EL ABORTO:
UNA MIRADA MULTIDIMENSIONAL
Presentado por:
Cristian Rafael Peralta Núñez, sj.
Asesor:
Pablo Mella, sj.
[1]
A mi familia,
quienes me acogieron con alegría
desde que tuvieron noticia de mi existencia.
[2]
ÍNDICE
PRESENTACIÓN .................................................................................................... 1
DEDICATORIA ....................................................................................................... 2
ÍNDICE ................................................................................................................. 3
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 4
RAÍCES HISTÓRICAS DE LA CONSIDERACIÓN ÉTICA DEL ABORTO .......... 6
1.1 EL ABORTO EN LA HISTORIA: SUS PRIMEROS ESBOZOS LEGISLATIVOS .................. 7
1.2 EL MUNDO GRECO-ROMANO ........................................................................... 8
1.3 LA BIBLIA, EL MUNDO JUDÍO Y EL CRISTIANISMO ............................................... 10
1.3.1 Escritos cristianos .......................................................................................... 12
1.4 DE LOS SIGLOS XV AL XVIII .......................................................................... 13
1.5 DE LOS SIGLOS XIX Y XX .............................................................................. 15
1.6 BALANCE HISTÓRICO..................................................................................... 17
¿A QUÉ ALUDIMOS CUANDO DECIMOS “ABORTO”? ................................. 19
2.1 DEFINICIÓN DE ABORTO ................................................................................ 19
2.2 TIPOS DE ABORTO ........................................................................................ 23
2.2.1 Aborto terapéutico ......................................................................................... 24
2.2.1.1 Definición .................................................................................................... 24
2.2.1.2 Esbozo de algunas problemáticas y respuestas éticas ............................... 24
2.2.2 Aborto ético, humanitario o criminológico....................................................... 27
2.2.2.1 Definición .................................................................................................... 27
2.2.2.2 Esbozo de algunas problemáticas y respuestas éticas ............................... 27
2.2.3 Aborto psicosocial .......................................................................................... 29
2.2.3.1 Definición .................................................................................................... 29
2.2.3.2 Esbozo de algunas problemáticas y respuestas éticas ............................... 30
2.2.4 Aborto eugénico o por indicación fetal ........................................................... 32
2.2.4.1 Definición .................................................................................................... 32
2.2.4.2 Esbozo de algunas problemáticas y respuestas éticas ............................... 32
2.3 DIFERENCIA ENTRE ABORTO DESPENALIZADO Y ABORTO LEGALIZADO................ 36
2.4 POR UNA CONSIDERACIÓN MULTIDIMENSIONAL ................................................ 37
PERSONA, DIGNIDAD Y ABORTO .................................................................. 39
3.1 VIDA HUMANA, SER HUMANO Y PERSONA ........................................................ 40
3.1.1 ¿Qué nos hace ser personas? ....................................................................... 41
3.1.1.1 Ponderación de los criterios de definición de la persona ............................. 42
3.2 PERSONA EN ROBERT SPAEMANN ................................................................. 44
3.3 LA DIGNIDAD ................................................................................................ 47
3.4 ALCANCE DE LA PERSPECTIVA MULTIDIMENSIONAL........................................... 50
CONCLUSIÓN ................................................................................................... 52
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 55
[3]
INTRODUCCIÓN
[4]
Este trabajo, más que dar respuestas a las inquietudes sobre la
consideración ética del aborto, busca suscitar preguntas e invitar a que los
intentos de respuesta que podamos formular no sean unívocos y mucho menos
cerrados dado que “la realidad es multidimensional, es un tejido interactivo en que
el dinamismo aparece como una característica siempre presente. De ahí que exija
una aproximación contextual, interdisciplinar y abierta” (Feito, 2004. Pág. 40). Por
lo que es indispensable, para el tema que nos ocupa, el que podamos buscar la
vía del diálogo y aprovechar la riqueza de las distintas dimensiones que tocan los
diferentes saberes a los que nos referiremos.
[5]
Capítulo I
RAÍCES HISTÓRICAS DE LA
CONSIDERACIÓN ÉTICA DEL ABORTO1
1 En este capítulo nos basaremos, principalmente, en la división histórica que realiza Javier Gafo, sj. en su texto Gafo, J.
(1979). El aborto y el comienzo de la vida humana. Madrid: Sal Terrae. Aunque, claro está, nos auxiliaremos de otros
autores que citaremos de manera oportuna.
[6]
1.1. El aborto en la historia: sus primeros esbozos legislativos
[7]
1.2. Mundo Greco-Romano
Sobre este tema Galeno (150-201 d.C.) interpretando a Hipócrates nos dice
que existen cuatro estadios en el desarrollo embrionario:
[8]
c) “Embryon”: los tres órganos fundamentales están ya perfectamente
formados, los demás solo están esbozados.
d) “Paidión”: el feto posee ya todos los órganos, perfectamente articulados.
