EL ENCUENTRO CATEQUÍSTICO
José Clavijo Méndez, Pbro.
IMPORTANCIA DE LA LUDICA Y LA
RECREACIÓN EN LA CATEQUESIS
Luz Nélida de Palacio
EL ENCUENTRO CATEQUÍSTICO
El encuentro de cada semana no agota todo lo que es la catequesis pero no hay duda de
que en cada encuentro de catequesis el catequista se juega las cartas más importantes. Ay
del catequista que hace de ese encuentro otra hora de clase más, cuando los muchachos
están hartos de escuela. En esta charla queremos acompañar al catequista a organizar este
momento central en seis secciones:
1) ACOGIDA
2) DESARROLLO DEL ENCUENTRO
3) TAREAS DEL CATEQUISTA
4) COMO GESTIONAR LAS SITUACIONES DIFÍCILES
5) CÓMO CONCLUIR EL ENCUENTRO
6) LA EVALUACION
LA ACOGIDA
Un muchacho mal acogido tampoco acoge nada. Cada niño debe sentirse personalmente
muy bien acogido, como si fuera una persona única. El catequista debe preocuparse por
conocer bien a sus catequizandos, sus nombres, sus gustos, sus necesidades y
1
preocupaciones: “Cómo estás Clarita: ¿Te pasó ya la fiebre? Nos alegra que hayas podido
regresar.”
Convendría mientras ellos se van conociendo ponerles una escarapela a cada uno, incluídos
los catequistas y los auxiliares, con su nombre visible y legible.
El lugar del encuentro debe ser lo más acogedor posible: que los niños se sientan a sus
anchas y cómodos. Conviene que el lugar se parezca lo menos posible al salón de la
escuela, para que los niños lo visualicen y conceptualicen como un lugar totalmente
diferente.
Quien acoge a un niño como éste me acoge a mí y quien me acoge a mí acoge al que me
ha enviado. (Lc. 9,48)
Organización interior
En algunos lugares la catequesis tiene lugar después de la Misa con la participación,
incluso, de los niños. Si no es así, el catequista debe encontrar un marco de tiempo,
después de haber dispuesto toda la logística para recogerse, ponerse en manos de Dios,
escuchar profundamente su palabra y recibir su fuerza
«Te pido Señor como si todo dependiese de ti y trabajo, Señor, como si todo dependiese de
mí». (S. Ignacio de Loyola)
Señor: he hecho lo mejor para preparar todo lo que quiero que los muchachos descubran
de ti y mi modo de comportarme. Dame ahora, Señor, las palabras y los comportamientos
adecuados que susciten en ellos el deseo de hacerse discípulos tuyos.
3
DESARROLLO DEL ENCUENTRO
Después de la acogida el catequista realiza el verdadero encuentro catequístico
Los niños saben y les gusta cantar canciones sencillas (no canciones de adultos, por favor).
Antes de sentarse a trabajar quedaría muy bien uno de estos cantos. Después, tal vez un
minuto de silencio y oración.
Una vez sentados hay que recordar lo aprendido en el encuentro anterior. Es una ocasión
para que el catequista, sin mencionar la palabra examen, examine cómo están los niños y
qué tanto han asimilado. Por eso es mejor que ellos hablen y no que hable el catequista.
Este hará solo preguntas.
El siguiente paso es anunciar claramente cómo se desarrollará hoy el encuentro, cuales son
los objetivos, cómo se llama el tema, y motivar muy bien a los niños para trabajar “Los
primeros minutos son decisivos –decía una catequista–. En seguida me doy cuenta si el
menú es agradable, si los niños se han interesado, si he logrado despertar su apetito”.
He aquí algunas actitudes del catequista que influirán en el éxito del encuentro:
Hablar lentamente y con claridad favorece la escucha calmada.
Esperar a que todos estén escuchando para dar una explicación o una orden.
Encontrar un pequeño gesto para inculcar el silecio (por ejemplo el dedo índice sobre
los labios) favorece la calma y el respeto. Gritar “¡Silencio!, ¡Silencio!” no sirve de nada
y puede ser irritante.
Hacer solo una pregunta cada vez, ojala preguntas abiertas y no aquellas que se
responden con un “sí” o un “no”.
