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25 ene 2018

«¿Es pecado la ansiedad?»


por Carlos Rey
En este mensaje tratamos el caso de una mujer que «descargó su conciencia» en nuestro sitio
www.conciencia.net. Lo hizo de manera anónima, como pedimos que se haga; así que, a pesar
de que no se lo había contado a nadie, nos autorizó a que la citáramos, como sigue:
«Soy una joven de veintiún años de edad.... Desde hace más o menos nueve meses he estado
sufriendo de ansiedad. Ha sido una situación muy difícil para mí, y me hace sentir incómoda,
insegura e indecisa.
»Hace dos meses, como última opción, acudí al médico.... Me siento mal por esto. Creo que es
un pecado... y aun dudo de mi salvación porque todo lo que siento va en contra de lo que el
Señor me dice que debo sentir gracias a las promesas de su Palabra.... ¿Es pecado la
ansiedad?»
Este es el consejo que le dio mi esposa:
«Estimada amiga:
»Sentimos mucho que esté sufriendo de ansiedad, pero sentimos aún más que haya sido mal
informada acerca de lo que ésta es.
»La ansiedad no es pecado. Ni lo es la depresión clínica, ni la hipertensión arterial ni la
diabetes. Todas esas son enfermedades producidas por anomalías en el cuerpo. El cerebro, el
corazón y el resto de los órganos del cuerpo se componen de células, hormonas, sustancias
químicas, señales eléctricas y materia orgánica. Es un sistema interconectado tan complejo
que sólo nuestro Dios omnipotente pudo haberlo diseñado y creado.
»Quienes creen que las anomalías en el cerebro son pecado no están enterados de los
resultados de estudios científicos recientes que se basan en escáneres de cerebros en reposo
y de cerebros activos. Los médicos han encontrado partes del cerebro en las que puede
detectarse la ansiedad.1 También han hallado que las personas que tienen padre o madre que
sufre de ansiedad son más propensas a sufrirla por la herencia genética. Se han identificado
varios genes que pudieran conllevar un mayor riesgo de ansiedad y depresión. 2 Todos esos
estudios científicos dan a entender que la ansiedad es una cuestión médica y no un asunto
espiritual. De modo que el acudir a un médico es la opción correcta.
»Usted menciona las promesas de Dios. Las verdaderas promesas de Dios tienen que ver con
su carácter divino. Dios es fiel y siempre estará con nosotros.3 Él nos perdonará nuestros
pecados si se lo pedimos.4 Nos llevará al cielo para estar con Él si aceptamos su perdón y lo
seguimos....5
»Yo sigo a Cristo porque confío en Él. Cuando estoy enferma, no dudo de que me ama y no
pienso que me esté castigando. Acudo al médico y tomo los medicamentos que me receta.
Claro que le pido a Dios que me sane, pero le confío a Él que decida cómo ha de contestar mi
oración. Si alguien trata de convencerme de que estoy enferma porque he pecado, perdono su
ignorancia de las Sagradas Escrituras y su información equivocada. Le sugiero que haga usted
lo mismo.»
Con eso termina lo que Linda, mi esposa, recomienda en este caso. El caso completo, que por
falta de espacio no pudimos incluir en esta edición, puede leerse con sólo pulsar la pestaña en
www.conciencia.net que dice: «Casos», y luego buscar el Caso 475.

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