Es el momento en el que el embrión salta y se mueve como un animal
perfecto. (Gafo, 1979, pág. 61)
Es importante recalcar que esta división por estadios en la formación del ser
humano hace que podamos distinguir los momentos de la conformación del
cuerpo y por lo tanto, diferenciar posturas éticas dependiendo del momento en que
se encuentre el desarrollo del embrión humano. Cabe destacar que toda esta
teoría no está basada en pruebas empíricas, dado que la experimentación con
cadáveres se encontraba prohibida en el mundo griego.
Esta visión de “fragmentación por etapas” del desarrollo del feto permitirá a
Aristóteles diferenciar entre dos términos: “eflujos”, es decir, la pérdida de un
producto de menos de siete días y “aborto” que se refiere a la pérdida después de
los cuarenta días de gestación2. Lo mismo hace el romano Sorano de Éfeso (s. II
d.C.) que distingue entre “ekroia” (pérdida) y “ektrosis” (aborto)3. Lo increíble es
que “desde la muerte de Aristóteles (322 a. C.) y hasta el año 1534, fecha de
nacimiento de Volcher Coiter, primer embriologo del Renacimiento, podríamos
decir que se detiene la historia de la embriología” (Gafo, 1979, págs. 62-63) lo que
hace que toda teoría sobre el aborto parta de la embriología anteriormente
expuesta.
2
Aristóteles, De animabilus historie, I, 7, c. 3; De animalium generatione, I, 3, c. 9.
3
Sorano, Gynaecia, II, 13.
[9]
Según Aristóteles, el embrión humano posee desde el principio una triple alma en
potencia. Primero se actualiza el alma vegetativa o nutritiva (treptiké), por la que el
embrión vive la vida propia de las plantas. Pronto se actualiza el alma sensitiva
(aisthetiké), por la que el embrión se constituye en animal. Finalmente, y después
de las anteriores, accede el alma espiritual (noetiké), respecto de la cual, confiesa
Aristóteles, que es una de las cuestiones más difíciles el saber de dónde viene y
en qué momento es infundida4. (Gafo, 1979, pág. 62)
4
Aristóteles, De animalium generatione, I. 2, c. 3.
[10]
discusiones sobre las penas a imponer, aunque en ningún momento se considere
el aborto como bueno o moralmente aceptable.
[11]
Pero podemos decir que luego en el Nuevo Testamento (NT), aunque no se
tendrá una condena explícita del aborto, sí se tendrá referencia que puede
arrojarnos claridad en la postura cristiana frente al aborto, desde los evangelios,
en especial aquellos que narran la infancia de Jesús. Se hace evidente, desde el
Nuevo Testamento, que para los cristianos el ser humano es una persona de
derecho desde el mismo momento de la concepción, porque si no fuere así la
Encarnación no tendría sentido y Jesús, Dios hecho hombre, no sería una
persona, durante los primeros cuarenta (40) días de su gestación en el vientre
materno como se podría comprender desde la teorización de la animación
retardada, siendo esto una contradicción con la antropología cristiana.
5
Didajé 2, 2; 5, 2.
[12]
72). En definitiva, San Agustín se inclinará más a la postura de que el ser humano
adquiere el alma de manera inmediata, desde la concepción, pero ya nadie podrá
detener la teorización sobre este tema.
6
Catálogos de pecados y penitencias utilizados para la administración del sacramento de la penitencia durante la Edad
Media, para que no haya diferencias ni abusos en la administración del perdón a los fieles cristianos (Gafo, 1979).
7
Traducción propia.
[13]
relación a lo que hoy es llamado “aborto terapéutico”, y que se basó,
principalmente en la distinción entre feto animado y no animado. La pregunta que
se deseaba responder era, ¿en caso de que la madre corriese peligro de muerte
por causa del embarazo, es lícito provocar el aborto? Esta discusión está aún hoy
en día en pleno apogeo. Para los teóricos de este período, la discusión se
centraba en una diferencia básica, si la criatura estaba animada era ilícito, si no
estaba animada algunos le consideraban lícito.
[14]
En cuarto y último lugar colocamos dos descubrimientos importantes de la
época, el de los ovarios por Nils Steensen en 1667, y el de los espermatozoides
por Leeuwenhock en 1677. Estos descubrimientos pondrán en la palestra la vieja
discusión de quién aporta más en la conformación del feto, la madre o el padre.
Los que creían que la madre se denominaron “ovistas” y los que defendían el
aporte paterno, los “animalculistas”. Esto trae consigo las ideas preformistas que
afirman que ya en el óvulo, ya en el espermatozoide, se encuentra formado en su
totalidad la criatura que habría de nacer.
Desde finales del siglo XVIII se inicia una corriente de pensamiento a la que
Diego Gracia llama “el aborto justificado”. Esta corriente de pensadores colocará
la justificación del aborto sobre dos pilares fundamentales: primero, sobre el
componente demográfico desde la economía política de T. R. Malthus y segundo,
sobre la noción de selección natural introducida por la teoría evolucionista de C.
