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Sentencia C-578/02

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE TRATADO


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Características

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE TRATADO


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Ejercicio después de
aprobación por Congreso y sanción del Presidente y antes de
perfeccionamiento

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE TRATADO


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Función
preventiva/CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE
TRATADO INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Carácter
automático y general

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE TRATADO


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Carácter formal y
material/CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE
TRATADO INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Ejercicio
independientemente de consideraciones de conveniencia y oportunidad

El control de constitucionalidad que ejerce la Corte es, además, tanto de


carácter formal como material. Según lo prescrito en el artículo 241
numeral 10 Superior, el control formal de constitucionalidad que la Corte
ejerce sobre los tratados internacionales y las leyes que los aprueban, se
dirige a verificar el trámite seguido durante la negociación y firma del
tratado –esto es, el examen de la validez de la representación del Estado
colombiano en los procesos de negociación y celebración del instrumento y
la competencia de los funcionarios intervinientes– así como la formación de
la ley aprobatoria en el Congreso y la debida sanción presidencial del
proyecto correspondiente. En cuanto al examen de fondo, éste consiste en
juzgar las disposiciones del texto del tratado internacional que se revisa y el
de su ley aprobatoria, respecto de la totalidad de las disposiciones del
Ordenamiento Superior, para determinar si las primeras se ajustan o no a la
Constitución Política, independientemente de consideraciones de
conveniencia y oportunidad, las cuales son extrañas al examen que le
compete efectuar a la Corte Constitucional.
LEY APROBATORIA DE TRATADO INTERNACIONAL-
Legislador no puede alterar contenido introduciendo nuevas
cláusulas/TRATADO MULTILATERAL-Posibilidad en principio de
introducir reservas/TRATADO INTERNACIONAL-Declaración
interpretativa

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Difiere del
tradicionalmente realizado

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Características especiales de la
revisión/ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Caminos seguidos por Estados para que
disposiciones internas sean compatibles

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Alternativas para superar problemas
constitucionales relativos a ratificación

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Reforma constitucional

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Disposiciones ajenas a tradición jurídica nacional
y ciertos principios constitucionales

NORMA CONSTITUCIONAL-Adición

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento distinto al ordinario

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Admisión de tratamiento diferente en materias
sustanciales respecto a garantías de la Constitución

ACTO LEGISLATIVO-Ubicación de contenido significa que


decisiones tienen carácter permanente y vocación de continuidad
ACTO LEGISLATIVO POR ESTATUTO DE ROMA DE LA
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Finalidad

ACTO LEGISLATIVO POR ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Adición de artículo
constitucional

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento especial sólo surtirá efecto dentro
del ámbito propio

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Y LEY
APROBATORIA-Alcance de la competencia

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Y LEY
APROBATORIA-Identificación de tratamientos diferentes cuando
versan sobre materia sustancial dentro de regulación de la C.P.I., en
lugar de pronunciar inconstitucionalidad

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Y LEY
APROBATORIA-Alcance del análisis material

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE TRATADO


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Distinción de los
demás/CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Distinción de los
demás

ACTO LEGISLATIVO POR ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Permisión de tratamiento
diferente siempre que opere exclusivamente dentro del ámbito de
aplicación del Estatuto

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Y LEY
APROBATORIA-No declaración de inexequibilidad en caso de
diferencia entre la Constitución y el Estatuto

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento diferente que opera exclusivamente
dentro del ámbito de aplicación del Estatuto

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Creación/CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Principales antecedentes/CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Trascendencia en el contexto de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario

CORTE PENAL INTERNACIONAL EN EL DERECHO


INTERNACIONAL-Creación y carácter permanente

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Juzgamiento de responsables


de crímenes atroces

DERECHO INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS Y


DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO-Reconocimiento
de jurisdicción penal universal y complementaria sobre crímenes
internacionales más graves

TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL-Importancia de creación


con carácter permanente

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Finalidad

La Corte Penal Internacional fue concebida como un instrumento para


combatir la impunidad y lograr el respeto y la efectividad de los derechos
humanos básicos, de las leyes de la guerra y del derecho internacional
humanitario, incluso dentro de las fronteras de un Estado. Complementa los
sistemas penales nacionales en la sanción de los responsables, en la
reparación a las víctimas y en el restablecimiento de los derechos, al buscar
que quienes sean responsables de cometer genocidio, crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra o el crimen de agresión, y no hayan sido o
no hayan podido ser juzgados en el ámbito nacional, sean juzgados por una
Corte Penal Internacional con vocación de universalidad.
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Construcción del consenso de
la comunidad para protección de dignidad humana y repudio a la
barbarie

CRIMENES INTERNACIONALES-Violación de derechos

CORE DELICTA IURIS GENTIUM-Desarrollo

DERECHO INTERNACIONAL-Proscripción de crímenes más


atroces

TRIBUNALES DE NUREMBERG Y TOKIO-Juzgamiento de


criminales de guerra

CRIMENES INTERNACIONALES EN ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Categorías

CRIMENES INTERNACIONALES EN ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Categorías que
comprende variedad de actos

CRIMENES INTERNACIONALES EN CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Evolución de categorías

GENOCIDIO-Orígenes

GENOCIDIO-Crimen internacional

GENOCIDIO-Prohibición como norma del ius cogens

GENOCIDIO-Crimen de crímenes

CRIMENES DE GUERRA/CRIMENES INTERNACIONALES

CRIMENES DE LESA HUMANIDAD-Evolución del concepto

TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL-Responsabilidad penal


individual
CRIMENES CONTRA LA HUMANIDAD

CRIMENES ATROCES CONTRA LA COMUNIDAD-


Desvinculación de existencia de conflicto armado/CRIMENES
ATROCES CONTRA LA COMUNIDAD-Normas de ius cogens

APARTHEID/TORTURA

CRIMENES INTERNACIONALES-Ampliación de listado de


conductas

CRIMENES INTERNACIONALES-Jurisdicción universal para


juzgamiento y sanción

COLOMBIA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS-Hace


parte del consenso internacional para la lucha contra impunidad frente a
las más graves violaciones

COLOMBIA EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS-Hace


parte de los principales instrumentos internacionales

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Importancia

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Razones por las que constituye un gran paso
hacia protección efectiva de dignidad del ser humano

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Protección efectiva de núcleo


de derechos mínimos

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Razón histórica para


protección efectiva de dignidad del ser humano

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Consenso de comunidad


internacional

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Razón ética para protección


efectiva de dignidad del ser humano
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Violaciones a parámetros
fundamentales de respeto por el ser humano

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Propósito de evitar la


impunidad de detentadores transitorios de poder o protegidos por ellos
hasta la más alta jerarquía

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Razón política para protección


efectiva de dignidad del ser humano

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Garantía de efectividad de


derechos y víctimas y perjudicados a conocer la verdad, obtener justicia
y reparación justa por daños

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Edificación de régimen de responsabilidad penal
individual internacional

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Trámite para aprobación por el Congreso

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Metodología para revisión material

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Examen general y referencia a cuestiones
especiales

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL Y LEY APROBATORIA-Revisión formal

PROYECTO DE LEY APROBATORIA DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Revisión
formal

PROCESO DE CONSTITUCIONALIDAD-Trámite de urgencia

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Contenido material incorporado en la
ley/ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Análisis relativo a la armonización y delimitación
de alcance

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Resumen general del cuerpo normativo

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia sobre crímenes


más graves de trascendencia para la comunidad internacional en
conjunto

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Complementación de


jurisdicciones penales nacionales

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Partes del cuerpo normativo

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Establecimiento

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia, admisibilidad y


derecho aplicable

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Principios generales de


derecho penal

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Composición y administración

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Investigación y enjuiciamiento

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Juicio

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Penas

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Apelación y revisión

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Cooperación internacional y


asistencia judicial

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Ejecución de la pena

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Asamblea de los Estados parte


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Forma de financiación

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Estudio detallado del contenido e implicaciones
en el marco del ordenamiento superior

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Preámbulo

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia para investigar,


juzgar y castigar

TRATADO INTERNACIONAL-Preámbulo como conjunto de


criterios de interpretación

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Inspiración en valores que no difieren de los que
orientan la Constitución

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Establecimiento como órgano


vinculado a Naciones Unidas y de carácter complementario

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Consecuencias de personalidad


jurídica y atribuciones

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Poder para celebrar


tratados/CORTE PENAL INTERNACIONAL-Sujeto de
responsabilidad internacional

PRINCIPIO DE PACTA SUNT SERVANDA-


Alcance/ORGANISMOS INTERNACIONALES-Constitución por el
Estado en parte cuando expresa su consentimiento

PRINCIPIO DE PACTA SUNT SERVANDA-Aceptación autónoma


por el Estado de limitaciones a su soberanía/ORGANISMO
SUPRANACIONAL-Cesión de competencias por el Estado

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Limitación de ejercicio de


algunas competencias del Estado
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia complementaria
de las jurisdicciones penales nacionales

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Distinción entre competencia y
admisibilidad/CORTE PENAL INTERNACIONAL-Limitación de la
soberanía de los Estados

El término competencia se refiere a la delimitación del ámbito de ejercicio


de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. Por su parte, el término
admisibilidad se refiere a una cuestión distinta, v.gr. si la Corte Penal
Internacional a pesar de ser competente no puede admitir el caso. Mientras
que el cumplimiento de las condiciones de competencia es imperativo, la
decisión sobre la admisibilidad de un caso es facultativa. Así, la Corte
Penal Internacional puede tener competencia sobre una “situación” porque
se dan las condiciones de materia, tiempo, lugar y nacionalidad
mencionadas, pero declarar que el “caso” concreto es inadmisible ante
ella, por cuanto está siendo conocido por una jurisdicción penal nacional
que tiene primacía, o por cualquiera de las otras razones señaladas en el
Estatuto. De esta manera se busca asegurar que la competencia de la Corte
Internacional sea respetuosa del ejercicio efectivo de la soberanía de un
Estado. No obstante, la jurisdicción de la Corte Penal Internacional
conlleva una limitación de la soberanía de los Estados.

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia ratione materiae/


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia ratione temporis

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia ratio


loci/CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia ratione
personae

PRINCIPIO DE SOBERANIA-Evolución de contenido y


límites/SOBERANIA ABSOLUTA-Redefinición del concepto original

PRINCIPIO DE SOBERANIA-Elementos constantes

SOBERANIA-Sentido jurídico/SOBERANIA-
Límites/ORGANISMOS INTERNACIONALES Y SOBERANIA
DEL ESTADO
La soberanía en sentido jurídico confiere derechos y obligaciones a los
Estados, quienes gozan de autonomía e independencia para la regulación
de sus asuntos internos, y pueden aceptar libremente, sin imposiciones
foráneas, en su condición de sujetos iguales de la comunidad internacional,
obligaciones orientadas a la convivencia pacífica y al fortalecimiento de
relaciones de cooperación y ayuda mutua. En ocasiones ello puede requerir
la aceptación de la competencia de organismos internacionales sobre
algunos asuntos de competencia nacional, o la cesión de algunas
competencias nacionales a instancias supranacionales. De conformidad con
la jurisprudencia de esta Corte, tal posibilidad es compatible con nuestro
ordenamiento constitucional, siempre que tal limitación a la soberanía no
suponga una cesión total de las competencias nacionales.

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Formas de limitación de soberanía de los Estados

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Autonomía no absoluta para


ejercicio de jurisdicción

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Distintas situaciones para


ejercer jurisdicción

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Impugnación de decisiones

PRINCIPIO DE SOBERANIA EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Aceptación de limitaciones
para lucha contra impunidad y efectividad de derechos

CORTE PENAL INTERNACIONAL-No juzgamiento de asunto por


justicia nacional atendiendo admisión de asunto y ejercicio de
jurisdicción

SOBERANIA DEL ESTADO-Protección de habitantes/SOBERANIA


DEL ESTADO-No ampara violación de derechos humanos ni del
derecho internacional humanitario

La soberanía de un Estado existe para proteger a los habitantes que residen


en su territorio, no para amparar a quienes han violado los derechos
humanos o desconocido los mínimos establecidos en el derecho
internacional humanitario ni, mucho menos, para servir de muralla
infranqueable para quienes desea convertir un determinado territorio en un
escondite para gozar de impunidad.

ESTADO CONSTITUCIONAL Y DEMOCRATICO-Deber


fundamental de protección de residentes

La razón primigenia de un Estado constitucional y democrático es cumplir


el deber fundamental de proteger a todos sus residentes en su vida, honra,
bienes, creencias y demás derechos y libertades. Este deber fundamental
sintetiza la esencia del contrato político mediante el cual los ciudadanos de
una república aceptan obedecer a una autoridad democráticamente
instituida, conformada, ejercida y controlada, a cambio de que ésta les
brinde protección efectiva contra diversas amenazas de distinto origen,
dentro de las cuales se destacan las amenazas provenientes de toda forma
de violencia, incluidas las que se manifiestan por el ejercicio arbitrario del
monopolio de la fuerza confiado al Estado y la practicada por grupos
armados irregulares.

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Grado de violencia cuya


impunidad no puede ser tolerada/CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Protección de víctimas de atrocidades

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Indisposición e incapacidad del


Estado para proteger residentes

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Limitaciones a la soberanía en


consonancia con los fines de protección y garantía a derechos humanos
y del derecho internacional humanitario

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Condiciones previas para


ejercicio de competencia/ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE
PENAL INTERNACIONAL-Competencia sobre delitos cometidos
con posterioridad a entrada en vigor

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia a partir de


ratificación del Tratado

JURISDICCION PENAL EN EL DERECHO INTERNACIONAL-


Ejercicio/PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD EN
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Regulación

PRINCIPIO DE TERRITORIALIDAD EN EL DERECHO


INTERNACIONAL-Significado/PRINCIPIO DE
NACIONALIDAD EN EL DERECHO INTERNACIONAL-
Significado

El derecho internacional reconoce una serie de principios a través de los


cuales un Estado puede ejercer su jurisdicción para juzgar hechos
criminales. Los dos principios de mayor aplicación son el de territorialidad
(ratione loci) y el de nacionalidad (ratione personae). Bajo el principio de
territorialidad, los estados tienen jurisdicción para investigar y juzgar
crímenes cometidos en su territorio.

PRINCIPIO DE PERSONALIDAD PASIVA EN EL DERECHO


INTERNACIONAL-Significado/PRINCIPIO DE PROTECCION
EN EL DERECHO INTERNACIONAL-Significado

PRINCIPIO DE JURISDICCION UNIVERSAL EN EL


DERECHO INTERNACIONAL-Significado

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Mecanismos para subsanar incapacidad o
indisposición del Estado para sancionar a responsables de crímenes más
graves

PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD DE LA CORTE


PENAL INTERNACIONAL-Investigación, juzgamiento y sanción
cuando se presente alguna de las situaciones excepcionales de
indisposición o incapacidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Expresión demasiado indeterminada

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Otras razones del colapso total


o sustancial de la justicia nacional

PRINCIPIO DE COMPLEMENTARIEDAD DE LA CORTE


PENAL INTERNACIONAL-Asegura fines constitucionales de
garantía a efectividad de derechos de acceso a la justicia y lucha contra
la impunidad

PRINCIPIO DE LA COSA JUZGADA EN EL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Jurisdicción y admisibilidad


por juicio nacional con propósito de sustraer a una persona de
responsabilidad

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Jurisdicción y admisibilidad


ante proceso aparente con propósito de sustraer responsabilidad ante la
justicia

PAZ-Orden principalísimo en el orden de valores protegidos por la


Constitución/PAZ-Diferentes maneras de protección constitucional

AMNISTIA POR DELITOS POLITICOS-Requisitos/INDULTO


POR DELITOS POLITICOS-Requisitos

AMNISTIA PARA LA PAZ Y DERECHO INTERNACIONAL


HUMANITARIO-Compatibilidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL EN MATERIA DE AMNISTIA-No impide
concesión que cumpla con requisitos mínimos

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL EN MATERIA DE AMNISTIA-No impide
concesión siempre que garantice a las víctimas un recurso judicial
efectivo

IUS COGENS-Inderogabilidad de normas/DERECHO


INTERNACIONAL-Penalización de crímenes más graves de
trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL EN MATERIA DE AMNISTIA E INDULTO
POR DELITOS POLITICOS-No admisión de auto amnistía,
amnistías en blanco, leyes de punto final o modalidad que impida a
víctimas ejercicio de recurso judicial efectivo

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL EN MATERIA DE AMNISTIA E INDULTO
PARA PROCESO DE PAZ-Ratificación no constituye obstáculo

CORTE PENAL INTERNACIONAL Y ORGANIZACION DE


NACIONES UNIDAS-Relaciones

CORTE PENAL INTERNACIONAL Y CONSEJO DE


SEGURIDAD DEL SISTEMA DE NACIONES UNIDAS-Relaciones

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL Y CONSEJO DE SEGURIDAD DEL
SISTEMA DE NACIONES UNIDAS-Relaciones no debilita
autonomía de la Corte

CORTE PENAL INTERNACIONAL Y CONSEJO DE


SEGURIDAD DEL SISTEMA DE NACIONES UNIDAS-Relaciones
en situaciones que afectan la paz y seguridad mundiales de competencia
simultánea

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Competencia, admisibilidad y


derecho aplicable

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Crímenes de competencia

GENOCIDIO EN ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL

GENOCIDIO-Elementos en que se basa definición

GENOCIDIO EN CORTE PENAL INTERNACIONAL-Dolo


especial

CRIMENES DE LESA HUMANIDAD EN ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL
CRIMENES DE LESA HUMANIDAD EN ESTATUTO DE ROMA
DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Diferencia de
definición empleada en el derecho penal internacional

CRIMENES DE LESA HUMANIDAD EN ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Elementos

CRIMENES DE GUERRA EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL

CRIMENES DE GUERRA EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Conflicto armado interno

CRIMEN DE AGRESION EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Derecho aplicable

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Inicio de investigación por el


Fiscal

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Desencadenantes que permiten


iniciar investigación

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Indeterminación de definición de ciertas
conductas y principio de legalidad

PRINCIPIO DE LEGALIDAD EN EL DERECHO


INTERNACIONAL

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Principios generales del derecho penal

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Codificación de principios generales del derecho
penal
PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD PENAL INDIVIDUAL EN
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Exclusión de menores de


dieciocho años

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Irrelevancia del cargo oficial y


la inmunidad asociada para exención de responsabilidad

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Improcedencia del cargo


oficial

INMUNIDAD DE ALTOS FUNCIONARIOS DEL ESTADO-


Inexistencia

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Responsabilidad de los jefes y otros superiores

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Ampliación de responsabilidad


de quienes tienen mando militar o detenta de facto autoridad militar

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Responsabilidad penal por omisión

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Imprescriptibilidad de


crímenes

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Declaración judicial de


prescripción de acción penal o de la pena

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Elemento de intencionalidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Defensas o causas de exclusión de la pena

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Circunstancias eximentes de


responsabilidad penal
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Ordenes superiores y
disposiciones legales en circunstancias eximentes de responsabilidad
penal

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento especial que difiere de nuestro
ordenamiento pero autorizado por acto legislativo

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Eximente de responsabilidad


por obediencia debida y cumplimiento de un deber legal

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Composición y administración

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Organos

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Garantías de los funcionarios

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Facultades adicionales de la Asamblea de Estados
Partes y de la Corte

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Investigación y enjuiciamiento

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Inicio de la investigación

FISCALIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Control


sobre iniciación de investigación por Sala de Cuestiones Preliminares

FISCAL DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Atribuciones


en la etapa de investigación

FISCALIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Sistema de


colaboración y complementación

FISCALIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-


Investigación de circunstancias incriminantes como eximentes
FISCALIA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Derechos
de las personas durante la etapa de investigación

FISCAL DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Funciones

SALA DE CUESTIONES PRELIMINARES DE LA CORTE


PENAL INTERNACIONAL-Funciones y competencia

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Determinaciones previas a la


fase de juzgamiento y confirmación de cargos

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Principios de razonabilidad y


control en etapa de investigación/FISCAL Y SALA DE
CUESTIONES PRELIMINARES EN CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Principios de comunicabilidad y contradicción

FISCAL DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-


Investigaciones realizadas en territorio de un Estado

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Orden de detención y proceso


de detención de personas

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Derechos de las personas sobre


las cuales recaen órdenes de detención

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Detención no da lugar a


presentación de habeas corpus

DERECHO A LA DEFENSA TECNICA EN ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Reglas generales del juicio

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Consecuencias de admisión de


culpabilidad que se hace voluntariamente

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Procedimiento garantista sobre


la base de una adecuada comunicación y contínuo asesoramiento del
imputado
SALA PRIMERA DE INSTANCIA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Funciones en la etapa del juicio

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Derechos del acusado

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Sistema de protección a


víctimas y testigos

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Práctica de pruebas y sistema


de protección de la información durante el juicio

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Delitos contra la administración de justicia

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Características y contenido de


la decisión de primera instancia

CULPABILIDAD DEL SINDICADO-Prueba/CULPABILIDAD


DEL SINDICADO-Constatación de la ocurrencia de elementos de la
conducta punible más allá de cualquier duda razonable

PRESUNCION DE INOCENCIA EN EL ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Penas a imponer

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Criterios para imponer la pena

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Penas aplicables

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Imposición de la pena

PENA-Factores objetivos de determinación

PENA-Reclusión a perpetuidad
ACTO LEGISLATIVO-Autorización de tratamiento diferente para los
crímenes de competencia del Estatuto de Roma

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Apelación y revisión

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Cooperación internacional y asistencia judicial

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Procedimiento general de


cooperación

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Formas de cooperación y


fundamentos admisibles para negarse a cumplir con una solicitud de
cooperación

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Aplazamiento de ejecución de


solicitudes de asistencia que realice

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Entrega de una persona

ENTREGA Y EXTRADICION EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Diferencias

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Solicitudes concurrentes para


entrega de una misma persona por la misma conducta

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Situación de entrega de una


persona y conflicto con otras obligaciones internacionales

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Solicitud de detención


provisional

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Término en detención


provisional por razones de urgencia

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Ejecución de la pena

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Traslado del condenado a una


prisión de otro Estado/CORTE PENAL INTERNACIONAL-
Extradición de un condenado a otro Estado por conducta anterior a su
entrega al Estado de ejecución

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Condiciones para ejecución de penas privativas
de libertad

IGUALDAD EN EJECUCION DE PENA

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Asamblea de los Estados Parte

DERECHO AL VOTO EN ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE


PENAL INTERNACIONAL-Sujeción al pago de contribuciones de
los Estados Parte

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Financiación

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Prohibición de reservas

DERECHO INTERNACIONAL DE LOS TRATADOS-Prohibición


de reservas

ENMIENDA Y REVISION EN ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL-Posibilidad

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Enmienda a los crímenes de


competencia

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Enmiendas de carácter


exclusivamente institucional

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Enmiendas a reglas de


procedimiento y prueba a los elementos de los crímenes

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Efecto de las enmiendas al


Estatuto y derecho de renuncia al Estatuto
ENMIENDA Y REVISION EN ESTATUTO DE ROMA DE LA
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Expresión libre y soberana del
consentimiento por el Estado

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Denuncia del Estatuto

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Relación entre el Estatuto y el


ordenamiento interno

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Efectos de normas dentro del ámbito de
competencia

Las normas del Estatuto surten efectos dentro del ámbito de la competencia
de la Corte Penal Internacional. Las disposiciones en él contenidas no
remplazan ni modifican las leyes nacionales de tal manera que a quien
delinca en el territorio nacional se le aplicará el ordenamiento jurídico
interno y las autoridades judiciales competentes al efecto son las que
integran la administración de justicia colombiana. Lo anterior no obsta
para que las autoridades colombianas cuando cooperen con la Corte Penal
Internacional y le presten asistencia judicial, en los términos de las Partes
IX y X del Estatuto y demás normas concordantes, apliquen las
disposiciones del tratado dentro del ámbito regulado en él. En algunas
materias, estas disposiciones del Estatuto pueden requerir desarrollos
normativos internos para facilitar la cooperación.

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Frontera entre el ámbito del Estatuto y el ámbito
del derecho nacional/ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE
PENAL INTERNACIONAL-No modificación del derecho interno
aplicado por autoridades judiciales

Como el ámbito del Estatuto de Roma se limita exclusivamente al ejercicio


de la competencia complementaria atribuida a la Corte Penal Internacional
y a la cooperación de las autoridades nacionales con ésta, el tratado no
modifica el derecho interno aplicado por las autoridades judiciales
colombianas en ejercicio de las competencias nacionales que les son
propias dentro del territorio de la República de Colombia.
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Elementos de los crímenes y reglas de
procedimiento y prueba

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Elementos de crímenes y reglas de procedimiento
y prueba no son acuerdos bilaterales de simple ejecución ni reglamentos
de la Corte

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Elementos de crímenes y reglas de procedimiento
y prueba depende de voluntad de mayoría calificada de Estados Parte en
Asamblea

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Enmiendas a instrumentos en elementos del
crimen y reglas de procedimiento y prueba

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Aprobación legislativa y control constitucional en
elementos del crimen y reglas de procedimientos y prueba

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Declaraciones admitidas

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Declaraciones interpretativas

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamientos diferentes a previstos en nuestro
ordenamiento constitucional y autorizados por acto legislativo

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Principales tratamientos diferentes

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento diferente del principio de legalidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Tratamiento diferente de fueros especiales
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Responsabilidad de jefes militares de ejército
regular o grupo armado irregular/ESTATUTO DE ROMA DE LA
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Extensión de responsabilidad
del comandante a superiores civiles sobre crímenes de subordinados

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Imprescriptibilidad de crímenes de competencia

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Causales eximentes de responsabilidad penal

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Imposición de pena de reclusión a perpetuidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Determinación que persona investigada esté
representada por un abogado

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Condena cuando no exista duda razonable sobre
responsabilidad

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-No necesidad de declaraciones interpretativas en
relación con tratamientos diferentes

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Materias en las que procede que el Presidente
declare cuáles son las interpretaciones de apartes que armonizan con la
Constitución

ACTO LEGISLATIVO-Interpretación que armonice con otras


disposiciones de la Constitución

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-No impide concesión de amnistías, indultos o
perdones judiciales por delitos políticos
CORTE CONSTITUCIONAL EN ESTATUTO DE ROMA DE LA
CORTE PENAL INTERNACIONAL-Señalamiento de materias
sobre las cuales procede que Presidente declare cuales son
interpretaciones de partes que armonizan con la Constitución

Ninguna de las disposiciones del Estatuto de Roma sobre el ejercicio de las


competencias de la Corte Penal Internacional impide la concesión de
amnistías, indultos o perdones judiciales por delitos políticos por parte del
Estado Colombiano, siempre y cuando dicha concesión se efectúe de
conformidad con la Constitución Política y los principios y normas de
derecho internacional aceptados por Colombia.

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Derecho a ser asistido por un abogado

Siempre será en interés de la justicia que a los nacionales colombianos les


sea garantizado plenamente el derecho de defensa, en especial el derecho a
ser asistido por un abogado durante las etapas de investigación y
juzgamiento por parte de la Corte Penal Internacional.

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Interpretación del Estatuto


conforme con principios y normas del derecho internacional
humanitario y de derechos humanos

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Ausencia evidente de condiciones objetivas
necesarias para el juicio

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-No modifica derecho interno aplicado por
autoridades judiciales

Como el ámbito del Estatuto de Roma se limita exclusivamente al ejercicio


de la competencia complementaria atribuida a la Corte Penal Internacional
y a la cooperación de las autoridades nacionales con ésta, el tratado no
modifica el derecho interno aplicado por las autoridades judiciales
colombianas en ejercicio de las competencias nacionales que les son
propias dentro del territorio de la República de Colombia.
Referencia: expediente LAT-223

Revisión de la Ley 742 del 5 de junio de


2002 "Por medio de la cual se aprueba el
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE
PENAL INTERNACIONAL, hecho en
Roma el día diecisiete (17) de julio de
mil novecientos noventa y ocho (1998)”.

Magistrado Ponente:
Dr. MANUEL JOSÉ CEPEDA
ESPINOSA.

Bogotá, DC., treinta (30) de julio de dos mil dos (2002).

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en cumplimiento de sus


atribuciones constitucionales y de los requisitos y trámites establecidos en el
Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

en el proceso de revisión de la Ley 742 del 5 de junio de 2002 "Por medio


de la cual se aprueba el ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio de mil
novecientos noventa y ocho (1998)”.

I. ANTECEDENTES

El Presidente de la República remitió a esta Corporación el 5 de junio de


2002, copia de la Ley 742 del 5 de junio de 2002 "Por medio de la cual se
aprueba el ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio de mil
novecientos noventa y ocho (1998)”, para su control constitucional de
conformidad con el artículo 241 numeral 10 de la Constitución.

Mediante providencia del doce (12) de junio de 2002 el magistrado


sustanciador avocó el conocimiento del presente asunto, y solicitó al
Secretario General del Senado de la República enviar con destino al proceso
de la referencia copia de la totalidad del expediente legislativo relativo al
trámite del proyecto correspondiente a la Ley 742 del 5 de junio de 2002.
Luego, mediante auto del catorce (14) de junio de 2002 se ofició al Ministro
de Relaciones Exteriores para que se sirviera remitir los antecedentes de la
suscripción del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. En dicho
auto se ordenó que, una vez vencido el período probatorio y recibidas las
pruebas solicitadas, se fijará en lista el proceso y se diera traslado al
Procurador General de la Nación para que rindiera el concepto de rigor.
Igualmente, se ordenó en el auto comunicar la iniciación del proceso al
Señor Presidente de la República, al Presidente del Congreso, a los
Ministros de Relaciones Exteriores, del Interior, de Justicia y del Derecho,
de Defensa y Seguridad Nacional, al Fiscal General de la Nación y al
Defensor del Pueblo, para los efectos legales pertinentes.

Cumplidos los trámites previstos en el Decreto 2067 de 1991, procede esta


Corte a decidir sobre la exequibilidad del tratado y de la ley que lo aprueba.

II. TEXTO DEL ESTATUTO Y DE LA LEY OBJETO DE


REVISION.

El texto del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional y de la ley


aprobatoria que son objeto de revisión son los siguientes, según la
publicación efectuada en el diario oficial N. 44826 del 7 de junio de 2002.

"LEY N° 742 de 2002


(5 de junio)

“Por medio de la cual se aprueba el ESTATUTO DE ROMA DE


LA CORTE PENAL INTERNACIONAL, hecho en Roma, el
diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998)”

EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA

Visto el texto del ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL, hecho en Roma, el día diecisiete (17) de julio
de mil novecientos noventa y ocho (1998), que a la letra dice:

(Se adjunta fotocopia del texto íntegro del instrumento


internacional mencionado)
RAMA EJECUTIVA DEL PODER PÚBLICO
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA
BOGOTA, D.C. 7 DIC. 2001

APROBADO. SOMÉTASE A LA CONSIDERACIÓN DEL


HONORABLE CONGRESO NACIONAL PARA LOS EFECTOS
CONSTITUCIONALES
(Fdo.) ANDRÉS PASTRANA ARANGO

EL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES


(Fdo.) GUILLERMO FERNÁNDEZ DE SOTO

D E C R E T A:

ARTICULO PRIMERO: Apruébase el ESTATUTO DE ROMA


DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL, hecho en Roma, el
día diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho
(1998).

ARTICULO SEGUNDO: De conformidad con lo dispuesto en el


artículo 1° de la Ley 7ª de 1944, el ESTATUTO DE ROMA DE
LA CORTE PENAL INTERNACIONAL, hecho en Roma, el día
diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998),
que por el artículo primero de esta Ley se aprueba, obligará al País
a partir de la fecha en que se perfeccione el vínculo internacional
respecto del mismo.

ARTICULO TERCERO. La presente Ley rige a partir de la fecha


de su publicación.

EL PRESIDENTE DEL H. SENADO DE LA REPÚBLICA


CARLOS GARCIA ORJUELA

EL SECRETARIO GENERAL (E) DEL H. SENADO DE LA


REPÚBLICA, LUIS FRANCISCO BOADA GÓMEZ

El PRESIDENTE DE LA H. CÁMARA DE REPRESENTANTES,


GUILLERMO GAVIRIA ZAPATA
EL SECRETARIO GENERAL DE LA H. CÁMARA DE
REPRESENTANTES, ANGELINO LIZCANO RIVERA

REPÚBLICA DE COLOMBIA – GOBIERNO NACIONAL

COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE

EJECÚTESE, previa revisión de la Corte Constitucional, conforme


al artículo 241-10 de la Constitución Política.

Dada en Bogotá, DC. el 5 de junio de 2002

EL MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES,


GUILLERMO FERNÁNDEZ DE SOTO

EL MINISTRO DE JUSTICIA Y DEL DERECHO, RÓMULO


GONZALEZ TRUJILLO

Dada su extensión, se anexa fotocopia del ESTATUTO DE ROMA DE LA


CORTE PENAL INTERNACIONAL, a la presente sentencia. (Diario
Oficial No. 44.826)

III. INTERVENCIONES Y CONCEPTOS

1. Intervención del Ministerio de Relaciones Exteriores

El Ministerio de Relaciones Exteriores intervino por medio de apoderado


para defender la exequibilidad de la Ley 742 de 2002.

El interviniente hace un recuento de las oportunidades en las que han


funcionado instituciones jurisdiccionales internacionales de carácter penal.
Luego sostiene que "desde el punto de vista histórico, debe tenerse el 17 de
julio de 1998 como la fecha en la cual se adoptó el texto del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, con una votación de 120 votos a
favor, 7 en contra y 21 abstenciones, habiendo Colombia votado a favor de
la creación e implantación del mismo. El 10 de diciembre de 1998, nuestro
gobierno suscribió dicha Convención" (F 3). Agrega que con la reforma del
artículo 93 de la Constitución se removieron las incompatibilidades que
pudieran existir para su posterior ratificación.

Resalta el carácter complementario de la Corte Penal Internacional respecto


de la jurisdicción nacional y los casos en los cuales aquélla es competente.
Sostiene que los tres primeros crímenes tipificados en el Estatuto se
encuentran consagrados en convenciones internacionales anteriores: 1) La
tipificación del genocidio por el artículo 6 del ER."coincide con los artículos
2 y 3 de la Convención [sobre la Prevención y el Castigo al Crimen de
Genocidio]"; 2) Los crímenes de guerra, consagrados en el artículo 8 del
ER.., se encuentran también contenidos en los Convenios de Ginebra de
1949 y en los Protocolos de Ginebra de 1977, que contemplan, entre otras,
prohibiciones aplicables a los conflictos armados de carácter interno; 3) Los
crímenes de lesa humanidad, consagrados en el artículo 7 del ER.. en el que
se "[...] repite el artículo 6°(c) de la Carta de Nuremberg, el artículo 5° del
Tribunal Penal Internacional para la ex - Yugoslavia (ICTY) y el artículo 3°
del Tribunal Penal Internacional para Ruanda (ICTR). La norma incluye
también otras modalidades de crímenes que se enmarcan como de lesa
humanidad" (F 9); 4) La agresión, que se encuentra en el artículo 5° del
ER.., es un tipo que "[...] no ha sido definido, por lo cual la Corte ejercerá
competencia respecto de él una vez que la Asamblea de los Estados Partes
apruebe una disposición en la que se defina el crimen y se enuncien las
condiciones dentro de las cuales lo hará (Art. 5, ER)" (F 9).

Hace un recuento de las garantías procesales contempladas en el Estatuto a


favor del procesado; analiza el contenido del principio de legalidad
(artículos 22 y 23 del ER), del de irretroactividad (artículo 24 del ER) y del
de presunción de inocencia (artículo 66 del ER); indica también que el
Estatuto prevé en su artículo el mecanismo de la dispensa y la recusación
para garantizar la imparcialidad de los magistrados y del Fiscal.

"En materia de restablecimiento y reparación de las víctimas, el Estatuto va


más allá del concepto tradicional de la reparación como indemnización, la
cual se limita al aspecto pecuniario, extendiéndolo, de manera mucho más
integral y conducente al restablecimiento del derecho, a la restitución y a la
rehabilitación" (F 11).

Señala que el artículo 71 del ER contempla la pena de reclusión a


perpetuidad (lo cual se encuentra prohibido respecto de la jurisdicción
nacional por el artículo 34 de la CN); que esta pena podrá ser revisada una
vez que el recluso haya cumplido 25 años de prisión; que la Corte Penal
Internacional tiene tan sólo una competencia complementaria en los casos en
los que la justicia nacional no sea efectivamente operante; que los jueces
colombianos no serán competentes para imponer las penas previstas en el
Estatuto; y que un Estado podrá presentar algunas condiciones para que su
territorio sea receptor de condenados.

En todo caso anota, que la Constitución fue modificada por el Congreso para
poder incorporar el Estatuto de Roma al ordenamiento colombiano. Al
respecto dice: (...) En todo caso, cualquier dificultad que se vislumbrara para
la incorporación del Estatuto a nuestra legislación interna, quedó franqueada
con la expedición del Acto Legislativo N° 2 de 2001 (F 14). (...) Removido
en esta forma, cualquier óbice constitucional, se entiende que la competencia
de la Corte Penal Internacional puede ser aceptada por el Estado colombiano
en los términos establecidos en el Estatuto, y que sus normas son de carácter
excepcional y únicamente válidas para los efectos del mismo Estatuto. En
otras palabras, para los efectos de esta Convención, se enmendó de manera
especial y directa la Constitución Política, esto es sin permitir que algunas
particularidades se puedan extender con amparo del Acto Legislativo N° 2
de 2001 a la Justicia interna. Así, Colombia puede asumir la Corte Penal
Internacional, porque su propia Constitución lo admite y ha autorizado su
competencia, en los términos del Tratado de Roma (F 15).

Indica que "el Estatuto de Roma constituye un instrumento internacional con


características especiales, pues por primera vez en la historia de la
humanidad, ésta llega a un acuerdo sobre la adopción de un código
sustantivo y de procedimiento penal internacionales" (F 15). Además, según
el artículo 93 de la Carta, el Estatuto prima sobre la legislación colombiana y
sirve de referencia para la interpretación de la misma.

El interviniente recuerda los criterios fijados por esta Corporación en las


sentencias C-574 de 1992 en la que conoció de la constitucionalidad del
Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra, y la C-225 de 1995 en la
que se declaró la exequibilidad del Protocolo II Adicional a los Cuatro
Convenios de Ginebra.

Concluye afirmando que la ratificación del Estatuto de Roma "[...] construye


las bases para una institucionalidad penal internacional legítima, neutral,
imparcial, equilibrada y universal que tendrá a su cargo la investigación y
penalización de quienes, sin distingo de ninguna clase, llegaren a incurrir en
la más graves violaciones a los Derechos Humanos o cometieren violaciones
a las normas del Derecho Internacional Humanitario que regulan los
conflictos armados internacionales e internos" (F 17), y que por ello, el
Estatuto representa los más altos valores éticos y políticos.

2. Intervención del Ministerio Justicia y del Derecho

El Ministerio de Justicia y del Derecho intervino por medio de apoderado


para defender la exequibilidad de la Ley 742 de 2002 y del correspondiente
tratado.

El interviniente asegura que el estudio de constitucionalidad de la Ley 742


de 2002 sólo podrá abarcar las cuestiones formales, según se desprende de
una interpretación sistemática e histórica del Acto Legislativo 02 de 2001 y
el artículo 120 del Estatuto de Roma, que prohíbe las reservas respecto de
dicho tratado.

Luego de analizar la naturaleza jurídica de las reservas en el ámbito


internacional, señala que el Acto Legislativo 02 de 2001 posibilita el
reconocimiento de la Corte Penal Internacional, acepta las reglas contenidas
en el Estatuto de Roma y permite superar las diferencias entre éste y la Carta
Política Colombiana.

Indica que la necesidad de reformar la Carta para poder aprobar el Estatuto


fue tenida en cuenta por el Congreso; en él se expresó: "Para que la CPI.
pueda ser ratificada por Colombia se requeriría el cambio de mucha de
nuestra legislación, lo cual sería muy dispendioso y demorado. Es por ello
que la solución para poder ratificar el Estatuto de Roma y permitir que
Colombia pueda unirse a sus beneficios es menester emplear este
mecanismo del acto legislativo pues, constitucionalmente, es el más
adecuado y corto"1; en segundo debate de plenaria del Senado, se decidió
que el Gobierno Nacional sería el llamado a ratificar el tratado.

Señala que la Corte Penal Internacional responde a la universalidad de los


derechos humanos en una época en que la dignidad humana es, ante todo, un
principio de civilización y que su consagración en la legislación colombiana
ayuda a fortalecer el valor normativo de la Constitución.

1
Gaceta del Congreso N° 77 de marzo 20 de 2001. Pág. 3 (cita del interviniente).
Sostiene que la universalidad de los derechos humanos se expresa en que (i)
"su garantía y protección no es asunto exclusivo del derecho interno de los
Estados"; (ii) en que la dignidad humana "convierte a la persona humana en
un sujeto de Derecho Internacional"; y (iii) en que "si un Estado
constitucional funda su legitimidad en el respeto de la dignidad humana y,
por ende, en la primacía de los derechos humanos, todo Tratado de Derechos
Humanos tiene la misma fuerza normativa de los preceptos constitucionales
(art. 93 CN)" (F 12).

Asevera que en una situación constante "de peligro y zozobra, surge la


necesidad política de proteger en forma preferente aquellos valores más
valiosos para la convivencia pacífica" en un momento en el que, en el
ámbito nacional "los medios utilizados por estos grupos [violentos] han sido
los más crueles e inhumanos, propios de una mente enferma o de un grupo
de salvajes" (F 13). Así, "el Estatuto de la Corte Penal Internacional señala el
más decidido repudio contra los actos de barbarie cometidos al amparo, o en
nombre, de la confrontación armada, procurando, en último término, la
realización del derecho supremo y fundamental al disfrute de la paz" (F 14).

Asegura que el establecimiento de instituciones judiciales capaces de


sancionar la comisión de delitos, es un medio para el fortalecimiento del
sistema democrático, y que la aplicación de las normas contenidas en el
Estatuto de Roma soluciona la carencia de una justicia penal internacional de
carácter permanente.

3. Intervención del Ministerio de Defensa Nacional

El Ministerio de Defensa Nacional intervino por medio de apoderada para


defender la constitucionalidad de la Ley 742 de 2002 y del tratado por ella
aprobado. La interviniente solicita que ambos sean declarados exequibles.

Señala que "la Corte Penal Internacional fue creada y aprobada en la ciudad
de Roma el 17 de julio de 1998 con 120 votos a favor, 7 en contra y 21
abstenciones" (F 1), que para su entrada en vigor, se requería de la
ratificación de por lo menos 60 Estados y que es una entidad de carácter
permanente que cuenta con jurisdicción para perseguir a quienes comentan
los más graves crímenes: “genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes
de guerra y agresión”.
La expedición de la Ley 742 de 2002 cumplió los requisitos establecidos en
la Constitución respecto de las normas aprobatorias de tratados. Además, la
ley en cuestión se aviene a lo prescrito en los artículos 226 y 227, relativos a
los principios que guían a Colombia en materia de relaciones
internacionales.

Sostiene que la norma en cuestión se ajusta a la Constitución Política por


varias razones, entre las que se resaltan las siguientes: 1) El Estatuto de
Roma es un mecanismo idóneo para fortalecer los principios establecidos en
la Carta de las Naciones del 26 de junio de 1945 y reconocidos en el texto
constitucional colombiano, que responde al llamado de la comunidad de
naciones de que hubiese una entidad internacional de carácter permanente
capaz de juzgar los crímenes de mayor gravedad; 2) El Estatuto ayuda al
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y fomenta entre las
naciones relaciones de respeto, según lo prescrito en el artículo 1° de la
Carta de las Naciones Unidas; 3) Los principios que orientan la Corte Penal
Internacional "se ajustan plenamente a los principios de derecho
internacional aceptados por Colombia y a la necesidad de preservar los
derechos fundamentales de las personas, consagrados en la Constitución
Política de 1991, además de contribuir al fortalecimiento de los vínculos de
cooperación entre los Estados con la adopción de medidas eficaces para la
represión de delitos que atentan gravemente contra los derechos humanos"
(F 5); 4) El Estatuto es respetuoso de la legislación interna de los Estados
Partes; y 5) Las disposiciones de este instrumento "se adecuan plenamente a
los principios generales del derecho internacional de los tratados, regulados
por la Convención de Viena de 1969, y aceptados por Colombia, según se
desprende del artículo 9° de la Carta Política, razón por la cual se encuentran
conformes con la Constitución, contribuyendo por demás el estatuto objeto
del estudio una herramienta que se encuentra a la altura del compromiso
adquirido por el país con la comunidad internacional, para hacer de
Colombia un país pacífico y seguro, con una administración de justicia
fortalecida, capaz de afrontar graves problemas de violencia" (F 6).

4. Intervención del Defensor del Pueblo

El Defensor del Pueblo envío a esta Corporación un informe en el que


analiza la exequibilidad del Estatuto de Roma. Luego de mencionar sus
antecedentes, indica que el referido Estatuto es un código penal y de
procedimiento penal de carácter internacional aplicable en los Estados Partes
más no directamente por ellos. En efecto, "La Corte Penal Internacional […]
actuará sólo en los casos más graves de violaciones de los derechos humanos
y del Derecho Internacional Humanitario y en forma subsidiaria a la justicia
nacional" (F. 4).

En su intervención, el Defensor hace énfasis en los aspectos del Estatuto de


Roma que merecen especial consideración por parte de la Corte
Constitucional.

El primero de ellos es el relativo al principio de complementariedad. La


Corte Penal Internacional (CPI) debe examinar si una decisión adoptada por
el poder judicial de un Estado en desarrollo de un proceso respecto de un
delito de la competencia de aquella, busca sustraer a la persona de su
responsabilidad penal, o si ha habido demora injustificada, o si el juicio se
ha adelantado por jueces independientes de manera imparcial. De lo
contrario, dicha Corte Internacional no puede admitir la causa.

La Corte se cerciorará de que es competente para adelantar un proceso en


concreto y de que puede admitir el asunto. Además, notificará de ello al
Estado en cuyo territorio se pretenda adelantar una investigación o un
proceso; y permitirá que dicho Estado impugne tal decisión por considerar
que en su territorio se adelanta o adelantó un juicio con el lleno de los
requisitos y garantías, según lo dispuesto por el ordinal segundo del artículo
19 del Estatuto.

La Corte Penal Internacional será competente tan sólo respecto de los


crímenes de mayor gravedad para la comunidad internacional, pues ella
"[…] constituye el umbral de lo que es absolutamente condenable para
todos; de lo que no puede dejar de ser aceptado; de lo que es absolutamente
inviolable. En otras palabras, el Tribunal Penal es el brazo judicial para
hacer efectivo el Derecho Internacional Humanitario" (F. 6).

El Defensor cita a Cherif Bassiouni, quien sostiene que para que la Corte
Penal Internacional pueda ejercer su competencia respecto de un crimen,
"éste debe haber sido cometido en el territorio de un Estado miembro o por
uno de sus nacionales. Asimismo, la Corte Penal Internacional puede ejercer
su competencia si un Estado que no es parte lo acepta y el crimen ha sido
cometido en el territorio de ese Estado o el acusado es nacional del mismo.
La competencia de la Corte Penal Internacional se basa en el principio
universalmente reconocido de la territorialidad y no sobre el criterio de la
jurisdicción penal universal. Incluso cuando el alcance de la competencia de
la Corte sea universal, esto no supone que estemos ante una aplicación de la
teoría de la competencia universal, salvo en el caso de las remisiones del
Consejo de Seguridad, que no se vinculan a la territorialidad de ningún
Estado, sea Estado Parte o no"2.

En cuanto a la estructura de la Corte Penal Internacional, el Defensor


describe el diseño institucional de la Corte Penal Internacional y agrega que
“(r)especto al sistema adoptado por Colombia, existen importantes
coincidencias, cabe resaltar, la adscripción de la Fiscalía al poder judicial.
En efecto, de acuerdo con el artículo 116 de la Constitución Política, la
Fiscalía General de la Nación hace parte de la rama judicial, sus decisiones
son, así, independientes. En el Estatuto de la Corte Penal Internacional,
como ya se vio, la Fiscalía es uno de los órganos del Tribunal. No obstante,
en cuanto a las facultades asignadas a la misma, se presenta una diferencia;
ella se refiere a la prerrogativa que tiene el fiscal colombiano de tomar
decisiones que restrinjan los derechos fundamentales de los implicados, tales
como, la libertad. En los dos sistemas penales, esto es, ante la Corte Penal
Internacional y en Colombia, rige el principio de la presunción de inocencia
y la carga de la prueba compete a las instancias judiciales" (F 8).

El Defensor resalta la competencia que el Estatuto confiere al Fiscal para


iniciar investigaciones de oficio, o por solicitud de un Estado Parte o del
Consejo de Seguridad. Se subraya la mutua colaboración respecto de las
relaciones entre el Fiscal y la Sala de Cuestiones Preliminares de la Corte
Penal Internacional. "En este sentido, la Sala dictará todas las providencias y
órdenes que sean necesarias a los fines de la investigación, a petición del
fiscal (artículo 57 ordinal 3 literal a)" (F 10).

En cuanto al Consejo de Seguridad, el Defensor señala que el artículo 16 del


Estatuto prevé que el Consejo de Seguridad podrá solicitar a la Corte Penal
Internacional que se aplace una investigación o un juicio hasta por 12 meses
prorrogables mediante una resolución aprobada de acuerdo con lo dispuesto
en el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas. "Aunque esta disposición
puede interpretarse como una injerencia indeseable de un organismo
estrictamente político en los asuntos de la Corte Penal Internacional, las
condiciones en las que se debe presentar la petición introducen límites a esta
prerrogativa, pues imponen que la petición se haga a través de una
resolución que podrá ser vetada, en caso de desacuerdo, por alguno de los
2
Bassiouni, Cherif. Nota explicativa sobre el Estatuto de la Corte Penal Internacional. En: Revue
Internationale de Droit Pénal. Primer y segundo semestre de 2000, pág. 8.
miembros del Consejo de Seguridad. La Corte Penal Internacional podrá
retomar el caso y tomar la decisión que corresponda en derecho, sin que la
petición que en algún momento hiciera el Consejo de Seguridad, incida en
su determinación final". (F 11).

En lo que respecta a la protección de los derechos, afirma que dado que la


Corte Penal Internacional tiene un carácter meramente penal, es necesario
que sus actuaciones se encuentren rodeadas de garantías. Anota que “(l)os
fundamentos generales de carácter procedimental establecidos en el Estatuto,
se adecuan a las normas básicas señaladas en los artículos 5, 8, 9, 10 y 11 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas
y los artículos 6, 7, 9, 10, 14 y 15 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos”.

Además, las definiciones legales de los delitos son respetuosas de los


instrumentos internacionales y "[…] en los casos en los que las conductas se
refieren a hechos no definidos en otros tratados internacionales, en el
Estatuto se lleva a cabo una descripción que respeta los requisitos del
principio de legalidad, esto es, la certeza, la claridad y la precisión en las
definiciones legales del crimen. En el artículo 9 se previó, además, la
aprobación, por parte de la Asamblea de los Estados Partes, de los elementos
de los crímenes que ayudarán a la Corte Penal Internacional a interpretar y
aplicar las normas pertinentes" (F 12).

En relación con los eventuales inconvenientes que pueda presentar el


Estatuto a la luz de la Constitución Política, el Defensor resalta los
siguientes:

a) La inmunidad de la que disfrute una persona según normas nacionales, no


impedirá que la Corte ejerza su competencia (artículo 24 del ER). "Para la
Defensoría del Pueblo, la Corte Penal Internacional constituye, por sí misma,
una jurisdicción especialísima, que actuará solo en los casos más graves de
violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional
Humanitario" (F 13). Por ello, el estatuto no reconoce fueros de ninguna
naturaleza respecto de los investigados.

b) Se prevé la posibilidad de que haya penas perpetuas, lo cual se encuentra


prohibido en el artículo 34 de la Carta Política Colombiana. No obstante,
esta sanción se aplicará sólo de manera excepcional dada la gravedad del
crimen cometido (artículo 77 – b del ER); la pena podrá reducirse una vez el
condenado haya cumplido a lo menos 25 años de prisión (artículo 110 – 3
del ER); la imposición de una pena de cadena perpetua no sería competencia
de los jueces nacionales; existe la posibilidad de que los Estados impongan
algunas condiciones para la recepción de prisioneros, lo cual "[…] significa
que Colombia no estará obligada a ejecutar una pena de este tipo en su
territorio" (F 15); y, "[f]inalmente, en el artículo 80 del Tratado de Roma se
establece que nada de lo dispuesto en el mismo Estatuto sobre las penas
aplicables se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados de las
penas prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los
Estados en que no existan las penas prescritas en el Estatuto" (F 15).

c) El Estatuto "[…] determina la imprescriptibilidad de los crímenes de


competencia de la Corte Penal Internacional y guarda silencio respecto a la
prescripción de las penas [artículo 27 del ER]. La Constitución Política, en
el artículo 28 establece que no podrá haber penas ni medidas de seguridad
imprescriptibles y calla con respecto a los delitos. Aunque las normas en
estudio se refieren a fenómenos diferentes, persiste la duda sobre una posible
discrepancia constitucional entre la norma del artículo 27 del Estatuto y la
Carta Política" (F 16).

d) El Estatuto prevé en su artículo 20 que nadie que haya sido condenado o


absuelto por la Corte Penal Internacional podrá ser juzgado de nuevo por
ella o por otro tribunal bajo el mismo cargo. Una persona procesada por
algún tribunal tampoco podrá ser procesada por la Corte salvo que la
actuación de aquél "obedeciere al propósito de sustraer al acusado de su
responsabilidad penal" o no se hubiere adelantado de forma independiente e
imparcial o de hubiere desarrollado en forma "incompatible con la intención
de someter a la persona a la acción de la justicia".

El Defensor advierte que mientras que en un caso se utilizan las expresiones


"condenado" o "absuelto", en el otro se habla de "procesado". Por ende,
considera que "[…] el empleo de un lenguaje diferente no es neutro, puesto
que es justamente en ese caso que se plantea la prerrogativa para la Corte
Penal Internacional de entrar a investigar a alguien que ya haya sido
procesado por el aparato judicial de un Estado, pero en condiciones tales que
son una burla para la debida administración de justicia, por ello mismo, no
puede hablarse de una absolución o de una condena, pues tanto lo uno, como
lo otro, supone que realmente se impartió justicia" (F 16). De esta manera,
no se puede afirmar que el artículo 20 del Estatuto constituya una excepción
al principio según el cual nadie podrá ser juzgado por un delito por el que ya
lo hubiera sido, sino una medida contra la impunidad y a favor de la
administración efectiva de justicia.

Con base en este resumen, se concluye que "[…] es posible afirmar que en
Colombia se habrían podido presentar algunas objeciones de carácter
constitucional al Estatuto de Roma. Por esta razón, y consciente de la
trascendencia mundial de este Instrumento internacional, la Defensoría del
Pueblo lideró el proceso de reforma constitucional, con el apoyo decidido
del Congreso de la República […]. El artículo 93 de la Constitución Política
reformado se convirtió así, en la plataforma constitucional habilitante, que
permitió al Gobierno Nacional presentar al Congreso, el 15 de marzo de
2002, el proyecto de ley aprobatorio del Estatuto. El proyecto se transformó
en la Ley 742, el 5 de junio pasado" (F 17).

En conclusión, "[…] para la Defensoría del Pueblo, la Corte Penal


Internacional supone un reto para todos los colombianos de respeto integral
por los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. No se
puede menos que asumir el desafío y estar a la altura de este reto que se
impuso la comunidad internacional hace cuatro años" (F 18).

5. Intervención del Fiscal General de la Nación

El Fiscal General de la Nación divide su intervención en tres partes. La


primera indica que lo relativo a los eventuales vicios de forma es un
“aspecto que la Corte Constitucional deberá examinar minuciosamente para
de esta forma determinar si se cumplieron o no los mandatos estipulados en
los artículos 154, 157, 158 y 160 del ordenamiento superior, para dicha
materia” (folio 1).

En la segunda describe el contenido material del Estatuto de Roma. Resalta


los elementos garantistas del Estatuto y subraya que “la creación de la Corte
Penal Internacional constituye un paradigma en el desarrollo del derecho
penal internacional, pues se convierte en un instrumento vital y fundamental
para la lucha contra la impunidad de aquellas conductas contrarias al orden
natural, al tener una teología de reivindicación y garantía de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario del conglomerado social
mundial” (folios 1 y 2). De los derechos reconocidos al acusado enumera los
que recogen el consenso internacional plasmado en instrumentos
internacionales y destaca su importancia. Anota que “de estos derechos, el
Estatuto presta especial atención a dos: el derecho del acusado a hallarse
presente durante el juicio y el derecho a no declararse culpable (art. 65).
Respecto al primer derecho, se permite que los juicios se desarrollen sin la
presencia del acusado cuando se trate de un elemento perturbador, en cuyo
caso se deben adoptar medidas para permitirle que observe el proceso y dé
instrucciones a su defensor desde fuera. Sin embargo, se permite que se
confirmen los cargos sin la presencia del acusado y requiere la presencia de
asesoría legal para el sospechoso cuando la Sala de Primera Instancia
determina que redunda en interés de la justicia (art. 63). Igualmente, se
establece que los derechos del acusado no deben ser vulnerados cuando se
realicen audiencias a puerta cerrada o testimonios grabados en la medida en
que no vulneren los derechos del acusado, medidas que deberán adoptarse
cuando la víctima sea menor de edad o haya sufrido violencia sexual, salvo
que la Corte decida lo contrario” (folio 3).

En la tercera parte se pronuncia sobre la constitucionalidad del Estatuto de


Roma, al cual califica de “elemento importante disuasorio para los actores
del conflicto armado interno”. Empieza por sostener que “(...) la Corte Penal
Internacional es plenamente compatible con nuestro ordenamiento superior,
ya que su objetivo central de lucha contra la impunidad que se puede
producir por la comisión de delitos que afectan los derechos humanos y el
derecho internacional humanitario, es un propósito igualmente compartido
por nuestra institucionalidad política, por ser un mandato expresamente
consagrado en el preámbulo y los artículos superiores que determinan las
normas rectoras de nuestras partes tanto dogmática como orgánica
constitucional” (folio 5).

No obstante, identifica algunas materias donde existiría una


incompatibilidad entre el Estatuto de Roma y la Constitución. Al respecto
concluye: “Y si bien es cierto, algunos artículos del Estatuto de Roma a
prima facie parecen entrar en conflicto con determinados elementos
presentes de nuestra máxima norma, así por ejemplo la prohibición de las
inmunidades, o la consagración de la cadena perpetua, y la
imprescriptibilidad de los delitos, junto al desconocimiento del principio del
non bis in ídem, determinarán una inconstitucionalidad, también lo es que
para solucionar esa problemática expertos en derecho constitucional como
son Brigitte Suhr y Aura María Roldan han planteado dos formas de
respuesta a esas incompatibilidades, a través o de una interpretación flexible
de la Constitución, o mediante una reforma constitucional, camino este que
tomó nuestro país para lograr una perfecta concordancia entre las dos
normas dispares. Fue así como se incorporó directamente a la Carta Política
dicho instrumento internacional por intermedio del acto legislativo número 2
de 2001 que modificó el artículo 93 con una cláusula genérica 3 en ese
sentido, con lo cual se deja sin piso jurídico las posibles anormalidades
constitucionales del tratado” (folios 5 y 6).

Para terminar el Fiscal General dice que “con fundamento en las anteriores
consideraciones solicito a la Corte Constitucional declarar constitucional la
Ley 742 de 2002, que incorpora el Estatuto de Roma creador de la Corte
Penal Internacional por ajustarse a nuestra Carta Política” (folio 6).

6. Intervenciones ciudadanas

6.1. Intervención de la Comisión Colombiana de Juristas

El ciudadano Gustavo Gallón Giraldo intervino en su calidad de director de


esta organización para defender la exequibilidad de la Ley 742 de 2002,
aprobatoria del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y del
correspondiente tratado internacional.

El interviniente señala que "(l)a Corte Penal Internacional es un tribunal de


carácter permanente, con funciones judiciales para determinar la
responsabilidad penal individual de las personas que hayan cometido los
crímenes de genocidio, de lesa humanidad, de guerra y eventualmente el de
agresión, cuando los Estados no hayan cumplido con su deber de perseguir,
juzgar y sancionar a los responsables de dichos crímenes" (F 1). Se trata
pues, de una institución complementaria a la justicia penal de los países que
la reconozcan.

La Corte será competente para conocer de los delitos tipificados en el


Estatuto que no sean perseguidos por un Estado Parte, bien por falta de
disposición o de capacidad. La falta de voluntad de un Estado de perseguir a
los actores de tales delitos se hace evidente en los casos en los que los
procesos adelantados lo son sólo en apariencia, o en los que se presentan
dilaciones injustificadas, o en los que el proceso no se desarrolla de forma
imparcial.

En este orden de ideas, "[...] el Estatuto establece que la cosa juzgada no


operará cuando el proceso que se hubiere seguido en otro tribunal a)
3
Francia hizo lo mismo en el artículo 53.2 de su Constitución.
obedeciere al propósito de sustraer al acusado de su responsabilidad penal
por crímenes de competencia de la Corte; o b) no hubiere sido instruido en
forma independiente o imparcial, o lo hubiere sido de alguna manera que, en
las circunstancias del caso, fuere incompatible con la intención de someter a
la persona a la acción de la justicia (artículo 2, párrafo 3)" (F 2). Se quiere
así que los crímenes más graves no queden en la impunidad.

El Estatuto coincide con los artículos 1 y 2 de la Convención Americana de


Derechos Humanos que consagra la obligación de los Estados que la hayan
suscrito de respetar y garantizar los derechos reconocidos y de investigar a
quienes los vulneren. El interviniente sostiene que "La Corte Interamericana
ha afirmado que: ‘Si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación
quede impune y no se restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la
plenitud de sus derechos, puede afirmarse que ha incumplido el deber de
garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su
jurisdicción’.”4

Asevera que el Estatuto es el primer instrumento internacional permanente


para dotar a las normas del derecho internacional humanitario de poder
coercitivo dado que la Corte tendrá competencia para conocer de las
infracciones graves a los Convenios de Ginebra y de otras normas relativas a
los conflictos armados internacionales y nacionales.

Señala que el Estatuto de Roma es compatible con la Constitución en virtud


a que ella fue reformada por el Congreso de la República por medio del Acto
Legislativo 02 de 2001, con el fin de alcanzar dicho propósito y subsanar las
eventuales contradicciones entre ambas normas. Comenta que durante el
trámite de este acto legislativo se presentaron algunas diferencias entre el
Congreso y el Gobierno pero que finalmente se estableció que éste tendría la
facultad de presentar el proyecto de ley aprobatoria del Estatuto y que para
ello tendría "[...] la autorización constitucional que eliminaba las dificultades
constitucionales" (F 6), proyecto que siguió el procedimiento legislativo
establecido para el efecto.

Resalta que el artículo 93 de la Carta adicionado por el Acto Legislativo 02


de 2001 admite diferencias entre la justicia nacional y la impartida por la
Corte Penal Internacional pero que tales diferencias tienen aplicación sólo

4
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia del 29 de julio de 1988, caso Velázquez Rodríguez
(Cita del interviniente).
respecto de la aplicación del Estatuto de Roma, pues éste no admite reservas,
lo cual hacía necesario adaptar la Constitución antes de aprobar el Tratado.
Agrega que, de acuerdo con lo establecido en las sentencias C-574 de 1992 y
C-225 de 1995, las normas de derecho internacional humanitario hacen parte
del bloque de constitucionalidad, y que la jurisprudencia de esta Corporación
ha reconocido que los principios que lo fundan "tienen el carácter de normas
imperativas o de ius cogens" (F 9).

Concluye afirmando que la Corte Penal Internacional "[...] desarrolla el


valor constitucional de la justicia en la medida en que su finalidad es
enfrentar la impunidad de los graves crímenes de su competencia" (F 10).

6.2. Intervención del ciudadano Ernesto Rey Cantor

El ciudadano Ernesto Rey Cantor intervino en este proceso para solicitar que
se declare la exequibilidad de la Ley 742 de 2002 aprobatoria del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional y de dicho tratado.

El interviniente señala que “(c)on el objeto de discurrir alrededor del bloque


de constitucionalidad, respetuosamente pido a la H. Corte integrar los
artículos 8 y 9 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos con el
inciso 2 del artículo 29 de la Constitución Política”, relativo al derecho al
debido proceso (F 2).

Lo anterior porque la Corte Constitucional reconoce los efectos vinculantes


de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, tal
como se desprende de las sentencias T-568 de 1999, C-010 de 2000 y C-200
de 2002.

De esta forma, el interviniente estima que la Corte debe aclarar si la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, incorporada a la
legislación colombiana por la Ley 16 de 1972, prevalece sobre las leyes
colombianas, incluida la Ley 742 de 2002, aprobatoria del Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional.

IV. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN


El Procurador General de la Nación (E) rindió su concepto mediante oficio
del 10 de julio de 2002.

Inicia su escrito señalando, en un primer numeral, los antecedentes de la Ley


742 de 2002 “por medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional, hecho en Roma, el día diecisiete (17) de julio de
mil novecientos ochenta y ocho (1998)"

Posteriormente, en el numeral segundo, hace un análisis formal que incluye


tanto el recuento de los antecedentes de la suscripción del Estatuto de Roma
-en el que se describe tanto el trámite internacional como nacional del
Estatuto- como lo que fuera el trámite del proyecto de ley ante el Congreso
de la República. Constata el cumplimiento de los requisitos que sobre
quórum deliberatorio y decisorio establecen los artículos 145 y 146 de la
Carta Política, así como las exigencias constitucionales de sanción
presidencial y remisión a la Corte Constitucional, surtidas el día 5 de junio
de 2002. Concluye el Procurador, que “(t)eniendo en cuenta que la Ley 742
de 2002 aprobatoria del instrumento internacional en análisis cumplió los
requisitos constitucionales y de la ley 5ª de 1992 para su expedición, ésta ha
de ser declarada exequible”.5

En el numeral tercero, el concepto se ocupa del estudio material del control


constitucional.

El Procurador al explicar el sentido del Estatuto de la Corte Penal


Internacional señala que:

"El Estatuto de Roma condensa el esfuerzo de la comunidad


internacional por crear un sistema jurídico de rango supranacional
de carácter permanente e independiente que, como tal, permita la
investigación, la persecución y el castigo de aquellos delitos que
por su naturaleza se consideran un atentado grave contra la
totalidad del género humano. Dichos delitos se señalan
expresamente en el Estatuto, asunto éste de gran importancia, toda
vez que no todas las conductas delictivas quedan comprendidas
dentro de la órbita de competencia del organismo supranacional
de justicia que crea el Estatuto y cuya denominación es Corte
Penal Internacional”.6
5
Cfr.folio 6 del concepto enviado por el Procurador.
6
Cfr.folio 7 del concepto enviado por el Procurador.
Explica que el antecedente remoto de la Corte Penal Internacional son los
Tribunales de Nuremberg y Tokio, integrados por jueces ad hoc nombrados
por los Estados Vencedores en la Segunda Guerra Mundial. Presenta como
antecedente próximo a los tribunales de justicia encargados de juzgar los
crímenes cometidos en la antigua Yugoslavia y Ruanda, tribunales de
carácter temporal que sancionan en forma individual a los responsables de
crímenes atroces cometidos en el conflicto y juzgados a pesar de la
terminación del conflicto mismo.

Resalta que la necesidad de perseguir a los responsables de ciertos delitos


cometidos en la guerra, inclusive después de terminada ésta, empezó a
materializarse a través de los Tratados de Versalles y de Sevres. Dice que si
bien estos Tratados fallaron en lograr que se reconociera la responsabilidad
criminal individual luego del fin de hostilidades, sí lograron fijar en la
comunidad internacional, la idea de crear una Corte Internacional que
conociera de crímenes cometidos durante un conflicto y reprochables por
toda la civilización. “Este objetivo [por su parte] encontró una razón de peso
en el moderno fenómeno de la globalización de las relaciones estatales y los
crímenes transnacionales, como en la intervención de los medios de
comunicación que han mostrado al mundo las atrocidades que se cometen
por algunos regímenes, grupos, etc., y frente a los cuales la sociedad
mundial no puede ser ajena, toda vez que son una afrenta a la dignidad de la
raza humana, hecho éste que por si solo justifica una intervención
internacional en procura de una sanción efectiva para los responsables de
perpetrar tales atrocidades.”7

Señala el Procurador que el objetivo principal de la Corte Penal


Internacional, de acuerdo a lo establecido por el Estatuto de Roma, consiste
en:

“(…)asegurar que los autores de los crímenes más graves y de


trascendencia para la comunidad internacional sean sometidos a
la acción de la justicia y como tal, efectivamente castigados,
entre otros, para prevenir nuevos crímenes. Haciendo énfasis en
el carácter complementario de esta jurisdicción frente a la
jurisdicción penal de cada Estado (Preámbulo del Estatuto) y su

7
Cfr.folio 8 del concepto enviado por el Procurador.
naturaleza permanente en oposición a las jurisdicciones ad hoc y
temporales que fueron reconocidas en el pasado.”8

Y que por lo tanto, al reconocerse y aceptarse la competencia de la Corte


Penal Internacional, no se está renunciando a ejercer el ius punendi, uno de
los principales atributos propios de la soberanía, sino que al contrario, se
reafirma esa potestad, ya que si ella no es ejercida respecto de crímenes
contra la humanidad, ésta será desplegada por la comunidad internacional a
través de la Corte Penal Internacional. Es decir que la competencia de la
Corte sólo se ejerce cuando los Estados Partes, por las razones señaladas en
el texto, incumplan su deber de administrar justicia. Es por ello que la Corte
es un órgano de administración de justicia supraestatal y el Estatuto de
Roma el primer estatuto penal y procedimental de carácter universal
aplicable a falta de una jurisdicción penal interna efectiva.

A continuación, en el concepto se describen someramente los principales


artículos que componen cuatro partes del Estatuto de Roma, a saber: Parte I:
Del establecimiento de la Corte Penal Internacional, Parte II: De la
competencia, la admisibilidad y el derecho aplicable, Parte III: De los
principios generales de derecho penal, y, Parte IV: De la composición y
administración de la Corte.

La presentación del cuerpo y contenido del texto del Estatuto se finaliza


enunciando que “el Estatuto de Roma presenta aspectos que, desde la óptica
del derecho constitucional colombiano deberían ser analizados. Estos
aspectos se refieren específicamente al reconocimiento de jurisdicción en
materia penal a un órgano de carácter supranacional y a la incorporación de
principios y reglas sustanciales y procedimentales que contienen unos
estándares que no son compatibles con los que determinó el Constituyente
de 1991, específicamente aquellos que hacen referencia a la
imprescriptibilidad de la acción penal; el no reconocimiento de la cosa
juzgada en algunos eventos; la inaplicación del principio del non bis in ídem,
en casos específicos; el no reconocimiento de fueros o cargos especiales para
la determinación de competencia, etc.”9

Se detiene en el análisis del reconocimiento de la jurisdicción y competencia


de la Corte Penal Internacional a la luz de la Constitución Política. En este
acápite señala que para todos los Estados fue un reto de hacer compatible el
8
Cfr.folio 9 del concepto enviado por el Procurador.
9
Cfr.folio 15 del concepto enviado por el Procurador.
Estatuto con el derecho interno. En cuanto a Colombia, explica que esto se
logró mediante la expedición del Acto Legislativo No. 02 de 2001. Dice que
mediante este acto legislativo “el Congreso de la República, en ejercicio de
la facultad contemplada en los artículos 114, 374 y 375 de la Constitución
Política, decidió adicionar el artículo 93 Superior”.

La Vista Fiscal manifiesta que,

"Con esta reforma, entiende el Procurador General de la Nación


(E), que la voluntad inequívoca del legislador en ejercicio de su
facultad de reformar la Constitución, fue la de reconocer en
forma plena y sin salvedad alguna la jurisdicción y competencia
de la Corte Penal Internacional, tal como ésta quedó estructurada
en el Estatuto de Roma, conclusión a la que se llega de la lectura
del inciso primero del Acto Legislativo trascrito y de sus
antecedentes legislativos, siempre y cuando los órganos del
Estado que deben intervenir en la aprobación de los instrumentos
internacionales así lo decidiesen.

Significa lo anterior, que el Constituyente dejó a la decisión del


Presidente de la República, como director de las relaciones
internacional (artículo 189, numeral 3 de la Carta) y del
Congreso de la República como órgano de representación
popular (artículos 150, numeral 16 y 224 de la Carta), la decisión
política de presentar y aprobar en el orden interno el Estatuto de
Roma, opción política de la cual éstos hicieron uso.”10

En lo relativo al control de la Corte Constitucional, el Ministerio Publico


estima que “éste se debe circunscribir a reconocer que dicha jurisdicción es
compatible con la Constitución, por cuanto así lo dispuso el Constituyente
derivado al expedir el Acto Legislativo No. 2 de 2001 (…) cerrando así
cualquier debate que sobre el particular se pudiera presentar, razón por la
que este Despacho considera que el control constitucional sobre este aspecto
queda relevado ante la expedición del mencionado Acto Legislativo.(…) Así
las cosas, se considera que efectuar una análisis de constitucionalidad de
cada una de las normas del Estatuto en lo que a esta materia se refiere carece
de sentido, dado que ellas han sido aceptadas expresamente por nuestro
Constituyente derivado.”11
10
Cfr.folio 16 del concepto enviado por el Procurador.
11
Cfr.folios 18 y 19 del concepto enviado por el Procurador.
No obstante y en gracia de discusión, destaca que, independientemente de la
adopción del Acto Legislativo, el controvertido tema de creación de una
autoridad supraestatal, puede entenderse mejor a través del concepto
moderno de soberanía el cual “permite la admisión de organismos de
carácter supraestatal, ejemplo de ello es el artículo 227 de la Constitución,
que expresamente contempla la creación de esta clase de organismos en el
marco de la integración Latinoamericana y del Caribe.”12

Además, manifiesta que independientemente del Acto Legislativo que


resuelve la compatibilidad del Estatuto con la Constitución Política, en
cuanto a la jurisdicción y competencia de la Corte Penal Internacional, la
Corte se soporta sobre tres pilares fundamentales, que permiten concluir que,
su reconocimiento en el ámbito del derecho interno hubiere sido posible, aun
si no hubiese mediado el acto legislativo. Estos tres pilares son:

Primero, la primacía de la jurisdicción nacional y el carácter subsidiario o


complementario a la Corte Penal Internacional. Señala el Procurador que no
hay desplazamiento de la jurisdicción interna porque de acuerdo a la
exposición de motivos del proyecto de acto legislativo es claro que la Corte
Penal Internacional es un mecanismo adicional a la justicia de los Estados y
que como tal,

“(…) ello no puede entenderse como un desconocimiento del


concepto de soberanía, entendida ésta como una cláusula de
independencia del Estado y no injerencia en los asuntos internos
que a él le atañen (sentencia C-048 de 2001), sin que dicha
independencia implique un desconocimiento de las reglas y de los
principios de aceptación universal (sentencia C-574 de 1992), y
uno de ellos es la responsabilidad de los Estados de juzgar y
castigar aquellas conductas que son atentatorias contra la dignidad
y preservación del género humano.(…) para este despacho es
claro que el ámbito material de este instrumento internacional no
es otro que el de establecer una jurisdicción y una competencia en
materia de investigación y juzgamiento de unos determinados
delitos que por su trascendencia universal, en términos de la
amenaza que ellos constituyen para la paz del mundo y la vida de
millones de seres humanos, deben ser castigados por la justicia

12
Cfr. folio 17 del concepto enviado por el Procurador.
internacional cuando los aparatos judiciales internos de los países
afectados no han cumplido con el deber de hacerlo.”13

Segundo, la aplicación por el Estado Parte de su legislación interna en


materia de sanciones y procedimientos pese a que éstos no contengan las
penas del Estatuto (artículo 80). Manifiesta el Jefe del Ministerio Público
que el carácter complementario de la Corte Penal Internacional, asegura que
los Estados, en la represión, el juzgamiento y la sanción siguen aplicando su
legislación interna siempre que ésta castigue en debida forma a los
responsables de tales delitos.

“En este sentido, debe entenderse que el Estatuto de Roma es de


aplicación exclusiva en el ámbito de la Corte Penal Internacional y
no en el de los Estados cuando éstos están haciendo uso de su
potestad penal. De ahí, que sea importante destacar que el régimen
de excepción que consagra dicho estatuto, en el caso del Estado
colombiano, se entiende aceptado bajo el régimen de los juicios
que se adelanten ante ese organismo, pero no frente a los que en
ejercicio de su deber de represión, siga internamente el Estado
colombiano.”

Tercero, la interpretación restrictiva del Estatuto respecto del resto de


instrumentos internacionales, en especial, aquellos que consagran el
reconocimiento y garantía de derechos humanos (artículo 10). En virtud de
esta característica del Estatuto, “cuando se trate de conductas diversas a las
señaladas en él, el Estatuto de Roma es inaplicable, como también lo es
cuando sean los Estados lo que estén aplicando su legislación y
jurisdicción.”14

En la cuarta parte del numeral tercero del concepto y habiendo ya analizado


la compatibilidad de la jurisdicción y competencia de la Corte Penal
Internacional, el Procurador se refiere a las normas que parecen
incompatibles con la Constitución, las cuales presenta así:

“i) El artículo 29 que consagra la imprescriptibilidad de la


competencia de la Corte Penal Internacional para conocer de los
crímenes a los que se refiere el Estatuto de Roma (artículo 5),
como la reclusión a perpetuidad según la extrema gravedad del
13
Cfr.folios 21 y 22 del concepto enviado por el Procurador.
14
Cfr.folio 24 del concepto enviado por el Procurador.
crimen o personalidad del imputado, de que trata el artículo 77.
Normas éstas que contradicen las garantías contenidas en los
artículos 28 y 34 de nuestra Constitución.

ii) El artículo 20 relativo a la cosa juzgada, por cuanto éste


consagra dos excepciones a la misma, excepciones éstas que
pueden ser contrarias al inciso 4 del artículo 29 constitucional.

iii) El artículo 27, que hace referencia a la improcedencia del


cargo oficial, asunto éste que se puede considerarse contrario a las
normas constitucionales que reconocen fuero especial de
juzgamiento al Presidente de la República, a los Congresistas, a
los miembros de la fuerza pública, etc.

iv) El artículo 33 del Estatuto, norma ésta que no admite el


principio de la obediencia debida, principio que está reconocido
expresamente en nuestra Constitución frente a las fuerzas militares
(artículo 91 constitucional). Sin embargo, es de resaltar que la
jurisprudencia constitucional ha determinado que dicho principio
no es aplicable cuando de crímenes de lesa humanidad, genocidio,
desaparición forzada, etc., se trate. Sin embargo, nada se ha dicho
sobre los crímenes de guerra.”15

Respecto de la oposición entre estos artículos y la Carta Política, el


Procurador explica que esta contradicción fue también resuelta por el Acto
Legislativo No. 02 de 2001, al admitir las disposiciones del Estatuto como
régimen de excepción frente a la Constitución Política. Su interpretación es
la siguiente:

“ [Esto] significa, por una parte, que tales mínimos, los del
Estatuto, sólo operarán en relación con los delitos cuya
investigación y juzgamiento acometa la Corte Penal Internacional
y no para cuando el Estado colombiano esté ejerciendo su
jurisdicción. Lo cual quiere decir que por fuera de la investigación
y juzgamiento de tales conductas por la Corte Penal Internacional,
los mínimos contemplados en dicho Estatuto no procederán en
nuestro ordenamiento interno, pues la jurisdicción penal que ejerce
el Estado colombiano frente a cualquier delito, incluidos aquellos
señalados en el artículo 5 del Estatuto de Roma, debe tener como
15
Cfr.folio 24 del concepto enviado por el Procurador.
pilar infranqueable las garantías mínimas que nuestra Constitución
ha instituido frente al ejercicio de ius punendi del Estado.”16

En el último acápite del numeral tercero, el Procurador estudia si el Estatuto


de Roma hace parte del bloque de constitucionalidad. Concluye que ello no
es posible porque se trata de un tratado internacional que regula lo atinente a
la jurisdicción y competencia de una Corte para juzgar y sancionar
determinadas conductas delictivas que afectan de manera gravísima
derechos fundamentales, y no un tratado de derechos fundamentales. El
concepto resume este punto así:

“(…) el Estatuto de Roma no encaja dentro de las previsiones


establecidas por la Constitución y la jurisprudencia constitucional
(sentencias C-225 de 1992; C-578 de 1995; C-358 de 1997; T-568
de 1999; C-567 de 2000, entre otras), para la aplicación de la
noción de bloque de constitucionalidad, pues no son una sino
varias las condiciones jurídicas del Estatuto que no coinciden con
los presupuestos constitucionales y jurisprudenciales de esta
figura.”17

En efecto, (i) el Tratado no corresponde a un reconocimiento de derechos


humanos, es un mecanismo de represión que busca el castigo efectivo de
quienes han violado derechos humanos y, (ii) debido a los efectos
circunscritos exclusivamente al Estatuto –de acuerdo al acto legislativo– el
Estatuto no puede ser fuente de interpretación para los jueces colombianos,
cuando éstos ejercen la jurisdicción constitucional.

