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METODOLOGÍA DE LA CATEQUESIS

EL ENCUENTRO CATEQUÍSTICO
José Clavijo Méndez, Pbro.

IMPORTANCIA DE LA LUDICA Y LA
RECREACIÓN EN LA CATEQUESIS
Luz Nélida de Palacio



EL ENCUENTRO CATEQUÍSTICO
El encuentro de cada semana no agota todo lo que es la catequesis pero no hay duda de
que en cada encuentro de catequesis el catequista se juega las cartas más importantes. Ay
del catequista que hace de ese encuentro otra hora de clase más, cuando los muchachos
están hartos de escuela. En esta charla queremos acompañar al catequista a organizar este
momento central en seis secciones:
1) ACOGIDA
2) DESARROLLO DEL ENCUENTRO
3) TAREAS DEL CATEQUISTA
4) COMO GESTIONAR LAS SITUACIONES DIFÍCILES
5) CÓMO CONCLUIR EL ENCUENTRO
6) LA EVALUACION


LA ACOGIDA
Un muchacho mal acogido tampoco acoge nada. Cada niño debe sentirse personalmente
muy bien acogido, como si fuera una persona única. El catequista debe preocuparse por
conocer bien a sus catequizandos, sus nombres, sus gustos, sus necesidades y
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preocupaciones: “Cómo estás Clarita: ¿Te pasó ya la fiebre? Nos alegra que hayas podido
regresar.”

Convendría mientras ellos se van conociendo ponerles una escarapela a cada uno, incluídos
los catequistas y los auxiliares, con su nombre visible y legible.

El lugar del encuentro debe ser lo más acogedor posible: que los niños se sientan a sus
anchas y cómodos. Conviene que el lugar se parezca lo menos posible al salón de la
escuela, para que los niños lo visualicen y conceptualicen como un lugar totalmente
diferente.

Procurar organizar a los niños en círculo y no en batallón, ayuda mucho a sentir la


diferencia.

Un pequeño diálogo orientado por el catequista, una presentación de todos en el primer


encuentro, una canción de acogida cuando llega algún niño por primera vez, dar a conocer
las normas de comportamiento o un pequeño reglamento ayudará posteriormente a la
disciplina del grupo.
Ejemplo de un pequeño reglamento:
 Seremos siempre puntuales y avisaremos con anticipación cuando por algún motivo no
podamos venir
 No olvidaremos ni el cuaderno, ni los lápices o colores, ni los libros, ni el buen humor
 Hablaremos siempre uno a la vez, cuando sea necesario
 Escucharemos en silencio al que habla y no nos reiremos de ninguno
 Cada uno asumirá la responsabilidad que se le asigne con mucho gusto
 Colaboraremos en el orden, limpieza y disposición del lugar de nuestro encuentro
 Guardaremos recogimiento y silencio durante las oraciones
 Participaremos con gran alegría en los encuentros festivos y celebrativos
 Releeremos nuestro reglamento siempre que haya dificultades y cuando todo va en
regla para agradecer a Dios.

Signos de acogida en cada encuentro


Todo debe estar listo un cuarto de hora antes de que llegue el primer niño. Hay que
verificar que el ambiente esté limpio y acogedor; que haya puestos para todos; que estén
listos los materiales que se necesitan para el encuentro: marcadores, tableros, lápices,
cantos, Biblia, Catecismo y subsidios que sena necesarios.
Tenga en cuenta:
Cuando los niños llegan no están en el punto en que los dejamos en el encuentro anterior:
el catequista debe dedicar algunos minutos a dialogar, preguntar noticias de cada uno,
mirar los cuadernos, revisar lo que han traído, etc.
De también a cada uno el tiempo para preparar el material que ha traído.
Si un niño llega inusitadamente con mucha anticipación puede haber un motivo, a lo mejor
necesita comentar algo y no sabe cómo empezar. Es buena ocasión para darle un trato más
personalizado, dialogar con él y asociarlo a la preparación encomendándole alguna
actividad.
Es importante que todos se sientan acogidos con bondad y que no haya evidente
preferencia por ninguno.
Cuando ya todos han llegado, o es la hora de comenzar puntualmente, se puede conceder
un instante para que se acomoden a sus anchas, se saluden entre ellos, hablen un poco de
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sus intereses comunes. Esto marca también una diferencia con la llegada al colegio en la
que no se da tiempo para estas cosas. Aquí no son alumnos, sino un grupo de amigos y
vecinos que se encuentran y necesitan comunicarse.
Si hay ausencias, el catequista debe tomar atenta nota y averiguar lo más pronto posible a
la familia qué pasó. No estaría mal una oportuna y breve visita del catequista o del grupo a
la casa de uno que está enfermo o que está en alguna dificultad.
Tenga en cuenta el catequista que muchas veces vienen los padres de familia a acompañar
a sus hijos o al menos a traerlos o llevarlos. Esté siempre disponible para cruzar algunas
palabras con los papás.

Quien acoge a un niño como éste me acoge a mí y quien me acoge a mí acoge al que me
ha enviado. (Lc. 9,48)

Preparación personal del catequista


En una reunión previa el catequista ya se ha preparado para el encuentro catequístico con
los niños, ha reflexionado sobre los objetivos que se persiguen y los medios que se han de
usar, ha tomado algunos apuntes y ha escrito su guía personal para el encuentro, después
de haber leído y releído el tema en la cartilla guía y especialmente, reflexionando sobre el
encuentro anterior ha buscado las estrategias con las cuales mantendrá atentos a los niños,
los juegos, las actividades, las preguntas posibles, los ejemplos, las aplicaciones a la vida.
El ideal sería elaborar un guión muy detallado minuto a minuto en el que se recoja toda la
hora del encuentro. Si son varios los catequistas o hay varios dando la misma catequesis a
diversos grupos, qué bueno que se reúnan todos a preparar la catequesis y a diseñar el
guión.

