Recibido: 26/06/2013
Aprobado: 15/07/2013
Resumen
Este trabajo indaga las vicisitudes de las medidas dadas por Lizardo Montero para trasladar
las armas que desde Europa recibió el Perú en la Guerra con Chile luego de la caída de
Lima (1881), tanto en el Perú como en el exterior a través de diplomáticos peruanos en
Francia, Argentina y Bolivia. Se estudia el destino final del considerable armamento
recolectado como parte de un tema poco estudiado en nuestra historiografía.
Palabras clave: Perú, Historia, siglo XIX; Guerra con Chile (1879-1883); Gobierno de
Lizardo Montero (1881-1883); Diplomacia peruana
Abstract
This work explores the vicissitudes of the measurements given by Lizardo Montero to
transport the weapons acquired by Peru in Europe during the War of the Pacific after the
fall of Lima (1881), both in Peru and abroad through Peruvian diplomats in France,
Argentina and Bolivia. We study the final destination of the weapons collected in
significant quantities as a little-studied topic in our historiography.
Palabras clave: Peru, History, 19th century; War of the Pacific (1879-1883); Lizardo
Montero´s administration (1881-1883); Peruvian diplomacy
1
Licenciado en Historia por la Universidad Mayor de San Marcos. Publicó el libro basado en su tesis de
licenciatura Encarando el desastre. El conflicto hegemónico entre la burguesía limeña y los terratenientes
serranos del norte en la guerra con Chile. 1881-1884 (2013), que cuenta con el prólogo del Dr. Heraclio
Bonilla. Ha realizado investigaciones en los principales archivos del país: Archivo Central del Ministerio de
Relaciones Exteriores, Archivo General del Congreso de la República, Archivo Regional de Cajamarca,
Centro de Estudios Históricos Militares, Fondo Reservado de San Marcos, entre otros.
La actuación política de Montero fue severamente criticada pues no logró establecer líneas
firmes sobre la actitud que asumiría el gobierno peruano sea a favor de la paz o el impulso
decidido a la resistencia que realizaba Andrés A. Cáceres en la sierra central2. Previo al
desencadenamiento de la guerra, Montero tenía un promisorio futuro en la política, pero
luego de sus sombríos resultados como gobierno en Arequipa desaparecerá para siempre
del firmamento político.
Repasemos rápidamente los principales hechos de su gobierno. 1882 sería un año clave
para Montero pues los sucesos que ocurrirían marcan su rumbo y a la vez muestran su
desorientación en la arena política. El primer semestre está teñido por el optimismo de
obtener un rápido y propicio desenlace a favor de los intereses de Lima. Esa confianza se
esfuma velozmente, pero sus alcances no son calibrados adecuadamente o no quieren ser
entendidos en toda su crudeza: la apuesta de García Calderón y la burguesía limeña por la
diplomacia norteamericana fue una jugada sumamente arriesgada. Montero, todavía
incrédulo del fracaso de la diplomacia estadounidense, asistía a una conferencia con el
embajador Trescot en Huaraz, esperando un milagro.
En esta misma ciudad, recibe y rechaza la propuesta boliviana de pactar una tregua
conjunta con Chile. Mientras tanto, a mitad de año suceden dos hechos que hacen que
Santiago tenga una acción más decidida y tajante: sigue negando la existencia del gobierno
provisorio y toma represalias contra los dirigentes civilistas, por los desastrosos resultados
de la campaña militar emprendida contra Cáceres en la sierra central y las victorias
peruanas en Marcavalle, Pucará y Concepción (Parodi: 2003, 60-64). El otro hecho fue el
apoyo chileno a la emergencia del disidente Miguel Iglesias quien ofrecía una paz sin
ningún tipo de condicionamientos y con la entrega inmediata de Tarapacá.
1883 presentaba un escenario complicado tanto para Iglesias como para el vicepresidente
Montero. Los chilenos aceptan a Iglesias como nuevo interlocutor peruano para firmar una
paz hecha a su medida. En Cajamarca, Iglesias había sido ungido como Presidente
Regenerador en conformidad con los propósitos de los terratenientes por asumir el poder y
decidir sin intermediarios la suerte del Perú. Era también un objetivo salvaguardar los
intereses de los grandes hacendados de la sierra norte y que a la postre arrastraría a todo el
2
Carta de Francisco García Calderón a Miguel Iglesias. Valparaíso, 8 de febrero de 1883 (Ahumada, 1898:
VIII: 123).
