Anda di halaman 1dari 8

Ruiz Welch, Andrea Sánchez

La canción de los amantes: El


cuerpo en el Cantar de los
cantares

II Jornadas del Centro Interdisciplinario de


Investigaciones en Género

28, 29 y 30 de septiembre de 2011

Cita sugerida:
Ruiz Welch, A. (2011). La canción de los amantes: El cuerpo en el Cantar de los
cantares. II Jornadas del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género, 28, 29 y
30 de septiembre de 2011, La Plata, Argentina. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.4949/ev.4949.pdf

Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio


institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la
Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE.

Para más información consulte los sitios:


http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina.


Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

Fa HC E | UNLP

Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género

E je 11
C uerpos, di sci plinami ento y normativi dad
C oordinadoras: Pilar C obeñas y L orena B erdula

L a canción de los amantes.


E l cuerpo en el C antar de los cantares

A ndrea Sánchez R uiz W elch


andreasrw@ hotmail.com
T eologanda. F acultad de T eología - U C A .

“ D i sfrutemos juntos y gocemos” (C t 1,4).

En la teología cristiana tradicional el cuerpo ha sido el gran desterrado. En palabras de la teóloga brasileña
Ivone Guebara: “ E l cuerpo, la carne humana, fue siempre exiliado como ref lexión positiva, como valor a ser
considerado y defendido” (Guebara, 2002: 61). Con la llegada de las mujeres al ámb ito teológico, y más,
desde la ref lexión teológica feminista, el cuerpo, la sexualidad, el erotismo y el p lacer han sido repatriados.
Diversos son los factores que han coincidido en este acontecimiento. Hacia el interior del ámb ito teológico
cabe destacar la riqueza para el desarrollo de la teología que implica el nú mero creciente de teólogas que han
alcanzado la formación de grado, el impacto de las nuevas búsquedas y descubrimientos desde la exégesis
femin ista de la B iblia, la relectura crítica de la T radición y de las tradiciones teológicas, espirituales, morales y
litúrg icas, el análisis esmerado de las enseñanzas del mag isterio eclesial desde nuevas claves, la asunción de
la perspectiva de género en las investigaciones y en los discursos y el diálogo con las ciencias humanas e
incluso con las ciencias duras. Hacia el exterior, los signos de los tiempos, no sólo se han hecho permeables al
discurso, son el acto primero de una ref lexión que llega en segundo mo mento.
Los frutos del trabajo sostenido están dando muestra de que es posible un pensamiento articulado con el
contexto real de las personas, con sus intereses y dolencias, sus búsquedas y sueños, que procure transformar
en la práctica la injusticia en justicia, para todos y todas.
La vida de las mu jeres, no sólo sus cuerpos, han estado al margen del saber teológico a lo largo de gran parte
de la historia de la hu manidad. A hora que han dejado de ser invisibles y silenciosas, muchas de sus
experiencias, inquietudes y saberes han entrado en el debate. Entre ellas el cuerpo.
Entre todos los modos posibles de abordaje a esta temática he preferido el acceso a través del estudio de la
B iblia, ya que la exégesis crítica feminista permite la relectura de los textos aplicando la “hermeneútica de la
sospecha”. Éste método permite descubrir los dispositivos de género subrepticiamente presentes en los textos
detectando de este modo su sesgo patriarcal.
Co mo enfatiza la teóloga, Elizabeth Schüsler, si bien la B iblia está escrita en un lenguaje androcéntrico en el
seno de culturas patriarcales, simultáneamente, su lectura ha proporcionado aliento a las mujeres y varones
para luchar contra la autoridad patriarcal (Schüsler, 1996: 37, 83).

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 15


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

Con este horizonte como trasfondo, abordaré el estudio de la corporalidad en uno de los libros poéticos de la
B iblia hebrea, el Cantar de los cantares.
Para ello, en un primer mo mento, presentaré el texto en su contexto histórico y social, la fecha posible de su
redacción final, las diversas hipótesis actuales acerca de su autoría y las diferentes opciones de estructuración.
Seguidamente analizaré las interpretaciones de que fue objeto, para desocultar la trama que sepultó su
erotismo debajo de analogías desexualizadas. En tercer lugar intentaré recuperar aquellos indicios que develan
que el poema manifiesta también la lucha por el fin del control del cuerpo y la sexualidad por la sociedad
patriarcal de su época.
Finalmente, descubriremos que esta hermosa canción de los amantes se nos sigue ofreciendo para el disfrute,
aunque en ella tamb ién podamos recobrar la sabiduría olvidada de quienes supieron descubrir en el erotismo y
el placer un espacio abierto para el amo r. A llí, el lenguaje de los cuerpos nos manif iesta que la antropología
bíblica no ha despreciado lo corporal en sí mis mo, ni co mo revelador de lo div ino.

