NORMA CONSTITUCIONAL-Adición
GENOCIDIO-Orígenes
GENOCIDIO-Crimen internacional
GENOCIDIO-Crimen de crímenes
APARTHEID/TORTURA
SOBERANIA-Sentido jurídico/SOBERANIA-
Límites/ORGANISMOS INTERNACIONALES Y SOBERANIA
DEL ESTADO
La soberanía en sentido jurídico confiere derechos y obligaciones a los
Estados, quienes gozan de autonomía e independencia para la regulación
de sus asuntos internos, y pueden aceptar libremente, sin imposiciones
foráneas, en su condición de sujetos iguales de la comunidad internacional,
obligaciones orientadas a la convivencia pacífica y al fortalecimiento de
relaciones de cooperación y ayuda mutua. En ocasiones ello puede requerir
la aceptación de la competencia de organismos internacionales sobre
algunos asuntos de competencia nacional, o la cesión de algunas
competencias nacionales a instancias supranacionales. De conformidad con
la jurisprudencia de esta Corte, tal posibilidad es compatible con nuestro
ordenamiento constitucional, siempre que tal limitación a la soberanía no
suponga una cesión total de las competencias nacionales.
PENA-Reclusión a perpetuidad
ACTO LEGISLATIVO-Autorización de tratamiento diferente para los
crímenes de competencia del Estatuto de Roma
Las normas del Estatuto surten efectos dentro del ámbito de la competencia
de la Corte Penal Internacional. Las disposiciones en él contenidas no
remplazan ni modifican las leyes nacionales de tal manera que a quien
delinca en el territorio nacional se le aplicará el ordenamiento jurídico
interno y las autoridades judiciales competentes al efecto son las que
integran la administración de justicia colombiana. Lo anterior no obsta
para que las autoridades colombianas cuando cooperen con la Corte Penal
Internacional y le presten asistencia judicial, en los términos de las Partes
IX y X del Estatuto y demás normas concordantes, apliquen las
disposiciones del tratado dentro del ámbito regulado en él. En algunas
materias, estas disposiciones del Estatuto pueden requerir desarrollos
normativos internos para facilitar la cooperación.
Magistrado Ponente:
Dr. MANUEL JOSÉ CEPEDA
ESPINOSA.
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA
D E C R E T A:
COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
En todo caso anota, que la Constitución fue modificada por el Congreso para
poder incorporar el Estatuto de Roma al ordenamiento colombiano. Al
respecto dice: (...) En todo caso, cualquier dificultad que se vislumbrara para
la incorporación del Estatuto a nuestra legislación interna, quedó franqueada
con la expedición del Acto Legislativo N° 2 de 2001 (F 14). (...) Removido
en esta forma, cualquier óbice constitucional, se entiende que la competencia
de la Corte Penal Internacional puede ser aceptada por el Estado colombiano
en los términos establecidos en el Estatuto, y que sus normas son de carácter
excepcional y únicamente válidas para los efectos del mismo Estatuto. En
otras palabras, para los efectos de esta Convención, se enmendó de manera
especial y directa la Constitución Política, esto es sin permitir que algunas
particularidades se puedan extender con amparo del Acto Legislativo N° 2
de 2001 a la Justicia interna. Así, Colombia puede asumir la Corte Penal
Internacional, porque su propia Constitución lo admite y ha autorizado su
competencia, en los términos del Tratado de Roma (F 15).
1
Gaceta del Congreso N° 77 de marzo 20 de 2001. Pág. 3 (cita del interviniente).
Sostiene que la universalidad de los derechos humanos se expresa en que (i)
"su garantía y protección no es asunto exclusivo del derecho interno de los
Estados"; (ii) en que la dignidad humana "convierte a la persona humana en
un sujeto de Derecho Internacional"; y (iii) en que "si un Estado
constitucional funda su legitimidad en el respeto de la dignidad humana y,
por ende, en la primacía de los derechos humanos, todo Tratado de Derechos
Humanos tiene la misma fuerza normativa de los preceptos constitucionales
(art. 93 CN)" (F 12).
Señala que "la Corte Penal Internacional fue creada y aprobada en la ciudad
de Roma el 17 de julio de 1998 con 120 votos a favor, 7 en contra y 21
abstenciones" (F 1), que para su entrada en vigor, se requería de la
ratificación de por lo menos 60 Estados y que es una entidad de carácter
permanente que cuenta con jurisdicción para perseguir a quienes comentan
los más graves crímenes: “genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes
de guerra y agresión”.
La expedición de la Ley 742 de 2002 cumplió los requisitos establecidos en
la Constitución respecto de las normas aprobatorias de tratados. Además, la
ley en cuestión se aviene a lo prescrito en los artículos 226 y 227, relativos a
los principios que guían a Colombia en materia de relaciones
internacionales.
El Defensor cita a Cherif Bassiouni, quien sostiene que para que la Corte
Penal Internacional pueda ejercer su competencia respecto de un crimen,
"éste debe haber sido cometido en el territorio de un Estado miembro o por
uno de sus nacionales. Asimismo, la Corte Penal Internacional puede ejercer
su competencia si un Estado que no es parte lo acepta y el crimen ha sido
cometido en el territorio de ese Estado o el acusado es nacional del mismo.
La competencia de la Corte Penal Internacional se basa en el principio
universalmente reconocido de la territorialidad y no sobre el criterio de la
jurisdicción penal universal. Incluso cuando el alcance de la competencia de
la Corte sea universal, esto no supone que estemos ante una aplicación de la
teoría de la competencia universal, salvo en el caso de las remisiones del
Consejo de Seguridad, que no se vinculan a la territorialidad de ningún
Estado, sea Estado Parte o no"2.
Con base en este resumen, se concluye que "[…] es posible afirmar que en
Colombia se habrían podido presentar algunas objeciones de carácter
constitucional al Estatuto de Roma. Por esta razón, y consciente de la
trascendencia mundial de este Instrumento internacional, la Defensoría del
Pueblo lideró el proceso de reforma constitucional, con el apoyo decidido
del Congreso de la República […]. El artículo 93 de la Constitución Política
reformado se convirtió así, en la plataforma constitucional habilitante, que
permitió al Gobierno Nacional presentar al Congreso, el 15 de marzo de
2002, el proyecto de ley aprobatorio del Estatuto. El proyecto se transformó
en la Ley 742, el 5 de junio pasado" (F 17).
Para terminar el Fiscal General dice que “con fundamento en las anteriores
consideraciones solicito a la Corte Constitucional declarar constitucional la
Ley 742 de 2002, que incorpora el Estatuto de Roma creador de la Corte
Penal Internacional por ajustarse a nuestra Carta Política” (folio 6).
6. Intervenciones ciudadanas
4
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia del 29 de julio de 1988, caso Velázquez Rodríguez
(Cita del interviniente).
respecto de la aplicación del Estatuto de Roma, pues éste no admite reservas,
lo cual hacía necesario adaptar la Constitución antes de aprobar el Tratado.
Agrega que, de acuerdo con lo establecido en las sentencias C-574 de 1992 y
C-225 de 1995, las normas de derecho internacional humanitario hacen parte
del bloque de constitucionalidad, y que la jurisprudencia de esta Corporación
ha reconocido que los principios que lo fundan "tienen el carácter de normas
imperativas o de ius cogens" (F 9).
El ciudadano Ernesto Rey Cantor intervino en este proceso para solicitar que
se declare la exequibilidad de la Ley 742 de 2002 aprobatoria del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional y de dicho tratado.
7
Cfr.folio 8 del concepto enviado por el Procurador.
naturaleza permanente en oposición a las jurisdicciones ad hoc y
temporales que fueron reconocidas en el pasado.”8
12
Cfr. folio 17 del concepto enviado por el Procurador.
internacional cuando los aparatos judiciales internos de los países
afectados no han cumplido con el deber de hacerlo.”13
“ [Esto] significa, por una parte, que tales mínimos, los del
Estatuto, sólo operarán en relación con los delitos cuya
investigación y juzgamiento acometa la Corte Penal Internacional
y no para cuando el Estado colombiano esté ejerciendo su
jurisdicción. Lo cual quiere decir que por fuera de la investigación
y juzgamiento de tales conductas por la Corte Penal Internacional,
los mínimos contemplados en dicho Estatuto no procederán en
nuestro ordenamiento interno, pues la jurisdicción penal que ejerce
el Estado colombiano frente a cualquier delito, incluidos aquellos
señalados en el artículo 5 del Estatuto de Roma, debe tener como
15
Cfr.folio 24 del concepto enviado por el Procurador.
pilar infranqueable las garantías mínimas que nuestra Constitución
ha instituido frente al ejercicio de ius punendi del Estado.”16
18
Cfr.folio 31.
19
Corte Constitucional, Sentencia C-468/97, MP: Alejandro Martínez Caballero.
“Este control constitucional de los tratados internacionales se
caracteriza porque es previo al perfeccionamiento del tratado,
pero posterior a la aprobación del Congreso y a la sanción
gubernamental; es automático, por cuanto no está supeditado a la
presentación en debida forma de una acción ciudadana sino que la
ley debe ser enviada directamente por el Presidente de la
República dentro de los seis días siguientes a la sanción
gubernamental; es integral, en la medida en que la Corte debe
analizar el aspecto formal y material de la ley y el tratado,
confrontándolos con todo el texto constitucional; tiene fuerza de
cosa juzgada, pues la Corte debe "decidir definitivamente sobre la
exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los
aprueban" (CN art. 241-10), lo que excluye la revisión posterior
por vía de acción pública de inconstitucionalidad; y, finalmente,
es una condición sine qua non para la ratificación del
correspondiente acuerdo, esto es, para que el respectivo convenio
pueda surgir como acto jurídico en el ámbito internacional”.
20
Ver entre muchas otras, las sentencias C-378/96, MP: Hernando Herrera Vergara; C-682/96, MP: Fabio
Morón Díaz; C-400/98, MP: Alejandro Martínez Caballero; C- 924/00, MP: Carlos Gaviria Díaz.
21
Ver Corte Constitucional, Sentencias C-468/97, MP: Alejandro Martínez Caballero; C-376/98, MP:
Alejandro Martínez Caballero; C-426/00, MP: Fabio Morón Díaz ; C- 924/00, MP: Carlos Gaviria Díaz.
los funcionarios intervinientes– así como la formación de la ley aprobatoria
en el Congreso y la debida sanción presidencial del proyecto
correspondiente. En cuanto al examen de fondo, éste consiste en juzgar las
disposiciones del texto del tratado internacional que se revisa y el de su ley
aprobatoria, respecto de la totalidad de las disposiciones del Ordenamiento
Superior, para determinar si las primeras se ajustan o no a la Constitución
Política, independientemente de consideraciones de conveniencia y
oportunidad, las cuales son extrañas al examen que le compete efectuar a la
Corte Constitucional.
22
Según lo dispuesto en el artículo 204 del Reglamento del Congreso, los proyectos de ley aprobatorios de
tratados internacionales se tramitan por el procedimiento legislativo ordinario o común, con las
especificidades establecidas en la Carta (sobre la iniciación del trámite de la ley en el Senado de la
República, artículo 154, CN) y en el reglamento sobre la posibilidad del presentar propuestas de no
aprobación, de aplazamiento o de reserva respecto de Tratados y Convenios Internacionales (art. 217de la
Ley 5ª de 1992). En relación con esta posibilidad, en la Sentencia C-227 de 1993, MP: Jorge Arango Mejía,
la Corte señaló que durante el trámite de un proyecto de ley que aprueba el tratado, pueden presentarse
propuestas de no aprobación, de aplazamiento o de reserva respecto de tratados y convenios
Internacionales.
23
El artículo 19 de la Convención de 1969 sobre derecho de los tratados dice: “ Un Estado podrá formular
una reserva en el momento de firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o de adherirse al mismo, a
menos: a) que la reserva esté prohibida por el tratado; b) que el tratado disponga que únicamente pueden
hacerse determinadas reservas, entre las cuales no figure la reserva de que se trata (...)” En la práctica las
soluciones convencionales son diversas: ciertos tratados prohíben cualquier tipo de reservas (como la
Convención de Montego Bay de 1982 sobre el Derecho del Mar o las convenciones de Nueva York y Río
de Janeiro sobre Diversidad Biológica y Cambios Climático); otros autorizan las reservas sobre ciertas
disposiciones únicamente (por ejemplo el artículo 42 de la Convención sobre Refugiados de 1951) y
algunos excluyen ciertas categorías de reservas (como el artículo 64 de la Convención Europea de
Derechos Humanos que prohíbe las reservas de carácter vago.). De manera general, una reserva
expresamente permitida por las cláusulas finales del tratado no requiere ser aprobada o aceptada por los
demás Estados (Artículo 20 párrafo 1 de las Convenciones de Viena de 1969 y 1986).
No obstante, respecto del trámite del Estatuto de Roma, el control
constitucional que ahora ejerce la Corte difiere del que tradicionalmente ha
realizado. Esto en razón de la adopción y vigencia del Acto Legislativo 2 de
2001, por el cual se autorizó al Estado a reconocer la jurisdicción de la Corte
Penal Internacional, en los términos del tratado firmado el 17 de Julio en la
Conferencia de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas, a pesar de que
algunas de las disposiciones del Estatuto de Roma establecieran un
“tratamiento diferente” al previsto por nuestro Ordenamiento Superior.
24
Algunos de los temas críticos que se han discutido son: el efecto de la creación de la Corte Penal
Internacional sobre la soberanía de los Estados, la necesidad de introducir modificaciones al régimen de
inmunidades de ciertos funcionarios, la obligación de entregar sus nacionales por solicitud de la Corte
Penal Internacional, la posibilidad de que la Corte imponga la pena de cadena perpetua, el ejercicio de la
prerrogativa del perdón estatal y de las amnistías a partir de la entrada en vigor del Estatuto de Roma, o la
existencia de otras limitaciones constitucionales. Ver, por ejemplo, el Informe de la Comisión de Venecia,
del 15 de enero de 2001. On Constitutional Issues Raised by the Ratification of the Rome Statute of the
International Criminal Court, CDL-INF (2001), adoptado en la 45 Sesión Plenaria de la Comisión, Venecia,
15-16 de diciembre de 2000.
25
La cláusula adicionada por Francia a su Constitución dice: “La República de Francia puede reconocer la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional bajo las condiciones establecidas en el tratado firmado el 18 de
julio de 1998” (Traducción no oficial). Ver Consejo de Europa, The Implications for Council Of Europe
Member States of the Ratification of the Rome Statute of the International Criminal Court, Informe de
Francia de 15 de enero de 2001; Consejo Constitucional, Decisión N° 98-408 DC del 22 de enero de 1999.
Clercky Jocelyn, “Le Statut de la Cour pénale internationale et le droit constitutionnel français”, Rev. Trim.
Dr. H. (2000), p. 641-681; Benoît Tabaka, «Ratification du Statut de la Cour pénale internationale: révision
constitutionnelle française et rapide tour du monde des problèmes posés»,
http://jurisweb.citeweb.net/articles/17051999.htm. En un sentido similar, Luxemburgo adicionó una
cláusula constitucional que dice: “(...) ninguna disposición de la Constitución constituirá un obstáculo para
la aprobación del Estatuto de la Corte Penal Internacional...ni para el cumplimiento de las obligaciones que
surjan de él, de conformidad con las condiciones establecidas en ese Estatuto”, Ley del 8 de agosto de
2000, reformando el Artículo 118 de la Constitución, A- No. 83, 25 Agosto 2000, página 1965.
IV. La revisión y modificación de cada uno de los artículos constitucionales
relevantes que deban ser cambiados para hacerlos compatibles con el
Estatuto. Así lo hizo, por ejemplo, Alemania. 26
Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia.
“Incorpórese a la Constitución el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional aprobada el 17 de julio
de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas, sobre el
establecimiento de una Corte Penal Internacional, para efecto de sus propias funciones y declárese
aprobado en su integridad por el Estado Colombiano.”
Artículo transitorio: Revístase, al Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias para
que dentro de los seis meses siguientes a la promulgación de este acto legislativo dicte, mediante decretos
las disposiciones necesarias para que la legislación colombiana establezca en su derecho interno los
procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. En todo tiempo el Congreso podrá derogar o modificar las normas para garantizar lo
allí establecido.” (Gaceta No. 114, 9 de abril de 2001).
