; luego, la cantidad de estos números no
pasa de ó y el proceso deberá concluir no más tarde del
b-ésimo paso. Puede interrumpirse sólo si una de las d ivi­
siones resulta exacta, o sea, si el resto correspondiente resul­
ta igual a cero y no se puede dividir ya por él.
El proceso descrito se conoce como el algoritmo de E ucli-
des. Aplicándolo a los números a y b, obtenemos la siguien­
te sucesión do igualdades
a = bg0 + r i ,

b = r,q{ + r z,
r i = r & + r3,
..................... (2-3)
D l- S — rn - t ? n - l + r ni

Ffi-1 “ t'nQn*

Consideremos el último término diferente de cero do la


sucesión a, b, rt, or2, . . r„. Hablando en términos gene­
rales, ésto será el resto rn) pero, en particular, también po­
drá ser el número b (para conseguir la uniformidad, podomos
aceptar que b = r„). Es evidente que rn divide rn_j. Tome­
mos ahora la penúltima igualdad (2.3). Ambos sumandos de
su segundo miembro son divisibles por r„ de modo que rn
divido también r„_j. Podemos comprobar sucesivamente de
la misma forma (jinducciónl) que r„ divide rn_9, rn_4, , . .
y* finalmente b y a. Por lo tanto, r„ es un divisor común de

w w w .F re e L ib ro s .m e
38

a y b. Demostremos nhora que rn es el máximo común divi­


sor do a y b. Para ello basta probar qtio todo divisor común
de a y b divide también rn.
Sea d nn divisor común de a y b. De la primera igual­
dad (2.3) resulta que d divide r v La segunda igualdad (2,3)
im plica entonces que d divide r 2. Análogamente (¡induc­
ción!) se demuestra que d divide r3, . . rn_j y, finalmen-
io T .
liem os demostrado, pues, que el algoritmo de Euclides
aplicado a los números naturales a y b permito efectivamen­
te determinar el máximo común divisor de estos números.
Indiquemos por (a, b) el máximo común divisor de los núme­
ros a y b.
Es evidente (pie a es divisible por & si, y sólo si,
( « , b) ~ b.
A título de ejemplo, determinemos (u t0, u}8) =
= (6765, CIO):.
6765.= 610-í 1 + 55,
610 = 55-11 -1- 5,
55= 5 -11-
Es decir,
(u lo : ¿H s) = 5 = u$.

N o es casual que el máximo común divisor de dos núme­


ros de Fibonacci resulte do nuevo un número de Fibonacci.
Más adelante demostraremos que siempre ocurre asi.
5. Un proceso análogo al algoritm o de Euclides suelo emplearse
también en la Geometría al determinar la medida común de dos seg­
mentos conmensurables. En efecto, consideremos dos segmentos: uno
de longitud a y otro de longitud b. Restemos el segundo del prim ero
tantas voces como sea posible (si b > a, es evidente que no podremos
hacerlo ni una voz) e indiquemos por r, la longitud del resto. Es obvio
que r, < b. Restemos ahora del segmento de longitud b ol segmento
de longitud r-, tantas veces como sea posible c indiquem os por r 2 el
resto que resulta. Procediendo de la misma forma, ubtcndremos una
sucesión de segmentos cuyas longitudes disminuyen evidentem ente.
Como vemos, basta aquí la semejanza con ol algoritm o de Euclides es
total.
Sin embargo, desde este momento se observa una diferencia impor­
tante entre el proceso geométrico descrito y ol algoritmo de Euclides:
la sucesión ile restos que so obtiene en el caso de los segmentos puede
no interrumpirse prolongándose indefinidamente este proceso. Así
sucederá, obviamente, si los segmentos iniciales son inconmensurables.

w w w .F re e L ib ro s .m e

Veamos algunas propiedades elementales del máximo


común divisor de dos números.
6. {a, be) es divisible por (a, b). En electo, b y, por ende,
también be es divisiblo por (a, b); está claro que a es d iv i­
sible por {a, fe). Según el punto 4, do aquí resulta que tam­
bién (a, be) es divisible por (a, fe).
7. Se tiene ( ac, be) = (a, fe) c.
Demostración. Consideremos las igualdades (2.3) que
describen el proceso do determinación de (a, fe). M u ltipli­
cando ambos miembros de cada una por c, obtendremos,
como fácilmente se comprueba, un sistema do igualdades
que corresponde al algoritmo de Euclidcs aplicado a los
números ac y be. E l último resto no nulo será en este caso
r„, c o sea, (o, fe) c.
8 . Si (« , c) = 1, se lieno (a, be) — (a, fe). En efecto,
según el punto f>, (a, be) es divisor de (ab, be). Poro

{ab, fec) = (a, c) fe = 1 *fe = fe


en virtud del punto 7, Por consiguiente, (ti, fec) divido fe.
Por otro lado, (a, be) es divisiblo por a. Luego, debido a lo
demostrado en el punto 4, (o, be) también divide (a, fe).
Pero como, según el punto 6, también (a, fe) divide (a, be),
resulta (a, fe) = (a, be).
Supongamos que be es divisible por a, es decir, que
(a, be) — a. Si, además, se tiene (a, c) = i , de lo anterior
so deduce que (a, fe) = a, o sea, que fe es divisible por a.
Si p es un número primo, cualquier a es divisible por p
o es primo con p. Por eso, de lo anterior resulta: si el pro­
ducto de dos números es divisible por un primo p , al menos
uno de los factores es divisible por p. Empleando la induc­
ción, esta afirmación se hace válida, evidentemente, para
un número de factores cualquiera.

í). A títu lo de ejem plo — que servirá más adelanto— consideremos


uno de los criterios de d ivisib ilid ad de los coeficientes binomiales.
Teorem a. S i p es prim o y si k =£ í) y k p, resulta que Cp es d i­
visible por p .
D em ostración. En oí punto 14 del § 1 liemos visto quo
e-h P ( P ~ 11 • •• (P — * + P
P i - i -' -fe '

Esta fracción es un número entero y, por eso, su denominador d iv id e


el numerador. Pero lodos los factores del denominador son mcnoTes
que p , 0 sea, no son divisib les por p. De aquí resulta que el producto de

w w w .F re e L ib ro s .m e
40

estos factores (o sea, ol denominador) tampoco es divisible, según


liemos explicado, por p ya que p es primo. Es decir, el denominador
es primo con p.
E l numerador o,s el producto de dos números: p y (p — 1)
. . . (p — k i ) . Esto producto es divisible por el denominador.
Como quiera quo el denominador es primo con p, el denominador d ivi­
de el segundo factor (p — 1) . . . (p — k - f 1). Sea (p — 1) . . ,
. . . (p — k + 1) = í -1 -2- . . . • k. Entonces se ticno c£ = tp como
queríamos demostrar.

10. Si c es divisible por b, se tiene (a, b) = (a -f* c, b).


Demostración. Aplicando el algoritmo de Euclides a los
números a y b, llegamos al sistema de igualdades (2.3).
Apliquemos este algoritmo a los números a + c y b. Por
hipótesis, b divide c, o sea, c = ctb; el primer paso del
algoritmo da
a + c = (g0 + Cjl) b -)- r,.

En todos los demás pasos obtendremos sucesivamente la


segunda, la torcera, etc. igualdades del sistema (2.3). El
último resto diferente de cero continuará siendo r„ de modo
que (a, b) — (a + c, b).
Conviene que el lector demuestre esto teorema basándose
sólo en los resultados de los puntos 6, 7 y 8, es decir, sin
recurrir al algoritmo de Euclides y al sistema (2.3).
11. Teorema. Los números consecutivos de Fibonacci son
primos entre sí.
Demostración. Supongamos, a despecho de la afirmación,
quo un y u/t+¡ tienen un divisor común d > 1. La diferen­
cia un+! — un es divisible, entonces, por d. Pero como
un+1 — un — resulta que d divide también un_j. Aná­
logamente se demuestra ([inducción!) que d divide un_2,
u„_3, etc. y, finalmente, u¡. Pero Uj = 1 y no puede sor
divisible por d > l . Hemos llegado a una contradicción;
queda demostrado el teorema.
12. Teorema. Tiene lugar la igualdad

(lím, Uft) — fym, u).

Demostración. Supongamos, para concretar, que m > n.


Apliquemos el algoritmo de Euclides a los números m y re:

m = nqo + ri, donde 0 < > i < n,


« = r,g,-j-r2, donde 0 < r 2 < r j ,

w w w .F re e L ib ro s .m e
4f

ri — rzq z + r 3, donde 0 < r 3< r2,

í,¡-2 = r i - i ? i - i + r j , d o n d o O s ^ r » < r (_ i,

rr-i ==f<íi.
Sabemos que r t es el máximo común divisor do m y n.
Puesto que m = ?iqa + r u resulta que
(Wmi Wji) — (f4nf|(|-(-fj, Un) ,
o sea,
(um, Un) = (UngQ.jUr! + UnfljMri+lj
de dondo, basándonos en los puntos 1 y 9, tenemos
(fím, wn) = (u,ujn_ji/r¡, nn)

o, en virtud de los resultados de los punios 11 y 8 ,


(Uim Wn) = (Urj, Un),
Análogamente se demuestra quo

(lin t l i n) = (Urít lif))t

(li-rj, Wrt) — ( !írm Ü-re) i

ur(_j) = (Wr(, ur(_,)-

Comparando estas igualdades, encontramos


(lim, Un) = (lift, lir{_ t);

como quiera que r t divide r t^ y, por onde, urt divide urt


debe ser(ur(, ur¡ t) = w^. Recordando,finalmente, que
r t = (m, ji), obtenemos el resultado necesario.
En particular, do aquí se deduce el teorema recíproco al
teorema del punto ' 1: si un es divisible por um, también n
es divisible por m. En efecto, si un es divisible por nm, tene­
mos, como se ha explicado en el punto 4,
( » « . «i») = um. (2.4)
Pero acabamos de demostrar que
(Wn* Ibn) — M(n. m) • (2.5)
Comparando las fórmulas (2.4) y (2.5), oncontramos
Um = lí(n, m)i

w w w .F re e L ib ro s .m e
42

o sea, m = (íi, »i) y esto significa precisamente que n es


divisible por m.
13. Uniendo el teorema del punto l y el corolario del
teorema del punto 12, resulta: un es divisible por um, si, y
sólo si, 11 es divisible por m.
En otras palabras, para analizar la divisibilidad de los
números de Fibonacci basta estudiar la divisibilidad de sus
índices,
Enunciemos, por ejemplo, algunos «criterios de divisibi­
lidad» do los números de Fibonacci entendiendo por tales los
criterios que permiten conocer si uno u otro número de Fibo­
nacci es divisible por un número dado.
Un número de Fibonacci es par si, y sólo si, su índico
es divisible por
Un número do Fibonacci os divisible por 3 si, y sólo sí,
su índice es divisible por ó.
Un número de Fibonacci es divisible por 4 si, y sólo si,
su índice es divisible por ti.
Un número de Fibonacci es divisible por 5 si, y sólo si,
su índice es divisible por 5.
Un número do Fibonacci es divisible por 7 si, y sólo si,
su índice es divisible por 8.
El lector podrá fácilmente demostrar estos criterios y
otros por el estilo empleando la proposición enunciada al
principio de este punto y considerando, respectivamente, el
tercer, el cuarto, el quinto, el sexto, el octavo, etc, núme­
ros de Fibonacci.
Demuéstrese también que no existen números de Fibo­
nacci que, divididos por 8 , dan 4 como rosto y que no existen
números de Fibonacci a la vez impares y divisibles por 17.

14. Hasta c! final do este parágrafo usaremos con frecuencia pro­


posiciones do lipo «los números a y b, divididos por m, dan oí mismo
resto» o (que viene a ser lo mismo) «la diferencia a — 6 es divisible
por i«*.
Necesitamos ligereza y seguridad para manejar estas proposicio­
nes y pasar de unas a otras, l’or eso, igual que en la Teoría de los nú­
meros, expresaremos estas proposiciones simbólicamente eonvirtión-
dolus así en elementos de un «cálculo».
Definición. Dos números a y b so llaman congruentes módulo m
si, divididos por rn, dan un mismo resto, o sea, si a — b es divisible
por m . Simbólicamente la congruencia módulo m de los números a y
b se expresa así
a ss í)(mÓd rn).

w w w .F re e L ib ro s .m e
43

Es ob vio que siendo a d ivisib le por tn se tiene


a * 0 (m ód m ).
y viceversa.
15. Las congruencias de un mismo módulo se pueden sumar m iem ­
bro por m iem bro lo mismo que las igualdades.
Lema. S i
«1 =a 6( (m ód m),
a2 m b2 (m ód w ),
a„ = bn (m ód m)
se tiene
« i ■+■ «r» + • • • + a;l ^ ó, ii2 + . • • + b„ (mód m ).
D em ostración. Por hipótesis, ni d iv id e cadauna de las diferencias

°¡ - V «a — 6........ - l>„
y, por consiguiente, también d ivide la suma

(«i — l>¡) + {‘h — l'i) + • • • + («„ — l>„),


o sea, la diferencia
(<ii + a¡ + . . . + on) — (ó| + ó2 + • • • + ón)
como queríamos demostrar.
16. Hemos visto en el punto 9 que siendo p prim o y siendo 0 <
< k < p , so tiene
Cp ^ U (mód p). ( 2.6)
Esto mismo se puede expresar así

Ch+ l = 0 (mód p ), (2.7)


donde 0 k < p — 1.
Por lo tanto, siendo 0 < k < p — 1, son válidas ambas congruen­
cias (2.6) y (2.7). Sumándolas, encontramos

C * + C * + i * 0 (m ód p ).
o sea,

CS 1 = 0 (mdd P)<
En otras palabras, siendo p prim o, todos los elementos de la
(p + l)-ésim a fila del triángulo de Pascal, a excepción de cuatro (los
dos extremos do la izquierda y los dos extremos do la derecha), son
divisibles por p .
Es fácil ver también que

C*+ ! - Cp+t = C p -fi = 6 p + ! 3 1 ( mdd P)'


17. La congruencia (2.6) se puede expresar así

C j,Z 1 + c '¡ ,- i s 0 (mód p)

C í:| = - C ¿ _ , ( m ó d p ) .

w w w .F re e L ib ro s .m e
Esta relación os válid a para todo fe = 1 , 2 .............. ~~1 y, por con­
siguiente,

C i s ~ Cl - i s s - cn -i - - “ CS - Í ( m ó d P)-
P err)C ” _ , = 1 y, p oroso, osla fórmula dico que los elementos do la
(p — l)-ésiitia fila del triángulo do Pascal correspondientes a las
posiciones impares son congruentes m ódulo p con 1, mientras quo los
olamentos correspondientes a las posícionos paros son congruentes
con — 1.
18. Las congruencias do un mismo m ódulo se pueden tam bién
m ultip licar m iem bro por miembro.
Lem a. S i
a i ss b¡ (m ód m ),
a2 = b2 (m ód rn),
an ==r hn (m ód m ),
se tiene
a1a2 . . . íj„ seí lnb.¿ . . , b,t (m ód tu). ( 2.0)

Demostración. Apliquem os la inducción según n.


Para n = 1 ol lem a es evidonto.
Supongamos qtin es válid o para un v a lor de n (o sea, que (2.8)
im plica (2.3)) y agreguemos a i as condiciones dol loma la congruencia
<i„+1 3 ón+1 (mód m). (3 . 10)

Las congruencias (2 .9) y (2.10) significan quo las diferencias res­


pectivas1 a,a¡¡ — 6jó 2 . . . b„ y <j„+i — i^ + i son d ivisibles
poT m. Es decir,
Ojíij . . . an = b fa • ■■bn -\-tnT y
on+j = 6n+j-j- mí,

donde T y t son números enteros. M ultiplicando las igualdades obte­


nidas, encontramos

= b fa . ,. bnP n + lJr m (&lba • • - bnf + bn+l^-f- m T t).

E ntre los paréntesis aparece un número entero y, por eso,


cjGs . . . ^ **. b,,8,1+1 (mod m),
como queríamos demostrar.
De esto lema so desprendo que se pueden elevar a cualquier po­
tencia entera no negativa ambos miembros de una congruencia.
Como un ca90 particular do este lema aparece ol resultado si­
guiente: ol producto de números de tipo 4í -+■ 1 es del mismo tip o 4t + 1.
lín efecto, supongamos que los números son a-¡, a ¡, . . ., an . P or h i­
pótesis, tenemos
« , = 1 (m ód 4), «o 55 t (m ód 4), . . an ss 1 (m ód 4).

M ultiplicando estas congruencias, encontramos


a1a, . . . cn es 1 (m od 4).

w w w .F re e L ib ro s .m e
19. Tam bién las reglas do cancelación de las congruoncias so
asemejan a las quo oxisten para las igualdades: las igualdades so
pueden d iv id ir por cualquior número diferente de coro y las congruen­
cias, por todo ntimoro prim o con el módulo.
Lem a. S i
ac s be (tnód m) ( 2.11)
y (e, m) = 1, se tiene
u s i {m ód m). ( 2.12)
Demostración. La congruencia (2.11) significa quo la diferencia
ac — be es d ivisib le por m. Pero
ac — be = (a — 6) c
y como (e, m) = 1, m debe d iv id ir la diferencia a — b, de dondo re­
sulta ( 2.12).
20. En muchos casos resulta ú til la siguiente afirmación conocida
como del pequeño teorema de FermaU.
Teorem a. S i p es un «lim ero prim o que no divide a, se tiene
nP-* = 1 (m ód p ).