Pero el panorama dio un giro de 360 grados al ocurrir dos hechos que apartan
definitivamente a sus contrincantes, dejándole libre el camino hacia la capital para firmar el
tratado de paz y sentar su hegemonía sobre la burguesía limeña. Primero, en Huamachuco
es destruido el valeroso y abnegado ejército de la resistencia, acosado por una poderosa
expedición chilena. Expedición que formaba parte de la más grande operación chilena que
destruiría a las huestes caceristas. Segundo, atrapado en un punto intermedio de no hacer la
paz pero tampoco combatir, el gobierno de Montero va quedando poco a poco sumido en
un peligroso aislamiento y de las crecientes dudas de Bolivia sobre la conveniencia de
continuar su alianza con el Perú. El desenlace inevitable fue la caída de Arequipa meses
después y el fortalecimiento progresivo de Iglesias, quien firmó sin impedimento alguno el
tratado de Ancón el 23 de octubre de 1883. Al capturar los chilenos la ciudad, Montero
marcha raudamente hacia Puno, luego a Buenos Aires y finalmente hacia Europa. Su
estrella política se apagó para siempre.
Tal vez no se presentarán en la historia un caso tan desgraciado como aquel en que se
encuentra el Perú; en la situación más crítica, en la crisis más angustiosa, en el mayor
peligro que puede correr un país, no tiene un solo hombre, no diré de importancia, pero ni
siquiera medio regular. No hay remedio3.
3
Carta de Manuel Candamo a Teresa Álvarez Calderón. N° 80. Chillán, 28 de febrero de 1883 (De la Puente
Candamo y De la Puente Brunke, 2008: 299).
Conozcamos a los artífices del traslado del armamento hacia la Ciudad Blanca, un hecho
sin precedentes que requiere una adecuada valoración por la magnitud de los esfuerzos y
gestiones invertidas:
Tras la guerra, tendría una poderosa posición y el control, por casi 20 años, de la Cámara de
Diputados tanto en su conformación y como en sus decisiones; haciendo de Valcárcel un
importante actor en el escenario político de la postguerra.
409
Francisco Rosas
410
Guillermo Seoane
Cesáreo Chacaltana
menor tiempo posible. Realizó las contrataciones con casas comerciales que proveían de
411
mulas para su remisión a Bolivia.
El itinerario Buenos Aires - Arequipa tendría que sortear los controles de las aduanas
argentinas y bolivianas. Sería fundamental extraer lo más pronto posible el cargamento del
puerto de Rosario, pues los agentes de Chile podrían sabotear los planes peruanos. Era todo
un logro que las armas partieran de París y que Francisco Rosas, nuestro ministro en París,
haya burlado el riguroso monitoreo de los chilenos e ingleses. Antes ya habían impedido la
salida de buques, armamento y giros monetarios a favor del Perú. Justamente, uno de los
episodios más significativos fue cómo fueron detectados las actividades que efectúo Rosas
intentó infructuosamente para vender las cañoneras que adquirió el Perú entre 1879 y 1882
a compradores europeos por la férrea supervisión inglesa. El dinero de la venta iba a ser
puesto a disposición del gobierno peruano, que tenía exhausto su erario fiscal para
continuar la guerra.
4
Comunicación del ministro de Relaciones Exteriores, Mariano, Nicolás Valcárcel, al ministro del Perú en
Bolivia, Manuel María del Valle. Puno, 27 de octubre de 1883 (Ahumada, 1898: VIII: 362).
5
Acta de sesión del Consejo de Ministros del gobierno de Lizardo Montero. Arequipa, 2 de marzo de 1883
(Nieto Vélez, 1979-1980: 126).
6
Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores (en adelante, ACMRE). Cuaderno copiador de
correspondencia 260. Comunicación Ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al agente
confidencial del Perú en Argentina, Cesáreo Chacaltana. Arequipa, 14 de febrero de 1883.