Darwin.
[15]
humanos por el hecho de ser pobres; mientras que el segundo segaría la vida de
aquellos que están biológicamente limitados, pero que tienen el mismo valor como
seres humanos que aquellos que se encuentran en todas sus capacidades. En
definitiva, ambos casos irrespetan la inviolabilidad de vida humana, proclamada
posteriormente a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
1. La ley soviética: aprobada hacia el año 1920, que aduce “razones sociales”
para la despenalización del aborto, razones que en definitiva son
demográficas. Esta legitima que el aborto pueda ser practicado, salvo
casos excepcionales, con la simple petición de la madre.
2. La ley nazi: aprobada en 1933, que da “razones eugenésicas” para el
aborto. Establece que el aborto es lícito si busca prevenir las
enfermedades hereditarias, y en último término si sirve para “perfeccionar la
raza”.
3. Las leyes escandinavas de los años 30: aprueban el aborto en cuanto
aborto terapéutico, para proteger la vida y la salud de la mujer. El problema
aquí es que se toma salud como sinónimo de bienestar, y esto implica un
estado físico, psíquico y social de la madre, lo que amplia el espectro de
posibilidades y pone de manifiesto que cualquier razón es válida para
abortar con tal de que una de estas tres dimensiones de la mujer sean
alteradas. Esta legislación privatiza la decisión acerca del aborto al ámbito
exclusivo de la mujer y coloca como único juez al médico (Gracia, 1983,
págs. 18-19).
[16]
relevantes que los del embrión o el feto, y a una subjetivación de los criterios
éticos existentes, dado que se asumen desde perspectivas poco contrastables
como son los estados psíquicos y sociales.
Desde los primeros pensadores que reflexionan sobre la vida humana hasta
nuestros días, se hace evidente que la consideración ética del aborto es un tema
importante y central en la consideración ética del ser humano. Esta consideración,
ciertamente ha evolucionado, desde la forma jurídico-casuística del mundo
babilónico, pasando por la consideración filosófico-biológica del mismo en el
mundo greco-romano, y por la visión cristiana del mundo, hasta llegar a nuestros
días, donde la consideración pasa a un plano más ético-filosófico y más técnico-
político.
La justificación científica del aborto hoy es más difícil, tanto así como la
antigua problemática de la animación de la criatura, ya que los embriólogos
modernos al hurgar entre las etapas más tempranas del desarrollo embrionario,
sólo pueden asumir que las diferenciaciones entre las etapas del embrión sólo son
útiles en cuanto descripciones, pero que estas se inclinan más a señalar que la
concepción es el punto de partida de la realidad humana de la persona única y en
constante desarrollo. De aquí que toda justificación científica del aborto esté
[17]
sostenida en consideraciones hipotéticas e incluso arbitrarias que sirven,
simplemente, para hacer cortes radicales que se utilizan como puntos de partida
para la investigación científica. En esto cae la práctica científica, en lo que coloca
como argumento contra la religión, en la argumentación desde presupuestos
subjetivos. La referencia histórica a la animación hoy se traduce en la
“hominización” que no es más que la pregunta de cuándo se puede considerar
humana a la criatura que se encuentra en el vientre materno.
[18]
Capítulo II
[19]
que esta definición podría mal entenderse como una equiparación del aborto
natural o espontáneo con el provocado o por inducción, como si estos tuviesen la
misma “carga ética”. Ante esta definición, debemos agregar que, si bien es cierto
que la mujer tiene un peso fundamental en la decisión del abortar o no un feto,
evidentemente que esta definición excluye otros actores sociales que también
tienen un rol importante a la hora de decidir, como por ejemplo, el padre de la
criatura.
[20]
relación al acceso a la tecnología necesaria para dar soporte técnico a la criatura
nacida prematuramente y que sin ella no podría sobrevivir. La arbitrariedad de
asumir la viabilidad del feto fuera del vientre materno solo nos sirve para colocar
“postes de indicación” de hasta donde puede llegar la experimentación científica y
saber hasta qué momento puede existir la posibilidad de que el feto sobreviva
fuera del vientre materno (claro está en este momento del progreso de la
neonatología). Pero a la vez se descubre una contradicción entre lo que los
científicos determinan como viable, y las aplicaciones de la tecnología médica que
hace que cada vez haya más posibilidad del feto de vivir fuera del útero. Es decir,
la viabilidad se convierte en un término completamente variable a través de la
historia, porque lo no viable hace cien años hoy en día son procesos cotidianos en
neonatología.
[21]
un término ambiguo y sobre todo, excluyente. Esta definición además pone sobre
el tapete la consideración de que la vida de un ser humano como tal, inicia con la
viabilidad del mismo, es decir con la capacidad de ser sostenible fuera del útero.