La mochila del catequista


La catequesis requiere de frecuentes actividades manuales y para ello el catequista debe
tener preparado lo que se necesita. En su mochila debe haber lapiceros, cinta pegante,
colbón, tijeras, pinzas, alfileres chinches, marcadores, fósforos, grabadora y hasta revistas
viejas para recortes…
Organizar el espacio
Por lo general los lugares donde se da la catequesis son compartidos con otros grupos y
realidades de la parroquia durante la semana. ¡Qué bueno fuera contar con un salón
exclusivo para la catequesis del grupo!
He aquí algunos puntos de referencia:
Para el momento en que llegan los niños ya todo debe estar organizado. El encuentro de los
niños con una cierta disposición, una decoración ya es parte de la catequesis. Si se van a
realizar actividades manuales hay que prever el espacio que para ello se necesita.

Organización interior
En algunos lugares la catequesis tiene lugar después de la Misa con la participación,
incluso, de los niños. Si no es así, el catequista debe encontrar un marco de tiempo,
después de haber dispuesto toda la logística para recogerse, ponerse en manos de Dios,
escuchar profundamente su palabra y recibir su fuerza

«Te pido Señor como si todo dependiese de ti y trabajo, Señor, como si todo dependiese de
mí». (S. Ignacio de Loyola)
Señor: he hecho lo mejor para preparar todo lo que quiero que los muchachos descubran
de ti y mi modo de comportarme. Dame ahora, Señor, las palabras y los comportamientos
adecuados que susciten en ellos el deseo de hacerse discípulos tuyos.

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DESARROLLO DEL ENCUENTRO
Después de la acogida el catequista realiza el verdadero encuentro catequístico
Los niños saben y les gusta cantar canciones sencillas (no canciones de adultos, por favor).
Antes de sentarse a trabajar quedaría muy bien uno de estos cantos. Después, tal vez un
minuto de silencio y oración.
Una vez sentados hay que recordar lo aprendido en el encuentro anterior. Es una ocasión
para que el catequista, sin mencionar la palabra examen, examine cómo están los niños y
qué tanto han asimilado. Por eso es mejor que ellos hablen y no que hable el catequista.
Este hará solo preguntas.
El siguiente paso es anunciar claramente cómo se desarrollará hoy el encuentro, cuales son
los objetivos, cómo se llama el tema, y motivar muy bien a los niños para trabajar “Los
primeros minutos son decisivos –decía una catequista–. En seguida me doy cuenta si el
menú es agradable, si los niños se han interesado, si he logrado despertar su apetito”.
He aquí algunas actitudes del catequista que influirán en el éxito del encuentro:
 Hablar lentamente y con claridad favorece la escucha calmada.
 Esperar a que todos estén escuchando para dar una explicación o una orden.
 Encontrar un pequeño gesto para inculcar el silecio (por ejemplo el dedo índice sobre
los labios) favorece la calma y el respeto. Gritar “¡Silencio!, ¡Silencio!” no sirve de nada
y puede ser irritante.
 Hacer solo una pregunta cada vez, ojala preguntas abiertas y no aquellas que se
responden con un “sí” o un “no”.
No favorecen, en cambio, las siguientes actitudes:
 Hablar rápida y como desesperadamente
 Amenazar sin dar cumplimiento a las amenazas (ya de por sí es mejor el diálogo que
las amenazas),
 Lo mismo que hacer promesas y no cumplirlas (siembra desconfianza en los niños)
 Dejar tiempos muertos (los niños los llenan con sus gritos y movimientos
desordenados).

El corazón del encuentro


Ahora, después de la acogida, del repaso y de la presentación del encuentro, comienza
propiamente la sesión. Todo encuentro de catequesis es un encuentro con Jesús, es
conocimiento de Jesús. Catequesis, recordémoslo, significa hacer resonar la buna noticia
del primer anuncio: Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, ha venido a vivir entre nosotros, ha
sido crucificado, ha muerto, ha resucitado y está vivo. Su vida y su palabra son el camino
hacia la felicidad prometida por Dios.
A través del ejemplo de tantos testigos de todos los tiempos el catequista es el testigo de
este feliz anuncio y los niños so invitados a recibir este anuncio y hacerlo resonar dentro de
sí, luego a hacerlo vida y testimoniarlo en la vida y en la sociedad.

Con una rica variedad


Los medios pedagógicos para hacer vivo y eficaz cada encuentro son variadísimos. A través
de esa variedad se van entretejiendo:
 Un tiempo de enseñanzas sobre Jesús, los relatos evangélicos, la vida de la Iglesia.
(doctrina).

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 Un tiempo sobre la vida cristiana: Cómo vivir hoy concretamente ese evangelio en la
relación vital con Dios, con la Iglesia, con la comunidad, con el mundo, con las
personas difíciles (moral).
 Un tiempo de iniciación a la vida espiritual: aprender a orar, a celebrar, a contemplar
(espiritualidad).
Para cada uno de estos aspectos vienen propuestos diversos medios pero hay algunas
constantes como lectura y comprensión de un texto bíblico, testimonio del catequista o de
otro cristiano de la comunidad o de un cristiano ejemplar o reflexión sobre acontecimientos
y experiencias de la vida cotidiana de los muchachos.