“ C antar de l os cantares de Salomón” (1,1).

Este canto entre los cantos, es una colección de canciones que celebra el amor apasionado de una pareja de
amantes. 4 Es el único libro erótico 5 de la B iblia. A tribuido a Salo món (960-931 a.C.), se ha escrito
probablemente en Palestina entre los siglos V/I V antes de Cristo.6
Para muchos autores/as la marca del contexto patriarcal de la época imprime a los poemas un tono de denuncia
más allá de la exhuberancia del amor que celebra. Chana Bosh señala que podríamos estar tentados “a calificar
Cantares como subversivo, si no fuera el menos polémico de los libros” (B loch, 1995:14). 7 La experiencia de
amor recíproco, f iel y pro fundo de los amantes narrada en el Cantar contrasta con la moral y las costumbres de
una sociedad que niega la igualdad del varón y la mujer, la d imensión personal del amor, la libertad para elegir
la pareja, el derecho a una sexualidad plena sin una asociación directa a la p rocreación (A ndiñach, 1997: 27-
28) E l poema lejos de celebrar un amor instituido le canta a un “amor indisciplinado”, (Lacocque, 2002: 259). 8
Por este y otros motivos muchos/as biblistas afirman la posible autoría femen ina del Cantar, ya que en la
actualidad difícilmente pueda aceptarse su atribución al rey de Israel. S in embargo, como af irma Cardo zo , “la
relación con Salo món sería necesaria para otorgar al texto importancia y aceptación” (Cardoso, 1993: 61).
Con todo, no hay definición. Stadelmann, con la trad ición precedente, está convencido de que su autor es un
judío nativo de J udá (Stadelmann, 1993:18). A ndiñach, Lacocque, Cardozo, W eems def ienden una autoría
femenina, personal o colectiva. 9 Esta autoría imp lica en palabras de A ndiñach, que “alguien re-copiase textos
anteriores, recibidos por tradición y los refundiese para atender a una nueva situación social y teológica, en
general incrementando material f resco de su propia mano” (A ndiñach, 1997:17-18). Esta situación, frecuente
en la literatura antigua, da cuenta de que el texto que estudiamos no es una simple antología de poemas sino la

4
En la actualidad hay una tendencia a considerar que no aparecen indicios de la unión esponsal de estos
jóvenes amantes. (Navarro Puerto,1994: 54; Santos Benetti, 1994: 219; A ndiñach, 1997: 34, Cardoso,1993:
59-74; A nderson- Gorgulho, 2007: 825- 833, Lacocque, 2002: 255; Schillebeeckx, 1968: 51. S in embargo
algunos autores afirman que son cantos de bodas y por ende se ha celebrado el matrimonio. (Lu zarraga, 2005:
88-92; Schökel, 2000: 6-8; M orla, 2009:821-846)
5
Cf. A lvarez Valdés, 2007: 24; Cardoso 59-74; Luzurraga 2005: 54; R icouer, 2002: 278; A ndiñach, 2001: 50-
56).
6
La fecha de co mposición del “Cantar de los cantares” es difícil de determinar. Su atribución a Salo món es
cada vez menos sostenida por los/las exégetas. La presencia de indicios de vocabulario foráneo, pardes,
(paraíso, jardín en persa, 4,13) denota que no estaríamos en condiciones de situarlo con anterioridad al
domin io persa sobre Israel. Del mis mo modo la palab ra griega appi ryon, (3,9) que signif ica litera o cama,
podría orientarnos a una fecha cercana al año 300 en la que Israel cae bajo la dominación griega. Para un
estudio pormenorizado de las diversas propuestas en torno a la fecha de composición Cf. Lu zarraga, 2005:
111-113. T amb ién A ndiñach, 1997:23-26 y Lacocque, 2002: 249-250.
7
Renita W eems af irma que la retórica del libro co munica “una subyacente y sutil polémica” y concluye: “No
es solamente la hermosura del amo r y la salubridad de la sexualidad hu mana en abstracto lo que los amantes
afirman. Es el amor mutuo de el l os y su atracción mutua irresistible lo que recalcan.” W eems, 1992:167-168.
La tesis de A ndré Lacocque es justamente demostrar que “el objetivo del poema es subversivo”. Lacocque,
2002: 246. Paul R icouer y J esús Luzurraga difieren respecto a esta opinión. Cf . R icouer, 2002: 284 y
Lu zurraga, 2005:77-78.
8
A bren y profundizan otras posibilidades contextuales, Cf .: A nderson-Gorgulho, 2007: 832-833 y Ravasi,
1992: 46-60.
9
Cf . A ndiñach, 1997:17-18; Cardoso 1993: 59-74; W eems,1997:364, Lacocque, 2002:252-253. Lu zurraga se
mantiene en la línea media: “ la hipótesis de adscribir la autoría del cantar a un hombre o a una mujer no puede
desembocar en una conclusión apodíctica. (Luzurraga, 2005: 117)