Otro de los autores que se embarca en la tarea de una definición del aborto
es Niceto Blázquez quien, aclarando que se refiere única y exclusivamente al
aborto provocado, nos dice:
Esta definición trae consigo la noción de que la vida humana inicia con la
concepción y por lo tanto, el óvulo fecundado por el espermatozoide tiene todos
los derechos del ser humano formado, por lo que estos derechos deben ser
defendidos y fomentados. Esta definición plantea dos puntos importantes:
primero, que el aborto provocado es un acto que está directa y deliberadamente
dirigido a la eliminación de un embrión o un feto; y segundo, que este acto tiene
una carga ética que implica la responsabilidad de la acción misma de abortar y no
solo en cuanto al feto, es decir, no sólo en la medida que se quita la vida al feto,
sino incluso por la intención de la acción. En esta definición ya no sólo se ve el
aborto como un acto malicioso, sino que el mismo hecho de decidir hacerlo es ya
un acto considerado inmoral, dado que cuando Blázquez habla de aborto
provocado, lo asocia con homicidio.
8
Es bueno aclarar que, si bien es cierto que no es condenable legalmente el aborto espontáneo, moralmente si puede ser
cuestionado, en la medida en que, por ejemplo, el consumo de drogas, alcohol o medicamentos de forma indiscriminada
en un embarazo pueden “provocar” un aborto espontáneo, es decir, en la medida en que se diluye la frontera entre
provocación y espontaneidad.
[22]
condenado por todos los sectores implicados en el tema, ya que las condiciones
de insalubridad e inseguridad son punibles en todos los sentidos de la palabra.
Por otro lado, también existe un consenso en que la práctica del aborto en contra
de la voluntad de madre es éticamente condenado, pero sentimos que en este
punto, y casi siempre a la hora de argumentar sobre este tema se excluye la figura
paterna de toda discusión. ¿Sería éticamente correcto provocar un aborto en
contra de la voluntad del padre de la criatura?
[23]
2.2.1. Aborto terapéutico
2.2.1.1. Definición
[24]
ejemplo, si antes la consideración terapéutica se veía solo en casos como el
embarazo ectópico, donde si no se interviene a la mujer para quitar la trompa de
Falopio afectada esta puede morir por una hemorragia, ahora podemos justificar
el aborto terapéutico porque la reputación de la mujer implicada está en juego ya
que su bienestar social se quebranta. Así que, definir “terapéutico” partiendo del
concepto de vida o en relación a la salud, son posturas radicalmente distintas y
con consecuencias éticas diversas.
Este [el principio de doble efecto] llevaba a la descalificación moral del aborto
cuando la acción médica tiende directamente a la supresión de la vida del feto, el
llamado aborto “directo”, en el que la acción puesta posee un carácter “occisivo9”,
aunque de ello se siga una consecuencia o efecto “curativo” para la madre. Por el
contrario, sí se admite la acción terapéutica médica que tiende directamente a
curar a la mujer, aunque con ello se siga la consecuencia indirecta, no querida
pero prevista, de la interrupción del embarazo (Gafo, 2004. Pág. 77).
9
Se refiere al adjetivo occiso que significa “muerto violentamente”.
[25]
pretender explicar que esto no es un aborto directo. Este es el problema de la
argumentación del doble efecto. Pero este tipo de argumentación no responde a
la problemática actual, porque el problema es que el bienestar bio-psico-social de
la madre hace justificable todo aborto, y lo nombra como terapéutico; y en este
sentido no existiría la posibilidad de doble efecto, porque se considera que el
embarazo es el problema, lo que implica un cambio radical en la consideración
valorativa del embarazo.
[26]
2.2.2. Aborto ético, humanitario o criminológico
2.2.2.1. Definición
En este tipo de aborto nos encontramos ante una situación dramática, una
mujer ha sido violada o ha mantenido relaciones incestuosas (donde se
encuentran prohibidas) y queda embarazada. Este proceso es evidentemente
traumático para la mujer y no se puede negar, porque un embarazo fruto de una
violación sexual o del incesto, es una condición incómoda para la victima que tiene
como consecuencia calamidades psicológicas y emocionales. Esta tragedia se
acentúa cuando ponemos en relieve la discusión que se plantea de fondo, es
decir, la prevalencia de uno de los derechos de los implicados. Los derechos en
juego son: el derecho de la mujer a no quedar embarazada de forma violenta y el
derecho a la vida que trae consigo el producto de la violación o de la relación
incestuosa. Gafo nos afirma que sólo el 1-2% de las violaciones terminan con un
embarazo “debido especialmente a que frecuentemente no se da con penetración
completa” (Gafo, 2004. Pág. 81). Pero definitivamente, estas estadísticas no nos
resuelven el problema, porque aún queda la problemática ética de un 2% de los
casos en los cuales hay que decidir en medio de una situación particularmente
incómoda.