Artículo 2º El presente acto legislativo rige a partir de su promulgación”. (Aprobado Acta 26 de 2001
Gaceta del Congreso N° 233 mayo 18 de 2001).
38
Artículo 1°. Adiciónese al artículo 93 de la Constitución Política un inciso del siguiente tenor:
“El Gobierno Nacional puede ratificar, de conformidad con el procedimiento establecido en el artículo 189
numeral 2 de la Constitución, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional en los términos en que
fue adoptado el 17 de julio de 1998.”
Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su promulgación.”
39
Artículo transitorio: Revístase, al Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias para
que dentro de los seis meses siguientes a la promulgación de este acto legislativo dicte, mediante decretos
las disposiciones necesarias para que la legislación colombiana establezca en su derecho interno los
procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. En todo tiempo el Congreso podrá derogar o modificar las normas para garantizar lo
allí establecido.” (Gaceta No. 114, 9 de abril de 2001).
40
Artículo 1°. Adiciónese el artículo 93 de la Constitución Política: “El Estado Colombiano puede
reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional en los términos previstos en el Estatuto de Roma
adoptado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones
Unidas y, consecuentemente, ratificar este tratado de acuerdo con lo previsto en el artículo 189 numeral 2
de la Constitución Política. La admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales por parte del
Estatuto de Roma con respecto a las garantías contenidas en la Constitución, tendrá efectos exclusivamente
dentro del ámbito de la materia regulada en él” Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su
promulgación. (Gaceta del Congreso No. 296, 13/06/2001, Ponencia para Segundo Debate 14 de 2001
Senado, 227 de 2001 Cámara, por medio del cual se adiciona el artículo 93 de la constitución).
41
El trámite legislativo del proyecto de Acto Legislativo se encuentra en Gacetas del Congreso No. 114 de
abril 9 de 2001, 158 de abril 30 de 2001, 233 de 18 de mayo de 2001, 281 de junio 8 de 2001, 293 de 13 de
junio de 2001, 296 de 13 de junio de 2001, 432 de 31 de agosto de 2001, 497 de septiembre 27 de 2001,
552 de octubre 29 de 2001, 575 de noviembre 13 de 2001, 597 de noviembre 22 de 2001, 30 de 4 de
febrero de 2002 y 35 de 13 de febrero de 2002.
“Artículo 1º. Adiciónese el artículo 93 de la Constitución Política
con el siguiente texto:
Dicho acto legislativo también tuvo como finalidad que los tratamientos
especiales sólo surtieran efectos dentro del ámbito propio del Estatuto, de
ahí que en el inciso segundo de dicho acto se hubiera advertido que la
admisión de éstos “tendrá efectos exclusivamente dentro del ámbito de la
materia regulada en él”, con lo cual se atendieron las inquietudes expresadas
a lo largo de los debates por varios congresistas.43
En este orden de ideas, y dadas las particularidades del análisis material del
Estatuto, la Corte, en este caso, se limitará a identificar los tratamientos
diferentes, cuando versen sobre una materia sustancial dentro del ámbito de
regulación de la competencia de la Corte Penal Internacional, en lugar de
pronunciarse sobre inconstitucionalidades, inexequibilidades o
incompatibilidades de las normas contenidas en el Estatuto habida cuenta del
Acto Legislativo No. 2 de 2001.
Este análisis material, a pesar de sus particularidades, está orientado por dos
principios fundamentales, a saber: (i) “garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”, como lo
dispone el artículo 2 de la Carta relativo a los fines esenciales del Estado; y
(ii) cumplir sus funciones en desarrollo del principio de colaboración
armónica entre las ramas del poder público y dentro del respeto a la
independencia de los órganos que las componen (artículo 113 C.N.).
Este tipo de análisis del contenido material del Estatuto, para los fines
anteriormente enunciados, se hará en el apartado 4 de las consideraciones a
la presente sentencia.
45
La descripción detallada de la evolución histórica hasta la creación de la Corte Penal Internacional se
encuentra en varias obras. Por ejemplo, Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años: La necesidad
de establecer una Corte Penal Internacional Permanente. En Revista de Derecho Público No. 10, Bogotá,
Mayo de 1999, Universidad de los Andes; Schabas, William. Introduction to the International Criminal
Court, Cambridge University Press, 2001, páginas 1 a 20; http://www.iccnow.org;
http://www.un.org/law/icc/, También Córdoba Triviño, Jaime. Derecho Penal Internacional. Ediciones
Jurídicas Gustavo Ibañez, 2001; Kai Ambos y Oscar Julián Guerrero. El Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. Universidad Externado de Colombia, 1999.
46
Convención para la creación de una Corte Penal Internacional, Comisión de Naciones Unidas sobre
Crímenes de Guerra, Doc. C.50(1), 30 de septiembre de 1944, elaborado con base en la Convención para la
Creaci’on de una Corte Penal Internacional, Liga de Naciones, OJ Spec. Supp. No. 156 (1936), LN Doc
C.547 (I), M.384(I), 1937, V(1938), citado en Schabas, W. Introduction to de International Criminal Court,
Cambridge University Press, 2001, página 5. En 1937 también se elaboró el Proyecto de Convención para
el Juzgamiento y Castigo del Terrorismo. Ver Robertson, G. Crimes Against Humanity, Op. Cit. Pág.480.
El primer intento en el siglo XX 47 por definir la responsabilidad penal
individual de orden internacional, así como un tribunal para su juzgamiento,
se remonta al final de la Primera Guerra Mundial. Una comisión
investigadora internacional fue creada por los Aliados durante la conferencia
de paz preliminar en París en 1919, para el juzgamiento del káiser alemán
Guillermo II,48 así como de oficiales alemanes y turcos por crímenes contra
las leyes y costumbres de la guerra.49 La comisión completó su informe en
1920, y suministró una lista de 895 presuntos criminales de guerra y formuló
cargos específicos contra varios de ellos. Sin embargo, ninguna acción
posterior de juzgamiento internacional fue llevada a cabo. Razones de tipo
político llevaron a que los Aliados no continuaran con el juzgamiento de los
responsables de tales conductas.50 No obstante, se acordó que los eventuales
responsables alemanes fueran juzgados por cortes alemanas en los llamados
“Juicios de Leipzig”.51
47
Un antecedente más remoto que, para algunos, constituye el primer juicio internacional ocurrió en 1474,
con el juzgamiento de Peter von Hagenbach por la perpetración de atrocidades durante la ocupación de
Briesach, Alemania. Veintisiete jueces del Santo Imperio Romano Germánico lo juzgaron por violar las
“leyes de Dios y el hombre” y lo condenaron a muerte. Neier, A. War Crimes. Random House, Toronto,
1998 p. 12 y ss. En este libro se resume la historia de las leyes de la guerra desde la antigüedad. Ver
también Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op. Cit..
48
Tratado de Versalles, 1919, artículo 227: “Las potencias aliadas y asociadas le leyeron públicamente la
acusación a Guillermo II de Hohenzollern, emperador de Alemania, por una violación grave contra la
moralidad internacional y la santidad de los tratados. Un tribunal especial será constituido para juzgar a los
acusados, donde se les asegurarán las garantías esenciales del derecho de defensa. (...) En su decisión, el
tribunal estará guiado por los principales motivos de la política internacional, desde un punto de vista que
justifique las obligaciones de las promesas internacionales y la validez de la moral internacional. (...) Las
potencias aliadas y asociadas enviarán una petición al gobierno de los Países Bajos para la rendición a ellos
del emperador de tal manera que éste pueda ser juzgado”. Esta cláusula fue un compromiso, que excluyó el
concepto de “leyes de la humanidad”. El Káiser huyó a Holanda, entonces país neutral que se rehusó a
extraditarlo con el argumento de que los cargos en su contra representaban una aplicación retroactiva del
derecho penal. Allí falleció en 1941.
49
Vahakn., N. Dadrian. Genocide as a problem of national and international law: The World War I, the
Armenian Case and its contemporary legal ramifications. En 14 Yale Journal of International Law 221,
1989.
50
La negociación del Tratado de Sevres (1920) entre los Aliados y Turquía, que contenía una “Declaración
de Amnistía” por todas las ofensas cometidas entre el 1 de agosto de 1914 y el 20 de noviembre de 1922, el
cual nunca fue ratificado y, posteriormente, por la ratificación del Tratado de Lausanne, que otorgó amnistía
a los oficiales turcos involucrados como condición para la paz. Ver Schabas, W. Introduction to the
International Criminal Court, Op. Cit. páginas 3 y ss.
51
Estos juicios tuvieron un carácter más disciplinario que internacional. Sin embargo, dos de los juicios de
Leipzig se debieron al hundimiento de los barcos hospital Dover Castle y Llandovery Castle y al asesinato
de sus sobrevivientes, principalmente personal médico y enfermeras. Ver German War Trials, Report of
Proceedings Before the Supreme Court in Leipzig, London: His Majesty’s Stationery Office, 1921 y James
F Willis, Prologue to Nuremberg: The Politics and Diplomacy of Punishing War Criminals of the First
World War Westport, CT: Greenwood Press, 1982, citados por Schabas, W. Introduction to the International
Criminal Court, Op. Cit, página 4.
Posteriormente, después del fallido intento de la Liga de las Naciones
anteriormente mencionado, al final de la Segunda Guerra Mundial, las
potencias aliadas firmaron, en enero de 1942, la Declaración de Saint
James52 para la creación de la “Comisión de las Naciones Unidas de
Crímenes de Guerra”, un cuerpo investigador intergubernamental, como un
primer paso para la conformación del Tribunal Militar Internacional de
Nuremberg. A pesar de que esta Comisión tuvo poco apoyo político y no
contó con suficiente personal investigador ni con fondos suficientes, logró
recopilar 8.178 expedientes de presuntos criminales de guerra y sirvió como
centro de documentación entre los gobiernos. No obstante lo anterior, la
Comisión no tuvo ningún vínculo institucional con los Tribunales Militares
Internacional de Nuremberg y para el Lejano Oriente. La Comisión continuó
con su trabajo de investigación y posteriormente elaboró una lista de 750
criminales de guerra italianos. Los cargos en su contra incluían el uso ilegal
de gas venenoso contra civiles y combatientes en violación del Protocolo de
Ginebra de 1925, el asesinato de civiles inocentes y personal protegido,
tortura y maltrato a prisioneros, bombardeo de ambulancias, destrucción de
propiedad cultural y otras violaciones a las leyes del conflicto armado
durante la guerra entre Italia y Abisinia.53
las Naciones Unidas en 1951 y 1954. Posteriormente, los trabajos se retrasaron a raíz de la ausencia de una
definición de la agresión. Esta fue adoptada sólo en 1974 por la Asamblea General de las Naciones Unidas
(Resolución 3314 (XXIX) del 14 de diciembre de 1974). La versión del Código de 1991 contenía la
siguiente lista de crímenes: agresión y amenaza de agresión, intervención, dominación colonial y
extranjera, genocidio, apartheid, violación sistemática y masiva de los derechos humanos, crímenes de
guerra de excepcional gravedad, terrorismo internacional, tráfico ilícito de estupefacientes y daños
intencionales y graves al medio ambiente. Véase Nguyen Quoc Dinh, A. Pellet, P. Daillier: Droit
international public. LGDJ. París. 1994 p. 628.
61
Sobre este tema ver, por ejemplo, los Principios de Cooperación Internacional en la Identificación,
Detención, Extradición y Castigo de los Culpables de Crímenes de Guerra o de Crímenes de Lesa
Humanidad, adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas por Resolución 3074 (XXVIII) de
3 de diciembre de 1973. Theodor Meron, International Criminalization of Internal Atrocities, en American
Journal of International Law, 89, 1995, p. 569; Kenneth C. Randall, Universal Jurisdiction under
International Law, en Texas Law Review 66, 1988, pp. 785, 835-837; Bassiouni, Cherif. The Normative
Framework of International Humanitarian Law: Overlaps, Gaps and Ambiguities. En Transnational Law &
Contemporary Problems, Fall, 1998.
62
El Consejo, por su resolución 808 del 22 de febrero de 1993, decidió la creación de un tribunal
internacional encargado de juzgar las personas responsables de graves violaciones del Derecho
Internacional humanitario en el territorio de la antigua Yugoslavia desde el 1 de enero de 1991. El Estatuto
del Tribunal fue adoptado por medio de la Resolución 827 del 25 de mayo de 1993; el Estatuto del Tribunal
Internacional para Ruanda lo fue por medio de la resolución 955 del 8 de noviembre de 1994.
63
Véase M. Mubiala: Le Tribunal International pour le Ruanda: Vraie ou fausse copie du Tribunal
International pour l’ex-Yougoslavie? RGDIP 1995 p. 929; M. Sassóli: La première décision de la Chambre
d’Appel du Tribunal Penal International pour l’ex-Yougoslavie: Tadic (compétence). RGDIP 1996 p. 101.
necesariamente, que la competencia de las jurisdicciones fuese limitada,
ratione loci, a las violaciones cometidas en el territorio de Yugoslavia y de
Ruanda64, con lo cual era imposible extender su aplicación a crímenes
cometidos en otros territorios.
64
Artículo 8 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y artículo 7 del
Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda. No obstante, esta última disposición precisa que las
violaciones graves del Derecho internacional humanitario cometidas por nacionales ruandeses en Estados
vecinos, quedan también bajo la competencia del tribunal.
65
Para los detalles del proceso interno en la ONU de creación de la Corte Penal Internacional, como por
ejemplo, la importancia que tuvo la propuesta de Trinidad y Tobago en 1989 de establecer dicha Corte para
juzgar los delitos de narcotráfico y terrorismo, lo cual revivió en el seno de la ONU lo que la Guerra Fría
había congelado, ver Rather, S. y Abrams, J., op. cit., p.173.
66
El Comité Preparatorio se reunió del 25 de marzo al 12 de abril 12 de 1996, del 12 al 30 de agosto de
1996, del 11al 21 de febrero de 1997, del 4 al 15 de agosto de 1997, del 1al 12 de diciembre de 1997, y del
16 de marzo al 3 de abril de 1998
humanos básicos, de las leyes de la guerra y del derecho internacional
humanitario, incluso dentro de las fronteras de un Estado. Complementa los
sistemas penales nacionales en la sanción de los responsables, en la
reparación a las víctimas y en el restablecimiento de los derechos, al buscar
que quienes sean responsables de cometer genocidio, crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra o el crimen de agresión, 67 y no hayan sido o
no hayan podido ser juzgados en el ámbito nacional, sean juzgados por una
Corte Penal Internacional con vocación de universalidad.
(1820), citado por Henkin, Louis. International Law. Cases and Materials. Third Edition. West Publishing
Co. St. Paul, Minneapolis, 1993, p. 1083.
73
Preámbulo de la Convención de la Haya respecto de las leyes y usos de la guerra, de 29 de julio de 1899.
