Información fiable sobre conductas sexuales claramente inapropiadas de las figuras parentales (o
de otros adultos) hacia el menor o de las que éste es testigo.
Informe médico que confirma existencia de abusos sexuales o indica sospechas importantes de
que están ocurriendo
Embarazo
Masturbación compulsiva
Variante peculiar de los juegos de “médicos”, “los novios” o “el papá y la mamá”
Realiza juegos sexuales con otros niños, niñas o adolescentes mucho menores o que están en un
momento evolutivo distinto
Una de las figuras parentales o un miembro de la familia del menor manifiesta sus sospechas de
que el abuso está ocurriendo
Hay información o se sospecha de conductas sexuales por parte de los adultos que viven con el
menor que resultan “dudosas” en cuanto a su adecuación
Indicadores inespecíficos
Indicadores físicos:
Enuresis y encopresis en niños, niñas o adolescentes que ya habían logrado el control de esfínteres
Retraimiento social
Preescolares:
Hiperactividad
Conductas regresivas
Escolares y preadolescentes:
Retraimiento llamativo o, por el contrario, hostilidad y agresividad exacerbada en el hogar, y/o con
sus amigos/as y compañeros/as de estudios
Sobreadaptación, pseudomadurez
Conflictos con las figuras de autoridad, junto con una marcada desconfianza hacia los adultos
significativos Pequeños robos
Adolescentes:
Retraimiento, sobreadaptación
Consumo de drogas
Delincuencia
Actos de naturaleza sexual impuestos a un niño, niña o adolescente, por persona adulta p mayor
que él, con el fin de obtener gratificación sexual.
-Exhibicionismo
-Voyerismo
-Mostrar material sexualmente explícito
-Exponer a presenciar actos sexuales
Más frecuente:
-Caricias
-Masturbación
-Coito
Fase I de Preparación:
-Vínculo de confianza
-Maniobra de favoritismo donde se comparte un “vínculo especial”
-Se selecciona el momento y el lugar adecuado para tener acercamiento con los niños
-Puede ser accidental (ofensor sorprendido, niño presente signos físicos evidentes de abuso)
-Puede ser intencional (generalmente algo motiva a que el menor hable)
Es imposible afirmar que haya un perfil definido de la víctima o hay rasgos característicos capaces de
identificar o etiquetar a la víctima de violencia psicológica y/o física. Las mujeres maltratadas, no difieren en
sus características de la población general.
Los rasgos que la mujer presenta tras las agresiones son los que efectivamente dan lugar a cambios
importantes en su personalidad.
En la mujer no hay un factor determinante para que se produzca la violencia siendo indiferentes las
características de su personalidad; la característica principal de la víctima es sencillamente ser mujer. No es
consistente la afirmación de que hay más o menos probabilidad de ser víctima la mujer que, por ejemplo, es
ama de casa, o que tiene o no ingresos económicos y un status social determinado, o que es pasiva u hostil, o
que ingiere alcohol o emplea violencia con sus hijos, o que tiene un nivel de educación alto o bajo, o que tiene
alta o baja auto-estima.
La victimización de las mujeres puede ser mejor comprendida como la realización de una conducta masculina.
Hay que subrayar que la mujer víctima de agresión desarrolla diversos mecanismos de defensa internos que
la llevan a una pasividad, a una especie de estado catatónico permanente, dando la sensación de estar con
apatía y desinterés por todo lo que está a su alrededor.
Generalmente las mujeres maltratadas están constantemente aterrorizadas con su experiencia, no son
violentas y solo usan la violencia en defensa propia. Con lo cual, la personalidad de las mujeres víctimas de
violencia se va moldeando y se acaba definiendo con el transcurso del maltrato por algunos rasgos típicos:
Sometimiento al grupo.
Sentimiento de culpabilidad.
Baja autoestima.
Pueden mostrarse en exceso suspicaces por los mismos motivos e hipervigilantes en el ambiente.
Huye del conflicto hasta que éste se acaba expresando de forma explosiva e inapropiada.
Tiene excesiva complacencia y el deseo de agradar a otras personas. En otras palabras, suele
esperar ser capaz de hacer 'todo' tan perfectamente como su pareja-maltratador desea.
Cuando falla en semejantes expectativas irrealistas la mujer se siente culpable. Ante tales
posibilidades de entrega y sacrifico total, la mujer - que ha interiorizado las pautas sociales según las
cuales ella es la principal responsable por el mantenimiento de la paz conyugal y de la armonía
familiar, y siendo incapaz de asumir el fracaso -se empeña en comportamientos sumisos ante
hombres que no pueden o quieren quererlas y, por lo tanto, se encuentra en un callejón sin salida.
Inhibición de la expresividad.
Habrá que recalcar que la mujer víctima de violencia, además de ser víctima del agresor, es víctima del
contexto social que la responsabiliza.
Si se tuviera que definir un perfil de conducta de las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas,
éste sería más o menos así:
Tienen perfectamente asumido su rol sexual y las obligaciones que se derivan de él.
Existen una serie de cogniciones, previas al comienzo del abuso conyugal, que pueden contribuir a
que aumente su situación de vulnerabilidad una vez que ocurre la violencia.
Conservan actitudes y creencias sexistas, tales como el deber primordial como esposas y madres de
cuidar a sus maridos e hijos, sacrificando su propio cuidado, o el hecho de educar de modo diferente
a sus hijos con respecto a sus hijas.