[27]
éticamente su derecho de no quedar embarazada violentamente con el derecho a
la vida que tiene el nuevo ser? Ahora bien, ante esta situación se nos presenta
otro dilema: para la mujer que sufre una violación y queda embarazada, ¿qué
sería más llevadero, un aborto provocado o llevar un embarazo a su término? Es
una pregunta de encrucijada, porque se mezclan factores psicológicos, físicos,
morales y sociales. Para algunos la pregunta está de por sí viciada, porque
implicaría que el aborto causa traumas en la persona, pero no podemos negar de
que el aborto es un proceso que afecta psicológicamente a las mujeres, a menor o
a mayor escala; pero también es cierto que llevar un embarazo a término fruto de
una relación incestuosa o de una violación sexual, implica un gran reto para la
mujer y una responsabilidad social de acompañamiento a esta mujer en una difícil
situación de vulnerabilidad.
Por otra parte, entendemos a Javier Gafo, sj. cuando sugiere que podría ser
moralmente aceptable el hecho de que una mujer violada pueda tomar un anti-
anidatorio, es decir, antes de las dos primeras semanas de embarazo para así
[28]
evitarlo, porque luego de la anidación se debe velar por sus derechos. Esto lo
hace bajo el presupuesto de que antes de la anidación aún no se ha dado la
individualización concreta del embrión, también en que del 14-15% de los abortos
espontáneos se dan en este momento y el hecho de que ante la certidumbre del
derecho de la mujer a no quedar embarazada de forma violenta nos encontramos
frente a la “inseguridad” del derecho a la vida del nuevo ser (Gafo, 2004. Pág. 82).
Pero entendemos aquí que Gafo busca una solución de consenso, pero que entra
en contradicción con su sistema de valores antes manifestado, porque
precisamente esta llamada “incertidumbre del derecho a la vida del nuevo ser”, es
lo que nos impulsa a defenderlo y a buscar la manera de protegerlo, puesto que si
pudiese defenderse o si existiese el consenso necesario para otorgarle su
derecho, estas líneas, ni las de él tuviesen la necesidad de ser escritas. Nosotros,
en particular, comprendemos que hay situaciones difíciles de sortear, pero nos
encontramos en desacuerdo con Gafo en esta argumentación, porque entra en
contradicción con el argumento de que la concepción es el punto de partida de los
derechos del individuo, de la cual somos partidarios. Lo que sí proponemos es
que en estos casos, la mujer sea acompañada de manera integral en todo el
proceso del embarazo y que pueda, incluso, optar por poner en adopción al fruto
de la violación o de la relación incestuosa, esto implica un compromiso serio por
parte de las instituciones del Estado, tanto a nivel de salud, de seguridad, de
educación y de proposición de alternativas viables para que tanto la madre como
el nuevo ser tengan una vida digna y llevadera.
2.2.3.1. Definición
[29]
2.2.3.2. Esbozo de algunas problemáticas y respuestas éticas
[30]
encontramos frente a la problemática de la desigualdad social y de la dificultad
para el acceso de los servicios básicos, y en otros muchos casos, la falta de
oportunidades de trabajo y educación para un desarrollo integral de la persona.
¿Sería justo que un ser humano venga a este mundo bajo estas condiciones?
Nos veremos inclinados a decir que no. Pero hay un punto importante, del hecho
de que no sea justo el que una persona venga a este mundo bajo estas
condiciones no se desprende que por dicha razón la mejor opción sea abortar a la
criatura. Inclusive podría considerarse más injusto que sea aquel quien no ha
aportado nada para crear esta brecha de oportunidades el que se le prive del
privilegio de vivir. Ahora bien, no podemos negar que el drama de la pobreza se
acrecienta cuando crece la familia, si no se tienen el acceso a las condiciones
básicas de salubridad, alimentación, agua y educación, por citar algunas. Pero
aquí creo que el criterio debe ser la responsabilidad, no solo de los padres, sino
también de la familia y del Estado. Esta brecha social debe combatirse para dar
más oportunidades a los más pobres y para respetar la vida de cada individuo que
forma parte de la sociedad, esto implica un compromiso serio por parte del Estado
para elevar la calidad de vida de los que tiene bajo su responsabilidad.
[31]
2.2.4. Aborto eugénico o por indicación fetal
2.2.4.1. Definición
“Es el planteado cuando existe riesgo de que el nuevo ser esté afectado por
anomalías o malformaciones congénitas” (Gafo, 2004. Pág. 46). Este tipo de
aborto está en contraposición con el aborto terapéutico en cuanto en este último
se ha visto un decrecimiento en la dramatización que implica el mismo, por la
posibilidad de tratamiento a muchos de los problemas que antes se presentaban
como dramáticos e impenetrables, mientras que el aborto eugénico nos plantea un
nuevo abanico de dudas, especialmente en relación a la consideración de la vida
como digna. El surgimiento de este tipo de aborto viene de la mano con la
posibilidad del diagnóstico prenatal que ha transformado de manera drástica la
relación entre el carácter de incertidumbre del embarazo y la toma de decisión de
los padres sobre embrión.
