Farid Kahhat
Hay quienes sostienen que ese objetivo se hacía extensivo a la posibilidad de que
Europa se unificara no a través de una conquista militar, sino a través de la decisión de
gobiernos democráticos de compartir su soberanía. Es decir, a través de la Unión
Europea (UE). De hecho el Reino Unido no fue parte de ese proceso de integración
hasta 1973, e incluso contribuyó a crear la Asociación Europea de Libre Comercio como
alternativa a la unión aduanera que representaba entonces la Comunidad Económica
Europea (CEE, hoy UE). Cuando el Reino Unido intentó ingresar a la CEE, su
postulación fue vetada en dos oportunidades por el presidente francés Charles De
Gaulle. El Reino Unido finalmente fue admitido en la CEE en 1973 bajo un gobierno
conservador, pero en 1975 fue un gobierno laborista el que convocó al referéndum en
el que los británicos ratificaron su permanencia en la CEE. Para el referéndum de Junio
próximo en cambio, los laboristas hacen campaña a favor de permanecer en la Unión
Europea, mientras los conservadores están profundamente divididos en torno al tema.
Ya en la década del 80 la estupenda comedia “Sí, Ministro” resumía bien la
ambivalencia británica en torno a la Unión Europea. En uno de sus episodios el
personaje encarnado por Nigel Hawthorne pregunta a su jefe formal (el Ministro en
cuestión), por qué creía que el Reino Unido había decidido ingresar a la CEE. La
altruista respuesta del Ministro fue que lo había hecho para “Fortalecer la hermandad
entre las naciones libres de Occidente”. La cínica respuesta de su asesor fue que lo
hizo “para fregar a los franceses separándolos de los alemanes”.