En el cuarto y último numeral, el concepto del Procurador presenta las


siguientes consideraciones finales:

III. La aprobación del Estatuto no desconoce el principio


fundamental según el cual las relaciones exteriores del Estado
colombiano se fundamentan en la soberanía nacional. Esto, debido al
principio de subsidiariedad “que rige la actividad judicial de la Corte
Penal Internacional, en virtud de la cual la Corte Penal Internacional
es complementaria de las jurisdicciones penales nacionales.”
IV. Del principio de “subsidiariedad o complementariedad” se desprende
que cuando Colombia, como Estado Parte, acometa la investigación,
16
Cfr.folio 26 del concepto enviado por el Procurador.
17
Cfr.folio 27 del concepto enviado por el Procurador.
juzgamiento y sanción de los delitos tipificados en el Estatuto, nada de
lo allí dispuesto tendrá aplicación en el ordenamiento punitivo interno.

V. De acuerdo con las condiciones de admisibilidad ante la Corte, la


jurisdicción y competencia nacional priman. Sólo será competente la
Corte Penal Internacional cuando Colombia haya incumplido su deber
constitucional de administrar justicia.

VI. La contradicción entre los presupuestos constitucionales que


rigen la jurisdicción y competencia nacionales y las previsiones del
Estatuto, no tienen posibilidad de concretarse en la practica, toda vez
que, dado el carácter especialísimo de la Corte Penal Internacional, a
los jueces colombianos no les corresponde imponer sanciones por
delitos que son competencia de la Corte Penal Internacional, ni a las
autoridades penitenciarias ejecutarlas, de acuerdo a lo previsto en los
artículos 78 y 103 del ER.

VII. El Estatuto de la Corte Penal Internacional no tiene prevalencia


en el ordenamiento jurídico interno ya que no es un tratado que
reconoce derechos humanos sino un instrumento internacional
destinado a establecer la jurisdicción y competencia de un tribunal
internacional.

VIII. Habida consideración de lo anterior, el Estatuto de Roma no


hace parte del bloque de constitucionalidad.

IX. El Estatuto de Roma no fue incorporado como tal a la


Constitución Política mediante el Acto Legislativo No. 02 de 2001, ya
que el Constituyente derivado lo que quiso, con la adición al artículo
93 superior, fue autorizar al Estado colombiano para “reconocer la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional en los términos previstos
en el Estatuto de Roma”.

X. La admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales


relacionadas con garantías constitucionales significa que se está ante
un régimen de excepción que da un tratamiento más riguroso que el
previsto en la Constitución, y que, por lo tanto, no ha de proyectarse
sobre la jurisdicción penal colombiana. Debe pues, quedar
circunscrito a la jurisdicción especialísima y supraestatal de la Corte
Penal Internacional, la cual es, además, subsidiaria a la jurisdicción
nacional.

XI. “Siendo la materia regulada por el Estatuto de Roma el


establecimiento de la jurisdicción y competencia de la Corte Penal
Internacional en relación con unas conductas delictivas cuyo
tratamiento en materia sustancial es diferente al de las garantías
previstas en nuestra Constitución Política y avalado ese tratamiento
diferencial por el Constituyente derivado, es de concluir, desde esa
perspectiva, que dicho Estatuto es compatible con nuestra Carta
Política, porque así lo determinó quien tiene la facultad de definir sus
contenidos en razón de la función constituyente reconocida por la
propia Constitución.”18

En conclusión de lo expuesto, el Procurador General de la Nación (E),


solicita a la Corte Constitucional declarar EXEQUIBLES el Estatuto de la
Corte Penal Internacional, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio de
mil novecientos noventa y ocho (1998) y la Ley 742 de 2002, mediante la
cual se aprueba dicho instrumento internacional, de conformidad con el Acto
Legislativo No. 2 de 2001.

V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL.

1. Competencia de la Corte Constitucional en materia de tratados y


de leyes aprobatorias de tratados. Características especiales de la
revisión del Estatuto de Roma.

1.1. Los lineamientos generales del control constitucional ordinario.

Por regla general, de conformidad con lo que establece el artículo 241


numeral 10 de la Constitución Política, corresponde a la Corte el examen de
la constitucionalidad de los tratados internacionales y de las leyes
aprobatorias de los mismos.

Según la sentencia C-468 de 1997,19 las características de dicho control son


las siguientes:

18
Cfr.folio 31.
19
Corte Constitucional, Sentencia C-468/97, MP: Alejandro Martínez Caballero.
“Este control constitucional de los tratados internacionales se
caracteriza porque es previo al perfeccionamiento del tratado,
pero posterior a la aprobación del Congreso y a la sanción
gubernamental; es automático, por cuanto no está supeditado a la
presentación en debida forma de una acción ciudadana sino que la
ley debe ser enviada directamente por el Presidente de la
República dentro de los seis días siguientes a la sanción
gubernamental; es integral, en la medida en que la Corte debe
analizar el aspecto formal y material de la ley y el tratado,
confrontándolos con todo el texto constitucional; tiene fuerza de
cosa juzgada, pues la Corte debe "decidir definitivamente sobre la
exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los
aprueban" (CN art. 241-10), lo que excluye la revisión posterior
por vía de acción pública de inconstitucionalidad; y, finalmente,
es una condición sine qua non para la ratificación del
correspondiente acuerdo, esto es, para que el respectivo convenio
pueda surgir como acto jurídico en el ámbito internacional”.

Dicho control de constitucionalidad, según la reiterada jurisprudencia de esta


Corporación,20 se ejerce después de que el Congreso ha aprobado el proyecto
de ley y el Presidente de la República lo ha sancionado, pero antes de su
perfeccionamiento a nivel internacional, tal como lo señalan los artículos
150, numeral 16, 189, numeral 2, 224 y 241, numeral 10 de la Carta. Este
control tiene también una función preventiva21, pues su finalidad es
garantizar tanto la supremacía de la Constitución como el cumplimiento de
los compromisos internacionales del Estado colombiano. De ahí que sea
automático y general, puesto que se predica de todos los tratados aprobados
por el Congreso sin necesidad de demanda ciudadana.

El control de constitucionalidad que ejerce la Corte es, además, tanto de


carácter formal como material. Según lo prescrito en el artículo 241 numeral
10 Superior, el control formal de constitucionalidad que la Corte ejerce sobre
los tratados internacionales y las leyes que los aprueban, se dirige a verificar
el trámite seguido durante la negociación y firma del tratado –esto es, el
examen de la validez de la representación del Estado colombiano en los
procesos de negociación y celebración del instrumento y la competencia de

20
Ver entre muchas otras, las sentencias C-378/96, MP: Hernando Herrera Vergara; C-682/96, MP: Fabio
Morón Díaz; C-400/98, MP: Alejandro Martínez Caballero; C- 924/00, MP: Carlos Gaviria Díaz.
21
Ver Corte Constitucional, Sentencias C-468/97, MP: Alejandro Martínez Caballero; C-376/98, MP:
Alejandro Martínez Caballero; C-426/00, MP: Fabio Morón Díaz ; C- 924/00, MP: Carlos Gaviria Díaz.
los funcionarios intervinientes– así como la formación de la ley aprobatoria
en el Congreso y la debida sanción presidencial del proyecto
correspondiente. En cuanto al examen de fondo, éste consiste en juzgar las
disposiciones del texto del tratado internacional que se revisa y el de su ley
aprobatoria, respecto de la totalidad de las disposiciones del Ordenamiento
Superior, para determinar si las primeras se ajustan o no a la Constitución
Política, independientemente de consideraciones de conveniencia y
oportunidad, las cuales son extrañas al examen que le compete efectuar a la
Corte Constitucional.

Dada la naturaleza especial de las leyes aprobatorias de tratados públicos, el


legislador no puede alterar el contenido de éstos introduciendo nuevas
cláusulas ya que su función consiste en aprobar o improbar la totalidad del
tratado.22 Si el tratado es multilateral, es posible, en principio, introducir
reservas, a menos que estén expresamente prohibidas, aun cuando siempre
es posible hacer declaraciones interpretativas.23

1.2 Las características especiales de la revisión del Estatuto de Roma.

Las anteriores consideraciones resumen las características ordinarias y


generales del control constitucional sobre los tratados y las correspondientes
leyes aprobatorias.

22
Según lo dispuesto en el artículo 204 del Reglamento del Congreso, los proyectos de ley aprobatorios de
tratados internacionales se tramitan por el procedimiento legislativo ordinario o común, con las
especificidades establecidas en la Carta (sobre la iniciación del trámite de la ley en el Senado de la
República, artículo 154, CN) y en el reglamento sobre la posibilidad del presentar propuestas de no
aprobación, de aplazamiento o de reserva respecto de Tratados y Convenios Internacionales (art. 217de la
Ley 5ª de 1992). En relación con esta posibilidad, en la Sentencia C-227 de 1993, MP: Jorge Arango Mejía,
la Corte señaló que durante el trámite de un proyecto de ley que aprueba el tratado, pueden presentarse
propuestas de no aprobación, de aplazamiento o de reserva respecto de tratados y convenios
Internacionales.
23
El artículo 19 de la Convención de 1969 sobre derecho de los tratados dice: “ Un Estado podrá formular
una reserva en el momento de firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o de adherirse al mismo, a
menos: a) que la reserva esté prohibida por el tratado; b) que el tratado disponga que únicamente pueden
hacerse determinadas reservas, entre las cuales no figure la reserva de que se trata (...)” En la práctica las
soluciones convencionales son diversas: ciertos tratados prohíben cualquier tipo de reservas (como la
Convención de Montego Bay de 1982 sobre el Derecho del Mar o las convenciones de Nueva York y Río
de Janeiro sobre Diversidad Biológica y Cambios Climático); otros autorizan las reservas sobre ciertas
disposiciones únicamente (por ejemplo el artículo 42 de la Convención sobre Refugiados de 1951) y
algunos excluyen ciertas categorías de reservas (como el artículo 64 de la Convención Europea de
Derechos Humanos que prohíbe las reservas de carácter vago.). De manera general, una reserva
expresamente permitida por las cláusulas finales del tratado no requiere ser aprobada o aceptada por los
demás Estados (Artículo 20 párrafo 1 de las Convenciones de Viena de 1969 y 1986).
No obstante, respecto del trámite del Estatuto de Roma, el control
constitucional que ahora ejerce la Corte difiere del que tradicionalmente ha
realizado. Esto en razón de la adopción y vigencia del Acto Legislativo 2 de
2001, por el cual se autorizó al Estado a reconocer la jurisdicción de la Corte
Penal Internacional, en los términos del tratado firmado el 17 de Julio en la
Conferencia de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas, a pesar de que
algunas de las disposiciones del Estatuto de Roma establecieran un
“tratamiento diferente” al previsto por nuestro Ordenamiento Superior.

En efecto, dadas las características especiales del Estatuto de Roma, los


Estados han seguido distintos caminos para que sus disposiciones internas
sean compatibles con el Estatuto.24 Dentro del conjunto de soluciones para
superar los problemas constitucionales relativos a la ratificación del
Estatuto, los Estados han optado, entre otras, por alguna de las siguientes
alternativas:

III.La inserción de un nuevo artículo en la Constitución que permita superar


todos los problemas constitucionales y evite la tendencia de incluir
excepciones a cada uno de los artículos relevantes del Estatuto. Así lo hizo,
por ejemplo, Francia, después de la respectiva decisión del Consejo
Constitucional.25

24
Algunos de los temas críticos que se han discutido son: el efecto de la creación de la Corte Penal
Internacional sobre la soberanía de los Estados, la necesidad de introducir modificaciones al régimen de
inmunidades de ciertos funcionarios, la obligación de entregar sus nacionales por solicitud de la Corte
Penal Internacional, la posibilidad de que la Corte imponga la pena de cadena perpetua, el ejercicio de la
prerrogativa del perdón estatal y de las amnistías a partir de la entrada en vigor del Estatuto de Roma, o la
existencia de otras limitaciones constitucionales. Ver, por ejemplo, el Informe de la Comisión de Venecia,
del 15 de enero de 2001. On Constitutional Issues Raised by the Ratification of the Rome Statute of the
International Criminal Court, CDL-INF (2001), adoptado en la 45 Sesión Plenaria de la Comisión, Venecia,
15-16 de diciembre de 2000.
25
La cláusula adicionada por Francia a su Constitución dice: “La República de Francia puede reconocer la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional bajo las condiciones establecidas en el tratado firmado el 18 de
julio de 1998” (Traducción no oficial). Ver Consejo de Europa, The Implications for Council Of Europe
Member States of the Ratification of the Rome Statute of the International Criminal Court, Informe de
Francia de 15 de enero de 2001; Consejo Constitucional, Decisión N° 98-408 DC del 22 de enero de 1999.
Clercky Jocelyn, “Le Statut de la Cour pénale internationale et le droit constitutionnel français”, Rev. Trim.
Dr. H. (2000), p. 641-681; Benoît Tabaka, «Ratification du Statut de la Cour pénale internationale: révision
constitutionnelle française et rapide tour du monde des problèmes posés»,
http://jurisweb.citeweb.net/articles/17051999.htm. En un sentido similar, Luxemburgo adicionó una
cláusula constitucional que dice: “(...) ninguna disposición de la Constitución constituirá un obstáculo para
la aprobación del Estatuto de la Corte Penal Internacional...ni para el cumplimiento de las obligaciones que
surjan de él, de conformidad con las condiciones establecidas en ese Estatuto”, Ley del 8 de agosto de
2000, reformando el Artículo 118 de la Constitución, A- No. 83, 25 Agosto 2000, página 1965.
IV. La revisión y modificación de cada uno de los artículos constitucionales
relevantes que deban ser cambiados para hacerlos compatibles con el
Estatuto. Así lo hizo, por ejemplo, Alemania. 26

V. La introducción y aplicación de un procedimiento especial de aprobación


por el Congreso, como consecuencia de la ratificación del Estatuto, a pesar
de que ciertos artículos del Estatuto estén en conflicto con la Constitución
respectiva, como lo hizo Países Bajos27

VI. La interpretación de las disposiciones de la Constitución que estén en


conflicto con el Estatuto de Roma, de tal forma que sean compatibles a partir
de dicha interpretación. Así ocurrió en España después de la opinión
consultiva emitida por el Consejo de Estado.28 Para varios Estados las
incompatibilidades son aparentes pues estiman que los valores protegidos
por sus constituciones coinciden con las finalidades del Estatuto de Roma.29

En Colombia, el constituyente escogió un camino semejante al de Francia,


con la diferencia de que la reforma a la Constitución colombiana es más
amplia y se hizo antes de la aprobación del Estatuto y de su revisión por esta
Corte.

En efecto, aun cuando los principios de respeto a la dignidad humana y de


garantía al goce efectivo de los derechos así como el derecho a acceder a la
justicia,30 presentes en la Constitución de 1991, resultan compatibles con los
fines que promueve la creación de la Corte Penal Internacional y, además,
26
Ver Consejo de Europa, The Implications for Council Of Europe Member States of the Ratification of the
Rome Statute of the International Criminal Court, Informe de Alemania, 20 de Julio de 2001. Alemania
adicionó el artículo 16 constitucional, que prohibía la extradición de ciudadanos alemanes, con dos
excepciones, cuando se tratara de la solicitud de extradición hecha por otro Estado de la Unión Europea o
para cumplir con la solicitud de entrega proveniente de una corte internacional. Otros Estados que aplicaron
una solución similar fueron República Checa, Grecia, Hungría, Portugal y Turquía. Ver Venice
Commission. On Constitutional Issues Raised by the Ratification of the Rome Statute of the International
Criminal Court, CDL-INF (2001), Estrasburgo, 15 de enero de 2001.
27
Ver, por ejemplo el Artículo 91 (3) de la Constitución de Países Bajos.
28
Ver Consejo de Europa, The Implications for Council of Europe Member States of The Ratification of
The Rome Statute of The International Criminal Court, Informe de España, 4 de septiembre de 2001.
29
Por ejemplo, algunos Estados europeos tales como Grecia (Artículos 2 y 28 de la Constitución), Hungría
(Artículo 7 de la Constitución), Polonia (Artículo 9 de la Constitución) y Portugal (Artículos 8 y 16 de la
Constitución) han encontrado que es innecesario reformar las disposiciones constitucionales sobre la
inmunidad de su Jefe de Estado, como quiera que cualquier Jefe de Estado que cometa alguno de los
crímenes dentro de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional dejaría de estar amparado por la
Constitución.
30
Corte Constitucional, Sentencia C-228/02, MP: Manuel José Cepeda, donde la Corte analizó el alcance
de los derechos que tienen las víctimas de delitos dentro del proceso penal, así como los precedentes allí
citados.
las disposiciones procedimentales del Estatuto de Roma se basan en su
mayoría en los estándares de derecho internacional existentes en materia de
procedimiento penal incluidos en tratados internacionales de los que hace
parte Colombia,31 o en resoluciones de la Asamblea General de Naciones
Unidas,32 el constituyente derivado consideró que algunas de las
disposiciones del Estatuto podían resultar ajenas a la tradición jurídica
nacional y a ciertos principios de estirpe constitucional. En particular se
interesó por las normas que establecen la posibilidad de imponer la reclusión
perpetua como pena, la imprescriptibilidad de las acciones derivadas de la
comisión de hechos punibles sancionados en el Estatuto, así como la
inmutabilidad de las decisiones judiciales internas. Por esta razón, convino
en establecer una adición al artículo 93 de la Carta Política, para facilitar el
proceso de ratificación del Tratado de Roma, única y exclusivamente para
efectos de la aplicación del Estatuto de la Corte Penal Internacional.

Con esta perspectiva, un grupo de senadores 33 presentó al Congreso el 15 de


marzo de 2001 un proyecto de acto legislativo para facilitar la incorporación
del Estatuto de Roma34.
31
Por ejemplo, el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, la Convención contra la Tortura y otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes, los Convenios de Ginebra de 1949 y sus dos Protocolos Adicionales de
1977.
32
Entre otras se destacan la Declaración Universal de Derechos Humanos, las Reglas Mínimas de la ONU
para el Tratamiento de la Personas Privadas de la Libertad, los Principios de la ONU para la Protección de
Todas las Personas Bajo Cualquier Forma de Detención o Privación de Libertad, la Declaración de la ONU
sobre la Independencia Judicial, las Pautas de la ONU sobre el Papel de los Fiscales, y los Principios
Básicos de la ONU sobre el Papel de los Defensores.
33
El proyecto fue presentado por los Senadores de la República Jimmy Chamorro Cruz, Luis Elmer Arenas
Parra, Nicolás Dieb Maloof Cuse, Francisco Rojas Birry, Alfonso Lizarazo Sánchez, Javier Cáceres Leal,
Gustavo Guerra Lemoine, Gentil Escobar, Guillermo Ocampo Ospina, Carlos Eduardo Gómez Sierra.
34
El texto originalmente presentado decía lo siguiente:
Artículo 1º. El artículo 93 de la Constitución Política de Colombia quedará así:
“Artículo 93. Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden
interno.
Los derechos y deberes consagrados en esta Carta se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia.
Incorpórese a la Constitución el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, aprobado el 17 de julio
de 1998 por la Confederación Diplomática de Plenipotenciarios, de las Naciones Unidas, sobre el
establecimiento de una Corte Penal Internacional, y declárese aprobado en su integridad, por el Estado
colombiano.
“Artículo transitorio. Revístase al Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias para
que dentro de los doce meses siguientes a la promulgación de este Acto Legislativo dicte, mediante
decretos, las disposiciones necesarias para que la legislación colombiana esté acorde con el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional. En todo tiempo el Congreso podrá derogar o modificar las normas
así establecidas.”
“Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su promulgación.” (Gaceta del Congreso 77,
20/03/2001, Proyecto de Acto Legislativo 14 de 2001 Senado, por el cual se incorpora a la Constitución el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional).
En el informe de ponencia para primer debate, el 9 de abril de 2001, se
alude, entre otros asuntos, a la importancia de la ratificación del Estatuto
para avanzar en el proceso de paz en Colombia. 35 En este informe se
identificó una lista de posibles dificultades constitucionales y legales que
podrían surgir con la ratificación del Estatuto de Roma, y se propuso una
fórmula que superara tales obstáculos.36 Dice la ponencia:

“Por las características especiales del Estatuto de la Corte Penal


Internacional, aprobado en Roma el 17 de julio de 1998, el
mecanismo más idóneo para incorporarlo a la legislación nacional
es la reforma de la Constitución Política, mediante acto
legislativo. Al respecto, existe el antecedente de Francia, país en
donde el gobierno consideró que la mejor forma de superar los
obstáculos constitucionales, planteados por el Consejo
Constitucional, era la adición del artículo 53 de la Constitución
Política, como en efecto ocurrió”.

El proyecto de acto legislativo evolucionó a lo largo de su trámite por el


Congreso. Si bien inicialmente su redacción parecía incorporar de manera
directa el Estatuto de Roma,37 en el tercero de los ocho debates, luego de un
acuerdo con el Gobierno, se propuso un texto mediante el cual se autorizaba
35
Dice la ponencia: “(...) es claro que un proceso de negociación sólo es viable, si se incorpora como
elemento esencial el respeto al Derecho Internacional Humanitario. Por consiguiente, no puede ser
incompatible con el mismo, reforzar este respeto (...).
“La política de negociación, como cualquier otra, debe basarse en la realización de los derechos humanos,
no aceptar el mandato de la Corte Penal Internacional, o sólo parcialmente, significaría darle al Derecho
Internacional Humanitario un valor retórico y, de alguna manera, ser tolerante con los delitos de lesa
humanidad.
“El Estatuto de la Corte Penal Internacional constituye, igualmente, el umbral de lo que es absolutamente
condenable para todos, de esta manera, descarga a los negociadores de la responsabilidad de definir estos
parámetros y descongestiona la agenda de negociación. En otras palabras, el Estatuto de Roma es el marco
normativo básico y una garantía para todos. (Gaceta del Congreso 114, abril 9 de 2001, Informe de
Ponencia Primer Debate Proyecto Acto Legislativo 014 de 2001 Senado, por medio del cual se incorpora a
la Constitución Colombiana el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional).
36
De conformidad con lo expresado por los ponentes durante el trámite legislativo de esta adición al
artículo 93 constitucional, se mantiene “la imposibilidad de establecer dentro del ordenamiento jurídico
colombiano la prisión perpetua, la imprescriptibilidad de la acción penal o la relativización de los
principios de la cosa juzgada y el non bis idem a pesar de la ratificación del Estatuto de Roma.” Otras
dificultades identificadas fueron, la pena de reclusión a perpetuidad, la prescripción de los delitos, la
posibilidad de limitaciones a la soberanía nacional, los posibles obstáculos para el proceso de paz, su
impacto en materia de amnistías e indultos, su impacto sobre la política criminal colombiana. Gaceta del
Congreso No. 114 de 2001.
37
Artículo 1º. EL artículo 93 de la Constitución Política quedará así:
“Artículo 93. Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción prevalecen en el orden interno.
al gobierno a ratificar el Estatuto de Roma, pero sin incorporarlo
directamente al texto constitucional.38 A este texto se propuso adicionar una
disposición transitoria que señalaba un plazo para que el gobierno expidiera
las normas de implementación del Estatuto,39 pero esa propuesta fue también
rechazada, y en su lugar se aprobó un nuevo texto recogiendo lo ya
debatido, mediante el cual se admitía un tratamiento distinto al ordinario
para efectos de la aplicación del Estatuto de Roma, que fue la base del acto
legislativo finalmente aprobado por el Congreso40 como Acto Legislativo 2
de 2001, mediante el cual se adicionó el artículo 93 Superior con dos
incisos, cuyo tenor es el siguiente41:

Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia.
“Incorpórese a la Constitución el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional aprobada el 17 de julio
de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas, sobre el
establecimiento de una Corte Penal Internacional, para efecto de sus propias funciones y declárese
aprobado en su integridad por el Estado Colombiano.”
Artículo transitorio: Revístase, al Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias para
que dentro de los seis meses siguientes a la promulgación de este acto legislativo dicte, mediante decretos
las disposiciones necesarias para que la legislación colombiana establezca en su derecho interno los
procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. En todo tiempo el Congreso podrá derogar o modificar las normas para garantizar lo
allí establecido.” (Gaceta No. 114, 9 de abril de 2001).
Artículo 2º El presente acto legislativo rige a partir de su promulgación”. (Aprobado Acta 26 de 2001
Gaceta del Congreso N° 233 mayo 18 de 2001).
38
Artículo 1°. Adiciónese al artículo 93 de la Constitución Política un inciso del siguiente tenor:
“El Gobierno Nacional puede ratificar, de conformidad con el procedimiento establecido en el artículo 189
numeral 2 de la Constitución, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional en los términos en que
fue adoptado el 17 de julio de 1998.”
Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su promulgación.”
39
Artículo transitorio: Revístase, al Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias para
que dentro de los seis meses siguientes a la promulgación de este acto legislativo dicte, mediante decretos
las disposiciones necesarias para que la legislación colombiana establezca en su derecho interno los
procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación contenidas en el Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. En todo tiempo el Congreso podrá derogar o modificar las normas para garantizar lo
allí establecido.” (Gaceta No. 114, 9 de abril de 2001).
40
Artículo 1°. Adiciónese el artículo 93 de la Constitución Política: “El Estado Colombiano puede
reconocer la jurisdicción de la Corte Penal Internacional en los términos previstos en el Estatuto de Roma
adoptado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones
Unidas y, consecuentemente, ratificar este tratado de acuerdo con lo previsto en el artículo 189 numeral 2
de la Constitución Política. La admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales por parte del
Estatuto de Roma con respecto a las garantías contenidas en la Constitución, tendrá efectos exclusivamente
dentro del ámbito de la materia regulada en él” Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su
promulgación. (Gaceta del Congreso No. 296, 13/06/2001, Ponencia para Segundo Debate 14 de 2001
Senado, 227 de 2001 Cámara, por medio del cual se adiciona el artículo 93 de la constitución).
41
El trámite legislativo del proyecto de Acto Legislativo se encuentra en Gacetas del Congreso No. 114 de
abril 9 de 2001, 158 de abril 30 de 2001, 233 de 18 de mayo de 2001, 281 de junio 8 de 2001, 293 de 13 de
junio de 2001, 296 de 13 de junio de 2001, 432 de 31 de agosto de 2001, 497 de septiembre 27 de 2001,
552 de octubre 29 de 2001, 575 de noviembre 13 de 2001, 597 de noviembre 22 de 2001, 30 de 4 de
febrero de 2002 y 35 de 13 de febrero de 2002.
“Artículo 1º. Adiciónese el artículo 93 de la Constitución Política
con el siguiente texto:

“El Estado Colombiano puede reconocer la jurisdicción de la


Corte Penal Internacional en los términos previstos en el Estatuto
de Roma adoptado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia de
Plenipotenciarios de las Naciones Unidas y, consecuentemente,
ratificar este tratado de conformidad con el procedimiento
establecido en esta Constitución.

La admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales


por parte del Estatuto de Roma con respecto a las garantías
contenidas en la Constitución tendrá efectos exclusivamente
dentro del ámbito de la materia regulada en él”.

Artículo 2º. El presente acto legislativo rige a partir de su


promulgación.”

Esta reforma constitucional –que entró en vigor el 27 de diciembre de 2001–


contiene cuatro decisiones fundamentales del constituyente derivado. Las
dos primeras son de orden competencial. La primera consiste en una
autorización al “Estado colombiano” para “reconocer la jurisdicción de la
Corte Penal Internacional” y para hacerlo exactamente en los “términos
previstos en el Estatuto de Roma”. La segunda es una facultad al Estado para
“ratificar este tratado de conformidad con el procedimiento establecido en
esta Constitución”. Las otras dos son de naturaleza material. La primera
permite “la admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales
por parte del Estatuto de Roma con respecto a las garantías contenidas en la
Constitución”. La segunda limita los alcances de dicho tratamiento diferente,
al señalar que éste “tendrá efectos exclusivamente dentro del ámbito de la
materia regulada” en el Estatuto de Roma.

Además, la ubicación del contenido del Acto Legislativo en el artículo 93


significa que las decisiones mencionadas, en especial las sustantivas, tienen
carácter permanente y vocación de continuidad, ya que no se encuentran en
la parte de disposiciones transitorias de la Constitución.

Para determinar las particularidades del análisis constitucional del Estatuto


de Roma la Corte constata, además, que la finalidad del acto legislativo
mencionado fue introducir una base constitucional sólida para que el Estado
colombiano pudiera reconocer la competencia de la Corte Penal
Internacional en los términos del Estatuto de Roma.42

Dicho acto legislativo también tuvo como finalidad que los tratamientos
especiales sólo surtieran efectos dentro del ámbito propio del Estatuto, de
ahí que en el inciso segundo de dicho acto se hubiera advertido que la
admisión de éstos “tendrá efectos exclusivamente dentro del ámbito de la
materia regulada en él”, con lo cual se atendieron las inquietudes expresadas
a lo largo de los debates por varios congresistas.43

La Corte también subraya que el acto legislativo citado no deroga ni


sustituye a la Constitución sino que se incorpora a ella, bajo la ténica de la
42
Un parlamentario dijo al respecto: “En segundo lugar, queda absolutamente claro (...) que cualquiera que
sea el camino que se proponga siempre deberá mediar una reforma a la Constitución. O sea, no es posible
que el Gobierno presente un proyecto de leyal Congreso tratando de incorporar dicho tratado a nuestra
normatividad interna (...) porque corremos el riesgo de que ahí si, la Corte Constitucional, cuando haga la
revisión del caso pues declare inexequible alguno de los artículos del tratado, tales como puede ser la
imprescriptibilidad de la pena, la cadena de perpetuidad (sic) y otras normas (...) que eventualmente
podrían ser consideradas inconstitucionales por la Corte, si se presenta el proyecto de ley ordinario al
Congreso. (...) En ese orden de ideas, ¿a dónde llegamos? Llegamos entonces a un texto conciliatorio y
dialogamos con el Gobierno; texto que por cierto que ya lo he mencionado en el sentido de que el Gobierno
Nacional puede ratificar el Estatuto de Roma previo agotamiento, (...) del procedimiento establecido en el
artículo 189 numeral 2; o sea el agotamiento normal. “Sin embargo, hemos considerado, (...) un texto que
estaría inmunizando al futuro proyecto de ley de iniciativa gubernamental como lo establece la
Constitución, para que de esta manera quede blindado. ...Necesitamos entonces redactar un texto de tal
manera que cuando el Gobierno Nacional presente el proyecto de ley incorporando el Estatuto a nuestra
normatividad interna, esté blindado, esté protegido, estemos sobre piso sólido, de tal manera que cuando se
haga el control de constitucionalidad ante la Corte (...)” (Ver Gaceta del Congreso N° 471, 20 de septiembre
de 2001, página 6).
43
En la ponencia para segundo debate en la Plenaria de la Cámara de Representantes, el ponente Carlos
Germán Navas Talero, resumió lo ocurrido en la Comisión de la siguiente manera (Gaceta del Congreso
No. 296, 13 de junio de 2001, páginas 15 y 16):
“En el debate de la iniciativa en la Comisión Primera de la Cámara, hubo un consenso prácticamente
unánime entre los Congresistas, el Gobierno Nacional y el Defensor del Pueblo acerca de la
necesidad de incorporar al ordenamiento jurídico nacional el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional y al requerimiento del procedimiento de la reforma constitucional para allanar el
camino para su ratificación, dejando en manos del Ejecutivo, como supremo director de las
relaciones exteriores del Estado colombiano, la iniciativa para la presentación del proyecto de ley
por medio del cual se ratifique ese instrumento internacional.
“No obstante, como quiera que algunas de las disposiciones del Estatuto son ajenas a la tradición
jurídica nacional y a ciertos principios de estirpe constitucional, en particular aquellas que
establecen la posibilidad de imponer la prisión perpetua como pena, la imprescriptibilidad de las
acciones derivadas de la comisión de los hechos punibles sancionados en el Estatuto y la revisión de
las decisiones judiciales internas, y teniendo en cuenta que con la reforma al artículo 93 de la Carta
Política este tratado se ubicaría al mismo nivel de la Constitución al momento de ser ratificado, se
convino en establecer expresamente la aplicación de las materias sustanciales del Estatuto de Roma
únicamente dentro del ámbito de lo regulado por el mismo, lo cual significa mantener la
imposibilidad de establecer dentro del ordenamiento jurídico colombiano la prisión perpetua, la
imprescriptibilidad de la acción penal o la relativización de los principios de la cosa juzgada y el
non bis idem a pesar de la ratificación del Estatuto de Roma.” (subrayado fuera de texto)
adición de un artículo constitucional, el 93 de la Carta. Esta adición empieza
diciendo que “el Estado colombiano puede” reconocer la jurisdicción de la
Corte Penal Internacional ya que el propósito final del acto legislativo no fue
incorporar directamente el tratado a la Constitución ni hacer imperativa su
ratificación.44

A partir de las consideraciones anteriores, corresponde a la Corte


Constitucional precisar el alcance de sus funciones constitucionales en
relación con el Estatuto de Roma habida cuenta de la adopción por el
constituyente derivado del Acto Legislativo 2 de 2001.

Lo primero que debe hacer la Corte Constitucional en relación con el


Estatuto de la Corte Penal Internacional y con su ley aprobatoria es definir el
ámbito de su propia competencia. Al hacerlo, encuentra que el fundamento
jurídico de la misma está determinado por el artículo 241, numeral 10, que
dispone que a esta Corporación le corresponde “[d]ecidir definitivamente
sobre la exequibilidad de los tratados internacionales y de las leyes que los
aprueben”, y por el artículo 93, que permite al Estado colombiano “ratificar
este tratado” con la única condición de hacerlo “de conformidad con el
procedimiento establecido en la Constitución”.

Por lo tanto, la competencia de la Corte en relación con el control de


constitucionalidad comprende resolver si: a) el procedimiento de celebración
del tratado y b) el procedimiento legislativo mediante el cual se expidió la
ley aprobatoria se ajustaron a la Constitución. El pronunciamiento en torno a
estos dos aspectos, se realizará en el apartado 3 de la presente sentencia.

Lo anterior no obsta para que esta Corporación realice un análisis material


del Estatuto. En particular, debe a) interpretar los alcances de dicho tratado,
b) realizar una descripción y un análisis que permitan armonizar el Acto
44
En la ponencia para primer debate ante la Comisión Primera del Senado, para el quinto de los 8 debates
requeridos para la aprobación del proyecto de acto legislativo, se resumió lo ocurrido en la primera vuelta
de la siguiente manera: “La propuesta del Representante ponente respecto del parágrafo transitorio, no fue
acogida por la Comisión Primera de la Cámara. Además, se incorporaron modificaciones importantes en la
redacción del inciso primero del artículo 1°, en donde se reemplaza la frase “El Gobierno Nacional puede
ratificar el Estatuto de Roma…”, por la frase “El Estado colombiano puede reconocer la jurisdicción de la
Corte Penal Internacional”. Esta modificación, reconoce que dentro del procedimiento de aprobación y
ratificación de un tratado internacional participan varias instancias del Estado por tratarse de un acto
complejo, pues es el Congreso quien aprueba el tratado mediante ley, la cual pasa a la Corte Constitucional
para su estudio de constitucionalidad y por último le corresponde al Presidente el acto final de la
ratificación que se perfecciona con el denominado intercambio de notas diplomáticas, paso que en su nueva
redacción se incluye de manera expresa en el inciso primero, cuando se afirma “y, consecuentemente,
ratificar ese tratado…” (Gaceta del Congreso No. 575, 13 de noviembre de 2001, página 3).
Legislativo 02 de 2001 con el resto de la Constitución, para luego, a partir de
esas premisas, c) delimitar el ámbito especial del Estatuto y d) precisar los
“tratamientos diferentes”, identificados prima facie y en abstracto,
independientemente de circunstancias fácticas previsibles, imaginables o
hipotéticas.

En este orden de ideas, y dadas las particularidades del análisis material del
Estatuto, la Corte, en este caso, se limitará a identificar los tratamientos
diferentes, cuando versen sobre una materia sustancial dentro del ámbito de
regulación de la competencia de la Corte Penal Internacional, en lugar de
pronunciarse sobre inconstitucionalidades, inexequibilidades o
incompatibilidades de las normas contenidas en el Estatuto habida cuenta del
Acto Legislativo No. 2 de 2001.

Este análisis material, a pesar de sus particularidades, está orientado por dos
principios fundamentales, a saber: (i) “garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”, como lo
dispone el artículo 2 de la Carta relativo a los fines esenciales del Estado; y
(ii) cumplir sus funciones en desarrollo del principio de colaboración
armónica entre las ramas del poder público y dentro del respeto a la
independencia de los órganos que las componen (artículo 113 C.N.).

Este tipo de análisis del contenido material del Estatuto, para los fines
anteriormente enunciados, se hará en el apartado 4 de las consideraciones a
la presente sentencia.

De tal manera que el análisis constitucional de dicho Estatuto y de la ley


aprobatoria se distingue de los demás ejercidos por esta Corte en cuanto
existe un referente constitucional especial que tiene las características y los
alcances jurídicos mencionados. Por ejemplo, la admisión de un
“tratamiento diferente” para efectos de la aplicación del Estatuto, señala que
la Corte debe proceder a constatar si existe alguna diferencia entre el
Estatuto y la Constitución Nacional, pero, en caso de que ésta exista y se
trate de una materia sustancial dentro del ámbito de la materia regulada por
el Estatuto, no tendrá que declarar su inexequibilidad ya que el propósito del
acto legislativo citado fue el de permitir, precisamente, “un tratamiento
diferente” siempre que este opere exclusivamente dentro del ámbito de
aplicación del Estatuto de Roma. Por ello, la Corte en caso de que encuentre
tratamientos diferentes entre el Estatuto y la Constitución delimitará sus
contornos y precisará su ámbito de aplicación y, además, declarará que ellos
han sido autorizados especialmente por el constituyente derivado en el año
2001.

Antes de proceder a la revisión de la Ley 742 de 2001 y del Estatuto de


Roma de la Corte Penal Internacional, la Corte considera necesario precisar
el contexto internacional dentro del cual surge este organismo como
instrumento para luchar contra la impunidad frente a graves crímenes
internacionales que han lesionado la dignidad humana y los derechos
humanos y desconocido el derecho internacional humanitario.

2. La creación de la Corte Penal Internacional: principales


antecedentes y trascendencia en el contexto de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario.

La creación de una Corte Penal Internacional de carácter permanente e


independiente es el resultado de un prolongado proceso de construcción de
consensos en el seno de la comunidad internacional en torno a la necesidad
de garantizar la protección efectiva de la dignidad humana frente a actos de
barbarie y de proscribir los más graves crímenes internacionales. Su
establecimiento constituye un avance para la protección efectiva de los
derechos humanos y el respeto al derecho internacional humanitario. Con el
fin de apreciar la importancia de ese proceso en toda su extensión, la Corte
Constitucional hará un breve recuento de la historia de su creación como
organismo internacional (apartado 2.1) así como del ámbito general de su
competencia material sobre un core delicta iuris gentium (apartado 2.2).

2.1. El derecho internacional y la creación de una Corte Penal


Internacional de carácter permanente

Durante el siglo pasado, millones de seres humanos perecieron como


consecuencia de genocidios, crímenes de lesa humanidad, crímenes de
guerra y otros crímenes graves reconocidos como tales por el derecho
internacional. Debido a los limitados instrumentos jurídicos con que contaba
el derecho internacional humanitario y el derecho de los derechos humanos
para el establecimiento de responsabilidades individuales, los autores de
tales conductas rara vez fueron condenados penalmente. Con el fin de
romper el ciclo de violencia e impunidad, la comunidad internacional ha
estado preocupada por promover la creación de mecanismos jurídicos que
permitan asegurar un juicio de responsabilidad por tales conductas, así como
la sanción efectiva de sus autores y cómplices, tanto en el ámbito nacional
como en el internacional.45 Este movimiento contra la impunidad y a favor
de la efectividad de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario, ha generado un consenso respecto de la necesidad de crear una
instancia internacional de carácter permanente para el juzgamiento de los
responsables de crímenes atroces, consenso que ha quedado manifiesto con
la entrada en vigor del Estatuto de la Corte Penal Internacional en el año
2002, después de haber sido ratificado por más de sesenta Estados, tan sólo
cuatro años después de su suscripción en Roma, el 17 de julio de 1998, por
120 Estados. Ello contrasta con el ensayo anterior, respecto del cual no hubo
consenso. El intento de la Liga de Naciones para alcanzar la misma meta
fracasó: en 1937 fue adoptado un tratado que establecía una Corte Penal
Internacional, pero nunca entró en vigor debido a que el número de Estados
que lo ratificaron no fue suficiente.46

Tradicionalmente las autoridades nacionales han ejercido su jurisdicción


penal sobre delitos cometidos en su territorio y, bajo ciertas condiciones,
sobre delitos cometidos contra sus nacionales, aun cuando éstos hayan
ocurrido por fuera de su territorio. Por su parte, el derecho internacional de
los derechos humanos y el derecho internacional humanitario han
evolucionado hacia el reconocimiento de una jurisdicción penal que tiene la
vocación de alcanzar una competencia universal, en todo caso
complementaria, sobre los crímenes internacionales más graves, así como el
desarrollo de un sistema de derecho penal internacional justo y efectivo.

45
La descripción detallada de la evolución histórica hasta la creación de la Corte Penal Internacional se
encuentra en varias obras. Por ejemplo, Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años: La necesidad
de establecer una Corte Penal Internacional Permanente. En Revista de Derecho Público No. 10, Bogotá,
Mayo de 1999, Universidad de los Andes; Schabas, William. Introduction to the International Criminal
Court, Cambridge University Press, 2001, páginas 1 a 20; http://www.iccnow.org;
http://www.un.org/law/icc/, También Córdoba Triviño, Jaime. Derecho Penal Internacional. Ediciones
Jurídicas Gustavo Ibañez, 2001; Kai Ambos y Oscar Julián Guerrero. El Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional. Universidad Externado de Colombia, 1999.
46
Convención para la creación de una Corte Penal Internacional, Comisión de Naciones Unidas sobre
Crímenes de Guerra, Doc. C.50(1), 30 de septiembre de 1944, elaborado con base en la Convención para la
Creaci’on de una Corte Penal Internacional, Liga de Naciones, OJ Spec. Supp. No. 156 (1936), LN Doc
C.547 (I), M.384(I), 1937, V(1938), citado en Schabas, W. Introduction to de International Criminal Court,
Cambridge University Press, 2001, página 5. En 1937 también se elaboró el Proyecto de Convención para
el Juzgamiento y Castigo del Terrorismo. Ver Robertson, G. Crimes Against Humanity, Op. Cit. Pág.480.
El primer intento en el siglo XX 47 por definir la responsabilidad penal
individual de orden internacional, así como un tribunal para su juzgamiento,
se remonta al final de la Primera Guerra Mundial. Una comisión
investigadora internacional fue creada por los Aliados durante la conferencia
de paz preliminar en París en 1919, para el juzgamiento del káiser alemán
Guillermo II,48 así como de oficiales alemanes y turcos por crímenes contra
las leyes y costumbres de la guerra.49 La comisión completó su informe en
1920, y suministró una lista de 895 presuntos criminales de guerra y formuló
cargos específicos contra varios de ellos. Sin embargo, ninguna acción
posterior de juzgamiento internacional fue llevada a cabo. Razones de tipo
político llevaron a que los Aliados no continuaran con el juzgamiento de los
responsables de tales conductas.50 No obstante, se acordó que los eventuales
responsables alemanes fueran juzgados por cortes alemanas en los llamados
“Juicios de Leipzig”.51

47
Un antecedente más remoto que, para algunos, constituye el primer juicio internacional ocurrió en 1474,
con el juzgamiento de Peter von Hagenbach por la perpetración de atrocidades durante la ocupación de
Briesach, Alemania. Veintisiete jueces del Santo Imperio Romano Germánico lo juzgaron por violar las
“leyes de Dios y el hombre” y lo condenaron a muerte. Neier, A. War Crimes. Random House, Toronto,
1998 p. 12 y ss. En este libro se resume la historia de las leyes de la guerra desde la antigüedad. Ver
también Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op. Cit..
48
Tratado de Versalles, 1919, artículo 227: “Las potencias aliadas y asociadas le leyeron públicamente la
acusación a Guillermo II de Hohenzollern, emperador de Alemania, por una violación grave contra la
moralidad internacional y la santidad de los tratados. Un tribunal especial será constituido para juzgar a los
acusados, donde se les asegurarán las garantías esenciales del derecho de defensa. (...) En su decisión, el
tribunal estará guiado por los principales motivos de la política internacional, desde un punto de vista que
justifique las obligaciones de las promesas internacionales y la validez de la moral internacional. (...) Las
potencias aliadas y asociadas enviarán una petición al gobierno de los Países Bajos para la rendición a ellos
del emperador de tal manera que éste pueda ser juzgado”. Esta cláusula fue un compromiso, que excluyó el
concepto de “leyes de la humanidad”. El Káiser huyó a Holanda, entonces país neutral que se rehusó a
extraditarlo con el argumento de que los cargos en su contra representaban una aplicación retroactiva del
derecho penal. Allí falleció en 1941.
49
Vahakn., N. Dadrian. Genocide as a problem of national and international law: The World War I, the
Armenian Case and its contemporary legal ramifications. En 14 Yale Journal of International Law 221,
1989.
50
La negociación del Tratado de Sevres (1920) entre los Aliados y Turquía, que contenía una “Declaración
de Amnistía” por todas las ofensas cometidas entre el 1 de agosto de 1914 y el 20 de noviembre de 1922, el
cual nunca fue ratificado y, posteriormente, por la ratificación del Tratado de Lausanne, que otorgó amnistía
a los oficiales turcos involucrados como condición para la paz. Ver Schabas, W. Introduction to the
International Criminal Court, Op. Cit. páginas 3 y ss.
51
Estos juicios tuvieron un carácter más disciplinario que internacional. Sin embargo, dos de los juicios de
Leipzig se debieron al hundimiento de los barcos hospital Dover Castle y Llandovery Castle y al asesinato
de sus sobrevivientes, principalmente personal médico y enfermeras. Ver German War Trials, Report of
Proceedings Before the Supreme Court in Leipzig, London: His Majesty’s Stationery Office, 1921 y James
F Willis, Prologue to Nuremberg: The Politics and Diplomacy of Punishing War Criminals of the First
World War Westport, CT: Greenwood Press, 1982, citados por Schabas, W. Introduction to the International
Criminal Court, Op. Cit, página 4.
Posteriormente, después del fallido intento de la Liga de las Naciones
anteriormente mencionado, al final de la Segunda Guerra Mundial, las
potencias aliadas firmaron, en enero de 1942, la Declaración de Saint
James52 para la creación de la “Comisión de las Naciones Unidas de
Crímenes de Guerra”, un cuerpo investigador intergubernamental, como un
primer paso para la conformación del Tribunal Militar Internacional de
Nuremberg. A pesar de que esta Comisión tuvo poco apoyo político y no
contó con suficiente personal investigador ni con fondos suficientes, logró
recopilar 8.178 expedientes de presuntos criminales de guerra y sirvió como
centro de documentación entre los gobiernos. No obstante lo anterior, la
Comisión no tuvo ningún vínculo institucional con los Tribunales Militares
Internacional de Nuremberg y para el Lejano Oriente. La Comisión continuó
con su trabajo de investigación y posteriormente elaboró una lista de 750
criminales de guerra italianos. Los cargos en su contra incluían el uso ilegal
de gas venenoso contra civiles y combatientes en violación del Protocolo de
Ginebra de 1925, el asesinato de civiles inocentes y personal protegido,
tortura y maltrato a prisioneros, bombardeo de ambulancias, destrucción de
propiedad cultural y otras violaciones a las leyes del conflicto armado
durante la guerra entre Italia y Abisinia.53

En 1945, mediante el Acuerdo de Londres 54 se estableció el Tribunal Militar


Internacional de Nuremberg, cuyo anexo contenía el estatuto del nuevo
tribunal, así como la definición de los crímenes por los cuales serían
juzgados, principalmente, los líderes del régimen nazi.55 El proceso fue
52
United Nations War Crimes Commission. History of the United Nations War Crimes Commission and the
Development of the Laws of War 89-92 (1948).
53
Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op. Cit. página 67.
54
El Acuerdo de Londres designó como personas responsables, de crímenes internacionales, en primer
lugar, a las personas naturales autores de los crímenes mencionados y a los dirigentes, organizadores,
provocadores o cómplices que tomaron parte en la elaboración o en la ejecución de un plan a fin de cometer
uno de estos crímenes. La calidad de gobernante o el hecho de haber cumplido órdenes de un superior
jerárquico no constituían hechos que justificaran los crímenes definidos por el Acuerdo de Londres. El
tribunal internacional tenía una competencia limitada al castigo de los principales criminales. Los
ejecutantes, así como los miembros de la SS, de la Gestapo, del cuerpo de jefes nazis y del SD (el servicio
de seguridad de Himmler) debían ser y, de hecho fueron, juzgados por los tribunales nacionales.
55
El Acuerdo de Londres en su artículo 6, estableció que la acusación se haría por los siguientes crímenes:
a) crímenes contra la paz; b) crímenes de guerra; y c) crímenes contra la humanidad. Los crímenes de
guerra incluían las normas consuetudinarias reconocidas por las partes de conformidad con la Convención
de la Haya de 1907, así como la Convención de Ginebra relativa al Tratamiento de Prisioneros de Guerra.
La definición de los crímenes contra la humanidad fue un poco más compleja, como quiera que éstos no
estaban consagrados en ningún tratado, por lo cual se entendió que tales crímenes surgían de su relación
con la iniciación de la guerra o con su conducción, por lo cual, los crímenes cometidos antes de 1939 no
podían ser juzgados por el Tribunal. En el caso de los crímenes contra la paz, el único antecedente era el
Tratado de Versalles, en su intento por acusar al Káiser Guillermo II, por lo cual, tales crímenes eran
imputables a quienes dirigieron o participaron en la guerra de agresión contra otras naciones en violación
del derecho internacional.
controvertido, no sólo por tratarse de un tribunal de las potencias victoriosas,
–para el juzgamiento de criminales por un tribunal establecido mediante un
acto que su Estado nacional no había aceptado–, sino porque la regulación
misma del tribunal resultaba muy compleja en su esfuerzo de crear un
procedimiento que hiciera compatibles los distintos sistemas penales. Algo
similar ocurrió con el Tribunal de Tokio,56 impuesto unilateralmente por las
tropas de ocupación estadounidenses en Japón, el cual, tampoco tuvo
aceptación por parte del Estado nacional de los procesados. Por su parte, el
Tribunal de Nuremberg culminó con la acusación formal a 19 criminales
nazi, 12 de los cuales fueron condenados a pena de muerte por crímenes
contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El
Tribunal de Tokio sólo juzgó crímenes de guerra, y condenó a 25 personas a
prisión, pero ninguna cumplió la totalidad de su condena y la mayoría fue
liberada hacia finales de la década de los años 50.57

Este primer paso, el juicio de criminales de guerra,58 fue complementado


paulatinamente en convenciones internacionales a partir de 1948; dentro de
ellas fue pionera la Convención contra el Genocidio, ya que prevé la
creación de una Corte Penal Internacional. 59 En la Organización de Naciones
Unidas, se le asignó a la Comisión de Derecho Internacional la tarea de
desarrollar un Estatuto para una Corte Penal Internacional, pero la “Guerra
Fría” no permitió avances en este sentido.60 No obstante ese estancamiento,
56
Este Tribunal fue creado en 1946 mediante resolución del Comandante Supremo de las Potencias Aliadas,
General MacArthur. Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op. Cit
57
Mendelsohn, John. War crimes trials and clemency in Germany and Japan. In Americans as Proconsuls:
United States Military Government in Germany and Japan, 1944-1952, citado por Bassiouni, Cherif. De
Versalles a Ruanda en 75 años. Op. Cit, página 71.
58
Los fallos proferidos por estos tribunales internacionales se encuentran en sendas gacetas, publicadas en
dos series, la primera por el gobierno de los Estados Unidos tituladas “Trials of the War Criminals” (15
tomos) y la segunda por el Reino Unido titulada “Law Reports of the Trials fo the War Criminals” (15
tomos). También se pueden consultar en http://www.yale.edu/lawweb/avalon/imt/imt.htm y
http://www.ess.uwe.ac.uk/genocide/war_criminals.htm
59
En el año de 1948, Naciones Unidas adopta la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de
Genocidio, que define internacionalmente como un acto criminal conductas cometidas con la intención de
destruir un grupo nacional, racial, étnico o religioso. Aun cuando esta convención prevé en su artículo VI
que una Corte Penal Internacional podrá juzgar a los autores de los actos que define como genocidio, tal
Corte nunca fue creada. Asimismo, el artículo 5 de la Convención sobre el apartheid establece la
competencia de “cualquier tribunal penal internacional” para juzgar a las personas naturales responsables
de la institución y del mantenimiento de una política de apartheid.
60
En la década de los años 50, la Comisión de Derecho Internacional (CDI) de la ONU fue encargada de
compilar las normas de los proceso de Nuremberg y de preparar un proyecto de estatuto para un Corte
Penal Internacional. En 1996 la Comisión de Derecho Internacional adoptó un proyecto de Código de
Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad [Informe sobre el trabajo de la 48 sesión (6 de
mayo-26 de julio). Asamblea General. Documentos oficiales. 45 sesión. Suplemento No. 10 (A/51/10).]. El
trabajo de elaboración de un Código de los crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad de la
CDI empezó en 1947. Los dos primeros proyectos de la CDI fueron presentados a la Asamblea General de
se dieron algunos resultados en materia de cooperación internacional para
combatir la impunidad frente a los crímenes más atroces.61 Sólo después de
finalizada la guerra fría fue posible la creación de tribunales internacionales
para el juzgamiento de individuos responsables de crímenes atroces.

En 1992, la ejecución de actos resultantes de una política de limpieza étnica


entre provincias de Yugoslavia provocó la indignación de la opinión pública
internacional y su condena por varias resoluciones de la Comisión de
Derechos Humanos y del Consejo de Seguridad. En Ruanda, una política de
exterminio étnico semejante y otros actos atroces también consternaron a la
comunidad internacional. En ambos casos, representantes de los Estados y
expertos internacionales concluyeron que las situaciones merecían el
establecimiento de tribunales penales internacionales, los cuales fueron
creados por resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
en 1993 para la ex-Yugoslavia, con sede en la Haya, y en 1994 para Ruanda,
con sede en Arusha.62

La solución, a pesar de ser expedita, planteó, sin embargo, varios problemas.


En primer lugar, existían cuestionamientos sobre la competencia del Consejo
de Seguridad para crear un tribunal internacional particular, en aplicación de
sus facultades en materia del mantenimiento de la paz. 63 Por otra parte, la
creación de los tribunales en los dos Estados afectados implicaba,

las Naciones Unidas en 1951 y 1954. Posteriormente, los trabajos se retrasaron a raíz de la ausencia de una
definición de la agresión. Esta fue adoptada sólo en 1974 por la Asamblea General de las Naciones Unidas
(Resolución 3314 (XXIX) del 14 de diciembre de 1974). La versión del Código de 1991 contenía la
siguiente lista de crímenes: agresión y amenaza de agresión, intervención, dominación colonial y
extranjera, genocidio, apartheid, violación sistemática y masiva de los derechos humanos, crímenes de
guerra de excepcional gravedad, terrorismo internacional, tráfico ilícito de estupefacientes y daños
intencionales y graves al medio ambiente. Véase Nguyen Quoc Dinh, A. Pellet, P. Daillier: Droit
international public. LGDJ. París. 1994 p. 628.
61
Sobre este tema ver, por ejemplo, los Principios de Cooperación Internacional en la Identificación,
Detención, Extradición y Castigo de los Culpables de Crímenes de Guerra o de Crímenes de Lesa
Humanidad, adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas por Resolución 3074 (XXVIII) de
3 de diciembre de 1973. Theodor Meron, International Criminalization of Internal Atrocities, en American
Journal of International Law, 89, 1995, p. 569; Kenneth C. Randall, Universal Jurisdiction under
International Law, en Texas Law Review 66, 1988, pp. 785, 835-837; Bassiouni, Cherif. The Normative
Framework of International Humanitarian Law: Overlaps, Gaps and Ambiguities. En Transnational Law &
Contemporary Problems, Fall, 1998.
62
El Consejo, por su resolución 808 del 22 de febrero de 1993, decidió la creación de un tribunal
internacional encargado de juzgar las personas responsables de graves violaciones del Derecho
Internacional humanitario en el territorio de la antigua Yugoslavia desde el 1 de enero de 1991. El Estatuto
del Tribunal fue adoptado por medio de la Resolución 827 del 25 de mayo de 1993; el Estatuto del Tribunal
Internacional para Ruanda lo fue por medio de la resolución 955 del 8 de noviembre de 1994.
63
Véase M. Mubiala: Le Tribunal International pour le Ruanda: Vraie ou fausse copie du Tribunal
International pour l’ex-Yougoslavie? RGDIP 1995 p. 929; M. Sassóli: La première décision de la Chambre
d’Appel du Tribunal Penal International pour l’ex-Yougoslavie: Tadic (compétence). RGDIP 1996 p. 101.
necesariamente, que la competencia de las jurisdicciones fuese limitada,
ratione loci, a las violaciones cometidas en el territorio de Yugoslavia y de
Ruanda64, con lo cual era imposible extender su aplicación a crímenes
cometidos en otros territorios.

Estas dos experiencias fortalecieron el consenso internacional en torno a la


importancia que tenía para el sistema de protección de derechos humanos y
de garantía del derecho internacional humanitario la creación de un tribunal
penal internacional permanente, que juzgara a los individuos responsables de
crímenes tales como el genocidio, la tortura, los crímenes de guerra y los
crímenes de lesa humanidad. Así, en 1995 la Asamblea General de Naciones
Unidas creó un Comité Preparatorio para completar, sobre la base del trabajo
reiniciado por la Comisión de Derecho Internacional en 1990 y el borrador
adoptado por ella en 1994, el texto del Estatuto de la Corte Penal
Internacional que sería adoptado en una conferencia diplomática.65

De 1996 a 1998, el Comité Preparatorio realizó 6 reuniones66 para discutir la


definición de los crímenes, los principios generales del derecho penal, los
temas de procedimiento, la cooperación internacional y las penas que podría
imponer la Corte Penal Internacional. Finalmente, del 15 de junio al 17 de
Julio de 1998, con la asistencia de plenipotenciarios de prácticamente todos
los Estados y la invitación a organizaciones no gubernamentales de todo el
mundo, se aprobó, en la Conferencia de Roma, el Estatuto de la Corte Penal
Internacional, y a partir de ese momento se inició una intensa campaña para
lograr su ratificación por el mayor número posible de Estados. El 11 de abril
de 2002, el Estatuto fue ratificado por el sexagésimo estado. Entró en vigor
el 1 de julio de 2002, de conformidad con lo que establece el artículo 126 del
mismo, para los Estados que lo ratificaron.

La Corte Penal Internacional fue concebida como un instrumento para


combatir la impunidad y lograr el respeto y la efectividad de los derechos

64
Artículo 8 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y artículo 7 del
Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda. No obstante, esta última disposición precisa que las
violaciones graves del Derecho internacional humanitario cometidas por nacionales ruandeses en Estados
vecinos, quedan también bajo la competencia del tribunal.
65
Para los detalles del proceso interno en la ONU de creación de la Corte Penal Internacional, como por
ejemplo, la importancia que tuvo la propuesta de Trinidad y Tobago en 1989 de establecer dicha Corte para
juzgar los delitos de narcotráfico y terrorismo, lo cual revivió en el seno de la ONU lo que la Guerra Fría
había congelado, ver Rather, S. y Abrams, J., op. cit., p.173.
66
El Comité Preparatorio se reunió del 25 de marzo al 12 de abril 12 de 1996, del 12 al 30 de agosto de
1996, del 11al 21 de febrero de 1997, del 4 al 15 de agosto de 1997, del 1al 12 de diciembre de 1997, y del
16 de marzo al 3 de abril de 1998
humanos básicos, de las leyes de la guerra y del derecho internacional
humanitario, incluso dentro de las fronteras de un Estado. Complementa los
sistemas penales nacionales en la sanción de los responsables, en la
reparación a las víctimas y en el restablecimiento de los derechos, al buscar
que quienes sean responsables de cometer genocidio, crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra o el crimen de agresión, 67 y no hayan sido o
no hayan podido ser juzgados en el ámbito nacional, sean juzgados por una
Corte Penal Internacional con vocación de universalidad.

2.2. El derecho internacional y el desarrollo de un core delicta iuris


gentium

Otro de los aspectos sobresalientes de la construcción del consenso de la


comunidad internacional para la protección de los valores de la dignidad
humana y de repudio a la barbarie, es el reconocimiento de un conjunto de
graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional
humanitario como crímenes internacionales, cuya sanción interesa a toda la
comunidad de naciones por constituir un core delicta iuris gentium, es decir,
el cuerpo fundamental de “graves crímenes cuya comisión afecta a toda la
humanidad y ofende la conciencia y el derecho de todas las naciones.” 68 En
esta sección se describirá brevemente la evolución de ese consenso
internacional para proscribir tres de las cuatro categorías de crímenes
internacionales recogidas por los artículos 5 a 8 del Estatuto de Roma, así
como las dificultades para lograr un acuerdo en torno a la definición del
crimen de agresión.
67
En el caso de este crimen, la Corte ejercerá su jurisdicción sólo de conformidad con lo que establecen los
artículos 5, 121 y 123 del Estatuto de Roma.
68
La expresión delicta iuris gentium fue acuñada en el juicio contra Adolph Eichmann por la Corte de
Israel al señalar la necesidad de contar con una jurisdicción universal para juzgar crímenes atroces en los
siguientes términos: “Los crímenes atroces se definen como tales tanto en el derecho de Israel como en el
de otras naciones. Aquellos crímenes cuya comisión afecta a toda la humanidad y ofende la conciencia y el
derecho de todas las naciones constituyen “delicta iuris gentium”. Por lo tanto, el derecho internacional
antes que limitar o negar la jurisdicción de los Estados con respecto a tales crímenes, y en ausencia de una
corte internacional para juzgarlos, requiere que los órganos legislativos y judiciales de cada Estado creen
las condiciones para llevar a estos criminales a juicio. La jurisdicción sobre estos crímenes es universal”
(Traducción no oficial). En Cr.C (Jm) 40/61, The State of Israel v. Eichmann, 1961, 45 P.M.3, part. II, para.
12, citado por Brown, Bartram. The Evolving Concept of Universal Jurisdiction. En New England Law
Review, Vol 35:2, página 384. Ver también http://www.nizkor.org/hweb/people/eichmann-
adolph/transcripts/judgement-002/html. El término “core” fue adicionado posteriormente para referirse al
conjunto de crímenes que como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra más
graves son objeto de jurisdicción universal por los Estados, independientemente de la nacionalidad del
autor o de las víctimas y del lugar en donde fueron cometidos, incluidos la piratería, la esclavitud, la tortura
y el apartheid. El Estatuto de Roma reconoce la jurisdicción de la Corte Penal Internacional sobre algunos
de esos crímenes.
A la par de la evolución de las leyes de la guerra, del derecho internacional
humanitario, del derecho de los derechos humanos y de la creación de
tribunales internacionales para juzgar a los responsables de crímenes atroces,
la comunidad internacional fue llegando a un consenso en torno a la
necesidad de proscribir en el derecho internacional los crímenes más atroces,
cuya gravedad se podía apreciar por las dimensiones en las que ocurrían, por
el impacto profundo que tenían sobre la dignidad humana, o por los
devastadores efectos que podían tener sobre la paz, la seguridad o la
convivencia de la comunidad de naciones. Ese consenso fue construido a lo
largo de varios siglos,69 pero su mayor y acelerado desarrollo se dio después
de finalizada la Segunda Guerra Mundial.

La adquisición de compromisos internacionales para proteger valores y


bienes jurídicos considerados por la comunidad internacional como
especialmente importantes y sancionar penalmente a los infractores, no es un
fenómeno reciente. A principios del siglo XIX en el Acta Final del Congreso
de Viena de 1815, relativo a la trata de esclavos, se proscribió la esclavitud y
se afirmó que el propósito buscado era el de “ponerle fin a un flagelo que
desde hace tanto tiempo desoló al África, degradó a Europa y afligió a la
humanidad”, como una elocuente forma de expresar respeto por valores
universales de la humanidad. Ese rechazo quedó plasmado posteriormente
en la Convención sobre la Esclavitud de 1927. 70 Otro ejemplo, anterior
inclusive a la proscripción de la esclavitud, y también de origen
consuetudinario, fue la sanción de la piratería en alta mar, cuya persecución
internacional requería no sólo el reconocimiento de una jurisdicción
universal,71 sino también el desarrollo de instrumentos de cooperación para
lograr su sanción efectiva.72
69
Sobre la evolución de las leyes y usos de la guerra ver Detter, Ingrid. The Law of War. Cambrigde
University Press. U.K., 2000. Malanczuk, Peter. Akehurst’s Modern Introduction to International Law,
Routledge, 1997, páginas 306 y ss.
70
Esta conducta ha sido prohibida expresamente por la Convención sobre la Esclavitud, por el Convenio IV
de Ginebra de 1949 y por el Artículo 3 común de los Convenios de Ginebra y por el Protocolo II, artículo 4.
Ver también la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad, de 1968, cuyo articulo III establece la obligación de las Partes de "adoptar todas las medidas
internas que sean necesarias, legislativas o de cualquier otro orden, con el fin de hacer posible la
extradición, de conformidad con el derecho internacional, de las personas a que se refiere el artículo II de la
presente convención".
71
Corte Permanente de Justicia Internacional, Asunto Lotus (Francia/Turquía), fallo del 7 de septiembre de
1927, opinión individual del juez Moore. En este caso, se afirmó con respecto al crimen de piratería; “el
derecho o el deber de velar por el orden público no pertenece a ningún país en especial [...] cualquier país,
en el interés de todos, puede ejercer jurisdicción y castigar”.
72
Sobre la evolución del consenso internacional en torno a la necesidad de la cooperación entre los Estados
para la sanción de ciertos crímenes, Estados Unidos vs. Smith, 18 US (5 Wheat.) 153, 161-162, 5 L.Ed. 57
Además de la prohibición de estas dos conductas, los Estados consideraron
necesario regular el uso de la fuerza, no sólo con el fin de garantizar la
preservación de la paz y prevenir los conflictos armados entre las naciones, 73
y acordaron que ciertos métodos y armas resultaban inaceptables aun
durante la guerra. Como consecuencia de ello, se establecieron reglas para
garantizar, por ejemplo, un tratamiento digno a los prisioneros de guerra y se
prohibió el uso de ciertas armas que pudieran causar daños indiscriminados
o innecesarios. Este aspecto del derecho de la guerra, relativo principalmente
a los métodos para conducirla, fue recogido por los Convenios de la Haya de
1899 y 1907, y los Convenios de Ginebra de 1925 y 1929, que fueron la
base para el juzgamiento de los criminales de guerra en los Tribunales de
Nuremberg y Tokio. 74

Los mayores avances en la concreción del concepto de responsabilidad penal


individual en el derecho internacional y en la definición de crímenes
internacionales, cuya sanción interesaba a toda la comunidad internacional
se logra a partir de 1946, con la creación del Tribunal Militar de Nuremberg
y los demás Tribunales Militares creados en la post guerra, así como con la
decisión de las Naciones Unidas de establecer una Comisión de Derecho
Internacional para la elaboración de un código de delitos contra la paz y la

(1820), citado por Henkin, Louis. International Law. Cases and Materials. Third Edition. West Publishing
Co. St. Paul, Minneapolis, 1993, p. 1083.
73
Preámbulo de la Convención de la Haya respecto de las leyes y usos de la guerra, de 29 de julio de 1899.
74
El contenido de dichos convenios también cobijó temas relativos a prisioneros de guerra y no
combatientes, es decir, a los sujetos incluidos y excluidos del conflicto. Estas materias fueron abordadas en
extenso posteriormente, en los Convenios de Ginebra y sus Protocolos, de la segunda post guerra. Los
Convenios de La Haya surgen en las Conferencias de la Paz en la Haya. La Primera Conferencia celebrada
en 1899, concluyó con la aprobación de dos tratados: el Convenio I: sobre leyes y costumbres de la guerra
terrestre (calidad de beligerantes, prisioneros de guerra, hostilidades y territorios ocupados, prohibición de
gases asfixiantes y otras armas); y el Convenio II: sobre aplicación a la guerra marítima de los principios
del Convenio de Ginebra de 1864, sobre el tratamiento a los durante un conflicto armado. La Segunda
Conferencia celebrada en 1907 dio como resultado 14 convenios: el Convenio III, sobre ruptura de las
hostilidades; el Convenio IV: sobre leyes y costumbres de la guerra terrestre, el cual modificó el Convenio I
de 1899; el Convenio V: sobre derechos y deberes de las potencias y personas neutrales en caso de guerra
terrestre; el Convenio VI: sobre régimen de buques mercantes al empezar hostilidades; el Convenio VII:
sobre transformación de buques mercantes en buques de guerra; el Convenio VIII: sobre colocación de
minas submarinas; el Convenio IX: sobre el bombardeo de las fuerzas navales en tiempos de guerra; el
Convenio X: sobre aplicación a la guerra marítima de los principios del Convenio de Ginebra de 1864; el
Convenio XI: sobre restricciones al derecho de captura en la guerra marítima; el Convenio XII: sobre
creación del Tribunal de Presas Marítimas (el cual nunca entró en vigor); el Convenio XIII: sobre derechos
y deberes de los neutrales en caso de guerra marítima; el Convenio XIV: sobre prohibición de arrojar
proyectiles y explosivos desde globos. Posteriormente, se desarrollaron el Protocolo sobre gases asfixiantes
(1925) y los Convenios de Ginebra (1929), sobre trato a los prisioneros de guerra (el cual sustituyó el
Convenio I de 1864, enmendado en 1906) y sobre protección de heridos de guerra terrestre. Finalmente en
1936, se aprobó el Protocolo de Londres sobre guerra submarina.
seguridad del género humano, fundado en los principios desarrollados en el
Tribunal de Nuremberg, cuyos primeros resultados se dieron en 1950.75 No
obstante, la falta de consenso para lograr una definición del crimen de
agresión,76 llevó a que en lugar de la adopción de un código, se optara por
instrumentos internacionales separados, para la sanción de distintas
conductas cuya gravedad les daba la categoría de crímenes internacionales.77

La evolución de varios de estos crímenes fue acogida por el Estatuto de


Roma en sus artículos 6 a 8. No obstante, si bien el Estatuto de Roma recoge
el consenso internacional para la definición de tales crímenes, también
establece ámbitos y contenidos específicos para su aplicación por la Corte
Penal Internacional, tal como se analizará en la sección 4.4.1. de esta
sentencia. Por ejemplo, cuando se trata de la comisión de actos de tortura u
homicidios, la mera comisión de estos actos es insuficiente para que se
configure el crimen internacional de competencia de la Corte Penal
Internacional. Se requiere un elemento adicional: que la acción esté dirigida
contra un grupo con la intención de destruirlo, como ocurre en el caso del
genocidio; que la acción revista un patrón sistemático o generalizado basado
en la característica civil de las víctimas, como sucede con los crímenes
contra la humanidad; que la acción ocurra durante un conflicto armado,
como se especifica para los crímenes de guerra;78 o, finalmente, que la
acción destruya sin base jurídica legítima una situación de paz como sucede
en los crímenes contra la paz o el crimen de agresión.

75
El trabajo de elaboración de un Código de los crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad de
la CDI empezó efectivamente en 1947. Los dos primeros proyectos de la CDI fueron presentados a la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1951 y 1954. La versión del Código de 1991 contenía la
siguiente lista de crímenes: agresión y amenaza de agresión, intervención, dominación colonial y
extranjera, genocidio, apartheid, violación sistemática y masiva de los derechos humanos, crímenes de
guerra de excepcional gravedad, terrorismo internacional, tráfico ilícito de estupefacientes y daños
intencionales y graves al medio ambiente. Véase Nguyen Quoc Dinh, A. Pellet, P. Daillier: Droit
international public. LGDJ. París. 1994 p. 628.Ver también, los siguientes documentos de Naciones Unidas:
Draft Statute for an International Criminal Court (Annex to the Report of the Committee on International
Criminal Jurisdiction, 1951) (UN Doc. A/2136, 1952); Revised Draft Statute for an International Criminal
Court (Annex to the Report of the Committee on International Criminal Jurisdiction, 1953) (UN Doc.
A/2645, 1954; Draft Statute for the creation of International Criminal Jurisdiction to Implement the
International Convention on the suppression of the Crime of Apartheid, 1980, UN Doc. E/CN4/1416; Draft
International Criminal Code, 1980, U.N., Doc.E/CN4/NGO213; Draft International Criminal Code, 1996
Doc UN A/51/10 (Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 48 período de sesiones, mayo 6 a julio
26 de 1996).
76
Un primer consenso en torno a la definición de este crimen se logra finalmente en 1974 con la adopción
por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 3314 (XXIX) del 14 de
diciembre de 1974.
77
Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court , Op. cit. páginas 21 y ss.
78
Rather, S. y Jason, A. Accountability for Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the
Nuremberg Legacy. Oxford University Press, New York, 1997, p. 12.
Hasta hace medio siglo las diferencias entre estas cuatro categorías de
crímenes no eran tan claras, sin embargo, los elementos específicos y
distintivos establecidos en el Estatuto de Roma recogen la evolución de tales
crímenes hasta su definición actual. Por ejemplo, la definición de crímenes
contra la humanidad en el Estatuto del Tribunal de Nuremberg exigía,
necesariamente, la conexión con crímenes de guerra o crímenes contra la
paz.79 Sin embargo, esta conexión no se exige en el Estatuto del Tribunal de
Ruanda.80 En otro sentido, la evolución de los llamados crímenes de guerra
ha conducido a que estos no dependan de la naturaleza internacional del
conflicto. De tal forma que los crímenes de guerra pueden ser cometidos en
el contexto de un conflicto armado interno.81 Por otra parte, el crimen de
agresión, aun cuando no existe todavía consenso sobre una definición
precisa de éste, corresponde a una acepción moderna y restringida de la
expresión “crímenes contra la paz” empleada en los Estatutos de los
Tribunales de Nuremberg y Tokio.

En el Estatuto de Roma se agrupa este cuerpo de crímenes internacionales


en cuatro categorías y cada una de ellas comprende una variedad de actos,
como el homicidio, el apartheid, la desaparición forzada o la tortura. A
continuación se hace una breve referencia a la evolución de cada una de las
cuatro categorías de crímenes de competencia de la Corte Penal
Internacional.
La primera de estas categorías es el genocidio, conocido como el “crimen de
crímenes”.82 El término genocidio tiene sus orígenes en los trabajos de
Raphaël Lemkin, quien enfatizó que el elemento que distinguía al genocidio
de otros crímenes era la existencia de un plan sistemático para destruir las
bases esenciales de un grupo con el fin de eliminarlo. 83 Su reconocimiento
como categoría legal ocurrió en el contexto del Tribunal de Nuremberg y
79
Artículo 6 (c) del Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg.
80
Tribunal Internacional para Ruanda, Prosecutor v. Akayesu No. ICTR-96-4-T, 2 de septiembre de 1998.
81
La evolución de esta concepción de crímenes de guerra se puede ver en el Caso Prosecutor v. Tadic, No.
IT-94-1-A, 238-72 (International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia, Appeals Chamber, Julio 15,
1999).
82
Schabas, William. Genocide in International Law. Cambridge University Press, Cambridge, 2000, p. 345
y ss.
83
Ese plan sistemático fue descrito por Lemkin en los siguientes términos: “El objetivo de tal plan debe ser
la desintegración de las instituciones políticas y sociales, la cultura, el lenguaje, los sentimientos
nacionales, la religión y la subsistencia económica de grupos nacionales, así como la destrucción de la
seguridad personal, la libertad, la salud, la dignidad e incluso la vida de los miembros de dichos grupos
nacionales. El genocidio se dirige contra el grupo nacional como tal, y las acciones ejecutadas contra los
individuos de dicho grupo se hacen por el solo hecho de pertenecer a dicho grupo nacional” (Traducción).
Ver Lemkin, Raphaël. Axis Rule in Occupied Europe 79 (1944), citado por Ratner, Steven R y Abrams,
Jason. Accountability for Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the Nuremberg Legacy.
Clarendon Press, 1997, páginas 24 y 25.
aun cuando en el Estatuto no se emplea la expresión genocidio, ni ninguno
de los criminales nazis fue condenado en Nuremberg por genocidio, la
definición de crímenes contra la humanidad que se utiliza en el artículo 6 (c)
del mismo, cobija varios de los actos que hoy en día hacen parte de la
definición legal de genocidio. A pesar de que el genocidio se considera como
el crimen más atroz y que el mundo ha sido testigo de muchos actos de
genocidio ocurridos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, han
sido pocas las condenas por este crimen.84

Luego de que la Asamblea General de las Naciones Unidas declarara en


1946 que el genocidio era un crimen internacional, 85 se iniciaron los trabajos
para la redacción de un instrumento convencional que lo proscribiera
definitivamente, tarea que concluyó con la Convención para la Prevención y
la Sanción del Delito de Genocidio,86 cuya principal finalidad fue evitar que
quedaran impunes los autores y ejecutores de políticas de exterminio contra
comunidades específicas, identificables por atributos relativamente
inmutables y estables, tales como la raza, el origen nacional o étnico y la
religión, que facilitaran su individualización del resto de la población, tal
como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial.87 De ahí que la definición
de genocidio haya recogido el consenso alcanzado hasta ese momento en el
derecho internacional consuetudinario y, por lo tanto, no protegiera planes
de exterminio dirigidos contra grupos políticos.