[32]
desea asumir la responsabilidad de acompañar esta vida “deficiente10”. El
problema consiste en que,
“los que nos consideramos “normales” podemos tender a creer que carece de
sentido una vida humana acompañada de ciertas anomalías o malformaciones,
mientras que los que las padecen creen que, en cualquier caso, es mejor vivir que
no vivir” (Gafo, 2004. Pág. 80).
[33]
darle continuidad a este tipo de embarazos no tanto por el embrión que trae dicha
enfermedad, sino por el hecho de no tener que asumir la responsabilidad de
acompañar el proceso de crecimiento de un individuo que necesita de mayores
atenciones y que tendrán que ser acompañados constantemente.
Lo primero que nos dice es que los “controles de calidad” que se filtran en
nuestras sociedades están mediados por terceros que muchas veces no
percibimos, es decir, asumimos como ideales de tipos de vida unos parámetros
que muchas veces nos son impuestos y que superan nuestra posible apreciación
[34]
integrada de la vida humana en sí misma. Segundo, nos habla de la
instrumentalización de la vida humana, lo que trae consigo una ponderación
sesgada de la vida en tanto potencialmente útil a la sociedad en que nace. Esto
definitivamente que es discriminatorio y anula todo presupuesto básico de la
consideración de la vida humana como valiosa en cuanto tal. Tercero, nos abre a
un cuestionamiento de lo que nosotros planteamos como deseable, porque implica
que si queremos un individuo genética, anatómica y fisiológicamente perfecto,
debemos desechar a otros que no lo son, pero que no quiere decir que no tienen
la posibilidad de aportar a otros niveles de la sociedad y más aún, a desarrollarse
como seres humanos. Lo que aquí se juega es cuál es el valor a tomar en cuenta
para considerar una vida digna, su dotación orgánica o las características
ontológicas de su ser persona. Y cuarto, el potencial “ser así” del que nos habla
Habermas está cargado de una subjetividad tremenda y que implica una
desvinculación entre lo intrínsecamente humano y lo potencialmente posible.
[35]
2.3. Diferencia entre aborto despenalizado y aborto legalizado
“Una acción es legal cuando se mueve dentro de los cauces legales, y el que la
realiza tiene derecho a ejecutarla, incluso reclamando que se proteja el ejercicio de
esa acción. La conducta o acción contraria a la ley es ilegal, pero el Estado no
actúa de la misma forma ante tal comportamiento: puede limitarse a no reconocer
a dicha acción efectos legales, puede imponerle una sanción administrativa (por
ejemplo, en las multas de tráfico), o puede tipificar tal acción como delito,
imponiendo una pena o sanción, es decir, “penalizando” tal acción” (Gafo, 2004.
Págs. 42-43.).
[36]
esta discusión jurídica está una cuestión de valores sociales que muchas veces
quedan ocultos de la discusión, porque si una sociedad legaliza el aborto lo que
nos transparenta es que el valor de la vida, bajo ciertas condiciones y estadios, no
es valiosa en sí para dicha sociedad y por lo tanto puede ser manipulada o
eliminada sin ningún temor. De donde surge la pregunta por la ética social de
cuáles son los valores que asumimos socialmente, y partiendo de qué premisas
los asumimos. En este sentido, nos sentimos inclinados a no optar por éticas de
consenso ni de mínimos, porque no todo consenso es racional ni horizontal, ni la
vida puede ser tratada como un “mínimo” dado que estamos demasiado
implicados en ella y porque nuestra base ética debe trascender los límites de
nuestras capacidades y condiciones, para asumir la dignidad de la persona como
valor universal.
[37]
aquella interrupción del proceso de desarrollo que se originó como fruto de la
unión de los gametos humanos y que, si no se detiene o surge algún
inconveniente, traerá como resultado final el nacimiento de un ser humano,
teniendo dicho acto como única finalidad la muerte del individuo en cualquiera de
las etapas de desarrollo que se encuentre. A lo que tendremos que agregar que
dicho individuo tiene valor en sí mismo por el hecho de participar de nuestra
especie, independientemente de su condición física o mental.
[38]
Capítulo III
[39]
absurdo pretender una definición (si es que esta es posible) del ser humano sin
tener una mirada multidimensional.
[40]
metafísica? Definitivamente que no es sencillo dar una respuesta, y todo intento
de la misma se deberá ponderar desde la cosmovisión particular de quien la
plantea.
[41]
3.1.2.1. Ponderación de los criterios de definición de la persona
[42]
embrión algún posible trastorno en sus capacidades psíquicas o la posibilidad de
un problema motor, ya que nos concentramos en la potencialidad de sus
capacidades y no en el hecho de tenerlas, entonces tendemos a pensar que la
vida de estos individuos es valiosa también, porque en ellos existen posibilidades,
aunque no se hayan desarrollado.