No favorecen, en cambio, las siguientes actitudes:
Hablar rápida y como desesperadamente
Amenazar sin dar cumplimiento a las amenazas (ya de por sí es mejor el diálogo que
las amenazas),
Lo mismo que hacer promesas y no cumplirlas (siembra desconfianza en los niños)
Dejar tiempos muertos (los niños los llenan con sus gritos y movimientos
desordenados).
4
Un tiempo sobre la vida cristiana: Cómo vivir hoy concretamente ese evangelio en la
relación vital con Dios, con la Iglesia, con la comunidad, con el mundo, con las
personas difíciles (moral).
Un tiempo de iniciación a la vida espiritual: aprender a orar, a celebrar, a contemplar
(espiritualidad).
Para cada uno de estos aspectos vienen propuestos diversos medios pero hay algunas
constantes como lectura y comprensión de un texto bíblico, testimonio del catequista o de
otro cristiano de la comunidad o de un cristiano ejemplar o reflexión sobre acontecimientos
y experiencias de la vida cotidiana de los muchachos.
Una niña preguntó qué era un fariseo y otra niña levanto la mano y respondió “un fariseo
es un hombre subido en la cima de un faro”. Por supuesto, todos, incluida la catequista
estallaron en una carcajada, pero la catequista se repone inmediatamente y anima a la
niña: “no estás del todo equivocada Felisa: los fariseos eran tan orgullosos que miraban a
todos desde arriba como si ellos estuvieran en la cima del faro y los demás allá abajo como
hormiguitas”.
¿Qué opinas tú de esta salida de la catequista?
A veces los niños hacen preguntas sobre cosas de fe como “¿de verdad Dios existe?” “¿de
verdad hay otra vida después de que nos muramos?”. A estas preguntas más difíciles el
catequista debe responder con sencillez, con verdad, con humildad. A veces hay preguntas
5
que requieren una explicación profunda y ya está para terminar el encuentro; el catequista
dirá que ya no hay tiempo pero que tratará el tema en el próximo encuentro. Otras veces
tras de una pregunta muchas veces considerada necia se encuentra un niño que quiere que
se hable con él sobre sus problemas pero no se atreve a plantearlo abiertamente. Por eso
cuando un niño hace preguntas hay que mirarle los ojos, los gestos, que a veces resultan
más elocuentes que las palabras. Cortar bruscamente a un niño que hace una pregunta
fuera de lugar significa callarlo para siempre: nunca más se atreverá a hacer preguntas. Por
eso hay que considerar en quien hace la pregunta: quién es, qué actitud tiene, qué puede
haber detrás de la pregunta, por ejemplo problemas o conflictos en la casa por motivos de
religión, etc. Muchas veces pregunta la afectividad más que la inteligencia. Así que el buen
catequista debe esforzarse por conocer muy bien a sus discípulos y respetar a cada uno
profundamente. A veces pedirle al niño que reformule mejor la cuestión para captar bien lo
que pregunta ayuda a que el niño deje entrever cuál es su verdadera intención otras veces
funciona pedir a otro niño que le responda.
Recuerda: un catequista no es una enciclopedia, no tiene por qué saber responder a todas
las preguntas. Basta con decir: “no sabría hoy responderte bien, pero voy a investigar y la
próxima vez te traigo una buena respuesta”.
Testimonios de cristianos
Alguna vez el catequista invita a un cristiano comprometido en algún campo del testimonio
cristiano (caridad, misiones, infacia misionera, animador de jóvenes, un artista cristiano
reconocido, etc.). Los niños le escuchan durante unos diez minutos y luego hacen
preguntas y se entabla un diálogo. El efecto es doble: los niños entran en contacto con
realidades vivas de la experiencia cristiana y se rompe la rutina de los encuentros.
Festejar juntos
Hacer celebración y festejar, comer, beber y cantar, jugar juntos, divertirse, hacen también
parte de la vida de un grupo de catequesis: Fiestas religiosas, preparación de ritos,
renovación del bautismo, cumpleaños son ocasiones para compartir y hacer fiesta dentro de
la sana alegría cristiana: el catecismo es más sinónimo de fiesta y de compartir juntos que
de clase de religión. Los niños llevan a la fiesta lo que la mamá les prepare y juntos, ojalá
de vez en cuando también con el papá, la mamá y los hermanos comparten y hacen fiesta.