Demostración. Consideremos los números


a, 2a, . . (p — 1) a. (2.13)
N o hay entro ellos dos congruentes m ódulo p . En efecto, puesto
que (a, p) = 1 , do
ka =s ía (m ód p)

resulta, según el punto 19, que


k =a l (m ód p ),
o sea, que p d ivid e ¡c — l lo cual es im posible pues 0 < k, l < p y
k^l.
Además, ninguno de los números considerados es d ivisib le por p.
Es decir, todos los números (2.13), dividid os por p, dan diferen­
tes restos rj, r2, . . r „ _ i cada uno de los cuales es distinto de cero.
Pero en (2.13) hay p — 1 números y, por otro lado, en la división por
p so dan tam bién p — 1 restos no nulos, todos ellos distintos. Resu­
miendo, cada uno de los restos 1, 2, . . p — 1 aparece entre los
números r , , r 2I. . . ., r,,., (restos de la división do los números (2.13)
por ;>) una vez solamente. Por lo tanto, tenemos

a = rj (mód p ),
2a s r2 (mód p),

( P - 1 ) « 3 V I (mód p).
M ultiplicando miembro por m iem bro estas congruencias, resulta
1*2. . . . . ( p — l ) a P ~ ' = r y 2 . . . rp. t (m ód p), (2.14)
Poro ya sabemos quo los números rs, r2, . . ., r _ _ j coinciden,
salvo e l orden, con los números 1, 2, . . ., p — 1. Por cao, la con-

w w w .F re e L ib ro s .m e
46

grnencia (2.14) puede ser expresada así


1.2. . . . . { p — . . . -(p — 1) (m ód p ). (2.15)

Observemos, por últim o, que ol producto 1 -2 ■ . . . •(/> — 1) es


prim o con p de modo que la congruencia (2.15) puede ser d ivid id a por
este número, o sea,
«P -1 = 1 (mód p),

como queríamos demostrar.


21. Según hemos visto en el punto 2, entre los divisores de los
números de Fibonacci figuran todos los números. Ahora mostraremos
qne se pueden indicar ciertas clases de números do Fibonacci que pose­
en divisores bastante concretos.
l:>or ejemplo, tiene lugar el siguiente teorema *).
Teorema. S i el índice del número de Fibonacci es impar, todos sus
divisores impares son de Upo 4í -j- 1.
Demostración. Según la fórmula (1.10) (véaseo! punto f) del § 1),
para n impar so tiene -


de donde resulta
ll+t — uj> i/„_, (;«„_( -(-« „ ) —n* -
(2.16)

Sea p 2 un divisor primo de Do (2.10) se desprende que


« « _ i -|- 1 us d ivisib le por u„ y , en consecuencia, también por p. Es
decir,
"«-i s — 1 (móil p).

Elevando a ^— ambos miembros do esta congruencia, obtenemos

<>-t v -t
(«;.-!> ’ = < l } = ( — 1) 2 (m ó d p).

Además, ( « „ _ ) , « „ ) — 1 de modo que u„ no es divisib le por p y, se­


gún ei «pequeño teorema de Ferina tu, encontramos

< I ¡ = 1 (mód p).

I’ ero entonces también

( — 1) 2 1 (mód p),

o sea, ( — 1) ~ 1• l’ or consiguiente, - ■ es un número par y esto


significo que p es de la forma 4/ -j- 1.

1 E l autor expresa su gratitu d a un alicioriado a las Matemá­


ticas, residente en Lenirigrado, que llam ó su atención sobro este
hecho.

w w w .F re e L ib ro s .m e
M

Es (lucir, torios los divisores primos impares de u„ son do la forma


át 4- í ; según hemos explicado al final del punto 18, rio la misma for­
ma serán todos los productos de estos divisores, o sea (véase el punto
5 del § 1), todos los divisores impares de
22. Según la d e f i n i c i ó n d e c o n g r u e n c ia , lodos los números (¡ue,
d i v i d i d o s por m , d a n u n mismo T e s to son congruentes entre sí m ó d u l o
mí. A l c o n t r a r i o , lus n ú m e r o s s o n incongruentes s i, d i v i d i d o s p o r m,
dan d if e r e n t e s r e s t o s .
E l resto de la división por m puede ser sólo uno de I03 m números
1, 2, . . ., m — 1. Por consiguiente, no puede haber más de m núme­
ros incongruentes módulo m. entro sí.
Sea m im par; tomemos los números

La cantidad de estos números es m y entre ellos no hay dos congruentes


módulo ni (de lo contrarío, la diferencia de esos, distinta al coro y (l1
-1
valor absoluto.menor quo m, serio d ivisib le por ni). lio consecuencia,
todo número es enngruento m ódulo m con uno do los números (2.17)
que so denominan residuos módulo m absolutamente menores. E l valor
absoluto de cualquiera do estos residuos es, obviam ente, menor que
la m itad del módulo.
Nótese que, siendo m par, también se puede construir e l sistema
de residuos absolutamente menores pero éste será distinto al (2.17):
id — 2 m—4
l ■* ■J
~2 2
Para ni par no habremos de recurrir ni sistema de residuos absoluta­
mente menores.
23. Sea ni un número impar no divisib le por ñ. Consideremos la
sucesión de los residuos módulo ni de valor absoluto m ínim o calcu-

Vcamus, para diferentes ni, en qué orden aparecen aqui los signos
positivo y negativo. Resulta que este orden depende de la últim a cifra
(en el sistema decimal) del número ai.
Lem a. S i m = 1Oí -(- 1, la sucesión ele residuos absolutamente meno­
res tiene la estructura siguiente', t términos positivos, i términos negati­
vos, t términos positivos, t términos negativos y t términos positivos.
S i ni = 10/ H" 3, el esquema de secuencia de lus signos es: í términos
positivos, t términos negativos, í términos positivos, t - 1- 1 términos nega­
tivos y t términos positivos.
S i m = l O í + 7, en la sucesión habrá t términos positivos, t -f- \
términos negativos, l -)- i términos positivos, i términos negativos y t -f- 1
términos positivos.
S i ni = 1Oí -f- í), tendremos t términos positivos, t 1 términos
negativos, t -+■ 1 términos positivos, t -1- 1 íérmi nos negativos y l -|- t
términos positivos.

w w w .F re e L ib ro s .m e
48

Demostración. Se lleva a cabo realizando ol cálculo directo en


cada uno do los casos; nos lim itarem os al primero dejando al albedrío
del lector el análisis de los restantes.
Sea, pues, m ^ 101-M - Es obvio que — para k - ^ t de
modo que todos asios números de forma 5/c son ya residuos módulo m
absolutamente menores. En total serán t y el últim o será 51. Puesto
que 5 (£ -f- \) > ' , el siguiente residuo absolutamonte menor ha
de ser negativo (e igual a — 5/ 4). Agregándole sucesivamente i — 1
cincos, obtendremos la serie do i números negativos que terminará
con ol — 1. A continuación aparecerá ol 4 y, tras el, un total do í — 1
números positivos (hasta ol número 4 H- (t — 4) »5 = 5í — i inclu­
sive); después surgirán de nuevo números negativos (d el — 5t —(- 3 al
— 2, es decir, un total de i numeres). Finalmente, con los númeios del
3 al Si — 2 obtendremos los últimos í términos positivos de la suco-
sión.
Hemos demostrado la primera afirmación.
En realidad, lo que nos impoTta en esto lema es que para m
=- i Oí ± 1 Ja sucesión tendrá un número par do términos negativos
v para m = 101 ± 3, un número impar.
I»—t
24. Loma. S i /> es número de tipo 5í ± i , el número 5 2 — 1 es
divisible por p.
v -i
S i p es un número de tipo 5t -Ji 2, el número 5 2 -¡-1 es divisible
por p.
Demostración. Tenemos
ó = Kjr) (mód p),
2-5 — e tr2 (mód p),

2 2
donde es e l residuo módulo p absolutamonte menor del número
fc-5; además, rh > 0 mientras que Sj, =* ± 1 doterinina el signo del
residuo.
M ultiplicando estas congruencias, encontramos
p- ¡
1-2 - . . . . 5 2 = e i e 2 . . . * v_ xr t e . . . rp _ 1(m ód p ). (2.18)
~ "
151 razonamiento que sigue recuerda el empicado en la demostra­
ción del pequeño teorema de Fcrmat.
Cada uno de los números positivos r,, r2, , . rp_ x no pasa de

w w w .F re e L ib ro s .m e
49

Siendo dos do estos números iguales, por ejem plo, rh =

= r ¡ (1 < *. 1 — 2 ^ ) > tendríamos 5k = ± 5 l (m ód p ) y también

k s ± í (mód p ) pues {5, p) = i . Pero esto no puede suceder ya que


—p <C k — l < : k + l < p y k — i 0, Por consiguiente, lodos Io3
números r,, r ¡, . . ., rp_ j son distintos, o sea, son, salvo oí orden, los
i

números 1 , 2 , . . . , P ^ ^ . Como todos estos números son primos con

el módulo, podemos d iv id ir la congruencia (2.18) por e l producto


1 -2 • . . , • — . Así obtenemos

p -t
5 2 = e^ü . . . ep_ , {mód p).
~
Según el lema del punto 23, el producto eie2 , . . e JJ_ l contiene
___
el factor — 1 un número im par de voces si p = 10; ± 1 (com o p es
im par, esto significa que p es de la forma 5t ± 1) y un número par de
veces si p = lOt ± 3 (o sea, si p es de la forma 5t ± 2).
Do aquí se deducen directamente ambas afirmaciones del lema.
25. Estamos en condiciones ahora de demostrar la principal
propiedad de d ivisib ilid a d de los números de Fibonacci por un número
primo.
Teorem a. S i el número prim o p es de la ¡orma 5f ± 1, el número
up . i es divisible por p . S I p es de la {orma 5/ ± 1, el número up+J es
divisible p o r p.
Demostración. Supongamos que p es do la forma 5f ± 1. La fór­
mula de B inet da

= [ 1 + C P-1 V á + , CV ~ b f + . . . + < % - * ( V S ) p~. _

y s - c 2_ , (y 5 ) 2+ . . . - c p ; { ci/5)p-t]

o , d e s p u é s d e s i m p l i f i c a c i o n e s e v id e n t e s ,
P -3

up - í = ~2p=z ícü1- i + cp - r 5+ c p - r 52+ - , , + <'p - i ' 5 2 )■

H e m o s v i s t o e n e l p u n t o 17 q u e t o d o s io s c o e f ic ie n t e s b i n o m ia le s q u e
a q u í a p a re c e n s o n c o n g ru e n te s m ó d u lo p c o n e l 1 . F ot eso,

P -3
2 P -iUp. , s 2 ( 1 + 5 + ...+ 5 2 ) (m ó d p ).

4 -0 3 0 8

w w w .F re e L ib ro s .m e
_______________________________ So________________________ .

Sum ando la progresión geométrica y tomando en consideración que


2P"1 es congruente módulo p con el 1, obtenemos
p -l
5 2 —1
“ í,-i = g---- (,u<5d/’)-
l’ero, según el lema anterior, el numerador de la fracción del segun­
do miembro es d ivisib le por p . Como (p , 2) = 1, la fracción es también
d ivisib le por p y , en consecuencia, Uj,_i es divisible por p de modo que
queda demostrada la primera afirmación del teorema.
Pasemos al caso en quo p es de la forma 5í ± 2. Aplicando, igual
que antes, la fórmula de Binet, obtenemos
p —t

'V t = - ¿ r ( c ¿ - u + c’¡l-i-f5+ 6’^ f 52+ - " + cpH-f5 2 )•


Según el punto 1(1, todos los sumandos que figuran entro los parénte­
sis, a excepción de les extremos, son divisibles por p mientras quo
¿ V i = cj;+>. d ivid id o por p , da 1 como rosto, l’ or eso

I Szl
s j 2 ) (“ M p).

Aplicando en este caso c! loma anterior, obtenemos que « p+j es d iv i­


sible por p.
2(>. Supongamos quo u„ es divisible por un número primo p y
quo todos los números de Fibonacci menores que u„ no son divisibles
por p. En tal caso diremos (pie p es un divisor propio de i/n. Por ejom
pío, 11 os un divisor propio do « 1(, 17 es un divisor propio de u9, ele
Es interesante que cualquier número de Fibonacci, a excepción
do u.i, u¡, u„ y «iüj posee al monos un divisor propio.
La demostración do este resultado requiero razonamientos bas­
tante complejos y exigo quo le dediquemos el Testo del parágrafo.
A la vez encontraremos algunas propiedades nuevas de divisibilidad do
los números de Fibonacci.
27. Empecernos por algunas consideraciones generales.
El importante resultado, al que se llegó en el punto 8 , sobre la
d ivisibilidad de un producto p o r un número primo perm ite demostrar
el teorema llamado a voces «leorcm a fundamental de la A ritm ética».
Teorema. Todo número natural se descompone de un modo único en
producto de factores primos.
Demostración. Subrayemos, ante todo, que la posibilidad do tal
descomposición es un resultado muy sencillo que hemos encontrado
ya en ci punto 5 del § 1 aplicando oí razonamiento inductivo directo,
Con el fin de demostrar ia unicidad de la descomposición conside­
remos dos posibles descomposiciones do un número a en factores primos:

P i/'a • • • Ph - * = m » » • > '/{■


Aceptemos para puntualizar que k < 1. El segundo miembro debe
sor d ivisib le por p\. Es decir, como hemos explicado en el punto 8 ,
i debo d iv id ir al menos uno do los Tactores del segundo miembro,
Supongamos, para concretar, que os divisible por p¡. Puesto que el

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51

número <n os primo, esto puedo darse sólo si p ¡ — ij¡ . Sim plificarem os
obteniendo
P í . . . ph = q¡ . . . qt.
R epitien do este razonam iento (¡inducción!) It veces, o sea, hasta agotar
los factores del prim or miem bro, llegaremos a la igualdad

t = 9A+i ■•■‘¡i-
Pero esto filtim o es posible sólo si 9^+1 — ■ * * = Jj = 1 en cuyo caso
no pueden figurar los factores primos 9ft+ i, . . <n en la descomposi­
ción inicial.
Hemos demostrado el teorema.
28. Si agrupamos on potencias ios factores iguales do la descom­
posición de a en factores primos, tendremos

a= pXlp f i. (2.10)
Esta expresión obtenida para el número natural* a se denomina des-
co i» posición canónica del mismo,
A veces, para m ayor comodidad, agregaremos a la descomposi­
ción canónica factores primos arbitrarios de exponento nulo.
20. Para que un número a de descomposición canónica (2.19)
sea d ivisib le por
b=p\U% . . . ] { * (2.20)
es necesario y suficiente, desde luego, que sea

Pi ^ a i 1 P 2 ■i Pfl wJl •
(E n particular, si algún « j = 0, también debo ser p¡ = 0.)
Ahora podemos dar una explicación nueva do lo que es el m áxim o
común divisor de dos o varios números.
Sean a¡, . . ,, a„ unos números naturales y sean plt p 2, . . .
. . ph números primos, divisores, por lo menos, de uno de esos
números. Consideremos las descomposiciones canónicas de ax, a2, . . .
. . an:
ai = P?llp“ lí P?iih’
a i^ P ^ 'P z 2* ■ ri?’1’ (2.21)

P*:HP2n2 ■
■■i ’l nk
(aquí so tiene 0 para todos los exponen tes). Es evidente que la
descomposición canónica de cualquier divisor común d de los números
sI( b2, . . ., an no puede tener factores prim os diferentes de p¡r p 2, . . .
• • *1 Pfa*
d= p\ll>2Z ■■■
Adcmás, el exponento no puedo superar ninguno de los exponentos
cc1£, a ai, . . ., ocjij que lo corresponden y que figuran con p ¡ on Ins
descomposiciones do los números au o,, . , nn:
*i (2,22)
ó*

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52

Si A es el máximo común divisor, los exponentos <5, debon ser los


mayores do los números quo satisfacen las desigualdades respectivas
(2.22). Pero esto significa que 5, ha de sor simplemente ol menor de
los números correspondientes a lt-, a s¡, . . a ni lo cual so puedo ex­
presar así
= min {ctij, ct¡ii¡ . . etní}.

Igual que en el caso de dos números, ol m áxim o común divisor da los


números a,, a ¡, . . a„ se designa jmr ( a „ a», . . a „).
30. E l concepto do m ínim o común m últiplo es, en cierto sentido,
dual al concepto de m áxim o común divisor.
Todo número divisib le por los números új, an do des­
composiciones canónicas ( 2.21) debe contener, evidentemente, en su
descomposición canónica todos los factores primos que figuran por lo
menos en una do las descomposiciones ( 2.21), o sea, los números
Pi» Pa» • * -i Pk- Además, en la descomposición canónica do un múl­
tip lo común pueden aparecer otros factores «extraños». P or consi­
guiente, la descomposición canónica do cualquier m últiplo común m
de los números « i , <i2, . . ., os do la forma

m= /'?‘P22 "■ ?£*"?>


donde Q es el producto de todos los factores primos «extraños», con la
particularidad de que para todo i = 1, 2, . - ., Je se cumplen las de-
stgualds des
Pí ot|í, pi^-ctz/, .■•» P í ^ c t n i . (2.23)

Si m es el mínim o común m últiplo do los números au a%, . . ., a „,


el factor Q no debe, naturalmente, figurar (o sea, debo ser igual a uno)
y los exponentos p ¡ deben ser los menores tic los números que satisfa­
cen las desigualdades (2.23). Pero esto últim o significa que p ¡ ha de
ser simplemente el m ayor ae los números a.],-, a , ; , . . ., a n (:
ji¡ = máx («ji, a2¡, ..., «n f}.
E l m ínim o común m últiplo de los números o,, aa, . . an se
indica por (e j, « j , . . on].
31. Demostremos un lema auxiliar.
Lema. Cualesquiera que sean los números o s, a 2, . . se tiene

máx { « i , «jr, . . . . a n} =
= «»! -( -a * — mí n («»< a 2¡ — mín {a » , a 3} — . . .
. . . — mín {a „ _ i , etn} + m ín {otj, a 2l a 3} - f
- f m ín {a j, a 2, a 4} - f - . . .