[43]
confieren a la persona aún no alcanzan su plenitud, lo mismo podemos decir de
los confines de la vida, por lo que hace que el término persona sea “adquirible”
bajo ciertas condicionantes pero que además sea “removido” cuando estas no
existen, lo que llevaría a una ausencia de obligaciones morales frente a los
individuos en los momentos de mayor vulnerabilidad (inicio y fin de la vida), lo que
nos resulta inaceptable.
[44]
misma categoría, han de cumplirse ciertos requisitos empíricos. En este concepto
también entran algunas ideas de acciones y actitudes apropiadas para y por
aquellos que se pueden considerar personas. En otras palabras, utilizar la
categoría de persona no es hablar de pertenencia a una especie, sino adscribirse
un estatus (Kitwood, 1996, págs. 54-55).
“…los embriones, los niños, los minusválidos psíquicos graves y los individuos con
demencia senil puedan ser considerados personas y [por lo que]se ha pedido que
la noción de dignidad del hombre presente en las constituciones de los Estados
Europeos y de la ONU sea sustituida con la noción de la dignidad de la persona”
(Spaemann, 2008. Pág. 196).
− Por otro lado, “las personas no son una especie natural que podamos
identificar con una descripción” (Spaemann, 2008. Pág. 197). Esto nos
dice que la pretensión científica de “definir” a la persona como “algo” con
ciertas características distintivas, nos dice más de lo limitado del campo
científico que de la “definición” de la persona en sí misma, dado que el ser
humano jamás puede ser considerado como “algo” sino como “alguien”, ya
que es un fin en sí y jamás un medio.
Deseamos terminar esta sección con una cita de Spaemann que, partiendo
desde Kant, nos responde la pregunta por el inicio de la consideración como
persona del embrión, la cual compartimos, diciéndonos:
Kant escribe que así como el producto es una persona, y es imposible formarse un
concepto de la producción de un ser dotado de libertad por medio de una
operación física, es una idea absolutamente justa y también necesaria, desde el
[46]
punto de vista práctico, el considerar la procreación como un acto por medio del
cual hemos traído una persona al mundo11. Se podría decir que la identificación
del devenir persona con el momento de la generación es consecuencia de la
imposibilidad de fijar de algún modo el comienzo de la persona en el tiempo.
Quien proponga identificarlo con un momento sucesivo, en definitiva pretende más
de lo que se puede saber (Spaemann, 2008).
3.3. La dignidad
11
Kant, I. (1989). La metafísica dei costumi. Roma-Bari. Laterza. Citado por Spaemann, R. (2008). ¿Cuándo comienza el
hombre a ser persona? El embrión humano en la fase de preimplantación (págs. 194-203). Madrid: BAC.
[47]
imposible de universalizar, siendo esto contradictorio con la dignidad humana en sí
misma, que necesariamente debe ser universal.
Por esto F. Torralba i Roselló nos dice de forma muy clara y precisa:
“La pregunta por la eminente dignidad de la persona humana trasciende la ciencia,
aunque no se puede indagar sin considerar las aportaciones de la ciencia. No
debemos esperar hallar ninguna respuesta a las preguntas fundacionales, a lo que
realmente da sentido a la existencia, en un libro de naturaleza científica. Tampoco
debemos esperar de un discurso de tal naturaleza, la definitiva respuesta a la
esencia última de la condición humana y a su dignidad sublime” (Roselló, 2005).
[48]
F. T., 2005. Págs. 55-56) Por lo tanto la noción de dignidad no entra en las
categorías espacio-temporales de los cuales nos puede hablar la ciencia, ni
tampoco puede ser “obtenida”, ni “otorgada”, sino que se “posee” por el hecho de
pertenecer a la especie humana. Bajo estos criterios podemos afirmar que la
consideración del ser humano como digno, debe iniciarse desde el mismo instante
de la formación del zigoto, dado que esta realidad biológica humana y viva, no
dará ningún salto cualitativo que cambie su estatus personal ni, por lo tanto, de
dignidad. De aquí que todo ser humano en sus distintas etapas debe ser cuidado
y respetado.
Nosotros, luego del estudio de este tema, asumimos la postura de que debe
ser respetado todo ser humano, en cualquiera de sus etapas de desarrollo, dado
que no existen fronteras delimitadas para la ponderación desigual de alguno de
sus momentos del proceso de desarrollo, ni existe traba alguna para la
consideración como personas en todas sus etapas; y siendo así, seres humanos
y personas, se les debe brindar un trato digno. Por lo que consideramos que toda
[49]
justificación del aborto basada en la dignidad del ser humano debe ser ponderada
desde la cosmovisión de quien la plantea y siempre haciendo uso de los datos
científicos y de las reflexiones filosóficas existentes, es decir, desde una
perspectiva multidimensional que nos ayude a ponderar el aborto de manera
integral.