Recordemos que para un cristiano la fiesta no es sinónimo de evasión, sino más bien de
integración.
¡Qué bueno celebrar la fiesta de los santos patronos de Luis, Carlos, Francisco, Catalina,
teresa! Es la ocasión perfecta para ver un film o un video o por lo menos una cartelera
infantil o un «comic» sobre la vida de algún santo y luego comentar entre todos. Ese día la
catequesis puede ser sólo eso.
PAPEL DEL CATEQUISTA EN EL GRUPO
El catequista es un servidor. Su servicio es ayudarles a descubrir, encontrar y relacionarse
con Dios, con Jesucristo, con la Iglesia, con la vida y con la Gracia. Un buen catequista
sorprende siempre a sus niños, sugiere, da valor, responde sus preguntas.
Cualesquiera que sean los medios que utilice, el catequista es ante todo un testigo y hace
de su tarea evangelizadora, no una actividad sino una relación: nada puede reemplazar la
palabra viva entre dos personas. Testimoniar no significa convencer a toda costa sino más
bien intentar decir la verdad con la ayuda de Dios ya que la fe no es cuestión de opinión,
6
sino de confianza: confianza en aquellos que van un poco más adelante y nos quieren
mostrar el camino que ellos ya han transitado.
Testimoniar significa decir: “Yo…” y es importante decirlo. Pero decirlo de tal modo que la
personalidad del catequista no sea invadente, es decir que el niño saque como conclusión
siempre: “¡Que grande es Jesucristo!” y nunca: “¡Qué grande es mi catequista!”: el “yo” del
catequista es una palabra humilde, una palabra de siervo.
Lo más importante es que los niños hagan sus propios descubrimientos y expresen lo que
van descubriendo y lo compartan y lo celebren. El catequista evita perderse en
explicaciones superfluas, casi es mejor que apenas, sugiera, insinúe, señale, pregunte y …
escuche. El catequista tiene mucho que aprender y mucho que escuchar en la medida que
la fe de los niños va creciendo y la van testimoniando.
CUANDO SE PRESENTAN SITUACIONES DIFÍCILES
Hay días en los que “Buenos días, Cómo estás”
Obtiene una respuesta negativa, llena de sufrimiento,
de rebelión, de interrogantes.
Acoger lo imprevisto
“El lunes murió mi papá”, exclama Pedro con los ojos llenos de lágrimas. “¿Si Dios existe,
por qué permite esas cosas?” protesta su amiguito que lo ha acompañado en el duelo.
Otras veces el catequista no puede ni saludar porque llega un niño lleno de felicidad
gritando: “¡Ayer nació mi hermanita. Yo la ví, es así de grande!”. Tristes o felices que sean
los acontecimientos, no es posible que el catequista comience el encuentro como si nada:
tiene que llorar con los que lloran y alegrarse con los que ríen y unirse al grupo en tales
sentimientos: Unos y otros acontecimientos comprometen al grupo en una felicitación, en
una acción de gracias o en una súplica. Para ello el catequista tiene que dar espacio a que
los niños hablen de aquello que tienen en su corazón, no importa que el encuentro
programado se descomponga: las personas son más importantes que los métodos y las
reglas.
7
Y si el catequista se desanima
Que los niños son difíciles, que no ponen atención, que ya me tienen hasta la coronilla, que
los problemas de mi casa son tantos como para echarme otros encima, que mi fe está
pasando por momentos muy difíciles… La buena voluntad del catequista es puesta a prueba
permanentemente y la tentación de abandonar la misión es grande. Entonces conviene:
Desdramatizar. Hay que hablar con el grupo de catequistas o con la comunidad de
pertenencia, poner en común, dejarse ayudar. No comunicar las dificultades las hace
más difíciles.
Saber resistir. Ser catequista es también un modo concreto de vivir la fe. Es peor tirarlo
todo que resistir, ya que la sensación de haber fallado hará mucho más daño. Hacer
catequista es caminar con Jesucristo, es subirse con él a la cruz y hay que aprender a
sostener la caña durante el año.
Delegar. Por ejemplo invitar a un encuentro a un testigo, aun misionero, que dé su
experiencia. Ayuda a la propia fe y distensiona de la responsabilidad. Hacerse ayudar
de alguien de la comunidad durante un tiempo. Esto alivia grandemente el sufrimiento.
