Tomado de http://masscience.com/2016/06/27/globalizacion-perdida-de-identidad-local/
Pero, ¿la globalización es homogeneidad o es una nueva dimensión donde hay un feed-back
entre ideologías dominantes y resistencias? En este sentido, a pesar de que el rasgo cultural de
la globalización es la desterritorialización de las relaciones sociales y de la cultura, es decir, que
los significados pasan de los lugares a los flujos, esto no significa que los significados
desaparezcan en las redes, sino que lo local se reconstruye, se reafirma y se reterritorializa.
La identidad local se caracteriza por la coexistencia de unos rasgos que tienen que ver con la
comunidad (sentimientos y significados compartidos) y con la localidad, es decir, un sitio
geográficamente diferenciado poseedor de un espíritu específico (genius loci). Raymond
Williams (1977) llama estructura de sentimiento a este fenómeno y lo define como conciencia
subjetiva derivada del hecho de vivir en un lugar particular con el que los individuos desarrollan
profundos sentimientos de apego a través de experiencias y de memoria. Así, los lugares son
territorios de memorias y experiencias compartidas que sirven de anclaje para la relación y que
dan lugar a sentimientos de identidad y a un profundo sentimiento de pertenencia a un lugar y de
amor por él (topofilia).
Pero, ¿la identidad local desaparece en la época de la globalización? No. La identidad está
muy enraizada y depende de los significados que le dan las personas.
En este sentido, habría que superar la visión economicista “esencializadora” de la globalización,
para pasar a preguntarnos por la visión emic que tienen los sujetos. Este aspecto fenomenológico
es el que se han interesado varios antropólogos hermeneutas, ya que como dice Clifford Geertz
(1987), debemos estudiar la interpretación que da la gente de los significados profundos
(significación vs. representación); o como dice John Tomlinson (2003) debemos analizar cómo
la gente interpreta lo que le llega “desde arriba”.
De este modo, si entendemos la cultura como atribuciones de significado, cada cultura interpreta
lo que le llega desde arriba; y así, la globalización se convierte en la oportunidad de que la
cultura se inscriba en el mundo de los flujos sin dejar el de los lugares (Barcellona, 1992;
Castells, 1998). Es decir, los lugares siguen existiendo e interpretan lo que les llega de los flujos.
Por lo tanto, el trasvase de la globalización no va sólo en una dirección, afirmar esto sería ver
una cara de la moneda. El proceso es doble y no hay que olvidarse del aspecto hermenéutico de
la cultura: la indigenización de lo que llega de la cultura global.
En este sentido, Tomlimson (2003) afirma que todos los que consideran que la globalización es
imperialismo occidental olvidan el aspecto hermenéutico, fenomenológico de la cultura. Es decir,
lo local indigeniza lo que viene de la cultura global, constituyendo los entresijos de la
indigenización que conforman la globalización “desde abajo”.
Es cierto que la postmodernidad produce no-lugares, pero también hay una vuelta a
la valorización de lo diferente, así como una mercantilización de los lugares, que solo
sobreviven si se meten en el mercado. Otras maneras de pertenencia de lo local en la
postmodernidad es la resistencia, como los movimientos anti-globalización, o la producción de
meeting points, lugares de mezcla: abiertos, porosos e híbridos.
2. Construye un párrafo de cuatro o más oraciones que recoja el contenido del texto.
3. ¿Las ideas expuestas en este discurso son coherentes? Justifica tu respuesta.
5. ¿Cómo define el autor el término “identidad local”? ¿Estás de acuerdo con él, justifica
tu respuesta?
7. Si pudieras ofrecer alguna sugerencia al autor para que mejore su texto, ¿cuál sería?