Las naves se encontraban en los puertos de Kiel (Alemania) y para probar su andar y fijar
412
su precio fueron trasladadas con bandera y capitanes ingleses al puerto de Southampton,
luego de pagar una importante suma a las autoridades alemanas. Sin embargo, en
Southampton fueron detenidos y “embargados por el gobierno inglés, que declaró que no
los dejará en libertad sino cuando se le den garantías de que no irán a parar a manos del
Perú mientras dure la guerra”7. Pese a todo, las armas arriban a Buenos Aires.
Tres factores eran los que determinaron el éxito de las gestiones de las autoridades
peruanas: el aspecto político, el factor financiero, la logística y las comunicaciones
empleadas. El factor político, específicamente cómo nuestro país formularía su estrategia
en materia de relaciones internacionales frente a los países en guerra, los países americanos
neutrales y las potencias extranjeras. En este caso los gobiernos europeos pugnaban para
que el Perú respondiera los reclamos de los acreedores de la deuda externa. Recordemos
que para esos instantes, el gobierno provisorio, del cual formaba parte Montero como
heredero universal de García Calderón, sólo era reconocido por Francia, Estados Unidos y
Bolivia. Por esta razón, la posición del Perú ante la Argentina, país con el que se sostuvo
conversaciones para conformar una alianza defensiva no prosperó, podría verse afectada
por el traslado de armas, pues en ese momento Buenos Aires había arreglado sus problemas
limítrofes con Chile en el asunto de la Patagonia. Por lo que el Perú tendría que hilar fino si
quería cumplir satisfactoriamente con lo planificado. Para ello sería trascendental la
coordinación entre las legaciones peruanas en Bolivia y Argentina, y las disposiciones que
dictara el gobierno de Arequipa para hacer el seguimiento a la traslación del cargamento en
cada punto que tomara como estación. El tema de las comunicaciones en función a la
distancia sería también un factor vital, pues Arequipa, la nueva capital peruana, estaba
prácticamente aislada del exterior y el modo seguro para cursar la correspondencia era por
la vía Argentina.
El factor logístico implicaba contactar casas comerciales solventes que respondieran a las
exigencias de las expediciones, disponer de las acémilas necesarias para trasladar el valioso
cargamento, contratación de arrieros experimentados, uso de pascanas y almacenes con las
seguridades del caso, pago de aduanas e impuestos aplicados en el curso del viaje, control y
supervisión del traslado, etc. Las rutas que se trazarían se encontrarían basadas en el
importante e intenso flujo comercial transandino que databa desde épocas coloniales e
incluía ciudades como Córdoba, Tucumán, Salta (Argentina), Tupiza, Oruro, La Paz
(Bolivia), Puno, Cusco, Arequipa, Huancayo (Perú) (Manrique, 1987: 59-64).
Como señala Nelson Manrique el circuito económico de la sierra central del Perú
(Huancayo, Cerro de Pasco, Jauja, etc.) basado en la minería, requería una alta demanda de
mulas para el traslado de los minerales. Al ser escaso su número en nuestro país, se
adquirían desde Salta, Tucumán, Buenos Aires, Corrientes, Santa Fe, ciudades argentinas
desde se movilizaban caravanas de mulas hacia el Alto y Bajo Perú para ser ofertadas en
ferias especialmente para la venta de acémilas. Esta articulación fue tan intensa que se
7
ACMRE. Comunicación del ministro del Perú en Francia, Francisco Rosas, al Delegado del Supremo
Gobierno en Lima. París, 16 de enero de 1883. Caja 284. Carpeta 6. Código 5-14. Folio 4.
8
ACMRE. CC 260. Comunicación del Canciller Valcárcel Ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del
Valle. Arequipa, 14 de febrero de 1883.
9
Acta de sesión del Consejo de Ministros del gobierno de Lizardo Montero. Arequipa, 22 de marzo de 1883
(Nieto Vélez, 1979-1980: 126-127).
[…]si fuese de todo punto imposible celebrar el contrato con un empresario particular de
notoria responsabilidad y honradez, sólo en ese caso empleará Vs el sistema de conducción 414
por medio de comisionados del Estado, comprando o fletando mulas, contratando los
arrieros, etc10.
Sr. Francisco Rosas. París. En lugar de los veinticinco mil rifles que ofrece U. mandar,
envíe sólo diez mil rifles “Remintong”. Cinco millones de tiros y doce ametralladoras,
cuyas municiones sean del mismo calibre que las de los rifles. El dinero que debía invertirse
en los otros quince mil rifles los pondrá U. a disposición del gobierno. Arequipa11.