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 16


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

composición artística de un/a hábil poeta y exquisito/a literato/a que utiliza materiales tradicionales
preexistentes, por lo que no resulta fácil decid irse acerca de cuál es la estructura del poema o si en verdad la
tiene. A mbas posiciones se defienden actualmente: quienes opinan que los poemas están ubicados al azar y
quienes sostienen que el cantar tiene una estructura literaria interna. 10 A firmar un esquema ríg ido sería una
contradicción en una obra que en su movimiento y dinamis mo va provocando y seduciendo a los lectores/as.

“ Q ue me bese con l os besos de su boca” (1,2).

A sí canta la joven amante deseando el amor apasionado de su amado. Se abre el Cantar con una explosión de
deseo, que se irá haciendo realidad a lo largo de los poemas. Es sorprendente que en la B iblia se encuentre este
lib ro que describe las delicias del amor con un lenguaje tan efusivo, exp licíto, exuberante. Su presencia en el
canon 11 reside en lo que expresa su sentido literal: la belleza del amo r humano, precisada en un rico lenguaje
cargado de erotismo. De este modo, la matriz judeocristiana quiere af irmar que el amo r hu mano es “lugar
teológico de la revelación de Dios” (Luzurraga, 2005: 52). Esta capacidad inherente al amor humano de ser
referencial, ha provocado, tanto en el mundo judío como en el cristiano, que el Cantar haya sido objeto de
diversas interpretaciones.12 Quizás pueda afirmarse que la hermenéutica alegórica ha sido la preponderante.
Desde las relaciones de Dios (el amado) y el pueblo Israel (la amada) en el mundo judío, hacia la cristif icación
en la era cristiana, donde el novio es Cristo y la novia el alma, la Ig lesia, M aría (Schökel, 2000: 3-4).
Esta interpretación realizada hasta el mo mento en su mayoría por varones célibes “no fija tanto su atención en
la sexualidad expresada (a la que han renunciado) sino en otro modo de sublimación de la simbiosis original,
la que se da en el amor preferencial al T rascendente personal” (Lu zurraga, 2005: 66). M uchos autores/as 13
han advertido que ciertas lecturas alegóricas han superado lo razonable dejando de lado el sentido auténtico
del texto y encubriendo “el valor que el libro da a la sexualidad co mo don liberador que viene de Dios”(
A nderson-Gorgulho, 2007: 825). Esta interpretación tradicional llegaba casi a borrar lo que el Cantar describía
del amor hu mano por la “tendencia miope” a desconfiar de la exp resión sexual (M urphy, 1979:102). En este
sentido, la importancia que ha tenido a lo largo de la historia del cristianismo la lectura alegórica del poema,
inf luenciada, en muchos casos, por una antropología dualista, vació con el tiempo al Cantar de su erotismo,
convirtiendo muchas de sus expresiones en “homonimias no sexualizadas, asociaciones puramente verbales”
(R icouer, 2002: 301). Las mis mas alturas del amor desbordante de estos amantes ha sido ocasionalmente
olvidada bajo la p retensión de una lectura superadora de la pasión erótica expresada en cuerpos que se
exhiben, se tocan y se disfrutan. Sin embargo es innegable que la fuerza del amor humano es capaz ensanchar
lo in manente y abrirse a la trascendencia. Qu ienes se han enamorado de Dios también han cantado con su letra
sus experiencias místicas en un vuelo poético que ha dejado sus huellas en la literatura universal. 14

“ Sí , soy una mural l a, mi s pechos, como torres” (8,10)