Los momentos del encuentro


La rica experiencia nos indica que hay algunas cosas y advertencias o criterios que se
deberían tener en cuenta en los varios momentos del encuentro catequístico.
Los niños están atentos por un tiempo muy breve y recuerdan solo el 10 % de lo que hacen
y expresan. Es necesario entonces usar medios pedagógicos variados y dinámicos y aceptar
que cada niño puede ir solo a su propio ritmo, lo cual exige la máxima personalización.
Cada encuentro debería dividirse en varias secciones de diversa duración (de entre 5 y 15
minutos cada una):
 Acogida (ver arriba)
 Breve repaso ojalá dialogado
 Presentación del encuentro de hoy en sus diversos momentos.
 Escucha de un texto, de un testimonio
 Proyección de algún audiovisual breve
 Debate, diálogo, preguntas…
 Apropiación y reinterpretación personal de lo que se ha visto en el tema (pintar,
plastilina, mímica, montajes, etc.)
 Interiorización del tema (oración, cantos)
Tenga en cuenta que el orden puede ser cualquiera y que no es necesario que siempre haya
cada una de esas secciones. Lo que sí es necesario es que no se improvise y que en la
preparación se prevea cada uno de los pasos que se van a dar y su posible duración.
Cuando es posible, hay que echar mano de acontecimientos que impactan a los muchachos
(navidad, semana santa, bautismo de un familiar, éxitos de un equipo de fútbol nacional o
local, o de un deportista o de un cantante, etc.

Si un niño hace preguntas


El diálogo en el grupo es indispensable ya que se trata de niños que se van conociendo y
van creciendo juntos. Los niños hacen preguntas de muy diverso tipo que no exigen todas
la misma consideración.

Una niña preguntó qué era un fariseo y otra niña levanto la mano y respondió “un fariseo
es un hombre subido en la cima de un faro”. Por supuesto, todos, incluida la catequista
estallaron en una carcajada, pero la catequista se repone inmediatamente y anima a la
niña: “no estás del todo equivocada Felisa: los fariseos eran tan orgullosos que miraban a
todos desde arriba como si ellos estuvieran en la cima del faro y los demás allá abajo como
hormiguitas”.
¿Qué opinas tú de esta salida de la catequista?

A veces los niños hacen preguntas sobre cosas de fe como “¿de verdad Dios existe?” “¿de
verdad hay otra vida después de que nos muramos?”. A estas preguntas más difíciles el
catequista debe responder con sencillez, con verdad, con humildad. A veces hay preguntas
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que requieren una explicación profunda y ya está para terminar el encuentro; el catequista
dirá que ya no hay tiempo pero que tratará el tema en el próximo encuentro. Otras veces
tras de una pregunta muchas veces considerada necia se encuentra un niño que quiere que
se hable con él sobre sus problemas pero no se atreve a plantearlo abiertamente. Por eso
cuando un niño hace preguntas hay que mirarle los ojos, los gestos, que a veces resultan
más elocuentes que las palabras. Cortar bruscamente a un niño que hace una pregunta
fuera de lugar significa callarlo para siempre: nunca más se atreverá a hacer preguntas. Por
eso hay que considerar en quien hace la pregunta: quién es, qué actitud tiene, qué puede
haber detrás de la pregunta, por ejemplo problemas o conflictos en la casa por motivos de
religión, etc. Muchas veces pregunta la afectividad más que la inteligencia. Así que el buen
catequista debe esforzarse por conocer muy bien a sus discípulos y respetar a cada uno
profundamente. A veces pedirle al niño que reformule mejor la cuestión para captar bien lo
que pregunta ayuda a que el niño deje entrever cuál es su verdadera intención otras veces
funciona pedir a otro niño que le responda.
Recuerda: un catequista no es una enciclopedia, no tiene por qué saber responder a todas
las preguntas. Basta con decir: “no sabría hoy responderte bien, pero voy a investigar y la
próxima vez te traigo una buena respuesta”.

Testimonios de cristianos
Alguna vez el catequista invita a un cristiano comprometido en algún campo del testimonio
cristiano (caridad, misiones, infacia misionera, animador de jóvenes, un artista cristiano
reconocido, etc.). Los niños le escuchan durante unos diez minutos y luego hacen
preguntas y se entabla un diálogo. El efecto es doble: los niños entran en contacto con
realidades vivas de la experiencia cristiana y se rompe la rutina de los encuentros.

Festejar juntos
Hacer celebración y festejar, comer, beber y cantar, jugar juntos, divertirse, hacen también
parte de la vida de un grupo de catequesis: Fiestas religiosas, preparación de ritos,
renovación del bautismo, cumpleaños son ocasiones para compartir y hacer fiesta dentro de
la sana alegría cristiana: el catecismo es más sinónimo de fiesta y de compartir juntos que
de clase de religión. Los niños llevan a la fiesta lo que la mamá les prepare y juntos, ojalá
de vez en cuando también con el papá, la mamá y los hermanos comparten y hacen fiesta.
Recordemos que para un cristiano la fiesta no es sinónimo de evasión, sino más bien de
integración.
¡Qué bueno celebrar la fiesta de los santos patronos de Luis, Carlos, Francisco, Catalina,
teresa! Es la ocasión perfecta para ver un film o un video o por lo menos una cartelera
infantil o un «comic» sobre la vida de algún santo y luego comentar entre todos. Ese día la
catequesis puede ser sólo eso.


PAPEL DEL CATEQUISTA EN EL GRUPO
El catequista es un servidor. Su servicio es ayudarles a descubrir, encontrar y relacionarse
con Dios, con Jesucristo, con la Iglesia, con la vida y con la Gracia. Un buen catequista
sorprende siempre a sus niños, sugiere, da valor, responde sus preguntas.
Cualesquiera que sean los medios que utilice, el catequista es ante todo un testigo y hace
de su tarea evangelizadora, no una actividad sino una relación: nada puede reemplazar la
palabra viva entre dos personas. Testimoniar no significa convencer a toda costa sino más
bien intentar decir la verdad con la ayuda de Dios ya que la fe no es cuestión de opinión,
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sino de confianza: confianza en aquellos que van un poco más adelante y nos quieren
mostrar el camino que ellos ya han transitado.
Testimoniar significa decir: “Yo…” y es importante decirlo. Pero decirlo de tal modo que la
personalidad del catequista no sea invadente, es decir que el niño saque como conclusión
siempre: “¡Que grande es Jesucristo!” y nunca: “¡Qué grande es mi catequista!”: el “yo” del
catequista es una palabra humilde, una palabra de siervo.
Lo más importante es que los niños hagan sus propios descubrimientos y expresen lo que
van descubriendo y lo compartan y lo celebren. El catequista evita perderse en
explicaciones superfluas, casi es mejor que apenas, sugiera, insinúe, señale, pregunte y …
escuche. El catequista tiene mucho que aprender y mucho que escuchar en la medida que
la fe de los niños va creciendo y la van testimoniando.