10
ACMRE. CC 260. Comunicación del ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al
ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle. Arequipa, 14 de febrero de 1883.
11
ACMRE. CC 260. Comunicación Ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al agente
confidencial del Perú en Argentina, Cesáreo Chacaltana. Arequipa, 14 de febrero de 1883.
12
ACMRE. CC 260. Comunicación del ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al
ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle. Arequipa, 14 de febrero de 1883.
Sobre este tema, con motivo de la instalación del Congreso de Arequipa (mayo de 1883), el
415
canciller Valcárcel informaba al ministro de Guerra todos los datos concernientes al
material de guerra trasladado a fin de planificar futuras acciones militares, que el señor
Ocampo Samanés, con fecha 24 de febrero, precisaba que el ministro Rosas había
confirmado el envío a sus órdenes, del cargamento que constaba de cuatro mil rifles
Remington y ochocientos mil cartuchos. Por su parte, el agente Chacaltana, con fecha 8 de
abril comunicó por telégrafo a nuestro ministro en La Paz, que el referido cargamento
saldría para Tupiza el 9 de dicho mes, pudiendo llegar a Jujuy el día 30. Respecto a los 12
cañones Krupp de montaña y a las 6 ametralladoras que no figuraban en el cargamento
mencionado13.
Por otro lado, desde mayo de 1883, Guillermo Seoane se queda a cargo de la representación
diplomática peruana en La Paz como Encargado de Negocios por la ausencia de Del Valle,
quien viaja a Arequipa para asumir su puesto como congresista en nueva capital peruana.
Seoane es informado por Chacaltana de la no obtención del permiso del Ministerio de
Guerra argentino de las armas depositadas en el vapor “Merlín” en la aduana del Rosario.
La consecución de estos permisos retardaría el envío de más armas. En opinión de Del
Valle, Argentina no tenía razones de animadversión contra Chile, ya que era conocido que
en junio de 1881 se había dado un paso firme conveniente a los intereses argentinos en
relación a la Patagonia14.
Semanas después, Seoane comunica al Supremo Gobierno que con fecha de 30 de mayo el
subprefecto boliviano Francisco Arraya informaba que el cargamento a cargo del capitán
Benavides se ubicaría entre Tupiza y Oruro, tras atravesar las ciudades argentinas de Salta
y Jujuy.15 Por correspondencia particular, Seoane confirma al canciller Valcárcel que el
agente Chacaltana no podía retirar más armas de Rosario y que ante esta eventualidad el
escritor peruano Mariano Felipe Paz Soldán interpuso sus buenos oficios ante el Ministerio
de Guerra. Meses después, Paz Soldán fue nombrado ministro del Perú en Argentina.
Mientras tanto, Seoane consigue la aprobación del ministro argentino en La Paz para el
pronto despacho del cargamento16. Sin embargo, de continuar la reticencia de las
autoridades argentinas, Seoane no duda en comunicar a Chacaltana la utilización de ardides
para enviar a Arequipa las armas que eran vitales para la resistencia y el ejército cacerista.
13
ACMRE. CC 651. Comunicación del ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al
ministro de Guerra. N° 60. Arequipa, 02 de mayo de 1883.
14
ACMRE. CC129. Comunicación del ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle al ministro de
Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. La Paz, 14 de junio de 1883.
15
ACMRE. CC 129. Comunicación del Encargado de Negocios del Perú en Bolivia, Guillermo Seoane, al
ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. N° 160. La Paz. 22 junio de 1883.
16
ACMRE. CC 129. Comunicación del Encargado de Negocios del Perú en Bolivia, Guillermo Seoane, al
ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. N° 163. La Paz, junio de 1883.
hacer uso de las 3,000 libras enviadas a Argentina17. Sin embargo, los meses transcurrían y
416
las armas continuaban estacionadas en los puertos argentinos. Tampoco se contaba con el
dinero suficiente para cubrir los gastos de su traslado. En Arequipa, arreciaban los debates
en el congreso sobre los términos de negociación para ajustar un tratado de paz con Chile.