± m í n { a t, a 2 , a„) (2.24)
( a q u í en la s e g u n d a f i l a a p a r e c e n t o d o s lo s m ín im o s d e d o s n ú m e r o s ,
en la t e r c e r a , t o d o s i o s m ín im o s d e t r e s n ú m e r o s , e t c .) .
D e m o s tr a c ió n . P o d e m o s a c e p ta r d e sd e e l p r in c ip io , s in p e rd e r
g e n e r a l i d a d , q u o lo s num eT O s tz ,, cc2 , . . c u m p le n l a c o n d ic ió n

Ctj ^ txa CCj,.

w w w .F re e L ib ro s .m e
53

En ta l caso

m áx {« !, a „, , . a n} = a t.

Calculemos el v a lor del segundo miembro de (2.24). Veamos con


este fin cuántas veces aparece (algebraicam ente) en él cada uno do los
números a lt a¡¡, conviniendo en quo de dos números a ¡ y
<xj iguales se toma como m ínim o ol do m ayor índico (osto de ningún
modo afectará los valores de las expresiones consideradas).
Observemos prim eT O (jue a j es e l m ayor da los números considera­
dos. P or lo tanto, a p a r e c e r á sólo Bn la p r i m e r a fila d e l segundo m ie m b r o
d e (2.24) y , a d e m a s , sólo una voz, o sea, « i a p a r e c e en el segundo
m iem bío ae (2,24) con e l coeficiente igual a uno.
Veamos ahora cómo aparece en el segundo miembro de (2,24) un
núm ero cualquiera a , (i > 1). En la primera fila figura sólo una vez.
En la segunda y en todas las sucesivas hasta la í-ésima inclusive,
entra sólo cuando acompaña los m ínim os dondo a ¡ aparece con núme­
ros do índice menor quo i. En la fila /-ósima (/ < í) aparoccrá tantas
veces cuantos combinaciones so pueda formar do i — 1 números a lt . . .
. . ., a i - i tomados /— I a / — 1, o soa, C\z\ veces (véase ol punto 14
del § 1). Por consiguiente, el número a ¡ aparecerá (algebraicam ente)
un total de

veces.
Pero, en virtu d del punto 13 del § 1, esta expresión es igual a
coro.
Es decir, el segundo m iem bro de (2.241 es igual a a ¡ y,p or ende,
al prim er m iem bro; hemos demosrtado e í lema.
32. Empleemos este resultado para dar una expresión cómoda
del m ínim o común m ú ltiplo de varios números.
Teorem a. Se tiene

(flj, •••, ar¡]~


° i a s • ■ • an ( ° t » ah a s) ( a i . ° 2 . a * ) ■ ■ •____________ ,9 2 5 \
( “ 1, a i) ( « i . «a) • * . (a n_i, Ufi) ( « i , «z , o3, a 4) . . . ‘ '

(A q u í en el numerador figura el producto de los números consi-


, derados y de los m áxim os comunes divisores de todas las com binacio­
nes posibles formadas por tres, cinco, etc. de estos números, mientras
uo Bn el denominador aparece el producto de los máximos comunes
S ¡visores de todas las combinaciones formadas por dos, cuatro, etc.
de estos números.)
Demostración. Sea p un factor primo cualquiera que aparece en
las descomposiciones canónicas do algunos de los números oí, o,, . . .
. . ., <ra . Indiquem os por a ¡ el exponente que acompaña p en la des­
composición canónica de a ¡, En¡ol prim er miembro de (2.25) este fac­
tor figura, según el punto 30, con e l exponente

m áx a „} ( 2-20)

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54

y en el segundo m iem bro aparece, do acuerdo con el punto 29, con e!


exponente

« i + « í 4" ■•■ —
— mín {a i , a 2) — m m { a i , a s} — mí n { a „ _ i , a „}-| -
+ m í n { a i , ctj, a 3}-(-m ín {a|, a 2, a i } + - ”

± m ín { a j , a » , . c e ,,} . ( 2 .2 7 )

Del lema anterior se deduce que las expresiones (2.26) y (2.27) son
iguales.
Es decir, las descomposiciones canónicas de ambos miembros de
( 2.2"») contienen idénticos Tactores con iguales exponentes.
33. V olvam os a la divisib ilid ad do los números do Fibonacci.
Lem a.
" mu-l 1 M tlimaihlc por «®. (2.26)

Demostración. Apliquem os la inducción según m.


Para in = 1 el dividendo se hace igual a cero y, pur ende, es d iv i­
sible por i/?,. Supongamos ahora que la relación (2.28) es válida y con­
sideremos la diferencia

a <m + i> n -i — “ « i ! / = ( , í n in - lMi i - l ' f wron K n ) u íi J " l' •

Tenemos, según la hipótesis inductiva,


= » n _ i (raód «£ ).
Por consiguiente,
M(m +i)n-t — un ~ l = u” ' _ i wn~l_t"l,»nu,ín un -\ (mód ií^ ). (2.29)

Pero en el punto 1 hemos visto que « m„ es d ivisib le por u„ de modo que

»«m«n = 0 (múd «*)


y ( 2.211) se convierte en

U(m+Dn-1 - C - i 1 = 0 (mód « * ) .
Hemos demostrado el paso inductivo y tam bién el lema.
V i. Lema.
« m n - « ü + i + 'C - l «■’ divisible )>or iP . (2,30)

Demostración. Apliquem os la inducción según m.


Para m = t el dividendo so hace igual a cero y , por ende, es
d ivisib le por n j.
Supongamos que la afirmación (2.30) es válid a y consideremos la
expresión
"< m + l)n — ‘ n i - / ~ ,fm n - lu » + umnu n+i ~~un + l H " “ n - / •
Tenemos, según la hipótesis inductiva,

= {mód n^).

w w w .F re e L ib ro s .m e
55

P or consiguiente,

U (m +Drt — ,l™ Í l 4 * Hn - í = ,1m n - i u n " í " Mn + l ( " h 'p i

- < _ i) - < ¿ í + «n + í i£)


Ó
“ (rn+lm - <CÍt í = “ w 11- (mó<l “ « ) >
es decir,
“W ) í - < í l + < Í '| = » » K . n- l - 'C _ i )
D el lema anterior resulta míe la diferencia quo aparece, en el segundo
m iem bro es d iv isib le por irn. En consecuencia, el segundo m iem bro es
d iv isib le por u j, o sea, es congruente m ódulo uj1 , con cicero, como que­
ríamos demostrar.
35. Sea p un número primo. En e l punto 1 hemos demostrado que
Uní» es d iv isib le por ¡t(l. Esto sign ifica que al pasar de tt„ a u „T, por un
laclo, pueden aparecer nuevos factores prim os y, por otro lado, pueden
aumentar los exponentos antiguos do los divisores primos de u„. Ahora
demostraremos que sólo puedo aumentar ol expolíente del d ivisor p,
m ientras que los demás divisores prim os de u„ han do conservar sus
exponentos. Además, si p 2, su exponento aumenta en 1 todo lo
mas y sí p = 2, en 2 a lo sumo.
Teorem a. Si q ex un divisor primo de un diferente de p, eí número
u np ., . . . .
no es divisible por q.
nn
línp
Si p es un divisor primo impar de Mn , el numero es divisible
un
por p pero no por p 2.

S i ¡ín es divisible por 4 , el número ~rll es divisible por 2 pero no p o r4 .


Un

Si « n es divisible por 2 pero no por 4, oí j t ú m m i — — es divisible


U rL
p o r 4 y no es divisible por 8 .
D em ostración. Tom ando rn = p, encontramos dol lema an te­
r io r que
nn p — K + i + um ~ i d iv isib le por u£.

En ol punto 1 hemos visto que u„ p es d iv isib le p or u n\ además

I4n-t-l“ “ n - i = (Bl l - i ~ u n -l) (“ n.p* 4 - 4 " • * • -f-«£ _ {) =


= B it ( “ n .p 1 4 - u^ I p l u H - l - h • • ■4 - 1 , 1 i ) -
P or consiguiente, u}t d iv id o la diferencia

( " n + l + Kn+?wn -i + ■•■ 4 - '^ “ l)- (2.31)

De aq u í so deduce, en prim er lugar, que la diferencia (2.31) es


d iv isib le por u„, o sea, que

3 u« + i 4 " ,ín q.iu» -i 4 - • 4 ‘ «fl I ¡ (mód (2 .32 )

w w w .F re e L ib ro s .m e
56

Pero como
« n +1 = “ n-1 (mód K „),
de (2.32) so desprendo que

“ - “ Pn + i + *£ + ] + • ■■ + “ n + l (m ó d u „).