74
El contenido de dichos convenios también cobijó temas relativos a prisioneros de guerra y no
combatientes, es decir, a los sujetos incluidos y excluidos del conflicto. Estas materias fueron abordadas en
extenso posteriormente, en los Convenios de Ginebra y sus Protocolos, de la segunda post guerra. Los
Convenios de La Haya surgen en las Conferencias de la Paz en la Haya. La Primera Conferencia celebrada
en 1899, concluyó con la aprobación de dos tratados: el Convenio I: sobre leyes y costumbres de la guerra
terrestre (calidad de beligerantes, prisioneros de guerra, hostilidades y territorios ocupados, prohibición de
gases asfixiantes y otras armas); y el Convenio II: sobre aplicación a la guerra marítima de los principios
del Convenio de Ginebra de 1864, sobre el tratamiento a los durante un conflicto armado. La Segunda
Conferencia celebrada en 1907 dio como resultado 14 convenios: el Convenio III, sobre ruptura de las
hostilidades; el Convenio IV: sobre leyes y costumbres de la guerra terrestre, el cual modificó el Convenio I
de 1899; el Convenio V: sobre derechos y deberes de las potencias y personas neutrales en caso de guerra
terrestre; el Convenio VI: sobre régimen de buques mercantes al empezar hostilidades; el Convenio VII:
sobre transformación de buques mercantes en buques de guerra; el Convenio VIII: sobre colocación de
minas submarinas; el Convenio IX: sobre el bombardeo de las fuerzas navales en tiempos de guerra; el
Convenio X: sobre aplicación a la guerra marítima de los principios del Convenio de Ginebra de 1864; el
Convenio XI: sobre restricciones al derecho de captura en la guerra marítima; el Convenio XII: sobre
creación del Tribunal de Presas Marítimas (el cual nunca entró en vigor); el Convenio XIII: sobre derechos
y deberes de los neutrales en caso de guerra marítima; el Convenio XIV: sobre prohibición de arrojar
proyectiles y explosivos desde globos. Posteriormente, se desarrollaron el Protocolo sobre gases asfixiantes
(1925) y los Convenios de Ginebra (1929), sobre trato a los prisioneros de guerra (el cual sustituyó el
Convenio I de 1864, enmendado en 1906) y sobre protección de heridos de guerra terrestre. Finalmente en
1936, se aprobó el Protocolo de Londres sobre guerra submarina.
seguridad del género humano, fundado en los principios desarrollados en el
Tribunal de Nuremberg, cuyos primeros resultados se dieron en 1950.75 No
obstante, la falta de consenso para lograr una definición del crimen de
agresión,76 llevó a que en lugar de la adopción de un código, se optara por
instrumentos internacionales separados, para la sanción de distintas
conductas cuya gravedad les daba la categoría de crímenes internacionales.77
75
El trabajo de elaboración de un Código de los crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad de
la CDI empezó efectivamente en 1947. Los dos primeros proyectos de la CDI fueron presentados a la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1951 y 1954. La versión del Código de 1991 contenía la
siguiente lista de crímenes: agresión y amenaza de agresión, intervención, dominación colonial y
extranjera, genocidio, apartheid, violación sistemática y masiva de los derechos humanos, crímenes de
guerra de excepcional gravedad, terrorismo internacional, tráfico ilícito de estupefacientes y daños
intencionales y graves al medio ambiente. Véase Nguyen Quoc Dinh, A. Pellet, P. Daillier: Droit
international public. LGDJ. París. 1994 p. 628.Ver también, los siguientes documentos de Naciones Unidas:
Draft Statute for an International Criminal Court (Annex to the Report of the Committee on International
Criminal Jurisdiction, 1951) (UN Doc. A/2136, 1952); Revised Draft Statute for an International Criminal
Court (Annex to the Report of the Committee on International Criminal Jurisdiction, 1953) (UN Doc.
A/2645, 1954; Draft Statute for the creation of International Criminal Jurisdiction to Implement the
International Convention on the suppression of the Crime of Apartheid, 1980, UN Doc. E/CN4/1416; Draft
International Criminal Code, 1980, U.N., Doc.E/CN4/NGO213; Draft International Criminal Code, 1996
Doc UN A/51/10 (Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 48 período de sesiones, mayo 6 a julio
26 de 1996).
76
Un primer consenso en torno a la definición de este crimen se logra finalmente en 1974 con la adopción
por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 3314 (XXIX) del 14 de
diciembre de 1974.
77
Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court , Op. cit. páginas 21 y ss.
78
Rather, S. y Jason, A. Accountability for Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the
Nuremberg Legacy. Oxford University Press, New York, 1997, p. 12.
Hasta hace medio siglo las diferencias entre estas cuatro categorías de
crímenes no eran tan claras, sin embargo, los elementos específicos y
distintivos establecidos en el Estatuto de Roma recogen la evolución de tales
crímenes hasta su definición actual. Por ejemplo, la definición de crímenes
contra la humanidad en el Estatuto del Tribunal de Nuremberg exigía,
necesariamente, la conexión con crímenes de guerra o crímenes contra la
paz.79 Sin embargo, esta conexión no se exige en el Estatuto del Tribunal de
Ruanda.80 En otro sentido, la evolución de los llamados crímenes de guerra
ha conducido a que estos no dependan de la naturaleza internacional del
conflicto. De tal forma que los crímenes de guerra pueden ser cometidos en
el contexto de un conflicto armado interno.81 Por otra parte, el crimen de
agresión, aun cuando no existe todavía consenso sobre una definición
precisa de éste, corresponde a una acepción moderna y restringida de la
expresión “crímenes contra la paz” empleada en los Estatutos de los
Tribunales de Nuremberg y Tokio.
Altas Partes Contratantes cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo,
las siguientes disposiciones: 1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos
los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate
por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas
con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o la
creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo. A este respecto, se prohíben,
en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba mencionadas: a) los atentados contra la
vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos
crueles, la tortura y los suplicios; b) la toma de rehenes; c) los atentados contra la dignidad personal,
especialmente los tratos humillantes y degradantes; d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo
juicio ante un tribunal legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como indispensables
por los pueblos civilizados. 2) Los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos. Un organismo
humanitario imparcial, tal como el Comité Internacional de la Cruz Roja, podrá ofrecer sus servicios a las
Partes en conflicto. Además, las Partes en conflicto harán lo posible por poner en vigor, mediante acuerdos
especiales, la totalidad o parte de las otras disposiciones del presente Convenio. La aplicación de las
anteriores disposiciones no surtirá efectos sobre el estatuto jurídico de las Partes en conflicto.
92
Ver. Ratner S y Abrams, Jason, Op. Cit., página 46
La noción moderna de crímenes contra la humanidad nace en el Estatuto del
Tribunal de Nuremberg y está contenida en su artículo 6(c) que incluye las
siguientes conductas: “asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y
cualquier otro acto inhumano cometido contra una población civil, antes o
durante el curso de una guerra, así como persecuciones sobre bases políticas,
raciales o religiosas, ejecutados en conexión con cualquier otro crimen
dentro de la jurisdicción del Tribunal, haya existido o no violación del
derecho interno del Estado donde fueron perpetrados.”93 Aun cuando la
mayor parte de las violaciones imputadas a criminales nazis fueron crímenes
de guerra cuyo origen estaba en el derecho de la Haya, la consagración de
esta nueva categoría de crímenes contra la humanidad era necesaria para
poder extender la responsabilidad penal de altos oficiales nazis por actos
cometidos contra la población civil. El problema que planteaba esta nueva
categoría era que se acusara a los Aliados de juzgar ex post facto si se hacía
una interpretación estricta del principio de legalidad. Con el fin de evitar ese
cuestionamiento, se optó por establecer una conexión con los crímenes de
guerra y contra la paz. La extensión de la responsabilidad penal se sustentó
en el reconocimiento de que la aplicación de ciertas provisiones sobre
crímenes de guerra, se aplicaban a civiles y otras personas protegidas, por lo
cual su sanción se justificaba si existía una conexión con algún crimen de
guerra o contra la paz de competencia del Tribunal de Nuremberg.94 Este
desarrollo permitió el juzgamiento de 18 líderes nazis por crímenes contra la
humanidad, de los cuales 16 fueron condenados y dos (Hess y Fritzche)
fueron exonerados. Dos de los 16 condenados (Streicher y von Schirach)
fueron condenados exclusivamente por crímenes contra la humanidad. 95
Bajo la Ley No. 10 del Consejo de Control, los Aliados juzgaron oficiales y
soldados alemanes en sus respectivas zonas de ocupación por crímenes
contra la humanidad, pero sin la exigencia de conexidad de los crímenes
contra la humanidad con la iniciación de la guerra o con los crímenes de
guerra, que fue eliminada por la Ley 10.96 Debido a que muchos criminales
nazis se ocultaron para evitar su juzgamiento, varios Estados mantuvieron
abiertos, por años los procesos criminales iniciados a principios de los años
50. Así, por ejemplo, durante la década de los años 80 y principios de la
93
Artículo 6 (c) Estatuto del Tribunal de Nuremberg, tradución libre.
94
Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op cit, página 76.
95
El Estatuto del Tribunal de Tokio empleó la misma definición de crímenes contra la humanidad, sin
embargo aun cuando los 25 oficiales japoneses enjuiciados en Tokio fueron juzgados tanto por crímenes de
guerra como por crímenes contra la humanidad, las condenas solo recayeron sobre los crímenes de guerra.
Ver. Ratner S y Abram J., Op Cit, páginas 46 y 47.
96
Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años, Op. Cit, página 66.
década de los 90, Francia juzgó a Klaus Barbie y a Paul Touvier por
crímenes contra la humanidad.97
Por fuera del contexto de la Segunda Guerra Mundial, otros estados han
juzgado crímenes atroces contra la humanidad, como es el caso de Latvia y
Estonia que juzgaron oficiales de policía por asesinato, tortura y
deportaciones forzadas. En Etiopía los líderes del régimen Dergue también
fueron procesados por crímenes atroces contra la humanidad. 98 Durante el
debate de la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de
guerra y de los crímenes de lesa humanidad, 99 se propuso eliminar el
requisito del nexo de los crímenes de lesa humanidad con la guerra.
Finalmente, se aceptó que tales crímenes podían cometerse “tanto en tiempo
de guerra como en tiempo de paz” 100, definición que, a pesar de los
esfuerzos, no eliminó totalmente el nexo con la guerra. Este nexo se
mantuvo en el Estatuto del Tribunal para la ex Yugoslavia, pero no para el
Tribunal de Ruanda.101 En el Estatuto de Roma optó por desvincularlos de la
existencia de un conflicto armado. Respecto de estas conductas existe
consenso sobre su carácter de normas de ius cogens.102
112
El artículo 18 lit. f) del Proyecto de Código hace referencia a una “discriminación institucionalizada por
motivos raciales, étnicos o religiosos que suponga la violación de los derechos y libertades fundamentales y
entrañe graves desventajas para una parte de la población”. Véase además el comentario de la CDI, loc. cit.
p. 106 a 108.
113
Véase los artículos 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH); 7 del Pacto sobre
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) del 16 de diciembre de 1966; 5 § 2 de la Convención Americana de
Derechos Humanos (CADH) del 22 de noviembre de 1969; 4 y 5 de la Carta Africana de Derechos del
Hombre y de los Pueblos de 1981.
114
El artículo 4 de esta Convención impone la obligación de incriminar tanto los actos de tortura como la
tentativa, la complicidad y la participación en tales actos.
115
El artículo 6 de la Convención Interamericana impone la obligación de sancionar los actos de tortura y
los intentos de cometer tales actos, así como los autores de tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes.
116
Los actos de tortura puramente privados no entran en el ámbito de aplicación de las convenciones. El
carácter privado de la tortura, en cambio, no es un obstáculo para que sea considerada, si las otras
condiciones están reunidas, como un crimen contra la humanidad o un crimen de guerra. Véase los artículos
18 lit. c) y 20 lit. a), ii) del Proyecto de Código de la CDI, respectivamente. Ver Robertson, Geoffrey.
Crimes against humanity. The Struggle for Global Justice. The New Press, New York, 1999.
conductas como la desaparición forzada117 o las ejecuciones sumarias,118 y
mediante el reconocimiento de una jurisdicción universal para su
juzgamiento y sanción, ya sea que hubieren sido cometidas total o
parcialmente dentro del territorio de un Estado, por lo cual se han aceptado
como respetuosas del derecho internacional su juzgamiento incluso por fuera
de la jurisdicción de dicho Estado, ya sea por otros Estados 119 o por
Tribunales Internacionales.120
117
Este crimen también es de competencia de la Corte Penal Internacional, artículo 7 literal i). La
desaparición forzada fue incluida en el Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y Seguridad de la
Humanidad, Comisión de Derecho Internacional, 1996. Por su parte, el preámbulo de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas establece que ésta “constituye una afrenta a la
conciencia del Hemisferio y una grave ofensa de naturaleza odiosa a la dignidad intrínseca de la persona
humana”, la cual “ viola múltiples derechos esenciales de la persona humana de carácter inderogable y en
su Artículo I, establece la siguiente obligación para los Estados Partes: “Los Estados Partes en esta
Convención se comprometen a: a) No practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición forzada de personas,
ni aun en estado de emergencia, excepción o suspensión de garantías individuales; b) Sancionar en el
ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de
personas, así como la tentativa de comisión del mismo; c) Cooperar entre sí para contribuir a prevenir,
sancionar y erradicar la desaparición forzada de personas; y d) Tomar las medidas de carácter legislativo,
administrativo, judicial o de cualquier otra índole necesarias para cumplir con los compromisos asumidos
en la presente Convención.” Igualmente, existen numerosos pronunciamientos tanto en el sistema de
Naciones Unidas como en el Interamericano, sobre la existencia de una jurisdicción universal en relación
con este crimen. Entre otros casos ver Comité del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el
caso de José Vicente y otros (CCPR/C60/D/612/1995), Fallo del 19 de agosto de 1997). Por otra parte, la
Comisión Interamericana y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos han señalado de manera
reiterada la responsabilidad estatal por desapariciones forzadas en casos contra Argentina, Uruguay,
Honduras y Colombia. Entre otros ver, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Isidro Caballero
y María del Carmen Santana. Sentencia del 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22. Ver también la
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, de
1968.
118
De competencia de la Corte Penal Internacional, artículo 7, literales a), b), h) y k). No existe todavía un
mecanismo similar al de la tortura para el ejercicio pleno de jurisdicción universal la prohibición del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de la Convención Interamericana de Derechos Civiles y
Políticos, del artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y del Protocolo II, artículo 4.
Igualmente, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha declarado la
responsabilidad del Estado por violación de la Convención. A manera de ejemplo se cita la Opinión
Consultiva OC-4/84 del 19 de enero de 1984, Serie A No.4., párrafo 24. Propuesta de modificación a la
Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización, así como en el Caso Velásquez
Rodríguez., Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia del 29 de julio de 1988 y Caso Loaiza
Tamayo, 17 de septiembre de 1997.
119
Un ejemplo de esto lo ofrece Francia, donde el Tribunal de Apelaciones se refirió a al principio de
jurisdicción universal en el proceso contra Klaus Barbie por crímenes de lesa humanidad, señalando que
“dada su naturaleza, los crímenes de lesa humanidad por los que se procesa a Barbie no se reducen a ser
asunto de la legislación municipal francesa sino que están sujetos a un orden penal internacional al que le
son ajenas la noción de frontera y las normas sobre extradición derivadas de la existencia de fronteras”. Ver
Asunto Fédération National des Déportés et Internés Résistants et Patriotes y Otros v. Barbie, fallo de la
Sala de lo Penal del Tribunal de Casación, del 6 de octubre de 1983 (que resume la decisión del Tribunal de
Apelación), en 78 International Law Rep. 128, caso en el cual Francia juzga crímenes contra la humanidad
cometidos contra judíos, durante la Segunda Guerra Mundial. Desde 1993, con base en el ejercicio del
principio de jurisdicción universal Suiza, Alemania, Austria y Dinamarca han investigado y juzgado hechos
criminales ocurridos principalmente durante los conflictos de Ruanda y Yugoslavia. Por ejemplo, en 1997
Colombia hace parte de ese consenso internacional para la lucha contra la
impunidad frente a las más graves violaciones a los derechos humanos. Ese
compromiso de Colombia se refleja en el hecho de ser parte de los
principales instrumentos internacionales que recogen el consenso
internacional en esta materia y que han servido de base para la creación de la
Corte Penal Internacional. A saber:
3. Revisión formal
121
Ver expediente, folio 537.
122
Ver expediente, folios 490 a 502.
123
Ver expediente, folio 386.
3.3.3. Luego de ser autorizadas las Comisiones Segundas de ambas Cámaras
para sesionar conjuntamente,124 el 22 de abril de 2002 el Senador Jimmy
Chamorro Cruz, Presidente encargado de la Comisión Segunda, autorizó
que se repartiera la Ponencia para primer debate del Proyecto de Ley 221 de
2002, senado — 232 de 2002, Cámara, según lo dispuesto en el artículo 156
de la Ley 5ª de 1992.125 En el expediente reposa copia de la constancia de
que la ponencia fue repartida y recibida por cada uno de los senadores
miembros de la Comisión.126 El mismo 22 de abril, el Presidente de la
Comisión Segunda de la Cámara de Representantes, Jaime Puentes Cuellar,
autorizó dicho reparto, según certificación que reposa en el expediente, al
igual que del reparto de la ponencia y su recibo por cada uno de los
miembros de la Comisión.127
Por último, el tercer artículo señala que la Ley rige a partir de la fecha de su
publicación. No encuentra la Corte vicio de constitucionalidad alguno en
tales normas. Éstas corresponden a la estructura de las leyes aprobatorias de
tratados y no incluyen disposiciones extrañas a dicha función.