Vo lviendo al texto en su “sentido obvio” (Ricouer, 2002: 278), el Cantar se nos ha presentado como un poema
erótico escrito a varias voces. Si abordamos ahora la ref lexión, no ya desde la posible intencionalidad de su

10
M orla señala una estructura de cinco poemas sin un plan definido.(M orla 2009,821-846). A ndiñach
considera ‘ E l Cantar’ una antología de veinticinco poemas individuales ordenados precedidos por un título
(A ndiñach, 1997: 29-30). Luzu rraga opta por 15 unidades que pueden agruparse en 7 poemas dentro de un
lib ro dividido en 2 partes. (Luzurraga, 2005:122-123) A na A nderson y Gilberto Gorgu lho proponen seis
cantos de la amada 1,2-4,12-14.16. 2,1; 2.3-9.16.17; 3,1-5; 5,2-8.10-16; 7,11-14;8,1-4.5b.7.14 y cuatro cantos
del amado 1,8-11.5; 4,1-5.7-15; 6,4-10;7,1-10. (A nderson – Gorgulho, 2007: 826 y 828).
11
A pesar de los avatares de su recorrido canónico, algunos/as exégetas señalan el año 65 de la era co mún el
mo mento de su incorporación al canon judío. (L u zurraga, 2005: 36; Navarro,1994: 54)
12
Para una exp licación detallada de las interpretaciones actuales Cf. Lu zurraga, 2005: 69-87.
13
A ndiñach, 1997: 32-33; Cardoso, 1993: 59-74; A lvarez ,2007: 23; R icouer, 2002: 299-303. Lu zurraga lo
ejemplif ica citando las múltip les derivaciones alegóricas de los pechos de la joven como gemelos de gacela
(4,1): M o isés y A arón, las dos tablas de la ley, la ley mo ral y escrita, el A ntiguo y el Nuevo T estamento, los
doctores y los predicadores, la virginidad y fecundidad de M aría, etc. (Luzurraga, 2005: 66-67). En el siglo I V
T eodoro de M opsuestia en Sicilia defendió el sentido literal del “Cantar de los cantares” y no sólo fue
condenado por el Concilio de Constantinopla en 553 sino que tamb ién fueron destruidas sus obras. En 1572
Fray Luis de León era condenado a prisión en Valladolid por traducir al castellano la obra que sólo podía
leerse en latín.
14
Cecilia Padvalskis estudia en su tesis doctoral la lectura mística que T eresa de Á vila realiza del Cantar de
los Cantares. (Padvalskis,2009: 261-294). T amb ién el Cántico Espiritual de San J uan de la Cru z recrea el
Cantar de los cantares. San J uan de la Cru z, Obras co mpletas, BA C, M adrid, 2002.