El reconocimiento de la prohibición del genocidio como norma de ius


cogens lo hizo la Corte Internacional de Justicia, 88 en su Opinión Consultiva
sobre las Reservas a la Convención para la Prevención y la Sanción del
Crimen de Genocidio89, donde dijo:
84
Uno de los casos más famosos por este crimen es el de Adolph Eichmann, quien fue condenado a muerte
y ejecutado por genocidio por la Corte de Israel. Ver Attorney General of Israel vs. Eichmann (1968), 36
ILR (District Court)
85
Organización Naciones Unidas, AG. Res 96 (I).
86
Adoptada y abierta a la firma y ratificación o adhesión por la Asamblea General en su resolución 260 A
(III) del 9 de diciembre de 1948, y en vigor desde el 12 de enero de 1951.
87
El carácter consuetudinario de la prohibición del genocidio fue señalado por la Corte Internacional de
Justicia en la Opinión consultiva del 28 de mayo de 1951 Asunto de las reservas a la Convención sobre la
Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio y posteriormente reafirmado en la Sentencia del 11 de
julio de 1996 Asunto de la aplicación de la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de
Genocidio (Bosnia-Herzegovina c/ Yugoslavia).
88
Ver Stephen M.Scwebel: The treatment of human rights and of aliens in the International Court of Justice,
Fifty Years of the International Court of Justice. Cambridge University Press. 1996 p. 331.
89
CIJ Opinión consultiva del 28 de mayo de 1951 Asunto de las reservas a la Convención sobre la
Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio. Rec. p. 15 y 23. Asunto de la aplicación de la Convención
para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio (Bosnia-Herzegovina c/ Yugoslavia)); de su
reconocimiento como grave violación a los Convenios de Ginebra de 1949 y a los Convenios de la Haya de
“Los orígenes de la Convención muestran que la intención de las
Naciones Unidas consistía en condenar y castigar el genocidio como
“un crimen bajo Derecho internacional” que involucra una negación
al derecho de existir de grupos enteros de seres humanos, una
negación que conmociona la conciencia de la raza humana y genera
grandes pérdidas para la humanidad, y que es contraria a la ley
moral y al espíritu y objetivos de las Naciones Unidas (resolución
96(I) de la Asamblea General, Diciembre 11 de 1946). La primera
consecuencia que surge de esta concepción es que los principios
presentes en la Convención son principios que son reconocidos por
las naciones civilizadas como obligatorios para los Estados al
margen de cualquier vínculo convencional. Una segunda
consecuencia es el carácter universal tanto de la condena al
genocidio y de la cooperación requerida para “liberar a la raza
humana de tan odioso escarmiento”(Preámbulo de la Convención).”
(subrayado agregado al texto)

Junto al reconocimiento del genocidio como el crimen de crímenes contra la


humanidad, los Estados acordaron la prohibición de otras conductas también
consideradas como atroces, cuya sanción se lograría a través de jueces
nacionales o de tribunales internacionales.

Una definición incipiente de crímenes de guerra se encuentra en el Estatuto


del Tribunal de Nuremberg, que recogió algunas de las prohibiciones
establecidas en los Convenios de la Haya de 1899 y 1907 y de Ginebra de
1925 y 1929, ya mencionadas. Ese conjunto de conductas consideradas
como crímenes internacionales se fue ampliando posteriormente, y, así, en
1949, cuando se aprueban los Cuatro Convenios de Ginebra,90 se incluye en
el artículo 3 común de dichos Convenios un listado de conductas realizadas
durante un conflicto armado que se estiman atroces. 91 A diferencia del
1905; del hecho de haber sido la base del juzgamiento de criminales de guerra en el Tribunal de Nuremberg
y actualmente en el Tribunal Internacional para la Antigua Yugoslavia, (Caso Tadic). Ver también la
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, de
1968. Al respecto ver las tesis que extienden la jurisdicción universal al genocidio en Schabas, William H.
Genocide in International Law, Op. Cit, p. 345 y ss.
90
El contenido de los cuatro convenios es el siguiente: Convenio I, para mejorar la suerte de los heridos y
enfermos de las fuerzas armadas en campaña; el Convenio II, para mejorar la suerte de los heridos,
enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en el mar; el Convenio III, regula el trato de los prisioneros de
guerra, y el Cuarto Convenio, sobre protección de personas civiles en tiempo de guerra. Para 1997, 188
estados ya eran parte de los Cuatro Convenios de Ginebra.
91
El artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de 1949 dice: Artículo 3- Conflictos no internacionales.
En caso de conflicto armado que no sea de índole internacional y que surja en el territorio de una de las
llamado derecho de La Haya, relativo principalmente a los métodos de la
guerra y al comportamiento de los combatientes, el llamado derecho de
Ginebra se refiere principalmente a la protección de personas y bienes
especialmente valiosos para la comunidad. Ese listado fue ampliado
posteriormente por los Protocolos I y II de 1977, adicionales a los
Convenios de Ginebra de 1949, y su aplicación era posible tanto en
conflictos armados de carácter internacional como interno, y luego, recogido
por los Estatutos de los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y
para Ruanda.

En cuanto a la evolución del concepto de crímenes de lesa humanidad, este


cobija un conjunto de conductas atroces cometidas de manera masiva o
sistemática, cuyo origen es principalmente consuetudinario, y que han sido
proscritas por el derecho internacional desde hace varios siglos. Aun cuando
en un principio se exigía su conexidad con crímenes de guerra o contra la
paz, esta condición ha ido desapareciendo.

El primer intento moderno para imputar responsabilidad penal individual


tiene lugar durante la Primera Guerra Mundial. A pesar de que en 1919,
durante la Conferencia de Paz, las Potencias Aliadas encontraron que hechos
como la masacre de armenios por parte de los turcos y otros de similar
gravedad eran “violatorios de las leyes y costumbres de guerra y de las leyes
elementales de humanidad”, el Tratado de Versalles no ordenó la realización
juicios de responsabilidad penal contra sus autores, por considerar que el
concepto de leyes de humanidad señalaba un asunto de carácter moral
respecto del cual no existía un estándar fijo que permitiera su juzgamiento
por una corte.92

Altas Partes Contratantes cada una de las Partes en conflicto tendrá la obligación de aplicar, como mínimo,
las siguientes disposiciones: 1) Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluidos
los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate
por enfermedad, herida, detención o por cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas
con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o la
creencia, el sexo, el nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo. A este respecto, se prohíben,
en cualquier tiempo y lugar, por lo que atañe a las personas arriba mencionadas: a) los atentados contra la
vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos
crueles, la tortura y los suplicios; b) la toma de rehenes; c) los atentados contra la dignidad personal,
especialmente los tratos humillantes y degradantes; d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo
juicio ante un tribunal legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como indispensables
por los pueblos civilizados. 2) Los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos. Un organismo
humanitario imparcial, tal como el Comité Internacional de la Cruz Roja, podrá ofrecer sus servicios a las
Partes en conflicto. Además, las Partes en conflicto harán lo posible por poner en vigor, mediante acuerdos
especiales, la totalidad o parte de las otras disposiciones del presente Convenio. La aplicación de las
anteriores disposiciones no surtirá efectos sobre el estatuto jurídico de las Partes en conflicto.
92
Ver. Ratner S y Abrams, Jason, Op. Cit., página 46
La noción moderna de crímenes contra la humanidad nace en el Estatuto del
Tribunal de Nuremberg y está contenida en su artículo 6(c) que incluye las
siguientes conductas: “asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y
cualquier otro acto inhumano cometido contra una población civil, antes o
durante el curso de una guerra, así como persecuciones sobre bases políticas,
raciales o religiosas, ejecutados en conexión con cualquier otro crimen
dentro de la jurisdicción del Tribunal, haya existido o no violación del
derecho interno del Estado donde fueron perpetrados.”93 Aun cuando la
mayor parte de las violaciones imputadas a criminales nazis fueron crímenes
de guerra cuyo origen estaba en el derecho de la Haya, la consagración de
esta nueva categoría de crímenes contra la humanidad era necesaria para
poder extender la responsabilidad penal de altos oficiales nazis por actos
cometidos contra la población civil. El problema que planteaba esta nueva
categoría era que se acusara a los Aliados de juzgar ex post facto si se hacía
una interpretación estricta del principio de legalidad. Con el fin de evitar ese
cuestionamiento, se optó por establecer una conexión con los crímenes de
guerra y contra la paz. La extensión de la responsabilidad penal se sustentó
en el reconocimiento de que la aplicación de ciertas provisiones sobre
crímenes de guerra, se aplicaban a civiles y otras personas protegidas, por lo
cual su sanción se justificaba si existía una conexión con algún crimen de
guerra o contra la paz de competencia del Tribunal de Nuremberg.94 Este
desarrollo permitió el juzgamiento de 18 líderes nazis por crímenes contra la
humanidad, de los cuales 16 fueron condenados y dos (Hess y Fritzche)
fueron exonerados. Dos de los 16 condenados (Streicher y von Schirach)
fueron condenados exclusivamente por crímenes contra la humanidad. 95
Bajo la Ley No. 10 del Consejo de Control, los Aliados juzgaron oficiales y
soldados alemanes en sus respectivas zonas de ocupación por crímenes
contra la humanidad, pero sin la exigencia de conexidad de los crímenes
contra la humanidad con la iniciación de la guerra o con los crímenes de
guerra, que fue eliminada por la Ley 10.96 Debido a que muchos criminales
nazis se ocultaron para evitar su juzgamiento, varios Estados mantuvieron
abiertos, por años los procesos criminales iniciados a principios de los años
50. Así, por ejemplo, durante la década de los años 80 y principios de la

93
Artículo 6 (c) Estatuto del Tribunal de Nuremberg, tradución libre.
94
Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años. Op cit, página 76.
95
El Estatuto del Tribunal de Tokio empleó la misma definición de crímenes contra la humanidad, sin
embargo aun cuando los 25 oficiales japoneses enjuiciados en Tokio fueron juzgados tanto por crímenes de
guerra como por crímenes contra la humanidad, las condenas solo recayeron sobre los crímenes de guerra.
Ver. Ratner S y Abram J., Op Cit, páginas 46 y 47.
96
Bassiouni, Cherif. De Versalles a Ruanda en 75 años, Op. Cit, página 66.
década de los 90, Francia juzgó a Klaus Barbie y a Paul Touvier por
crímenes contra la humanidad.97

Por fuera del contexto de la Segunda Guerra Mundial, otros estados han
juzgado crímenes atroces contra la humanidad, como es el caso de Latvia y
Estonia que juzgaron oficiales de policía por asesinato, tortura y
deportaciones forzadas. En Etiopía los líderes del régimen Dergue también
fueron procesados por crímenes atroces contra la humanidad. 98 Durante el
debate de la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de
guerra y de los crímenes de lesa humanidad, 99 se propuso eliminar el
requisito del nexo de los crímenes de lesa humanidad con la guerra.
Finalmente, se aceptó que tales crímenes podían cometerse “tanto en tiempo
de guerra como en tiempo de paz” 100, definición que, a pesar de los
esfuerzos, no eliminó totalmente el nexo con la guerra. Este nexo se
mantuvo en el Estatuto del Tribunal para la ex Yugoslavia, pero no para el
Tribunal de Ruanda.101 En el Estatuto de Roma optó por desvincularlos de la
existencia de un conflicto armado. Respecto de estas conductas existe
consenso sobre su carácter de normas de ius cogens.102

En cuanto al crimen de agresión, no existe aun consenso sobre su contenido


expreso como crimen internacional, a pesar de los esfuerzos del derecho
internacional para regular el uso de la fuerza como medio para que los
Estados hagan valer sus derechos y protejan sus intereses 103 y de su
prohibición expresa en la Carta de Naciones Unidas. 104 Un primer intento
97
Fédération Nationale des Déportes et Internés Résistants et Patriotes and Others v. Barbie, 78
International law Report 125 (Cour de Cassation, 1985); Fédération Nationale des Déportes et Internés
Résistants et Patriotes and Others v. Touvier, 100 International Law Report 338 (Court de Cassation, 1992).
98
Ver. Ratner S y Abram J., Op Cit, página 53.
99
Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2391
(XXIII), de 26 de noviembre de 1968.
100
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad,
Artículo I, b).
101
Prosecutor vs. Akayesu No. ICTR-96-4-T
102
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia Cámara de apelación Procurador c/ Duško Tadic.
Sentencia del 2 de octubre de 1995. Caso No IT-94-1-AR72, en 35 ILM 32 (1996). Algunos tratadistas
señalan que cuando un crimen internacional amenaza la paz y la seguridad mundiales o perturba
gravemente la conciencia de la humanidad, adquiere necesariamente la jerarquía de norma de ius cogens.
Ver, por ejemplo, Bassiouni, Cherif. Accountability for International Crime and Serious Violations of
Fundamental Rights: International Crimes: Jus Cogens and Obligation Erga Omnes. (1996) 59 Law and
Contemporary Problems, páginas 69 a 71.
103
Convenios de la Haya de 1899 y 1927, Convenios de Ginebra de 1925 y 1929.
104
El artículo 2.4 de la Carta de Naciones Unidas establece “Los Miembros de la Organización, en sus
relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contr la integridad
territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier forma incompatible con los
propósitos de las Naciones Unidas”.
por la consagración de la responsabilidad penal individual por agresión se
encuentra en la Primera Guerra Mundial en el Tratado de Versalles, para el
juzgamiento del Kaiser Guillermo “por una ofensa suprema contra la
moralidad internacional y la santidad de los tratados.” 105 Posteriormente, en
los Tribunales de Nuremberg y Tokio, los jefes y organizadores del Eje
fueron procesados y sancionados por “crímenes contra la paz”, definidos por
el artículo 6(a) del Estatuto de Nuremberg como “la planeación, preparación,
iniciación o libramiento de una guerra de agresión o una guerra en violación
a tratados internacionales, acuerdos, o garantías”.106 No obstante, esta
definición no precisó las características de la agresión como crimen que
generara responsabilidad individual. Los esfuerzos posteriores por definir el
crimen agresión se apartaron y se concentraron en la definición del término
agresión, sin definir sus elementos para efectos penales. 107 Ello explica, en
105
Tratado de Versalles, artículo 227.
106
Ver Historia de la Comisión de Crímenes de Guerra de las Naciones Unidas, 1948, citada por Sunga Lyal
S. La Jurisdicción “ratione materiae” de la Corte Penal Internacional. En Kai Ambos y Oscar Julián
Guerrero. Op. Cit., páginas 240 y 241.
107
La Asamblea General de Naciones Unidas adoptó la siguiente definición de agresión en la Resolución
3314 (XXIX) (1974), G.A.O.R. Sesión 29, Sup. 31: “...Artículo 1. Agresión es el uso de la fuerza armada
por parte de un Estado contra la Soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro
Estado, o de cualquier otra manera inconsistente con la Carta de las Naciones Unidas, como se expone en
esta definición...Artículo 2. El primer uso de la fuerza armada por parte de un Estado en contradicción con
la Carta constituye prima facie, evidencia de una acto de agresión aunque de conformidad con la Carta, el
Consejo de Seguridad puede concluir que una determinación según la cual un acto de agresión ha sido
cometido, no estaría justificada teniendo en cuenta otras circunstancias relevantes, incluyendo el hecho de
que los actos relacionados o sus consecuencias no son suficientemente graves. Artículo 3. Cualquiera de los
actos a continuación, independientemente de la declación de guerra, se interpretándose en concordancia con
el artículo 2, constituirán actos de agresión: (a) La invasión o el ataque por parte de las fuerzas armadas de
otro Estado, o cualquier ocupación militar, independientemente de que sea temporal, que resulte de tal
invasión o ataque, o cualquier anexión del territorio de otro Estado o de parte del mismo, mediante el uso
de la fuerza;(b) El bombardeo por parte de las fuerzas armadas de un Estado contra el territorio de otro
Estado o el uso de armas por parte de un Estado contra el territorio de otro Estado; (c) El bloqueo de los
puertos o de las costas de un Estado por parte de las fuerzas armadas de otro Estado; (d) Un ataque por
parte de las fuerzas armadas de un Estado por tierra, por fuerzas aéreas o marítimas, o por flotas marinas y
aéreas de otro Estado; (e) El uso de fuerzas armadas de un Estado, que están dentro del territorio de otro
Estado con el consentimiento del Estado territorial, contraviniéndo las condiciones del acuerdo o
manteniendo su presencia en dicho territorio una vez el acuerdo ha terminado;(f) La acción de un Estado al
permitir que su territorio, que ha sido puesto a disposición de otro Estado, sea utilizado por este otro Estado
para perpetrar actos de agresión contra un tercer Estado;(g) El envío por o a nombre de un Estado de
bandas armadas, grupos irregulares o mercenarios, que lleven a cabo actos de una fuerza armada contra
otro Estado, de tal gravedad que implique los actos previamente mencionados, o una injerencia substancial
en ellos. Artículo 4. Los actos enumerados anteriormente no son exhaustivos y el Consejo de Seguridad
puede determinar que otros actos constituyen agresión con base en las normas de la Carta. Artículo 5. 1.
Ninguna consideración de naturaleza alguna, ya sea política, económica, militar o de otro tipo, puede servir
para justificar la agresión. 2. Una guerra de agresión es un crimen contra la paz internacional. La agresión
genera responsabilidad internacional. 3. Ninguna adquisición territorial o ventaja que resulte de la agresión
es reconocida, o podrá ser reconocida como legal. Artículo 6. Nada en esta definición será interpretado en
forma alguna a que se amplíe o disminuya el margen otorgado por la Carta, incluyendo las provisiones
concerniente a casos en que el uso de la fuerza es legal...” (traducción libre).
parte, la razón por la cual los Tribunales para Yugoslavia y para Ruanda no
lo hayan incluido en sus Estatutos, y también el hecho de que tal crimen aun
no haya sido precisado en el Estatuto de Roma.

Coetáneamente con el desarrollo y consolidación del derecho internacional


humanitario, la Asamblea General de la ONU, adoptó varias declaraciones
relativas a la protección de los derechos humanos que fueron cristalizando el
consenso internacional de repudio a conductas tales como la segregación
racial,108 la tortura y las penas y tratos crueles, inhumanos o degradantes 109 y
que llevaron posteriormente a su consagración convencional y a su
reconocimiento como normas de ius cogens.

Un ejemplo de ello es la prohibición general de la discriminación racial,


plasmada en instrumentos de carácter vinculante, como la Convención
Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial, de 1965.110 Esta sirvió como punto de partida para el posterior
reconocimiento del apartheid como crimen internacional. 111 Fue en 1973,
cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención sobre la
Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid, en el cual se califican como
crímenes de lesa humanidad las políticas y las prácticas de segregación y de
discriminación racial implementadas con el fin de mantener la dominación
de un grupo racial sobre otro112. Este crimen fue expresamente recogido por
el Estatuto de Roma en el artículo 7, literal j) como uno de las conductas que
108
Declaración de 23 de noviembre de 1963, Resolución 1904 (XVIII). Convención Internacional sobre la
Represión y el Castigo del Crimen del Apartheid, adoptada y abierta a la firma y ratificación por la
Asamblea General en su resolución 3068 (XXVIII), de 30 de noviembre de 1973 e incorporada a la
legislación interna por Colombia mediante la Ley 26 de 1987.
109
Declaración de 9 de diciembre de 1975, Resolución 3452 (XXX).
110
Adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965. Esta Convención
impone a los Estados Parte la obligación de declarar como acto punible en su artículo 4 literal a): “ toda
difusión de ideas basadas en la superioridad o en el odio racial, toda incitación a la discriminación racial así
como todo acto de violencia o toda incitación a cometer tal efecto, contra cualquier raza o grupo de
personas de otro color u origen étnico, toda asistencia a las actividades racistas, incluida su financiación”.
En el mismo sentido, el artículo 13.5 de la Convención Americana de Derechos Humanos establece:
“Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial
o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier
persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen
nacional.”
111
La Convención sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1976, establece en su
artículo IV b) el compromiso de las partes a "adoptar medidas legislativas, judiciales y administrativas para
perseguir, enjuiciar y castigar conforme a su jurisdicción a las personas responsables o acusadas de los
actos enumerados en el artículo II de la presente convención, independientemente de que tales personas
residan en el territorio del Estado en que se han cometido los actos o sean nacionales de ese Estado o de
algún otro Estado o sean personas apátridas".Ver Ratner, Steven R. y Abrams, Jason S.. Accountability for
Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the Nuremberg Legacy. Clarendon Press, Oxford,
1997.
se consideran crímenes de lesa humanidad.

Algo similar ocurrió con la tortura, prohibida por un amplio número de


tratados sobre derechos humanos.113 Su definición como crimen
internacional se hizo tanto en la Convención de las Naciones Unidas contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes del 10
de diciembre de 1984,114 y en la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura adoptada en Cartagena de Indias el 9 de diciembre de
1985.115 No obstante, ambos tratados tienen un campo de aplicación limitado
a las actuaciones de funcionarios o empleados públicos y de las personas que
actúan por instigación suya.116

El listado de conductas consideradas como crímenes internacionales, cuya


sanción le interesa a la comunidad internacional, se ha ido ampliando con

112
El artículo 18 lit. f) del Proyecto de Código hace referencia a una “discriminación institucionalizada por
motivos raciales, étnicos o religiosos que suponga la violación de los derechos y libertades fundamentales y
entrañe graves desventajas para una parte de la población”. Véase además el comentario de la CDI, loc. cit.
p. 106 a 108.
113
Véase los artículos 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH); 7 del Pacto sobre
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) del 16 de diciembre de 1966; 5 § 2 de la Convención Americana de
Derechos Humanos (CADH) del 22 de noviembre de 1969; 4 y 5 de la Carta Africana de Derechos del
Hombre y de los Pueblos de 1981.
114
El artículo 4 de esta Convención impone la obligación de incriminar tanto los actos de tortura como la
tentativa, la complicidad y la participación en tales actos.
115
El artículo 6 de la Convención Interamericana impone la obligación de sancionar los actos de tortura y
los intentos de cometer tales actos, así como los autores de tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes.
116
Los actos de tortura puramente privados no entran en el ámbito de aplicación de las convenciones. El
carácter privado de la tortura, en cambio, no es un obstáculo para que sea considerada, si las otras
condiciones están reunidas, como un crimen contra la humanidad o un crimen de guerra. Véase los artículos
18 lit. c) y 20 lit. a), ii) del Proyecto de Código de la CDI, respectivamente. Ver Robertson, Geoffrey.
Crimes against humanity. The Struggle for Global Justice. The New Press, New York, 1999.
conductas como la desaparición forzada117 o las ejecuciones sumarias,118 y
mediante el reconocimiento de una jurisdicción universal para su
juzgamiento y sanción, ya sea que hubieren sido cometidas total o
parcialmente dentro del territorio de un Estado, por lo cual se han aceptado
como respetuosas del derecho internacional su juzgamiento incluso por fuera
de la jurisdicción de dicho Estado, ya sea por otros Estados 119 o por
Tribunales Internacionales.120

117
Este crimen también es de competencia de la Corte Penal Internacional, artículo 7 literal i). La
desaparición forzada fue incluida en el Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y Seguridad de la
Humanidad, Comisión de Derecho Internacional, 1996. Por su parte, el preámbulo de la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas establece que ésta “constituye una afrenta a la
conciencia del Hemisferio y una grave ofensa de naturaleza odiosa a la dignidad intrínseca de la persona
humana”, la cual “ viola múltiples derechos esenciales de la persona humana de carácter inderogable y en
su Artículo I, establece la siguiente obligación para los Estados Partes: “Los Estados Partes en esta
Convención se comprometen a: a) No practicar, no permitir, ni tolerar la desaparición forzada de personas,
ni aun en estado de emergencia, excepción o suspensión de garantías individuales; b) Sancionar en el
ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de
personas, así como la tentativa de comisión del mismo; c) Cooperar entre sí para contribuir a prevenir,
sancionar y erradicar la desaparición forzada de personas; y d) Tomar las medidas de carácter legislativo,
administrativo, judicial o de cualquier otra índole necesarias para cumplir con los compromisos asumidos
en la presente Convención.” Igualmente, existen numerosos pronunciamientos tanto en el sistema de
Naciones Unidas como en el Interamericano, sobre la existencia de una jurisdicción universal en relación
con este crimen. Entre otros casos ver Comité del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el
caso de José Vicente y otros (CCPR/C60/D/612/1995), Fallo del 19 de agosto de 1997). Por otra parte, la
Comisión Interamericana y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos han señalado de manera
reiterada la responsabilidad estatal por desapariciones forzadas en casos contra Argentina, Uruguay,
Honduras y Colombia. Entre otros ver, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Isidro Caballero
y María del Carmen Santana. Sentencia del 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22. Ver también la
Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, de
1968.
118
De competencia de la Corte Penal Internacional, artículo 7, literales a), b), h) y k). No existe todavía un
mecanismo similar al de la tortura para el ejercicio pleno de jurisdicción universal la prohibición del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de la Convención Interamericana de Derechos Civiles y
Políticos, del artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y del Protocolo II, artículo 4.
Igualmente, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha declarado la
responsabilidad del Estado por violación de la Convención. A manera de ejemplo se cita la Opinión
Consultiva OC-4/84 del 19 de enero de 1984, Serie A No.4., párrafo 24. Propuesta de modificación a la
Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización, así como en el Caso Velásquez
Rodríguez., Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia del 29 de julio de 1988 y Caso Loaiza
Tamayo, 17 de septiembre de 1997.
119
Un ejemplo de esto lo ofrece Francia, donde el Tribunal de Apelaciones se refirió a al principio de
jurisdicción universal en el proceso contra Klaus Barbie por crímenes de lesa humanidad, señalando que
“dada su naturaleza, los crímenes de lesa humanidad por los que se procesa a Barbie no se reducen a ser
asunto de la legislación municipal francesa sino que están sujetos a un orden penal internacional al que le
son ajenas la noción de frontera y las normas sobre extradición derivadas de la existencia de fronteras”. Ver
Asunto Fédération National des Déportés et Internés Résistants et Patriotes y Otros v. Barbie, fallo de la
Sala de lo Penal del Tribunal de Casación, del 6 de octubre de 1983 (que resume la decisión del Tribunal de
Apelación), en 78 International Law Rep. 128, caso en el cual Francia juzga crímenes contra la humanidad
cometidos contra judíos, durante la Segunda Guerra Mundial. Desde 1993, con base en el ejercicio del
principio de jurisdicción universal Suiza, Alemania, Austria y Dinamarca han investigado y juzgado hechos
criminales ocurridos principalmente durante los conflictos de Ruanda y Yugoslavia. Por ejemplo, en 1997
Colombia hace parte de ese consenso internacional para la lucha contra la
impunidad frente a las más graves violaciones a los derechos humanos. Ese
compromiso de Colombia se refleja en el hecho de ser parte de los
principales instrumentos internacionales que recogen el consenso
internacional en esta materia y que han servido de base para la creación de la
Corte Penal Internacional. A saber:

i) Convención para la Prevención y Represión del Genocidio de 1948,


aprobada por la Ley 28 de 1959;

ii) Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de


discriminación racial, aprobada por la Ley 22 de 1981;

iii) Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o


degradantes, aprobada como legislación interna por la Ley 76 de 1986;

iv) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Protocolo


Facultativo aprobada por la Ley 74 de 1968;

v) Convención Americana sobre Derechos Humanos, aprobada por la Ley 16


de 1972;

vi) Los Cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949,


incorporados a nuestro ordenamiento interno mediante la Ley 5 de 1960:
en Alemania dos bosnio-serbios fueron condenados por genocidio y asesinato de musulmanes durante el
conflicto en la Antigua Yugoslavia. En 1994, una corte danesa condenó a cadena perpetua a dos bosnios
musulmanes por torturar brutalmente prisioneros de guerra en el campo de prisioneros de Croacia. En 1999,
una corte militar suiza condenó a un nacional ruandés por cometer graves crímenes de guerra en Ruanda. El
junio 7 de 2001, el tribunal belga condenó a cuatro ciudadanos ruandeses tanto por haber participado en
actos de genocidio contra tutsies en Ruanda, como por haber prestado apoyo a las organizaciones que
cometieron este tipo de crímenes. (Vincent Ntezimana. Quatre accusés symboles d'un génocide, Le Monde,
Abril, 18, 2001 y Junio 7 de 2001). En el caso del genocidio, los tribunales belgas fueron autorizados por
una ley interna de 1993 para investigar, juzgar y sancionar graves crímenes de guerra definidos como tales
por los Convenios de Ginebra. Ver McKay, Fiona. Universal Jurisdiction in Europe. 2000, Redress
Organisation. En www.redress.org.
120
El Juzgamiento por los tribunales internacionales ad hoc para la ex – Yugoslavia y para Ruanda, creados
mediante las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Resoluciones 808 del 22 de
febrero de 1993 y 827 del 25 de mayo de 1993 para la ex –Yugoslavia y Resolución 955 del 8 de noviembre
de 1994), para Ruanda) ejercen su jurisdicción por crímenes ocurridos durante conflictos armados entre
grupos pertenecientes a un mismo Estado - nación apoyados por diversas fuentes exteriores. Por eso la
competencia de estos tribunales incluye una enumeración de crímenes de guerra y crímenes contra la
humanidad en algunos aspectos más amplia que la del Tribunal de Nuremberg, ya que toma elementos de
las Convenciones de Ginebra de 1949 sobre derecho internacional humanitario. Además, el Tribunal para
Ruanda no sólo extiende expresamente la noción de infracciones graves prevista en los Convenios de
Ginebra a conflictos armados internos, sino que permite que algunas incriminaciones se funden en
violaciones al artículo 4 del Protocolo II de 1977.
Convenio I, para aliviar la suerte que corren los heridos y enfermos de las
fuerzas armadas en campaña; Convenio II, para aliviar la suerte que corren
los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar;
Convenio III, relativo al trato debido a los prisioneros de guerra; Convenio
IV, relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra;

vii) Protocolo I Adicional a los Cuatro Convenios de Ginebra de 1949,


aprobado como legislación interna por la Ley 11 de 1992;

viii) Protocolo II Adicional a los Cuatro Convenios de Ginebra de 1949,


aprobado como legislación interna por la Ley 171 de 1994;

ix) Convención sobre la represión y castigo del Apartheid aprobada por la


Ley 26 de 1987;

x) Convención Americana contra la Desaparición Forzada, incorporada a


nuestro ordenamiento interno mediante la Ley 707 de 1994.

2.3 La importancia de la Corte Penal Internacional

A pesar de que algunos promotores de la creación de una Corte Penal


Internacional y varios expertos en derecho penal internacional han
manifestado que se hubiera podido avanzar más y que en las negociaciones
diplomáticas en Roma se efectuaron concesiones contrarias a la filosofía que
inspira su creación, existe un consenso acerca de que el llamado Estatuto de
Roma representa un gran paso hacia la protección efectiva de la dignidad del
ser humano mediante instrumentos jurídicos internacionales, por numerosas
razones de las cuales esta Corte destaca las siguientes.

Primero, por una razón histórica. La creación de una Corte Penal


Internacional con jurisdicción permanente marca un hito en la construcción
de instituciones internacionales para proteger de manera efectiva el núcleo
de derechos mínimos, mediante juicios de responsabilidad penal individual,
por una Corte que no es creada ad hoc, ni es el resultado del triunfo de unos
estados sobre otros al final de una guerra, ni es la imposición de las reglas de
unos estados poderoso a los habitantes de otro, como sucedió con los
Tribunales Militares de Nuremberg, de Tokio, o más recientemente, en los
Tribunales de Ruanda y Yugoslavia, creados mediante resolución del
Consejo de Seguridad. A diferencia de sus antecesores, la Corte Penal
Internacional surgió del consenso de la comunidad internacional relativo a la
creación de una instancia internacional, independiente y de carácter
permanente, para el eventual juzgamiento de responsables de graves
crímenes internacionales.

Segundo, por una razón ética. Las conductas punibles de competencia de la


Corte Penal Internacional comprenden las violaciones a los parámetros
fundamentales de respeto por el ser humano que no pueden ser
desconocidos, ni aun en situaciones de conflicto armado internacional o
interno, los cuales han sido gradualmente identificados y definidos por la
comunidad internacional a lo largo de varios siglos con el fin de superar la
barbarie.

Tercero, por una razón política. El poder de quienes en el pasado han


ordenado, promovido, coadyuvado, planeado, permitido u ocultado las
conductas punibles de competencia de la Corte Penal Internacional, también
les sirvió para impedir que se supiera la verdad o que se hiciera justicia. La
Corte Penal Internacional ha sido creada por un estatuto que cuenta dentro
de sus propósitos medulares evitar la impunidad de los detentadores
transitorios de poder o de los protegidos por ellos, hasta la más alta
jerarquía, y garantizar la efectividad de los derechos de las víctimas y
perjudicados a conocer la verdad, a obtener justicia y a recibir una
reparación justa por los daños que dichas conductas les han ocasionado, a fin
de que dichas conductas no se repitan en el futuro.

Cuarto, por una razón jurídica. El Estatuto de Roma representa la


cristalización de un proceso de reflexión, a cargo de juristas de diversas
tradiciones, perspectivas y orígenes, encaminado a ampliar el ámbito del
derecho internacional con la edificación de un régimen de responsabilidad
penal individual internacional respaldado por una estructura orgánica
institucionalmente capaz de administrar justicia a nivel mundial, respetando
la dignidad de cada nación pero sin depender de autorizaciones políticas
previas y actuando bajo la égida del principio de imparcialidad.

Es esta dimensión jurídica la que plantea las cuestiones de orden


constitucional que aborda la Corte en la presente sentencia, las cuales se
refieren a los elementos medulares de la Constitución puesto que conciernen
a la soberanía, a la estructura de poder y a las relaciones entre órganos, así
como a la garantía de los derechos.
Clarificados estos aspectos generales pasa la Corte a la revisión formal y
material de la Ley 742 de 2002 y del Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional. Para ello, primero examinará el trámite seguido para su
aprobación en el Congreso de la República y, posteriormente, analizará la
compatibilidad de la ley y el Estatuto con la Constitución. Para esta revisión
material del Estatuto se seguirá la siguiente metodología.

En primer lugar, se hará una breve descripción de la estructura del Estatuto


de Roma y de su contenido. Luego se procederá a efectuar un análisis
constitucional de cada una de las partes del tratado siguiendo el orden en él
establecido. Excepcionalmente, cuando la materia así lo exija, dicho análisis
recaerá simultáneamente sobre artículos que pertenecen a diferentes partes
del Estatuto y que guardan una estrecha relación de conexidad. En segundo
lugar, en cada parte, el análisis constitucional se efectuará a su vez en dos
etapas. La primera se refiere a las cuestiones generales abordadas en la parte
correspondiente y la segunda alude a las cuestiones especiales que requieren
un estudio detenido habida cuenta de que pareciera existir una contradicción
entre una norma del Estatuto y una disposición constitucional. Entonces,
además del examen general de cada una de las partes del Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional, la Corte se referirá en cada parte a
cuestiones especiales que presentan algún problema de constitucionalidad o
que hacen necesario un pronunciamiento sobre su alcance y debida
interpretación a la luz del derecho constitucional interno. Para el examen
constitucional de estas cuestiones especiales la Corte procederá a transcribir
el artículo respectivo del estatuto, a considerar su aporte, importancia o
función, a formular los problemas jurídicos que presenta y, finalmente, a
resolver sobre su compatibilidad con la Constitución.

3. Revisión formal

Esta Corte comparte el criterio del procurador General de la Nación en el


sentido de no presentar vicios de forma, por las siguientes razones.

3.1. Competencia del funcionario que suscribió el Convenio en revisión

El Tratado objeto de revisión, fue suscrito en nombre de la República de


Colombia por el Embajador Representante Permanente de Colombia ante la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), Alfonso Valdivieso
Sarmiento, de acuerdo con los poderes conferidos por el Presidente de la
República de Colombia y Refrendados por el Ministro de Relaciones
Exteriores, el día 3 de diciembre de 1998.

3.2. Aprobación Presidencial

El 7 de diciembre de 2001, el Presidente de la República aprobó y ordenó


someter a la consideración del Congreso de la República el Estatuto en
revisión, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 189, numeral 2, de
la Constitución. El decreto correspondiente fue suscrito también por el
Ministro de Relaciones Exteriores.121

3.3. Trámite de urgencia del Proyecto de Ley número 221 de 2002


(Senado) — 232 de 2002 (Cámara) y su conformidad con la
Constitución Política.

Se analizan a continuación cada una de las etapas del trámite:

3.3.1. La Viceministra de Relaciones Exteriores, Clemencia Forero Ucrós,


encarga de las funciones del Despacho del Ministro de Relaciones
Exteriores; el Ministro de Justicia y del Derecho, Rómulo González Trujillo
y el Ministro de Defensa Nacional, Gustavo Bell Lemus, en nombre del
Gobierno Nacional, presentaron el 19 de marzo de 2002 ante la Secretaría
General del Senado de la República, el proyecto de ley por medio del cual
se solicitaba aprobar el “El Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional”, hecho en Roma, el diecisiete (17) de julio de 1998.122 El
Proyecto de ley fue radicado el 19 de marzo de 2002, bajo el número 221 de
2002, y publicado en la Gaceta del Congreso N° 72, de abril 3 de 2002.
3.3.2. El 19 de marzo de 2002 el Presidente de la República, Andrés
Pastrana Arango, solicitó a los Presidentes de la Comisión Segunda y de la
Plenaria, tanto del Senado como de la Cámara de Representantes, que de
conformidad con los artículos 163 de la Constitución y 191 de la Ley 5ª de
1992, se le diera trámite de urgencia al proyecto de ley, y con este propósito,
se convocaron las sesiones conjuntas de las Comisiones Segundas de
Senado y Cámara.123

121
Ver expediente, folio 537.
122
Ver expediente, folios 490 a 502.
123
Ver expediente, folio 386.
3.3.3. Luego de ser autorizadas las Comisiones Segundas de ambas Cámaras
para sesionar conjuntamente,124 el 22 de abril de 2002 el Senador Jimmy
Chamorro Cruz, Presidente encargado de la Comisión Segunda, autorizó
que se repartiera la Ponencia para primer debate del Proyecto de Ley 221 de
2002, senado — 232 de 2002, Cámara, según lo dispuesto en el artículo 156
de la Ley 5ª de 1992.125 En el expediente reposa copia de la constancia de
que la ponencia fue repartida y recibida por cada uno de los senadores
miembros de la Comisión.126 El mismo 22 de abril, el Presidente de la
Comisión Segunda de la Cámara de Representantes, Jaime Puentes Cuellar,
autorizó dicho reparto, según certificación que reposa en el expediente, al
igual que del reparto de la ponencia y su recibo por cada uno de los
miembros de la Comisión.127

La Ponencia fue presentada por el Senador Jimmy Chamorro Cruz y los


Representantes Maria Eugenia Jaramillo H., Manuel Ramiro Velásquez A.,
Benjamín Higuita Rivera, Jaime Puentes Cuellar y publicada en la Gaceta
del Congreso número 129 de abril 23 de 2002.

3.3.4. El día veinticuatro (24) de abril de 2002, en sesión conjunta de las


Comisiones Segundas de Senado y Cámara, el Proyecto de Ley 221 de
2002, Senado - 232 de 2002, Cámara fue debatido y aprobado por
unanimidad de los nueve (9) Senadores presentes, en primer lugar, y por los
catorce (14) Representantes presentes, posteriormente, según consta en el
Acta de la sesión conjunta, suscrita por los Presidentes y Secretarios de
ambas Cámaras, y en la certificación de junio 17 de 2002, suscrita por el
Secretario de la Comisión Segunda del Senado, Felipe Ortiz Marulanda.128

Examinado el anterior procedimiento, encuentra la Corte, que se satisfacen


los requerimientos para la aprobación del proyecto en comisión, artículos
145, 157 y 160 de la Constitución.

3.3.5. El Proyecto de Ley 221 de 2002 Senado fue aprobado en segundo


debate con el lleno de los requisitos constitucionales, legales y
reglamentarios, mediante votación ordinaria y un quórum decisorio de 92
Senadores de 102 que integran la Plenaria de la Corporación, en la sesión
ordinaria correspondiente al día 14 de mayo de 2002, como consta en el acta
124
Ver expediente, folios 388 a 390.
125
Ver expediente, folio 304.
126
Ver expediente, folio 309.
127
Ver expediente, folios 306 y 307.
128
Ver expediente, folios 503 a 528 y 302 a 303, respectivamente.
31 de la fecha, y según lo certifica Luis Francisco Boada Gómez, Secretario
General del Senado de la República.129

3.3.6. El Proyecto de Ley 232 de 2002 Cámara fue aprobado en segundo


debate con el voto de 118 Representantes, en la sesión ordinaria
correspondiente al día 16 de mayo de 2002, como lo certifica Angelino
Lizcano Rivera, Secretario General de la Cámara de Representantes de la
República.130

3.4. Sanción Presidencial

Una vez enviado por la Cámara de Representantes el Proyecto de Ley 221


de 2002, Senado - 232 de 2002, Cámara, a la Secretaría General del Senado
de la República, éste lo remitió al Presidente de la República, quien lo
sancionó el día 5 de junio de 2002, como Ley 742 de 2002.

3.5. Remisión a la Corte Constitucional

La Presidencia de esta Corporación, recibió el texto de la Ley 742 de 2002,


junto con el Estatuto que ella aprueba, el doce (12) de junio de 2002, es
decir, dentro del lapso de los seis (6) días que señala el artículo 241,
numeral 10, de la Constitución. En el oficio remisorio, el Presidente de la
República solicita a la Corte Constitucional que estudie la posibilidad de
darle al correspondiente proceso de constitucionalidad el trámite de
urgencia.

3.6. Revisión preliminar de la ley aprobatoria

La Ley 742 de 2002, aprobatoria del Estatuto de Roma de la Corte Penal


Internacional, consta de 3 artículos. En el primero de ellos se aprueba el
tratado de conformidad con lo dispuesto en el artículo 150, numeral 16, de la
Constitución.

En el segundo se indica que de conformidad con lo dispuesto en el artículo


1° de la Ley 7ª de 1944, el estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional,
obligará al País a partir de la fecha en que se perfeccione el vínculo
internacional respecto del mismo. Este artículo sólo reitera que el estado
queda obligado desde el momento en que se perfecciona el vínculo, según el
129
Ver expediente, folio 111.
130
Ver expediente, folio 557.
derecho internacional y la Constitución; la norma para nada se ocupa de la
responsabilidad penal internacional individual.

Por último, el tercer artículo señala que la Ley rige a partir de la fecha de su
publicación. No encuentra la Corte vicio de constitucionalidad alguno en
tales normas. Éstas corresponden a la estructura de las leyes aprobatorias de
tratados y no incluyen disposiciones extrañas a dicha función.

En conclusión, tanto el tratado en revisión como la ley que lo aprueba, por


cumplir todos los trámites de carácter formal, son constitucionales, razón por
la que la Corte entrará a estudiar el aspecto material del Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional, confrontándolo con la totalidad de los
preceptos constitucionales.

4. Contenido material del Estatuto de Roma incorporado en la Ley


742 de 2002. Análisis relativo a la armonización y a la delimitación
de sus alcances

De conformidad con la metodología de análisis señalada por la Corte al final


de la sección 2 de esta sentencia, esta Corporación procede a interpretar el
contenido del Estatuto de Roma con el fin de armonizar el Acto Legislativo
2 de 2001 y el Estatuto de Roma por él autorizado con el resto de la
Constitución. Luego identificará los llamados “tratamientos diferentes”, con
el fin de delimitar el ámbito especial del Estatuto de Roma respecto del
régimen jurídico interno y precisará el ámbito de aplicación de tales
tratamientos a la materia regulada en dicho Estatuto. En el evento de que
tales tratamientos diferentes existan en materias sustanciales, declarará que
ellos han sido autorizados especialmente por el constituyente derivado en el
año 2001. En el evento contrario, la Corte no tendrá que subrayar que existe
“un tratamiento diferente” autorizado por el acto legislativo citado.

4.1. Resumen general del cuerpo del Estatuto

En este apartado se hará una exposición sinóptica del contenido del Estatuto
de Roma de la Corte Penal Internacional incorporado a la legislación
nacional mediante la Ley 742 de 2002 que ahora es objeto de control previo
por parte de la Corte Constitucional en los términos del numeral 10 del
artículo 241 de la Carta Política y del Acto legislativo 02 de 2001. Ha de
señalarse que sólo se hará una exposición general del contenido del Estatuto
dejando para cada una de las secciones subsiguientes el análisis detallado del
contenido de cada capítulo del Estatuto a la luz de la Constitución Política.

El Estatuto se inicia con un Preámbulo en el que los Estados Partes expresan


con claridad las consideraciones, motivos y fines que los han animado a
acordar la regulación que da vida a un organismo de derecho internacional,
“en interés de las generaciones presentes y futuras”, de tal forma que una
Corte Penal Internacional “de carácter permanente, independiente y
vinculada con el sistema de Naciones Unidas”, tenga la competencia para
investigar, juzgar y castigar “los crímenes más graves de trascendencia para
la comunidad internacional en su conjunto” y “que constituyen una amenaza
para la paz, la seguridad y el bienestar de la humanidad”. De esta manera,
los Estados firmantes del Estatuto reconocen que los “estrechos lazos” y el
“patrimonio común” que unen e identifican a diferentes culturas pueden
romperse en cualquier momento; tienen en cuenta que durante el presente
siglo millones de personas “han sido víctimas de atrocidades que desafían la
imaginación y conmueven profundamente la humanidad”; y deciden “poner
fin a la impunidad de los autores de esos crímenes” previniendo, por esta
vía, su futura comisión, sobre la base de un sistema de cooperación en donde
la Corte Penal Internacional será complementaria de las jurisdicciones
penales nacionales”.

El cuerpo normativo del Estatuto está compuesto por trece partes cuyo
contenido se puede resumir de la siguiente manera:

La primera parte se encarga del establecimiento de la Corte. En ella se


define la naturaleza de dicha institución internacional (artículo 1 del Estatuto
de Roma131); se establece la relación de la Corte con las Naciones Unidas
(artículo 2 ER); se fija su sede (artículo 3 ER); y se señalan su condición
jurídica y sus atribuciones (artículo 4 ER).

La segunda parte está dedicada a identificar la competencia, la


admisibilidad y el derecho aplicable por la Corte. Así, se enumeran los
cuatro tipos de crímenes que serán de competencia de dicho Tribunal
(artículo 5 ER); se definen los componentes básicos de cada uno de ellos
(artículos 6 a 8 ER); sus posibilidades de interpretación y reforma (artículos
9 y 10 ER); la competencia temporal de la Corte (artículo 11 ER) y el
ejercicio de la misma (artículo 12 ER). De otra parte, se establece la forma
de remisión de una situación que uno de los Estados Partes del Estatuto
131
En adelante, éste instrumento jurídico será identificado con la sigla ER.
estima debe ser conocida por la Corte (artículo 14 ER); aludiendo a las
atribuciones que se le reconocen al Fiscal en ese momento del proceso
(artículo 15 ER), y señalando, para el efecto, las condiciones de suspensión
de la investigación o enjuiciamiento (artículo 16 ER); las cuestiones de
admisibilidad de los asuntos remitidos por los Estados Partes o el Consejo de
Seguridad a la Corte (artículo 17 ER); el tipo de decisiones preliminares
relativas a la admisibilidad del asunto propuesto (artículo 18 ER); la
impugnación de la competencia de la Corte o de la admisibilidad de la causa
(artículo 19 ER); el reconocimiento del principio de cosa juzgada como
elemento definitorio de la competencia de la Corte (artículo 20 ER); y el
derecho aplicable en cada una de las actuaciones de dicha institución
(artículo 21 ER).

La tercera parte del Estatuto consagra los principios generales de derecho


penal que han de servir de referente en la acción de la Corte Internacional de
Justicia. Se reconocen, pues, los de nullum crimen sine lege (artículo 22
ER); nulla poena sine lege (artículo 23 ER); irretroactividad ratione
personae (artículo 24 ER); el principio de responsabilidad penal individual
(artículo 24 ER); la exclusión de menores de 18 años de la competencia de la
Corte (artículo 25 ER); el principio de igualdad en la aplicación del Estatuto
(artículo 27 ER); la responsabilidad de los jefes y otros superiores ante la
Corte por su participación en los delitos que le corresponde conocer (artículo
28 ER); la imprescriptibilidad de los crímenes de competencia de la Corte
(artículo 29 ER); el principio de intencionalidad (artículo 30 ER); la
circunstancias eximentes de la responsabilidad penal (artículo 31 ER); las
consecuencias del error de hecho o de derecho en el asunto que es objeto de
estudio por parte de la Corte (artículo 32 ER); y el alcance del cumplimiento
de las órdenes superiores y las disposiciones legales en la determinación de
la responsabilidad penal de un acusado (artículo 33 ER).

La cuarta parte, comprendida por los artículos 34 a 52 del Estatuto, se refiere


a la composición y administración de la Corte, identificando sus órganos (la
presidencia; las secciones de apelaciones, de primera instancia y de
cuestiones preliminares; la fiscalía y la secretaría); las calidades y
condiciones que han de reunir los magistrados y personas que los
conforman; el sistema de reposición de vacantes y las reglas generales de
funcionamiento logístico de cada uno de los cuatro órganos de la Corte,
señalando particularmente la independencia de los magistrados en el
desempeño de sus funciones (artículo 40 ER), y la atribución que se le
reconoce a la presidencia para aceptar las dispensas presentadas por alguno
de los magistrados (aplicando las reglas de procedimiento y prueba
pertinentes), o al cuerpo de los magistrados para decidir sobre las
recusaciones formuladas contra alguno de ellos (artículo 42 ER). En el
mismo apartado se dispone la forma de funcionamiento de la secretaría; la
conformación del personal de la Corte, su sistema de vinculación y
separación del cargo, apuntando, concretamente, las medidas disciplinarias
aplicables a las cabezas de cada uno de los órganos de la Corte y sus
privilegios e inmunidades entre otras disposiciones de naturaleza
específicamente funcional (v.g. sueldos, idiomas oficiales y reglamento de la
Corte).

La parte quinta del Estatuto trata sobre la investigación y el enjuiciamiento.


Allí se señala la forma de iniciar la investigación (artículo 53 ER); las
funciones y atribuciones del fiscal con respecto a las investigaciones
(artículo 54 ER); los derechos de las personas durante la investigación
(artículo 55 ER); las funciones y atribuciones de la Sala de Cuestiones
Preliminares (artículos 56 y 57 ER); la manera como han de cumplirse las
órdenes de detención y comparecencia dictada por esta Sala (artículo 58
ER); y el procedimiento específico de detención en el Estado de detención
(artículo 59 ER). Los artículos siguientes de esta parte están destinados a
especificar las primeras diligencias de la Corte, de las que se destaca la
confirmación de cargos antes del juicio (artículo 61ER).

La parte sexta está dedicada al juicio. Señala tanto su lugar físico (artículo
62 ER), como la necesidad de la presencia del acusado en el juicio (artículo
63 ER). Además, el Estatuto especifica con precisión las funciones y
atribuciones de la Sala de Primera Instancia (artículo 64 ER); el
procedimiento en caso de declaración de culpabilidad (artículo 65 ER); y
resalta la íntima relación de este proceso con el principio de presunción de
inocencia (artículo 66 ER), que se traduce, ineludiblemente, en el
reconocimiento de derechos al acusado (artículo 67 ER). Ahora bien, dentro
del conjunto de garantías expresamente reconocidas durante la etapa de
juicio, además de las ya señaladas, se destacan la protección de las víctimas
y testigos, y su participación en las actuaciones de la Corte (artículo 68 ER);
y las reglas relativas a la práctica de las pruebas (artículo 69 ER), la
protección de la información que afecte la seguridad nacional (artículo 72
ER) y, la información y documentos de terceros (artículo 73 ER).

Establecido el iter procesal que ha de recorrerse en la etapa del juicio se


señalan, finalmente, los requisitos para el fallo (artículo 74 ER); la
reparación de las víctimas (artículo 75 ER); y las características específicas
de un fallo condenatorio (artículo 76 ER). En este apartado del Estatuto
también se hace referencia a la existencia de delitos contra la administración
de justicia en los que se puede incurrir, siempre y cuando se cometan
intencionalmente (artículo 70 ER); y a las sanciones por faltas de conducta
en la Corte (artículo 71ER).

La séptima parte trata lo referente a las penas en los artículos 77 a 80, las
define y alude a su imposición y a la forma de cumplimiento por parte de
los Estados Partes y sus respectivas legislaciones nacionales.

A la apelación y a la revisión está dedicada la parte octava. Se indica aquí la


posibilidad de apelación del fallo absolutorio o condenatorio o de la pena
distinguiendo las personas que pueden hacerlo y las razones que pueden ser
invocadas para el efecto (artículo 81 ER); la forma de apelación de otras
decisiones (artículo 82 ER); el procedimiento de apelación (artículo 83 ER);
el mecanismo de revisión del fallo condenatorio o de la pena (artículo 84
ER); y la eventual indemnización del detenido o condenado cuando tales
hechos hayan sido el resultado de una actuación ilegal.

La parte novena toca los asuntos relativos a la cooperación internacional y


la asistencia judicial a partir de una obligación general de cooperar que se
predica de los Estados Partes y que se rige por unas disposiciones generales,
y por unos procedimientos aplicables en el derecho interno consagrados en
los artículos 87 y 88 del Estatuto. Esta parte aborda fundamentalmente tres
materias. La primera hace alusión a la entrega de personas a la Corte
(artículo 89 ER) que supone la existencia de una solicitud de detención y
entrega (artículo 91 ER); y la resolución de problemas que puede generar la
existencia de solicitudes concurrentes de extradición y entrega (artículo 90
ER). Al respecto, se regula la detención provisional hasta que se presente la
solicitud de entrega (artículo 92 ER). La segunda se refiere a otras formas de
cooperación, como las solicitudes de asistencia para los fines enumerados y
no prohibidos por la legislación del Estado requerido, cuya forma de
operación está prevista en los artículos 93 y 96 a 99 y cuya posibilidad de
aplazamiento de la ejecución se regula en los artículos 94 y 95. Finalmente,
esta parte termina con una serie de disposiciones que tienen por objeto hacer
posible material y jurídicamente el procedimiento de solicitud y entrega de
personas a la Corte fijando la manera de responder por los gastos de dicho
procedimiento (artículo 100 ER); así como con la enunciación del principio
de especialidad en la materia, de tal forma que la persona que se pone a
disposición de la Corte no puede ser procesada, castigada o detenida por una
conducta anterior a su entrega, “a menos que esta constituya la base del
delito por el cual haya sido entregada” (artículo 101 ER).

La parte décima se refiere a la ejecución de la pena. Define la función de los


Estados al respecto (artículo 103 ER), la cual se desarrolla luego
detalladamente en los artículos 104 a 109 en los que se prevé la forma de
ejecución de las distintas sanciones, el examen de la reducción de las
mismas (artículo 110 ER) y lo que habrá de hacerse en caso de evasión de un
condenado (artículo 111 ER).

De la asamblea de los Estados Partes se encarga la parte undécima del


Estatuto estableciendo sus atribuciones específicas, sus órganos subsidiarios,
el régimen de sus sesiones, el quórum decisorio, y el ejercicio del derecho al
voto, así como los idiomas oficiales y de trabajo (artículo 112 ER).

La parte décimo segunda está consagrada a la forma de financiación de la


Corte. Esboza en los artículos 113 a 118, entre otras cosas, la necesidad de
un reglamento financiero, el pago de gastos, la existencia de contribuciones
voluntarias, la composición de los fondos de la Corte y la comprobación
anual de cuentas.

Finalmente, la parte décimo tercera se ocupa de la fijación de las


disposiciones finales que tienen que ver con la solución de controversias que
surjan en ejercicio de las funciones judiciales desarrolladas por la Corte
(artículo 119 ER); la prohibición de presentar reservas al Estatuto (artículo
120 ER); el régimen de enmiendas (artículos 121 y 122 ER); la posibilidad
de revisar el Estatuto (7 años después de su entrada en vigor en los términos
del artículo 123 ER); las disposiciones de transición y la firma, certificación,
aceptación, aprobación o adhesión del Estatuto (artículo 125 ER); el
momento de entrada en vigor (artículo 126 ER); y su denuncia (artículo 127
ER).

Como se advirtió, los siguientes apartados de esta sentencia estarán


dedicados al estudio detallado del contenido e implicaciones del Estatuto de
la Corte Penal Internacional en el marco del Ordenamiento Superior
establecido por la Constitución Política.

4.2. Preámbulo
Como ya se anotó, el Preámbulo del Estatuto expresa con claridad las
consideraciones, motivos y fines que animaron a los Estados a acordar la
regulación que da vida a un organismo de derecho internacional, “en interés
de las generaciones presentes y futuras”, de tal forma que una Corte Penal
Internacional “de carácter permanente, independiente y vinculada con el
sistema de Naciones Unidas”, tenga la competencia para investigar, juzgar y
castigar “los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad
internacional en su conjunto” y “que constituyen una amenaza para la paz, la
seguridad y el bienestar de la humanidad”. También resalta que dicho
organismo tendrá una jurisdicción “de carácter permanente, independiente y
vinculada con el sistema de las Naciones Unidas”.

Aun cuando la jurisprudencia y la doctrina internacionales consideran que el


Preámbulo de un tratado carece de fuerza jurídica vinculante, su texto
constituye un conjunto de criterios para la interpretación del mismo.132

Los fines enunciados en el Preámbulo del tratado desarrollan principios de la


Carta, como quiera que la efectividad de “los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución”, se satisface cuando se desarrollan
instrumentos eficaces para la lucha contra la impunidad, se garantiza el
acceso a la justicia y se “asegura la convivencia pacífica y la vigencia de un
orden justo” (artículo 2, CP). Los fines que orientarán el ejercicio de las
funciones de la Corte Penal Internacional, reafirman la inviolabilidad del
derecho a la vida (artículo 11, CP), garantizan la igualdad de las personas
(artículo 13) y confirman el rechazo a la tortura, a la desaparición forzada
(artículo 12, CP), a la esclavitud, a la servidumbre y a la trata de seres
humanos en todas sus formas (artículo 17). Encuentra esta Corte, por lo
tanto, que el Estatuto de Roma está inspirado en valores que no difieren de
aquellos que orientan nuestro ordenamiento constitucional, y representa una
cristalización del consenso internacional en torno al deber de protección de
los seres humanos como un compromiso compartido por la comunidad de
Estados. Precisamente, es este uno de los fines del Estado colombiano,
según el inciso 2 del artículo 2 de la Constitución.

132
En este sentido, la Corte Internacional de Justicia expresó que: “El preámbulo de la Carta de las
Naciones Unidas constituye la base moral y política de las disposiciones jurídicas que están enunciadas
después. Tales consideraciones, sin embargo, no son en sí mismas reglas jurídicas.” CIJ, Sentencia de 18 de
julio de 1966, Asunto del Sudoeste Africano.
4.3. Parte I: Del Establecimiento de la Corte Penal Internacional como
órgano vinculado a las Naciones Unidas y de carácter complementario

.1. 4.3.1. Cuestiones Generales

Los artículos 1 a 4 del Estatuto se refieren al establecimiento de la Corte


Penal Internacional como organización de carácter permanente, de
competencia complementaria de los sistemas penales nacionales y con
jurisdicción sobre individuos, respecto de los crímenes más graves de
trascendencia internacional (Artículo 1, ER). Igualmente, describe de
manera general su relación con el sistema de Naciones Unidas, como
organismo vinculado a éste por un acuerdo que deberán aprobar los Estados
Partes en Asamblea (Artículo 2, ER); señala además que su sede estará en La
Haya (Artículo 3, ER) y define su condición jurídica y sus atribuciones
como persona jurídica de derecho internacional (artículo 4, ER).

De la personalidad jurídica y atribuciones de la Corte Penal Internacional,


enunciadas en el artículo 4, se derivan al menos dos consecuencias
importantes para ella:133 1) el poder para celebrar tratados; 134 y 2) el ser
sujeto de responsabilidad internacional.135 Estas dos características le darán a
la Corte la posibilidad, entre otras, de concertar acuerdos de cooperación con
los Estados o con otras organizaciones internacionales que faciliten sus
133
Ver, Sascha Rolf Lüder. The Legal Nature of the International Criminal Court and the Emergence of
Supranational Elements in International Criminal Justice. En Revista Internacional de la Cruz Roja, Marzo
2002, Volumen 84, No. 845, páginas 79 y ss.
134
Este poder para celebrar tratados es desarrollado en varios artículos del Estatuto: en el artículo 2 que se
refiere a la celebración de un acuerdo que defina la relación entre la Corte Penal Internacional y la
Organización de Naciones Unidas; el artículo 3, donde se menciona que la Corte celebrará un acuerdo con
los Países Bajos, como sede de la Corte; el artículo 87, que señalan que la Corte podrá celebrar tratados con
los Estados Partes para facilitar la cooperación internacional y la asistencia legal. Según la Convención de
Viena de 1969, aprobada como legislación interna por la Ley 32 de 1985, dicho poder está sometido al
derecho de los tratados: “La presente Convención se aplicará a todo tratado que sea un instrumento
constitutivo de una organización internacional y a todo tratado adoptado en el ámbito de una organización
internacional, sin perjuicio de cualquier norma pertinente de la organización.” Igualmente, dicho poder para
celebrar tratados estará regido por la Convención de Viena de 1986 sobre el derecho de los tratados entre
Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones, aprobada como legislación interna por la
Ley 406 de 1997.
135
En la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia, de 11 de abril de 1949, sobre el Asunto
de los daños sufridos al servicio de las Naciones Unidas, dijo la Corte lo siguiente en materia de los
poderes implícitos de la Organización de Naciones Unidas: “ En opinión de la Corte, la Organización
estaba destinada a ejercer funciones y a gozar de derechos [...] que no pueden explicarse más que si la
organización posee en amplia medida personalidad internacional y la capacidad de donar en el plano
internacional [..]. Se debe admitir que sus miembros, al asignarle ciertas funciones, con los deberes y
responsabilidades que les acompañan, la han revestido de la competencia necesaria para permitirle cumplir
efectivamente estas funciones”.
labores y de gozar de derechos, así como de adquirir obligaciones para el
cumplimiento de sus funciones. Estas dos características, además, le
confieren la independencia necesaria para el logro de sus fines de lucha
contra la impunidad y de garantía de los derechos humanos y del derecho
internacional humanitario. Ello resalta que las relaciones de Colombia con la
Corte Penal Internacional se basan en la expresión soberana del
consentimiento del Estado para obligarse, así como en principios de derecho
internacional tales como el de la buena fe en el cumplimiento de los
compromisos adquiridos y de cooperación internacional, aceptados por
nuestro país (artículo 9 CP).

La posibilidad de que Colombia se convierta en miembro de un organismo


internacional mediante la ratificación del tratado constitutivo del mismo, es
desarrollo de lo previsto en nuestro ordenamiento constitucional, pues de
conformidad con el artículo 9 Superior, “las relaciones exteriores del Estado
se fundamentan en la soberanía nacional (...) y en el reconocimiento de los
principios del derecho internacional aceptados por Colombia”, dentro de los
cuales se encuentran el principio de pacta sunt servanda.136

De conformidad con este principio, un Estado sólo se vincula


internacionalmente cuando expresa su consentimiento en obligarse para
determinados fines, como en este caso, para constituirse en Parte de un
organismo internacional creado mediante tratado y, como consecuencia de
ello, se compromete de buena fe a cumplir las obligaciones que surgen de
dicho tratado. La expresión de ese consentimiento reitera el carácter
soberano de Colombia como Estado y su capacidad para adquirir
obligaciones en el ámbito internacional. En el ejercicio de tal facultad, el
Estado puede, autónomamente, aceptar limitaciones al ejercicio de su
soberanía, y como lo autorizan los artículos 226 y 227 de la Constitución,
llegar incluso hasta a ceder competencias propias que podrán ser ejercidas
por organismos supranacionales.137 El Estatuto no llega a tanto ya que no
supone que el Estado ceda competencias pero, para proteger los derechos, sí
limita el ejercicio de algunas de ellas, como se verá posteriormente.

136
Artículo27, Convención de Viena de 1969, ratificada por Colombia y aprobada como legislación interna
mediante la Ley 32 de 1985.
137
Ver, por ejemplo, las sentencias: C-331/96, MP: Eduardo Cifuentes Muñoz, donde la Corte analizó la
constitucionalidad del “Convenio Constitutivo de la Asociación de los Estados del Caribe”, suscrito en
Cartagena de Indias, el 24 de julio de 1994 y de su ley aprobatoria (Ley 216 de 1995); C-231/97, MP:
Eduardo Cifuentes Muñoz, en la que la Corte declaró la constitucionalidad la Ley 323 de 1996 , aprobatoria
del Protocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena),
suscrito en Trujillo, Perú, el 10 de marzo de 1996.
No obstante, dos puntos de particular importancia sobresalen en esta Parte.
Ellos guardan relación estrecha con artículos de la Parte II del Estatuto y por
lo cual se hará una revisión integral de las normas pertinentes de ambas
Partes del Estatuto. El primero de los puntos se refiere al carácter
complementario de la competencia de la Corte Penal Internacional (Artículo
1, ER). El segundo versa sobre las relaciones que tendrá la Corte Penal
Internacional con el sistema de Naciones Unidas (Artículo 2, ER). Por la
trascendencia de estas dos cuestiones, procede la Corte a hacer un análisis
detallado de ellas.

.2. 4.3.2. Cuestiones Especiales

.2.1. 4.3.2.1. La competencia complementaria de la Corte Penal


Internacional

El artículo 1 del Estatuto de Roma, dice de manera general que la


competencia de la Corte Penal Internacional tiene carácter complementario
de las jurisdicciones penales nacionales. El alcance de este principio
orientador de la Corte, es posteriormente desarrollado en los artículos 17 y
19, Parte II del Estatuto de Roma, y también por el artículo 20, que regula el
principio de la cosa juzgada. Con el fin de facilitar la comprensión de ese
principio, así como de sus implicaciones, por razones metodológicas, el
análisis de estas cuatro disposiciones se hará de manera conjunta. Aun
cuando otras disposiciones del Estatuto de Roma también guardan relación
con el principio de complementariedad, tal como el inicio de investigaciones
de oficio por parte del Fiscal, regulado por los artículos 13, 14 y 15, estos
artículos serán examinados en el acápite de esta sentencia correspondiente a
la Parte II.

Los artículos 1, 17, 19 y 20 del Estatuto de Roma se transcriben a


continuación y se resaltan algunos apartes particularmente importantes:

Artículo 1. La Corte.

(...) La Corte (...) tendrá carácter complementario de las


jurisdicciones penales nacionales. La competencia y el
funcionamiento de la Corte se regirán por las disposiciones del
presente Estatuto.

Artículo 17. Cuestiones de admisibilidad


1. La Corte teniendo en cuenta el décimo párrafo del preámbulo y
el artículo 1, resolverá la inadmisibilidad de un asunto cuando:
a) El asunto sea objeto de una investigación o enjuiciamiento por
un Estado que tenga jurisdicción sobre él salvo que éste no esté
dispuesto a llevar a cabo la investigación o el enjuiciamiento o no
pueda realmente hacerlo;
b) El asunto haya sido objeto de investigación por un Estado que
tenga jurisdicción sobre él y éste haya decidido no incoar acción
penal contra la persona de que se trate, salvo que la decisión haya
obedecido a que no esté dispuesto a llevar a cabo el
enjuiciamiento o no pueda realmente hacerlo;
c) La persona de que se trate haya sido ya enjuiciada por la
conducta a que se refiere la denuncia, y la Corte no pueda
adelantar el juicio con arreglo a lo dispuesto en el párrafo 3 del
artículo 20;
d) El asunto no sea de gravedad suficiente para justificar la
adopción de otras medidas por la Corte.
2. A fin de determinar si hay o no disposición a actuar en un
asunto determinado, la Corte examinará, teniendo en cuenta los
principios de un proceso con las debidas garantías reconocidos
por el derecho internacional, si se da una o varias de las siguientes
circunstancias, según el caso:
a) Que el juicio ya haya estado o esté en marcha o que la decisión
nacional haya sido adoptada con el propósito de sustraer a la
persona de que se trate de su responsabilidad penal por crímenes
de la competencia de la Corte, según lo dispuesto en el artículo 5;

b) Que haya habido una demora injustificada en el juicio que,


dadas las circunstancias, sea incompatible con la intención de
hacer comparecer a la persona de que se trate ante la justicia;
c) Que el proceso no haya sido o no esté siendo sustanciado de
manera independiente o imparcial y haya sido o esté siendo
sustanciado de forma en que, dadas las circunstancias, sea
incompatible con la intención de hacer comparecer a la persona de
que se trate ante la justicia.
3. A fin de determinar la incapacidad para investigar o enjuiciar
en un asunto determinado, la Corte examinará si el Estado, debido
al colapso total o sustancial de su administración nacional de
justicia o al hecho de que carece de ella, no puede hacer
comparecer al acusado, no dispone de las pruebas y los
testimonios necesarios o no está por otras razones en condiciones
de llevar a cabo el juicio.

Artículo 19. Impugnación de la competencia de la Corte o de la


admisibilidad de la causa

1. La Corte se cerciorará de ser competente en todas las causas


que le sean sometidas. La Corte podrá determinar de oficio la
admisibilidad de una causa de conformidad con el artículo 17.
2. Podrán impugnar la admisibilidad de la causa, por uno de los
motivos mencionados en el artículo 17, o impugnar la
competencia de la Corte:
a) El acusado o la persona contra la cual se haya dictado una
orden de detención o una orden de comparecencia con arreglo al
artículo 58;
b) Un Estado que tenga jurisdicción en la causa porque está
investigándola o enjuiciándola o lo ha hecho antes; o
c) Un Estado cuya aceptación se requiera de conformidad con el
artículo 12.
3. El Fiscal podrá pedir a la Corte que se pronuncie sobre una
cuestión de competencia o de admisibilidad. En las actuaciones
relativas a la competencia o la admisibilidad, podrán presentar
asimismo observaciones a la Corte quienes hayan remitido la
situación de conformidad con el artículo 13 y las víctimas.
4. La admisibilidad de una causa o la competencia de la Corte
sólo podrán ser impugnadas una sola vez por cualquiera de las
personas o los Estados a que se hace referencia en el párrafo 2. La
impugnación se hará antes del juicio o a su inicio. En
circunstancias excepcionales, la Corte podrá autorizar que la
impugnación se haga más de una vez o en una fase ulterior del
juicio. Las impugnaciones a la admisibilidad de una causa hechas
al inicio del juicio, o posteriormente con la autorización de la
Corte, sólo podrán fundarse en el párrafo 1 c) del artículo 17.
5. El Estado a que se hace referencia en los apartados b) y c) del
párrafo 2 del presente artículo hará la impugnación lo antes
posible.
6. Antes de la confirmación de los cargos, la impugnación de la
admisibilidad de una causa o de la competencia de la Corte será
asignada a la Sala de Cuestiones Preliminares. Después de
confirmados los cargos, será asignada a la Sala de Primera
Instancia. Las decisiones relativas a la competencia o la
admisibilidad podrán ser recurridas ante la Sala de Apelaciones de
conformidad con el artículo 82.
7. Si la impugnación es hecha por el Estado a que se hace
referencia en los apartados b) o c) del párrafo 2, el Fiscal
suspenderá la investigación hasta que la Corte resuelva de
conformidad con el artículo 17.
8. Hasta antes de que la Corte se pronuncie, el Fiscal podrá
pedirle autorización para:
a) Practicar las indagaciones necesarias de la índole mencionada
en el párrafo 6 del artículo 18;
b) Tomar declaración a un testigo o recibir su testimonio, o
completar la recolección y el examen de las pruebas que hubiere
iniciado antes de la impugnación; y
c) Impedir, en cooperación con los Estados que corresponda, que
eludan la acción de la justicia personas respecto de las cuales el
Fiscal haya pedido ya una orden de detención en virtud del
artículo 58.
9. La impugnación no afectará a la validez de ningún acto
realizado por el Fiscal, ni de ninguna orden o mandamiento
dictado por la Corte, antes de ella.
10.Si la Corte hubiere declarado inadmisible una causa de
conformidad con el artículo 17, el Fiscal podrá pedir que se revise
esa decisión cuando se haya cerciorado cabalmente de que han
aparecido nuevos hechos que invalidan los motivos por los cuales
la causa había sido considerada inadmisible de conformidad con
dicho artículo.
11.El Fiscal, si habida cuenta de las cuestiones a que se refiere el
artículo 17 suspende una investigación, podrá pedir que el Estado
de que se trate ponga a su disposición información sobre las
actuaciones. A petición de ese Estado, dicha información será
confidencial. El Fiscal, si decide posteriormente abrir una
investigación, notificará su decisión al Estado cuyas actuaciones
hayan dado origen a la suspensión.

Artículo 20. Cosa juzgada

1. Salvo que en el presente Estatuto se disponga otra cosa, nadie


será procesado por la Corte en razón de conductas constitutivas de
crímenes por los cuales ya hubiere sido condenado o absuelto por
la Corte.
2. Nadie será procesado por otro tribunal en razón de uno de los
crímenes mencionados en el artículo 5 por el cual la Corte ya le
hubiere condenado o absuelto.
3. La Corte no procesará a nadie que haya sido procesado por otro
tribunal en razón de hechos también prohibidos en virtud de los
artículos 6, 7 u 8 a menos que el proceso en el otro tribunal:
a) Obedeciera al propósito de sustraer al acusado de su
responsabilidad penal por crímenes de la competencia de la Corte;
o
b) No hubiere sido instruido en forma independiente o imparcial
de conformidad con las debidas garantías procesales reconocidas
por el derecho internacional o lo hubiere sido de alguna manera
que, en las circunstancias del caso, fuere incompatible con la
intención de someter a la persona a la acción de la justicia.

Las disposiciones citadas, regulan las condiciones bajo las cuales se


desarrollará la relación entre las jurisdicciones penales nacionales y el
ejercicio de la competencia de la Corte Penal Internacional. Como principio
general, el Estatuto de Roma establece que son los Estados quienes deberán
ejercer en primer lugar sus competencias penales contra quienes puedan ser
responsables de la realización de las conductas descritas en los artículos 5 a
8 del Estatuto y se encuentren en su territorio. Sin embargo, cuando un
Estado Parte del Estatuto se niegue (indisposición) o no pueda (incapacidad)
investigar o enjuiciar a estas personas, la Corte Penal Internacional puede
hacerlo. Por eso, se entiende que la Corte Penal Internacional es
complementaria de las jurisdicciones penales nacionales.

Si bien la competencia de la Corte Penal Internacional no priva a los Estados


de su potestad de investigación y juzgamiento de tales crímenes, y el mismo
Estatuto establece mecanismos de control a las decisiones que puedan
adoptar la Corte o el Fiscal para el ejercicio de sus funciones (Artículos 18 y
19 ER), el ejercicio de tales competencias parece establecer una limitación al
ejercicio soberano de la jurisdicción penal de los Estados. Pasa esta
Corporación a estudiar dicha cuestión. En primer lugar, examinará las
diferencia entre competencia y admisibilidad que trae el Estatuto de Roma.
Luego analizará las limitaciones que implica el ejercicio de la jurisdicción de
la Corte Penal Internacional en relación con la soberanía de los Estados y
determinará el alcance de esa limitación. En tercer lugar, analizará tres
aspectos claves del ejercicio de la competencia complementaria de la Corte:
los criterios de indisponibilidad e incapacidad previstos en el artículo 17, su
regulación cuando el Fiscal es quien decide iniciar la investigación (artículo
18 ER), y las excepciones al fenómeno de la cosa juzgada (artículo 20 ER).
Finalmente, dado el impacto que podría tener el ejercicio de la competencia
de la Corte Penal Internacional en los procesos de paz en Colombia, la Corte
examinará el efecto de este principio sobre las amnistías, los indultos y los
perdones judiciales.

.1.1.. 4.3.2.1.1. La diferencia entre competencia y admisibilidad

En este punto es importante resaltar las diferencias entre los conceptos


competencia y admisibilidad, que se emplean en el Estatuto de Roma, como
quiera que la distinción entre éstos fue desarrollada para garantizar la
soberanía de los Estados y asegurar que la Corte Penal Internacional no
suplante o sustituya a las jurisdicciones nacionales.

El término competencia se refiere a la delimitación del ámbito de ejercicio


de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. Dicho ámbito es definido
con base en varios criterios tales como los crímenes de los cuales puede
conocer la Corte Penal Internacional (ratione materiae), el momento de
comisión de las conductas a partir del cual puede conocer de ellas (ratione
temporis), el lugar de ocurrencia de los hechos que determina si la Corte
puede o no ejercer sus funciones (ratione loci) y la nacionalidad de las
personas que están sujetas a su jurisdicción (ratione personae).

La competencia ratione materiae de la Corte Penal Internacional se refiere a


los crímenes que pueden ser investigados y juzgados por ésta: el genocidio,
los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de
agresión, regulados por los artículo 5 a 8 del Estatuto de Roma, cuyo análisis
se hará en el acápite 4.4.1. de esta sentencia. La competencia ratione
temporis se encuentra regulada por los artículos 11, 12 (3) y 24 del Estatuto
de Roma y establece que la Corte Penal Internacional no podrá ejercer su
jurisdicción sobre crímenes cometidos antes de la entrada en vigor del
Estatuto, que serán estudiados en la sección 4.3.2.1.3. de esta sentencia.

La competencia ratione loci, la regula el Estatuto de Roma en el artículo 4.2,


al señalar que la jurisdicción de la Corte se ejercerá “en el territorio de
cualquier Estado Parte” independientemente de la nacionalidad de la persona
sindicada de realizar alguno de los crímenes mencionados o la de las
víctimas, que se encuentre en el territorio de cualquier Estado Parte, o en el
territorio de un Estado no Parte que la acepte mediante “acuerdo especial” o
en el territorio de un Estado designado por el Consejo de Seguridad (artículo
13 b) ER). La competencia ratione personae, resulta relevante para el caso
de nacionales de un Estado no Parte que se encuentren en el territorio ese
Estado y que acepte, ad hoc, la jurisdicción de la Corte Penal Internacional
de conformidad con el artículo 12.2 del Estatuto de Roma.

Por su parte, el término admisibilidad se refiere a una cuestión distinta, v.gr.


si la Corte Penal Internacional a pesar de ser competente no puede admitir el
caso. Mientras que el cumplimiento de las condiciones de competencia es
imperativo, la decisión sobre la admisibilidad de un caso es facultativa. Así,
la Corte Penal Internacional puede tener competencia sobre una “situación”
porque se dan las condiciones de materia, tiempo, lugar y nacionalidad
mencionadas, pero declarar que el “caso” concreto es inadmisible ante ella,
por cuanto está siendo conocido por una jurisdicción penal nacional que
tiene primacía, o por cualquiera de las otras razones señaladas en el
Estatuto.138 De esta manera se busca asegurar que la competencia de la Corte
Internacional sea respetuosa del ejercicio efectivo de la soberanía de un
Estado. No obstante, la jurisdicción de la Corte Penal Internacional conlleva
una limitación de la soberanía de los Estados. Por eso, antes de entrar a
analizar en detalle la regulación del principio de complementariedad, esta
Corte se referirá al tema de la soberanía.

.1.2.. 4.3.2.1.2. La aceptación de limitaciones al principio de


soberanía para el cumplimiento de los fines de la lucha contra la impunidad
y la efectividad de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario, son compatibles con la Carta Política
138
Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit. Página 55.
El contenido y los límites del principio de soberanía han ido evolucionando
a la par del desarrollo de las relaciones internacionales y de las necesidades
de la comunidad internacional y han llevado a una redefinición del concepto
original de soberanía absoluta, sin que ello implique menoscabo de este
principio fundamental del derecho internacional. No obstante esta evolución,
el principio de la soberanía continúa siendo un pilar del derecho
internacional.

Como resultado de la creciente interacción e interdependencia entre Estados


y de la constatación de desafíos globales que interesan a toda la humanidad,
surgieron límites a la concepción absoluta de soberanía, justificados por la
necesidad de preservar la coexistencia pacífica entre sujetos iguales de
derecho internacional, así como el reconocimiento de otros límites
adicionales a la soberanía, fundados en la necesidad de respetar valores
protegidos por el derecho internacional y asociados a la dignidad del ser
humano, a la paz mundial, a la democracia y a la conservación de la especie
humana.