En este apartado se hará una exposición sinóptica del contenido del Estatuto
de Roma de la Corte Penal Internacional incorporado a la legislación
nacional mediante la Ley 742 de 2002 que ahora es objeto de control previo
por parte de la Corte Constitucional en los términos del numeral 10 del
artículo 241 de la Carta Política y del Acto legislativo 02 de 2001. Ha de
señalarse que sólo se hará una exposición general del contenido del Estatuto
dejando para cada una de las secciones subsiguientes el análisis detallado del
contenido de cada capítulo del Estatuto a la luz de la Constitución Política.
El cuerpo normativo del Estatuto está compuesto por trece partes cuyo
contenido se puede resumir de la siguiente manera:
La parte sexta está dedicada al juicio. Señala tanto su lugar físico (artículo
62 ER), como la necesidad de la presencia del acusado en el juicio (artículo
63 ER). Además, el Estatuto especifica con precisión las funciones y
atribuciones de la Sala de Primera Instancia (artículo 64 ER); el
procedimiento en caso de declaración de culpabilidad (artículo 65 ER); y
resalta la íntima relación de este proceso con el principio de presunción de
inocencia (artículo 66 ER), que se traduce, ineludiblemente, en el
reconocimiento de derechos al acusado (artículo 67 ER). Ahora bien, dentro
del conjunto de garantías expresamente reconocidas durante la etapa de
juicio, además de las ya señaladas, se destacan la protección de las víctimas
y testigos, y su participación en las actuaciones de la Corte (artículo 68 ER);
y las reglas relativas a la práctica de las pruebas (artículo 69 ER), la
protección de la información que afecte la seguridad nacional (artículo 72
ER) y, la información y documentos de terceros (artículo 73 ER).
La séptima parte trata lo referente a las penas en los artículos 77 a 80, las
define y alude a su imposición y a la forma de cumplimiento por parte de
los Estados Partes y sus respectivas legislaciones nacionales.
4.2. Preámbulo
Como ya se anotó, el Preámbulo del Estatuto expresa con claridad las
consideraciones, motivos y fines que animaron a los Estados a acordar la
regulación que da vida a un organismo de derecho internacional, “en interés
de las generaciones presentes y futuras”, de tal forma que una Corte Penal
Internacional “de carácter permanente, independiente y vinculada con el
sistema de Naciones Unidas”, tenga la competencia para investigar, juzgar y
castigar “los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad
internacional en su conjunto” y “que constituyen una amenaza para la paz, la
seguridad y el bienestar de la humanidad”. También resalta que dicho
organismo tendrá una jurisdicción “de carácter permanente, independiente y
vinculada con el sistema de las Naciones Unidas”.
132
En este sentido, la Corte Internacional de Justicia expresó que: “El preámbulo de la Carta de las
Naciones Unidas constituye la base moral y política de las disposiciones jurídicas que están enunciadas
después. Tales consideraciones, sin embargo, no son en sí mismas reglas jurídicas.” CIJ, Sentencia de 18 de
julio de 1966, Asunto del Sudoeste Africano.
4.3. Parte I: Del Establecimiento de la Corte Penal Internacional como
órgano vinculado a las Naciones Unidas y de carácter complementario
136
Artículo27, Convención de Viena de 1969, ratificada por Colombia y aprobada como legislación interna
mediante la Ley 32 de 1985.
137
Ver, por ejemplo, las sentencias: C-331/96, MP: Eduardo Cifuentes Muñoz, donde la Corte analizó la
constitucionalidad del “Convenio Constitutivo de la Asociación de los Estados del Caribe”, suscrito en
Cartagena de Indias, el 24 de julio de 1994 y de su ley aprobatoria (Ley 216 de 1995); C-231/97, MP:
Eduardo Cifuentes Muñoz, en la que la Corte declaró la constitucionalidad la Ley 323 de 1996 , aprobatoria
del Protocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena),
suscrito en Trujillo, Perú, el 10 de marzo de 1996.
No obstante, dos puntos de particular importancia sobresalen en esta Parte.
Ellos guardan relación estrecha con artículos de la Parte II del Estatuto y por
lo cual se hará una revisión integral de las normas pertinentes de ambas
Partes del Estatuto. El primero de los puntos se refiere al carácter
complementario de la competencia de la Corte Penal Internacional (Artículo
1, ER). El segundo versa sobre las relaciones que tendrá la Corte Penal
Internacional con el sistema de Naciones Unidas (Artículo 2, ER). Por la
trascendencia de estas dos cuestiones, procede la Corte a hacer un análisis
detallado de ellas.
Artículo 1. La Corte.
En efecto, cuando se trate de situaciones que estén bajo una de las cuatro
categorías de crímenes de competencia de la Corte (artículo 5 ER) tanto el
artículo 17 como el artículo 20 señalan de manera expresa cuatro distintas
situaciones bajo las cuales la Corte Penal Internacional puede ejercer su
jurisdicción:
En tercer lugar, si bien es cierto que los Estados son soberanos para definir
las sanciones y procedimientos penales internos que resulten más adecuados
para impedir la impunidad frente a crímenes tales como el genocidio, los
crímenes de lesa humanidad o los crímenes de guerra, existe un consenso
internacional en torno a que tal regulación debe hacerse de manera
146
Aun cuando el Estatuto de Roma no establece explícitamente la obligación de enjuiciar a individuos por
los crímenes enumerados en el Estatuto, tal obligación ya había sido reconocida para algunos de los delitos
enumerados en el Estatuto de Roma, en otros tratados de los que es parte Colombia. Por ejemplo, en el IV
Convenio de Ginebra de 1949, los Estados Partes se comprometen a crear cualquier legislación necesaria
que provea las sanciones penales efectivas para aquellas personas que cometan graves violaciones contra la
Convención. Según el artículo 5 de la Convención sobre el Genocidio, los Estados Partes se obligaron a
legislar para darle eficacia a las disposiciones de la Convención y establecer penas efectivas para aquellos
culpables de genocidio. ICISS. The Responsibility to Protect, IDRC, Ottawa, 2001
compatible con el deber de protección de los derechos humanos y de respeto
al derecho internacional humanitario y, por lo tanto, las limitaciones a la
soberanía en estas materias han sido aceptadas por los Estados como parte
de su compromiso de garantizar la efectividad de tales derechos. El Estatuto
de Roma reitera ese compromiso y reafirma el consenso internacional en la
materia. El estándar de protección que recoge el Estatuto de Roma no es
distinto de otros compromisos internacionales en la materia, pero si más
efectivo, por cuanto recoge un anhelo de la comunidad internacional de
garantizar que no exista impunidad frente a los crímenes más atroces.
148
Ver Corte Constitucional, Sentencia C-621/01, MP: Manuel José Cepeda, donde se hace una análisis de
los distintos eventos en que los Estados ejercen jurisdicción penal.
149
Artículos 5, 6 y 7 de la Convención sobre Prohibición y Castigo del Crimen de Genocidio (Ley 28 de
1959). Ver Schabas, William H. Genocide in International Law: The crime of crimes. Cambridge University
Press, Cambridge, 2000, p. 345 y ss.
150
Artículo 5.2 de la Convención contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (Ley
76 de 1986) Ver Robertson, Geoffrey. Crimes against humanity. The Struggle for Global Justice. The New
Press, New York, 1999.
151
Este crimen fue prohibido expresamente por la Convención sobre la Esclavitud y por el artículo 3 común
de los Convenios de Ginebra de 1949 y por el Protocolo II, artículo 4. Ver también la Convención sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, de 1968, cuyo artículo
III establece la obligación de las Partes de "adoptar todas las medidas internas que sean necesarias,
legislativas o de cualquier otro orden, con el fin de hacer posible la extradición, de conformidad con el
derecho internacional, de las personas a que se refiere el artículo II de la presente convención". Hasta antes
de la entrada en vigor del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, no existía un mecanismo
judicial internacional para su juzgamiento.
apartheid,152 entre otros, con el fin de garantizar que los valores más
importantes cuya protección compromete a toda la comunidad, puedan ser
garantizados por cualquier Estado, el cual puede juzgar y sancionar en
beneficio de la comunidad internacional.153
152
Convención sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1976 que establece en su
artículo IV b) el compromiso de las partes a "adoptar medidas legislativas, judiciales y administrativas
para perseguir, enjuiciar y castigar conforme a su jurisdicción a las personas responsables o acusadas de
los actos enumerados en el artículo II de la presente convención, independientemente de que tales
personas residan en el territorio del Estado en que se han cometido los actos o sean nacionales de ese
Estado o de algún otro Estado o sean personas apátridas". Ver Ratner, Steven R. y Abrams, Jason S..
Accountability for Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the Nuremberg Legacy.
Clarendon Press, Oxford, 1997.
153
Corte Permanente de Justicia Internacional, Asunto Lotus (Francia vs. Turquía), fallo del 7 de septiembre
de 1927, opinión individual del juez Moore. En este caso, se afirmó con respecto al crimen de piratería; “el
derecho o el deber de velar por el orden público no pertenece a ningún país en especial [...] cualquier país,
en el interés de todos, puede ejercer jurisdicción y castigar”.
154
Sobre este punto ver Brown Bartram S. Primacy or Complementarity: Reconciling the Jurisdiction of
National Courts and International Criminal Tribunals, 23 Yale Journal of International Law 383, Summer,
1998.
155
De conformidad con el artículo 9 del Estatuto para el Tribunal Internacional de Yugoslavia, tanto los
Estados como el Tribunal tienen jurisdicción concurrente para el juzgamiento de graves violaciones al
derecho internacional humanitario (Artículo 9.1). Sin embargo, esa misma disposición (Artículo 9.2),
reconoce una jurisdicción prevalente al Tribunal Internacional. Dice el artículo 9.2. “El Tribunal
Internacional tendrá primacía respecto de los tribunales nacionales. En cualquier etapa del procedimiento,
el Tribunal Internacional podrá pedir oficialmente a los tribunales nacionales que convengan en la
competencia del Tribunal Internacional de conformidad con el presente Estatuto y con las normas sobre
procedimiento y prueba del Tribunal Internacional”. Esta misma regla fue recogida por el Estatuto para el
Tribunal de Ruanda, en el artículo 9 de su Estatuto y en las Reglas 8 y 9 de las Reglas de Procedimiento y
Prueba, U.N. Doc. ITR/3/REV.1 (1995),
a los responsables de los crímenes más graves. Tales mecanismos están
regulados por los artículos 17, 18, 19 y 26 del Estatuto de Roma.
Encuentra la Corte que los eventos descritos en el artículo 20.3 del Estatuto
suponen, primero, una violación del deber internacional de sancionar el
genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra,
segundo, una actuación contraria al deber constitucional de protección que
incumbe a las autoridades nacionales (artículo 2 CP) y, tercero, un
desconocimiento de los compromisos internacionales en materia de derechos
humanos y derecho internacional humanitario (artículo 9 CP). Por ello,
constituye un desarrollo del deber de protección que tienen los Estados el
que se creen mecanismos necesarios para impedir que circunstancias como
las descritas en el artículo 20, obstaculicen conocer la verdad de los hechos y
el logro de la justicia.
Según el artículo 17 del Estatuto, las reglas sobre inadmisibilidad tienen una
excepción cuando el Estado no quiere o no puede investigar o juzgar, lo cual
plantea la inquietud de cuál es la relación de dicha norma con la potestad del
Estado colombiano de conceder amnistías o indultos “por delitos políticos”
en ejercicio de las competencias que le son propias cuando se presenten
“graves motivos de conveniencia pública” (artículo 150, numeral 17, CP.).
Además, de conformidad con la regla establecida en el artículo 20 del
Estatuto, en el evento en que un Estado haya otorgado una amnistía, un
indulto, un perdón judicial, o cualquier otro beneficio penal, en un proceso
adelantado por la jurisdicción nacional, a favor de una persona cuya
responsabilidad penal vaya a ser examinada por la Corte Penal Internacional,
ésta no la procesará de nuevo, a menos que los procedimientos internos
hayan tenido como propósito el sustraer a la persona de la justicia. Siendo
así, es preciso interpretar tanto el Estatuto como la Constitución para
armonizarlos y delimitar el ámbito de cada uno.
En segundo lugar, la Corte destaca que las amnistías dictadas con el fin de
consolidar la paz han sido consideradas como instrumentos compatibles con
el respeto al derecho internacional humanitario. Así lo señala, por ejemplo,
156
Este principio general se concreta respecto de las penas en el artículo 80 del Estatuto que dice:
Artículo 80. El Estatuto, la aplicación de penas por los países y la legislación nacional. Nada de lo
dispuesto en la presente parte se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados de las penas
prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los Estados en que no existan las penas
prescritas en la presente parte.
el artículo 6.5 del Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de
1949:
Figuras como las leyes de punto final que impiden el acceso a la justicia, las
amnistías en blanco para cualquier delito, las auto amnistías (es decir, los
beneficios penales que los detentadores legítimos o ilegítimos del poder se
conceden a sí mismos y a quienes fueron cómplices de los delitos
cometidos), o cualquiera otra modalidad que tenga como propósito impedir a
las víctimas un recurso judicial efectivo para hacer valer sus derechos, se
han considerado violatorias del deber internacional de los Estados de
proveer recursos judiciales para la protección de los derechos humanos, 158
157
Ver Organización de Naciones Unidas. Subcomisión para la Prevención de la Discriminación y la
Protección de las Minorías. Sobre la Impunidad de Perpetradores de Violaciones a los Derechos Humanos.
Relator Especial Louis Joinet, UN Doc. E/CP.4/Sub.2/1993/6, 19 de julio de 1993, revisado por
E/CP.4/Sub.2/1994/11 y E/CP.4/Sub.2/1996/18 (Informe Final). Ver también, Stephens, Beth.
Conceptualizing Violence: Present and Future developments in International Law: Panel 1: Human Rights
and Civil Wrongs at Home and Abroad: Old Problems and New Paradigms: Do Tort Remedies Fit the
Crime?. En 60 Albany Law Review 579, 1997.
158
Así lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos al afirmar que “(...) la inexistencia de
un recurso efectivo contra las violaciones a los derechos reconocidos por la Convención constituye una
trasgresión de la misma por el Estado Parte en el cual semejante situación tenga lugar. En ese sentido debe
subrayarse que, para que tal recurso exista, no basta con que esté previsto por la Constitución o la ley o con
que sea formalmente admisible, sino que se requiere que sea realmente idóneo para establecer si se ha
incurrido en una violación a los derechos humanos y proveer lo necesario para remediarla.” (subrayado
agregado al texto). Corte Interamericana de Derechos Humanos, Garantías Judiciales en Estados de
consagrados en instrumentos como, por ejemplo, la Declaración Americana
de Derechos del Hombre,159 la Declaración Universal de Derechos
Humanos,160 la Convención Americana de Derechos Humanos161 y la
“Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas
de delitos y del abuso de poder.”162
Emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8, Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva
OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, Serie A No. 9, párrafo. 24.
159
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, OAS Res. XXX, aprobada en la
Novena Conferencia Internacional Americana (1948), reimprimido en Documentos Básicos Concernientes
a los Derechos Humanos en el Sistema Interamericano, OEA/Ser.L.V/IL82 doc.6 rev.1 p. 17 (1992).
Artículo XVIII. Derecho de justicia. Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus
derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare
contra actos de la autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales
consagrados constitucionalmente.
160
Declaración Universal de Derechos Humanos, A.G. res. 217 A (III), ONU Doc. A/810 p. 71 (1948).
Artículo 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes,
que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la
ley.
161
Convención Americana de Derechos Humanos, Serie sobre Tratados, OEA, No. 36, 1144, Serie sobre
Tratados de la ONU, 123 entrada en vigor 18 de julio de 1978, reimprimido en Documentos Básicos
Concernientes a los Derechos Humanos en el Sistema Interamericano, OEA/Ser.L.V/II.82 doc.6.rev.1 p. 25
(1992). Artículo 25. Protección Judicial. 1.Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los
Estados partes se comprometen: a) A garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal
del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) A desarrollar las
posibilidades de recurso judicial, y c) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de
toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.”
