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I.

SELECCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS Y TÉCNICAS


DE INTERVENCIÓN

La conducta de desobediencia de MR se encuentra mantenida por una tasa de


reforzamiento positivo bajo un programa de razón variable, puesto que, tal como se
determinó a partir del análisis funcional de la conducta, al emitir instancias tales como
llorar, gritar, ignorar las peticiones de la madre, lanzar objetos y/o mostrarse inquieta, la
paciente obtiene atención por parte de la madre, dando cuenta de que el principal tipo de
reforzamiento al que accede tras emitir la conducta es de tipo social.
Entonces, teniendo en cuenta el paradigma de mantenimiento, se hace necesario el
uso del procedimiento de extinción para lograr el objetivo de disminuir la frecuencia de la
conducta de desobediencia, pues se corresponde con una interacción aversiva con la
madre y demás cuidadores significativos. Con respecto a esto, se parte del principio de
que si la conducta es mantenida por reforzamiento positivo, el cese completo de este,
causará una disminución en la frecuencia de la respuesta, conformándose un
procedimiento de extinción (Martin y Pear, 2008). Específicamente, se pretende que la
madre impida el acceso al reforzamiento que mantiene el comportamiento ante la
ejecución de la conducta de desobediencia, logrando disminuir la probabilidad de que
ante circunstancias similares, se presente dicha conducta problema.
Adicionalmente, con el objetivo de garantizar la eficacia del procedimiento de
extinción, es necesario instaurar un programa de reforzamiento positivo de las conductas
adecuadas, alternativas e incompatibles a la conducta problema del paciente, puesto que
“la extinción es más efectiva cuando se combina con reforzamiento positivo de alguna
conducta alternativa” (Lerman y Iwata, 1996, c.p. Martin y Pear, 2008, p. 67). En este
sentido, se entiende por reforzamiento positivo al proceso en el que tras la presentación
contingente a alguna conducta de algún evento, acontecimiento u objeto, se cumple con
la función de aumentar la probabilidad de que ante circunstancias similares se emita la
conducta (Martin y Pear, 2008).
En concordancia con esto, se hace necesario el procedimiento de reforzamiento
diferencial de otras conductas, en aras de dar cumplimiento con el objetivo de aumentar la
frecuencia de la conducta de obediencia y conductas alternativas e incompatibles a la
conducta problema. Por tanto, se plantea en primer lugar, un programa de reforzamiento
positivo de razón 1, para aumentar la frecuencia de las conductas adecuadas
incompatibles a la conducta problema, teniendo en cuenta que es una conducta que ya
forma parte del repertorio del paciente pero que se presenta con una tasa variable.
Posteriormente, se transformará en un programa de razón variable, dando prioridad al
reforzamiento social y de actividad en lugar del tipo tangible, garantizando así, el
mantenimiento en el tiempo y la estabilidad de la frecuencia de conductas delimitadas
como adecuadas.
También, es necesario incidir sobre las variables disposicionales de la interacción que
si bien no forman parte de la secuencia funcional, influyen sobre esta. En el caso
particular, se pretende entrenar a la madre en técnicas de relajación muscular y por medio
de la respiración con la finalidad de que sea capaz de afrontar la conducta problema en
un estado de relajación, facilitando así la administración adecuada de las técnicas de
modificación de conducta apropiadas, ya que en ocasiones la madre ha manifestado que
pierde el control de sus reacciones emocionales, llegando a pellizcar a la paciente y/o
apretar con fuerza su brazo. Igualmente, se hace necesaria la reestructuración cognitiva
de las creencias asociadas a la maternidad de la madre, ya que se ha notado que estas
indicen sobre el estilo de crianza que pone en práctica, conformándose en un estilo
sobreprotector bajo la percepción referente a que su papel de madre gira en torno a
proporcionarle a su hija todas las facilidades posibles, la madre dedica altas tasas de
atención y afecto a la paciente, dejando de lado el control efectivo de conductas
disruptivas.
Asimismo, es necesario modificar, como variable disposicional de la paciente, el estilo
comunicativo de la paciente, que se ha mostrado como agresivo y demandante de altas
tasas de atención, por lo que se plantea entrenamiento en relajación muscular y por
medio de la respiración, además de actividades de entrenamiento en autorregulación
conductual adaptadas a la edad de la paciente, con el objetivo de que sea capaz de
discriminar sus emociones y/o sensaciones corporales ejerciendo estrategias de control
para adaptarlas a los requerimientos de las situaciones que se le presentan. Se pretende
entonces, que la paciente sea capaz de esperar turnos para hablar, respete las normas de
cortesía y aprenda a identificar, expresar y controlar sus emociones de acuerdo a la
situación. Todos estos procedimientos se administraran bajo la forma de la técnica de
entrenamiento para padres desarrollada a continuación.

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