Las historias y entramados tras las distintas órdenes que se desarrollan en torno al
cristianismo datan de años y tienen mucho que contar.
"Papa negro", "ejército en la sombra", los jesuitas, que tienen al primer Papa de su
historia, tienen una reputación contrastada, pero la elección del nombre del nuevo
pontífice, Francisco, se refiere a los valores fundadores de estos "servidores de la
Iglesia", en primera línea en la defensa de los pobres.
"Los prejuicios y estereotipos sobre los jesuitas son tan válidos como los que dicen
que las parisinas tienen el ceño fruncido y son antipáticas", ironiza el historiador
católico italiano Alberto Melloni, interrogado por la AFP. "Es una gran familia en la
que hay de todo, grandes conservadores y grandes reformadores, incluidos
algunos fundadores de la teología de la liberación", explicó.
Henri Tincq, exvaticanista del diario francés Le Monde, explicó el jueves en la web
slate.fr la "leyenda negra" de esta orden religiosa por, de un lado, la "disciplina
jesuita, la sumisión a toda prueba perinde ac cadaver (como un cadáver), la ley del
secreto, la obediencia absoluta al Papa, el papel de los jesuitas en la erradicación
de las herejías protestantes y jansenistas, con la voluntad de influenciar las élites
burguesas" a través de la
educación.
Pero según los vaticanistas, los cardenales electores reunidos en cónclave secreto
no han elegido para nada al argentino Jorge Bergoglio por su pertenencia a la
Compañía de Jesús. Sino por sus cualidades de arzobispo-misionero siempre
dispuesto a recorrer las parroquias desfavorecidas a las que llega en metro o a pie
y capaz incluso de lavarle los pies a toxicómanos.
"No es como si hubiera habido un club de cardenales jesuitas que lo eligió. ¡Era el
único jesuita del cónclave!", dijo a la AFP el sacerdote Louis Boisset, ironizando
sobre la potencia sobrestimada que se presta a su orden religiosa que sólo cuenta
con 19.000 miembros diseminados por 150 países.