CUANDO SE PRESENTAN SITUACIONES DIFÍCILES
Hay días en los que “Buenos días, Cómo estás”
Obtiene una respuesta negativa, llena de sufrimiento,
de rebelión, de interrogantes.
Acoger lo imprevisto
“El lunes murió mi papá”, exclama Pedro con los ojos llenos de lágrimas. “¿Si Dios existe,
por qué permite esas cosas?” protesta su amiguito que lo ha acompañado en el duelo.
Otras veces el catequista no puede ni saludar porque llega un niño lleno de felicidad
gritando: “¡Ayer nació mi hermanita. Yo la ví, es así de grande!”. Tristes o felices que sean
los acontecimientos, no es posible que el catequista comience el encuentro como si nada:
tiene que llorar con los que lloran y alegrarse con los que ríen y unirse al grupo en tales
sentimientos: Unos y otros acontecimientos comprometen al grupo en una felicitación, en
una acción de gracias o en una súplica. Para ello el catequista tiene que dar espacio a que
los niños hablen de aquello que tienen en su corazón, no importa que el encuentro
programado se descomponga: las personas son más importantes que los métodos y las
reglas.

Dificultades pequeñas y grandes nunca nos faltarán


 Los niños son muy numerosos. En este caso hay que tratar de hacer grupos más
pequeños para trabajos o actividades frecuentes.
 Están desmotivados. Démosle a los desmotivados alguna responsabilidad: Administrar
el material, dirigir un trabajo, decorar el ángulo de oración, etc. Recordemos lo dicho
anteriormente: la desmotivación es signo que quieren algo distinto.
 Son muy gritones: Recordemos elaborar un reglamento de grupo y repasarlo
frecuentemente. Confiemos a algunos niños la responsabilidad de velar por el
cumplimiento del reglamento. Hagamos alguna dinámica jocosa o de movimiento.
 Son muy tímidos. Dejemos un breve tiempo de reflexión antes de que den la respuesta
o invitémoslos a decir antes su respuesta a los oídos del catequista, respetando así el
ritmo de cada uno de ellos.
 Tienen verdaderos problemas de personalidad o de socialización. Es necesaria una
pedagogía adaptada a cada caso. Alguna persona especializada podría echarnos una
mano o incluso la misma madre.

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Y si el catequista se desanima
Que los niños son difíciles, que no ponen atención, que ya me tienen hasta la coronilla, que
los problemas de mi casa son tantos como para echarme otros encima, que mi fe está
pasando por momentos muy difíciles… La buena voluntad del catequista es puesta a prueba
permanentemente y la tentación de abandonar la misión es grande. Entonces conviene:
 Desdramatizar. Hay que hablar con el grupo de catequistas o con la comunidad de
pertenencia, poner en común, dejarse ayudar. No comunicar las dificultades las hace
más difíciles.
 Saber resistir. Ser catequista es también un modo concreto de vivir la fe. Es peor tirarlo
todo que resistir, ya que la sensación de haber fallado hará mucho más daño. Hacer
catequista es caminar con Jesucristo, es subirse con él a la cruz y hay que aprender a
sostener la caña durante el año.
 Delegar. Por ejemplo invitar a un encuentro a un testigo, aun misionero, que dé su
experiencia. Ayuda a la propia fe y distensiona de la responsabilidad. Hacerse ayudar
de alguien de la comunidad durante un tiempo. Esto alivia grandemente el sufrimiento.
 Una catequesis diversa. Si el catequista está cansado los niños tambien sufren a causa
del cansancio de su catequista. Se puede organizar con ellos una salida a visitar
enfermos, al hospital, a un santuario a rezar juntos, una película y hasta unos payasos
que vengan a divertirlos ¿por qué no?

Superar las situaciones críticas


Se ha preparado todo: un guión maravilloso, una dramatización, todo está listo pero algo
me hace comprender que no va a resultar: están más inquietos y habladores que nunca y
hasta las niñas que eran tan calmadas hablan en voz alta todas a la vez y al cual más niños
y niñas necean y dicen tonterías, ríen por todo y se lanzan papeles.. Hay que pensar en
cómo calmarlos:
Un canto para distensionar. El canto es uno de los mejores medios para calmarlos: un canto
alegre y estimulante.
Contar una historia. Echar mano de las dotes de buen narrador y empezar a contar una
bella historia. Verás como se calman y empiezan a poner atención.
Relajarse. Si los adultos tienen necesidad de relajarse cuando pasan de una actividad a otra
¡cuánto más los niños!
Un poco de democracia. Cuando ni los medios anteriores dan resultado, tal vez pedir que
quienes están dispuestos a hacer catecismo levanten las manos. Poco a poco las van
levantando y por fin se calman. Los más inquietos terminan por doblegarse a la voluntad
del grupo.
Separar a los habladores. Todos los catequistas tienen el problema de algunos niños
especialmente habladores que, además de impedir que el vecino atienda, perturban en
general la buena disposición del grupo. Se les cambia de puesto junto a uno más tímido o
juicioso y retorna la calma, o se les asigna una responsabilidad que, seguramente harán
con buena disposición. Si el rumor sigue y no funciona ningún método el catequista puede
dejar de hablar y empieza a escribir todo lo que va a decir.
Los «sabelotodo». Que responden con gran prepotencia a todas o casi todas las preguntas
del catequista y no deja a los demás tiempo ni modo de expresarse y termina por cansar a
todos, incluido el catequista. Se puede dar la palabra a cara y sello o establecer un
dereccho para cada uno de equis número de intervenciones. También se puede usar un
despertador. Cuando suena debe callar el que está hablado y le da el turno a otro. Hay otro
tipo de niño parecido al anterior que sí es en verdad superdotado y toma igualmente la
palabra dendo respuestas inteligentes y pertinentes, pero que al final termina también por