A pesar de esa evolución, se mantienen constantes tres elementos de la


soberanía: (i) el entendimiento de la soberanía como independencia, 139 en
especial frente a Estados con pretensiones hegemónicas; (ii) la aceptación de
que adquirir obligaciones internacionales no compromete la soberanía, 140 así
como el reconocimiento de que no se puede invocar la soberanía para
retractarse de obligaciones válidamente adquiridas;141 y (iii) la reafirmación
del principio de inmediación según el cual el ejercicio de la soberanía del
Estado está sometido, sin intermediación del poder de otro Estado, al
derecho internacional.142
Así entendida, la soberanía en sentido jurídico confiere derechos y
obligaciones a los Estados, quienes gozan de autonomía e independencia
139
Corte Permanente de Arbitraje, Caso de la Isla Palmas, 1928, Estados Unidos y Países Bajos, publicado
en Reports of International Arbitral Awards, Vol. 2, p. 829. En este caso se dijo que la soberanía en las
relaciones internacionales debía entenderse como independencia para ejercer sobre un determinado
territorio y habitantes las funciones de un Estado.
140
Corte Permanente Internacional de Justicia, 1923, Caso Wimbledon, World Court Reports, Serie A, No.
I.
141
Sentencia Arbitral, Cámara de Comercio Internacional, 30 de abril de 1982, Caso Framatome contra
Atomic Energy Organisation, J.D.I., 1984, p. 58 y ss.
142
Ver entre otros Nguyen Quoc Dinh, Droit International Public, Librairie Générale de Droit et de
Jurisprudence, París 1994, p.410. Brownlie, Ian. Principles of Public International Law. Fourth Edition.
Clarendon Press. 1990, p. 107 y ss. Verdross, Alfred. Derecho Internacional Público. Biblioteca Jurídica
Aguilar. 1982, p. 174 y ss. Henkin, Louis. International Law. Cases and Materials. Third Edition. West
Publishing Co. St. Paul, Minneapolis, 1993, p. 13 y ss.
para la regulación de sus asuntos internos,143 y pueden aceptar libremente,
sin imposiciones foráneas, en su condición de sujetos iguales de la
comunidad internacional, obligaciones orientadas a la convivencia pacífica y
al fortalecimiento de relaciones de cooperación y ayuda mutua. 144 En
ocasiones ello puede requerir la aceptación de la competencia de organismos
internacionales sobre algunos asuntos de competencia nacional, o la cesión
de algunas competencias nacionales a instancias supranacionales. De
conformidad con la jurisprudencia de esta Corte, tal posibilidad es
compatible con nuestro ordenamiento constitucional,145 siempre que tal
limitación a la soberanía no suponga una cesión total de las competencias
nacionales.

Según lo que establece el Estatuto de Roma, la soberanía de los Estados es


limitada de varias formas. En primer lugar, porque es la Corte Penal
Internacional –y no cada Estado Parte– quien decide cuándo un Estado no
está dispuesto o no ha sido capaz de ejercer su jurisdicción. En segundo
lugar, porque el análisis de la existencia de una causal de incapacidad o de
indisposición de un Estado, supone que la Corte examinará las condiciones
bajo las cuales el Estado ha ejercido o ejerce su jurisdicción. En tercer lugar,
porque el ejercicio de las competencias soberanas de los Estados para definir
las sanciones y procedimientos penales de graves violaciones a los derechos
humanos tales como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad o los
crímenes de guerra, deberá hacerse de tal forma que resulte compatible con
el derecho internacional de los derechos humanos, el derecho internacional
humanitario y con los fines de lucha contra la impunidad que resalta el
Estatuto de Roma. En cuarto lugar, porque cuando la Corte Penal
143
Reportes de la Corte Internacional de Justicia, 1986, Caso relativo a las actividades militares y
paramilitares en y contra Nicaragua, Nicaragua vs Estados Unidos de América, Fallo del 27 de junio de
1986, párrafos 202 a 209. La Corte definió como asuntos internos aquellos frente a los cuales el Estado
goza de autonomía para decidir sin injerencia externa, tales como su organización política, económica,
social, cultural y jurídica, así como la definición de su política internacional.
144
Reportes de la Corte Internacional de Justicia, 1.949. Caso Estrecho de Corfú, Reino Unido vs. Albania
145
Ver, por ejemplo, las sentencias: C-088/93, MP: Ciro Angarita Barón, que declaró la constitucionalidad
de la Ley 11 de 1992, mediante la cual se incorporó al ordenamiento interno el Protocolos I Adicional a los
Convenios de Ginebra de 1949; C-225/95, MP: Alejandro Martínez Caballero, que declaró ajustada a
nuestra Carta el Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, incorporada a nuestro
ordenamiento mediante la Ley 171 de 1994; C-331/96, MP: Eduardo Cifuentes Muñoz, que declaró la
constitucionalidad de la Ley 216 de 1995, mediante la cual se aprobaba el Convenio Constitutivo de la
Asociación de Estados del Caribe; C-231/97, MP: Eduardo Cifuentes Muñoz, que declaró la
constitucionalidad de la Ley 323 de 1996 “Por medio de la cual se aprueba el ‘Protocolo modificatorio del
Acuerdo de Integración Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena), suscrito en Trujillo, Perú, el 10 de
marzo de 1996"; C-137/95, MP: Jorge Arango Mejía, que declaró la constitutionalidad de la Ley 170 de
diciembre 15 de 1994, " Por medio de la cual se aprueba el acuerdo por el cual se establece la Organización
Mundial de Comercio (OMC), suscrito en Marraketch (Marruecos) el 15 de abril de 1994, sus acuerdos
multilaterales anexos y el Acuerdo Plurilateral anexo sobre la carne de Bovino."
Internacional admite un asunto, la jurisdicción nacional pierde competencia
sobre el mismo. Por lo anterior, es necesario examinar dichas limitaciones.

En primer lugar, destaca la Corte que la autonomía para el ejercicio de la


jurisdicción de la Corte Penal Internacional no es absoluta. El Estatuto
establece no sólo que dicho ejercicio se hará en las condiciones
extraordinarias enumeradas en los artículos 17 y 20 del Estatuto, sino que
además, si decide hacerlo, los Estados podrán impugnar dicho ejercicio
(artículo 18), si la decisión de la Corte Penal Internacional no se encuentra
dentro de las circunstancias autorizadas en los artículos 17 y 20 y apelar ante
la Sala de Cuestiones Preliminares las decisiones que sobre el ejercicio de su
competencia tome la Corte Penal o el Fiscal.

En efecto, cuando se trate de situaciones que estén bajo una de las cuatro
categorías de crímenes de competencia de la Corte (artículo 5 ER) tanto el
artículo 17 como el artículo 20 señalan de manera expresa cuatro distintas
situaciones bajo las cuales la Corte Penal Internacional puede ejercer su
jurisdicción:

i) Si la situación particular está siendo investigada o juzgada, o aún no se ha


iniciado el procedimiento interno por parte del Estado que tiene jurisdicción
sobre el mismo, y la Corte constata que existe indisposición del Estado para
investigar o juzgar (artículo 17.1 ER);

ii) Si la situación particular está siendo investigada o juzgada, o aún no se ha


iniciado el procedimiento interno por parte del Estado que tiene jurisdicción
sobre el mismo, y la Corte constata que existe incapacidad del Estado para
investigar o juzgar por un colapso total o sustancial de su administración
nacional de justicia (artículo 17.3 ER);

iii) Cuando la situación ya ha sido investigada y decidida por el Estado que


tiene jurisdicción, pero el procedimiento interno se hubiere llevado a cabo
con el propósito de sustraer a la persona de su responsabilidad penal
(artículo 20.3, literal a) ER);

iv) Cuando la situación ya ha sido investigada y decidida por el Estado que


tiene jurisdicción, pero el procedimiento interno no hubiere sido instruido en
forma independiente o imparcial de conformidad con las debidas garantías
procesales reconocidas por el derecho internacional o lo hubiere sido de
forma incompatible con la intención de someter a la persona a la acción de la
justicia (artículo 20.3, literal b) ER).

El Estatuto reconoce a los Estados el derecho a impugnar las decisiones de la


Corte Penal Internacional que determinen la ocurrencia de alguna de las
cuatro situaciones descritas, con lo cual se evita el ejercicio arbitrario de su
competencia. Estas cuatro situaciones se analizan en detalle en las secciones
4.3.2.1.4, 4.3.2.1.5 y 4.3.2.1.6 de esta sentencia.

En segundo lugar, el reconocimiento de la competencia de la Corte Penal


Internacional, no constituye una sustitución de la jurisdicción del Estado
para el juzgamiento del genocidio, de crímenes de guerra, de crímenes de
lesa humanidad, o del crimen de agresión, sea que tales hechos ocurran en
nuestro territorio o los responsables se encuentren en él después de haberlos
cometido en otro territorio, como quiera que la Corte ejercerá su
jurisdicción, si y sólo si se presenta alguna de las cuatro situaciones
enumeradas anteriormente.146 En ausencia de tales circunstancias, la Corte
Penal Internacional debe respetar la jurisdicción interna de los Estados e
inadmitir el caso de que se trate.

El Estatuto de Roma establece un principio general de ejercicio autónomo y


primigenio de las jurisdicciones nacionales para el juzgamiento de los
crímenes definidos en la Parte II del mismo, con lo cual se reafirma la
soberanía de los Estados Partes para el ejercicio de competencias judiciales
en su territorio. Pero autoriza un ejercicio complementario de la competencia
de la Corte Penal Internacional para la investigación y el juzgamiento de
tales crímenes en el evento en que los Estados no puedan o no quieran
hacerlo.

En tercer lugar, si bien es cierto que los Estados son soberanos para definir
las sanciones y procedimientos penales internos que resulten más adecuados
para impedir la impunidad frente a crímenes tales como el genocidio, los
crímenes de lesa humanidad o los crímenes de guerra, existe un consenso
internacional en torno a que tal regulación debe hacerse de manera
146
Aun cuando el Estatuto de Roma no establece explícitamente la obligación de enjuiciar a individuos por
los crímenes enumerados en el Estatuto, tal obligación ya había sido reconocida para algunos de los delitos
enumerados en el Estatuto de Roma, en otros tratados de los que es parte Colombia. Por ejemplo, en el IV
Convenio de Ginebra de 1949, los Estados Partes se comprometen a crear cualquier legislación necesaria
que provea las sanciones penales efectivas para aquellas personas que cometan graves violaciones contra la
Convención. Según el artículo 5 de la Convención sobre el Genocidio, los Estados Partes se obligaron a
legislar para darle eficacia a las disposiciones de la Convención y establecer penas efectivas para aquellos
culpables de genocidio. ICISS. The Responsibility to Protect, IDRC, Ottawa, 2001
compatible con el deber de protección de los derechos humanos y de respeto
al derecho internacional humanitario y, por lo tanto, las limitaciones a la
soberanía en estas materias han sido aceptadas por los Estados como parte
de su compromiso de garantizar la efectividad de tales derechos. El Estatuto
de Roma reitera ese compromiso y reafirma el consenso internacional en la
materia. El estándar de protección que recoge el Estatuto de Roma no es
distinto de otros compromisos internacionales en la materia, pero si más
efectivo, por cuanto recoge un anhelo de la comunidad internacional de
garantizar que no exista impunidad frente a los crímenes más atroces.

En cuarto lugar, un punto adicional relacionado con el ejercicio soberano de


las jurisdicciones nacionales debe ser analizado aquí. De conformidad con el
principio de complementariedad, cuando la Corte Penal Internacional admite
un asunto y ejerce su jurisdicción sobre nacionales de un Estado que
delinquieron en el territorio de dicho Estado, la justicia penal nacional
correspondiente ya no puede juzgar dicho asunto (artículo 20 ER). Cabe
preguntarse si ello constituye una violación de la soberanía del Estado
colombiano. La Corte estima que no, por las siguientes razones.

La primera, y fundamental, es que la soberanía de un Estado existe para


proteger a los habitantes que residen en su territorio, no para amparar a
quienes han violado los derechos humanos o desconocido los mínimos
establecidos en el derecho internacional humanitario ni, mucho menos, para
servir de muralla infranqueable para quienes desea convertir un determinado
territorio en un escondite para gozar de impunidad.

La razón primigenia de un Estado constitucional y democrático es cumplir el


deber fundamental de proteger a todos sus residentes en su vida, honra,
bienes, creencias y demás derechos y libertades (artículo 2 inciso 2, CP).
Este deber fundamental sintetiza la esencia del contrato político mediante el
cual los ciudadanos de una república aceptan obedecer a una autoridad
democráticamente instituida, conformada, ejercida y controlada, a cambio de
que ésta les brinde protección efectiva contra diversas amenazas de distinto
origen, dentro de las cuales se destacan las amenazas provenientes de toda
forma de violencia, incluidas las que se manifiestan por el ejercicio
arbitrario del monopolio de la fuerza confiado al Estado y la practicada por
grupos armados irregulares.
Si bien en todas las sociedades hay manifestaciones de violencia que quedan
impunes, los pueblos han llegado gradualmente a un consenso para definir el
grado de violencia cuya impunidad no puede ser tolerada porque ello
destruiría las bases de la convivencia pacífica de seres igualmente dignos.
Cuando se rebase dicho umbral, los autores de atrocidades contra los
derechos humanos de sus congéneres, sin importar la nacionalidad de unos u
otros, su poder o vulnerabilidad, ni su jerarquía o investidura, deben ser
juzgados y sancionados penalmente como una concreción del deber de
protección que tiene todo Estado. Cuando ese deber se viola, no por
cualquier razón, sino por la circunstancia extrema y evidente de que un
Estado no está dispuesto a cumplir ese deber o carece de la capacidad
institucional para cumplirlo, la comunidad internacional decidió que las
víctimas de esas atrocidades debían ser protegidas por vías institucionales y
pacíficas de carácter judicial, mediante una Corte Penal Internacional.

La indisposición y la incapacidad de un Estado para cumplir el deber


fundamental de protección de quienes residen en su territorio es lo que
permite que la Corte Penal Internacional admita un caso. Una vez ésta lo ha
hecho, y se ha decidido negativamente la impugnación de la admisión
cuando el Estado la ha recurrido, de conformidad con el procedimiento
establecido en el Estatuto, la garantía de los derechos de las personas – tanto
del sindicado que podría ser sumariamente juzgado por el Estado para
demostrar eficacia como de las víctimas que podrían asistir a un proceso
penal menos riguroso – y la seguridad jurídica justifican que la “situación”
sea del conocimiento de la Corte Penal Internacional.

Por ello, las limitaciones a la soberanía enunciadas están en consonancia con


los fines de protección y garantía a los derechos humanos y de respeto al
derecho internacional humanitario y representan un desarrollo del artículo 9
de la Constitución.

Analizadas estas cuestiones generales, pasa la Corte a estudiar aspectos


específicos la forma como el Estatuto ha regulado el ejercicio de la
competencia complementaria.

.1.3.. 4.3.2.1.3 Las condiciones previas para el ejercicio de la


competencia de la Corte Penal Internacional
Según el artículo 11 del Estatuto, la Corte tiene competencia sólo respecto a
los delitos cometidos con posterioridad a la entrada en vigor del Estatuto.
Cuando un Estado se convierte en Parte del tratado, la Corte podrá ejercer su
competencia sólo respecto de los crímenes cometidos luego de la entrada en
vigor del Estatuto para ese Estado, excepto cuando se haga la declaración
prevista en el artículo 12(3), es decir, el Estado consienta expresa y
formalmente en que un crimen cometido después del 1 de julio de 2002,
pero antes de que entrara en vigor el Estatuto para ese Estado, sea de
competencia de la Corte Penal Internacional.

Esta competencia de la Corte surge a partir de la ratificación del Tratado


(artículo 12.1, ER) y no depende de un acto de aceptación adicional como se
propuso durante la redacción del Estatuto.147 Un Estado, al aceptar ser parte
del Estatuto, reconoce, sin más requisitos, la jurisdicción de la Corte
respecto de los crímenes estipulados en el artículo 5 (genocidio, crímenes de
lesa humanidad, crímenes de guerra y agresión, una vez que sea definida) y
acepta automáticamente la competencia de la Corte sobre éstas conductas y
las personas que incurran en ellas, a partir del día en que entre en vigor el
Estatuto (artículo 11).

La Corte Penal Internacional también será competente cuando un Estado no


Parte acepte su competencia respecto de crímenes particulares cometidos
dentro de su territorio o por sus nacionales, por medio de una declaración
depositada en poder del Secretario (artículo 12.3 ER). Igualmente lo será
cuando el Consejo de Seguridad le remita un asunto actuando con arreglo al
capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas (artículo 13 ER).

Encuentra la Corte que estas disposiciones desarrollan los principios que


rigen el manejo de las relaciones internacionales de Colombia previstas en
nuestro ordenamiento constitucional, en cuanto reiteran el respeto a los
principios de soberanía y pacta sunt servanda aceptados por Colombia
(artículo 9 CP), según los cuales los compromisos internacionales de
Colombia y de cualquier Estado, surgen sólo cuando se ha expresado
válidamente el consentimiento para obligarse.
147
Durante el proceso de redacción del Estatuto se propuso que la ratificación del Estatuto no le diera a la
Corte una competencia automática, y que posteriormente fuera necesario el consentimiento del Estado para
que la Corte pudiera asumir sus funciones, de manera similar a lo que ocurrió con el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia. Esta forma de reconocimiento de competencia se denominó coloquialmente con la
expresión en inglés opt-in. Otras expresiones empleadas para denominar las formas de competencia de la
Corte Penal Internacional fueron ad hoc consent opt-in, para referirse al reconocimiento de competencia de
la Corte por un Estado no Parte para un caso en particular y una suerte de put-in, cuando fuera el Consejo
de Seguridad el que remitiera el asunto a la Corte.
.1.4.. 4.3.2.1.4 El ejercicio de la jurisdicción penal en el derecho
internacional y el principio de complementariedad

Tal como ya se mencionó, el derecho internacional reconoce una serie de


principios a través de los cuales un Estado puede ejercer su jurisdicción para
juzgar hechos criminales. Los dos principios de mayor aplicación son el de
territorialidad (ratione loci) y el de nacionalidad (ratione personae). Bajo el
principio de territorialidad, los estados tienen jurisdicción para investigar y
juzgar crímenes cometidos en su territorio. De conformidad con el principio
de nacionalidad, los estados se reservan el derecho de juzgar a sus propios
nacionales, incluso por crímenes cometidos fuera de su territorio. También
se han desarrollado otros principios, como el de personalidad pasiva, muy
controvertidos, según el cual un Estado puede reclamar su jurisdicción para
juzgar los delitos que afecten los derechos de sus nacionales, aun si tales
delitos fueron cometidos fuera de su territorio; o el principio de protección, a
partir del cual se garantiza a los Estados jurisdicción sobre extranjeros, por
delitos cometidos por fuera de su territorio, cuando tales delitos afectan su
seguridad nacional.148 Cada uno de estos principios protege el interés del
Estado en el juzgamiento de un hecho criminal y el ejercicio soberano de sus
competencias.

Además de estos principios, el derecho internacional ha desarrollado el


principio de jurisdicción universal, según el cual todos los Estados tienen
interés en la sanción de graves crímenes de trascendencia internacional, tal
como ha ocurrido con el genocidio, 149 la tortura,150 la esclavitud,151 o el

148
Ver Corte Constitucional, Sentencia C-621/01, MP: Manuel José Cepeda, donde se hace una análisis de
los distintos eventos en que los Estados ejercen jurisdicción penal.
149
Artículos 5, 6 y 7 de la Convención sobre Prohibición y Castigo del Crimen de Genocidio (Ley 28 de
1959). Ver Schabas, William H. Genocide in International Law: The crime of crimes. Cambridge University
Press, Cambridge, 2000, p. 345 y ss.
150
Artículo 5.2 de la Convención contra la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (Ley
76 de 1986) Ver Robertson, Geoffrey. Crimes against humanity. The Struggle for Global Justice. The New
Press, New York, 1999.
151
Este crimen fue prohibido expresamente por la Convención sobre la Esclavitud y por el artículo 3 común
de los Convenios de Ginebra de 1949 y por el Protocolo II, artículo 4. Ver también la Convención sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, de 1968, cuyo artículo
III establece la obligación de las Partes de "adoptar todas las medidas internas que sean necesarias,
legislativas o de cualquier otro orden, con el fin de hacer posible la extradición, de conformidad con el
derecho internacional, de las personas a que se refiere el artículo II de la presente convención". Hasta antes
de la entrada en vigor del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, no existía un mecanismo
judicial internacional para su juzgamiento.
apartheid,152 entre otros, con el fin de garantizar que los valores más
importantes cuya protección compromete a toda la comunidad, puedan ser
garantizados por cualquier Estado, el cual puede juzgar y sancionar en
beneficio de la comunidad internacional.153

Como quiera que la aplicación de cada uno de estos principios ante un


mismo hecho criminal puede llevar a que varios Estados reclamen
concurrentemente jurisdicción para su investigación, juzgamiento y sanción,
tanto en el derecho internacional como en los distintos sistemas nacionales
se han desarrollado mecanismos para solucionar tales conflictos. Tal es el
papel que cumplen las normas que regulan el carácter complementario de las
competencias de la Corte Penal Internacional.154

A diferencia de la jurisdicción prevalente que el Consejo de Seguridad de las


Naciones Unidas le otorgó a los Tribunales Internacionales para Yugoslavia
y para Ruanda para el juzgamiento de crímenes de guerra y de lesa
humanidad,155 el Estatuto de Roma estableció un sistema que a la vez que
reconoce la soberanía de los Estados para el ejercicio de sus competencias
judiciales y promueve el ejercicio originario de éstas, establece mecanismos
para subsanar la incapacidad o la indisposición de un Estado para sancionar

152
Convención sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1976 que establece en su
artículo IV b) el compromiso de las partes a "adoptar medidas legislativas, judiciales y administrativas
para perseguir, enjuiciar y castigar conforme a su jurisdicción a las personas responsables o acusadas de
los actos enumerados en el artículo II de la presente convención, independientemente de que tales
personas residan en el territorio del Estado en que se han cometido los actos o sean nacionales de ese
Estado o de algún otro Estado o sean personas apátridas". Ver Ratner, Steven R. y Abrams, Jason S..
Accountability for Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the Nuremberg Legacy.
Clarendon Press, Oxford, 1997.
153
Corte Permanente de Justicia Internacional, Asunto Lotus (Francia vs. Turquía), fallo del 7 de septiembre
de 1927, opinión individual del juez Moore. En este caso, se afirmó con respecto al crimen de piratería; “el
derecho o el deber de velar por el orden público no pertenece a ningún país en especial [...] cualquier país,
en el interés de todos, puede ejercer jurisdicción y castigar”.
154
Sobre este punto ver Brown Bartram S. Primacy or Complementarity: Reconciling the Jurisdiction of
National Courts and International Criminal Tribunals, 23 Yale Journal of International Law 383, Summer,
1998.
155
De conformidad con el artículo 9 del Estatuto para el Tribunal Internacional de Yugoslavia, tanto los
Estados como el Tribunal tienen jurisdicción concurrente para el juzgamiento de graves violaciones al
derecho internacional humanitario (Artículo 9.1). Sin embargo, esa misma disposición (Artículo 9.2),
reconoce una jurisdicción prevalente al Tribunal Internacional. Dice el artículo 9.2. “El Tribunal
Internacional tendrá primacía respecto de los tribunales nacionales. En cualquier etapa del procedimiento,
el Tribunal Internacional podrá pedir oficialmente a los tribunales nacionales que convengan en la
competencia del Tribunal Internacional de conformidad con el presente Estatuto y con las normas sobre
procedimiento y prueba del Tribunal Internacional”. Esta misma regla fue recogida por el Estatuto para el
Tribunal de Ruanda, en el artículo 9 de su Estatuto y en las Reglas 8 y 9 de las Reglas de Procedimiento y
Prueba, U.N. Doc. ITR/3/REV.1 (1995),
a los responsables de los crímenes más graves. Tales mecanismos están
regulados por los artículos 17, 18, 19 y 26 del Estatuto de Roma.

.1.5.. 4.3.2.1.5 La regulación del principio de complementariedad

De conformidad con lo que establece el artículo 17 del Estatuto, la Corte


Penal Internacional ejercerá su jurisdicción complementaria para investigar,
juzgar y sancionar un crimen de los enumerados en su artículo 5, cuando se
presente alguna de las siguientes situaciones excepcionales, llamadas de
indisposición o incapacidad:

i) Cuando el Estado donde se encuentra la persona de que se trate no esté


dispuesto a llevar a cabo la investigación o el enjuiciamiento (artículo 17.1,
literal a) ER);

ii) Cuando el Estado donde se encuentra la persona de que se trate no esté en


capacidad de investigarla o enjuiciarla (artículo 17.1, literal a) ER);

iii) Cuando luego de la investigación, la decisión del Estado de no enjuiciar


a la persona de que se trate obedezca a que el Estado no esté dispuesto a que
la persona sea llevada ante la justicia (artículo 17.1, literal b) ER);

iv) Cuando luego de la investigación, la decisión del Estado de no enjuiciar a


la persona de que se trate obedezca a su incapacidad para llevar a cabo un
procedimiento judicial (artículo 17.1, literal b) ER);

En estos eventos, la Corte Penal Internacional examinará si existe o no


disposición para actuar o capacidad por parte del Estado para investigar
enjuiciar y sancionar al responsable. El alcance de estos dos criterios ha sido
definido expresamente en el Estatuto.

La “falta de disposición” la define el artículo 17.2. En líneas generales


significa que el Estado ha ejercido o dejado de ejercer su competencia para
juzgar con la intención de sustraer de la justicia a la persona implicada, con
lo cual se ha producido impunidad frente a los hechos que configuran alguno
de los crímenes señalados en el artículo 5. Por su parte, el artículo 17.3,
define que un Estado es “incapaz” de juzgar a la persona de que se trate
cuando existe un colapso total o sustancial de la administración nacional de
justicia del Estado, que tiene el efecto de que no puede hacer comparecer al
acusado, o no dispone de las pruebas y testimonios necesarios o no está por
otras razones en condiciones de llevar a cabo un juicio. Las expresiones
“total” o “sustancial”, cualifican la dimensión del colapso que justifica que
la Corte pueda complementar al Estado en el ejercicio de su jurisdicción.
Así, incapacidades que no sean, a lo menos, sustanciales impiden la
aplicación del principio de complementariedad. El propio Estatuto indica los
criterios para medir la gravedad del colapso al enumerar los efectos que este
debe tener, dentro del cual se destaca la incapacidad para hacer comparecer
al acusado.

No obstante, el párrafo 3 del artículo 17 sólo menciona dos situaciones


indicativas del colapso total o sustancial de la justicia nacional y, agrega, que
puede haber “otras razones” que muestren que un Estado no está “en
condiciones de llevar a cabo el juicio”.

La Corte encuentra que esta expresión es demasiado indeterminada: carece


de referentes objetivos, de criterios para evaluar si una situación impide
llevar a cabo el juicio, de elementos temporales acerca del surgimiento,
permanencia e irreversibilidad de dicha situación, así como de parámetros
para corroborar su existencia.

La Corte también entiende que es difícil anticipar todas las razones


indicativas del colapso total o sustancial de la administración de justicia de
un Estado.

Aprecia que los eventos expresamente mencionados son fácilmente


verificables por ser evidentes, refieren a condiciones objetivas y versan
sobre requisitos sin los cuales no es posible llevar a cabo el juicio.

Entonces, la Corte estima procedente que estas mismas características sirvan


en el caso de Colombia para determinar si existen “otras razones” por las
cuales el Estado no puede investigar o enjuiciar a una persona. De tal
manera que en relación con el artículo 17, párrafo 3, del Estatuto de Roma,
las “otras razones” a fin de determinar la incapacidad del Estado para
investigar o enjuiciar un asunto se refieren a la ausencia evidente de
condiciones objetivas necesarias para llevar a cabo el juicio.

Por su parte, el artículo 19 del Estatuto, reitera el respeto de los sistemas


nacionales en el juzgamiento de las conductas enumeradas en su artículo 5,
mediante el establecimiento de un procedimiento a través del cual un Estado
pueda impugnar la competencia de la Corte Penal Internacional para iniciar
la investigación, cuando el Estado ha ejercido de buena fe su jurisdicción o
se encuentra ejerciéndola. Estas dos disposiciones reiteran el carácter
complementario de la jurisdicción de la Corte y establecen mecanismos de
control para evitar la primacía de la jurisdicción internacional sobre la
nacional.

Esta modalidad de competencia complementaria de la Corte Penal


Internacional permite que las autoridades colombianas ejerzan plenamente
sus competencias para el juzgamiento de tales conductas en el territorio,
pero acepta, mediante la ratificación del Estatuto de Roma, que en los
eventos extraordinarios enunciados en el artículo 17, sea la Corte Penal
Internacional quien ejerza su jurisdicción, pudiendo en todo caso
impugnarse la decisión de la Corte Penal Internacional, de conformidad con
el artículo 19. Anota esta Corporación que los eventos de indisposición
suponen una situación muy grave de afectación de sus instituciones para
administrar justicia, lo que representaría una circunstancia contraria a lo
dispuesto por nuestro ordenamiento fundamental. En efecto, una actuación
dirigida a sustraer de la justicia a un responsable de crímenes atroces, o la
incapacidad del Estado para administrar justicia, sería contraria a nuestra
Carta Política y los compromisos internacionales de Colombia que exigen el
cumplimiento de buena fe de las obligaciones de investigación y
juzgamiento de graves violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario.

Por las razones expuestas, encuentra la Corte que el principio de


complementariedad consagrado en el artículo 1 del Estatuto y desarrollado
en los artículos analizados del mismo, asegura, dentro del ámbito regulado
por el Estatuto, los fines constitucionales de garantía a la efectividad de los
derechos, de acceso a la justicia y de lucha contra la impunidad que orientan
nuestro ordenamiento constitucional.

.1.6.. 4.3.2.1.6. El principio de cosa juzgada en el Estatuto de la


Corte Penal Internacional.

De conformidad con lo que establece el artículo 20 del Estatuto de Roma, las


decisiones de la Corte Penal Internacional sobre condena o absolución por
alguno de los crímenes de su competencia, hacen tránsito a cosa juzgada y,
por lo tanto, nadie podrá ser enjuiciado de nuevo, por los mismos hechos
respecto de los cuales hubo pronunciamiento, ni por la Corte Penal
Internacional ni por otro juez (Artículo 20, numerales 1 y 2, ER). No
obstante, el numeral 3 del artículo 20 consagra una excepción a esta regla de
inadmisibilidad.

En efecto, cuando a pesar de que en la jurisdicción interna exista cosa


juzgada sobre el asunto denunciado ante la Corte Penal Internacional, y tal
circunstancia se haya presentado con el propósito de sustraer al responsable
de la competencia de la Corte (Artículo 17. 1, literal c), en concordancia con
el artículo 20.3, ER), mediante un proceso aparente, o por un procedimiento
interno adelantado por un tribunal que no cumple con los requisitos de
imparcialidad e independencia y que “bajo las circunstancias”, actúo de
manera inconsistente con el deber de traer a la persona de que se trate ante la
justicia, la Corte Penal Internacional podrá ejercer su jurisdicción sobre
dicho asunto, y declarar la admisibilidad del caso.

Para que la Corte pueda ejercer su jurisdicción complementaria, el juicio


nacional tuvo que haberse realizado con el propósito de sustraer a una
persona de que responda ante la justicia. Pero si la persona fue genuinamente
enjuiciada, como cuando el proceso se adelanta con el fin de establecer la
verdad de los hechos, hacer justicia efectiva y garantizar la reparación a las
víctimas, por un tribunal independiente e imparcial, la Corte Penal
Internacional no podrá ejercer su jurisdicción y deberá declarar que el asunto
es inadmisible, de conformidad con lo que establece el artículo 20,
numerales 1 y 2 del Estatuto.

Un evento implícito en el artículo 20, que garantiza la soberanía estatal para


juzgar y sancionar crímenes, se presenta cuando después de que la Corte
Penal Internacional ha asumido el conocimiento de una situación, absuelve
al implicado por considerar que no cometió alguno de los crímenes descritos
en los artículos 5 a 8 del Estatuto, sino un crimen ordinario de competencia
del Estado. En ese evento, el Estado que tiene jurisdicción podrá juzgar al
implicado por un crimen ordinario, a pesar de la decisión de absolución de la
Corte Penal Internacional en relación con alguno de los crímenes graves
señalados en los artículos 5 a 8 del Estatuto.

Encuentra la Corte que los eventos descritos en el artículo 20.3 del Estatuto
suponen, primero, una violación del deber internacional de sancionar el
genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra,
segundo, una actuación contraria al deber constitucional de protección que
incumbe a las autoridades nacionales (artículo 2 CP) y, tercero, un
desconocimiento de los compromisos internacionales en materia de derechos
humanos y derecho internacional humanitario (artículo 9 CP). Por ello,
constituye un desarrollo del deber de protección que tienen los Estados el
que se creen mecanismos necesarios para impedir que circunstancias como
las descritas en el artículo 20, obstaculicen conocer la verdad de los hechos y
el logro de la justicia.

.1.7.. 4.3.2.1.7 Otros factores a considerar: amnistías, indultos y


perdones judiciales

Las amnistías, los indultos y los perdones judiciales no están


específicamente mencionados en el Estatuto, como si lo están en la
Constitución para los delitos políticos, lo que hace necesario que la corte
constitucional proceda a realizar la armonización respectiva.

Según el artículo 17 del Estatuto, las reglas sobre inadmisibilidad tienen una
excepción cuando el Estado no quiere o no puede investigar o juzgar, lo cual
plantea la inquietud de cuál es la relación de dicha norma con la potestad del
Estado colombiano de conceder amnistías o indultos “por delitos políticos”
en ejercicio de las competencias que le son propias cuando se presenten
“graves motivos de conveniencia pública” (artículo 150, numeral 17, CP.).
Además, de conformidad con la regla establecida en el artículo 20 del
Estatuto, en el evento en que un Estado haya otorgado una amnistía, un
indulto, un perdón judicial, o cualquier otro beneficio penal, en un proceso
adelantado por la jurisdicción nacional, a favor de una persona cuya
responsabilidad penal vaya a ser examinada por la Corte Penal Internacional,
ésta no la procesará de nuevo, a menos que los procedimientos internos
hayan tenido como propósito el sustraer a la persona de la justicia. Siendo
así, es preciso interpretar tanto el Estatuto como la Constitución para
armonizarlos y delimitar el ámbito de cada uno.

En primer lugar, la Corte constata que la paz ocupa un lugar principalísimo


en el orden de valores protegidos por la Constitución. Dentro del espíritu de
que la Carta Política tuviera la vocación de ser un tratado de paz, la
Asamblea Constituyente protegió el valor de la paz de diferentes maneras en
varias disposiciones. Por ejemplo, en el Preámbulo la paz figura como un fin
que orientó al constituyente en la elaboración de toda la Constitución. En el
artículo 2 dicho propósito nacional cardinal se concreta en un fin esencial
del Estado consistente en “asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de
un orden justo”. Además, el artículo 22 va más lejos al establecer que “la paz
es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Dentro de los
múltiples instrumentos para facilitar el logro de la paz, la Constitución
reguló procedimientos de resolución institucional de los conflictos y de
protección efectiva de los derechos fundamentales, como la acción de tutela
(artículo 86 CP.). Además, sin circunscribirse a un proceso de paz, la
Constitución permite que “por graves motivos de conveniencia pública” se
concedan amnistías o indultos por delitos políticos y estableció requisitos
claros para que ello se ajuste a la Carta, dentro de los cuales se destacan que
(i) el órgano que los concede sea el Congreso de la República donde
concurren las diversas fuerzas políticas que representan a la Nación, (ii) que
la decisión correspondiente sea adoptada por una mayoría calificada de los
dos tercios de los votos de los miembros de una y otra cámara, (iii) que los
delitos objeto de estos beneficios pertenezcan a la categoría de “delitos
políticos” y (iv) que en caso de que los favorecidos fueren eximidos de la
responsabilidad civil respecto de particulares, “el Estado quedará obligado a
las indemnizaciones a que hubiere lugar” (artículo 150, numeral 17, CP).
además, corresponde al gobierno en relación con la rama judicial conceder
los indultos por delitos políticos, con arreglo a la ley e informar al Congreso
sobre el ejercicio de esta facultad (artículo 201, numeral 2, CP)

La Corte encuentra que el Estatuto no pretende restringir las potestades de


los Estados ejercidas con el propósito de alcanzar los fines del Estatuto, en
especial, impedir que continúen las violaciones al derecho internacional
humanitario. De ahí que el artículo 10 del Estatuto advierta que “nada de lo
dispuesto en la presente parte se interpretará en el sentido de que limite o
menoscabe de alguna manera las normas existentes o en desarrollo de
derecho internacional para fines distintos del presente Estatuto”.156

En segundo lugar, la Corte destaca que las amnistías dictadas con el fin de
consolidar la paz han sido consideradas como instrumentos compatibles con
el respeto al derecho internacional humanitario. Así lo señala, por ejemplo,

156
Este principio general se concreta respecto de las penas en el artículo 80 del Estatuto que dice:
Artículo 80. El Estatuto, la aplicación de penas por los países y la legislación nacional. Nada de lo
dispuesto en la presente parte se entenderá en perjuicio de la aplicación por los Estados de las penas
prescritas por su legislación nacional ni de la legislación de los Estados en que no existan las penas
prescritas en la presente parte.
el artículo 6.5 del Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de
1949:

“Artículo 6. Diligencias Penales. (...)


“5. A la cesación de hostilidades, las autoridades en el poder
procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las
personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o que se
encuentren privadas de la libertad, internadas o detenidas por
motivos relacionados con el conflicto armado”

No obstante lo anterior, y con el fin de hacer compatible la paz con la


efectividad de los derechos humanos y el respeto al derecho internacional
humanitario, el derecho internacional ha considerado que los instrumentos
internos que utilicen los Estados para lograr la reconciliación deben
garantizar a las víctimas y perjudicados de una conducta criminal, la
posibilidad de acceder a la justicia para conocer la verdad sobre lo ocurrido
y obtener una protección judicial efectiva.157 Por ello, el Estatuto de Roma,
al recoger el consenso internacional en la materia, no impide conceder
amnistías que cumplan con estos requisitos mínimos, pero sí las que son
producto de decisiones que no ofrezcan acceso efectivo a la justicia.

Figuras como las leyes de punto final que impiden el acceso a la justicia, las
amnistías en blanco para cualquier delito, las auto amnistías (es decir, los
beneficios penales que los detentadores legítimos o ilegítimos del poder se
conceden a sí mismos y a quienes fueron cómplices de los delitos
cometidos), o cualquiera otra modalidad que tenga como propósito impedir a
las víctimas un recurso judicial efectivo para hacer valer sus derechos, se
han considerado violatorias del deber internacional de los Estados de
proveer recursos judiciales para la protección de los derechos humanos, 158
157
Ver Organización de Naciones Unidas. Subcomisión para la Prevención de la Discriminación y la
Protección de las Minorías. Sobre la Impunidad de Perpetradores de Violaciones a los Derechos Humanos.
Relator Especial Louis Joinet, UN Doc. E/CP.4/Sub.2/1993/6, 19 de julio de 1993, revisado por
E/CP.4/Sub.2/1994/11 y E/CP.4/Sub.2/1996/18 (Informe Final). Ver también, Stephens, Beth.
Conceptualizing Violence: Present and Future developments in International Law: Panel 1: Human Rights
and Civil Wrongs at Home and Abroad: Old Problems and New Paradigms: Do Tort Remedies Fit the
Crime?. En 60 Albany Law Review 579, 1997.
158
Así lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos al afirmar que “(...) la inexistencia de
un recurso efectivo contra las violaciones a los derechos reconocidos por la Convención constituye una
trasgresión de la misma por el Estado Parte en el cual semejante situación tenga lugar. En ese sentido debe
subrayarse que, para que tal recurso exista, no basta con que esté previsto por la Constitución o la ley o con
que sea formalmente admisible, sino que se requiere que sea realmente idóneo para establecer si se ha
incurrido en una violación a los derechos humanos y proveer lo necesario para remediarla.” (subrayado
agregado al texto). Corte Interamericana de Derechos Humanos, Garantías Judiciales en Estados de
consagrados en instrumentos como, por ejemplo, la Declaración Americana
de Derechos del Hombre,159 la Declaración Universal de Derechos
Humanos,160 la Convención Americana de Derechos Humanos161 y la
“Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas
de delitos y del abuso de poder.”162

Emergencia (Arts. 27.2, 25 y 8, Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva
OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, Serie A No. 9, párrafo. 24.
159
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, OAS Res. XXX, aprobada en la
Novena Conferencia Internacional Americana (1948), reimprimido en Documentos Básicos Concernientes
a los Derechos Humanos en el Sistema Interamericano, OEA/Ser.L.V/IL82 doc.6 rev.1 p. 17 (1992).
Artículo XVIII. Derecho de justicia. Toda persona puede ocurrir a los tribunales para hacer valer sus
derechos. Asimismo debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por el cual la justicia lo ampare
contra actos de la autoridad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos fundamentales
consagrados constitucionalmente.
160
Declaración Universal de Derechos Humanos, A.G. res. 217 A (III), ONU Doc. A/810 p. 71 (1948).
Artículo 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes,
que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la
ley.
161
Convención Americana de Derechos Humanos, Serie sobre Tratados, OEA, No. 36, 1144, Serie sobre
Tratados de la ONU, 123 entrada en vigor 18 de julio de 1978, reimprimido en Documentos Básicos
Concernientes a los Derechos Humanos en el Sistema Interamericano, OEA/Ser.L.V/II.82 doc.6.rev.1 p. 25
(1992). Artículo 25. Protección Judicial. 1.Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los
Estados partes se comprometen: a) A garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal
del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) A desarrollar las
posibilidades de recurso judicial, y c) A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de
toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.”
162
Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de
poder, Adoptada por la Asamblea General en su resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985. Acceso a la
justicia y trato justo. “4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán
derecho al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido,
según lo dispuesto en la legislación nacional. 5. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario,
mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante
procedimientos oficiales u oficiosos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a
las víctimas de sus derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos. 6. Se facilitará la
adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de las víctimas: a)
Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marcha de las
actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves y
cuando hayan solicitado esa información; b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las
víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego
sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal
correspondiente; c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial; d)
Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso
necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra
todo acto de intimidación y represalia; e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en
la ejecución de los mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas. 7. Se utilizarán,
cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de controversias, incluidos la mediación, el
Adicionalmente, el derecho internacional ha reconocido la inderogabilidad
de normas de ius cogens163,lo cual resulta sin duda relevante en el análisis de
esta cuestión.164 En este sentido, el derecho internacional ha penalizado los
crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su
conjunto.165 Sin desconocer el derecho internacional, Colombia ha concedido
amnistías e indultos específicamente por delitos políticos.166

Entonces, los principios y normas de derecho internacional aceptados por


Colombia (artículo 9 CP.), el Estatuto de Roma, y nuestro ordenamiento
constitucional, que sólo permite la amnistía o el indulto para delitos políticos
y con el pago de las indemnizaciones a que hubiere lugar (artículo 150.
numeral 17 de la CP.), no admiten el otorgamiento de auto amnistías,
amnistías en blanco, leyes de punto final o cualquiera otra modalidad que
impida a las víctimas el ejercicio de un recurso judicial efectivo como lo ha
subrayado la Corte Interamericana de Derechos Humanos.167
arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de facilitar la conciliación y la
reparación en favor de las víctimas.”
163
Sobre reconocimiento de la prohibición de genocidio como norma de ius cogens ver: Corte Internacional
de Justicia, Opinión consultiva del 28 de mayo de 1951. Asunto de las reservas a la Convención sobre la
Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio; Corte Internacional de Justicia Sentencia del 11 de julio
de 1996 Asunto de la aplicación de la Convención para la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio
(Bosnia-Herzegovina c/ Yugoslavia).
164
Henrard, Kristin. The Viability of National Amnesties in View of The Increasing Recognition of
Individual Criminal Responsibility at International Law. En 8 Michigan State University-DCL Journal of
International Law, páginas 595 y ss. Robertson, Geoffrey. Crimes Against Humanity. The Struggle for
Global Justice. The New Press, New York, 1999. Ratner, Steven R. y Abrams, Jason S.. Accountability for
Human Rights Atrocities in International Law. Beyond the Nuremberg Legacy. Clarendon Press, Oxford,
1997. Special Rapporteur Louis Joinet, Preliminary Report: Study on Amnesty Laws and their Role in the
Safeguard and Promotion of Human Rights, UN Commission on Human Rights, UN Doc.
E/CP.4/Sub.2/1985/16 (1985). Naomi Roht- Arriaza, Special Problems of a Duty to Prosecute: Derogation,
Amnesties, Statutes of Limitation and Superior Orders, in Impunity and Human Rights in International Law
and Practice 57, 63-64 (Naomi Roht-Arriaza ed., 1995). Sieder, Rachel, Ed. Impunity in Latin America.
Institute of Latin American Studies, 1995
165
Lo anterior inspiró el articulo 5 del Estatuto de Roma.
166
Ver por ejemplo, las siguientes disposiciones: Ley 35 de 1982, reguló la amnistía y otras disposiciones
para restablecer la paz; Ley 49 de 1985, que otorgó facultades especiales al Presidente para conceder
indultos., la Ley 77 de 1989 que reguló el procedimiento para dar Indulto, los Decretos 206 de 1990 y 213
de 1991, mediante los cuales se adoptaron medidas para el restablecimiento del orden público, incluida la
regulación de la figura de extinción de la acción penal para facilitar la reincorporación de Miembros del
EPL, el PRT y el Quintín Lame; el Decreto 1943 de 1991, a través del cual se adoptaron medidas sobre
Indulto y Amnistía; el Decreto 1059 del 26 de 1994, con el cual se dictaron normas encaminadas a facilitar
la incorporación de milicias populares con carácter político; el Decreto 1387 de 1994, dirigido a facilitar la
reincorporación de los miembros del Frente Francisco Garnica vinculados al proceso de paz; la Ley 104 de
1993, cuyos artículos 48 a 60 regulan la posibilidad de otorgar beneficios judiciales para facilitar la
reinserción. En la Constitución Política, el artículo transitorio 30 autorizó al gobierno a conceder indultos o
amnistías por delitos políticos y conexos, cometidos con anterioridad a la promulgación de la Constitución
de 1991.
167
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado las condiciones para que una amnistía sea
compatible con los compromisos adquiridos por los Estados Partes en la Convención Americana de
Dentro de estos parámetros, en el Estatuto de Roma han quedado a salvo los
esfuerzos genuinos dirigidos a establecer la verdad de los hechos, la
responsabilidad penal de los implicados, así como la reparación a las
víctimas y perjudicados. En primer lugar, en tales eventos no es claro que se
presente la indisposición del Estado a investigar o enjuiciar que señala el
artículo 17.1, literal a) del Estatuto. En segundo lugar, un proceso interno
para consolidar la paz, en el cual no se prive a las víctimas del derecho a
acceder a la justicia, proporciona un elemento de juicio importante de que no
obran razones de peso para creer que una investigación adicional de la Corte
Penal Internacional redundaría en interés de la justicia.168 En tercer lugar, la
existencia de tales procedimientos judiciales internos, a la vez que reafirma
la jurisdicción nacional sobre sus asuntos, es un criterio para que la Corte
Penal Internacional aprecie si se cumple el presupuesto procesal señalado en
el artículo 17.1, literal d) del Estatuto, como quiera que los procedimientos
internos han sido suficientes.169

Por lo anterior, sin adelantar juicio alguno sobre eventuales leyes de amnistía
o indulto, no encuentra la Corte que la ratificación del Estatuto de Roma
pueda implicar un obstáculo para futuros procesos de paz y de reconciliación
nacional en donde se consideren medidas como los indultos y las amnistías
con sujeción a los parámetros establecidos en la constitución y en los
principios y normas de derecho internacional aceptados por Colombia.

La Corte volverá sobre este punto en el capítulo V sobre conclusiones


finales.

.2.2. 4.3.2.2. Las relaciones de la Corte Penal Internacional y la


Organización de Naciones Unidas.

Derechos Humanos. Por ejemplo, en el caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros vs. Perú),
Sentencia de 14 de Marzo de 2001 la Corte Interamericana decidió que las leyes de amnistía peruanas eran
contrarias a la Convención y que el Estado era responsable por violar el derecho de las víctimas a conocer
la verdad sobre los hechos y obtener justicia en cada caso en el contexto nacional.
168
Ver Scharf, Michael. The Amnesty Exception to the Jurisdiction of the International Criminal Court,
1999, 32 Cornell International Law Journal, página 507.
169
Schabas. W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit, página 70. Allí se cita el ejemplo
del caso de William Calley ocurrido a principios de la década de los años 70. Calley fue condenado a
prisión perpetua por crímenes de guerra ocurridos durante la masacre de My Lai en Vietnam, y luego de
cumplir una parte de su condena, obtuvo el perdón presidencial. No se podría en un evento como el citado
afirmar que el procedimiento interno refleja una falta de disposición del Estado, ni que éste se hizo con el
fin de eludir la justicia, ni que la situación es lo suficientemente grave para justificar su intervención o que
ella sea necesaria para garantizar los intereses de la justicia.
Además del principio de complementariedad, otro aspecto que requiere un
análisis detallado es el de las relaciones de la Corte Penal Internacional con
el Sistema de Naciones Unidas, en particular con el Consejo de Seguridad y
sus posibles implicaciones para la independencia de la Corte Penal
Internacional. El artículo 2 señala que la Corte Penal Internacional estará
vinculada al Sistema de Naciones Unidas mediante acuerdo, cuyo contenido
deberá ser aprobado por la Asamblea General de Estados Partes y suscrito
posteriormente por el Presidente de la Corte. Los artículos 13. b) y 16 del
Estatuto, que se encuentran en la Parte II pero guardan relación estrecha con
el artículo 2, señalan el tipo de relación que tendrá la Corte Penal
Internacional con los distintos órganos del Sistema de Naciones Unidas. El
texto de tales artículos es el siguiente:

Artículo 2 Relación de la Corte con las Naciones Unidas

La Corte estará vinculada con las Naciones Unidas por un acuerdo


que deberá aprobar la Asamblea de los Estados Partes en el
presente Estatuto y concluir luego el Presidente de la Corte en
nombre de ésta.

Artículo 13 Ejercicio de la competencia


(...)

b) El Consejo de Seguridad, actuando con arreglo a lo dispuesto


en el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, remite al
Fiscal una situación en que parezca haberse cometido uno o varios
de esos crímenes; o

Artículo 16. Suspensión de la investigación o el enjuiciamiento

En caso de que el Consejo de Seguridad, de conformidad con una


resolución aprobada con arreglo a lo dispuesto en el Capítulo VII
de la Carta de las Naciones Unidas, pida a la Corte que suspenda
por un plazo de doce meses la investigación o el enjuiciamiento
que haya iniciado, la Corte procederá a esa suspensión; la petición
podrá ser renovada por el Consejo de Seguridad en las mismas
condiciones.
Estas disposiciones plantean dos problemas. El primero, tiene que ver con la
limitación del ejercicio soberano de la jurisdicción penal nacional para
juzgar crímenes de guerra, de lesa humanidad o de genocidio cuando el
Consejo de Seguridad, actuando bajo el Capítulo VII de la Carta de
Naciones Unidas, le remite la situación a la Corte Penal Internacional. El
segundo, se refiere a la limitación de la independencia e imparcialidad de la
Corte Penal Internacional, cuando el Consejo de Seguridad le solicita que
suspenda el ejercicio de su jurisdicción, con arreglo a lo dispuesto en el
Capítulo VII mencionado. Pasa pues esta Corporación a analizar dichas
cuestiones.

Desde el Preámbulo del Estatuto de Roma se indica que la Corte Penal


Internacional será una organización “independiente y vinculada con el
Sistema de Naciones Unidas”. Posteriormente, en el artículo 5.2. se
establece que la definición del crimen de agresión se hará de forma
compatible con la Carta de Naciones Unidas. Igualmente, en el artículo 8 se
definen como crímenes de guerra algunos actos cometidos contra personal
de Naciones Unidas que cumpla misiones humanitarias o de mantenimiento
de la paz. Luego, el artículo 115 del Estatuto establece que las Naciones
Unidas sufragarán gastos de funcionamiento de la Corte Penal Internacional
con Fondos aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

De las opciones consideradas para el establecimiento de la Corte Penal


Internacional, en el Estatuto se prefirió una que simultáneamente garantizaba
la independencia de la Corte y la colaboración armónica con otros
organismos del Sistema de Naciones Unidas. En efecto, para su
establecimiento se tuvieron en cuenta las siguientes alternativas:170

4.7. Que la Corte Penal Internacional fuera un órgano principal de las


Naciones Unidas, lo cual no sólo implicaba una reforma a la Carta de
Naciones Unidas, sino también posibles enfrentamientos con la Asamblea
General o el Consejo de Seguridad;

4.8. Que la Corte Penal Internacional fuera un órgano subsidiario de las


Naciones Unidas, creado mediante resolución de la Asamblea General, con
lo cual quedaría subordinada a los órganos políticos del Sistema de Naciones
Unidas, y se le quitaría independencia para el ejercicio de sus funciones;

170
Ver, Peace and Justice. Analysis of Issues in the draft statute, en http://www.un.org/icc/index.htm.
4.9. Que la Corte Penal Internacional fuera una organización internacional
independiente de Naciones Unidas, lo cual podría dificultar la cooperación
internacional para el cumplimiento de sus funciones y la posibilidad de
conflictos de competencia con el Consejo de Seguridad cuando se tratara de
situaciones que afecten la paz y seguridad mundiales;

4.10. Que la Corte Penal Internacional fuera un organismo vinculado al


Sistema de Naciones Unidas mediante acuerdo. Este fue el sistema acogido
por ser el que ofrecía mayor independencia, a la vez que garantizaba la
coordinación y cooperación para superar la impunidad y lograr la efectividad
de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.

No encuentra esta Corporación que el sistema fijado en el Estatuto de Roma


para regular las relaciones entre la Corte Penal Internacional y el Sistema de
Naciones Unidas, en general, y con el Consejo de Seguridad, en particular,
debilite la autonomía de la Corte Penal Internacional, como quiera que de
conformidad con lo establecido en el mismo Estatuto, ésta goza de la
independencia necesaria para el cumplimiento de sus funciones, gracias a
que en él se establecen mecanismos para garantizar la cooperación entre la
Corte Penal y las Naciones Unidas y se dispone mecanismo para evitar
posibles conflictos de competencia entre la Corte Penal Internacional y el
Consejo de Seguridad cuando el asunto a considerar afecte la paz y
seguridad mundiales. Así, el Estatuto de Roma prevé la posibilidad de que el
Consejo de Seguridad le remita a la Corte Penal Internacional un asunto, que
además de afectar la paz y seguridad mundiales, está dentro de la órbita de
competencias de la Corte, y además, consagra la posibilidad de que el
Consejo de Seguridad le solicite la suspensión de un procedimiento, cuando
ello sea necesario para garantizar la paz y seguridad mundiales.

Encuentra esta Corte que el ejercicio de la competencia de la Corte Penal


Internacional y sus decisiones relativas a la admisibilidad de un caso no
dependen del Consejo de Seguridad. La solicitud del Consejo se hace
después de que se “haya iniciado” la investigación o el enjuiciamiento.
Además, la solicitud es de orden temporal, puesto que se trata de una
suspensión, no de un archivo, y ésta es por periodo fijo. Además, el Consejo
de Seguridad está supeditado al cumplimiento de dos condiciones para poder
adoptar una solicitud de suspensión. La primera es que se cumplan los
requisitos previstos en el Capítulo VII de la Carta, 171 es decir, cuando se
171
Dicho capítulo se refiere a la “Acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos
de agresión”.
decida que tal solicitud es necesaria para la paz y la seguridad mundiales, no
para otros fines de menor envergadura. La segunda es que la decisión del
Consejo de Seguridad sólo es posible si ninguno de los miembros
permanentes del mismo ejerce su derecho de veto. Basta con que alguno de
los cinco Estados, con este derecho, opte por ejercerlo para que la solicitud
no sea aprobada.172

Este sistema desarrolla el artículo 9 de la Carta, puesto que Colombia se


comprometió a cumplir con sus obligaciones internacionales, incluidas las
derivadas de ser miembro de la Organización de Naciones Unidas. Dentro de
ese marco, presta su concurso para el mantenimiento de la paz y seguridad
mundiales.

En cuanto a la relación de la Corte Penal Internacional con el Consejo de


Seguridad, el artículo 13 establece que el Consejo de Seguridad puede
remitirle una situación al Fiscal para su investigación y juzgamiento,
mediante resolución adoptada por éste de conformidad con el Capítulo VII
de la Carta de Naciones Unidas, es decir, cuando tal situación sea necesaria
para la paz y seguridad mundiales. Esta solicitud puede ser analizada por el
Fiscal el cual puede decidir no proceder a la investigación, a la luz de lo que
establece el (artículo 53. 3 a) del ER).

Igualmente, el Fiscal puede solicitarle al Consejo de Seguridad su


intervención para garantizar la cooperación en la obtención de pruebas, tanto
de Estados Partes como de Estados no Partes que hayan celebrado acuerdos
especiales con la Corte, cuando éstos se nieguen a apoyar a la Corte Penal
Internacional, impidiéndole ejercer sus funciones.

Las disposiciones mencionadas, a juicio de esta Corporación garantizan, sin


invadir la competencia del Consejo de Seguridad, la independencia de la
Corte Penal Internacional frente al sistema de Naciones Unidas, a la vez que
facilitan la cooperación entre estas dos organizaciones, en especial cuando se
trate de situaciones que puedan afectar la paz y seguridad mundiales y que
sean simultáneamente de competencia de la Corte Penal Internacional y del
Consejo de Seguridad. Constata esta Corte que el contenido del Acuerdo
entre las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional está dentro de los
temas de agenda de la primera reunión de Estados Partes y deberá ser
172
Adicionalmente, otro factor que resalta la independencia de la Corte frente al Consejo de Seguridad, es
el rechazo en Roma de la posibilidad de que la sola inclusión de un asunto en la agenda del Consejo de
Seguridad por solicitud de un Estado, pudiera suspender el ejercicio de las competencias de la Corte.
adoptado de conformidad con los procedimientos y reglas establecidas en el
Estatuto para la toma de decisiones por parte de los órganos de la Corte
Penal Internacional. No obstante, escapa a la competencia de la Corte
Constitucional poder pronunciarse sobre el contenido de un Acuerdo que
todavía no existe y que será celebrado entre dos personas jurídicas de
derecho internacional respecto de las cuales no puede ejercer ningún tipo de
control.

4.4. Parte II: De la competencia, la admisibilidad y el derecho aplicable

La Parte II está compuesta por 17 artículos relacionados con la competencia


de la Corte Penal Internacional, la admisibilidad y el derecho aplicable.

De manera general, los artículos 5 a 8, describen los crímenes


internacionales sobre los cuales ejercerá su competencia la Corte Penal
Internacional. El artículo 9, confía la aprobación de los elementos de los
crímenes a la Asamblea de los Estados Parte; el artículo 10 establece una
regla para delimitar el campo de aplicación de las definiciones sobre
crímenes previstas en el Estatuto, así como una regla para hacer compatible
el desarrollo del derecho internacional con el derecho desarrollado por la
Corte Penal Internacional. Los artículos 11 a 14, regulan la competencia de
la Corte, así como las condiciones previas para el ejercicio de dicha
competencia. El artículo 15, establece las circunstancias bajo las cuales el
Fiscal puede iniciar una investigación de oficio; el artículo 16, señala la
posibilidad de suspender una investigación cuando así lo solicite el Consejo
de Seguridad; los artículos 17 a 19, reglamentan las condiciones de
admisibilidad de asuntos ante la Corte y el procedimiento a seguir por los
Estados para impugnar decisiones de admisión; el artículo 20, hace
referencia al principio de la cosa juzgada; y el artículo 21, define el derecho
aplicable por la Corte Penal Internacional.

En el análisis de la Parte I del Estatuto (sección 4.3 de esta sentencia) ya se


aludió a los artículos 17, 19 y 20 del Estatuto, al examinar el principio de
complementariedad (sección 4.3.2.1.), así como al artículo 16, al estudiar las
relaciones de la Corte Penal Internacional con el Consejo de Seguridad
(sección 4.3.2.2.), y se delimitó el ámbito dentro del cual dichas
disposiciones surten sus efectos en armonía con la Constitución. Por eso, no
se volverá a hacer referencia a ellos en este acápite.
.3. 4.4.1. Cuestiones Generales

.3.1. 4.4.1.1. Los crímenes de competencia de la Corte Penal


Internacional

En cuanto a la competencia ratione materiae de la Corte Penal Internacional,


el artículo 5.1. del Estatuto de Roma establece que ésta tendrá jurisdicción
sobre crímenes de genocidio, de lesa humanidad, de guerra y el crimen de
agresión. Son cuatro categorías que se desarrollan en los artículos siguientes
y recogen el consenso internacional en torno a los crímenes internacionales
más graves.

Como se mencionó en la sección 2.2. de esta sentencia, los crímenes sobre


los que tendrá competencia la Corte Penal Internacional, parten de aquellos
que sirvieron de fundamento de las condenas en el Tribunal de Nuremberg,
pero su contenido y alcance se ha ampliado y complementado. Tales
conductas encajan en las definiciones desarrolladas hasta ahora en el
derecho penal internacional en materia de crímenes internacionales, las
cuales se encuentran plasmadas en tratados y en normas consuetudinarias o
han sido recogidas por la jurisprudencia de los Tribunales Internacionales
para Yugoslavia y Ruanda. El Estatuto también precisa varios conceptos
relacionados con la definición de las conductas y extiende el espectro de
algunos de ellos.

No obstante este avance, varios elementos de los crímenes de competencia


de la Corte requieren una mayor precisión. Por esa razón, el artículo 9 prevé
la adopción de un instrumento denominado Elementos de los Crímenes, el
cual contribuirá a precisar la estructura de cada conducta y delimitará su
interpretación. Con el fin de evitar conflictos sobre el alcance de cada uno de
los crímenes y las diferentes formas de su tipificación en el derecho penal
interno de los Estados, o de su concepción y evolución posterior en el
derecho internacional (artículo 10 ER), la definición que prevalecerá para
efectos de definición de la competencia y admisibilidad de un caso ante la
Corte es la que trae el Estatuto de Roma, junto con los Elementos de los
Crímenes que adopte la Asamblea General de Estados Partes.

La enumeración de los crímenes del artículo 5 del Estatuto de Roma y que


determinan la competencia ratione materiae de la Corte Penal Internacional,
está en armonía con lo previsto en nuestro ordenamiento constitucional para
estas materias, en tanto que reafirma la inviolabilidad del derecho a la vida
(artículo 11 CP), garantiza la igualdad de las personas (artículo 13 CP), el
derecho a la paz (artículo 22 CP), la dignidad humana (artículo 12 CP) y
confirma el rechazo a la tortura, a la desaparición forzada (artículo 12 CP), a
la esclavitud y a la servidumbre y a la trata de seres humanos en todas sus
formas (artículo 17 CP).

Un asunto que será tratado de manera especial en esta sección, es la aparente


imprecisión de algunas de las descripciones de los crímenes que hacen los
artículos 6 y 8 - las expresiones “otros motivos universalmente reconocidos
como inaceptables con arreglo al derecho internacional” (artículo 6.1. literal
h) ER), y “o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad
comparable” (artículo 6.1. literal g) ER), así como los literales b) ordinal
xxii) y e) ordinal vi) del artículo 8.2., por el empleo de la expresiones “o
cualquier otra forma de violencia sexual que constituya una infracción grave
de los Convenios de Ginebra”- que será analizada con mayor detenimiento
en el apartado 4.4.2.2. de esta sentencia.

Pasa esta Corte a analizar las descripciones que hace el Estatuto de cada una
de las cuatro categorías de crímenes.

.1.1.. 4.4.1.1.1. Genocidio

El artículo 6 del Estatuto de Roma adoptó en su totalidad la definición de


genocidio establecida por la Convención para la Prevención y Represión del
Genocidio de 1948.173 La definición de este crimen se basa en tres
elementos:

1) Perpetrar actos contra un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como


tal.

2) Tener la intención de destruir a dicho grupo, en parte o en su totalidad; y

3) Cometer uno o más de los siguientes cinco actos respecto de los


miembros del grupo:

173
Convención para la Prevención y Represión del Genocidio de 1948, artículo 2, aprobada como
legislación interna por la Ley 28 de 1959.
i) Matanza;
ii) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros de un grupo;
iii) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que
hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
iv) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno de un grupo;
v) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.

De conformidad con el Estatuto de Roma, así como con la Convención


contra el Genocidio, éste crimen requiere un dolo especial, que lo distingue
de otros crímenes contra la humanidad. Deberá demostrarse que la persona
actuó con la intención de destruir un grupo “en su totalidad o en parte”, lo
cual lleva, por ejemplo, a que un acto aislado de violencia racista no
constituya genocidio, por ausencia de ese elemento intencional especial. De
otro lado, no es necesario que se logre la destrucción completa del grupo,
puesto que lo relevante es la intención de obtener ese resultado. Por la
misma razón, tampoco se requiere que se realicen acciones de manera
sistemática.

Aun cuando el Estatuto no resuelve el debate doctrinario sobre el número de


muertes necesario para que se tipifique el genocidio, debe tenerse en cuenta
que el factor numérico tiene relación en realidad con el dolus specialis del
genocidio, no con su resultado.174 La intención debe estar dirigida a la
eliminación de un grupo de personas. Por otra parte, la definición empleada
en el Estatuto de los actos que constituyen genocidio, señala que no se
requiere siquiera el homicidio de una sola persona para se reconozca la
existencia de genocidio, ya que actos como el sometimiento intencional del
grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial, o la adopción de medidas destinadas a impedir
nacimientos en el seno de un grupo, se encuentran dentro de la definición
establecida por el derecho penal internacional.175

174
Caso Fiscal vs Jelesic, ICTY No. IT-95-01-T, Fallo del 14 de diciembre de 1999, para.100.
175
Corte Internacional de Justicia, Opinión consultiva del 28 de mayo de 1951, Asunto de las reservas a la
Convención sobre la Prevención y el Castigo del Crimen de Genocidio; Corte Internacional de Justicia,
Sentencia del 11 de julio de 1996 Asunto de la aplicación de la Convención para la Prevención y el Castigo
del Crimen de Genocidio (Bosnia-Herzegovina c/ Yugoslavia).Ver, Kunz, Joseph. The United Nations
Convention on Genocide, en American Journal of International Law, No. 43, 1949; páginas 738 a 746; A.
Huet y R. Köering-Joulin: Droit pénal international. PUF. Paris. 1994; Sunga, L. S.: Individual
Responsibility in International Law for Serious Human Rights Violations; Meron, Th.: War Crimes in
Yugoslavia and the Development of International Law. American Journal of International Law 1994 p. 78-
87.
Este crimen ya fue incorporado a nuestro ordenamiento interno, como quiera
que Colombia es parte de la Convención para la Prevención y Castigo del
Delito de Genocidio y, además, porque el nuevo Código Penal tipificó
expresamente el delito de genocidio176 y esta Corte ya se ha pronunciado
sobre su exequibilidad en las sentencias C-177 de 2001177 y C-330 de
2001.178

Por lo anterior, encuentra la Corte que el artículo 6 del Estatuto, reafirma la


inviolabilidad del derecho a la vida (artículo 11, CP), protege el pluralismo
en sus diferentes manifestaciones (artículo 1 CP), y garantiza el
cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos por Colombia
(artículo 9, CP) al ratificar la Convención de Genocidio y otros instrumentos
internacionales para la protección de los Derechos Humanos, 179 así como de
los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos I y II de 1977.

.1.2.. 4.4.1.1.2. Crímenes de lesa humanidad

Según el artículo 7, la expresión de crímenes de lesa humanidad se emplea


para describir los actos inhumanos que se cometan como parte de un ataque

176
La Ley 599 de 2000, tipifica el delito de genocidio e incluye una categoría adicional de “genocidio
político”, que no se encuentra consagrada en la Convención sobre Genocidio ni en el Estatuto, pero que
podría quedar cobijada por el Estatuto bajo el crimen de “persecución de un grupo o colectividad” por
motivos políticos, consagrado en el artículo 7.1, literal h. De otro lado, la descripción típica colombiana sí
exige “la muerte de sus miembros”, lo cual es más restrictivo que la definición internacional. En estas
circunstancias se aplica el artículo 10 del Estatuto. La ley 599 de 2000 establece: “Artículo 101. Genocidio.
“El que con el propósito de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial, religioso o
político que actúe dentro del marco de la ley, por razón de su pertenencia al mismo, ocasionare la muerte de
sus miembros, incurrirá en prisión de treinta (30) a cuarenta (40) años; en multa de dos mil (2.000) a diez
mil (10.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes y en interdicción de derechos y funciones
públicas de quince (15) a veinte (20) años. ¦ “La pena será de prisión de diez (10) a veinticinco (25) años, la
multa de mil (1.000) a diez mil (10.000) salarios mínimos mensuales legales vigentes y la interdicción de
derechos y funciones públicas de cinco (5) a quince (15) años cuando con el mismo propósito se cometiere
cualquiera de los siguientes actos: ¦“1. Lesión grave a la integridad física o mental de miembros del grupo.
¦“2. Embarazo forzado. ¦“3. Sometimiento de miembros del grupo a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial. ¦“4. Tomar medidas destinadas a impedir nacimientos en el
seno del grupo. ¦“5. Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”
177
Corte Constitucional, Sentencia C-177/01, MP: Fabio Morón Díaz, que declaró la exequibilidad del
artículo 322 A de la Ley 589 de 2000 que tipifica el delito de genocidio, salvo la expresión “que actúe
dentro del marco de la Ley,” que fue declarada inexequible.
178
Corte Constitucional, Sentencia C-330/01, MP: Alvaro Tafur Galvis, que declaró que debía estarse a lo
resuelto en la sentencia C-177 de 2001, por cuanto el artículo 101 de la Ley 599 de 2000, reproducía
materialmente el texto del artículo 322 A de la Ley 589 de 2000, por lo cual existía cosa juzgada material.
179
Entre otros, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Ley 16 de 1972).
generalizado o sistemático contra una población civil, ya sea en tiempo de
guerra externo, conflicto armado interno o paz.180

Bajo esta categoría, el derecho internacional ha incluido el asesinato, el


exterminio, la reducción a la esclavitud, la deportación y cualquier otro acto
inhumano cometido contra poblaciones civiles, antes o durante la guerra por
motivos políticos, raciales o religiosos. La inclusión de estas conductas se
hizo por primera vez en el Acuerdo de Londres, mediante el cual se creó el
Tribunal Internacional de Nuremberg. Bajo esta categoría el Estatuto del
Tribunal de Nuremberg comprendió las conductas atrás mencionadas a
condición de que hubieren “sido cometidas a continuación de cualquier
crimen que entre en la competencia del Tribunal o en relación con este
crimen” (artículo 6, lit. c) del Acuerdo de Londres).181 Posteriormente este
listado de crímenes contra la humanidad fue recogido en el artículo 3 común
a los Convenios de Ginebra de 1949.

Aun cuando originalmente el concepto exigía una conexión con la existencia


de un conflicto armado y la participación de agentes estatales, 182 hoy en día
el derecho penal internacional reconoce que algunas de las conductas
incluidas bajo la categoría de crímenes de lesa humanidad pueden ocurrir
fuera de un conflicto armado y sin la participación estatal.

La definición de crímenes de lesa humanidad que trae el Estatuto difiere de


la empleada hasta el momento en el derecho penal internacional en varios
aspectos. Por un lado, el Estatuto amplía la definición de crímenes de lesa
humanidad para incluir expresamente las ofensas sexuales, (distintas a la

180
Asunto Fédération National des Déportés et Internés Résistants et Patriotes y Otros v. Barbie, fallo de la
Sala de lo Penal del Tribunal de Casación, del 6 de octubre de 1983 (que resume la decisión del Tribunal de
Apelación), en 78 Intl L. Rep. 128, caso en el cual Francia juzga crímenes de lesa humanidad cometidos
contra judíos, durante la Segunda Guerra Mundial. Dijo entonces el Tribunal de Casación Francés: “dada su
naturaleza, los crímenes de lesa humanidad por los que se procesa a Barbie no se reducen a ser asunto de la
legislación municipal francesa sino que están sujetos a un orden penal internacional al que le son ajenas la
noción de frontera y las normas sobre extradición derivadas de la existencia de fronteras.”
181
Esta definición fue recogida en el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y en el artículo
4, del Protocolo II, Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, convertidos en legislación interna por
las Leyes 5 de 1960; 11 de 1992 y 171 de 1994. Posteriormente dicha definición fue recogida en la Ley 599
de 2000, Nuevo Código Penal.
182
Esta es una de las características del Tribunal Internacional para Yugoslavia, que recogió la definición
empleada en el artículo 6 c) del Estatuto del Tribunal de Nuremberg. Las dificultades para probar la
existencia de un conflicto armado fue resuelta finalmente en el caso Fiscal v. Tadic, No. IT-94-1-A, 238-72
(ICTY, Sala de Apelaciones, Julio 15, 1999, donde el tribunal señaló que bastaba mostrar que existía un
enfrentamiento armado, sin necesidad de cualificar si se trataba de un conflicto con o sin carácter
internacional.
violación183), el apartheid y las desapariciones forzadas. 184 El Estatuto
además aclara que tales crímenes se pueden cometer en tiempos de paz o de
conflicto armado y no requieren que se cometan en conexión con otro
crimen, salvo que se trate del enjuiciamiento de cualquier grupo o
colectividad, la cual ha de estar relacionada con otro acto enumerado en el
artículo 7.1, o cualquier otro delito de la competencia de la Corte Penal
Internacional.

La definición de crímenes de lesa humanidad del Estatuto de Roma, está


compuesta por seis elementos:

1) Ataque generalizado o sistemático.185


2) Dirigido contra la población civil.186
3) Que implique la comisión de actos inhumanos. El Estatuto enumera los
actos que podrían constituir crímenes de lesa humanidad dentro del contexto
de un ataque:
i) Asesinato187
183
Esta conducta está incluida en los Estatutos de los Tribunales de Yugoslavia (artículo 5(g)) y Ruanda
(artículo 3(g), pero no fue incluida en el Estatuto del Tribunal de Nuremberg.
184
Ver Chesterman, Simon. An Altogether Different Order: Defining the Elements of Crimes Against
Humanity. 10 Duke Journal of Comparative and International Law, 2000, pàginas 307 y ss.
185
El Estatuto utiliza las expresiones “ataque generalizado” para designar “una línea de conducta que
implique un alto número de víctimas” y el término “sistemático” para referirse al alto nivel de
organización, ya sea mediante la existencia de un plan o una política. Como se emplea el término
disyuntivo “o”, tales condiciones no son acumulativas, por lo cual el homicidio de un solo civil puede
constituir un crimen de lesa humanidad si se cometió dentro de un ataque sistemático. El “carácter
sistemático o generalizado del ataque a la población civil”, ha sido interpretado por
los Tribunales Internacionales Ad Hoc. Por ejemplo, el Tribunal Internacional para
Ruanda estableció en el caso Akayesu (sept. 2 de 1998) que: “El concepto de
“generalizado” puede ser definido como masivo, frecuente, acción en gran escala,
llevada adelante en forma colectiva con seriedad considerable y dirigida contra una
multiplicidad de víctimas. El concepto de “sistemático” puede ser definido como bien
organizado y siguiendo un plan regular sobre la base de un política concertada que
involucre recursos sustanciales públicos y privados”.
186
Esta expresión tiene su origen en la expresión “civiles”, empleada en la definición de crímenes contra la
humanidad durante la Segunda Guerra Mundial. Además, ha sido recogida en los Protocolos I y II
adicionales a los Convenios de Ginebra, para designar a no combatientes y fue incluida por los Estatutos de
los Tribunales para Yugoslavia y Ruanda. Sin embargo, como quiera que tanto en el Estatuto de Roma
como en el Estatuto para Ruanda no se requiere la existencia de un conflicto armado, es útil recordar la
definición empleada en el caso Kayishema No. ICTR-95-1-T de la Cámara de Juzgamiento II (Trial
Chamber II) del Tribunal de Ruanda que definió de manera amplia el concepto de población civil: “en el
contexto de la situación de la Prefectura de Kibuye, donde no había conflicto armado, la definición de
civiles, incluye a todas las personas excepto a aquellas que tienen el deber de preservar el orden público y
el uso legítimo de la fuerza. Por lo tanto, el concepto “no civiles” incluiría, por ejemplo, a los miembros de
las FAR, del RPF, la Policía y la Gendarmería Nacional”. (traducción no oficial)
187
El término asesinato es similar al empleado en los Estatutos de los Tribunales para Yugoslavia y para
Ruanda. En ambos estatutos se emplea dicho término para referirse a homicidios intencionales y
premeditados. El sentido de esa expresión fue discutida en los casos Akayesu No. ICTR-96-4-T y
ii) Exterminio188
iii) Esclavitud189
iv) Deportación o traslado forzoso de población190
v) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de
normas fundamentales de derecho internacional191
vi) Tortura192
vii) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado,
esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad.193
viii) Desaparición forzada de personas194
ix) El crimen de apartheid195
x) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente
grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la
salud mental o física.196

Kayishema No. ICTR-95-1-T, adelantados por el Tribunal para Ruanda, debido a que el término francés
empleado en el texto oficial del Estatuto del Tribunal para Ruanda resultaba confuso pues se refería a dos
categorías distintas de homicidio. En esos eventos, el Tribunal escogió la definición más favorable a los
procesados. Ver. Chesterman, Op. Cit. página 329.
188
Se encuentra prohibida por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ley 16 de 1972) y el artículo 3 común de los
Convenios de Ginebra de 1949 y el artículo 4 del Protocolo II. La definición de este crimen fue estudiada
ampliamente por el Tribunal para Ruanda, en los casos Akayesu No. ICTR-96-4-T, Rutaganda No. ICTR-
96-3-T y Kayishema No. ICTR-95-1-T donde el Tribunal sostuvo que por su propia naturaleza, se dirige
contra un grupo de individuos y requiere un elemento de destrucción masiva. Los elementos esenciales del
exterminio fueron definidos por la Cámara de Juzgamiento I (Trial Chamber I) así:1. el acusado participa
en el homicidio masivo de un grupo de personas o en la creación de condiciones de vida que conducen a su
muerte de manera masiva; 2. El acto o la omisión que ocasionan la muerte debe ser ilegal e intencional; 3.
el acto o la omisión ilegales debe ser producto de un ataque generalizado y sistemático; 4. debe estar
dirigido contra la población civil; 5. debió haber sido ejecutado por razones discriminatorias: origen racial,
nacional, étnico, religioso o político. (Kayishema No. ICTR-95-1-T).
189
Prohibida por el Pacto de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención Americana de
Derechos Humanos (Ley 16 de 1972) y prohibida expresamente por el artículo 17 constitucional
190
Prohibida por el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 (ley 6 de 1960) y tipificada por
el artículo 159 de la Ley 599 de 2000.
191
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968), la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Ley 16 de 1972).
192
Prohibida por la Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (Ley 76
de 1986) y tipificada por el artículo 137 de la Ley 599 de 2000.
193
Prohibidas por el artículo 3 común de los Convenios de Ginebra de 1949 y por el artículo 4 del Protocolo
II y tipificadas por los artículos 138 y 139 de la Ley 599 de 2000.
194
Prohibida por la Convención Americana contra la Desaparición Forzada (Ley 707 de 1994), prohibida
expresamente por el artículo 12 de la Constitución Política y tipificada por la Ley 589 de 2000 y por el
artículo 165 de la ley 599 de 2000.
195
Prohibido por la Convención sobre la represión y castigo del Apartheid (ley 26 de 1987), así como por
la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (Ley 22 de
1981), es contrario al artículo 13 constitucional y fue tipificado por el artículo 147 de la Ley 599 de 2000.
196
Prohibidos por la Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (Ley 76
de 1986) y por los Convenios de Ginebra de 1949 y el Protocolo II, fue tipificado como conducta autónoma
por el artículo 146 de la Ley 599 de 2000.
4) Conocimiento de que se trata de un ataque sistemático o generalizado
contra una población civil;197

5) Para los actos de persecución solamente, se ha de tomar en cuenta los


fundamentos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o
de género;

6) El contexto dentro del cual puede ocurrir un crimen de lesa humanidad


puede ser en tiempos de paz, de guerra internacional o de conflicto interno.
No necesariamente se comete en conexión con otro crimen. Una excepción
es el enjuiciamiento de cualquier grupo o colectividad; el cual debe de estar
relacionado con otro acto enumerado en el artículo 7.1, o cualquier otro
delito de la competencia de la CPI.

