Trabajo
El trabajo, el quehacer de cada uno en esta tierra tiene que estar regado por nuestra
vida cristiana.
Para un cristiano, trabajar es aquella actividad que tiene como objeto humanizar el
mundo: convertir el mundo en el "hogar" de los hijos de los hombres,
"La espiritualidad cristiana se parece a la humedad y al agua que mantiene
empapada la hierba para que ésta esté siempre verde y en crecimiento. El agua y la
humedad del pasto no se ven, pero sin ellas la hierba se seca. Lo que se ve es el
pasto, su verdor y su belleza; y es el pasto lo que queremos cultivar, pero sabemos
que para ello debemos regarlo y mantenerlo húmedo ". Con esta sencilla parábola
explicaba un obrero lo que era para él su vida cristiana, su espiritualidad.
Una persona "espiritual" no es la que realiza muchos "actos religiosos", o la que
vive como "fuera de la realidad", sino la que "vive el espíritu de Jesús; la que vive y
se expresa a su estilo": profundo, apasionado (honradez con lo real). "Todos los que
son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios".
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a santificarlo. Naturalmente, esta santificación del mundo desde dentro requiere no
una sino muchas personas que santifiquen su trabajo y se santifiquen en su trabajo
en todas las profesiones.
«Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás
santificado el tra bajo»(23). Es decir, la actividad de trabajar se hace santa cuando se
realiza por un motivo sobrenatural. El «motivo sobrenatural», corno esencia del
trabajo santificado, tiende, pues, a la perfección natural de la obra realizada, dentro
de las posibilidades y limitaciones de la persona
«Conviene no olvidar, por tanto, que esta dignidad del trabajo está fundada en el
Amor. El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo
transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido. Y
puede amar a Dios, que nos abre las puertas del cielo, que nos constituye miembros
de su familia que nos autoriza a hablarle también de tú a Tú, cara a cara.
»Por eso el hombre no debe limitarse a hacer cosas, a construir objetos. El
trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena amor»
“A veces, nuestras caminatas llegaban al monasterio de Las Huelgas, y en otras
ocasiones nos escapábamos a la Catedral. Me gustaba subir a una torre, para que
contemplaran de cerca la crestería, un auténtico encaje de piedra, fruto de una labor
paciente, costosa. En esas charlas les hacía notar que aquella maravilla no se veía
desde abajo. Y, para materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado,
les comentaba: ¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal
con perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra.
Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era oración,
un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa tarea, sabía
perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su esfuerzo: era
sólo para Dios. ¿Entiendes ahora cómo puede acercar al Señor la vocación
profesional? ~ tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será también operatio
Dei, una labor humana con entrañas y perfiles divinos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER,
Amigos de Dios, 65).”