En nuestro país, como en otras latitudes, en los años 60s y 80s, esta radicalización del
movimiento estudiantil fue capitalizado por organizaciones, que bajo la tesis política del
campo a la ciudad, sacaron de las universidades a sus mejores y más abnegados cuadros
estudiantiles para llevarlos al monte y hacer la revolución. Pero, la realidad no les daría la
razón. Estos métodos de lucha y sus respectivos planteamientos políticos, estuvieron
separados de la concepción marxista de la revolución, la cual da el lugar a la clase obrera como
el sujeto político de vanguardia. Estas tácticas y estrategias que hacían eje en principalmente
el campo”, aislaron a estos valientes compañeros de todo el proceso de La Lucha de clases que
se estaba desarrollando en esos momentos en las ciudades, por considerar el Campo Principal
y la ciudad (solamente) complemento (en otro documento posterior ahondaremos sobre este
tema especifico).
La historia de la Lucha de clases nos enseña que tanto el reformismo parlamentario como el
reformismo armado hacen mucho daño al movimiento obrero, popular y por supuesto al
movimiento estudiantil.
las tradiciones de la I Reforma Universitaria y sus líderes como José Carlos Mariategui, entró en
escena.
Fue el movimiento estudiantil, por su carácter rebelde (espíritu de cambiar las cosas para bien)
y como caja de resonancia de la lucha de clases, el que salió a manifestarse, primero por la
restitución del Tribunal constitucional, en noviembre 1997 y después contra la autoritaria
pretensión de la re-reelección de Alberto Kenya Fujimori Fujimori.
Además, debemos mencionar el rol de “aparato” que han hecho de la Federación de Estudiantes
del Perú (FEP) los diversos grupos políticos de derecha e izquierda. Esta es una de las razones
por la cual el movimiento estudiantil no ha podido tener una representación nacional sólida, con
un programa y perspectivas realmente democráticas.
En esta oportunidad fueron las universidades UNT(Trujillo), UNA(Puno) y UNI(Lima), las que
pusieron al régimen Toledista “entre la espada y la pared. Las tomas de Universidades,
movilizaciones y marchas de sacrificio a Lima, fueron los métodos de protesta para hacerse
sentir. En el caso de las universidades del interior, la marcha de sacrificio fue acompañada por
paralizaciones de sus respectivos pueblos.
La propia dinámica creó, en Lima, un Frente Nacional de Estudiantes (FRENAE). Pero por
problemas de método democrático (por no consultar con las demás universidades del interior y
por no incluir a los demás sectores educativos como escuelas, institutos, etc.) además del
problema interno entre compañeros de las diferentes organizaciones, por querer imponer su
orientación política, es que este organismo estudiantil fracasó. Es cierto que jugó un rol
importante porque incluso se llegó a plantear el Voto Universal y la II Reforma Universitaria,
pero por la falta de claridad dirigencial (comisión interventora de la ANR, revocatoria del rector,
etc.) se perdió la oportunidad histórica de aglutinar al movimiento estudiantil a través de un
referente nacional, el cual era la exigencia y necesidad de los estudiantes para una centralización
de sus luchas a un nivel superior.
Sin embargo, se lograron victorias parciales como la caída de los rectores en la UNT y UNA
(aunque la lucha en la UNI fue derrotada por algunas razones mencionadas anteriormente). Esto
fortaleció al movimiento universitario. Pero después de dos años, nuevamente vuelven los viejos
problemas: Corrupción, dictadura para elegir los rectores y decanos, no se discute el
presupuesto, etc. Que en esencia plantea la cuestión de la democracia al interior de los centros
estudiantiles.
En todo este proceso de avances y retrocesos, se debe tener en cuenta el papel cumplido por
organizaciones estudiantiles con sus plataformas de lucha, como la Federación de Estudiantes
del Perú y la Federación Universitaria de San Marcos, así como por las distintas agrupaciones
políticas estudiantiles de izquierda las cuales en medio de contradicciones bregaban por darle
una dirección política al movimiento estudiantil en medio de la agudización de la lucha de clases;
cabe resaltar el importante papel que cumplió el movimiento clasista al interior del movimiento
universitario.
Durante la década de los noventa la situación daría un revés. El gobierno autoritario de Fujimori
y Montesinos interviene la universidad, con el fin supremo de acabar con la subversión y destruir
al movimiento universitario, esto enmarcado dentro de la tres tareas que el estado llevó
adelante: reimpulsar el capitalismo burocrático, reestructurar el estado y acabar con los alzados
en armas. Los militares dentro de San Marcos realizan una serie de abusos como extorsiones,
detenciones arbitrarias, golpizas, vejación a las muchachas universitarias y por último los
asesinatos y desapariciones de los estudiantes. Ante esto el movimiento estudiantil reaccionó
de manera contundente. Pero es a partir de 1993, cuando hay cambios drásticos en la política
nacional, donde el movimiento estudiantil en San Marcos se empieza a fragmentar y el Estado
logra imponer sus planes: el control de la universidad y la implementación de su política de
privatización, restringiendo la educación a las clases populares; todo ello derivó de la carencia
de una dirección política, abriéndose un periodo de oscurantismo dentro de la universidad y la
sociedad. Se trata de formar ya no al estudiante ligado a su realidad, sino al “estudiante-
empresario” individualista y escéptico, indiferente a la situación social del país. Pero los
movimientos por mayor democracia en la universidad se desenvolverían durante los fines de los
noventa; grandes movilizaciones logran retirar a los militares y a las autoridades interventoras
en San Marcos, emprendiendo así una nueva lucha, la lucha por la democratización de la
universidad y de recuperar los derechos justamente ganados antes de la intervención. La
intervención concluye en el año 2000 con la caída del régimen autoritario de Fujimori y
Montesinos, y la organización estudiantil a nivel nacional emprendería un nuevo proceso de
reconstitución y de avances.
Ahora más que nunca la realidad nos demanda a actuar, y recoger lo que nos ha dejado el
proceso vivido durante las décadas del ochenta y noventa. Ya que no podremos entender a
nuestra universidad si no comprendemos mínimamente su proceso. Es más que una necesidad
construir una universidad para nuestro pueblo y producir intelectuales al servicio de este.