Una catequesis diversa. Si el catequista está cansado los niños tambien sufren a causa
del cansancio de su catequista. Se puede organizar con ellos una salida a visitar
enfermos, al hospital, a un santuario a rezar juntos, una película y hasta unos payasos
que vengan a divertirlos ¿por qué no?
8
volverse cansón. A ese se le puede pedir poner sus dotes al servicio de los demás, por
ejemplo asignarle la función de dar la palabra a los que alzan la mano, así estará activo y
permitirá que otros participen.
El que nunca habla. Es el problema opuesto, pero también problema. El catequista debe
hacer todo lo posible por hacerlos sentir a gusto en el grupo, los saluda con especial afecto,
los felicita por su vestido o por su cortesía, etc, se interesa por sus juegos o por su familia,
le propone hacer alguna lectura durante el encuentro o hacer una oración y luego lo felicita
y lo anima. Los tímidos temen tomar la palabra pero se expresan de otros modos, como
pintando. El catequista puede valerse discretamente de estos otros modos sin forzarlo a
tomar la palabra.
Los diversos niveles. En el grupo, especialmente el primer año, encontramos diversos
niveles de cultura cristiana entre los niños, especialmente si vienen de familias practicantes
o no. Aquí la tarea del catequista no es fácil pues los de buen nivel se aburren si el
catequista dedica todo el tiempo a cosas que ellos ya saben. Si, en cambio, piensa que los
de bajo nivel ya se pondrán al día y no dedica tiempo a las cosas elementales, estos
terminarán por sentirse excluídos y siempre atrasados. De todos modos en pocos meses las
diferencias se atenuarán, pero es necesario hacer frente a la dificultad inicial por ejemplo
poner a los que saben más a instruir con una buena guía, a los que no saben. De alguna
manera ellos comprenderán que hay personas que no tienen fe y que el cristiano está
llamado a dedicar tiempo a compartir esa fe. Tal vez, los compañeros entiendan más
fácilmente el modo de hablar de sus coetáneos que del mismo catequista. Si las diferencias
persisten habría que buscar un catequista auxiliar que se encargue de uno de los dos
grupos.
La autoridad del catequista. Sucede con frecuencia que un catequista pierda autoridad ante
su grupo de niños por no saber manejar adecuadamente situaciones como las
anteriormente descritas o tal vez el catequista carezca de autoridad natural para evitar
desmanes. Podría pedirse por un tiempo la presencia de un catequista más autorizado
durante algunas sesiones, mientras el orden se restablece.
Excluir a un niño especialmente inquieto e indisciplinado del grupo puede ser necesario y
útil pero puede ser también arriesgado si el niño es susceptible. Hay que saber hacerlo. A
veces con llamarlo y decirle con mucha calma: “Pienso que debes salir un rato y dar una
vuelta por los pasillos mientras consigues apaciguarte. Cuando te sientas mejor retornas y
seguramente reflexionarás junto con nosotros”. El niño comprende que permanecerá afuera
si no presenta un comportamiento adecuado. En todo caso se necesita que mientras está
fuera, haya un adulto pendiente de él.
Niños que no quieren estar en la catequesis. Ocurre con frecuencia que un niño venga
obligado y a las malas. Su actitud negativa influye en otros niños. Ya desde el primer día en
su presentación lo dicen en tono desafiante. “Estoy aquí porque mi mamá me obliga a venir
pero no porque a mí me interesen estas cosas”. Simplemente se les acoge y se les deja que
expresen su desacuerdo o su rebelión sin juzgarlos o pretender cambiar su actitud. Muchos
de ellos terminan por sentirse acogidos y amados en el grupo y se olvidan de su rebeldía
inicial.
Las frecuentes ausencias injustificadas deben ser investigadas cuidadosamente ya que
puede tratarse de niños que salgan de su casa a la catequesis y terminen en otros lugares.
Es muy importante un permanente diálogo con los padres del ausentista para ver los
verdaderos motivos.