Además de lo anterior, el artículo 7.2. define lo que debe entenderse por


términos tales como “ataque contra una población civil”, “exterminio”,
“esclavitud”, “deportación o traslado forzoso de población”, “tortura”,
“embarazo forzado”, “persecución”, “crimen de apartheid” y “desaparición
forzada de personas”, empleados en la descripción de los crímenes de lesa
humanidad, con lo cual se dota de mayor precisión a la enumeración de las
conductas incluidas bajo esta categoría.

Encuentra la Corte que las definiciones sobre crímenes de lesa humanidad


que trae el Estatuto protegen la efectividad del derecho a la vida, la
prohibición de torturas y desapariciones, la igualdad y la prohibición de la
esclavitud. Igualmente, al dotar al sistema de protección de derechos
humanos con una herramienta adicional para la lucha contra la impunidad en
materia de graves violaciones a los derechos humanos, reiteran los
compromisos de Colombia como parte del Pacto de Derechos Civiles y
Políticos (Ley 74 de 1968), de la Convención Americana de Derechos
Humanos (Ley 16 de 1972), de los Convenios de Ginebra de 1949 (ley 6 de
1960) y sus Protocolos I y II de 1977 (Leyes 11 de 1992 y 171 de 1994), la
Convención contra la Tortura y otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes (Ley 76 de 1986), la Convención sobre la represión y castigo
del Apartheid (Ley 26 de 1987), y la Convención Internacional sobre la
197
Esta expresión resalta que es el contexto dentro el cual se realizan los actos criminales, lo que los
transforma en crímenes de lesa humanidad. De conformidad con lo decidido por la Cámara de Apelaciones
en el Caso Tadic, resulta irrelevante que los actos hayan sido cometidos por “motivos puramente
personales”, pues lo que se examina es si el procesado era consciente o deliberadamente “ciego” de que sus
actos se encontraban dentro del ámbito de un crimen contra la humanidad. Este mismo estándar fue
definido por la Corte Suprema Canadiense en el Caso R v. Finta (1994, I. S. C. R. 701).
eliminación de todas las formas de discriminación racial (Ley 22 de 1981),
entre otras.

.1.3.. 4.4.1.1.3. Crímenes de guerra

El artículo 8 del Estatuto consagra los crímenes de guerra, categoría que


recoge violaciones a los principios y usos fundamentales de la guerra
consagradas en los Convenios de la Haya de 1899 y 1907, de Ginebra de
1925, los Convenios de Ginebra de 1949 y sus dos Protocolos Adicionales,
así como definiciones consagradas en otras normas convencionales sobre el
uso de ciertas armas de guerra.

Constata la Corte que dada la forma como fue incorporada la lista de


crímenes de guerra, con mención a las violaciones incluidas en los
Convenios de Ginebra de 1949 y a conductas contenidas en otros
instrumentos, un mismo hecho podría quedar cobijado por varias de las
conductas descritas en los distintos apartados. No obstante, ello sólo supone
que en derecho penal internacional es posible que se presente el concurso de
conductas punibles. Observa también la Corte que los Protocolos I y II,
adicionales a los Convenios de Ginebra, incluidos tácitamente bajo la
expresión “otras serias violaciones a las leyes y costumbres aplicables en
conflicto armado” (Artículo 8.2. literales b) y e), ER)”, complementan las
normas de derecho internacional humanitario y las leyes y costumbres de la
guerra y precisan de mejor manera las conductas consideradas como
crímenes de guerra.

Una de las mayores innovaciones del Estatuto es que éste valoriza la reciente
evolución de jurisprudencia internacional que penaliza los crímenes de
guerra cometidos en conflictos armados internos, 198 de tal manera que la
expresión guerra no se refiere sólo a los conflictos armados de orden
internacional. La cuestión relativa a los requisitos mínimos necesarios para
que un enfrentamiento sea considerado conflicto armado interno es abordada
por el Estatuto, como se verá posteriormente.

En cuanto a los crímenes de guerra cometidos en un conflicto armado


internacional, el artículo 8 no define cuándo existe un conflicto armado
internacional, por lo cual será necesario acudir a las definiciones aceptadas
en el derecho internacional en esta materia para completar el sentido del
198
Ver ICTY, Fiscal v. Tadic, No. IT-94-1-A, 238-72
artículo 8. Los actos cometidos durante un conflicto armado internacional,
que se definen como crímenes de guerra según el artículo 8.2, literal a) del
Estatuto son los siguientes:

1) Infracciones graves a los Convenios de Ginebra de 1949, en otras palabras


que los actos que a continuación se señalan, se cometan contra los heridos,
enfermos, náufragos de las fuerzas armadas, prisioneros de guerra o
civiles199:

i) Matar intencionalmente;
ii) Someter a tortura o a otros tratos inhumanos, incluidos los experimentos
biológicos;
iii) Infligir deliberadamente grandes sufrimientos o atentar contra la
integridad física o la salud;
iv) Destruir bienes y apropiarse de ellos de manera no justificada por
necesidades militares, a gran escala, ilícita y arbitrariamente;
v) Obligar a un prisionero de guerra o a otra persona protegida a prestar
servicio en las fuerzas armadas de una potencia enemiga;
vi) Someter a deportación, traslado o confinamiento ilegales;
vii) Tomar rehenes.

2) El artículo 8.2, literal b) también penaliza otras violaciones graves de las


leyes y usos aplicables en los conflictos armados internacionales. El Estatuto
hace una referencia expresa a distintos instrumentos internacionales,
incluidos los de La Haya de 1907, el Protocolo I Adicional a los Convenios
de Ginebra y otros instrumentos que prohíben ciertas armas, en los se que
han definido los actos que se consideran crímenes de guerra. Estos actos
criminales incluyen:200
199
Estas conductas fueron tipificadas en el Titulo II, Delitos Contra Personas y Bienes Protegidos por el
Derecho Internacional Humanitario, artículos 135 a 164 de la Ley 599 de 2000.
200
Las disposiciones del Protocolo I, Adicional a los Convenios de Ginebra I fueron recogidas así por el
artículo 8.2. b) del Estatuto de Roma: Artículo 85.3, por los apartados i), ii), v) y vi); artículos 35.3 y 55,
por el apartado iv); artículo 38.2, por el apartado vii); artículo 85.4, por los apartados viii) y ix); los
artículos 11.1 y 11.2, por el apartado x); el artículo 40, por el apartado x); el artículo 35.2, por el apartado
xx); el artículo 75.2, por el apartado xxi); el artículo 76.2, por el apartado xxii); el artículo 51.7, por el
apartado xxiii); el artículo 12.1, por el apartado xxiv); el artículo 54.1, por el apartado xxv) y el artículo
77.2, por el apartado xxvi). Igualmente, los apartes xiii, xv y xvi, recogen los artículos 53, 51 y 33,
respectivamente, del IV Convenio de Ginebra de 1949. Además, el artículo 8.2 b) recoge las siguientes
disposiciones del IV Convenio de la Haya: los apartados xi) y xii), el artículo 23.b, el apartado xiii), los
artículos 23.g y 46; el apartado xiv), el artículo 23.h; el apartado xvi), los artículos 28 y 47; el apartado
xvii), el artículo 23.a; y el apartado xx), el artículo 35.2. Los demás apartes mencionados en el artículo 8.2.
b) recogen las siguientes normas de derecho internacional: el apartado iii), la Convención sobre Seguridad
de las Naciones Unidas y Personal Asociado, adoptada por unanimidad el 17 de febrero de 1995,
i) Dirigir intencionalmente ataques contra objetos civiles, es decir, objetos
que no son objetivos militares;
ii) Lanzar un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causará pérdidas
de vidas, lesiones a civiles o daños a objetos de carácter civil o daños
extensos, duraderos y graves al medio natural que sean claramente excesivos
en relación con la ventaja militar general concreta y directa que se prevea;
iii) Dirigir intencionalmente ataques contra personal, instalaciones, material,
unidades, vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la paz
o de asistencia humanitaria de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas;
iv) El traslado por la potencia ocupante de parte de su población civil al
territorio que ocupa o la deportación o el traslado de la totalidad o parte de
la población del territorio ocupado, dentro o fuera de ese territorio;
v) Cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,
embarazo forzado, esterilización forzada y cualquier otra forma de violencia
sexual que constituye una violación grave a los Convenios de Ginebra;
vi) Aprovechar la presencia de civiles u otras personas protegidas para que
queden inmunes de operaciones militares determinados puntos, zonas o
fuerzas militares;
vii) Reclutar o alistar a niños menores de 15 años en las fuerzas armadas
nacionales o utilizarlos para participar activamente en las hostilidades.
viii) Emplear veneno o armas envenenadas, gases asfixiantes, tóxicos o
similares o cualquier líquido, material o dispositivo análogos, así como
armas, proyectiles, materiales y métodos de guerra que causen daños
superfluos o sufrimientos innecesarios.201
A/RES/49/59); el aparte xvii); el Protocolo para la prohibición del uso en guerra de gases asfixiantes,
venenosos o de otro tipo y de métodos de combate bacteriológico, Convenio de Ginebra de 1925; y el
apartado xix), la Declaración relativa a balas expansivas, Convenio de la Haya de 1899. El Estatuto de
Roma no incluyó dentro de la lista de crímenes de guerra, cometidos en conflictos de carácter internacional
la demora injustificada en repatriar prisioneros de guerra o civiles (Artículo 85.4.b. Protocolo I). Tampoco
recogió los crímenes contemplados en los artículos I, II y III de la Convención sobre Prohibición del Uso
Militar Hostil o de otro tipo de TéCPicas Modificatorias del medio Ambiente, adoptada por la Asamblea
General de Naciones Unidas mediante Resolución 31/72 de diciembre 10 de 1976. Ver. Sunga, Lyal S. La
jurisdicción “ratione materiae” de la Corte Penal Internacional (artículos 5 a 10 del ER). En El Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, Kai Ambos y Oscar Julián Guerrero, Comp. Universidad Externado
de Colombia, 1999, páginas 235 a 268.
201
A pesar de las descripciones generales contenidas en los literales xvii a xx del articulo 8.2.b), sobre el
uso de armas prohibidas, no hubo acuerdo sobre la prohibición expresa del uso de armas nucleares (Corte
Internacional de Justicia, Opinión Consultiva de 8 de julio de 1996, sobre la Legalidad de la Amenaza o
Uso de Armas Nucleares), armas fragmentarias no detectables (Protocolo I de la Convención de Ginebra
sobre prohibiciones o restricciones sobre el uso de ciertas armas convencionales que pueden ser reputadas
como excesivamente dañinas o de tener efectos indiscriminados, de octubre 10 de 1980), minas de tierra,
armas incendiarias (Protocolo II Convención de Ginebra sobre prohibiciones o restricciones sobre el uso de
ciertas armas convencionales que pueden ser reputadas como excesivamente dañinas o de tener efectos
En cuanto a los crímenes de guerra cometidos durante un conflicto armado
interno, el Estatuto penaliza algunas violaciones a las normas de guerra
cometidas durante los conflictos armados que no tienen carácter
internacional. En todos los casos, la definición de “conflicto armado interno”
tal y como lo establece el Estatuto, no incluye las situaciones de simples
disturbios internos, como motines o actos esporádicos o aislados de
violencia o cualquier acto similar (artículo 8.2, literal d) ER).

También es importante resaltar, que las definiciones empleadas cobijan a


organizaciones armadas no estatales, de conformidad con los desarrollos del
derecho internacional humanitario. En otras palabras, los miembros de
grupos armados irregulares, al igual que los integrantes de la fuerza pública
regular, pueden ser sujetos activos de estos crímenes. Otro aspecto
importante consagrado en el Estatuto de Roma en relación con los conflictos
armados que no tengan carácter internacional, es el hecho de no incluir las
condiciones de control territorial y mando responsable que señala el
Protocolo II, con lo cual se amplía el ámbito de conflictos internos en los
que pueden presentarse este tipo de crímenes.

Los crímenes que se cometan durante los conflictos armados internos se


dividen en dos párrafos. En primer lugar, el artículo 8.2, literal c) penaliza
los actos enumerados en el artículo 3 común a los cuatro Convenios de
Ginebra, los cuales tratan sobre estas graves violaciones. La siguiente lista
de crímenes de guerra podría aplicarse cuando se cometan contra individuos
que no participen directamente en el conflicto, incluso aquellos miembros de
las fuerzas armadas que hayan rendido sus armas o se encuentran fuera de
combate debido a enfermedad, lesiones, detención o cualquier otra causa:

i) Violencia contra la vida y la persona, en especial cualquier tipo de


asesinato, mutilación, tratamiento cruel y tortura;
ii) Cometer ultrajes contra la dignidad personal, particularmente el trato
degradante o humillante;
iii) Tomar rehenes;
iv) Dictar sentencias y llevar a cabo ejecuciones sin juzgamiento previo
dictado por un tribunal establecido normalmente, que respete todas las
garantías judiciales comúnmente reconocidas como indispensables.

indiscriminados de 1980 y Convención sobre la Prohibición del uso, producción transferencia y


acumulación de minas de tierra antipersonales y sobre su destrucción, adoptada en Oslo en septiembre 18
de 1997), o armas láser enceguecedoras (Protocolo IV sobre armas enceguecedoras, octubre 13 de 1995).
Segundo, el párrafo 8.2, literal e) penaliza algunos actos que se prohíben en
los Protocolos Adicionales de 1977, así como en otros tratados sobre las
leyes de combate y usos del derecho internacional. Esto cobija, según el
párrafo (f), crímenes cometidos cuando exista un conflicto armado en el
territorio del Estado entre las fuerzas estatales y grupos armados
organizados, o entre grupos armados organizados, pero con un estándar
menor que el consagrado en el Protocolo II, como quiera que no se requiere,
como mínimo, “mando responsable” de los comandantes, ni el “control” de
una parte del territorio. Basta con la existencia de un conflicto armado
prolongado, incluso entre dos grupos irregulares. Los actos criminales
enumerados en el artículo 8(2)(e) incluyen: 202

i) Dirigir intencionalmente ataques contra la población civil como tal o


contra civiles que no participen directamente en las hostilidades;
ii) Dirigir intencionalmente ataques contra personal, instalaciones, material,
unidades o vehículos participantes en una misión de mantenimiento de la
paz o de asistencia humanitaria de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas;
iii) Cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,
embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia
sexual que constituya también una violación grave a los cuatro Convenios
de Ginebra;
iv) Reclutar o alistar niños menores de 15 años en las fuerzas armadas o
utilizarlos para participar en hostilidades;
v) Ordenar el desplazamiento de la población civil por razones relacionadas
con el conflicto, al menos de que así lo exija la seguridad de los civiles de
que se trate o por razones militares imperativas.

Aclara el estatuto, que la consagración de estas conductas como crímenes de


guerra, no impide el ejercicio de las responsabilidades que incumben a todo
gobierno en la utilización de medios legítimos para el mantenimiento o
restablecimiento del orden público en el Estado ni en la defensa de la unidad
e integridad territorial (artículo 8 (3) ER).

Encuentra la Corte que las definiciones sobre crímenes de guerra protegen la


efectividad del derecho a la vida (artículo 11), a la integridad física; el
respeto a la prohibición de desapariciones y torturas (artículo 12), y a la
202
La norma básica de amas prohibidas se encuentra en el artículo 35 del Protocolo I y en las Convenciones
de la Haya de 1907.
prohibición de la esclavitud (artículo 17). Igualmente, propenden el
cumplimiento de los compromisos internacionales en materia de respeto al
derecho internacional humanitario asumidos soberanamente por Colombia al
ratificar los Convenios de Ginebra de 1949 (Ley 6 de 1960) y sus Protocolos
I y II de 1977 (Leyes 11 de 1992 y 171 de 1994). Adicionalmente, como los
eventos descritos como conflicto armado de carácter internacional e interno
pueden dar lugar a la aplicación de medidas propias de los estados de
excepción (artículo 212 y 213, CP), las normas del Estatuto que describen
las conductas tipificadas como crímenes de guerra garantizan la prevalencia
y efectividad de los derechos cuya suspensión se prohíbe aun durante dichos
estados (artículo 93 CP). La condición de que las políticas de orden público
sean adelantadas por cualquier medio siempre que este sea “legítimo”,
reafirma este propósito de propender el respeto al marco jurídico
democrático nacional e internacional.

.1.4.. 4.4.1.1.4. Crimen de Agresión

El artículo 5.2 estipula que la Corte ejercerá su competencia sobre el crimen


de agresión, una vez que se adopte una disposición en la Conferencia de
Revisión, luego de siete años de entrada en vigor del Estatuto. En efecto,
esta Conferencia definirá el crimen y las condiciones bajo las cuales la Corte
será competente respecto a éste, y deberá ser conforme con las disposiciones
de la Carta de las Naciones Unidas. Los artículos 5.2, 121 y 123 claramente
disponen que la Corte no será competente sobre el crimen de agresión antes
de siete años de la entrada en vigor del Estatuto y, en todo caso, según las
normas de entrada en vigor a que se refiere el numeral 5 del artículo 121 del
Estatuto.

La categoría crimen de agresión refiere a asociadas con crímenes contra la


paz. De acuerdo con lo expuesto en la sección 2.2 de esta sentencia, aún no
existe una definición de consenso.

El artículo 5.2 resalta el debate internacional en torno a la definición del


crimen de agresión, la cual siempre ha sido controversial. Las Convenciones
para el Acuerdo Pacífico de Disputas Internacionales de la Haya de 1899 y
1907 y el Pacto de París de 1928 (Pacto Kellog-Briand), emplean la
expresión “guerras agresivas”, pero ninguno de éstos estableció el crimen de
agresión como un delito internacional. En la Convención para el
Establecimiento de una Corte de Crímenes de Guerra de las Naciones
Unidas, de la Comisión para Crímenes de Guerra de la ONU, se proveía que
tal Corte sólo enjuiciaría las personas “que actuaban bajo la autoridad de, o
alegaban la autoridad de, o en conjunto con un Estado o entidad política
involucrada en una guerra u hostilidades armadas con cualquier de las Partes
Contratantes, o en una ocupación hostil de cualquiera de las Partes
Contratantes”.

Los magistrados del Tribunal de Nuremberg, al comprobar que se habían


cometido “crímenes contra la paz”, se basaron principalmente en los
tratados de los cuales Alemania formaba parte. Igualmente, el Capítulo VII
de la Carta de Naciones Unidas emplea la expresión “actos de agresión”,
pero no establece una definición de ella.

En 1974, la Asamblea General aprobó la Resolución sobre la definición de


la Agresión, la cual dispuso que “una guerra de agresión es un crimen contra
la paz internacional” (artículo 5.2 ER). Sin embargo, la Resolución no se
refiere a la responsabilidad penal individual por actos de agresión y, por lo
tanto, se debate si tal definición es aplicable a los casos de actos penales
individuales.203 Sin embargo, hasta tanto los Estados Partes no adopten una
definición precisa del crimen de agresión, no podrá la Corte Penal
Internacional conocer de él, de conformidad con lo que establecen el artículo
5.2., 121 y 123 del Estatuto.

.3.2. 4.4.1.2. Derecho aplicable por la Corte Penal Internacional

En cuanto a las fuentes de derecho aplicables por la Corte Penal


Internacional, el artículo 21 señala una jerarquía de tres fuentes. En primer
lugar, el Estatuto de Roma, los Elementos del Crimen y las Reglas de
Procedimiento y Prueba (artículo 21.1. a) ER); en caso de conflicto entre
estas normas, prevalecen las del Estatuto de Roma (artículo 52.5 ER).

En segundo lugar, la Corte puede apoyarse en las fuentes de derecho


internacional (artículo 21.1. b) ER). Y, en tercer lugar, en defecto de las dos
primeras fuentes, los principios generales del derecho que derive la Corte del
203
En el proyecto de Código de Crímenes contra la paz y seguridad de la humanidad de 1996, el cual aún
no ha sido adoptado, se define el crimen de agresión de la siguiente forma: “El que, en cuanto dirigente u
organizador, participe activamente en la planificación, preparación, desencadenamiento o libramiento de
una guerra de agresión cometida por un Estado, u ordene estas acciones, será responsable de un crimen de
agresión”.
derecho interno de los sistemas jurídicos del mundo, a condición de que no
sean incompatibles con el Estatuto, con el derecho internacional ni con las
normas y estándares internacionalmente reconocidos (artículo 21.1. c) ER).
Igualmente, la Corte Penal Internacional puede acudir a su propia
jurisprudencia (artículo 21.2 ER). Finalmente, en su artículo 21.3, el Estatuto
de Roma prohíbe la discriminación en la aplicación e interpretación del
derecho.

La Corte constata que sólo el tercer tipo de fuentes es derecho aplicable en


defecto de las dos primeras. Es decir, los dos primeros tipos de fuentes no
están inevitablemente relacionados entre sí mediante un criterio de
subsidiariedad, aunque el Estatuto de Roma es norma especial para cuya
interpretación concurren “en primer lugar” los elementos del Crimen y las
Reglas de Procedimiento y Prueba.

Además, el Estatuto de Roma no es derogatorio del derecho internacional de


los derechos humanos ni del derecho internacional humanitario (artículo 10
del E.R.). Por el contrario, es un instrumento internacional concebido para
contribuir a la efectividad de estos ramos del derecho internacional evitando
que las violaciones que constituyan crímenes de competencia de la Corte
Penal Internacional queden impunes (Preámbulo).

También constata la Corte que varios Estados han formulado declaraciones


interpretativas que versan sobre la cuestión de la relación del Estatuto de
Roma, como instrumento especial que comparte las finalidades de los
principales tratados de derechos humanos y derecho internacional
humanitario, y tales tratados.204

Adicionalmente, es misión de la Corte Constitucional asegurar que los


colombianos que llegaren a ser investigados o juzgados por la Corte Penal
Internacional gocen efectivamente de sus derechos y cumplan sus deberes, al
tenor del principio constitucional fundamental establecido en el artículo 2 de
la Carta. Tales derechos y deberes han de ser interpretados de conformidad
con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por
Colombia (artículo 93 C.N.).

Claro esta que la aplicación de los tratados aludidos se hace de tal forma que
no sea incompatible con el Estatuto de Roma ni surtan el efecto de restringir
el alcance de sus disposiciones puesto que tales instrumentos son derecho
204
Ver declaraciones interpretativas, por ejemplo, de Bélgica, Reino Unido, Nueva Zelandia y Egipto.
aplicable “cuando proceda” a la luz de los propios fines del Estatuto, como
lo precisa el literal b del artículo 21.

Entonces, concluye la Corte que, si llegare a darse el caso de que un


colombiano haya de ser investigado y enjuiciado por la Corte Penal
Internacional, procede la interpretación del Estatuto de Roma de
conformidad con los principios y normas que integran el derecho
internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos
humanos, siempre y cuando éstos no sean incompatibles con dicho Estatuto
ni restrinjan el alcance de sus disposiciones.

.4. 4.4.2. Cuestiones Especiales

Otro de los temas tratados en esta Parte II del Estatuto de Roma se refiere al
ejercicio de la competencia de la Corte Penal Internacional. Esta
Corporación ya examinó la jurisdicción complementaria de la Corte Penal
Internacional (sección 4.3.2.1) y las relaciones de la Corte Penal
Internacional con el Consejo de seguridad de la ONU (sección 4.3.2.2). Por
lo anterior, la Corte no volverá a hacer referencia a ellos en este apartado y
sólo procederá a estudiar dos cuestiones especiales: la posibilidad de que el
Fiscal inicie de oficio una investigación por alguno de los crímenes
señalados en los artículos 5 a 8 del Estatuto de Roma (artículo 18 ER) y la
insuficiente precisión en la definición de algunos de los crímenes de
competencia de la Corte (artículos 6 a 8 ER).

.4.1. 4.4.2.1. Inicio de la investigación por la Corte Penal Internacional


por parte del Fiscal

Señala el Estatuto de Roma lo siguiente:

Artículo 18. Decisiones preliminares relativas a la admisibilidad

1. Cuando se haya remitido a la Corte una situación en virtud del


artículo 13 a) y el Fiscal haya determinado que existen
fundamentos razonables para comenzar una investigación, o el
Fiscal inicie una investigación en virtud de los artículos 13 c) y
15, éste lo notificará a todos los Estados Partes y a aquellos
Estados que, teniendo en cuenta la información disponible,
ejercerían normalmente la jurisdicción sobre los crímenes de que
se trate. El Fiscal podrá hacer la notificación a esos Estados con
carácter confidencial y, cuando lo considere necesario a fin de
proteger personas, impedir la destrucción de pruebas o impedir la
fuga de personas, podrá limitar el alcance de la información
proporcionada a los Estados.
2. Dentro del mes siguiente a la recepción de dicha notificación,
el Estado podrá informar a la Corte que está llevando o ha llevado
a cabo una investigación en relación con sus nacionales u otras
personas bajo su jurisdicción respecto de actos criminales que
puedan constituir crímenes contemplados en el artículo 5 y a los
que se refiera la información proporcionada en la notificación a
los Estados. A petición de dicho Estado, el Fiscal se inhibirá de su
competencia en favor del Estado en relación con la investigación
sobre las personas antes mencionadas, a menos que la Sala de
Cuestiones Preliminares decida, a petición del Fiscal, autorizar la
investigación.
3. El Fiscal podrá volver a examinar la cuestión de la inhibición
de su competencia al cabo de seis meses a partir de la fecha de la
remisión o cuando se haya producido un cambio significativo de
circunstancias en vista de que el Estado no está dispuesto a llevar
a cabo la investigación o no puede realmente hacerlo.
4. El Estado de que se trate o el Fiscal podrán apelar ante la Sala
de Apelaciones de la decisión de la Sala de Cuestiones
Preliminares, de conformidad con el artículo 82. La apelación
podrá sustanciarse en forma sumaria.
5. Cuando el Fiscal se haya inhibido de su competencia en
relación con la investigación con arreglo a lo dispuesto en el
párrafo 2, podrá pedir al Estado de que se trate que le informe
periódicamente de la marcha de sus investigaciones y del juicio
ulterior. Los Estados Partes responderán a esas peticiones sin
dilaciones indebidas.
6. El Fiscal podrá, hasta que la Sala de Cuestiones Preliminares
haya emitido su decisión, o en cualquier momento si se hubiere
inhibido de su competencia en virtud de este artículo, pedir a la
Sala de Cuestiones Preliminares, con carácter excepcional, que le
autorice a llevar adelante las indagaciones que estime necesarias
cuando exista una oportunidad única de obtener pruebas
importantes o exista un riesgo significativo de que esas pruebas
no estén disponibles ulteriormente.
7. El Estado que haya apelado una decisión de la Sala de
Cuestiones Preliminares en virtud del presente artículo podrá
impugnar la admisibilidad de un asunto en virtud del artículo 19,
haciendo valer hechos nuevos importantes o un cambio
significativo de las circunstancias.

De conformidad con el artículo trascrito y teniendo en cuenta lo que


establecen los artículos 13 a 15 del Estatuto, existen tres desencadenantes
diferentes y alternativos que permiten que la Corte Penal Internacional
pueda iniciar una investigación (artículos 13 a 15, ER):

4. Cuando un Estado Parte remite “una situación” al Fiscal, en la


cual parezca haberse cometido uno o varios crímenes de la competencia de
la Corte (artículos 13, literal a) y 14 ER) y el Fiscal llega a la conclusión de
que existen fundamentos razonables para comenzar una investigación
(artículo 18.1 ER). En este evento aún es necesario determinar si la situación
en cuestión está bajo la competencia de la Corte Penal Internacional
(artículos 11, 12 y 14 ER) y si el caso particular es admisible (artículos 18 y
19 ER).

5. Cuando el Consejo de Seguridad remite al Fiscal una situación,


actuando con arreglo a lo dispuesto con el Capítulo VII de la Carta de las
Naciones Unidas, cuando parezca haberse cometido uno o varios crímenes
de la competencia de la Corte (artículo 13(b) ER). En ese evento se entiende
que la Corte Penal Internacional está ante una situación sobre la cual puede
ejercer su jurisdicción, pero todavía es necesario examinar si el caso es
admisible o no (artículo 17, 18 y 19 ER).

6. Cuando el Fiscal haya iniciado una investigación de oficio,


respecto a un crimen de ese tipo, con base en información recibida de
cualquier fuente confiable (artículos 13(c) y 15 ER) y la Sala de Cuestiones
Preliminares ha autorizado que se inicie la investigación. En este evento
todavía es necesario determinar si la situación en cuestión está bajo la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional (artículos 11, 12 y 14 ER) y si el
caso particular es admisible (artículos 18 y 19 ER).

En el tercer evento, el Estatuto establece un procedimiento especial para


evitar posibles abusos por parte del Fiscal y le exige que pida la autorización
de la Sala de Cuestiones Preliminares, presentando una solicitud motivada,
junto con la documentación con base en la cual funda su petición (artículo
15 ER). Si la Sala de Cuestiones Preliminares autoriza el inicio de la
investigación, el Fiscal podrá proceder a realizarla, sin perjuicio de que
posteriormente se decida que el caso no es admisible.

Antes de admitir el caso, los Estados Partes que en principio tendrían


jurisdicción sobre éste, deben ser notificados de este evento, a fin de que
tenga la oportunidad de impugnar esa decisión ante la Sala de Cuestiones
Preliminares (artículos 15, 18.1 y 19 ER), y solicitar la inhibición de su
competencia a favor del Estado.205

Estas disposiciones no sólo evitan la duplicidad de esfuerzos para el


juzgamiento de graves crímenes contra los derechos humanos, sino que
garantizan la primacía de las jurisdicciones nacionales. Si el caso está siendo
investigado o ya fue juzgado de forma compatible con el Estatuto de Roma,
la Corte Penal Internacional deberá abstenerse de iniciar la investigación y el
juzgamiento del mismo (ver sección 4.3.2.1 de esta sentencia). Si el Estado
no puede o no quiere ejercer su jurisdicción, de conformidad con el artículo
17 del Estatuto de Roma, será la Corte Penal Internacional quien la ejerza, si
la situación reúne las condiciones establecidas en ese artículo.

Por otra parte, con el fin de evitar que a través de investigaciones


“aparentes” los Estados sustraigan del conocimiento de la Corte una
determinada situación, el Estatuto establece un mecanismo de seguimiento
para que el Fiscal reciba informes sobre los avances de la investigación
penal y del juzgamiento adelantado por el Estado que objetó la competencia
de la Corte Penal Internacional, por estar en curso el proceso penal
respectivo. El artículo 18.2. de Estatuto de Roma dice que “el Estado podrá
informar a la Corte de sus propias investigaciones”, de lo cual surge que no
existe un deber permanente de informar sobre el avance o resultados de las
investigaciones que adelante dentro de su jurisdicción, salvo que el Fiscal le
205
El artículo 18.2 señala que los Estados cuentan con un mes después de la recepción de la notificación,
para informar a la Corte si está o no llevando a cabo una investigación respecto al mismo caso, así como
para solicitar al Fiscal que renuncie a su competencia a favor del Estado. Según el artículo 18.5, una vez
que un Estado solicite la inhibición de competencia de la Corte de una investigación, el Fiscal estará
obligado a suspender la investigación del caso, pero podrá solicitar a estos Estados que le informen
periódicamente de la marcha de sus investigaciones y del juicio ulterior (artículo 18.5, ER). Igualmente,
todas las órdenes o mandamiento dictados por la Corte con anterioridad a la impugnación seguirán siendo
válidos (artículo 19.9, ER). En todo caso, aun si un Estado no solicita al Fiscal la inhibición de su
competencia a favor del Estado, el Fiscal puede suspender la investigación de la Corte Penal Internacional
y solicitar al Estado de que se trate que le comunique sobre las actuaciones. (artículo 19.11).
solicite expresamente dicha información, caso en el cual deberá responder
“sin dilaciones indebidas”.

Encuentra la Corte que estas disposiciones respetan la primacía del ejercicio


de la jurisdicción penal nacional para investigar tales conductas, y
contribuyen al cumplimiento de los compromisos internacionales de
Colombia en materia de protección de derechos humanos y derecho
internacional humanitario (artículos 2, 4, 9 y 93 CP). Aun cuando tales
disposiciones limitan la soberanía de Colombia para adelantar
investigaciones penales y llevar a cabo el juzgamiento de conductas, como
quiera que la Corte Penal Internacional ha sido autorizada por el Estatuto de
Roma para examinar que los procesos internos de investigación y
juzgamiento no sean contrarios al Estatuto, tal limitación no despoja a
Colombia de sus competencias en materia penal, como ya se anotó
anteriormente (ver sección 4.3.2.1 de esta sentencia).

.4.2. 4.4.2.2. La indeterminación de la definición de ciertas conductas y


el principio de legalidad

Un asunto de particular importancia que requiere de un análisis especial en


esta sección es el problema de la aparente indeterminación de varias de las
conductas incluidas en los artículos 5 a 8 del Estatuto. Pasa a examinar la
Corte si la forma como han sido tipificadas tales conductas en el Estatuto
implica un tratamiento diferente del principio de legalidad que consagra el
artículo 29 constitucional.

A pesar de que el Estatuto de Roma introduce expresamente los principios


de legalidad y de prohibición de la analogía, como principios básicos para el
juzgamiento de crímenes internacionales (artículos 22 y 23, del Estatuto de
Roma, analizados en la sección 4.5. de esta sentencia), y que gran parte de
sus disposiciones sobre crímenes internacionales recogen la experiencia y
definiciones propias del derecho penal internacional, en especial en los
procesos adelantados por los tribunales internacionales de Yugoslavia y
Ruanda, encuentra la Corte que algunas de las conductas descritas en los
artículos 6, 7 y 8, tienen un grado de imprecisión que parece sugerir que
éstas responden a un estándar diferente del principio de legalidad que orienta
el derecho penal tanto en el ámbito nacional como en el contexto
internacional.206

Si bien el principio de legalidad en el derecho penal internacional se ha


expresado de manera menos rigurosa que en los órdenes nacionales, según el
término nullum crimen sine iure en lugar de sine lege, esta Corte constata
que en el Estatuto de Roma se ha buscado avanzar en la determinación de las
conductas punibles acudiendo al derecho positivo escrito, por contraposición
a la confianza en la certeza del derecho penal internacional consuetudinario.

Sin embargo, las expresiones “otros motivos universalmente reconocidos


como inaceptables con arreglo al derecho internacional” (artículo 6.1. literal
h), ER), y “o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad
comparable” (artículo 6.1. literal g), ER), siguen siendo demasiado amplias
y ambiguas.

Si bien constitucionalmente es necesario que las conductas punibles sean


definidas con precisión, en derecho penal internacional se ha admitido un
grado de precisión menor en la descripción de las conductas que constituyen
crímenes internacionales, básicamente por razones históricas y dada la
gravedad de los hechos enjuiciados utilizando estas cuatro categorías.

Sin embargo, como quiera que el Acto Legislativo No. 02 de 2001 admitió la
constitucionalidad de un tratamiento diferente para aquellos asuntos que
sean de competencia de la Corte Penal Internacional, aplicable única y
exclusivamente cuando se trate del cumplimiento de las obligaciones
derivadas del Estatuto de Roma, la Corte se limitará a constatar la existencia
de esa diferencia. Subraya la Corte que los Estados reunidos en Roma
postergaron el desarrollo de los elementos de cada crimen para su
incorporación a un instrumento denominado “Elementos del Crimen”
(artículo 9, ER), aspecto al cual se hará referencia en el apartado 4.17.

Encuentra también la Corte que el artículo 9 del Estatuto dejó en manos de


la Asamblea General de Estados Partes la adopción de los elementos de los

206
Tal imprecisión se detecta en las expresiones “otros motivos universalmente reconocidos como
inaceptables con arreglo al derecho internacional” (artículo 6.1. literal h), ER), y “o cualquier otra forma de
violencia sexual de gravedad comparable” (artículo 6.1. literal g), ER), así como los literales b) ordinal
xxii) y e) ordinal vi) del artículo 8.2., por el empleo de la expresiones “o cualquier otra forma de violencia
sexual que constituya una infracción grave de los Convenios de Ginebra”.
crímenes incluidos en el Estatuto207. Dicho instrumento ayudará a la
interpretación y aplicación del mismo, y seguramente reducirá los problemas
que tienen algunas de las definiciones empleadas en el Estatuto.

4.5. Parte III del Estatuto: de los principios generales de derecho penal

.5. 4.5.1 Cuestiones generales

La Parte III del Estatuto de Roma contiene los principios generales de


derecho penal a los que se sujeta la Corte Penal Internacional. 208 Otros
instrumentos internacionales para la persecución de crímenes de guerra y
ofensas similares – por ejemplo los estatutos de los tribunales ad hoc para
Yugoslavia y Ruanda – no contienen una parte general dedicada a principios
generales de derecho penal, pese a incluir aisladamente algunos de ellos. 209
207
Por ejemplo respecto del Artículo 7 del Estatuto, se establece en los Elementos de los Crímenes lo
siguiente: Artículo 7. Crímenes de lesa humanidad.- “Por cuanto el artículo 7 corresponde al derecho penal
internacional, sus disposiciones, de conformidad con el artículo 22, deben interpretarse en forma estricta,
teniendo en cuenta que los crímenes de lesa humanidad, definidos en el artículo 7, se hallan entre los
crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto, justifican y entrañan
la responsabilidad penal individual y requieren una conducta que no es permisible con arreglo al derecho
internacional generalmente aplicable, como se reconoce en los principales sistemas jurídicos del mundo.
“Los dos últimos elementos de cada crimen de lesa humanidad describen el contexto en que debe tener
lugar la conducta. Esos elementos aclaran la participación requerida en un ataque generalizado o
sistemático contra una población civil y el conocimiento de dicho ataque. No obstante, el último elemento
no debe interpretarse en el sentido de que requiera prueba de que el autor tuviera conocimiento de todas las
características del ataque ni de los detalles precisos del plan o la política del Estado o la organización.
“En el caso de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil que esté comenzando, la
cláusula de intencionalidad del último elemento indica que ese elemento existe si el autor tenía la intención
de cometer un ataque de esa índole.
Por “ataque contra una población civil” en el contexto de esos elementos se entenderá una línea de
conducta que implique la comisión múltiple de los actos a que se refiere el párrafo 1 del artículo 7 del
Estatuto contra una población civil a fin de cumplir o promover la política de un Estado o de una
organización de cometer ese ataque. No es necesario que los actos constituyan un ataque militar. Se
entiende que la “política ... de cometer ese ataque” requiere que el Estado o la organización promueva o
aliente activamente un ataque de esa índole contra una población civil.”
Y se aclara al pie de esta definición lo siguiente:
“La política que tuviera a una población civil como objeto del ataque se ejecutaría mediante la acción del
Estado o de la organización. Esa política, en circunstancias excepcionales, podría ejecutarse por medio de
una omisión deliberada de actuar y que apuntase conscientemente a alentar un ataque de ese tipo. La
existencia de una política de ese tipo no se puede deducir exclusivamente de la falta de acción del gobierno
o la organización.”
208
Sin embargo, en este capítulo no se agotan los principios acordados por la comunidad internacional a la
luz de los cuales debe desarrollarse la labor de la Corte Penal Internacional. En efecto, en otras partes del
Tratado de Roma se hace alusión expresa, por ejemplo, al principio de cosa juzgada (Parte II); al de
presunción de inocencia (Parte VI) y al de especialidad de materia (Parte IX).
209
Schabas, William A., Principios generales del derecho penal. En Kai Ambos y Oscar Julián Guerrero,
Comp. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Universidad Externado de Colombia, 1999,
Tampoco el Proyecto de Estatuto para una Corte Penal Internacional de la
Comisión de Derecho Internacional, sometido a la Asamblea General en
1994, contenía una sección referida a los principios generales de derecho
penal.210 La finalidad de una tal sección fue, según el Informe del Comité ad
hoc nombrado por la Asamblea General, establecer un conjunto de
disposiciones que proporcionen a los Estados Partes un claro entendimiento
del marco legal de la Corte Penal internacional, que la guíen, garanticen el
grado de predicción y certeza requerida para asegurar el respeto de los
derechos del acusado, y promuevan una jurisprudencia uniforme.211

La parte III del Estatuto de Roma consta de 12 artículos – del 22 al 33 – que


consagran los siguientes principios generales de derecho penal: nullum
crimen sine lege (artículo 22); nulla poena sine lege (artículo 23);
irretroactividad ratione personae (artículo 24); responsabilidad penal
individual (artículo 25); exclusión de los menores de 18 años de la
competencia de la Corte (artículo 26); improcedencia del cargo oficial
(artículo 27); responsabilidad de los jefes y otros superiores (artículo 28);
imprescriptibilidad (artículo 29); elemento de intencionalidad (artículo 30);
circunstancias eximentes de responsabilidad penal (artículo 31); error de
hecho o error de derecho (artículo 32); órdenes superiores y disposiciones
legales (artículo 33). A los anteriores principios pueden adicionarse otros
principios generales de derecho penal, también consagrados en el Estatuto
como el principio de cosa juzgada (artículo 20), el derecho aplicable
(artículo 21) y la presunción de inocencia (artículo 66), los cuales son
analizados en las secciones 4.3.2.1.6., 4.4.3. y 4.8.2 de esta sentencia,
respectivamente.

Como bien lo anotan importantes tratadistas sobre la materia, la parte


general del Estatuto representa el intento más ambicioso hecho hasta ahora
por la comunidad mundial de codificar los principios generales de derecho
penal.212 Todos los principios generales de derecho penal antes mencionados
tienen gran relevancia para la vigencia de los derechos humanos y para la
lucha contra la impunidad por delitos de enorme gravedad para la
humanidad. Para efectos del control de constitucionalidad del Estatuto, sin
embargo, sólo algunos de ellos ameritan una consideración detallada

página 271. Córdoba Triviño, Jaime. Derecho Penal Internacional. Op. Cit.
210
Ibidem., p. 271.
211
Ibidem., p. 275.
212
Ibidem, p. 314.
respecto de su consonancia con los preceptos constitucionales, marco a partir
del cual esta Corte debe realizar el examen de su constitucionalidad.

En efecto, los principios de legalidad de la conducta punible y de la


exclusión de la analogía (artículo 22), de legalidad de la pena (artículo 23),
de irretroactividad (artículo 24), de responsabilidad penal individual
(artículo 25) y de exclusión de los menores de 18 años de la competencia de
la Corte Penal Internacional (artículo 26) no presentan problemas de
compatibilidad con el orden constitucional colombiano.

El principio de nullum crimen sine lege excluye la posibilidad de que la


Corte Penal Internacional ejerza su competencia sobre delitos no
consignados en el Estatuto de Roma. Este principio abarca garantías penales
de importancia suprema, como las reglas de lex scripta, lex praevia, lex
stricta y lex certa.213 Es así como el Estatuto de Roma establece que nadie
será penalmente responsable a menos que su conducta constituya, en el
momento en que tiene lugar, un crimen de competencia de la Corte (artículo
22.1 ER). Además, consagra un principio de interpretación restrictiva de la
definición de crimen y prohíbe su extensión por analogía (artículo 22.2 ER).
Lo anterior sin desmedro de la tipificación de una conducta como crimen de
derecho internacional, independientemente de lo estipulado en el Estatuto de
Roma (artículo 22.3 ER). Por su parte, los artículos 22 y 23 consagran los
principios nullum crimen y nulla poena sine lege, como también lo hace el
artículo 29 de la Constitución.

El principio de “irretroactividad ratione personae” consagrado en el artículo


24 más que una prohibición a la retroactividad de la ley respecto de
conductas realizadas antes de su consagración como crímenes, es en realidad
una norma que limita la competencia de la Corte Penal Internacional a los
delitos consagrados en el Estatuto de Roma por conductas posteriores a su
entrada en vigor. La irretroactividad del Estatuto no supone la impunidad de
tales conductas. Estas, de todas maneras, pueden ser investigadas y
sancionadas por las jurisdicciones nacionales o por otros tribunales
internacionales, si se tiene en cuenta que el genocidio, los crímenes de lesa
humanidad y los crímenes de guerra se encontraban proscritos en el derecho
internacional de los derechos humanos y por el derecho internacional
humanitario antes de la entrada en vigor del Estatuto de Roma, así como por
213
Ambos, Kai, Sobre el fundamento jurídico de la Corte Penal Internacional. Un análisis del Estatuto de
Roma, en Kai Ambos y Oscar Julián Guerrero, Comp. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Universidad Externado de Colombia, 1999, p. 115
la existencia de un compromiso internacional para su represión 214 y del
reconocimiento de una jurisdicción universal para su juzgamiento por
cualquier Estado, como se analizó en la sección 2.2. de esta sentencia. Por lo
demás, la Corte encuentra que el artículo 24, numeral 1º, que limita la
competencia de la Corte a los crímenes cometidos después de su entrada en
vigor, y el numeral 2º, que consagra el principio de favorabilidad en
beneficio del investigado, procesado o condenado cuando se modifica el
derecho aplicable antes de haberse proferido sentencia definitiva por la
Corte Penal Internacional, consagran principios que están en consonancia
con el artículo 29, inciso 2º de la Constitución.

El artículo 25 del Estatuto consagra el principio de responsabilidad penal


individual sobre personas naturales por los delitos de competencia de la
Corte Penal Internacional.215 Se excluye del Estatuto de Roma toda
responsabilidad penal de personas jurídicas como potenciales responsables
penales por las conductas proscritas en el Estatuto, ya que los crímenes
contra el derecho internacional no son cometidos por entidades abstractas
sino por individuos. Al margen de la responsabilidad de los Estados según el
derecho internacional, la Corte Penal Internacional juzga y castiga a
individuos, no a sus Estados de origen. Este principio tiene especial
significación, ya que en él no se diferencia entre personas naturales
particulares o servidores públicos. No sólo los funcionarios públicos sino
también los particulares, especialmente los miembros de grupos al margen
de la ley, pueden ser responsables individualmente por violación de los
derechos humanos protegidos, por vía de la penalización de gravísimas
conductas como las consignadas en el Estatuto de Roma. Así, toda persona
que cometa un crimen de los descritos en el Estatuto en el territorio de un
Estado Parte, o todo nacional de un Estado no Parte que cometa tales
crímenes y que acepte la competencia de la Corte mediante un acuerdo
especial, es pasible de la competencia de la Corte Penal Internacional. Ello
asegura que, por lo menos, respecto de delitos más graves exista un
mecanismo adicional para impedir que queden impunes, tal como se analizó
en la sección 4.3.2.1. de esta sentencia . En este sentido la Corte Penal
Internacional, al igual que los Tribunales de Nuremberg, Tokio, para la ex
214
Principio de cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de culpables
de crímenes de guerra, o crímenes de lesa humanidad. Resolución 3074 (XXVIII) de la Asamblea General
de Naciones Unidas, 3 de diciembre de 1973
215
La responsabilidad penal de personas jurídicas fue expresamente rechazada en las discusiones previas a
la aprobación del Estatuto. Las razones para ello, entre otras, fue la necesidad de evitar a la Corte
problemas de prueba insalvables, además de que la responsabilidad de las personas jurídicas ni se reconoce
universalmente ni existen reglas de imputación consensuadas (Ambos, Kai. Sobre el fundamento jurídico
de la Corte Penal Internacional, Op. Cit. p. 116).
Yugoslavia y para Ruanda que le antecedieron, busca responsabilizar
penalmente a los mayores criminales, responsables de atrocidades a gran
escala.216

De otra parte, el principio de responsabilidad penal individual que establece


el artículo 25 del Estatuto, es congruente con el elemento de la
intencionalidad establecido en el artículo 30 del Estatuto, cuya
compatibilidad con nuestro ordenamiento constitucional se examinará en la
sección 4.5.2.4. de esta sentencia. La intencionalidad como elemento del
delito se predica de la persona que incurre en la conducta prohibida, no de
otros entes o personas abstractas que trascienden al ser humano, lo que
refuerza la idea de un derecho penal de responsabilidad individual.

En el artículo 25 se diferencian varias formas de responsabilidad penal: en


calidad de autores: autoría individual, coautoría, autoría mediata (artículo
25. 3 literal a), ER); en calidad de partícipes: participación por ordenar,
proponer o inducir a otro a un hecho consumado o intentado (artículo 25. 3
literal b) ER); en calidad de cómplices (artículo 25. 3 literal c) ER); y, en
calidad de colaboradores para cometer o intentar cometer un hecho con el
propósito de facilitar su comisión (artículo 25. 3 literal d) ER), con lo que se
recoge formas tradicionales de participación criminal aceptadas tanto por los
sistemas penales nacionales como por el derecho penal internacional.217

Respecto del crimen de genocidio, la norma hace responsable penalmente a


quien instigue directa y públicamente a que se cometa el crimen (artículo
25.3 literal e) ER). A primera vista podría pensarse que esta norma entra en
conflicto con el derecho fundamental a la libertad de expresión, consagrada
en el artículo 20 de la Constitución, ya que de la mera instigación al
genocidio mediante la palabra se deriva la responsabilidad del instigador. No
obstante, es claro que el derecho fundamental a la libertad de expresión no
es absoluto y, por lo mismo, puede ser limitado con fundamento
constitucional suficiente218 en aras de preservar otros principios
constitucionales, en este caso la vida y la integridad personal, entre otros.
Adicionalmente, debe recordarse que tal conducta fue expresamente

216
Schabas, W. Principios generales del derecho penal., Op. Cit. p. 287
217
Prosecutor vs. Tadic (Case No. IT-94-I-T), Decisión de mayo 7 de 1997, párrafos 666, 667
218
Sobre la limitación del derecho a la libertad de expresión por razones constitucionales suficientes, ver
entre otras las sentencias de la Corte Constitucional C-488 de 1993, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; C-425
de 1994, M.P. José Gregorio Hernández Galindo; C-087 de 1998, M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-010 de 2000,
M.P. Alejandro Martínez Caballero
prohibida por el artículo III, c) de la Convención para la Prevención y
Sanción del Delito de Genocidio, ya ratificada por Colombia.

Mención aparte merece el tratamiento dado en dicho artículo a la


“conspiración” como una de las formas de la complicidad, a diferencia de la
conspiración entendida como delito consumado en la tradición del common
law. Establece el artículo 25.3 del Estatuto:

“3. De conformidad con el presente Estatuto, será penalmente


responsable y podrá ser penado por la comisión de un crimen de
la competencia de la Corte quien: (...)
d) Contribuya de algún otro modo en la comisión o tentativa de
comisión del crimen por un grupo de personas que tengan una
finalidad común.
La contribución deberá ser intencional y se hará:
i) Con el propósito de llevar a cabo la actividad o propósito
delictivo del grupo, cuando una u otro entrañe la comisión de un
crimen de la competencia de la Corte; o
ii) A sabiendas de que el grupo tiene la intención de cometer el
crimen”.

De esta forma, el estatuto exige que la contribución a la comisión o tentativa


de comisión del crimen se realice de manera intencional y con el objetivo de
facilitar la actividad criminal o fin criminal del grupo o con conocimiento de
la intención criminal del grupo.219 A diferencia de la conspiración en el
common law, donde una conspiración se comete desde el momento mismo
en que dos personas acuerdan cometer un crimen, con independencia de que
éste finalmente se cometa o no en forma tentada o consumada,220 en los
sistemas continentales – y en este caso también en el Estatuto de Roma – la
conspiración se concibe como una forma de complicidad o participación en
un crimen consumado o tentado. Así, el mero acuerdo para delinquir es
insuficiente para generar responsabilidad.221 Por su parte, la Convención para
la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio sí cubre la conspiración del
common law, al proscribir la asociación para cometer genocidio como un

219
Ambos, K. Sobre el fundamento jurídico de la Corte Penal Internacional. Op. cit., p. 116.
220
Schabas, W. Principios generales del derecho penal op. cit., p. 291.
221
Ibidem.
crimen internacional.222 El Estatuto de Roma resulta más restrictivo que la
Convención.

Con relación a la exclusión de los menores de 18 de la competencia de la


Corte Penal Internacional, la Corte observa que la norma es coherente con
las normas constitucionales que protegen especialmente a los niños o
menores de edad y, en el ámbito nacional, le otorgan un tratamiento especial
como inimputables sujetos a medidas de seguridad y no a penas, 223 cuando
son encontrados responsables por los jueces nacionales de la comisión de un
delito (artículo 33 del Código Penal, artículo 2º de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, ratificada por Colombia mediante
la Ley 12 de 1992; y el artículo 2º del Código del Menor). La Corte Penal
Internacional carece de competencia para perseguir y enjuiciar las conductas
de personas menores de edad, siendo las autoridades nacionales, en
principio, los llamados a conocer de estos hechos, en consonancia con las
normas nacionales e internacionales de protección al menor.

Finalmente, otra cuestión general que no presenta un tratamiento diverso del


Estatuto respecto de la normatividad nacional, y que por lo tanto no amerita
un análisis detallado, es la relativa a la defensa o exclusión de la pena por
error de hecho o de derecho cuando se afecta el elemento de la
intencionalidad regulado en el artículo 30 del Estatuto.

En lo que respecta a los demás principios contenidos en la Parte III del


Estatuto de Roma – arts. 27, 28, 29, 30, 31, 32 y 33 – la Corte encuentra que
ellos deben ser revisados con mayor detenimiento en el apartado de
cuestiones especiales.

.6. 4.5.2 Cuestiones especiales

222
Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, Artículo III, literal b)
223
Ver en especial la Sentencia C-839 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra, en la que se examinó la
constitucionalidad de la responsabilidad penal del menor infractor y se concluyó que ella no vulnera el
derecho fundamental a la especial protección de los niños. En sentencia C-340 de 1998 la Corte
Constitucional declaró constitucional el artículo 13 de la Ley 418 de 1997, bajo la condición de que “los
menores que se recluten sólo podrán ser vinculados al servicio militar si tienen más de quince años, si se
los excluye de toda actividad de riesgo y se los destina exclusivamente a cumplir funciones ajenas al
combate y sólo en zonas que no sean de orden público, siempre sobre la base de la total espontaneidad de
su decisión.”
La Corte pasa a examinar con mayor detenimiento algunos de los preceptos
de la Parte III del Estatuto de Roma que ameritan un examen constitucional
más exhaustivo.

.6.1. 4.5.2.1 Improcedencia del cargo oficial

Un importante acuerdo de los países que suscribieron el Estatuto de Roma lo


constituye la irrelevancia del cargo oficial y la inmunidad que puede estar
asociada al mismo para eximirse de responsabilidad por la comisión de
cualquiera de los crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional,
señalados en el artículo 5º. Establece el Estatuto de Roma lo siguiente:

“Artículo 27
Improcedencia del cargo oficial

1. El presente Estatuto será aplicable por igual a todos sin


distinción alguna basada en el cargo oficial. En particular, el cargo
oficial de una persona, sea Jefe de Estado o de Gobierno,
miembro de un gobierno o parlamento, representante elegido o
funcionario de gobierno, en ningún caso la eximirá de
responsabilidad penal ni constituirá per se motivo para reducir la
pena.
2. Las inmunidades y las normas de procedimiento especiales que
conlleve el cargo oficial de una persona, con arreglo al derecho
interno o al derecho internacional, no obstarán para que la Corte
ejerza su competencia sobre ella.”

El citado precepto excluye lo que en estricto sentido sería una defensa. La


norma refiere no solo a la inmunidad en sentido estricto sino a cualquier
defensa derivada del cargo oficial, como la inviolabilidad parlamentaria o la
existencia de un fuero especial. Con él se asegura que ni los altos
funcionarios públicos dentro de un Estado – por ejemplo un Jefe de Estado o
de Gobierno, un miembro del gobierno o un parlamentario–, cualquiera que
sea su nivel y jerarquía, queden a salvo de la instrucción y del juzgamiento
por parte de la Corte Penal Internacional cuando incurren en una de las
conductas estipuladas en el Estatuto. Se ha optado por colocar el valor de los
bienes jurídicos de interés para toda la humanidad protegidos en el Estatuto
por encima de la protección a la investidura de los mandatarios. Se trata aquí
de un cambio de enorme significación: los derechos humanos ocupan un
claro lugar de precedencia sobre los principios de inmunidad de los Jefes de
Estado, de Gobierno y de otros altos funcionarios del Estado reconocidos
por el derecho internacional224 y por el derecho interno de los Estados, con lo
que se ratifica la tendencia en este sentido presente en diversos instrumentos
internacionales, entre ellos la Convención de Genocidio, los Principios de
Nuremberg, los Estatutos de los Tribunales ad hoc y el Código de Crímenes
contra la Paz. La inmunidad penal del poder ha cedido, no sin resistencia,
dadas las reformas constitucionales que ciertos países como Francia tuvieron
que adelantar para exceptuar el principio de inmunidad del primer
mandatario,225 frente a la importancia y a la necesidad de protección de la
dignidad de la vida humana.

De conformidad con el principio de inmunidad de los jefes de Estado, en


sentido estricto, tales funcionarios no pueden ser juzgados por las
jurisdicciones nacionales de otros Estados. La regulación interna de este
principio ha dado lugar a una gran variedad de tratamientos judiciales, que
van desde la imposibilidad absoluta de ser juzgados, aún por sus propios
Estados y su extensión a funcionarios distintos al Jefe de Estado o de
Gobierno, hasta el reconocimiento de fueros especiales de juzgamiento que
en principio impiden que cualquier otra jurisdicción distinta de la
expresamente autorizada, los juzgue.

El artículo 27 del Estatuto, como se anotó, emplea la expresión inmunidades


en un sentido amplio para referirse tanto a los jefes de Estado y de gobierno
como a otros altos funcionarios estatales, cobijados bien sea por
inmunidades en sentido estricto, como por fueros especiales o reglas de
inviolabilidad, reconocidas en los distintos ordenamientos internos. Si bien
la norma no tiene el alcance de eliminar la inmunidad, inviolabilidad o fuero
que pudieran derivarse de ciertos cargos públicos en el ámbito nacional, ésta
no inhibe la competencia de la Corte Penal Internacional, no exime de la
responsabilidad penal ni puede fungir de causal para la reducción de la pena.
224
El principio de inmunidad de los Estados ha sido reconocido por el derecho internacional como
corolario de los principios de soberanía y de igualdad de los Estados y cobija la inmunidad de altos
funcionarios, de ciertos bienes y del Estado mismo, que no pueden ser objeto de juicio por otros Estados y
se justifica únicamente para proteger al Estado como tal, es decir al Estado que ejerce su soberanía bajo la
forma de “prerrogativas de poder público”. Según el Artículo 5 del Proyecto de la Comisión de Derecho
Internacional de Naciones Unidas sobre las inmunidades jurisdiccionales de los Estados y de sus bienes.
“Todo Estado goza, para sí y sus bienes, de inmunidad de jurisdicción ante los tribunales de otro Estado”
Anuario CDI 1991, II, 2da parte p. 12-67, especialmente p. 23., que recoge la práctica general de los
Estados en esta materia.
225
Consejo Constitucional, Decisión No. 98-408 DC de 22 de enero de 1999.
El problema jurídico que presenta la norma consiste en determinar
claramente cómo se compagina el principio de la improcedencia del cargo
oficial con el reconocimiento constitucional de ciertos fueros especiales y de
inviolabilidades. Así, por ejemplo, el artículo 185 CP. consagra la
inviolabilidad de los congresistas por las opiniones y votos que emitan en el
ejercicio de su cargo (1); el artículo 186 C.P. dispone que de los delitos que
cometan los congresistas conocerá en forma privativa la Corte Suprema de
Justicia (2); el artículo 199 consagra un fuero especial para el Presidente de
la República, que no puede ser perseguido ni juzgado por delitos sino en
virtud de decisión de la Cámara de Representantes y cuando el Senado lo
haya autorizado (3); el artículo 221 C.P. establece el fuero militar (4); y
diversas disposiciones constitucionales consagran un fuero especial para la
investigación (artículo 251. 1 CP), la acusación (artículo 174 CP) y el
juzgamiento de altos funcionarios (artículo235. 2,3 y 4 CP).

La Corte encuentra que en esta materia el Estatuto de Roma establece un


tratamiento diferente autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de 2001.
En primer lugar, desde 1991 la inmunidad de altos funcionarios nacionales
no existe en Colombia y respecto de los funcionarios extranjeros que gocen
de inmunidad de conformidad con el derecho internacional, el propio
Estatuto de Roma ha establecido un mecanismo especial de forma que esta
figura no constituya un obstáculo para el ejercicio de las competencias de la
Corte Penal Internacional, tal como se analiza en las secciones 4.5.2.1. y
4.10.2.1.3 de esta sentencia.

En segundo lugar, como quiera que de conformidad con el Preámbulo del


Estatuto y los artículos 1 y 17 del mismo, la Corte tiene una jurisdicción
complementaria que asegura que sean las autoridades nacionales las que
tengan la primacía para juzgar y sancionar a quienes sean responsables de
genocidio, de crímenes de guerra o de crímenes de lesa humanidad, las
normas sobre fuero e inviolabilidad que consagra nuestra Carta, siguen
siendo aplicables en esos eventos y cuando sean nuestras autoridades las que
juzguen, puesto que el Estatuto no modifica dichas disposiciones en el
ordenamiento interno.

En tercer lugar, una vez Colombia exprese su consentimiento libre y


soberano para obligarse de conformidad con el Estatuto de Roma, acepta
también que la Corte Penal Internacional es el juez natural subsidiario,
independientemente del cargo de la persona en cuestión, para la
investigación y juzgamiento de los crímenes señalados en el artículo 5 del
Estatuto, sí y solo sí el Estado no está dispuesto o no puede juzgarlos
(artículo 17 ER).

En cuarto lugar, con la adopción del Acto Legislativo 02 de 2001, por el cual
se adicionó el artículo 93 de la Constitución, el constituyente derivado
autorizó un tratamiento diferente en los eventos regulados por el Estatuto de
Roma. Este constituye una excepción expresa, entre otros, a los artículos
185, 186, 199, 221, 251.1, 174 y 235 numerales 2, 3 y 4 de la Constitución.
La diferencia entre el artículo 27 del Estatuto de Roma y las normas
constitucionales que reconocen inmunidad, entendida en sentido amplio, a
ciertas personas que ocupan altos cargos públicos, opera sin desmedro del
tratamiento dado por el derecho interno al procesado por un crimen de los
descritos en el Estatuto. Las normas constitucionales no obstaculizan la
competencia de la Corte para investigar o juzgar a las personas sindicadas de
haber cometido uno de tales crímenes, siempre que se den las condiciones de
admisibilidad del caso, ya analizadas.

El artículo 27 del Estatuto de Roma viene así a recoger importantes


antecedentes de derecho internacional, como los casos del juzgamiento de
Augusto Pinochet o del Tribunal ad hoc para Yugoslavia.226

.6.2. 4.5.2.2 Responsabilidad de los jefes y otros superiores

El artículo 28 del estatuto de Roma hace responsables penalmente a los jefes


militares oficiales o de facto, por crímenes de competencia de la Corte Penal
Internacional cometidos por fuerzas bajo su mando o autoridad y control
efectivo (artículo 28 literal a) ER) y, extiende la responsabilidad penal a
superiores civiles por los actos de los subordinados que estén bajo su
autoridad y control efectivo (artículo 28 literal b) ER). Establece el artículo
28:

“Artículo 28
Responsabilidad de los jefes y otros superiores
226
House of Lords– Regina vs Bartle and the Commissioner of Police for the Metropolis and other (Ex
Parte Pinochet) y Regina vs Evans and another and the Commissioner of Police for the Metropolis and
others On appeal from a Divisional Court of the Queens Bench Division (Ex Parte Augusto Pinochet
Ugarte.), Judgements de 25 de Noviembre de 1998, Diciembre 17 de 1998 (Oral Judgement), Enero 15 de
1999 (Reasons) y Marzo 24 de 1999; ICTY, Prosecutor v. Martic (Caso No. IT-85-11), Rule 61, Decision,
Marzo 6, 1996, para.21
Además de otras causales de responsabilidad penal de
conformidad con el presente Estatuto por crímenes de la
competencia de la Corte:
a) El jefe militar o el que actúe efectivamente como jefe militar
será penalmente responsable por los crímenes de la competencia
de la Corte que hubieren sido cometidos por fuerzas bajo su
mando y control efectivo, o su autoridad y control efectivo, según
sea el caso, en razón de no haber ejercido un control apropiado
sobre esas fuerzas cuando:
i) Hubiere sabido o, en razón de las circunstancias del momento,
hubiere debido saber que las fuerzas estaban cometiendo esos
crímenes o se proponían cometerlos; y
ii) No hubiere adoptado todas las medidas necesarias y razonables
a su alcance para prevenir o reprimir su comisión o para poner el
asunto en conocimiento de las autoridades competentes a los
efectos de su investigación y enjuiciamiento.
b) En lo que respecta a las relaciones entre superior y subordinado
distintas de las señaladas en el apartado a), el superior será
penalmente responsable por los crímenes de la competencia de la
Corte que hubieren sido cometidos por subordinados bajo su
autoridad y control efectivo, en razón de no haber ejercido un
control apropiado sobre esos subordinados, cuando:
i) Hubiere tenido conocimiento o deliberadamente hubiere hecho
caso omiso de información que indicase claramente que los
subordinados estaban cometiendo esos crímenes o se proponían
cometerlos;
ii) Los crímenes guardaren relación con actividades bajo su
responsabilidad y control efectivo; y
iii) No hubiere adoptado todas las medidas necesarias y
razonables a su alcance para prevenir o reprimir su comisión o
para poner el asunto en conocimiento de las autoridades
competentes a los efectos de su investigación y enjuiciamiento.”

La lucha contra la impunidad frente a la comisión de crímenes atroces ha


llevado a los países signatarios del Estatuto de Roma a codificar la doctrina
de la responsabilidad del comandante o superior. El artículo 28 a) cobija no
sólo a los jefes militares de las fuerzas militares oficiales, sino también a los
jefes de facto de grupos armados irregulares. A la persona que sea
comandante militar, oficial o de facto, en virtud de que son garantes por
ciertas conductas de personas sometidas a su control, se le imputan los
crímenes de las fuerzas que están bajo su mando y control efectivo, que se
hayan cometido como consecuencia de la falta de desempeño de ese control.
Esta imputación se presenta cuando dicho comandante sabía o ha debido
saber, dadas las circunstancias, que sus fuerzas estaban cometiendo o
cometerían un crimen y omitió emprender cualquiera de las medidas
necesarias y razonables para evitar la comisión, impedirla o someter la
cuestión a investigación de los funcionarios competentes.

Lo más importante de este artículo es que amplía la responsabilidad penal de


los que tienen mando militar o detentan de facto autoridad militar para evitar
la impunidad tanto de los jefes investidos formal y públicamente como de
los superiores de facto de grupos irregulares. Dicha norma responde a la
experiencia de la humanidad en esta materia, sintetizada en una decisión
proferida dos años antes por el Tribunal Penal Internacional para la ex-
Yugoslavia:

“El Tribunal tiene razones válidas particulares para ejercer su


jurisdicción sobre personas que, por su posición de autoridad
política o militar, pueden ordenar la comisión de crímenes dentro
de su competencia ratione materiae o que pese a conocer de
dicha comisión se abstengan de prevenir o castigar a los
perpetuadores de tales crímenes”.227 (traducción no oficial)

Además, no se requiere probar que el jefe militar o el que actúa como jefe
militar haya impartido una orden específica de cometer un crimen de
competencia de la Corte Penal Internacional, pues dicho jefe militar puede
ser responsable aún por actos de sus subordinados que él no haya conocido
pero que, dadas las circunstancias del caso, haya debido conocer, impedir,
reprimir o denunciar, como se estableció en el célebre caso Yamashita. 228 Es
decir, se trata de una hipótesis en la cual puede existir responsabilidad a
título de imprudencia en los crímenes enunciados en el Estatuto. El

227
Prosecutor v. Martic (Caso No. IT-85-11), Rule 61, Decision, Marzo 6, 1996, para.21
228
United States v. Yamashita, (1947) 4 LRTWC I. Se trataba en este caso de un general japonés sindicado
de cometer crímenes de guerra en las Filipinas al omitir el ejercicio responsable del comando de sus tropas
que saquearon Manila. La Comisión Militar de Estados Unidos que juzgara a Yamashita destacó que si bien
no podía condenarse a un comandante por las actuaciones de sus soldados “donde homicidios y violaciones
y acciones depravadas y vengativas son ofensas difundidas, y no hay un intento efectivo por parte de un
comandante de descubrir y controlar actos criminales, semejante comandante puede ser considerado
responsable, aun criminalmente responsable, por acto ilegales de sus tropas ...”, citado por W. Schabas,
Principios de derecho penal Op. Cit p. 299.
Protocolo I, en su artículo 86 (2) 229 recogió en el derecho positivo
internacional el principio sentado por vía jurisprudencial. 230 Este principio,
conocido como de responsabilidad del comandante o superior, fue luego
desarrollado en los estatutos de los Tribunales ad hoc.231

Por otra parte, el artículo 28 b) del Estatuto, establece un parámetro diferente


para medir la responsabilidad penal de superiores por actos de sus
subordinados en circunstancias distintas a las consignadas en el literal a). En
primer lugar, no se refiere aquí a la responsabilidad de quien ejerce como
jefe militar, ya sea de un ejército regular o de una fuerza irregular, ni al
ejercicio de mando, autoridad y control sobre “fuerzas”. En este segundo
caso, el literal b) del artículo 28 establece un parámetro de responsabilidad
penal de superiores civiles, por actos de sus subalternos si se dan las
siguientes tres condiciones: i) cuando hubiere tenido conocimiento de la
comisión o del planeamiento de tales crímenes o hubiere deliberadamente
hecho caso omiso de dicha información cuando sea claramente indicativa; ii)
tales crímenes guarden relación con actividades bajo su responsabilidad y
control efectivo; y iii) no hubiere adoptado todas las medidas necesarias y
razonables para evitarlo, reprimirlo o denunciarlo.232

Se plantea el problema jurídico de establecer si la consagración de


responsabilidad penal por omisión en el Estatuto de Roma, constituye un
tratamiento diferente al previsto en la Constitución.

Un antecedente reciente sobre esta responsabilidad penal se encuentra en el


derecho penal colombiano mismo. En efecto, la jurisprudencia nacional ha
desarrollado y aplicado la doctrina penal de la posición de garante referida a
la fuerza pública en la sentencia SU-1184 de 2001 que a continuación se
transcribe en lo pertinente:
229
El artículo 86. 2 del Protocolo I adicional (1977) a los Convenios de Ginebra (1949) establece: “El
hecho de que la infracción de los Convenios o del presente Protocolo haya sido cometida por un
subordinado no exime de responsabilidad penal o disciplinaria, según el caso, a sus superiores, si éstos
sabían o poseían información que les permitiera concluir, en las circunstancias del momento, que ese
subordinado estaba cometiendo o iba a cometer tal infracción y si no tomaron todas las medidas factibles
que estuvieran a su alcance para impedir o reprimir esa infracción.”
230
United States v. Yamashita, (1947) 4 LRTWC I; Canada v. Meyer (1948) 4 LRTWC 98 (Canadian
Military Court).
231
Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia, UN Doc. S/RES/827, Anexo, Artículo 7
(3); Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, UN Doc. S/RES/955, Annex, Artículo 6 (3). Ver
también Prosecutor v. Kupreskic et al. (Caso No. It-95-16), Decisiones del 3 y 17 de febrero de 1999, sobre
las Mociones de Excepción de Responsabilidad y Evidencia de Buen Comportamiento.
232
Prosecutor v. Delalic et al (Case No. IT-96-21-T), Judgment, 16 November 1998, (1999) 38 ILM 57. En
este caso se reconoce la responsabilidad de civiles como principio de derecho consuetudinario.
“(L)as fuerzas militares tienen la obligación –en tanto que
garantes- de enfrentar las agresiones individuales o colectivas
contra los derechos constitucionales de las personas, así como, de
manera general, contra los derechos humanos. De ahí que no
puedan abstenerse de iniciar acciones de salvamento, excepto que
medie imposibilidad jurídica o fáctica, frente a la ocurrencia de
hechos graves de violación de tales derechos, en particular
conductas calificables de lesa humanidad, como i) las violaciones
a las prohibiciones fijadas en el protocolo II a los acuerdos de
Ginebra –y en general al derecho internacional humanitario- o a
los tratados sobre restricciones al uso de armas en la guerra (o en
conflictos armados internos), ii) las acciones contra bienes
culturales durante la guerra y los conflictos armados internos, iii)
o los actos de barbarie durante la guerra y los conflictos armados
internos -tales como la mutilación, tortura, asesinatos,
violaciones, prostitución y desaparición forzada y otros tratos
crueles e inhumanos, incompatibles con el sentimiento de
humanidad-, pues las fuerzas armadas tienen la obligación de
evitar que tales hechos se produzcan.
...
18. La existencia de esa posición de garante significa que el título
de imputación se hace por el delito de lesa humanidad, o en
general por las graves violaciones a los derechos humanos, sin
importar la forma de intervención en el delito (autoría o
participación), o el grado de ejecución del mismo (tentativa o
consumación) o la atribución subjetiva (dolo o imprudencia)
(subrayas fuera del texto). Las estructuras internas de la
imputación no modifican la naturaleza del delito realizado; estas
no cambian porque el interviniente (para el caso, quien omite) se
limite a facilitar la comisión de un hecho principal, o porque no se
alcance la consumación del hecho.”233

La anterior cita de la jurisprudencia constitucional nacional muestra cómo


en Colombia la responsabilidad del jefe o superior tiene cabida respecto del
jefe militar, oficial o de facto.

233
Corte Constitucional, Sentencia SU-1184 de 2001, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
Mediante el establecimiento de un tratamiento diferente al previsto en la
Constitución, el Estatuto de Roma extiende la responsabilidad penal del
comandante, ya sea de un ejército oficial o de fuerzas irregulares (artículo
28, literal a), ER), a superiores civiles respecto de los actos de sus
subordinados en las circunstancias establecidas en el artículo 28 literal b).
De esta forma, los civiles que tengan subordinados bajo su autoridad o
control efectivo también pueden ser hallados responsables por no ejercer un
control apropiado de éstos en las condiciones establecidas en el literal b) del
artículo 28 del Estatuto de Roma. Dicho tratamiento diferente fue
autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de 2001. No sobra decir, que
salvo la oposición de China, la extensión de la responsabilidad penal del
comandante a otros superiores civiles obtuvo amplio respaldo en las
deliberaciones previas a la aprobación del Estatuto de Roma.234

.6.3. 4.5.2.3 Imprescriptibilidad

El artículo 29 del Estatuto de Roma consagra la imprescriptibilidad de los


crímenes de la competencia de la Corte Penal Internacional. Establece
claramente el artículo 29: “Los crímenes de la competencia de la Corte no
prescribirán.” De esta forma se le cierra la puerta en el Estatuto de Roma a la
defensa, esgrimida en su momento por Rudolph Eichmann (juzgado en
Jerusalem)235 y por Klaus Barbie (juzgado en Francia) 236 y otras personas
vinculadas a procesos por estos crímenes, consistente en impedir la
investigación, el juzgamiento y la condena por esos crímenes como
consecuencia de la extinción de la acción penal por prescripción.

Según esto, la Corte Penal Internacional no deja de tener competencia sobre


dichos crímenes, pese a que, dada la redacción amplia del Estatuto, la acción
penal o la pena hayan prescrito según las reglas del derecho interno. Pero
esta medida plantea algunos problemas jurídicos que es necesario resolver:
¿qué sucede cuando una sentencia penal ha declarado la prescripción de la
acción penal o de la pena por un crimen de competencia de la Corte y ésta
pretende perseguir y sancionar a uno o varios nacionales por los mismos
hechos? Por otra parte, ¿establece el artículo 29 del Estatuto de Roma un
tratamiento diferente al previsto en el artículo 28 de la Constitución que
prohíbe las penas y medidas de seguridad imprescriptibles?

234
Schabas, W., Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit., p. 85.
235
A-G Israel vs. Eichmann (1968), 36 International Law Report, (District Court, Jerusalem), página 18
236
Fédération Nationale des deportes et résistants et patriotes et al. v. Barbie (1984), 78 International Law
Report, páginas 125 y ss.
En lo que respecta al primer problema, la Corte Constitucional considera que
el propio Estatuto de Roma delimita la competencia de la Corte Penal
Internacional (principio de complementariedad, artículos 17 a 19 ER)
respecto de delitos de competencia de la justicia penal nacional, al restringir
la admisibilidad de la intervención de la Corte Penal Internacional a los
casos en que la jurisdicción nacional no está dispuesta o no es capaz de
perseguir el crimen que caiga en la esfera de su competencia (artículo 17
ER). Por ello, cuando se ha declarado judicialmente la prescripción de la
acción penal o de la sanción penal, salvo que se pruebe la intención de
sustraer al acusado de su responsabilidad por crímenes de la competencia de
la Corte, no puede afirmarse que la jurisdicción nacional no esté dispuesta o
no sea capaz de perseguir el delito.

Precisamente en relación con la garantía constitucional de la


imprescriptibilidad de las penas, en un pronunciamiento anterior la Corte
declaró exequible237 la "Convención de las Naciones Unidas contra el
Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas", suscrita en
Viena el 20 de diciembre de 1988", bajo el entendido de que el Gobierno
Nacional, al momento de depositar el respectivo instrumento de ratificación
de la Convención, formularía las reservas y declaraciones hechas por el
Congreso de la República, entre ellas la sexta relativa a que "Colombia
entiende que el párrafo 8º del artículo 3º de la Convención 238 no implica la
imprescriptibilidad de la acción penal." Sostuvo la Corte sobre la garantía
constitucional de la imprescriptibilidad de la pena lo siguiente:

“Respecto de la pena, el artículo 28 de la Constitución Política, en


el último inciso se refirió a que en ningún caso podrá haber penas
imprescriptibles. El transcurso del tiempo obra como causa de
extinción de la punibilidad no solamente en abstracto
-prescripción del delito-, sino en concreto -prescripción de la
pena-, y, por consiguiente, pone fin al proceso penal.

El Estado se encuentra en la obligación de investigar dentro de un


determinado tiempo la presunta comisión de un hecho punible.
Este principio es parte integrante de los principios que conforman
237
Corte Constitucional, Sentencia C-176 de 1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
238
El parágrafo 8º del artículo 3º de la mencionada Convención establece: “Artículo 3º Delitos y sanciones.
(...) 8. Cada una de las Partes establecerá, cuando proceda, en su derecho interno un plazo de prescripción
prolongado dentro del cual se pueda iniciar el procesamiento por cualquiera de los delitos tipificados de
conformidad con el párrafo 1º del presente artículo. Dicho plazo será mayor cuando el presunto delincuente
hubiese eludido la administración de justicia.”
un Estado social de derecho que vela por la dignidad de la persona
y el respeto efectivo de los derechos humanos, de conformidad
con los artículos 1º y 2º de la Constitución Política.

Así, el principio de celeridad debe caracterizar los procesos


penales. Ni el sindicado tiene el deber constitucional de esperar
indefinidamente que el Estado califique el sumario o profiera una
sentencia condenatoria, ni la sociedad puede esperar por siempre
el señalamiento de los autores o de los inocentes de los delitos que
crean zozobra en la comunidad.

Esta idea es reiterada por Eissen cuando afirma que ello "implica
un justo equilibrio entre la salvaguardia del interés general de la
comunidad y el respeto de los derechos fundamentales del
hombre, aunque atribuyendo un valor particular a estos
últimos".239

Consagrar la imprescriptibilidad de la acción penal, viola el


artículo 2º numeral 1º del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos de las Naciones Unidas y el artículo 24 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, instrumentos
internacionales que, al tenor del artículo 93 superior, prevalecen
en el orden interno.

Por tal razón, con base en los instrumentos internacionales que


Colombia ha ratificado y en la Constitución Política de 1991 es
imposible pensar en interpretar en forma diferente la
prescriptibilidad de la acción penal y de la pena, por lo cual la
declaración se ajusta plenamente a la Constitución.”