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volverse cansón. A ese se le puede pedir poner sus dotes al servicio de los demás, por
ejemplo asignarle la función de dar la palabra a los que alzan la mano, así estará activo y
permitirá que otros participen.
El que nunca habla. Es el problema opuesto, pero también problema. El catequista debe
hacer todo lo posible por hacerlos sentir a gusto en el grupo, los saluda con especial afecto,
los felicita por su vestido o por su cortesía, etc, se interesa por sus juegos o por su familia,
le propone hacer alguna lectura durante el encuentro o hacer una oración y luego lo felicita
y lo anima. Los tímidos temen tomar la palabra pero se expresan de otros modos, como
pintando. El catequista puede valerse discretamente de estos otros modos sin forzarlo a
tomar la palabra.
Los diversos niveles. En el grupo, especialmente el primer año, encontramos diversos
niveles de cultura cristiana entre los niños, especialmente si vienen de familias practicantes
o no. Aquí la tarea del catequista no es fácil pues los de buen nivel se aburren si el
catequista dedica todo el tiempo a cosas que ellos ya saben. Si, en cambio, piensa que los
de bajo nivel ya se pondrán al día y no dedica tiempo a las cosas elementales, estos
terminarán por sentirse excluídos y siempre atrasados. De todos modos en pocos meses las
diferencias se atenuarán, pero es necesario hacer frente a la dificultad inicial por ejemplo
poner a los que saben más a instruir con una buena guía, a los que no saben. De alguna
manera ellos comprenderán que hay personas que no tienen fe y que el cristiano está
llamado a dedicar tiempo a compartir esa fe. Tal vez, los compañeros entiendan más
fácilmente el modo de hablar de sus coetáneos que del mismo catequista. Si las diferencias
persisten habría que buscar un catequista auxiliar que se encargue de uno de los dos
grupos.
La autoridad del catequista. Sucede con frecuencia que un catequista pierda autoridad ante
su grupo de niños por no saber manejar adecuadamente situaciones como las
anteriormente descritas o tal vez el catequista carezca de autoridad natural para evitar
desmanes. Podría pedirse por un tiempo la presencia de un catequista más autorizado
durante algunas sesiones, mientras el orden se restablece.
Excluir a un niño especialmente inquieto e indisciplinado del grupo puede ser necesario y
útil pero puede ser también arriesgado si el niño es susceptible. Hay que saber hacerlo. A
veces con llamarlo y decirle con mucha calma: “Pienso que debes salir un rato y dar una
vuelta por los pasillos mientras consigues apaciguarte. Cuando te sientas mejor retornas y
seguramente reflexionarás junto con nosotros”. El niño comprende que permanecerá afuera
si no presenta un comportamiento adecuado. En todo caso se necesita que mientras está
fuera, haya un adulto pendiente de él.
Niños que no quieren estar en la catequesis. Ocurre con frecuencia que un niño venga
obligado y a las malas. Su actitud negativa influye en otros niños. Ya desde el primer día en
su presentación lo dicen en tono desafiante. “Estoy aquí porque mi mamá me obliga a venir
pero no porque a mí me interesen estas cosas”. Simplemente se les acoge y se les deja que
expresen su desacuerdo o su rebelión sin juzgarlos o pretender cambiar su actitud. Muchos
de ellos terminan por sentirse acogidos y amados en el grupo y se olvidan de su rebeldía
inicial.
Las frecuentes ausencias injustificadas deben ser investigadas cuidadosamente ya que
puede tratarse de niños que salgan de su casa a la catequesis y terminen en otros lugares.
Es muy importante un permanente diálogo con los padres del ausentista para ver los
verdaderos motivos.

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EL FINAL DEL ENCUENTRO
El final del encuentro debe ser tan cuidadosamente preparado como el inicio
No todas las veces el catequista deja tareas escritas o de investigación para la casa como si
fuera la clase de matemáticas. Debe sí dejar responsabilidades de diverso orden como ir a
misa, ir a un bautismo, hacerse contar, mirando las fotografías, cómo fue el momento de su
bautismo, puede decorar mejor su propio cuaderno o asistir con su familia a una visita de
enfermo o a un encuentro de voluntariado. Pensando en el próximo encuentro el catequista
puede asignar responsabilidades: unos que traigan dulces, otros que alguna flor o unos
velones, o alguna cosa para llevar juntos a un niño que se ha enfermado, etc. Incluso
puede personalizar las responsabilidades mientras despide a cada niño, por ejemplo:
“Animo Luis: recuerda que no sabes bien el Ave María”. “Adios Camila: Acuérdate de ir a
misa este domingo”, etc. Algunos niños pueden ayudarle a dejar el salón limpio y en orden,
alguno con el que se deba hablar un poco más seriamente o con sus padres se deberá
quedar.
Conviene que una vez despedidos y arreglado el lugar el catequista o todo el grupo hagan
una breve oración de acción de gracias. Entre tanto o en el momento más adecuado tome
nota de lo pertinente de cada niño: reacciones, puntos flojos, valores adquiridos, etc. Le
servirá para preparar mejor el próximo encuentro y para la reunión general de catequesis
dar su experiencia de un modo más concreto. Valore con regularidad su modo de llevar las
reuniones: Qué hubo de positivo, qué falló, etc:

Para evaluar cada encuentro:


Animación: ¿Cómo he acogido a los niños? ¿He favorecido el respeto del reglamento? ¿Les
he permitido a todos expresarse?
Iniciación: ¿Cómo les he ayudado a acercarse a los textos bíblicos? ¿Les he ayudado a
encontrar testigos de la fe? ¿Les he iniciado en el vocabulario cristiano? ¿Les he aportado
puntos de referencia para el comportamiento y la vida cristiana?
Testimonio: ¿He anunciado verdaderamente la fe de la Iglesia y no solo ideas mías
personales?
Oración: Heme aquí, Señor.
Naturalmente estaban todos y he intentado acogerlos a todos..
Tal vez hayan visto que yo te amo
Y en mi pobreza les he hecho saber que tú los amas mucho.