Desarrollan un sentimiento de culpa y de baja autoestima, ésta como consecuencia del mal trato que
reciben, tienen creencias negativas de su-imagen, se creen incompetentes incapaces de
desenvolverse en el entorno afectivo, sexual o laboral.
Rasgos de la Víctima
Siente gran ambivalencia-sentimientos encontrados, como por ejemplo, le da mucha rabia el haber
sido agredida, pero siente que fue su culpa el que le pegaran, "que lo merecía".
Se siente completamente incapaz e impotente para resolver su situación, debido a que siempre ha
sido controlada y dominada.
Ha sido socializada para pensar que los golpes son cosa normal en el matrimonio.
Cree que nadie la puede ayudar a resolver su problema, excepto ella misma.
Exhibe o demuestra una gran resistencia y una actitud de aceptación pasiva. Sin embargo, tiene la
fortaleza para manipular y manejar el ambiente, de manera que el incidente no le cause la muerte.
Consecuencias
La violencia, expresada en cualquiera de sus formas, tiene consecuencias no sólo para el propio bienestar de
la mujer, sino también para el de sus familias y comunidades. Abarca consecuencias tanto en el plano de la
salud física, psicológica y sexual como costos sociales y económicos.
El papel de víctima se caracteriza porque la persona debe sufrir, aceptar la carga de la "culpa" y hacerse
responsable por los platos rotos. Se le cataloga como cobarde, que ni siquiera se defiende; huye, corre o pide
perdón, se humilla y suplica. La falta de respeto y dignidad provocan el coraje y la maldad de su verdugo. Su
imagen es de poca seguridad, baja autoestima y poco poder personal.
La víctima depende del qué dirán los demás, busca su aprobación; cree que algo anda mal en su vida para
justificar su papel y alberga la idea de que merece todo lo que le pasa. La sombra de la culpa siempre le
acompaña y su vida está controlada por las circunstancias u otras personas, quienes tienen la habilidad de
criticarla, juzgarla y sentenciarla. El ambiente emocional de esta mujer es de inseguridad y temor hacia el
mundo externo, por lo que está dispuesto a aguantar todo con tal de no quedarse sola, prefiere verse como
buena y así curarse en salud.
En contraparte, existe el papel de victimario, quien justifica hasta el uso de violencia con la idea de corregir,
extirpar, destruir todo lo que atenta contra las buenas costumbres. El victimario no tolera los errores, los
olvidos, el bajo desempeño académico, la falta de humildad, la falta de respeto, la flojera, la ineptitud, el
fracaso, etcétera. Este personaje justifica el "hacer justicia" como un deber moral o un poder que le fue
conferido, como si tuviera en sus manos la tarea de controlar y dominar a los demás, sobre todo a quienes
son débiles o desvalidos. El agresor se convierte en maestro de la víctima y la someterá cuantas veces sea
necesario hasta que ésta decida defender su dignidad y darse a respetar.
El agresor y la víctima son una pareja, un equipo, dos lados de la misma moneda. El agresor vive dentro de la
víctima y ésta vive dentro del agresor, llegando a hacer una mancuerna "perfecta".
Las mujeres que aguantan una relación abusiva deben estar locas.
El amor es una trampa y las relaciones de pareja están fuera del propio control.
La familia es la forma habitual en el ser humano de vivir y hay que sufrir, aguantarse y esforzarse.
Las mujeres agredidas podrían poner fin a las agresiones cambiando su propia conducta.
Perfil de la mujer maltratada
Mayo 2016
El maltrato suele aparecer siempre de la misma manera y ocasiona en las mujeres efectos
comunes. Puede aparecer en una mujer de cualquier clase social. Aunque no existe un perfil
único de mujer maltratada, existen una serie de características comunes en todas las víctimas:
el abuso se inicia entre los 17 y 28 años; en la mitad de los casos hay antecedentes de
episodios depresivos previos al abuso, y la dependencia o tendencia a establecer relaciones
asimétricas con el otro sexo, aceptando reglas patriarcales en la relación.
La infancia
A menudo la mujer ha sufrido malos tratos en la infancia y ha desarrollado una baja
autoestima y una alta tolerancia a la violencia, ya que se trata de un modelo aprendido antes.
Baja autoestima
La autoestima y el valor que estas personas se dan a sí mismas es muy bajo: esto no tiene
nada que ver con su nivel intelectual. A menudo son mujeres con un historial muy pobre de
cariño y afecto. Procedentes de familias en las que se han valorado otras cosas, están
acostumbradas a ser poco valoradas por el entorno o a que no se les preste atención, con
que, cuando su pareja lo hace en los primeros momentos, les resulta algo normal o al menos
conocido. Lo pueden incluso aceptar como parte habitual en sus relaciones y no se quejan
hasta que es demasiado tarde.Realmente, el hecho de tener alguien con quien compartir sus
vidas, las convierte en muy dependientes de esta relación y es un factor que ayuda a la
perpetuación del problema.
El gran secreto
Una faceta del maltrato terrible, más incluso que el maltrato en si, es el secreto en el que se
convierte. No se cuenta porque averguenza. No se cuenta porque, en el fondo se piensa que
quizás o seguro, nos lo merecemos por no ser como deberiamos. Cuando una mujer no se
atreve a confesar este secreto es que no tiene apoyo a su alrededor, ni en la familia ni en los
amigos. Por eso es tan importante la labor de profesionales.
Progresivo aislamiento
Una víctima de maltrato cada vez se encuentra más aislada de su entorno social: sus
relaciones sociales disminuyen desde el principio, ya que el maltratador le inculca el miedo
para que no pueda comunicarse con nadie.