Puesto que el segundo miembro contiene p sumandos, debe ser

~~~~ — P“ nqli (m ó d u „).

Por consiguiente, todo divisor común do los números


f * **
debe d iv id ir también p y viceversa de modo que

Si q es un divisor primo de un distinto de p, ol número (p , un) no es

d ivisib le por <?; luego, , “ n) tampoco es d ivisib le por q. Pero

un es divisib le por ¡¡ que, por consiguionte, no puede d iv id ir ”P


**n
y queda demostrada la primera parto del teorema.
En segundo lugar, puesto que la diferencia (2.31) es divisible por
u?,, tenemos

~ ~ s ' ‘ n -j-l + Kn 4 - ilí n - i + ■ • ■ + Un - 1 ( m Ód p 2) .

Sea
“ n+t = rjp + r' (mód p2),
un-i = r2p + r" (mód p2),
donde 0 < r,, r2, r ' , r" < p (como quiera que la diferencia an+ j —
— es igual a o sen, es divisiblo por p, los restos r' y r" deben
ser iguales; pongamos ontonccs r r = r" — r; salta a la vista que r ^ 0
ya que un_i y « „ + , no son divisibles por p).
En estas condiciones,

~ ~ = { c i P + r )P - ‘ + ( r , p + r ) P " 2 (r2p + r ) - f . . .

.. . + (rjp -1- r)t>-h (r2p + + . ..


. . . + ( r sp-J-r)P_1 (mód p2).

Suprimamos los paréntesis en el segundo m iem bro om itiendo los


términos divisibles por p l . El término
(np + rJP-* (r2p + r) ft- 1
dará entonces

Cp_ hr i p r P - ^ r k - l rP - » c ‘ + r P - M 'í ,

w w w .F re e L ib ro s .m e
57

(p — k) prtrP-2+ ( i — i ) prt rP -2+ p ~ l .


Tom ando osta expresión para todos los términos, os decir, para k =
= 1, 2, . . p , y sumando, obtenemos

^ pr¡rP-2 + — ^2 ^ prjrP_2- f prP“ * (mód p2). (2,33)

Si p 76=2, ol número p — es entero y los dosprimeros


sumandos del segundo m iem bro de (2.33) son divisibles por p1 de
modo que

——- = prP-1 (mód p2).


“n
Finalm ente, rP“ * — 1 es d ivisib le por p en virtud dei pequeño teorema
de Fermát (punto 20); luego, p * d ivid o p r -1 — p de forma que defi­
nitivam ente obtonemos

s p (mód p2).

líyj n
Es decir, el n ú m e ro , d ivid id o por pa, da p como resto o, en
^ (1
otras palabras, os divisib le por p pero no por p*; hemos demostrado
la segunda parte del toorema.
Sea ahora p = 2. La fórmula (2.33) puede ser expresada enton­
ces así

^ ^ ( r j + ra + r M m ó d ó ). (2.34)
un
Si u„ 03 d ivisib lo por 4, los números u „_t y un+i> divididos por 4
dan el uno com o resto lo que puede verse de la sucesión do los rostos
(2.21. P or consiguiente, en este caso tenemos r¡ = r , = 0 y r = 1 de
m odo quo (2.34) da

— = 2 (mód 4)
un
lo cual demuestra la tercera parte del teorema.
Supongamos, finalm ente, quo un no es divisiblo por 4. La sucesión
( 2.2) perm ite ver quo en este caso r, = 0, r* = 1 y r = 1 de modo
que (2.34) da

í ^ = 0(m ód 4).

Resta demostrar que -^ 2 . no es d ivisib le por 8 . Pero si sucediese


&n
lo contrario, uan sería d ivisib le por 16 y, según el punto 13, 2n sería
d iv isib le por 12, o sea, n tendría 6 como divisor; do aquí, a su vez, re­
sultaría que sería d ivisib le por ug, es decir, por 8, lo que contra­
dice la hipótesis (a saber, que un no es d ivisib le siquiera por 4).
Hemos demostrado com pletamente e l teorema.

w w w .F re e L ib ro s .m e
_______________________ 58_______________________

Estamos filiovn cu condiciones do demostrar la existencia do


divisores propios para los números do Fibonacci.
Teorema. Todo número de Flbonacci, a excepción de u i, u¡, u6 y
« t j , posee por lo menos un divisor propio.
Demostración. Consideremos e l número do Fibonacci u„. Sea
a. « , a.

la descomposición catiónicn dol número n.


Tomemos los números de Fibonacci

»'l ’’ 2 ’Y
y calculemos ol mínimo común m últiplo M de los mismos. Según ol
pinito 32,
% “n • /“ » ’ u n ' Un y . .
a, ¡>¿ l i>, i'i
M --— i "fc
" ■ 1 ’---- "a/
— ---------------- (2.3G)
/ V M - /» >, . «n \ ! tLnJ u_n- U± ’ “ . l -
\ ''l J \ Vk-i l'hl \ >'l J,2 *3 pJ
Pero para cualquier r y parn diferentes itl i 2, . . í r so tiene

/u n ■ 11 a ’ •••’ “ a \ = 11/ n _n_ n\


\ ’ó, i% PiJ U , ’ >’í, í'¡rJ
Por eso,

vh ?VV'3
M^ ■

r,i>» j y 3 i’ tt’ít'jPí
Ahora biou, u„ es d ivisib le por todos los números w „ , u R , . . ., u n ;
711 í>2 Vh
luego, también es divisib le por el mínimo común m últiplo M de estos
n ú m e ro s:
nB = A lt.

Todo divisor primo Al d ivido uno de los núinoros (2.35) y,


por consiguiente, os un divisor impropio <lc u„ 1I0 modo que todos los
divisores propios do u„ deben ser divisores do l. Del teorema demostra­
do en el punto 35 se deduce que, de lodos los divisores primos im pro­
pios que tiene n„, en la descomposición de í pueden figurar a lo sumo
l ’u f‘i< • • Ph 60,1 i a particularidad do que cada uno de estos núme­
ros aparece en l. con el expolíente I indo lo más, a excepción del núme­
ro 2 que puede aparecer con el expolíenle 2.
Por eso, la existencia de divisores propios para el número de
Fibonacci u„ quedará demostrada si so demuestra la desigualdad
l > 2p{p2 . . . ph

w w w .F re e L ib ro s .m e
5!)

(la cruz debajo del das significa aquí, y también en lu que sigue, que
este dos so toma en consideración sólo si uno de los números p u ¡>$, , . ,
. . p h es igual a dos).
Demostremos, pues, que

í= W l W L - > 2P iH . . . p*.

i», í>, pk P,!>2v 3

En el punto 21 dol § 1 hemos visto que

a
* n—?1
í - íi
,i
ii-(—
tt
y l “ •

P or lo tanto, la fracción anterior puedo únicamente disminuir


si lodos los números do Fihonncci quo figuran on su numerador se
H n—i
su stitu y e n p o r a " y to d o s lo s números d o F i b o n a c c i quo figuran

1 M-i
en su denom inador se sustituyen por —— a. . Luego, probando

nuestra desigualdad para C3ta fracción nueva, demostraremos inclu­


so más do lo que queremos. Roalizando las sustituciones soñaladas y
/ 1 \2h
d ividien do por > llegamos n la desigualdad

n -i n ” vh~lPh H' 1>iv2l,3pi


a VFs n , . it lV A 11 a»W 3*\
n f| n « t ’ft ti ^ iV )
Pi
oc ‘
n
a -
}>, n
...a
v", na ' 1 3

o sea,
n ft t t i . i . i______ l__ \
a l P i ~ Pe Pi, p , i>2 ' ‘ ' Ph-O'k p ¡¥ j " " i
— T---------------------------------------------------------- > 2PiPi ■•■Pft-
- ( H - P , + P 2+ . . . + P ft+ P , P a+ - . + p ft. , p a H-p ( p 2p 3+ ■ • - ) x
a
es decir,

(*-£) - >
> 2/)iy2 , , . ph,
X

w w w .F re e L ib ro s .m e
60

de donde, tomando logaritm os, obtenomos

x
Recordando la descomposición canónica del número n, podemos
expresar esta desigualdad así

por cp(w), Se liaran función de Eutlor. l ’ osoe muchas propiodades de


importancia o intorés.
Introduciendo ]a función de Euler, tenemos

+ loga 2pip2 . . . pj,, (2,,36)


x

Resta encontrar los números enteros positivos n quo cumplen


esta desigualdad. Diremos quo tales números son <ibuen os» a diferen­
cia de los «m alos» que no satisfacen la desigualdad (2,36). Está claro
que siendo n un número bueno, el númoro do Fibonacci u„ posee d iv i­
sores propios. Subrayemos que la recíproca no tiene lugar: el cum­
plim iento de la desigualdad (2.36) es sólo una condición suficiente,
pero no necesaria, para que un tensa divisores propios. Por eso, en el
caso de números de Fibonacci de índico m alo (habrá 10 números de este
tipo) deberá comprobarse adicionalmente la existencia de divisores
propios. Veremos que seis do estos números tienen divisores propios
mientras que los cuatro restantes (indicados en el teorema) no los
poseen.
«A simple vista» so observa que, al aumentar n, el prim er miembro
de (2.36) crece bastante más rápido quo el segundo. Esto perm ite
suponer desde el principio que la desigualdad (2.36) no se cumplirá
sólo para pequeños valores de n. Pero con la tendencia común al cre­
cim iento, ambos miembros de la desigualdad se comportan de manera
m uy irregular con ol aumento de n, y difícilm ente podrán aplicarse
razonamientos inductivos directos a osto caso. Do aquí que sea natu­
ral el siguiente programa de acción. Ideamos un esquema de determ i­
nación sucesiva do todos los números naturales quo permita pasar de
un número buono sólo a un número bueno; si la aplicación de esto
esquema conduce en alguno do los pasos sólo a números buenos, todos
los números posteriores también serán buenos; en otras palabras,
todos los números malos serán encontrados antes de eso paso. E l lector
podrá observar que este modo do razonar es también una variante del
razonamiento inductivo.
Demostremos proviam ento tres proposiciones-

w w w .F re e L ib ro s .m e
61

1. Sean p ¡, p t , . . ph, . . . todos los números primos tomados


en orden do crecim iento (o sea, p 4 = 2, p 2 = 3, ote.). Si el número
n = p\pt . . . pi, es bueno y si Ph+i > 3, el número p jp 2 . . .
• • ■ Pi¡Ph+i es también bueno.
E fectivam ente, en este caso tenemos
n = p tp , . . . Pu y
<p { « ) = ( P i — 1) ÍPa — 1) • • • (Ph — l ) :
según la hipótesis, es
( p , - 1) ( p , - 1) . . . ( p * - l ) >

> ( 1+ ? r ) ( 1+ 7 í ) • " ( 1+ ‘¿ ‘ ) + ,o ga x/’l P l•••'"“ (2,37)


Para obtener la desigualdad correspondiente al producto
P iP i • • • PaPfc+it debemos m u ltip licar el prim er sumando del sogundo
m iem bro de (2.37) por f 1 + ) , o sea, por un número menor que 2,
' Pa + i /
y agregar al segundo sumando la magnitud logB Ph+i- Pero el numero
PiPa • • • Ph ~ 1 es prim o con cada uno do los números primos
P i. Pa, • • •. Pk• l >or consiguiente, cualquier divisor prim o suyo 9
es m ayor quo todos estos números y , por ende, no es menor que
P h + v Es decir,
P ft+ l < P l P í ••• P h

y, con m ayor razón,


Ph+l < 2piPa . . . Ph,
do donde se deduco quo
lo g «P h + i < lo g a 2 p iP » . . . Ph-

Queda claro así que agregando loga pfc+ j al segundo sumando


aumentamos su valor en menos de dos veces.
P or lo tanto, el segundo m iem bro aumenta en menos de dos veces.
Por otro lado, el prim er m iem bro queda m u ltiplicado por p h+ t — 1,
o sea, por un número m ayor quo 2. De (2.37) se deduce entonces la
desigualdad

< « -< > .- ( « - i ) ( p , . , » ( < + - £ - ) ...

••• ( 1+ ^ ¿ 7 - )+ lo g “ 2í'' --
com o queríamos demostrar.
2. Sea n = p ,p s . . . Ph, donde p( , p ,, . . p h son números
prim os arbitrarios y distintos, un número bueno y sea q un número
prim o cualquiera diferente do p ., p „ . . ., p h y m ayor quo p i; enton­
ces, el número qp¡ . . . ph también es bueno.
E fectivam ente, en este caso la desigualdad (2.36) de nuevo con­
duce a (2.37). Sustituir aquí p¡ por | es tanto como m ultiplicar el

prim er m iem bro de (2.37) por ~^ t y el prim er sumando del

w w w .F re e L ib ro s .m e
segundo miembro por y agregar loga — a l segundo su-

manilo. I‘oro rom o i¡ > />,, oslo conducirá sólo a la disminución del
primer sumando.

El segundo miembro de (2.37) es m ayor que 1 (aunque sólo sea porque


todos los números primos, comenzando por el 2, son mayores que a 2).
Jíl primer miembro es también m ayor que 1 por ser superior al se­
gundo. Pero, si m ultiplicam os el primer miembro (m ayor que 1) por
un número m ayor que I y, al mismo tiempo, agregamos al segundo
miembro uu número menor, la desigualdad (2.37) continuará siendo
válida.
o- “ i t-i ak l i - ai+ J “ 2 •..
3. S) p t ’ />s•* . . . /'k* es un numero bueno, el numero p í 1 />2

. . . p” ,! os también bueno.
Para demostrarlo bastará observar que al sustituir cu la desigual­
dad

+ ioffa ZPtPt . . . ph
X

ol exponento cq por un número mayor a i -f- 1, ol primer miembro


aumenta y el segundo disminuye, Es decir, por efecto de esta opera­
ción todo número bueno sólo puede convertirse en un número bueno.
Disponemos, pues, de tres operaciones con números, o do tres
formas do pasar do un número a otro, con la particularidad de que
estas operaciones convierten números buenos de nuevo en números
buenos.
La primera operación conduce a la sucesión 1, 2, G, 30, 210, . .
la segunda perm ite en todo número, cuya descomposición canónica
contiene sólo primeras potencias de números primos, sustituir cual­
quier d ivisor primo poT otro m ayor (para concretar, aceptemos quo
se escoge para esta sustitución el número prim o más próxim o «por
exceso») que no figura en la descomposición canónica in icial; la ter­
cera operación perm ite aumentar en 1 cualquier exponente do la des­
composición canónica, l ’arlicndo del 1, obtendremos por efecto do
estas operaciones lodos los números naturales. Salla a la vista quo al­
gunos números aparecerán más de una vez, pero esto no alectará
nuestros razonamientos. L o que importa es qne todo número apare­
cerá al menos lina vez.
Pasemos ahora a obtener lodos los números naturales.
Comencemos con la primera operaciúu.

w w w .F re e L ib ro s .m e
ií l número i es m alo, pues la desigualdad (2.3fi (da en este caso
1 > 1 + loga 2 = 1-)- log^, 1= 1
x

y, por lo tanto, no so cumplo (igual que antes aceptamos queol pro­


ducto de números naturales que contiene cero factores es igual a 1).
La primera operación aplicada al 1 conduce al 2. La desigualdad

l > 4 + 10 g a 2 - 4 + 1^ í
¿ X ¿

es incorrecta, o sea, el número 2 es también malo.


Los números siguientes, 6 y 30, también son malos, pues

?<0) = 2 < y . - ~ - H o g a 'i2 = 2-|-)<)gc. 12 y

‘i / í*
rp (30) = 8 ~ iog a 00 a 2,4 -f-8,5,

A l contrario, el número 210 = 2 -3-5-7 es bueno ya que

rp (210) = 48 > 2 . 1 . | . 1 + 1 ^ 4 2 0 « 2,7-1- 12,5.

Por eso, son buenos todos los números sucesivos resultantes de la pri­
mera operación.
Consideremos ahora la segunda y la tercera operaciones.
Aplicadas al número 2, dan 3 y 4, respectivamente, que son nú­
meros malos:

<p (3 ).= 2 < 2 - 1-loga 3 sí 1,3-j-2,3;

<p(4 ) = 2 < 2 + |0 g n 4 ~ i , 5-1-2,í).

Para el núinora 3 estas operaciones dan 5 y 0, respectivam ente; no


ofrece dificultad comprobar que 5 es un número m alo mientras que 9
es un número bueno de modo que las transformaciones sucesivas del 9
no tienen interés. Ahora, partiendo de! número 5, podemos pasar por
efecto de la segunda operación al número 7 y empleando ia tercera
operación al numero 25. Am bos son buenos; por consiguiente, todos
los números derivados do estos serán buenos y podernos no conside­
rarlos.
La tercera operación aplicada al 4 conduce al número bueno 8
(ia segunda operación no so puede emplear para el número 4).
Resumiendo, aplicando al 2 la segunda y la tercera operación
tantas veces como se quiera, obtenemos tres números (3, 4 y 5} malos,
siendo lodos los demás buenos.
Pasemos al número 0. La segunda operación conduce al número
m alo 10 y, después, a los números buenos 20 y 15 y al número malo
14. Pero tras el número malo 14 van los números buenos 21 y 22 (se­
gunda operación) y los números buenos 28 y 98 (tercera operación).
La tercera operación, aplicada al 6, conduce al número m alo 12
y a l número bueno 18. A p artir del 12, obtenemos con la tere ra opera¿

w w w .F re e L ib ro s .m e
64

ción los números buenos 24 y 36, mientras que la segunda operación


no se puede aplicar al número 12, pues éste es divisib le por el cuadrado
del prim o 2.
Finalmente, todos los números derivados del número 30 (210, 42
y 60, respectivamente) son buenos.
Podemos resumir nuestros razonamientos en un esquema
(f'g- *)•
Obtenemos así que los números malos son:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 14 y 30.
Les corresponden los números de Fibonacci
1, 1, 2, 3, 5, 8, 55, 144 , 377 y u „ .

Es fácil ver quo u3, u6, uj» y uu poseen divisores propios (2, 3 ,5 ,
11 y 20, respectivamente). Además, podríamos escribir todos los nú-

7b 25b 21b 22b 28b P8b

5m 9b 14m 15b 20b

(jy /
3m lOro 42b

(j) (j> <p


- 2m Q " — *- 6m ( T ) -------» - 3 0 m— 0 — » 210b

(3) (3)
4m 12m 18b 60b

< j>

F IG . 1

meros de Fibonacci que preceden a u30, descomponerlos en factores y


comprobar de un modo directo quo u30 posee divisor propio. Pero
esto huelga: dol teorema del punto 22 se deduce que u, 0 es d ivisib le
por 31 (y a quo 31 es un número prim o de tipo 51 + 1); por otro lado,
u„ = 9, u10 = 55 y Uj5 = 610 no son divisibles por 31; luego, 31 es
divisor propio do u30.
Quedan los números = 1, u} = 1, u8 = 8 y u ¡2 = 144;salta
a la vista que no tienen divisores propios.
Hemos demostrado el teorema.
37. «E n contrapeso» a los cuatro números de Fibonacci que no
tienen divisores propios, existen números do Fibonacci con varios

w w w .F re e L ib ro s .m e
G.r>

divisores propios; por ejem plo, los divisores 37 y 113 para up, los
divisores 53 y 109 para u27, etc. Se ignora si son muchos los mañeros
do Fibonacci con dos o más divisores propios.
Surge una pregunta natural: ¿cuál es e l indico n del número do
Fibonacci quo tiene el prim o p como d ivisor propio?
Del punto 25 se deduce que n ^ p — 1 si p es de tipo 5í ± 1 y
quo » ^ p + 1 si p es de tip o 5t ± 2. Pero hasta ahora se desconoce
la fórmula que perm ita calcular directam ente el número de Fibonacci
con el d ivisor propio p.

En el punto 9 hemos demostrado quo son compuestos todos los