9
EL FINAL DEL ENCUENTRO
El final del encuentro debe ser tan cuidadosamente preparado como el inicio
No todas las veces el catequista deja tareas escritas o de investigación para la casa como si
fuera la clase de matemáticas. Debe sí dejar responsabilidades de diverso orden como ir a
misa, ir a un bautismo, hacerse contar, mirando las fotografías, cómo fue el momento de su
bautismo, puede decorar mejor su propio cuaderno o asistir con su familia a una visita de
enfermo o a un encuentro de voluntariado. Pensando en el próximo encuentro el catequista
puede asignar responsabilidades: unos que traigan dulces, otros que alguna flor o unos
velones, o alguna cosa para llevar juntos a un niño que se ha enfermado, etc. Incluso
puede personalizar las responsabilidades mientras despide a cada niño, por ejemplo:
“Animo Luis: recuerda que no sabes bien el Ave María”. “Adios Camila: Acuérdate de ir a
misa este domingo”, etc. Algunos niños pueden ayudarle a dejar el salón limpio y en orden,
alguno con el que se deba hablar un poco más seriamente o con sus padres se deberá
quedar.
Conviene que una vez despedidos y arreglado el lugar el catequista o todo el grupo hagan
una breve oración de acción de gracias. Entre tanto o en el momento más adecuado tome
nota de lo pertinente de cada niño: reacciones, puntos flojos, valores adquiridos, etc. Le
servirá para preparar mejor el próximo encuentro y para la reunión general de catequesis
dar su experiencia de un modo más concreto. Valore con regularidad su modo de llevar las
reuniones: Qué hubo de positivo, qué falló, etc:
LA EVALUACION
Siempre es necesario e indispensable verificar el recorrido. La evaluación consiste en
examinar el itinerario en todo su andadura y en cada uno de sus elementos. Algunos
aspectos fundamentales de evaluación serían:
Dedicar un poco de tiempo a revisar los encuentros de catequesis tratando de seguir los
progresos de cada catequizando y de reflexionar sobre la pedagogía de cada encuentro.
10
Valorar las diversas etapas del catecismo. Tanto de las etapas de cada encuentro como
de las etapas desarrolladas en conjunto hasta el momento de evaluar: los contenidos, las
actividades realizadas, las respuestas de los niños, la oración, las celebraciones, etc.
Valorar niño por niño: sus progresos, sus dificultades, el modo como se le ha ayudado, la
relación con la familia, etc.
Evaluar al catequista. El catequista se debe evaluar frecuentemente como educador en el
transcurso de las diversas etapas de cada encuentro y del conjunto de los encuentros.
¿He acogido bien a todos los niños?
Encuentro aceptación de los niños hacia mí?
¿He preparado a conciencia cada uno de los encuentros?
¿He explicado de manera clara, sencilla y amena cada cosa, especialmente las más
difíciles?
¿He respondido satisfactoriamente a las preguntas que me han hecho?
¿Me encuentro con tiempos muertos? ¿Por qué?
¿Me he esforzado en usar algunas técnicas agradables a los niños?
¿He procedido con creatividad y originalidad cuando ha sido necesario?
¿He descuidado la pertenencia a la realidad pastoral de mi parroquia?
¿Cómo califico mi relación con los padres y hermanos de los niños?
¿Qué cosas habría podido mejorar y no lo hice?
¿Cómo me han parecido los momentos de oración y las celebraciones?
¿He orado por mi grupo de niños?
¿Me he preocupado por los niños más allá de los momentos de catequesis?
¿Qué me propongo concretamente mejorar a partir de hoy?
Al final del período se puede también elaborar un cuestionario para que los niños hagan su
propia evaluación personal y la de sus catequistas. Tal cuestionario pretende relievar sus
expectativas satisfechas o no, los momentos más impactantes y los más aburridores y por
qué.
Los catequistas, finalmente se evalúan unos a otros en el grupo de catequistas con cierta
periodicidad y en su comunidad de pertenencia. A nivel general se puede cuestionar:
Las guías: su utilidad, las dificultades con las guías
Las reuniones de preparación: ¿Se han desarrollado? ¿Cuál ha sido su utilidad? ¿Cuáles las
principales fallas?
Los objetivos: ¿Se han logrado?
Otros aspectos como: El uso de la Palabra de Dios, la comprensión de ella por parte de los
muchachos, las satisfacciones o insatisfacciones de cada catequista, las expectativas hacia
el futuro, etc.