LA EVALUACION
Siempre es necesario e indispensable verificar el recorrido. La evaluación consiste en
examinar el itinerario en todo su andadura y en cada uno de sus elementos. Algunos
aspectos fundamentales de evaluación serían:
Dedicar un poco de tiempo a revisar los encuentros de catequesis tratando de seguir los
progresos de cada catequizando y de reflexionar sobre la pedagogía de cada encuentro.

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Valorar las diversas etapas del catecismo. Tanto de las etapas de cada encuentro como
de las etapas desarrolladas en conjunto hasta el momento de evaluar: los contenidos, las
actividades realizadas, las respuestas de los niños, la oración, las celebraciones, etc.
Valorar niño por niño: sus progresos, sus dificultades, el modo como se le ha ayudado, la
relación con la familia, etc.
Evaluar al catequista. El catequista se debe evaluar frecuentemente como educador en el
transcurso de las diversas etapas de cada encuentro y del conjunto de los encuentros.
¿He acogido bien a todos los niños?
Encuentro aceptación de los niños hacia mí?
¿He preparado a conciencia cada uno de los encuentros?
¿He explicado de manera clara, sencilla y amena cada cosa, especialmente las más
difíciles?
¿He respondido satisfactoriamente a las preguntas que me han hecho?
¿Me encuentro con tiempos muertos? ¿Por qué?
¿Me he esforzado en usar algunas técnicas agradables a los niños?
¿He procedido con creatividad y originalidad cuando ha sido necesario?
¿He descuidado la pertenencia a la realidad pastoral de mi parroquia?
¿Cómo califico mi relación con los padres y hermanos de los niños?
¿Qué cosas habría podido mejorar y no lo hice?
¿Cómo me han parecido los momentos de oración y las celebraciones?
¿He orado por mi grupo de niños?
¿Me he preocupado por los niños más allá de los momentos de catequesis?
¿Qué me propongo concretamente mejorar a partir de hoy?
Al final del período se puede también elaborar un cuestionario para que los niños hagan su
propia evaluación personal y la de sus catequistas. Tal cuestionario pretende relievar sus
expectativas satisfechas o no, los momentos más impactantes y los más aburridores y por
qué.
Los catequistas, finalmente se evalúan unos a otros en el grupo de catequistas con cierta
periodicidad y en su comunidad de pertenencia. A nivel general se puede cuestionar:
Las guías: su utilidad, las dificultades con las guías
Las reuniones de preparación: ¿Se han desarrollado? ¿Cuál ha sido su utilidad? ¿Cuáles las
principales fallas?
Los objetivos: ¿Se han logrado?
Otros aspectos como: El uso de la Palabra de Dios, la comprensión de ella por parte de los
muchachos, las satisfacciones o insatisfacciones de cada catequista, las expectativas hacia
el futuro, etc.

Oración del catequista:


Tú, solo, Señor, puedes dar la fe, pero yo puedo dar mi testimonio,
Tú sólo, Señor, eres el camino, pro yo puedo servir de guía a otros,
Padre: sé que puedes hacerlo todo Tú sólo, pero has preferido contar conmigo.

CUESTIONARIO DE ASIMILACION DE ESTE TEMA (Después de la atenta


lectura por grupos)
 ¿Después de la lectura del tema cuál es el balance general del grupo?
 ¿En cuáles de los aspectos metodológicos hemos fallado más?
 ¿La lectura nos ha hecho replantear algunas cosas? ¿Cuáles?
 ¿Cuáles son los propósitos concretos que quedan después de leer el tema?

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IMPORTANCIA DE LA LUDICA Y LA
RECREACIÓN EN LA CATEQUESIS

Objetivos:
 Pretende dar a los catequistas los elementos para que puedan ser orientadores de
la lúdica y la recreación tanto en las catequesis como en la comunidad, que les
permitan llevar a los niños y a sus familias actividades que contagien de alegría,
entusiasmo, que permitan la integración, la utilización del tiempo libre, que los
niños aprendan jugando y recreándose.
 Renovar los conocimientos y utilizar el juego como un medio de enseñanza activa
del aprendizaje
 Mostrar la manera de dirigir y enfrentar un grupo.


LA LUDICA O RECREACIÓN ORIENTADA A LA COMUNIDAD
La recreación como un aspecto del sistema integral de la comunidad, sirve como un nivel
de progreso tanto para el individuo como para la comunidad.
La recreación en comunidad debe llenar las necesidades de los individuos por medio de la
asociación grupal en busca de la satisfacción que representa para cada uno de los
individuos el poder compartir las prácticas recreacionales con otras personas.
Es importante inculcar en los miembros de la comunidad la importancia de los hábitos
recreativos para el total desarrollo social.
Una comunidad organizada debe tener en cuenta:
1. Todo niño necesita tomar parte en el juego y actividades que favorezcan su desarrollo.
2. Todo niño necesita descubrir que actividades le brindan satisfacción personal.
3. El niño debe ser ayudado a que adquiera las habilidades esenciales en ellas.
4. Toda persona necesita conocer bien cierto numero de juegos tanto de salón como al
aire libre que le resulten tan agradables que nunca haya un momento en que no sepa
que hacer.
5. El descanso, el reposo, la reflexión y la contemplación son por si mismos formas de
recreación.
6. Hay que crear un espíritu de juego y un sentido del humor de tal forma que se
encuentre placer en las pequeñas cosas de la vida.