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 17


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

autora/autor, sino desde los/las lectoras en el marco de las posibles recepciones del texto, quisiera explorar los
aportes del acercamiento femin ista. 15
E l documento de la Pontificia Co misión B íblica señala que en el horizonte cultural moderno el acercamiento
femin ista, gracias a su mayor atención a la dignidad de la mujer y su papel en la sociedad y en la Iglesia, hace
que se dirijan al texto bíb lico preguntas nuevas, ocasiones de nuevos descubrimientos (PC B,1993: 63). Es en
este sentido en el que podemos aproximarnos al texto con nuestras propias preguntas acerca del significado de
nuestros cuerpos, la sexualidad y los controles que se ejercen sobre ellos en una sociedad todavía patriarcal. La
canción de estos amantes también evoca, debajo del ropaje erótico de sus metáforas, una sutil denuncia, que si
estamos atentas/os podremos escuchar. Veamos esas huellas.
La pareja del Cantar no hace referencia a la institución del matrimonio o a las reglas de parentesco que se le
asignan de ordinario al padre o a los hermanos de la novia en determinados rangos sociales imponiendo a la
conyugalidad una restricción social en vistas a la procreación y a la posesión de los bienes materiales dentro
del clan en función de la solidaridad racial. Entre estos indicios llama la atención que no es a la casa del padre
a donde desean dirigirse los novios, como en las bodas tradicionales. En el Cantar lejos de observarse la
costumbre del paso ritual a la “casa del padre” la invitación de la joven al novio es entrar en la casa de su
madre (3,4; 6:9; 8,1-2). Los roles se invierten, ella invita, el parentesco futuro se establece con su madre,
quien no la censura ni reprime (L acocque,2002:258). La ausencia del padre, se inscribe en esta dinámica
contracultural, que se afianza aún más al desvincular el erotis mo y la sexualidad con la reproducción.
E l no mbre dado a la joven morena: la sul ami ta (1,5-6, 7,1), puede ser considerado como una feminización del
nombre de Salo món y su contracara. Selo moh, rey inf iel, apegado a las mujeres:1000 entre esposas y
concubinas, (1Re 11,3) signo de poderío y prestigio. Su lammit con su amor exclusivo y excluyente, delínea
otro modelo de relaciones en el amor (Dt 22, 13-29). 16
La relación fiel y personal que se describe en el cantar, contrasta no sólo con las historias de la corte sino
también con el ideal masculino de la época. A quí es la mujer quien tiene la primera y última palabra (1,2;
8,14) no es una doncella tradicional, pasiva, sometida, toma la in iciativa en los actos de amor (3:1-5; 5:6-7;
Ecle 7,28; Prov 9,13; 21,9); arriesga su vida buscando a su amado en la calle, de noche (7:12-14; 8:5; 6:11-12)
en un contexto social adverso, los guardias ponen freno a la expresión de su deseo con violencia (5,6-7). Si la
imagen de la sulamita es la de una mujer libre, su atrevimiento al explorar los espacios masculinos intentan
ser reprimidos(5,7). No sólo en el ámbito público, la calle, de noche. T ambién en lo doméstico. La joven hace
valer las propias decisiones frente a la oposición de los hermanos quienes están obligados a custodiar su
castidad y virginidad (1,6; 8,8-14; Gen 24,29,50,55,60 34, 6-17; 2 Sam 13,20,32). A sí, hacia el f inal del
poema, “se evoca el control sociofamiliar sobre el cuerpo, sexualidad y amor de las mujeres” (Navarro,2002:
60) frente a la libertad de la joven que se empeña en amar fielmente a su amado fuera de los
convencionalismos y restricciones sociales. Los arreglos familiares, el contrato y el precio pagado por la
novia, han desaparecido. Esta falta de institucionalización de la relación de pareja delata que la sociedad
patriarcal deniega la expresión auténtica y fuerte de los valores del amor y al exaltar la relación amorosa y fiel
de los amantes, su reciprocidad en la búsqueda y el encuentro, el erotismo y la pasión, su trasfondo filial y
maternal, señala otro modo de vivir los vínculos interpersonales en el matrimonio y la familia. A simis mo, al
separar la relación heterosexual de las obligaciones de la descendencia, el Cantar cambia la clave de la alianza:
desde la generatividad a las relaciones auténticas y amorosas de la alteridad interpersonal varón-mujer
(Padvalskis, 2009: 222; P rov 31). En el Cantar la legitimidad al amo r no le es concedida desde fuera por las
bodas ni por la fecundidad subsiguiente. El amo r se leg itima a sí mis mo cuando es verdadero y fiel.

“ Su fruto es dul ce a mi pal adar” (1,3)

Después de haber presentado el contexto histórico y social del Cantar de los cantares, las interpretaciones de
las que fue objeto y de recuperar aquellas marcas que nos han develado que el poema esconde una crítica al
modo de vivir los vínculos amorosos entre varones y mujeres en la sociedad de su tiempo, estamos en
condiciones de acercarnos al texto mis mo para entrar en sus movimientos.17
La opción que he escogido es su discurso sobre los cuerpos. Sin embargo no iremos al texto tratando de
interpretar racionalmente el leguaje metafórico sobre la figura humana aludiendo a los significados de las
imágenes en su contexto, ni nos preguntaremos sobre cuál ha sido la intención de su autora (o autor). La

15
Co incidentes también con los abordajes de algunos exégetas varones, como Lacocque y A ndiñach.
16
Co mo sugiere A ndiñach: “Frente a la profundidad de la experiencia del amor de dos personas, la autora se
vio interpelada por la hipocresía de la sociedad y la teología que ella sustentaba, y, en el desarrollo de su tema
no pudo evitar definirse ante esa sociedad y sus valores”. (A ndiñach, 1997: 48) “ En este poema Salo món no
es el héroe sino que es desvalorizado al ser descripto en toda su frivolidad, en su desamor y en contraste con la
sencillez y la sensibilidad de los jóvenes amantes”. (A ndiñach, 1997: 96-104)
17
En el d iálogo, la voz de la novia (negrita) y el novio (cursiva). No inclu í los coros ni al narrador.