números de Fibonacci de índice compuesto, a oxeepcíón de #4. La re­
cíproca no tieno lugar: por ejem plo, ti)e = 4181 = 37-113. Cabe pre­
guntarse si es fin ita o infin ita la cantidad de los números de Fibonacci
primos, o on otras palabras, si existo o no el m ayor do los números de
Fibonacci primos. Este problem a sigue pendiente.

§3
N U M ER O S DE FIB O N A C C I
Y L A S F R A C C IO N E S C O N TIN U AS

1. Consideremos la expresión

<7o + ----------- (3.1)


7l +

73 +

donde glt q2, . . ., qn son enteros positivos y <¡r0 os un entero


no negativo; o sea, a diferencia do los números ql% qlt . . .
. . qn el número q0 puede ser igual a cero. Tendremos
siempre en cuenta esta peculiaridad del número q0 y, por
ello, no la mencionaremos más.
L a expresión (3.1) se denomina fracción continua y los
números g0, . . ., qn son los cocientes incompletos de
esta fracción.
Las fracciones continuas encuentran aplicación en las
más diversas cuestiones matemáticas.
E l proceso de conversión de un número en una fracción
continua se denomina desarrollo de este número en fracción
continua.
5 -0 3 0 8

w w w .F re e L ib ro s .m e
Veamos cómo se obtienen ios cocientes incompletos de
este desarrollo en el caso de una fracción corriente 4-.
O
Consideremos con esto fin el algoritmo de Euclides apli­
cado a los números a y b:

n = b q 0+ r t,
ó = n q, + rz,

J' l r 2 ? 2 - f ‘ r 3>
(3.2)

t" 11-2 — r n-i</ji-t - p r,i i

t'n-l ==,'n7«'

La primera igualdad da
a , r i 1
y = 7o + y — 7o -I- - y - *
'i
Pero de la segunda igualdad de' sistema (3.2) so deduce que

/i . r» 1
- - í , + - = ?. + T T
rz
de modo que
n , t
y - 7o H — p ■
«.+ —
r2
13e la tercera igualdad de (3.2) obtenemos


r-i — 72 + ~rj = 72 + —
rj
rs
y, por oso,

, 1
r'¿

w w w .F re e L ib ro s .m e
67

Salta a la vista quo llevando este proceso hasta e l fin


(¡inducción!) llegaremos a la igualdad

a , 1
y = ? o + - - - ’

9‘

En virtud del algoritm o de Euclidcs so tiene qn > \ .


(Si fuese qn — 1, resultaría r„_, igual a rn, r „ . t sería d ivi­
sible por r„_, y el algoritmo do Euclidcs se hubiera inte­
rrumpido en el paso anterior.) Por eso, podemos en lugar de
qn considerar la expresión (qn — 1) + - J - , o sea, aceptar que
qn — 1 es el penúltimo y 1, e l últim o cocientes incompletos.
Esta observación será ú til en adelante.
2 . liem os visto que toda fracción racional puede sor
desarrollada en una continua. Demostremos ahora que este
desarrollo es único, o sea, que son iguales los cocientes in­
completos correspondientes de dos fracciones continuas igua­
les.
Tomemos con este fin dos fracciones continuas to y w '.
Sean qa, qlt qt , . . . y q'n, q[, q't sus cocientes incompletos
respectivos. Probemos que la igualdad <o = ce' im plica
las igualdades q0 = q’0, qt = q\, q2 — q'v etc. En efecto,
q0 es la parte entera del número w y <¡r¿ es la parte entera
del númoro o/; por eso, q0 = q’a. Ahora bien, podemos repre­
sentar las fracciones continuas o) y ro' en la forma

donde co, y también son fracciones continuas. Puesto que


o) = w' y q0 — qó, tenemos (üj =* <oj. Poro en tal caso son
iguales las partes enteras de los números © l y o sea,
q¡ y q\. Continuando estos razonamientos (¡inducciónl), nos
persuadimos de que q2 = q’2, q3 = q'3, etc.
5*

w w w .F re e L ib ro s .m e
una fracción continua. Consideremos los números

7o i 7o i ' r r ~ i 7o-1

Estos números expresados mediante fracciones irreduci­


bles corrientes
Po <Io
Qt ~ t ’

se denominan reducidas de la fracción continua ce. Nótese que


se obtiene de ~ sustituyendo el último cociente in-
VA+1 Vh
completo de esta reducida, o sea, q^, por q^ -)------- .
4. En la teoría de las fracciones continuas desempeña un
papel importante el lema que sigue.
Lema. Para toda fracción continua (3.3) se cumplen las
relaciones
Ph+ 1 = i+ P h-i, (3-4)
Qh* i = QhQkn (3.5)
(3.6)
Demostraremos estas igualdades simultáneamente em­
pleando la inducción según k.

w w w .F re e L ib ro s .m e
G9

Demostrémoslas primero para k = 1. Tenemos:

_ n _l_ 1 - W 1 + 1
<?i go+ íi ” 9! '

Puesto que los números g0b] + 1 y qx son primos entro sí,


la fracción es irreducible; al mismo tiem po, la frac-
D
ción es irreducible por definición. Pero los numeradores
y los denominadores do dos fracciones irreducibles iguales
son iguales. Es decir, P i = <7o?i + 1 Y Qi —
Tenemos, después,

* = Ü Ü ^ ± S . (3.7)

*+T,
Según el punto 10 del § 2, el máximo común divisor de
los números g0 (^<7, + 1) - f qt y qxqt + 1 es igual a (q t ,
QiQz + 1) y» Por esl a misma razón, es igual a (qt , 1), o sea,
al 1. Por lo tanto, la fracción que figura en el último miem­
bro de (3.7) es irreducible de modo que

P2 = (<7i9s + 1) + = (90<7i + 1) ?2 + 7o =*
= P tft + Po

y
Qt = <¡i<lt + 1 = <?i?s + Qo-
La igualdad

P fo - P iQ t - ( — i )1

so comprueba fácilmente.
Con esto queda demostrada la baso de la inducción.
Supongamos ahora que son válidas las igualdades (3.4),
(3.5) y (3.6) y consideremos la reducida

Pft+l _ Pltlh+l + f t ,- !
Qh+l Qk1h+\+Qh-i

Hemos dicho ya que se obtiene de sustituyendo


Vft+z V ftH

en ésta por puesto que m +1 no figura en


Vh+a

w w w .F re e L ib ro s .m e
70

las fórmulas para P¡t, Qh, P h- t y Q h-i, tenemos

Qh(VQh+id 1h*2 /
) 4 - (? a - i

o, recordando las hipótesis inductivas (3.4) y (3.5),


Ph*2 _ Ph+i'¡k+2 + l'h (3.8)
Qh+2 Qh+i<lk+2 + Qh
Demostremos que es irreducible la fracción que apareco
en el segundo miembro do (3.8). Para ello basta probar quo
su numerador y su denominador son primos entre sí.
Supongamos quo los números Ph+tfh+z + l \ y
(4 + iíd + i -|- Qh poseen un divisor común d > l . En oste
caso, la expresión

(P /i + l? /( + 2 + P k) Qh+i — (Qh+tQh+2 + Qh) Pk+i


también será divisible por d. Pero, según la hipótesis induc­
tiva (3.6), esta expresión es igual a ( — l ) h+I d no puedo y
dividirla.
Por lo tanto, el segundo miembro de (3.8) es irreducible
de modo que (3.8) es una igualdad entre dos fracciones irre­
ducibles. Luego,

Ph+z — Plt+¡qii+2-\- Pk y Qh+2 = Qk+lQh+Z + Qh •


Para concluir la demostración del paso inductivo resta
demostrar quo
(3.9)

Pero de los resultados ya obtenidos se deduce que

Ph+2Qk+t — P h+lQh+2 =
— Ph+l<lh42<¡h+í-\- PhQh+l ~ Ph+flh+iQh+l— Ph+lQh
y (3.9) se desprende directamente de la hipótesis inductiva
(3.6). Con esto concluye la demostración del paso inductivo
y, por ende, del lema.
Corolario.
'V t P h __ ( - t )'1
(3.10)
Qk+t Qh QkQh+i

w w w .F re e L ib ro s .m e
71

La demostración es evidente.
Puesto que los cocientes incompletos de las fracciones
continuas son enteros positivos, del lema demostrado se
deduce que
P 0< P x< P t < (3.11)

< Qi < Qt < •••


Más adelante precisaremos esta sencilla pero importante
observación.
5. Apliquemos ahora ol lema del punto 4 para describir
todas las fracciones continuas cuyos cocientes incompletos
son iguales a 1. Para estas fracciones se cumple el siguiente
teorema importante.
Teorema. S i una fracción incompleta tiene n cocientes
incompletos, lodos iguales a 1, esta fracción es igual a
IIn
Demostración. Sea a n la fracción continua'do n cocientes
incompletos iguales a 1. Salta a la vista que

son las sucesivas reducidas de la fracción oc„.


Sea
rv - P*
a* ~ Qk
Puesto que

« i = 1= j y a2= l + x = j .

debo ser P x = 1 y P 8 = 2. Además, P „ + x = P nqn+ X +


+ P „ _ t = P n + P n+ t. Por eso (véase el punto 6 del § 1),
Pn ^ tín+ i-
Análogamente' tenemos: Qx — 1, @8 =* 1 y ,<?«+) =
= Qngn+x + Qn -i = Qn + Q n-i do modo que <?„ = un. Por
consiguiente,

11n
a , ‘ = i r -1 ’ ( 3 -í 2 >

Comparo el lector esto resultado con las fórmulas (1.10)


y ( 3.6).
6. Sean
1 1
w = 9 o + -------------j------ y w ' = 9 Í + ------------ í------

w w w .F re e L ib ro s .m e
72

dos fracciones continuas con la particularidad de que


Qo^ QOi 91 7i» ?2 7íi **• (3.13)

Indiquemos por

A A A
?o ' 0. ’
las reducidas de la fracción w y por

las reducidas de la fracción


Salla a la vista, de los resultados del lema del punto 4 y do
(3.13), que
K > /*o, p ¡ > p i, •••
y que
Qo^ Qo> 0i 02>
Está claro que el valor m ínim o de cualquier cocicnlo incompleto
es 1. Por eso, si todos los cocientes incompletos de una fracción conti­
nua son iguales a 1, los numeradores y los denominadores do sus redu­
cidas crecen menos rápido que lo3 numeradores y los denominadores
de las reducidas de cualquier otra fracción continua.
Estimemos esta diferencia en el crecimiento. Es evidente que,
después de las fracciones continuas de cocientes incompletos iguales
a 1, ol crecimiento menos rápido de los numeradores y de los denomi­
nadores se da en la fracción' continua que tiene lodos los cocientes
incompletos iguales a 1, a excepción de uno, igual a 2. E l lema que
viene a continuación permito ver que estas fracciones continuas tam­
bién están ligadas a los números de Fibonacci.
Lem a. S i los números q <,, g ¡, q ¡, . . qn son los cocientes in com ple­
tos de una jra cción continua w y

?n= ?t = ?a— •••= 9í-i=íf+i — 7n —


<7i = 2 (í=¿0),

u =l + —i_

n — i cocientes
incompletos

w w w .F re e L ib ro s .m e
73

Oj según el punto anterior,

1
(0=1 + . = 1- — 1 - f-
1 ün-i 2» „ + »n-i
2+
®n-i un
=1 + 1+2H* [ín
^n+S Wn+S
y, tomando convoncionalm entc ií 0 = 0, obtenemos

u2,tn+2 + £ílu n
(Ü ----------- . .
n+¿ "K
liem os demostrado ía baso de la inducción.
Supongamos ahora que para todo n se tiene

H ——
i cocientes
incompletos <

+ 1 -j...
1
1
2 + «n-i
Uj +jU-n-i+sd- U-jUn-i+l ( 3 .1 4 )
wí Kn-i+3“Í* uí - l un-i+l

Tomemos la fracción continua

1+ r +
1 + 1 cocientes ,
incompletos

+ 1+ -
2+
«n -M
que también se puede escribir así

1
1+
1 +
i cocientes
incompletos

+ 1+ (3 .1 5 )
2+

w w w .F re e L ib ro s .m e
________________________________ 74________________________________

En virtud do (3.14), la fracción conlinuB quo aparece en (3.15) por


debajo do la linca de puntos es igual a

ul+1un -¡+ l + u¡'l n -i


"¿ “ u - i + í + wí - l Mn-l
Por consiguionto, toda la fracción (23.15) es igual a

f i í ______________ (u ¡ + u i+ l) u „ -¡

, J i+ t< ‘ n - i i-a~1~ l ‘ i u n - i l l i + i u r l - f + Z " ( * “ i ,£n - i

UÍUn-Í+2 "i" “ ¡ - l 11!! -i


_ l t i+ 2 ttn . - i + t + u t + lu >!-{
^ i+ l^ n - M + ul^n-l

Con esto queda demostrado el paso inductivo y todo el lema.


Corolario. Sea « una fracción continua que tieno no monos de n
cocientes incompletos, no todos igualos a 1, y sea qn =¡t 0 ; representan­

do o) como una fracción corriente , tendremos entonces

■1’ > ', í+Iwh-/+.tI",/í«'« - í+ í > “ ¡+t“ n-/+Í_H /f“ n-í+t —


y , por analogía,
Q > «ii+ j-
E l lema del punto 4 desempeña aquí, desde luego, un papel pri­
mordial, pues denido a él obtenemos sólo fracciones irreducibles al
convcntir una fracción continua en una enmonte y esto excluye la
posibilidad do que los numeradores y los denominadores disminuyan
por efecto de la simplificación.
7. E l resultado del punto anterior perm ite obtener el siguiente
teorema que revela la posición especial do los números de Fibonacci en
cuanto al algoritm o de Euclides.
Teorema. Apliquemos el algoritmo de Euclides a los números a i i b ’,
si b = un , existe un valor de a tal que el número de pasos que requiere el
algoritmo será n — 1; si b < un, este número de pasos será menor que
n — 1 cualquiera que sea a.
Demostración. La primera parte del teorema es elemental. Basta
tornar a igual al número de Fibonacci que va directamente después do
b, o sea, «„ + * . En esto caso tenemos

- —

Puesto quo la fracción continua a n tiene a cocientes incompletos,


el número ríe pasos en el algoritm o do Euclides, aplicado a los númo-
ros a y b, sera n — 1.
Demostremos in segunda parto del teorema. Supongamos, a des­
pecho d e,lo afirmado, que el número do pasos es n — 1 como m ínimo.
Desarrollemos en fracción continua co. Salta a la vista que di tendrá

n cocientes incompletos como mínimo (uno más quo el númoro de pa­


sos en el algoritm o do Euclides). Puesto quo & no es un número de
Fibonacci, la fracción e> te n ir cocientes incompletos distintos de 1;

w w w .F re e L ib ro s .m e
7!)

Soripótosis
eso; debido al lema del punto 6, será 6 >
del teorema.
wn lo quecontradico la

Este teorema pone en evidencia que al aplicar el algoritm o de


Euclides a dos números consecutivos de Fibonacci el proceso corres­
pondiente será en cierto sentido el «más prolongado».

8 . La expresión

(3.16)

se denomina fracción continua infinita. Todas las definicio­


nes y todos los resultados de los puntos anteriores pueden
liaccrsc oxtcnsivns do un modo natural al caso de fracciones
continuas infinitas.
Sea

(3.17)
<?o ’ Qi '

la sucesión (infinita, claro está) de las reducidas de la frac­


ción (3.16). Demostremos que esta sucesión tiene lím ite.
Con este fin consideremos por separado las sucesiones
Pp Pj P 2n
,(3.18)
Q o' Q i Q in ' '
y
Pj P3 P jn + l
(3.19)
Q1 ’ <?3 ’ • • • ’ Qin+l ’ ■

En virtud de (3.10) y (3.11), tenemos

P jn + i P in P jn +1 iP jn + i

Q in+2 Q in Q in * 2 Q in + l Q in + l Qin

Q tn + iQ ín tí Q m + iV in

es decir, la sucesión (3.18) es creciente. Igualmente, de

Pjn+3 Pvn + l 1________________ H

sejieduce que la sucesión (3.19) es decreciente.


Todo término do la sucesión (3.19) es mayor que cual­
quier término de la sucesión (3,18). Efectivamente, conside*

w w w .F re e L ib ro s .m e
76

remos los números


P,•¿11 ,, ‘ 2m+l
Qzn Q^m*l
y tornemos un número impar k mayor que 2n y también que
2m + i . Do (3.10) se desprende que

-(3M >
además, puesto que (3.18) es creciente y (3.19) es decre­
ciente, tenemos
Ph-H y P 2n
> -^ L (3-21)
(bi+1 Qín
">i j» Pjmt-( /o oox
<?A < 1■ ( }
Comparando las expresiones (3.20), (3.21) y (3.22), encon­
tramos

<
Q 3n óbim +l

Según (3.10) y (3.11), tenemos

P n+t
0/1+1 Qn
y, por eso, con el aumento de n el valor absoluto do la dife­
rencia entre la (n -f- l)-ésima y la n-ésima reducidas tiende
a cero.
De todo lo dicho podemos concluir que las succsionos
(3.18) y (3.19) tienen el mismo lím ite que también, claro
está, es lím jte de (3,17). Este lím ite se denomina valor de la
fracción continua infin ita (3.16).
En el punto 2 hemos demostrado la unicidad del dcsa-
rollo de un númoro racional en fracción continua. Ya que
aquellos razónamionios no se basaban de modo alguno en
el carácter finito de. las fracciones continuas consideradas,
quedó así demostrado qno todo número real (y no sólo ra­
cional) es valor de una sóla fracción continua.

Puesto que todo número racional se desarolla siempre en fracción


continua fin ita, de lo expuesto se deduce que no puede ser desarro­
llado en una .fracción continua infinita,, o sen, e l valor jdc una fracción
continua in fin ita ’es necesariamente nn número irracional.

w w w .F re e L ib ro s .m e
__________ ______________________77 _

La teoría de desarrollo de los números irracionales en fracciones


continuas constituye una rama enjundiosa c interesante do la Teoría
de tos números. Sin detenernos especialmente en estas cuestiones voa-
mos un ejemplo relacionado con los números de Fibonacci.

9. Determinemos el valor de la fracción continua infinita

i+ V - (3-23)

Sabemos ya que este valor es igual a lím a „, donde


«-►00
an = . Calculemos este lím ite.
En el punto 20 del § 1 hemos visto que un es el entero
mas próximo a , o) sea, para tod
todo n so licno

l a

donde |0„ ) < — .


Por eso, recordando Jo demostrado en el punto 5, tenemos
" n+1
On+1
iítn a „ = líin lím —~
n-K» r-»oo "a n—oo g?1 i í>
V 5 +G "
a + < W j/ 5 Uu) /a + 0n+l_k^\
= lim = ^ °L J - .
n..M j. | 0, T/5 \
<*n «-«V T «» I
Pero 0n+y 5 es una magnitud acotada (su valor aJtsoluto es
menor que 2) y a71 crece indefinidamente cuando n tiendo
al infinito (porque a > 1). Por Jo tanto

lím ° " * <y * = 0.


a”
Por estas mismas razones

lím ^ ^ 1 = 0
n~c°
de modo que
lím an = a.
Tt*-*0O

w w w .F re e L ib ro s .m e
78

E l valor rio la fracción continua (3.23) se puede determinar sin


recurrir a la fórmula de B inet ni a los lím ites. (E n cierto modo nos
«basta» con que el razonam iento inductivo del punto 2 es v á lid o tanto
para las fracciones continuas finitas como para los lím ites de éstas,
las fracciones in fin itas.)
Representemos con este fin la fracción (3.23) en la forma

La expresión x es de nuevo la fracción continua (3.23) de modo que

* = 1+ 1 ,

o sea,
x» _ * _ l « 0 (3.24)

y
i ± y i
X - g •

Puesto que el valor de la fracción (3.23) es un número no negativo,

debo ser igual a la raíz p ositiva do la ecuación (3.24), osea,


que es precisamente a.

De aquí se deduce que el cociente de dos números de


Fibonacci consecutivos se aproxima a a con el aumento
del índice. Podemos emplear esto para calcular aproxima­
damente el valor do a (compárese con el cálculo do un reali­