Características de la lúdica y la recreación


1. Se lleva a cabo durante un tiempo libre.
2. Involucra actividades que son generalmente auto motivadas y voluntarias.
3. Es por naturaleza seria y requiere concentración de los participantes.
4. Requiere actividad.
5. Contempla infinidad de actividades y formas de expresión.
6. Es un estado de expresión creativa.
7. Es constructiva y benéfica para el individuo y para el grupo

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El valor educativo de la lúdica
1. Mantiene el equilibrio entre la rutina de las catequesis y las actividades placenteras,
para evitar que los niños se fastidien .
2. Enriquece la vida de los niños, aportándoles alegría, placer, entusiasmo y gozo.
3. Contribuye al desarrollo orgánico y al bienestar físico
4. Ayuda a que los niños se formen en la disciplina.
5. Ayuda a la expresión y a la identidad. Da oportunidad de descubrir nuevos valores
individuales
6. Como valor grupal, subordina intereses egoístas, Integra la persona al grupo.
7. Contribuye a la cooperación, lealtad, y compañerismo.
8. Proporciona un medio aceptable de expresión creativa.
9. Fomenta cualidades cívicas, morales y cristianas
10. Previene el ocio, la flojera, la vagancia y la delincuencia
11. Fomenta el uso constructivo del tiempo libre.
12. Da oportunidad para practicar situaciones de mando
13. Se logra a través de aficiones y el afianzamiento de valores intelectuales, estéticos,
éticos, y morales.
14. Como valor educativo establece conjunto de valores que contribuyen a la formación del
individuo, permitiendo el desarrollo integral de la persona.
15. Permite la transmisión de la herencia cultural.
16. Enriquece la concentración, la atención y la memoria


CLASES DE RECREACIÓN

1. ESPONTANEA: es aquella que el individuo realiza cuando quiere o cuando le nace, sin
tener en cuenta planes establecidos
2. DIRIGIDA: Cuando la persona acepta libremente la dirección de las actividades en que
participa, obedeciendo insinuaciones de personas especializadas en recreación.

Formas de participación
1. ACTIVA: Cuando el individuo participa activamente ejecutando las acciones que le den
satisfacción.
2. PASIVA: Cuando el individuo se recrea proporcionando los medios para que la
recreación activa llegue a las demás personas.


COMO CONDUCIR LA RECREACIÓN

La conducción es fundamental para alcanzar el éxito, por lo que debemos utilizar las
técnicas especiales que unidas al carisma o don especial del catequista permita la conquista
del grupo, para que responda satisfactoriamente a las tareas propuestas.
En la recreación el grupo responde a la voz que invita y le hizo sentir el deseo de hacer.
Esto es lo que debemos lograr como conductores. Esta tarea no es fácil. Tampoco es muy
difícil. Solo es necesario la confianza personal y el conocimiento de lo que nos proponemos.

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El enfrentamiento con el grupo
El humor es el lubricante de la convivencia. Quien quiera conquistar a los niños debe
colocar su corazón como anzuelo, esto significa que debemos estar enamorados de lo que
hacemos, de la función que cumplimos, para esperar de ella un resultado positivo. El
catequista debe sentir y demostrar entusiasmo.

La tarea de dirigir se fundamenta en tres pilares:


 Seguridad: O sea la capacidad técnica; conocimiento de lo que se va a transmitir,
convicción plena de sus valores.
 Aplomo: Firmeza de presencia frente al grupo, firmeza en la posición del cuerpo, vigor
en la mirada y en los gestos.
 Confianza en si mismo: Descartar cualquier duda sobre nuestra persona en la
actitud conductual; olvidándonos de nosotros y pensar sólo en el grupo y en la
actividad que nos proponemos conducir.

Actitud positiva de la recreación


Como manifestar la actitud positiva? La comunicación con el grupo de trabajo se establece
por los medios más inmediatos de manifestación: la palabra, el gesto y el movimiento.
 La palabra: debe ser cálida, correcta, modulada, invitadora. Es muy importante que
en nuestra relación oral utilicemos siempre el nosotros, el vamos Ejemplo: “Que les
parece si jugamos a…..” o “Vamos a prender una canción.
 El gesto: Debe ser siempre cordial, amable. Una sonrisa casi permanente debiera
acompañar nuestra conducción recreacional, Además, si nos es posible, acompañemos
con nuestro gesto facial la intención de la palabra, Un gesto en muchos casos es más
elocuente que mil palabras. Nuestra mirada debe dirigirse alternativamente a todos y
cada uno de los integrantes del grupo, esto incide muy positivamente en la captación y
en la afectividad del grupo con el catequista.
 El movimiento: Nuestro cuerpo, nuestros brazos y nuestras manos pueden acompañar
con sus movimientos el positivismo de nuestra actitud. La posición corporal nuestra,
puede dar sensaciones muy acogedoras; por ejemplo: “El agacharnos junto al grupo de
niños, nos coloca a su nivel de estatura y les brindamos confianza; el sentarnos en
donde se sientan los niños puede ablandar la relación mutua.


UBICACIÓN DEL CATEQUISTA FRENTE AL GRUPO

Cuando vamos a encarar una actividad frente a un grupo, ya sea una simple explicación o
una conducción plena, debemos tener en cuenta unos detalles de colocación que nos
resultarían provechosos:

 A nuestra espalda no debe haber ningún motivo móvil ni excesivamente iluminado.