Para ese momento la entrega incondicional de Tarapacá era indudable. Pero no aplicaba la
cesión de Tacna y Arica ni para el pago de la deuda gravada en el salitre peruano del cual
Chile tendría que hacerse cargo, pues al transferirse Tarapacá también se entregaban todas
las deudas derivadas. Finalmente, Montero consumirá tiempo valioso en la atención de
asuntos de la agenda política interna, descuidando la movilización de armas cuya
paralización era inminente.
Para agosto de 1883 era conocida la noticia de la destrucción del ejército de Cáceres en
Huamachuco, por lo que no se realizaría una segunda o tercera expedición de armas por
falta de recursos, siendo la única la dirigida por el capitán Benavides. Del Valle refiere a
Valcárcel que si no se enviaba a Buenos Aires el giro de 5,000 libras esterlinas solicitado
por el Supremo Gobierno de Arequipa al ministro Rosas, Chacaltana estaría atado de pies y
manos.18 El asunto era grave. Habían llegado más artículos bélicos, pero estaban
inmovilizados en los puertos argentinos. Se necesitaban con alta prioridad la suma de cinco
mil libras esterlinas por lo menos para enviar una expedición más. Además, Del Valle
indica que Chacaltana precisaba de instrucciones más detalladas. ¿Sería necesario conocer
esperar a que viniesen desde Arequipa los comisionados encargados de fiscalizar el traslado
de las armas, considerando el tiempo y la distancia de su traslado.
Chacaltana opinaba que era posible confiar la misión en jóvenes peruanos radicados en
Buenos Aires. También, Del Valle sugería al Supremo Gobierno que el trayecto debía ser el
siguiente, en caso llegase el providencial giro europeo: en Buenos Aires la traslación estaría
a cargo de la casa comercial Machain, en Salta estaría la casa Dávalos y en Tupiza correría
a riesgo de Francisco Arraya, quien haría presente a los comisionados de la legación
peruana en Oruro para su respectivo transporte a Puno. Pero, como recalca Del Valle “las
instrucciones escritas no significarán nada sin los recursos destinados a darles
cumplimiento.”19 Sin embargo, Rosas no pudo enviar a tiempo el salvador giro.
17
Acta de sesión del Consejo de Ministros del gobierno de Lizardo Montero. Arequipa, 06 de julio de 1883
(Nieto Vélez, 1979-1980: 137).
18
ACMRE. CC 129. Comunicación del ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle al ministro de
Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. La Paz, 17 de agosto de 1883.
19
ACMRE. CC 129. Comunicación del ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle al ministro de
Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. N° 219. La Paz, 19 de agosto de 1883.
Pero, en vez de recibir el armamento moderno traído de Europa lo que le dieron a Cáceres
los votos del Congreso de Arequipa no fue un apoyo rotundo a su gesta sino más bien le
otorgaron el título honorífico de ser el segundo vicepresidente del país, cosa que no
necesitaba con tanto apremio el valeroso militar. Triste es comprobar que lo acopiado en
los almacenes de Arequipa, todo el parque y arsenal, cayó íntegros en manos del general
chileno José Velásquez, cuando su ejército tomó la ciudad el 25 de octubre de 1883. Desde
su refugio en Puno, el canciller Valcárcel le escribe al ministro Del Valle:
Tengo el sentimiento de comunicarle a Vs. los sucesos acaecidos en Arequipa el día 25 del
presente mes, que dieron por resultado la desaparición del ejército y de los elementos de
defensa acumulados durante dos años de perseverantes esfuerzos, la imposibilidad de que
el gobierno nacional continúe funcionando en esta parte del territorio, y el avance de la
expedición chilena que, sin resistencia de momentos ni inquietudes ulteriores, ocupará la
ciudad más importante del sur de la república20.