11
IMPORTANCIA DE LA LUDICA Y LA
RECREACIÓN EN LA CATEQUESIS
Objetivos:
Pretende dar a los catequistas los elementos para que puedan ser orientadores de
la lúdica y la recreación tanto en las catequesis como en la comunidad, que les
permitan llevar a los niños y a sus familias actividades que contagien de alegría,
entusiasmo, que permitan la integración, la utilización del tiempo libre, que los
niños aprendan jugando y recreándose.
Renovar los conocimientos y utilizar el juego como un medio de enseñanza activa
del aprendizaje
Mostrar la manera de dirigir y enfrentar un grupo.
LA LUDICA O RECREACIÓN ORIENTADA A LA COMUNIDAD
La recreación como un aspecto del sistema integral de la comunidad, sirve como un nivel
de progreso tanto para el individuo como para la comunidad.
La recreación en comunidad debe llenar las necesidades de los individuos por medio de la
asociación grupal en busca de la satisfacción que representa para cada uno de los
individuos el poder compartir las prácticas recreacionales con otras personas.
Es importante inculcar en los miembros de la comunidad la importancia de los hábitos
recreativos para el total desarrollo social.
Una comunidad organizada debe tener en cuenta:
1. Todo niño necesita tomar parte en el juego y actividades que favorezcan su desarrollo.
2. Todo niño necesita descubrir que actividades le brindan satisfacción personal.
3. El niño debe ser ayudado a que adquiera las habilidades esenciales en ellas.
4. Toda persona necesita conocer bien cierto numero de juegos tanto de salón como al
aire libre que le resulten tan agradables que nunca haya un momento en que no sepa
que hacer.
5. El descanso, el reposo, la reflexión y la contemplación son por si mismos formas de
recreación.
6. Hay que crear un espíritu de juego y un sentido del humor de tal forma que se
encuentre placer en las pequeñas cosas de la vida.
12
El valor educativo de la lúdica
1. Mantiene el equilibrio entre la rutina de las catequesis y las actividades placenteras,
para evitar que los niños se fastidien .
2. Enriquece la vida de los niños, aportándoles alegría, placer, entusiasmo y gozo.
3. Contribuye al desarrollo orgánico y al bienestar físico
4. Ayuda a que los niños se formen en la disciplina.
5. Ayuda a la expresión y a la identidad. Da oportunidad de descubrir nuevos valores
individuales
6. Como valor grupal, subordina intereses egoístas, Integra la persona al grupo.
7. Contribuye a la cooperación, lealtad, y compañerismo.
8. Proporciona un medio aceptable de expresión creativa.
9. Fomenta cualidades cívicas, morales y cristianas
10. Previene el ocio, la flojera, la vagancia y la delincuencia
11. Fomenta el uso constructivo del tiempo libre.
12. Da oportunidad para practicar situaciones de mando
13. Se logra a través de aficiones y el afianzamiento de valores intelectuales, estéticos,
éticos, y morales.
14. Como valor educativo establece conjunto de valores que contribuyen a la formación del
individuo, permitiendo el desarrollo integral de la persona.
15. Permite la transmisión de la herencia cultural.
16. Enriquece la concentración, la atención y la memoria
CLASES DE RECREACIÓN
1. ESPONTANEA: es aquella que el individuo realiza cuando quiere o cuando le nace, sin
tener en cuenta planes establecidos
2. DIRIGIDA: Cuando la persona acepta libremente la dirección de las actividades en que
participa, obedeciendo insinuaciones de personas especializadas en recreación.
Formas de participación
1. ACTIVA: Cuando el individuo participa activamente ejecutando las acciones que le den
satisfacción.
2. PASIVA: Cuando el individuo se recrea proporcionando los medios para que la
recreación activa llegue a las demás personas.
COMO CONDUCIR LA RECREACIÓN
La conducción es fundamental para alcanzar el éxito, por lo que debemos utilizar las
técnicas especiales que unidas al carisma o don especial del catequista permita la conquista
del grupo, para que responda satisfactoriamente a las tareas propuestas.
En la recreación el grupo responde a la voz que invita y le hizo sentir el deseo de hacer.
Esto es lo que debemos lograr como conductores. Esta tarea no es fácil. Tampoco es muy
difícil. Solo es necesario la confianza personal y el conocimiento de lo que nos proponemos.