 Debemos ubicarnos y colocar al grupo de modo que nadie quede al margen de nuestro
campo visual.
 Ninguno de los integrantes del grupo debe quedar a nuestra espalda.
 El grupo debe constituir un bloque unido. No es conveniente que se formen pequeños
grupos.
 Cuando dispongamos del trabajo al aire libre, procuremos que a la espalda tengamos
un árbol grueso, una cerca tupida o una pared.

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Recobrar el silencio
Nunca intentemos lograr el silencio gritando más fuerte que el grupo, o pidiendo a otros
que griten; tampoco hagamos sonar el pito ni recurramos a estridencias. Siga estos
consejos:
1. Ubiquémonos de pie, sobre un elemento elevado en donde todo el grupo nos pueda
ver.
2. Desde allí golpeemos suavemente las manos, aplaudiendo mientras sonreímos,
mirando a todos aquellos que circunstancialmente nos miran, y alternemos los golpes
frecuentes de manos con el gesto de colocar nuestro dedo índice verticalmente frente a
la boca como signo de silencio.
3. Una vez que poco a poco, por efecto de la comunicación intergrupal se vaya haciendo
el silencio, actuemos inmediatamente desde allí, sin perder un instante. Cualquier
fracción de espera vana, hará que se reinicie el bullicio.
4. ¡! No Nos enojemos ¡! Siempre vamos a lograrlo todo, sonriendo con cortesía.

Cómo enseñar una canción


No hay método totalmente definido, se debe enseñar con alegría, con arte y con tino, es
decir que el catequista debe tener alma de artista, voz agradable, y capacidad para sentir
todas y cada una de las canciones que enseña, de tal manera que contagie a su niños con
su propio entusiasmo.
Ante todo el catequista debe llegar a su catequesis muy bien preparado. NO IMPROVISE. El
canto que va a enseñar debe dominarse perfectamente. Hágalo de la siguiente manera:
1. Explique la letra del canto que va a enseñar, diciendo todo cuanto sea necesario
relacionado con el contenido.
2. Exprese a los niños un motivo por el cual va a enseñar la canción . Toda canción debe
servir para cantarla después.
3. Lea en voz alta toda la letra, después lo harán los niños en forma individual y colectiva,
dándole la debida entonación.
4. El catequista debe cantar la canción con voz clara. Si le es posible acompáñese con un
instrumento musical.
5. Los niños deben aprenderse perfectamente la letra de la canción
6. Si la letra es un poco difícil, tendrá que enseñarla sin melodía, parte por parte; los
niños la repetirán después de usted.
7. Los niños acompañaran el canto con palmas y movimientos para dar el sentido del
ritmo.
8. No interrumpa el canto para corregir.
9. Organice las canciones de acuerdo al tema de las catequesis.
10. El catequista puede estimular la creación de canciones.
11. Con los niños, procure organizar las canciones del día de la Primera Comunión para que
todos los niños participen y la eucaristía sea más alegre, y participativa por toda la
asamblea.


QUE ES LA LÚDICA Y LA RECREACIÓN

La lúdica es una característica indispensable, por considerar que el juego es un derecho


fundamental de la infancia; que por si solo potencia el desarrollo de múltiples habilidades,

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valores y competencias para la vida, y es un motor para garantizar el acceso de los niños y
las niñas a otros derechos como el afecto, la educación, la formación, y la identidad.
La lúdica es concebida como la forma natural de incorporar a los niños y niñas en el medio
que les rodea, de aprender, de relacionarse con los otros, de entender las normas y el
funcionamiento de la sociedad a la cual pertenecen.
Además la lúdica es un medio de comunicación fundamental con otros niños y niñas, con
los adultos y con su entorno inmediato. Les genera el referente de mayor peso en su
proceso de construcción de identidad, posibilitándole a la vez la interiorización de los
valores sociales, morales y cristianos, de su medio y por lo tanto el desarrollo de actitudes
como el respeto, la tolerancia, el valor del conflicto y la forma de resolverlo pacíficamente,
entre otros.
Por lúdica y recreación se entiende volver a crear, es la renovación de una situación física o
anímica; volver a crear el entusiasmo, la alegría, el deseo de hacer las cosas, es el deseo
de vivir feliz; con el juego se logran los mayores logros del niño, logros que se convierten
en un nivel básico de acción y moralidad.
La recreación es la practica de actividades intelectuales y físicas vigiladas y orientadas con
el propósito fundamental de que el que las practica espontáneamente, disfrute de sus
aptitudes y obtenga un mejor desarrollo de su personalidad, contribuyendo así a su
formación integral. No hay edad mínima ni máxima para la practica de la lúdica y la
recreación.
La recreación es una variedad infinita de acciones en las que participan los seres humanos
cuando se sienten y están libres de cualquier apremio, y se debe propiciar a través de
hábitos sanos, una actitud solidaria y la realización de los valores del individuo sin afán de
cualquier recompensa ulterior, lo que permite su creatividad, la superación de su
personalidad y la plena integración del ser en el qué hacer, con su consiguiente
satisfacción.
El ser humano feliz es aquel que une a las satisfacciones diarias de su producción laboral,
las formas gustosas del desarrollo individual, compartido o colectivo, que le permitan
disfrutar con plenitud de su existencia en un grupo o en una comunidad.
El reconocimiento del valor del juego por parte de los catequistas, los padres y madres se
convierte entonces en una prioridad, pues lo más probable es que no tengan claro que al
jugar con sus hijos e hijas están recreando el mundo, y ensayando formas de convivencia.
La recreación debidamente encarada, sistematizada y regulada se constituye en salud y
alegría para un mundo mejor.

TALLER
1. Leer el texto, hacer un análisis del mismo sacando los puntos básicos que
sinteticen lo que es la lúdica y la recreación.
2. Que sugerencias aportaría el grupo a este tema?

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