162
Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de
poder, Adoptada por la Asamblea General en su resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985. Acceso a la
justicia y trato justo. “4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán
derecho al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido,
según lo dispuesto en la legislación nacional. 5. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario,
mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante
procedimientos oficiales u oficiosos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a
las víctimas de sus derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos. 6. Se facilitará la
adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de las víctimas: a)
Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marcha de las
actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves y
cuando hayan solicitado esa información; b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las
víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego
sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal
correspondiente; c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial; d)
Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso
necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra
todo acto de intimidación y represalia; e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en
la ejecución de los mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas. 7. Se utilizarán,
cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de controversias, incluidos la mediación, el
Adicionalmente, el derecho internacional ha reconocido la inderogabilidad
de normas de ius cogens163,lo cual resulta sin duda relevante en el análisis de
esta cuestión.164 En este sentido, el derecho internacional ha penalizado los
crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su
conjunto.165 Sin desconocer el derecho internacional, Colombia ha concedido
amnistías e indultos específicamente por delitos políticos.166
Por lo anterior, sin adelantar juicio alguno sobre eventuales leyes de amnistía
o indulto, no encuentra la Corte que la ratificación del Estatuto de Roma
pueda implicar un obstáculo para futuros procesos de paz y de reconciliación
nacional en donde se consideren medidas como los indultos y las amnistías
con sujeción a los parámetros establecidos en la constitución y en los
principios y normas de derecho internacional aceptados por Colombia.
Derechos Humanos. Por ejemplo, en el caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros vs. Perú),
Sentencia de 14 de Marzo de 2001 la Corte Interamericana decidió que las leyes de amnistía peruanas eran
contrarias a la Convención y que el Estado era responsable por violar el derecho de las víctimas a conocer
la verdad sobre los hechos y obtener justicia en cada caso en el contexto nacional.
168
Ver Scharf, Michael. The Amnesty Exception to the Jurisdiction of the International Criminal Court,
1999, 32 Cornell International Law Journal, página 507.
169
Schabas. W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit, página 70. Allí se cita el ejemplo
del caso de William Calley ocurrido a principios de la década de los años 70. Calley fue condenado a
prisión perpetua por crímenes de guerra ocurridos durante la masacre de My Lai en Vietnam, y luego de
cumplir una parte de su condena, obtuvo el perdón presidencial. No se podría en un evento como el citado
afirmar que el procedimiento interno refleja una falta de disposición del Estado, ni que éste se hizo con el
fin de eludir la justicia, ni que la situación es lo suficientemente grave para justificar su intervención o que
ella sea necesaria para garantizar los intereses de la justicia.
Además del principio de complementariedad, otro aspecto que requiere un
análisis detallado es el de las relaciones de la Corte Penal Internacional con
el Sistema de Naciones Unidas, en particular con el Consejo de Seguridad y
sus posibles implicaciones para la independencia de la Corte Penal
Internacional. El artículo 2 señala que la Corte Penal Internacional estará
vinculada al Sistema de Naciones Unidas mediante acuerdo, cuyo contenido
deberá ser aprobado por la Asamblea General de Estados Partes y suscrito
posteriormente por el Presidente de la Corte. Los artículos 13. b) y 16 del
Estatuto, que se encuentran en la Parte II pero guardan relación estrecha con
el artículo 2, señalan el tipo de relación que tendrá la Corte Penal
Internacional con los distintos órganos del Sistema de Naciones Unidas. El
texto de tales artículos es el siguiente:
170
Ver, Peace and Justice. Analysis of Issues in the draft statute, en http://www.un.org/icc/index.htm.
4.9. Que la Corte Penal Internacional fuera una organización internacional
independiente de Naciones Unidas, lo cual podría dificultar la cooperación
internacional para el cumplimiento de sus funciones y la posibilidad de
conflictos de competencia con el Consejo de Seguridad cuando se tratara de
situaciones que afecten la paz y seguridad mundiales;
Pasa esta Corte a analizar las descripciones que hace el Estatuto de cada una
de las cuatro categorías de crímenes.
173
Convención para la Prevención y Represión del Genocidio de 1948, artículo 2, aprobada como
legislación interna por la Ley 28 de 1959.
i) Matanza;
ii) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros de un grupo;
iii) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que
hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
iv) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno de un grupo;
v) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
174
Caso Fiscal vs Jelesic, ICTY No. IT-95-01-T, Fallo del 14 de diciembre de 1999, para.100.
175
Corte Internacional de Justicia, Opinión consultiva del 28 de mayo de 1951, Asunto de las reservas a la
Convención sobre la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio; Corte Internacional de Justicia,
Sentencia del 11 de julio de 1996 Asunto de la aplicación de la Convención para la Prevención y el Castigo
del Crimen de Genocidio (Bosnia-Herzegovina c/ Yugoslavia).Ver, Kunz, Joseph. The United Nations
Convention on Genocide, en American Journal of International Law, No. 43, 1949; páginas 738 a 746; A.
Huet y R. Köering-Joulin: Droit pénal international. PUF. Paris. 1994; Sunga, L. S.: Individual
Responsibility in International Law for Serious Human Rights Violations; Meron, Th.: War Crimes in
Yugoslavia and the Development of International Law. American Journal of International Law 1994 p. 78-
87.
Este crimen ya fue incorporado a nuestro ordenamiento interno, como quiera
que Colombia es parte de la Convención para la Prevención y Castigo del
Delito de Genocidio y, además, porque el nuevo Código Penal tipificó
expresamente el delito de genocidio176 y esta Corte ya se ha pronunciado
sobre su exequibilidad en las sentencias C-177 de 2001177 y C-330 de
2001.178
176
La Ley 599 de 2000, tipifica el delito de genocidio e incluye una categoría adicional de “genocidio
político”, que no se encuentra consagrada en la Convención sobre Genocidio ni en el Estatuto, pero que
podría quedar cobijada por el Estatuto bajo el crimen de “persecución de un grupo o colectividad” por
motivos políticos, consagrado en el artículo 7.1, literal h. De otro lado, la descripción típica colombiana sí
exige “la muerte de sus miembros”, lo cual es más restrictivo que la definición internacional. En estas
circunstancias se aplica el artículo 10 del Estatuto. La ley 599 de 2000 establece: “Artículo 101. Genocidio.
“El que con el propósito de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial, religioso o
político que actúe dentro del marco de la ley, por razón de su pertenencia al mismo, ocasionare la muerte de
sus miembros, incurrirá en prisión de treinta (30) a cuarenta (40) años; en multa de dos mil (2.000) a diez
mil (10.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes y en interdicción de derechos y funciones
públicas de quince (15) a veinte (20) años. ¦ “La pena será de prisión de diez (10) a veinticinco (25) años, la
multa de mil (1.000) a diez mil (10.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes y la interdicción de
derechos y funciones públicas de cinco (5) a quince (15) años cuando con el mismo propósito se cometiere
cualquiera de los siguientes actos: ¦“1. Lesión grave a la integridad física o mental de miembros del grupo.
¦“2. Embarazo forzado. ¦“3. Sometimiento de miembros del grupo a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial. ¦“4. Tomar medidas destinadas a impedir nacimientos en el
seno del grupo. ¦“5. Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”
177
Corte Constitucional, Sentencia C-177/01, MP: Fabio Morón Díaz, que declaró la exequibilidad del
artículo 322 A de la Ley 589 de 2000 que tipifica el delito de genocidio, salvo la expresión “que actúe
dentro del marco de la Ley,” que fue declarada inexequible.
178
Corte Constitucional, Sentencia C-330/01, MP: Alvaro Tafur Galvis, que declaró que debía estarse a lo
resuelto en la sentencia C-177 de 2001, por cuanto el artículo 101 de la Ley 599 de 2000, reproducía
materialmente el texto del artículo 322 A de la Ley 589 de 2000, por lo cual existía cosa juzgada material.
179
Entre otros, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Ley 16 de 1972).
generalizado o sistemático contra una población civil, ya sea en tiempo de
guerra externo, conflicto armado interno o paz.180
180
Asunto Fédération National des Déportés et Internés Résistants et Patriotes y Otros v. Barbie, fallo de la
Sala de lo Penal del Tribunal de Casación, del 6 de octubre de 1983 (que resume la decisión del Tribunal de
Apelación), en 78 Intl L. Rep. 128, caso en el cual Francia juzga crímenes de lesa humanidad cometidos
contra judíos, durante la Segunda Guerra Mundial. Dijo entonces el Tribunal de Casación Francés: “dada su
naturaleza, los crímenes de lesa humanidad por los que se procesa a Barbie no se reducen a ser asunto de la
legislación municipal francesa sino que están sujetos a un orden penal internacional al que le son ajenas la
noción de frontera y las normas sobre extradición derivadas de la existencia de fronteras.”
181
Esta definición fue recogida en el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y en el artículo
4, del Protocolo II, Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, convertidos en legislación interna por
las Leyes 5 de 1960; 11 de 1992 y 171 de 1994. Posteriormente dicha definición fue recogida en la Ley 599
de 2000, Nuevo Código Penal.
182
Esta es una de las características del Tribunal Internacional para Yugoslavia, que recogió la definición
empleada en el artículo 6 c) del Estatuto del Tribunal de Nuremberg. Las dificultades para probar la
existencia de un conflicto armado fue resuelta finalmente en el caso Fiscal v. Tadic, No. IT-94-1-A, 238-72
(ICTY, Sala de Apelaciones, Julio 15, 1999, donde el tribunal señaló que bastaba mostrar que existía un
enfrentamiento armado, sin necesidad de cualificar si se trataba de un conflicto con o sin carácter
internacional.
violación183), el apartheid y las desapariciones forzadas. 184 El Estatuto
además aclara que tales crímenes se pueden cometer en tiempos de paz o de
conflicto armado y no requieren que se cometan en conexión con otro
crimen, salvo que se trate del enjuiciamiento de cualquier grupo o
colectividad, la cual ha de estar relacionada con otro acto enumerado en el
artículo 7.1, o cualquier otro delito de la competencia de la Corte Penal
Internacional.
Kayishema No. ICTR-95-1-T, adelantados por el Tribunal para Ruanda, debido a que el término francés
empleado en el texto oficial del Estatuto del Tribunal para Ruanda resultaba confuso pues se refería a dos
categorías distintas de homicidio. En esos eventos, el Tribunal escogió la definición más favorable a los
procesados. Ver. Chesterman, Op. Cit. página 329.
188
Se encuentra prohibida por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ley 16 de 1972) y el artículo 3 común de los
Convenios de Ginebra de 1949 y el artículo 4 del Protocolo II. La definición de este crimen fue estudiada
ampliamente por el Tribunal para Ruanda, en los casos Akayesu No. ICTR-96-4-T, Rutaganda No. ICTR-
96-3-T y Kayishema No. ICTR-95-1-T donde el Tribunal sostuvo que por su propia naturaleza, se dirige
contra un grupo de individuos y requiere un elemento de destrucción masiva. Los elementos esenciales del
exterminio fueron definidos por la Cámara de Juzgamiento I (Trial Chamber I) así:1. el acusado participa
en el homicidio masivo de un grupo de personas o en la creación de condiciones de vida que conducen a su
muerte de manera masiva; 2. El acto o la omisión que ocasionan la muerte debe ser ilegal e intencional; 3.
el acto o la omisión ilegales debe ser producto de un ataque generalizado y sistemático; 4. debe estar
dirigido contra la población civil; 5. debió haber sido ejecutado por razones discriminatorias: origen racial,
nacional, étnico, religioso o político. (Kayishema No. ICTR-95-1-T).
189
Prohibida por el Pacto de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención Americana de
Derechos Humanos (Ley 16 de 1972) y prohibida expresamente por el artículo 17 constitucional
190
Prohibida por el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 (ley 6 de 1960) y tipificada por
el artículo 159 de la Ley 599 de 2000.
191
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Ley 16 de 1972).
192
Prohibida por la Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (Ley 76
de 1986) y tipificada por el artículo 137 de la Ley 599 de 2000.
193
Prohibidas por el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y por el artículo 4 del Protocolo
II y tipificadas por los artículos 138 y 139 de la Ley 599 de 2000.
194
Prohibida por la Convención Americana contra la Desaparición Forzada (Ley 707 de 1994), prohibida
expresamente por el artículo 12 de la Constitución Política y tipificada por la Ley 589 de 2000 y por el
artículo 165 de la ley 599 de 2000.
195
Prohibido por la Convención sobre la represión y castigo del Apartheid (ley 26 de 1987), así como por
la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (Ley 22 de
1981), es contrario al artículo 13 constitucional y fue tipificado por el artículo 147 de la Ley 599 de 2000.
196
Prohibidos por la Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (Ley 76
de 1986) y por los Convenios de Ginebra de 1949 y el Protocolo II, fue tipificado como conducta autónoma
por el artículo 146 de la Ley 599 de 2000.
4) Conocimiento de que se trata de un ataque sistemático o generalizado
contra una población civil;197
Una de las mayores innovaciones del Estatuto es que éste valoriza la reciente
evolución de jurisprudencia internacional que penaliza los crímenes de
guerra cometidos en conflictos armados internos, 198 de tal manera que la
expresión guerra no se refiere sólo a los conflictos armados de orden
internacional. La cuestión relativa a los requisitos mínimos necesarios para
que un enfrentamiento sea considerado conflicto armado interno es abordada
por el Estatuto, como se verá posteriormente.
i) Matar intencionalmente;
ii) Someter a tortura o a otros tratos inhumanos, incluidos los experimentos
biológicos;
iii) Infligir deliberadamente grandes sufrimientos o atentar contra la
integridad física o la salud;
iv) Destruir bienes y apropiarse de ellos de manera no justificada por
necesidades militares, a gran escala, ilícita y arbitrariamente;
v) Obligar a un prisionero de guerra o a otra persona protegida a prestar
servicio en las fuerzas armadas de una potencia enemiga;
vi) Someter a deportación, traslado o confinamiento ilegales;
vii) Tomar rehenes.
Claro esta que la aplicación de los tratados aludidos se hace de tal forma que
no sea incompatible con el Estatuto de Roma ni surtan el efecto de restringir
el alcance de sus disposiciones puesto que tales instrumentos son derecho
204
Ver declaraciones interpretativas, por ejemplo, de Bélgica, Reino Unido, Nueva Zelandia y Egipto.
aplicable “cuando proceda” a la luz de los propios fines del Estatuto, como
lo precisa el literal b del artículo 21.
Otro de los temas tratados en esta Parte II del Estatuto de Roma se refiere al
ejercicio de la competencia de la Corte Penal Internacional. Esta
Corporación ya examinó la jurisdicción complementaria de la Corte Penal
Internacional (sección 4.3.2.1) y las relaciones de la Corte Penal
Internacional con el Consejo de seguridad de la ONU (sección 4.3.2.2). Por
lo anterior, la Corte no volverá a hacer referencia a ellos en este apartado y
sólo procederá a estudiar dos cuestiones especiales: la posibilidad de que el
Fiscal inicie de oficio una investigación por alguno de los crímenes
señalados en los artículos 5 a 8 del Estatuto de Roma (artículo 18 ER) y la
insuficiente precisión en la definición de algunos de los crímenes de
competencia de la Corte (artículos 6 a 8 ER).
Sin embargo, como quiera que el Acto Legislativo No. 02 de 2001 admitió la
constitucionalidad de un tratamiento diferente para aquellos asuntos que
sean de competencia de la Corte Penal Internacional, aplicable única y
exclusivamente cuando se trate del cumplimiento de las obligaciones
derivadas del Estatuto de Roma, la Corte se limitará a constatar la existencia
de esa diferencia. Subraya la Corte que los Estados reunidos en Roma
postergaron el desarrollo de los elementos de cada crimen para su
incorporación a un instrumento denominado “Elementos del Crimen”
(artículo 9, ER), aspecto al cual se hará referencia en el apartado 4.17.
206
Tal imprecisión se detecta en las expresiones “otros motivos universalmente reconocidos como
inaceptables con arreglo al derecho internacional” (artículo 6.1. literal h), ER), y “o cualquier otra forma de
violencia sexual de gravedad comparable” (artículo 6.1. literal g), ER), así como los literales b) ordinal
xxii) y e) ordinal vi) del artículo 8.2., por el empleo de la expresiones “o cualquier otra forma de violencia
sexual que constituya una infracción grave de los Convenios de Ginebra”.
crímenes incluidos en el Estatuto207. Dicho instrumento ayudará a la
interpretación y aplicación del mismo, y seguramente reducirá los problemas
que tienen algunas de las definiciones empleadas en el Estatuto.
4.5. Parte III del Estatuto: de los principios generales de derecho penal
página 271. Córdoba Triviño, Jaime. Derecho Penal Internacional. Op. Cit.
210
Ibidem., p. 271.
211
Ibidem., p. 275.
212
Ibidem, p. 314.
respecto de su consonancia con los preceptos constitucionales, marco a partir
del cual esta Corte debe realizar el examen de su constitucionalidad.