[50]
como son: la biología, la genética, el derecho, la filosofía, la ética, la teología, etc.
Dado que sólo de este modo interdisciplinar es que podremos lograr una
interpretación multidimensional y equilibrada del aborto, sin recurrir a
argumentaciones vacías o basadas en juicios absolutos e incuestionables. La
ciencia, la filosofía, la ética y la teología no necesitan excluirse ni descalificarse en
cuanto a la consideración de lo humano, al contrario, cada día se hace más
evidente que ningún saber puede incorporar en sí toda la complejidad del ser
humano ya que tocan dimensiones distintas del mismo, haciéndose necesario el
que complemente sus saberes en la prosecución de una respuesta integral de la
pregunta por lo humano.
[51]
CONCLUSIÓN
En este trabajo nos hemos propuesto hacer un esbozo de las distintas
perspectivas de la consideración ética del aborto, asumiendo una propuesta
multidimensional que nos permita propiciar una respuesta integral, aunque
necesariamente más compleja, a la problemática ética del aborto en sus distintas
concepciones. Esta propuesta multidimensional nos ayudará a dar una respuesta
interdisciplinar a las preguntas que surgen sobre el aborto, no como una mera
comunicación de saberes, sino como una propuesta metodológica que nos permita
evitar respuestas simplistas y posiciones relativistas frente a las preguntas
fundamentales del ser humano, donde se juegan las interrogantes sobre el aborto.
[52]
aborto, pero que indiscutiblemente no abarcan por completo la complejidad de la
problemática que nos atañe, porque las dramáticas situaciones que suscita y la
forma en que se involucra la concepción de la persona humana, no pueden más
que propiciar múltiples concepciones e innumerables respuestas, sin dejar de
mencionar que cada definición también implica una toma de postura ética. Lo que
sí nos clarifica el conocimiento de las distintas definiciones es que la postura
científica o descriptiva del acto de abortar no es la única ni la más idónea a la hora
de argumentar a favor o en contra del aborto, sino que se deben tomar posiciones
sociológicas, filosóficas, antropológicas, psicológicas y, por que no, teológicas,
para la necesaria consideración multidimensional del estatuto ontológico del
embrión y la ponderación ética en todo lo relativo al mismo, ya que la ponderación
unívoca siempre será insuficiente.
En el tercer capítulo, nos propone hacer una consideración ética del aborto
desde los conceptos: ser humano, persona y dignidad, revelándonos que bajo
estos conceptos se encuentran las efectivas razones por las que podemos o no
aceptar el aborto en todas, algunas o bajo ninguna circunstancia. Reconociendo,
a través de nuestra reflexión, que los términos “persona” y “dignidad”, son
conceptos supratemporales y axiológicamente superiores, por lo que no pueden
ser definidos sólo desde presupuestos científicos, ni jurídicos, ya que sobrepasan
los límites espacio-temporales, haciéndose necesario una ponderación
multidimensional de los mismos. Dicha ponderación nos ayudará a dar una
respuesta integral a preguntas como: ¿qué es ser persona? ¿Qué es la dignidad?
Aunque esto implique colocar nuestros presupuestos y respuestas absolutas bajo
la mirada de otros saberes, no como mero cuestionamiento o descalificación, sino
en la búsqueda de la complementariedad que nos ayuda a ver al aborto como una
problemática multidimensional y, por lo tanto, compleja y necesariamente plural.
[53]
la realidad a patrones demasiado estrechos es un intento inútil, pues es más
amplia, compleja, diversa e impredecible y, sobre todo, existen en ella
mecanismos de interacción y comunicación que cada vez van poniendo más de
manifiesto las diferentes ciencias. De ahí que sea necesaria una auténtica
interdisciplinariedad, exigida por la propia realidad, en la que los diferentes campos
del saber, aún partiendo de la propia especificidad y sin renunciar a ella, busquen
un lenguaje común, como único modo posible de ofrecer una explicación,
aproximadamente completa, de la realidad (Feito, 2004. Pág. 42).
Como decíamos al introducir este trabajo, es posible que las preguntas aún
abunden, pero precisamente este era el objetivo de este trabajo, suscitar
preguntas que descoloquen nuestros presupuestos inamovibles y nuestros juicios
cerrados, para así invitar a un diálogo abierto, complejo y plural que nos permita
tener una mirada multidimensional de la problemática ética del aborto. La
invitación está hecha, no permitamos que la inseguridad que nos pueda suscitar
los cuestionamientos a nuestros presupuestos y la incertidumbre de no tener
respuestas cerradas, evite el diálogo y la adopción de una metodología
interdisciplinar e integral.
[54]
BIBLIOGRAFÍA
LITERATURA PRIMARIA
Gracia, D. (1983). “El aborto en la historia”, en Vida Nueva 1367, pp. 14-19.
LITERATURA SECUNDARIA
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