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 18


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

invitación será ir descubriendo de qué modo la poesía erótica del Cantar se nos sigue ofreciendo para el
disfrute y el contacto con la sabiduría del amor. Las voces de la naturaleza, sus sonidos y rumores, los aromas
de las flores, los perfumes penetrantes del aceite, las imágenes de un paisaje fértil, colorido, exuberante, la
gramática de los cuerpos enamorados, enlazados en un amor que es más fuerte que la muerte nos ofrecen la
ocasión para sumergirnos en el placer de aquellos amantes.
15
1 ¡Qué hermosa eres, a mada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son palomas!
16
¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encant ador! ¡Qué frondoso es nuestro lecho!
17
Las vigas de nuestra casa son los ced ros y nuestro artesonado, los cipreses.
1
2 Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles.
2
Como un lirio entre los ca rdos es mi amada en tre las jóvenes.
3
Como un manzano entre los árboles silvestres, es mi am ado entre los jóvenes:
yo me senté a su sombr a tan deseada y su fruto es dulce a mi paladar.

Los amantes se seducen en halagos. La palabra, la voz exaltan la corporalidad que aflora en belleza y
hermosura, en dulzura y fortaleza. E l amado se mira en sus ojos, ojos que hablan de amor. La amada enaltece
el lecho pródigo, donde se consuma el amo r. Los cobijan los árboles, que han ingresado a la casa,
sosteniéndola, una casa firme, refugia la pasión. La joven se presenta como una flor erguida en el valle fértil.
Esa flor en los labios del amado es suave, tersa, húmeda, perfu mada, atrayente, inconfundible. Inconfundible
como el amado. É l se yergue como un árbol que da frutos sabrosos, dulces. Ella los saborea en su boca,
mientras descansa protegida por su sombra. El reconocimiento mutuo, en el paisaje incontable, les da
identidad, los enlaza, los hace irrepetibles. E l cuerpo, en su lenguaje, les dice quiénes son, y aún en la fusión
de la pasión, se reconocen mutuamente diversos.

E l amado 18

T odo él cautiva los sentidos. Es radiante, atrayente. Sobresale entre la multitud. Su cuerpo es presentado en
detalle, con imágenes venidas de la naturaleza entera (animales, plantas, piedras y metales preciosos).E l áurea
de su cabeza lo hace valioso, resplandeciente. Su co mpacta cabellera negra, le da contraste a su tez, haciéndolo
más atractivo. Su mirada inquieta, límp ida reposa en sensación de bienestar. Sus mejillas perfu madas, sus
labios, su boca fresca, son húmedos y prontos a los besos. Elogia sus manos fuertes y bruñidas. Su abdomen
desnudo es duro y firme, a la vez que suave y brillante. A llí confluyen las emociones, las vibraciones del
cuerpo, la genitalidad. Las piernas exponen su fuerza, su seguridad, su aplomo. La amada lo descubre
majestuoso, elegante, gallardo, erguido. Pero no ahorra la dulzura que brota de su boca. Su boca fuente de la
palabra, su boca custodia de sus labios. En la dulzura del paladar comunica una experiencia, la experiencia del
deseo, de los besos embriagantes (1,2).

L a amada 19

18
5:10 M i amado es moreno claro distinguido entre diez mil.
5:11 Su cabeza es oro, oro puro; Sus largos cabellos, racimos de palmera, negros como el cuervo.
5:12 Sus ojos, co mo palo mas a la vera del arroyo se lavan en leche, posadas junto al estanque.
5:13 Sus mejillas, co mo una era de balsameras, macizos de perfu mes.
Sus labios, como lirios que destilan mirra f ragante.
5:14 Sus manos, torneadas en oro engastadas en piedras de T arsis. Su vientre, co mo claro marf il cubierto de
zaf iros.
5:15 Sus piernas, co mo colu mnas de mármo l fundadas sobre basas de oro fino;
Su porte es como el Líbano, esbelto como sus cedros.
5:16 Su paladar, dulcísimo , y todo él un encanto. A sí es mi amado, así es mi amigo.
19
7: 2¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe!
T us caderas torneadas son collares obra artesana de orfebre
T u omb ligo co mo una copa redonda que reboza de vino aromado.
T u vientre montoncito de trigo adornado de azucenas
7:3 T us dos pechos, como dos crías gemelas de gacela.
7:4 T u cuello, co mo torre de marf il; T us ojos, la piscina de J esbón junto a la puerta de Bat-rabim;
T u nariz, co mo la torre del Líbano, Que mira hacia Damasco.
7:5 T u cabeza destaca como el Carmelo; con su melena igual que la púrpura
un rey en esas trenzas está preso