216
Schabas, W. Principios generales del derecho penal., Op. Cit. p. 287
217
Prosecutor vs. Tadic (Case No. IT-94-I-T), Decisión de mayo 7 de 1997, párrafos 666, 667
218
Sobre la limitación del derecho a la libertad de expresión por razones constitucionales suficientes, ver
entre otras las sentencias de la Corte Constitucional C-488 de 1993, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-425
de 1994, M.P. José Gregorio Hernández Galindo; C-087 de 1998, M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-010 de 2000,
M.P. Alejandro Martínez Caballero
prohibida por el artículo III, c) de la Convención para la Prevención y
Sanción del Delito de Genocidio, ya ratificada por Colombia.
219
Ambos, K. Sobre el fundamento jurídico de la Corte Penal Internacional. Op. cit., p. 116.
220
Schabas, W. Principios generales del derecho penal op. cit., p. 291.
221
Ibidem.
crimen internacional.222 El Estatuto de Roma resulta más restrictivo que la
Convención.
222
Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, Artículo III, literal b)
223
Ver en especial la Sentencia C-839 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra, en la que se examinó la
constitucionalidad de la responsabilidad penal del menor infractor y se concluyó que ella no vulnera el
derecho fundamental a la especial protección de los niños. En sentencia C-340 de 1998 la Corte
Constitucional declaró constitucional el artículo 13 de la Ley 418 de 1997, bajo la condición de que “los
menores que se recluten sólo podrán ser vinculados al servicio militar si tienen más de quince años, si se
los excluye de toda actividad de riesgo y se los destina exclusivamente a cumplir funciones ajenas al
combate y sólo en zonas que no sean de orden público, siempre sobre la base de la total espontaneidad de
su decisión.”
La Corte pasa a examinar con mayor detenimiento algunos de los preceptos
de la Parte III del Estatuto de Roma que ameritan un examen constitucional
más exhaustivo.
“Artículo 27
Improcedencia del cargo oficial
En cuarto lugar, con la adopción del Acto Legislativo 02 de 2001, por el cual
se adicionó el artículo 93 de la Constitución, el constituyente derivado
autorizó un tratamiento diferente en los eventos regulados por el Estatuto de
Roma. Este constituye una excepción expresa, entre otros, a los artículos
185, 186, 199, 221, 251.1, 174 y 235 numerales 2, 3 y 4 de la Constitución.
La diferencia entre el artículo 27 del Estatuto de Roma y las normas
constitucionales que reconocen inmunidad, entendida en sentido amplio, a
ciertas personas que ocupan altos cargos públicos, opera sin desmedro del
tratamiento dado por el derecho interno al procesado por un crimen de los
descritos en el Estatuto. Las normas constitucionales no obstaculizan la
competencia de la Corte para investigar o juzgar a las personas sindicadas de
haber cometido uno de tales crímenes, siempre que se den las condiciones de
admisibilidad del caso, ya analizadas.
“Artículo 28
Responsabilidad de los jefes y otros superiores
226
House of Lords– Regina vs Bartle and the Commissioner of Police for the Metropolis and other (Ex
Parte Pinochet) y Regina vs Evans and another and the Commissioner of Police for the Metropolis and
others On appeal from a Divisional Court of the Queens Bench Division (Ex Parte Augusto Pinochet
Ugarte.), Judgements de 25 de Noviembre de 1998, Diciembre 17 de 1998 (Oral Judgement), Enero 15 de
1999 (Reasons) y Marzo 24 de 1999; ICTY, Prosecutor v. Martic (Caso No. IT-85-11), Rule 61, Decision,
Marzo 6, 1996, para.21
Además de otras causales de responsabilidad penal de
conformidad con el presente Estatuto por crímenes de la
competencia de la Corte:
a) El jefe militar o el que actúe efectivamente como jefe militar
será penalmente responsable por los crímenes de la competencia
de la Corte que hubieren sido cometidos por fuerzas bajo su
mando y control efectivo, o su autoridad y control efectivo, según
sea el caso, en razón de no haber ejercido un control apropiado
sobre esas fuerzas cuando:
i) Hubiere sabido o, en razón de las circunstancias del momento,
hubiere debido saber que las fuerzas estaban cometiendo esos
crímenes o se proponían cometerlos; y
ii) No hubiere adoptado todas las medidas necesarias y razonables
a su alcance para prevenir o reprimir su comisión o para poner el
asunto en conocimiento de las autoridades competentes a los
efectos de su investigación y enjuiciamiento.
b) En lo que respecta a las relaciones entre superior y subordinado
distintas de las señaladas en el apartado a), el superior será
penalmente responsable por los crímenes de la competencia de la
Corte que hubieren sido cometidos por subordinados bajo su
autoridad y control efectivo, en razón de no haber ejercido un
control apropiado sobre esos subordinados, cuando:
i) Hubiere tenido conocimiento o deliberadamente hubiere hecho
caso omiso de información que indicase claramente que los
subordinados estaban cometiendo esos crímenes o se proponían
cometerlos;
ii) Los crímenes guardaren relación con actividades bajo su
responsabilidad y control efectivo; y
iii) No hubiere adoptado todas las medidas necesarias y
razonables a su alcance para prevenir o reprimir su comisión o
para poner el asunto en conocimiento de las autoridades
competentes a los efectos de su investigación y enjuiciamiento.”
Además, no se requiere probar que el jefe militar o el que actúa como jefe
militar haya impartido una orden específica de cometer un crimen de
competencia de la Corte Penal Internacional, pues dicho jefe militar puede
ser responsable aún por actos de sus subordinados que él no haya conocido
pero que, dadas las circunstancias del caso, haya debido conocer, impedir,
reprimir o denunciar, como se estableció en el célebre caso Yamashita. 228 Es
decir, se trata de una hipótesis en la cual puede existir responsabilidad a
título de imprudencia en los crímenes enunciados en el Estatuto. El
227
Prosecutor v. Martic (Caso No. IT-85-11), Rule 61, Decision, Marzo 6, 1996, para.21
228
United States v. Yamashita, (1947) 4 LRTWC I. Se trataba en este caso de un general japonés sindicado
de cometer crímenes de guerra en las Filipinas al omitir el ejercicio responsable del comando de sus tropas
que saquearon Manila. La Comisión Militar de Estados Unidos que juzgara a Yamashita destacó que si bien
no podía condenarse a un comandante por las actuaciones de sus soldados “donde homicidios y violaciones
y acciones depravadas y vengativas son ofensas difundidas, y no hay un intento efectivo por parte de un
comandante de descubrir y controlar actos criminales, semejante comandante puede ser considerado
responsable, aun criminalmente responsable, por acto ilegales de sus tropas ...”, citado por W. Schabas,
Principios de derecho penal Op. Cit p. 299.
Protocolo I, en su artículo 86 (2) 229 recogió en el derecho positivo
internacional el principio sentado por vía jurisprudencial. 230 Este principio,
conocido como de responsabilidad del comandante o superior, fue luego
desarrollado en los estatutos de los Tribunales ad hoc.231
233
Corte Constitucional, Sentencia SU-1184 de 2001, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
Mediante el establecimiento de un tratamiento diferente al previsto en la
Constitución, el Estatuto de Roma extiende la responsabilidad penal del
comandante, ya sea de un ejército oficial o de fuerzas irregulares (artículo
28, literal a), ER), a superiores civiles respecto de los actos de sus
subordinados en las circunstancias establecidas en el artículo 28 literal b).
De esta forma, los civiles que tengan subordinados bajo su autoridad o
control efectivo también pueden ser hallados responsables por no ejercer un
control apropiado de éstos en las condiciones establecidas en el literal b) del
artículo 28 del Estatuto de Roma. Dicho tratamiento diferente fue
autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de 2001. No sobra decir, que
salvo la oposición de China, la extensión de la responsabilidad penal del
comandante a otros superiores civiles obtuvo amplio respaldo en las
deliberaciones previas a la aprobación del Estatuto de Roma.234
234
Schabas, W., Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit., p. 85.
235
A-G Israel vs. Eichmann (1968), 36 International Law Report, (District Court, Jerusalem), página 18
236
Fédération Nationale des deportes et résistants et patriotes et al. v. Barbie (1984), 78 International Law
Report, páginas 125 y ss.
En lo que respecta al primer problema, la Corte Constitucional considera que
el propio Estatuto de Roma delimita la competencia de la Corte Penal
Internacional (principio de complementariedad, artículos 17 a 19 ER)
respecto de delitos de competencia de la justicia penal nacional, al restringir
la admisibilidad de la intervención de la Corte Penal Internacional a los
casos en que la jurisdicción nacional no está dispuesta o no es capaz de
perseguir el crimen que caiga en la esfera de su competencia (artículo 17
ER). Por ello, cuando se ha declarado judicialmente la prescripción de la
acción penal o de la sanción penal, salvo que se pruebe la intención de
sustraer al acusado de su responsabilidad por crímenes de la competencia de
la Corte, no puede afirmarse que la jurisdicción nacional no esté dispuesta o
no sea capaz de perseguir el delito.
Esta idea es reiterada por Eissen cuando afirma que ello "implica
un justo equilibrio entre la salvaguardia del interés general de la
comunidad y el respeto de los derechos fundamentales del
hombre, aunque atribuyendo un valor particular a estos
últimos".239
“Artículo 30
Elemento de intencionalidad
“Artículo 31
Circunstancias eximentes de responsabilidad penal
“Artículo 33
Órdenes superiores y disposiciones legales
Por otra parte, en relación con la causal prevista en el artículo 31.1 literal c)
del Estatuto, que señala como causal eximente de responsabilidad, la defensa
de un bien necesario para la supervivencia propia o de un tercero o de un
bien esencial para realizar una misión militar, observa la Corte que tal
eximente guarda relación con lo que establecen los artículos 51 a 60 del
Protocolo I y los artículos 14 a 16 del Protocolo II, Adicionales a los
Convenios de Ginebra de 1949. Estos prohíben los ataques indiscriminados
y arbitrarios a ciertos bienes especialmente valorados por su trascendencia
social y cultural, o cuya destrucción no constituya una ventaja militar
significativa. Tales ataques fueron recogidos como crímenes de guerra por el
artículo 8, numeral 2, literal a) ordinal iv),literal b), ordinales ii), iv), v), ix)
y xxiv), literal e) ordinales ii), iii) y iv). Tienen como finalidad principal
proteger a las personas en su vida y bienes durante un conflicto armado, así
241
Regla derivada de la tradición del common law. Ver Schabas, W. Introduction to the International
Criminal Court, página 89. El Estatuto no aclara cuál es la carga de la prueba que tiene quien alega esta
eximente de responsabilidad. En el Tribunal Ad hoc para Yugoslavia, se optó por un estándar alto que exige
a quien lo alega probar plenamente tal incapacidad y no simplemente establecer una duda razonable sobre
su capacidad mental, como se acepta en algunos sistemas jurídicos. Ver Prosecutor v. Dedalic et al. (Caso
No. IT-96-21-T), Decisiones del 17 de junio y 1 de julio de 1998 sobre eximente de responsabilidad
fundada en la falta de capacidad mental o insania.
242
En este punto, el Estatuto de Roma se aparta de la regla fijada en el Tribunal Ad hoc de Yugoslavia que
rechazó la coacción como eximente de responsabilidad penal en una decisión dividida. Ver Prosecutor v.
Erdemovic (Caso No. IT-96-22-T), Sala de Apelaciones, Octubre 7 de 1997.
como proteger bienes que resulten fundamentales para su supervivencia o su
defensa.
243
Corte Constitucional, Sentencia C-578 de 1995, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
244
Ibidem.
“La exoneración de responsabilidad, además de no revelarse
como manifiestamente antijurídica, debe sujetarse a otros
requisitos. En primer lugar, debe existir una relación de
subordinación jerárquica reconocida por el derecho público entre
quien emite el mandato y quien lo recibe y ejecuta. Para que la
orden se considere vinculante, ésta ha de emanar del superior
jerárquico con poder de mando sobre el receptor. En segundo
lugar, la orden debe existir como tal, vale decir, como
manifestación clara y distinta de voluntad encaminada a obtener
que el inferior haga o deje de hacer algo. En tercer lugar, se
requiere que el superior actúe dentro de su competencia, pero
como el subordinado carece por lo general de un poder de examen
detallado, la doctrina no exige competencia concreta para emitir la
orden, sino competencia abstracta, la cual se refiere a la facultad
del superior para disponer la clase de actos que normalmente se
comprenden dentro del objeto de las obligaciones del inferior. Por
último, para que la eximente opere como justificación del hecho
punible se requiere que la orden esté revestida de las formalidades
legales.”245
El artículo 34 del Estatuto señala que "[l]a Corte estará compuesta de los
órganos siguientes: a) La Presidencia; b) Una Sección de Apelaciones, una
Sección de Primera Instancia y una Sección de Cuestiones Preliminares; c)
La Fiscalía; d) La Secretaría".
También contempla que "[e]l Fiscal tendrá plena autoridad para dirigir y
administrar la Fiscalía, con inclusión del personal, las instalaciones y otros
recursos" (artículo 42.2 ER).
"El Fiscal será elegido en votación secreta y por mayoría absoluta de los
miembros de la Asamblea de los Estados Partes". Los fiscales adjuntos
serán elegidos en la misma forma de una lista de tres candidatos por cada
puesto por ser cubierto, la cual será presentada por el Fiscal. El período del
Fiscal y de los fiscales adjuntos será de nueve años, salvo que en el
momento de la elección se fije un período más breve, y no podrán ser
reelegidos (artículo 42.4 ER).
asegurar la imparcialidad del juez, quien debe marginarse del proceso del cual viene conociendo cuando se
configura, en su caso específico, alguna de las causas taxativamente señaladas en la ley. Esa imparcialidad
se asegura cuando se deja en cabeza de funcionarios distintos –el que siga en turno al que se declara
impedido o es recusado, o el del lugar más cercano, según la circunstancia (artículo 105 Código de
Procedimiento Penal), o los otros miembros de la sala o corporación en el caso de jueces colegiados- la
definición acerca de si deben prosperar el impedimento invocado por el juez o la recusación presentada
contra él" (Sentencia C-573 de 1998; M.P. José Gregorio Hernández Galindo).
.9. 4.6.3 Facultades adicionales de la Asamblea de Estados Partes
y de la Corte
Igualmente se autoriza que por una mayoría de las dos terceras partes de los
magistrados de la Corte, ésta adopte excepcionalmente medidas
provisionales que solucionen problemas no resueltos por las Reglas de
Procedimiento y Prueba. A través de esta facultad, se garantiza que la Corte
Penal Internacional cuente siempre con medidas destinadas a facilitar su
funcionamiento y evita eventuales interrupciones que podrían conducir a
que la Corte fuese inoperante, en desmedro del logro de los fines que
justifican su existencia. Estas reglas son provisionales y “se aplicarán hasta
que la Asamblea de los Estados Partes las apruebe, enmiende o rechace en
su siguiente período ordinario o extraordinario de sesiones.” (Artículo 51.3
ER). Al instrumento que recoge las Reglas de Procedimiento y Prueba se
hará referencia especial en el aparte 4.17.
255
Ver Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit. p. 97.
En este orden de ideas, dos características fundamentales identifican esta
fase del proceso. De una parte, la iniciación de la investigación corresponde
al estudio razonado de las circunstancias que constituyen el asunto que es
objeto de análisis por parte del Fiscal256, de tal forma que la decisión de
procedencia se base en elementos objetivos que demuestran la vulneración
de un bien jurídicamente tutelado del que debe conocer la Corte Penal
Internacional. Ello asegura a cada uno de los Estados Partes que el ejercicio
de la competencia complementaria que en materia penal reconocen a la
Corte Internacional no depende del capricho o simple arbitrio del
funcionario de turno, sino de un análisis detallado de las circunstancias que
no sólo dependen de la verificación de un evento determinado (valoración
fáctica), sino del nexo inescindible que debe existir entre dicha circunstancia
y el servicio a la justicia que anima la labor de la Corte (valoración
sustancial).