Lo más doloroso era aceptar la pérdida de las armas, que tan diligente y abnegadamente
enviaron desde Europa con esfuerzos indecibles los diplomáticos Rosas, Chacaltana y Del
Valle. Este último, afligido por la nefasta noticia de la caída de Arequipa, contesta a
Valcárcel manifestándole que le afligía de sobremanera la inexplicable pérdida de todas las
armas peruanas en poder del enemigo, sin una sola razón válida de Montero y sus
ministros:
[…] fue por eso que como lo sabe VS en los memorables dos años que con tanta
oportunidad recuerda, pudo esta legación trasladar a los departamentos del sur del Perú,
poniendo a disposición del gobierno, ocho mil rifles, dos millones de municiones, una
batería máxima de cañones Krupp, sables, mulas para las brigadas del ejército, más de cien
mil varas de tela para uniformar a los soldados, y vestir a las guardias nacionales, calzado y
hasta recursos pecuniarios en la cantidad en que éstos eran posible obtenerlos del gobierno
aliado. Si tantos esfuerzos de dos años fueron esterilizados en dos horas, VS. me hará la
justicia de permitirme que lamente este infortunio como una de las mayores calamidades
que ha podido sobrevenir a la república21.
¿Qué sucedió con el vicepresidente Montero? ¿Por qué no se enviaron las armas a Cáceres?
Según Cáceres, una de las hipótesis que manejaba para comprender tanto recelo y
desconfianza era la posibilidad de que el jefe del Centro diese un golpe de estado contra
Montero. Cáceres es drástico en negar esta posibilidad, pero Montero no quedó convencido
20
Comunicación del ministro de Relaciones Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel, al ministro del Perú en
Bolivia, Manuel María del Valle. Puno, 27 de octubre de 1883 (Ahumada Moreno, 1898: VIII: 362). (La
cursiva es nuestra).
21
Comunicación del ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle al ministro de Relaciones
Exteriores, Mariano Nicolás Valcárcel. La Paz, 29 de octubre de 1883 (Ahumada Moreno, 1898: VIII: 364)
(La cursiva es nuestra).
a pesar de las públicas muestras del Brujo de los Andes, quien ponderaba como prioritaria
418
su lucha contra los chilenos antes que abocarse a temas de política interna.
Ese círculo, que al parecer dirigió el canciller y premier Valcárcel, que dañaría toda la
gestión de Montero no tuvo consideración alguna por Cáceres y sus hombres. Éste,
desesperado por las fuerzas chilenas que pretendían cercarlo parte hacia Cajamarca para
abastecerse de medios y doblegar a Iglesias. Sin los recursos necesarios, el resultado natural
fue la derrota de Huamachuco. Cáceres no podía hacer milagros. Su ejército cayó
combatiendo, defendiendo la honra del Perú en las serranías, cosa que no pudo entender el
séquito que escoltaba al vicepresidente Montero. El ataque sobre Arequipa era inminente e
Iglesias tenía libre el camino para asentarse en Lima y firmar el tratado que quisiesen los
chilenos, uno a su gusto y medida.
22
Carta de Andrés A. Cáceres a Lizardo Montero, 4 de octubre de 1883 (Guzmán, 1990: 312) (La cursiva es
nuestra).
Conclusiones
Al asumir el poder, Lizardo Montero aún confiaba en una posible intervención
norteamericana, cuya posición diplomática había variado notablemente. Sin embargo, el
incidente con el ministro norteamericano Cornelius Logan y el abandono de los Estados
Unidos impulsaron a Montero a retomar los contactos con la aliada Bolivia. Muestra de
esta coordinación es el traslado de armas hacia Arequipa con el apoyo del presidente
Campero. Sin embargo, su gobierno es desahuciado por la ausencia de decisiones vitales
que indudablemente traerían consigo consecuencias. Sus acciones contradictorias
confirman la desarticulación acelerada de su régimen: transportan armamento por la vía
París-Buenos Aires-La Paz-Arequipa; pero, tanto fusiles como proyectiles no fueron
puestos al servicio del modesto pero combativo Ejército del Centro, cuya aniquilación en
Huamachuco fue la señal final para la desaparición de la administración arequipeña.
En esta cruzada, fue plausible la dedicación y abnegación que dedicaron los ministros Del
Valle, Seoane, Rosas y el agente Chacaltana. La gestiones que prodigaron los ministros
para eludir y abastecer a nuestro país de recursos bélicos en momentos tan críticos se
estrellaron contra los insistentes pedidos de armas de Cáceres al gobierno de Arequipa, que
no llegó a proporcionarle un número considerable de armas en su la lucha contra el invasor.
Bibliografía
23
Carta de Manuel Candamo a Teresa Álvarez Calderón. N° 161. Chillán, 22 de julio de 1883 (De la Puente
Candamo y De la Puente Brunke, 2008: 388).
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