13
El enfrentamiento con el grupo
El humor es el lubricante de la convivencia. Quien quiera conquistar a los niños debe
colocar su corazón como anzuelo, esto significa que debemos estar enamorados de lo que
hacemos, de la función que cumplimos, para esperar de ella un resultado positivo. El
catequista debe sentir y demostrar entusiasmo.
UBICACIÓN DEL CATEQUISTA FRENTE AL GRUPO
Cuando vamos a encarar una actividad frente a un grupo, ya sea una simple explicación o
una conducción plena, debemos tener en cuenta unos detalles de colocación que nos
resultarían provechosos:
14
Recobrar el silencio
Nunca intentemos lograr el silencio gritando más fuerte que el grupo, o pidiendo a otros
que griten; tampoco hagamos sonar el pito ni recurramos a estridencias. Siga estos
consejos:
1. Ubiquémonos de pie, sobre un elemento elevado en donde todo el grupo nos pueda
ver.
2. Desde allí golpeemos suavemente las manos, aplaudiendo mientras sonreímos,
mirando a todos aquellos que circunstancialmente nos miran, y alternemos los golpes
frecuentes de manos con el gesto de colocar nuestro dedo índice verticalmente frente a
la boca como signo de silencio.
3. Una vez que poco a poco, por efecto de la comunicación intergrupal se vaya haciendo
el silencio, actuemos inmediatamente desde allí, sin perder un instante. Cualquier
fracción de espera vana, hará que se reinicie el bullicio.
4. ¡! No Nos enojemos ¡! Siempre vamos a lograrlo todo, sonriendo con cortesía.
QUE ES LA LÚDICA Y LA RECREACIÓN
15
valores y competencias para la vida, y es un motor para garantizar el acceso de los niños y
las niñas a otros derechos como el afecto, la educación, la formación, y la identidad.
La lúdica es concebida como la forma natural de incorporar a los niños y niñas en el medio
que les rodea, de aprender, de relacionarse con los otros, de entender las normas y el
funcionamiento de la sociedad a la cual pertenecen.
Además la lúdica es un medio de comunicación fundamental con otros niños y niñas, con
los adultos y con su entorno inmediato. Les genera el referente de mayor peso en su
proceso de construcción de identidad, posibilitándole a la vez la interiorización de los
valores sociales, morales y cristianos, de su medio y por lo tanto el desarrollo de actitudes
como el respeto, la tolerancia, el valor del conflicto y la forma de resolverlo pacíficamente,
entre otros.
Por lúdica y recreación se entiende volver a crear, es la renovación de una situación física o
anímica; volver a crear el entusiasmo, la alegría, el deseo de hacer las cosas, es el deseo
de vivir feliz; con el juego se logran los mayores logros del niño, logros que se convierten
en un nivel básico de acción y moralidad.
La recreación es la practica de actividades intelectuales y físicas vigiladas y orientadas con
el propósito fundamental de que el que las practica espontáneamente, disfrute de sus
aptitudes y obtenga un mejor desarrollo de su personalidad, contribuyendo así a su
formación integral. No hay edad mínima ni máxima para la practica de la lúdica y la
recreación.
La recreación es una variedad infinita de acciones en las que participan los seres humanos
cuando se sienten y están libres de cualquier apremio, y se debe propiciar a través de
hábitos sanos, una actitud solidaria y la realización de los valores del individuo sin afán de
cualquier recompensa ulterior, lo que permite su creatividad, la superación de su
personalidad y la plena integración del ser en el qué hacer, con su consiguiente
satisfacción.
El ser humano feliz es aquel que une a las satisfacciones diarias de su producción laboral,
las formas gustosas del desarrollo individual, compartido o colectivo, que le permitan
disfrutar con plenitud de su existencia en un grupo o en una comunidad.
El reconocimiento del valor del juego por parte de los catequistas, los padres y madres se
convierte entonces en una prioridad, pues lo más probable es que no tengan claro que al
jugar con sus hijos e hijas están recreando el mundo, y ensayando formas de convivencia.
La recreación debidamente encarada, sistematizada y regulada se constituye en salud y
alegría para un mundo mejor.
TALLER
1. Leer el texto, hacer un análisis del mismo sacando los puntos básicos que
sinteticen lo que es la lúdica y la recreación.
2. Que sugerencias aportaría el grupo a este tema?
16