En los términos del artículo 54 del Estatuto de Roma, las facultades del
Fiscal se enmarcan en el reconocimiento y aplicación de dos principios
rectores de los que depende la buena administración de justicia y reflejan un
encuentro entre el sistema acusatorio y el sistema inquisitivo. En primer
lugar, el Fiscal tiene un compromiso con la verdad, esto es, con la
constatación de todas las circunstancias que aluden al caso objeto estudio;
para tal efecto, podrá ampliar el radio de acción de su labor a todas las
256
La razonabilidad como criterio de apreciación por parte de las autoridades no es un asunto extraño a la
jurisprudencia constitucional nacional, pues en varias oportunidades se ha insistido en la necesidad de
valorar la finalidad de ciertas medidas y decisiones a la luz de los medios empleados para alcanzarla y de
los principios constitucionales en juego. Sobre el particular, puede consultarse, entre muchas, la sentencia
C-643 de 2001 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y las allí citadas.
257
Cfr., entre otras, Corte Constitucional Sentencia C-1506 de 2000 M.P. Carlos Gaviria Díaz.
circunstancias y pruebas pertinentes para determinar si hay responsabilidad
penal (artículo 54.1. literal a) ER), e investigar circunstancias eximentes e
incriminatorias por igual.258 Entonces, la labor del Fiscal no está
encaminada, como en los regímenes más puros de justicia penal acusatoria, a
producir una acusación a toda costa. En segundo lugar, el Fiscal puede
adoptar las “medidas adecuadas para asegurar la eficacia de la investigación
y el enjuiciamiento”. A estos efectos, reconocerá las circunstancias y
garantizará los intereses personales de las víctimas y los testigos y tendrá en
cuenta la naturaleza de los crímenes (artículo 54. 1. b ER). En tercer lugar, el
Fiscal puede ejercer las facultades básicas de orden investigativo, como
reunir y examinar pruebas y hacer comparecer e interrogar a las personas
objeto de investigación, las víctimas y los testigos (artículo 54. 3. literales a)
y b) ER). El Estatuto también prevé la posibilidad que el Fiscal convenga
que no divulgará en ninguna etapa del procedimiento cierto tipo de
documentos o información a condición de preservar su carácter confidencial
y únicamente a efectos de obtener nuevas pruebas (artículo 54.3. literal e)
ER), circunstancia que resulta razonable en la medida en que de lo que se
trata no es de ocultar la fuente contenido y alcance de pruebas específicas
que se incorporan al proceso debidamente259 –que siempre tendrá que ser
conocidas por todos los sujetos procesales- sino el contenido detallado de la
información que dio noticia de su existencia.
Con estos señalamientos los Estados Partes del Estatuto de Roma no hacen
nada distinto a reconocer los derechos básicos en los que se sustenta el
debido proceso dentro de la etapa de investigación, fruto no sólo de un
consenso a nivel internacional en la materia, sino del desarrollo ponderado
que en el escenario del constitucionalismo contemporáneo se ha dado a
estas garantías. En el caso colombiano, a través del desarrollo e
interpretación del artículo 29 Superior, se ha reafirmado que el derecho al
debido proceso hace referencia a un conjunto complejo de circunstancias
señaladas por la Constitución y la ley262 que “protegen al ciudadano
sometido a cualquier proceso”.263
261
Cfr. artículo 55, párrafo 1 d. Sobre el particular las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos son pertinentes. Allí el contenido del debido proceso es desarrollado de manera
específica identificando las garantías que se le reconocen a todos los seres humanos. Por ejemplo, el
artículo 9, numerales 1 y 2, señala que:
“1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a
detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por la ley
y con arreglo al procedimiento establecido en ésta.
“2. Toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y
notificada, sin demora, de la acusación formulada contra ella”
262
Concretamente ha dicho la Corte: "El derecho al debido proceso, reconocido en el artículo 29 de la Carta
Política, comprende una serie de garantías con las cuales se busca sujetar a reglas mínimas sustantivas y
procedimentales, el desarrollo de las actuaciones adelantadas por las autoridades en el ámbito judicial o
administrativo, con el fin de proteger los derechos e intereses de las personas vinculadas, pues es claro que
el debido proceso constituye un límite material al posible ejercicio abusivo de las autoridades estatales”,
sentencia T-416 de 1998 M.P. Alejandro Martínez Caballero. En esta oportunidad la Corte confirma los
fallos de instancia que negaron la tutela del derecho al debido proceso pues consideró que no le asistía
razón al actor al demandar los autos proferidos por jueces de la República dentro del proceso civil que le
negó la petición de nombramiento como curador de un demente. Para la Corte, la actuación de los jueces
demandados no constituyó vía de hecho.
263
Corte Constitucional Sentencia T-475 de 1998 M.P. Hernando Herrera Vergara. En este proceso se
solicita se declare la nulidad de la resolución de acusación proferida por el Fiscal 233 Delegado ante los
Jueces Penales del Circuito de esta ciudad, dentro de un proceso penal adelantado contra el peticionario,
por la presunta comisión del delito de estafa. En opinión del actor, dicha decisión se sustentó en una prueba
adquirida con violación al debido proceso por falta de competencia del investigador para valorar una
prueba civil (asunto donde presuntamente se cometió el hecho ilícito), constituyéndose dicha decisión en
Pero también la existencia de un principio de esta naturaleza refiere la
necesidad de dar cumplimiento a una secuencia de actos, relacionados entre
sí de manera directa o indirecta, que persiguen un objetivo adicional: la
racionalización del ejercicio del poder de tal manera que se reconozca en la
ley, y no en la voluntad, en la fuerza, o en la arbitrariedad, la forma de
resolución de las contenciones de derecho. Así, como tantas veces lo ha
dicho la Corte, “las actuaciones que adelanten los funcionarios judiciales o
las autoridades administrativas, deben observar y respetar en todo momento
las normas que regulen los procedimientos a seguir, con el fin de preservar
las garantías -derechos y obligaciones- de quienes se encuentran incursos en
una relación jurídica, en todos aquellos casos en que la actuación conduzca
a la creación, modificación o extinción de un derecho o a la imposición de
una sanción" -énfasis no original-.264
una vía de hecho. La Corte, luego de la revisión de los hechos y pruebas del caso decidió negar la tutela,
pues no encontró motivo alguno de reproche en la actuación del demandado.
264
Corte Constitucional Sentencia T-073 de 1997 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa. En esta oportunidad la
Sala Octava de decisión no encontró que la Fiscalía Delegada ante el Tribunal Superior de Neiva hubiese
incurrido en vía de hecho al declarar la preclusión de la investigación en el proceso por hurto en el que
estaba en juego la declaración de una presunta sociedad de hecho conformada entre distintos sujetos (uno
de ellos el peticionario en sede de tutela).
265
En adelante, la Sala de Cuestiones preliminares será referida por las siglas S.C.P.
dicho funcionario desarrollar eficazmente su labor; asegurar la protección y
respeto a la intimidad de las víctimas y testigos cuando sea necesario,
preservar las pruebas, proteger a las personas detenidas o que hayan
comparecido en virtud de una orden de comparecencia (artículo 57. 3. ER).
269
Cfr., entre otros textos, Broomhall, Bruce. La Corte Penal Internacional, en La Corte Penal
Internacional: texto integrado de Estatuto de Roma. Editorial Leyer, Bogotá, 2001.
a) Hay motivo razonable para creer que ha cometido un crimen de
la competencia de la Corte; y
b) La detención parece necesaria para:
i) Asegurar que la persona comparezca en juicio;
ii) Asegurar que la persona no obstruya ni ponga en peligro la
investigación ni las actuaciones de la Corte; o
iii) En su caso, impedir que la persona siga cometiendo ese
crimen o un crimen conexo que sea de la competencia de la Corte
y tenga su origen en las mismas circunstancias.
2. La solicitud del Fiscal consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
que presuntamente haya cometido;
c) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes;
d) Un resumen de las pruebas y cualquier otra información que
constituya motivo razonable para creer que la persona cometió
esos crímenes; y
e) La razón por la cual el Fiscal crea necesaria la detención.
3. La orden de detención consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
por el que se pide su detención; y
c) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes.
4. La orden de detención seguirá en vigor mientras la Corte no
disponga lo contrario.
5. La Corte, sobre la base de la orden de detención, podrá solicitar
la detención provisional o la detención y entrega de la persona de
conformidad con la Parte IX del presente Estatuto.
6. El Fiscal podrá pedir a la Sala de Cuestiones Preliminares que
enmiende la orden de detención para modificar la referencia al
crimen indicado en ésta o agregar otros. La Sala de Cuestiones
Preliminares enmendará la orden si estuviere convencida de que
hay motivo razonable para creer que la persona cometió los
crímenes en la forma que se indica en esa modificación o adición.
7. El Fiscal podrá pedir a la Sala de Cuestiones Preliminares que,
en lugar de una orden de detención, dicte una orden de
comparecencia. La Sala, de estar convencida de que hay motivo
razonable para creer que la persona ha cometido el crimen que se
le imputa y que bastará con una orden de comparecencia para
asegurar que comparezca efectivamente, dictará, con o sin las
condiciones limitativas de la libertad (distintas de la detención)
que prevea el derecho interno, una orden para que la persona
comparezca. La orden de comparecencia consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) La fecha de la comparecencia;
c) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
que presuntamente haya cometido; y
d) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes.
La notificación de la orden será personal.
Una vez que la persona es detenida por el Estado, éste deberá llevarla ante
una autoridad judicial competente para que se le brinde la oportunidad de
solicitar libertad provisional antes de su entrega (artículo 59. 2 y 6 ER). El
Estado de detención es el que ordena la entrega, y después de ello, la
persona ha de ser puesta a disposición de la Corte tan pronto como sea
posible (artículo 59.7, ER).
(...)
2. La Sala de Cuestiones Preliminares, a solicitud del Fiscal o de
oficio, podrá celebrar una audiencia en ausencia del acusado para
confirmar los cargos en los cuales el Fiscal se basa para pedir el
enjuiciamiento cuando el imputado:
a) Haya renunciado a su derecho a estar presente; o
b) Haya huido o no sea posible encontrarlo y se hayan tomado
todas las medidas razonables para asegurar su comparecencia ante
la Corte e informarle de los cargos y de que se celebrará una
audiencia para confirmarlos. En este caso, el imputado estará
representado por un defensor cuando la Sala de Cuestiones
Preliminares resuelva que ello redunda en interés de la justicia.
270
Es necesario señalar que la presencia del acusado en el juicio no sólo se refiere a su asistencia física. El
acusado debe estar en condiciones que le permitan entender y atender los procedimientos. Aunque el
Estatuto guarda silencio sobre los casos en los que el sindicado no está en condiciones de atender a un
juicio, las reglas sobre pruebas y procedimiento han llenado está laguna señalando que la Sala bien puede
suspender el proceso cuando tal circunstancia esté plenamente probada. Cfr. Schabas William. Introduction
to the International Criminal Court, Op. cit. p. 121.
fuera de la Sala. El retiro del acusado de la Sala donde se desarrolla el juicio
durará el tiempo que sea estrictamente necesario.
Así, es sobre la base de un juicio expedito, justo e imparcial que los Estados
Partes reconocen la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y acuden a
ella como una forma de complementación de sus respectivos órdenes
internos. La implementación del Estatuto de Roma parte del mismo supuesto
que se aplica en el orden interno, para todas las actuaciones judiciales y
administrativas, a saber, la existencia de una autoridad competente que, en
aplicación de normas preexistentes al hecho que es objeto de debate judicial,
observa la plenitud de garantías comúnmente exigibles en un juicio.
Por su parte, durante la etapa del juicio, el Fiscal tiene el deber de divulgar
cualquier prueba que muestre, o tienda a mostrar la inocencia, o tienda a
atenuar la culpabilidad de acusado o afectar la credibilidad de las pruebas de
cargo.
De este modo, todas las pruebas obtenidas como resultado de una violación
del Estatuto o de las normas de derechos humanos internacionalmente
reconocidas serán inadmisibles (regla de exclusión) cuando la violación
275
Pueden consultarse sobre el particular, los casos de la Fiscalía vs. Tadic (Caso No. IT-94-1-T) en el que
se resuelve una solicitud de protección para víctimas y testigos presentada por la Fiscalía y, en el mismo
sentido, Fiscalía vs. Rutaganda (Caso No. ICTR-96-3-T).
276
Ver. Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. cit. p. 119.
suscite serias dudas sobre la fiabilidad de las pruebas o cuando su admisión
atente “contra la integridad del juicio o redunde en grave desmedro de él”.
Estas disposiciones coinciden con los principios establecidos en la
Constitución colombiana, que también protegen la integridad del acervo
probatorio y consagran la nulidad de las pruebas obtenidas con violación del
debido proceso277.
277
Cfr. Corte Constitucional Sentencia SU-159 de 2002 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
Un aspecto importante es referido por esta parte del título VI del Estatuto de
Roma, pues aquí los Estados Partes no se limitaron a concebir un
procedimiento para la práctica de pruebas, sino que previeron también
algunas formas de resolución de posibles conflictos cuando en el desarrollo
de un proceso puede resultar afectada información vital para la seguridad
nacional de un Estado que, por tanto, se estima inconveniente dar a conocer.
Los artículos 72 y 73 se encargan de señalar la forma de resolver tales
conflictos con el propósito doble de mantener la integridad estatal y de
garantizar la efectividad del proceso en curso. En la clarificación de estas
reglas podrá participar el Estado colombiano cuando se haga parte del
Estatuto de Roma y sea miembro de la Asamblea, de acuerdo con los
términos del artículo 112 del Estatuto.
Nada impide que dentro del cuerpo de una regulación que intenta describir
las funciones de una Corte penal internacional se dedique uno de sus
apartados a la definición de los delitos y faltas que se pueden cometer en su
contra, vulnerando, por esta vía, tanto la imparcialidad en la que han de
basarse sus decisiones como en la eficacia y autoridad con que pretende
resolver los asuntos que son de su conocimiento.
Con la definición de estos mecanismos se descubre una de las características
más importantes de la Corte Penal Internacional, a saber, su sujeción a un
orden jurídico que está dado no sólo por las reglas comunes de derecho
internacional sino por la definición autónoma y soberana que toma cada
Estado Parte al vincularse al Tratado que contiene el Estatuto de Roma y al
participar activamente, a través de los órganos y procedimientos pertinentes
en su continua implementación e interpretación.
279
Una exposición panorámica de esta doctrina se puede encontrar en la jurisprudencia de la Corte Suprema
de los Estados Unidos. Cfr. Lego vs. Twomey, 404 US 477 (1971).
280
Cfr, el caso de la Fiscalía vs. Delalic et. al. (Caso No. IT-96-21-T).
281
Cfr. William Schabas, Introduction to the International Criminal Court, Op. cit. p. 131.
En tercer lugar, si se observa la naturaleza del estándar señalado por el
Estatuto para determinar la culpabilidad del imputado se tiene que el sistema
que exige una convicción más allá de una duda razonable para establecer la
culpabilidad de un individuo, es suficientemente garantista para los
imputados.
La Parte VII del Estatuto de Roma regula las penas a imponer a los
responsables de los delitos establecidos en el artículo 5. Esta parte consta
únicamente de cuatro artículos – penas aplicables (artículo 77), imposición
de la pena (artículo 78), fondo fiduciario (artículo 79) y el estatuto, la
aplicación de las penas por los países y la legislación nacional (artículo 80).
El reducido número de artículos y su redacción en términos generales
reflejan la dificultad de lograr consensos respecto de las sanciones penales
entre los diversos países que intervinieron en la elaboración y aprobación
del Estatuto.282 Dos tendencias contrapuestas explican el consenso de
mínimos al que se arribó: por una parte, algunos países, entre ellos algunos
Estados Árabes y del Caribe, abogaban por la inclusión de la pena de muerte
para delitos de extrema gravedad; por la otra, otros países entre ellos
algunos centroamericanos y suramericanos se oponían a la adopción de la
pena de cadena perpetua teniendo en cuenta su prohibición constitucional.
La solución intermedia excluyó la pena de muerte como sanción, 283 e
282
Kress, Claus, Las sanciones penales, ejecución penal y cooperación en el Estatuto de la Corte Penal
Internacional, en: El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Op. Cit. Pág. 340.
283
Esta pena es la máxima permitida en los casos de los Tribunales para la Ex-Yugoslavia y Rwanda. Ha
sido impuesta a personas que en sus estados hubieran sido condenados a muerte por los mismos crímenes.