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 19


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

La joven, mientras baila, ha capturado al amado (7,1). La danza lo envuelve en un vértigo de placer y
prorru mpe en elogios: sus pies, sus caderas, su ombligo desnudo que invita a beberlo. E l baile deja ver a la
joven en toda su belleza. S in su pesadas ropas, sus caderas juegan con los collares, desocultando la redondez
de sus curvas.
Ondulaciones seductoras que orientan la mirada más allá del centro de su vientre. Los ojos del amado recorren
a la mu jer fascinado. De ella emana una fuerza erótica irresistible que se encargará de describir al recorrer sus
pechos. T ambién su cuello muestra su esbelto atractivo. En sus ojos transparentes y profundos, el amado
puede reflejarse. Su nariz define la orientación de la mirada y su cabeza evoca la atrayente y misteriosa
atracción de las montañas. El amado cautivado por la amada no se contenta con la contemplación de su
belleza, se siente enlazado a ella, prisionero de sus encantos y desea experimentar su cuerpo, abrazarlo,
acariciarlo, besarlo. E l amo r con que se aman es fuente de placer y de gozo.

“ E l amor es fuerte como l a muerte. Sus saetas de fuego una l l amarada de Yahveh” (8, 6-7).

La canción de los amantes ha dejado al descubierto la nobleza del lenguaje corporal. A llí se escribe la historia
de estos jóvenes enamorados. La belleza de sus cuerpos aparece a f lor de p iel, se saborea, se huele, se observa,
se palpa. La percepción de los sentidos, que exploran y descubren al tú a través de su corporalidad, se exhibe
sin vergüenzas. T odo el cuerpo es valorado, nada hay impuro, oculto, inaccesible. No hay malicia ni sospecha
ante la desnudez de la amada, del amado. Hay disfrute, gozo, admiración mutua. E l cuerpo hace único al tú
amado, ref leja su intimidad, sin estereotipos, recíprocamente. T anto él co mo ella son dulces, fuertes,
dinámicos, activos, iniciadores del amor. A ún cuando los cuerpos se reconocen en sus diferencias, no hay
desigualdad. Nada se dice de cuerpos para la guerra y la batalla, para la procreación y la maternidad. La
totalidad del cuerpo es recorrida, espacio para el amor, el encuentro, la creatividad, el placer y el juego. E l
cuerpo es palabra y espacio para la seducción, habla a quienes quieren controlarlo con la impertinencia de su
libertad. M etáfora de un amor que no se apaga, que no se encauza en las sendas de la normatividad. Ni los
torrentes pueden apagar un amor que deja huellas en el cuerpo: que deja marcas “como sello sobre tu corazón,
como sello sobre tu brazo” (8,6).
La poesía de esta hermosa canción de los amantes celebra la belleza de los cuerpos y del amor apasionado.
Hace posible el deleite en su ancestral sabiduría que nos descubre que el erotismo y el p lacer son el lenguaje
del amor, co mo la ternura, co mo la lucha, co mo la entrega, co mo el dolor. A llí, la vo z de los cuerpos nos
man if iesta que la antropología bíblica ha apreciado lo corporal en sí mismo y co mo revelación de lo d ivino.
A ún cuando en la historia se hayan querido tapar los vestigios del amor en el cuerpo, el Cantar de los cantares
se nos muestra como testimonio de la capacidad co municativa del lenguaje corporal y de la expresión sexual
con un caudal inusitado, que desborda vida. La antropología del Cantar, nada entiende de dualismos.
E l hecho de que el texto se haya conservado dentro del canon de los libros sagrados judíos y cristianos, es un
signo manifiesto de que el amor, el erotismo y el placer humanos son un lenguaje elocuente para hablar de
Dios y con Dios.
La teología actual, gracias al aporte de muchas teólogas, y de no pocos teólogos, ha recuperado las
experiencias del cuerpo como lugar de la revelación del Dios en quien se cree. La teología está tomando
cuerpo en los cuerpos y espera dejarse interpelar cada vez más por sus heridas y sus gozos.

B IB L IO G RA FÍA

A L VA RE Z V A L D É S, A RI E L , E ni gmas de l a B i bl ia 5, San Pablo,Buenos A ires, 2007.