No obstante lo anterior, la Corte Penal Internacional sí puede –en razón del


principio de imprescriptibilidad de los crímenes de su competencia– llegar a
investigar y juzgar conductas constitutivas de cualquiera de los mencionados
crímenes, así la acción penal o la sanción penal para los mismos haya
prescrito, según las normas jurídicas nacionales.

El tratamiento diferente que hace el Estatuto de Roma respecto a la


imprescriptibilidad de los crímenes de competencia de la Corte Penal
239
EISSEN, Marc André. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Editorial Cuadernos Cívitas. Madrid.
1985. pág. 95.
Internacional, tiene fundamento en el artículo 93 de la Constitución. Se trata
de un tratamiento distinto respecto de una garantía constitucional que está
expresamente autorizado a partir del Acto Legislativo 02 de 2001 y que
opera exclusivamente dentro del ámbito regulado por dicho Estatuto.

.6.4. 4.5.2.4 Elemento de intencionalidad

El artículo 30 del Estatuto de Roma regula el elemento de intencionalidad


que, por regla general, debe estar presente en el actor tratándose de los
crímenes establecidos en el Estatuto. Dado que se trata de crímenes de
extrema gravedad sancionables igualmente con penas privativas de la
libertad e incluso con la reclusión de por vida, el Estatuto fija los estándares
más altos de culpabilidad: los elementos materiales del crimen deben ser
cometidos, salvo disposición en contrario, con “intención y
conocimiento.”240 Establece el Estatuto al respecto:

“Artículo 30
Elemento de intencionalidad

1. Salvo disposición en contrario, una persona será penalmente


responsable y podrá ser penada por un crimen de la competencia
de la Corte únicamente si los elementos materiales del crimen se
realizan con intención y conocimiento.
2. A los efectos del presente artículo, se entiende que actúa
intencionalmente quien:
a) En relación con una conducta, se propone incurrir en ella;
b) En relación con una consecuencia, se propone causarla o es
consciente de que se producirá en el curso normal de los
acontecimientos.
3. A los efectos del presente artículo, por "conocimiento" se
entiende la conciencia de que existe una circunstancia o se va a
producir una consecuencia en el curso normal de los
acontecimientos. Las palabras "a sabiendas" y "con
conocimiento" se entenderán en el mismo sentido.”

El Estatuto de Roma establece como regla general el dolo como elemento de


la imputación subjetiva para la determinación de la responsabilidad penal.
240
Schabas, W. Principios generales del derecho penal, Op. Cit, p. 302.
Según el Estatuto, actúa dolosamente quien “actúa con intención y
conocimiento”. La norma exige la presencia de dos elementos: uno volitivo
(la intención) y otro intelectual (el conocimiento). La intención se refiere o
bien a la conducta o comportamiento incriminado o bien a la consecuencia
provocada. Para que haya intención respecto de la conducta la persona debe
proponerse incurrir en el comportamiento prohibido; por su parte, la
intención referida a la consecuencia se da cuando la persona se propone
causar el resultado o es consciente de que éste se producirá en el curso
normal de los acontecimientos. Por conocimiento se entiende “la conciencia
de que existe una circunstancia o se va a producir una consecuencia en el
curso normal de los acontecimientos.”

Dado el grado de culpabilidad exigido en el Estatuto, se plantea el problema


de precisar el ámbito de aplicación de su artículo 30.

En primer lugar, la Corte recuerda que la competencia de la Corte Penal


Internacional es meramente complementaria (artículo 1 y 17 ER). Por ello,
es el Estado colombiano el primer titular del deber de protección, no dicha
Corte.

Además, la Constitución no establece un criterio único de imputación


subjetiva. Si el legislador puede establecer diversas concepciones y
definiciones de los elementos de imputación subjetiva, también puede
hacerlo un tratado. Y ello es precisamente lo que hace el Estatuto de Roma
en relación con el elemento mental. Dada la gravedad de los crímenes sobre
los que la Corte tiene jurisdicción, el Estatuto de Roma adopta, con algunas
excepciones expresas como la consagrada en el artículo 28 del Estatuto, un
parámetro bastante exigente respecto de la intencionalidad. El crimen debe
haberse cometido con “intención y conocimiento”.

Algunas de las excepciones al mens rea del artículo 30 y que colocan un


parámetro de culpabilidad menos exigente son precisamente las referidas a
la responsabilidad de los jefes y otros superiores (artículo 28), o, en los
crímenes de guerra, la responsabilidad penal por “utilizar de modo indebido
(se subraya) la bandera blanca, la bandera nacional o las insignias militares o
el uniforme del enemigo o de las Naciones Unidas, así como los emblemas
distintivos de los Convenios de Ginebra, y causar así la muerte o lesiones
graves” (artículo 8. 2 literal b) vii) ER).
.6.5. 4.5.2.5 Defensas o causas de exclusión de la pena (artículo 31 y
33)

Las diferentes causales de justificación y de exculpación que llevan a la


exclusión de la pena están reguladas, salvo otras circunstancias eximentes de
responsabilidad penal establecidas en el Estatuto, principalmente en sus
artículos 31 y 33 que se transcriben a continuación:

“Artículo 31
Circunstancias eximentes de responsabilidad penal

1. Sin perjuicio de las demás circunstancias eximentes de


responsabilidad penal establecidas en el presente Estatuto, no será
penalmente responsable quien, en el momento de incurrir en una
conducta:
a) Padeciere de una enfermedad o deficiencia mental que le prive
de su capacidad para apreciar la ilicitud o naturaleza de su
conducta, o de su capacidad para controlar esa conducta a fin de
no transgredir la ley;
b) Estuviere en un estado de intoxicación que le prive de su
capacidad para apreciar la ilicitud o naturaleza de su conducta, o
de su capacidad para controlar esa conducta a fin de no
transgredir la ley, salvo que se haya intoxicado voluntariamente a
sabiendas de que, como resultado de la intoxicación,
probablemente incurriría en una conducta tipificada como crimen
de la competencia de la Corte, o haya hecho caso omiso del riesgo
de que ello ocurriere;
c) Actuare razonablemente en defensa propia o de un tercero o, en
el caso de los crímenes de guerra, de un bien que fuese esencial
para su supervivencia o la de un tercero o de un bien que fuese
esencial para realizar una misión militar, contra un uso inminente
e ilícito de la fuerza, en forma proporcional al grado de peligro
para él, un tercero o los bienes protegidos. El hecho de participar
en una fuerza que realizare una operación de defensa no bastará
para constituir una circunstancia eximente de la responsabilidad
penal de conformidad con el presente apartado;
d) Hubiere incurrido en una conducta que presuntamente
constituya un crimen de la competencia de la Corte como
consecuencia de coacción dimanante de una amenaza inminente
de muerte o lesiones corporales graves para él u otra persona, y en
que se vea compelido a actuar necesaria y razonablemente para
evitar esa amenaza, siempre que no tuviera la intención de causar
un daño mayor que el que se proponía evitar. Esa amenaza podrá:
i) Haber sido hecha por otras personas; o
ii) Estar constituida por otras circunstancias ajenas a su control.
2. La Corte determinará si las circunstancias eximentes de
responsabilidad penal admitidas por el presente Estatuto son
aplicables en la causa de que esté conociendo.
3. En el juicio, la Corte podrá tener en cuenta una circunstancia
eximente de responsabilidad penal distinta de las indicadas en el
párrafo 1 siempre que dicha circunstancia se desprenda del
derecho aplicable de conformidad con el artículo 21. El
procedimiento para el examen de una eximente de este tipo se
establecerá en las Reglas de Procedimiento y Prueba.”

“Artículo 33
Órdenes superiores y disposiciones legales

1. Quien hubiere cometido un crimen de la competencia de la


Corte en cumplimiento de una orden emitida por un gobierno o un
superior, sea militar o civil, no será eximido de responsabilidad
penal a menos que:
a) Estuviere obligado por ley a obedecer órdenes emitidas por el
gobierno o el superior de que se trate;
b) No supiera que la orden era ilícita; y
c) La orden no fuera manifiestamente ilícita.
2. A los efectos del presente artículo, se entenderá que las órdenes
de cometer genocidio o crímenes de lesa humanidad son
manifiestamente ilícitas.”

Examinadas las causales eximentes de responsabilidad penal consagradas en


el Estatuto de Roma, se tiene que sólo las causales referidas a la legítima
defensa de la propiedad en casos de crímenes de guerra (artículo 31. 1 literal
c) ER) y de obediencia debida (artículo 33 ER) parecen establecer un
tratamiento de estas materias diferente al que consagra nuestro ordenamiento
constitucional, por lo cual deben ser analizadas con mayor detalle.

.6.6. 4.5.2.6 Circunstancias eximentes de responsabilidad penal.


Referencia especial a órdenes superiores y disposiciones legales
El artículo 31 del Estatuto de Roma establece cuatro causales eximentes de
la responsabilidad penal que abarcan las hipótesis de insania (artículo 31.1
literal a) ER),241 intoxicación siempre que no sea preordenada (artículo 31.1
literal b) ER), defensa propia o de un tercero (incluso del derecho de
propiedad), siempre que sea razonable y proporcional al grado del peligro
(artículo 31. 1 literal c) ER) y estado de necesidad y la coacción dimanante
por una amenaza inminente de muerte o lesiones corporales graves para sí o
un tercero, siempre y cuando se vea compelido a actuar necesaria y
razonablemente, si no tuviere la intención de causar un daño mayor que el
que se proponía evitar (artículo 31. 1 literal d) ER).242

Además de las anteriores cuatro causales, la Corte Penal Internacional puede


tener en cuenta otras causales eximentes de responsabilidad que se
desprendan del derecho aplicable según los términos del artículo 21 del
Estatuto, a través del cual se podrá acudir a las normas generales del derecho
internacional o al derecho interno de los Estados para considerar otras
causales eximentes de responsabilidad.

Por otra parte, en relación con la causal prevista en el artículo 31.1 literal c)
del Estatuto, que señala como causal eximente de responsabilidad, la defensa
de un bien necesario para la supervivencia propia o de un tercero o de un
bien esencial para realizar una misión militar, observa la Corte que tal
eximente guarda relación con lo que establecen los artículos 51 a 60 del
Protocolo I y los artículos 14 a 16 del Protocolo II, Adicionales a los
Convenios de Ginebra de 1949. Estos prohíben los ataques indiscriminados
y arbitrarios a ciertos bienes especialmente valorados por su trascendencia
social y cultural, o cuya destrucción no constituya una ventaja militar
significativa. Tales ataques fueron recogidos como crímenes de guerra por el
artículo 8, numeral 2, literal a) ordinal iv),literal b), ordinales ii), iv), v), ix)
y xxiv), literal e) ordinales ii), iii) y iv). Tienen como finalidad principal
proteger a las personas en su vida y bienes durante un conflicto armado, así
241
Regla derivada de la tradición del common law. Ver Schabas, W. Introduction to the International
Criminal Court, página 89. El Estatuto no aclara cuál es la carga de la prueba que tiene quien alega esta
eximente de responsabilidad. En el Tribunal Ad hoc para Yugoslavia, se optó por un estándar alto que exige
a quien lo alega probar plenamente tal incapacidad y no simplemente establecer una duda razonable sobre
su capacidad mental, como se acepta en algunos sistemas jurídicos. Ver Prosecutor v. Dedalic et al. (Caso
No. IT-96-21-T), Decisiones del 17 de junio y 1 de julio de 1998 sobre eximente de responsabilidad
fundada en la falta de capacidad mental o insania.
242
En este punto, el Estatuto de Roma se aparta de la regla fijada en el Tribunal Ad hoc de Yugoslavia que
rechazó la coacción como eximente de responsabilidad penal en una decisión dividida. Ver Prosecutor v.
Erdemovic (Caso No. IT-96-22-T), Sala de Apelaciones, Octubre 7 de 1997.
como proteger bienes que resulten fundamentales para su supervivencia o su
defensa.

Como quiera que la Corte Penal Internacional constituye un instrumento


para la protección de los derechos de las personas, en especial los de la vida
y la integridad física, el Estatuto de Roma condiciona la interpretación y
aplicación de esta causal de justificación para la comisión de crímenes
internacionales a los siguientes requisitos: 1) sólo se aplica a crímenes de
guerra; 2) el bien cuya protección justifica la respuesta a la agresión o
amenaza debe ser “esencial” para la supervivencia propia o de un tercero o
para realizar una misión militar; 3) la fuerza contra la que se reacciona tenga
un carácter ilícito y su uso sea inminente; 4) la respuesta a la amenaza se
debe hacer dentro de los límites del principio de proporcionalidad, según el
grado de peligro para la persona, para el tercero o para los bienes protegidos.
Estas exigencias hacen que la eximente sea compatible con las normas de
derecho internacional humanitario.

Si bien los requisitos concretos definidos en el Estatuto para la aplicación de


esta causal difieren de los empleados en nuestro ordenamiento, dicho
tratamiento especial fue autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de 2001,
para asuntos que conozca la Corte Penal Internacional y, en virtud del
principio de complementariedad (artículo 17 ER), dicha causal sólo podrá
ser esgrimida ante la Corte Penal Internacional, una vez ésta haya asumido el
conocimiento de un caso concreto.

Pasa la Corte a hacer una referencia especial al artículo 33 que consagra la


eximente de responsabilidad por obediencia debida y cumplimiento de un
deber legal. Ello sucede cuando se cumplen tres condiciones concurrentes: el
acusado debe estar obligado por ley a obedecer órdenes; el acusado no debe
saber que la orden era ilegal; y, la orden no debe ser manifiestamente ilegal.
El numeral 2º del artículo 33 dispone además que se entenderá que las
órdenes de cometer genocidio o crímenes de lesa humanidad son siempre
manifiestamente ilícitas.

La anterior disposición parece establecer un tratamiento diferente al previsto


en el artículo 91 de la Constitución colombiana que reza:

“Artículo 91. En caso de infracción manifiesta de un precepto


constitucional en detrimento de alguna persona, el mandato
superior no exime de responsabilidad al agente que lo ejecuta.
Los militares en servicio quedan exceptuados de esta disposición.
Respecto de ellos, la responsabilidad recaerá únicamente en el
superior que da la orden.”

No obstante, a la luz de la jurisprudencia constitucional sobre la obediencia


debida, tal diferencia se diluye, ya que precisamente la Corte ha interpretado
la eximente de responsabilidad penal contenida en el inciso 2º del artículo 91
de la Constitución cuando la actuación se realiza en cumplimiento de
órdenes superiores, en el sentido de excluir la obediencia como causal de
exoneración penal cuando el contenido de la orden es manifiestamente
delictivo para el agente que la ejecuta puesto que causará con certeza la
violación de un derecho fundamental intangible.243 En efecto, sobre el
particular sostuvo la Corte:

“El inciso segundo del artículo 91 de la C.P., exonera de


responsabilidad constitucional al militar que ejecuta una orden del
servicio impartida por su superior, pero no lo hace de manera total
e irrestricta. Si el inferior es consciente de que su acto de
ejecución causará con certeza la violación de un derecho
fundamental intangible de alguna persona y, no obstante, lo
realiza, pudiéndolo evitar, actuará de manera dolosa. Si se admite
que la Constitución, en este caso, ha condonado el dolo, se tendrá
que aceptar que ella ha consentido en crear el germen de su propia
destrucción. La idea de Constitución, por lo menos en un régimen
no totalitario, es incompatible con la existencia en la sociedad y
en el Estado de sujetos con poderes absolutos. La Corte rechaza
resueltamente la tesis de la exoneración absoluta de
responsabilidad del militar subalterno porque si pese a su dolo
aquélla se mantiene, su poder adquiere una dimensión
inconmensurable, capaz de erradicar todo vestigio de derecho,
justicia y civilización.”244

Ahora bien, la propia jurisprudencia constitucional colombiana ha señalado


que la exoneración penal por obediencia debida o cumplimiento de un deber
ha de cumplir con algunos requisitos, que coinciden con los requisitos
concurrentes del artículo 33 del Estatuto de Roma. Ellos son:

243
Corte Constitucional, Sentencia C-578 de 1995, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
244
Ibidem.
“La exoneración de responsabilidad, además de no revelarse
como manifiestamente antijurídica, debe sujetarse a otros
requisitos. En primer lugar, debe existir una relación de
subordinación jerárquica reconocida por el derecho público entre
quien emite el mandato y quien lo recibe y ejecuta. Para que la
orden se considere vinculante, ésta ha de emanar del superior
jerárquico con poder de mando sobre el receptor. En segundo
lugar, la orden debe existir como tal, vale decir, como
manifestación clara y distinta de voluntad encaminada a obtener
que el inferior haga o deje de hacer algo. En tercer lugar, se
requiere que el superior actúe dentro de su competencia, pero
como el subordinado carece por lo general de un poder de examen
detallado, la doctrina no exige competencia concreta para emitir la
orden, sino competencia abstracta, la cual se refiere a la facultad
del superior para disponer la clase de actos que normalmente se
comprenden dentro del objeto de las obligaciones del inferior. Por
último, para que la eximente opere como justificación del hecho
punible se requiere que la orden esté revestida de las formalidades
legales.”245

En lo que respecta a la constitucionalidad de la exclusión de la obediencia


debida del derecho constitucional interno, la Corte ha hecho eco a la
aceptación por el Estado colombiano del consenso internacional sobre la
materia:

“Aparte de que la obediencia debida absoluta y la exoneración


incondicional de responsabilidad del militar subalterno, ha sido
universalmente considerada en las prácticas, usos, costumbres y
jurisprudencia como contraria al derecho internacional
humanitario, de manera específica, se han prohibido en varios
tratados suscritos por Colombia, que prevalecen en el derecho
interno (C.P., artículo 94). En efecto, La Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes, aprobado mediante la Ley 70 de 1986, dispone: “No
podrá invocarse una orden de un funcionario superior o de una
autoridad pública como justificación de la tortura” (artículo, 2,
numeral 3). En relación con el delito internacional de genocidio,
tampoco se ha admitido como válida la exculpación basada en la
orden superior, como quiera que el castigo se aplica a “las
245
Ibidem.
personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los otros
actos enumerados en el artículo II - [“En la presente Convención,
se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a
continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como
tal: a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la
integridad física o mental de los miembros del grupo; c)
sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia
que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d)
Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del
grupo; e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.”] -
(...) ya se trate de gobernantes, funcionarios o particulares”
(Artículo, IV) (Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio. Ley 28 de 1959). (...)

No siendo compatible con el derecho internacional humanitario,


que un militar consciente de su acción, se escude en la orden del
superior a fin de obtener la exoneración absoluta de su
responsabilidad por las infracciones que cometa en relación con
sus reglas y principios, la norma legal que la Corte examina y que
incorpora dicha regla, claramente se opone a sus dictados,
aplicables a los conflictos armados internacionales y no
internacionales.”246

El anterior desarrollo jurisprudencial, reafirma la armonía entre lo que


establece el inciso 2º del artículo 91 de la Constitución y lo previsto en el
artículo 33 del Estatuto de Roma.

4.6. Parte IV: De la composición y administración de la Corte

En la Parte IV del Estatuto se reglamentan los siguientes temas: 1) La


estructura orgánica de la Corte Penal Internacional; 2) El estatuto y las
garantías de los funcionarios de cada órgano; y 3) Las facultades adicionales
de la Asamblea de Estados Partes y de la Corte respecto de su
reglamentación y administración.

La Corte no encuentra en esta Parte IV del Estatuto asuntos particularmente


problemáticos, no dividirá su análisis en dos secciones –una general para
246
Ibidem.
asuntos que reciben un tratamiento similar al previsto en la Carta y otra
especial para aquellos asuntos que requieran un análisis más detallado dada
su complejidad o el hecho de que aparentemente señalan un tratamiento
distinto al previsto en nuestro ordenamiento constitucional–, como se hizo
en las demás partes de la presente sentencia. Procede, por lo tanto, a hacer
una descripción de la regulación de cada uno de estos temas.

.7. 4.6.1 Órganos de la Corte: composición y estructura

El artículo 34 del Estatuto señala que "[l]a Corte estará compuesta de los
órganos siguientes: a) La Presidencia; b) Una Sección de Apelaciones, una
Sección de Primera Instancia y una Sección de Cuestiones Preliminares; c)
La Fiscalía; d) La Secretaría".

.1.1.. 4.6.1.1. De los magistrados, la Presidencia y las Secciones

Con los 18 magistrados de la Corte –salvo que la Asamblea de los Estados


Partes, a petición de la Presidencia, decida incrementar este número
(artículo 36.4. literal b) ER.)– se integrarán la Presidencia y las tres
Secciones, según lo señalado por los literales a) y b) del artículo 34 recién
enunciado.

Los magistrados serán elegidos para períodos personales (tal como lo


confirma el Artículo 37 relativo a la suplencia de una vacante) de nueve
años (sin perjuicio del régimen transitorio contemplado en el numeral 9° del
artículo 36) por votación secreta de la Asamblea de los Estados Partes
mediante un sistema que garantiza un alto nivel de representatividad de los
mismos. En efecto, "serán elegidos los 18 candidatos que obtengan el mayor
número de votos y una mayoría de dos tercios de los Estados Partes
presentes y votantes" (artículo 36.6 literal a) ER). En caso de que no se
cumpla tal requisito, se procederá a nuevas votaciones bajo igual
procedimiento hasta cubrir los puestos restantes (artículo 36.6 literal b) ER).

Los candidatos deberán tener "reconocida competencia en derecho y


procedimiento penales" o "en materias pertinentes de derecho internacional"
(artículo 36.3 literal b) ER) y serán registrados en dos listas diferentes, de
acuerdo con su especialidad (artículo 36.5 ER).
Para la elección de los magistrados, se deberá tener en cuenta que haya
"representación de los principales sistemas jurídicos del mundo",
"distribución geográfica equitativa" y "representación equilibrada de
magistrados mujeres y hombres" (artículo 36.8 ER). Adicionalmente se
contempla que "no podrá haber dos magistrados que sean nacionales del
mismo Estado" (artículo 36.7 ER).

El Estatuto indica respecto de los magistrados, el Fiscal y el Secretario la


necesidad de que sean personas de alta consideración moral, reconocida
competencia profesional y excelente conocimiento y dominio de por lo
menos uno de los idiomas de trabajo de la Corte.

El Presidente, el Vicepresidente primero y el Vicepresidente segundo serán


elegidos por mayoría absoluta de los magistrados. Están encargados de "[l]a
correcta administración de la Corte, con excepción de la Fiscalía" y de "[l]as
demás funciones que se le confieren de conformidad con el presente
Estatuto" (artículo 38.3 ER).

Surtida la elección de los magistrados, la Corte procederá a la conformación


de la Sección de Apelaciones (que se compondrá del Presidente y otros
cuatro magistrados), la Sección de Primera Instancia (que tendrá no menos
de seis magistrados) y la Sección de Cuestiones Preliminares (con no menos
de seis magistrados), según sus calificaciones, y guardando que haya una
adecuada combinación de especialistas en derecho penal, y en derecho
internacional (artículo 39.1 ER).

Las funciones judiciales de la Corte serán realizadas en cada sección por


medio de Salas, así: La Sala de Apelaciones se compondrá de todos los
magistrados de la Sección de Apelaciones; las funciones de la Sala de
Primera Instancia serán realizadas por tres magistrados de la Sección de
Primera Instancia; y las funciones de la Sala de Cuestiones Preliminares
serán realizadas por tres magistrados de la Sección de Cuestiones
Preliminares o por un solo magistrado de dicha Sección, de conformidad
con el Estatuto y las Reglas de Procedimiento y Prueba (artículo 39.2 ER).

Se prevé, entonces, en aras de la "gestión eficiente", la posibilidad de que se


constituyan simultáneamente más de una Sala de Primera Instancia y más de
una Sala de Cuestiones Preliminares (artículo 39.2 literal c) ER). Igualmente
se prescribe que podrán asignarse temporalmente "magistrados de la
Sección de Primera Instancia a la Sección de Cuestiones Preliminares, o a la
inversa, si la Presidencia considera que la gestión eficiente del trabajo de la
Corte así lo requiere, pero en ningún caso podrá formar parte de la Sala de
Primera Instancia que conozca de una causa un magistrado que haya
participado en la etapa preliminar" (artículo 39.4 ER).

Las funciones de cada una de estas Salas, se encuentran consignadas en las


partes siguientes del Estatuto. Las referencias puntuales a las funciones de
cada Sala, se encuentran consignadas en los apartes correspondientes a la
estructura del proceso que adelanta la Corte Penal Internacional.

De otro lado, la Sala de Primera Instancia y la Sala de Cuestiones


Preliminares están compuestas por una fracción de los magistrados de la
respectiva Sección. Además, (i) podrán constituirse simultáneamente más de
una Sala de Primera Instancia y más de una Sala de Cuestiones Preliminares
y (ii) los magistrados de la Secciones de Primera Instancia podrán ser
asignados temporalmente a la Sección de Cuestiones Preliminares y
viceversa. Esta disposición busca dar un funcionamiento más eficiente a la
Corte Penal Internacional, según las necesidades que se presenten de
acuerdo la carga de trabajo de la Corte. Además, al prever que "en ningún
caso podrá formar parte de la Sala de Primera Instancia que conozca de una
causa un magistrado que haya participado en la etapa preliminar", garantiza
la imparcialidad de los magistrados de la Sección de Cuestiones
Preliminares que sean asignados a la de Primera Instancia respecto de tal
causa en concreto.

Respecto del sistema de elección de los magistrados, esta Corporación


encuentra que hay dos etapas diferentes para su elección, a saber, (i) la
inclusión de los candidatos en dos listas diferentes que se presentan a la
Asamblea de los Estados Partes para surtir la elección y (ii) el
procedimiento contemplado en el numeral 6. del artículo 36 del Estatuto
orientado a que los magistrados sean elegidos con el voto de, por lo menos,
las dos terceras partes de los Estados votantes.

De esta forma, entre la inclusión del candidato y su elección como


magistrado, media el apoyo de las dos terceras partes de los Estados
votantes, lo cual garantiza la distancia necesaria entre el magistrado elegido
y el Estado que lo ha propuesto y los que lo han respaldado.

.1.2.. 4.6.1.2 De la Fiscalía


El artículo 42 del Estatuto reglamenta lo relativo a la Fiscalía y al Fiscal.
Dicho artículo prevé que "[l]a Fiscalía actuará en forma independiente como
órgano separado de la Corte". Agrega que corresponde a la Fiscalía "recibir
remisiones e información corroborada sobre crímenes de la competencia de
la Corte para examinarlas y realizar investigaciones o ejercitar la acción
penal ante la Corte" (artículo 42.1 ER).

También contempla que "[e]l Fiscal tendrá plena autoridad para dirigir y
administrar la Fiscalía, con inclusión del personal, las instalaciones y otros
recursos" (artículo 42.2 ER).

"El Fiscal será elegido en votación secreta y por mayoría absoluta de los
miembros de la Asamblea de los Estados Partes". Los fiscales adjuntos
serán elegidos en la misma forma de una lista de tres candidatos por cada
puesto por ser cubierto, la cual será presentada por el Fiscal. El período del
Fiscal y de los fiscales adjuntos será de nueve años, salvo que en el
momento de la elección se fije un período más breve, y no podrán ser
reelegidos (artículo 42.4 ER).

Cabe resaltar la condición que en el Estatuto tiene la Fiscalía tiene la


condición de órgano mismo de la Corte. De esta forma, se establece que
"Los miembros de la Fiscalía no solicitarán ni cumplirán instrucciones de
fuentes ajenas a la Corte" (artículo 42.1 ER). La Parte V del Estatuto
desarrolla el tema relativo a tales instrucciones.247

En el Estatuto de Roma, la Fiscalía se encuentra relacionada con las


diferentes Salas de la Corte de acuerdo con la parte final del artículo 42.1
del Estatuto., en los términos ya mencionados. El alcance de esta norma, se
debe entender de acuerdo con lo prescrito en el artículo 42.2 del Estatuto,
según el cual el Fiscal goza de autoridad para dirigir y administrar esta
institución.

La Corte Constitucional encuentra que (i) la Fiscalía General de la Nación y


Fiscalía la Corte Penal Internacional son órganos distintos que obedecen a
247
Así, entre muchos ejemplos, el párrafo final del numeral 1° del artículo 53 prevé que el Fiscal deberá
informar a la Sala de Cuestiones Preliminares su decisión de no investigar un crimen, aún de gravedad,
porque dicha investigación "no redundaría en interés de la justicia". Igual prescripción se hace en el literal
c. del numeral 2° respecto de investigaciones ya adelantadas. Si el Estado que ha remitido la investigación
o el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas lo solicita, la Sala de Cuestiones Preliminares podrá
examinar la decisión del Fiscal. El literal b. del numeral 2° del artículo 54, por su parte, hace referencia a
las condiciones en las que la Sala de Cuestiones Preliminares autorizará al Fiscal para que realice
investigaciones en el territorio de un Estado.
definiciones institucionales propias; (ii) la estructura orgánica de la Corte
Penal Internacional asegura la independencia de la Fiscalía respecto de los
investigados, valor que también se encuentra reconocido en la Constitución
Colombiana;248 (iii) el sistema contemplado en el Estatuto garantiza a los
investigados los derechos a la defensa y al debido proceso (tal como lo
indican las Partes V y VI del Estatuto y, en particular, los artículos 55 y 63),
los cuales gozan de la condición de derechos fundamentales en nuestra
Carta;249 y (iv) en ambos casos, y sin perjuicio de su nivel de autonomía,
tanto en el régimen constitucional colombiano como en el instituido por el
Estatuto de Roma, la Fiscalía es un órgano separado y las relaciones de ésta
con las Salas y Secciones no son de subordinación sino de colaboración y
control.250
248
El artículo 233 de la Constitución indica que "[l]a Administración de Justicia es una función pública" y
que "[s]us decisiones son independientes".
249
Artículo 29 de la Carta.
250
Respecto del ámbito de ejercicio de las competencias propias de la Fiscalía General de la Nación y de la
colaboración y control ejercidos por los jueces, esta Corte ha señalado lo siguiente: "La Constitución
establece algunos elementos propios del llamado sistema acusatorio en materia procesal penal, pues
distingue las funciones de investigación, acusación y juzgamiento. Así, la Carta atribuye a la Fiscalía la
titularidad de la acción penal y la dirección de las investigaciones penales, mientras reserva a los jueces la
decisión definitiva de los procesos, pues el artículo 250 superior expresamente señala que corresponde a la
Fiscalía "investigar los delitos y acusar a los presuntos infractores ante los juzgados y tribunales
competentes" (CP artículo 250). Sin embargo, la Constitución no consagra un procedimiento acusatorio
ortodoxo, pues en esos sistemas el ente acusador hace parte del Ejecutivo o del Ministerio Público y, por
ende está en general desprovisto de poderes judiciales. En cambio, en nuestro ordenamiento, la Fiscalía
hace parte de la rama judicial y tiene determinadas facultades judiciales, pues puede dictar medidas de
aseguramiento, y calificar y declarar precluidas las investigaciones penales. (CP artículo 250 ord. 1 y 2).
Por ello, conforme a la Carta, los fiscales, durante la fase investigativa, pueden ordenar y practicar pruebas
con las facultades propias de un funcionario judicial, por lo cual se dice que el sistema colombiano es
mixto, pues si bien existe una diferencia de funciones entre los fiscales y los jueces, ambos poseen, dentro
de la órbita de sus competencias, facultades judiciales y son funcionarios judiciales. Esto significa que en el
constitucionalismo colombiano los funcionarios judiciales son un género del cual hacen parte tanto los
jueces como los fiscales. […] Sin embargo, lo anterior no significa que exista una absoluta separación
funcional, pues conforme al principio de colaboración funcional (CP artículo 113), es perfectamente
razonable que la ley permita la intervención de los jueces durante la fase instructiva y de los fiscales
durante el juicio. Así, conforme al principio acusatorio es natural que los fiscales intervengan en el juicio,
como sujetos procesales, pues una de la ideas esenciales de este sistema, parcialmente adoptado por el
Constituyente, es que la verdad procesal surja de un debate contradictorio entre los argumentos de la
acusación y de la defensa frente a un tercero imparcial, que es el juez. Igualmente, con base en el criterio de
colaboración armónica entre fiscales y jueces, esta Corporación ha considerado que son constitucionales
disposiciones como las que permiten el control por los jueces de las medidas de aseguramiento. Para la
Corte es claro que, si bien los fiscales pueden dictar estas medidas, en ninguna parte la Constitución
prohíbe que ellas estén sujetas a controles previos o posteriores por los jueces, pues la Carta no ha
establecido un monopolio de los fiscales de la instrucción, ni de toda la actividad investigativa. Además, es
perfectamente congruente con el espíritu garantista de la Carta que se extremen los rigores frente a medidas
que, como los autos de detención o las órdenes de allanamiento, limitan derechos fundamentales, como la
libertad o la intimidad, por lo cual es perfectamente legítimo que el Legislador pueda establecer la
intervención facultativa u obligatoria de los jueces durante esta fase instructiva, con el fin de controlar al
ente acusador y proteger en la mejor forma posible las garantías procesales" (Sentencia C-609 de 1996;
M.P. Alejandro Martínez Caballero y Fabio Morón Díaz).
Por otra parte, el Estatuto contempla de manera expresa que la Fiscalía
actuará de manera independiente (artículo 42.1 ER) y que el Fiscal y los
fiscales adjuntos "no realizarán actividad alguna que pueda interferir en el
ejercicio de sus funciones o menoscabar la confianza en su independencia"
(artículo 42.5 ER). Adicionalmente, el Fiscal y los fiscales adjuntos serán
elegidos por una la mayoría absoluta de los Estados Partes. De esta forma,
el Estatuto contempla prescripciones y mecanismos para garantizar la
imparcialidad de estos funcionarios.

.1.3.. 4.6.1.3 De la Secretaría

La Secretaría se encarga de los aspectos no judiciales de la administración


de la Corte y de prestarle servicios. El Secretario dirige la Secretaría bajo la
autoridad del Presidente de la Corte (artículo 43.1 ER). Será elegido por los
magistrados para un período de cinco años "en votación secreta por mayoría
absoluta y teniendo en cuenta las recomendaciones de la Asamblea de los
Estados Partes" (artículo 43.2 ER). Se prevé la posibilidad de que haya un
Secretario Adjunto elegido de acuerdo con el mismo procedimiento, por
recomendación del Secretario.

El artículo 44 del Estatuto prevé lo relativo al nombramiento de los


funcionarios de las oficinas del Fiscal y el Secretario, y a la colaboración
que excepcionalmente puedan dar a la Corte organizaciones
intergubernamentales u organizaciones no gubernamentales.

.8. 4.6.2 El estatuto y las garantías de los funcionarios

Los temas relativos al estatuto de los funcionarios de la Corte Penal


Internacional, a las garantías que los amparan y a las obligaciones a cargo
de algunos de ellos, se encuentran consagrados en varios artículos de esta
Parte IV.

El Estatuto señala que los magistrados (artículo 40 ER) y el Fiscal (artículo


42.5 ER) actuarán de manera independiente y no realizarán actividades que
puedan ser incompatibles con el ejercicio de sus funciones o que puedan
menoscabar la confianza respecto de su independencia. Las causales y el
procedimiento de la dispensa y recusación de los magistrados (artículo 41
ER) y del Fiscal (artículo 42.6 y 8 ER) se orientan es este propósito.
El artículo 46 versa sobre: i) las causales de separación del cargo de los
magistrados, el Fiscal, un fiscal adjunto, el Secretario o el Secretario
Adjunto; ii) el órgano competente y las condiciones bajo las cuales se podrá,
en cada caso, adoptar tal decisión; y iii) las garantías procesales de la
persona cuyo comportamiento sea cuestionado. Es importante resaltar que la
decisión de separar del cargo a un magistrado, al Fiscal o a un fiscal
adjunto, sólo puede ser adoptada por la Asamblea de Estados Partes, en
votación secreta, por una mayoría no inferior a la absoluta (artículo 46.2
ER).

El artículo 47 contempla las medidas disciplinarias para casos de menor


gravedad y señala que dichos funcionarios serán objeto de sanciones y el
procedimiento a seguir para tal propósito. Ello garantiza, de un lado, el
adecuado funcionamiento de la Corte Penal Internacional y, del otro, que sus
funcionarios gocen del derecho de defensa respecto los cargos que se les
puedan hacer a causa de la eventual comisión de infracciones.

La responsabilidad disciplinaria de los funcionarios de dicha institución se


encuentra regida por los mismos principios que existen en la legislación
colombiana para el efecto, tales como la determinación de la conducta, el
juez natural y el derecho al debido proceso y a la defensa del investigado. 251
Igualmente, las prescripciones acerca de la dispensa y recusación de los
magistrados, del Fiscal y del sueldo de los funcionarios de la Corte Penal
Internacional, desarrollan de manera similar a la prevista en nuestra Carta,
los principios de independencia e integridad que rigen la administración de
justicia.252
251
Cabe recordar que sobre el tema, esta Corporación consideró que, de acuerdo con lo prescrito en la
Constitución, el régimen disciplinario no atenta contra los principios de la administración de justicia si se
respeta el debido proceso: "[…] quien accede a un cargo dentro de la función pública se somete al régimen
de rango superior y legal de los funcionarios o servidores públicos y se obliga por tanto a sus mandatos una
vez que hayan prestado juramento de cumplir y defender la Constitución y desempeñar los deberes que le
incumben. De ahí que el artículo 6o. de la Carta Política señala que los servidores públicos son
responsables ante las autoridades por infringir la Constitución y las leyes y además, "por omisión o
extralimitación en el ejercicio de sus funciones". De lo anterior se desprende la potestad que tiene el
legislador para establecer deberes, responsabilidades, regular el régimen de inhabilidades, imponer
sanciones y causales para el retiro del servicio por parte de los servidores públicos, ya que como se
desprende del mandato constitucional contenido en el artículo 125 de la Carta Política, el retiro de los
mismos –entre quienes se encuentran los funcionarios y empleados de la Rama Jurisdiccional–, se presenta
"por violación del régimen disciplinario" y "por las demás causales previstas en la Constitución o en la ley"
(Sentencia C-509 de 1994; M.P. Hernando Herrera Vergara).
252
La institución de la dispensa y recusación se encuentra reconocida en nuestro ordenamiento jurídico bajo
el nombre de impedimentos y recusaciones. Sobre este particular, la Corte Constitucional ha indicado lo
siguiente: "El propósito de las instituciones procesales de impedimentos y recusaciones consiste en
El artículo 48 contiene los privilegios e inmunidades de los que goza la
Corte Penal Internacional. Entre éstos se resaltan los siguientes: i) La Corte
goza "en el territorio de los Estados Partes de los privilegios e inmunidades
necesarios para el cumplimiento de sus funciones" (artículo 48.1 ER); ii)
Los magistrados, el Fiscal, los fiscales adjuntos y el Secretario gozan de los
mismos privilegios e inmunidades reconocidos a los jefes de las misiones
diplomáticas incluso luego de expirado su mandato por las declaraciones
que hagan oralmente o por escrito y los actos que realicen en el desempeño
de sus funciones oficiales (artículo 48.2 ER); iii) Los privilegios e
inmunidades se extienden al Secretario Adjunto, al personal de la Fiscalía y
al personal de la Secretaría para el cumplimiento de sus funciones (artículo
48.3 ER); y iv) Los abogados, peritos, testigos u otras personas cuya
presencia se requiera en la sede de la Corte tendrán también las garantías
necesarias, de conformidad con el acuerdo sobre privilegios e inmunidades
de la Corte Penal Internacional (artículo 48.4 ER). El apartado 5 del artículo
en comento señala los requisitos para la renuncia a los privilegios e
inmunidades. Esta institución garantiza que sus actuaciones no serán objeto
de presión por el Estado donde cumplen sus funciones. De esta manera, la
inmunidad de los funcionarios de la Corte es una consecuencia necesaria de
la condición de órgano supranacional que ella tiene y una garantía de su
independencia judicial.

El artículo 49 del Estatuto versa sobre los sueldos, estipendios y dietas de


los funcionarios de la Corte, con lo que se busca que haya certeza respecto
del régimen salarial de dichos funcionarios.

Habida cuenta de su materia especialísima, la Corte considera que no es


necesario detenerse a precisar la forma de armonización de estas
disposiciones con la Constitución.

asegurar la imparcialidad del juez, quien debe marginarse del proceso del cual viene conociendo cuando se
configura, en su caso específico, alguna de las causas taxativamente señaladas en la ley. Esa imparcialidad
se asegura cuando se deja en cabeza de funcionarios distintos –el que siga en turno al que se declara
impedido o es recusado, o el del lugar más cercano, según la circunstancia (artículo 105 Código de
Procedimiento Penal), o los otros miembros de la sala o corporación en el caso de jueces colegiados- la
definición acerca de si deben prosperar el impedimento invocado por el juez o la recusación presentada
contra él" (Sentencia C-573 de 1998; M.P. José Gregorio Hernández Galindo).
.9. 4.6.3 Facultades adicionales de la Asamblea de Estados Partes
y de la Corte

El artículo 51 indica que las Reglas de Procedimiento y Prueba del Tribunal


y las enmiendas a las mismas serán aprobadas por mayoría de dos tercios de
los miembros de la Asamblea de los Estados Partes. Según esta norma,
tienen facultad para proponer enmiendas a las Reglas de Procedimiento y
Prueba los Estados Partes, los magistrados por mayoría absoluta, o el Fiscal.

Adicionalmente, se contempla la posibilidad de que, si se presenta una


situación, en caso de urgencia, cuya solución no se halle en las Reglas de
Procedimiento aprobadas, “los magistrados podrán, por una mayoría de dos
tercios, establecer reglas provisionales que se aplicarán hasta que la
Asamblea de los Estados Partes las apruebe, enmiende o rechace en su
siguiente período ordinario o extraordinario de sesiones” (artículo 51.3 ER).

Por su parte, el artículo 52 contempla que los magistrados aprobarán por


mayoría absoluta "el Reglamento de la Corte que sea necesario para su
funcionamiento ordinario", previa consulta al Fiscal, quien también será
consultado respecto de las enmiendas que se le quieran hacer.

Los artículos señalados establecen que las Reglas de Procedimiento y


Prueba de la Corte serán adoptadas por el voto favorable de una mayoría
cualificada (dos terceras partes) de los Estados que hagan parte del Tratado
que se analiza. Ha de observarse que uno de los valores que inspiran la
Corte Penal Internacional es la búsqueda del consenso de los Estados Partes,
lo cual guió el trabajo en la Conferencia de Roma. La exigencia de esta
mayoría garantiza el logro de acuerdos amplios y contribuye a la
deliberación y al respeto por las posiciones minoritarias. Establece el
Estatuto que podrán proponer modificaciones a dichas reglas los Estados
Partes, el Fiscal y los magistrados de la Corte Penal por mayoría absoluta y
para su aprobación se requiere también del voto favorable de los dos tercios
de los miembros de la Asamblea de Estados Partes.

Igualmente se autoriza que por una mayoría de las dos terceras partes de los
magistrados de la Corte, ésta adopte excepcionalmente medidas
provisionales que solucionen problemas no resueltos por las Reglas de
Procedimiento y Prueba. A través de esta facultad, se garantiza que la Corte
Penal Internacional cuente siempre con medidas destinadas a facilitar su
funcionamiento y evita eventuales interrupciones que podrían conducir a
que la Corte fuese inoperante, en desmedro del logro de los fines que
justifican su existencia. Estas reglas son provisionales y “se aplicarán hasta
que la Asamblea de los Estados Partes las apruebe, enmiende o rechace en
su siguiente período ordinario o extraordinario de sesiones.” (Artículo 51.3
ER). Al instrumento que recoge las Reglas de Procedimiento y Prueba se
hará referencia especial en el aparte 4.17.

El artículo 52 del Estatuto regula la adopción del Reglamento de la Corte


por ella misma, obedece a una práctica internacional en este tipo de
instituciones, que reconoce a los órganos deliberantes de estas
organizaciones poder para definir sus reglas de funcionamiento, dentro de
los límites que les reconoce el tratado constitutivo.253

4.7 Parte V: De la investigación y enjuiciamiento

Como se ha podido apreciar, el esfuerzo de la comunidad internacional por


crear una institución permanente cuyo objeto está directamente encaminado
a poner fin a la impunidad de los autores de los crímenes más graves de
trascendencia para la comunidad y su conjunto, y a que la justicia que se
administra con este propósito sea respetada y puesta en práctica de forma
duradera, no se limita a la identificación de una serie de conductas delictivas
(Parte II, ER) sistematizadas en el marco de unos principios que han de ser
reconocidos y garantizados en todos los casos (Parte III, ER), sino que
comprende, además, un conjunto de reglas de procedimiento dentro de las
cuales se han de adelantar la investigación de tales crímenes (Parte V, ER),
que luego han de ser juzgados por la Corte (Parte VI, ER), cuya decisión
puede ser objeto de ciertos recursos (Parte VIII, ER). La naturaleza de este
procedimiento es el resultado de la combinación de los dos sistemas
tradicionales comúnmente identificados en el derecho procesal penal, de
manera tal que no puede afirmarse que el proceso establecido es puramente
inquisitivo o acusatorio, pues, de hecho, combina elementos de uno y otro.
Tal determinación resulta explicable si, por ejemplo, se considera que en un
contexto internacional en el que los sujetos procesales pueden encontrarse
con diferentes obstáculos para ordenar y recoger las pruebas necesarias en
un caso determinado (e.g. la obtención de un testimonio en países que se
253
Por ejemplo, el Artículo 10 de la Carta de las Naciones Unidas, dice: “ la Asamblea General podrá
discutir cualquier asunto o cuestiones dentro de los límites de esta Carta o que se refieran a los poderes y
funciones de cualquiera de los órganos creados por esta Carta, y [...] podrá hacer recomendaciones sobre
tales asuntos o cuestiones a los miembros de las Naciones Unidas o al Consejo de Seguridad o a éste y a
aquellos.” En el mismo sentido se pueden consultar los artículos IV párrafo 2 de la Constitución de la
UNESCO, el I párrafo 1 de la Constitución de la FAO, el 18 lit. a) de la Constitución de la OMS.
niegan a cooperar con la Corte), el poder concentrado y expedito que se le
reconoce a la Fiscalía en el Estatuto puede contribuir a la efectividad del
proceso y la prevención de la impunidad. Sin embargo, esta posibilidad no
desconoce los derechos fundamentales de los que goza el procesado, razón
por la cual a la Corte Penal Internacional se le reconocen amplios poderes de
supervisión en la etapa investigativa y se le imponen tanto al Fiscal como a
la Sala de Cuestiones Preliminares deberes especiales, resultado de su
fortalecido poder de acción, que se concretan en la responsabilidad de buscar
y asegurar la evidencia exculpatoria que pueda beneficiar a la defensa y le
permita prepararse en debida forma para afrontar el proceso.254

.10. 4.71. Cuestiones generales

La Parte V del Estatuto de Roma está dedicada a regular la etapa de


investigación del proceso judicial que se adelanta por parte de la Corte Penal
Internacional contra las personas que resulten implicadas en la comisión de
alguno de los crímenes que son de su competencia (artículos 5 a 9, ER). Así,
en los artículos 53 a 61 se definen con precisión los elementos de un
procedimiento que se abre con el inicio formal de la investigación por parte
del Fiscal y habrá de concluir, en los casos en los que a ello haya lugar, con
la confirmación de cargos antes del juicio. En términos estructurales, este
capítulo puede dividirse de la siguiente manera: (i.) del inicio de la
investigación; (ii.) de las atribuciones del fiscal en la etapa de investigación;
(iii.) de los derechos de las personas durante la etapa de investigación; (iv.)
de las funciones y competencias de la Sala de Cuestiones Preliminares de la
Corte Penal Internacional; y, (v.) de las determinaciones previas a la fase de
juzgamiento. A continuación, se hará una breve referencia a cada uno de
estos eventos con el propósito de determinar su constitucionalidad.

.10.1. 4.7.1.6 Del inicio de la investigación.

Como se anotó, la investigación que se le encomienda realizar al Fiscal


sobre hechos que señalan la ocurrencia de alguno de los crímenes de los que
conoce la Corte Penal Internacional, se puede iniciar si un Estado Parte, o el
Consejo de Seguridad de la ONU (actuando con arreglo en lo dispuesto en el
254
Sobre el particular, ver Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit. p. 96.
Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas) ponen en conocimiento del
Fiscal una situación en la que parezca haberse cometido uno o varios de tales
crímenes. Además, el inicio de la investigación también puede tener origen
por iniciativa propia del Fiscal, siempre y cuando cumpla con los requisitos
contemplados en el artículo 15 del Estatuto.

En cualquiera de estas tres alternativas, el Fiscal iniciará una investigación a


menos que considere que no existe “fundamento razonable” para proceder
(artículo 53.1 ER). En su decisión, dicho funcionario debe considerar si
existe fundamento razonable para creer (i.) que un delito de la competencia
de la Corte haya sido cometido o se esté cometiendo, (ii.) que el caso es o
sería admisible, y (iii.) que el interés de la justicia sería servido si se procede
a investigar el caso presentado (artículo 53.1. ER), de manera que no todo
asunto que es objeto de estudio preliminar por parte del Fiscal supone
necesariamente su admisibilidad. Por ello, en los eventos en los que el
Fiscal considere que no procede la iniciación de la investigación, tanto la
parte que remitió el asunto (artículo 14 ER) como el Consejo de Seguridad
(artículo 13. literal b) ER), según el caso, podrán pedir a la Sala de
Cuestiones Preliminares que revise la decisión, control que, en todo caso,
podrá ser ejercido por dicha sala de manera oficiosa cuando la decisión de
no proceder a la investigación tenga como fundamento que tal
procedimiento no redundaría en beneficio de la justicia (artículo 53. 3. literal
b) ER).

El reconocimiento de la capacidad del Fiscal para iniciar la investigación


motu propio fue uno de los asuntos más controvertidos durante las reuniones
preparatorias del Estatuto, pues hizo explícita la necesidad de proteger y
garantizar la independencia de éste órgano pero, al mismo tiempo, de
controlar su poder. Así, mientras unos países propugnaban la figura de un
Fiscal con amplia capacidad de acción, otros expresaban sus temores
poniendo en duda la objetividad y mesura de un organismo que no estaba
sujeto a ningún tipo de supervisión. Finalmente, se impuso la tesis que
aboga por la figura de un Fiscal independiente con poder para dar inicio a la
investigación, sujeto en todo caso al control de la Sala de Cuestiones
Preliminares.255

255
Ver Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit. p. 97.
En este orden de ideas, dos características fundamentales identifican esta
fase del proceso. De una parte, la iniciación de la investigación corresponde
al estudio razonado de las circunstancias que constituyen el asunto que es
objeto de análisis por parte del Fiscal256, de tal forma que la decisión de
procedencia se base en elementos objetivos que demuestran la vulneración
de un bien jurídicamente tutelado del que debe conocer la Corte Penal
Internacional. Ello asegura a cada uno de los Estados Partes que el ejercicio
de la competencia complementaria que en materia penal reconocen a la
Corte Internacional no depende del capricho o simple arbitrio del
funcionario de turno, sino de un análisis detallado de las circunstancias que
no sólo dependen de la verificación de un evento determinado (valoración
fáctica), sino del nexo inescindible que debe existir entre dicha circunstancia
y el servicio a la justicia que anima la labor de la Corte (valoración
sustancial).

De otro lado, sobre la labor desarrollada por la Fiscalía respecto de la


iniciación de la investigación la Sala de Cuestiones Preliminares ejerce un
efectivo control257, bien sea a petición de parte o de oficio, encaminado a
analizar la adecuación de sus resoluciones y el mérito de las mismas. De esta
forma se da aplicación a uno de los principios fundamentales de todo estado
de derecho, creando mecanismos de contrapeso en el que las decisiones que
toma el fiscal son revisadas o autorizadas por un funcionario judicial que
esté al tanto del proceso y sus posibles implicaciones.

.10.2. 4.7.1.7 De las atribuciones del fiscal en la etapa de investigación.

En los términos del artículo 54 del Estatuto de Roma, las facultades del
Fiscal se enmarcan en el reconocimiento y aplicación de dos principios
rectores de los que depende la buena administración de justicia y reflejan un
encuentro entre el sistema acusatorio y el sistema inquisitivo. En primer
lugar, el Fiscal tiene un compromiso con la verdad, esto es, con la
constatación de todas las circunstancias que aluden al caso objeto estudio;
para tal efecto, podrá ampliar el radio de acción de su labor a todas las
256
La razonabilidad como criterio de apreciación por parte de las autoridades no es un asunto extraño a la
jurisprudencia constitucional nacional, pues en varias oportunidades se ha insistido en la necesidad de
valorar la finalidad de ciertas medidas y decisiones a la luz de los medios empleados para alcanzarla y de
los principios constitucionales en juego. Sobre el particular, puede consultarse, entre muchas, la sentencia
C-643 de 2001 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y las allí citadas.
257
Cfr., entre otras, Corte Constitucional Sentencia C-1506 de 2000 M.P. Carlos Gaviria Díaz.
circunstancias y pruebas pertinentes para determinar si hay responsabilidad
penal (artículo 54.1. literal a) ER), e investigar circunstancias eximentes e
incriminatorias por igual.258 Entonces, la labor del Fiscal no está
encaminada, como en los regímenes más puros de justicia penal acusatoria, a
producir una acusación a toda costa. En segundo lugar, el Fiscal puede
adoptar las “medidas adecuadas para asegurar la eficacia de la investigación
y el enjuiciamiento”. A estos efectos, reconocerá las circunstancias y
garantizará los intereses personales de las víctimas y los testigos y tendrá en
cuenta la naturaleza de los crímenes (artículo 54. 1. b ER). En tercer lugar, el
Fiscal puede ejercer las facultades básicas de orden investigativo, como
reunir y examinar pruebas y hacer comparecer e interrogar a las personas
objeto de investigación, las víctimas y los testigos (artículo 54. 3. literales a)
y b) ER). El Estatuto también prevé la posibilidad que el Fiscal convenga
que no divulgará en ninguna etapa del procedimiento cierto tipo de
documentos o información a condición de preservar su carácter confidencial
y únicamente a efectos de obtener nuevas pruebas (artículo 54.3. literal e)
ER), circunstancia que resulta razonable en la medida en que de lo que se
trata no es de ocultar la fuente contenido y alcance de pruebas específicas
que se incorporan al proceso debidamente259 –que siempre tendrá que ser
conocidas por todos los sujetos procesales- sino el contenido detallado de la
información que dio noticia de su existencia.

En todo caso, como ya se ha advertido, la jurisdicción que ejerce la Corte


Penal Internacional es complementaria a la jurisdicción penal de cada uno de
los Estados Partes del Estatuto. Tal situación, además de imponer una serie
de restricciones materiales que se relacionan con el reconocimiento de la
competencia de cada Estado,260 supone también la existencia de mecanismos
de cooperación que, en eventos concretos, permitan a la Corte Penal
Internacional desarrollar su actividad y, así, en materia de investigación
concertar las disposiciones o acuerdos compatibles con el Estatuto que sean
necesarios para facilitar la cooperación de un Estado, una organización
intragubernamental o una persona (artículo 54. 3 literal d) ER); convenir que
no divulgará en ninguna etapa del procedimiento los documentos o la
información que obtenga a condición de preservar su carácter confidencial y
únicamente a efectos de obtener nuevas pruebas (artículo 54. 3 literal e) ER);
258
Ibíd.
259
Debe recordarse que en estos eventos, la Corte Penal Internacional ha establecido una regla de exclusión
de pruebas indebidamente obtenidas a la que luego se referirá puntualmente.
260
El párrafo 6 del Preámbulo del Estatuto de Roma señala que “es deber del Estado ejercer su jurisdicción
penal contra los responsables de crímenes internacionales”.
y adoptar o pedir que se adopten las medidas necesarias para asegurar el
carácter confidencial de la información, la protección de una persona o la
preservación de las pruebas (artículo 54. 3 literal f) ER).

Si una de las consideraciones sobre las que se sustenta la expedición del


Estatuto que consagra la Corte Penal Internacional es, precisamente, luchar
contra la impunidad ligada a los crímenes cometidos en contra de la
humanidad durante el último siglo, y si tal compromiso está amparado en el
respeto que genere en la comunidad internacional dicha Corte y en su
vocación de permanencia, es necesario que existan los mecanismos jurídicos
y logísticos que permitan la labor del Fiscal en consuno con las autoridad
locales de un Estado determinado. En el caso colombiano la estructuración
de este sistema de colaboración y complementación concuerda con las
responsabilidades que se le encomiendan a todas las autoridades para que
sirvan a la comunidad (artículo 1 CP) y convierten la administración de
justicia en un servicio público permanente e independiente (artículo 229 CP)
que permite establecer con certeza los hechos que dieron origen a las
actuaciones de la Corte Penal y ayuden a esclarecerlos. El que el Estatuto no
haya optado por un sistema acusatorio puro, conduce a que existan
coincidencias entre el ámbito de las facultades del Fiscal de la Corte Penal
Internacional y el del Fiscal colombiano. Esta Corporación destaca lo más
importante para garantizar tanto la imparcialidad judicial como el logro de la
verdad. Se trata de la facultad – deber de investigar tanto las circunstancias
incriminantes como las eximentes, es decir, “tanto la favorable como la
desfavorable al imputado”, al tenor del último inciso del artículo 250 de la
Constitución.

.10.3. 4.7.1.8 De los derechos de las personas durante la etapa de


investigación.

En el artículo 55 del Estatuto de Roma se señalan una serie de garantías


internacionalmente aceptadas, que se constituyen en una regulación mínima
aplicable durante la etapa de investigación. Estos derechos establecen que:
nadie será obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable
(artículo 55. 1. a ER); ni puede ser objeto de coacción alguna o cualquier
forma de intimidación o amenaza ni a torturas u otros tratos o castigos
crueles, inhumanos o degradantes (artículo 55. 1. literal b) ER). Tampoco
podrá someterse a persona alguna a arresto o detención arbitrarios ni será
privado de su libertad salvo por los motivos previstos por el presente
Estatuto y de conformidad con los procedimientos establecidos en él. 261 Todo
el que haya de ser interrogado en un idioma que no sea el que comprende y
habla perfectamente tendrá derecho a acceder a los servicios de un
intérprete. Cuando se trate de una persona respecto de la cual se crea que fue
autora de un crimen de competencia de la Corte se le tendrá que informar los
motivos para creer que ha cometido dicho crimen y se le permitirá guardar
silencio, recibir el asesoramiento de una abogado de su elección y ser
indagado sólo en presencia de este (artículo 55. 1, literal c) y 55.2 ER).

Con estos señalamientos los Estados Partes del Estatuto de Roma no hacen
nada distinto a reconocer los derechos básicos en los que se sustenta el
debido proceso dentro de la etapa de investigación, fruto no sólo de un
consenso a nivel internacional en la materia, sino del desarrollo ponderado
que en el escenario del constitucionalismo contemporáneo se ha dado a
estas garantías. En el caso colombiano, a través del desarrollo e
interpretación del artículo 29 Superior, se ha reafirmado que el derecho al
debido proceso hace referencia a un conjunto complejo de circunstancias
señaladas por la Constitución y la ley262 que “protegen al ciudadano
sometido a cualquier proceso”.263
261
Cfr. artículo 55, párrafo 1 d. Sobre el particular las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos son pertinentes. Allí el contenido del debido proceso es desarrollado de manera
específica identificando las garantías que se le reconocen a todos los seres humanos. Por ejemplo, el
artículo 9, numerales 1 y 2, señala que:
“1. Todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a
detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por la ley
y con arreglo al procedimiento establecido en ésta.
“2. Toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y
notificada, sin demora, de la acusación formulada contra ella”
262
Concretamente ha dicho la Corte: "El derecho al debido proceso, reconocido en el artículo 29 de la Carta
Política, comprende una serie de garantías con las cuales se busca sujetar a reglas mínimas sustantivas y
procedimentales, el desarrollo de las actuaciones adelantadas por las autoridades en el ámbito judicial o
administrativo, con el fin de proteger los derechos e intereses de las personas vinculadas, pues es claro que
el debido proceso constituye un límite material al posible ejercicio abusivo de las autoridades estatales”,
sentencia T-416 de 1998 M.P. Alejandro Martínez Caballero. En esta oportunidad la Corte confirma los
fallos de instancia que negaron la tutela del derecho al debido proceso pues consideró que no le asistía
razón al actor al demandar los autos proferidos por jueces de la República dentro del proceso civil que le
negó la petición de nombramiento como curador de un demente. Para la Corte, la actuación de los jueces
demandados no constituyó vía de hecho.
263
Corte Constitucional Sentencia T-475 de 1998 M.P. Hernando Herrera Vergara. En este proceso se
solicita se declare la nulidad de la resolución de acusación proferida por el Fiscal 233 Delegado ante los
Jueces Penales del Circuito de esta ciudad, dentro de un proceso penal adelantado contra el peticionario,
por la presunta comisión del delito de estafa. En opinión del actor, dicha decisión se sustentó en una prueba
adquirida con violación al debido proceso por falta de competencia del investigador para valorar una
prueba civil (asunto donde presuntamente se cometió el hecho ilícito), constituyéndose dicha decisión en
Pero también la existencia de un principio de esta naturaleza refiere la
necesidad de dar cumplimiento a una secuencia de actos, relacionados entre
sí de manera directa o indirecta, que persiguen un objetivo adicional: la
racionalización del ejercicio del poder de tal manera que se reconozca en la
ley, y no en la voluntad, en la fuerza, o en la arbitrariedad, la forma de
resolución de las contenciones de derecho. Así, como tantas veces lo ha
dicho la Corte, “las actuaciones que adelanten los funcionarios judiciales o
las autoridades administrativas, deben observar y respetar en todo momento
las normas que regulen los procedimientos a seguir, con el fin de preservar
las garantías -derechos y obligaciones- de quienes se encuentran incursos en
una relación jurídica, en todos aquellos casos en que la actuación conduzca
a la creación, modificación o extinción de un derecho o a la imposición de
una sanción" -énfasis no original-.264

En este orden de ideas, la Corte estima que la funciones que se le reconocen


al Fiscal dentro del proceso adelantado por parte de la Corte Penal
Internacional concuerdan con los postulados que sobre la materia señala la
Constitución Política y se rigen por parámetros respetuosos del derecho de
defensa, del debido proceso y de otras garantías constitucionales.

.10.4. 4.7.1.9 De las funciones y competencias de la Sala de Cuestiones


Preliminares de la Corte Penal Internacional265.

Los artículos 56 y 57 del Estatuto de Roma están dedicados a señalar las


funciones y atribuciones de la Sala de Cuestiones Preliminares y las
disposiciones que podrá adoptar cuando se presente una oportunidad única
de proceder a una investigación. Dentro de la etapa de indagación, la Sala de
Cuestiones Preliminares se concibe como un organismo encargado de
supervisar el adecuado desarrollo de las averiguaciones acerca de la
ocurrencia de uno de los crímenes de competencia de la Corte Penal
Internacional por parte del Fiscal y tomar las decisiones que permitan a

una vía de hecho. La Corte, luego de la revisión de los hechos y pruebas del caso decidió negar la tutela,
pues no encontró motivo alguno de reproche en la actuación del demandado.
264
Corte Constitucional Sentencia T-073 de 1997 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa. En esta oportunidad la
Sala Octava de decisión no encontró que la Fiscalía Delegada ante el Tribunal Superior de Neiva hubiese
incurrido en vía de hecho al declarar la preclusión de la investigación en el proceso por hurto en el que
estaba en juego la declaración de una presunta sociedad de hecho conformada entre distintos sujetos (uno
de ellos el peticionario en sede de tutela).
265
En adelante, la Sala de Cuestiones preliminares será referida por las siglas S.C.P.
dicho funcionario desarrollar eficazmente su labor; asegurar la protección y
respeto a la intimidad de las víctimas y testigos cuando sea necesario,
preservar las pruebas, proteger a las personas detenidas o que hayan
comparecido en virtud de una orden de comparecencia (artículo 57. 3. ER).

Con el propósito de garantizar el cumplimiento de estas funciones por parte


de la Sala, el Estatuto señala en el párrafo 2 del artículo 57 dos clases de
decisiones diferentes a tomar. La primera clase (artículo 57. 2. literal a) ER)
debe ser tomada por la mayoría de los magistrados y comprende las
decisiones más generales, tales como el cambio de competencia, la
confirmación de cargos y la autorización de investigaciones en un territorio
de un Estado determinado. En todos los demás eventos, las decisiones
pueden ser tomadas por un solo magistrado de la Sala.

Nuevamente, lo que está en juego aquí es la consagración del principio de


razonabilidad, pues el Fiscal no funciona como un pieza suelta de la Corte
que sólo se enfrenta al juez al momento de presentar formalmente una
acusación. Durante la investigación, el Fiscal debe convencer a la Sala de
Cuestiones Preliminares, por ejemplo, de que hay motivos fundados para
creer que determinada persona ha cometido un crimen de competencia de la
Corte Penal Internacional; que la investigación hace necesaria la
cooperación de un determinado Estado, efecto para el cual se debe autorizar
la adopción de determinadas medidas en el territorio de un Estado Parte con
arreglo a lo dispuesto en la Parte IX del Estatuto, o que ciertos
procedimientos deben seguirse para evitar la obstrucción de la investigación
o del proceso o para asegurar, eventualmente, la presencia del sindicado en
el mismo.

Las normas del Estatuto de Roma que propugnan la existencia de un


procedimiento razonado y que crean mecanismos de contrapeso a las
atribuciones que ejercen diferentes órganos de la Corte Penal Internacional
se enmarcan dentro de los principios básicos de un Estado de Derecho, con
los cuales se garantiza la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución (artículo 2 CP), y el respeto del debido
proceso aplicable a toda clase de actuaciones judiciales (artículo 29 CP).
.10.5. 4.7.1.10 De las determinaciones previas a la fase de juzgamiento y
de la confirmación de los cargos.

Las primeras diligencias en la Corte y la confirmación de los cargos antes


del juicio constituyen un conjunto de determinaciones previas que ha de
tomar la Sala de Cuestiones Preliminares para dar por concluida la fase de
investigación. Así, una vez que el imputado haya sido entregado a la Corte, o
haya comparecido voluntariamente o en cumplimiento de una orden (artículo
60. 1 ER), la Sala se cerciorará de que la persona haya sido informada de los
crímenes que le son imputados y de sus derechos de conformidad con el
Estatuto, incluyendo el derecho a solicitar la libertad provisional (artículo
60. 1. ER). No se otorgará libertad provisional si los motivos de necesidad
que fundamentaron la decisión inicial existen todavía. La Sala, en todo caso,
podrá revisar, modificar o revocar una decisión de libertad provisional.
Puede también liberar a la persona detenida a la luz de una demora
inexcusable del Fiscal (artículo 60. 3 ER). En esta materia, si bien el
Derecho Internacional Humanitario favorece la liberación del procesado
durante la etapa de juicio (como corolario del principio de presunción de
inocencia), existen razones que justifican la atenuación de esta regla en los
procesos de competencia de la Corte Penal Internacional: en primer lugar,
los crímenes de los que conoce la Corte son de tal naturaleza y las penas que
impone de tal magnitud, que es necesario contar con un mecanismo que
asegure la permanencia del sindicado durante el proceso ante la tentación de
evadir la autoridad de la Corte; en segundo lugar, el reconocimiento de la
libertad provisional del sindicado como regla general “puede trivializar el
papel de la Corte”266 y minar su autoridad.

La audiencia para la confirmación de los cargos se realizará dentro de un


plazo razonable después de la primera comparecencia del sindicado (artículo
61.1 ER). Dichas audiencias pueden sostenerse en ausencia del acusado
cuando éste (i.) haya renunciado al derecho de estar presente (artículo 61. 2
literal a) ER) o (ii.) haya huido o no sea posible encontrarlo y se hayan
tomado todas las medidas razonables para asegurar su comparecencia ante la
Corte e informarle de los cargos y de que se celebrará una audiencia para
confirmarlos (artículo 61. 2 b ER). En este último caso, el imputado estará
representado por un defensor cuando la Sala de Cuestiones Preliminares
resuelva que ello redunda en interés de la justicia 267. Por otra parte, la
266
Cfr. Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court. Op. Cit.. p. 113.
267
Ibíd.
defensa tiene el derecho a conocer en un plazo razonable las pruebas y
cargos sobre las cuales se basará el fiscal en la audiencia (artículo 61.3
literales a) y b). ER), si hay cambios en algunos de estos puntos antes de la
audiencia, el Fiscal deberá informarlo oportunamente (artículo 61.4 ER); y,
en todo caso, corresponde a dicho funcionario aportar “pruebas suficientes”
de que hay “motivos fundados” para creer que el acusado es responsable de
los cargos expuestos (artículo 61.5 ER). El acusado, por su parte, puede
objetar los cargos, impugnar pruebas y presentar pruebas (artículo 61.2.
literal a) ER). La audiencia de confirmación se asemeja a las audiencias
preliminares existentes en los sistemas de derecho común. Este mecanismo
permite a la Corte asegurarse que la etapa de investigación se ha
desarrollado de manera seria y que existe evidencia suficiente para sustentar
la acusación, protegiendo, de esta manera, al procesado de los posibles
abusos en los que puede incurrir el Fiscal.

Por eso, analizados todos estos elementos, la Sala de Cuestiones


Preliminares determinará, sobre la base de la audiencia, si existen pruebas
suficientes de que hay motivos fundados para creer que el imputado cometió
cada crimen que se le imputa y, en consecuencia,268 podrá (i.) confirmar los
cargos respecto de los cuales haya determinado que existen pruebas
suficientes; (ii.) no confirmarlos cuando la pruebas sean insuficientes; o,
(iii.) levantar la audiencia y pedir al Fiscal que considere la oportunidad de
presentar nuevas pruebas o realizar nuevas investigaciones; o modificar los
cargos en razón de las mismas pruebas existentes (artículo 61.7 ER). Una
vez confirmados los cargos y antes de comenzar el juicio, el Fiscal, con
autorización de la Sala de Cuestiones Preliminares y previa notificación al
acusado, podrá modificar los cargos (artículo 61.8 ER). El Fiscal, si se
propusiera presentar nuevos cargos o sustituirlos por otros más graves,
deberá pedir una audiencia de conformidad con el artículo 61 relativos a la
confirmación inicial de los cargos. Una vez comenzado el juicio, el Fiscal,
con autorización de la Sala de Primera Instancia (que es el órgano de la
Corte que se encarga de desarrollar esta etapa del proceso), sólo podrá retirar
los cargos formulados.

La Corte Constitucional resalta que durante toda la etapa de investigación,


además de los ya referidos principios de razonabilidad y control, la labor del
268
Sobre el particular, es necesario decir que no existe una norma clara de Derecho Internacional
Humanitario que refiera a la obligación del Fiscal de dar a conocer a la defensa todas las pruebas sobre las
que se sustenta la acusación que presenta. Sin embargo, la Corte Europea de Derechos Humanos ha
estimado que la remisión a la defensa de toda la evidencia que pesa a favor o en contra del sindicado es un
elemental requisito de equidad que, por lo tanto, debe ser cumplido por el ente investigador.
Fiscal y la de la Sala de Cuestiones Preliminares están guiadas por los
principios de comunicabilidad y contradicción. Esto supone que no es
posible adelantar procesos secretos en los cuales el imputado y su
representante desconozcan las actuaciones, cargos y pruebas que configuran
el proceso desde la perspectiva del Fiscal, ni que tales elementos que son la
base del informe y acusación que se presentan para la revisión de la Sala de
Cuestiones Preliminares no puedan ser objeto de impugnación por parte de
la defensa exponiendo contra argumentos o presentando las pruebas que, en
su opinión, desvirtúan la petición del órgano de investigación. Se trata, sin
duda, de un procedimiento garantista acorde con la Constitución Política en
la medida en que por esta vía se protege al sindicado el derecho de defensa
durante la etapa de investigación; se respeta la presunción de inocencia que
lo ampara; se evitan dilaciones procesales injustificadas; y, se le permite
tanto la presentación de pruebas como la impugnación de las allegadas en su
contra. De este modo, la fase de investigación desagrega con cuidado y
refiere expresamente a todos los principios que conforman el derecho al
debido proceso tanto en los términos de los instrumentos internacionales
sobre el particular como en los del propio artículo 29 del Ordenamiento
Superior.

.11. 4.7.2. Cuestiones especiales

Corresponde ahora hacer un análisis más detallado de dos asuntos puntuales


del Estatuto de Roma que aparentemente plantean un tratamiento diferente al
previsto en nuestro ordenamiento constitucional. Estos son: las
investigaciones realizadas por el Fiscal en el territorio de un Estado y la
orden y el proceso de detención de una persona.

.11.1. 4.7.2.6 Las Investigaciones realizadas por el Fiscal

Sobre las investigaciones realizadas por el Fiscal en el territorio de un


Estado, el párrafo 2 del artículo 54 del Estatuto de Roma señala:

“2. El Fiscal podrá realizar investigaciones en el territorio de un


Estado:
a) De conformidad con las disposiciones de la Parte IX; o
b) Según lo autorice la Sala de Cuestiones Preliminares de
conformidad con el párrafo 3 d) del artículo 57”.

Esta disposición se refiere a la posibilidad con la que cuenta el Fiscal de


emplear los mecanismos de cooperación previstos en el Estatuto de Roma
(Parte IX del Estatuto) para pedir a la Sala de Cuestiones Preliminares la
adopción de determinadas medidas de investigación en el territorio de un
Estado Parte sin haber obtenido la cooperación de éste con arreglo a las
reglas en la referida Parte IX del Estatuto. Uno de los principios sobre los
que se estructura la jurisdicción reconocida por los Estados Partes en el
Estatuto de Roma está expresado en la obligación general de cooperar. Esto
quiere decir que los Estados firmantes del Tratado, de conformidad con lo
dispuesto en el Estatuto, “cooperarán plenamente con la Corte en relación
con la investigación y los enjuiciamiento de los crímenes de su
competencia” (artículo 86 ER); circunstancias para las cuales, como se
apreciará con mayor detenimiento en otro apartado de esta providencia,
supone, o bien el seguimiento de un procedimiento formal en el cual la Corte
presenta una solicitud ante un Estado Parte (artículo 87. numerales 1, 2, 3 y
4, ER), o ante otro Estado que no haga parte del Estatuto “sobre la base de
un arreglo especial, un acuerdo con ese Estado o cualquier otra manera
adecuada” (artículo 87.5 ER). La atribución reconocida al Fiscal para
adoptar determinadas medidas de investigación en el territorio de un Estado
Parte también puede llevarse a cabo, siempre que no se haya obtenido la
cooperación de éste con arreglo a la parte IX, en razón de una autorización
expresa dada por la Sala de Cuestiones Preliminares al Fiscal (artículo 57.3
literal b), ER).

Un régimen de cooperación establecido en estos términos es fundamental


para el diseño y funcionamiento de la Corte Penal Internacional. El papel
que desarrolla el Fiscal al llevar a cabo parte de su investigación en el
territorio de un Estado, con la necesaria aquiescencia del mismo, es central
para crear un sistema que garantice la real administración de justicia en la
que confían las víctimas de los crímenes de competencia de la Corte –en
clara extensión del artículo 229 CP– y la comunidad internacional en general
–Preámbulo del Estatuto de Roma– y hace parte de un conjunto de
instrumentos que, al mismo tiempo que garantizan la capacidad de castigar
atrocidades, respetan las prerrogativas de cada Estado, incluyendo su
competencia para procesar a los responsables de los crímenes que delimitan
materialmente el ámbito de acción de la Corte Penal Internacional”269.

No se contempla, entonces, intromisión alguna en la soberanía colombiana,


ni se establece un tratamiento diferente al previsto en nuestro ordenamiento.
Recuérdese que la justicia impartida por la Corte Penal Internacional tiene
cabida de manera complementaria a los regímenes punitivos nacionales y, en
este orden de ideas, siempre que la Corte desarrolla actividades en el
territorio de un Estado Parte del Estatuto (como podría ser el caso de
Colombia), lo hace como resultado del ejercicio de la propia soberanía
estatal mediante la que se ha decidido aceptar la jurisdicción de un nuevo
organismo que actúa, necesariamente, sobre la base de unos procedimientos
y mecanismos previamente acordados y señalados en el Estatuto y que
dependen de la autorización dada por el Estado en cuestión, con base en la
información que le brinda la Corte Penal acerca de las actividades
específicas que desarrollará el Fiscal en su territorio. Por esta vía se intenta,
además, coordinar un proceso que, a la vez de respetar los derechos de los
estados y personas involucradas, permite desarrollar de manera célere una
investigación que compromete el interés de toda la comunidad internacional.

.11.2. 4.7.2.7 La orden de detención y el proceso de detención de


personas

Sobre la orden de detención y el proceso de detención, los artículos 58 y 59


del Estatuto establecen:

Artículo 58: Orden de detención u orden de comparecencia


dictada por la Sala de Cuestiones Preliminares

1. En cualquier momento después de iniciada la investigación, la


Sala de Cuestiones Preliminares dictará, a solicitud del Fiscal, una
orden de detención contra una persona si, tras examinar la
solicitud y las pruebas y otra información presentadas por el
Fiscal, estuviere convencida de que:

269
Cfr., entre otros textos, Broomhall, Bruce. La Corte Penal Internacional, en La Corte Penal
Internacional: texto integrado de Estatuto de Roma. Editorial Leyer, Bogotá, 2001.
a) Hay motivo razonable para creer que ha cometido un crimen de
la competencia de la Corte; y
b) La detención parece necesaria para:
i) Asegurar que la persona comparezca en juicio;
ii) Asegurar que la persona no obstruya ni ponga en peligro la
investigación ni las actuaciones de la Corte; o
iii) En su caso, impedir que la persona siga cometiendo ese
crimen o un crimen conexo que sea de la competencia de la Corte
y tenga su origen en las mismas circunstancias.
2. La solicitud del Fiscal consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
que presuntamente haya cometido;
c) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes;
d) Un resumen de las pruebas y cualquier otra información que
constituya motivo razonable para creer que la persona cometió
esos crímenes; y
e) La razón por la cual el Fiscal crea necesaria la detención.
3. La orden de detención consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
por el que se pide su detención; y
c) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes.
4. La orden de detención seguirá en vigor mientras la Corte no
disponga lo contrario.
5. La Corte, sobre la base de la orden de detención, podrá solicitar
la detención provisional o la detención y entrega de la persona de
conformidad con la Parte IX del presente Estatuto.
6. El Fiscal podrá pedir a la Sala de Cuestiones Preliminares que
enmiende la orden de detención para modificar la referencia al
crimen indicado en ésta o agregar otros. La Sala de Cuestiones
Preliminares enmendará la orden si estuviere convencida de que
hay motivo razonable para creer que la persona cometió los
crímenes en la forma que se indica en esa modificación o adición.
7. El Fiscal podrá pedir a la Sala de Cuestiones Preliminares que,
en lugar de una orden de detención, dicte una orden de
comparecencia. La Sala, de estar convencida de que hay motivo
razonable para creer que la persona ha cometido el crimen que se
le imputa y que bastará con una orden de comparecencia para
asegurar que comparezca efectivamente, dictará, con o sin las
condiciones limitativas de la libertad (distintas de la detención)
que prevea el derecho interno, una orden para que la persona
comparezca. La orden de comparecencia consignará:
a) El nombre de la persona y cualquier otro dato que sirva para su
identificación;
b) La fecha de la comparecencia;
c) Una referencia expresa al crimen de la competencia de la Corte
que presuntamente haya cometido; y
d) Una descripción concisa de los hechos que presuntamente
constituyan esos crímenes.
La notificación de la orden será personal.