Ver, por ejemplo, el caso Prosecutor v. Serushago (N. ICTR-98-39-S) sentencia de febrero 2 de 1999, Pág.
incluyó la pena de prisión perpetua cuando así lo justifique la extrema
gravedad del crimen, siempre y cuando después de 25 años se revise la
sentencia por la Corte para determinar si ella debe ser reducida.284
Artículo 78
Imposición de la pena
1. Al imponer una pena, la Corte tendrá en cuenta, de
conformidad con las Reglas de Procedimiento y Prueba, factores
285
Corte Constitucional en las sentencia C-412de 1993, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-443de 1994,
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-275de 1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-740de 2001, M.P.
Álvaro Tafur Galvis, C-1149de 2001, M.P. Jaime Araujo Rentería; C-760de 2001, M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra y Manuel José Cepeda Espinosa; C-228 de 2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y
Eduardo Montealegre Lynett.
tales como la gravedad del crimen y las circunstancias personales
del condenado. (...)
294
La Ley 600 de 2000 en su artículo 530, sobre causales de libertad, establece lo siguiente: “La persona
reclamada será puesta en libertad incondicional por el Fiscal General de la Nación, si dentro de los sesenta
(60) días siguientes a la fecha de su captura no se hubiere formalizado la petición de extradición, o si
transcurrido el término de treinta (30) días desde cuando fuere puesta a disposición del Estado requirente,
éste no procedió a su traslado. En los casos aquí previstos, la persona podrá ser capturada nuevamente por
el mismo motivo, cuando el Estado requirente formalice la petición de extradición u otorgue las
condiciones para el traslado.” Por su parte, en el artículo 10 del Tratado Multilateral de Extradición,
aprobado en la VII Conferencia Internacional Americana aprobada en Montevideo y adoptada como
legislación interna por la Ley 75 de 1935, se establece un período máximo de detención de dos meses.
de la ejecución de la pena (artículo 106), traslado una vez cumplida la pena
(artículo 107), limitaciones al enjuiciamiento o la sanción por otros delitos
(artículo 108), ejecución de multas y órdenes de decomiso (artículo 109),
examen de una reducción de la pena (artículo 110) y evasión (artículo 111).
Una vez el condenado cumpla la pena, éste puede ser trasferido a otro
Estado que esté obligado a recibirlo o a un Estado que consienta en hacerlo,
para lo que debe contarse con la anuencia del condenado. El Estado de
ejecución puede decidir si lo autoriza a permanecer en su territorio (artículo
107 ER).
“Artículo 103
Función de los Estados en la ejecución de las penas privativas de
libertad
conceder la extradición de nacionales colombianos por nacimiento, por delitos cometidos en el exterior que
sean considerados como tales en la legislación penal colombiana. Las excepciones quedaron señaladas de
manera expresa en el precepto constitucional: no procede la extradición por delitos políticos ni tampoco
cuando se trate de hechos cometidos con anterioridad a la promulgación del Acto Legislativo.”
297
Corte Constitucional, sentencias C-674 de 1999;
298
Kress, Claus, op. cit. p. 347.
Se trata de un acuerdo en el que efectivamente el Estado potencialmente
receptor de personas condenadas puede manifestar las condiciones bajo las
cuales admite constituirse en Estado de ejecución penal en un caso concreto.
Pero el ejercicio de la facultad de condicionar la recepción de un condenado
se sujeta a la aceptación de la Corte – que en caso contrario procede a
designar a otro Estado para la ejecución de la pena – y al respeto a las reglas
consignadas en la Parte X del Estatuto. Es por ello que el artículo 103,
numeral 1 literal b) debe ser interpretado a la luz de los demás artículos del
Estatuto que reglamentan la ejecución de la pena, en especial el artículo 103
numeral 2 literal a), el artículo 105 numeral 1 y el artículo 110.
La parte XI del Estatuto contiene un solo artículo, el 112, que versa sobre la
Asamblea de los Estados Partes.
El Estatuto señala que se hará todo lo posible para que las decisiones sean
adoptadas por consenso. En caso de que ello no sea posible, se prevé que las
decisiones sobre cuestiones de fondo sean aprobadas por no menos dos
tercios de los votos, siempre y cuando haya quórum el cual será de la
mayoría absoluta de los Estados Partes. Las decisiones sobre cuestiones de
procedimiento requieren de la mayoría simple de los Estados Partes
presentes y votantes. Cada Estado tendrá un voto (artículo 112.7 ER).
El Estatuto establece que tales gastos se financiarán por medio de las cuotas
de los Estados Partes y de fondos provenientes de las Naciones Unidas, "en
particular respecto de los gastos efectuados en relación con cuestiones
remitidas por el Consejo de Seguridad" (artículo 115 ER).
Esta Corporación resalta que el Estatuto prevé la posibilidad de que la Corte
reciba y utilice "contribuciones voluntarias de gobiernos, organizaciones
internacionales, particulares, sociedades y otras entidades, de conformidad
con los criterios en la materia que adopte la Asamblea de los Estados Partes"
(artículo 116 ER), que la cuota de los Estados Partes será prorrateada con
base en la escala adoptada por las Naciones Unidas (artículo 117 ER) y que
la comprobación anual de cuentas estará a cargo de un auditor independiente
(artículo 118 ER).
299
A pesar de esta prohibición, no ha sido extraño que los Estados consignen declaraciones al ratificar el
Estatuto de Roma en relación con la determinación de la autoridad competente a través de la cual se
tramitarán las solicitudes de cooperación que haga la Corte Penal Internacional, la reafirmación de la
legalidad del empleo de armas nucleares. Algunos Estados, como por ejemplo, Francia, han incluido
declaraciones interpretativas de varias disposiciones del Estatuto, de las cuales se resaltan las siguientes:
“2. Las disposiciones del artículo 8 del Estatuto, en particular el parágrafo 2 b, se refiere exclusivamente a
las armas convencionales y no regula ni prohíbe el posible uso de armas nucleares ni desconoce otras reglas
del derecho internacional aplicable a otras armas necesarias para que Francia ejerza su derecho inherente de
legítima defensa, a menos que las armas nucleares u otras armas a las que se refiere el Estatuto lleguen a ser
en el futuro objeto de prohibición integral y específica en un anexo al Estatuto, mediante la adopción de
una enmienda de conformidad con las provisiones de los artículos 121 y 123”;
“3. El gobierno de la República Francesa considera que el término “conflicto armado” empleado en el
artículo 8, parágrafos 2 (b) y (c), no incluye en ese contexto, la comisión de crímenes ordinarios, incluido el
terrorismo, ya sea que ocurran de manera colectiva o aislada”;
“4. La situación descrita en el artículo 8, parágrafo 2 (b) (xxiii) del Estatuto, no impide que Francia dirija
ataques contra objetivos considerados como militares bajo el derecho internacional humanitario.
(Traducción no oficial)
300
Dada la naturaleza de los tratados constitutivos de organizaciones internacionales, es difícilmente
concebible que las reglas relativas a los órganos de la organización sean distintas para los distintos
miembros de la organización, por lo cual no es extraña la prohibición de reservas. La mayoría de los
tratados constitutivos de organizaciones internacionales guardan silencio al respecto (tal como la Carta de
las Naciones Unidas, la Carta de la OEA, el Estatuto del Consejo de Europa, el Pacto Atlántico constitutivo
de la OTAN).
El artículo 123 dispone que siete años después de la iniciación de la vigencia
del Estatuto, el Secretario General de las Naciones Unidas convocará a una
Conferencia de Revisión. Posteriormente a la Conferencia, la Asamblea
considerará aquéllas enmiendas propuestas por los Estados Partes, de
conformidad con el artículo 121. La Asamblea y el Secretario General
podrán convocar a conferencias de revisión posteriores cuando lo consideren
necesario. Asuntos como la inclusión de nuevas conductas tales como el
terrorismo o el tráfico internacional de drogas ilegales a la lista de crímenes
de la competencia de la Corte o modificación de algunos de los crímenes
incluidos en el artículo 5, así como la definición y asuntos jurisdiccionales
referentes al crimen de agresión deberán ser discutidos en la Conferencia de
Revisión.
La regla general para las enmiendas es que una vez éstas sean aprobadas
según el trámite establecido, regirán para todos los Estados Partes (artículo
121.4 ER). Sin embargo, se estableció una excepción: las enmiendas a los
artículos 5 (Crímenes de la competencia de la Corte), 6 (Genocidio), 7
(Crímenes de lesa humanidad) y 8 (Crímenes de guerra), sólo regirán para
los Estados Partes que efectivamente las hayan aceptado, un año después de
su ratificación.301
301
Algunos Estados quisieron incorporar una excepción a esta excepción, indicando que en caso de que la
enmienda propuesta reflejara la costumbre internacional, la Asamblea o Conferencia podría decidir que
entrara en vigor inmediatamente para todos los Estados; la propuesta no fue aceptada finalmente.
.21.3. 4.15.2.3. Enmiendas a las Reglas de Procedimiento y Prueba y a
los Elementos de los Crímenes
Se podrá optar por la renuncia con efecto inmediato cuando se apruebe una
enmienda por siete octavos de los Estados Partes. Cualquier Estado que no
haya aceptado la enmienda podrá, dentro del año posterior a la entrada en
vigor, renunciar inmediatamente al Estatuto.
302
El 20 de junio de 2002, 76 Estados habían ratificado el Estatuto de Roma. Los Estados Partes a esa fecha
eran los siguientes: Andorra, Antigua y Barbuda, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Belice, Benin,
Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Botswana, Brasil, Bulgaria, Camboya, Canadá, Republica Central Africana,
Costa Rica, Croacia, Chipre, República Democrática del Congo, Dinamarca, Dominica, Ecuador, Estonia,
Fidji, Finlandia, Francia, Gabón, Gambia, Alemania, Ghana, Grecia, Honduras, Hungría, Islandia, Irlanda,
Italia, Jordania, Latvia, Lesotho, Liechtenstein, Luxemburgo, Malí, Islas Marshall, Mauricio, Mongolia,
Namibia, Nauru, Países Bajos, Nueva Zelanda, Niger, Nigeria, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia,
Portugal, Rumania, San Marino, Senegal, Sierra Leona, Eslovaquia, Eslovenia, Sudáfrica, España, Suecia,
Suiza, Tayikistán, República de Macedonia de la Antigua Yugoslavia, Trinidad y Tobago, Uganda, Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Uruguay, Venezuela y Yugoslavia
303
Así lo hizo Francia. El texto de la declaración es el siguiente: “Declaración relativa al artículo 124: “En
relación con el artículo 124 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la República Francesa
declara que no acepta la jurisdicción de la Corte en relación con la categoría de crímenes descrita en el
artículo 8, cuando se alegue que ha sido cometida por sus nacionales o en su territorio”. (Traducción no
oficial).
.21.6. 4.15.2.6. Denuncia del Estatuto
El artículo 127 dispone que un Estado Parte podrá denunciar el Estatuto por
medio de una notificación dirigida al Secretario General de las Naciones
Unidas y, con ello, dejará de ser parte del mismo. La denuncia surtirá efecto
un año después de la fecha en que se reciba la notificación, a menos que en
ella se indique una fecha posterior. Esta disposición reafirma el artículo 9
constitucional, que establece el consentimiento como fundamento para
obligarse internacionalmente y además con los principios de derecho
internacional aceptados por Colombia, dentro de los cuales se encuentran las
disposiciones sobre la materia que consagra la Convención de Viena de
1969, sobre el derecho de los tratados.
Del análisis material anterior se aprecia que las normas del Estatuto surten
efectos dentro del ámbito de la competencia de la Corte Penal Internacional.
Las disposiciones en él contenidas no remplazan ni modifican las leyes
nacionales de tal manera que a quien delinca en el territorio nacional se le
aplicará el ordenamiento jurídico interno y las autoridades judiciales
competentes al efecto son las que integran la administración de justicia
colombiana. Por ejemplo, ningún juez penal nacional adquiere en virtud del
Estatuto de Roma la facultad de imponer la pena de reclusión a perpetuidad.
Sólo puede hacerlo la Corte Penal Internacional en ejercicio de la
competencia complementaria a ella atribuida por el Estatuto, cuando se den
las condiciones y se cumplan los requisitos en él previstos.
Rebasa los alcances del presente análisis material entrar a señalar hipótesis
específicas en las cuales puedan llegar a presentarse controversias
particulares en los linderos de la relación entre el Estatuto y el ordenamiento
interno. En cambio, si estima necesario la Corte subrayar que, sin perjuicio
de la cooperación y la asistencia judicial, existe una frontera entre el ámbito
del Estatuto, es decir, el de la competencia complementaria de la Corte Penal
Internacional, y el ámbito del derecho nacional, es decir, el de la
competencia primigenia de la justicia nacional.
Por lo tanto, resulta procedente advertir que, como el ámbito del Estatuto de
Roma se limita exclusivamente al ejercicio de la competencia
complementaria atribuida a la Corte Penal Internacional y a la cooperación
de las autoridades nacionales con ésta, el tratado no modifica el derecho
interno aplicado por las autoridades judiciales colombianas en ejercicio de
las competencias nacionales que les son propias dentro del territorio de la
República de Colombia. Esto será recogido cuando se resuman las
declaraciones interpretativas en el capítulo V de la presente providencia.
4.17 Precisión sobre los Elementos de los Crímenes y sobre las Reglas de
Procedimiento y Prueba
Por lo expuesto en esta sentencia, concluye la Corte que la Ley 742 de 2002,
por medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional y el correspondiente tratado son constitucionales.
312
Las declaraciones interpretativas pueden ser consultadas en la siguiente página Web:
http://www.un.org/law/icc
1) Los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto de Roma describen tres de las
categorías de crímenes internacionales sobre las cuales la Corte Penal
Internacional podrá ejercer su competencia: el genocidio, los crímenes de
lesa humanidad y los crímenes de guerra. Tales descripciones denotan un
grado de precisión, certeza y claridad aceptado en el derecho penal
internacional que resulta menos estricto que el exigido en nuestro
ordenamiento interno. Este tratamiento diferente del principio de legalidad
que hace el Estatuto de Roma ha sido autorizado por el Acto Legislativo No.
02 de 2001.
No obstante se advierte que, como el Acto Legislativo citado forma parte del
cuerpo permanente de la Constitución y, por tanto, ha de ser interpretado de
tal forma que guarde consonancia con las otras disposiciones de la Carta, la
Corte señala las materias respecto de las cuales procede, sin que ello
contraríe el Estatuto, que el Presidente de la República, en el ámbito de sus
atribuciones, declare cuáles son las interpretaciones de algunos apartes del
mismo que armonizan plenamente la Constitución con el Estatuto de Roma.
Dicho señalamiento por la Corte en ningún caso supone que existe una
inconstitucionalidad parcial del Estatuto. Esta determinación obedece al
cumplimiento del principio fundamental según el cual todas las autoridades
tienen como finalidad asegurar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (artículo 2 C.N.), así como al
propósito de concretar el mandato de colaboración armónica entre los
órganos que integran las ramas del poder público, dentro del respeto a las
órbitas de competencia de cada uno, en este caso, de la Corte Constitucional
a la cual se le ha confiado la guarda de la integridad y supremacía de la
Carta y del Presidente de la República al cual se le ha atribuido la dirección
de las relaciones internacionales de Colombia (artículo 113 C.N). Tales
materias son las siguientes:
(4) En relación con el artículo 17, párrafo 3, del Estatuto de Roma, las “otras
razones” a fin de determinar la incapacidad del Estado para investigar o
enjuiciar un asunto se refieren a la ausencia evidente de condiciones
objetivas necesarias para llevar a cabo el juicio.
(6) Los artículos 9 y 51 del Estatuto de Roma, relativos a los Elementos del
Crimen y a las Reglas de Procedimiento y Prueba cuya adopción compete a
la Asamblea de los Estados Partes por una mayoría de los dos tercios de sus
miembros, no sustraen dichos instrumentos de la aprobación por el Congreso
de la República ni del control constitucional previstos en la Constitución
Política.
VII. DECISIÓN
RESUELVE:
b.) El sentido y alcance del análisis del Estatuto de Roma que se elabora en
la sentencia, no corresponde propiamente al control constitucional de su
contenido normativo sino a un ejercicio doctrinal y dogmático que consideró
necesario realizar la Corte, por la importancia del instrumento internacional,
con el propósito de ofrecer una perspectiva descriptiva e interpretativa de las
normas jurídicas sometidas a su control formal.
3. El tercer asunto respecto del cual debo aclarar mi voto es el que se refiere
a la relación entre las obligaciones derivadas del Estatuto y la posibilidad de
que un Estado Parte conceda amnistías internamente.
Fecha Ut Supra,