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0,1,1,2,3,5,8,13,21,34...
Fácil, ¿no? (0+1=1 / 1+1=2 / 1+2=3 / 2+3=5 / 3+5=8 / 5+8=13 / 8+13=21 / 13+21=34...)
Así sucesivamente, hasta el infinito. Por regla, la sucesión de Fibonacci se escribe así: xn =
xn-1 + xn-2. Hasta aquí todo bien, pero de seguro estás preguntándote ¿quién fue
Fibonacci?
La sucesión de Fibonacci
La sucesión de Fibonacci es la sucesión de números:
¡Así de simple!
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1597, 2584, 4181, 6765,
10946, 17711, 28657, 46368, 75025, 121393, 196418, 317811, ...
¿Puedes encontrar los siguientes números?
La regla
La sucesión de Fibonacci se puede escribir como una "regla" (lee sucesiones y series):
donde:
x6 = x6-1 + x6-2 = x5 + x4 = 5 + 3 = 8
Razón de oro
A B B/A
2 3 1.5
3 5 1.666666666...
5 8 1.6
8 13 1.625
Ejemplo:
Cuando usé una calculadora para hacerlo (con sólo 6 decimales para la razón aúrea) obtuve
la respuesta 8.00000033. Un cáculo más exacto habría dado un valor más cercano a 8.
Esta vez son las flores quienes nos hacen ver la perfección matemática que, como una
corriente subterránea y secreta, se esconde en muchos de sus diseños: patrones que se
corresponden con uno de los conceptos matemáticos más apasionantes, la secuencia de
Fibonacci.
Leonardo de Pisa descubrió en el siglo XIII esta secuencia numérica que inicia en 0 y 1 y a
partir de entonces cada número resulta de la suma de los dos anteriores. Desde entonces la
serie de Fibonacci se ha utilizado en música, arquitectura, pintura y otras artes, imitando el
armónico efecto que se manifiesta en diseños naturales como caracolas, galaxias y, en este
caso, flores.