A N D E RSON , A N A Y GORGU L H O , GI L BE RT O , “Cantar de los cantares” en L E VORA T T I , A RM A N DO , C omentari o
B í bl i co L ati noameri cano, A ntiguo Testamento, Volu men II, Verbo D ivino, Estella, 2007, 825- 833.
A N D IÑ A CH , P A BL O , C antar de los C antares – E l fuego y l a ternura , Lu men, Buenos A ires, 1997.
A N D IÑ A CH , P A BL O , “La erótica co mo clave de lectura” R i bl a 38 (2001) 50-56 versión electrónica. Consultado
11 de agosto de 2011. http://ww w.clailatino.org/ribla/ribla38/la% 20erotica%20co mo% 20clave.html.
B E N ET T I , S A NT OS, Sexual i dad y eroti smo en l a B i bli a , San Pablo, Buenos A ires, 1994.
C A RD OSO P E RE I RA , N A N CY , “A h...amo r en delicias”, R i bl a 15 (1993) 59-74.
GU E VA RA , I VON N E , L a sed de senti do. B úsquedas ecofemi ni stas en prosa poética, Doble Clic, M ontevideo,
2002.
L A COCQU E , A N D RÉ , “La sulamita”, en L A COCQU E , A N D RÉ y R I COU E R , P A U L , P ensar l a B i bl i a, Herder,
Barcelona, 2002, 245-273.

7:6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!


7:7 Tu es como palmera, Y tus pechos son los racimos.
7:8 Pienso subir a la palmera y cosechar sus dátiles, Tus pechos serán racimos de una,
tu aliento aroma de manzanas, 7:9 Y tu paladar como el buen vino.

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 20


IIº J ornadas C IN I G de E studi os de G énero y F emi ni smos - 27, 28 y 30 de septiembre, 2011
IS BN : 978-950-34-0751-6

L U ZA RRA GA , J E SÚ S, C antar de l os cantares, Verbo D ivino, Estella, 2005.


M ORL A A SE N CI O , V Í CT OR , C antar de l os C antares en A A .V V . B i bl i a de J erusal én, Descleé, B ilbao,
2009,821-846.
M U RPH Y , R ON A LD , “U n modelo bíb lico de intimidad humana: el Cantar de los cantares”, C oncil i um 141
(1979) 95-102.
N A VA RRO P U E RT O , M E RCED E S, “E l matrimonio en el A ntiguo T estamento. ¿Símbolo de la alianza?” E studi os
Tri ni tari os 28 (1994) 29-65.
P A D VA L SK I S, M A RÍ A C E CI L IA , U na l ectura psi coanal í ti ca de l as“ M editaciones sobre l os C antares” de Teresa
de J esús, T esis para optar al grado de doctor M adrid, 2009.
P ONT I FI CA C OM I SI ÓN B Í BL I CA , L a i nterpretación de l a B ibl i a en l a Igl esi a San Pablo Buenos A ires 1993.
R A VA SI , GI A N FRA N CO , Il C anti co dei C anti ci , Bologna, Edizioni Dehoniane, 1992, 46-60.
R I COU E R , P A U L , “La metáfora nupcial”, en L A COCQU E , A ND RÉ y R I COU E R , P A U L , P ensar l a B i bl ia, Herder,
Barcelona, 2002, 275-311.
S CH I L L E BE E CK X , E D U A RD , E l matri moni o, Sígueme, Salamanca 1968.
S CH ÖK E L , L U I S A L ON SO , E l cantar de l os cantares o l a di gni dad del amor , Verbo D ivino, Estella, 2000.
S CH Ü SL E R F I ORE N ZA ,E L I ZA BET H , P ero el l a di jo. P rácti cas femi ni stas de interpretación bí bli ca , T rotta,
M adrid, 1996.
S T AD EL M AN N , L U I S, C ânti co dos C ânti cos, São Paulo, Loyola, 1993.
T A M EZ , E L SA , “Para una lectura lúdica del Cantar de los cantares” , R i bl a 38 (2001) 57-68.
W E EM S, R E N IT A , “Song of Songs” en N EW SOM , C A ROL A . A N D R I N GE , S H A RON H. (ed.) The Women´s B i bl e
C ommentary, J ohn K no x Press, Louisville, 1992, 244-251.
W E EM S, R E N IT A , “T he songs of songs”, en K E CK , L E A N D E R E. (ed.) The N ew Interpreter’s B i bl e, V, 1997,
A bingdon, Nashville,361-474.

La P lata, septiembre 28, 29 y 30 de 2011 21

Anda mungkin juga menyukai