zado en el punto 20 del § 1 y también con la fórmula (1.35)}.
El error resulta pequeño incluso tomando números de Fibo­
nacci de índice no muy grande. Por ejemplo (redondeando la
quinta cifra),

Ü lt = §1=1,6176
»» 34

mientras que a = 1,6180, o sea, el error, como vemos, no


pasa de 0,1 %.
Señalemos de paso que respecto al error que se comete
aproximando un número irracional por inedio de las redu­
cidas y del desarrollo en fracción continua, el número a ocu­
pa una posición especial: cualquier otro número se aproxi­
ma por sus reducidas mejor, en cierto sentido, que a. Sin
embargo, no nos detendremos en esta cuestión a pesar de
su interés.

w w w .F re e L ib ro s .m e
§ 4
NUM EROS DE FIB O NACC I
Y L A G E O M ETR IA

1. Dividamos el segmento A B de longitud 1 en dos par­


tes (fig. 2) de modo quo la mayor sea la media geométrica
entre la menor y todo el segmento.

C, B
I ... I

FIG . 2

Sea x la longitud de la parto mayor del segmento. La


longitud de la parte menor será, naturalmente, l - i y
nuestro problema se reduce a la proporción

(4.1)
í-x '
de donde
x l = 1 — x. (4.2)

La raíz positiva do (4.2) es - 1 de modo que cada


una do las razones de la proporción (4.1) es igual a
is _ ad+Vñ) i+ y i _
x - 1 + 1/5 ( - 1 - L V 5 ) (1 + 1/5) 2

Esta división del segmento en dos parles (mediante el


punto £ [) so denomina división en razón media y extrema o
también división en justa proporción.
Si tomamos la raíz negativa de la ecuación (4.2), el punto
correspondiente C t quedará fuera del segmento A B (en la
Geometría se dice entonces que la división es externa) como
puede verse en la íig. 2. Salta a la vista quo también en este
caso tropezamos con la justa proporción
C Ji AB
— — = ------— a.
AB C2A
2. No ofrece dificultad alguna la construcción del punto
de la justa proporción.

w w w .F re e L ib ro s .m e
Sea A B = 1; levantando desdo el punto A la perpendi­
cular y escogiendo el punto E de modo que A E *= y (fig. 3),
tendremos

Trazando por A con centro en E el arco de circunferen­


cia hasta intcrsecar E B en el punto D , tondremos

7W = .

Por último, trazando por D el arco de circunferencia


con centro en B, ohlenomos el punto buscado Cv E l punto

F1G. 3 FIG. A

C2 do la división externa se determina por la condición


A C 2 = BC,.
3. En la Geometría tropezamos frecuentemente con la
justa proporción. Por ejemplo, si tomamos un cuadrado
inscrito en un semicírculo (fig. 4), C es el punto de justa
proporción en el segmento A B .
El lado a10 de un decágono regular (fig. 5) inscrito en
una circunferencia de radio R os igual, como se sabe, a

n sea, es igual a 2 R sen 18°.

Calculemos el valor de sen 18°. En virtud «lelas fórmulas de la


Trigonom etría, tenemos

sen 36° = 2 sen 18° eos 18° y


eos 36° = 1 — 2 sen* 18°.

w w w .F re e L ib ro s .m e
81

do modo que
sen 72® = 4 sen 18° eos 18° (1 — 2 sen3 18°). (4.3)

Puesto que sen 72° = eos 18° # 0, de (4.3) se deduco


1 = 4 sen 18° ( 1— 2 sen! 18°),

o son, sen 18° es una de las raíces do la ecuación


1 = 4 * (1—2*s) 6 8 i s - 4 x + l = 0.

Descomponiendo en factores el prim er m iem bro do la últim a ecuación,


obtenemos
(2x - 1) (4x« + 2* — 1) = O,
de donde
- 1 + V 5 v , . -1 -T /ü
y I 3= -

Puesto quo sen 18° es un número positivo distinto de ~¡r ,


H
V 5 -1 1
sen 18° =
2a

Fijemosnos tam bién en que

eos 3 8 ° = 1 — 2
2sen2
sen2 1 8 °=
° = l1 - 2 = 1- J - r =
4az 2a2
2q z — 1 2+ 2a - l 2a + l a3
2a z 2a 2 2a2 2a2 2 '

Por lo tanto,
o r> V 5 - 1 n V 5 -1 H

6 -0 3 0 8

w w w .F re e L ib ro s .m e
82

Bn otras palabras, óJ0 es la parto mayor del radio del círculo


divid id o on justa proporción.
Para calcular aJ(, podemos, en la práctica, sustituir a
por oí cociente de dos números de Fibonacci consecutivos
(punto 20 del § 1 o punto 8 del § 3) y tomar a10 igual apro-
8 5
ximadamento a ^ 7?, o, incluso, a
4. Consideremos el pentágono regular. Sus diagonales
forman un pentágono regular estrellado (fig. 6).

F IG . 6

Puesto que los ángulos A F D y A D F son iguales a 108°


y 36°, respectivamente, tenemos por el teorema de los senos

i ^ = £ íL ^ = ^ = 2cos360= 2 Í ± ^ = a.
AF sen 3G° sen 3G 4

Pero como A F — A C , debe ser


AD AD
AF ~ AC ~ a

y C es el punto de justa proporción en el segmento A D .


Por definición de justa proporción tenemos
AC
CO “•

Observando que A B = C D , encontramos


AC _ A fi
A li ~ JJC

w w w .F re e L ib ro s .m e
83

Es decir, cada uno do los segmentos


B C , AB, AC y AD

es a veces mayor que el anterior.


El lector podrá probar que también

5. Tomando un rectángulo de dimensiones a y b, ins­


cribamos en él cuadrados del área mayor posible (como mues­
tra la fig. 7).
Siendo a y b números enteros, de las explicaciones dadas
en el punto 5 del § 2 so deduce que esto proceso corresponde

FIG. 7

al algoritmo de Euclides aplicado a los números a y b con


la particularidad de que el número de cuadrados do igual
dimensión coincido (punto i del § 3) con los cocientes incom­
pletos respectivos del desarrollo de en fracción continua.
Si dividim os de este modo un rectángulo cuyos lodos for­
man la misma razón que dos números de Fibonacci consecu­
tivos (fig. 8), podemos afirmar, basándonos en el punto 4
del | 3, que todos los cuadrados, a excepción do los dos
menores, serán distintos.
Puesto que las dimensiones de estos cuadrados son, res­
pectivamente, « i , Uj, . . un, la suma de sus áreas es
+

A l mismo tiem po, esta suma es el área del rectángulo con-'


siderado, igual a un?zn+j.
G*

w w w .F re e L ib ro s .m e
M

Es decir, para lodo n

«* + “ * +
y liemos encontrado una demostración nueva, esta voz geo­
métrica, do la proposición del punto 4 del § 1.

6. Supongamos ahora que la razón de las dimensiones


dol rectángulo es a (abreviando diremos en este caso que se
ticno nn rectángulo de justa proporción). Inscribamos en un

¡i
/
ni
Ir
3 F c
FIG. !> FIG . 10 F IG . 11

rectángulo de justa proporción el cuadrado de mayor dimen­


sión posible (fig. C
J) y demostremos que de esta forma se
obtiene do nuevo nn rectángulo de justa proporción.
En oíeclo,
Afí
AO ~ “ •

Por hipótesis A D — A E = E F ya que A E F D es un cua


drado. Luego,
KV A n -R R ,
un “ un —a

w w w .F re e L ib ro s .m e
85

Pero a 2 — 1 = a de modo que

En la fig. 10 puede verse como un rectángulo de justa


proporción es agotado «casi todo él» por los cuadrados I , I I ,
I I I , . . . con la particularidad de que, después do inscribir
cada cuadrado, queda siempre un rectángulo de justa pro­
porción.
Compare el lector estos razonamientos con los de los
puntos 4 y 8 del parágrafo anterior.
Nótese que inscribiendo en un cuadrado (fig. 11) e l rec­
tángulo do justa proporción I y los cuadrados I I y I I I , se
obtiene do nuevo un rectángulo de justa proporción. La de­
mostración queda al albedrío del lector.
7. En la naturaleza encontramos numerosos ejemplos do
ordenación de elementos homogéneos relacionada con los
números de Fibonacci.
Observando algunos elementos de las plantas se puede
ver que forman, a menudo, dos fam ilias de espirales': una
siguiendo la dirección de las manecillas del reloj y otra en
dirección contraría. E l número de espirales de una y otra
clase son, frecuentemente, dos números de Fibonacci con­
secutivos.
Por ejemplo, tomando una rama joven de pino, podemos
observar que las pinochas forman dos espirales quo van desde
' abajo hacia arriba de derecha a izquierda; al mismo tiem po,
forman tres espirales que van desde abajo hacia arriba de
izquierda a derecha.
Las semillas de muchas pinas forman tres espirales que
suben en pendiente suave y , al mismo tiem po, cinco espira­
les do pendiente mayor en dirección opuesta. En pinas de
gran tamaño se pueden encontrar 5 y 8 e, incluso, 8 y 13
espirales. También se observan claramente en el ananás en
número de 8 y 13.
En muchas compuestas (por ejomplo, la margarita y la
manzanilla) se ven claramente las espirales formadas poT
las cabezuelas en la inflorescencia. En estos casos e l número
de espirales suele ser 13 en una dirección y 21 en otra e, in­
cluso, 21 y 34, respectivamente. Un gran número de espi­
rales forman las semillas del girasol; puede llegar a 55 y 89
en cada dirección.

w w w .F re e L ib ro s .m e
8G

8. Los rectángulos de justa proporción son armónicos.


Los ohjotos do esta forma son de cómodo manejo. Por oso,
muchos objetos usuales (libros, cajas de fósforos, maletas,
etc.) se elaboran en esta forma.
En la antigüedad y en la Edad Media, distintos filóso­
fos idealistas convertían la belleza de los rectángulos de
justa proporción y de otras figuras en un principio estético

FIG . 12 F1G. 13

e, incluso, filosófico. Mcdianto la justa proporción y otra3


relaciones numéricas, se intentaba oxplicar, y no sólo des­
cribir, los fenómenos de la naturaleza e, incluso, do la vida
social; al mismo tiempo, el número ce y sus reducidas se so­
metían a operaciones místicas. Claro que semejantes «teo­
rías» nada tienen que ver con la ciencia.
9. Terminemos nuestra exposición con un ejemplo geo­
métrico curioso. Ahora «demostraremos» que 64=65. Tome­
mos para ello un cuadrado de dimensión 8 y cortémoslo en
cuatro partes como muestra la fig. 12 formando con éstas
un rectángulo (fig. 13) de lados 13 y 5, o sea, de área 65.
Es fácil de explicar este aparento enigma: los puntos
A , B , C y D de la fig. 13 no se hallan, de bocho, en una misma
recta siendo vórtices de un paralologramo cuya área es igual
precisamente a la unidad de área «desaparecida».
Esta «demostración» incorrecta pero verosímil de una
proposición falsa (o sofisma) se hace todavía más «evidente»
y «suasoria» si en lugar del cuadrado de dimensión 8 se toma
un cuadrado de dimensión igual a un número de Fibonacci
u¡n de índice par suficientemente grande. Dividamos este
cuadrado en partos (fig. 14) y formemos con éstas un rectán­
gulo (fig. 15). «E l vacío» en forma de un paralelogramo esti­
rado a lo largo de la diagonal es de área 1, en virtud del

w w w .F re e U b ro s .m e
87

punto 9 del § 4. La anchura máxima de esta rendija (o sea,


la altura del paralelogramo) se calcula fácilmente siendo
igual a
i

Por lo tanto, tomando un cuadrado de dimensión 21 cm


y «convirtiéndolo» en ol rectángulo de dimensiones 34 cm

E IG . 14

y 13 cm, obtenemos ______ - cm, o sea, 0,4 mm aproxi-


T/21H 82
madamente, como anchura máxima de la rendija, entidad
que escapa a la vista humana.

S5
NUM EROS DE FIB O N A C C I
Y L A T E O R IA DE L A BUSQUEDA

1. Sabido es que, a pequeña velocidad, el automóvil


gasta relativamente mucho combustible por kilómetro. E l
consumo también es considerable en las grandes velocidades.
H a y una velocidad intermedia «óptim a» con un consumo
mínimo do combustible por kilómetro. Por eso, es de supo­
ner que la relación entre el consumo de combustible por
kilómetro y la velocidad del autom óvil tiene aproximada­
mente la forma representada en la fig. 16: con el aumento de
la velocidad el consumo de combustible por kilómetro pri­
mero decrece, llegando a un nivel mínimo, y después crece
constantemente (monótonamente en términos matemáticos).

w w w .F re e L ib ro s .m e
88

Aun cuando los rasgos principales del gráfico de esta


relación (descendiente primero y ascendiente después) son
los mismos para casi todos los automóviles, su forma con­
creta puede variar incluso para automóviles de un mismo tipo
según sus peculiaridades individuales, el grado de desgasto
de unos u otros mecanismos, ote. En particular, el mínimo
del gráfico también puede variar considerablemente.
Supongamos ahora que disponemos de un automóvil y
queremos realizar un viaje por lugares donde no existe abas-

FIG . iC

tecimiento de combustible. Para recorrer el trayecto de


longitud máxima, tendremos que conocer con bastante
exactitud la velocidad que corrospondc al consumo mínimo
do combustible. Esta velocidad suele llamarse velocidad
más económica.
L o natural es determinarla cxpcrimentalmenle reco­
rriendo a distintas velocidades trayectos de un kilómetro en
condiciones próximas al viaje y determinando cada vez
el consumo de gasolina. Puesto que estos experimentos poco
tienon do entretenido, es natural preguntarse: ¿cuántos
experimentos bastará realizar para conocer con cierta exacti­
tud la velocidad más económica? ¿a qué velocidades habrá
que determinar en estos experimentos el consumo de com­
bustible? Estrechamente ligadas a estas preguntas surgen
dos más: ¿cómo organizar los experimentos para determi­
nar la velocidad más económica con la máxima exactitud?
¿cuál es esto exactitud máxima?
Guando digamos que la velocidad más económica ha sido
determinada «con precisión de hasta un e dado»entondoremos

w w w .F re e L ib ro s .m e
89

que se ha encontrado una velocidad v tal que el valor exacto


do la velocidad más económica queda comprendido entre
u — e y t> -f- e (o sea, que la velocidad más económica ha
sido determinada con un error que no pasa de e).
Puntualizando, aceptaremos conocer de antemano los
límites v! y v " en los cuales está comprendida la velocidad
más económica, siendo v' no mayor y v” no menor que la

velocidad más económica. (Por ejemplo, podemos tomar


como v' la velocidad mínima que garantiza el funciona­
miento estable del motor y como v “, la velocidad máxima
del autom óvil.)
2. Abstrayéndonos de este ejem plo concreto, considere­
mos el siguiente problema matemático.
Supongamos quo respecto a una función } (x) se conoce
que decrece a partir de un x ' dado hasta un x desconocido
y que crece a partir de eso x hasta « n i ' dado (fig. 17). Puede
darse, en particular, el caso en que el punto desconocido x
coincida con uno de los extremos x ' o x " del segmento;
entonces la función será solamente creciento (fig . 18)osola-
mentc decreciente (fig. 19). Por supuesto, aunque se dé
una de estas dos circunstancias, nosotros haremos abstrac­
ción de ello. En el punto x la función / toma su valor m íni­
mo / (x) que se denomina valor mínimo. Se dice entonces
quo el punto x ofrece el mínimo a la función y también que
es el punto de mínimo do la función.
En adelante sólo consideraremos las funciones que prime­
ro decrecen y después crecen llamándolas, para abreviar,
« funciones de un m ínim o».

w w w .F re e L ib ro s .m e
00

En este parágrafo nos proponemos analizar las posibili­


dades do la localización exacta del punto do mínimo de la
función / (desde ahora / significará siempre una función de
un mínimo aunquo esto último no se mencione). Dejemos
constancia de que todo cuanto se diga sobre los mínimos de las
funciones es cierto, salvo modificaciones pertinentes, también
para los máximos.
3. En el problema planteado, igual que en otros semejan­
tes, intervienen tres factores: los objetivos que nos propone-

FIG . 1!)

mos, las posibilidades quo tenemos para alcanzarlos y, por


último, las condiciones en que debemos alcanzar los objeti­
vos dentro do las posibilidades.
En nuestro caso el objetivo es elevar el grado de exacti­
tud con la que se determina el punto de mínimo, o sea, redu­
cir el error con quo se define esto punto.
En cuanto a las posibilidades, podemos oncontrar con
exactitud, de una u otra forma (cálculo, medición o, en
último caso, hipótesis), algunos valores de la función / en
varios puntos escogidos al azar y podemos también comparar
estos valores.
Por último, las condiciones están determinadas por la
dimensión del dominio de definición de /, o sea, por la lon­
gitud L del segmento que une los puntos x ' y x ”.
Según lo expuesto, todo problema concreto do búsqueda
puede tener tres aspectos:
1) ¿En qué grado se puado alcanzar el objetivo dadas
las posibilidades y las condiciones? En el caso que nos ocupa
esto significa lo siguiente.

w w w .F re e L ib ro s .m e
01

Supongamos que podemos realizar n cálculos sucesivos


de la función / escogiendo los puntos correspondientes a
nuestro parecer. ¿En qué puntos debemos calcular los valores
de la función para poder localizar el punto x con la máxima
exactitud y cuál es esta exactitud?
2) ¿De qué posibilidades debomos disponer para alcan­
zar nuestro objetivo dadas las condiciones?
En nuestro problema esta pregunta se puede concretar
así. Supongamos que pretendemos determinar el punto de
mínimo x de la función / con una exactitud e dada, osea,
encontrar un punto x tal que x quede comprendido entre
x — & y x + e. ¿Cuántos cálculos de / serán necesarios y en
qué orden?
3) ¿Qué condiciones serán suficientes para alcanzar el
objetivo dadas las posibilidades?
Ahora so trata do conocer el máximo intervalo L de va­
riación de / (o sea, el valor máximo de la diferencia x * — x ')
que garantice la posibilidad de determinar el punto de
mínimo de / con la precisión dada, empleando para ello n