Artículo 59. Procedimiento de detención en el Estado de


detención

1. El Estado Parte que haya recibido una solicitud de detención


provisional o de detención y entrega tomará inmediatamente las
medidas necesarias para la detención de conformidad con su
derecho interno y con lo dispuesto en la Parte IX del presente
Estatuto.
2. El detenido será llevado sin demora ante la autoridad judicial
competente del Estado de detención, que determinará si, de
conformidad con el derecho de ese Estado:
a) La orden le es aplicable;
b) La detención se llevó a cabo conforme a derecho; y
c) Se han respetado los derechos del detenido.
3. El detenido tendrá derecho a solicitar de la autoridad
competente del Estado de detención la libertad provisional antes
de su entrega.
4. Al decidir la solicitud, la autoridad competente del Estado de
detención examinará si, dada la gravedad de los presuntos
crímenes, hay circunstancias urgentes y excepcionales que
justifiquen la libertad provisional y si existen las salvaguardias
necesarias para que el Estado de detención pueda cumplir su
obligación de entregar la persona a la Corte. Esa autoridad no
podrá examinar si la orden de detención fue dictada conforme a
derecho con arreglo a los apartados a) y b) del párrafo 1 del
artículo 58.
5. La solicitud de libertad provisional será notificada a la Sala de
Cuestiones Preliminares, que hará recomendaciones a la autoridad
competente del Estado de detención. Antes de adoptar su decisión,
la autoridad competente del Estado de detención tendrá
plenamente en cuenta esas recomendaciones, incluidas las
relativas a medidas para impedir la evasión de la persona.
6. De concederse la libertad provisional, la Sala de Cuestiones
Preliminares podrá solicitar informes periódicos al respecto.
7. Una vez que el Estado de detención haya ordenado la entrega,
el detenido será puesto a disposición de la Corte tan pronto como
sea posible.

Existen dos mecanismos a través de los cuales la Sala de Cuestiones


Preliminares puede solicitar que una persona a quien se le imputa la
comisión de un crimen de su competencia sea presentada ante ésta. Estos son
(i.) la emisión de una orden de detención de conformidad con el artículo 58
del Estatuto de Roma; y, (ii.) la emisión de una orden de detención
provisional o la detención y entrega de conformidad con los artículos 58,
párrafo 5, y 89, 91 y 92 del Estatuto de Roma. Adicionalmente, la Corte
puede emitir una orden de comparecencia, de conformidad con el artículo 58
párrafo 7 del Estatuto, cuando la Sala de Cuestiones Preliminares esté
convencida de que basta con una orden de comparecencia para asegurar que
la persona se haga presente en la Corte.

Los Estados deberán responder inmediatamente a todas las solicitudes de


ejecución de tales órdenes y realizar tales audiencias en su territorio
(artículos 59. 1 y 89. ER). El contenido de las solicitudes de detención y
entrega está detallado en el artículo 91; éstas tendrán que incluir “la
información que describa a la persona buscada y su probable paradero,
además de una copia de la orden de detención.” Además, los Estados pueden
remitir otros documentos o información requeridos por la legislación
nacional, siempre que estos requisitos no sean más engorrosos que los
requisitos para una solicitud de extradición de otro Estado (artículo 91. 2
ER).

Una vez que la persona es detenida por el Estado, éste deberá llevarla ante
una autoridad judicial competente para que se le brinde la oportunidad de
solicitar libertad provisional antes de su entrega (artículo 59. 2 y 6 ER). El
Estado de detención es el que ordena la entrega, y después de ello, la
persona ha de ser puesta a disposición de la Corte tan pronto como sea
posible (artículo 59.7, ER).

Ahora bien: Cabe preguntarse si estas disposiciones establecen un


tratamiento diferente al previsto en la Constitución Nacional de los derechos
de las personas sobre las que recaen las órdenes de detención. La Corte
Constitucional considera que ello no es así.

En primer lugar, a las personas sujetas de la orden de detención impartida


por la Sala de Cuestiones Preliminares se les reconocen varios derechos, los
cuales serán observados por las autoridades estatales competentes, v.gr. la
prohibición de autoinculpación, la protección frente a intimidación, coacción
o amenaza ejercida por las autoridades, la posibilidad de ser asistido por un
abogado, la información concreta sobre la existencia de motivos para creer
que ha cometido un crimen de competencia de la Corte y, particularmente, la
imposibilidad de ser sometido a detención arbitraria y a ser privado de la
libertad “salvo por los motivos previstos en el presente estatuto y de
conformidad con los procedimientos establecidos en él” (artículo 55 ER).
En algunos casos, una vez que la Sala de Cuestiones Preliminares emita la
orden, los Estados deberán tomar las medidas cautelares para la ejecución de
la misma (artículo 57.3 ER); éstas podrán incluir la identificación,
localización, congelamiento, embargo de frutos, propiedades, créditos e
instrumentos del crimen. Finalmente, si la Sala de Cuestiones Preliminares
decide emitir una orden de comparecencia en lugar de una orden de
detención, podría requerir ciertas condiciones para estas comparecencias
según la legislación nacional (artículo 57.7 ER).

En segundo lugar, toda persona que crea estar privada de su libertad de


manera ilegal tiene derecho a exigir de cualquier autoridad, en todo
momento y lugar, por sí misma o a través de otro, la resolución de su
situación jurídica en un término no mayor a 36 horas. En el caso de los
artículos 58 y 59 del Estatuto de Roma se encuentra, precisamente, una
forma de privación de la libertad (la detención) originada en una decisión
tomada por una autoridad competente y cuyo cumplimiento por parte del
Estado depende precisamente del conocimiento de los motivos y
circunstancias en las que se apoya la decisión de la Sala de Cuestiones
Preliminares de los que obligatoriamente debe conocer el sindicado.
No se trata, por lo tanto, de una detención ilegal, pues ésta es el resultado de
una determinación de la Corte Penal Internacional cuya competencia ha sido
expresamente reconocida en la Constitución (artículo 93 CP) y que, según
las disposiciones del Estatuto de Roma, respeta los derechos del sindicado,
quien ha de contar, en estos eventos, con la asesoría de un abogado y tiene a
su alcance recursos para solicitar la libertad provisional durante esta etapa
del proceso anterior a su entrega.

La detención a la que se refiere el texto del Estatuto no da lugar a la


presentación de un recurso de habeas corpus, pues la orden de la Sala de
Cuestiones Preliminares se convierte en una medida legal de detención de
alguien cuyas acciones han sido tomadas en cuenta para efectos de su
entrega a la Corte Penal Internacional en los términos y con las garantías
contenidas en el Estatuto. Por ello, no se podría aplicar a tales medidas el
mismo conjunto de requisitos de orden meramente legal exigido en
procedimientos nacionales internos. En otras palabras, en esta materia
existen ámbitos propios y separados según sea la autoridad que haya
ordenado originalmente la detención. No obstante, dicha separación no es
absoluta. Cabe subrayar que la detención de personas aludida se rige por el
Estatuto y también por el derecho interno en cuanto no sea incompatible con
éste, en los términos del artículo 93 del Estatuto.

.11.3. 4.7.2.8 El derecho a la defensa técnica

El Estatuto de Roma recoge el consenso internacional sobre las garantías


comprendidas por el derecho de defensa. Sin embargo, en dos disposiciones
conexas parecería dejarse al criterio de la Corte Penal Internacional la
determinación de si un investigado requiere de un abogado para que lo
defienda (artículo 1, párrafo 2, literal b). De manera semejante, en la parte
relativa al juicio hay una norma en el mismo sentido (artículo 67, párrafo 1,
literal d), la cual será analizada en este apartado dada la conexidad material
que existe entre ambas disposiciones. Estas dicen:

Artículo 61. Confirmación de los cargos antes del juicio

(...)
2. La Sala de Cuestiones Preliminares, a solicitud del Fiscal o de
oficio, podrá celebrar una audiencia en ausencia del acusado para
confirmar los cargos en los cuales el Fiscal se basa para pedir el
enjuiciamiento cuando el imputado:
a) Haya renunciado a su derecho a estar presente; o
b) Haya huido o no sea posible encontrarlo y se hayan tomado
todas las medidas razonables para asegurar su comparecencia ante
la Corte e informarle de los cargos y de que se celebrará una
audiencia para confirmarlos. En este caso, el imputado estará
representado por un defensor cuando la Sala de Cuestiones
Preliminares resuelva que ello redunda en interés de la justicia.

Artículo 67. Derechos del acusado

1. En la determinación de cualquier cargo, el acusado tendrá


derecho a ser oído públicamente, habida cuenta de las
disposiciones del presente Estatuto, y a una audiencia justa e
imparcial, así como a las siguientes garantías mínimas en pie de
plena igualdad:
(...)
d) Con sujeción a lo dispuesto en el párrafo 2 del artículo 63, el
acusado tendrá derecho a hallarse presente en el proceso y a
defenderse personalmente o ser asistido por un defensor de su
elección; a ser informado, si no tuviera defensor, del derecho que
le asiste a tenerlo y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a
que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente si careciere de
medios suficientes para pagarlo; (...).

La expresión “interés de la justicia” puede tener distintos significados y


aplicaciones, dependiendo de las circunstancias. Si bien el espíritu que
anima el Estatuto es garantista de los derechos del investigado o enjuiciado y
es razonable suponer que la Corte Penal Internacional tratará de manera
digna a todas las personas que sean investigadas o enjuiciadas por ella, la
Corte Constitucional encuentra que el derecho a la defensa técnica está
expresamente consagrado en el artículo 29 de la Constitución sin que el goce
efectivo de este derecho dependa de la decisión del órgano judicial
competente.

En orden a armonizar las disposiciones citadas, la Corte Constitucional


considera que siempre será en interés de la justicia que a los nacionales
colombianos les sea garantizado plenamente el derecho de defensa, en
especial el derecho a ser asistido por un abogado durante las etapas de
investigación y juzgamiento por parte de la Corte Constitucional (artículo
61, párrafo 2, literal b, y artículo 67, párrafo 1, literal d). En el capítulo V de
esta sentencia se volverá sobre este punto.

4.8. Parte VI: Del juicio

.12. 4.8.2 Cuestiones generales

La parte VI del Estatuto está dedicada a describir y desarrollar la etapa del


juicio. Estructuralmente este capítulo se divide en (i.) la fijación de unas
reglas generales del juicio incluyendo el procedimiento a seguir en caso de
declaración de culpabilidad; (ii.) el señalamiento de los derechos del acusado
(recavando en la presunción de inocencia), (iii.) el reconocimiento de un
sistema de protección a las víctimas y los testigos; (iv.) la referencia a un
sistema de práctica de pruebas y protección de la información durante el
juicio, incluyendo la información a terceros; (v.) la descripción de delitos
contra la administración de justicia y las faltas de conducta en la Corte; y,
(vi.) las características y los contenidos del fallo de primera instancia.

.12.1. 4.8.2.6 Reglas generales del juicio.

A menos que se decida otra cosa, el juicio se celebrará en la sede de la Corte


(artículo 62 ER) y corresponderá a la Sala de Primera Instancia adelantar el
proceso correspondiente, que sólo podrá iniciarse si la persona del imputado
se encuentra presente (artículo 63. 1. ER) 270. En efecto, el Estatuto prohíbe la
realización de juicios in absentia; así, el acusado tiene el derecho de estar
presente durante toda la etapa de juzgamiento, excepto cuando, como
resultado de su propio comportamiento, perturbe continuamente su
desarrollo (artículo 63 ER) y, en consecuencia, si no hay otras medidas
razonables adecuadas, el acusado puede ser retirado dándosele la
oportunidad de observar el juicio y dar instrucciones a su defensor desde

270
Es necesario señalar que la presencia del acusado en el juicio no sólo se refiere a su asistencia física. El
acusado debe estar en condiciones que le permitan entender y atender los procedimientos. Aunque el
Estatuto guarda silencio sobre los casos en los que el sindicado no está en condiciones de atender a un
juicio, las reglas sobre pruebas y procedimiento han llenado está laguna señalando que la Sala bien puede
suspender el proceso cuando tal circunstancia esté plenamente probada. Cfr. Schabas William. Introduction
to the International Criminal Court, Op. cit. p. 121.
fuera de la Sala. El retiro del acusado de la Sala donde se desarrolla el juicio
durará el tiempo que sea estrictamente necesario.

El juicio será público. Sin embargo, la Sala de Primera Instancia podrá


decidir que determinadas diligencias se efectúen a puerta cerrada, de
conformidad con el artículo 68271 debido a circunstancias especiales o para
proteger la información de carácter confidencial o restringida que haya de
presentarse en la práctica de la prueba.

Al comenzar el juicio, la Sala de Primera Instancia dará lectura ante el


acusado de los cargos confirmados anteriormente por la Sala de Cuestiones
Preliminares. La Sala de Primera Instancia se cerciorará de que el acusado
comprende la naturaleza de los cargos y dará al acusado la oportunidad de
declararse culpable, de conformidad con el artículo 65 del Estatuto 272, o de
declararse inocente.

El artículo 65 refleja un compromiso entre los enfoques que toman


diferentes sistemas legales del mundo respecto de la declaración de
culpabilidad, pues la experiencia ha demostrado, con independencia al
sistema jurídico del que se trate, que no es inusual que un acusado se declare
culpable, pues aunque existen diferencias entre el sistema del common law
en el que la aceptación de la culpabilidad (guilty plea) es la regla general y
los sindicados se acogen a ella con el propósito de obtener alguna rebaja en
su pena, y el sistema de derecho continental en el que los jueces suelen
mirar con desconfianza dicha declaración y prefieren llegar a una convicción
271
Este artículo establece disposiciones de protección de las víctimas y los testigos y señala en su párrafo 2
que “Como excepción al principio del carácter público de las audiencias establecido en el artículo 67, las
Salas de la Corte podrán, a fin de proteger a las víctimas y los testigos o a un acusado, decretar que una
parte del juicio se celebre a puerta cerrada o permitir la presentación de pruebas por medios electrónicos u
otros medios especiales. En particular, se aplicarán estas medidas en el caso de una víctima de agresión
sexual o de un menor de edad que sea víctima o testigo, salvo decisión en contrario adoptada por la Corte
atendiendo a todas las circunstancias, especialmente la opinión de la víctima o el testigo”.
272
Esta disposición alude al procedimiento en caso de declaración de culpabilidad. La persona a quien se le
imputa la comisión de un delito de competencia de la Corte Penal Internacional podrá declararse culpable a
partir de la constatación del cumplimiento de unas serie de condiciones por parte de la SPI, a saber: que el
acusado comprenda la naturaleza y las consecuencias de la declaración de culpabilidad; que esa declaración
haya sido formulada voluntariamente tras suficiente consulta con el abogado defensor; y si la declaración
de culpabilidad está corroborada por los hechos de la causa conforme a: i) los cargos presentados por el
Fiscal y aceptados por el acusado; ii) Las piezas complementarias de los cargos presentados por el Fiscal y
aceptados por el acusado; y iii) Otras pruebas, como declaraciones de testigos, presentadas por el Fiscal o el
acusado.
La Sala de Primera Instancia, de constatar que se cumplen las condiciones a que se hace referencia en el
párrafo 1 del artículo 56, considerará que “la declaración de culpabilidad, junto con las pruebas adicionales
presentadas, constituye un reconocimiento de todos los hechos esenciales que configuran el crimen del cual
se ha declarado culpable el acusado y podrá condenarlo por ese crimen”. Cfr. artículo 65 párrafo 2 ER.
sobre la culpabilidad basada en la evidencia, desde un punto de vista
práctico, la diferencia no parece ser tan grande.273

En efecto, la Corte Penal Internacional tiene el deber de asegurar que el


acusado entienda las consecuencias de una admisión de culpabilidad que se
hace voluntariamente, tras suficiente consulta con el abogado defensor y
sustentada en los hechos de la causa. Dicha Corte también ha de convencerse
de esto, pues en caso contrario, “tendrá la declaración de culpabilidad como
no formulada” (artículo 65.3. ER) y ordenará que prosiga el juicio con
arreglo al procedimiento ordinario. Por ello, la declaración debe estar
motivada por una serie de factores, incluyendo un genuino sentimiento de
arrepentimiento, que puede incluso servir como criterio de valoración de la
Sala a la hora de fijar la pena a imponer274. Si el interés de la justicia y de
las víctimas en particular lo requieren, la Corte puede pedir al fiscal que
presente pruebas adicionales (inclusive declaraciones de testigos) u ordenar
que prosiga el juicio con arreglo al procedimiento ordinario. Ahora bien: a
diferencia de lo permitido por el fenómeno de “negociación de la pena”,
común en algunos ordenamientos penales internos, la Corte no está
comprometida con ninguna discusión entre el Fiscal y la defensa respecto a
la modificación de los cargos, la declaración de culpabilidad o la condena a
ser impuesta (artículo 65.5. ER).

Se constata, entonces, la existencia de un procedimiento garantista que sobre


la base de una adecuada comunicación y el continuo asesoramiento del
imputado permite la labor de la Corte Penal Internacional a través de sus
diferentes órganos. Este procedimiento coincide con el previsto en la
Constitución en la medida en que bajo el pretexto de enjuiciar y castigar a
los autores de los crímenes de mayor trascendencia para la humanidad no se
permite que los derechos del imputado sufran mengua y, así, se asegura que
tal persona cuente con toda la información necesaria para adelantar su
defensa técnica, conozca con claridad las herramientas procesales con las
que cuenta para tal fin y tenga plena conciencia acerca de los efectos de sus
actos durante el juicio.

Ahora bien, las funciones de la Sala de Primera Instancia en la etapa del


juicio se concretan de la siguiente manera. En primer lugar, el magistrado
presidente de la Sala de Primera Instancia podrá impartir directivas para la
substanciación del juicio “en particular para que éste sea justo e imparcial”
273
Ver. Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court. Op. cit. p. 125.
274
Ibid.
(artículo 64. 8. literal b) ER). Con sujeción a las directivas que imparta el
magistrado presidente, “las partes podrán presentar pruebas” de conformidad
con las disposiciones generales contenidas en el Estatuto. En segundo lugar,
es obligación de la Sala de Primera Instancia ver que el juicio sea justo y
expedito, y conducido con pleno respeto a los derechos del acusado y con la
debida protección de las víctimas y testigos.

De este modo, entre otras facultades, la Sala de Primera Instancia puede


solicitar la comparecencia y testimonio de testigos y brindar protección al
acusado, los testigos y las víctimas, y dirimir otras cuestiones pertinentes
(artículo 64. 2, 3 y 4 ER). Corresponde, entonces, a la Sala de Primera
Instancia, entre otras cosas, (i.) decidir sobre la admisibilidad o pertinencia
de las pruebas y (ii.) tomar las medidas necesarias para mantener el orden en
las audiencias (artículo 64. 9 ER).

Así, es sobre la base de un juicio expedito, justo e imparcial que los Estados
Partes reconocen la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y acuden a
ella como una forma de complementación de sus respectivos órdenes
internos. La implementación del Estatuto de Roma parte del mismo supuesto
que se aplica en el orden interno, para todas las actuaciones judiciales y
administrativas, a saber, la existencia de una autoridad competente que, en
aplicación de normas preexistentes al hecho que es objeto de debate judicial,
observa la plenitud de garantías comúnmente exigibles en un juicio.

.12.2. 4.8.2.7 De los derechos del acusado.

El Estatuto también reconoce explícitamente los derechos del acusado. Ya se


aludió a la defensa técnica cuando se abordó este mismo tema en relación
con la etapa de confirmación de los cargos. Por ello, no se volverá sobre este
punto.

Los derechos básicos relativos al juicio incluyen el derecho a ser informado


sin demora del cargo por el cual se acusa a determinada persona, a tener el
tiempo y las facilidades adecuadas para preparar la defensa, a ser procesado
sin dilaciones indebidas, a interrogar, o hacer interrogar testigos, entre otros
(artículo 64 ER). En ninguna circunstancia, el acusado podrá ser obligado a
declarar ni a declararse culpable y, de quererlo así, se le permitirá guardar
silencio sin que ello pueda tenerse en cuenta a los efectos de determinar su
culpabilidad o inocencia. También se le reconoce el derecho a declarar, de
palabra o por escrito, en su defensa sin prestar juramento y a que no se
invierta la carga de la prueba ni le sea impuesta la carga de presentar
contrapruebas.

Por su parte, durante la etapa del juicio, el Fiscal tiene el deber de divulgar
cualquier prueba que muestre, o tienda a mostrar la inocencia, o tienda a
atenuar la culpabilidad de acusado o afectar la credibilidad de las pruebas de
cargo.

Se trata, en estos aspectos, de un proceso pleno de garantías, similares a las


previstas en nuestro ordenamiento, que está encaminado a administrar
justicia antes que a encontrar a un culpable al precio de la presión o la
negación de las garantías elementales que el derecho contemporáneo le
reconoce a todos los procesados. Sobre este particular, la intención de los
Estados Partes del Estatuto de Roma es clara: frente a los crímenes de mayor
trascendencia contra la humanidad “que desafían la imaginación y
conmueven profundamente la conciencia de la humanidad” (Preámbulo. 2),
se ha escogido crear mecanismos jurídicos de contención. Frente a la
irracionalidad de los hechos y la falta de argumentos para justificar ciertas
acciones, los Estados Partes han optado por el resquicio de racionalidad que
brinda el derecho y ha creado las herramientas jurídicas que ayuden a
sancionar y prevenir este tipo de conductas.

.12.3. 4.8.2.8 Del sistema de protección a las víctimas y los testigos.

La Corte tiene la obligación general de “adoptar las medidas adecuadas para


proteger la seguridad, el bienestar físico y psicológico, la dignidad y la vida
privada de las víctimas y los testigos” (artículo 68 ER) tomando en cuenta,
para ello, factores tales como la edad, el género, la salud y el tipo de delitos
que son objeto del juicio. Tales medidas no podrán redundar en perjuicio de
los derechos del acusado o de un proceso justo e imparcial. Partes del juicio,
o la presentación de pruebas por medios especiales se podrán hacer a puerta
cerrada –in camera- como excepción al principio de audiencias públicas
(artículo 68. 2.), y la Corte adoptará tales medidas particularmente en el caso
de una víctima de violación sexual o en aquellos otros en los que un menor
de edad que es la víctima del delito que se juzga. Sobre esta materia, la
experiencia de los tribunales ad-hoc habrá de guiar la implementación de
estos mecanismos275, que incluso pueden guardar relación con las reglas de
confidencialidad (artículo 65 9.) que los Estados Partes pueden alegar en su
favor en casos en los que la investigación y el juicio que adelanta la Corte
afecten asuntos relacionados con la defensa o soberanía nacionales276.

La protección de los derechos de testigos y víctimas que puedan verse


afectados durante la investigación o por la práctica de ciertas pruebas que
prevé el Estatuto de Roma, concuerda con la protección constitucional a los
derechos de los niños (artículo 44 CP), del respeto a la intimidad (artículo 15
CP) y el libre desarrollo personal (artículo 16 CP). Igualmente, con el
propósito de garantizar tales derechos antes del comienzo del juicio, el
Fiscal puede difundir un resumen en vez de toda la información o pruebas si
la seguridad o la integridad del un testigo o la de su familia puede correr
grave peligro (artículo 68. 5 ER). Ello no supone un tratamiento diferente al
previsto en la Constitución.

.12.4. 4.8.2.9 De la práctica de pruebas y el sistema de protección de la


información durante el juicio.

El Estatuto establece un marco básico relativo a la práctica de las pruebas


(artículo 69 ER) y la protección de la información que afecte a terceros o la
seguridad de un Estado (artículos 72 y 73 ER). Por ejemplo, el testimonio de
un testigo en el juicio deberá darse generalmente en persona, sujeto a las
disposiciones del Estatuto, o a las reglas que apuntan a la protección de los
testigos (artículo 69. 2 y 3 ER), siendo posible el empleo de la tecnología de
audio y video para el efecto, o la presentación de declaraciones escritas. La
Corte puede pedir la presentación de cualquier prueba que considere
necesaria para la determinación de la verdad y puede, de acuerdo con
criterios señalados en el artículo 69, decidir otras cosas, como el valor
probatorio de las mismas o su pertinencia o admisibilidad cuando fueren
presentadas por un Estado, aunque esto no supone un juicio sobre la
aplicación del derecho interno de dicho Estado (artículo 58. 8 ER).

De este modo, todas las pruebas obtenidas como resultado de una violación
del Estatuto o de las normas de derechos humanos internacionalmente
reconocidas serán inadmisibles (regla de exclusión) cuando la violación
275
Pueden consultarse sobre el particular, los casos de la Fiscalía vs. Tadic (Caso No. IT-94-1-T) en el que
se resuelve una solicitud de protección para víctimas y testigos presentada por la Fiscalía y, en el mismo
sentido, Fiscalía vs. Rutaganda (Caso No. ICTR-96-3-T).
276
Ver. Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. cit. p. 119.
suscite serias dudas sobre la fiabilidad de las pruebas o cuando su admisión
atente “contra la integridad del juicio o redunde en grave desmedro de él”.
Estas disposiciones coinciden con los principios establecidos en la
Constitución colombiana, que también protegen la integridad del acervo
probatorio y consagran la nulidad de las pruebas obtenidas con violación del
debido proceso277.

De otra parte, un Estado tiene el derecho de intervenir en el proceso cuando


siente que la divulgación de información requerida por los órganos de la
Corte Penal Internacional para la información de su juicio (conforme con el
Estatuto) puede afectar su seguridad (artículo 72 ER). En estos casos, el
Estado, el Fiscal la defensa y las Salas pertinentes deben adoptar los pasos
necesarios para resolver la cuestión por medio de la cooperación con
medidas tales como (i.) la modificación de la solicitud, (ii.) la obtención de
la información de una fuente distinta o en una forma diferente, o acordando
condiciones tales como limitaciones en la divulgación, utilizando
procedimientos a puerta cerrada o ex parte, u otras medidas; (iii.) una
decisión de la Corte respecto de la pertinencia de la información o de las
pruebas solicitadas, o una decisión sobre si las pruebas, aunque pertinentes,
pudieran obtenerse o se hubieran obtenido de una fuente distinta del Estado;
y (iv.) Un acuerdo sobre las condiciones en que se preste la asistencia, que
incluya, entre otras cosas, la presentación de resúmenes o exposiciones,
restricciones a la divulgación, la utilización de procedimientos a puerta
cerrada o ex parte, u otras medidas de protección permitidas con arreglo al
Estatuto o las Reglas de Procedimiento y Prueba.

Si se han dado todos los pasos razonables y el Estado continua considerando


que la información o los documentos no pueden divulgarse sin perjuicio de
su seguridad nacional se notificará de este hecho a la Corte. Si la Corte
encuentra que la prueba es necesaria para establecer la culpabilidad o la
inocencia del acusado puede, como último recurso, determinar que el Estado
no está cumpliendo con sus obligaciones según el Estatuto y puede remitir la
materia a la Asamblea de Estados Partes, o si procede, al Consejo de
Seguridad. La Corte puede también hacer una inferencia apropiada en el
juicio a partir de éste comportamiento estatal. Estos procedimientos se
aplican igualmente cuando a una persona se le ha pedido dar una
información o prueba de conformidad con las normas de cooperación.

277
Cfr. Corte Constitucional Sentencia SU-159 de 2002 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
Un aspecto importante es referido por esta parte del título VI del Estatuto de
Roma, pues aquí los Estados Partes no se limitaron a concebir un
procedimiento para la práctica de pruebas, sino que previeron también
algunas formas de resolución de posibles conflictos cuando en el desarrollo
de un proceso puede resultar afectada información vital para la seguridad
nacional de un Estado que, por tanto, se estima inconveniente dar a conocer.
Los artículos 72 y 73 se encargan de señalar la forma de resolver tales
conflictos con el propósito doble de mantener la integridad estatal y de
garantizar la efectividad del proceso en curso. En la clarificación de estas
reglas podrá participar el Estado colombiano cuando se haga parte del
Estatuto de Roma y sea miembro de la Asamblea, de acuerdo con los
términos del artículo 112 del Estatuto.

.12.5. 4.8.2.10 De los delitos contra la administración de justicia.

El Estatuto establece seis delitos contra la administración de justicia. Estos


incluyen, cuando se cometieron intencionalmente, dar falso testimonio,
presentar pruebas que se sabe son falsas o falsificadas, interferir con el
testigo o con la prueba, interferir con el funcionario de la Corte, tomar
represalias contra dicho funcionario de la Corte y solicitar o aceptar un
soborno en calidad de funcionario de la Corte (artículo 70 ER). Los
procedimientos relativos a estos delitos, sancionables con multa o con pena
de reclusión, no mayor a cinco años, son establecidos en las reglas
contenidas en el párrafo 2 de la misma norma.

Aun cuando la Corte puede proceder respecto de estos delitos, puede


solicitar también a un Estado Parte que lo haga. Consecuentemente, el
Estatuto obliga a los Estados a extender sus leyes penales de acuerdo con
ello. También las faltas de conducta en la Corte, tales como perturbar una
audiencia o negarse deliberadamente a cumplir sus órdenes. se sancionan
con una multa o con medidas administrativas tales como la expulsión de la
Sala (artículo 71 ER).

Nada impide que dentro del cuerpo de una regulación que intenta describir
las funciones de una Corte penal internacional se dedique uno de sus
apartados a la definición de los delitos y faltas que se pueden cometer en su
contra, vulnerando, por esta vía, tanto la imparcialidad en la que han de
basarse sus decisiones como en la eficacia y autoridad con que pretende
resolver los asuntos que son de su conocimiento.
Con la definición de estos mecanismos se descubre una de las características
más importantes de la Corte Penal Internacional, a saber, su sujeción a un
orden jurídico que está dado no sólo por las reglas comunes de derecho
internacional sino por la definición autónoma y soberana que toma cada
Estado Parte al vincularse al Tratado que contiene el Estatuto de Roma y al
participar activamente, a través de los órganos y procedimientos pertinentes
en su continua implementación e interpretación.

.12.6. 4.8.2.11 Características y contenido de la decisión de primera


instancia.

Los magistrados de la Sala de Primera Instancia (que han de estar presentes


en cada fase del juicio y en todas sus deliberaciones) intentarán llegar a
decisiones de condena o absolución unánimes. De no ser posible esto,
acudirán el sistema de mayoría simple tal y como lo establece el artículo 74
del Estatuto. Las opiniones de la mayoría y la minoría aparecerán en el fallo
o el resumen de éste que será leído en sesión pública.

La Sala de Primera Instancia fundamentará su fallo en su evaluación de las


pruebas y de la totalidad del juicio. El fallo “se referirá únicamente a los
hechos y las circunstancias descritos en los cargos o las modificaciones a los
cargos, en su caso” (artículo 74 ER). La Corte podrá fundamentar su fallo
únicamente en las pruebas presentadas y examinadas ante ella en el juicio.

La Corte Penal Internacional establecerá principios aplicables a la


reparación, incluidas la restitución, la indemnización y la rehabilitación que
ha de otorgarse a la víctimas o a sus causahabientes (artículo 75 ER). A
pedido de la víctima, o, excepcionalmente, por su propia iniciativa, la Corte
puede dar órdenes de reparación directamente contra una persona condenada
o puede ordenar un pago de un Fondo Fiduciario.

En caso de que se dicte un fallo condenatorio, la Sala de Primera Instancia


fijará la pena que proceda imponer, para lo cual tendrá en cuenta las pruebas
practicadas y las conclusiones relativas a la pena que se hayan hecho en el
proceso. La Sala de Primera Instancia podrá convocar de oficio una nueva
audiencia, “y tendrá que hacerlo si lo solicitan el Fiscal o el acusado antes de
que concluya la instancia, a fin de practicar diligencias de prueba o escuchar
conclusiones adicionales relativas a la pena, de conformidad con las Reglas
de Procedimiento y Prueba” (artículo 76. 2 ER). La pena será impuesta en
audiencia pública y, de ser posible, en presencia del acusado (artículo 76. 4
ER).

Hechas las anteriores consideraciones generales, pasa la Corte a analizar una


cuestión especial.

.13. 4.8.3. Cuestión especial: La presunción de inocencia

El artículo 66 de Estatuto señala que:

Artículo 66: Presunción de inocencia


1. Se presumirá que toda persona es inocente mientras no se
pruebe su culpabilidad ante la Corte de conformidad con el
derecho aplicable.
2. Incumbirá al Fiscal probar la culpabilidad del acusado.
3. Para dictar sentencia condenatoria, la Corte deberá estar
convencida de la culpabilidad del acusado más allá de toda duda
razonable.

En principio, todas las personas tienen el derecho a que se presuma su


inocencia mientras no se pruebe la culpabilidad ante la Corte de
conformidad con el derecho aplicable; corresponde al Fiscal, entonces,
probar la culpabilidad del acusado, en el entendido de que, para dictar
sentencia condenatoria, la Corte deberá estar convencida de ello “más allá de
toda duda razonable” (artículo 66 ER).

Se presenta en este punto una diferencia entre la condición establecida en


Estatuto para que proceda una sentencia condenatoria (la inexistencia de
duda razonable) y la que comúnmente se aplica en el derecho penal
colombiano que impide dictar sentencia condenatoria sin que obre en el
proceso prueba que conduzca a la certeza del hecho punible y la
responsabilidad del sindicado278. ¿Establece esta norma un tratamiento
diferente del previsto constitucionalmente?

En materia de procedimiento penal una de las formas de probar la


culpabilidad del sindicado guarda relación con la constatación de la
ocurrencia de todos los elementos que integran la conducta punible “más allá
278
Cfr. artículo 232 del Código de Procedimiento Penal.
de cualquier duda razonable”. Se trata de un alto estándar de prueba
existente en algunos sistemas legales del common law que, sin embargo, no
supone la absoluta certeza acerca de la comisión de un crimen (premisa que
es propia del derecho penal –como el nuestro– inspirado en la tradición
jurídica continental europea), pero sí asegura que la exposición de hechos y
pruebas permitan demostrar una duda razonable a favor del imputado279. Es
importante subrayar que una duda razonable no es cualquier tipo de duda
sino una duda sustentada en la razón como resultado de un proceso de
análisis y valoración que realiza el órgano judicial competente de cara a los
hechos concretos de cada caso280. Dicho criterio de valoración no supone un
atentado contra los derechos del sindicado, pues se trata de un estándar
valorativo que permite tanto declarar la culpabilidad como absolver al
procesado pero exige un grado de convicción elevado y suficiente respecto
de la responsabilidad del acusado.281

La Corte Constitucional hace las siguientes consideraciones sobre el


régimen adoptado en el Estatuto.

En primer lugar, esta es una disposición que surge de un consenso


internacional interesado en crear un marco jurídico que, a pesar de las
diferencias culturales y jurídicas que existen entre los diferentes Estados
Partes, pueda aplicarse de manera consistente a la persecución de ciertos
crímenes que amenazan con destruir los lazos existentes entre distintos
pueblos (Preámbulo, ER).

En segundo lugar, no puede desconocerse que el alcance de las disposiciones


del Estatuto está expresamente limitada a los delitos que señalan la
competencia de la Corte y, por tanto, busca crear una armonía
complementaria entre los sistemas penales de cada país (que se rigen por
reglas propias y se mantienen intactos) y la jurisdicción internacional que es
fruto del desarrollo que durante siglos se ha dado en el derecho internacional
con el propósito de lograr un acuerdo alrededor de los crímenes que son
objeto de reproche jurídico y la forma de juzgarlos.

279
Una exposición panorámica de esta doctrina se puede encontrar en la jurisprudencia de la Corte Suprema
de los Estados Unidos. Cfr. Lego vs. Twomey, 404 US 477 (1971).
280
Cfr, el caso de la Fiscalía vs. Delalic et. al. (Caso No. IT-96-21-T).
281
Cfr. William Schabas, Introduction to the International Criminal Court, Op. cit. p. 131.
En tercer lugar, si se observa la naturaleza del estándar señalado por el
Estatuto para determinar la culpabilidad del imputado se tiene que el sistema
que exige una convicción más allá de una duda razonable para establecer la
culpabilidad de un individuo, es suficientemente garantista para los
imputados.

En cuarto lugar, la Constitución colombiana no establece ningún criterio


específico de apreciación de la conducta por parte del juez penal, pues desde
que se respeten cabalmente la presunción de inocencia, el principio de
legalidad y el de favorabilidad, el derecho a la defensa técnica, a presentar
pruebas y a controvertir las desfavorables, a impugnar las decisiones en
contra y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho (artículo 29 CP),
existe un margen de configuración permitido por la Constitución para
expedir la regulación que se considere más apropiada a los fines que se
persiguen.

4.9. Parte VII: De las penas

.14. 4.9.1. Cuestiones generales

La Parte VII del Estatuto de Roma regula las penas a imponer a los
responsables de los delitos establecidos en el artículo 5. Esta parte consta
únicamente de cuatro artículos – penas aplicables (artículo 77), imposición
de la pena (artículo 78), fondo fiduciario (artículo 79) y el estatuto, la
aplicación de las penas por los países y la legislación nacional (artículo 80).
El reducido número de artículos y su redacción en términos generales
reflejan la dificultad de lograr consensos respecto de las sanciones penales
entre los diversos países que intervinieron en la elaboración y aprobación
del Estatuto.282 Dos tendencias contrapuestas explican el consenso de
mínimos al que se arribó: por una parte, algunos países, entre ellos algunos
Estados Árabes y del Caribe, abogaban por la inclusión de la pena de muerte
para delitos de extrema gravedad; por la otra, otros países entre ellos
algunos centroamericanos y suramericanos se oponían a la adopción de la
pena de cadena perpetua teniendo en cuenta su prohibición constitucional.
La solución intermedia excluyó la pena de muerte como sanción, 283 e
282
Kress, Claus, Las sanciones penales, ejecución penal y cooperación en el Estatuto de la Corte Penal
Internacional, en: El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Op. Cit. Pág. 340.
283
Esta pena es la máxima permitida en los casos de los Tribunales para la Ex-Yugoslavia y Rwanda. Ha
sido impuesta a personas que en sus estados hubieran sido condenados a muerte por los mismos crímenes.
Ver, por ejemplo, el caso Prosecutor v. Serushago (N. ICTR-98-39-S) sentencia de febrero 2 de 1999, Pág.
incluyó la pena de prisión perpetua cuando así lo justifique la extrema
gravedad del crimen, siempre y cuando después de 25 años se revise la
sentencia por la Corte para determinar si ella debe ser reducida.284

Las penas principales aplicables por los crímenes de genocidio, de lesa


humanidad, de guerra y de agresión son sólo dos: la reclusión que no exceda
de 30 años y la reclusión a perpetuidad “cuando lo justifiquen la extrema
gravedad del crimen y las circunstancias personales del condenado”
(artículo 77. 1). Como penas accesorias están previstas la multa con arreglo
a las Reglas de Procedimiento y Prueba, y “el decomiso del producto, los
bienes y los haberes procedentes directa o indirectamente de dicho crimen,
sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe” (artículo 77.2). El tipo
de pena a imponer depende de la “gravedad del crimen y las circunstancias
personales del condenado” (artículo 78.1), debiéndose deducir a la misma el
tiempo de detención antes de la sentencia (artículo 78 num. 2). En caso de
que una persona sea encontrada responsable por más de un delito, el
Estatuto establece que la Corte impondrá una pena por cada uno de ellos y
una común en la que se especifique la duración total de la reclusión, según
lo dispuesto en el numeral 3 del artículo 78 ER. Por su parte, el artículo 79
ordena la creación de un fondo fiduciario en beneficio de las víctimas de
crímenes de competencia de la Corte y de sus familias, pudiendo ésta
ordenar el traslado a dicho Fondo de las sumas y bienes que reciba a título
de multa o decomiso, todo ello regulado y administrado por decisión de la
Asamblea de los Estados Parte. Por su parte, el artículo 80 dispone que las
penas establecidas en el Estatuto no afectarán el derecho interno puesto que
nada de lo en él dispuesto se entenderá en perjuicio de la aplicación por los
Estados de las penas prescritas por su legislación nacional ni de la
legislación de los Estados en que no existan las penas prescritas en la parte
VII.

A excepción de la prohibición constitucional (artículo 34 CP) de la prisión


perpetua y del problema de indeterminación de la pena respecto de los
crímenes individualmente considerados, los artículos 77 a 80 del Estatuto de
Roma no establecen tratamientos diferentes a los previstos en nuestro orden
constitucional. Los criterios para imponer la pena respetan los principios de
dignidad humana y proporcionalidad, tienen cuenta no sólo la gravedad del
crimen sino las circunstancias personales del condenado. En cuanto a la
creación de un Fondo fiduciario en beneficio de las víctimas y de sus
17.
284
Esta pena fue permitida en los casos de los Tribunales de Nuremberg y Tokio.
familias, el Estatuto de Roma coincide con el creciente consenso universal
sobre la necesidad de proteger a las personas perjudicadas por crímenes de
la magnitud que exhiben los establecidos en el Estatuto, tendencia seguida
por la Constitución colombiana y reafirmada ampliamente en su
jurisprudencia constitucional.285 Finalmente, el reconocimiento por parte del
Estatuto de la vigencia en el ámbito nacional de las penas establecidas por el
derecho interno resalta su carácter complementario, no sustitutivo del
derecho de los Estados Parte.

.15. 4.9.2. Cuestiones especiales

Ante la dificultad de llegar a un acuerdo específico en torno a las sanciones


penales a imponer a los responsables respecto de cada uno de los crímenes –
y de sus modalidades – de competencia de la Corte Penal Internacional, se
optó por una regulación general que establece como únicas penas
principales la reclusión hasta por 30 años o a perpetuidad (artículo 77.1 ER),
así como por someter su estimación a dos factores: la gravedad del crimen y
las circunstancias personales del condenado (artículo 78. 1 ER):

“Artículo 77 Penas aplicables

1. La Corte podrá, con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110,


imponer a la persona declarada culpable de uno de los crímenes a
que se hace referencia en el artículo 5 del presente Estatuto una de
las penas siguientes:
a) La reclusión por un número determinado de años que no
exceda de 30 años; o
b) La reclusión a perpetuidad cuando lo justifiquen la extrema
gravedad del crimen y las circunstancias personales del
condenado. (...)

Artículo 78
Imposición de la pena
1. Al imponer una pena, la Corte tendrá en cuenta, de
conformidad con las Reglas de Procedimiento y Prueba, factores
285
Corte Constitucional en las sentencia C-412de 1993, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-443de 1994,
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz; T-275de 1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-740de 2001, M.P.
Álvaro Tafur Galvis, C-1149de 2001, M.P. Jaime Araujo Rentería; C-760de 2001, M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra y Manuel José Cepeda Espinosa; C-228 de 2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y
Eduardo Montealegre Lynett.
tales como la gravedad del crimen y las circunstancias personales
del condenado. (...)

Las normas anteriores establecen un tratamiento diferente al previsto en


nuestro ordenamiento constitucional en dos materias. La primera tiene que
ver con el principio constitucional del artículo 29 de la Constitución en lo
relativo a la prohibición de la indeterminación de la pena. La segunda se
refiere a la prohibición constitucional de la prisión perpetua (artículo 34
CP.). Tales tratamientos diferentes fueron autorizados por el Acto
Legislativo No. 2 de 2001 y operan exclusivamente en el ámbito del
ejercicio de las competencias atribuidas por el Estatuto a la Corte Penal
Internacional.

En lo que respecta la forma como el Estatuto regula la determinación de las


penas que serán impuestas a quienes sean condenados por la Corte Penal
Internacional, éste no señala para cada uno de los crímenes descritos en los
artículos 6, 7 y 8, la pena que corresponde ni fija límites mínimos, tal como
tradicionalmente se ha hecho en el derecho penal colombiano. Ello, sin
embargo, no supone un tratamiento diferente al previsto en nuestro
ordenamiento, puesto que las penas a imponer por los crímenes de
competencia de la Corte Penal Internacional son en todo caso determinadas
y respetan el principio de legalidad de la pena que hace parte del derecho al
debido proceso (artículo 29 CP).

En cuanto a las penas que puede imponer la Corte Penal Internacional, el


artículo 77 numeral 1 del Estatuto establece un límite de la pena la
reclusión. Esto sólo puede ser hasta por 30 años. La cadena perpetua está
sujeta a revisión luego de 25 años (artículo 110. 3 ER). De esta norma se
deduce que no existe un mínimo de reclusión, sólo un máximo. La pena será
dosificada según la gravedad del crimen y las circunstancias personales del
condenado de conformidad con las Reglas de Procedimiento y Prueba. 286
Atendidos los factores objetivos para la determinación de la pena, ella debe
ser proporcional a la gravedad del crimen y a las circunstancias personales
del condenado.287 Tales factores permiten tener en cuenta una o más
286
El anteproyecto de tales reglas elaborado por la Comisión Preparatoria y que será sometido a la
consideración de los Estados Partes en la primera Asamblea, enuncia varios criterios de atenuación y
agravación, v. gr. Schabas W., Introduction to the International Criminal Court, Op. Cit. Pág. 43).
287
En cuanto a las circunstancias personales del condenado es importante su condición dentro de una
jerarquía. Al respecto en un caso se dijo que “la desatención calculada de un deber esencial no puede operar
como un factor de mitigación de la responsabilidad criminal”. Tribunal Penal Internacional para la Ex-
Yugoslavia. Caso Prosecutor v. Delalic et al. (No IT-96-21-T) Providencia de 16 de noviembre de 1998.
circunstancias de atenuación o de agravación punitiva,288 de conformidad
con las Reglas de Procedimiento y Prueba. Por otra parte, a la luz del
artículo 21 numeral 3 del Estatuto de Roma, la aplicación e interpretación
del derecho aplicable por la Corte Penal Internacional, en todo caso, debe
ser compatible con los derechos humanos internacionalmente reconocidos,
sin discriminación por razones como “el género, definido en el párrafo 3 del
artículo 7, la edad, la raza, el color, la religión o el credo, la opinión política
o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica,
el nacimiento u otra condición.”

En cuanto al tratamiento de la pena de reclusión a perpetuidad, prohibida en


nuestro ordenamiento, pero prevista en el Estatuto de Roma, se tiene que el
Acto Legislativo 02 de 2001 autorizó dicho tratamiento diferente para los
crímenes de competencia del Estatuto de Roma, pero no faculta a las
autoridades nacionales a aplicar este tipo de pena cuando juzguen alguno de
los crímenes señalados en el Estatuto de Roma.

Según el Estatuto, la reclusión a perpetuidad como pena no es absoluta ni


definitiva; por el contrario, después de 25 años, la Corte Penal Internacional
está obligada a examinar la pena para determinar si ésta puede reducirse,
con lo que se deja a salvo la esperanza para el condenado de algún día
recobrar su libertad y concilia el principio de la dignidad humana del
condenado con los principios de justicia y de protección de los derechos de
las víctimas y de sus familiares.289

4.10 Parte VIII: De la apelación y de la revisión

Las apelaciones de las decisiones de la Corte pueden ser presentadas por el


Fiscal alegando (i.) vicios de procedimiento, (ii.) error de hecho, (iii.) error
de derecho; el condenado, o el Fiscal en su nombre, podrá apelar la decisión
por las anteriores razones, así como cualquier otro motivo que afecte a la
justicia o la regularidad del proceso o del fallo (artículo 81.1 ER).
Adicionalmente, se admite la posibilidad de apelar una sentencia de
conformidad con las reglas de procedimiento y prueba, “en razón de una
desproporción entre el crimen y la condena” (artículo 81. 2 ER). Para todos
estos efectos, la persona interesada debe presentar los argumentos que
estime conducentes para lograr la revocatoria del fallo que ataca.
288
Schabas, William A., An Introduction to the International Criminal Court, Cambrigde University Press,
Cambridge UK et al., p. 142.
289
Schabas, W. Introduction to the International Criminal Court, Op. cit., p. 146
Una persona condenada se mantendrá en custodia hasta tanto se resuelva la
apelación a menos que la Corte ordene lo contrario. Al tramitarse la
apelación de una absolución, la persona absuelta será liberada excepto bajo
circunstancias excepcionales teniendo en cuenta el riesgo de fuga, la
gravedad del delito y las probabilidades de que la apelación prospere
(artículo 81. 2 y 3. ER).

Otras decisiones pueden ser apeladas antes de la conclusión del juicio,


incluyendo aquellas sobre admisibilidad y competencia, sobre libertad
condicional, sobre iniciativas de la Sala de Cuestiones Previas (de
conformidad con el artículo 56), o sobre una cuestión “que afecte de forma
significativa a la justicia y a la prontitud con la que se sustancia el proceso”
(artículo 82, numerales 1 y ss. ER), señalamientos que, sin embargo siguen
siendo imprecisos en la medida en que el grado de dificultad de cada proceso
marcará un ritmo propio para la actuación judicial, que en todo caso, puede
ser objeto de precisión por parte de los Estados miembros de la Asamblea.
Así mismo, las órdenes de reparación pueden ser apeladas por un
representante de las víctimas, así como por el condenado o el propietario de
buena fe de bienes afectados por una orden de decomiso (artículo 82.4 ER).

Finalmente, de encontrarse alguna injusticia en la decisión o sentencia, o un


error que les afectó efectivamente, la Sala de Apelaciones puede revertir o
enmendar la decisión o sentencia, o puede ordenar un nuevo juicio (artículo
83 ER). Si se cerciora de que ha salido a la luz una nueva prueba importante,
o que se ha descubierto que una prueba decisiva es falsa, o que uno o más de
los magistrados estuvieron involucrados en una falta grave en su función,
puede existir remedio volviéndose a convocar la Sala de Primera Instancia o
constituyendo una nueva o reteniendo competencia para determinar si debe
revisarse la sentencia definitiva que condena o la pena impuesta (artículo 84
ER). Por último, el que haya sido ilegalmente retenido o recluido tendrá
derecho efectivo a ser indemnizado, así también quien hubiera sido
condenado por un error judicial (artículo 85 ER).

Los artículos 81 a 85 del Estatuto consagran los mecanismos de revisión y


apelación de las sentencias y otras decisiones tomadas por la Sala de Primera
Instancia, con el propósito de brindar a los procesados una garantía efectiva
ante la ocurrencia de un evento que cambiaría fundamentalmente el sentido
del fallo o decisión tomada. Los jueces no están exentos de incurrir en
errores y contra tales contingencias el ordenamiento jurídico ha establecido
como parte del debido proceso la posibilidad de impugnar las decisiones de
la autoridad. Se trata de un principio universal también recogido por nuestra
Constitución en el artículo 29, que no supone un tratamiento diferente al
previsto en nuestro ordenamiento.

4.11. Parte IX: De la cooperación internacional y la Asistencia Judicial

.16. 4.11.1. Cuestiones generales

La Parte IX del Estatuto, consta de 17 artículos y regula la cooperación y


asistencia judicial internacional de los Estados Partes con la Corte Penal
Internacional. Existen dos asuntos principales para los cuales es necesaria
dicha cooperación:

III.Para el arresto y entrega de personas ante la solicitud de la Corte;


(artículos 89 a 92 y 102 ER)

IV. Para asistir a la Corte en la práctica de pruebas y diligencias para las


investigaciones y juicios de la Corte y en cualquier otra actuación
procesal no prohibida por el Estado requerido (artículos 93 a 101 ER)

.16.1. 4.11.1.1 Procedimiento general de cooperación con la Corte


Penal Internacional

Los artículos 86 y 87 del Estatuto de Roma regulan el procedimiento general


para el trámite de las solicitudes de cooperación y son aplicables a los dos
tipos de solicitudes que puede hacer la Corte. De conformidad con el artículo
86 del Estatuto de Roma, los Estados Partes están obligados a “cooperar
plenamente” con la Corte en relación con la investigación y el
enjuiciamiento de crímenes de su competencia y deben hacerlo “de
conformidad con lo dispuesto en el presente Estatuto”. En concordancia con
lo anterior, el artículo 88 estipula que los Estados Partes deberán “asegurar
que en el derecho interno existan procedimientos aplicables a todas las
formas de cooperación especificadas en la presente parte”.

Para dar cumplimiento a esta obligación, los Estados Partes, deberán


asegurarse que no existen obstáculos en su ordenamiento interno para
cooperar con ella, haciendo ajustes a sus procedimientos internos,
desarrollando procedimientos especiales para ese efecto (artículo 88 ER), o
realizando acuerdos de cooperación similares a los existentes en materia de
cooperación interestatal, cuando ello sea necesario para garantizar una
cooperación efectiva con el Corte Penal Internacional. 290 En el caso de los
Estados que no sean Parte y de organizaciones intergubernamentales que
acepten cooperar con la Corte Penal Internacional, la cooperación se regirá
por acuerdos de cooperación judicial (artículo 87, numerales 5 y 6 ER),
cuando ello sea necesario para facilitar el cumplimiento de las solicitudes de
cooperación de la Corte Penal Internacional.

Entre otras obligaciones, esa cooperación plena puede implicar el


establecimiento del conducto adecuado para el trámite de las solicitudes de
cooperación (artículo 87 ER), el pago de ciertos gastos (artículo 100 ER) y
la protección de la confidencialidad de la solicitud de cooperación, salvo que
su divulgación sea necesaria para su cumplimiento (artículo 87.4 y 93.8
literal b ER)

Prevé también el Estatuto que cuando un Estado no cumple con un


requerimiento de cooperación de la Corte, en contravención a lo dispuesto
en el Estatuto, y le impide con ello ejercer sus funciones y atribuciones, la
Corte podrá remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados Partes o, al
Consejo de Seguridad, si éste le hubiese remitido el asunto (artículo 87.7
ER). A pesar de que el Estatuto no prevé específicamente ninguna sanción,
el incumplimiento de las obligaciones de un tratado acarrea en todo caso
responsabilidad internacional, de conformidad con las reglas sobre la
materia.291
290
Ver por ejemplo, el “Acuerdo de Cooperación judicial en materia penal entre el Gobierno de la
República de Colombia y el Gobierno de la República del Paraguay" hecho en Santafé de Bogotá, DC, el
treinta y uno (31) de julio de mil novecientos noventa y siete (1997) y de la Ley Nº 452 de agosto 4 de
1998, declarados constitucionales en la Sentencia c-404de 1999, MP: Alejandro Martínez Caballero; la ley
453 de 1998, "Por medio de la cual se aprueba el Convenio de asistencia judicial mutua en materia penal
entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de la República Francesa", suscrito en París
el 21 de marzo de 1997, declarados exequibles en la sentencia C-224de 1999, MP: Carlos Gaviria Díaz; la
Ley 462 del 4 de agosto de 1998, "Por medio de la cual se aprueba el “Acuerdo entre el Gobierno de la
República de Colombia y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sobre mutua asistencia en
materia penal', hecho en Londres, el once (11) de febrero de mil novecientos noventa y siete (1997)",
declarados exequibles en la sentencia C-225de 1999, MP: José Gregorio Hernández Galindola Ley 450 del
4 de agosto de 1998, "Por medio de la cual se aprueba el “Acuerdo sobre asistencia legal y cooperación
judicial mutua entre el Gobierno de la República de Colombia y el Gobierno de la República de Panamá”,
hecho en la ciudad de Panamá el diecinueve (19) de noviembre de mil novecientos noventa y tres (1993)”,
declarados exequibles por la sentencia C-253de 1999, MP: José Gregorio Hernández;
291
Proyecto de Responsabilidad de los Estados de 1996, Comisión de Derecho Internacional de las
Naciones Unidas
Estas normas generales para el trámite de las solicitudes de cooperación, así
como de los contenidos mínimos de información que deben intercambiar los
Estados y la Corte Penal Internacional (artículos 87, 88, 96 y 99 ER), están
orientadas a facilitar el cumplimiento de los compromisos internacionales y
son respetuosas de la soberanía nacional.

.16.2. 4.11.1.2. Otras formas de cooperación y fundamentos admisibles


para negarse a cumplir con una solicitud de cooperación de la Corte
Penal Internacional

El artículo 93 enumera algunas de las formas más importantes de asistencia


de los Estados en las investigaciones de la Corte Penal Internacional,
distintas de la entrega o de la detención provisional, tales como la protección
de testigos, la realización de inspecciones o allanamientos, la recolección de
documentos y la práctica de pruebas (literales a) a k)), así como “cualquier
otro tipo de asistencia no prohibida por la legislación del Estado requerido
y destinada a facilitar la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de la
competencia de la Corte”. Sólo respecto de las formas de asistencia
enumeradas en el artículo 93, existe la posibilidad de negarse a cumplir con
una solicitud de la Corte Penal Internacional. Según el Estatuto sólo existen
dos situaciones bajo las cuales es posible negarse a cumplir con una solicitud
de asistencia.

La primera situación se presenta cuando la ayuda solicitada por la Corte


Penal Internacional se refiere a la presentación de documentos o la
divulgación de pruebas que afecten la seguridad nacional (artículos 93.4 y
72 ER). En esos eventos, el Estatuto de Roma garantiza los intereses del
Estado, quien podrá dejar de cumplir con la totalidad de la solicitud o
cumplirla sólo parcialmente.

La segunda circunstancia bajo la cual un Estado podría negarse a cumplir


con una solicitud se describe integralmente en el artículo 93, numerales 1 y
5, del Estatuto de Roma. El artículo 93.5 estipula que cuando se trate de una
solicitud respecto de las medidas enunciadas en los literales a) - k), y la
ejecución de esa medida esté prohibida en el Estado requerido “por un
principio fundamental de derecho ya existente y de aplicación general”, el
Estado deberá consultar con la Corte a fin de que encontrar una solución
para brindar la asistencia, como por ejemplo, prestándola de otra manera o
sujetándola a ciertas condiciones (artículo 93.3 ER). Cuando no sea posible
modificar la solicitud, el Estado requerido podrá rehusarse al cumplimiento
de tal solicitud hasta que la Corte modifique tal solicitud, de manera que no
la prohíba un principio fundamental de derecho interno de aplicación
general.

El artículo 93.1 estipula que cualquier tipo de asistencia que no esté


enumerada en los literales (a) a (k) del artículo 93.1, no es obligatoria
cuando esté prohibida por la legislación del Estado requerido. De
conformidad con el artículo 93.5 “[a]ntes de denegar una solicitud de
asistencia de conformidad con el párrafo 93.1, literal l), el Estado requerido
considerará si puede prestar la asistencia con sujeción a ciertas condiciones o
de otra manera, o si es posible hacerlo en una fecha posterior. Si la Corte
Penal Internacional o el Fiscal aceptan las condiciones fijadas por el Estado
para prestar su cooperación, la Corte Penal o el Fiscal estarán obligados a
respetar dichas condiciones. En estos eventos, el Estado requerido goza de
gran discrecionalidad para decidir si coopera o no con la Corte Penal
Internacional. Por consiguiente, si la asistencia requerida no está enumerada
en el artículo 93.1, literales a) a k), dicha asistencia está prohibida por su
ordenamiento interno y el Estado requerido ya consideró que no puede
prestar la asistencia ni siquiera bajo condiciones especiales, el Estado podrá
negarse a cumplir con el requerimiento de la Corte, según el artículo 93.5 del
Estatuto.

Estas disposiciones facilitarán que Colombia determine soberanamente si


presta o no la asistencia que llegue a solicitar la Corte Penal Internacional,
cuando ésta se encuentre prohibida en nuestro ordenamiento interno, o si la
presta de manera diferente, de forma tal que, a la vez que resulte acorde con
las disposiciones nacionales, facilite el cumplimiento de las funciones de la
Corte Penal Internacional en la lucha contra la impunidad frente al
genocidio, los crímenes de lesa humanidad, y los crímenes de guerra.

.16.3. 4.11.1.3. Posibilidad de aplazar la ejecución de las solicitudes de


asistencia que haga la Corte Penal Internacional

Los artículos 94 y 95 del Estatuto de Roma permiten a los Estados aplazar la


ejecución de las solicitudes de asistencia en ciertas situaciones. El artículo
94 describe la situación en que la solicitud interfiera con una investigación o
enjuiciamiento en curso de un asunto distinto. Ante tal situación, el Estado
requerido podrá consultar a la Corte y acordar un periodo de tiempo de
prórroga para la ejecución. Este período no excederá de lo necesario para
concluir la investigación o el enjuiciamiento de que se trate la ejecución de
la solicitud. El Estado requerido podrá también prestar asistencia con
sujeción a ciertas condiciones, en el caso en que decida prestarla de
inmediato.

El artículo 95 describe el caso en que la solicitud de asistencia se aplace por


estar pendiente la impugnación de admisibilidad de la causa. En ese evento,
el Estado requerido podrá suspender la ejecución de una solicitud por estar
pendiente la decisión de la Corte sobre la impugnación, a no ser que la Corte
haya resuelto expresamente que Fiscal puede recolectar prueba antes de que
la Corte decida sobre la admisibilidad del asunto.

Las disposiciones estudiadas, no establecen un tratamiento diferente al


previsto en la Carta Política en estas materias y contribuyen al cumplimiento
de los compromisos internacionales que asuma Colombia en relación con el
Estatuto, respetan la soberanía del Estado y facilitan el logro de los fines
cooperación internacional contra la impunidad, la garantía a los derechos
humanos, y el logro de la justicia (artículo 9 CP).

.17. 4.11.2. Cuestiones Especiales

El Estatuto de Roma regula dos aspectos de particular importancia en su


Parte IX: la entrega de personas a la Corte y la detención provisional de
personas. La importancia de estos procedimientos se estudia a continuación.

.17.1. 4.11.2.1. Entrega de una Persona a la Corte Penal Internacional

El artículo 89.1 del Estatuto de Roma establece lo siguiente:

“1. La Corte podrá transmitir, junto con los antecedentes que la


justifiquen de conformidad con el artículo 91, una solicitud de
detención y entrega de una persona a todo Estado en cuyo
territorio pueda hallarse y solicitará la cooperación de ese
Estado. Los Estados Partes cumplirán las solicitudes de
detención y entrega de conformidad con las disposiciones de la
presente parte y el procedimiento establecido en su derecho
interno.”

De conformidad con la disposición citada, la Corte puede solicitar a los


Estados la detención y entrega de una persona a la Corte y el Estado está
obligado a cumplir dicha solicitud, si ya se ha resuelto la admisibilidad del
asunto ante la Corte. A diferencia de otras formas de cooperación, respecto
de la detención o entrega de personas, el Estado no podrá alegar la existencia
de las situaciones previstas en el artículo 93, numerales 3 y 5. Sólo si
impugna la admisibilidad del caso por la Corte, no estará obligado a entregar
a la persona solicitada. Ello plantea dos problemas: (i) Si la obligatoriedad
del cumplimiento de una solicitud de entrega o detención de una persona que
se encuentre en territorio colombiano y que se repute como posible
responsable de uno de los crímenes de competencia de la Corte Penal
Internacional, supone un tratamiento diferente al que corresponde según el
principio de respeto a la soberanía nacional; y (ii) si las condiciones fijadas
en el Estatuto de Roma para la detención o entrega suponen un tratamiento
diferente de los derechos de quien pueda ser detenido o entregado para
juzgamiento de la Corte Penal Internacional.

Respecto del primer problema, la Corte encuentra que dicha disposición no


supone un tratamiento diferente de la forma como Colombia asume sus
compromisos internacionales, tal como fue analizado en la sección 4.3.2.1.2
de esta sentencia.

En cuanto al segundo problema planteado, la Corte examinará las


características especiales de la figura de entrega a la Corte así como el
régimen aplicable para su trámite interno y, posteriormente, analizará si la
regulación de la figura de la entrega de personas a la Corte Penal
Internacional prevista en el Estatuto de Roma, supone un tratamiento
diferente de los derechos de las personas consagrados en la Carta Política.

.1.1.. 4.11.2.1.1. Diferencias entre las figuras de entrega y


extradición

Durante la redacción y discusión del Estatuto para la creación de la Corte


Penal Internacional, uno de los puntos más debatidos fue la posibilidad de la
utilización de la figura de la extradición para que un Estado Parte pusiera a
disposición de la Corte a una persona en particular. La mayor preocupación
fue la de que esta figura pudiera ser fácilmente utilizada para dejar de
cumplir con la obligación de cooperación plena, dada la discrecionalidad que
se reconoce en esta materia en los procedimientos internos y en el derecho
internacional. Esto llevó a que se optara por una figura distinta: la entrega.

De conformidad con lo regulado en el Estatuto de Roma, el proceso de


entrega de una persona se aplica independientemente de la nacionalidad de
la persona y del lugar donde se hubieren cometido los crímenes por los
cuales será investigada y juzgada. Además, el Estatuto acentúa que la
entrega es una figura distinta de la figura de extradición, por lo cual los
Estados deberán tener en cuenta la naturaleza especial de los procesos ante
la Corte Penal Internacional al regular el procedimiento y al adoptar una
decisión respecto de esta solicitud.

A la luz del Estatuto de Roma, “entrega” significa, “la entrega de una


persona por un Estado a la Corte Penal Internacional, mientras que
"extradición" se refiere a la “entrega de una persona por un Estado a otro
Estado de conformidad con lo dispuesto en un tratado o convención o en el
derecho interno”(artículo 102 ER).

Sin embargo, del mismo Estatuto se infieren otras diferencias sustanciales


entre las figuras de entrega y extradición. En primer lugar, la regla general
en materia de extradición es que se trata de un acto discrecional por el cual
un Estado no esta obligado a extraditar a la persona requerida. En el caso de
la entrega de una persona a la Corte Penal Internacional por un Estado Parte,
esta es siempre obligatoria, tal como lo establece el Artículo 89.1 del
Estatuto.

En segundo lugar, mientras que para la extradición es necesario que se


cumpla el principio de doble incriminación, esto es, que la conducta por la
cual se solicita la extradición sea considerada como delito en ambos Estados,
la entrega de una persona a la Corte Penal Internacional sólo requiere que la
conducta por la cual se solicita esté dentro de las que señala el Estatuto de
Roma, independientemente de si está o no tipificada en el ordenamiento
interno del Estado Parte a quien se le hace la solicitud.

En tercer lugar, la extradición se rige por el principio de especialidad, según


el cual la persona extraditada sólo podrá ser procesada por los motivos
alegados en la solicitud, mientras que en la entrega, se establece que“quien
haya sido entregado a la Corte (...) no será procesado, castigado o detenido
por una conducta anterior a su entrega, a menos que ésta constituya la base
del delito por el cual haya sido entregado” (artículo 102 ER), y, además el
artículo 61.7, literal c), ordinal ii), permite que la Sala de Cuestiones
Preliminares modifique los cargos antes del juicio, con base en las
pruebas.292

En cuarto lugar, la extradición es una figura basada en el principio de


reciprocidad, mientras que en la entrega los Estados no pueden solicitar que
una persona que esté bajo la custodia de la Corte les sea devuelta para
juzgarla en su jurisdicción, como quiera que la figura se define como un acto
en el cual la Corte es quien solicita este tipo de asistencia y los estados son
quienes la ejecutan, pero no al revés (artículos 89 y 102, a) ER).

En quinto lugar, un Estado puede negarse a extraditar a sus propios


nacionales.293 Igualmente, factores como la edad avanzada del acusado o la
creencia de que la persona solicitada será juzgada por razones
discriminatorias tales como su origen étnico, su raza o su religión, o por
motivos políticos, son razones por las cuales los Estados se niegan a
extraditar a una persona. Ninguno de esos motivos es admisible ante la Corte
Penal Internacional, como quiera que su jurisdicción se ejerce ratione
materia, independientemente del origen nacional, la raza o las creencias del
acusado.

Como consecuencia de estas diferencias entre la extradición y la entrega, el


artículo 91.2 establece que los Estados Partes deberán tomar en cuenta el
292
Artículo 61 Confirmación de los cargos antes del juicio. (...) “7. La Sala de Cuestiones Preliminares
determinará, sobre la base de la audiencia, si existen pruebas suficientes de que hay motivos fundados para
creer que el imputado cometió cada crimen que se le imputa. Según cual sea esa determinación, la Sala de
Cuestiones Preliminares: (...)c) Levantará la audiencia y pedirá al Fiscal que considere la posibilidad de:
(...) ii) Modificar un cargo en razón de que las pruebas presentadas parecen indicar la comisión de un
crimen distinto que sea de la competencia de la Corte.
293
Véase los artículos 47 de la Constitución de Eslovenia del 23 de diciembre de 1991 (prohíbe la
extradición de nacionales y condiciona la extradición de extranjeros a la existencia de un tratado
internacional con el Estado que pide la extradición); 17 de la Constitución de Moldavia del 24 de julio de
1994 (prohíbe la extradición de nacionales y somete la extradición de extranjeros y apátridas a la existencia
de un tratado internacional o a una condición de reciprocidad); 13 de la Constitución de Lituania del 25 de
noviembre de 1992 (prohíbe la extradición de ciudadanos, salvo que un tratado disponga lo contrario); 36
de la Constitución de Estonia del 28 de junio de 1992 (prohíbe la extradición de nacionales salvo que sea
prevista por un tratado internacional); 26 de la Constitución de Italia del 27 de diciembre de 1947 (prohíbe
la extradición de nacionales, salvo que un tratado disponga lo contrario); 33 §1 de la Constitución de
Portugal del 2 de abril de 1976 (prohíbe la extradición de nacionales). Por este tipo de prohibiciones varios
Estados modificaron sus constituciones para permitir este tipo de asistencia con la Corte. Tal fue el caso de
Alemania, que adicionó el artículo 16 de su constitución para permitir la extradición de alemanes a Estados
miembros de la Unión Europea o para su entrega a un tribunal internacional (Gaceta Legislativa Federal
2000 I 1633), esta reforma se hizo el 29 de Noviembre de 2000 y entró en vigor el 2 de diciembre de 2000.
“carácter específico de la Corte”, cuando determinen sus requisitos internos
para el proceso de entrega. El Estatuto de Roma establece reglas mínimas
que deberán seguir los Estados para proceder a la entrega de una persona,
pero también dispone que los Estados podrán regular este procedimiento y
establecer otros requisitos, siempre y cuando éstos no sean más onerosos que
los aplicables a las solicitudes de extradición. Si el Estado decide no regular
la materia en su ordenamiento, en todo caso el Estatuto de Roma establece
procedimientos y requisitos suficientes para proceder al cumplimiento, de
conformidad con el principio internacional de la buena fe, de una solicitud
de la Corte Penal Internacional.

Estas disposiciones sobre cooperación establecen un procedimiento para


resolver los posibles conflictos que surjan del cumplimiento de las
obligaciones del Estatuto con otros compromisos internacionales y garantiza
los derechos del acusado, de manera similar a la prevista en el ordenamiento
nacional. En efecto, el Estatuto de Roma señala que para la detención de una
persona debe existir orden escrita de autoridad judicial competente,
condiciones previstas en el artículo 28 superior. En este evento, por virtud de
la ratificación del Estatuto de Roma, la Corte Penal Internacional será una
autoridad judicial competente en los casos declarados admisibles ante ella.

Las disposiciones sobre detención y entrega garantizan los derechos de


defensa y debido proceso de manera similar a la prevista en los artículos 28
y 29 de la Carta, pues consagra el derecho de la persona cuya entrega se
solicita, a objetar tal decisión, a ser liberado cuando no haya sido detenido
conforme a derecho y a gozar del beneficio de libertad provisional.

.1.2.. 4.11.2.1.2. Solicitudes concurrentes

Con el fin de garantizar el cumplimiento de los compromisos internacionales


de los Estados, y de las solicitudes de asistencia que haga la Corte, el
Estatuto de Roma prevé un procedimiento para resolver posibles conflictos.

El artículo 90 señala el procedimiento a seguir cuando un Estado Parte


recibe solicitudes, tanto de la Corte Penal Internacional como de otro Estado,
para la entrega de una misma persona por la misma conducta. En términos
generales, los Estados Partes deberán notificar a las partes concurrentes y
dar prioridad a las solicitudes de la Corte Penal Internacional, cuando la
Corte haya decidido sobre la admisibilidad del caso. Si la Corte aún no ha
determinado sobre la admisibilidad del caso, deberá ser expedita en su
decisión (artículo 90.3 ER). Si el Estado está sujeto a obligaciones
internacionales existentes con otros Estados que no son partes, podrá
normalmente decidir si quiere entregar la persona a la Corte o extraditarla al
Estado que la solicita. Sin embargo, los artículos 90.6 y 90.7(a) del Estatuto
de Roma determinan que el Estado requerido podrá tener en cuenta, entre
otros, aspectos tales como las fechas de las solicitudes, la nacionalidad del
sospechoso y las víctimas, y la posibilidad de una entrega posterior a la
Corte.

Según el Estatuto de Roma, los Estados están obligados a:

III. Al recibir una solicitud, tanto de la Corte Penal Internacional


como de otro Estado para la entrega de una misma persona con
relación a una misma conducta, según el artículo 89, el Estado Parte
deberá notificárselo a la Corte y al Estado que solicita su extradición
(artículo 90.1 ER).

IV.Cuando (i) el Estado que solicita es también un Estado Parte; y (ii) la


Corte ya ha decidido sobre la admisibilidad, tomando en cuenta la
investigación o el enjuiciamiento que lleva a cabo el Estado
requirente; entonces (iii) el Estado solicitado deberá dar prioridad a la
solicitud de la Corte. Si la Corte aún está considerando la cuestión de
admisibilidad, el Estado no deberá extraditar a la persona al Estado
requirente hasta que la Corte decida la admisibilidad del caso.
(artículo 90.2 ER)

V. Cuando (i) el Estado requirente no sea un Estado Parte; y (ii) el


Estado requerido no está obligado por alguna norma internacional a
conceder la extradición al Estado requirente; y (iii) la Corte haya
decidido sobre su admisibilidad; entonces (iv) el Estado requerido
deberá dar prioridad a la solicitud de entrega de la Corte (artículo 90.4
ER). Si la Corte no ha determinado aún la admisibilidad de la causa,
el Estado requerido podrá dar curso a la solicitud de extradición de
manera discrecional, pero no la hará efectiva hasta tanto no se
resuelva la admisibilidad a la persona al Estado requirente (artículos
90.3 y 90.5) ER).
VI. Cuando (i) el Estado requirente no sea un Estado Parte; y (ii) el
Estado requerido esté obligado por alguna norma internacional a
extraditar la persona al Estado requirente; y (iii) la Corte ya haya
decidido sobre la admisibilidad de la causa; (iv) el Estado requerido
deberá decidir si hace la entrega a la Corte o concede la extradición al
Estado requirente. Para tomar esta decisión, el Estado requerido
tendrá en cuenta al menos estos factores pertinentes: (a) las fechas
respectivas de las solicitudes; (b) los intereses del Estado requirente,
tales como si el crimen se cometió en su territorio o fue cometido
contra sus nacionales; y (c) la posibilidad de que la Corte y el Estado
requirente lleguen a un acuerdo respecto de la entrega (artículo 90.6
ER).

VII. Cuando (i) el Estado requirente sea o no un Estado Parte; y (ii)


la Corte haya determinado la inadmisibilidad de la causa, tras la
notificación de varias solicitudes concurrentes y la posterior decisión
de admisibilidad; (iii) y posteriormente el Estado requerido deniegue
la extradición al Estado requirente; (iv) entonces el Estado requerido
notificará su decisión a la Corte, en caso de que la decisión sobre la
admisibilidad de la Corte se haya tomado basándose en la habilidad de
enjuiciamiento del Estado requirente (artículo 90.8 ER).

VIII. Cuando (i) la conducta de la persona solicitada sea distinta en la


solicitud de la Corte y en la solicitud del Estado; (ii) ya sea que el
Estado requirente sea o no Parte del Estatuto de Roma; y (iii) el
Estado requerido no se encuentre obligado por una norma de derecho
internacional a extraditar la persona al Estado requirente; entonces
(iv) el Estado requerido deberá dar preferencia a la solicitud de la
Corte (artículo 90.7.(a) ER).

Cuando todos estos factores se den, el Estado decidirá si entrega la persona a


la Corte o la extradita al Estado requirente. Cuando tome esta decisión
deberá tener en cuenta todos los factores enumerados en el artículo 90(6), en
especial la naturaleza y la gravedad relativas de la conducta de que se trate
(artículo 90.7(b) ER).

Las disposiciones sobre detención y entrega no suponen un tratamiento


distinto de estas materias al previsto en nuestro ordenamiento, pues
precisamente el Estatuto de Roma establece que dichos procedimientos se
harán de conformidad con las disposiciones internas sobre la materia, en lo
que resulten contrarios a los fines del Estatuto.

.1.3.. 4.11.2.1.3. Conflictos con otras obligaciones internacionales

El artículo 98(1) regula la situación de entrega de una persona cuando existe


un conflicto con las obligaciones del Estado bajo el derecho internacional o
con respecto a la inmunidad diplomática de una extranjero o su propiedad.
Como quiera que el cumplimiento de las obligaciones que surjan del
Estatuto de Roma, no puede implicar el incumplimiento de otras
obligaciones internacionales, el citado artículo establece un mecanismo para
resolver los posibles conflictos entre obligaciones internacionales.

El derecho internacional concede inmunidad contra el enjuiciamiento penal


por Estado extranjeros a los Jefes de Estado y oficiales diplomáticos. Sin
embargo, los delitos enumerados por el Estatuto pueden haber sido
cometidos por diplomáticos, Jefes de Estado, oficiales gubernamentales o
por cualquier otra persona que goce de inmunidad diplomática, y la ley
internacional no podrá reconocerles inmunidad alguna contra el
enjuiciamiento por tales crímenes por parte de la Corte Penal Internacional.
Esta determinará si existe alguna inmunidad, cuando se le refiera un caso. Si
concluye que la inmunidad sí existe, podrá dar curso a la solicitud de
entrega, solamente si cuenta primero con la aceptación del Estado de
nacionalidad del acusado de renunciar a la inmunidad. En tal caso, el Estado
requerido que proceda con la entrega no irrespetará sus obligaciones
internacionales de conformidad con la Convención de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas.

Estas disposiciones están dirigidas a facilitar el cumplimiento de los


compromisos internacionales asumidos por Colombia en materia de
cooperación judicial y extradición, así como los de cooperación con la Corte
Penal Internacional en la lucha contra la impunidad en materia de graves
violaciones de derechos humanos y respetan el principio de soberanía
(artículo 9 CP).

.17.2. 4.11.2.2 Solicitud de detención provisional


De conformidad con el artículo 92, la Corte podrá solicitar la detención
provisional, en las siguientes condiciones:

1. En caso de urgencia, la Corte podrá solicitar la detención


provisional de la persona buscada hasta que se presente la
solicitud de entrega y los documentos que la justifiquen de
conformidad con el artículo 91.
2. La solicitud de detención provisional deberá hacerse por
cualquier medio que permita dejar constancia escrita y contendrá:
a) Información suficiente para identificar a la persona buscada y
datos sobre su probable paradero;
b) Una exposición concisa de los crímenes por los que se pida la
detención y de los hechos que presuntamente serían constitutivos
de esos crímenes, inclusive, de ser posible, la indicación de la
fecha y el lugar en que se cometieron;
c) Una declaración de que existe una orden de detención o una
decisión final condenatoria respecto de la persona buscada; y
d) Una declaración de que se presentará una solicitud de entrega
de la persona buscada.
3. La persona sometida a detención provisional podrá ser puesta
en libertad si el Estado requerido no hubiere recibido la solicitud
de entrega y los documentos que la justifiquen, de conformidad
con el artículo 91, dentro del plazo fijado en las Reglas de
Procedimiento y Prueba. Sin embargo, el detenido podrá
consentir en la entrega antes de que se cumpla dicho plazo
siempre que lo permita el derecho interno del Estado requerido.
En ese caso, el Estado requerido procederá a entregar al detenido
a la Corte tan pronto como sea posible.
4. El hecho de que la persona buscada haya sido puesta en
libertad de conformidad con el párrafo 3 no obstará para que sea
nuevamente detenida y entregada una vez que el Estado
requerido reciba la solicitud de entrega y los documentos que la
justifiquen.

Como quiera que el análisis de constitucionalidad del procedimiento de


detención ya se hizo en la parte 4.7.2.2. de esta sentencia, donde se llegó a la
conclusión de que éste resultaba no implicaba un tratamiento diferente al
previsto en nuestro ordenamiento, el examen que hará la Corte en este
momento se refiere únicamente al evento de una solicitud de detención por
razones de urgencia, sin que los documentos que sustentan tal solicitud
hayan sido enviados por la Corte al Estado requerido.

De conformidad con los numerales 1 y 3, una persona puede ser detenida


provisionalmente por razones de urgencia, y permanecer detenida a la espera
de que lleguen los documentos que sustentan la solicitud de detención y de
entrega. El detenido debe ser “llevado sin demora ante la autoridad judicial
competente”, en los términos del artículo 59.2 del Estatuto. Constata la
Corte que los numerales 1 y 3 del artículo 89 son imprecisos en cuanto al
tiempo durante el cual puede permanecer detenida una persona sin que se
pueda examinar al menos los tres aspectos mencionados en el artículo 59.2
del Estatuto (que la orden le es aplicable, que la detención se llevó a cabo
conforme a derecho; y que se han respetado los derechos del detenido), con
lo cual parecería establecer una regla distinta a las disposiciones
constitucionales sobre habeas corpus (artículo 30, CP).

Según lo que establece el Estatuto de Roma, cuando la Corte ya haya


despachado la orden de detención de conformidad con el artículo 58, pero no
cuente con la documentación requerida para fundamentar la solicitud para la
detención y entrega, los artículos 58.1 y 92 le permiten a la Corte Penal
Internacional solicitar al Estado la detención provisional de la persona,
sujeto de la orden. Si la información requerida no está disponible para el
Estado, durante el período de tiempo que establezcan los Estados Partes al
aprobar las Reglas de Procedimiento y Prueba (artículo 92.3 ER), entonces
la persona tendrá que ser liberada, sin perjuicio de que posteriormente se
vuelva a solicitar su detención, una vez que los documentos que
fundamentan la solicitud estén disponibles (artículo 92.4 ER).

El plazo de espera propuesto en el proyecto final de Reglas de


Procedimiento y Prueba, que será sometido a consideración de los Estados
Partes en Asamblea General, es de 60 días. Este plazo puede ser distinto al
que finalmente sea aprobado por la Asamblea. Tal como se analizó en el
capítulo 4.7.2.2. de esta sentencia, la orden escrita de detención proviene de
una autoridad judicial competente y se hace con base en motivos fundados;
durante su trámite se garantizan los derechos de defensa y debido proceso de
la persona a impugnar la solicitud. Así mismo, se asegura que la persona
solicitada no evada la acción de la justicia para impedir que queden en la
impunidad crímenes de guerra, de lesa humanidad o genocidio.

Si bien, tal como se resaltó, existen diferencias sustanciales entre la figura de


la entrega y la extradición, una situación similar a la detención provisional
por razones de urgencia ya ha sido regulada en nuestro ordenamiento para el
caso de solicitudes de extradición y se ha aceptado que el tiempo de espera
de la documentación en esos casos no sea superior a los 60 días. 294

Por lo anterior, encuentra la Corte que si bien el artículo 92 no precisa el


tiempo de espera para completar la información en casos de detención
provisional por razones de urgencia, los Estados Partes podrán precisar un
término al adoptar las Reglas de Procedimiento y Prueba, teniendo en cuenta
la especificidad de las competencias de la Corte, la gravedad de las
conductas y las experiencias nacionales e internacionales en materia de
detención provisional con fines de extradición como parámetro para
determinar una duración razonable para este período de espera de la
documentación que sustenta la solicitud de entrega de una persona a la
Corte. No estima la Corte que en este aspecto, el artículo 92 establezca un
tratamiento diferente al previsto en nuestro ordenamiento nacional.

4.12. Parte X: De la Ejecución de la Pena

.18. 4.12.1. Cuestiones generales

La Parte X del Estatuto de Roma trata de la ejecución de la pena. Consta de


nueve artículos que establecen las reglas generales sobre la ejecución de las
sanciones penales impuestas por la Corte Penal Internacional. Dichos
artículos versan sobre: función de los Estados en la ejecución de las penas
privativas de la libertad (artículo 103), cambio en la designación del Estado
de ejecución (artículo 104), ejecución de la pena (artículo 105), supervisión

294
La Ley 600 de 2000 en su artículo 530, sobre causales de libertad, establece lo siguiente: “La persona
reclamada será puesta en libertad incondicional por el Fiscal General de la Nación, si dentro de los sesenta
(60) días siguientes a la fecha de su captura no se hubiere formalizado la petición de extradición, o si
transcurrido el término de treinta (30) días desde cuando fuere puesta a disposición del Estado requirente,
éste no procedió a su traslado. En los casos aquí previstos, la persona podrá ser capturada nuevamente por
el mismo motivo, cuando el Estado requirente formalice la petición de extradición u otorgue las
condiciones para el traslado.” Por su parte, en el artículo 10 del Tratado Multilateral de Extradición,
aprobado en la VII Conferencia Internacional Americana aprobada en Montevideo y adoptada como
legislación interna por la Ley 75 de 1935, se establece un período máximo de detención de dos meses.
de la ejecución de la pena (artículo 106), traslado una vez cumplida la pena
(artículo 107), limitaciones al enjuiciamiento o la sanción por otros delitos
(artículo 108), ejecución de multas y órdenes de decomiso (artículo 109),
examen de una reducción de la pena (artículo 110) y evasión (artículo 111).

El artículo 103 atribuye a la Corte Penal Internacional la facultad de


designar al Estado en el que habrá de ejecutarse la pena de la lista de Estados
que han manifestado estar dispuestos a recibir condenados. Dicha facultad
de la Corte es discrecional pero no arbitraria; ella debe ejercerse de
conformidad con los criterios consignados en el numeral 3 del mismo
artículo 103, entre los cuales se encuentra el principio de distribución
equitativa de las cargas entre los Estados Parte en relación con su
responsabilidad por la ejecución de las penas privativas de la libertad. Entre
éstos resalta, por su carácter humanitario, el que la opinión y la nacionalidad
del condenado sean tenidas en cuenta a la hora de determinar el Estado de
ejecución de la pena. El Estado designado debe resolver sin demora si acepta
la designación, para lo cual puede poner condiciones (ver sección 4.12.2), o
la rechaza. En caso de no poder designarse a un Estado para la ejecución de
la pena, ésta la corresponde a los Países Bajos país sede de la Corte Penal
Internacional (artículo 103. 4 ER.). De cualquier forma, la Corte puede en
todo momento decidir sobre el traslado del condenado a una prisión de otro
Estado (artículo 104. 1 ER) y supervisar la ejecución de la pena (artículo
106. 1 ER), así las condiciones de reclusión se rijan por la legislación del
Estado de ejecución con sujeción a las normas generalmente aceptadas de las
convenciones internacionales sobre el tratamiento de los reclusos (artículo
106. 3 ER).

Es importante resaltar que el Estado de ejecución no puede modificar la pena


privativa de la libertad en ningún caso (artículo 105. 1 ER), y la decisión
relativa a una posible apelación o revisión es de competencia exclusiva de la
Corte (artículo 105. 2 ER). Toda reducción de la pena debe ser decidida por
la Corte luego de que se hayan cumplido las dos terceras partes de la pena o
25 años de prisión en el caso de cadena perpetua (artículo 110. 1 ER), de
conformidad con los factores señalados en el numeral 4 del artículo 110. En
caso de rechazo a la solicitud de reducción de la pena, la Corte debe
examinar periódicamente la cuestión de conformidad con lo dispuesto en las
Reglas de Procedimiento y Prueba (artículo 110. 5 ER).

Una vez el condenado cumpla la pena, éste puede ser trasferido a otro
Estado que esté obligado a recibirlo o a un Estado que consienta en hacerlo,
para lo que debe contarse con la anuencia del condenado. El Estado de
ejecución puede decidir si lo autoriza a permanecer en su territorio (artículo
107 ER).

El artículo 108 del Estatuto regula lo concerniente a las solicitudes de


extradición del condenado. El principio general es que el Estado de
ejecución no puede extraditar a otro Estado a un condenado por una
conducta anterior a su entrega al Estado de ejecución, a menos que la Corte
así lo apruebe luego de oír al condenado (artículo 108. 1 y 2 ER). El citado
principio deja de ser aplicable en caso de que el condenado permanezca de
manera voluntaria por más de 30 días en el Estado de ejecución luego de
haber cumplido la totalidad de la pena a él impuesta, o regrese a dicho
Estado después de haber salido de él (artículo 108. 3 ER)

La ejecución de las penas de multa y de las órdenes de decomiso se hacen


efectivas según el derecho interno de los Estados Parte y teniendo en cuenta
los derechos de terceros de buena fe, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 109 del Estatuto.

Finalmente, el artículo 111 regula el caso de la evasión del condenado. El


Estado de ejecución puede solicitar al Estado donde se encuentre el prófugo,
de conformidad con los acuerdos bilaterales y multilaterales vigentes, que lo
entregue, o pedir a la Corte que solicite la entrega según las normas sobre
cooperación internacional y asistencia judicial. En todo caso, la Corte Penal
Internacional puede determinar si envía de nuevo al condenado que ha
evadido el cumplimiento de la pena de nuevo al Estado de ejecución o a otro
diferente que la Corte indique (artículo 111 ER).

Las anteriores disposiciones del Estatuto de Roma referentes a la ejecución


de la pena no establecen un tratamiento diferente al previsto en la
Constitución. En efecto, en materia del traslado del condenado 295 a una
prisión de otro Estado (artículo 104. 1 ER) por decisión de la Corte Penal
Internacional, de la extradición296 de un condenado a otro Estado por una
295
Corte Constitucional, sentencia C-394 de 1995, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
296
Corte Constitucional, sentencias 622 de 1999, M.P. José Gregorio Hernández Galindo. En esta ocasión la
Corte puntualizó respecto a la constitucionalidad de la extradición de nacionales aspectos importantes que
también tendrían relevancia en el caso de la extradición, por decisión de la Corte Penal Internacional, de un
condenado por parte del Estado de ejecución (por ejemplo Colombia) a otro Estado. Sostuvo la Corte:
“(E)l artículo 35 de la Constitución Política, tal como quedó redactado a partir del Acto Legislativo número
1 de 1997, señala que la extradición se podrá solicitar, conceder u ofrecer de acuerdo con los tratados
públicos y de manera supletoria por la ley. La norma, modificando el alcance restrictivo que se había
consagrado en el texto original de la Constitución de 1991, facultó a las autoridades competentes para
conducta anterior a su entrega al Estado de ejecución (artículo 108 ER) o de
la pena del decomiso297 (artículo109), la jurisprudencia constitucional
colombiana ha admitido la constitucionalidad de medidas semejantes a estas.

.19. 4.12.2. Cuestión especial

La posibilidad de poner condiciones para la ejecución de penas privativas de


la libertad, que otorga el artículo 103 del Estatuto de Roma a los Estados que
han manifestado su disposición de recibir a condenados, plantea el problema
de determinar si ello implica un tratamiento diferente del principio de
igualdad (artículo 13 CP.) en la ejecución penal puesto que las condiciones
pueden variar de Estado a Estado. Dice el artículo 103 en lo pertinente:

“Artículo 103
Función de los Estados en la ejecución de las penas privativas de
libertad

1. a) La pena privativa de libertad se cumplirá en un Estado


designado por la Corte sobre la base de una lista de Estados que
hayan manifestado a la Corte que están dispuestos a recibir
condenados;
b) En el momento de declarar que está dispuesto a recibir
condenados, el Estado podrá poner condiciones a reserva de que
sean aceptadas por la Corte y estén en conformidad con la
presente parte;
c) El Estado designado en un caso determinado indicará sin
demora a la Corte si acepta la designación (...).

En relación con este punto, en las discusiones preparatorias del Estatuto se


planteó si los Estados que aceptaren recibir a un condenado podrían poner
condiciones para ello. Por ejemplo, Francia advirtió sobre su intención de
aceptar personas condenadas sólo bajo la condición de que la solicitud de un
posible indulto pudiese realizarse en Francia298. Finalmente se llegó a un
consenso entre las partes que quedó plasmado en artículo 103 del Estatuto.

conceder la extradición de nacionales colombianos por nacimiento, por delitos cometidos en el exterior que
sean considerados como tales en la legislación penal colombiana. Las excepciones quedaron señaladas de
manera expresa en el precepto constitucional: no procede la extradición por delitos políticos ni tampoco
cuando se trate de hechos cometidos con anterioridad a la promulgación del Acto Legislativo.”
297
Corte Constitucional, sentencias C-674 de 1999;
298
Kress, Claus, op. cit. p. 347.
Se trata de un acuerdo en el que efectivamente el Estado potencialmente
receptor de personas condenadas puede manifestar las condiciones bajo las
cuales admite constituirse en Estado de ejecución penal en un caso concreto.
Pero el ejercicio de la facultad de condicionar la recepción de un condenado
se sujeta a la aceptación de la Corte – que en caso contrario procede a
designar a otro Estado para la ejecución de la pena – y al respeto a las reglas
consignadas en la Parte X del Estatuto. Es por ello que el artículo 103,
numeral 1 literal b) debe ser interpretado a la luz de los demás artículos del
Estatuto que reglamentan la ejecución de la pena, en especial el artículo 103
numeral 2 literal a), el artículo 105 numeral 1 y el artículo 110.

A partir de la interpretación sistemática de estas disposiciones es posible


concluir que la aceptación de condiciones impuestas por los Estados de
ejecución para recibir condenados no supone un tratamiento diferente del
principio constitucional de la igualdad (artículo 13 CP.) en materia del
cumplimiento de la sanción penal. En efecto, el Estado condicionante se
obliga a no modificar la pena privativa de la libertad impuesta por la Corte
en caso alguno (artículo 105. 1 ER). Además, el Estado condicionante se
obliga a notificar a la Corte “cualesquiera circunstancias, incluido el
cumplimiento de las condiciones aceptadas con arreglo al párrafo 1, que
pudieren afectar materialmente a las condiciones o la duración de la
privación de libertad.” (artículo 103. 2 lit. a) ER), de forma que la Corte sea
la que decida sobre la solicitud de revisión sin que el Estado de ejecución
pueda poner obstáculos para que el condenado presente una solicitud de esa
índole (artículo 105. 2 ER). El artículo 103 ordena a los Estados de
ejecución, poner en conocimiento de la Corte las circunstancias conocidas o
previsibles con una antelación mínima de 45 días, sin que durante ese
período de tiempo pueda adoptar medida alguna que contraríe el artículo 110
del Estatuto, que exige el cumplimiento como mínimo de dos terceras partes
de la pena o 25 años de prisión para el caso de cadena perpetua, para
examinar si la pena puede reducirse (artículo 110.3 ER). Con esta última
disposición se disipa el cuestionamiento planteado, ya que en cualquier caso
todos los condenados tienen que cumplir en igualdad de condiciones las
sanciones penales impuestas por la Corte, sin posibilidad de una reducción
de la pena por debajo del mínimo establecido en el Estatuto. En
consecuencia, la disposición aquí estudiada no implica un tratamiento
diferente del derecho a la igualdad.
4.13. Parte XI: Asamblea de los Estados Parte

La parte XI del Estatuto contiene un solo artículo, el 112, que versa sobre la
Asamblea de los Estados Partes.

La Asamblea se encarga, entre otras funciones, examinar y aprobar las


recomendaciones de la Comisión Preparatoria, de supervisar el
funcionamiento de la Corte y de sus órganos y de las demás funciones que se
contemplen en el mismo o en las Reglas de Procedimiento y Prueba (artículo
112.2 ER).

El Estatuto señala que se hará todo lo posible para que las decisiones sean
adoptadas por consenso. En caso de que ello no sea posible, se prevé que las
decisiones sobre cuestiones de fondo sean aprobadas por no menos dos
tercios de los votos, siempre y cuando haya quórum el cual será de la
mayoría absoluta de los Estados Partes. Las decisiones sobre cuestiones de
procedimiento requieren de la mayoría simple de los Estados Partes
presentes y votantes. Cada Estado tendrá un voto (artículo 112.7 ER).

De esta forma, busca el Estatuto elevar el consenso y la negociación entre


los Estados Partes a mecanismo principal para la adopción de las decisiones
y reservar la votación sólo para los casos en los que el consenso no sea
posible, principio cuya compatibilidad con la Constitución ya fue subrayado
por esta Corte.

Se contempla también la creación de una Mesa compuesta por un Presidente


dos Vicepresidentes y 18 miembros, cuya función consiste en prestar
asistencia a la Asamblea en el desempeño de sus funciones (artículo 112.3
ER).

Este órgano busca facilitar las funciones de la Asamblea, lo cual resulta


razonable si se tiene en cuenta que ésta estará conformada por un número
creciente de Estados Partes de diversas culturas y tradiciones jurídicas de
todo el planeta.

La Corte Constitucional destaca que el derecho al voto se encuentra sujeto al


pago de las respectivas contribuciones de los Estados Partes en los
siguientes términos: "El Estado Parte que esté en mora en el pago de sus
contribuciones financieras a los gastos de la Corte no tendrá voto en la
Asamblea ni en la Mesa cuando la suma adeudada sea igual o superior al
total de las contribuciones adeudadas por los dos años anteriores completos.
La Asamblea podrá, sin embargo, permitir que dicho Estado vote en ella y en
la Mesa si llegare a la conclusión de que la mora se debe a circunstancias
ajenas a la voluntad del Estado Parte" (artículo 112.8 ER).

Se resalta el alcance de la regla: el ejercicio del derecho al voto se


condiciona a que el Estado Parte no tenga una deuda igual o superior a las
contribuciones de los dos años anteriores. Ello ofrece flexibilidad sin
menoscabar la solidez del compromiso que supone ser Estado Parte. En
efecto, un Estado podría atrasarse en el pago de la cuota correspondiente a
un año e incluso a más (lo cual sería posible en caso de pagos parciales) sin
perder su voto, siempre y cuando su deuda no llegue al máximo señalado,
v.gr. lo que le corresponde pagar por la suma de los dos años anteriores. E
incluso si esta deuda fuese superior a dicha suma, el Estado deudor podría
votar si, en concepto de la Asamblea, ello obedece a circunstancias ajenas a
la voluntad del Estado Parte.

Así, el Estatuto contempla un mecanismo que facilita la sostenibilidad


financiera de la institución y promueve la seriedad del compromiso de todos
los Estados Partes pero que, al mismo tiempo, contiene condiciones flexibles
para asegurar el derecho al voto de los Estados deudores y abre la
posibilidad de que Estados que, por razones ajenas a su voluntad se han visto
en la imposibilidad de cumplir sus obligaciones económicas, puedan ejercer
dicho derecho.

Se subraya que la suspensión del derecho al voto no suspende la


competencia de la Corte Penal Internacional en el territorio del Estado
deudor, lo cual es una garantía para su efectividad y para la adecuada
protección de los derechos de las personas de tal Estado.

4.14. Parte XII: De la Financiación

La Parte XII del Estatuto se limita a reglamentar lo relativo al régimen de


financiación y de gasto de la Corte y de las reuniones de la Asamblea de los
Estados Partes.

El Estatuto establece que tales gastos se financiarán por medio de las cuotas
de los Estados Partes y de fondos provenientes de las Naciones Unidas, "en
particular respecto de los gastos efectuados en relación con cuestiones
remitidas por el Consejo de Seguridad" (artículo 115 ER).
Esta Corporación resalta que el Estatuto prevé la posibilidad de que la Corte
reciba y utilice "contribuciones voluntarias de gobiernos, organizaciones
internacionales, particulares, sociedades y otras entidades, de conformidad
con los criterios en la materia que adopte la Asamblea de los Estados Partes"
(artículo 116 ER), que la cuota de los Estados Partes será prorrateada con
base en la escala adoptada por las Naciones Unidas (artículo 117 ER) y que
la comprobación anual de cuentas estará a cargo de un auditor independiente
(artículo 118 ER).

La utilización de esta escala conduce a que el cálculo de los aportes se


realice de acuerdo con la capacidad económica de los Estados Partes.

4.15. Parte XIII: Cláusulas finales

Esta Parte, denominado “Cláusulas finales”, contiene 10 artículos (artículos


119 a 128, ER), que establecen los mecanismos de solución de controversias,
la prohibición de reservas, la regulación de las enmiendas sobre
disposiciones sustantivas y las que se refieren a disposiciones de carácter
institucional, la revisión del Estatuto, la posibilidad de suspender
transitoriamente la competencia de la Corte Penal Internacional respecto de
los crímenes de guerra, el procedimiento de firma, ratificación, aceptación,
aprobación o adhesión, la entrada en vigor, la denuncia y la determinación
de los textos auténticos. Estas disposiciones armonizan plenamente con la
regulación prevista por la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de
los tratados.

.20. 4.15.1. La prohibición de reservas

Dentro de las cláusulas finales, se destaca la prohibición de reservas que


consagra el artículo 120 del Estatuto. Según esta disposición, sobre la que
existió una amplia polémica en un inicio, pero que luego alcanzó un amplio
consenso en apoyo a la especialidad y efectividad del tratado, los Estados
que se hagan parte del Estatuto, aceptan sus normas, tal y como fueron
adoptadas en la Conferencia de Roma de 1998. El acuerdo logrado en torno
a esta norma, impide condicionar la manifestación de voluntad a las
condiciones propias del derecho interno de los Estados Parte, lo que ha
llevado que en buena parte de ellos adopten medidas de carácter jurídico
para que el derecho interno se adecue a lo dispuesto por el tratado. En el
caso colombiano esto se hizo mediante el Acto Legislativo 02 de 2001.299

La prohibición de reservas no es extraña en el derecho internacional de los


tratados, especialmente cuanto se trata de la creación de organismos
internacionales,300 pues la vinculación a la Corte Penal Internacional
mediante la ratificación del Estatuto de Roma se producirá mediante la
expresión libre y soberana del consentimiento de Colombia en obligarse y
aceptar las disposiciones del Estatuto.

.21. 4.15.2. La posibilidad de enmendar y revisar el Estatuto de


Roma

En cuanto a las enmiendas, el Estatuto establece que cualquier Estado Parte


podrá proponerlas, transcurridos siete años desde su entrada en vigor
(artículo 121.1 ER). Esta disposición es fruto del acuerdo logrado entre
aquellos Estados que sugerían que las enmiendas se pudieran formular en
cualquier momento y entre quienes proponían que ello fuera admisible
después de los 10 años siguientes a su entrada en vigor.

299
A pesar de esta prohibición, no ha sido extraño que los Estados consignen declaraciones al ratificar el
Estatuto de Roma en relación con la determinación de la autoridad competente a través de la cual se
tramitarán las solicitudes de cooperación que haga la Corte Penal Internacional, la reafirmación de la
legalidad del empleo de armas nucleares. Algunos Estados, como por ejemplo, Francia, han incluido
declaraciones interpretativas de varias disposiciones del Estatuto, de las cuales se resaltan las siguientes:
“2. Las disposiciones del artículo 8 del Estatuto, en particular el parágrafo 2 b, se refiere exclusivamente a
las armas convencionales y no regula ni prohíbe el posible uso de armas nucleares ni desconoce otras reglas
del derecho internacional aplicable a otras armas necesarias para que Francia ejerza su derecho inherente de
legítima defensa, a menos que las armas nucleares u otras armas a las que se refiere el Estatuto lleguen a ser
en el futuro objeto de prohibición integral y específica en un anexo al Estatuto, mediante la adopción de
una enmienda de conformidad con las provisiones de los artículos 121 y 123”;
“3. El gobierno de la República Francesa considera que el término “conflicto armado” empleado en el
artículo 8, parágrafos 2 (b) y (c), no incluye en ese contexto, la comisión de crímenes ordinarios, incluido el
terrorismo, ya sea que ocurran de manera colectiva o aislada”;
“4. La situación descrita en el artículo 8, parágrafo 2 (b) (xxiii) del Estatuto, no impide que Francia dirija
ataques contra objetivos considerados como militares bajo el derecho internacional humanitario.
(Traducción no oficial)
300
Dada la naturaleza de los tratados constitutivos de organizaciones internacionales, es difícilmente
concebible que las reglas relativas a los órganos de la organización sean distintas para los distintos
miembros de la organización, por lo cual no es extraña la prohibición de reservas. La mayoría de los
tratados constitutivos de organizaciones internacionales guardan silencio al respecto (tal como la Carta de
las Naciones Unidas, la Carta de la OEA, el Estatuto del Consejo de Europa, el Pacto Atlántico constitutivo
de la OTAN).
El artículo 123 dispone que siete años después de la iniciación de la vigencia
del Estatuto, el Secretario General de las Naciones Unidas convocará a una
Conferencia de Revisión. Posteriormente a la Conferencia, la Asamblea
considerará aquéllas enmiendas propuestas por los Estados Partes, de
conformidad con el artículo 121. La Asamblea y el Secretario General
podrán convocar a conferencias de revisión posteriores cuando lo consideren
necesario. Asuntos como la inclusión de nuevas conductas tales como el
terrorismo o el tráfico internacional de drogas ilegales a la lista de crímenes
de la competencia de la Corte o modificación de algunos de los crímenes
incluidos en el artículo 5, así como la definición y asuntos jurisdiccionales
referentes al crimen de agresión deberán ser discutidos en la Conferencia de
Revisión.

En términos generales, el derecho a enmendar el Estatuto, las Reglas de


Procedimiento y Prueba y los Elementos de los Crímenes es uno de los
derechos más importantes de los Estados que ratifiquen o adhieran al
Estatuto. Debido a que las reformas podrían cambiar la relación de los
Estados con la Corte establecida en el Estatuto, los Estados Partes tienen
derechos especiales y deberán seguir los procedimientos específicos para la
propuesta de enmiendas, así como para su adopción en una reunión de la
Asamblea de Estados Partes.

Las propuestas de enmienda o revisión sólo podrán provenir un Estado


Parte, y deberán ser presentadas al Secretario General de las Naciones
Unidas, quien las distribuirá a los Estados Partes, para su posterior discusión
pasados tres meses desde la fecha de la notificación al Secretario General a
los Estados Parte. Para su adopción se hará en principio por consenso, pero
si no es posible llegar a un acuerdo, se requerirá una mayoría de dos tercios
de los Estados Partes (artículo 121.3 ER). Para la entrada en vigor de la
enmienda se requiere un proceso de ratificación de un número de Estados
Partes igual a los siete octavos.

.21.1. 4.15.2.1. Enmiendas a los crímenes competencia de la Corte

La regla general para las enmiendas es que una vez éstas sean aprobadas
según el trámite establecido, regirán para todos los Estados Partes (artículo
121.4 ER). Sin embargo, se estableció una excepción: las enmiendas a los
artículos 5 (Crímenes de la competencia de la Corte), 6 (Genocidio), 7
(Crímenes de lesa humanidad) y 8 (Crímenes de guerra), sólo regirán para
los Estados Partes que efectivamente las hayan aceptado, un año después de
su ratificación.301

Esta disposición es de gran importancia para la efectividad futura de la


Corte. Es especialmente relevante en el caso del crimen de agresión, ya que
la definición de este crimen no ha sido determinada en una enmienda al
artículo 5 del Estatuto y, por lo tanto, la Corte no podrá ejercer su
competencia con respecto a este delito si es cometido por nacionales o
dentro del territorio de un Estado Parte que no acepte esta enmienda.

.21.2. 4.15.2.2. Enmiendas de carácter exclusivamente institucional

Los Estados Partes podrán proponer algunas enmiendas al Estatuto en


cualquier momento una vez que éste entre en vigor. Se trata de las
enmiendas enumeradas en el artículo 122, referentes a cuestiones de carácter
meramente institucional.

No hay ninguna diferencia con la mayoría de los Estados Partes requerida


para la adopción de la enmienda, pero la entrada en vigor de las enmiendas
en esta categoría es de seis meses después de su aprobación por la mayoría
requerida de Estados Partes, y no un año después de la ratificación o
aprobación, tal y como lo determina el caso del artículo 121. Las enmiendas
a estos artículos se aplican a todos los Estados Partes. No se necesita una
ratificación posterior a la aprobación por un Estado Parte para este tipo de
enmienda.

El artículo 122 identifica aquellas enmiendas específicas que se consideran


de carácter exclusivamente institucional según el Estatuto: el servicio de los
magistrados; algunas disposiciones sobre las cualidades, nominación y
elección de los magistrados; vacantes judiciales; la presidencia; la
organización de las salas; algunas disposiciones sobre la Fiscalía, la
Secretaría, el personal de la Fiscalía y la Secretaría; separación del cargo de
los magistrados, fiscal, fiscal adjunto, secretario o secretario adjunto;
medidas disciplinarias, sueldos, dietas y gastos.

301
Algunos Estados quisieron incorporar una excepción a esta excepción, indicando que en caso de que la
enmienda propuesta reflejara la costumbre internacional, la Asamblea o Conferencia podría decidir que
entrara en vigor inmediatamente para todos los Estados; la propuesta no fue aceptada finalmente.
.21.3. 4.15.2.3. Enmiendas a las Reglas de Procedimiento y Prueba y a
los Elementos de los Crímenes

Tanto los Estados Partes como otras entidades institucionales podrán


proponer enmiendas a las Reglas de Procedimiento y Prueba y a los
Elementos de los Crímenes, las cuales requerirán de una mayoría de dos
tercios de los Estados Partes para ser adoptadas (artículos 9.2 y 51.2 ER). El
procedimiento a seguir es similar al de las enmiendas de carácter
exclusivamente institucional. Además, los Estados Partes podrán sugerir
enmiendas a las Reglas en cualquier momento después de su aprobación por
la Asamblea de Estados Partes (artículos 9.2 y 51.2 (a) ER). Estas enmiendas
deben ser aprobadas por una mayoría de dos tercios de los miembros de la
Asamblea de Estados Partes y entrarán en vigor cuando hayan sido
aprobadas por ese mismo número de Estados Parte.

.21.4. 4.15.2.4. Efecto de las enmiendas al Estatuto y el derecho de


renuncia al Estatuto

Cualquier enmienda al Estatuto traerá consigo el derecho de renuncia


inmediata al Estatuto, salvo dos excepciones: las enmiendas que sean de
carácter exclusivamente institucional señaladas anteriormente; y las
enmiendas a la lista de crímenes de competencia de la Corte. Existen dos
maneras de renunciar por una enmienda al Estatuto: la renuncia específica,
con efecto inmediato, tal y como lo estipula el artículo 121.6, y el rechazo de
enmiendas referentes a la lista de crímenes, tal y como lo estipula el artículo
121.5.

Se podrá optar por la renuncia con efecto inmediato cuando se apruebe una
enmienda por siete octavos de los Estados Partes. Cualquier Estado que no
haya aceptado la enmienda podrá, dentro del año posterior a la entrada en
vigor, renunciar inmediatamente al Estatuto.

La no aceptación de una enmienda referente a la lista de crímenes de


competencia de la Corte le impedirá ejercer su competencia sobre este nuevo
crimen cuando sea cometido por un nacional o dentro del territorio, del
Estado que no aceptó la enmienda. En tales casos, se llevará a cabo el
proceso ordinario de renuncia estipulado en el artículo 127.
Encuentra la Corte Constitucional que las disposiciones sobre enmienda y
revisión del Estatuto de Roma resultan compatibles con la Carta Política,
como quiera que reiteran que la obligatoriedad de tales disposiciones sólo
surgirá una vez Colombia exprese libre y soberanamente su consentimiento,
de conformidad con lo que establece el artículo 9 constitucional.

.21.5. 4.15.2.5. Entrada en vigor

El Estatuto de Roma estipula en su artículo 126 que la Corte Penal


Internacional entrará en vigor el primer día del mes siguiente al sexagésimo
día a partir de la fecha en que se deposite en poder del Secretario General de
las Naciones Unidas el sexagésimo instrumento de “ratificación, aceptación,
aprobación o adhesión”. El sexagésimo Estado ratificó el Estatuto el 1 de
abril de 2002 y, por lo tanto, entró en vigor el 1 de julio de 2002.302

El artículo 124 del Estatuto dispone, exclusivamente en relación con los


crímenes de guerra, que el Estado podrá declarar al hacerse parte del
Estatuto de Roma que “durante un período de siete años contados a partir de
la fecha en que el Estatuto entre en vigor a su respecto, no aceptará la
competencia de la Corte sobre la categoría de crímenes a que se hace
referencia en el artículo 8 cuando se denuncie la comisión de uno de esos
crímenes por sus nacionales o en su territorio”. 303 De conformidad con los
antecedentes del Estatuto, el objetivo de esta disposición es brindar a los
Estados Partes tiempo suficiente para capacitar a todo su personal militar
sobre los requisitos del Estatuto con respecto a los crímenes de guerra, ya
que algunas de las disposiciones del Estatuto podrían ser contrarias a las
obligaciones nacionales existentes.

302
El 20 de junio de 2002, 76 Estados habían ratificado el Estatuto de Roma. Los Estados Partes a esa fecha
eran los siguientes: Andorra, Antigua y Barbuda, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Belice, Benin,
Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Botswana, Brasil, Bulgaria, Camboya, Canadá, Republica Central Africana,
Costa Rica, Croacia, Chipre, República Democrática del Congo, Dinamarca, Dominica, Ecuador, Estonia,
Fidji, Finlandia, Francia, Gabón, Gambia, Alemania, Ghana, Grecia, Honduras, Hungría, Islandia, Irlanda,
Italia, Jordania, Latvia, Lesotho, Liechtenstein, Luxemburgo, Malí, Islas Marshall, Mauricio, Mongolia,
Namibia, Nauru, Países Bajos, Nueva Zelanda, Niger, Nigeria, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Polonia,
Portugal, Rumania, San Marino, Senegal, Sierra Leona, Eslovaquia, Eslovenia, Sudáfrica, España, Suecia,
Suiza, Tayikistán, República de Macedonia de la Antigua Yugoslavia, Trinidad y Tobago, Uganda, Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Uruguay, Venezuela y Yugoslavia
303
Así lo hizo Francia. El texto de la declaración es el siguiente: “Declaración relativa al artículo 124: “En
relación con el artículo 124 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la República Francesa
declara que no acepta la jurisdicción de la Corte en relación con la categoría de crímenes descrita en el
artículo 8, cuando se alegue que ha sido cometida por sus nacionales o en su territorio”. (Traducción no
oficial).
.21.6. 4.15.2.6. Denuncia del Estatuto

El artículo 127 dispone que un Estado Parte podrá denunciar el Estatuto por
medio de una notificación dirigida al Secretario General de las Naciones
Unidas y, con ello, dejará de ser parte del mismo. La denuncia surtirá efecto
un año después de la fecha en que se reciba la notificación, a menos que en
ella se indique una fecha posterior. Esta disposición reafirma el artículo 9
constitucional, que establece el consentimiento como fundamento para
obligarse internacionalmente y además con los principios de derecho
internacional aceptados por Colombia, dentro de los cuales se encuentran las
disposiciones sobre la materia que consagra la Convención de Viena de
1969, sobre el derecho de los tratados.

En conclusión, no encuentra pues que las Cláusulas Finales del Estatuto de


Roma establezcan un tratamiento diferente al empleado en Colombia para el
manejo de sus relaciones internacionales.

4.16. Precisión sobre la relación entre el Estatuto y el ordenamiento


interno

Del análisis material anterior se aprecia que las normas del Estatuto surten
efectos dentro del ámbito de la competencia de la Corte Penal Internacional.
Las disposiciones en él contenidas no remplazan ni modifican las leyes
nacionales de tal manera que a quien delinca en el territorio nacional se le
aplicará el ordenamiento jurídico interno y las autoridades judiciales
competentes al efecto son las que integran la administración de justicia
colombiana. Por ejemplo, ningún juez penal nacional adquiere en virtud del
Estatuto de Roma la facultad de imponer la pena de reclusión a perpetuidad.
Sólo puede hacerlo la Corte Penal Internacional en ejercicio de la
competencia complementaria a ella atribuida por el Estatuto, cuando se den
las condiciones y se cumplan los requisitos en él previstos.

Lo anterior no obsta para que las autoridades colombianas cuando cooperen


con la Corte Penal Internacional y le presten asistencia judicial, en los
términos de las Partes IX y X del Estatuto y demás normas concordantes,
apliquen las disposiciones del tratado dentro del ámbito regulado en él. En
algunas materias, estas disposiciones del Estatuto pueden requerir
desarrollos normativos internos para facilitar la cooperación. De ahí que el
artículo 88 del mismo establezca que “los Estados Parte se asegurarán de
que en el derecho interno existan procedimientos aplicables a todas las
formas de cooperación especificadas en la presente parte”.

Rebasa los alcances del presente análisis material entrar a señalar hipótesis
específicas en las cuales puedan llegar a presentarse controversias
particulares en los linderos de la relación entre el Estatuto y el ordenamiento
interno. En cambio, si estima necesario la Corte subrayar que, sin perjuicio
de la cooperación y la asistencia judicial, existe una frontera entre el ámbito
del Estatuto, es decir, el de la competencia complementaria de la Corte Penal
Internacional, y el ámbito del derecho nacional, es decir, el de la
competencia primigenia de la justicia nacional.

Por lo tanto, resulta procedente advertir que, como el ámbito del Estatuto de
Roma se limita exclusivamente al ejercicio de la competencia
complementaria atribuida a la Corte Penal Internacional y a la cooperación
de las autoridades nacionales con ésta, el tratado no modifica el derecho
interno aplicado por las autoridades judiciales colombianas en ejercicio de
las competencias nacionales que les son propias dentro del territorio de la
República de Colombia. Esto será recogido cuando se resuman las
declaraciones interpretativas en el capítulo V de la presente providencia.

4.17 Precisión sobre los Elementos de los Crímenes y sobre las Reglas de
Procedimiento y Prueba

Durante la discusión de los crímenes que deberían quedar incluidos en el


Estatuto de la Corte Penal Internacional, la mayoría de las delegaciones se
expresaron su preocupación porque en el texto del Estatuto algunos crímenes
no habían sido definidos con suficiente especificidad y claridad, para
alcanzar los altos estándares del derecho penal interno y asegurar que los
principios de legalidad de los delitos y de las penas se garantizaran
plenamente.304

Por esta razón varias delegaciones propusieron que hubiera en el Estatuto


una disposición que precisara los elementos de varios de los crímenes de
competencia de la Corte Penal Internacional, con el fin de darle a ésta,
suficiente guía positiva para la interpretación de tales crímenes. Sin
embargo, las delegaciones no llegaron a un acuerdo sobre el contenido de tal
304
Una inquietud similar ya había sido planteada por varios Estados cuando la Comisión de Derecho
Internacional de las Naciones Unidas solicitó comentarios sobre el Proyecto de Código de Crímenes contra
la Paz y Seguridad de la Humanidad de 1991, que llevó al Proyecto de Código adoptado en 1996.
disposición ni sobre la necesidad de incluirla en el Estatuto. No obstante lo
anterior, y por deferencia con las delegaciones que insistían en ello, se optó
por crear un procedimiento para la redacción de tales elementos a través de
la Comisión Preparatoria, los cuales serían sometidos a la consideración de
los Estados y a su posterior adopción por las dos terceras partes de la
Asamblea de Estados Parte.305 La Comisión también recibió la misión de
elaborar reglas de procedimiento y prueba con miras a su discusión y
adopción por la Asamblea de los Estados Parte. Ambos instrumentos
denominados Elementos de los Crímenes (artículo 9 del E.R.) y Reglas de
Procedimiento y Prueba (artículo 51 del E.R.) fueron preparados y los
anteproyectos definitivos serán considerados por la Asamblea de Estados
Partes en septiembre de 2002.306

La Comisión Preparatoria de la Corte Penal Internacional307 fue aprobada


por la Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas
sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional el 17 de julio de
1998, y se reunió en la Sede de las Naciones Unidas del 16 al 26 de febrero,
del 26 de julio al 13 de agosto y del 29 de noviembre al 17 de diciembre de
1999, del 13 al 31 de marzo, del 12 al 30 de junio y del 27 de noviembre al 8
de diciembre de 2000, y del 26 de febrero al 9 de marzo y del 24 de
septiembre al 5 de octubre de 2001, de conformidad con lo dispuesto en las
resoluciones de la Asamblea General 53/105, de 8 de diciembre de 1998, y
54/105, de 9 de diciembre de 1999.308

Colombia ha participado en la Comisión Preparatoria tanto para la


elaboración de los Elementos de los Crímenes y de las Reglas de
Procedimiento y Prueba.309
305
Ver entre otros, Sunga, Lyal S. La jurisdicción “ratione materiae” de la Corte Penal Internacional. En
Ambos, Kai y Guerrero, Oscar Julián, comp. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Universidad Externado de Colombia, 1999, páginas 236-237 y 266
306
Los documentos de la Corte Penal Internacional pueden consultarse en http://www.un.org/law/icc
307
De conformidad con el párrafo 2 de la resolución F de la Conferencia, la Comisión Preparatoria está
integrada por representantes de Estados que firmaron el Acta Final de la Conferencia Diplomática de
Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional y de
otros Estados que fueron invitados a participar en la Conferencia.
308
De acuerdo con el párrafo 6 de la resolución 53/105 y el párrafo 5 de la resolución 54/105 de la
Asamblea General, el Secretario General invitó a representantes de organizaciones a participar en la
Comisión Preparatoria en calidad de observadores en sus períodos de sesiones y en sus trabajos.
También invitó a representantes de organizaciones intergubernamentales regionales interesadas y a
otros órganos internacionales interesados, incluidos los tribunales internacionales para la ex
Yugoslavia y Ruanda.
309
Entre otros, Colombia presentó más de 50 documentos con comentarios y propuestas para las Reglas de
Procedimientoy Prueba y para la definición delos Elementos del Crimen: PCPICC/1999/WGRPE/DP.2,
PCPICC/1999/WGRPE/DP.4, PCPICC/1999/WGRPE/DP.8, PCPICC/1999/WGRPE/DP.9,
Los artículos 9 y 51 establecen el procedimiento de adopción de los
“Elementos de los crímenes" y de las “Reglas de Procedimiento y Prueba”, a
través de la Asamblea de Estados Partes. Dicen los artículos mencionados:

Artículo 9 Elementos de los crímenes

1. Los Elementos de los crímenes, que ayudarán a la Corte a


interpretar y aplicar los artículos 6, 7 y 8 del presente Estatuto, serán
aprobados por una mayoría de dos tercios de los miembros de la
Asamblea de los Estados Partes.
2. Podrán proponer enmiendas a los Elementos de los crímenes:
a) Cualquier Estado Parte;
b) Los magistrados, por mayoría absoluta;
c) El Fiscal.
Las enmiendas entrarán en vigor cuando hayan sido aprobadas por
una mayoría de dos tercios de los miembros de la Asamblea de los
Estados Partes.
3. Los Elementos de los crímenes y sus enmiendas serán compatibles
con lo dispuesto en el presente Estatuto. (subrayado fuera de texto)

Artículo 51 Reglas de Procedimiento y Prueba

1. Las Reglas de Procedimiento y Prueba entrarán en vigor tras su


aprobación por mayoría de dos tercios de los miembros de la
Asamblea de los Estados Partes.

PCPICC/1999/WGRPE/DP.14, PCPICC/1999/WGRPE/DP.15, PCPICC/1999/WGRPE/DP.16,


PCPICC/1999/WGRPE/DP.24, PCPICC/1999/WGRPE/DP.28, PCPICC/1999/WGRPE/DP.30,
PCPICC/1999/WGRPE/DP.33, PCPICC/1999/WGRPE/DP.36, PCPICC/1999/WGRPE/DP.37,
PCPICC/1999/WGRPE/DP.38, PCPICC/1999/WGRPE/DP.39, PCPICC/1999/WGRPE/DP.40,
PCPICC/1999/WGRPE/DP.41, PCPICC/1999/WGRPE/DP.42, PCPICC/2000/WGRPE(2)/DP.1,
PCPICC/2000/WGRPE(2)/DP.2, PCPICC/2000/WGRPE(2)/DP.3, PCPICC/1999/WGRPE(4)/DP.5,
PCPICC/2000/WGRPE(4)/DP.1, PCPICC/2000/WGRPE(4)/INF/1, PCPICC/2000/WGRPE(5)/DP.1,
PCPICC/2000/WGRPE(6)/DP.1, PCPICC/2000/WGRPE(6)/INF/1, PCPICC/2000/WGRPE/(7)/ DP.1,
PCPICC/2000/WGRPE(8)/ DP.1, PCPICC/2000/WGRPE(9)/DP.1, PCPICC/1999/WGRPE(10)/DP.4,
PCPICC/2000/WGRPE(10)/INF/1, PCPICC/1999/WGEC/DP.2, PCPICC/1999/WGEC/DP.3,
PCPICC/1999/WGEC/DP.15, PCPICC/1999/WGEC/DP.16, PCPICC/1999/WGEC/DP.23,
PCPICC/1999/WGEC/DP.26, PCPICC/1999/WGEC/DP.28, PCPICC/1999/WGEC/DP.29,
PCPICC/1999/WGEC/DP.30, PCPICC/1999/WGEC/DP.31, PCPICC/1999/WGEC/DP.32,
PCPICC/1999/WGEC/DP.33, PCPICC/1999/WGEC/DP.34, PCPICC/1999/WGEC/DP.40,
PCPICC/1999/WGEC/DP.41, PCPICC/1999/WGEC/DP.43, PCPICC/1999/WGEC/DP.44,
PCPICC/2000/WGEC/DP.1, PCPICC/2000/WGEC/DP.2, PCPICC/2000/WGEC/DP.3,
PCPICC/2000/WGEC/DP.4
2. Podrán proponer enmiendas a las Reglas de Procedimiento y
Prueba:
a) Cualquier Estado Parte;
b) Los magistrados, por mayoría absoluta; o
c) El Fiscal.
Las enmiendas entrarán en vigor tras su aprobación en la Asamblea
de los Estados Partes por mayoría de dos tercios.
3. Una vez aprobadas las Reglas de Procedimiento y Prueba, en casos
urgentes y cuando éstas no resuelvan una situación concreta suscitada
en la Corte, los magistrados podrán, por una mayoría de dos tercios,
establecer reglas provisionales que se aplicarán hasta que la
Asamblea de los Estados Partes las apruebe, enmiende o rechace en
su siguiente período ordinario o extraordinario de sesiones.
4. Las Reglas de Procedimiento y Prueba, las enmiendas a ellas y las
reglas provisionales deberán estar en consonancia con el presente
Estatuto. Las enmiendas a las Reglas de Procedimiento y Prueba, así
como las reglas provisionales, no se aplicarán retroactivamente en
detrimento de la persona que sea objeto de la investigación o el
enjuiciamiento o que haya sido condenada.
5. En caso de conflicto entre las disposiciones del Estatuto y las de
las Reglas de Procedimiento y Prueba, prevalecerá el Estatuto.
(subrayado fuera de texto)

Si bien esta Corte no se detiene a analizar la naturaleza jurídica a la luz del


derecho internacional de los “Elementos del Crimen” y de las “Reglas de
Procedimiento y Prueba”, resalta que estos instrumentos tienen las
siguientes características:

III. Su adopción es competencia de la Asamblea de Estados Partes.


En ello existe una diferencia clara con las experiencias anteriores
relativas a los tribunales penales internacionales puesto que aspectos
centrales que ahora corresponden al contenido de estos instrumentos
podían ser adoptados por los propios tribunales a manera de
reglamentos del órgano judicial internacional;310

IV.Requieren para su aprobación del voto favorable de las dos terceras


partes de los miembros de dicha Asamblea;
310
Por ejemplo, ver el artículo 15 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional Ad Hoc para la ex
Yugoslavia, el artículo 14 del Estatuto del Tribunal correspondiente para Ruanda y el artículo 13 de la Carta
del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg.
V. Deben ser compatibles con lo establecido en el Estatuto de Roma;

VI. No modifican el Estatuto de Roma;

VII. Los Estados Partes aceptan su procedimiento de adopción al


momento de ratificar el tratado, así como las reglas sobre su entrada
en vigor;

VIII. Tienen como función: i) ayudar a interpretar y aplicar las


disposiciones del Estatuto (en el caso de los Elementos de los
Crímenes para interpretar los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto); y ii)
especificar las reglas de procedimiento y de prueba que deberá seguir
la Corte Penal Internacional en el ejercicio de sus competencias (en el
caso de las Reglas de Procedimiento y Prueba).

El tratamiento previsto para la adopción de estos dos instrumentos es


diferente del establecido en el artículo 5.2 para la definición del crimen de
agresión, según el cual dicha definición así como la consecuente
competencia de la Corte Penal Internacional en esa materia tienen las
características de una enmienda a un tratado, 311 o de una revisión del mismo,
cuya entrada en vigor depende de un proceso de aceptación posterior por los
Estados. Los artículos mencionados dicen lo siguiente:

Artículo 5 Crímenes de la competencia de la Corte. (...)


2. La Corte ejercerá competencia respecto del crimen de agresión una
vez que se apruebe una disposición de conformidad con los artículos
121 y 123 en que se defina el crimen y se enuncien las condiciones en
las cuales lo hará. Esa disposición será compatible con las
disposiciones pertinentes de la Carta de las Naciones Unidas.

Si bien los Elementos de los Crímenes y las Reglas de Procedimiento y


Prueba no están, a diferencia de las enmiendas sobre el crimen de agresión,
llamados a modificar el Estatuto, tampoco cumplen la función de los
acuerdos bilaterales de simple ejecución ni son reglamentos adoptados por la
311
La regla general sobre la enmienda de los tratados está expuesta en el artículo 39 de la Convención de
Viena de 1969, sobre derecho de los tratados entre Estados: “ Un tratado podrá ser enmendado por acuerdo
entre las partes. Se aplicarán a tal acuerdo las normas enunciadas en la Parte II, salvo en la medida en que
el tratado disponga otra cosa.” La enmienda supone, por general, que todas las partes del tratado inicial
suscriban el tratado que lo enmienda. En el Estatuto, los artículos 121 y 123 regulan los procedimientos
para introducir modificaciones al Estatuto de Roma.
Corte Penal Internacional. Dependen de la voluntad de una mayoría
calificada de los Estados Parte reunidos en Asamblea y su entrada en vigor
esta sujeta a que se alcance dicha mayoría.

Cuando el Estado colombiano participe en dicha Asamblea podrá expresar


su posición a partir tanto de criterios relativos a la conveniencia como a la
conformidad con el derecho internacional y el derecho constitucional
nacional, en especial, respecto de la salvaguarda de los derechos de las
personas.

Puede ocurrir que el Estado colombiano, por razones de orden jurídico o de


conveniencia, exprese su desacuerdo con alguna disposición de estos
instrumentos o no se haya encontrado dentro de los países que finalmente
integraron la mayoría que los adoptó. Ello no afecta su condición de Estado
Parte con los derechos y obligaciones que se derivan del tratado. En este
caso, el propio Estatuto de Roma admite la posibilidad de que,
posteriormente y dentro del término que estime prudencial, un Estado Parte
presente enmiendas a tales instrumentos, las cuales también entran en vigor
después de su aprobación por las dos terceras partes de los miembros de la
Asamblea.

En este orden de ideas, la Corte concluye que, los artículos 9 y 51 del


Estatuto de Roma, relativos a los Elementos del Crimen y a las Reglas de
Procedimiento y Prueba cuya adopción compete a la Asamblea de los
Estados Partes por una mayoría de los dos tercios de sus miembros, no
sustraen dichos instrumentos de la aprobación por el Congreso de la
República ni del control constitucional previstos en la Constitución Política.

4.18. Declaraciones admitidas por el Estatuto

Antes de indicar las conclusiones finales del análisis material anterior, la


Corte subraya, primero, que el Estatuto de Roma no admite reservas
(artículo 120 E.R) y, segundo, que el estudio del contenido del Estatuto
efectuado por la Corte tiene las especificidades mencionadas en el apartado
2 de las consideraciones.

Adicionalmente, se constata que numerosos Estados han formulado


declaraciones interpretativas al momento de ratificar el tratado. Tales
declaraciones se diferencian de las declaraciones de ejecución previstas
expresamente en el propio Estatuto, atinentes al conducto de cooperación
(artículo 87, párrafo 1, literal a), al idioma en que está se llevará a cabo
(artículo 87, párrafo 2), a la disposición del Estado a recibir condenados con
sujeción a las condiciones que éste ponga y que sean aceptadas por la Corte
Penal por estar en conformidad con el Estatuto (artículo 103, párrafo 1), y a
la no aceptación de la competencia durante un periodo de siete años de la
Corte Penal Internacional únicamente por crímenes de guerra cuando se
denuncie la comisión de uno de tales crímenes por sus nacionales o en su
territorio (artículo 124).

Las declaraciones interpretativas formuladas por los Estados han sido de


diverso tipo, v.gr., de alcance político, de orden militar, de precisión de la
relación del Estatuto con algún aspecto del derecho internacional, y de
aclaración del significado del Estatuto a la luz de las normas constitucionales
del respectivo Estado. Estas últimas han recaído tanto sobre normas
específicas del Estatuto de Roma como sobre el tratado en general.312

Nada se opone a que el Estado colombiano también haga declaraciones


interpretativas a través del órgano competente para ello. Nada impide,
tampoco, que dentro del principio de colaboración armónica que orientó el
análisis constitucional del Estatuto de Roma, la Corte pase a sintetizar las
siguientes conclusiones finales.

4.19. Resumen de los principales tratamientos diferentes

Por lo expuesto en esta sentencia, concluye la Corte que la Ley 742 de 2002,
por medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional y el correspondiente tratado son constitucionales.

Luego de analizar el contenido del Estatuto de Roma, la Corte encontró que


algunas de sus disposiciones establecen tratamientos diferentes a los
previstos en nuestro ordenamiento constitucional, los cuales fueron
expresamente autorizados por el Acto Legislativo No. 02 de 2001, siempre
que se refieran a materias sustanciales y éstas surtan efectos exclusivamente
dentro del ámbito de la materia regulada en el Estatuto. Entre dichas
disposiciones se destacan las siguientes:

312
Las declaraciones interpretativas pueden ser consultadas en la siguiente página Web:
http://www.un.org/law/icc
1) Los artículos 6, 7 y 8 del Estatuto de Roma describen tres de las
categorías de crímenes internacionales sobre las cuales la Corte Penal
Internacional podrá ejercer su competencia: el genocidio, los crímenes de
lesa humanidad y los crímenes de guerra. Tales descripciones denotan un
grado de precisión, certeza y claridad aceptado en el derecho penal
internacional que resulta menos estricto que el exigido en nuestro
ordenamiento interno. Este tratamiento diferente del principio de legalidad
que hace el Estatuto de Roma ha sido autorizado por el Acto Legislativo No.
02 de 2001.

2) El artículo 27 del Estatuto de Roma regula la improcedencia del cargo


oficial como excusa para sustraerse del juzgamiento de la Corte Penal
Internacional. Dicha disposición consagra un tratamiento diferente a los
fueros especiales, a las inviolabilidades de los congresistas y al régimen de
investigación y juzgamiento de otros altos funcionarios, consagrados en
nuestra Carta, el cual fue autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de 2001.
Dicho tratamiento especial, sólo será aplicable en el evento en que la Corte
Penal Internacional ejerza su competencia complementaria y no modifica las
disposiciones internas correspondientes.

3) El artículo 28 del Estatuto de Roma establece la responsabilidad de jefes


militares, ya sea de un ejército regular o de un grupo armado irregular, por
crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional cometidos por
fuerzas bajo su mando. Así mismo, extiende la responsabilidad del
comandante a superiores civiles respecto de crímenes cometidos por sus
subordinados en las circunstancias establecidas en el Estatuto de Roma. Este
sistema de responsabilidad especial fue autorizado por el Acto Legislativo
No. 02 de 2001 para los casos que lleguen al conocimiento de la Corte Penal
Internacional.

4) El artículo 29 del Estatuto establece la imprescriptibilidad de los crímenes


de competencia de la Corte Penal Internacional. Esta disposición consagra
un tratamiento diferente al previsto en nuestro ordenamiento constitucional
en el artículo 28 de la Carta. Tal tratamiento especial sólo será aplicable por
la Corte Penal Internacional cuando ejerza su competencia complementaria
para investigar y juzgar cualquiera de los crímenes previstos en el Estatuto,
así la acción penal o la sanción penal para los mismos haya prescrito según
las normas jurídicas nacionales. Este tratamiento especial fue expresamente
autorizado por el constituyente derivado a través del Acto Legislativo No. 02
de 2001.
5) De las causales eximentes de responsabilidad penal consagradas en los
artículos 31, 32 y 33 del Estatuto de Roma, encontró la Corte que sólo las
causales referidas a la legítima defensa de la propiedad en casos de crímenes
de guerra (numeral 1, literal c) del artículo 31 ER) y la regulación del
principio de obediencia debida (artículo 33 ER), establecen un tratamiento
diferente al previsto en la Carta. Tales justificaciones han sido sometidas a
requisitos concretos que difieren de los establecidos en la Constitución,
como por ejemplo, el hecho de que sólo se aplica a crímenes de guerra.
Dicho tratamiento especial fue autorizado por el Acto Legislativo No. 02 de
2001 y, en virtud del principio de complementariedad, dichas causales
podrán ser esgrimidas, de conformidad con el Estatuto de Roma, ante la
Corte Penal Internacional, una vez ésta haya asumido el conocimiento de un
caso concreto.

6) En el artículo 77.1, literal b) del Estatuto faculta a la Corte Penal


Internacional a imponer la pena de reclusión a perpetuidad. Este tratamiento
diferente de la prohibición de la prisión perpetua que consagra el artículo 34
de la Carta, fue autorizado el Acto Legislativo No. 02 de 2001, pero no
habilita a las autoridades nacionales a aplicar este tipo de pena cuando
juzguen alguno de los crímenes señalados en el Estatuto de Roma.

7) En los artículos 61, párrafo 2, literal b y 67, párrafo 1, literal d, se admite


la posibilidad de que la Corte Penal Internacional determine si es en interés
de la justicia que una persona investigada o enjuiciada por ella esté
representada por un abogado, lo cual abre la puerta no sólo para un
tratamiento diferente al previsto en el artículo 29 de la Constitución en
materia de derecho a la defensa técnica, sino para que los colombianos que
eventualmente queden sometidos a la competencia de la Corte Penal
Internacional no gocen efectivamente de este derecho y, por esto último, se
hará referencia también a este punto en el capítulo V denominado
conclusiones finales.

Por otra parte, asuntos como la competencia complementaria de la Corte


Penal Internacional (artículos 17, 18 y 19 ER), las relaciones de la Corte
Penal Internacional y el Consejo de Seguridad (artículos 13, literal b) y 16
ER), la posibilidad de que el Fiscal de la Corte Penal Internacional inicie de
oficio investigaciones por los crímenes señalados en el artículo 5 del
Estatuto (artículo 15 ER), el establecimiento de responsabilidad penal por la
comisión de tales crímenes, en principio, sólo cuando hayan sido cometidos
con “intención y conocimiento” (artículo 30 ER), la detención de personas
por orden de la Corte Penal Internacional (artículo 58 ER) y su entrega a ésta
(artículo 89 ER), así como las condiciones de reclusión que podrán imponer
los Estados que acepten recibir condenados por la Corte Penal Internacional
(artículo 106 ER), analizados como asuntos especiales en este sentencia, no
establecen prima facie y en abstracto tratamientos diferentes a los previstos
en nuestro ordenamiento constitucional. Estos se encuentran en armonía con
los artículos 9 y 93 de la Carta, en materia de respeto a la soberanía y a los
compromisos internacionales aceptados por Colombia; con el artículo 2, que
consagra el deber de protección que incumbe a las autoridades estatales
respecto de la vida, la libertad, la honra y los bienes y derechos de los
residentes en Colombia; del artículo 228, sobre independencia judicial; del
artículo 28, sobre hábeas corpus; del artículo 29, que consagra el derecho al
debido proceso; así como con los demás derechos y libertades consagrados
en la Carta.

Finalmente, esta Corte encuentra que la regulación de la presunción de


inocencia que hace el artículo 66 del Estatuto se encuentra dentro del
margen que la Constitución reconoce al legislador. En efecto, según el
artículo 66 la Corte Penal Internacional podrá condenar a una persona
responsable de los crímenes señalados en el artículo 5, cuando no exista
duda razonable sobre su responsabilidad. Aun cuando dicho tratamiento
difiere de la regla de carácter legal que comúnmente se aplica en el derecho
penal colombiano según la cual sólo es posible dictar sentencia condenatoria
cuando obre en el proceso prueba que conduzca a la certeza del hecho
punible y la responsabilidad del sindicado, el artículo 29 constitucional no
impide que el legislador establezca un criterio distinto también respetuoso de
la presunción de inocencia.

VI. CONCLUSIONES FINALES

Al terminar el análisis del contenido del Estatuto de Roma, la Corte


Constitucional reitera que los tratamientos diferentes en materias
sustanciales fueron permitidos por el Acto Legislativo 2 de 2001
exclusivamente dentro del ámbito del ejercicio de las competencias de la
Corte Penal Internacional. Por lo tanto, no se menoscaba el alcance de las
garantías establecidas en la Constitución respecto del ejercicio de las
competencias propias de las autoridades nacionales. Así, la declaratoria de
exequibilidad de las disposiciones del Estatuto de Roma que contienen tales
tratamientos diferentes no autorizan ni obligan, por ejemplo, a los jueces
nacionales a imponer la pena de prisión perpetua ni al legislador colombiano
a establecer la imprescriptibilidad de las penas. Por consiguiente, la Corte
Constitucional concluye que no es necesario que el Jefe de Estado, como
director de las relaciones internacionales, efectúe declaraciones
interpretativas en relación con cada uno de los tratamientos diferentes
identificados en esta sentencia, al momento de ratificar el tratado.

No obstante se advierte que, como el Acto Legislativo citado forma parte del
cuerpo permanente de la Constitución y, por tanto, ha de ser interpretado de
tal forma que guarde consonancia con las otras disposiciones de la Carta, la
Corte señala las materias respecto de las cuales procede, sin que ello
contraríe el Estatuto, que el Presidente de la República, en el ámbito de sus
atribuciones, declare cuáles son las interpretaciones de algunos apartes del
mismo que armonizan plenamente la Constitución con el Estatuto de Roma.
Dicho señalamiento por la Corte en ningún caso supone que existe una
inconstitucionalidad parcial del Estatuto. Esta determinación obedece al
cumplimiento del principio fundamental según el cual todas las autoridades
tienen como finalidad asegurar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (artículo 2 C.N.), así como al
propósito de concretar el mandato de colaboración armónica entre los
órganos que integran las ramas del poder público, dentro del respeto a las
órbitas de competencia de cada uno, en este caso, de la Corte Constitucional
a la cual se le ha confiado la guarda de la integridad y supremacía de la
Carta y del Presidente de la República al cual se le ha atribuido la dirección
de las relaciones internacionales de Colombia (artículo 113 C.N). Tales
materias son las siguientes:

(1) Ninguna de las disposiciones del Estatuto de Roma sobre el ejercicio de


las competencias de la Corte Penal Internacional impide la concesión de
amnistías, indultos o perdones judiciales por delitos políticos por parte del
Estado Colombiano, siempre y cuando dicha concesión se efectúe de
conformidad con la Constitución Política y los principios y normas de
derecho internacional aceptados por Colombia.

(2) Siempre será en interés de la justicia que a los nacionales colombianos


les sea garantizado plenamente el derecho de defensa, en especial el derecho
a ser asistido por un abogado durante las etapas de investigación y
juzgamiento por parte de la Corte Penal Internacional (artículo 61, párrafo 2,
literal b, y artículo 67, párrafo 1, literal d).
(3) Si llegare a darse el caso de que un colombiano haya de ser investigado y
enjuiciado por la Corte Penal Internacional, procede la interpretación del
Estatuto de Roma de conformidad con los principios y normas que integran
el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los
derechos humanos, siempre y cuando éstos no sean incompatibles con dicho
Estatuto ni restrinjan el alcance de sus disposiciones.

(4) En relación con el artículo 17, párrafo 3, del Estatuto de Roma, las “otras
razones” a fin de determinar la incapacidad del Estado para investigar o
enjuiciar un asunto se refieren a la ausencia evidente de condiciones
objetivas necesarias para llevar a cabo el juicio.

(5) Como el ámbito del Estatuto de Roma se limita exclusivamente al


ejercicio de la competencia complementaria atribuida a la Corte Penal
Internacional y a la cooperación de las autoridades nacionales con ésta, el
tratado no modifica el derecho interno aplicado por las autoridades judiciales
colombianas en ejercicio de las competencias nacionales que les son propias
dentro del territorio de la República de Colombia.

(6) Los artículos 9 y 51 del Estatuto de Roma, relativos a los Elementos del
Crimen y a las Reglas de Procedimiento y Prueba cuya adopción compete a
la Asamblea de los Estados Partes por una mayoría de los dos tercios de sus
miembros, no sustraen dichos instrumentos de la aprobación por el Congreso
de la República ni del control constitucional previstos en la Constitución
Política.

VII. DECISIÓN

En mérito a las consideraciones expuestas, la Corte Constitucional


administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,

RESUELVE:

Primero.- Declarar EXEQUIBLE la Ley 742 del 5 de junio de 2002 "Por


medio de la cual se aprueba el ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE
PENAL INTERNACIONAL, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio
de mil novecientos noventa y ocho (1998)
Segundo. - Declarar EXEQUIBLE el ESTATUTO DE ROMA DE LA
CORTE PENAL INTERNACIONAL, hecho en Roma el día diecisiete (17)
de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998)

Tercero.- Disponer que se comunique inmediatamente esta sentencia al


Presidente de la República para lo de su competencia, así como al Presidente
del Congreso de la República.

Notifíquese, comuníquese, publíquese, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y archívese el expediente.

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Presidente

JAIME ARAUJO RENTERÍA ALFREDO BELTRÁN SIERRA


Magistrado Magistrado

MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA JAIME CÓRDOBA TRIVIÑO


Magistrado Magistrado

RODRIGO ESCOBAR GIL EDUARDO MONTEALEGRE LYNETT


Magistrado Magistrado
ALVARO TAFUR GALVIS CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ
Magistrado Magistrada

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General
VIII. Aclaración de voto a la Sentencia C-578/02

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DEL ESTATUTO DE


ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL-Incompetencia
sobre contenido normativo material (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Ejercicio doctrinal y dogmático en la sentencia
sobre contenido normativo (Aclaración de voto)

CORTE CONSTITUCIONAL EN TRATADO INTERNACIONAL


Y LEY APROBATORIA-Sugerencia al Presidente de la República de
efectuar declaraciones interpretativas (Aclaración de voto)

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA-Autonomía en manejo de


relaciones internacionales (Aclaración de voto)

CORTE CONSTITUCIONAL EN TRATADO INTERNACIONAL


Y LEY APROBATORIA-Recomendaciones con valor doctrinal y no
fuerza vinculante (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Naturaleza jurídica de reglas de procedimiento y
pruebas y de las que definen los elementos de los crímenes (Aclaración
de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Elementos de crímenes y reglas de procedimiento
y prueba no sujetos al control del Congreso ni de la Corte
Constitucional (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Elementos de crímenes y reglas de procedimiento
y prueba son actos unilaterales (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Facultad de Asamblea de Estados parte de
reglamentarlo (Aclaración de voto)
ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL
INTERNACIONAL-Elementos de crímenes y reglas de procedimiento
y prueba hacen parte de “derecho privado” (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Facultades no omnímodas de Asamblea de
Estados parte (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Relación entre obligaciones del Estatuto y
posibilidad de conceder amnistías internamente (Aclaración de voto)

CORTE PENAL INTERNACIONAL-Determinación de competencia


propia y admisibilidad de cada caso (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Crímenes internacionales (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Crímenes internacionales no cobijados por
amnistías generales (Aclaración de voto)

ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL


INTERNACIONAL-Conductas prohibidas en su gran parte pertenecen
al ius cogens (Aclaración de voto)

Referencia: expediente LAT-223

Asunto: Revisión Constitucional de la


Ley 742 de junio de 2002, “por medio
de la cual se aprueba el Estatuto de
roma de la Corte Penal Internacional”,
hecho en Roma, el diecisiete (17) de julio
de 1998.
1. Magistrado Ponente:
Dr. MANUEL JOSE CEPEDA
ESPINOSA

Considero de vital trascendencia aclarar mi voto en la presente sentencia por


tres cuestiones que a continuación entro a analizar.

1. En primer término, es preciso aclarar el ámbito de la competencia de la


Corte Constitucional en el ejercicio del control de constitucional sobre el
Estatuto de Roma, lo que reviste gran importancia para comprender el
sentido y alcances del prolífico análisis material que se realiza en la
sentencia y para determinar si las declaraciones interpretativas a las que se
refieren la sentencia tienen fuerza vinculante para el Presidente de la
República.

a.) Como acertadamente se señala en la sentencia, la competencia de la


Corte Constitucional para el control constitucional del tratado mediante el
cual se crea la Corte Penal Internacional y la ley aprobatoria, tiene su
fundamento en los artículos 241.10 y 93 (Acto Legislativo 02 de 1993) de la
Constitución. Del análisis de esta preceptiva constitucional se deduce
inequívocamente que la competencia de esta corporación se circunscribe al
control formal de tratado y de la ley aprobatoria, es decir al procedimiento
de celebración y adopción interna del Estatuto.

 Así pues, la Corte carece de competencia para ejercer el control


constitucional del Estatuto por su contenido normativo material. Simple
y llanamente porque el Acto Legislativo 02/2001 estableció que “[e]l
Estado Colombiano puede reconocer la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional en los previstos en el Estatuto de Roma”, lo que significa
que las normas del Estatuto en su integridad gozan de un rango
constitucional.

La Corte constitucional es un órgano constituido y como tal esta vinculada a


la Carta Política, lo que le impide pronunciarse sobre el contenido normativo
del tratado, o lo que es lo mismo, declarar la constitución de sus normas, tal
como los sostuvo el Procurador General de la Nación y lo resolvió la propia
Sala Plena en sesión extraordinaria del 24 de julio de 2002, cuando se
decidió que la Corte no tenía competencia para declarar inexequibles las
normas del Estatuto por razones de fondo.

b.) El sentido y alcance del análisis del Estatuto de Roma que se elabora en
la sentencia, no corresponde propiamente al control constitucional de su
contenido normativo sino a un ejercicio doctrinal y dogmático que consideró
necesario realizar la Corte, por la importancia del instrumento internacional,
con el propósito de ofrecer una perspectiva descriptiva e interpretativa de las
normas jurídicas sometidas a su control formal.

c.) Es necesario resaltar lo anterior porque la Corte no fue suficientemente


explícita al señalar que simplemente esta sugiriendo al Presidente de la
República efectuar unas declaraciones interpretativas, por lo tanto,
considero conveniente enfatizar este punto, aclarando, por demás, la razón
por la cual se trata de simples sugerencias, no de una orden, mandato,
exhorto que no sólo excede las competencias de la Corte sino que
supondría una grave intromisión en la autonomía que la Carta Fundamental
le reconoce al Jefe del Estado en el manejo de las relaciones internacionales.
Estas recomendaciones, así como el análisis material efectuado en la
sentencia, tienen un valor doctrinal pero no fuerza vinculante, puesto que la
Corte carece de competencia para el control del contenido normativo del
estatuto, y por consiguiente de ninguna manera condicionan los términos en
que el constituyente facultó al Presidente para depositar el instrumento de
ratificación.

d.) Estimo importante enfatizar que la Corte incurriría en contradicción si


estableciera que carece de competencia para pronunciarse sobre la
exequibilidad del contenido material y ordenara o exhortara al gobierno
nacional para ratificar el Estatuto con algún condicionamiento. A pesar de
que la redacción de las consideraciones podría prestarse a interpretaciones
equívocas, la Corte no está incurriendo en contradicción alguna. Las
declaraciones interpretativas, como lo ha sostenido esta misma Corporación
en su jurisprudencia, tienen sentido únicamente cuando un tratado
internacional admite diversas interpretaciones de las cuales al menos una
resulta contraria a la Constitución. Sin embargo, en este caso ello no puede
ser así, pues por disposición expresa del constituyente, la Corte carece de
competencia para pronunciarse sobre el fondo del Tratado. Así lo afirma
esta Sentencia, y los términos en los cuales el gobierno puede efectuar la
ratificación no admiten interpretación distinta a la que clara y
perentoriamente le dio el constituyente en el Acto Legislativo 02/2002.
e.) La labor de armonización del “Estatuto de Roma con respecto a las
garantías contenidas en la Constitución” para determinar el ámbito de sus
efectos resalta el carácter doctrinal del análisis efectuado por esta
Corporación, pues no corresponde a una función de la Corte Constitucional.
Esta carece de competencia para ejercer el control del contenido normativo
del Estatuto, pues como en innumerables ocasiones lo ha dicho la Corte, a
ella no le competen los problemas de interpretación y aplicación de normas
jurídicas por vía del control abstracto. En efecto, es al juez, fiscal o
profesional del Derecho a quienes les corresponde por vía de interpretación e
integración normativa, identificar el tratamiento diferente que ofrezca el
Estatuto de Roma en materias sustanciales para determinar en cada caso
particular cuál es la regulación que mejor preserve las garantías
constitucionales y que sea aplicable a la situación concreta.

2. También considero importante aclarar mi voto en relación con lo que se


afirma en las consideraciones acerca de la naturaleza jurídica de las Reglas
de Procedimiento y Pruebas y de las que definen los Elementos de los
Crímenes.

Los reglamentos expedidos por la Asamblea de Estados Partes, y para el


efecto, los Elementos de los Crímenes y las Reglas de Procedimiento y
Prueba no están sujetos al control político del Congreso ni al control
constitucional de la Corte. Estas reglas no tienen porqué ser adoptadas
mediante leyes porque no son tratados internacionales, ni siquiera son
acuerdos ejecutivos entre los Estados. Son actos unilaterales proferidos
directamente por un órgano deliberante de una organización internacional, al
cual el estatuto mismo le otorga competencia: la Asamblea de Estados
Partes. Afortunadamente, el error de apreciación en relación con la
naturaleza jurídica de dichas normas es trivial y dada la naturaleza
doctrinaria que tienen las consideraciones de la Corte en la presente
Sentencia, de modo alguno resulta vinculante para el Gobierno Nacional.

Cuando se instituye una organización internacional se está creando un sujeto


de derecho internacional público con capacidad jurídica limitada. Esta se
circunscribe a las facultades que le otorga su mismo estatuto. En tal sentido
se afirma que algunos órganos de ciertas organizaciones internacionales
tienen la capacidad de crear “derecho derivado” de sus estatutos. Es decir,
normas –generales o particulares-, cuyos efectos pueden ser oponibles
exclusivamente a dicho órgano o, en casos excepcionales, extenderse para
vincular a los Estados o a la organización internacional, dependiendo de lo
que diga su estatuto. Tal es el caso de la ONU, que tiene al Consejo de
Seguridad, el cual, conforme al artículo 25 de su Carta constitutiva, puede
tomar resoluciones que obligan a todos los Estados partes.

De tal modo, la Asamblea de Estados Partes, como órgano de la Corte Penal


Internacional, tiene la facultad jurídica de reglamentar el Estatuto en
determinados aspectos. Estos reglamentos van dirigidos a hacer operativo el
Tratado de Roma. Entre los aspectos que reglamenta se encuentran la
relación entre la Corte y la ONU, el estatus de privilegios e inmunidades de
sus miembros, el reglamento administrativo y financiero, las reglas de
procedimiento y prueba, los elementos de los crímenes y los sueldos de los
magistrados.

Tanto los elementos de los crímenes como las reglas de procedimiento y


pruebas hacen parte de este “derecho derivado”. Son reglamentos que,
conforme a los artículos 9 y 51 del Estatuto de Roma, son adoptadas
directamente por la Asamblea de Estados Partes del Estatuto de la Corte
Penal Internacional, sin que para ello sea necesaria la elaboración de un
tratado. Es decir, dichas reglas no corresponden a la fuente de derecho
internacional a que alude el artículo 38.1 a) del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia, sino a los actos unilaterales. Las Reglas de
Procedimiento y Prueba y los Elementos de los Crímenes no deben ser
adoptados mediante tratado, así como tampoco deben adoptarse de tal forma
las resoluciones de la Asamblea General o del Consejo de Seguridad de la
ONU, pues se trata de fuentes diferentes de derecho internacional público.

Por supuesto, las facultades de la Asamblea de Estados Partes del Tratado de


Roma no son omnímodas. Al crear cualquiera de tales reglamentos, la
Asamblea no puede sobrepasar el mandato conferido en el Estatuto. Como
se dijo, sus facultades están limitadas a reglamentarlo para hacer que sea
operativo, sin modificarlo o alterarlo. Sin embargo, estos reglamentos son
un desarrollo de lo que ya está contenido en el Estatuto. De tal modo, tanto
los elementos de los crímenes, las reglas de procedimiento y pruebas y los
demás reglamentos, son adoptados directamente por este órgano, sin
necesidad de que sean aprobados internamente por los Estados partes.

¿Porqué? Primero, porque tan solo están reglamentando el Estatuto y su


contenido se circunscribe a lo dispuesto en el mismo. Segundo, porque a
diferencia de las resoluciones del Consejo de Seguridad, dichas reglas están
encaminadas a delimitar la actividad del fiscal y de los jueces, y por lo tanto,
son vinculantes para los órganos de la Corte, no para los Estados partes.
Sólo están dirigidas a facilitar la ejecución de su propia actividad, pero no
tienen efectos jurídicos directos sobre los Estados partes. Pero digamos que
la Asamblea de Estados partes excede su mandato y va más allá de lo que
permite el tratado. ¿Qué puede hacer el Estado colombiano? Para eso, el
mismo Estatuto contempla la posibilidad de que ante el fracaso de un arreglo
directo, una de las partes demande su incumplimiento ante la Corte
Internacional de Justicia.

3. El tercer asunto respecto del cual debo aclarar mi voto es el que se refiere
a la relación entre las obligaciones derivadas del Estatuto y la posibilidad de
que un Estado Parte conceda amnistías internamente.

La Sentencia afirma que ninguna disposición del Estatuto impide que se


concedan amnistías. Sin embargo, es una apreciación anódina y superflua.
Es anódina, pues la Corte no llevó a cabo un análisis sistemático de fuentes
de derecho internacional general que le permitiera establecer si un Estado
puede conceder amnistías por los delitos contemplados en el Estatuto. Es
inocua, pues decidir sobre la competencia y sobre la admisibilidad de un
caso es una labor que le corresponderá asumir a la Corte Penal Internacional,
no a esta Corporación. Las opiniones jurídicas de esta última, por bien
sustentadas que estén, no afectan la potestad para que la Corte Penal
Internacional determine su propia competencia y la admisibilidad de cada
caso, de acuerdo con el principio de derecho internacional conocido como la
competence de la competence.

Es preciso resaltar también, pues la Sentencia no resulta clara al respecto


que, como lo ha sostenido reiterada y sistemáticamente la jurisprudencia de
esta Corporación, la amnistía general –como mecanismo de extinción de la
acción penal- es válida tratándose de delitos políticos. Sin embargo, los
crímenes contemplados en el artículo 5 del Estatuto son incompatibles con
tal categoría de delitos. Este fue otro aspecto sobre el cual la Corte no
profundizó. Los crímenes del artículo 5 son crímenes internacionales. Este
calificativo implica que las conductas ofenden no sólo al Estado en el cual se
cometen, sino a la comunidad internacional en su conjunto, más allá de las
contingencias políticas internas que deba enfrentar éste internamente. Los
delitos de genocidio, les humanidad y los crímenes de guerra no son delitos
políticos. En ningún caso pueden estar cobijados por amnistías generales,
pues el mandato constitucional que ordena a las autoridades públicas
reconocer y proteger la dignidad humana y garantizar la efectividad de los
derechos fundamentales implica un deber objetivo de penalizar y sancionar
las graves violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional
Humanitario. Conviene recordar el lema recurrente de la Coalición
Internacional de ONGs dentro de la Conferencia Internacional de
Plenipotenciarios “no hay paz sin justicia”.

Finalmente, gran parte de las conductas prohibidas por el Estatuto hacen


parte del ius cogens o derecho internacional imperativo. A pesar de que la
Sentencia así lo afirma y sustenta tal afirmación, no se detiene a analizar las
repercusiones que ello tiene en relación con la posibilidad jurídica
internacional de conceder amnistías por lo delitos contemplados en el
Estatuto. El carácter imperativo de las normas de ius cogens impide que los
Estados pacten internacionalmente contraviniendo una de tales
disposiciones. Si no se puede pactar internacionalmente en contra: ¿es
válido un pacto interno que contraríe una norma de ius cogens? Por
supuesto ningún Estado las puede autorizar internamente, pero: ¿puede
tolerar tales conductas una vez que la jurisdicción interna ha establecido que
se cometieron?

Fecha Ut Supra,

RODRIGO ESCOBAR GIL


Magistrado

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