observaciones.
h. Hablando en rigor, tendremos que considerar parale­
lamente dos problemas.
Por un lado, podemos buscar el punto de mínimo x y
también el valor / (x) que toma en él la función.
Por otro lado, podemos interesarnos sólo por el punto x
sin ocuparnos del valor / (x).
Salta a la vista que los objetivos del primer problema
(llamémoslo problema A ) son más amplios que los del se­
gundo (problema B ). Por consiguiente, es natural esperar
que:
— dadas las posibilidades y las condiciones, el objetivo
del problema A se pueda alcanzar en menor grado que el
objetivo del problema B (dados el número n y la longitud L ,
en el problema B se logra un e menor que en el problema A );
— para alcanzar los objetivos de ambos problemas en el
mismo grado, siendo idénticas las condiciones, el problema
A requiere mayores posibilidades (siendo iguales para ambos
problemas el error e y la longitud L del intervalo de varia­
ción de la función, en el problema A n será mayor);
—para alcanzar los objetivos de ambos problemas en el
mismo grado, siendo idénticas las posibilidades, el problema

w w w .F re e L ib ro s .m e
92

A requiere condiciones menos rígidas (los valores dadas de


n y de e corresponden en el problema A a unos valores de L
menores quo en el problema B ).
5- Para que] los problomas enunciados adquieran rigor
matemático, es preciso detenerse en un detalle importante.
Supongamos que nos interesan las posibilidades de deter­
minar con exactitud s el punto de mínimo x en el segmento
de longitud L (podemos aceptar, por supuesto, que el origen
de este segmento es el punto 0 y que su extremo es el punto
L ). Supongamos también que se trata del problema A , o sea,
que nos interesa tanto x como / (x).
Podemos escoger el siguiente procedimiento para deter­
minar el punto x.
Tomamos entro 0 y L un punto cualquiera x y calcula­
mos los valores de / en los puntos x — e, x y x + e, o sea,
los valores
/ (x — s), f (x ) y f (z H- e)
(fig. 20). Por supuesto, dentro de la arbitrariedad con quo
se escoge x, aceptamos que x — e ^ 0 de modo que se puede
detorminar el valor f (x ~ e); aceptamos igualmonto que
x -p e ¡j .
Puedo darse ol caso
/ (x — e) > / (a:) < / (,r + e).
Ello significará que la función /, decreciente en i — e, es
creciente en x + e. Pero, para pasar del decrecimiento al
crecimiento debemos tocar necesariamente el valor mínimo.
Por eso, en nuestro caso esto valor se alcanza en un punto x
comprendido entre x — e y x + e. Es decir, i dista de x
en e lodo lo más de modo que x es el valor aproximado bus­
cado para x. En esic caso han bastado tres observaciones
para detorminar el punto x. Tal situación, repetimos, puede
darse. Pero no existe seguridad alguna de que efectivamente
se dará. Es más, si la longitud L es grande y e es pequeño,
este fenómeno será bastante inesperado. Todo lo contrario,
lo más natural en este caso es que la función / tomo en los
tres puntos escogidos unos valores relativamente grandes
alcanzando su mínimo en otro lugar muy distinto. Es decir,
tres observaciones pueden resultar suficientes y también
insuficientes.

w w w .F re e L ib ro s .m e
93

Pero necesitamos un plan de acción que inevitablemente


nos permita determinar a; con la exactitud e cualquiera que
sea la posición do este punto x. Tales planes existen. Por
ejemplo, calculemos uno tras otro los valores

/ (0), / (e), / (2 b), . . . (5.1)


hasta llegar a / (re), donde (r -f- 1) e es mayor quo L
(fig. 21). El valor buscado será, claro ostá, el punto fce que
corresponde al menor de los valores de la sucesión (5.1).

FIG. 20 FIG. 21

Pero lo que nos interesa en los problemas considerados


no es determinar un plan que siempro, incluso en los casos
más desfavorables, permita determinar x con la exactitud
requerida, sino construir el más económico de estos planes,
o sea, el plan «m ejor dentro de las condiciones peores». Las
condiciones más desfavorables se dan cuando llega al máximo
el número de valores de la función / que debemos calcular.
De la misma forma, el plan más económico es el que permite
alcanzar el objetivo con el monor número de cálculos de la
función.
Por eso, el plan «mojor dentro de las condiciones peo­
res» se denomina a veces plan minimáximo. Nosotros emplea­
remos el término óptimo.
Por su esencia, las operaciones que recomienda el plan
óptimo (tanto en este como en otros problemas semejantes)

w w w .F re e L ib ro s .m e
í>4

están orientadas a la búsqueda más adecuada del mínimo


que «se oculta» do nosotros y «procura situarse precisamente
en un lugar donde no lo buscamos». Lo dicho no tiene
nada que ver con la mística ni con las supersticiones; es
simplemente la característica de la actuación mejor en las
condiciones peores.
6. Es importante subrayar que no siempre existe el plan
óptimo. Por ejemplo, en el problema B no existe el plan
óptimo.
En efecto, sea L = 2 y sea n = 2. ¿Qué exactitud pode­
mos garantizar?
Supongamos que los oxtremos de nuestro segmento son 0
y 2. Tomemos un número arbitrario, poro pequeño, a y
calculemos los valores do la función / en los puntos 1 — a
y 1 + a. Si os
/(I - a ) < / ( l + a ),

el punto buscado x se halla entre 0 y 1 + a; si

/ <1 - a ) > / ( i + a ),
x se encuentra entro 1 — a y 2.
Pongamos

en el primer caso|y¡
— (1 — a ) + 2 _ 3—a
x ~ 2 ~ 2
en el segundo.
En el peor de los casos, x difiero del punto exacto de
mínimo de la función / en . Haciendo tender a al cero,
reducimos el error. Pero a no puedo ser igual a 0 (porque
coincidirán entonces los puntos 1 — a y l + a y l a com­
paración del valor / (1 — a ) con el valor / (1 + a )> igual
al primero, no ofrecerá información alguna). Por eso, el
4
error será siempre mayor que-^- aunque podemos aproximarlo
a este número cuanto queramos.
En la situación descrita todo valor positivo de a deter­
mina un plan. Cuanto más próximo sea a a 0, mejor será
el plan. Pero como para todo a > 0 existe un número posi­

w w w .F re e L ib ro s .m e
!)5

tivo menor, cualquiera que sea el plan existe otro mejor. Es


decir, el problema B no tiene plan óptimo.
Sin embargo, existen para el problema B planes «casi
óptimos» cuyos resultados sólo admiten una mejora insig­
nificante. Hablando con más precisión: cualquiera que sea
y > 0, existe un plan P v cuyo error no puedo mejorar en
más de y ningún otro plan.
7. E l plan determinado por la sucesión (5.1) no es el
óptimo si e es suficientemente pequeño en comparación
con la longitud L del segmento. Ateniéndonos a esto plan,
tendremos que realizar r cálculos en las condiciones peores.
Procedamos, sin embargo, de otro modo. Calculemos
únicamente los siguientes términos de la sucesión (5.1):
/(O), / (2 e), / (4 c ), . . .,

determinemos el menor de los términos de esta sucesión,


digamos / ( 2ke), y calculemos los valores / ((2k — 1) e)
y / ((2A + 1) e). Salta a la vista que, con exactitud e , x
es el valor ( 2/c — 1) e, 2/ce, ó (2k + 1) e que corresponde
al menor valor de /. En las peores condiciones, este nuevo
plan conduce al objetivo en pasos aproximadamente.
Si r es grande, este número es considerablemente menor
que el número de cálculos que requiere el primor plan.
Por consiguiente, el plan inicial no es el óptimo ni tam­
poco lo es el segundo (por estas mismas razones).
Pero hay una diferencia esencial entre los planes prime­
ro y segundo: una parte de los puntos en los que el segundo
plan recomienda calcular los valores de la función se fijan
de antemano, mientras que la elección de los restantes está
condicionada por los valores ya calculados de la función.
Intuitivamente queda claro que la elección de las operacio­
nes óptimas siempre debe estar condicionada por la infor­
mación que suministran los cálculos ya realizados. En este
sentido el segundo plan es más perfecto quo el primero. Este
segundo plan también puede ser perfeccionadoy continuando
estos perfeccionamientos sucesivos llegaríamos, al fin y al
cabo, al plan óptimo.
A l localizar el mínimo de la función, es natural comparar
todo valor nuevo obtenido para la función con los valores
obtenidos en las observaciones anteriores. Por eso, la elec­
ción del punto en el que ha do realizarse el cálculo siguien-

w w w .F re e L ib ro s .m e
96

te (o la decisión do interrumpir los cálculos) estará condi­


cionada, en primer lugar, por los puntos en los que hemos
calculado ya los valores de la función y, en segundo lugar,
por estos valores do la función.
Salta a la vista quo osle proceso de cálculo sucesivo do los v a lo ­
res do la función f so determina plenamente por una correspondencia
que, para todo k > 0 , asigna a colecciones arbitrarias de números
* ! , i 2> • • -i xk y a l ° s valores de la función f en estos puntos otro
punto xh+ i o la decisión de interrum pir ol proceso tomando como x
un punto determinado. Esta correspondencia suole denominarse
¡unción solvente.
Todo plan determina una función solvente y, al mismo tiem po,
toda función solvento determina un plan. La función solvento es, en
esencia, la descripción precisa y form alizada del plan. P or ejem plo,
la función solvento quo dotormina el primero do los planes dol punto
anterior hace corresponder todo punto 0 k < r al punto (k •+ 1) 6,
y el número r a la terminación del proceso.
E l concepto de función solvente es uno de los más importantes
en las Matemáticas modernas. Pero, debido a su volum en, no daremos
aquí su definición exacta.

8. Supongamos que el objetivo del plan P consiste cn


determinar con ol mínimo error y a base de n observaciones
el punto x quo ofrece el mínimo a la función / en un inter­
valo do longitud L . Lo llamaremos plan de n pasos.
Supongamos ahora que un plan P de n pasos permite
determinar x en el segmento do longitud L con exactitud
e. Esta exactitud depende del propio plan P y también de
n y de L . Por eso, podemos considerarla como una función
de P , n y L e indicarla por ( n , L ) on el caso del probloma
A y por x ® (», L ) tratándose del probloma B. Por x P ( n , L )
entendremos en adelante cualquiera de las expresiones
t£(rc, L ) o L ) (pero, por supuesto, la misma dentro
de un razonamiento concreto).
En el caso del problema A , un plan P 0 de n pasos, que
permite determinar el mínimo de / cn el segmento de longi­
tud L , es óptimo si ( n, L ) no es mayor que ( n, L )
cualquiera que sea el plan P , es decir, si

T ¿ > , ¿ ) < T ¿ ( n , L ).

Podemos expresar esto también así

xp0 ( n, L ) =* mín x¡> (n, L ). (5.2)


p

w w w .F re e L ib ro s .m e
(17

Por consiguiente, el número ¡A y « 110 es «na


característica del plan sino una característica riel propio
problema (a saber, dol problema que consiste en determinar
el punto de mínimo de la función f mediante n pasos en el
segmento de longitud L ). Como este número no depende de
ningún plan y sólo dependo de n y de L , podemos indicarlo
por (n , L ).
En el problema B la situación es algo más complicada.
Como hemos visto, no existe un plan óptimo que garantico
en las condiciones peores el error mínimo. Pero existe un
error al que podemos aproximarnos cuanto queramos esco­
giendo planes convenientes. Este error, que es natural de­
nominarlo error lím ite, también depende sólo do las condi­
ciones del problema de modo que es lógico indicarlo por
t " (ti, L ). Cualquier plan comineo a 1111 error mayor

t " ( « , £ ) < * ” (», L)


y, por eso, no podemos escribir ahora una igualdad análoga
a (5.2).
Anticipándonos a la exposición, diremos quo el resul­
tado de todos los razonamientos de oste parágrafo (a veces
difíciles) consiste en obtener unas expresiones explícitas
para %A ( n, L ) y %B ( n , L ). Como veremos, en estas expre­
siones aparecen los números de Fibonacci:
t A( n , L ) = ~ - , (5.3)
71+2
tb ( n , L ) = j ~ — . (5.4)
¿“ n+l
De aquí se deduce que la renuncia a determinar el valor
mínimo de la función permite aumentar en — —
2 ti veces la
«n + í
exactitud de localización del punto de mínimo. Para n su­
ficientemente grande esta razón, como hemos visto en el
punto 13 del § 1, se aproxima a — — 1,236 lo quo da un 23%
más de exactitud.
9. Por supuesto lo que importará en lodos los razona­
mientos posteriores es la razón de los números L y e y no
sus valores, concretos. Esta razón representa el error relativo
quo se comete al determinar la posición de x. Dada esta
razón y escogida convenientemente la unidad de medición
7 -0308

w w w .F re e L ib ro s .m e
98

para x (o sea, la unidad de medición del segmento), podemos


escoger arbitrariamente uno de los números L o e.
Esta observación lleva a la siguiente conclusión instruc­
tiva.
E l cambio de la unidad de medición en el eje x influye
por igual en el valor numérico de la longitud L del segmento
y en «1 error de localización del punto buscado, cualquiera
que sea el plan P. En otras palabras, para todo A positivo
se tiene
Tj. (n , AL) = Xxp (n , L). (5.5)

Idénticamente, si para describir el plan que permite deter­


minar el punto do mínimo .expresamos la posición do los
puntos en unidades de longitud relativas (y no absolutas),
esto no influirá en el carácter óptimo del plan: los planes
óptimos seguirán siéndolo y los demás no se harán óptimos.
De aquí so deduce directamente que toda dilatación
(contracción) uniformo del intervalo de definición do la
función / conduce sólo a una «transformación de semejanza»
dol plan óptimo pero no altera su carácter de plan óptimo.
Por consiguiente, los errores x P (n, L ) y xP (rt, AL) que
figuran en (5.5) se obtienen aplicando diferentes planes pero
también se pueden obtener con un mismo plan «transformán­
dolo semejantemente».
10. Después de estas consideraciones previas, ya harto
dilatadas, pasemos a determinar el plan óptimo en el pro­
blema i y a demostrar las fórmulas (5.3) y (5.4).
Lema. Cualesquiera que sean n ^ 1 y L , existe un plan
de n pasos que permite encontrar el punto de mínimo x de la
junción f (de un mínimo) en el segmentóle longitud L emplean­
do n pasos y que posee las propiedades siguientes',
1) en cada paso se considera un segmento x'x"\
2) en el prim er paso se calcula el valor de la junción j en
uno de los puntos—^ — L ó ■u"+l L ;
^71+2 Wn+2
3) al iniciar cualquier k-esimo paso siguiente ( o sea, para
1 < k ^ n) se conoce el valor de j en uno de los puntos

*, = : r '- h f 2 - < * W ) o x2= ! x ' + ^ - ( x ° - x y , (5.6)


“ n +2 un+2

4) en el k-ésimo paso ( í < k ^ » ) se calcula el valor de la


junción en el otro punto (5,6);

w w w .F re e L ib ro s .m e
flft

5) en el k-csimo paso (1 < k ^ « ) se comparan los núme­


ros f (xj) y / (x 2); si es / (x,) ^ / (x a), en el (k - f í)-ésimo paso
se considera el segmento x 'x 2 y si es } (x,) > / (x 2), se consi­
dera el segmento x 1x".
Demostración. Apliquemos la inducción según n.
Si n — i , nuestro segmento es el que va de 0 a A, el

valor de la función / se calcula en el punto — L — ~ y no


' u-3 2
hay pasos posteriores.
Supongamos ahora que para cualquier segmento ha sido
demostrada la existencia de un plan de n pasos con las
propiedades señaladas en el lema. Construyamos el plan
do h - f 1 pasos quo nos interesa comprobando, al mismo
tiempo, el cumplimiento de las condiciones del loma. En
cada paso consideraremos un segmento x'x*.
En el primer paso escogemos el punto xt = y en
“ n+3
el segundo paso escogemos el punto xs = - 2±2- L y compara-
U7l+3
mos los valores / (x,) y f (x a) de la función. Si / (x ^ ^ / (x 2),
pasamos al segmento comprendido entre 0 y xa (desempe­
ñando 0 el papel do x ' y x a el papel do x*); si se tiene / (x j) >
> / ( * 2)1 pasamos al segmento comprendido entro x 4 y L
(tomando x t como x ' y L como x "). En ambos casos la lon­

gitud del segmento considerado es L.


Realizados estos dos pasos, estaremos, respecto al
segmento considerado, en las mismas condiciones que
después de realizar el primer paso en un proceso de n pasos.

Efectivam ente, en el segmento de longitud L se


**n+3
conoce el valor do la función / en el punto que dista
¡ísii. L de uno do sus extremos. Por esto, podemos emprender
U„+3
este proceso de n pasos y llevarlo a cabo. En virtud de la
hipótesis inductiva, podemos aceptar que para los últimos n
pasos se cumplen las condiciones 3), 4) y 5). Luego, resta
sólo analizar las condiciones en que comienza y se realiza el
segundo paso. Pero, salta a la vista que el punto - ^ A t i e n e
K n+S
la misma forma quo la primera de las expresiones (5.6) en
el caso k — 2 si en ésta se toma n + 1 en lugar de n\ el
7*

w w w .F re e L ib ro s .m e
KM)

punto L (¡nc escogemos desempeña, en la situación


11ii i.i
correspondí oh lo, el papel de la segunda expresión.
Con esto queda demostrado el paso inductivo y también
el lema.
11 . El plan de n pasos, cuya existencia hemos demostrado
en el lo tria anterior, se denomina plan de Fibonacci de n pa­
sos o, abreviando, plan F n.
Teorema. 1} E l plan F n es el único plan óptimo de n pasos.

2) 4 n (n , =
wn*a
Demostración, Apliquemos la inducción según n.
Consideremos primero un plan do un paso que consiste
en escoger como x un punto x del intervalo comprendido en­
tre x ' y Es evidcnLe que en las condiciones más desfavo­
rables el error puede alcanzar el valor del máximo de los
números x " — x 6 x ~ x '. Si estos números son distintos, el
error máximo pasa de ; si los números son iguales, el error
, L
máximo es igual a .
Es decir, F l os el plan óptimo de un paso y

< A. ¿ > - 4 = 4 ■

Si n = 2, el plan F z consiste en calcular y comparar los

valores / ( y ^ ) ^ ^ ( t ^ ) ’ CSC0§ieiK*° J)ara x Puuto

¡L si / (i¿ )< / (| z ) y

| L =1 /(4¿)>/(|z).
Salta a la vista que el error máximo en la determinación del
valor exacto de x llega en este caso a '

(2, £ ) = -£ -.

Cualquier otra elección del punto conduce a errores mayores.


Hemos demostrado, así, la base de la inducción.

w w w .F re e L ib ro s .m e
101

Supongamos ahora que el plan de Fibonacci F n tiene la


propiedad señalada en el teorema y consideremos lospla­
nes de n -j- 1 pasos.
Realizadas en el plan F n+1 las dos primeras observacio­
nes de la función / y comparados sus dos valores encontra­
dos, reduciremos el probloma a la aplicación del plan F n
en el segmento de longitud u-n*i L conociendo el valor de la
función / en un punto; en las peores condiciones esto con-
duce al error

T Í» ( n, — ü sa 4 n (», L ) = y i -----
rtV «a + 3 / “ n+3 “ n t j » « + ! wrt+3

Por consiguiente,

* £ „ » ( » + !, L ) =

Resta demostrar que ol plan F n+X es óptimo.


Tomemos con este fin los valores de la función / en dos
puntos arbitrarios y x 2 (concretando, aceptaremos quo
*1 < x i)- Comparados los valores / (x¡) y / (x a), tendremos
que buscar el punto x en el segmento comprendido entre 0
y x 2 o en el segmento correspondiente a los puntos y L.
Si
Mfi-H
<
3

y / (* i) > / ( x 2) , tendremos que aplicar un plan do n pasos


para determinar el punto de mínimo de / en el segmento
de longitud L — x x mayor que

l j —. Ü ’ü i / , = K n » 3 — i<n » l j mh+ z j
“ n+3 wn+3 “ fi+3

Si el punto x 2 ocupa incluso la posición más favorable en


este segmento, el error en su localización será, debido a la
hipótesis inductiva, mayor que .
_ a . n+3
Razonamientos semejantes permiten ver que todo plan
que comienza con la elección de un punto

Z v. r
“ n+3

w w w .F re e L ib ro s .m e
102

lambían conduce, en circunstancias desfavorables correspon­


dientes, a un error en la determinación de x mayor quo el
del plan
Supongamos ahora que

“ r.+3

Si el punto x se encuentra efectivamente entre 0 y x1, para


localizarlo nos quedan n — i observaciones, mientras que
la longitud del segmento que contieno ese punto es mayor
que L . Por consiguiente, incluso el plan F n^ (quo en
estas condiciones es, por hipótesis, óptimo) conduce a un
error mayor que

ta J1¡i± L ¿ ) « ü s ± L ta ( w- t , L ) =
t n- i V «„ + * 1 #n+3 *n-l
_ 11rn-)
u n +3 u n+l u n+3

Análogamente se considera el caso

H >-

Por consiguiente, es el plan óptimo y hemos demostrado


el teorema.
lía decir, el único punto do mínimo de la función / pue­
de ser localizado mediante n observaciones en el segmento
de longitud L con un error que no pasa de —:— .
un+2
Por eso n observaciones bastan para determinar el pun­
to de mínimo do la función / con el error e , o con un error
menor, si la longitud dei segmento lio pasa de eiin+j.
Finalmente, para estar seguros do que el punto de mí­
nimo do la función / queda localizado en el segmento de
longitud L con un error que no pasa de c es necesario un nú­
mero n de observaciones tal que
.. h ^
Wn-M<.

Hemos respondido de cala forma a todas las preguntas


planteadas en el punto 3.
12, Es fácil obtener la solución del problema B basán­
dose en la solución dada para el probloma A .

w w w .F re e L ib ro s .m e
103

Supongamos que tenemos un segmento de longitud L .


Realicemos los n — 2 pasos primeros del plan de Kibonacci
3/
F n_j. Obtendremos entonces un segmento de longitud — —
un+l
con extremos cn unos puntos x ' y x conociendo, además,
el valor de / en uno de los puntos xi = x ’ H— — ó x 2 =
un+1

I I I
i I
-iH- + 7 -+
x ‘ x - j *> xrY i P~

FtG. 22 FIG. 23

2L
= x' H . Consideremos e l primero de estos casos {e l
Un*J.
otro se analiza do un modo análogo).
Supongamos, pues, que se conoce el valor / (xt). Tomemos
un número y de valor absoluto menor que — , calculemos
WII 4*1
el valor / (x 2 — y) (será el ( n — l)-ésim o valor calculado
para la función /) y comparemos los valores / (xj) y
i ( X2 ~ Y)-
Si / (xj) j^I/ (x 2 — y) {fig . 22), está claro que x se encuen­
tra entre x ' y x'2 — y. Calculemos el valor

/ (£ ± | ■ = ! ) _ , ( * _ * )

(este será el últim o, ra-ésimo, valor calculado para la fun­


ción /).
Si se tiene

(en la fig. 22 hemos indicado esto caso con la cruz x ) , el


punto x se halla entre x ' y x¡. Pongamos

x —

w w w .F re e L ib ro s .m e
104

El error que cometemos al determinar así x no pasa de la


mitad de la longitud del segmento comprendido entre x '
y x u o sea, no pasa de — . Si es
n+l

/ ( * ! — J -) > / ( * l )

(ei caso « en ia fig. 22), el punto x queda situado entre


Zi — ~ y x % — y. Tomando

X= T [(* * ~ t ) (^a V )] »

cometemos un error que no pasa de

|[ua-v)-(^ .-i)j *«-!)=


Xa— X| y L y
2 T ~ 2Ú ^7~T •

Sea ahora / (a^) > / (x t — y) (fig. ‘23). Entonces x está


entre z¡ y x “.
Calculemos } (x%) (el último valor calculado para /).
Si
/ (*2 — y X / (*•)
(el caso o de la fig. 23), el punto x so encuentra entre ay y
x.\ tomando x = -^ (x 1 + x i), cometemos un orror de

■ír(x<, — a;,) = — ' - todo lo más.


¿ v - ■' 2un+1
Por último, si
/ (** - > ’) > / (*•)
(el caso X de la fig. 23), el punto a; se llalla entre x 2 — y y
,t"; tomando .r = -i- lar' + ( z 3 — y )!, cometemos un error
que no pasa de

Es decir, en el peor de los casos nuestro error puede llegar


a J ~— |- tt si y > 0 y a ~ — 4- si y < 0. Sin embargo,

w w w .F re e L ib ro s .m e
105

como la elección riel número y dependo de nosotros, pode­


mos aproximar el error a ™ — tanto como queramos.

Sólo resta demostrar que el error <5------ no puede ser


¿unH
disminuido.
Pero del teorema del punto 11 so deduce que cualquier
modificación en los primeros n — 2 pasos del plan descrito
conduce al aumento de la longitud del segmonto donde se
realizan los cálculos posteriores para localizar el punto de
mínimo y, por ende, conduce al aumento del error máximo,
Resta sólo mostrar que son óptimas las operaciones que se
realizan en los dos últimos pasos.
Señalemos, ante todo, que la modificación de las ope­
raciones descritas puedo consistir en que para x so tome no
el punto medio del segmento, donde cfoctívamonle se halla
ese punto, sino otro punto. Está claro que el error posible
será igual entonces a la parle mayor del segmento, es decir,
el error aumenta. Luego, debemos necesariamente escoger
el punto medio del segmento.
Además, podemos realizar el último cálculo de f en un
punto que no sea próximo a Xj (a x 2, respectivamente). Pe­
ro el error posible en este caso aumentará proporcionalmente
a la distancia entre estos puntos.
Por último, lo mismo ocurre si para el penúltimo cálcu­
lo de la función / se escoge un punto alejado de x2 (respec­
tivamente do x,).
Es decir, ninguna modificación del plan descrito podrá

hacer disminuir cí error posible en menos de rr— . Con es-


to queda resuelto el problema B.
El lector podrá responder a todas las demás preguntas
planteadas en el punto 3 con relación al problema B.
13. En los puntos anteriores, además de describir el plan
do búsqueda, liemos dado precisiones acerca del plantea­
miento del problema, enunciados sobre el concepto del plan
óptimo y fundamentos del carácter óptimo del plan cons­
truido. Talos clisgresionos son elementos inseparables de
cualquier razonamiento matemático que tiene como fin,
además do explicar el. proceso, demostrar que este proceso es
precisamente el que nos interesa. En muchos casos se pre­
cisa, sin embargo, la descripción exacta de las operaciones

w w w .F re e L ib ro s .m e
100

como tales y pierdo su importancia toda la argumentación


de las mismas; por ejemplo, cuando se ha solucionado ya
un problema y se trata aplicar el método empleado. En
estos casos, más que la base matemática de la justeza de la
solución, necesitamos instrucciones precisas, quo no dejen
lugar a ninguna ambigüedad, sobro el modo de aplicar ese
método.
El plan do la búsqueda más exacta del punto de mínimo
x para la función / en el segmento desde x ' hasta x " en el
caso del problema A , cuando sólo se trata do alcanzar los
objetivos «prácticos» señalados, se asemeja al plan quo per­
mito definir la especie de una planta mediante el clasifi­
cador botánico. (Notemos que la clasificación de una planta
es también búsqueda.) Adquiere la forma siguiente (si no se
indica a qué punto so debo pasar, lia de pasarse al siguiente):
1®. Comparar 1 y n :
a) si n = f , pasar al punto 2°;
b) si n > 1, pasar al punto 4°.
2®. Calcular x = — .

3°. Calcular / (x) y concluir el proceso.


4°. Calcular

X1= X' + J Í 2 - ( X'’ - X')


“ n+2 V '
y
Z2 = * '+ J Í Ü ± L (3" _ 3').
¿ «n+í ' '

5°. Calcular / (xO y / (x 2).


6°. Comparar 2 y « :
a) si n = 2, pasar al punto 7°;
b) si n >• 2, pasar al punto 10n.
7°. Comparar / (x,) y / (x 2):
a) si / (xi) ^ / (xa), pasar al punto 8°;
b) si / (xi) > / (x 2), pasar al punto 9°.
8°. Tomar x = x( y concluir el proceso.
9°. Tomar x = x 2 y concluir el proceso.
10®. Comparar / (x () y / (x 2):
a) si / ( x : , X / ( x 2), pasar al punto 11°;
1>) si / (xx) > / (x 2), pasar al punto 14®.

w w w .F re e L ib ro s .m e
107

11°. Indicar x 2 por x ",


por x 2,
n — 1 por n.
12°. Calcular

x =aE' + _ Ü s _ ( af _ * ' ) >


“ n+3 ' '
13°. Calcular / (.Zi) y pasar al punto 6o.
14°. Indicar
x 2 por x ' ,
*3 por * j,
» — 1 por n.
15°. Calcular
x = x '+ ± l L t L ( s T - x ') .
2 u„+a ' '
16°. Calcular / (x 2) y pasar al punto 6o.
14. Esta descripción del plan óptimo de la búsqueda del
mínimo de la función / os absolutamente exacta y no deja
lugar a licencia alguna. Aplicado a cada función concreta /,
al segmento desde x ' hasta x " y al número n señala una suce­
sión precisa do operaciones. Sin embargo, esta descripción
es bastante enrevesada y d ifícil do abarcar.
Por eso damos otra descripción de este plan en forma de
un esquema (fig . 24).
Tales esquemas suelen llamarso bloque. La elaboración
del esquema bloque es, comúnmente, la primera etapa on
la elaboración del programa paira la computadora.
15. Para concluir, veamos un ejemplo de aplicación del
plan descrito en los puntos 13 y 14 buscando mediante 5
cálculos en el segmento desde 1 hasta 2 el punto x que ofrece
e l mínimo a la función

/ (* )= 4 ' + ^ ‘

Anticipemos una observación importante.


La búsqueda del punto que ofrece el mínimo (o ol m áxi­
mo) do una función dada en forma analítica (o sea, mediante
una fórmula que permite calcular los valores do la función)
es preforiblc realizar empleando no los métodos de la Teoría
(le la búsqueda, sino otros métodos, más adaptados a esta

w w w .F re e L ib ro s .m e
108

'G D
Sí No

2 'r
:rr x '+ —2— ( x " - j c f)
un*2
X ,.X \

5‘
f ( i) f(x ,)
( (*})
F in
i
*r
Sí No

Sí No NO

8‘
,r ..r ; i> x , xt - x X, — X '

Fin , Fin
xr - x , x,-~x,
O-/-*- II «•/ »«

/?•
x«X4 £/GxO xf x \

16'
faj) f(x ¡)

PIQ. 2$

w w w .F re e L ib ro s .m e
i fin
situación, que forman parte del Cálculo diferencial. Por eso,
debe tenerse en cuenta que nuestro ejemplo es puramente
ilustrativo. El Cálculo diferencial permite encontrar fácil­
mente que en este caso x = ¿/4 = 1,5874011... Nosotros
obtendremos una aproximación mucho más tosca. Sin em­
bargo, cuando de antemano no se Conoco nada acerca de la
función (a excepción de que pasa del crecimionto al decre­
cimiento) o si las expresiones que la definen son muy com­
plejas, los métodos del Cálculo diferencial no se pueden apli­
car y la Teoría de búsqueda resulta un instrumento útil.
I o. Comparando n — 5 y 1, tenemos n 1, y, por eso,
pasamos al punto 4o.
4o. Calculamos

* ■= * ' + *' > “ 1 * i r - 1) 1


" 1 ’m m -

5°. Calculamos

/ ( * • ) — ¿ - + Vrí - / ( 1 . 3 8 4 6 1 ) =
= 0,72222-j-1,17670= 1,89892,

/ ( % ) - ¿ - + V 5 - / (l.W 5 3 B )-

= 0,01905 + i ,27098= 1,89003.


6o. Comparando n ~ 5 y 2, tenemos r # 2 y, por eso,
pasamos al punto -10°.
10°. Comparando
/ {* ,) = 1,89892 y / (* , ) = 1,89003
vemos que / (aq) > / (x a); posamos por eso al punto 14°.
14°. Indicamos
X\ -*-x' = 1,384bl,
x 2 -*■ xx — 1,61538,
n — 4.
15°. Calculamos
z z = x ' + £ !± L ( x " - x ') =
u n+2

= 1,38461 + -1 (2 - 1 ,38461) = 1,76927.

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lio

16°. Calculamos

/ W - - + v * * - l (1.7 6 9 2 7 )-
- 0,56522 + 1,33012 = 1,89534
y pasamos al punto 0°.
6o. Comparamos n = 4 y 2; puesto que n =5^ 2, pasamos
al punto 10°.
10°. Comparamos / (xx) = 1,89003 y / (x 2) = 1,89534;
puesto que / (xj) ^ / (x 2), pasamos ál punto 11°.
11°. Indicarnos
x-¿ - v / = l ,70923,
.r, x2— 1,61538,
n ~ 3.
12°. Calculamos

wn+í
= 1,38461 + -§- (1,70923 - 1,38461) = 1,53846.
13°. Calculamos

/ (*«) = 1 7 + / ^ = / (1,53846) =
= 0,65000 -f-1,24035 = 1,89035
y pasamos al punto 6°.
6°. Comparamos n — 3 y 2; puesto quo n =¡fr 2, pasamos
al punto 10°.
10°. Comparamos
/ (* ,) = 1,89035 y / (x 2) = 1,89003;
puesto que / (xt) > / (x 2), pasamos al punto 14°.
14°. Indicamos
= 1,53846,
Xj - í- x , = 1,61538,
« = 2.
15°. Calculamos

un+2 V '
=» 1,53846 + 4- (1 ,76923 — 1,53846) = 1,69231.

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111

16°. Calculamos

/ (* .) = 7 r + V ^ = / ( 1 . 6 9 231)=»
= 0,59091 -h 1,30089 = 1,89170

y pasamos al punto 6o.


6o. Comparando n y 2, tenemos n = 2 y pasamos al
punto 7o.
T . Comparamos
/ ( i , ) = 1,89003 y / (a?,) = 1,89170;

puesto que / ( * i X / ( z 2). pasamos al punto 8o.


8o. Tomamos x — 1,61538.
En virtud del teorema del punto 11, el valor encontrado
para x difiere do la posición exacta del punto de mínimo en
1 1 1
— — = *rr = 0,077 lodo lo más. Do hecho ol error
cometido es menor: es igual a 0,028. Nótese que el valor
obtenido como mínimo de la función /, o sea, / (x), es igual a
1,89003 y difiere sólo en 0,00015 del valor mínimo exacto
de /, igual a

/ {VI) = + V2 - -i y 2= 1,88988.

De aquí se deduce que durante el cálculo los valores de x


se pueden determinar con monor precisión que los valores
do /.
Esta conclusión no tiene nada de extraño por sí misma.
En efecto, la exactitud lím ite con la que determinamos los
valores de x depende de la exactitud con la que podemos de­
terminar en nuestras condiciones el valor del punto de mí­
nimo x |sabemos que esta exactitud es igual a ) • En
cambio, los valores de la función / deben buscarse con la
exactitud que permita comparar dos valores suyos determi­
nando cada vez el valor mínimo y el valor máximo. Por
eso, si los valores / (a) y / ( b) difioren considerablemente
y si esta diferencia so observa ya al calcular toscamente
/ (a) y / ( b), podemos determinarlos con poca precisión.
A l contrario, si los valores / (a) y / (ó) son próximos, debe­
mos realizar cálculos más precisos para determinar el ma­
yor. Puesto que al principio (antes de comenzar los cálcu­

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112

Ins) desconocemos la diferencia entre los valores comparados


de la función, podemos «no dar en el blanco» y calcularlos
con exactitud insuficiente para decidir cuál do estos valo­
res es el mayor. En este caso habrá que repetir los cálculos
realizándolos con mayor precisión lo que exigirá esfuerzos
cent plomen tari os.
Todo lo dicho plantea la necesidad de estudiar ol pro­
blema sobre la posibilidad de «dirigir la exactitud» en el
proceso de calculo. Sin embargo, estos problemas son bas­
tante complejos y no entran ya directamente en el tema de
nuestro libro.

A nuestros lectores:

«M ir» edita libros soviéticos traducidos al español, inglés,


francés y árabe. Entro ellos figuran las mejores obras de las
distintas ramas de la ciencia y la técnica; manuales para los
centros do enseñanza superior y escuelas tecnológicas; lite­
ratura sobre ciencias naturales y medicas. También se in­
cluyen monografías, libros de divulgación científica y cien­
cia ficción.
Dirijan sus opiniones a Editorial M IR , I 11i zbski por. 2,
129820, Moscú, GSP, I-UO, URSS.

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L e c c io n e s po p ulare s
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